Agustinos: cristianos para servir a Cristo y a su Iglesia (página 2)
2.2. Eclesiología de
Agustín
La perspectiva de Iglesia no es
estática, sino dinámica. La Iglesia aquí y ahora es
una realidad en proceso que ha
de pasar a través de varias fases para alcanzar su meta
específica: es el reino de Dios, existente en la
condición de la Iglesia. Por eso la Iglesia abarca el
mundo humano y el mundo de los ángeles. La Iglesia
celestial es la que da sentido a la Iglesia de la tierra,
pero ambas han de considerarse como fases de la misma
Iglesia.
La visión de Iglesia en Agustín es amplia,
para él la Iglesia existe desde Abel. Todos los justos de
nuestra historia
constituye la Iglesia.
Desde el momento en que las personas son llamadas a la
santidad, hay una Iglesia en la tierra. La
razón de esta afirmación es que en ciertos momentos
ellos fueron los únicos justos, y que, desde el comienzo
del mundo, todos los justos tienen a Cristo como su
cabeza.
Esta visión ampliada de Iglesia se halla
íntimamente relacionada con la cuestión acerca de
la amplitud de la salvación. Agustín adoptó
la opinión de Cipriano: "Fuera de la Iglesia no hay
salvación". Pero al mismo tiempo afirma
que hay salvación para Job, para Sibila, para el buen
ladrón, para los mártires no bautizados, para
Cornelio, para los catecúmenos que mueren antes de recibir
el bautismo, para los católicos que se hallan excomulgados
injustamente. Agustín hace distinción entre las
personas que vivieron antes de la encarnación y los que
vivieron después de ella. Hay diferencia y hay
también continuidad entre la situación del Antiguo
Testamento y la del Nuevo Testamento.
La diferencia consiste en lo siguiente: desde
Pentecostés, la Iglesia es una comunidad
concreta y universal, querida por Jesús mismo, que uno ha
de aceptar con humildad como el adecuado ambiente de la
fe y como el camino para la salvación. Pentecostés
significó una mayor manifestación y una mas
abundante comunión del Espíritu. Según
Agustín, cualquiera es capaz actualmente de conocer y de
reconocer a la verdadera Iglesia, porque "es la ciudad
edificada sobre un monte, que no puede quedar oculta" (Mt
5,14).
La Iglesia como el Cuerpo de Cristo, muy unida a la
visión que tiene del mismo Cristo: "CHRISTUS
TOTUS", en la que ahora Agustín es interprete de
Pablo, pues el texto paulino
que tuvo mas impacto sobre Agustín fue 1 Corintios
12,12-27: "Es un hecho que el cuerpo, siendo uno, tiene muchos
miembros, pero los miembros, aun siendo muchos, forman entre
todos un solo cuerpo, pues también el Mesías es
así. Porque también a todos nosotros, ya seamos
judíos
o griegos, esclavos o libres, nos bautizaron con el único
Espíritu; y es que tampoco el cuerpo es todo el mismo
órgano, sino muchos…Si todos ellos fueran el mismo
órgano, ¿Qué cuerpo sería ese? Pero
no; de hecho hay muchos órganos y un solo cuerpo.
Además, no puede el ojo decirle a la mano: "no me haces
falta", ni la cabeza a los pies: "no me hacen
falta…"Así, cuando un órgano sufre, todos
sufren con el; cuando a uno lo tratan bien, con él se
alegran todos. Pues bien, ustedes son Cuerpo de Cristo, y cada
uno por su parte es miembro".
En la interpretación de este texto paulino,
Agustín observa justamente que, en él, Pablo hace
más que una simple comparación. Pablo está
describiendo una realidad. Agustín afirma: "Pablo no dice
así es Cristo y el cuerpo, sino: como un cuerpo
tiene muchos miembros, así también Cristo.
Luego todo el cuerpo es Cristo y como Cristo es todo el cuerpo".
Agustín haciendo un comentario se opone
enérgicamente a una interpretación que limitara el
sentido de la expresión "Cuerpo de Cristo" exclusivamente
al grupo de los
creyentes. No, cabeza y cuerpo forman un solo Cristo.
Esto es así no solamente porque Cristo no seria
completo o perfecto sin nosotros, sino porque es deseo de Cristo
mismo ser completo con nosotros. La plenitud de Cristo es ser
cabeza y cuerpo. La Iglesia es la plenitud de Cristo, pues sin
creyentes Cristo no puede existir como cabeza. Encuentra su
plenitud y completa expansión en nosotros. Pero la
Iglesia es la expresión y el cumplimiento de la plenitud
de Cristo: Estar abierta en acoger a los no creyentes y
pecadores).
Una prolongación hecha por Agustín de la
visión paulina del Cuerpo de Cristo concierne la vida
diaria del cristiano, sobre todo sus actos de amor, fe y
esperanza. Somos todos hijos de Dios, y los hijos de Dios son el
Cuerpo del único Hijo de Dios. Cuando amamos a los
demás como miembros de Cristo, amamos a Cristo; cuando
amamos a Cristo amamos al Hijo de Dios, y cuando amamos al Hijo
de Dios, amamos también al Padre. Todo esto desde la
Iglesia.
Agustín muy enérgicamente llama la
atención a quienes siembran división
en la Iglesia, aún más cuando había discriminación por las lenguas. La unidad
de la Iglesia abarca a todas las diferentes lenguas que hay en el
mundo. Las numerosas lenguas (Hechos 2,4-11) eran una
señal de la misión
universal de la Iglesia, que debía extenderse por todo el
mundo. La verdadera Iglesia ha de permanecer fiel a esta
tradición que Agustín le llevaba derramar
lágrimas.
El Espíritu
Santo hace que la Iglesia sea un cuerpo vivo. Cuando un
miembro está cortado y separado del cuerpo, conserva su
forma, pero no mantiene la vida. Lo mismo les sucede a las
personas separadas de la Iglesia. Todos los miembros tienen que
estar unidos con el cuerpo universal de la Iglesia. El amor es un
don del Espíritu Santo y quien no ama hace daño a
la Iglesia, y el Espíritu Santo está
únicamente presente en el amor.
En el tiempo de Agustín, la Iglesia es
también una institución visible con estructuras
sociológicas-de su tiempo- y jerárquica. Aunque la
autoridad
eclesiástica no se hallaba más intensamente
centralizada como en nuestros días. Además de la
institución en su aspecto de autoridad, hay algo
más importante todavía: la Iglesia es
también una institución que ofrece una
práctica fija de vida sacramental. La misión de la
Iglesia puede resumirse como un servicio
prestado mediante la proclamación de la palabra, la
administración de los sacramentos. No existe un abismo
entre el cuerpo de Cristo y la Iglesia institucional,
están unidas. El crecimiento de la Iglesia, es el
crecimiento de Cristo, y quien rechaza a la Iglesia rechaza
también a Cristo.
La Iglesia es Madre, porque su tarea es dar a
luz nuevos
hijos de Dios, alimentarlos y criarlos. Cristo y la Iglesia son
los padres que nos han hecho nacer a la vida. El padre Dios y la
Madre Iglesia engendran para vida eterna, porque ellos mismos son
eternos. Como madre de todos los cristianos que están
esparcidos por toda la faz de la tierra, la Iglesia es
inmensamente fecunda. Como madre ha de ser misericordiosa y
caritativa, buscando a los extraviados, fortaleciendo a los
débiles, cuidando a los enfermos, reagrupando a los que se
habían extraviado. Para Agustín, la Iglesia no se
limita a la jerarquía, porque todos los creyentes tienen
que participar en la tarea maternal de la Iglesia. La tarea
primordial de la Iglesia es impartir la vida de Cristo-"la
Verdad".
La Iglesia para Agustín tiene gran importancia,
esa Iglesia cuya cabeza es el Señor Jesús cuya
cabeza y cuerpo constituyen conjuntamente el "CRISTO TOTAL".
Amó mucho a la Iglesia, y el mandato misionero de Cristo
resucitado lo llevaba a pensar y desear la reunión de
todos los pueblos en la unidad de la Iglesia, porque el designio
de Dios no deja fuera ni un solo hombre, ni un
solo pueblo, ni un solo pedazo de tierra. La conversión de
nuevos pueblos los incorpora a Cristo y a la Iglesia.
2.3
Perfil de los frailes agustinos
La comunidad religiosa es un don del Espíritu,
antes de ser una construcción humana. Efectivamente, la
comunidad religiosa tiene su origen en el amor de Dios difundido
en los corazones por medio del Espíritu, y por él
se construye como una verdadera familia unida en
el nombre del Señor. Por lo tanto no se puede comprender
la comunidad religiosa sin partir de que es un don de Dios, de
que es un misterio y de que hunde sus raíces en el
corazón
mismo de la Trinidad Santa y santificadora que la quiere como
parte del misterio de la Iglesia para la vida del
mundo.
Creando el ser humano a su imagen y
semejanza, Dios lo ha creado para la comunión. El Dios
creador que se ha revelado como amor, como Trinidad y
comunión, ha llamado al hombre a entrar en íntima
relación con Él y a la comunión
interpersonal, o sea, a la fraternidad universal. Esta es la
más alta vocación del hombre: entrar en
comunión con Dios y con los hombres, sus
hermanos.
En fin, nosotros los frailes agustinos, somos cristianos
en medio de un mundo con frecuencia profundamente dividido, hemos
de dar testimonio a los hermanos en la fe, de la posibilidad real
de poner en común los bienes, de
amarase fraternalmente, de seguir un proyecto de vida
y actividad fundado en la invitación de seguir con mayor
libertad y mas
de cerca de Cristo Señor, enviado por el Padre para que
instituyese una nueva comunión fraterna en el don de su
espíritu.
Ciertamente los frailes agustinos como orden, podemos
decir, desde el principio, desde el momento de su
formación y consolidación, tomó a Agustín de
Hipona como algo que le es esencial en el sentido
filosófico de la palabra. Hay dos aspectos que son
esenciales a la orden: la fraternidad apostólica
(fraternidad en misión apostólica); que proviene de
su fundadora la Iglesia y la agustinidad , que viene del
compromiso de seguir a Agustín como modelo de vida
y maestro de doctrina, en todo aquello que no se opone a lo que
la Iglesia, la fundadora que fuera nuestra orden. Es claro que
nuestra orden no es una orden de monjes. Es una orden de
Hermanos, de fraternidad apostólica, la tercera orden
mendicante después de los Dominicos y Franciscanos. Una
orden de hermanostan antigua como de fraternidad
apostólica y tan de fraternidad apostólica como
Agustina. Si se eliminase uno de estos aspectos, esta orden
dejaría de ser esta orden.
Agustín, es nuestro "Padre Espiritual", no fue
nuestro fundador- ya se ha dicho que fue la Iglesia_, pero si es
estímulo para los frailes de hoy en estar atentos para
servir donde la Iglesia nos pida. No tenemos una tarea
específica, sino que la orden fue fundada para que este a
disposición de las necesidades de la Iglesia.
A principio, Agustín después de su
bautismo, su deseo de vivir con un grupo de amigos en un lugar
apartado para dedicarse al estudio de la Palabra de Dios. Pero
Dios tiene sus planes, los proyectos de
Agustín fueron truncados al ser ordenado sacerdote contra
su voluntad y mas tarde obispo. Apenas ordenado, dice que el
sacerdote es un "hombre que administra al pueblo el sacramento
de la Palabra de Dios". Estuvo dedicado a la Iglesia
católica y universal. Se mantuvo abierto a las necesidades
de su tiempo, de largo alcance a todo el Cuerpo de Cristo, sin
estar totalmente atado a los problemas
reales con que tenía que enfrentarse en su propia
diócesis. Su visión de Iglesia fue
auténticamente misionera y a esta visión
respondió personalmente de manera muy práctica:
enviando a otros en ayuda de la Iglesia cuando ésta se
veía realmente necesitada.
Por necesidad, fue hecho sacerdote y obispo, por
necesidad ordenó algunos frailes de su comunidad para
enviarlos a colaborar con otros obispos del África. Muy
clara es esta visión que tienen los frailes ahora, de
estar dispuestos a servir alas necesidades de la Iglesia de
hoy. La vocación, el llamado que Dios hace es
desbaratar los proyectos de vida. Desde los tiempos de
Agustín (siglo V), pasando a la fundación de la
orden (s. XIII) a nadie se les obligaba a ser sacerdotes, pero
se les hacia este llamado a cuantos tenían las cualidades
necesarias a favor de un amplio servicio pastoral. El día
de hoy los frailes agustinos mantienen esta libertad, el que
quiere se pide la ordenación y quien no es clérigo
sigue teniendo los mismos derechos dentro e la orden,
pues antes de todo los agustinos son frailes.
Hoy en día, nuestra "comunidad religiosa
agustiniana" está unida a muchos otros creyentes. Los
lazos personales de amistad y de
acción
pastoral fomentan un estilo de vida
de "activa apertura" en el cual halla lugar también para
la crisis de fe
que hoy padecen muchas personas. Vivimos en una situación
de impotencia, de incertidumbre religiosa y de duda. Nuestra
cultura
occidental cuestiona el sentido y la esencia de la fe religiosa y
nosotros no solamente vivimos en esa cultura, sino que somos
parte de ella. Somos personas cuya fe, mas que ser motivo de
aprecio, es objeto de crítica
y de acusación.
Los agustinos y todos, podemos estar alegres y con un
sano orgullo de muchas contribuciones de nuestras respectivas
ordenes, congregaciones, diócesis e institutos han hecho a
la Iglesia en el pasado y hasta hoy lo hacen. Contando con esto,
tenemos que seguir sensibilizándonos ante las necesidades
emergentes y cambiantes de la Iglesia. Tenemos que seguir
cuestionándonos como responder mejor a estas necesidades
tal como evolucionan, teniendo siempre en cuenta naturalmente,
nuestras limitaciones, nuestro carisma distintivo, nuestra
razón de ser en la Iglesia.
Un perfil de los agustinos es su estilo de vida y parte
de su actuar en la Iglesia, pero como los nuevos tiempos marcas exigencias
para un mejor servicio al hombre, los frailes agustinos tienen
presencia en muchos lugares para realizar la misión, pero
van a un compromiso de la mano con instituciones.
Nuestra misión como agustinos hoy es: ser
promotores de justicia y
paz caminando con los más necesitados y excluidos, en
fidelidad creativa al carisma y a las mismas fuentes del
pensamiento
agustiniano. Los signos de los
tiempos nos interpelan, las voces de Dios en la historia tocan
nuestra propia conciencia. Los
agustinos, como promotores de Justicia y paz llevamos acabo esta
misión desde la comunidad, en sintonía con las
necesidades básicas de nuestros pueblos y haciendo que
estos sean protagonistas de su propia historia.
Nuestra misión profética la realizamos con
los laicos y en constante intercambio con otros movimientos e
instituciones, que luchan por la defensa de los derechos
humanos.
Una presencia en la ONU, a favor de la vida,
pues, en septiembre de 2001, la orden ofreció una
declaración de apoyo a la conferencia
mundial de la ONU, reunida en
Durban, sub. África, contra el racismo, la
discriminación racial, la xenofobia y la
intolerancia relacionada. Esta declaración de apoyo, fue
una declaración de responsabilidad, firmada por los agustinos de todo
el mundo y fue formulada como un interés
por la prioridad de los Derechos Humanos de la ONU.
El trabajo en la
ONU es de Cultura y paz con las instituciones académicas
de los agustinos con un programa de la
UNESCO, para construir la Paz y respeto a la
dignidad
humana. La defensa de los Derechos humanos, sea en situaciones
locales y mundiales. Un esfuerzo para reducir la pobreza y el
hambre en el mundo. Los agustinos siendo promotores de la
Justicia y la Paz, han creído conveniente un trabajo en
conjunto con la ONU, de estar implicados, para explorar las
posibilidades de buscar apoyo en algunas ONG, para que
pueda ofrecer a nuestras diferentes misiones y tareas en
cualquier punto del planeta. Algunas ONG agustinianas a nivel
mundial están ya comprometidas con la ONU, emprendiendo
proyectos de cooperación en sus propios
países.
2.4. Propuesta que hacen los agustinos a los
jóvenes de hoy.
La referencia a la vocación, dentro de la
pastoral juvenil, por una parte, es completamente natural y por
otra, asume, a veces, connotaciones muy específicas
realizando algunas actividades en los lugares donde nos
encontramos.
Es muy propio de la pastoral juvenil dedicar una
atención especial a la dimensión vocacional, dado
que los jóvenes se encuentran en una edad muy apropiada
para realizar opciones muy importantes para su vida de adultos.
Por esta razón no puede faltar en absoluto, en cada una de
las propuestas que se les hacen, una llamad, una clara
alusión a los estados de vida que caracterizan al
cristiano: matrimonio,
sacerdocio, y vida consagrada. Además insistir que la gran
vocación de todo hombre, mujer, de toda
persona es
vivir con Dios, es el llamado muy grande que todos
tenemos.
La propuesta a todos los jóvenes es que vivan su
fe, su bautismo, su cristianismo
en el lugar donde se encuentren, que sean bondadosos,
misericordiosos, que nunca caminen solos. Que busquen a Dios como
Agustín, incansablemente. Dios no es alguien que
está lejos, en el cielo, mirando con ojos fríos, y
alejado de nuestras inquietudes, de nuestras frustraciones y de
nuestros pecados.
Para todo joven y para promover nuestras vocaciones en
la vida agustiniana la propuesta es que vivan con
nosotros, desde el carisma que es compartir la vida en
comunidad; servir al otro, al pueblo de Dios, desde la
opción por Cristo. Buscar a Dios en unidad de corazones,
para ser testimonio de paz, vida y amor en medio de nuestra
sociedad.
Para ser agustino, se necesita que lo importante sea
buscar a Dios, ser una persona inquieta, alegre y dinámica
que vea su realización personal en el
seguimiento de Cristo. Sentir la llamada de Dios para consagrarle
a Él la vida mediante los votos religiosos de pobreza, castidad
y obediencia. Querer dar una respuesta a la problemática
actual de nuestra sociedad desde una experiencia fuerte de Dios y
de comunidad.
Nosotros, los frailes agustinos-como lo decía en
el perfil-, no tenemos una tarea específica como lo tienen
otros religiosos como por ejemplo los Camilos que atienden
hospitales, los Hermanos de San Juan de Dios y otros, sino que
estamos abiertos y dispuestos a la oferta que es
muy amplia. Trabajamos en muchos campos: Educación,
parroquias, medios de
comunicación, acción social,
promoción humana, en misiones…y a
todo lo que la Iglesia nos pida.
Todo esto seda a conocer a los que muestran inquietud
por la vida de los frailes agustinos, se les habla muy
sinceramente, que cada fraile es diferente, pero que desea ir a
Dios caminando con otros. La experiencia agustiniana de la
vida comunitaria presenta un ideal que es a la vez atractivo y
exigente.
Parte de nuestra espiritualidad es predicar cómo
Agustín conoció a Dios y para todo hombre, mujer y
en especial a los jóvenes que tengan presente:
LA INQUIETUD: es una parte necesaria de nuestra vida,
con aspectos positivos y negativos. Cuando la tomamos
positivamente, nos guiará hacía Dios.
CONVERSIÓN: es el resultado de la inquietud, que nos ayuda
a ser conscientes de la necesidad de Dios en nuestra vida
cotidiana y del gran amor que tiene para nosotros. AMISTAD: hemos
sido creados para amar y ser amados. Solamente después de
haber descubierto nuestro valor, podemos
comenzar a amar y a recibir amor como respuesta. LIBERTAD: la
vida cristiana es ser libres, es gracia.
BIBLIOGRAFÍA
RATZINGER, Joseph, Introducción al Cristianismo. Ed.
Sígueme. Salamanca. 1970.
VEGA, José. La Vocación Agustiniana. Ed.
"Estudio Agustiniano". Valladolid. 1987.
ESQUERDA BIFET, Juan. Signos del Buen Pastor:
Espiritualidad y Misión Sacerdotal". Vol. I. CELAM.
Bogotá. 2002.
REYES TRSITANCHO, Gabriel A. Instrumentos de trabajo en
la Pastoral Vocacional o la formación juvenil. CELAM.
Bogotá. 2003.
AUTORES VARIOS. San
Agustín un Hombre para Hoy: congreso agustiniano de
teología. 1650 aniversario del nacimiento de San
Agustín. Ed. Religión y Cultura.
Buenos Aires.
2006.
Fr. Hugo Reynaldo Erazo Rojas, OSA
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