Capital social, paradigma base para construcción de identidades locales
Este ensayo fue
desarrollado en el marco de la asignatura investigación–acción
de la carrera trabajo social de
la Universidad san
Sebastián , sede Valdivia y los insumos son parte del
análisis del libro,
Culturas de mercado, rutinas
de vida de Guillermo Davinson y Lucy Ketterer, 2006 Temuco:
Ediciones Universidad de la Frontera.
Introducción
El presente ensayo toma como cimientos principales de un
capitulo del libro citado, el que lleva por titulo tres
mujeres de la feria practicando la sororidad, en donde cobra
relevancia las historias de vida de 3 mujeres, vivenciando ciclos
de desarrollo
diferentes, de acuerdo con sus propias características
particulares como lo son sus edades, sus sentimientos e intereses
por la vida, pero que finalmente tienen un trasfondo común
que las une, me refiero al esfuerzo, trabajo,
reciprocidad de sus practicas sociales que hacen de su
cotidianidad una rutina de vida.
Es por medio de su trabajo que las mujeres van
desarrollando un juego social
cargado de transmisiones ancestrales y que se va replicando de
generación en generación.
Además, a estas tres mujeres las une su propia
cosmovisión de vida dado por la experiencia de ser una
mujer
mapuche.
Todos estos elementos van configurando lo que denomino
capital
social, este concepto que es
vital para comprender la base de lo que significa el desarrollo
local frente a los procesos
globalizadores y bajo un sistema
neoliberal, en donde es el mercado quien regula en cierta forma
las relaciones sociales. Es por ello, que en cierta forma se esta
dejando los procesos locales productivos cada vez mas invisibles,
frente a un mercado
global, como es el caso de las mujeres de la Feria Pinto, que
forman parte de una dinámica socioproductiva local y en donde
se atenta cada día con la desintegración de lo que
forma parte de nuestro patrimonio
cultural, por ende desde el punto de vista cultual, la tendencia
a la homogeneidad de la
globalización hace que las culturas locales vayan
desapareciendo progresivamente y perdiendo su identidad
dando paso a nuevos patrones de conductas asimilados.
Tres
mujeres practicando la sororidad
Ha quedado demostrado a través de las vivencias
de las mujeres su capacidad de desentrañar ese sentimiento
del yo por el de un nosotros en la Feria Pinto, dado por
años de convivencia junto a otros feriantes en donde se
han construyendo redes sociales, de las
cuales se van formando amistades que perduran aun cuando son
mediatizadas por la oferta y la
demanda de los
productos, a
pesar de la inclemencia del tiempo, de los
largos trayectos para llegar a su lugar de trabajo, del cansancio
de jornadas agotadoras, y el poco tiempo que les queda para
compartir con sus familias, producto del
triple rol que deben compatibilizar las mujeres, siendo estos el
de trabajadora, madre y dueña de casa.
Sumándoseles a lo anterior, la precariedad de las
condiciones laborales en donde las mujeres que viven diariamente
de una economía de carácter informal prácticamente de
subsistencia, se les hace imposible asegurarse dentro del sistema
de previsión social con la finalidad de que se les
garantice una jubilación digna producto de años de
trabajo y esfuerzo, permitiéndoles de esta manera una
cierta estabilidad a futuro.
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