- Introducción
- El personal
penitenciario - Los
Derechos Humanos en el sistema
penitenciario - Personal
penitenciario, dinámica de los cambios culturales y
organizativos - Problemas que
ocasiona cambios de personal - Conclusiones
generales - Recomendaciones
- Bibliografías
- Anexos
PRESENTACIÓN
El ámbito de trabajo del
agente penitenciario es la cárcel (alcaidías,
unidades de detención). De por sí es un
ámbito especial, un lugar social de casi nulo prestigio y
a la vez blanco de atención por parte de la opinión
pública.
Por otra parte, el pensamiento
mayoritario de la sociedad
actual es que se deben construir más cárceles, debe
haber condenas más largas sin importar, demasiado, que no
se cumplan los derechos que tienen las
personas privadas de su libertad
mediante sentencias originadas en los juzgados
competentes.
El interés
público no se posa sobre las condiciones de vida de los
detenidos ni las condiciones laborales de los agentes
penitenciarios salvo que ocurran episodios que llamen la
atención, sobre todo en los medios de
comunicación y que se consideran un atentado a la
seguridad
pública, que ha sido denominado por algunos autores
"pánico
mediático sobre el crimen". (Ferrel 1999) Es casi
en este único sentido en que el trabajo
penitenciario se observa desde la opinión pública,
también desde las políticas
estatales e, incluso desde la investigación
social (Liebring 1999). Es decir, solo cuando ocurren
episodios donde se revela su fracaso.
INTRODUCCIÓN
Para la aplicación de normas que
regulan el Sistema
Penitenciario y para el cumplimiento de sus objetivos se
requiere contar con personal
capacitado para llevarlos adelante. Evidentemente los fines del
Sistema Penitenciario exige un personal capacitado, a fin de
cumplir con la labor que le toca desarrollar en el interior del
centro carcelario. Sin embargo, en la mayoría de
países entre ellos el nuestro no se cuenta con el personal
idóneo para efectivizar en forma correcta el trabajo
tratamientos con los internos.
La cárcel como ámbito laboral tiene
características propias que hace que también el
trabajo del agente penitenciario tenga rasgos que no comparte con
la mayoría de otros trabajos. El agente penitenciario se
transforma para quienes están detenidos y condenados en el
fantasma de su condena.
Nuevo ordenamiento legal sobre el personal
penitenciario, comprende al personal de tratamiento, de administración y de seguridad, así
como dispone que las plazas deben ser cubiertas por estricta
línea de carrera conforme al escalafón. Aquí
se tiene que tener en cuenta y reconocer el carácter especial de la carrera
penitenciaria debido a función
social que cumple, estableciéndose la
organización del personal jerárquicamente y
está sujeto a un régimen laboral y de remuneraciones
especiales.
El mundo carcelario se define también por la
relación entre el agente penitenciario y los internos. Es
de esta relación de donde puede surgir el peligro que
define el ámbito laboral penitenciario. Ese peligro puede
ser definido como producto de un
campo de confrontación entre unos y otros. Cada uno de los
integrantes del escenario carcelario agentes penitenciarios y
detenidos se consideran "oponentes" entre sí. Si bien la
tarea de los agentes penitenciarios es la de mantener una
organización preestablecida de las unidades
penitenciarias, muchas veces se considera que es la de "cuidar
a los presos". Esta última expresión no es del
todo feliz, en tanto da la impresión de que el agente
penitenciario cumple una función de pacificar un lugar en
donde el otro protagonista es a la vez su
contrincante.
Nos parece que la tarea del agente penitenciario es
respetar y hacer respetar los reglamentos, y las leyes que ordenan
la vida cotidiana de las personas sancionadas con la
privación de la libertad ambulatoria debido a la
comisión de un delito. Sin
embargo, la situación carcelaria nacional y provincial,
como la de muchos países, no permite que se cumpla con la
función establecida y se convierta, entonces, en un real
campo de batalla donde se espera que cada uno muestre formas de
poder para
imponerse sobre el otro.
Si bien es cierto que no habría agentes
penitenciarios sin internos, quienes definen las reglas de
convivencia son las leyes y reglamentos y todos deben ser
respetuosos de los mismos. Pero, en la situación actual,
es sabido que estas leyes están lejos de cumplirse debido
a las condiciones de internamiento de los detenidos que son ya
muy conocidas: sobre población en las unidades penitenciarias,
convivencia de procesados y condenados (donde no se respeta,
entonces, el principio constitucional de inocencia previo a la
condena), uso desmesurado de la prisión preventiva,
lentitud en los procesos
penales, desinterés de los defensores en mantener
actualizados a los detenidos del estado de sus
causas, factores todos éstos ajenos a la actuación
laboral del agente penitenciario pero que tienen consecuencias
directas en el nivel de conflicto que
a diario se plantea en una unidad penitenciaria.
Por otro lado, está la llamada "cultura
penitenciaria" que podría definirse como estilos de
vida que los internos van adoptando a lo largo de su
estadía carcelaria y que está directamente
relacionada con la generación de códigos propios y
"secretos" para poder comunicarse sin ser entendidos por
aquellos a quienes consideran sus "enemigos".
Además esta cultura puede
ser considerada como una forma de construir una identidad en
el encierro, que a veces ya viene en ciernes y se consolida
durante el período de detención; y muchas veces
subsiste en el período post-penitenciario.
Actualmente viene trabajando la organización
Reforma Penal Internacional (RPI),implementar las Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas
para el Tratamiento de los Reclusos. La realidad carcelaria y
penitenciaria en los últimos años viene atravesando
una serie de dificultades por diversos situaciones y allí
cabe mencionar al personal penitenciario que requiere de
una alta capacidad para dirigir los centros penitenciarios. Es
hora de que los centros penitenciarios dejen de ser un motivo de
vergüenza para los gobiernos y las sociedades que
las presentan, para convertirse en un desafío prioritario
y en una urgente exigencia de labor mancomunada e integral de las
instituciones
públicas y de las organizaciones
independientes de la sociedad
civil.
Cualquier reforma que se quiera implementar, será buena y
positiva, siempre y cuando tenga como eje el respeto de la
dignidad y los
derechos
humanos, y la reinserción
social productiva de la persona privada
de libertad.
CAPÍTULO I
EL
PERSONAL PENITENCIARIO
- Descripción del Personal
Penitenciario.-
La forma en que el personal penitenciario trata a los
reclusos es fundamental para el cumplimiento de los derechos
humanos. No existiendo una conducta adecuada
de parte del personal fracasarán las demás medidas
de reforma. Sin embargo, la formación del personal suele
ser inexistente, mínima o incorrecta. Cambiar la conducta
y actitudes del
personal generalmente es clave para el éxito
de la reforma penitenciaria y se suele considerar que la
formación es la solución. Pero sin un compromiso
visible de los directivos de la
administración y sin el establecimiento de un marco
ético claro para el servicio
penitenciario, dicha formación puede resultar
ineficaz.
Se suele ver la formación en derechos humanos
como una medida de reforma de bajo costo. Pero, su
eficacia
depende de quién la imparte, cómo y en qué
contexto. Si se la lleva a cabo en forma incorrecta, puede
resultar contraproducente. La formación que tendrá
más probabilidades de cosechar beneficios es la que
implica liberar al personal penitenciario para que controle su
trabajo y tome decisiones. También se debe prestar
atención a otros factores importantes para el personal,
como sus condiciones de empleo y el
acceso a diversos recursos en caso
de que se les nieguen sus derechos.
2.2 LA IMPORTANCIA DEL PERSONAL
PENITENCIARIO
En las prisiones, los dos grupos más
importantes son los reclusos y el personal que trabaja con ellos.
La clave para tener una prisión bien administrada, que
aplica normas de decencia y humanidad para todos, es la
interrelación entre estos dos partes. Para que los
empleados penitenciarios puedan llevar a cabo su trabajo de
servicio público de manera profesional, deben ser
cuidadosamente seleccionados y recibir la formación
adecuada.
Los principales problemas
tienen que ver con el personal penitenciario, que ven a los
reclusos como sus enemigos. El servicio de transporte es
simbólico: los reclusos tienen que recostarse en el piso
de los furgones ‘como perros’. Es
necesario capacitar al personal".
Los ministros del gobierno y los
directores de los servicios
penitenciarios tienen que demostrar sus buenas intenciones,
producir para cada empleado tarjetas o
guías de bolsillo sobre el cumplimiento de los derechos
humanos o colocar en la prisión carteles con fragmentos de
las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para el
tratamiento de los reclusos son todas medidas útiles, pero
por sí mismas no afectarán a la interacción entre el personal y los
reclusos ni la mejorarán.
Las personas cruciales son los empleados penitenciarios
que tratan con los reclusos en forma cotidiana. Son ellos quienes
abren las celdas de los internos por la mañana, quienes
pasan junto a ellos la mayor parte del día y quienes los
encierran a la noche. Son testigos de las mayores fortalezas y
las grandes debilidades de los reclusos.
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