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Refugiados




Enviado por leticiam



    Con demasiada frecuencia se representa a las personas
    que buscan refugio en Europa mediante
    simples brochazos y pinceladas anónimas. Se ha destinado
    una cantidad desproporcionada de recursos para
    erigir barreras que impidan la entrada en el continente de esas
    personas "sin cara" que huyen de zonas de crisis y se ha
    prestado mucha menos atención a los esfuerzos internacionales
    para hacer frente a las causas que originan los movimientos de
    refugiados.

    En 1980 la ONU crea un
    grupo de
    expertos gubernamentales para estudiar posibles mecanismos de
    cooperación internacional destinados a prevenir nuevos
    flujos de refugiados.

    El grupo
    terminó sus trabajos en 1986 después de 128
    reuniones y llegar a una conclusión tan evidente como
    dolorosa: cualquier iniciativa global para prevenir futuras
    crisis de
    refugiados se verá casi siempre abocada al fracaso porque
    los estados no cumplen a rajatabla los principios de la
    legislación internacional.

    Hay que acometer la solución de los problemas de
    los refugiados desde su origen.

    El propio comité ejecutivo de la
    organización (ACNUR) ha reconocido que el requisito
    fundamental a este respecto, es la "suficiente voluntad política de los
    estados directamente afectados"

    "En la actualidad, los conflictos
    dentro de los propios estados son la principal causa de
    desplazamientos forzosos de la población" (Sadako Ogata, alta
    comisionada.

    Los refugiados.

    La movilidad de la población a escala mundial
    pone de manifiesto la creciente importancia de los
    desplazamientos de carácter
    forzoso (cuando la población afectada no tiene la
    posibilidad de optar entre quedarse o irse.

    Los refugiados no abandonan su país por
    elección propia sino porque en sus propios países
    sus derechos humanos
    se encuentran amenazados.

    Por esa razón cruzan las fronteras, dejan sus
    bienes y
    pertenencias y buscan seguridad en otro
    país. La vulnerabilidad que presentan estos grupos
    sociales marginados radica, por un lado, en la carencia de
    recursos materiales
    (tierra,
    dinero) y
    documentación y, por otro, en la falta de
    afectos (familia, amigos,
    y la comunidad.

    La necesidad de obtener protección internacional
    es lo que diferencia la situación de los refugiados de
    otros extranjeros, pues la situación de estos
    últimos está regulada por la legislación
    migratoria de los países.

    El ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
    para los Refugiados) revelan que existen más de 27
    millones de refugiados, una cifra que compromete la
    atención de la comunidad
    internacional, pues este se ha convertido en uno de los problemas
    más grave que debe enfrentar la humanidad y que atenta
    contra la paz y la seguridad
    internacionales.

    Según el ACNUR, una de cada ciento quince
    personas de la población mundial se ha visto obligada a
    huir del país por motivos políticos,
    económicos o religiosos.

    CONCEPTOS.

    REFUGIADO: Persona que tiene
    miedo de ser perseguida por alguna cuestión de raza,
    religión o
    nacionalidad, por ser miembro de un grupo social determinado o
    por tener una opinión política particular y
    se encuentra obligada a emigrar de su país en busca de
    refugio sin poder
    regresar.

    ASILO: Lugar de refugio para los perseguidos,
    donde se les brinda asistencia. Se define al que pide asilo como
    la persona que
    quiere entrar en el territorio de un estado y
    solicita el reconocimiento de su condición de
    refugiado.

    EXILIO: Separación de una persona y
    la tierra en
    que vive, generalmente por cuestiones políticas;
    se denomina también a la condición que vive un
    expatriado.

    ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
    para los Refugiados.

    El ACNUR inició sus actividades de
    carácter humanitario y sin compromisos políticos en
    el año 1951. Sus objetivos
    principales eran otorgar protección internacional y buscar
    soluciones de
    carácter permanente al problema de los
    refugiados.

    Primeramente consideró a la población que
    se encontraba fuera de su país de origen para luego
    atender a la población desplazada en un mismo país
    que vive de la misma forma que los refugiados.

    El elemento de carácter jurídico
    fundamental del ACNUR es la Convención de las Naciones
    Unidas sobre el estatuto de los Refugiados de 1951, mediante la
    cual quedó asentado el principio, en virtud del cual
    ninguna persona puede ser repatriada contra su voluntad a un
    territorio donde pudiera ser objeto de
    persecución.

    Además, establece las normas para el
    tratamiento de los refugiados, su condición
    jurídica, empleo y
    bienestar.

    Otros objetivos del
    ACNUR son los siguientes:

    # Incitar a los gobiernos a suscribirse a las
    convenciones sobre los refugiados y repatriados a nivel
    internacional y regional.

    # Garantizar el trato conforme a las normas
    internacionales hacia los refugiados.

    # Defender la igualdad de
    los derechos
    económicos y sociales entre los refugiados y los nativos
    del país receptor.

    # Garantizar que las solicitudes de asilo sean
    examinadas en forma correcta.

    # Promover la seguridad física de los
    refugiados mientras se examinan sus solicitudes
    protegiéndolos contra una devolución
    forzosa.

    El ACNUR financia sus programas
    mediante las contribuciones de carácter voluntario de los
    gobiernos y de organizaciones
    gubernamentales y no gubernamentales.

    "Si a los 27 millones de refugiados se suman los casi 30
    millones de desplazados internos (población que se
    traslada de un lugar a otro de su país con el fin de
    lograr mejores

    Condiciones de vida) y los 100 millones de migrantes por
    causas económicas (población que busca mejores
    condiciones de trabajo, mejor remuneración), se llega a un
    total de 157 millones de personas que se desplazan en el mundo
    con el fin de obtener mínimas condiciones de seguridad
    para sobrevivir".

    ¿Quiénes huyen?. ¿Por
    qué?.

    Múltiples y complejas son las causas de setos
    grandes éxodos humanos:

    • los conflictos
      bélicos
    • los enfrentamientos étnicos
    • los cambios geopolíticos
    • la superpoblación
    • el desempleo
    • la pobreza
    • La degradación del medio
      ambiente.

    La década del ´90 se caracteriza por los
    cambios geopolíticos y por el resurgimiento y la
    exacerbación de los nacionalismos y los enfrentamientos
    étnicos.

    Entre los cambios geopolíticos que han originado
    el desplazamiento de millones de personas se incluyen: la
    caída del muro de Berlín, la reunificación
    alemana y la desintegración de la URSS y de la ex
    Yugoslavia; entre los enfrentamientos étnicos se incluyen
    los que suceden en el seno de las comunidades africanas y
    asiáticas.

    Precisamente, es el continente africano, el espacio
    geográfico mundial en el que se originan la mayor cantidad
    de refugiados.

    Especialmente Africa
    subsahariana está atravesando, desde hace unas
    décadas, severas crisis políticas,
    económicas y sociales que se expresan en el hambre y la
    desnutrición que afectan a la mayor parte
    de la población y en las guerras
    interétnicas que movilizan grandes contingentes de
    personas en carácter de refugiados
    políticos.

    Para comprender el presente, debemos considerar el
    pasado histórico del continente africano, que estuvo
    signado por sucesivos procesos de
    colonización y descolonización, por la
    inestabilidad de las formas de
    gobierno, por las diferencias en la distribución de ingresos y por el
    trazado arbitrario de sus límites
    políticos sin tener en cuenta las diferencias etnias que
    vivían en los territorios que fueron
    delimitados.

    Los enfrentamientos étnicos en Africa,
    especialmente entre las etnias hutu, tusti en Ruanda y Burundi,
    han dejado un saldo de 1.700.000 refugiados que se albergaron en
    condiciones infrahumanas en numerosos campamentos en Bukavu,
    Zaire y aproximadamente 1.000.000 de muertos.

    En los campamentos africanos, él número
    tan elevado de refugiados hace que parezcan en condiciones de
    hacinamiento y estén expuestos a hambrunas y a epidemias
    de cólera y otras enfermedades que causan
    la muerte de
    miles de personas por día. Solamente entre abril y julio
    de 1994 se desplazaron en carácter de refugiados,
    más de 1.000.000 de ruandeses hacia Zaire.

    Por su parte, la desintegración de la ex
    Yugoslavia ha provocado el desplazamiento de carácter
    forzoso de más de 1.300.000 personas. Austria e Italia se
    declararon estados en emergencia por la cantidad de refugiados
    yugoslavos que cruzaron sus fronteras.

    En la región de los Balcanes, los conflictos
    étnicos que se produjeron entre 1992 y 1995 forzaron la
    huida de 3.700.000 personas, entre refugiados y desplazados
    internos.

    La llegada de los refugiados a los países
    receptores.

    La llegada de los grandes grupos de
    personas a los países receptores ocasiona serios
    inconvenientes, por lo que el ingreso a estos países
    actualmente está muy restringido.

    A pesar de que el artículo 14 de la
    Declaración Universal de Derechos Humanos
    dispone que "toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a
    disfrutar de él, en cualquier país", el
    número de estados que restringen las solicitudes de asilo
    en sus territorios crece en forma directamente proporcional al
    aumento del número de refugiados.

    El impacto de los grupos de
    refugiados sobre los países receptores es muy grande, ya
    que deben ser alimentados, vestidos y albergados y, mediante los
    instrumentos de carácter jurídico internacional
    (Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y
    el Protocolo
    adicional de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados),
    protegidos y asistidos.

    Esto significa que, además de brindarle seguridad
    personal,
    entre las necesidades básicas de un refugiado se destaca
    la posibilidad de obtener una estadía legal y un
    documento. De esta manera, queda garantizada su protección
    contra la posibilidad de expulsión y de devolución
    a su país de origen y puede ejercer sus derechos civiles,
    económicos, sociales y culturales.

    El derecho al trabajo constituye uno de los derechos
    fundamentales de los emigrantes forzosos, ya que trabajar es la
    tarea que les permite valerse por sí mismos, lograr
    autosuficiencia y establecer relaciones con el resto de la
    comunidad.

    Los estados signatarios de la Convención de 1951
    y el protocolo de 1967
    son 131 en total y todos ellos poseen la responsabilidad internacional de defender e
    implementar los derechos de los refugiados, pero cada uno en
    particular decide otorgar o no, el derecho de residencia en su
    territorio a una persona extranjera que ha cruzado la frontera o
    bien permanece en ella.

    En este punto, la Convención de 1951 no obliga a
    los estados a otorgar a los refugiados el derecho de residencia y
    deja a su propia administración el procedimiento de
    reconocimiento de la condición del refugiado.

    Existen ciertos derechos establecidos en la
    convención de 1951 que sí deben ser aplicados
    obligatoriamente sin poder formular
    los estados signatarios ningún tipo de objeción al
    respecto:

    La definición de refugiados(art. 1), la
    no-discriminación por motivos de raza,
    religión,
    o país de origen(art.3), garantizar la práctica de
    la religión del refugiado(art. 4), permitir el libre
    acceso a los tribunales de los refugiados(art.16) y no devolver
    al refugiado a un país en donde su vida esté en
    peligro (art.33).

    La acción del ACNUR es fundamental, pues vela que
    los gobiernos de cada estado
    incorpore la legislación internacional sobre refugiados,
    en el marco legal de lo establecido en la Convención de
    1951.

    El asilo en Europa en la
    última década.

    Los refugiados siempre han formado parte del paisaje
    Europeo, sobre todo en este siglo.

    Desde que un millón de personas huyó del
    ejército bolchevique de Rusia, en 1919-1920; los
    éxodos masivos han sido continuos a lo largo de largo de
    las siguientes décadas.

    320.000 armenios se dispersaron por todo el continente;
    casi 2 millones de griegos y turcos se trasladaron a sus
    respectivos territorios nacionales en virtud de un acuerdo
    firmado en 1923; cientos de miles de personas quedaron
    desarraigadas durante la guerra civil
    Española; y un cuarto de millón escapó de
    Alemania en la
    misma época.

    En 1942 había más de 21 millones de
    personas desplazadas y sin hogar, repartidas por toda
    Europa.

    La guerra
    fría produjo nuevos desplazamientos de refugiados, que
    se convirtieron en instrumentos del enfrentamiento entre Europa
    del Este y del Oeste.

    El asilo adquirió así una base
    ideológica favorable a quienes huían del comunismo, que
    encontraban las puertas abiertas. Sus derechos morales y legales
    fueron apuntalados mediante la creación de organizaciones
    como las naciones unidas y el consejo de Europa.

    La declaración de los derechos humanos (1948)
    garantizó el derecho de las personas a buscar y a
    disfrutar de asilo y la convención de 1951 sobre el
    estatuto de los refugiados codificó el principio de que
    nadie puede ser devuelto a un país donde su vida o su
    libertad
    estén en peligro.

    (Ahora es más fácil que nunca manipular el
    tema de los extranjeros –refugiados incluidos-
    pintándolo como competidores en la búsqueda de los
    escasos puestos de trabajo, de alojamiento y de subsidios. Los
    propios flujos migratorios se han vuelto más complejos al
    descubrirse la línea que separa a los legítimos
    refugiados de los inmigrantes económicos).

    Hasta comienzo de los 80, el número de
    solicitantes de asilo qué llegaban a Europa occidental
    permaneció bastante estable, a una media de menos de
    100.000 al año.

    (Alrededor del 70% procedían del este,
    obtenían el asilo rápidamente y se integraba con
    facilidad).

    Cuando algunos países se demostraron incapaces de
    hacer frente a oleadas masivas de refugiados como la de los
    200.000 húngaros, qué, en 1956-57, entraron en
    Austria y Yugoslavia; otras naciones Europeas, a demás de
    Estados
    Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica, y
    Argentina, no
    dudaron en ofrecerse a acoger a los refugiados de forma
    permanente. Sentando un precedente del reparto de responsabilidad.

    A mediados de los ochenta, el panorama empezó a
    cambiar. En 1986, estuvo a punto de duplicarse la media de
    solicitantes hasta alcanzar casi los 200.000; en 1989,
    llegó a 316.900. Gran parte procedía de Africa,
    Asia y Oriente
    Medio. Para 1992, cuando el número de solicitantes de
    asilo en Europa alcanzó una cota sin precedentes de
    696.500, los gobiernos estaban aplicando una drástica
    política de "inmigración cero".

    Se había producido, pues, un cambio
    decisivo: el énfasis ya no se ponía en la
    protección de los refugiados, sino en su control y
    exclusión.

    Los antecedentes de este dramático incremento del
    número de solicitantes de asilo hay que buscarlos, sobre
    todo, en el propio continente.

    (En 1992, búlgaros y rumanos, a los que tras
    años de represión y restricciones, se
    permitía viajar al extranjero, constituían un
    tercio de las peticiones en Europa occidental. El hecho de pedir
    asilo no reflejaba necesariamente un temor de persecución,
    pero les aseguraba una corta estancia en el "oeste").

    En 1997, el número de solicitantes de asilo en
    Europa cayó hasta los 332.800, menos de la mitad que en
    1992.

    Siguiendo una tendencia del último cuarto de
    siglo, la mayoría, casi el 45%, presentaron su
    petición en Alemania. En
    torno al 40% eran
    europeos, sobre todo albaneses de Kosovo y kurdos de
    Turquía.

    No obstante, han empezado a surgir nuevas pautas. El
    número de países que reciben refugiados ha crecido
    desde la caída del telón de acero. En 1997,
    Polonia tuvo más solicitudes de asilo que Noruega, una de
    las naciones de acogida tradicionales.

    En los últimos años, muchos inmigrantes
    intentan entrar en Europa solicitando asilo en vista de sus nulas
    posibilidades de hacerlo por el procedimiento
    habitual.

    El resultado es que los gobiernos europeos deben hacer
    frente a movimientos de población en los que se incluyen
    refugiados e inmigrantes económicos, por lo que han ideado
    numerosas medidas para restringir tanto el acceso de solicitantes
    de asilo y de inmigrantes ilegales a sus países como los
    requisitos para que una persona sea considerada digna de
    protección.

    A medida que las barreras entre las dos regiones (Europa
    central y oriental) y dentro de la propia unión se van
    reduciendo, los países occidentales han intensificado sus
    esfuerzos para impedir que los solicitantes de asilo presenten
    sus peticiones en más de un estado, como si estuvieran
    buscando las mejores condiciones de acogida.

    Algunos de ellos envían sistemáticamente a
    los solicitantes de asilo de vuelta a terceros países
    "seguros" de
    Europa central por los que han pasado con
    anterioridad.

    Si estas naciones adoptan una política similar,
    puede originarse una reacción en cadena de expulsiones
    cuyo resultado final sea el regreso de la persona al estado del
    que huyó.

    Se está imponiendo el principio según el
    cual los potenciales refugiados deben solicitar asilo en el
    primer país en que puedan hacerlo, sin que haya, por
    desgracia, un consenso claro a la hora de definir que es un
    país "seguro" ni un
    mecanismo de supervisión que garantice el acceso a un
    proceso legal
    adecuado.

    También se ha incrementado el tráfico
    organizado de solicitudes de asilo, sobre todo como respuesta al
    refuerzo de los controles fronterizos.

    (Este comercio suele
    calificarse como un crimen degradante e indeseable, pero un
    reciente estudio del consejo Británico para los Refugiados
    recuerda que éste fue el procedimiento empleado por Raoul
    Wallenberg, Oscar Schindler y otros que, vistos con perspectiva
    histórica, están considerados como héroes y
    salvadores).

    Aunque el número de personas que solicitaron
    asilo en Europa Central en 1997 supuso sólo el 1% del
    total del continente, todos los países de esta "zona de
    contención", a demás de la Federación Rusa,
    se han adherido a la convención de 1951. Hungría
    también ha suprimido la cláusula
    "geográfica" que introdujo al firmarla en 1989,
    según la cual sólo tomaría en
    consideración las peticiones de solicitantes
    europeos.

    Las condiciones impuestas por la Unión
    Europea a los estados que deseen ingresar en ella, incluido
    el cumplimiento de una serie de normas básicas en materia de
    asilo, están conduciendo, inevitablemente, a un cierto
    grado de armonización, pero no ha acabado con un problema:
    el de las grandes dificultades que encuentra el pequeño
    grupo de refugiados admitidos para integrarse en los "nuevos"
    países de asilo de Europa Central y Oriental,
    situación que les empuja a continuar su marcha hacia el
    oeste.

    Los gobiernos han puesto en marcha una serie de
    mecanismos para intentar disminuir él, a su juicio,
    excesivo número de personas en busca de protección,
    incluyendo la reducción de subsidios sociales, la
    detención de solicitantes de asilo y la aplicación
    de una interpretación legal restrictiva de los requisitos
    para ser considerado refugiado.

    Algunos países como Alemania, Suiza u Holanda-
    destinos más populares que otros como Grecia y
    España,
    porque ofrecen mejores facilidades y subsidios sociales-
    están intentando reducir las diferencias.

    El ACNUR calcula que, en Austria, uno de cada diez
    solicitantes de asilo son arrestados y algunos de ellos,
    encarcelados junto a delincuentes comunes.

    No obstante, la interpretación restrictiva de los
    requisitos para ser considerado como un auténtico
    refugiado es, probablemente, el aspecto más preocupante de
    las actuales tendencias sobre el asilo en Europa. Aunque cada vez
    son más quienes escapan de países devastados por
    guerras
    civiles como Angola o en los que no existe ningún tipo de
    autoridad
    estatal como Somalia, se va imponiendo la idea de excluir el
    asilo de personas perseguidas por "agentes no estatales", como
    grupos rebeldes o extremistas religiosos.

    Según una sentencia del Tribunal Federal
    administrativo de Alemania, entre quienes incumplen las
    condiciones para acceder al estatuto de refugiados se encuentran
    las personas que huyen de los talibanes en Afganistán, ya
    que estos no representan un gobierno
    reconocido. Los musulmanes de Bosnia, los somalíes y los
    argelinos moderados han sido objeto de esta misma
    interpretación.

    Por el contrario, Suecia ha rectificado su
    legislación a fin de reconocer de forma explícita
    que, en la convención de 1951, no hay nada que excluya del
    estatuto de refugiado a los perseguidos por agentes no estatales.
    Otras sentencias importantes en Gran Bretaña y Holanda han
    confirmado esta interpretación de la
    convención.

    Durante 1997, sólo el 11% de los solicitantes de
    asilo en Europa fueron reconocidos como refugiados según
    la convención de 1951. Aunque algunos países como
    Suecia y Holanda concedieron a un porcentaje mucho mayor el
    permiso para permanecer en ellos por motivos
    humanitarios.

    Ese mismo año, Europa registró 332.800
    solicitudes de asilo, pero el 70% buscó protección
    en sólo cuatro países: Alemania, Gran
    Bretaña, Suiza y Holanda.

    Un total de 44.000 personas fueron reconocidas como
    refugiados en 23 países, pero el 41% de tales reconocidos
    se produjeron en Alemania.

    Europa suele tener fama de "anti-refugiados", pero,
    cuando Austria sugirió en 1998 a la unión
    Europea que no se considerara el asilo como un derecho
    subjetivo individual sino como un "gesto" político del
    país de acogida, pudieron leerse por todas partes
    indignados titulares como "Austria corrompe la convención
    de Ginebra" y "Europa se protege de los refugiados".

    La Alta Comisionada, Sadako Ogata, planteó una
    pregunta, quizá la más relevante de todo el
    debate sobre
    el asilo: "Si los estados industrializados son incapaces de poner
    en práctica políticas de asilo generosas para el
    relativamente pequeño número de refugiados que
    llaman a sus puertas, ¿Cómo podemos esperar que los
    países en vías de desarrollo
    abran sus fronteras a un gran número de refugiados?

    Europa busca coordinar sus procedimientos de
    asilo.

    Camino a la
    armonización.

    Uno de los principales avances de la convención
    de Dublín firmada en 1990, por los estados miembros de la
    Comunidad Europea (excepto Dinamarca, que se adhirió a
    ella un año después), consistió en
    garantizar que cada estado miembro se ocupara de las peticiones
    de asilo que recibiera, impidiendo que los solicitantes se
    dedicaran a viajar de un lugar a otro en busca del más
    favorable para pedir refugio.

    Cualquier persona que llegara sin visado a un
    país firmante de la convención debería
    presentar su solicitud en él.

    Quedaron exentos de este requisito quienes tuvieran
    familiares cercanos que hubieran sido reconocidos como refugiados
    en otro país.

    Dublín fue el primer gran paso de Europa para
    coordinar y, según el término que más tarde
    daría nombre al proceso,
    "armonizar" las a menudo divergentes políticas nacionales
    sobre los requisitos y las condiciones para solicitar y recibir
    asilo mientras el continente avanza de forma inexorable hacia una
    mayor integración económica,
    política y social.

    El fin de la Guerra
    Fría y la desintegración de la Unión
    Soviética dieron renovados ímpetus a esta
    tendencia.

    Tras el colapso de un impenetrable Telón de
    Acero, los
    países de Europa Central y del Este se convirtieron en un
    acceso fácil hacia el Oeste, tanto para los propios
    ciudadanos de los antiguos países comunistas como para los
    solicitantes de asilo procedentes de más lejos. El
    número de personas en busca de refugio en Europa
    Occidental experimentó un crecimiento
    significativo.

    El tratado de la política Europea acordado en
    Maastricht el 7 de febrero de 1992 autorizó a los
    ministros de justicia e
    interior a crear un marco para formular una política de
    asilo europea. Diez meses después se aprobaron en Londres
    las tres primeras Resoluciones y Conclusiones con carácter
    no vinculante.

    La primera incorporó el concepto de
    "tercer país seguro", que
    permite a los estados denegar el acceso a sus procedimientos de
    asilo a los individuos que hayan tenido la posibilidad de buscar
    protección en otro país más "seguro". La
    segunda, relativa a las solicitudes de asilo manifiestamente
    infundidas, proporcionó un amplio margen de
    actuación a los estados miembros para rechazar peticiones
    de asilo por defectos de forma y para limitar las posibilidades
    de apelación. La tercera Conclusión, sobre los
    países de origen "seguros",
    estableció un procedimiento acelerado para los casos de
    solicitantes procedentes de naciones en las que no existe un
    riesgo
    generalizado de persecución.

    Dos años después en Bruselas, los
    ministros adoptaron un modelo de
    "acuerdo de readmisión" que los estados miembros de la UE
    pueden firmar con los no miembros para posibilitar el
    envío de solicitantes de asilo de vuelta a países
    por los que hayan pasado en su trayecto por territorio
    europeo.

    En junio de 1995, se adoptó una resolución
    sobre Garantías Mínimas para los procedimientos de
    Asilo que introdujo una serie de salvaguardas para los
    solicitantes, como la prohibición de ser trasladados
    durante una apelación, la necesidad de que sus casos sean
    estudiados por una autoridad
    especializada y la obligación de informarles sobre el
    funcionamiento del procedimiento de asilo y sus derechos y
    deberes en un idioma que comprendan. No obstante los estados
    pueden anular estos criterios mínimos en determinadas
    circunstancias.

    Más tarde, los miembros de la UE dirigieron su
    atención al núcleo central de la protección
    de los refugiados: la definición de éstos y la
    Convención de Ginebra de 1951.

    Una disposición conjunta, no vinculante con la
    anterior, permite a los estados aplicar una interpretación
    restrictiva de la definición de refugiado apoyada en su
    momento por una minoría de ellos, entre los que se
    destacan Alemania y Francia.

    Gracias a esta norma, los países pueden limitar
    el reconocimiento a las personas perseguidas por los gobiernos y
    sus agentes. Quienes padezcan experiencias similares, pero, por
    ejemplo, a manos de un movimiento
    rebelde durante un conflicto
    civil, como en el caso de Argelia, no tienen por qué ser
    reconocidos como refugiados. Incluso si la autoridad estatal ha
    desaparecido por completo en el país de origen, una
    petición de protección puede rechazarse en virtud
    de la falsa lógica
    según la cual la persecución no existe en ausencia
    de esa autoridad.

    El segundo tratado de la Unión Europea, firmado
    en Amsterdam en 1997 y cuya entrada en vigor estaba prevista para
    1999, establece una serie de pasos que deben tomarse en estos
    años, entre ellos la conversión de varias
    Resoluciones y Disposiciones Conjuntas ya aprobadas en leyes de la
    UE.

    Prevé diversas medidas obligatorias en cuestiones
    como la armonización de la asistencia social para los
    solicitantes de asilo, la protección temporal de
    refugiados y el reparto de responsabilidad entre los estados
    miembros.

    Alemania, por ejemplo, albergó a un número
    desproporcionado de refugiados procedentes de la antigua
    Yugoslavia a comienzos de esta década, está
    decidida a que la situación no vuelva a
    repetirse.

    Los estados miembros adaptaron un plan de
    acción de 46 puntos para hacer frente a futuras oleadas de
    inmigrantes ilegales de zonas como Irak y Kosovo.
    El gobierno de Bonn
    ha insistido en que no renunciará a su derecho de veto en
    el ámbito del asilo y los refugiados hasta que los estados
    miembros no desarrollen un sistema
    más equitativo para ocuparse de estas personas.

    El consejo Europeo sobre refugiados y exiliados (CERE),
    asociación de ONG del
    continente, cree que un "reparto" más equitativo de los
    refugiados entre los estados miembros podría ayudar a
    evitar medidas más restrictivas en materia de
    asilo.

    En 1996, el consejo insistió a los gobiernos a
    adoptar un sistema para
    "compartir la responsabilidad" de la protección de los
    refugiados y desplazados y, al mismo tiempo, mantener
    la suficiente flexibilidad para tener en cuenta consideraciones
    de tipo cultural, histórico y lingüístico y la
    unidad de las familias.

    El ACNUR ha pedido a la UE que adopte políticas y
    procedimientos de asilos justos y eficaces.

    Entre ellos, la aplicación total de la
    Convención de 1951, incluidos el reconocimiento como
    refugiado de quienes huyen de la persecución por agentes
    no estatales; el reparto de la responsabilidad entre los estados
    y la protección temporal de los recién llegados en
    caso de desplazamientos a gran escala, y la
    necesidad de proporcionar, a partes iguales, una acogida
    conveniente a esos recién llegados y una integración a largo plazo a los refugiados
    reconocidos como tales.

    Pautas del desplazamiento de los
    refugiados.

    Cuando los soldados rebeldes irrumpieron en su casa en
    Monrovia, la capital de
    Liberia, y asesinaron a sangre
    fría a su madre, el estudiante universitario Víctor
    Perry decidió que tenía que escapar de aquella
    locura sin fin.

    Emprendió entonces un viaje de proporciones
    épicas que pondrían de manifiesto un gran cambio en los
    desplazamientos globales de refugiados.

    Víctor fue a pie hasta la vecina costa de Marfil
    y, más tarde, a Nigeria. Luego subió por primera
    vez a un barco, donde sufrió la humillación de que
    le robaran la mayor parte de su ropa, incluidos los zapatos. Al
    final desembocó en el Líbano.

    El liberiano caminó durante tres días a
    través de las montañas hasta la cercana Siria,
    donde un contrabandista se ofreció para llevarlo a Europa
    Occidental a cambio de 5.000 dólares. "Me dejaron –
    recuerda- en una pequeña aldea cerca de la frontera y me
    dijeron que estaba en Alemania". El traficante se había
    ido ya del país cuando Víctor se enteró de
    que, realmente, se encontraba en Eslovaquia, una nación
    de la que no había oído
    hablar hasta entonces. Fue recluido en un centro de
    detención y, más tarde, pidió asilo
    político.

    Al igual que Víctor, cientos de miles de sus
    compatriotas liberianos huyeron de la guerra civil
    en los años ochenta y noventa. La mayoría
    consiguió refugiarse temporalmente en los países
    limítrofes y unos pocos se aventuraron más
    allá, rumbo a refugios "tradicionales" en los que
    tenían familiares, como Estados Unidos o
    Europa Occidental.

    Ninguno de ellos había pensado siquiera en
    dirigirse a Europa del Este.

    Más aún, durante gran parte de este siglo,
    el cinturón de países encajonados entre Europa
    Occidental y Rusia ha sido una de las grandes regiones
    "productoras" de refugiados del mundo.

    La situación ha cambiado en la última
    década, tras la desintegración del Imperio
    Soviético y del Telón de Acero y la
    aparición de frágiles democracias locales. Personas
    de lugares procedentes de lugares tan remotos como
    Afganistán, las antiguas repúblicas
    soviéticas de Asia Central y
    Oriente Medio siguen intentando pasar por Europa Central en su
    ruta hacia el más próspero Oeste, aunque algunas de
    ellas –pocas, pero cada vez más- han empezado a
    solicitar asilo en la zona, sea como primera elección o
    porque han sido rechazadas previamente en naciones de la
    Unión Europea.

    Mientras el Oeste cuenta con una larga tradición
    de acogida y dispone de procedimientos ya establecidos y de
    instituciones
    concretas, sus vecinos del corazón de
    Europa han tenido que empezar prácticamente desde cero. No
    obstante, el comienzo ha sido alentador para la mayoría de
    estos gobiernos, que se han adherido a la Convención de
    Ginebra de 1951.

    El ACNUR les ha ayudado a crear marcos legales, instituciones
    e instalaciones para atender a los solicitantes de
    asilo.

    La historia de Víctor
    Perry, también tiene un final feliz. Le concedieron el
    estatuto de refugiado en Eslovaquia en cuatro meses, cuando hay
    casos que se prolongan durante años.

    En teoría,
    los refugiados disfrutan de los mismos derechos que los
    ciudadanos eslovacos, pero, debido a la falta de medios
    económicos y a las dificultades de alojamiento y manejarse
    con el idioma, la integración resulta bastante
    difícil.

    Si Víctor hubiera llegado al destino que
    tenía previsto, Alemania, no habría tenido la
    posibilidad de que le reconocieran como refugiado, pues, por lo
    general, el gobierno de Bonn no concede el estatuto a personas
    que huyen de guerras civiles.

    En cualquier caso, el liberiano se ha convertido en el
    primer profesor africano de la historia de su país
    de acogida y da clases de Economía y Biología en una
    escuela
    secundaria, y estaba en planes de casamiento con una ciudadana
    local.

    "Me convertí en solicitante de asilo con gran
    dolor en el corazón
    –asegura- cuando me dieron el estatuto de refugiado, mi
    vida empezó de nuevo".

    La detención: un beneficio…
    ¿Para quién?

    "La inmunidad contra la detención es un
    derecho humano fundamental"
    Directrices del ACNUR, contra la
    detención de solicitantes de asilo.

    "En cuanto bajó del tren Eurostar, que cruza el
    Canal de La Mancha, en Londres, Adem, de 22 años,
    pidió asilo político, explicando a los funcionarios
    de inmigración que huía de los combates
    en Kosovo. Preocupado por la posibilidad que le tomaran por un
    "gorrón" de la asistencia social, como se considera a
    muchos solicitantes de asilo en Gran Bretaña actualmente,
    declaró que estaba dispuesto a trabajar para mantenerse a
    sí mismo mientras se estudiaba su
    petición.

    La reacción no fue la que él esperaba. Le
    detuvieron inmediatamente".

    La detención es una de las cuestiones más
    controvertidas que, en materia de asilo, afronta Europa hoy en
    día.

    Algunos gobiernos la utilizan para controlar los
    movimientos de solicitantes, tanto los que llegan por primera vez
    a un país como de quienes están a la espera de una
    decisión sobre su caso, o tras ser rechazados, de su
    deportación.

    Hay voces críticas que les acusan de ir
    más allá, empleando la amenaza de encarcelamiento
    para disuadir a los posibles solicitantes.

    Las circunstancias en que los gobiernos europeos
    utilizan la "amenaza de detención", el período que
    dura esta y las condiciones en que se desarrolla varían
    bastante de un país a otro, pero presentan una característica común: el
    número de detenidos se ha incrementado en todo el
    continente, en la última década.

    La primera vez que el ACNUR llamó la
    atención sobre esta tendencia fue en un completo informe de 1995
    titulado "el recurso generalizado a la
    detención".

    Los gobiernos insisten en que el recurso a la
    detención es mínimo y en que se usa, ante todo,
    para impedir que los solicitantes de asilo desaparezcan o se den
    a la fuga.

    Según el informe la
    detención de solicitantes de asilo, "el análisis de índices de fugas no la
    justifica", por lo que sugiere que hay otros motivos
    detrás de la actuación de los gobiernos: "las
    tendencias actuales permiten describir la detención como
    un instrumento de disuasión en sí
    mismo".

    # En Austria por ejemplo, uno de cada diez solicitantes
    de asilo es sistemáticamente detenido mientras se estudia
    su petición.

    # En Gran Bretaña hay una cifra estable de 750 y
    850 arrestados.

    # Alemania retiene a los potenciales solicitantes de
    asilo en los aeropuertos internacionales mientras se toma una
    decisión sobre sus peticiones. Como los detenidos tienen
    plena libertad para
    marcharse –siempre que lo hagan de vuelta al país
    del que huyeron o del que proceden- las autoridades alegan que no
    puede hablarse de detención.

    # Quienes llegan a Francia
    también son retenidos –más que detenidos-
    durante un máximo de veinte días en "zonas de
    espera" especiales de aeropuertos, puertos y estaciones de
    trenes.

    En 1993, la Comisión Europea sobre los Derechos
    humanos sentenció que los cuatro ciudadanos
    somalíes retenidos en el aeropuerto de París-Orly
    en circunstancias parecidas (caso Amuur vs. Francia)
    habían sido privados de su libertad contraviniendo la
    Convención sobre los Derechos Humanos.

    # En Bélgica, los solicitantes de asilo
    indocumentados han sido trasladados a un centro de
    detención especial en Steenokkerzeel que tiene el
    carácter de extraterritorial, por lo que sus ocupantes
    permanecen legalmente fuera del país, en una especie de
    limbo.

    # Los países bálticos y del Este, recurren
    a la detención en forma generalizada y, en ocasiones,
    indiscriminada.

    En tales circunstancias, los estados utilizan un
    procedimiento tosco pero eficaz: detener a los solicitantes de
    asilo indocumentados en puertos y aeropuertos y embarcarlos
    enseguida fuera del país, antes de que tengan tiempo de
    presentar sus peticiones o contactar con organizaciones como el
    ACNUR.

    Recientemente, un solicitante de Oriente Medio que
    estaba a punto de ser expulsado de Hungría,
    convenció a otro pasajero del avión para que le
    dejara usar su teléfono móvil, con el que pudo
    llamar a un organismo humanitario. Al final le permitieron
    presentar su petición de asilo.

    La duración de la estancia en los centros de
    detención y las condiciones en que se desarrolla
    también varían de forma considerable.

    En Gran Bretaña la duración media es de 65
    días, aunque algunas personas han pasado más de un
    año.

    Debido a la falta de instalaciones especializadas, las
    autoridades suelen alojar a unos 300 detenidos en prisiones
    normales, con los que quedan sujetos al mismo régimen que
    los delincuentes, que viven, a menudo, en pequeñas celdas
    para dos personas sin agua
    corriente, ni sanitarios y permanecen encerrados 21 horas al
    día.

    Con frecuencia, los solicitantes desconocen el motivo
    por el que han sido detenidos ni cuando serán
    liberados.

    "Escapé de la dictadura y de
    la cárcel en mi propio país – se lamentaba un
    detenido de Africa Occidental- y ahora, en Inglaterra, me
    encuentro en la misma situación".

    Aunque el Alto Comisionado es consiente de los problemas
    de los gobiernos para hacer frente al gran número de
    personas que intentan entrar en Europa – tanto
    auténticos refugiados como otro tipo de inmigrantes- las
    directrices de 1998 subrayan que "sólo debería
    recurrirse a la detención en casos de necesidad" como la
    protección de la seguridad nacional.

     Los países escandinavos y Alemania han
    aplicado con éxitos estos sistemas. Y hay
    más avances alentadores.

    Recoge algunos problemas que han sido motivo de
    preocupación en el pasado, incluidos el derecho a revisar
    una orden de detención y el compromiso de no arrestar a
    menores no acompañados. No obstante, los criterios
    fundamentales para proceder a una detención se mantienen
    sin cambios, según algunos funcionarios.

    Suecia a elevado la edad a la que los jóvenes
    pueden ser arrestados de 16 a 18 años. Y en 1994,
    Luxemburgo redujo la duración máxima de seis meses
    a uno.

    Los países europeos siguen, pues,
    esforzándose para resolver un dilema fundamental:
    cómo cumplir sus obligaciones
    legales y morales hacia los solicitantes de asilo y, al mismo
    tiempo, dar una respuesta a la inquietud social generada por la
    inmigración.

    La vuelta del exilio.

    Los millones de refugiados que se desplazan y buscan
    asilo constituyen un gran desafío para las comunidades
    actuales, ya que, sean cuales fueran las causas, la comunidad
    internacional debe protegerlos tal como lo indica la
    aplicación del principio de la Declaración
    Universal de Derechos Humanos de no rechazar al
    refugiado.

    La implementación de las soluciones
    debe considerar la cantidad de refugiados, las causas que
    motivaron su éxodo y las condiciones de vida en su
    país de origen.

    Muchos países han iniciado sus acciones
    destinadas a la repatriación de refugiados. Por ejemplo,
    algunos países de Europa Occidental acordaron operativos
    conjuntos de
    repatriación: Bélgica y Francia deportaron en
    vuelos especiales y en cupos determinados de vuelos de
    línea comercial. Otros han firmado acuerdos de
    repatriación, como Alemania, que, en el año 1992,
    envió de regreso a su país de origen a la
    población rumana que estaba asentada en su territorio,
    aunque les brindó ayuda monetaria a los
    refugiados.

    A pesar de todo esto, las soluciones que implementa el
    ACNUR consisten en el asentamiento local en el país de
    asilo, el reasentamiento en un tercer país y la
    repatriación voluntaria a su país de origen,
    asegurándose que no sea nuevamente víctimas de la
    persecución.

    Esta última se considera la mejor solución
    y para implementarla se necesitan medios de
    transportes, servicio de
    asistencia o bien el pago de gastos de viaje
    con un pequeño subsidio.

    Alguna de las principales repatriaciones en la que el
    ACNUR tuvo decisiva participación fueron las
    siguientes:

    # Desde México han
    regresado a Guatemala, su
    país de origen, aproximadamente 30.000 personas, labor que
    se llevó a cabo a lo largo de diez años; a pesar de
    ello, aún hay 35.000 refugiados guatemaltecos en México.

    # En 1995, solo emprendieron el regreso 50.000 de los
    250.000 refugiados en Myanmar (ex Birmania) asentados en
    Bangladesh desde 1991.

    # Entre los años 1992 y 1995 regresaron a
    Mozambique 1,6 millones de refugiados en países
    vecinos.

    El empleo, clave
    de la integración.

    España, un ejemplo a
    seguir.

    La Comisión Española de Ayuda al Refugiado
    (CEAR) es una de las organizaciones que desarrollan el proyecto INTEGRA
    de la Unión Europea en nuestro país. El objetivo,
    facilitar el acceso de los refugiados al mercado laboral español
    aplicando políticas activas de empleo.

    Cuando se les pregunta por este proyecto, a
    través del cual han ayudado a encontrar trabajo a casi
    doscientas personas –entre refugiados, solicitantes de
    asilo, desplazados con permiso para permanecer en España por
    circunstancias excepcionales e inmigrantes- desde marzo de
    1998.

    La Comisión de Ayuda al Refugiado se marco una
    serie de objetivos para desarrollar INTEGRA. "El más
    inmediato y primordial es la contratación del colectivo. Y
    a pesar de que la situación del mercado laboral en
    España no es muy favorable, la respuesta de los
    empresarios está superando todas nuestras previsiones. El
    segundo objetivo, a
    medio plazo, es la mejora de tipos de contratos, y el
    tercero a más largo plazo, la creación de una
    red ocupacional,
    es decir, una comunicación fluida con un nutrido grupo de
    empresas para
    que nos vayan transmitiendo sus necesidades de personal".

    CEAR está reconocida como agencia de
    colocación por el ministerio de trabajo y asuntos sociales
    desde 1995, por lo que INTEGRA no ha venido sino a impulsar esta
    faceta de la organización, que siempre ha dado la
    máxima importancia al empleo: "somos conscientes –
    dice una de sus miembros- de que, si bien las prestaciones
    sociales funcionan en determinados momentos, no hay nada mejor
    para la integración de las personas en la sociedad que la
    autosuficiencia".

    CEAR ha creado agencias de colocación en las seis
    comunidades autónomas donde está implantada:
    Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad
    Valenciana, País Vasco, y Madrid.

    Cada una de ella se compone en tres grupos de trabajo en
    el que los voluntarios, cumplen un papel
    fundamental.

    El primero la bolsa de demandantes, se encarga de
    elaborar un plan de Empleo
    Personalizado de cada beneficiario detectando mediante una
    entrevista,
    cuáles son sus potenciales y sus carencias para encontrar
    colocación.

    Entretanto, el Observatorio Ocupacional se dedica a
    analizar el mercado laboral, en busca de posibles ofertas de
    empleo, y un tercer grupo recopila todos estos datos y se
    encarga de informatizarlos.

    " El proceso no es fácil – apuntan-, ya que
    muchos de los beneficiarios están legalizados pero siguen
    pendientes de un permiso de trabajo, cuya tramitación
    puede durar entre seis y ocho meses. Cuando lo obtienen, las
    Agencias van concertándoles entrevistas
    con empresarios y, si los aceptan, hacen un seguimiento para
    verificar que todo marcha bien, a gusto tanto del trabajador como
    de su empleador.

    En el capítulo estadístico, las
    nacionalidades de los beneficiarios de INTEGRA son muy variadas y
    la mayoría de los contratos se han
    firmado en cinco grandes sectores: servicio
    doméstico (24%), limpieza – mantenimiento
    (20%), construcción (18%), sector servicios
    (15%), y agricultura
    (12%).

    Según Marta (coordinadora nacional de Servicios
    Sociales de CEAR), "ahora no se trata de formar a los refugiados
    para el empleo, sino de analizar antes que empleo hay para,
    después, formarlos en consecuencia. Otra de las partidas
    presupuestarias se destina, por ejemplo, al autoempleo, dirigido,
    sobre todo a personas cuya avanzada edad o desconocimiento del
    idioma dificultan su contratación por cuenta
    ajena".

    INTEGRA no desaparecerá cuando acabe el proyecto,
    de forma que los dos años de duración de
    éste, habrán servido para sentar las bases de un
    servicio más allá del propio INTEGRA.

    Por supuesto, otro intercambio es el de información que realizan las agencias de
    colocación de la comisión entre sí y, en
    virtud de un convenio firmado en Madrid, con los centros de
    acogida a refugiados de Vallecas y Alcobendas.

    Así se evita que ese bien tan preciado que es una
    oferta de
    trabajo se desperdicie por falta de demandantes en un centro
    determinado.

    "Si tanto reclamamos – concluye Marta- que los
    refugiados tengan los mismos derechos que los nacionales de un
    país para lograr su integración, lo mismo debemos
    hacer con el empleo".

    ¿Qué es el proyecto
    INTEGRA?.

    El proyecto INTEGRA es una sección de la
    iniciativa EMPLEO del Fondo Social Europeo. Comenzó a
    aplicarse en enero de 1998 y acabará a finales de
    1999.

    El programa HORIZON,
    se centraba en la formación ocupacional y la
    homologación de títulos de todos aquellos grupos
    excluidos o amenazados de exclusión del mercado laboral,
    entre ellos los refugiados. INTEGRA nace para combinar esa
    formación con una política más activa de
    búsqueda de trabajo.

    Sus principios
    fundamentales son:

    # Transnacionalidad: cualquier organización que desarrolle el proyecto,
    como sucede con todos los promovidos por la Unión Europea,
    debe hacerlo en estrecha colaboración con una
    organización similar de otro país comunitario para
    facilitar el intercambio de ideas y experiencias.

    # Efecto multiplicador: el intercambio de
    prácticas y resultados debe difundirse también a
    nivel local, beneficiando a otras organizaciones que no tengan
    una implicación directa con INTEGRA.

    # Innovación: los proyectos han de
    promover las nuevas aplicaciones en materia de política de
    empleo dirigidas a la inserción profesional de los grupos
    más vulnerables.

    # Enfoque de abajo hacia arriba: basado en la
    convicción de que la manera más efectiva de
    detectar, comprender y responder a las necesidades de los
    refugiados y del colectivo proveedor de empleo (los empresarios)
    es la que se desarrolla a nivel local.

    Para la financiación, el Fondo Social Europeo
    divide la geografía nacional en
    Objetivo Uno, en el que aporta el 75% de los fondos, y fuera de
    Objetivo Uno (Madrid y Barcelona), donde
    lo hace a medias con el Instituto de Migraciones y Servicios
    Sociales (IMSERSO).

    En España hay más de 160 organizaciones
    que desarrollan INTEGRA gracias a la cofinanciación del
    INMERSO.

    Cruzar las fronteras europeas, todo por vivir
    mejor.

    Era el espectáculo más inhumano que he
    visto en mi vida, afirmaba un oficial del servicio de
    guardacostas griego.

    Ciento sesenta y siete kurdos de Irak, la mitad
    de ellos niños,
    se hacinaban en la bodega de un decrépito barco de
    pesca de uno
    veinte metros de eslora, en un espacio concebido para albergar
    diez personas.

    Llevaban cinco días sin recibir agua ni
    comida, tras pagar el equivalente a 3.000 dólares por "un
    viaje a un mundo mejor".

    En lugar de ello, según el oficial que
    interceptó el barco cuando se disponía a
    desembarcar a sus pasajeros en la isla de Creta, "Cuando los
    encontramos, estaban prácticamente muertos".

    Los kurdos se habían jugado los ahorros de toda
    su vida para intentar colarse en Europa.

    Como el continente ha cerrado sus puertas a inmigrantes
    económicos y está complicado el proceso para que
    los auténticos refugiados reciban asilo, la gente prueba
    sistemas cada vez
    más ingeniosos para entrar.

    Desde los lugares más remotos intentan cruzar la
    frontera europea, en barcos, camiones, trenes e inclusive a
    pie.

    Esto ha llevado a los países a intensificar y
    reforzar las operaciones en
    las fronteras. Tal es el caso de Alemania, a lo largo de sus
    1.600 kilómetros de frontera oriental, trabajan 7.000
    policías equipados con la última tecnología.

    Las autoridades italianas han hecho lo propio en sus
    8.000 Km. de costas con las patrullas de helicópteros,
    buques de guerra y lanchas rápidas y han abierto "centros
    de retención" para inmigrantes ilegales. Grecia ha
    hecho lo propio, pero sus defensas se ven limitadas debido a la
    gran extensión de su costa, casi el doble de la italiana,
    con lo cual es casi imposible, patrullar con eficacia.

    Estos tres países pertenecen al llamado grupo de
    Estados Schengen, una zona libre de controles fronterizos y de
    pasaportes dentro de Europa que incluye también a Francia,
    Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Portugal y
    Austria. En una reunión celebrada en septiembre, los
    representantes de Schengen acordaron endurecer y coordinar sus
    medidas contra el tráfico ilegal, incluyendo el
    reforzamiento de los controles fronterizos externos, el
    incremento de las inspecciones en puertos y aeropuertos, la
    deportación inmediata de inmigrantes ilegales y la
    imposición de sanciones contra las compañías
    de viajes que
    transporten pasajeros indebidamente documentados.

    La situación puede empeorar en vez de mejorar. En
    1997, la policía alemana detuvo a más de 35.000
    "ilegales", 30% más que durante 1996. No obstante el
    Centro Internacional para el Desarrollo de
    la Política de Inmigración, con sede en Viena,
    calcula que entre 150.000 y 300.000 personas consiguieron entrar
    ese mismo año en Europa Occidental sin visado,
    uniéndose a los entre dos y cinco millones de inmigrantes
    que ya residen ilegalmente en el continente.

    Según fuentes
    oficiales, el comercio de
    los seres humanos tiene unas proporciones similares al de la
    droga,
    reportando a los traficantes que cobran entre 500 y 3.000
    dólares por pasar de contrabando a personas desesperadas,
    unos 7.000 millones al año.

    Los auténticos refugiados pueden ser las
    principales víctimas de este conflicto que
    se intensifica día a día, pues sus legítimas
    peticiones de asilo corren el riesgo de
    perderse o traspapelarse en medio de creciente caos.

    Transportan a la gente en hamacas colgadas bajo vagones
    de tren o la meten a presión en
    los espacios vacíos de autocares turísticos a los
    que, previamente han quitado los sistemas de aire
    acondicionado.

    Algunos mueren de asfixia durante el viaje.

    Los potenciales refugiados viajan postrados en lo alto
    de los vagones de mercancías, con las líneas del
    tendido eléctrico muy cercas de sus cabezas. Ya se han
    producido muchas víctimas por
    electrocución.

    Los contrabandistas aconsejan a sus "clientes" que se
    cubran con ropas mojadas para burlar los prismáticos
    térmicos del ejército, pero este truco funciona
    mejor en invierno, cuando es fácil congelarse hasta la
    muerte.

    Estas personas intentan entrar en Europa por diversas
    razones, pero la frontera está cerrada para todos:
    refugiados cuyas vidas corren peligro y gente que, sencillamente,
    desea una vida mejor.

    Cuando los periodistas lograron visitar, a comienzos de
    1998, el centro de detenidos en Gyor, en Hungría, cerca de
    la frontera con Austria, lo encontraron abarrotado de hombres,
    mujeres y niños que vivían juntos en un
    único y desolado barrancón, sin acceso a
    ningún tipo de información y con tan sólo raciones
    de emergencia para comer. ¿Quién sabe como
    será la situación en otros centros a lo largo del
    mundo exterior de la "fortaleza europea"?.

    "Hay una guerra tan grave como no declarada en las
    vulnerables fronteras europeas".

    Una fuga de milagro.

    Los traficantes que en octubre de 1998, trataban de
    meter de contrabando a treinta kosovares y albaneses en Italia empezaron
    a tirar a los más jóvenes al mar Adriático
    al ser interceptados por la policía.

    Nueve niños, incluyendo varios bebés,
    fueron arrojados a las olas en un intento apresurado por
    descargar la balsa neumática, pero los agentes se echaron al
    agua y los rescataron.

    "La tripulación tenía pistolas. Tiraron a
    los niños por la borda debido a la cercanía de los
    policías –relata después un potencial
    refugiado a un periodista -. Tiraron incluso a un bebé de
    cuatro meses". Un jefe de la policía local recuerda: "no
    podíamos creer lo que estábamos viendo. Por un
    instante nos quedamos paralizados".

    Más tarde se supo que el grupo, incluidos los
    niños, estaban saliendo adelante.

    Pude que la división entre el Este y el Oeste
    impuestas por la Guerra Fría desapareciera hace mucho
    tiempo, pero la Europa de hoy tiene que hacer frente a otro tipo
    de conflictos en sus fronteras.

    Los países del cono sur de América
    reabren sus puertas a

    Los refugiados.

    La última década ha sido de vital
    importancia para la consolidación de la democracia en
    los países del cono sur. Ahora, tras años de
    dictaduras militares que provocaron exilios masivos, vuelven a
    ser tierra segura
    que otorga asilo a las personas cuyas vidas corren
    peligro.

    En diciembre de 1998, Argentina
    cumplió 15 años de su retorno a la democracia,
    consolidada también en otros países del sur de
    América
    Latina.

    Mientras la década de los ´70 estuvo
    marcada por trastornos sociales y políticos en todos los
    estados del cono sur, la de los ochenta se caracterizó por
    la vuelta a la libertad y a la esperanza. Ahora en los noventa,
    continúa una etapa de fortalecimiento de todas las
    estructuras
    democráticas, acompañada de un proceso de apertura
    hacia el exterior en todos los ámbitos: político,
    social, económico y cultural.

    El papel del
    ACNUR en el sur de América
    Latina.

    Durante las dictaduras militares en los países
    sudamericanos, se produjeron éxodos masivos de gente que
    se asilaba principalmente en México, Estados Unidos,
    Canadá, Europa Occidental y Oriental y la antigua
    Unión Soviética.

    Por ejemplo en Chile se
    estima que entre 1973 y 1990, de 250.000 a 500.000 personas
    solicitaron refugio en el exterior durante el gobierno de
    facto.

    En este país, tanto las iglesias, como las
    ONG, las
    organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y
    el propio ACNUR, colaboraron con eficacia en el
    terreno humanitario.

    Bajo los auspicios del Alto Comisionado y con el
    respaldo de la Iglesia
    Católica y el movimiento
    ecuménico, se constituyó el Comité Nacional
    de Ayuda a los Refugiados (CONAR), con dos claros objetivos: el
    primero liberar a los miles de ciudadanos chilenos y extranjeros
    que se hallaban en los campos de detención y asentarlos en
    otros países; el segundo, administrar dichos centros de
    detención donde los refugiados aguardaban para ser
    enviados al exterior.

    Así el ACNUR brindó protección y
    asistencia legal y material en los países de asilo a
    más de 200.000 chilenos.

    En Uruguay se
    calcula que 350.000 personas salieron del país entre 1968
    y 1984. Y en Argentina, la ruptura del orden institucional
    producida en 1976 hizo que el ACNUR iniciara en reasentamiento en
    terceros países de más de 30.000 refugiados
    latinoamericanos que llegaron al país en busca de asilo
    debido a la interrupción de los procesos
    democráticos en sus respectivos países de origen.
    Asimismo ayudó a miles de ciudadanos argentinos a
    refugiarse en el exterior.

    La década de los ochenta trajo nuevos aires: los
    países del sur de América
    Latina retomaron sus procesos democráticos y dejaron de
    ser estados generadores de refugiados.

    Volvieron a ser países de asilo como a principios
    de siglo, cuando sus tierras dieron refugio a personas escapadas
    de la guerra civil española, las guerras mundiales y los
    regímenes autoritarios del Este Europeo.

    Ya en la década anterior, se inició la
    repatriación voluntaria de miles de refugiados
    latinoamericanos residentes en el extranjero. A finales de 1985,
    el ACNUR había ayudado a 10.000 personas a regresar a su
    patria.

    Las naciones del sur de América Latina se
    caracterizan hoy por su solidaridad en
    materia de migraciones en general y asilo en
    particular.

    Todos los países ratificaron la Convención
    de 1951, como el Protocolo de 1967.

    Asimismo, los gobiernos adoptan en la práctica el
    enfoque previsto en la Declaración de Cartagena (algunos
    como Brasil y Bolivia lo
    incorporaron a sus legislaciones) para que se extienda la
    protección a aquellas personas que abandonaron sus
    países debido a la violencia
    generalizada o a la violación sistemática de los
    derechos humanos.

    En la actualidad, miles de solicitantes de refugio
    provenientes de los países latinos y extraregionales
    buscan nuevamente protección y una vida digna en las
    naciones que integran el Cono Sur.

    En Argentina desde 1985, se ha otorgado refugio a 12.000
    personas. Hoy, unas 1.000 de distintas partes del mundo reciben
    asistencia con el apoyo de las autoridades nacionales, del
    gobierno y de la sociedad
    civil.

    Con la progresiva consolidación de la democracia
    en Brasil, este es
    otro país que se transforma en uno de asilo, con la mayor
    cantidad de refugiados provenientes de Africa. Más de
    1.200 ciudadanos Angoleños y 200 liberianos que escaparon
    de guerras civiles atroces fueron admitidos como refugiados
    según la Convención de 1951, con derecho a trabajar
    y poseer un documento de identidad.

    En el proceso de integración de un refugiado,
    intervienen tres actores: el gobierno, las agencias
    implementadoras y la sociedad civil.
    El ACNUR cumple en el sur de América un papel catalizador,
    organizando y complementando la ayuda a los refugiados. Coordina
    la labor y las aportaciones de las tres partes en la tarea de
    hacer sentir como en casa a aquel que llega de otro país
    para escapar del horror, la persecución y la violencia.

    Para que la integración se transforme en una
    realidad, es necesario que el refugiado pueda ejercer los
    derechos previstos en la Convención de 1951 relativa al
    estatuto de los refugiados y esté, sobre todo, protegido
    contra la devolución a su país de origen, donde su
    vida, libertad y seguridad corren peligro.

    También es necesario que el refugiado disponga de
    las mismas posibilidades que el resto de los ciudadanos de un
    país. De ahí que sea fundamental su dominio del
    idioma, su capacitación para ofertar trabajo al
    mercado y el
    conocimiento de las demandas laborales del país en que
    se encuentra.

    En cada país, se han puesto en práctica
    programas de
    capacitación laboral, cursos de idioma,
    computación, además de la asistencia
    psicológica, médica y odontológica
    gratuita.

    Este año, los gobiernos de Argentina y Chile
    aceptaron recibir entre ambos a 20/30 familias de la antigua
    Yugoslavia. El proyecto piloto, que se está implementando
    durante este año, abarca la protección, asistencia
    e integración de estas familias provenientes de Croacia,
    Bosnia, Serbia o Kosovo.

    La iniciativa de las autoridades de ambos países,
    ha creado expectativas de que estos programas de reasentamiento
    puedan también implementarse en el resto de América
    Latina.

    Los países del Cono Sur están abriendo sus
    puertas para ofrecer lo mejor que tienen: su solidaridad. Y la
    esperanza de que siempre se puede recomenzar una vida en una
    tierra hospitalaria.

    Cinco siglos de discriminación

    Que aún
    continúan.

    "Los romaníes de Europa afrontan una
    hostilidad creciente en sus países y una fría
    acogida en el extranjero".

    "No tengo pruebas de los
    posibles actos criminales cometidos por estas personas, pero su
    situación es tal que no pueden sino sentirse tentados a
    cometerlos si se presenta la ocasión…No pueden sino
    ser peligrosos" (un magistrado de Estrasburgo del siglo XIX, en
    un escrito sobre el pueblo romaní).

    Durante 1997, cuando varios cientos de romaníes
    checos y eslovacos solicitaron asilo en Gran Bretaña,
    hasta los llamados periódicos serios reaccionaron con
    titulares como: "Los gitanos invaden Dover en busca de limosna" y
    "Casi no hablan ingles pero saben como sacarle provecho al
    sistema". Llama la atención el hacho de que, en
    ningún momento se admitiera, la posibilidad de que los
    solicitantes de asilo estuvieran huyendo de una
    persecución.

    Sin embargo, la historia demuestra que los
    romaníes tienen suficientes motivos para quejarse. Los
    ocho millones de ellos que viven en Europa forman el grupo
    minoritario más numeroso del continente y, en los
    quinientos años que llevan allí, han sido objeto de
    constantes recelos, rechazos y exclusiones. En 1496, un edicto
    alemán los declaró traidores a la cristiandad; en
    1504, Luis XII les prohibió la entrada a Francia, y hasta
    finales del siglo pasado vivieron como esclavos en Rumania. En
    fechas más recientes, los nazi exterminaron a unos 500.000
    romaníes en aplicación de su política
    "racial".

    Desde entonces, Europa ha avanzado mucho. En el medio
    siglo transcurrido desde esa infame acción, el continente
    ha albergado con generosidad a millones de desamparados de todo
    el mundo y, a pesar del endurecimiento de su postura en los
    últimos años, sigue siendo un faro de esperanza
    para muchos otros. No obstante, el "problema romaní" es
    aún una mancha en este expediente.

    Los romaníes se encuentran dispersos por toda
    Europa, aunque sus comunidades más importantes
    están en el Centro y el Este, la antigua Yugoslavia,
    España y Turquía. Eso sí, vivan donde vivan,
    parecen despertar antipatía y miedo y se les considera
    como vagabundos sin raíces, analfabetos, sucios e incluso
    peligrosos.

    La situación está empeorando en algunas
    regiones, impulsadas por la caída del comunismo, que ha
    sacado a la luz algunas
    actitudes
    contenidas hasta ahora por regímenes represivos de Europa
    Central y Oriental. En este clima, se han
    producido casos de agresiones en masa, asaltos de cabezas
    rapadas, ataques incendiarios, palizas de la policía e
    indiferencia judicial.

    En Alemania, los miles de solicitantes de asilo
    romaníes que huyeron de la violencia de su Rumania natal
    han sido recibidos con ataques esporádicos neonazis en los
    últimos años.

    En Austria, los albergues en los que se alojan han sido
    incendiados. En Internet, es frecuente
    encontrar literatura
    anti-romaní procedente de Rusia. En Eslovaquia, una
    declaración presidencial ha anunciado la necesidad de
    "restringir la reproducción de esta población
    socialmente inadaptable y mentalmente atrasada". Las leyes de la
    República Checa niegan la ciudadanía a varios miles
    de romaníes convirtiéndolos en apátridas. Y
    en este mismo país, en la ciudad de Usti Nad Lambem, hace
    poco se oyeron los terribles ecos del holocausto cuando los
    concejales plantearon la posibilidad de construir un muro
    alrededor de la comunidad romaní. No obstante, el gobierno
    ha empezado a reclutar en la policía a romaníes
    capacitados y a contratarlos en los colegios, al tiempo que una
    joven romaní se ha convertido en diputada
    parlamentaria.

    A pesar de todos estos ejemplos, los funcionarios de
    inmigración europeos suelen hacer afirmaciones
    genéricas del tipo "los romaníes no parecen estar
    bajo amenaza de persecución", como declaró
    recientemente un funcionario británico.

    Este pueblo padece también una
    discriminación sistemática. En la República
    Checa y en Eslovaquia, muchos bares y restaurantes se niegan a
    servirlos.

    La fría acogida que les espera incluso en el
    tolerante oeste puede ser la causa del número
    sorprendentemente bajo de romaníes que solicitan asilo.
    Pero también conviene apuntar la posibilidad de que las
    solicitudes de quienes intentan escapar de la persecución
    se juzguen teniendo en cuenta no tanto las circunstancias de cada
    caso como la poca simpatía que despiertan.

    El peso de cinco siglos de discriminación,
    hostilidad y persecución sigue desequilibrando la balanza
    en contra de los romaníes.

     El conmovedor drama de los refugiados
    albanos en Kosovo.

    Casi dos millones de personas amenazadas por uno de
    los peores dramas humanos desde el fin de la segunda guerra
    mundial. Los ataques de la
    organización del Tratado del Atlántico del
    Norte (OTAN) intentaban detener a Milasevic, pero la crisis
    parecía no tener fin.

    A principios de 1999 y hasta mediado de ese mismo
    año, en Kosovo, se desarrolló uno de los dramas
    más dolorosos de este siglo. Según fuentes del
    alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
    (ACNUR), más de 650.000 personas han sido desplazados de
    sus hogares en la provincia de Serbia, desde que a partir de
    marzo de 1998 el presidente serbio Slodoban Milosevic
    ordenó la represión contra el ejército de
    liberación de Kosovo.

    Formado dos años antes en respuesta a la
    decisión serbia de anular la autonomía de la que
    gozaba la región desde épocas del Mariscal Tito, el
    artífice de la unificación de la ex Yugoslavia al
    término de la segunda guerra
    mundial, este grupo independentista adoptó una
    actitud
    intransigente, y comenzó a pregonar la formación de
    una Gran Albania, de la cual Kosovo sería una pieza
    esencial.

    Estas cifras, según otros datos parecen
    empequeñecidas. Se estima que antes de que se iniciaran
    los bombarderos unas 200.000 personas habían salido de
    Kosovo, sobre todo con destino a Albania y Macedonia.

    Desde el 24 de marzo, cuando la OTAN, comenzó a
    atacar la Federación Yugoslava, integrada por Serbia y
    Montenegro, entre 650.000 y 900.000 habrían cruzado las
    fronteras.

    Además se estima que no menos de 250.000
    deambulaban sin rumbo y sin hogar en Kosovo, mientras que al
    menos 80.000 fueron obligados a regresar desde la zona fronteriza
    por las tropas de Milosevic, en un cambio de estrategia que de
    un plumazo intentó frenar el virtual vaciamiento de la
    conflictiva provincia conformada por una mayoría
    étnica albanesa.

    Fuentes del ejército de Liberación de
    Kosovo, son más drásticos en sus apreciaciones.
    Hacen subir el número de personas desplazadas de sus
    hogares y aún en Kosovo a más de 700.000 y aseguran
    que virtualmente no hay un sólo pueblo o aldea que no que
    no haya sido afectada por el desplazamiento de varios miles de
    familias.

    Algunos periodistas occidentales, que han llegado a
    Pristina, afirman que la ciudad se asemeja a un gigantesco
    cementerio, donde virtualmente es imposible ver un civil. Los
    pocos restos de vida humana que aún se observan en la
    capital de la
    provincia rebelde son efectivos militares o pobladores de origen
    serbio, que eran antes del conflicto apenas el 10% de la
    población.

    Semejantes cifras son contundentes.

    Nos encontramos, sin dudas, ante uno de los tres dramas
    humanitarios más graves de la década, sólo
    comparable al que sucedió en Bosnia en junio de 1991 y
    noviembre de 1995 y en Ruanda entre abril de 1994 y diciembre de
    1996. Es probablemente el más grave drama humanitario
    desde la Segunda Guerra
    Mundial.

    Como en esas ocasiones, la magnitud de la tragedia
    desbordó todas las previsiones, y los recursos destinados
    por la comunidad internacional parecen exiguos ante la magnitud
    de la tragedia.

    Entender la magnitud del drama que se desarrolla en
    Kosovo, implica adentrarse en una historia que se remonta a 600
    años atrás, con la invasión turca de la
    región y el desplazamiento de la población
    mayoritariamente de esa provincia.

    Pero, además hace retroceder el reloj de la
    historia a la Primera Guerra
    Mundial, cuyo origen estuvo precisamente en Sarajevo, la
    ciudad, se convirtió en el último reducto
    musulmán en la guerra de Bosnia, hasta que se
    alcanzó un acuerdo final con respaldo occidental que
    impidió la continuidad de la sangría.

    El mosaico de razas culturales y religiones de la ex
    Yugoslavia, surgida de la Segunda Guerra
    Mundial bajo la conducción del Mariscal Tito, en medio
    de una sangrienta guerra civil que se desarrollaba al mismo
    tiempo que la batalla contra los nazis, sólo pudo ser
    sostenida por la férrea actitud del
    tiránico y hábil líder,
    que coqueteó durante años a ambos lados de la
    cortina de hierro,
    aún en los peores momentos de la Guerra
    Fría.

    Con todo, Tito además de ser uno de los
    precursores del supuestamente neutral de Movimiento de los No
    Alineados, se las ingenió en el terreno de lo
    internacional para mantener un delicado equilibrio,
    que generaba tanto el respaldo tanto de occidente como de
    Moscú.

    Ese mismo equilibrio,
    aunque aveces acompañado con una feroz represión,
    le sirvió para controlar los odios en las fronteras de su
    propio país. Así logro que los viejos
    enfrentamientos étnicos, quedaran sepultados,
    detrás de un liderazgo que
    intentaba conformar a todos.

    En Kosovo, en 1974 dio muestras de esa habilidad
    política al reconocerle una autonomía
    constitucional que nunca antes había gozado esta provincia
    Serbia. Un status que quedó definitivamente consagrado en
    1981.

    Con la muerte de
    Tito, en los ochenta, la caída de la Unión
    Soviética y el estallido de los nacionalismos en el este
    europeo, en la ex Yugoslavia se desarrolló la más
    feroz de las guerras civiles de Europa.

    Occidente, no advirtió o minimizó la
    gravedad de la crisis y dejó, como en otros puntos del
    destruido tejido soviético, que fueran los propios
    protagonistas quienes armaran las nuevas fronteras
    nacionales.

    Así, primero Eslovenia y Croacia en junio de
    1981, Bosnia cuatro meses más tarde y Macedonia en
    diciembre de ese mismo año se alejaron de la influencia de
    Belgrado. Sólo la pequeña Montenegro, quedó
    ligada al viejo tronco serbio.

    Pero, como las fronteras surgidas al término de
    la Segunda Guerra
    Mundial, el mosaico de razas y religiones que conviven en
    todos estos países es explosivo y la profundización
    de los sentimientos nacionalistas, fue el eje de enfrentamientos
    cada vez más sangrientos.

    En Kosovo no sólo se mantienen vivos ancestrales
    enfrentamientos étnicos y religiosos. También
    están en juego
    principios que hasta ahora han regido la relación entre
    las naciones y que han quedado fuertemente
    cuestionados.

    Si la intervención en el Golfo, fue la primera
    acción punitiva a nivel internacional contra un estado, en
    Somalia, por primera vez en la historia, las Naciones Unidas
    dieron mandato a una expedición para que actuaran por
    encima de las autoridades nacionales y poner fin, así, a
    un drama humanitario.

    Estos principios, están presentes en la
    intervención que la OTAN realizó en Kosovo. Al
    mismo tiempo están en pugna otros principios, como ser la
    vieja puja entre autodeterminación de la población
    y derechos de la integridad territorial de los estados, un punto
    que, como a Rusia con Chechenia, a China con el
    Tibet, también roza a la Argentina con Malvinas.

    El otro principio que también está en
    juego es la
    no-injerencia en los asuntos de otros estados, que forman parte
    de la Carta de las
    Naciones Unidas, contra el derecho de la comunidad internacional
    de intervenir ante flagrantes casos de genocidio.

    El escandaloso manejo que Milosevic hizo de la
    población albanesa de Kosovo, demuestra que es necesario
    alcanzar, y lo más pronto posible acuerdos de
    mínima con respecto a estos temas que las Naciones Unidas
    ha incorporado a su carta, pero que
    aún resulta poco menos que imposible hacer
    cumplir.

    El esfuerzo de la OTAN, para terminar con esta
    sangría, demostró una alarmante falta de
    previsión para atender el conmovedor cuadro humano surgido
    por el conflicto.

    Casi dos millones de albanos se encontraban en el mayor
    de los desamparos y su vida pende aún de una ayuda que no
    siempre llegó con la misma rapidez con que se disparan las
    bombas.

    El atroz paisaje de las familias destruidas, casas
    incendiadas y niños hambrientos, deja una vez más
    al descubierto los horrores de la guerra y también
    advierten sobre las consecuencias de no haber actuado con mayor
    firmeza, antes de que el odio declamativo pusiera en
    acción lo más bajo de las conductas
    humanas.

    Se firmó el acuerdo de
    paz.

    Después de 78 días de bombardeos, los
    militares yugoslavos finalmente cedieron y firmaron un acuerdo
    sobre el retiro de sus tropas de la provincia de Kosovo, lo que
    permite poner fin a la primera guerra de la OTAN, y posiblemente
    la última del siglo.

    El anuncio del general británico y comandante de
    las fuerzas aliadas en Macedonia, Michael Jackson, fue festejado
    ruidosamente en Pristina, la capital de Kosovo, y en Belgrado,
    donde por primera vez en 11 semanas de guerra la luz volvió
    a las calles.

    El acuerdo militar fue inmediatamente aprobado por la
    OTAN en Bruselas, donde se esperaba que el secretario general de
    los aliados, Javier Solana, anunciara la suspención de los
    bombarderos.

    El cual se produciría una vez que se iniciara la
    retirada de las tropas Yugoslavas, hecho que según fuentes
    de la propia OTAN, ya se venía preparando, luego fue
    confirmado por fuentes militares, la retirada de la
    policía serbia.

    Belgrado tendría un plazo de 11 días para
    retirar todas sus tropas de Kosovo.

    Las Naciones Unidas, ingresaría la fuerza
    internacional, con un total de 48.000 efectivos que
    garantizarán el regreso seguro de casi un millón de
    refugiados albanos – kosovares.

    El vocero del gobierno Yugoslavo y su principal
    representante político en Kumanovo, proclamó sin
    pudor: "somos los ganadores morales de la guerra"

    Nadie conoce en Belgrado el futuro de Milosevic, para
    algunos, será derrocado por una revuelta popular o un
    golpe de
    Estado; para otros, huirá, pero sin duda su destino
    podría ser complicado, ya que además fue acusado
    por el Tribunal Penal Internacional de crímenes de
    guerra.

     

     

    Autor:

    Leticia Meroni
    leticiam[arroba]amc.com.ar

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