Actualmente debemos desarrollar un nuevo modelo mental
entorno al marco global del liderazgo
empresarial, orientado a forjar un continuo proceso de
transformación individual y colectiva en todos los
miembros de las organizaciones.
Es por ello que, urge la necesidad de formar
líderes capaces de enfrentar con éxito
los desafíos del proceso de globalización, siendo esencial que los
directivos de toda entidad pública o privada asuman su rol
como agentes transformadores y
que no se dejen absorber por la rutina de la mecánica administrativa.
En nuestra sociedad y en
múltiples organizaciones podemos identificar ciertas
formas predominantes de liderazgo tales como, autocrático,
paternalista, manipulador, transaccional y sabelotodo, que siguen
incapacitando a los grupos que dicen
servir, en los que todos tienden a buscar el control mediante
la concentración del poder de
decisiones en sus propias manos, de tal manera que los otros
sirvan su voluntad.
Hoy más que en el pasado, todas las instituciones
de nuestra sociedad requieren de un nuevo estilo de liderazgo,
caracterizado por mayores niveles de inteligencia
emocional (control de emociones) e
inteligencia
espiritual (virtudes y trascendencia), totalmente comprometido
con los valores y
principios
morales, basado en la investigación independiente de la verdad,
guiando el ejercicio de sus capacidades hacia el servicio del
bien común.
El objetivo de
este proceso es transformar las potencialidades latentes del
individuo en
una realidad viviente en la cual los aspectos físicos,
intelectuales
y espirituales del ser humano puedan alcanzar su más alta
y noble expresión. Además el segundo aspecto de
este propósito tiene que ver con un complejo proceso de la
transformación social.
Consideremos que algunas de las principales actividades
de un directivo se caracterizan por tomar decisiones en contextos
complejos e impredecibles, asegurar que sean resultables y
sostenibles, gestionar la innovación de productos,
servicios y
procesos,
planificar, organizar, dirigir y evaluar proyectos
estratégicos y operativos es decir aplicar las funciones del
proceso gerencial, además de conseguir que las "cosas"
ocurran cada día y particularmente, liderar equipos
humanos.
En tal sentido, el ejercicio de un verdadero liderazgo
se debe distinguir por demostrar cada día la capacidad de
encauzar los esfuerzos de las personas hacia la obtención
de metas específicas, mediante el proceso de incentivar y
ayudar a los demás a trabajar con entusiasmo y buena
disposición para alcanzar objetivos.
Además, tener la firme convicción que el liderazgo
es el factor humano que ayuda a un grupo a
identificar hacia donde se dirige y a promover el bienestar de
sus miembros para lograr la autorealización deseada, a
través del excelente desarrollo de
sus valiosos recursos.
Y con esta base debemos reflejar un Liderazgo
moral y
transformador basado en valores,
orientado hacia el servicio del bien común, cuyo principal
objetivo sea la transformación individual y colectiva,
creando un espacio para el desarrollo de capacidades que
contribuyan a nuestra transformación personal, a
mejorar nuestras relaciones
interpersonales y a contribuir con la transformación
colectiva de nuestra sociedad.
Además, es interesante destacar la propuesta de
César Ferradas sobre la Trilogía del liderazgo (1),
cuyo enfoque considera tres variables:
- Imaginación
- Ejecución
- Insomnio
Imaginación que permita soñar, crear y
proponer un futuro deseado, alentador y positivo para la empresa. Es
decir, una visión que basada en nobles ideales y
pensamientos elevados, aliente e inspire el logro de una realidad
concreta.
Ejecución que logre plasmar esa visión en
una realidad tangible, que comunicada en forma adecuada motive y
movilice esfuerzos conjuntos
mediante una efectiva organización, dirección, coordinación y control, generando
entusiasmo, sinergia y
colaboración plena. Es decir, el líder
convertido en un hacedor de sueños a través de las
personas. Un liderazgo que acompaña y va junto con los
demás, que propicia el desarrollo
personal y convierte a sus colaboradores en líderes.
Un líder de líderes que logre estructurar una
comunidad
visionaria.
Insomnio que no deje dormirse en los éxitos
obtenidos, que lo mantenga alerta, despierto, atento a los
cambios del entorno, así como también a los
factores internos.
Insomnio que, permita a su vez, seguir soñando
para formular nuevas visiones que retroalimenten los objetivos
alcanzados.
Tengamos en cuenta que, muchas organizaciones que
duermen confiadas en sus éxitos pasados o presentes,
despiertan en medio de la extinción.
Recuerden:…."camarón que se
duerme,….amanece en el chifa".
Actualmente tenemos muchos ejemplos peruanos de
éxito, se puede citar a la empresa Ajeper
que creó Kola Real, con su liderazgo casi espiritual ha
logrado integrar un equipo altamente motivado y eficiente que ha
obtenido éxitos internacionales y que tras instalarse en
países como México o
Venezuela,
ahora está conquistando los mercados
asiáticos al abrir en este marzo su nueva planta en
Tailandia.
Destaca también el Grupo Gloria, con un liderazgo
corporativo sumamente agresivo, ha logrado una notable
expansión y penetración de mercados, así
como una sólida diversificación de negocios.
Existen muchos otros buenos ejemplos de experiencias
empresariales peruanas tales como: Bembos, Alacena, Pecsa, Wong,
Canal N, Topy Top y en el ámbito internacional destacan
Wal-Mart, Marrito, Graneen Bank, entre otras. Exitos todos ellos
basados en la trilogía del liderazgo eficiente.
Estos pilares sin embargo, deben estar basados en
sólidos fundamentos de principios y valores profundamente
éticos y morales. Por el contrario, una visión
amoral, o una ejecución poco ética,
donde los fines justifiquen los medios no
permite la construcción firme y robusta de una
realidad convincente, consistente y perdurable. Un liderazgo sin
valores no es liderazgo.
En conclusión, la Trilogía del Liderazgo
propone:
- Imaginación con una visión que
guía. - La Ejecución que construye
- El Insomnio empresarial que, mediante una vigilia
permanente, nos permite seguir formulando nuevas y mejores
visiones de un futuro cada vez más grande y ambicioso,
direccionado por un liderazgo moral sostenido por valores y
principios éticos.
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