- Interpretaciones de la
muerte - Organización social de
la muerte - El morir como
hecho social - Un ejemplo de "
morir como hecho social" - Los problemas
psicológicos y socioculturales relacionados con la
muerte - Durante la
agonía - Etapas de la
agonía - Infecciones
intrahospitalaria como causales de muerte - Asistencia de
pacientes moribundos - Necesidades
físicas del enfermo en la fase
terminal - Cuando la muerte
es inminente - Después
del fallecimiento - Problemas de la
familia - Duelo
- Accionar de
enfermería - Duelo no
resuelto - Eutanasia
A lo largo de su historia, la humanidad ha
manifestado una constante y universal preocupación con
respecto a la muerte. Los
ritos y costumbres funerarios son algo exclusivo de nuestra
especie; estas practicas están estrechamente vinculadas
con las creencias religiosas sobre la naturaleza de
la muerte y la
existencia de una vida posterior, cumplen una función
social importante y están revestidas de simbolismo, el
estudio del tratamiento que cada pueblo le da a sus muertos nos
permite comprender mejor su forma de vivir, sus valores y su
pensamiento.
Las primeras practicas funerarias de las que se tienen
evidencias
provienen del grupo de homo
sapiens. El hombre e
Neardental pintaba a sus muertos con ocre rojo y los adornaba con
objetos religiosos o amuletos, a veces al fallecido se le ataban
los pies.
La creencia de la religión egipcia era
la idea de una vida posterior a la muerte, consistía en la
separación de los elementos materiales y
espirituales del cuerpo, pero simultáneamente
suponían que el alma
necesitaba de la conservación del cadáver para
sobrevivir. Suntuosos y complicados ritos aseguraban la vida de
ultratumba, relacionada con la leyenda de Osiris. En el imperio
antiguo, el complicado ceremonial fúnebre estaba reservado
en un principio al faraón, incluía la
momificación del cadáver y se depositaban en tumbas
monumentales, luego este privilegio se extendió a otras
personas. Las tumbas jugaban un papel de primer orden en el
antiguo Egipto.
Entre los Mayas se
diferenciaba el enterramiento según la clase social
del muerto: la gente ordina- ria se enterraba bajo el piso de la
casa, a los nobles se los incineraba y sobre sus tumbas se
construían templos funerarios. Los Aztecas
creían en la existencia del paraíso y del infierno,
y preparaban a sus muertos para luchar a lo largo de un camino
lleno de obstáculos al final del cual los esperaba el
señor de los muertos, que decidía sus destinos;
para ellos eran creados simulacros de guerras
llamadas guerras floridas.
Por otra parte en el norte de Europa, los
antiguos hombres de esas tierras tenían una creencia
profunda en la inmortalidad del alma, creían que
había una recompensa más allá de la
tumba.
La vida del difunto estaba considerada como una
continuación de nuestra existencia terrestre; esto lo
prueba la costumbre d proporcionar a los muertos la mejor parte e
su propiedad y
los objetos de primera necesidad. Se colocaba una moneda bajo la
lengua del
muerto con el fin de que pudiera asumir sus primeros gastos durante su
viaje a la última morada; naturalmente, el muerto
acudía a Odin o a Hel. Se dice que los que morían
en el campo de batalla iban a Odin, mientras los que
morían de enfermedad o vejez iban a
Hel.
Los fervientes partidarios de la fe de los Asios
llegaron a considerar a la muerte por las armas como de
buena suerte debido a que era invitado por el dios supremo a
sostener la última batalla.
Algunos antropólogos han observado que, a pesar
de la gran variación de las practicas funerarias, hay
elementos simbólicos que son constantes. Uno de estos
simbolismos es el color: si bien la
asociación del color negro con la muerte no es universal,
el uso de ropa negra esta muy difundido. Otro elemento es el pelo
de los familiares: en algunos casos rapados, en otros
desordenados es señal de tristeza. Un tercer elemento es
el ruido: golpes
de tambor, tañido de campanas, cañonazos;
también esta la realización de practicas rituales
fijas durante la procesión con el
cadáver.
Algunos de los ritos realizados con el cadáver
tienen frecuentemente por objeto individualizar la causa de la
muerte. Así, por ejemplo en el sudeste de Australia se ha
observado que, en el fallecimiento de una persona, el
cuerpo del difunto era sometido por dos hombres mientras un
tercero le golpeaba suavemente con unas ramas verdes pronunciando
distintos nombres.
En realidad se esperaba que al pronunciar al del
causante de la muerte, quizás por la violencia o
mediante ritos mágicos, el cadáver y sus portadores
experimenten una sacudida por lo que podría ser castigado
el culpable. Pero si los causantes son los espíritus
malignos, nada se podrá hacer.
En la India poseen
diversas costumbres, también, en otros pueblos distantes:
sacar al difunto por un orificio de la pared y no por la puerta
de la casa, borrando después toda huella de la salida;
hacer el camino de vuelta desde el cementerio por distinto lugar
o en distinto orden del que se uso durante la procesión de
ida. Las explicaciones de estos ritos son variadas: por una parte
pueden manifestar el deseo de que el difunto no pueda regresar a
su antigua morada; o quizá intenten engañar a los
demonios o espíritus malignos, los cuales se piensa
están listos a la puerta para arrojarse sobre el difunto
en cuanto salga de los umbrales de la casa; o simplemente, se
trata de evitar que se escape con el cadáver la felicidad
de la casa.
En ciertas islas de Melanesia los parientes duermen
pegados al difunto o personas que son contratadas para llorar,
también lo abrazan y lo besan continuamente.
Cuando en un grupo humano se hace presente la muerte,
este reacciona según los hábitos ancestrales, en
general, fijados de antemano.
La muerte, por mucho que se espere, es siempre una
sorpresa, por lo que en todas las culturas y todas las
épocas se han desarrollado tipos de actuación
frente a esta eventualidad: son los usos funerarios y el
duelo.
Todas las actuaciones son de difícil interpretación, y responden, en general,
tanto a determinadas creencias como a la necesidad vital de
manifestar el afecto que se tiene al difunto, sin olvidar el
temor respetuoso ante la realidad inevitable de la muerte. La
interpretación de estos ritos no debe hacerse, por lo
tanto, de manera ligera, si no se quiere caer en el
ridículo que refleja esta anécdota: "un australiano
pregunta, burlonamente, a un chino, que estaba colocando un
tazón de arroz junto al cadáver de su hermano, si
creía que el difunto iba a venir a comerlo; el chino
respondió que no, pero a su vez preguntó si los
cristianos creían que sus difuntos pueden ver y oler las
flores que los familiares les colocan en sus tumbas".
Interpretaciones
de la muerte
La muerte es una parte inevitable del proceso vital,
tan natural como nacer o crecer, aunque resulta mucho más
difícil de afrontar. Cada persona adopta actitudes
diferentes ante ella, que pueden ir desde la negación o la
evitación de reflexionar sobre un hecho incuestionable,
hasta la aceptación existencial. La postura individual del
paciente (y de la familia)
ante la idea de la muerte, fruto de sus experiencias, sus
creencias religiosas y su situación concreta,
influirá decisivamente en la forma de afrontar este
proceso.
Las siguientes son las distintas interpretaciones del
fenómeno de la muerte que ha hecho el hombre a lo
largo de su historia:
Separación irreversible del cuerpo del alma: es
la concepción filosófica-religiosa, sus
orígenes se atribuyen a Platón.
En el terreno medico su aplicación es
imposible.
Cese irreversible del metabolismo de
todas las células
del cuerpo: la muerte es entendida en términos
biológicos, se iguala la muerte del hombre con la muerte
de las células del organismo. El principal criterio
diagnostico sería la putrefacción del
cuerpo.
Perdida irreversible del flujo de los fluidos vitales en
el organismo: los criterios tradicionales se han basado en este
concepto. Pero
sin duda existe una gran diferencia entre afirmar que el cese de
circulación de sangre oxigenada
conduce a la muerte y que la muerte consiste solamente en eso.
Esta definición establece las funciones del
miocardio y de los pulmones como centro de la vida humana. En la
actualidad, estas funciones pueden ser reemplazadas por aparatos
mecánicos de soporte vital.
Perdida irreversible de la capacidad de interacción social: esta definición
se basa en que la característica específica del
hombre es su capacidad de raciocinio, el ser humano que pierde
totalmente las funciones mentales, incluyendo la conciencia,
debería considerarse muerto. Las objeciones que pueden
hacerse a este concepto son que toma solo la parte mental para
definir la muerte, y no la totalidad de mente y cuerpo; y que
nuevos contingentes de seres humanos con funciones mentales
alteradas, como por ejemplo, los autistas y dementes,
deberían considerarse como muertos.
Perdida irreversible de la capacidad para la integración corporal: parte del principio
de que cuando un ser humano a cesado de funcionar como una unidad
integrada se ha perdido la característica especifica de la
vida humana y la persona ha muerto. El hecho de que ciertos
órganos sean capaces de seguir funcionando y sea en el
cuerpo mismo, o en una solución de nutrientes, o en el
cuerpo de otra persona, es un problema distinto. No es la
totalidad del ser humano lo que sigue viviendo, sino parte
aisladas que antes formaban una unidad.
Organización social de la
muerte
Los análisis sociológicos que estudia
la
organización social hospitalaria tratan de la muerte
solo en forma casual y presentan muy poca atención al modo en que los médicos
organizan el cuidado del paciente desahuciado. Este estudio trata
de aportar tal información, basados sobre observaciones de
campo en dos hospitales de EE.UU.: una gran institución
urbana de ciudad y un hospital general privado(llamaremos
"county" al primero; y "cohen" al segundo)
El autor analizó la composición social de
los pacientes, haciendo el rol de observador no
participante.
En el "county" es un establecimiento al que acuden las
clases más bajas, mientras que en el "cohen" es casi
exclusivamente para las clases medias. En "county" la
mayoría de las muertes ocurren como consecuencia de
accidentes,
suicidios y otros casos que no incluían el previo periodo
de hospitalización.
En el "county" el estudio de campo duró nueve
meses y en el "cohen" cinco meses. Lo que se pudo observar fue
las variaciones que pueden encontrarse con respecto al
tratamiento de la muerte en dos hospitales diferentes. Estas
diferencias eran bastantes notables: cada médico se
atiende a la clase de educación
especializada que ha recibido, por eso, no solo encontramos
variaciones no solo en temas generales como la
filosofía médica, sino también en los
detalles que conforman los procedimientos
técnicos utilizados. Hay variaciones, por ejemplo en el
empleo de
diferentes tipos de anestésicos, técnicas
quirúrgicas y e siguen distintos procedimientos en las
reuniones de diagnostico y toma de
decisiones.
Desde una perspectiva teórica y
metodológica la categoría que integra la vida del
hospital, por ejemplo: vida; enfermedad; paciente; moribundo;
la muerte; etc… se consideran como constituidos por las
practicas del personal (en cuanto este queda implicado en
sus interacciones rutinarias dentro de un medio
organizado).
La intención del autor fue desarrollar
definiciones acerca de estos fenómenos basados sobre las
acciones que
implican su reconocimiento, tratamiento y consecuencia.
Muerte y morir constituyen dentro de esta
perspectiva, la serie de practicas ejecutadas por el equipo,
cuando este emplea esos términos en el curso de su
trabajo diario
en las salas del hospital. Tales practicas incluyen los modos de
revisar el cadáver, de administrar o dar de alta a un
paciente, los tipos de consideraciones seguidas de opiniones del
médico examinador y su equipo de decisión y
administración.
El verdadero reconocimiento y denominación de los
acontecimientos biológicamente ubicados como "muerte"
ocurren bajo la forma de actividades sociales, lo que quiere
decir es que una separación de los componentes sociales y
biológicos de estos fenómenos es difícil de
lograr con claridad.
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