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El arte y ciencia de la momificación en el Antiguo Egipto (página 2)



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Desde entonces, y de acuerdo a otras leyendas, los
egipcios dieron un sentido religioso a la conservación de
sus muertos, puesto que de no ir completamente preparados y tal
como murieron no podrían ingresar al Valle
Sagrado.

Es necesario, para entrar en este estudio, definir el
significado de momificación y ajustarlo con las
prácticas egipcias. De acuerdo con Barry Kemp "se denomina
momificación a los métodos a
través de los cuales se deseca un cadáver para
evitar su descomposición, y si bien han sido diversas
civilizaciones las que han llevado a cabo estas prácticas
a lo largo de su historia, (por ejemplo, en
algunas culturas precolombinas como la Inca), en ninguna se
alcanzó el grado de dedicación ni perfeccionamiento
que en Egipto, aunque
no siempre a lo largo de sus tres mil años de existencia
se siguió la misma técnica."

En el antiguo Egipto al hablar de momificación se
hace referencia a aquel culto a la muerte en
el cual se preparaba al individuo a
pasar de un proceso vital
que le permitía desenvolverse en el mundo terrenal a la
entrada hacia un descanso cósmico en un lugar que ellos
llamaron Valle de los Muertos. Para lograr este proceso era
necesario que la persona
preservara su cuerpo físico como un tributo al dios
Anubis. Al respecto, Martín Walker dice que:

La momificación está basada en la
leyenda de Osiris: Seth [su hermano] descuartiza su cuerpo para
impedir su resurrección (este hecho implica un conocimiento
cultural anterior) y es Isis quien reúne los trozos y
recompone el cuerpo, lo venda y le devuelve el hálito de
vida en la que se considera como primera Ceremonia de Apertura
de la Boca. Las partes en que se compone el ser individual son
Jat, Ib, Ka, Ba, Ju, Sejem, Sah, Ren y Jaibit. El Jat es el
cuerpo. En el momento de la muerte es el
espíritu, Ba, el que vuela hacia los Dioses. El Ka es la
forma intermedia relacionada por algunos con la sombra
(Jaibit). El Ib es el corazón,
sede de la mente, sentimientos, de la vida física en
sí. El cuerpo con el corazón, deben permanecer
incorruptos para que la individualidad de la persona no
desaparezca. Ju es la inteligencia. Sah es el cuerpo espiritual. Ren
es el nombre, sin el cual nada puede existir. Sejem es el
poder que
mantiene unidos todos los elementos que forman el conjunto.
Así la tumba pasa a ser el hogar del Ka, el cuerpo es su
morada. Las estatuas del difunto están presentes por si
el cuerpo desaparece. Las pinturas sirven para recordar los
buenos momentos de la vida. Este es el motivo principal del
arte
funerario egipcio.

Para ahondar en esta leyenda de la cual surge todo el
proceso religioso de la momificación recurriré a lo
que explica Asimov:

[La religión egipcia]
se centraba en el dios de la vegetación, Osiris, al que siempre se
representaba bajo una forma totalmente humana, sin atributos
animales.
Según el mito,
había sido Osiris quien había enseñado a
los egipcios las artes y los oficios,
incluida la práctica de la agricultura.
En otras palabras, era la civilización
personificada.

Según la leyenda, Osiris fue muerto por su
hermano menor, Set. (Es posible que Set sea la
personificación del desierto árido y seco,
siempre al acecho para acabar con la vegetación, si, por
alguna razón, la crecida del Nilo llegase a faltar.) La
leal y amorosa esposa de Osiris, Isis, representada
también con forma humana, había recogido su
cuerpo y lo había devuelto de nuevo a la vida; pero Set
había descuartizado el cuerpo, y uno de los fragmentos
se perdió. Incompleto, Osiris no pudo seguir gobernando
sobre los hombres vivos y descendió al mundo
subterráneo, donde reinó sobre el dominio de las
almas de los hombres, que allí descendían
también después de la muerte.

Horus, hijo de Osiris y de Isis (representado por lo
general como un dios con cabeza de halcón) ayudó
a Isis a vengar la falta de Set y además celebraron
desde aquel momento la reconstrucción del cuerpo y lo
divinizaron a tal grado que desde entonces el mito se
volvió tradición. Los egipcios seguirían
este ritual a partir de entonces.

Para realizar la momificación había en
Egipto tres tipos de embalsamamiento: uno primero en el que se
realizaban ocho tratamientos sobre el cadáver (exclusivo
en su mayor parte para el faraón y su séquito), uno
segundo más económico con tres (que era utilizado
por mercaderes adinerados o por ascetas egipcios que buscaban una
buena despedida y llegada al Valle de los Muertos), y uno
tercero, y último, para las personas más pobres de
sólo dos (aunque este tipo de embalsamamientos no eran
para todos, pues muchas veces los esclavos preferían
llevar a cabo el enterramiento de sus
cadáveres).

El proceso de momificación se llevaba a cabo en
la llamada Casa de la Purificación, que era un
lugar especial donde laboraban los embalsamadores. El proceso a
seguir se podría dividir en dos aspectos fundamentales: en
el primero, se extraían las vísceras del cuerpo,
(estómago, intestinos, hígado, vesícula,
corazón y pulmones) a través de un corte realizado
en el costado izquierdo del difunto con una piedra etíope
afilada, vísceras que, convenientemente lavadas y
desecadas, se depositaban en los vasos canopos, vasos que tras
ser precintados, se introducían en una caja de madera que se
colocaba al lado de la momia.

Asimismo, tras una previa licuefacción, se
extraía los restos del cerebro con un
gancho por medio de un orificio practicado en la nariz. A
continuación, como explica Antonio Pérez
Largacha:

(…)se lavaba el cuerpo interna y externamente con
vino de palma, se rociaba de perfume, se rellenaba el vientre
con mirra y diversas esencias olorosas (entre las que
curiosamente destacaba el incienso), y tras coser el corte, se
sumergía en un liquido que daba el toque final, si
así puede decirse, que se llama natrón (carbonato
de sodio) durante 70 días. Esto de los días
tenía que ver con la duración de la estrella
Shotis (Sirio), la cual tardaba en salir de nuevo por el
horizonte tras desaparecer previamente por él.
Después de ese tiempo se
había logrado su total desecación.

Al terminar este proceso tan laborioso, se
envolvían los restos con el mayor cuidado y en su
totalidad con vendas de lino, entre las que se guardaban
diferentes amuletos y papiros con textos y conjuros
mágicos con el fin de proteger al difunto en el más
allá.

Por último, se le cubría el rostro con una
máscara (que representaba los rasgos en vida de la persona
objeto del proceso), y se le introducía en un ataúd
o sarcófago, en ocasiones ricamente decorado con
esculturas que habían sido fabricadas en la vida del
individuo (claro que esto también obedecía a la
"clase social"
que había tenido).

Para entender mucho mejor las técnicas
que utilizaban estos hombres es necesario hacer mención
del porqué los egipcios utilizaban los pasos antes
señalados para llevar a cabo el proceso de
momificación. Para esto se hará mención de
algunas respuestas que ofrece Hans Baumann, pues es en tales
argumentos donde se nota la sensibilidad, habilidad y
conocimientos tan vastos que poseían los egipcios antiguos
para darle el tratamiento a los cadáveres y mantenerlos en
buen estado por
muchos años:

Por qué razón se extraía el
cerebro para facilitar ese viaje de retorno que indica la
ceremonia de abrir la boca del alma con la
azuela de Upuaut? La respuesta está en los trabajos
científicos actuales de la neurología.
¿Cómo y dónde se guarda el pasado en el
sistema
nervioso del cuerpo animal en el Hombre?
¿Cómo funciona? ¿Y qué es lo que se
guarda, si es que se guarda algo? (…)Todos estos
fenómenos de la memoria
animal dependen químicamente de la síntesis
de proteínas, y los científicos
notaron que cuatro horas después de entrenar un animal
para que responda de cierto modo ante un estímulo
exterior determinado, si se le introducen inhibidores de la
síntesis de proteína, el animal olvida, es decir
pierde la memoria
adquirida durante el entrenamiento.
Al extraer el cerebro se estaba seguro de que
el hombre que
llegara al Valle de los Muertos sólo tendría las
referencias citadas de su vida que le eran dadas por
Anubis.

(…)Ahora al abrir con un cuchillo ritual el costado
izquierdo del cuerpo y al extraer el hígado, pulmones,
intestinos y estómago es de entenderse que ellos
sabían, quizás por la experiencia que son los
órganos son que más rápido se descomponen
y porque además debían ser embalsamados aparte y
rendir culto como un agradecimiento a la fertilidad.

Podemos percatarnos en este sentido que aún
cuando queramos explicar el proceso de momificación a la
luz de
nuestros conocimientos no podemos obviar que para ellos
obedecía más su trabajo a
preparar al muerto para su despedida y entrada al Valle Sagrado.
Aún así, al analizar el hecho de que en su
preparación del cuerpo para evitar su
descomposición se usaban hierbas, se entiende la ardua
experiencia que les costó saber qué plantas
servían y cuáles no para tales efectos,
además de que entendieron el valor de los
agentes anti bacteriales y diferentes formas de deshidratar el
cuerpo antes de preservarlo.

Para los egipcios, en este tenor, el dios Thot
representaba al primer hechicero (médico en nuestro
lenguaje) que
instituyó o mejor dicho motivó el estudio de la
botánica para curar algunas enfermedades (indicios de
que su conocimiento obedecía ya a intereses como los que
se supone tiene la ciencia
hoy: cubrir necesidades y facilitar tareas). En este sentido, en
el Antiguo Egipto se puede reconocer a hombres verdaderamente
calificados en estos asuntos de la salud, ya que hubo
muchos:

(…)médicos célebres como Imhotep, el
médico y visir del Faraón Zoser de la tercera
dinastía. Era astrónomo, arquitecto y constructor
de la pirámide escalonada de Saqqara. Se lo adoraba como
dios de la salud y de la medicina.
Los griegos posteriormente lo identificaron con su dios
humanizado Esculapio.

Hesyre fue el médico más antiguo
conocido en la historia; era jefe de dentistas y médicos
del tiempo de Zoser (2700–2625). Pesehet fue la mujer
médico más antigua del mundo, del tiempo de las
pirámides (V dinastía). Estaba titulada como
"Dama supervisora de las mujeres médicos".

Se dice en la Odisea que
los médicos de Egipto eran más hábiles que
ningunos otros, y Herodoto menciona varias veces a los que
ejercen la medicina en el Antiguo Egipto, cada uno de los
cuales afirma es un especialista que se dedica al estudio de
una rama determinada.

La momificación, en el antiguo Egipto, no
sólo sirvió para llevar a buenos términos la
vida de un hombre para viajar al descanso eterno. De esta manera
sublimaban la espiritualidad de sus muertos. No obstante, en el
Egipto actual pareciera que estas momias ya no tienen ni siquiera
un valor histórico que reconocerles, pues tras la
caída de esta civilización, miles de momias fueron
usadas para fines muy variados (ridículos incluso).
Así, un ejemplo de los más corrientes fue el de
emplearlas como combustibles, ya que al estar estos restos
empapados en aceites y resinas, ardían con mucha
facilidad. Más adelante, por ahí del siglo
XIX:

se usaron desmenuzadas como abonos, aunque en este
caso las momias eran más de animales que de personas.
Pero la forma más curiosa de empleo se
dio en la Edad Media,
en la cual era corriente usarlas convenientemente pulverizadas
como parte de la composición de ungüentos y
medicinas, fabricándose en algunos casos una especie de
remedio universal, apto según los propagandistas de la
época para todo tipo de males. Incluso llegó a
creerse que estos polvos tenían poderes
afrodisíacos. De hecho, estas costumbres estuvieron tan
arraigadas y extendidas en esa época, que cuando
disminuyó la provisión de momias debido al uso
intensivo que se hacía de ellas, hubo quienes decidieron
fabricarlas para satisfacer la demanda
existente, para lo cual echaron mano de cadáveres de
criminales ajusticiados en la cárcel y personas
fallecidas en los hospitales a los que rellenaban por dentro y
por fuera de betún, los ataban con firmeza, y los
exponían al calor del
sol para que se secasen.

Normalmente, cuando se habla de momificación o se
suele expresar el ceremonial que realizaban los antiguos egipcios
es común asociar este nombre a los procesos
efectuados sobre cuerpos humanos; sin embargo, como ya se vio en
la anterior cita, los antiguos egipcios tuvieron, asimismo, la
costumbre de momificar a multitud de animales, tales como bueyes,
buitres, carneros, cocodrilos, escarabajos, gansos, gatos,
halcones, hipopótamos, ibis, leones, lobos, mandriles,
perros, ranas,
ratas, toros, entre otros, los cuales acompañaban a los
muertos en su camino al encuentro con Anubis, ya sea porque en
vida habían sido mascotas de ellos o, bien, porque
representaban el tótem o personalidad
del difunto en cuestión.

CONCLUSIÓN

Al tomar este tipo de ejemplos y la manera en la que los
egipcios de la antigüedad llevaban a cabo el proceso de
momificar cadáveres se puede decir que sí poseyeron
indicios de ciencia y no
sólo esto sino que lograron trascender su técnica
hasta nuestros días; esto habla de lo brillantes que eran
en esta especialidad, pues debemos tomar como referencia que
ellos no contaban con bisturís de precisión ni con
equipo aséptico sofisticado, sino que su conocimiento les
permitió realizar un trabajo excelente de acuerdo a lo que
ellos poseían: puntas afiladas, vendas, plantas,
etcétera.

Hay que recordar, además, que no sólo se
trataba de desecar el cadáver y ya, sino que además
requerían brindar al cuerpo después todo un
sistema de
confección que permitiera reconocer el cadáver como
un cuerpo humano
en estado de somnolencia.

Otra de las características que hace pensar en
estos hombres como hombres que utilizaron la ciencia fue en el
hecho de que poseían un complejo calendario de actividades
regido por las estrellas y muchas veces por los astros, como en
el caso del culto a Ra (Sol) para llevar a cabo los procesos de
momificación, pues así lograban enviar el alma del
muerto a su lugar de descanso en buenas condiciones
cósmicas (hablando de religión) y aseguraban la
conservación del cuerpo con el clima adecuado
(hablando más ya en un lenguaje
científico).

Una de las tareas que tendríamos que emprender es
despejar aquellas dudas que ofrece el pensar sólo en
nuestra civilización y nuestro entorno como una vanguardia,
pues debido a esto caemos en el error de creer que todo lo que es
pasado a nosotros no tiene validez, puesto que nosotros estamos
más "adelantados", creemos que por el hecho de codearnos
con la tecnología y
demás "chacharas" del consumo no
existieron antecedentes que permitieron llegar hasta donde nos
encontramos.

BIBLIOGRAFÍA

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Pérez Largacha, Antonio, El antiguo
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, Acento Editorial, Madrid, 1997,
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Walker, Martín, Grandes civilizaciones. Los
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, Edimat Libros S.A.,
México, 1996, 250 pp.

 

Javier Cervantes
Mejía

Toluca, México

Noviembre 2004

Estudiante de Historia

Partes: 1, 2
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