Cuando el niño ha formulado alguna idea de
Otredad, y de una autoidentificación con su propio "otro",
su propia imagen reflejada,
entonces el niño empieza a entrar el reino
Simbólico. Lo Simbólico y lo Imaginario se
superponen, a diferencia de las fases del desarrollo de
Freud; no hay
una división clara entre las dos, y en algunos respectos
siempre coexisten. El orden Simbólico es la estructura del
lenguaje en
sí; tenemos que entrar en él para poder
convertirnos en sujetos que pueden hablar, y para designarnos a
nosotros como "Yo". La fundación para tener un yo es la
proyección Imaginaria del yo en una imagen especular, el
otro en el espejo, y tener ese mismo yo se expresa diciendo "Yo",
lo cual sólo puede ocurrir sólo dentro de lo
Simbólico, por lo que necesariamente ambos paradigmas de
lo Imaginario y lo Simbólico coexisten.
El juego
fort/da al que jugaba el sobrino de Freud, es desde
el punto de vista de Lacan una marca de la
entrada en lo Simbólico, pues Hans está utilizando
el lenguaje
para negociar la idea de ausencia y la idea de Otredad como una
categoría o posibilidad estructural.
El carrete, de acuerdo a Lacan, sirve como un "objet
petit autre" – un objeto que es un pequeño "otro"-.
Arrojándolo lejos, el niño reconoce que otros
pueden desaparecer; recuperándolo, el niño reconoce
que otros pueden retornar. Lacan pone el énfasis en lo
primero, insistiendo en que el pequeño Hans está
afectado principalmente por la idea de falta o ausencia del
"objet petit autre". El "pequeño otro" ilustra para
el niño la idea de pérdida o ausencia,
mostrándole al niño que no está completo en
sí, ni de sí. También es la entrada al orden
Simbólico, al lenguaje, dado que el lenguaje en sí
mismo tiene como premisa la idea de falta o ausencia.
Lacan dice que estas ideas – de otro y Otro, de
pérdida y ausencia, de la falsa identificación del
yo con el o/Otro – todas acontecen a un nivel individual, con
cada niño, pero forman las estructuras
básicas del orden Simbólico, del lenguaje, en el
que el niño ha de entrar para convertirse en un miembro
adulto de su cultura.
Así, la otredad actuada en el juego fort/da
(así como las distinciones hechas en la Fase Espejo entre
yo y otro, madre e hijo) se convierten en ideas
categóricas o estructurales. Así, en lo
Simbólico, hay una estructura (o principio estructurador)
de Otredad, y un princpio estructurador de Falta-De.
El Otro es una posición estructural en el orden
Simbólico. Es el lugar al que todo el mundo está
intentando llegar, al que intenta converger, para acabar con la
separación entre "yo" y "otro". Es, en el sentido de
Derrida, el centro del sistema, de lo
Simbólico y/o el lenguaje en sí mismo. Como tal, el
Otro es la cosa con la que todo elemento se relaciona. Pero, como
centro, el Otro es algo con lo que no se puede converger. Nada
puede estar en el centro con el Otro, a pesar de que todo en el
sistema (personas) quiera estarlo. Así pues, la
posición del Otro crea y sostiene una interminable
pérdida, que Lacan llama deseo. Deseo es el deseo de ser
el Otro. Por definición, el deseo nunca puede completarse:
no es el deseo por algún objeto (lo que sería
necesidad), ni el deseo de amor o del
reconocimiento de uno mismo por otra persona (que
sería demanda), sino
el deseo de ser el centro del sistema, el centro de lo
Simbólico, el centro del lenguaje en sí mismo. El
centro tiene muchos nombres en la teoría
de Lacan. Es el Otro; también se le llama el falo.
Aquí es donde Lacan toma prestada de nuevo parte de la
teoría edípica original de Freud.
La etapa del espejo es previa a Edipo. El yo se
construye en relación a un otro, a la idea de Otro, y el
yo quiere fundirse con el Otro. Como en el mundo de Freud, el
otro más importante en el niño es la madre;
así, el niño quiere fundirse con ella.
En términos de Lacan, esta es la demanda del
niño de que la división yo/otro sea borrada. El
niño decide que puede unirse al otro si se convierte en lo
que su madre quiere que sea – en términos de Lacan, el
niño intenta completar el deseo de la madre. El deseo de
la madre (formada por su propia entrada en lo Simbólico,
ya que ella es ya un adulto) es no tener pérdida, o
Pérdida (de ser el Otro, del centro, del lugar donde no
hay pérdida). Esto encajaría de algún modo
con la versión Freudiana del complejo de Edipo, donde el
niño quiere unirse con su madre practicando sexo; en el
modelo de
Freud, la idea de falta es representada por la falta de un pene.
El chico que quiere dormir con su madre quiere completar su falta
llenándola con su pene.
Desde el punto de vista de Freud, lo que rompe este
deseo edípico, al menos para los chicos, es el padre, que
amenaza castración. El padre amenaza con hacer la
pérdida de la experiencia del hijo, la ausencia de pene,
si intenta utilizarlo para arreglar la falta de pene de su madre.
Para Lacan, esta amenaza de castración serviría
sólo como metáfora para la idea de Pérdida
completa como concepto
estructural. Para Lacan, no es el verdadero padre quien amenaza
la castración, etc. En cambio, dado
que la idea de pérdida, o Pérdida, es esencial al
concepto de lenguaje, dado que el concepto de Pérdida es
parte de la estructuración básica del lenguaje, el
padre se convierte en una función de
la estructura lingüística. El Padre ya en lugar de
una persona, se convierte en un principio estructurador del orden
Simbólico.
Para Lacan, el padre furioso de Freud se convierte en el
Nombre-del Padre, la Ley-del-Padre, o
a veces tan sólo la Ley. El sometimiento a las reglas del
lenguaje en sí mismo – la Ley del Padre – es necesario
para entrar en el orden Simbólico. Para convertirte en un
sujeto parlante, tienes que haberte sometido, tienes que obedecer
a las leyes y reglas
del lenguaje. Lacan designa la idea de la estructura del lenguaje
y sus reglas como específicamente paternas. Llama a las
reglas del lenguaje la Ley-del-Padre para enlazar la entrada en
lo Simbólico, la estructura del lenguaje, a la
noción freudiana de los complejos de Edipo y
Castración.
La Ley-del-Padre, o Nombre-del-Padre, es otro
término para el Otro, para el centro del sistema, la cosa
que gobierna toda la estructura, su forma y el modo en que los
elementos del sistema pueden moverse y formar relaciones. Este
centro también es llamado el Falo, para subrayar
aún más la naturaleza
patriarcal del orden Simbólico. El Falo como centro,
limita el juego de los elementos y da estabilidad a toda la
estructura. El Falo ancla las cadenas de significantes que en el
inconsciente están flotando y sin arreglar, siempre
resbalando y moviéndose. El Falo detiene el juego, de modo
que los significantes puedan tener una estabilidad en su sentido.
Es debido a que el falo es el centro del orden Simbólico,
del lenguaje, que el término "Yo" designa la idea del yo
(y además, por lo que cualquier otra palabra tiene un
significado estable).
El Falo no es lo mismo que el pene. Los penes pertenecen
a individuos; el Falo pertenece a la estructura del lenguaje en
sí. Nadie lo tiene, tal y como nadie gobierna el lenguaje,
siendo el Falo el centro. Gobierna toda la estructura, es lo que
todo quiere ser (o tener), pero tal que nadie puede llegar
ahí (ningún elemento del sistema puede tomar el
lugar del centro). Es lo que Lacan llama deseo: el deseo, que
nunca es satisfecho al no poder ser satisfecho, de ser el centro,
de gobernar el sistema.
Lacan dice que los chicos pueden pensar que tienen una
oportunidad de ser el Falo, ocupando la posición central,
teniendo penes. Las chicas tienen más dificultades para
equivocarse en su percepción
de sí mismas como capaces de alcanzar el Falo dado que
están (como dice Freud) constituidas por y como
pérdida, pérdida de un pene, y el Falo es el lugar
donde no hay pérdida. Pero, dice Lacan, todo sujeto en el
lenguaje está constituido por y como pérdida, o
Pérdida. La única razón por la que tenemos
un lenguaje es la pérdida o falta, de la unión con
el cuerpo maternal. De hecho, es la necesidad de formar parte de
una "cultura" de ser sujetos en lenguaje, lo que fuerza esa
ausencia, pérdida, falta.
La distinción entre los sexos es significativa en
la teoría de Lacan, pero no del mismo modo que lo es en
Freud. Esto es lo que Lacan dice acerca de ello en "La Agencia
de la Carta en el
Inconsciente". Tiene aquí dos dibujos. Una
es de la palabra "Árbol" sobre un dibujo de un
árbol – el concepto Saussureano básico, del
significante (palabra) sobre el significado (objeto). Luego tiene
otro dibujo, de dos puertas idénticas (los significados):
pero sobre cada puerta hay una palabra distinta; una dice
"Señoras" y la otra dice "Caballeros". Lacan explica
página: Un tren llega a una estación. Un
niño pequeño y una niña pequeña,
hermano y hermana, se sientan cara a cara en un compartimiento
cerca de la ventana a través de la que pasan los edificios
de la estación mientras el tren se detiene. "Mira", dice
el hermano, "¡estamos en Señoras!". "¡Idiota!"
replica su hermana, "¿no ves que estamos en
Caballeros?".
Esta anécdota ilustra de qué forma
niños y
niñas entran en el orden Simbólico, la estructura
del lenguaje, de forma distinta pero similar: desde el punto de
vista de Lacan, cada niño sólo puede ver el
significador del otro género;
cada niño construye su visión del mundo, su
comprensión de la relación entre el significante y
el significado al nombrar lugares, como la consecuencia de ver un
"otro". Dice Lacan , "para estos niños, Señoras y
Caballeros serán dos países hacia los que cada una
de sus almas lucharán con vuelo divergente…". Cada
niño, cada sexo, tiene una posición particular en
el orden Simbólico; desde esa posición, cada sexo
tan sólo puede ver (o significar) la otredad del otro sexo
– no del suyo -. Podríamos tomar el dibujo de las dos
puertas de Lacan literalmente: son las puertas, con sus
distinciones de género, a través de las que cada
niño ha de pasar para entrar en el reino
Simbólico.
La Psicosis
según Lacan – evolución de un
concepto
Salido de la psiquiatría clásica alemana
del siglo XIX, el concepto de psicosis se definió en
oposición a aquel de la neurosis, con la
emergencia del psicoanálisis. Rompiendo con las teorías
órgano genéticas entonces predominantes y con
intento de fundar su argumento sobre unas consideraciones
estructurales y no solamente cualitativas o diferenciales, Freud
ha invocado, de 1894 hasta 1938, diferentes mecanismos
psicopatológicos susceptibles de restituir una
génesis de la psicosis.
Durante un primer tiempo,
contemporáneo de la emergencia de la primera tópica
freudiana – que distingue, inconsciente, preconsciente y
consciente -, las vicisitudes de las modalidades defensivas
contra la sexualidad
presiden a la eclosión de las psicosis como de las
neurosis (entonces caracterizadas por su isomorfa
etiopatogénica), o sea por turno, el fracaso, el éxito o
el mal uso del mecanismo de defensa.
A partir de 1889, se esboza una nueva teoría de
la génesis de la psicosis en tanto sería aquella
ligada al narcisismo: es entonces el empuje, la fijación o
la retirada de la libido que son al origen de la entrada en la
enfermedad. Esta concepción pone en relieve la
originalidad de la mirada freudiana – no sin resonancia
sobre las consideraciones terapéuticas – que
considera el delirio como tentativa de
curación.
En los años 1920, la elaboración de la
segunda tópica, que distingue tres instancias
psíquicas – el Ello, el Yo y el Superyo -, autoriza
Freud a considerarla psicosis como surgiendo de una
pérdida de la realidad inducida por el fracaso del Yo en
el conflicto que
lo opone al mundo exterior y de la formación de una neo
realidad más conforme a los deseos del Ello.
El tema de la pérdida de la realidad es retomado,
en 1938, en el último gran avance teórico de Freud:
aquello de la separación del Yo. La psicosis es entonces
iniciada por una realidad vuelta intolerable o por un refuerzo
masivo de las pulsiones traduciéndose, en uno u otro caso,
por una falta de investidura – nunca total – nota Freud, de
donde surge el concepto de separación psíquica
– de la realidad por el Yo. Pero ese concepto de
separación, ni tampoco los precedentes, se revela
patognomónico de la psicosis.
Entonces tan fecunda que haya sido la
aproximación freudiana, ésta ha fracasado en aislar
un criterio suficientemente operativo para diferenciar
estructuralmente las neurosis de las psicosis como lo atestigua
la propia confesión de Freud en el término de su
recorrido: "Hemos reconocido que era imposible establecer
científicamente una línea de demarcación
entre los estados normales y los anormales".
"Medio siglo de freudismo aplicado a la psicosis deja
todavía su problema para repensarlo, de otra manera dicho
al statu quo ante": Es por esa observación lapidaria que Lacan introduce,
en 1958, su célebre escrito sobre la psicosis. Le tocaba,
pues de retomar la cuestión en donde Freud la había
dejado, desbloqueándola de las derivas en las cuales se
había atascado.
¿Cuál es el aporte de Lacan en la materia? Su
obra, igual que la de Freud se extiende durante medio siglo, su
obra es igual de árida que abundante y su
concepción de la psicosis no ha cesado de modificarse a lo
largo de su elaboración.
Después de la puesta a la luz de cuatro
modelos
conceptuales respectivamente calificados de "personal", "de
complexuel", "forclusivo" y de "borromeo", una lectura
diacrónica y crítica
de la principales contribuciones del corpus lacaniano a la
teoría de las psicosis –de 1931 a 1976 –
permitirá de precisar las teorías
etiopatogénicas subyacentes, de poder apreciar la
fecundidad heurística – particularmente en la mirada
de la aporía freudiana – así como la
resonancia sobre el estatus del síntoma, sobre la
concepción del sujeto y de su estructura, sobre las
perspectivas terapéuticas y, más generalmente,
sobre la definición de lo normal y de lo
patológico.
I.
El Modelo Personal (1932)
- Introducción del concepto de psicosis en la
obra de Lacan
El primer escrito de Lacan sobre la psicosis, intitulado
"Estructura de las psicosis paranoicas" data de 1931.
Criticando la concepción caracterológica de la
paranoia, Lacan se vincula al estudio "de la noción
puramente fenomenológica de la estructura de los estados
delirantes" interpretativos y pasionales. Se notará el
recurso precoz de esta noción de estructura –
central en la obra de Lacan – paralelamente a la
recuperación de nociones que Lacan avaliza más o
menos como aquellas de organicidad y de degenerencia, así
como en el acento llevado sobre la discontinuidad de los
fenómenos normales y patológicos. Este articulo, de
factura muy
psiquiátrica, termina sobre una comprobación de
fracaso del psicoanálisis; "Los técnicos del
inconsciente reconocen, al límite de la paranoia, su
impotencia, sino a explicar, al menos a curar".
- Psicosis y personalidad
En 1932 en "De la psicosis paranoica en sus
relaciones con la personalidad", su tesis de
doctorado en medicina de la
cual comentará treinta años más tarde, que
lo llevo al umbral del psicoanálisis. Lacan aborda la
psicosis oponiéndola a la demencia: "La psicosis tomada
en el sentido más amplio, coge por contraste toda su
alcance que es de fugarse de ese paralelismo
(psico-orgánico) y de revelar que en la ausencia de todo
déficit detectable (…) y (…) de toda lesión
orgánica solamente probable, existe unos trastornos
mentales que (…) son todos unos trastornos específicos
de la síntesis
psíquica (…) Esta síntesis, la llamamos personalidad y
tratamos de definir objetivamente los fenómenos que le son
propios, fundándonos sobre su sentido
humano".
Es en esto que la psicosis constituye un desarrollo
(anormal) de las tendencias de la
personalidad que tiene, para Lacan, partidas ligadas con
aquella. Así se puede establecer "la homología
del delirio y de la personalidad".
- Definición del concepto de
personalidad
Lacan define la personalidad como un conjunto de
funciones
incluyendo el desarrollo del sujeto, la concepción que
tiene de él mismo y la naturaleza de sus relaciones con
otros. Dotado de tres polos – individual, estructural y
social -, ella recubre la "totalidad constituida por el
individuo y su
entorno propio". Ella se caracteriza entonces por el hecho de
ser principalmente del orden del adquirido. En eso, ella se opone
al concepto de constitución que, marcado del sello de la
ineidad no puede traducir " que una fragilidad orgánica
en consideración de una causa patógena exterior a
la personalidad". Precisamos que la personalidad así
definida se funda, en último recurso, sobre un substrato
orgánico de mecanismos de esta naturaleza.
La personalidad es también lo que permite de
definir la psicogenia de un síntoma: en efecto "es
psicogénico un síntoma –físico o
mental – cuyas causas se expresan en función de unos
mecanismos complejos de la personalidad". El síntoma
en cuestión reposa menos sobre unas bases
orgánicas, Lacan nos invita a un cuestionamiento sobre la
patogenia que seria parte en cada entidad psicopatológica,
de unos mecanismos orgánicos y de unos mecanismos
psicogénicos.
- Patogenias de la psicosis
En 1932, Lacan distingue dos tipos de patogenias de la
psicosis:
- Una patogenia no psicogénica incluyendo
"los factores hereditarios, congénitos o
orgánicos adquiridos, independientes de influencias
condicionales del medio y particularmente del medio
social". La organogénesis es considerada como
prevaleciente en la esquizofrenia y
la psicosis maniaco-depresiva. Ella toma en cuenta el
desencadenamiento de la enfermedad y caracteriza las psicosis
orgánicas. - Una patogenia psicogénica definida como una
génesis anormal de la personalidad y, más
precisamente, como un paro
evolutivo, más o menos precoz, traduciéndose por
una fijación al estado de
narcisismo primario o secundario según el tipo de la
psicosis que será calificada entonces como
anomalía afectiva personal, dicho de otro modo, que
afecta la personalidad. - Entonces son consideradas como psicogenéticas
las psicosis ligadas a la personalidad del sujeto – a su
historia, a su
concepción de él mismo y a sus "conflictos
vitales" especialmente, las psicosis
paranoicas.
Si en su artículo de 1931, Lacan justificaba
parcialmente la noción de constitución paranoica
– caracterizada por la sobreestimación de uno, la
desconfianza, la falsedad de juicio y la inadaptabilidad social
-, es a una crítica sin mezcla que la incluye en su tesis:
"La psicosis (…) ¿es ésta determinada por una
constitución? Ahí todo esta dicho: nuestros
delirantes son unos paranoicos <innatos>. Nos
contentaremos, para convencernos de algunos rasgos particulares
que encontraremos en el carácter manifestado por el sujeto
anteriormente a la psicosis". "La constitución llamada
paranoica (…) falta frecuentemente en el hecho, o es solamente
secundaria al delirio". "La imposibilidad de nunca encontrar una
aplicación clínica rigorosa debe en efecto
aparentarse a algún vicio radical de esta
concepción y nos las hace considerar, al final de esa
obra, como absolutamente mística".
Paralelamente a la recusación de unas tesis
constitucionalistas, Lacan se entrega a una critica,
también tan acerba, de las teorías que preconizan
un determinismo unívoco de la paranoia.
Fundándose sobre una distinción
entre psicosis alucinatorias y psicosis interpretativas,
Lacan se demarca de la concepción
organogenética de la escuela
francesa de psiquiatría para acercarse a la escuela
alemana que se une a la determinación de factores
reacciónales de la psicosis "El conjunto de
trabajos que hemos entregados (…) tiende por fin a
someter el determinismo de la paranoia a unos factores
orgánicos. Y eso, demostrando su parentela con unas
psicosis en donde parecen incontestablemente dominantes.
Pero (…) se trata de hechos de asociación
mórbida, y eso tomando en cuenta que las
combinaciones semiológicas que presentan esos hechos
son muy diversas y no permiten de presumir de una
patología orgánica unívoca de la
paranoia".A esta última, Lacan prefiere oponer unas
"relaciones de comprensión" que le permite de
tomar la psicosis paranoica "como un todo, positivo y
organizado", dotado de una estructura conceptual
propia.- Crítica de una organogénesis
unívoca de la paranoia - Estructura conceptual de las psicosis
paranoicas
Lejos de presentarse como "una sucesión de
fenómenos mentales elementales, salidos de trastornos
disociativos", la paranoia es característica por una
estructura conceptual particular – unida a la
organización del delirio – que Lacan define
según cuatro parámetros:
- Claridad significativa de los conceptos del
delirio; - Imprecisión lógica y espacio-temporal de su
desarrollo; - Valor de realidad de la expresión que
ellas dan de un complejo o de un conflicto, desconocidos por
el sujeto; - Organización de unas concepciones por un
principio prelógico de identificación
iterativa;.
Así es la inteligibilidad de un delirio
reaccional a un conflicto inconsciente de naturaleza
"ético sexual" entonces ligado a la historia de un
sujeto y a sus identificaciones que caracteriza, para Lacan, las
psicosis paranoicas, particularmente aquellas que Lacan califica
de "psicosis del Superyo", la psicosis de
reivindicación y la psicosis de
autopunición.
- Origen del concepto
La paranoia de autopunición,
categoría nosológica inventada por Lacan donde,
para retomar sus términos, "tipo clínico
más preciso", le parece particularmente ilustrativa de
las relaciones que la psicosis entretiene con la personalidad en
los obstáculos de su génesis. Lacan precisa que el
escoger el término de autopunición "indica
sobretodo su relación con una función
psicológica normal".
Ese tipo clínico ha nacido de la descripción concreta de un caso prototipo,
aquel de Marguerite Anzieu, renombrada Aimée por Lacan
tomado del nombre de la heroína de la novela escrita
por ella. Aimée internada en Sainte-Anne por un intento de
homicidio sobre
la persona de una actriz muy conocida, ve su delirio de
persecución ceder cuando, poco después de golpear a
la actriz, se castiga ella misma, dicho de otra manera,
después de la satisfacción de su pulsión
autopunitiva. Lacan descubre en ella un ciclo de comportamiento, comprensible y coherente, que
considera como característica de aquel tipo de
paranoia.
- Característica del
concepto
Con respecto al cuadro común de la paranoia,
Lacan hace reposar el diagnóstico de paranoia de
autopunición sobre los criterios siguientes:
- La estructura anterior de la personalidad marcada por
lo que Lacan llama "un inacabado de conductas vitales"
especialmente en la esfera sexual y familiar; - Una triple patogenia incluyendo:
- una causa ocasional, determinante del
desencadenamiento de la psicosis: unos procesos
orgánicos toscos tales como las intoxicaciones o los trastornos
endocrinos; - Una causa eficiente, determinante de la estructura
y de la permanencia de los síntomas: un conflicto
vital a resonancia ética,
más a menudo ligado a las relaciones familiares o
fraternales del sujeto, muy frecuentemente asociada a una
transformación de la situación vital teniendo
valor de
trauma afectivo; - Una causa especifica, determinante de la
reacción por la psicosis: una fijación al
estado genético del Superyo, o del narcisismo
secundario, frecuentemente correlativo a una anomalía
de la situación familiar infantil del
sujeto.
- Una temática delirante de eje sobre la
autoacusación significando los "reproches
éticos" que el sujeto se hace a él mismo,
así que una reactividad del delirio con influencias
endógenas (ritmos sexuales, estado general…) y
exógenos (modificación del conflicto generador,
más a menudo de orden familiar), un comportamiento
congruente al delirio, partiendo de ahí la peligrosidad
potencial del sujeto, con una reducción posible del
delirio ligado del paso al acto y a la satisfacción de
la "pulsión autopunitiva", dicho de otra
manera de la atenuación del conflicto
afectivo; - la accesibilidad a la profilaxis y a la
cura.
La especificidad de esta entidad nosológica que
reposa entonces sobre "los lazos etiológicos por donde
la psicosis depende estrechamente de la historia vivida del
sujeto", es ilustrada por Aimée que Lacan dice de todo
su delirio "puede comprenderse como una transposición
de más en más centrífuga, de un odio cuyo
objeto quiere desconocer al objeto directo": "Para la
génesis histórica de la psicosis, nuestro análisis nos ha entregado al núcleo
en el conflicto moral de
Aimée con su hermana. ¿Este hecho no hace toda la
luz sobre la teoría que determina la fijación de
tales sujetos al complejo fraternal?
Que el delirio tenga un sentido humano, es lo que el
valor heurístico de ese nuevo tipo clínico permite
subrayar.
- Fecundidad del concepto
Lacan, se defiende en tres momentos, de querer crear una
nueva entidad nosológica. Se puede de todos modos tomar la
hipótesis que es la introducción misma de una tal entidad que
le permite separar, algunos parcialmente, la paranoia de las
teorías organicistas entonces prevaleciente en la escuela
francesa de psiquiatría, iniciando una crítica de
la concepción deficitaria y constitucionalista de la
psicosis, a la cual opone una concepción dinámica, relacional y positiva, la
psicosis es evocada en términos de beneficio: "Que un
tal beneficio se realiza en contra de la adaptación social
y también biológica del sujeto (…) no quita nada
a su alcance humano y de algunas representaciones de origen
mórbida".
Referente a Aimée, Lacan evoca las virtudes de
creación positiva que la psicosis a directamente
producidas y no solamente ahorradas y las compara, todas
proporciones guardadas, a Rousseau,
cuestionando las relaciones que la psicosis entretiene con el
genio: "El problema se cuestiona en el caso de Rousseau, a que
se debe su genialidad, al desarrollo anomálico de la
personalidad…"
La reacusación de la ineidad de un determinismo
constitucional de la psicosis se hace al beneficio de una
integración parcial de la perspectiva
psicoanalítica: al determinismo orgánico
congénita, Lacan opone "un determinismo
traumático, detectable
históricamente".
Lacan nos invita, a través del caso Aimée,
a reconsiderar la psicosis con la vara del sujeto y su
desarrollo. Es así que se puede elaborar de la psicosis
una génesis anormal de la personalidad. El
psicoanálisis habiendo puesto en evidencia "el papel
capital de las
fijaciones libidinales en la elaboración del mundo de los
objetos en el sentido más general", Lacan piensa
reencontrar, en la estructura misma del delirio de Aimée,
una regresión libidinal típica. Subraya el alcance
científico de la teoría freudiana y establece una
correspondencia entre la libido y la personalidad: "La
evolución de la libido en la doctrina freudiana nos parece
corresponder, muy precisamente en nuestras fórmulas, a
esta parte, considerable a la experiencia, de unos
fenómenos de la personalidad cuyo fundamento
orgánico nos he dado por el deseo sexual".
Más todavía a sus ojos, las
fórmulas freudianas del delirio explican de manera
luminosa la estructura del delirio de Aimée. Lacan se
autoriza entonces a recusar "los truismos" vaciados de
toda virtud heurística, "del
órgano-génesis de lo mental" en beneficio de la
edificación de una ciencia de la
personalidad que pide a la metapsicología freudiana:
"En la triple preeminencia de estos datos hasta ahora
desconocidos en la psicosis, a saber unas anomalías del
comportamiento sexual, del papel electivo de algunos conflictos y
de su lazo con la historia infantil, no nos podemos olvidar de
reconocer los descubrimientos del psicoanálisis sobre el
papel primordial en psicopatología, de la sexualidad y de
la historia infantil".
Es ese mismo tema del papel de la historia infantil del
sujeto en la génesis de la psicosis que Lacan va
desarrollar, seis años más tarde, en un ensayo
sobre los complejos familiares.
II. El Modelo Complexuel (1938)
Introducción
En 1938, en Los complejos familiares, un
artículo sobre la familia y
el papel de los complejos familiares en la formación del
individuo, inicialmente publicado en el tomo VIII de la
Enciclopedia francesa, Lacan deja el concepto de
autopunición y retoma con la noción de complejo y
una teoría de la identificación – del
imaginario – desarrollado dos años antes en
"El estado del
espejo", el tema de la fijación libidinal elaborado en
su tesis.
Después de una exploración de las
diferentes crisis
atravesadas por el niño para acceder – en el seno
familiar considerado como "objeto y circunstancia
psíquica" – a la constitución de su Yo y de la
realidad, Lacan se remite a una ponencia de clínica
diferencial de las psicosis y de las neurosis. Privado de toda
consideración terapéutica, este artículo es
paradigmático de la conflictualidad del pensamiento
determinismo de la psicosis.
- Un determinismo psíquico del tema de la
psicosis
Lacan no pudiendo todavía suscribirla
totalmente, la patogenia psíquica es, de lejos la
más desarrollada en ese texto,
se ve limitada al tema de la psicosis. Ella se articula
alrededor de la noción de "complejo familiar"
considerada como la unidad funcional del psiquismo cuyo
elemento central es una representación nombrada
imago que estructura el inconsciente y deber ser
sublimada.Lacan describe tres complejos – de destete,
de intrusión y de Edipo – respectivamente
centrados sobre los imagos maternal, fraternal y paternal,
los cuales son al origen de las producciones inconscientes
o unas reacciones del sujeto y que contribuyen, vía
"alguna profundidad afectiva del objeto", a la
constitución de la realidad. Los complejos son
calificados "de organizadores en el desarrollo
psíquico".Recordamos en la psicogénesis de la
paranoia, la importancia del complejo de intrusión
(que Lacan había subrayado en 1932) – con su
correlato emocional, el celo, que interviene en la
génesis de la sociabilidad, y su correlato
psíquico, la identificación, capital en la
constitución del Yo: "El yo se constituye al
mismo tiempo que el otro en el drama del celo (…)
Así el sujeto, enrolado en el celo por
identificación, desemboca en una alternativa nueva
en donde se juega la suerte de la realidad". Si aquella
es rechazada, el Yo regresa a un estado arcaico, aquel del
estado del espejo, en donde el sujeto es confrontado al
imago del doble.- El papel del complejo familiar
Como heredero, por cierto protestatario, de Freud,
Lacan supone una intrincación de los campos de la
sexualidad y de la realidad, el complejo de Edipo
interviniendo no solamente en la maduración de la
primera, pero también en la aprehensión de la
segunda. Establece una correlación entre la
constitución del Yo y aquella del objeto, la
psicosis siendo caracterizada por una interrupción
de la génesis yoica y objetal que determina la forma
del delirio – que puede ser de reivindicación,
de relación de persecución, alucinatorio o
parafrénico, según el estado en cual se
produce la interrupción. "Si se caracteriza en
efecto cada uno de esos estados (del Yo) por el estado del
objeto que le es correlativo, toda la génesis normal
del objeto en la relación especular del sujeto al
prójimo (…) se reencuentra en una serie de formas
de interrupciones , en los objetos del
delirio"Según la cantidad de libido que el sujeto
invierta en el objeto, este puede existir separadamente,
ser confundido con el Yo (en el delirio) o desaparecer (en
la melancolía). El objeto así constituido en
el seno de la familia
muestra
"una alteración progresiva: en su valor afectivo
(…) en su individualidad (…) por fin, en su identidad misma". Los trastornos
psicóticos aparecen entonces como estando ligados a
la dimensión imaginaria de los objetos familiares,
que no esta sin relación con la estructura de la
familia. - El papel del objeto familiar
- El papel de la estructura familiar y de la
sublimación
Lacan observa una frecuente correlación entre
psicosis y anomalía de la estructura familiar: "El
grupo familiar
reducido a la madre y a la fratría, dibuja un complejo
psíquico en donde la realidad tiende a quedarse imaginaria
o al menos abstracta. La clínica muestra que efectivamente
el grupo así descompletado es muy favorable a la
eclosión de psicosis y es ahí que encontramos a
menudo unos "délires à deux" Esta
anomalía repercuta sobre la génesis del Ideal del
Yo que se forma, no desde la imagen parentela pero "desde
aquella del hermano".
Este objeto girando la libido destinada al Edipo sobre
el imago de la homosexualidad
primitiva, da un ideal demasiado narcisista para no degenerar la
estructura de la sublimación". Así el doble juicio
del Edipo – a saber, el rechazo del deseo por la madre y la
sublimación de su imago – es trabado y el acceso a
la realidad comprometido.
Las conexiones, que Lacan había establecido en su
tesis, entre paranoia y complejo fraternal "que se manifiestan
por la frecuencia de unos temas de filiación, de
usurpación, de expoliación…" se ven
aquí confirmadas, mismo que el complemento
orgánico.
- Un determinismo orgánico de la
génesis de la psicosis
- Refutación de las tesis de de
Clérambault y constitucionalistas
Después de una larga y brillante ponencia de una
teoría psicogenética de la psicosis, Lacan designa
el limite "Si hemos querido comprender esos síntomas
por una psicogénesis estamos lejos de haber pensado y
reducido el determinismo de la enfermedad"
Pero si Lacan es entonces a favor de un cierto
organicismo de la psicosis, precisa en una alusión poco
amena, que adhiere en nada a las tesis constitucionalistas de la
escuela francesa: " Nosotros hemos querido solamente hacer
justicia de
esas pésimas patogenias que no podrían pasar
actualmente para representar alguna génesis
<orgánica> : por otra parte la reducción de
la enfermedad en algún fenómeno mental, pretendido
automático (…) por otra parte la preformación de
la enfermedad en unos rasgos pretendidos de
carácter…"
- Trastornos de la conciencia
y tara de la libido
El organicismo de Lacan reposa sobre dos tipos de
trastornos:
- Un trastorno – cuantitativo o cualitativo de la
conciencia, que toma en cuenta el desencadenamiento de la
psicosis: "Demostrando en la paranoia que su fase fecunda
comporta un estado hiponoico, confusional, onírico o
crepuscular, hemos subrayado la necesidad de alguno resorte
orgánico en donde el sujeto se inicia al
delirio". - Esta concepción se reúne con la
noción de destructuración de la conciencia
elaborada por Henry Ey. - Un trastorno sexual calificado de "tara
biológica de la libido" :"En otra parte habemos
indicado que es en alguna tara biológica de la libido
que era necesario buscar la causa de esta estagnación de
la sublimación en donde vemos la esencia de la
psicosis". Si alguna tara es detectable en el psiquismo
antes de la psicosis, es a las fuentes
mismas de la vitalidad del sujeto, en el plan más
radical, pero también el en plan más secreto de
sus impulsos y de sus aversiones que debemos
presentirla.
Subrayamos que en la pagina siguiente, Lacan asocia
trastorno de la sublimación y complejo familiar, es decir
psicogenia. "Si el aborto de la
realidad en las psicosis se tiene en ultima instancia a una
deficiencia biológica de la libido, revela también
una derivación de la sublimación en donde el papel
del complejo familiar es corroborado por el concurso de numerosos
hechos clínicos"
- Un substrato orgánico teniendo lugar de
discriminante estructural
Al determinante psíquico de la psicosis –
la éxtasis de la sublimación – Lacan supone
entonces un substrato orgánico: una tara libidinal, a la
cual se adjunta un trastorno de la conciencia en la fase fecunda
del delirio.
No se puede olvidar de subrayar el carácter
eminente psíquico del substrato orgánico en
cuestión – la libido – y la
corroboración clínica, en varias ocurrencias, del
determinante psíquico. Entonces, si la clínica es
lo que autoriza Lacan a rendir la psicosis justificable de una
psicogénesis, ¿en que orden de necesidad, si es del
orden teórico, responde el recurso a un substrato
orgánico?
Sin duda alguna Lacan queda marcado como atestigua su
uso de términos que no son sin evocar las tesis mismas que
rechaza, por la influencia de la escuela francesa de la cual
trata de librase. Pero se puede también tomar la
hipótesis que es como discriminante estructural – y
caución científica -, y por falta de un mecanismo
patognomónico de la psicosis, que la teoría del
substrato orgánico es vuelta necesaria.
En efecto, una misma causa traumática parece
inducir dos efectos psíquicos estructuralmente distintos:
"La reacción del paciente al traumatismo
(constituido por la intrusión del hermano) depende de
su desarrollo psíquico. Sorprendido por el intruso en el
desconcierto de la privación (…) hace entonces una
regresión que se revelara, según los destinos del
yo, como psicosis esquizofrénica o como una neurosis
hipocondríaca".
La línea de demarcación nosológica,
por el Lacan de ese entonces, no pasa tanto como entre neurosis y
psicosis que entre afecciones personales y afecciones
pre-personales. Así escribe a propósito de las
neurosis:
"las instancias psíquicas que (…) fueron
aisladas en un análisis concreto de
unos síntomas de las neurosis y que han manifestado su
valor científico en la definición y la
explicación de los fenómenos de la personalidad;
hay aquí un orden de determinación positiva que
rinde (…) caducos para esos trastornos, las referencias al
orden orgánico…" y referente a las psicosis: "Que
nos recordemos solamente que esas afecciones respondan al cuadro
vulgar de la locura y se tomara en consideración que no se
podía convenir de definirlo como una verdadera
personalidad, que implica la
comunicación del pensamiento y la responsabilidad de la conducta. Una
psicosis, que hemos aislada bajo el nombre de paranoia de
autopunición no excluye la existencia de una semejante
personalidad".
Es entonces en tanto como fenómeno de la
personalidad que la neurosis es plenamente justificable, de una
psicogénesis. La psicosis tal como es, se ve relegada a la
excepción de una de las formas en las "afecciones pre-
personales" que atestiguan de una agenesia subjetiva y
objetal más o menos importante cuyo mecanismo es, en
ultima instancia, orgánica.
Adquirido en 1938, a la "causa" psicogenética
para las neurosis, Lacan se queda cautivado de la
organogénesis para las psicosis. No sin tener algunas
dudas, sin embargo:
" Queda por establecer si los complejos que juegan
unos papeles de motivación
y de tema en los síntomas de la psicosis, tienen
también un papel de causa en su determinismo; y esa
cuestión es obscura". Seria necesario esperar los
desarrollos ulteriores de su pensamiento, particularmente
aquellos sobre el orden simbólico, a partir de 1953, para
que Lacan pueda depender de esto totalmente, levantar
definitivamente la duda y renovar al curso de su seminario del
año 1955-1956, su teoría etiopatogénica de
la psicosis.
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