- La primera gran
transformación: la democracia griega - La segunda
transformación: la democracia
representativa - Principios
Democráticos y Congreso - Gobierno
Limitado - El Principio
de División o Separación de
Poderes - Pesos y
Contrapesos o Control y Balance (checks and
balances) - El Pluralismo
Político
Introducción
El Congreso, como institución política
representativa, es un producto
histórico de la voluntad –y sin duda de la lucha–
librada por los hombres y mujeres por imaginar, y finalmente
crear, un instrumento de gobierno y de
representación que afirme los principios de
libertad,
igualdad y
respeto mutuo,
que alientan la participación en la vida política y
la convivencia humana.
Con el nombre genérico de parlamento o congreso
se designa al cuerpo diferente del Ejecutivo que conjuntamente
con éste asegura el gobierno del
Estado.
El parlamento es una de las más elaboradas y
antiguas formas, por medio de la cual, la humanidad ha intentado
resolver el dilema de lograr una representación ciudadana
justa y adecuada en la esfera de lo público. El Congreso
pretende resolver la contradicción entre el origen plural
del poder, la
soberanía de todo el pueblo –ejercido
directamente por cada ciudadano—y la necesaria singularidad
del acto de gobierno –realizada por el representante electo–
quién sin embargo crea, gracias al mandato conferido por
la ciudadanía, normas
obligatorias para todos en una sociedad.
La contradicción se produce entre el deseo de
tomar individualmente cada decisión política que
pudiera afectarnos y la imposibilidad práctica de dar
nuestra opinión de manera permanente y sobre todos los
actos de gobierno. La contradicción se resuelve cuando el
congreso como un todo, y sus miembros en específico,
representan, y en ése sentido, son los portavoces del
pueblo. Teóricamente cada ciudadano –al haber elegido a
su representante– dio consentimiento para que actúe en su
nombre al aprobar leyes de carácter general.
La institución parlamentaria y el congreso son
también la vía más expandida de organizar el
poder en el mundo, prácticamente no hay país en el
orbe sin alguna forma de congreso o parlamento. Y no se trata de
Congresos formales como los que existían en los
países de Europa del Este y
la URSS, o todavía existen en Cuba, Corea y
China. Estamos
hablando de Congresos que practican el respeto al Estado de
Derecho, a la pluralidad política y a las elecciones
libres. Lo que algunos autores han denominado la tercera ola de
democratizaciones comprende tambien la extensión de la
institución parlamentaria por el mundo. Hoy dia esa
tendencia se extiende hacia establecer parlamentos regionales,
como el Parlamento Europeo o el Andino en nuestras
latitudes.
Como se ha dicho, bastaria solo atrasar el reloj 60
años atrás y encontraremos un panorama
constitucional sombrío. La Constitución de Weimar se había
derrumbado, el ingenioso ensayo de
Austria con su Corte Constitucional tambien había
caído. Ni los franceses ni los ingleses tenían
mucha fe en el poder de las constituciones para imponer límites al
poder. Tampoco un siglo de experiencia latinoamericana
había aportado mucho, las constituciones liberales fueron
disueltas o usadas por el caudillismo.
Sesenta años más tarde el panorama ha cambiado. La
fe ilumina en las constituciones escritas, se expande, sobretodo
luego de la caída del muro de
Berlín. Alemania,
Francia,
España,
Italia, Israel,
Hungría, Canadá y la India tienen
tribunales constitucionales poderosos. Hoy en dia se discuten
incluso textos constitucionales regionales como el de la
Constitución Europea.
El Parlamento es igualmente la expresión
–sin duda creativa y compleja– de los ciudadanos por darse un
gobierno estable que permita que los asuntos públicos sean
directamente abordados, debatidos y resueltos por las reglas de
la competencia
electoral y la subsecuente representación de quién
gana, en buena lid, ésa competencia.
Es por definición un escenario privilegiado del
debate
político público entre mayoría y
minoría, entre gobierno y oposición, en síntesis
entre los grupos
políticos que acceden a él. Con sus potencialidades
y debilidades expresa fielmente a sus inventores: los propios
seres humanos. En éstas asambleas, llámense
congresos o parlamentos están presentes por
decisión popular, no sólo quiénes ganan las
elecciones, sino también quiénes las pierden. Es
decir, todas las fuerzas significativas al momento electoral y
con la legitimidad obtenida de esa votación durante el
lapso que dure su mandato. Por ello en la doctrina se ha dicho
con claridad que el Congreso representa a la Nación,
sin excepción alguna. Es una vía o canal del debate
institucional y político, así se puede
institucionalizar el debate y la confrontación
política, que de no existir produciría una
situación de estado de
naturaleza o
anarquía. Se ha sostenido igualmente que — si se
desarrolla plenamente y tiene poder propio–puede ser un
impedimento para los golpes de estado, los mismos que cuando son
exitosos, son siempre realizados contra poderes del estado
–entre ellos el congreso—totalmente
desacreditados.
Aún cuando este trabajo es
básicamente jurídico, para analizar al Congreso ha
sido necesario acudir a distintas disciplinas académicas.
En muchas oportunidades hemos tenido que recurrir a aportes
realizados desde el campo de las ciencia
política. El parlamento es un tema del derecho
constitucional, en la medida en que la Carta
Política define las facultades y su ubicación en el
sistema de
gobierno del Congreso de la República, y porque expresa la
división de poderes establecida en la
Constitución.
Pero es también un tema político ya que
las facultades formales y reales que puede tener el Congreso son
finalmente una opción política –tomada por
quiénes ejercen ése poder en una coyuntura
determinada– sobre como distribuir y ejercer la energía
política de un país. Se trata de precisar el rol de
la asamblea más representativa de un Estado, y no
está demás advertir que el Congreso, siendo como
es, un poder del Estado, entra dentro del ámbito del poder
y como tal es objeto clásico de estudio de la ciencia
política.
Algunos autores han pretendido diferenciar los conceptos
de Congreso y Parlamento de acuerdo al sistema
político. La denominación de Congreso
correspondería al régimen presidencialista mientras
la denominación de Parlamento a la del régimen
parlamentario. Así, se sostiene que el Congreso es una
reunión de representantes elegidos, que tienen poderes
para hacer leyes, pero no para escoger al Jefe del Ejecutivo; el
Presidente o Primer Ministro es escogido por el pueblo. Por el
contrario el Parlamento es una reunión de representantes
elegidos que aprueban leyes y escogen al jefe del ejecutivo
(llamado habitualmente primer ministro). En nuestra
opinión, y siguiendo lo consagrado en muchos ordenamientos
constitucionales, los dos términos son en realidad
sinónimos e intercambiables, existen regímenes
parlamentarios que denominan a sus asambleas políticas:
congresos, del mismo modo que existen congresos que eligen al
presidente, como es el caso del sistema constitucional en
Bolivia.
a)
La Primera Gran Transformación: la Democracia
Griega
Hasta donde conocemos y de acuerdo a los estudios sobre
historia
política más elaborados sobre el tema de la
democracia, alrededor de la primera mitad del siglo V antes de
Cristo, se produjo una primera gran transformación
política. Esta revolución
en el pensamiento y
la práctica política permitió el
advenimiento de una original y fascinante forma de democracia de
origen griego y más precisamente ateniense. Se
trató de una gran "transformación en las ideas e
instituciones
políticas vigentes entre griegos y romanos que, por su
importancia histórica es comparable a la invención
de la rueda o al descubrimiento del nuevo mundo".
El cambio
consistió en que "varias ciudades – Estado que desde
tiempos inmemoriales habían sido gobernadas por diversas
clases de líderes no democráticos
(aristócratas, oligarcas, monarcas o tiranos) se
convirtieron en sistemas en los
cuáles una cantidad sustancial de varones adultos libres
tenían derecho a participar directamente, en calidad de
ciudadanos del gobierno. Dicha visión sigue constituyendo
el núcleo de las modernas ideas democráticas y
plasmando las instituciones y prácticas
democráticas de hoy. Sartori por su cuenta ha sostenido
que denominar a las ciudades griegas de entonces "ciudad-estado"
es un error.
Para él la polis griega no constituía en
modo alguno la ciudad estado como acostumbramos a llamarla –
porque no era de ninguna forma un Estado. La polis era una
ciudad-comunidad, una
koinomia. Tucídides lo dijo en tres palabras: andres
gar polis (son los hombres los que son la polis). Lo que
caracterizaba a los antiguos era una democracia sin estado. Las
diferencias entre las democracias antiguas y las modernas
–según Sartori– no son sólo de tamaño,
sino que estriban también en fines y valores.
Existe un largo debate académico sobre la
libertad de los antiguos y la de los modernos. Sin duda las
diferencias existían, para el antiguo era imposible
imaginarse la libertad individual, salvo en esferas absolutamente
privadas y en ocasiones religiosas. Aún cuando hay
opiniones diversas: "nadie hay quién ponga en duda la
similitud de nuestras democracias con la democracia en Atenas en
lo siglos V y IV antes de Cristo, incluso en cierta medida en el
VI. La palabra es griega, muchas de las instituciones dentro de
nuestras democracias son comparables a las atenienses, como lo
son los conceptos de libertad, igualdad, solidaridad y
justicia".
Lo paradójico es que sabemos más de las
características de este original invento político
griego por sus adversarios –sean moderados como Aristóteles (384-347 a.c.) o enemigos
radicales como Platón
(427-347 a.c.)– que por los propios defensores del sistema de la
democracia griega. Para Aristóteles la sociedad es
naturaleza y no convención, se trata de algo inherente al
hombre mismo,
no instituido. Toda sociedad tiende a un bien para interpretar el
ser de la polis, el bien no se decide por
elección.
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