- Antecedentes
- El
detonante - El
estallido de la Revolución y la caída de Porfirio
Díaz - El
régimen de Madero y la traición de
Huerta - La
restauración del poder de los
conservadores - Las
potencias extranjeras en el conflicto - La
caída de Huerta y las nuevas
contradicciones - Acción
reformadora de Zapata en Morelos - El fin de
la Revolución - Bibliografía
La revolución
mexicana constituye un proceso
histórico de importancia capital para
toda Latinoamérica, debido a que en la sociedad
mexicana se habían exacerbado las dificultades
típicas de los países de la región y, por lo
tanto, el proceso de transformaciones emprendido por los
revolucionarios en este país serán inspiradores
para todo el continente. Por este motivo, la revolución
mexicana será un verdadero clásico en la historia de las luchas
sociales latinoamericanas.
México era, en 1910, el país de las
enormes diferencias sociales. En toda Latinoamérica
había haciendas, pero acá, la hacienda es
realmente ostentosa. Su extensión puede alcanzar
varios cientos de miles de hectáreas. Sus
dueños necesitan varias horas, sino días, para
recorrerla a caballo de extremo a extremo. En la parte
más bonita de la hacienda, denominada el casco, se
encuentra la mansión del patrón, que se asemeja
a un verdadero castillo.La casona no solo cuenta con los servicios
básicos, en cualquier rincón del país
que se encuentre, sino que también tiene los
últimos lujos que se puede uno imaginar. Cerca de la
casa del patrón se encuentra la casa de administrador, bastante más modesta,
pero en relación a las de los peones, será una
casa muy acomodada. Durante algún tiempo
ambas casas estuvieron protegidas por paredes de concreto
bastante elevadas para protegerlas de las rebeliones
campesinas que se hicieron comunes durante la segunda mitad
del siglo XIX.Un poco más lejos está la tienda de
raya. Se trata de un almacén, naturalmente propiedad
del patrón, que provee de víveres a los peones.
Como la paga es en especie, el sueldo proviene de la tienda
de raya. Los precios de
los productos
son mucho más caros en las tiendas de raya de los
hacendados y eso se debe básicamente a que es la
simple voluntad del patrón. Esto implica que el
patrón puede rebajar el sueldo del peón
subiendo los precios a sus productos simplemente. La hacienda
cuenta también con una Iglesia en
la que el cura, muy amigo del patrón, enseña a
los peones la obediencia a las autoridades y a los amos,
puesto que una vida abnegada y trabajadora en el mundo
terrenal traerá como premio la entrada en el cielo. Si
las recomendaciones del cura no fueran suficientes, la
hacienda cuenta también con una cárcel, en la
que se encierra a los peones que no han cumplido con sus
obligaciones o han tenido una conducta
reprochable.Finalmente, más allá de los potreros,
los corrales y los campos de cultivo, los peones tienen sus
casas. Se trata de cuartos en los que toda la familia
del peón duerme, cocina, come. Son casas muy
rústicas, generalmente con pisos de tierra y
paredes de adobes, que carecen de ventanas y a veces hasta de
puertas (solo huecos por donde entrar). Las casas de los
peones se amontonan formando una especie de aldea miserable.
Allí no hay luz
eléctrica, ni agua
potable.Pese a que el peón vive de la forma
más humilde que se pueda uno imaginar y que trabaja
desde que sale el sol hasta
que se entra, él siempre está endeudado al
patrón, puesto que ha pedido de la tienda de raya
algún otro producto
más allá de lo que cubría su salario.
Una vez endeudado, está condenado a continuar su
miserable vida en la hacienda hasta que pueda pagar su deuda,
cosa muy improbable. De la deuda no lo salvará ni
la muerte,
pues la heredará su prole.Lo desesperante de esta situación en el
México de 1910, es que estas
condiciones socio-económicas lejos de tender a
transformarse, iban más bien fortaleciéndose
según pasaba el tiempo. Durante las últimas
décadas del siglo XIX se habían intentado
reformas para posibilitar una distribución más justa de
la tierra.
Irónicamente, las reformas habían resultado
exactamente en lo contrario de lo que se pretendió. De
esta manera, La nacionalización de los bienes del
clero (en su tiempo, el principal terrateniente de todo
México) había sido dispuesta con una
indemnización por parte del comprador. De este modo,
la tierra pasó de manos del clero a manos de otro
acaparador de tierras, puesto que nadie más
tenía la posibilidad de realizar dicha
compra.Luego se intentó implementar una ley de
Colonización, con la pretensión de atraer a
colonizadores extranjeros, como si no hubiera gente nativa.
Para este efecto, se organizaron Compañías
deslindadoras que debían demarcar tierras
baldías para la dotación de tierras. Como
compensación, por su trabajo se
les adjudicaría una tercera parte de las tierras
deslindadas. El resultado de esta política fue que las
compañías deslindaron dolosamente tierras de
comunidades campesinas y además, se convirtieron en
nuevos acaparadoras de tierras por la compensación
exageradamente magnánima que se les dio. Para
comienzos de siglo, las compañías habían
acumulado un total de 47 millones de hectáreas. En
conclusión, todo lo que se hacía resultaba
inevitablemente en una mayor concentración de
tierras.Con seguridad,
el problema de la inequitativa distribución de tierras
y el sistema
hacendatario resultante eran la verdadera llaga que
desangraba a México. Sin embargo, no era el
único problema. Los sectores dinámicos de la
economía, el
petróleo, los ferrocarriles, el comercio
exterior, la banca
estaban en manos de empresas
extranjeras. Una gruesa parte de los excedentes producidos en
estas actividades eran repatriados hacia Estados
Unidos, Alemania,
Francia e
Inglaterra, dejando a México una menor
parte con la que no se podía emprender ninguna
inversión pública significativa.
De este modo, se habían formado economías de
enclave que succionaban a México sus recursos
vitales, sin la posibilidad de que se pudiera generar
desarrollo
alguno.En el ámbito social, México -como
todas las sociedades
latinoamericanas- era una sociedad de castas, heredera de la
colonia. En el bote de la pirámide social, la inmensa
mayoría nativa que vivía fundamentalmente en el
campo como fuerza de
trabajo de las haciendas. En las ciudades, estaban los
mestizos en profesiones libres o como empleados en instituciones públicas y/o privadas. La
casta criolla blanca se ubicaba en los cargos
jerárquicos del estado o,
sino hacendados, viviendo larvariamente en las ciudades del
trabajo de sus peones. Es una sociedad profundamente racista
que desprecia no sólo a los nativos, sino a toda la
cultura
originaria y, en cambio,
vive admirando a las metrópolis de Europa y
Estados Unidos, deseando asimilarse a esa cultura de todos
los modos posibles.En términos políticos, México
vive una dictadura,
que intenta presentarse como una democracia. Su presidente es Porfirio
Díaz, un general octogenario que participó en
la guerra que
los mexicanos emprendieron contra Francia, cuando esta
potencia
intentó someterlos en la segunda mitad del siglo XIX.
En 1910 concluía su sexta gestión a la que fue reelegido de forma
manipulada y fraudulenta consecutivamente. Durante 30
años como presidente de México había
alcanzado a generar las adherencias necesarias de los
grupos de
poder
económico, tanto nacionales como extranjeros, de tal
modo que nadie amenazaba su poder. Formalmente, estaban en
vigencia todas las reglas del juego
democrático, sin embargo, nadie osaba criticar al
presidente por temor a la represión de su
policía que acusaba de subversión a
quién lo intentara. Por otro lado, se había
desarrollado una capa de aduladores del presidente que en los
periódicos importantes del país lo halagaban
hasta el extremos ridículos, con el sólo objeto
de ganarse su buena voluntad.Este fue el contexto general, en el que se
produciría una de las revoluciones más
profundas de la historia
universal.Antecedentes.
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