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El cultivo de la inteligencia (página 2)



Partes: 1, 2

Es obvio que la crisis actual
es el resultado de los falsos valores; de
los falsos valores en la relación del hombre con la
propiedad, con
sus semejantes y con las ideas. La expansión y predominio
de los valores
sensorios engendra necesariamente el veneno del nacionalismo,
de las fronteras económicas, de los gobiernos soberanos y
del espíritu patriótico, todo lo cual excluye la
cooperación del hombre con el hombre para
beneficio del hombre, y corrompe su relación con los
demás hombres, que es la sociedad. Y si
la relación del individuo con
los demás es impropia, la estructura de
la sociedad tiene por fuerza que
desplomarse.

De un modo análogo, en su relación con las
ideas el hombre justifica una ideología -ya sea de izquierda o de
derecha, sean buenos o malos los medios
empleados- a fin de lograr un resultado. De suerte que la mutua
desconfianza, la falta de buena voluntad, la creencia de que un
buen fin puede ser alcanzado por malos medios, el sacrificio del
presente por un ideal futuro, todo ello, evidentemente, es causa
del actual desastre. No es posible dedicar tiempo a
entrar en todos los detalles, pero a primera vista puede uno
comprender cómo se ha producido este caos, esta
degradación.

Todo esto, por ciento, tienen por origen los falsos
valores y la dependencia en que uno se halla con respecto a la
autoridad, a
los dirigentes, ya sea en la vida diaria, en la pequeña
escuela o en la
gran universidad.
Dirigentes y autoridad son factores de deterioro para cualquier
cultura. No
bien depende uno de otra persona, ya no
depende de sí mismo, y donde no hay autodependencia es
obvio que tiene que haber conformidad, la cual finalmente
desemboca en la dictadura de
los Estados totalitarios.

Al comprender, pues, todas estas cosas, al comprender
las causas de la guerra, de la
presente catástrofe, de la presente crisis moral y
social, y al ver a un tiempo las causas y los resultados, uno
empieza a percibir que la función
del educador consiste en crear nuevos valores, no en reducirse a
implantar valores existentes en la mente del alumno, lo cual no
hace más que condicionarlo, sin despertar su inteligencia.

Mas cuando el propio educador no ha visto cuáles
son las causas del caos presente, ¿cómo puede
él crear nuevos valores, cómo puede despertar
inteligencia, cómo puede impedir que la próxima
generación continúe en la misma huella, que a la
final conducirá a un desastre aún mayor? Entonces,
por cierto, tiene importancia que el educador no se reduzca a
implantar ciertos ideales y transmitir mera información, sino que consagre todo su
pensamiento,
todo su esmero, todo su afecto, a crear el ambiente
apropiado, la atmósfera
conveniente, para que, cuando el niño crezca y alcance la
madurez, sea capaz de habérselas con cualquier problema
humano que se le plantee. La educación, pues,
está en íntima relación con la actual crisis
mundial; y todos los educadores, al menos en Europa y América, están dándose cuenta
de que la crisis es el resultado de una educación
errónea. La educación sólo puede ser
transformada educando al educador, y no simplemente creando una
nueva norma, un nuevo sistema de
acción.

Pregunta: ¿Tienen los ideales algún lugar
en la educación?

Krishnamurti: Por cierto que no. En la educación,
los ideales e idealistas impiden la comprensión del
presente. Este es un problema tremendo, y procuraremos tratarlo
en cinco o en diez minutos. Es un problema sobre el cual se basa
toda nuestra estructura. Es decir, tenemos ideales, y de acuerdo
a esos ideales educamos. ¿Pero los ideales son necesarios
para la educación? ¿Los ideales son impiden en
realidad la verdadera educación, que es la
comprensión del niño tal cual es y no tal como
debiera ser? Si yo deseo comprender a un niño, no debo
tener un ideal de lo que él debiera ser. Para
comprenderlo, tengo que estudiarlo tal cual es.

Pero colocarlo en el armazón de un ideal es
simplemente forzarlo a seguir determinado modelo, le
convenga o no le convenga; y el resultado es que él
siempre se halla en contradicción con el ideal, o bien se
adapta de tal modo al ideal que deja de ser humano y actúa
como simple autómata sin inteligencia. ¿Un ideal no
resulta, pues, un real estorbo para la comprensión del
niño? Si vosotros como padres queréis realmente
comprender a vuestro hijo, ¿lo miráis a
través de la pantalla de un ideal? ¿O simplemente
lo estudiáis, porque en vuestro corazón
hay amor? Lo
observáis, vigiláis sus estados de ánimo, su
idiosincrasia. Como en vosotros hay amor, lo estudiáis. Es
cuando carecéis de amor que tenéis un ideal.
Observáos y lo notaréis. Cuando no hay amor,
tenéis esos enormes ejemplos e ideales mediante los
cuales, forzáis al niño, lo sometéis. Pero
cuando tenéis amor lo estudiáis, lo
observáis, y le dais libertad para
ser lo que él es; lo guiáis y lo ayudáis, no
a ir al ideal, no de acuerdo a cierta norma de acción,
sino para traerlo a lo que él es.

En este asunto surge el problema de lo que se llama el
"mal muchacho", si es que puedo emplear ese término para
definir rápidamente y con firmeza un caso determinado.
Para hacerlo que cambie y no sea malo, no necesitáis por
cierto tener un ideal. Sin un chico es mentiroso, no
tenéis que inculcarle el ideal de la verdad.
Estudiáis por qué dice mentiras.

Puede que haya diversas razones: probablemente
está asustado o evitando algo. No necesitamos analizar las
diversas razones que puede haber para mentir. Pero es obvio que,
cuando un niño miente, hacerlo que se adapte a un dechado
de verdad -que es vuestro ideal- no le ayuda a librarse de las
causas que lo inducen a mentir. Tenéis que estudiarlo, que
observarlo, y hacer eso lleva mucho tiempo; exige paciencia,
cuidado, cariño; y como no tenéis nada de eso, lo
encajáis en un molde de acción que
denomináis "ideal". Un ideal evidentemente, es una
escapatoria muy barata. La escuela que tiene ideales, o el
maestro que los sigue, es evidentemente incapaz de tratar con un
niño.

No tenéis que aceptar automáticamente lo
que yo digo, ni negarlo. Observad, simplemente. Después de
todo, la función educativa consiste en producir un
individuo integrado que sea capaz de habérselas con la
vida inteligentemente, totalmente, no parcialmente ni como
técnico ni como idealista. Pero el individuo no puede ser
integrado si sólo se guía por una norma idealista
de acción. Es obvio, señores y señoras, que
los maestros que se vuelven idealistas, que siguen una norma de
acción llamada "ideal", son bastante inútiles. Si
los observáis, veréis que ellos son incapaces de
amar, que tienen el corazón duro y la mente seca. Porque
el estudiar, el observar al niño, exige mucho más
atención, mayor afecto, que encajarlo en un
molde idealista de acción. Y yo creo que los meros
ejemplos, que son otra forma del ideal, también son
desalentadores para la inteligencia.

Es probable que lo que estoy diciendo sea contrario a
todo lo que vosotros creéis. Deberéis pensarlo
detenidamente, porque este no es asunto para negar ni aceptar. Es
preciso ahondarlo con un cuidado muy grande. No soy
dogmático; pero como hay muchas preguntas, tengo que ser
muy breve y conciso. Lo que un ideal implica es obvio. Cuando el
maestro persigue un ideal, es incapaz de comprender al
niño, porque entonces el futuro, el ideal, resulta
más importante que el niño, que es el presente.
Él tiene cierto fin en vista, que considera justo; y
obliga al niño a adaptarse a ese ideal. Eso, ciertamente,
no es educación, ¿verdad? Eso es igual que producir
automóviles. Tenéis el diseño
y hacéis pasar al niño por el molde, con el
resultado de que creáis seres humanos que son meros
técnicos, que no tienen relación humana con los
demás y sólo campean por sí mismos, por su
propia ganancia, en lo político, en lo social o en el
seño de la familia.
Evidentemente, es mucho más fácil seguir un ideal
que observar, proceder con cuidado, despertar el amor a los
niños y
a la humanidad. Y esa es una de las calamidades de la
educación moderna; que el llamado "ideal", el fin en
vista, ya se trate de una ideología de la extrema
izquierda o de la derecha, se haya convertido en una norma de
acción, dando origen a la presente catástrofe
mundial.

Pregunta: ¿Es posible la educación para la
"creatividad" o
la "creatividad" es puramente accidental y por lo tanto nada
puede hacerse para facilitar su aparición?

Krishnamurti: La pregunta, para expresarla
diferentemente, es si aprendiendo una técnica
seréis creadores. Es decir, practicando, por ejemplo, el
piano, el violín, aprendiendo la técnica de la
pintura,
¿seréis músicos, seréis artistas?
¿Surge la "creatividad" mediante la técnica, o la
"creatividad" es independiente de la técnica?
Podéis ir a una escuela y aprender todo lo que hay que
saber acerca de pintura, acerca de la profundidad del color, la
técnica de cómo manejar el pincel, y todo lo
demás; ¿pero os convertirá en pintores
capaces de crear? Mientras que si sois creadores, cualquier cosa
que hagáis tendrá su propia técnica. Una vez
fui a ver a un gran artista en París. No había
aprendido una técnica. Deseaba decir algo, y lo
decía en arcilla y luego en mármol.

La mayoría de nosotros aprendemos la
técnica pero muy poco tenemos que decir. Descuidamos,
pasamos por alto la capacidad de descubrir por nosotros mismos;
tenemos todos los instrumentos del descubrimiento, y nada
encontramos directamente. El problema consiste, pues, en ser
creador, lo cual trae su propia técnica. ¿Y
qué ocurre cuando queréis escribir un poema? Lo
escribís; y si tenéis una técnica, tanto
mejor. Pero si no tenéis técnica alguna, no
importa: escribís el poema, y el deleite está en
escribirlo. Después de todo cuando escribís una
carta de amor
no os preocupáis por la técnica: la escribís
con todo vuestro ser. Mas cuando no hay amor en vuestro
corazón, buscáis una técnica, cómo
poner las palabras juntas.

Señores, si no amáis no dais en la tecla.
Creéis que podréis vivir dichosamente,
creativamente, aprendiendo una técnica, y la
técnica es la que destruye la "creatividad", lo cual no
significa que no debáis tener una técnica.
Después de todo, cuando deseáis escribir un hermoso
poema, tenéis que conocer el metro, el ritmo y todo lo
demás. Pero si queréis escribirlo para vosotros
mismos, no para publicarlo, entonces eso no importa.
Escribís. Sólo cuando queréis comunicar algo
a otro, se necesita una técnica apropiada, la
técnica justa, para que no haya mala interpretación. Pero el ser creativo es por
cierto un problema del todo diferente, y ello exige una
extraordinaria investigación dentro de uno mismo. No se
trata de un don. El talento no es "creatividad". Uno puede ser
creativo sin tener talento. ¿Qué entendemos pues
por "creatividad"? Ella es, sin duda, un estado del ser
en que el conflicto ha
cesado completamente, un estado del ser en el que no hay problema
ni contradicción. La contradicción, el problema, el
conflicto, son el resultado de acentuar demasiado el "yo", lo
"mío": "mi" éxito,
"mi" familia, "mi"
patria. Cuando eso está ausente, el pensamiento mismo
cesa, y hay un estado de ser en el cual la "creatividad" puede
surgir. Es decir, para expresarlo de otro modo, cuando la mente
deja de crear, hay creación.

Una de las causas de los problemas es
vuestra creencia, vuestra codicia, etc. Y la mente crea mientras
tenga un problema, mientras ella sea la que origina los
problemas. Una mente que está encadenada a un problema,
que está atada a la creación de su propio problema,
jamás puede ser libre. Sólo cuando la mente
está libre y ya no crea su propio problema, puede haber
creación.

Señor, para ahondar esto plenamente y de un modo
realmente profundo, hay que penetrar todo el problema de la
conciencia; y yo
digo que cada uno de nosotros puede ser creador en el verdadero
sentido de la palabra, no sólo producir poemas y
estatuas, o procrear hijos. Ser creador significa, ciertamente,
hallarse en se estado en que la Verdad puede manifestarse; y la
Verdad sólo puede manifestarse cuando hay completa
cesación del proceso de
pensar. Cuando la mente está serena en absoluto sin ser
forzada a ello, sin que se la encaje en determinado molde de
acción, cuando la mente está serena porque
comprende todos los problemas a medida que surgen, y por lo tanto
ya no tiene problema alguno; cuando la mente está
realmente quieta, no compelida; entonces, en ese estado, la
Verdad puede manifestarse. Ese estado es creación, y la
creación no es para unos pocos; no es el talento de unos
pocos ni el don de los menos. Antes bien, ese estado puede ser
descubierto por todo el que consagre su mente y su corazón
a la plena investigación del problema.

Pregunta: ¿El impartir experiencia sexual no es
una parte necesaria de la educación? ¿No es la
única solución racional para las cuitas de la
adolescencia?

Krishnamurti: Señor, la comprensión del
sexo requiere
inteligencia, no un ideal de eso o aquello; y es un tema en
extremo difícil, como todo otro problema humano. Si el
propio educador no ha entendido ese problema, ¿cómo
puede educar a otra persona? Si él mismo está
atrapado en la red, en la barahúnda,
en el problema extraordinariamente complejo del sexo
¿cómo puede enseñar a los demás?
¿Y por qué para él es un problema?
Evidentemente, porque él mismo no es creativo. Entonces el
sexo se convierte en mero instrumento de placer, en una
experiencia que brinda momentáneo júbilo, ausencia
momentánea del "yo"; y es por eso que llega a ser un
problema. En cambio, para
librarse de dicho problema, hay que investigar los diversos
estorbos que impiden la "creatividad". Es obvio que uno de esos
factores es la imitación, la coacción colectiva
para que el hombre sea algo en la sociedad. El seguir un ideal es
evidentemente una forma de coacción, de imitación;
y a causa de ello no existe el pensamiento creador.
Después de todo, cuando pensáis de un modo
realmente creativo, cuando sentís intensamente, el sexo es
de muy escasa importancia. Sólo cuando no estáis
alerta al significado total de la existencia, al movimiento de
las aves, a los
árboles, alas sonrisas, al gozo de vivir,
seáis ricos o seáis pobres, sólo entonces el
sexo se convierte en un problema.

Otras cosas están involucradas en esta pregunta.
¿El significado de la experiencia sexual puede
enseñarse al adolescente? Es natural que él sea
curioso, que quiera saber de qué se trata. Nuevamente,
ello depende del maestro o de los padres. Por lo general ellos
mismos tienen tanta vergüenza, tanta timidez, que todo el
asunto se vuelve absurdo. Tiene muy sucia la mente.
Deberíais observaros a vosotros mismos, señores,
observar cómo miráis a la gente, cómo
miráis a hombres y mujeres. ¡Y os creéis
capaces de explicar a los adolescentes
en qué consiste todo eso!

Hay otro problema, además; todo nuestro
énfasis se coloca en los valores sensorios -los valores de
los sentidos
en lo cual la radio, el
cine y la
revistas desempeñan importante papel. Tomad al azar
cualquier revista o
periódico; todos los avisos os atraen,
crean sensación. De suerte que, por un lado,
fomentáis la sensación, el sexo, la sensualidad, y
por el otro decís: "No debéis; tenéis que
santificaros, seguir el ideal del celibato". Todo eso es un
desatino. Engendráis contradicción en la mente; y
en ese estado de contradicción, nada sois capaces de
comprender. Si vosotros mismos, en cambio, abordáis el
problema directamente, como hecho biológico evidente, sin
todas esas imputaciones, tradiciones y fealdad que lo
acompañan, podréis prestar servicio por
vuestra propia comprensión del asunto.

Como lo expliqué con motivo de la pregunta
anterior, la creación no es el mero acto sexual sino algo
mucho más significativo, profundo; y sólo puede
haber creación cuando la mente no se consume con su propia
satisfacción. Señores, cuando uno ama, el amor es
casto; y cuando no hay amor el sexo se convierte en un problema,
en un feo hábito. Así, pues, nuestra dificultad en
todas estas cuestiones estriba en que nosotros mismos,
educadores, hemos caído en la torpeza y estamos hastiados.
La vida ha sido demasiado para nosotros.

Queremos que se nos consuele, queremos ser amados.
Siendo, pues, insuficientes, siendo pobres en nosotros mismos,
¿cómo podemos los educadores impartir verdadera
educación? Es obvio, como ya lo dije, que el problema es
en prime término el maestro, el educador, y no sólo
la educación del alumno. Señores, nuestra propia
mente y corazón tienen que depurarse para que seamos
realmente capaces de educar a otros. Podréis decir que
todo esto es cosa de muy santurrones , sin información
práctica alguna; pero si el instrumento que enseña
es en sí mismo torcido, ¿cómo puede impartir
verdadera información, verdadero conocimiento,
verdadera sabiduría, verdadera
comprensión?

Pregunta: ¿La educación por el Estado no
es una calamidad? Si lo es, ¿cómo allegar fondos
para escuelas que no estén controladas por el gobierno?

Krishnamurti: Es obvio que la educación por el
Estado es una calamidad. Con esto no estarán de acuerdo
los gobiernos. Ellos no quieren que la gente piense; quieren que
todos sean autómatas porque entonces puede
decírseles lo que han de hacer. De suerte que nuestra
educación, sobre todo en manos de los gobiernos, se vuelve
de más en más un medio de enseñar qué
se ha de pensar y no cómo pensar; porque, si fuerais a
pensar independientemente del sistema, seríais un peligro.
Es función de gobierno, por lo tanto, no el hacer que
penséis sino que aceptéis lo que se os dice.
Así, pues, como lo veis a través del mundo, todo
gobierno interviene en la educación. La educación y
el alimento han llegado a ser los medios de dominar al hombre.
¿Y qué les interesa a los gobiernos -sean de
izquierda o de derecha- fuera de que seáis perfectas
máquinas para producir mercaderías y
balas? Hay unas cuantas escuelas privadas en Inglaterra y
otros lugares, pero a todas ellas se les vigila de acerca, se las
investiga, se las controla, porque el gobierno no desea que haya
institutos libres que pudieran producir pacifistas, gente que
piense de un modo contrario al régimen, al sistema. La
verdadera educación es evidentemente un peligro para el
gobierno.

Es, pues, función del gobierno la de hacer que no
se imparta verdadera educación. Hay en Inglaterra unos
80.000 pacifistas. Si su número aumenta, ¿no son un
peligro para el gobierno? Por eso se controla a la gente desde la
infancia. No
hay que dejarlos pensar en términos de "no guerra", "no
patria", "no sistemas", ni de
una ideología diferente. Esto significa supervisión gubernamental, control de la
educación por el ministro del ramo. Señores, esto
es lo que sucede en el mundo, os guste o no; y ello significa que
vosotros, que sois los ciudadanos y tenéis la responsabilidad del gobierno, no deseáis la
libertad. No queréis un nuevo estado de existencia, una
nueva cultura, una nueva estructura de la sociedad. Si
tenéis algo nuevo, puede que sea revolucionario,
destructor de los existente; y como queréis las cosas
tales como están, decís: "Bueno, que haya un
gobierno que controle la educación". Deseáis una
pequeña modificación allí y allá,
pero no una revolución
en el pensamiento; y no bien deseáis una revolución
en el pensamiento, el gobierno interviene, os pone presos u os
liquida rápidamente entre bastidores, y caéis en el
olvido.

Señores: un país se vuelve de más
en más organizado, y en él hay creciente autoridad
y coacción externa, cuando el hombre mismo carece de
visión interior, de luz propia, de
entendimiento. Conviértese entonces en mero instrumento de
las autoridades, ya sea en un Estado totalitario o en la llamada
"democracia".
Porque, en momentos de crisis, los llamados "Estados
democráticos" llegar a ser como los totalitarios,
olvidando a su "democracia" y haciendo que los hombres se sometan
a una norma de acción.

Viene ahora la segunda parte de la pregunta:
"¿Cómo allegar fondos para escuelas que no sean
controladas por el gobierno?" Señor, el problema no es
ese, por cierto. ¿No es así? En cuanto
tenéis fondos, estáis arruinados. Mirad todas las
escuelas que se inician del modo más idealista.

Observad a sus directores, cómo engordan con esos
fondos. Pero vosotros podéis poner en marcha una escuelita
a la vuelta de la esquina, ahí en la calle donde
vivís.

Conozco varias escuelas que han sido establecidas de ese
modo; y todavía funcionan, porque para ello había
preparación, entusiasmo, sentimiento. Una de nuestras
dificultades es que queremos transformar al conjunto del género
humano de un día para otro, o afectar a las masas, como
vosotros decís. ¿Quiénes constituyen las
masas, pobre humanidad? Vosotros y yo. Y si sentís de un
modo profundo, si realmente pensáis acerca de estos
problemas, no superficialmente durante una tarde para pasar el
tiempo, entonces haréis funcionar una verdadera escuela en
algún lugar, a la vuelta de la esquina o en vuestra propia
casa; porque en tal caso os interesas vuestros propios hijos y
los niños que os rodean. Entonces el dinero
llegará, señor. No os preocupéis por el
dinero. El
dinero es la cosa menos importante. Dejadles el dinero a los
idealistas, a los que quieren iniciar una escuela ideal. Mas si
vosotros y yo nos damos cuenta de todo el problema de la
existencia, de lo que él significa, de por qué
vivimos y sufrimos; de por qué pasamos por todas estas
torturas, y realmente queremos entender esto y ayudar al
niño al niño a que comprenda, entonces pondremos en
marcha una escuela sin necesidad de fondos, sin redoble de
tambores, sin juntar rupias por centenares de miles.
¿Qué, ocurre, en efecto, cuando tenemos dinero?
¿No sabe usted lo que ocurre, señor?

Teniendo sus propios recursos
privados, debe usted vigilar su dinero, saber quien lo maneja, si
usted o su secretario, o el comité; y entonces empiezan
las sandeces, las idioteces. Mas si tenéis poco dinero y
verdadera claridad de pensamiento y de sentir para respaldarlo,
crearéis una escuela. Y al crearla, es obvio que
tendréis la oposición y la ingerencia del gobierno.
Si enseñáis a vuestros niños a no ser
nacionalistas y a no saludar la bandera porque el nacionalismo el
factor de guerra, si les enseñáis a no ser
"comunales", si les ayudáis a comprender todo este
problema de la existencia, ¿creéis que los
gobiernos van a tolerarlo? Si realmente producís
revolucionarios -no en el sentido de matar, sino verdaderos
revolucionarios en el pensamiento y en el sentir¿
¿creéis que la sociedad lo admitirá un
momento?

De suerte, señores, que como padres y maestros,
vosotros sois responsables, vosotros debéis averiguar si
no hacéis más que acatar los dictados del gobierno,
si sólo habéis aprendido una técnica que os
da cierta capacidad para ganar dinero, y si estáis
contentos de continuar con la presente estructura
social, tal como ella es; o bien si os preocupa el recto y
los rectos medios de vida. Si véis que los gobiernos
están erigidos sobre la violencia y
son producto de la
violencia, y os dáis cuenta de que por medios errados no
hay posibilidades de alcanzar un buen fin; y si realmente os
interesa educar a vuestros hijos, es obvio que instalaréis
una escuela en cualquier lugar; a la vuelta de la esquina, en el
patio de vuestra casa o en vuestra propia habitación.
Porque, señores, yo no creo que muchos de nosotros tengan
una noción del abismo, de la degradación en que
hemos caído. Si hay una tercera guerra, eso será el
fin de todas las cosas. Puede que escapéis; pero vuestro
problema será la cuarta guerra mundial,
porque no hemos resuelto el problema del antagonismo entre los
hombres. Y sólo podéis resolverlo por medios
justos, es decir, por la verdadera educación; no por un
ideal de "no guerra", sino comprendiendo las causas de la guerra,
que estriban en nuestra actitud hacia
la vida, en nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Sin un
cambio de corazón, sin buena voluntad, las solas organizaciones no
habrán de traer la paz, cosa que la Liga de las Naciones y
la O.N.U. han revelado. Confiar en los gobiernos, esperar de
organizaciones externas una transformación que debe
empezar por cada uno de nosotros, es esperar en vano. Lo que
tenemos que hacer es transformarnos a nosotros mismos, o sea
llegar a darnos cuenta de nuestros propios actos, pensamientos y
sentimientos en la vida de todos los días.

No os preocupéis, pues, con eso de allegar
fondos. Ahora no estaréis preocupados; y durante unos
pocos minutos, ante el apremio de lo que oís en esta
reunión, puede que veáis el significado de todo
esto. Pero después caeréis de nuevo en vuestra
diaria rutina, volveréis a vuestra enseñanza y otras profesiones, porque
tenéis que ganar dinero.

Muy pocos, pues, habrá que tomen esto en serio.
Pero son ellos los que producirán una revolución en
el pensamiento. Señor, la revolución debe empezar
por el pensamiento, no por la sangre; y si hay
una verdadera revolución en el pensamiento, no
habrá sangre. Pero si no hay recto pensar, verdadero
pensar, habrá sangre, y cada vez más. Los malos
medios jamás podrán conducir a un buen fin, porque
el fin está en los medios.

Pregunta: ¿Qué tiene usted que decir
acerca de los ejercicios militares en la
educación?

Krishnamurti: Todo depende de lo que vosotros
deseáis que sea el ser humano. Si queréis que sea
eficiente carne de cañón, la instrucción
militar resulta maravillosa. Si deseáis disciplinarlo,
reglamentar su mente, sus sentimientos, los ejercicios militares
serán un muy buen modo de hacerlo. Si queréis
condicionarlo de determinada manera y hacerlo irresponsable
frente a la sociedad, la instrucción militar es un
instrumento muy bueno.

Todo depende de lo que queréis que sea vuestro
hijo. Si lo que usted quiere, señor, es que su hijo viva,
la instrucción militar es por cierto el procedimiento
errado; pero si le gusta la muerte, la
instrucción militar resulta excelente. Y como la
civilización moderna busca la muerte, es
obvio que todo lo militar, con sus generales, soldados, abogados
u demás personal, deba
considerarse muy bueno. Por ese camino tendréis muerte,
muerte segura. Mas si deseáis la paz, si deseáis
que haya buenas relaciones entre hombre y hombre -ya se trate de
cristianos, hindúes, musulmanes o budistas, rótulos
todos ellos que obstan a las buenas relaciones- entonces la
educación militar es un estorbo en absoluto. Señor,
la función de un general es sin duda la de preparar la
guerra, y la del soldado consiste en mantenerla; y si la vida
está destinada a ser una constante batalla entre vosotros
y el prójimo, es indispensable que tengáis
más generales.

Hagámonos todos soldados, entonces; y eso es lo
que está sucediendo. La conscripción fue combatida
en Inglaterra durante generaciones, mientras en el resto de
Europa estaba en vigor; y ahora Inglaterra ha cedido. Inglaterra
forma parte de la estructura mundial en su conjunto y ello es un
indicio de lo que ocurre. Como este país es tan enorme, la
conscripción no es posible de inmediato; pero ya
vendrá cuando todos vosotros estéis enteramente
organizados. Guerra, entonces; más guerra; más
matanza, más miseria. ¿Es para eso que vivimos;
constante batalla dentro de nosotros y con los demás? No
hay duda, señor, de que para descubrir la verdad, la
realidad, la gloria de los incognoscible, tiene que haber
libertad; hay que estar libre de lucha dentro de uno mismo y con
el prójimo. Después de todo, cuando un hombre no
está interiormente en lucha, no da origen a luchas en el
mundo exterior. La lucha íntima, proyectada hacia lo
exterior, llega a ser el caos mundial. La guerra, en suma, es un
resultado espectacular de nuestro diario vivir y sin una
transformación en nuestra existencia diaria, tendrá
por fuerza que haber multiplicación de soldados, de
ejercicios militares, de saludos a la bandera y de todas las
sandeces que acompañan a esas cosas; prolongando
inevitablemente la destrucción, la miseria y el caos. Un
antropólogo me contó que hace dos o tres mil
años un político dijo: "Espero que esta será
la última guerra"; y todavía seguimos en las
mismas.

Creo que realmente deseamos el servicio militar.
Deseamos todo el holgorio de los instrumentos militares, las
condecoraciones, los uniformes, los saludos, las bebidas, el
asesinato. Porque nuestra vida diaria es eso. Destruimos a los
demás con nuestra codicia, con nuestra explotación.
Cuanto más ricos os hacéis, más explotadores
sois. Todo eso os gusta, vosotros también queréis
ser ricos. Mientras las tres profesiones de soldado,
policía y abogado sean dominantes en la sociedad, la
civilización estará sentenciada a la muerte. Eso es
lo que ocurre en al India al igual
que en el mundo entero. Esas tres profesiones se vuelven cada vez
más fuertes. No creo que sepáis lo que se
está produciendo en torno vuestro y
dentro de vosotros, qué catástrofes estáis
preparando. Lo único que deseáis hacer es vivir
cada día tan rápidamente, tan estúpidamente
y de un modo tan desintegrante como sea posible: y
abandonáis a los gobiernos, a los políticos, a la
gente astuta, la dirección de vuestra vida.

Todo, pues, depende de lo que deseáis que sea la
vida. Si os proponéis que la vida sea una serie de
conflictos,
entonces la expansión militar e inevitable. Mas si la vida
está destinada a ser vivida dichosamente, con pensamiento,
con solicitud, con afecto, entonces el militar, el soldado, la
policía, el abogado, son un estorbo. Pero el abogado, el
policía y el militar no van a abandonar sus profesiones,
como tampoco vosotros dejaréis vuestros hábitos de
explotación, ya sea en lo psicológico o
exteriormente. Es pues muy importante, señor, que usted
descubra por sí mismo qué objeto tiene el vivir, no
que lo aprenda de alguien, sino que lo descubra por sí
mismo, lo cual significa darse cuenta de sus actos de todos los
días, de sus diarios pensamientos y sentimiento. Y cuando
lo perciba plenamente, esa percepción
le revelará el verdadero objeto.

Pregunta: ¿Qué lugar ocupa el arte en la
educación?

Krishnamurti: No se muy bien que es lo que usted
entiende por arte. ¿Entiende que es colgar cuadros en su
aula, o ayudar al niño a hacer un dibujo
conforme a un modelo porque usted ha aprendido algo de
técnica? ¿O bien entiende usted que se trata de
enseñar al niño a ser sensible, no a usted como
maestro, sino a lo que usted dice, sino sensible a las miserias,
a las confusiones, a las penas de la vida? ¿Desea
enseñarle simplemente a pintar, o quiere usted que
él esté despierto a la influencia de la belleza, no
de tala o cual cuadro o estatua, si no a la belleza en sí?
En la civilización moderna, señor, la belleza
aparece tan sólo a flor de piel; en
vuestro modo de vestir, de pintaros el rostro, de peinar vuestro
cabello, de caminar. Discutimos sobre arte, y si la belleza
está en la superficie, o si es cuestión de amor; si
es exterior, o estriba en comprender el proceso íntimo del
pensamiento.

Tal como nuestra sociedad está construida,
más nos interesa la expresión externa; el
semblante, el "sari", que aquello que es interior. No importa lo
que seáis por dentro, pero debéis presentar una
apariencia pasable y usar lápiz labial. Lo que sois por
dentro no tiene importancia. De suerte que más nos
interesa la técnica que el vivir, la mera expresión
que el amor. Por lo tanto, nos valemos de las cosas externas como
medio de disimular nuestra fealdad interior, nuestra
íntima confusión. Escuchamos música para escapar a
nuestro dolor. En otras palabras, llegamos a ser espectadores, no
jugadores. Para ser creadores habéis de conoceros a
vosotros mismos, y ello es en extremo difícil; pero
aprender una técnica es comparativamente fácil. De
modo que, cuando habláis del arte en la educación,
no sé exactamente qué queréis decir. Es
obvio que a las influencias ambientales externas les corresponde
su lugar; pero cuando lo externo se ve acentuado, la
confusión interior no se comprende, y así la
comprensión íntima, la belleza interior, se ven
desconocidas; y sin belleza interior, ¿cómo puede
haber una expresión externa de belleza? Y para cultivar la
belleza interior, es preciso que primero os deis cuenta de la
confusión íntima, de la íntima fealdad,
porque la belleza no surge de por sí. Para ser sensibles a
la belleza, tenéis que comprender lo feo y lo confuso; y
sólo cuando el orden nace de la confusión, hay
belleza.

Pregunta: ¿A quién llamaría usted
un maestro perfecto?

Krishnamurti:: No, evidentemente, al maestro que tiene
un ideal, ni al que comercie con la enseñanza, ni al que
ha fundado una organización, ni al que sirve de
instrumento al político, ni al que está ligado a
una creencia o a un país. El perfecto maestro es
ciertamente el que nada pide para sí, el que no
está en las redes de la política, del
poder, de la
posición. Nada pide él para sí, porque
interiormente es rico. Su sabiduría no reside en los
libros; su
sabiduría está en la vivencia, y la vivencia no es
posible si él busca un fin. La vivencia no es posible para
el que atribuye más importancia al resultado que a los
medios; para el que desea mostrar que ha preparado tantos o
cuantos alumnos que han pasado brillantes exámenes, que
han recibido diplomas universitarios de primera clase, o lo
que sea. Es obvio que, como la mayoría de nosotros desea
un resultado, prestamos escasa atención a los medios
empleados, y por lo tanto nunca podremos ser perfectos
maestros.

Lo cierto, señor, es que para que un maestro sea
perfecto, él tiene que estar más allá y por
encima del control de la sociedad. Debe enseñar sin que se
le diga lo que ha de enseñar; y ello significa que no debe
tener posición alguna en la sociedad. No debe tener
ninguna autoridad en la sociedad, porque, en cuanto tiene
autoridad, ya forma parte de la sociedad; y como la sociedad
está siempre en proceso de desintegración, un
maestro que forme parte de la sociedad no podrá nunca ser
un maestro perfecto. Debe estar fuera de ella, lo cual significa
que nada puede pedir para sí. La sociedad, por lo tanto,
debe ser lo suficientemente esclarecida para proveer a sus
necesidades. Pero nosotros no queremos tal sociedad esclarecida,
ni tales maestros. Si tuviéramos tales maestros, la
sociedad actual estaría en peligro. La religión no es la
creencia organizada. La religión es la búsqueda de
la Verdad, que no es de ningún país, de ninguna
creencia organizada, que no reside en ningún templo,
iglesia o
mezquita. Sin la búsqueda de la Verdad, ninguna sociedad
puede existir durante mucho tiempo; y mientras exista, tiene
forzosamente que producir desastres.

El maestro, ciertamente, no es el mero dador de
información, sino alguien que señala el camino de
la sabiduría; y el que indica la sabiduría no es el
"gurú" (guía espiritual) La verdad es mucho
más importante que el maestro. Por lo tanto vosotros, que
sois los buscadores de
la verdad, tenéis que ser a la vez alumno y maestro. En
otros términos, tenéis que ser perfectos maestros
para crear una nueva sociedad; y para que el perfecto maestro
surja en vosotros, debéis comprenderos a vosotros mismos.
La sabiduría empieza con el
conocimiento propio; y sin conocimiento propio, la mera
información conduce a la destrucción. Sin
conocimiento propio, el aeroplano llega a ser el más
destructivo de los instrumentos en nuestra vida; pero con
conocimiento propio, es un medio de ayuda humana. Un maestro,
pues, tiene evidentemente que ser alguien que no esté en
las garras de la sociedad, que no juegue a la política del
poder ni busque posición o autoridad. Él ha
descubierto en sí mismo aquello que es eterno y por lo
tanto es capaz de impartir ese conocimiento que ayudará a
los demás a descubrir sus propios medios de
esclarecimiento.

Pregunta: ¿Qué lugar ocupa la disciplina en
la educación?

Krishnamurti: Yo diría que ninguno. Un momento,
ya me explico mejor. ¿Qué fin persigue la
disciplina? ¿Qué entendéis por disciplina?
¿Qué ocurre cuando vosotros, que sois los maestros,
aplicáis la disciplina? Forzáis, compeléis;
hay coacción, así sea en forma bondadosa, delicada,
lo cual significa conformidad, imitación, temor. Pero
diréis: "¿Cómo es posible dirigir una gran
escuela sin disciplina?" No es posible. Es por eso que las
grandes escuelas dejan de ser institutos educacionales. Son
institutos productivos, ya sea para el caudillo o para el
gobierno, para el director o para el propietario. Señor,
si usted quiere a su hijo, ¿lo somete a la disciplina?
¿Lo compele? ¿Lo encaja en un molde de pensamiento?
Lo observa, ¿no es así? Trata de comprenderlo,
procura descubrir cuáles son los móviles, los
impulsos, la urgencias, que hay detrás de lo que él
hace; y, comprendiéndolo, usted le asegura un ambiente
propicio, suficientes horas de sueño, alimento
conveniente, y juego en la
medida justa. Todo eso implica el querer a un niño. Pero
nosotros no amamos a los niños porque en nuestro
corazón no hay amor. Los criamos, nada más. Y,
naturalmente, si tenéis muchos debéis
disciplinarlos, y la disciplina se convierte en un modo
fácil de eludir las dificultades. La disciplina,
después de todo, significa resistencia.
Creáis resistencia contra aquello que disciplináis.
¿Imagináis que la resistencia traerá
comprensión, pensamiento, afecto? La disciplina
sólo puede erigir muros en torno vuestro. La resistencia
es siempre exclusiva, mientras que la comprensión es
inclusiva.

La comprensión os viene cuando
investigáis, cuando inquirís, cuando buscáis
hasta descubrir, lo cual requiere cuidado, consideración,
pensamiento, afecto. Esas cosas no son posibles en una escuela
grande; lo son tan sólo en una pequeña escuela.
Pero las pequeñas escuelas no resultan lucrativas para el
propietario privado o el gobierno, y puesto que vosotros, que
tenéis la responsabilidad del gobierno, no os
interesáis realmente por vuestros hijos,
¿qué importa eso? Si amaráis a vuestros
hijos, no como simples juguetes, como
pasatiempo que os divierte un rato y después os resulta un
engorro, si realmente los amaráis,
¿permitiríais que todas esas cosas
continúen? ¿No querríais saber qué
comen, dónde duermen, qué hacen durante todo el
día, si se les golpea, si se les reprime, si se les
destruye? Pero esto significaría una investigación,
tener consideración por los demás, ya se trate de
vuestro propio hijo o del de vuestro vecino; y vosotros no
tenéis consideración alguna, ni por vuestros hijos
ni por vuestras esposa o esposo.

El asunto está, pues, en vuestras manos,
señores; no en las del gobierno o sistema alguno. Si todos
nosotros nos interesásemos por los niños,
mañana mismo tendríamos una nueva sociedad, pero en
realidad no nos interesamos, y por eso no tenemos tiempo. Tenemos
tiempo para el "puja" (ceremonia religiosa), para ganar dinero,
para divertirnos, pero no para consagrar nuestro pensamiento o
nuestra atención al niño. No estoy haciendo
retórica. Este es un hecho, y vosotros no queréis
hacer frente al hecho. Por que hacer frente al hecho significa
que deberíais renunciar a vuestras diversiones y
distracciones; ¿y pretenderéis decir que vais a
abandonarlas? Por cierto que no. Arrojáis pues, los
niños a las escuelas, y el maestro no se interesa por
ellos más de lo que os interesáis vosotros.
¿Y por qué habría de hacerlo? Para él
se trata de su empleo, de su
dinero; y así la cosa continúa. ¡Y
aquí nos reunimos toda una tarde para hablar de
educación! Es realmente un mundo maravilloso el que hemos
logrado.

Es un mundo bien falso, superficial y repelente, si lo
miráis detrás del telón; y el telón
lo decoramos en la esperanza de que en el escenario todo
andará bien. Señores, yo no creo que vosotros los
educadores, ni los padres os dais cuenta de cuán serias
están las cosas. La catástrofe que está
produciéndose en este país es evidente; pero
vosotros no queréis despojaros de todo y empezar de nuevo.
Deseáis hacer reformas que son remiendos, y ese es el
porqué de todas estas preguntas. Señores, es
preciso un nuevo punto de partida, y no puede haber reforma
parcial; porque el edificio se derrumba, los muros ceden, y el
fuego los destruye. Tenéis que abandonar el edificio y
empezar nuevamente en otra parte, con diferentes
valores

 

Jorge Iván García

Partes: 1, 2
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