- Estructura general proyecto
cámara .Sinceridad emprendedora con
articulación - Innovación
y confianza para crear territorios emprendedores en
América latina - Transparencia,
rendición de cuentas y desarrollo territorial
responsable para América latina - Competitividad
sistémica: equidad y desarrollo
humano - Apoyo
bibliográfico
Innovación y Confianza para
crear Territorios Emprendedores en América
Latina
ESTRUCTURA GENERAL PROYECTO
CÁMARA
I PARTE
INTRODUCCIÓN
Sinceridad Emprendedora con
Articulación
Tal como en una propuesta federalista se distingue la
autonomía regional como una condición para alcanzar
una ‘conciencia del sí mismo regional’,
una que sin ser una identidad
quejumbrosa logre ‘hacerse cargo del desarrollo’, así también
las voces autorizadas en el área de desarrollo social
advierten que no es suficiente con un "basismo" localista para
ser territorios emprendedores. Lejos de eso, se debe cumplir una
condición esencial que dice relación con una
‘articulación hacia arriba’ y un
‘proceso de mayor transferencias y acompañamiento
de los niveles centrales’. La autonomía regional
no es ni puede ser entendida como un "autonomismo"
ensimismado.
Lo anterior es claramente observado en los aportes de
John Durston, quien, a propósito de un acabado análisis sobre avances y retrocesos en
materia de
programas para
el desarrollo de territorios mapuches en el sur de Chile y en
otras comunidades rezagadas del Continente, logra un preciso
complemento a la visión clásica de Robert Putman
respecto de capital social
como movilización de recursos y
capacidad asociativa, sugiriendo una "intervención
pro-activa" entre comunidades-gobiernos locales con el nivel
nacional-internacional para generar verdaderas sinergias de
despegue territorial.
Visiblemente, un aporte de dinamismo y
actualización para los enfoques de desarrollo regional de
zonas rezagadas, una contribución, básicamente,
acentúa en los actores los rasgos de "pro actividad" y de
"correlación". Una visión más compleja y
sistémica que supera las miradas históricas que
apuntaban hacia aspectos específicos.
El esquema de Margarita Flores y Fernando Rello es de
gran ayuda para comprender esta nueva visión. Son ellos
quienes distinguen un proceso de
complejización del enfoque de capital social, desde los
"asociativistas" que enfatizaban a fines de los 80s la "cultura social
de las comunidades" (Bourdieu, Coleman, Putman) hasta a las
visiones más "conductuales", "normativistas" e
"institucionalistas" de fines de los 90s (Woolcock, Fukuyama, Neo
weberianas, Banco Mundial,
etc.).
Atendiendo la realidad nacional es posible ver que,
sobre la práctica de proyectos de
desarrollo regional-local, que una serie de acciones y
definiciones, un tanto desvinculadas con lo exógeno y los
niveles más alto en la jerarquía gubernamental,
siendo un interesante capítulo de gestiones, no ha sido
suficiente para resolver los problemas. Ni
una "cultura local comunitarista" ni ‘grandes
reformas legales’, tampoco ‘pactos
anticorrupción’ o "largos procesos de
planificación", menos las "nuevas agendas
descentralizadoras".
Ahora, en un intento por hacer valer la capacidad de
lograr que políticos locales/regionales realicen "nuevas
prácticas", con la selección
de actores comprometidos al diálogo y
a las alianzas de desarrollo local, hablaremos de un nuevo
enfoque identificado como ‘sinceridad emprendedora con
articulación’. Uno que ubicaremos de manera
distante, tanto de los enfoques "de base" -que se convierten una
pequeña experiencia social en una Arcadia irrepetible y
difícilmente sustentable, debido a la evitación de
impacto en las relaciones de poder,
sociedad civil
y gobiernos-, como de las misiones tradicionales que apelan a
‘reformas estructurales-legalistas’ sin alcanzar
modificaciones sobre las conductas y las maneras de actuar en los
territorios. Un buen paso para el desarrollo pero insuficiente
por sí solo.
Todo valioso esfuerzo por descubrir una comunidad o un
político ‘puro y no corrupto’, o por alcanzar
acuerdos formales para ‘reformas legales’
específicas y necesarias, serán un gasto
inútil si ello no se traduce en ‘actores y
alianzas sociales regionales-locales articulados en programas con
los niveles centrales’. Esta articulación es el
paso de la ‘impotencia y la queja’ a las
transformaciones reales.
El "desarrollo local" no se alcanza con la mera organización de base. Estas deben
‘politizarse’ para acoplarse virtuosamente con los
niveles de gobierno
regionales y nacionales en pos de la generación de
programas de desarrollo con excelencia y oportunidades. Hablamos
entonces de la ‘articulación virtuosa hacia
arriba’, que bien propone Fernando Flores, quien en un acto
de provocación a los "federalistas" habla de una
‘nueva ideología autonomista’ la que
será carente de sentido, en tanto y en cuanto, demande
autonomía territorial sin mirar l mundo circundante. El
territorio, en su afán de autonomía no puede no
mirar ‘hacia fuera’ para descubrir sus ventajas
territoriales y articularse en los modos propicios para su
máximo desarrollo. En una época global en que
incluso la relación tiempo-espacial ha cambiado, s debe mirar el mundo
y articular redes.
Por contradictorio que pudiera parecer, el desarrollo
local- territorial requiere, de una ‘fuerza
centralizadora’. De otro modo, cómo sería
posible para los territorios locales salir al mundo. A este
respecto, Durston cita un estudio de Tendler que referidos a los
grupos locales
brasileños, se concluía que "la descentralización demanda
centralización". Una demanda por un
Estado
nacional con agencias muy pro activas que otorguen facilidades,
transfieran recursos, contactos y movilicen el "now how" de las
agencias estatales y el sector privado para el desarrollo
local-territorial.
Durston sostiene que las superaciones del autoritarismo,
clientelismo, burocracia y
tecnocracia n el Estado no
conducen a ninguna parte porque provocan una "pasividad" en las
comunidades territoriales producto del
círculo vicioso de "paternalismo centralista". Cuestiona
la moda
latinoamericana de ‘abandono de los territorios’, y
la adopción
de un estado meramente "capacitador" que de vez en cuando invita
a comunidades y gobiernos locales a "concursar
fondos".
Moda especialmente desarrollada en Chile. A juicio del
autor, un nivel superior a alcanzar sería ‘crear
relaciones de empoderamiento’ en los territorios,
más aún, ‘crear alianzas
locales-regionales-nacionales que permitan sinergias entre la
sociedad civil
y el Estado para crear y co-producir caminos de superación
de la pobreza,
creación de riqueza y trabajo
digno’.
En seguida, llanos a las proposiciones de Durston, nos
preguntamos cuál es la dificultad en América
Latina para articular redes. Rápidamente surge a la
vista el líder
mitológico latinoamericano, el caudillismo, un
ente que históricamente encarna "las demandas" de la
comunidad y la conduce a la "tierra
prometida". Un ideal que, a pesar de haber contribuido a "mirar
los territorios subalternos" y "alcanzar reivindicaciones
territoriales", se instituye como un ser castrador que impide las
articulaciones de
redes de los distintos niveles de gobierno y entre lo
público-privado. El caudillo latinoamericano busca
"control
político" y suele caer en una lógica
clientelar que no acepta otros liderazgos. Ve a las agencias
centrales como "competencia", a
los gobiernos regionales como "adversarios" y a los
líderes sociales emergentes como eventuales "challenger"
de su propio poder político.
Un ejemplo de este fenómeno clásico que se
describe en el párrafo
anterior es posible de encontrar en la comuna de Iquique, al
norte de Chile, donde el inconfundible estilo de su Ilustre
Alcalde, Jorge Soria, un edil que "peleando" proyectos ha
posicionado a la ciudad. Sin embargo, pese a todo esfuerzo
municipal, en dicha zona no se ha logrado dar sustentabilidad a
alianzas público-privado de largo plazo ni menos se ha
alcanzado mesas de negociación con el gobierno central para
"compromisos estratégicos".
Hay que decir que el inconfundible estilo del edil
iquiqueño tiene capacidad de "vincularse con el mundo",
haciendo de Iquique la sede mundial de una conferencia
médica o la ciudad chilena, o bien, convirtiendo a Iquique
en la ciudad más amigable para los visitantes peruanos y
bolivianos con un pro-activo city-marketing.
Observamos en Soria un líder paradójico y potente.
Un estilo que, por un lado, logra una valiosa articulación
con el mundo, y que por otro, destaca se torna en un odioso
caudillo que se pelea con casi todo el mundo.
La articulación efectiva y la gobernabilidad
está allende a la queja y a la pelea constante. El
liderazgo
pro-activo construye redes y pactos en los diversos
ámbitos del territorio.
El liderazgo proactivo que se requiere para los
desarrollos territoriales en el sentido que nos propone Durston y
otros, debe procurar las articulaciones, por lo que su mirada
debe estar puesta más allá de las competencias
legales y de su isla territorial. Es así como, si no tiene
poder en los temas de transporte,
buscará sentar en la mesa al estado central, operadores
privados y usuarios, procurando la generación colectiva de
un "plan común
de acción"
Así es como, a diferencia del inflexible caudillo
latinoamericano, un líder proactivo debe superar la
actitud
exclusiva de demandante para convertirse en un constructor de
puentes horizontales y verticales (hacia abajo con la comunidad;
hacia arriba con los que tienen influencia y poder para
transformar de verdad). Es la conclusión que obtiene
Raúl Atria , quien apoyado en los conceptos de Michael
Woolcock , enfatiza los prerrequisitos para el desarrollo
territorial: asociatividad regional-local y redes horizontales y
verticales. Lo que a su vez, exige de una condición
anterior dada por la presencia de liderazgo y real voluntad de
dar poder para construir poder (de lo central a lo territorial y
dentro del territorio entre los actores). Es decir, se requiere
las redes que enfatizan las ONGs como empoderamiento de las
organizaciones
sociales ("bonding"), entre los grupos o las comunidades
("bridging", como los puentes que generan las asociaciones
de municipios), y las redes externas como el gobierno central,
universidades, hermanamientos con ciudades y regiones de otros
países, con empresas
tecnológicas u otros actores significativos del mundo
global con los cuales se puede estar "en redes de compromisos y
acción" ("linking").
Evidentemente, a diferencia de la amplia
tradición sajona de articulación de niveles
gubernamentales, la construcción de redes (compartir, cooperar,
fusionar) es difícil casi impracticable en la cultura
latinoamericana. situación que exige una examen de
eficacia de
los niveles de gobierno para crear múltiples formas de
gobiernos intermedios (los condados u asociaciones municipales
efectivas), que tan comunes en Norteamérica y en Europa, como es
lo que busca introducir Thorsten Sagawe conceptualmente en
Colombia, donde
la ley
descentralizadora de 1991 generó- al igual que el resto de
América Latina-, cortes muy homogéneos entre
municipios y departamentos, con poca apertura a la flexibilidad
institucionalidad y a la cooperación. El concepto de
red diluye los
límites
corporativos y coloca como prioritario aquello que es
últil para la comunidad y obliga a una pragmática
democrática para alcanzar los objetivos,
haciendo alianzas y no compitiendo por "quién lo hizo".
Así, en una ciudad como Madison-Wisconsin, no hay
dificultad para que sobre un barrio puedan existir siete
diferentes gobiernos territoriales: el distrito educacional, la
red pública con otros municipios para el transporte, el
condado para la policía, el servicio de
bomberos, la comunidad de agua potable
entre cinco pueblos o la alianza cultural entre la ciudad y el
estado.
Un caso de "linking" hacia "arriba" ha sido el
debate de una
regalía a la gran minería
del cobre en
Chile. Se superaron varios riesgos; la
pretensión de sólo favorecer a las regiones
mineras, su opuesto de destinar todos los recursos a fondos
nacionales sin cuotas a las rezagadas regiones mineras, y la
tentación de gastarlo en las urgencias de siempre sin
generar riqueza para "mañana" y "las nuevas generaciones".
Finalmente, se acogió un destino único para
"economía
del conocimiento",
investigación y desarrollo en un
país que destina sólo el 0.7 del PIB en I+D (el
promedio de los países desarrollados es 2.8). Aún
así, se acogió la demanda regionalista que mostraba
que el puro mercado
tenía a las regiones productoras del cobre entre las de
peor calidad de
la
educación y de menos investigación
tecnológica.
Ahora bien, no basta con tener "visión de futuro"
(gasto en I+D) y proceso de "devolution" hacia las
regiones por cuotas en la regalía. La calidad del "gasto
en ciencia y
tecnología" de las regiones rezagadas puede ser un
despilfarro si no hay "link" hacia arriba. O como Fernando Flores
lo llama, "consorcio regional-internacional de innovación", en una amplia
invitación a los débiles actores locales para
buscar partnership con las mejores universidades
nacionales y con los mejores centros mundiales de biotecnología y minería.
Resumiendo, tenemos que, el proceso de movilizar una
región rezagada hacia el desarrollo al desarrollo
distingue tres niveles 3 de acción: a) sensibilizar hacia
abajo a los actores con la importancia de la tecnología y no
sólo con gobiernos que hacen caminos e inversión física, b)lograr
cooperación entre las universidades regionales con el
sector empresarial y el gobierno regional, y la tercera fase
esencial, y, c) buscar las adecuadas alianzas con actores
nacionales e internacionales de alto prestigio que nos "nivelen
hacia arriba".
A América Latina le toca entender los peligros y
asumir la cooperación territorial abierta como
construcción de solidaridad
planetaria. La plaga de desconfianza y localismo que tiene sumido
al continente no permite ver el mundo como oportunidad y como
imperativo de solidaridad. Beck asume que su plegaria por una
"modernidad
reflexiva", incluye valorar que nuevas dimensiones como la
ecología,
apuntan a esta "ciudadanía global", donde la política debe ser
creativa, precisamente, para evitar las tendencias destructivas
en la actual sociedad. La política "regionalista" tiene el
mismo desafío: identidad para dialogar y crear
oportunidades. Rompiendo paternalismo y creando "escuelas de
democracia" en
el decir de Tocqueville, amor por el
terruño como actor comprometido con una ética
global de solidaridad.
En este camino, el presente texto invita a
resolver la tarea pendiente de América Latina que es la
COHESIÓN SOCIAL Y CONSTRUCCIÓN DE "CONFIANZA"
DESDE LOS TERRITORIOS PARA SER FUERZA ARTICULADORA DE REDES
INNOVADORAS Y EMPRENDEDORAS QUE SUPEREN LA POBREZA, CREEN
RIQUEZA Y CONCIENCIA
CIUDADANA GLOBAL.
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