En 1927 conoce a Antonio Oliver Belmás, con quien
contrae matrimonio en
1931. En diálogo
con Antonio Requeni, la poeta recuerda al marido como su
principal influencia literaria; el fue quien marcó el
curso de sus ulteriores creaciones, haciendole conocer escritores
diferentes de los que estaba acostumbrada a leer y que cambiaron
diametralmente su visión de la poesía. Fue Oliver
Belmás quien seleccionó los poemas que formaron el
libro enviado a la editorial "La Lectura",
así apareció el primer libro de Conde. El amor por
su esposo se evidencia en numerosos poemas, como el que dice: "Yo
no te pregunto adónde me llevas./ Ni por qué./ Ni
para qué./ ¿Tú quieres caminar?, pues yo te
sigo".
Los poemas recogidos en Derramen su sangre las
sombras (1983) datan de cincuenta años antes, una
época espléndida para la poeta que, sin embargo, se
vuelve inesperadamente trágica. En junio de 1933, Carmen
Conde esperaba un hijo de Oliver Belmás; el niño
era el centro de su atención, tanto en la vida cotidiana
como en la efusión lírica- Mas la criatura
nació muerta. Así lo recuerda la madre, en una
acongojada prosa: "¡María del Mar y de la muerte se
llamó la niña! Porque nació sin vida, tanta
como yo creía haberle dado mía. Como en una barca
se fue a bordo de su nombre azul y anchísimo, más
allá de mí". Este fragmento es de octubre del mismo
año; la poeta inicia un largo camino.
La Guerra Civil los sorprende. Antonio queda recluido en
Murcia y ella se refugia en la casa de un matrimonio amigo. Sus
poesías
de estos años hablan del profundo horror que despertaba en
ella la visión de los campos yermos, de la lucha
fratricida. Ante tanto dolor, afirma: "¡Si las mujeres
oyeran el clamor de sus entrañas, acabarían las
guerras!". A
partir de 1945 aparecen las obras que marcan su rotunda
afirmación como poeta; ellas son Ansia de la
gracia, de ese año, y Mujer sin Edén, de
1947. Las publicaciones se suceden; la escritora se repone
lentamente de las amarguras causadas por la contienda.
La académica
La década del sesenta le depara, sin embargo,
grandes dolores; la muerte de su madre y, en especial, la de su
marido, la sumen en un hondo pesar, que se traduce en tres
años de aislamiento. "Antonio Oliver Belmás (…)
fue un hombre muy valioso, con una gran sensibilidad, excelente
poeta y mucho más inteligente que yo, pues, a su lado,
siempre fui un ser primario", dijo a Requeni. El dolor ante la
pérdida del ser amado se encuentra plasmado
poéticamente en "Réquiem por nosotros dos",
creación en la que se pregunta por su pasado y la senda
que recorrieron juntos.
Por esa época, Carmen Conde ya había
ganado muchos premios; su obra era estudiada en varias tesis en
universidades europeas y norteamericanas. De la década del
ochenta, cuando la poeta cuenta ya más de setenta
años de edad, es "Cántico al amor", creación
que demuestra que, a pesar de todo, la felicidad es posible. Y lo
es, porque el pasado actúa como una poderosa fuente de
alegría: "La vida es inmortal, yo se la doy/ a otra que me
espera/ e irá naciéndose".
La vida y la obra de Carmen Conde son la
expresión de una voluntad de crecer dentro del cauce de lo
absolutamente femenino; apasionada por su marido y por la
maternidad –que no llegó a concretar-, no acepta de
ningún modo ser relegada a un segundo plano. Es mujer,
pero mujer que acompaña a un hombre y que es
acompañada por él, no mujer que quiere ser un
hombre.
En su poesía alienta esta confianza en la propia
condición; la femineidad y toda la rica gama de
sentimientos cobran vida nueva en estos versos. Carmen Conde
realizó una gran conquista: abrió a las escritoras
las puertas de la Academia; poco tiempo después
ingresó a la institución Elena Quiroga. "Yo soy
poetisa –dijo-, que es el nombre de la mujer que hace
versos. La mujer que pretende que la llamen ‘poeta’
demuestra querer ser como el hombre, como si tuviera un complejo
de inferioridad por ser mujer".
Cimentada en lo más profundo de la existencia, la
poesía de Conde estremece con la fuerza de una obra
perdurable.
Miguel Hernández, en sus
cartas
El 28 de marzo se cumple un nuevo aniversario de la
muerte del poeta oriolano, fallecido en 1942 en una cárcel
de España. Agustín Sánchez Vidal, autor de
Miguel Hernández en la encrucijada, se refiere a
los últimos meses del creador: "El 28 de junio de 1941
Miguel ingresa en el reformatorio para adultos de Alicante. Con
ésa son ya doce las càrceles por las que ha pasado;
ésa será la última. La neumonía sufrida en Palencia y la
bronquitis de Ocaña se van agravando (…) La única
posibilidad de curación pasa por su traslado al sanatorio
antituberculoso de Porta Coeli, en Valencia. Pero el permiso
llegará tarde (…) El 4 de marzo de 1942 tiene lugar la
boda en la enfermería
de la cárcel en rito similar al de in articulo
mortis, dada la gravedad del enfermo. El 21 de marzo llega
la
comunicación oficial del Ministerio de Justicia
autorizando su traslado al Sanatorio de Porta Coeli. Llega tarde,
naturalmente: ya no se podía mover. Miguel
Hernández moría al cabo de una semana".
En la carta de
pésame que envía a la viuda, Josefina Manresa, don
Germán Vergara se refiere a las diferentes actitudes que
observó con respecto al enfermo: "No dieron resultado mis
gestiones para aliviarle, sacándole de donde estaba; se
tropezó en leyes y
reglamentos que no para todos son salvables. Puedo, sí,
asegurarle que yo hice de mi parte cuanto estuvo en mi mano y que
encontré personas comprensivas que me ayudaron y otras que
no quisieron entender".
Un crítico escribió: "De origen campesino,
recibió las primeras enseñanzas en la escuela de su
pueblo y debió dedicarse a los trabajos de la tierra y al
pastoreo; sin embargo, Miguel Hernández, con decidida
vocación literaria, logró una sorprendente cultura
autodidacta, basada en particular sobre sus lecturas de los
clásicos del Siglo de Oro.
Esta formación, enraizada en las más puras
tradiciones de su tierra levantina es perceptible a través
de toda la obra hernandiana, que desde su barroquismo inicial
evoluciona hasta la sencillez honda y estremecida de sus poemas
de la cárcel".
Evidencias de
su origen, del arduo camino que lo llevó hacia la plenitud
de su lírica, y de sus postreros momentos se encuentran en
las cartas
-compiladas por Sanchez Vidal- que escribió a familiares,
amigos, colegas y maestros, las cuales tienen, entre otros
méritos, el de permitirnos conocer la dura realidad que
enfrentó el poeta en sus últimos meses. "La parte
final de este epistolario queda un tanto en penumbra al no contar
con las cartas dirigidas por el poeta a su esposa -dice el
compilador-". De entre estas misivas seleccionamos las que nos
parecieron mas significativas y las reproducimos
parcialmente.
Muchos años antes de su trágico fin,
escribe a Juan Ramón Jiménez desde Orihuela, en
noviembre de 1931, y le habla de su humilde condición:
«No le extrañe lo que le digo, admirado maestro: es
que soy pastor. No mucho poético, como lo que usted canta,
pero sí un poquito poeta. Soy pastor de cabras desde mi
niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido
en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio
éste, que fue de dioses paganos y héroes
bíblicos.
En esa carta se
manifiesta en inferioridad de condiciones con respecto a otros
creadores: "Por fuerza he tenido que cantar. Inculto, tosco,
sé que escribiendo poesía profano el divino arte…
No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que
arde en la suya…" y relaciona el sentimiento con las pocas
posibilidades de instruirse que encontró: "odio la pobreza en que
he nacido, yo no sé… por muchas cosas …
Particularmente por ser causa del estado inculto
en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni
decir las muchas cosas que pienso".
En una carta enviada a Ramón Sijé desde
Madrid, el 11 de enero de 1932, insiste en la
contradicción que advierte entre su condición
social y sus motivaciones: "¿Por qué me pusieron un
alma de poeta? ¿Por qué no fui como todos los
pastores, mazorral, ignorante? Y este odio al trabajo de los
brazos… ¿Y esta ansia de cumbres y soledad de
ladera?"
A Luis Almarcha escribe el poeta desde Orihuela, el 10
de octubre, de 1932, refiriéndole su penosa
situación: «Es el caso, querido don Luis, que deseo
vivísimamente estudiar y en casa no pueden, o no
sé, no quieren, mantenerme si no trabajo (mi padre dice:
si no doy 'producto',
como una máquina o un pedazo de tierra). Yo me ahogo en mi
casa. Me dicen que no hago nada. Y yo no respondo que en los seis
meses que no hago 'nada' he hecho mas que nunca; (dar un saIto
enorme en la poesia, leer muchos libros y
preparar uno para dentro de unos dias), porque, ¿para
qué?… Ellos no sabran nunca que leer y hacer versos e
inclinarse sobre la tierra, o sobre las cabras, son la misma cosa
y para leer y hacer versos, como para trabajar es necesario
(¿verdad?) amor. Y yo hago desde que pude lo que hago y
siempre amo, y no hago lo que hice una vez y siempre
odio».
Le relata sus progresos como autodidacta: «En
estos ultimos dias he leido: Sonata de primavera, de
Valle-Inclan; Lirio del valle, de Balzac; Pequeños poemas
en prosa, de Baudelaire; El estanque de los lotos, de Amado
Nervo; un Iibro de critica sobre Dario y el fabuloso Gitanjali,
de Rabindranat Tagore. Todo por casi nada de
dinero».
Su poemario Perito en lunas es el tema de la carta que
dirige a Federico Garcia
Lorca, fechada en Orihuela, el 10 de abril de 1933. En ella
le dice: «Usted sabe bien que en este libro mio hay cosas
que se superan dificilmente y que es un libro de formas
resucitadas, renovadas, que es un primer libro y encierra en sus
entrañas mas personalidad,
mas valentia, mas cojones – a pesar de su aire falso de
Góngora- que todos los de casi todos los poetas
consagrados, a los que si se les quitara la firma se les
confundiría la voz».
EI autor de Yerma -»cuyas relaciones con Hernandez
se adivinan poco cordiales»- le responde con sabios
consejos, al tiempo que elogia su lírica: «Escribe,
lee, estudia. LUCHA! No seas vanidoso de tu obra. Tu libro es
fuerte, tiene muchas cosas de interés y
revela a los buenos ojos pasión de hombre, pero no tiene
mas cojones como tu dices que los de casi todos los poetas
consagrados. Cálmate. Hoy se hace en España la mas
hermosa poesia de Europa».
Con respecto a otro de sus libros, escribe a Benjamin
Palencia, desde Orihuela, en diciembre de 1934: «Estoy
acabando de terminar un libro lírico, ''EI silbo
vulnerado' …un libro como tú me pedias, de pajaros,
corderos, piedras, cardos, aires y almendros. Necesito de pura
necesidad tu colaboración. Y de puro orgullo
también. ¿Quieres decirme inmediatamente si
cuento
contigo? Como tú, estoy Ileno de la emoción y la
vida inmensa de todas esas cosas de Dios: pajaro, cardo, piedra
… por mi trato diario con ellas de toda mi
vida».
Ese libro es el asunto sobre el cual escribe asimismo a
Luis Felipe Vivanco, en enero de 1935: «A fines de febrero
saldrá desde Murcia mi 'EI' silbo vulnerado' , casi todo
de la poesia que estoy haciendo en estos momentos críticos
de mi vida y mi huerto. Casi todo escrito en un ay: casi todo
sangre».
En esa misma fecha se dirige a Pablo Neruda,
pidiéndole ayuda: «¿Estará por
entonces decidido ya lo de la revista y
podré andar por ahi sin dificultades económicas? No
quiero que mi estómago haga el ridiculo como esta vez
pasada porque soy honrado y no sé pedir. Por tanto aqui me
quedo cultivando la pobreza, la
tierra de mi huerto y la poesia hasta que me diga en concreto lo
que hay».
Las cartas se suceden durante años, hasta que
llegamos a una que le escribe a Vicente Aleixandre, en junio de
1941. En ella demuestra su optimismo, al tiempo que da cuenta del
maltrato que se le da en prisión, cuando afirma: «he
pasado unos dias con una bronquitis que me ha dejado mucha
flojera. Ademas, la falta absoluta de preparados farmaceuticos
atrasa la cura completa y todavia no ando firme. Se que
recobraré mi salud, que siempre ha
vencido obstaculos muy grandes, pese a las enfermedades habidas y por
haber. Es la unica ganancia que persigo en mí mismo: la
salud. Con ella en los brazos, por mucho que pierda, nada
daré por perdido».
Dos meses antes de morir, conforta a su madre con estas
palabras: «Madre, me acuerdo mucho de ti. No sufras, come,
cuídate y ya vendran tiempos mejores. Ya estoy aqui en la
enfermeria de la prisión, un poco impaciente de Ilevar 37
dias en cama, y eso que es la primera vez que duermo en ella
después de dos años y medio de prisión (un
poco más).»
Unos dias más tarde, escribe a Carlos Rodriguez
Spiteri: «Consuélate de todo, y lo importante, que
no hay nada importante, es dar una solución hermosa a la
vida».
Alonso Zamora Vicente, ¿Escritor o
periodista?
Con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de 1a
fundación de ALA (American Literary Agency),
Joaquín Roy escribio una obra en la que realiza
interesantes consideraciones acerca del periodismo y
la literatura. Se refiere a las notas que transitan esa senda
compartida por ambos, los ensayos;
muchas veces. son firmados por importantes personalidades de 1as
Letras, y aparecen habitualmente en las secciones culturales de
los matutinos. En nuestro país, puede observarse que
prestigiosos ensayistas colaboran asiduamente en los suplementos,
haciendo llegar al publico trabajos de valioso contenido
redactados con elegante estilo. Ello es, de por sí, una
prueba de que la literatura no es una actividad alejada del
hombre común, del lector que gusta recrearse con paginas
de indudable calidad.
Pero, surge la pregunta, ¿es periodismo o es
literatura? Muchas de esas obras -afirma Roy- son compiladas en
volúmenes, formando una parte no menos interesante que
otras en la producción del escritor. La labor
periodística se agrega así al corpus de sus obras,
y resulta de innegable estima cuando se trata de conocer las
vivencias de un hombre que, lejos de encerrarse en la torre de
marfil, se brindó también a las preocupaciones
cotidianas. Esto sucedió con Alonso Zamora
Vicente.
Zamora Vicente nació en Madrid en 1916;
falleció en 1990. Lingüista, crítico y
narrador, ejerció en los claustros de diversas
universidades españolas y americanas. Fue catedratico de
la Universidad de
Madrid y miembro de la Real Academia Española. En 1969
obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Miguel
de Unamuno por su estudio "La realidad esperpentica", análisis de una obra de Ramon del Valle
Inclán; once años despues, su labor narrativa fue
galardonada con un premio de la misma magnitud. otorgado a su
novela
Mesa, sobremesa. Su erudicion no fue obstaculo para
que desempeñara con asiduidad y maestria la tarea de
ensayista en un diario argentino, desde tierra americana o desde
su amada España.
En 1948, Zamora Vicente fue nombrado director del
Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires,
cargo que desempeñó hasta 1953, año en que
regresó a Europa. Por esa epoca se dedico con entusiasmo a
los estudios filológicos que tanto había impulsado
en la Argentina Amado Alonso; paralelamente, se nutria de la
relacion con importantes literatos de nuestra tierra, como
Mallea, Borges y Julio
Cortazar.
Escuchemos, relatado por él mismo, cómo se
produjo su acercamiento al periodismo: "¿cómo
empecé a escribir? Creo que, aparte de esos ensayitos
deliciosamente inocentes de la adolescencia (a mi no me da reparo
alguno hablar con lugares comunes), empecé realmente, en
realidad de verdad, el día que, siendo profesor
extraordinario de la Universidad de Buenos Aires. recibí
una amable invitacion de Eduardo Mallea para colaborar en el
suplemento literario de La Nación (Mallea era
entonces el director de esa sección). Es un suplemento,
todos ustedes lo saben, que se publica los domingos. Creo que
esto ha condicionado mi trabajo posterior: estoy ya condenado a
ser un escritor -o un crítico, me da lo mismo-, de
domingo".
Esta "condena" fue vivida con singular alegría
por el academico, que se prodigó en artículos
variados y emotivos. signados todos ellos por el amor a su tierra
y por el encanto que en su espiritu supo despertar la Argentina.
Sus trabajos fueron publicados mucho despues bajo el titulo de
Suplemento literario; rendía así homenaje a
las paginas que los habian visto nacer, y reivindicaba,
quizás sin proponerselo, un genero tantas
veces denostado.
Nostálgica
evocación
Zamora Vicente escribió sus articulos
periodisticos como había escrito toda su obra: con riqueza
de imagenes y sin hacer concesiones. Surgen de sus ensayos las
vividas regiones de España retratadas con genuina ternura,
con sencilla admiracion. Las paginas del diario en que
aparecerían fueron el medio por el que una España
lejana, pero a la vez inmediata, se corporizó en la mente
de lectores argentinos, que la conocían o que, a partir de
ese momento, anhelaron pisar su suelo.
Es notoria, en la prosa del academico, la resonancia de
la naturaleza.
Cuanto rememora -ya sea de su niñez, ya de su edad madura-
se halla teñido de la. nostalgia que el estudioso abriga
en su corazón, y
esa nostalgia se vincula a la naturaleza hispánica,
testigo y eco de sus experiencias. Cuatro ensayos, referidos a
temas cotidianos,-nos permiten recorrer el ciclo de las
estaciones, tal como son vividas en el Viejo
Continente.
El primero de ellos, titulado "Pregones", evoca la
llegada de la primavera. El escritor sabia de su cercanía
por la alegre y creciente frecuencia de los pregones: "En Madrid
eran claros. De pronto, una mañana con sol alto. Y una voz
que ofrece lilas de la Casa de Campo. Pasa debajo de los balcones
esa mañana. Miramos con asombro el calendario".
"Otoño en Salamanca'" fue publicado el 23 de
noviembre de 1952, cuando se acercaban ya los primeros calores
estivales. El escritor, español al fin, vive según
las fechas de su tierra, que se prepara para un crudo invierno:
el otoño es evocado con queda tristeza, con la certeza de
que tambien él es necesario para que el curso de los seres
vivientes no se altere: "En Salamanca casi se le ve venir. Viento
largo que llega de los montes barriendo la. llanura,
acosándole de nubes, reacio a la lluvia". Esta
estación se advierte, fundamentalmente, por la llegada de
"los nuevos", los estudiantes que, bulliciosos y preocupados;
inician sus cursos en los claustros salmantinos.
EI invierno revive en la mente del escritor a partir de
una noticia, una escueta noticia de aquellas que pasan
inadvertidas: un viejo café
cierra sus puertas. La novedad despierta en el ensayista la
evocación de una tarde de domingo provinciana,
protagonizada por una pareja que, con mas pulcritud que dinero,
pasa las horas mirando la gente, mientras alarga un vaso de
cafe con
leche.
"inocente truco para disimular la larga permanencia, el corto
gasto".
El verano, por fin, campea sobre Madrid: numerosos
personajes desfilan por la ciudad al caer la tarde. La tibieza
que emana de los jardines embriaga sus almas.
Erudición y amenidad
Hemos recordado a un escritor mas conocido por su labor
erudita que por su emotiva prosa sobre temas cotidianos. Zamora
Vicente fue -como afirma Leonardo Romero Tobar- el autor de "unos
articulos que son monumento literario, entre la vivencia
lírica y la mirada volcada al mundo de las realidades que,
gozosamente. merecen ese nombre"; pero fue tambien un hombre de
rigurosa formación universitaria que se volcó, en
un momento de su vida, al periodismo.
Esta doble perspectiva nos deja algo para pensar:
¿no será la labor periodística la mas
elogiable difusión de talentos que no deben restringirse
sólo a los ámbitos especializados? Dicho de otra
manera: ¿no será el periodismo un nuevo genero
literario, que crece junto con la cultura de un
pueblo?
José J. Fernández de Lizardi, un
mejicano en el siglo XIX
La literatura mejicana ha tenido en Fernández de
Lizardi un representante agudo y perspicaz, un observador de las
costumbres de su tiempo, a las que retrató con ironia y
humor. Nacido en la ciudad de Méjico en 1776, se
destacó como periodista, fundando el periódico
unipersonal EI Pensador Mejicano, que circuló entre los
años 1812 y 1814; las opiniones vertidas en dicho medio
atrajeron hacia su persona las iras del gobierno
español, que lo condenó a prisión durante
largos meses. Fue poeta, dramaturgo, escribió novelas por
entregas; "pensó -dice Julio Caillet-Bois- que
sería más fácil divulgar sus ideas bajo
cubierta de ficción".
Entre los años 1819 y 1820 trabajó en Don
Catrín de la Fachenda, novela breve que dejó
manuscrita. En esta obra, cuenta la vida y las andanzas del
más claro exponente de los viciosos; el nombre del
personaje ya nos da una idea de sus condiciones morales. El
vocablo "catrín" es un americanismo de la zona central del
continente, utilizado para calificar a las personas afectadas,
excesivamente preocupadas por la moda; tal es
la
personalidad del joven, que se ufana de su forma de
pensar.
Don Catrín de la Fachenda es una obra destinada a
exhortar a los lectores; el narrador pretende explicarles las
ventajas que se obtienen encarando la existencia como él
lo ha hecho. En una disputa con un eclesiástico, el
protagonista enumera las características de este grupo
social: "los catrines son hombres de bien, hombres decentes, y
sobre todo, nobles y caballeros.
Ellos honran las sociedades con
su presencia, alegran las mesas con sus dichos, divierten las
tertulias con sus gracias, edifican a las niñas con su
doctrina, enseñan a los idiotas con su erudición,
hacen circular el dinero de los avaros con su viveza, aumentan la
población en cuanto pueden, sostienen el
lustre de sus ascendientes con su conducta, y, por
último, donde ellos están no hay tristeza,
superstición ni fanatismo, porque son marciales,
corrientes y despreocupados".
Como vemos, semejantes sujetos cumplen una función
social; lejos de ser parásitos, brindan servicios que
algunos no saben apreciar. Eso es lo que sucedía con los
padres de don Catrín, que pretendían que su hijo
estudiara; tampoco lo comprendía el tio, un sacerdote que
quería llevarlo por la buena senda. El sobrino lo
considera molesto y timorato; su apreciación personal sobre el
clérigo no impidió que la imagen lo
persiguiera en su vida alejada de las buenas
costumbres.
Intención moralizante
Es importante en esta novela el valor
simbólico de los nombres con que Lizardi bautiza a los
personajes. De Catrín ya hemos hablado. Lo acompaña
en sus andanzas un joven, llamado Tremendo, realmente feroz en
apariencia, pero muy cobarde. Modesto, otro compañero -al
que, por cierto, no aprecia-, intenta recordar al protagonista
!as enseñanzas de su tío, de las que Tremendo se
mofa descaradamente. Son amigos de Modesto los oficiales Justo y
Moderato; ellos tratan de inculcar en el joven el respeto por la
doctrina cristiana y sus preceptos. De más está
decir que no lo lograrán.
Abrumado por las necesidades, Catrín idea una
estratagema: ha conocido a un joven poseedor de una importante
fortuna y sumamente crédulo, una presa ideal para el
engaño; lo convence de que tiene una bella hermana
casadera y, así, logra comer y divertirse a costillas de
su victima durante largo tiempo. Lizardi bautiza al adinerado con
el nombre de Simplicio. Mas la dicha no es eterna, ya que un
personaje, Pedro Sagaz, explica la situación a Simplicio,
quien se encarniza con su prometida, castigándola
duramente.
Así pasa la vida del protagonista: de estudiante
a militar, de militar a cazadotes, jugador, y, finalmente,
mendigo. Su concepción de la existencia le hace pensar que
cualquier ocupación es mucho mejor que trabajar. Eso es
para gente de inferior condición; cuando se lo proponen,
contesta airado: "¿Has olvidado que soy el señor
Don Catrín de la Fachenda, nobilísimo,
ilustrísimo y cabalIerísimo por todos mis cuatro
costados? ¿Cómo quieres que un personaje de mis
prendas se sujete a servir a nadie en esta vida, si no fuera al
rey en persona? Vete, vete, Y no aumentes mis pesadumbres con tus
villanos pensamientos".
Este cuadro de la vida mejicana del siglo XIX
podría prestarse a confusión, si no fuera por el
final que Lizardi imaginó para su historia. Digno de la
mejor obra moralizante, Catrín muere agobiado por la
incredulidad, el terror y la desesperación. De nada le
sirvieron sus ardides y sus engaños; la fosa lo espera y,
con ella, la certeza de que la vida en el más allá
no será muy agradable. Muerto el protagonista, termina
la novela el
practicante don Cándido, quien lo atendió en sus
postreros instantes; el moribundo le había pedido un
único favor: que completara la historia de su existencia.
ya que él no podría hacerlo.
Es el practicante quien, como portavoz del autor,
transmite !as ideas que conforman la verdadera faceta didáctica de la novela. El protagonista se
vanaglorió de todas sus actitudes, de su impunidad y
falta de escrúpulos; ahora será don Cándido
el que ponga !as cosas en su lugar. Y lo hará por medio de
un pequeño poema, un epitafio que concluye con estas
palabras: "él mismo se mató, fue su homicida/ con
su mal proceder…Lector, advierte:/ que el que como
Catrín pasa la vida,/ también como Catrín
tiene la muerte".
Amado
Nervo, el poeta que encontró a Dios
El poeta mexicano nació en Tepic en 1870. La
inquietud religiosa se evidencia ya en sus primeros años
de vida y lo lleva a cursar estudios en el Seminario de
Zamora, en Michoacan. Recibe allí enseñanzas que
"se fundieron con el aliento panteísta de una vida y una
lírica atormentada". Cultivó la prosa y el verso,
este último a la manera de los modernistas, con quienes se
relacionó al colaborar en la revista Azul,
alrededor de 1898 y al fundar La revista moderna, con
Valenzuela.
Por esa época realiza su viaje a Paris, en el que
se vincula con parnasianos y simbolistas. Ocupando cargos
diplomáticos, viaja posteriormente a España;
Argentina y Uruguay. En su
obra se evidencian -a criterio de los estudiosos- influencias
relacionadas con esta estada fuera de su pais. Se observan
influjos de los franceses, de "Ruben Dario,
los simbolistas, Leopoldo Lugones y otras figuras de fin de
siglo". Advierten en su lirica un "cosmopolitismo modernista,
pleno de inquietudes seudomisticas y religiosas".
Entre sus libros en verso recordamos Hermana agua
y Los jardines interiores, En voz baja –volumen en
el que canta su amor a una mujer-, La amada inmovil y
Serenidad, -en los que llora la muerte de esta dama-y
Elevación, libro del que nos ocuparemos
especialmente.
Una noticia publicada en el diario La Prensa nos
informa que Amado Nervo dejo de existir en Montevideo "tan solo
ocho dias despues de su llegada para hacerse cargo de la
legación diplomática de México".
Acerca del lugar en el que falleció y la causa, dice el
matutino: el poeta "murió el24 de mayo de 1919 a causa de
una enfermedad renal crónica en la habitación
N° 42 del Parque Hotel, que fue
uno de los establecimientos de hostelería mas elegantes
del cono sur durante la "belle epoque". El edificio se conserva
pero ya no alberga un hotel, sino la Secretaria Administrativa
del Mercado Comun del
Sur (Mercosur)".
Un trabajo de Jitrik
En un trabajo sobre este movimiento, Noe Jitrik sostiene
que "A partir de la extraordinaria tarea cumplida por Ruben Dario
a traves de su obra y de su presencia en Santiago, en Buenos
Aires y en Madrid, asi como a través de sus propias
declaraciones en su Autobiografia, se ha engendrado la
idea de que por un lado es algo asi como el creador del modernismo,
mientras por otra parte, y en consecuencia, el modernismo se
define por los rasgos que Darío le ha impuesto a su
propia obra. Esa versión es parcial e
históricamente incorrecta".
Agrega Jitrik que "ya se puede casi afirmar, de acuerdo
con los juicios mas recientes de Federico de Onis, Juan Ramon
Jiménez, Max Henriquez Ureña y Ricardo
Gullón que los iniciadores del modernismo fueron el cubano
José Martí
(1853-1895) y el mexicano Manuel Gutierrez Nájera
(1859-1895) entre los años 1875 y 1882, a través de
sus tentativas de innovación de la prosa. Precisamente, las
versiones que atribuyen a Darío la exclusiva paternidad
del movimiento, radican en el verso y atribuyen a la prosa un
papel si no secundario en todo el proceso de
renovación literaria, por lo menos posterior y emergente
de aquel".
Pedro Henríquez Ureña define el modernismo
con estas palabras: "Este movimiento renovó
íntegramente las formas de la prosa y de la poesía:
vocabulario, giros, tipos de verso, estructura de
los párrafos, temas, ornamentos. El verso tuvo desusada
variedad, como nunca la había conocido antes, se emplearon
todas las formas existentes, se crearon formas nuevas y se
llegó hasta el verso libre a la manera de Whitman y el
verso fluctuante a la manera de la poesía española
en los siglos XII y XIII. La prosa perdió sus formas
rígidas de narración semijocosa y de oratoria
solemne con párrafos largos, adquirió brevedad y
soltura".
Señala Noe Jitrik que "Guillermo
Díaz-Plaja incluye a la generación del '98
española en la experiencia, lo cual se justifica en la
medida en que el modernismo implica una critica a lo
español, considerado por otra parte como algo
irrenunciable".
En este contexto cultural surgió la poesía
del mexicano, a quien se lee como "el poeta más
renombrado" de su país.
Elevación
En los últimos años de su vida, la
lírica de Nervo refleja la evolución de su personalidad. Dice un
critico: "Presintiendo la muerte, el espíritu de Nervo se
hizo mas sereno y su reconcentrado pensamiento se
refugió en un nirvana estético y religioso, una
notable influencia oriental, nacida a través de diversas
lecturas, se manifestó en poemas como Elevacion, EI
arquero divino y EI estanque de los lotos, que significaron la
vertiente negativa de un poeta romántico y callado que no
supo adaptarse al vértigo de su tiempo".
En 1917 aparece Elevación, volumen que
incluye poemas escritos entre enero de 1914 y diciembre de 1916.
En esta obra, la búsqueda y el hallazgo de Dios es uno de
los temas mas importantes. Quizás el mas importante. En el
poema titulado "Renombre", dice a la fama que se aparte de
él, porgue puede ocasionarle una perdida enorme:
"¡Si hicieses ruido, se
iría de aquí/ Dios, único bien!"
EI 10 de marzo de 1915 escribió el poema que
lleva por titulo "El milagro", en el que evoca la trayectoria
recorrida desde la duda hasta la fe. Allí exclama:
"¡Señor, yo te bendigo, porque tengo esperanza! /
Muy pronto mis tinieblas se enjoyarán de luz…/ Hay un
presentimiento de sol en lontananza/ ¡me punzan mucho menos
los clavos de mi cruz!".
Del 8 de junio de ese mismo año es el
bellísimo poema en el que canta la omnipresencia divina,
el que dice: "Señor, Señor, tú antes,
tú después, tú en la inmensa/ hondura del
vacío y en la hondura interior /Tú en la aurora que
canta y en la noche que piensa / Tú en la flor de los
cardos y en los cardos sin flor".
Acerca de la relación entre fe y filosofía
se ocupa en un texto escrito
un mes después. Exhorta en el al estudioso a buscar al
Supremo por otro camino: "Con el farol de tu filosofia / no
hallará nunca a Dios, oh mente esclava, / sino con el
amor". A la figura del filósofo opone la del "despreciable
iluminado", que "ni pierde el tiempo en discutir, ni duda /
¡ve cara a cara la verdad desnuda, / y se funde con Dios
porque lo ha hallado".
"Poco antes de la Navidad de
1915, Nervo escribe una vez mas sobre la muerte relacionada con
Dios. En "Me marcharé… " asevera: "Me marcharé
Señor, alegre y triste; / más resignado, cuando al
fin me hieras, / Si vine al mundo porque tú quisiste,/
¿no he de partir sumiso cuando quieras?"
Deja en este libro enseñanzas para los más
jóvenes. Les indica qué debe hacerse para vivir
rectamente. En "Amable y silencioso", dice: "Haz caridad a todos
de esas sonrisas, hijo./ Un rostro siempre adusto es un
día nublado/ es un paisaje lleno de hosquedad, es un
libro/ en idioma extranjero". Otro poema canta: "¡Si una
espina me hiere, me aparto de la espina/ pero no la aborrezco!
Cuando la mezquindad/ envidiosa en mí clava los dardos de
su inquina/, esquívase en silencio mi planta y se
encamina/ hacia el más puro ambiente de
amor y caridad".
"Sé como la montaña –dice en un
texto de julio de 1915- que mira al sol primero/ que al valle.
¿Por ventura con la Poesía, el don/ no se te dio
más alto, más noble y verdadero, / la ventan
escondida por donde el prisionero/ ya se asoma al arcano del
mundo, la Intuición?". En "Como el venero", exhorta al
lector con estas palabras: "Da, pues como el venero cristalino,/
que siempre brinda más, del agua clara/
que le pide el sediento peregrino".
El volumen incluye también un espléndido
texto, uno de los más conocidos de Nervo, en el que el
mexicano hace el balance de su existencia: "Amé, fui
amado, el sol acarició mi faz./ ¡Vida, nada me
debes! ¡Vida, estamos en paz!".
Dios, la juventud y su
formación, el pasado y la conciencia de
haber vivido momentos buenos y malos, son los principales temas a
los que Nervo canta en este libro, al que volvemos para recordar
al poeta mejicano.
Juan
Rulfo: el escritor y su angustia
El autor de Pedro Paramo nació en San
Gabriel Sayula, capital del
Estado de Jalisco, el 16 de mayo de 1918, época signada
por la violencia y el
horror que mas tarde revestirían un rol protagónico
en su obra narrativa. Se desempeñó como periodista,
fue aficionado a la fotografía
y vivía de su trabajo como editor de libros sobre
antropologia. En el año 1952, publicó EI llano en
llamas y, dos años mas tarde, Pedro Paramo, volumenes que
le dieron fama internacional y han sido traducidos -hasta el
momento- a más de veinte idiomas. Fue distinguido con el
"Premio Nacional de Letras" y el "Premio Villaurrutia" dentro de
su país; España le otorgó, por su parte, el
"Premio Principe de Asturias", merecidos galardones para quien es
considerado "el gran clasico de la literatura mexicana en el
siglo XX y el indiscutido precursor del 'realismo
mágico’ ".
En un trabajo sobre la narrativa hispanoamericana
contemporánea, Alfredo Veiravé señala tres
grandes movimientos dentro de la literatura de nuestro
continente. En primer lugar, encontramos la narrativa
regionalista, que incluye escritores de la talla de Manuel
Galvez, Mariano Azuela y Rómulo Gallegos, nacidos entre
los años 1880 y 1900; los caracteriza -afirma el
crítico- el predominio de lo descriptivo sobre lo
psicológico y el propósito de reflejar la
problemática social.
Hacia 1930, una generación de nuevos escritores
se manifiesta en desacuerdo con esta corriente e intenta nuevos
rumbos "mediante la incorporación de nuevas técnicas y
nuevos lenguajes heredados del vanguardismo
europeo"; forman parte de este grupo Jorge Luis Borges
(1899), Miguel Angel Asturias (1899) y Agustin
Yáñez (1904), entre otros.
Por último, hacia 1950, América asiste al
surgimiento de la nueva novela, fruto de una generación en
la que se revela –a criterio de Veiravé- "una
voluntad integradora entre lo americano y lo universal". A esta
generación se vinculan Julio
Cortázar (1914), Gabriel García Marquez (l928),
y quien hoy nos ocupa, entre otros. En esta nueva novela -comenta
Veiravé- "desaparece el lenguaje
regional o localizado en una sola esfera de la realidad, para
multiplicarse en experiencias linguisticas diversas"; éste
fue, ciertamente, uno de los temas que preocuparon a
Rulfo.
En una entrevista
realizada por A. Almada Roche, el escritor afirmó:
"¿Cómo hablarían mis personajes? Pues…
como habla mi gente. Mi lenguaje
sería el que habla mi pueblo. A partir de allí
surgió mi estilo, mi modo de narrar". Y en ese modo de
narrar da a luz personajes singulares; Macario, Pedro
Páramo, Matilde Arcángel, surgirán como el
resultado lógico de la postura filosófica del autor
ante la vida y sus situaciones limites. La muerte no se
diferencia en mucho de la existencia; "Después de todo
-comentaría- ¿qué es el hombre? Una pura
nada. Un anima en pena".
Pedro Páramo y EI llano en llamas
son la dolorosa crónica del sufrimiento de su gente;
aunque Rulfo niega la condición inmediatamente
autobiografica de sus creaciones, es el autor quien imprime a sus
páginas un sello inconfundible que emana de sus propias
vivencias: "Tal vez con una: memoria de pueblo
ultrajado es con lo que realicé cada relato de mi obra. Y
tal vez tambien con un resentimiento y una lúcida e
implacable furia".
Frente a la realidad de su tierra y de momento, el
escritor se yergue altivo; la desgracia propia y ajena
tendrá su defensor: Rulfo, el hombre y su capacidad
creadora. "Escribir me da angustia. EI papel en blanco es
tremendo y sin embargo es allí donde trato de encontrar la
clave", manifestó al periodista que lo entrevistara.
Merced a esa angustia y a su denodada búsqueda de
respuestas es que su obra perdurará por
siempre.
Neruda, en tres voces
En 1971, e1 21 de octubre, Pablo Neruda era distinguido
con el Premio Nobel de Literatura. Se coronaba así una
trayectoria fecunda y controvertida, que había conmovido a
lectores de los más diversos puntos del mundo.
Pablo Neruda nació en Chile en 1904, y
falleció en su tierra natal en 1973, en los conflictivos
días que siguieron al derrocamiento del Presidente
Salvador Allende; los testimonios sobre su vida se encuentran.
fundamentalmente, en tres importantes obras; escritas por
él mismo, por su tercera esposa y por un amigo de
indudables dones literarios.
Confieso que he vivido se titulan las memorias
del chileno. En ellas, interrumpidas pocos días antes de
su muerte, asistimos a la evolución de un espíritu
que se formaría en el arte y en la política. Es por este
relato también que nos enteramos de ciertos hechos
asombrosos en la vida de Neruda. como el haber publicado su
primer articulo, titulado "Entusiasmo y Perseverancia", el 18 de
julio de 1917. Como vemos, tenia en ese entonces trece
años recién cumplidos; nos parece increíble
que un chico de esa edad pueda acceder a un periódico. Sus
cualidades debían ser ya notables.
En las memorias cuenta también el origen de su
seudónimo -su nombre verdadero era Neftalí Ricardo
Reyes-. En 1917 y 1918, publicaba sus trabajos con el nombre
real. Como el padre no quería que se dedicara a la
poesía, debió buscar un nombre ficticio para eludir
la estrecha vigilancia paterna. Es así como, en 1919,
firma sus colaboraciones con diversos seudónimos, hasta
que se decide, un año después. por el que todos
conocemos. "Encontré en una revista –recuerda- ese
nombre checo, sin saber siquiera que se trataba de un gran
escritor, venerado por todo un pueblo, autor de muy hermosas
baladas y romances y con monumento erigido en el barrio Mala
Strana de Praga. Apenas llegado a Checoeslovaquia, muchos
años después, puse una flor a los pies de su
estatua barbuda"
Matilde
Aunque no había recibido una formación
académica, Urrutia comenzó a asistir a talleres
literarios; quería escribir un libro que eternizara
aspectos de la vida de su marido. El 23 de septiembre de 1973 el
poeta muere, víctima del cáncer que lo aquejaba
desde tiempo atrás; la viuda comienza entonces a preparar
las memorias que el chileno había dejado. Las ordena y
corrige, aunque sin alterarlas en lo mas mínimo. Y escribe
su propia obra.
En Mi vida junto a Pablo Neruda, el escritor
aparece, fundamentalmente, como ser humano, como hombre
preocupado por las desgracias de su pueblo; poco es lo que se
evoca del creador, del vate que deslumbró al mundo con la
maravilla de su poesía. Encontrarnos también la
faceta familiar del marido: su deseo de tener un hijo. su amor
por las plantas y los
pájaros y su íntima vinculación con el mar,
que rodeaba la casa convirtiéndola en una
embarcación.
Los recuerdos evocan un pasado compartido durante muchos
días, pero recogen asimismo el testimonio de la viuda que
sobrevivió doce años a su marido, Este es el
principal interés de la obra; su aporte original radica en
esos capítulos que, justamente, evocan lo sucedido a
partir de la muerte del autor de Los versos
del-capitán.
Volodia
Volodia Teitelboim, amigo de Pablo Neruda, nos presenta
un serio trabajo en el que analiza las múltiples facetas
de la vida del Premio Nobel. Su obra se sustenta, mas que en los
infaltables documentos, en el
contacto cotidiano y directo con el biografiado; esta
relación humaniza el relato, posibilitándole una
nueva perspectiva. EI autor, conocido narrador y ensayista,
entonces exiliado, lIevó a cabo una tarea nada
fácil: completar con su testimonio el que Neruda habia
dado en su libro autobiografico Confieso que he
vivido.
La evocación se abre en un modo ciertamente
original; nos encontramos con Neruda visitando su casa materna,
ya adulto, intentando recuperar una parte de su pasado que le
había sido negada por las circunstancias que
acompañaron su nacimiento.
A partir de este momento en que el protagonista, ya
famoso, se reencuentra con sus raíces, Teitelboim remonta
el curso vital de una existencia singular. A la narración
objetiva de un pretérito que transcurre en la primera
decada de nuestro siglo acompaña la imagen que el poeta
tiene de si mismo; el hombre esclarece las vivencias del
niño o, como sostienen algunos críticos, las
contamina con su visión madura.
Años después, lo encontramos asistiendo a
clase. Luego
vendrán los viajes por
todo el mundo, y su relación con creadores de la talla de
Cesar Vallejo y Rafael Alberti. Los acontecimientos se suceden
hasta lIegar al infausto momento en que Neruda, ya Premio Nobel,
se enfrenta con la muerte.
Completan el detallado relato fotografias y cartas del
biografiado, bibliografia
parcial sobre el poeta y un minucioso indice onomastico. La
biografia, a nuestro criterio muy lograda, arroja una nueva luz
sobre un hombre y una obra que difícilmente podran ser
igualadas dentro de la poesia de nuestro continente.
…..
Las grandes personalidades despiertan siempre la
admiración y la curiosidad de quienes reciben, directa o
indirectamente, el magnifico legado de su obra. Conocer la vida
de un poeta nos lleva a comprender mejor su producción y
las vivencias de las que surgió; aunque, obviamente, el
hecho literario -autosuficiente de suyo- trasciende todo tipo de
explicación externa.
Mística en América: Luis de
Tejeda
Lilia E. de Orduna afirma que la palabra mistica deriva
de un vocablo griego que significa cerrar, guardar un secreto,
relacionado tambien con el latin "mysterium"
(misterioso).
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