De manera, que la asociación es ─para Gide
y Feroci─, una ley universal que
agrupa moléculas, células
para ir conformando los llamados cuerpos en el universo
físico; pero también, en el plano lógico del
pensamiento
humano; es la que reúne las ideas, conceptos para ir
conformando los pensamientos que permitirán la
agrupación de los individuos en familias, clanes, sociedad, y
finalmente, en Estado.
Si partimos de esta concepción evolutiva de
molécula y célula
para llegar al cuerpo; y de esta al individuo para
culminar en el Estado,
estaríamos aproximándonos a la concepción
schellingiana de que el Estado es la reunión de lo ideal
con lo real. No cae extraña entonces la observación que nos hace León
Martín Granizo (prologuista de Feroci), cuando nos define
al Estado de la siguiente manera:
"…el ideal fascista…trata de forjar al
hombre
íntegro, cargándole de impulsos e ideales hasta
que desarrolla su potencia
máxima para proyectarle hacia el porvenir; pero al mismo
tiempo
coordina toda su actividad, encuadrándola en una norma
rígida que preside el interés
general y, por encima de éste, el supremo interés
del Estado-Nación".
Por lo que la palabra Estado, trasciende a un poder
originario que Sieyès llamaría Nación,
y que en Mussolini se sitúa en la expresión
pueblo. Para este último (Mussolini), "el pueblo
es el Estado y el Estado es el pueblo". Esta
concepción de Estado como sinónimo de nación
o de pueblo reiterada en el fascismo
italiano, es similar a la de Patria en el falangismo o fascismo
español, y
en la de raza o sangre el
nacional socialismo o
fascismo alemán.
Es importante entender, que si no comprendemos esta
idea, sería nugatorio todo intento de avanzar en la
cognoscencia de esta doctrina política. La
ininteligibilidad de la misma, es producto
más bien de la falta de voluntad o de la sordidez causada
por una intolerancia extrema de algunas personas a esta ideología.
Tomando entonces en consideración que nuestro
amable lector no está contaminado de lo anteriormente
dicho que nubla su capacidad intelectiva, nos permitir avanzar en
esta dirección sobre los distintos signos y
mensajes que podemos encontrar en esta doctrina.
Al respecto, prosiguiendo con esta idea del Estado
Carl Schmitt
nos indica lo siguiente: "La unidad del Reich alemán no
se basa en los 181 artículos y en su validez, sino sobre
la existencia política del pueblo alemán", lo
que quiere decir, que el Estado alemán ─desde el
punto de vista fascista─, no era una hoja de papel llamada
Constitución sino la existencia
política del pueblo alemán. No se habla de
existencia simple, sino de existencia política;
entendiéndose con ello al hombre no como un "animal
solitario", sino como en lenguaje
aristotélico señalaríamos como "animal
político".
Esta existencia humana individual entendida
ontológicamente, se transfenomenaliza a través de
un "appetitus societatis" ─en un sentido
grocioano" para transmutarse a un cuerpo llamado sociedad.
Una vez formado como pueblo o nación ─en la
concepción fascista─, adquiere consciencia de
"Volkgeist" y constitución de
"Volkseele", en la cual este "Dasein"
consigue armónicamente la "translation
doctrinae" que coloca como puente y unifica los espacios
vacíos dejados por el iusnaturalismo y el historicismo. El
fascismo es pues, la cadena de puentes que logra interconectar al
iusnaturalismo, al historicismo, al positivismo y
al irracionalismo, dejando éstas de ser un
archipiélago de ideas que se piensan contrarias y
desconocen su coexistencia dentro del mismo planeta.
Visto así, comenzaríamos a entender y
comprender la idea, el mensaje que Feroci comienza a darnos con
esta "ley de la asociación". Por ello, tiene
sentido propio y destino natural este Capítulo I dedicado
a la historia de
las asociaciones ─incluyendo las corporaciones─ en la
historia del mundo. Su Capítulo II continúa esta
visión cosmológica, pero ya dentro de un marco
más moderno y de mayor contenido social.
En el caso italiano hasta 1926 se acotan estas
observaciones:
"El fascismo había comprendido bien como el
problema de los grupos
sociales no está necesariamente ligado a la
destrucción de la economía
capitalista. Se trataba al contrario, de aislar el sindicalismo
del socialismo ** y de las ideologías
antinacionales, pacifistas***,
internacionalistas****, humanitarias y
anárquicas de que aquél lo había rodeado.
De ahí que el fascismo crea un sindicalismo nacional,
inspirándose en la Patria y en la solidaridad de
la nación".
Queda explicado en el anterior párrafo, como es tratada la cuestión
social en la doctrina fascista al tratar de aclarar en primer
lugar no tener ningún "animus" de ir en
contra de la economía capitalista "per se";
y es por ello, que hemos comentado anteriormente en otro
capítulo, que Lassalle al hablar de la imposibilidad de
coexistencia entre una producción mecánica y un sistema de
maquinismo, por un lado; y una constitución de tipo
gremial, por otro lado; no pudo visualizar que un siglo
más tarde, se estuviera haciendo este deslinde desde otro
punto de vista, que no yuxtaponía estos sistemas, sino
más bien, los complementaba y perfeccionaba.
También, la separación del sindicalismo
nacional con relación a otros sistemas con fines
disociativos existentes en el mundo socialista ─para
decirlo a un grosso modo─, pretendía
en Feroci demarcar las fronteras que les separaban en esta nueva
concepción política. Este marco económico y
social que va conformando la ideología fascista,
está determinado en el programa-estatuto
del Partido Fascista aprobado en diciembre de 1921, que
rezaba lo siguiente:
"El Fascismo no puede combatir el hecho
histórico del desenvolvimiento de las corporaciones;
pero quiere coordinar tal desenvolvimiento con los fines
nacionales. Las corporaciones toman su impulso de dos fines
principales, esto es: como expresión de solidaridad y
como medio de desenvolvimiento de la
producción".
Sin embargo, no se trataba de crear un Estado sindical
como tal dentro del régimen fascista. Las corporaciones y
el Derecho Corporativo son parte integrante del Estado y del
Derecho Fascista, como lo es la especie al género.
Todo fascista es corporativista, pero no necesariamente, todo
corporativista tenga que ser fascista, como fue el caso del
gobierno
portugués de Salazar de Oliveira. El gran mérito
del Estado Fascista, es que sabiendo eso, haya impulsado y
defendido una doctrina ─el corporativismo─, como si
fuese propia; aún conociendo que ella es anterior al
fascismo mismo. Por eso, Feroci haciendo alusión a los
dictámenes y propuestas de la reforma constitucional
celebrada en Roma en 1925,
apunta lo siguiente:
"En el dictamen de la Comisión presidida por el
senador Gentile*****, ya se delinea el concepto de un
Estado soberano, fuerte, superior y sobrepuesto a los sindicatos".
Seguidamente a esta referencia, y para dar mayor
fuerza al
equívoco sostenido por Ferdinand Lassalle (según
nuestra apreciación), leemos en Feroci lo
siguiente:
"Después viene autorizadamente confirmado que
el Fascismo reconoce la necesidad y la importancia del factor
capital y
que los intereses de las diversas clases
sociales no están en contraposición, sino que
se completan".
Después de señalar Feroci que en España los
socialistas, colectivistas y anarquistas estuvieron confusamente
unidos en escasas y pocas firmes organizaciones
obreras desde 1882 hasta el período republicano
español, la Unión General de Trabajadores
existente en casi toda España, tuvo un fuerte sesgo y casi
dominio
exclusivo del socialismo español; mientras que en
Cataluña, la Confederación Nacional del Trabajo
era dominada por el sindicalismo anarquista. La lucha interna
entre ambos bandos, originó a principios del
Siglo XX la dictadura del
general Miguel Primo de Rivera, quien creó el llamado
Sindicato Libre. A esta forma sindical le sucedió
la creación de una nueva base social española, la
cual describe Feroci de esta manera:
"Entretanto en 1931, habían nacido los
sindicatos de las J.O.N.S.******, que unidos
más tarde a la Falange Española,
perseguidos a muerte,
fueron la base de toda la
organización sindical española, que fue
adoptada por el nuevo Estado durante la guerra de
liberación, y su forma social, después del
triunfo".
El tercer capítulo de esta obra nos lleva a la
solución corporativa de la cuestión social y al
nuevo Derecho Sindical y Corporativo. A tales efectos,
retrotrayéndonos al capítulo anterior, Feroci
aclaraba que el término "solución"
tenía un sentido propio y preciso cuando se refería
a las ciencias
matemáticas; pero no así cuando lo
aplicábamos a los problemas
sociales, transcribiendo al respecto la definición de
R. Bonghi en su "Discorsi e saggi sulla pubblica
instruzione" en Florencia en 1876, la cual narraba
textualmente lo siguiente:
"La solución de éstos nunca acaba
realmente, ni es perfecta, ni entera, y quiere solamente decir
con bastante modestia, una combinación teórica y
práctica de las fuerzas y de los influjos más
apropiados en un momento dado, con ciertos aspectos de la vida
social, dirigida a que ésta sea más proporcionada
y responda mejor al fin y a la idea racional de la naturaleza
humana. La solución es continuamente provisional,
requiere constante estudio perpetuamente renovado y estoy por
decir que no se encuentra hoy si no es para volver a comenzar a
buscarla mañana otra vez desde el principio".
Una vez aclarado el término
"solución" para efectos ulteriores en este
capítulo, Feroci comienza el mismo tratando de dar una
explicación del concepto de Estado apelando a la frase de
Mussolini que proclama "el pueblo es el cuerpo del Estado, y
el Estado, el espíritu del pueblo; que en el concepto
fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el
pueblo".
Para Feroci, esta máxima tiene una lógica
necesaria, y así, se evidencia de la opinión que
nos remite de Giorgio Del Vecchio publicada en 1929 en la
"Revista
Internazionale di Filosofia del
Diritto" que señalaba lo siguiente:
"Porque un Estado verdaderamente sólo vive y
prospera cuando, además del nexo que da unidad formal a
los partícipes de una misma ordenación
jurídica, hay entre éstos un ligamen
ético, una profunda identidad de
voluntades, una real comunión de espíritus, un
igual ardor de fe en la religión civil de
la Patria".
Esta definición del insigne maestro Del Vecchio,
nos lleva a identificar nuevos elementos que están
presentes en el Estado Fascista, y que, trascienden el carácter meramente asociativo, social y
económico del Estado Corporativo. Por un lado, nos habla
del ligamen ético, lo que indica, la preexistencia de una
conducta basada
en elementos axiológicos, morales y deontológicos
en sus individuos. Igualmente, de una filosofía
voluntarista que viene dada en "una profunda identidad de
voluntades" que se manifiesta en su "Volkgeist"
como poder soberano supraconstitucional, que va más
allá de ese "nexo que da unidad formal a los
partícipes"; por lo que el pueblo "in
corpore" se transmuta en espíritu del pueblo
("Volkgeist") a través de una voluntad
decisionista constituyéndose en Estado.
Además, se añade al Estado Fascista otro
elemento de carácter místico al incluir la
expresión "una real comunión de
espíritus", que infiere la convergencia de individuos
en cuerpos y almas, dentro de una estructura
deseada llamada Estado o Patria. La frase mussoliniana "el
pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado, es el pueblo"
debe ser toada en su total concepto místico derivado de la
transustanciación en la liturgia católica cuando
señala "el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de
Cristo". El fascismo de esta manera dianoética,
trasciende el lenguaje
común en lo social, económico, individual y
político propio de las organizaciones socialistas,
socialdemócratas, comunistas, anarquistas, liberales,
conservadoras, monárquicas, laboristas, etc., llegando
esta actitud
mística de la doctrina fascista a su clímax cuando
de manera conclusiva determina Del Vecchio con la frase "un
igual ardor de fe en la religión civil de la Patria".
Esta frase que revela un "ardor de fe", asociado a la idea
final de Patria, nos lleva indefectiblemente a elementos
teológicos representados en esa fe con míticos
personalizados en la Patria; pero no el mito como una
leyenda que sea falsa, sino como un paradigma que
se lucha por él, y por el cual, el combatiente fascista
está dispuesto a morir en caso de que sea
necesario.
La idea de religión civil no tiene en este caso
un carácter pagano; todo lo contrario, el Estado Fascista
se cuidó en todo momento de ser muy respetuoso con las
religiones, y en
especial, con la católica. Es más, su ideario y sus
principales líderes en Italia,
España, Líbano; e inclusive, en Alemania, eran
miembros confesos y participantes de esta Iglesia. De
manera, que el vocablo "religión civil" debe ser
asociado a la idea de "eclessia" como una comunidad de
fieles, pero fieles al ideal fascista que no busca sustituir a
Dios, sino convertirse en instrumento para tal fin. Al ser un
medio de carácter terrenal, y no religioso, su campo es la
metafísica y no la teología.
Recordemos la frase falangista "por el Imperio hacia
Dios", y en Líbano se autodenominaban como Falange
Cristiana. Así, el fascismo busca la solución
de una manera integral y en forma totalitaria ofreciendo una
forma de vida y un sentido de la misma a sus miembros, a
través de algo superior a una organización política cualquiera, es
decir, constituyendo una religión civil llamada Partido
Fascista.
Frases de Virgilio Feroci.
"El fascismo, sólidamente adherido a la
realidad de la vida, no pretende negar que los intereses
individuales sean el resorte más poderoso para el
aumento de la producción y de la riqueza; y
así, no suprime la iniciativa individual, sino que la
estimula, la anima, la tutela y
la vigila, y, en dependencia lógica de sus premisas,
la sustituye solamente cuando paladinamente se demuestra que
es insuficiente para llenar los fines superiores de la
Nación".
"En conclusión, el principio corporativo
se presenta como el principio de transformación que la
revolución fascista ha introducido en
la estructura del Estado y en el sistema del Derecho, en el
principio de la reconstrucción de una nueva
ordenación jurídica en su integridad y de
reorganización política, entera y profunda,
como es natural que ocurra con un principio que se coloca en
el núcleo esencial y central de la organización
del Estado, donde está el alma, que
da a todo organismo vida y valor".
Miguel Omar Cevedo Marín.
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