Con demasiada frecuencia se representa a las personas
que buscan refugio en Europa mediante
simples brochazos y pinceladas anónimas. Se ha destinado
una cantidad desproporcionada de recursos para
erigir barreras que impidan la entrada en el continente de esas
personas "sin cara" que huyen de zonas de crisis y se ha
prestado mucha menos atención a los esfuerzos internacionales
para hacer frente a las causas que originan los movimientos de
refugiados.
En 1980 la ONU crea un
grupo de
expertos gubernamentales para estudiar posibles mecanismos de
cooperación internacional destinados a prevenir nuevos
flujos de refugiados.
El grupo
terminó sus trabajos en 1986 después de 128
reuniones y llegar a una conclusión tan evidente como
dolorosa: cualquier iniciativa global para prevenir futuras
crisis de
refugiados se verá casi siempre abocada al fracaso porque
los estados no cumplen a rajatabla los principios de la
legislación internacional.
Hay que acometer la solución de los problemas de
los refugiados desde su origen.
El propio comité ejecutivo de la
organización (ACNUR) ha reconocido que el requisito
fundamental a este respecto, es la "suficiente voluntad política de los
estados directamente afectados"
"En la actualidad, los conflictos
dentro de los propios estados son la principal causa de
desplazamientos forzosos de la población" (Sadako Ogata, alta
comisionada.
Los refugiados.
La movilidad de la población a escala mundial
pone de manifiesto la creciente importancia de los
desplazamientos de carácter
forzoso (cuando la población afectada no tiene la
posibilidad de optar entre quedarse o irse.
Los refugiados no abandonan su país por
elección propia sino porque en sus propios países
sus derechos humanos
se encuentran amenazados.
Por esa razón cruzan las fronteras, dejan sus
bienes y
pertenencias y buscan seguridad en otro
país. La vulnerabilidad que presentan estos grupos
sociales marginados radica, por un lado, en la carencia de
recursos materiales
(tierra,
dinero) y
documentación y, por otro, en la falta de
afectos (familia, amigos,
y la comunidad.
La necesidad de obtener protección internacional
es lo que diferencia la situación de los refugiados de
otros extranjeros, pues la situación de estos
últimos está regulada por la legislación
migratoria de los países.
El ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados) revelan que existen más de 27
millones de refugiados, una cifra que compromete la
atención de la comunidad
internacional, pues este se ha convertido en uno de los problemas
más grave que debe enfrentar la humanidad y que atenta
contra la paz y la seguridad
internacionales.
Según el ACNUR, una de cada ciento quince
personas de la población mundial se ha visto obligada a
huir del país por motivos políticos,
económicos o religiosos.
CONCEPTOS.
REFUGIADO: Persona que tiene
miedo de ser perseguida por alguna cuestión de raza,
religión o
nacionalidad, por ser miembro de un grupo social determinado o
por tener una opinión política particular y
se encuentra obligada a emigrar de su país en busca de
refugio sin poder
regresar.
ASILO: Lugar de refugio para los perseguidos,
donde se les brinda asistencia. Se define al que pide asilo como
la persona que
quiere entrar en el territorio de un estado y
solicita el reconocimiento de su condición de
refugiado.
EXILIO: Separación de una persona y
la tierra en
que vive, generalmente por cuestiones políticas;
se denomina también a la condición que vive un
expatriado.
ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados.
El ACNUR inició sus actividades de
carácter humanitario y sin compromisos políticos en
el año 1951. Sus objetivos
principales eran otorgar protección internacional y buscar
soluciones de
carácter permanente al problema de los
refugiados.
Primeramente consideró a la población que
se encontraba fuera de su país de origen para luego
atender a la población desplazada en un mismo país
que vive de la misma forma que los refugiados.
El elemento de carácter jurídico
fundamental del ACNUR es la Convención de las Naciones
Unidas sobre el estatuto de los Refugiados de 1951, mediante la
cual quedó asentado el principio, en virtud del cual
ninguna persona puede ser repatriada contra su voluntad a un
territorio donde pudiera ser objeto de
persecución.
Además, establece las normas para el
tratamiento de los refugiados, su condición
jurídica, empleo y
bienestar.
Otros objetivos del
ACNUR son los siguientes:
# Incitar a los gobiernos a suscribirse a las
convenciones sobre los refugiados y repatriados a nivel
internacional y regional.
# Garantizar el trato conforme a las normas
internacionales hacia los refugiados.
# Defender la igualdad de
los derechos
económicos y sociales entre los refugiados y los nativos
del país receptor.
# Garantizar que las solicitudes de asilo sean
examinadas en forma correcta.
# Promover la seguridad física de los
refugiados mientras se examinan sus solicitudes
protegiéndolos contra una devolución
forzosa.
El ACNUR financia sus programas
mediante las contribuciones de carácter voluntario de los
gobiernos y de organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales.
"Si a los 27 millones de refugiados se suman los casi 30
millones de desplazados internos (población que se
traslada de un lugar a otro de su país con el fin de
lograr mejores
Condiciones de vida) y los 100 millones de migrantes por
causas económicas (población que busca mejores
condiciones de trabajo, mejor remuneración), se llega a un
total de 157 millones de personas que se desplazan en el mundo
con el fin de obtener mínimas condiciones de seguridad
para sobrevivir".
¿Quiénes huyen?. ¿Por
qué?.
Múltiples y complejas son las causas de setos
grandes éxodos humanos:
- los conflictos
bélicos - los enfrentamientos étnicos
- los cambios geopolíticos
- la superpoblación
- el desempleo
- la pobreza
- La degradación del medio
ambiente.
La década del ´90 se caracteriza por los
cambios geopolíticos y por el resurgimiento y la
exacerbación de los nacionalismos y los enfrentamientos
étnicos.
Entre los cambios geopolíticos que han originado
el desplazamiento de millones de personas se incluyen: la
caída del muro de Berlín, la reunificación
alemana y la desintegración de la URSS y de la ex
Yugoslavia; entre los enfrentamientos étnicos se incluyen
los que suceden en el seno de las comunidades africanas y
asiáticas.
Precisamente, es el continente africano, el espacio
geográfico mundial en el que se originan la mayor cantidad
de refugiados.
Especialmente Africa
subsahariana está atravesando, desde hace unas
décadas, severas crisis políticas,
económicas y sociales que se expresan en el hambre y la
desnutrición que afectan a la mayor parte
de la población y en las guerras
interétnicas que movilizan grandes contingentes de
personas en carácter de refugiados
políticos.
Para comprender el presente, debemos considerar el
pasado histórico del continente africano, que estuvo
signado por sucesivos procesos de
colonización y descolonización, por la
inestabilidad de las formas de
gobierno, por las diferencias en la distribución de ingresos y por el
trazado arbitrario de sus límites
políticos sin tener en cuenta las diferencias etnias que
vivían en los territorios que fueron
delimitados.
Los enfrentamientos étnicos en Africa,
especialmente entre las etnias hutu, tusti en Ruanda y Burundi,
han dejado un saldo de 1.700.000 refugiados que se albergaron en
condiciones infrahumanas en numerosos campamentos en Bukavu,
Zaire y aproximadamente 1.000.000 de muertos.
En los campamentos africanos, él número
tan elevado de refugiados hace que parezcan en condiciones de
hacinamiento y estén expuestos a hambrunas y a epidemias
de cólera y otras enfermedades que causan
la muerte de
miles de personas por día. Solamente entre abril y julio
de 1994 se desplazaron en carácter de refugiados,
más de 1.000.000 de ruandeses hacia Zaire.
Por su parte, la desintegración de la ex
Yugoslavia ha provocado el desplazamiento de carácter
forzoso de más de 1.300.000 personas. Austria e Italia se
declararon estados en emergencia por la cantidad de refugiados
yugoslavos que cruzaron sus fronteras.
En la región de los Balcanes, los conflictos
étnicos que se produjeron entre 1992 y 1995 forzaron la
huida de 3.700.000 personas, entre refugiados y desplazados
internos.
La llegada de los refugiados a los países
receptores.
La llegada de los grandes grupos de
personas a los países receptores ocasiona serios
inconvenientes, por lo que el ingreso a estos países
actualmente está muy restringido.
A pesar de que el artículo 14 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos
dispone que "toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a
disfrutar de él, en cualquier país", el
número de estados que restringen las solicitudes de asilo
en sus territorios crece en forma directamente proporcional al
aumento del número de refugiados.
El impacto de los grupos de
refugiados sobre los países receptores es muy grande, ya
que deben ser alimentados, vestidos y albergados y, mediante los
instrumentos de carácter jurídico internacional
(Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y
el Protocolo
adicional de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados),
protegidos y asistidos.
Esto significa que, además de brindarle seguridad
personal,
entre las necesidades básicas de un refugiado se destaca
la posibilidad de obtener una estadía legal y un
documento. De esta manera, queda garantizada su protección
contra la posibilidad de expulsión y de devolución
a su país de origen y puede ejercer sus derechos civiles,
económicos, sociales y culturales.
El derecho al trabajo constituye uno de los derechos
fundamentales de los emigrantes forzosos, ya que trabajar es la
tarea que les permite valerse por sí mismos, lograr
autosuficiencia y establecer relaciones con el resto de la
comunidad.
Los estados signatarios de la Convención de 1951
y el protocolo de 1967
son 131 en total y todos ellos poseen la responsabilidad internacional de defender e
implementar los derechos de los refugiados, pero cada uno en
particular decide otorgar o no, el derecho de residencia en su
territorio a una persona extranjera que ha cruzado la frontera o
bien permanece en ella.
En este punto, la Convención de 1951 no obliga a
los estados a otorgar a los refugiados el derecho de residencia y
deja a su propia administración el procedimiento de
reconocimiento de la condición del refugiado.
Existen ciertos derechos establecidos en la
convención de 1951 que sí deben ser aplicados
obligatoriamente sin poder formular
los estados signatarios ningún tipo de objeción al
respecto:
La definición de refugiados(art. 1), la
no-discriminación por motivos de raza,
religión,
o país de origen(art.3), garantizar la práctica de
la religión del refugiado(art. 4), permitir el libre
acceso a los tribunales de los refugiados(art.16) y no devolver
al refugiado a un país en donde su vida esté en
peligro (art.33).
La acción del ACNUR es fundamental, pues vela que
los gobiernos de cada estado
incorpore la legislación internacional sobre refugiados,
en el marco legal de lo establecido en la Convención de
1951.
El asilo en Europa en la
última década.
Los refugiados siempre han formado parte del paisaje
Europeo, sobre todo en este siglo.
Desde que un millón de personas huyó del
ejército bolchevique de Rusia, en 1919-1920; los
éxodos masivos han sido continuos a lo largo de largo de
las siguientes décadas.
320.000 armenios se dispersaron por todo el continente;
casi 2 millones de griegos y turcos se trasladaron a sus
respectivos territorios nacionales en virtud de un acuerdo
firmado en 1923; cientos de miles de personas quedaron
desarraigadas durante la guerra civil
Española; y un cuarto de millón escapó de
Alemania en la
misma época.
En 1942 había más de 21 millones de
personas desplazadas y sin hogar, repartidas por toda
Europa.
La guerra
fría produjo nuevos desplazamientos de refugiados, que
se convirtieron en instrumentos del enfrentamiento entre Europa
del Este y del Oeste.
El asilo adquirió así una base
ideológica favorable a quienes huían del comunismo, que
encontraban las puertas abiertas. Sus derechos morales y legales
fueron apuntalados mediante la creación de organizaciones
como las naciones unidas y el consejo de Europa.
La declaración de los derechos humanos (1948)
garantizó el derecho de las personas a buscar y a
disfrutar de asilo y la convención de 1951 sobre el
estatuto de los refugiados codificó el principio de que
nadie puede ser devuelto a un país donde su vida o su
libertad
estén en peligro.
(Ahora es más fácil que nunca manipular el
tema de los extranjeros –refugiados incluidos-
pintándolo como competidores en la búsqueda de los
escasos puestos de trabajo, de alojamiento y de subsidios. Los
propios flujos migratorios se han vuelto más complejos al
descubrirse la línea que separa a los legítimos
refugiados de los inmigrantes económicos).
Hasta comienzo de los 80, el número de
solicitantes de asilo qué llegaban a Europa occidental
permaneció bastante estable, a una media de menos de
100.000 al año.
(Alrededor del 70% procedían del este,
obtenían el asilo rápidamente y se integraba con
facilidad).
Cuando algunos países se demostraron incapaces de
hacer frente a oleadas masivas de refugiados como la de los
200.000 húngaros, qué, en 1956-57, entraron en
Austria y Yugoslavia; otras naciones Europeas, a demás de
Estados
Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica, y
Argentina, no
dudaron en ofrecerse a acoger a los refugiados de forma
permanente. Sentando un precedente del reparto de responsabilidad.
A mediados de los ochenta, el panorama empezó a
cambiar. En 1986, estuvo a punto de duplicarse la media de
solicitantes hasta alcanzar casi los 200.000; en 1989,
llegó a 316.900. Gran parte procedía de Africa,
Asia y Oriente
Medio. Para 1992, cuando el número de solicitantes de
asilo en Europa alcanzó una cota sin precedentes de
696.500, los gobiernos estaban aplicando una drástica
política de "inmigración cero".
Se había producido, pues, un cambio
decisivo: el énfasis ya no se ponía en la
protección de los refugiados, sino en su control y
exclusión.
Los antecedentes de este dramático incremento del
número de solicitantes de asilo hay que buscarlos, sobre
todo, en el propio continente.
(En 1992, búlgaros y rumanos, a los que tras
años de represión y restricciones, se
permitía viajar al extranjero, constituían un
tercio de las peticiones en Europa occidental. El hecho de pedir
asilo no reflejaba necesariamente un temor de persecución,
pero les aseguraba una corta estancia en el "oeste").
En 1997, el número de solicitantes de asilo en
Europa cayó hasta los 332.800, menos de la mitad que en
1992.
Siguiendo una tendencia del último cuarto de
siglo, la mayoría, casi el 45%, presentaron su
petición en Alemania. En
torno al 40% eran
europeos, sobre todo albaneses de Kosovo y kurdos de
Turquía.
No obstante, han empezado a surgir nuevas pautas. El
número de países que reciben refugiados ha crecido
desde la caída del telón de acero. En 1997,
Polonia tuvo más solicitudes de asilo que Noruega, una de
las naciones de acogida tradicionales.
En los últimos años, muchos inmigrantes
intentan entrar en Europa solicitando asilo en vista de sus nulas
posibilidades de hacerlo por el procedimiento
habitual.
El resultado es que los gobiernos europeos deben hacer
frente a movimientos de población en los que se incluyen
refugiados e inmigrantes económicos, por lo que han ideado
numerosas medidas para restringir tanto el acceso de solicitantes
de asilo y de inmigrantes ilegales a sus países como los
requisitos para que una persona sea considerada digna de
protección.
A medida que las barreras entre las dos regiones (Europa
central y oriental) y dentro de la propia unión se van
reduciendo, los países occidentales han intensificado sus
esfuerzos para impedir que los solicitantes de asilo presenten
sus peticiones en más de un estado, como si estuvieran
buscando las mejores condiciones de acogida.
Algunos de ellos envían sistemáticamente a
los solicitantes de asilo de vuelta a terceros países
"seguros" de
Europa central por los que han pasado con
anterioridad.
Si estas naciones adoptan una política similar,
puede originarse una reacción en cadena de expulsiones
cuyo resultado final sea el regreso de la persona al estado del
que huyó.
Se está imponiendo el principio según el
cual los potenciales refugiados deben solicitar asilo en el
primer país en que puedan hacerlo, sin que haya, por
desgracia, un consenso claro a la hora de definir que es un
país "seguro" ni un
mecanismo de supervisión que garantice el acceso a un
proceso legal
adecuado.
También se ha incrementado el tráfico
organizado de solicitudes de asilo, sobre todo como respuesta al
refuerzo de los controles fronterizos.
(Este comercio suele
calificarse como un crimen degradante e indeseable, pero un
reciente estudio del consejo Británico para los Refugiados
recuerda que éste fue el procedimiento empleado por Raoul
Wallenberg, Oscar Schindler y otros que, vistos con perspectiva
histórica, están considerados como héroes y
salvadores).
Aunque el número de personas que solicitaron
asilo en Europa Central en 1997 supuso sólo el 1% del
total del continente, todos los países de esta "zona de
contención", a demás de la Federación Rusa,
se han adherido a la convención de 1951. Hungría
también ha suprimido la cláusula
"geográfica" que introdujo al firmarla en 1989,
según la cual sólo tomaría en
consideración las peticiones de solicitantes
europeos.
Las condiciones impuestas por la Unión
Europea a los estados que deseen ingresar en ella, incluido
el cumplimiento de una serie de normas básicas en materia de
asilo, están conduciendo, inevitablemente, a un cierto
grado de armonización, pero no ha acabado con un problema:
el de las grandes dificultades que encuentra el pequeño
grupo de refugiados admitidos para integrarse en los "nuevos"
países de asilo de Europa Central y Oriental,
situación que les empuja a continuar su marcha hacia el
oeste.
Los gobiernos han puesto en marcha una serie de
mecanismos para intentar disminuir él, a su juicio,
excesivo número de personas en busca de protección,
incluyendo la reducción de subsidios sociales, la
detención de solicitantes de asilo y la aplicación
de una interpretación legal restrictiva de los requisitos
para ser considerado refugiado.
Algunos países como Alemania, Suiza u Holanda-
destinos más populares que otros como Grecia y
España,
porque ofrecen mejores facilidades y subsidios sociales-
están intentando reducir las diferencias.
El ACNUR calcula que, en Austria, uno de cada diez
solicitantes de asilo son arrestados y algunos de ellos,
encarcelados junto a delincuentes comunes.
No obstante, la interpretación restrictiva de los
requisitos para ser considerado como un auténtico
refugiado es, probablemente, el aspecto más preocupante de
las actuales tendencias sobre el asilo en Europa. Aunque cada vez
son más quienes escapan de países devastados por
guerras
civiles como Angola o en los que no existe ningún tipo de
autoridad
estatal como Somalia, se va imponiendo la idea de excluir el
asilo de personas perseguidas por "agentes no estatales", como
grupos rebeldes o extremistas religiosos.
Según una sentencia del Tribunal Federal
administrativo de Alemania, entre quienes incumplen las
condiciones para acceder al estatuto de refugiados se encuentran
las personas que huyen de los talibanes en Afganistán, ya
que estos no representan un gobierno
reconocido. Los musulmanes de Bosnia, los somalíes y los
argelinos moderados han sido objeto de esta misma
interpretación.
Por el contrario, Suecia ha rectificado su
legislación a fin de reconocer de forma explícita
que, en la convención de 1951, no hay nada que excluya del
estatuto de refugiado a los perseguidos por agentes no estatales.
Otras sentencias importantes en Gran Bretaña y Holanda han
confirmado esta interpretación de la
convención.
Durante 1997, sólo el 11% de los solicitantes de
asilo en Europa fueron reconocidos como refugiados según
la convención de 1951. Aunque algunos países como
Suecia y Holanda concedieron a un porcentaje mucho mayor el
permiso para permanecer en ellos por motivos
humanitarios.
Ese mismo año, Europa registró 332.800
solicitudes de asilo, pero el 70% buscó protección
en sólo cuatro países: Alemania, Gran
Bretaña, Suiza y Holanda.
Un total de 44.000 personas fueron reconocidas como
refugiados en 23 países, pero el 41% de tales reconocidos
se produjeron en Alemania.
Europa suele tener fama de "anti-refugiados", pero,
cuando Austria sugirió en 1998 a la unión
Europea que no se considerara el asilo como un derecho
subjetivo individual sino como un "gesto" político del
país de acogida, pudieron leerse por todas partes
indignados titulares como "Austria corrompe la convención
de Ginebra" y "Europa se protege de los refugiados".
La Alta Comisionada, Sadako Ogata, planteó una
pregunta, quizá la más relevante de todo el
debate sobre
el asilo: "Si los estados industrializados son incapaces de poner
en práctica políticas de asilo generosas para el
relativamente pequeño número de refugiados que
llaman a sus puertas, ¿Cómo podemos esperar que los
países en vías de desarrollo
abran sus fronteras a un gran número de refugiados?
…
Europa busca coordinar sus procedimientos de
asilo.
Camino a la
armonización.
Uno de los principales avances de la convención
de Dublín firmada en 1990, por los estados miembros de la
Comunidad Europea (excepto Dinamarca, que se adhirió a
ella un año después), consistió en
garantizar que cada estado miembro se ocupara de las peticiones
de asilo que recibiera, impidiendo que los solicitantes se
dedicaran a viajar de un lugar a otro en busca del más
favorable para pedir refugio.
Cualquier persona que llegara sin visado a un
país firmante de la convención debería
presentar su solicitud en él.
Quedaron exentos de este requisito quienes tuvieran
familiares cercanos que hubieran sido reconocidos como refugiados
en otro país.
Dublín fue el primer gran paso de Europa para
coordinar y, según el término que más tarde
daría nombre al proceso,
"armonizar" las a menudo divergentes políticas nacionales
sobre los requisitos y las condiciones para solicitar y recibir
asilo mientras el continente avanza de forma inexorable hacia una
mayor integración económica,
política y social.
El fin de la Guerra
Fría y la desintegración de la Unión
Soviética dieron renovados ímpetus a esta
tendencia.
Tras el colapso de un impenetrable Telón de
Acero, los
países de Europa Central y del Este se convirtieron en un
acceso fácil hacia el Oeste, tanto para los propios
ciudadanos de los antiguos países comunistas como para los
solicitantes de asilo procedentes de más lejos. El
número de personas en busca de refugio en Europa
Occidental experimentó un crecimiento
significativo.
El tratado de la política Europea acordado en
Maastricht el 7 de febrero de 1992 autorizó a los
ministros de justicia e
interior a crear un marco para formular una política de
asilo europea. Diez meses después se aprobaron en Londres
las tres primeras Resoluciones y Conclusiones con carácter
no vinculante.
La primera incorporó el concepto de
"tercer país seguro", que
permite a los estados denegar el acceso a sus procedimientos de
asilo a los individuos que hayan tenido la posibilidad de buscar
protección en otro país más "seguro". La
segunda, relativa a las solicitudes de asilo manifiestamente
infundidas, proporcionó un amplio margen de
actuación a los estados miembros para rechazar peticiones
de asilo por defectos de forma y para limitar las posibilidades
de apelación. La tercera Conclusión, sobre los
países de origen "seguros",
estableció un procedimiento acelerado para los casos de
solicitantes procedentes de naciones en las que no existe un
riesgo
generalizado de persecución.
Dos años después en Bruselas, los
ministros adoptaron un modelo de
"acuerdo de readmisión" que los estados miembros de la UE
pueden firmar con los no miembros para posibilitar el
envío de solicitantes de asilo de vuelta a países
por los que hayan pasado en su trayecto por territorio
europeo.
En junio de 1995, se adoptó una resolución
sobre Garantías Mínimas para los procedimientos de
Asilo que introdujo una serie de salvaguardas para los
solicitantes, como la prohibición de ser trasladados
durante una apelación, la necesidad de que sus casos sean
estudiados por una autoridad
especializada y la obligación de informarles sobre el
funcionamiento del procedimiento de asilo y sus derechos y
deberes en un idioma que comprendan. No obstante los estados
pueden anular estos criterios mínimos en determinadas
circunstancias.
Más tarde, los miembros de la UE dirigieron su
atención al núcleo central de la protección
de los refugiados: la definición de éstos y la
Convención de Ginebra de 1951.
Una disposición conjunta, no vinculante con la
anterior, permite a los estados aplicar una interpretación
restrictiva de la definición de refugiado apoyada en su
momento por una minoría de ellos, entre los que se
destacan Alemania y Francia.
Gracias a esta norma, los países pueden limitar
el reconocimiento a las personas perseguidas por los gobiernos y
sus agentes. Quienes padezcan experiencias similares, pero, por
ejemplo, a manos de un movimiento
rebelde durante un conflicto
civil, como en el caso de Argelia, no tienen por qué ser
reconocidos como refugiados. Incluso si la autoridad estatal ha
desaparecido por completo en el país de origen, una
petición de protección puede rechazarse en virtud
de la falsa lógica
según la cual la persecución no existe en ausencia
de esa autoridad.
El segundo tratado de la Unión Europea, firmado
en Amsterdam en 1997 y cuya entrada en vigor estaba prevista para
1999, establece una serie de pasos que deben tomarse en estos
años, entre ellos la conversión de varias
Resoluciones y Disposiciones Conjuntas ya aprobadas en leyes de la
UE.
Prevé diversas medidas obligatorias en cuestiones
como la armonización de la asistencia social para los
solicitantes de asilo, la protección temporal de
refugiados y el reparto de responsabilidad entre los estados
miembros.
Alemania, por ejemplo, albergó a un número
desproporcionado de refugiados procedentes de la antigua
Yugoslavia a comienzos de esta década, está
decidida a que la situación no vuelva a
repetirse.
Los estados miembros adaptaron un plan de
acción de 46 puntos para hacer frente a futuras oleadas de
inmigrantes ilegales de zonas como Irak y Kosovo.
El gobierno de Bonn
ha insistido en que no renunciará a su derecho de veto en
el ámbito del asilo y los refugiados hasta que los estados
miembros no desarrollen un sistema
más equitativo para ocuparse de estas personas.
El consejo Europeo sobre refugiados y exiliados (CERE),
asociación de ONG del
continente, cree que un "reparto" más equitativo de los
refugiados entre los estados miembros podría ayudar a
evitar medidas más restrictivas en materia de
asilo.
En 1996, el consejo insistió a los gobiernos a
adoptar un sistema para
"compartir la responsabilidad" de la protección de los
refugiados y desplazados y, al mismo tiempo, mantener
la suficiente flexibilidad para tener en cuenta consideraciones
de tipo cultural, histórico y lingüístico y la
unidad de las familias.
El ACNUR ha pedido a la UE que adopte políticas y
procedimientos de asilos justos y eficaces.
Entre ellos, la aplicación total de la
Convención de 1951, incluidos el reconocimiento como
refugiado de quienes huyen de la persecución por agentes
no estatales; el reparto de la responsabilidad entre los estados
y la protección temporal de los recién llegados en
caso de desplazamientos a gran escala, y la
necesidad de proporcionar, a partes iguales, una acogida
conveniente a esos recién llegados y una integración a largo plazo a los refugiados
reconocidos como tales.
Pautas del desplazamiento de los
refugiados.
Cuando los soldados rebeldes irrumpieron en su casa en
Monrovia, la capital de
Liberia, y asesinaron a sangre
fría a su madre, el estudiante universitario Víctor
Perry decidió que tenía que escapar de aquella
locura sin fin.
Emprendió entonces un viaje de proporciones
épicas que pondrían de manifiesto un gran cambio en los
desplazamientos globales de refugiados.
Víctor fue a pie hasta la vecina costa de Marfil
y, más tarde, a Nigeria. Luego subió por primera
vez a un barco, donde sufrió la humillación de que
le robaran la mayor parte de su ropa, incluidos los zapatos. Al
final desembocó en el Líbano.
El liberiano caminó durante tres días a
través de las montañas hasta la cercana Siria,
donde un contrabandista se ofreció para llevarlo a Europa
Occidental a cambio de 5.000 dólares. "Me dejaron –
recuerda- en una pequeña aldea cerca de la frontera y me
dijeron que estaba en Alemania". El traficante se había
ido ya del país cuando Víctor se enteró de
que, realmente, se encontraba en Eslovaquia, una nación
de la que no había oído
hablar hasta entonces. Fue recluido en un centro de
detención y, más tarde, pidió asilo
político.
Al igual que Víctor, cientos de miles de sus
compatriotas liberianos huyeron de la guerra civil
en los años ochenta y noventa. La mayoría
consiguió refugiarse temporalmente en los países
limítrofes y unos pocos se aventuraron más
allá, rumbo a refugios "tradicionales" en los que
tenían familiares, como Estados Unidos o
Europa Occidental.
Ninguno de ellos había pensado siquiera en
dirigirse a Europa del Este.
Más aún, durante gran parte de este siglo,
el cinturón de países encajonados entre Europa
Occidental y Rusia ha sido una de las grandes regiones
"productoras" de refugiados del mundo.
La situación ha cambiado en la última
década, tras la desintegración del Imperio
Soviético y del Telón de Acero y la
aparición de frágiles democracias locales. Personas
de lugares procedentes de lugares tan remotos como
Afganistán, las antiguas repúblicas
soviéticas de Asia Central y
Oriente Medio siguen intentando pasar por Europa Central en su
ruta hacia el más próspero Oeste, aunque algunas de
ellas –pocas, pero cada vez más- han empezado a
solicitar asilo en la zona, sea como primera elección o
porque han sido rechazadas previamente en naciones de la
Unión Europea.
Mientras el Oeste cuenta con una larga tradición
de acogida y dispone de procedimientos ya establecidos y de
instituciones
concretas, sus vecinos del corazón de
Europa han tenido que empezar prácticamente desde cero. No
obstante, el comienzo ha sido alentador para la mayoría de
estos gobiernos, que se han adherido a la Convención de
Ginebra de 1951.
El ACNUR les ha ayudado a crear marcos legales, instituciones
e instalaciones para atender a los solicitantes de
asilo.
La historia de Víctor
Perry, también tiene un final feliz. Le concedieron el
estatuto de refugiado en Eslovaquia en cuatro meses, cuando hay
casos que se prolongan durante años.
En teoría,
los refugiados disfrutan de los mismos derechos que los
ciudadanos eslovacos, pero, debido a la falta de medios
económicos y a las dificultades de alojamiento y manejarse
con el idioma, la integración resulta bastante
difícil.
Si Víctor hubiera llegado al destino que
tenía previsto, Alemania, no habría tenido la
posibilidad de que le reconocieran como refugiado, pues, por lo
general, el gobierno de Bonn no concede el estatuto a personas
que huyen de guerras civiles.
En cualquier caso, el liberiano se ha convertido en el
primer profesor africano de la historia de su país
de acogida y da clases de Economía y Biología en una
escuela
secundaria, y estaba en planes de casamiento con una ciudadana
local.
"Me convertí en solicitante de asilo con gran
dolor en el corazón
–asegura- cuando me dieron el estatuto de refugiado, mi
vida empezó de nuevo".
La detención: un beneficio…
¿Para quién?
"La inmunidad contra la detención es un
derecho humano fundamental" Directrices del ACNUR, contra la
detención de solicitantes de asilo.
"En cuanto bajó del tren Eurostar, que cruza el
Canal de La Mancha, en Londres, Adem, de 22 años,
pidió asilo político, explicando a los funcionarios
de inmigración que huía de los combates
en Kosovo. Preocupado por la posibilidad que le tomaran por un
"gorrón" de la asistencia social, como se considera a
muchos solicitantes de asilo en Gran Bretaña actualmente,
declaró que estaba dispuesto a trabajar para mantenerse a
sí mismo mientras se estudiaba su
petición.
La reacción no fue la que él esperaba. Le
detuvieron inmediatamente".
La detención es una de las cuestiones más
controvertidas que, en materia de asilo, afronta Europa hoy en
día.
Algunos gobiernos la utilizan para controlar los
movimientos de solicitantes, tanto los que llegan por primera vez
a un país como de quienes están a la espera de una
decisión sobre su caso, o tras ser rechazados, de su
deportación.
Hay voces críticas que les acusan de ir
más allá, empleando la amenaza de encarcelamiento
para disuadir a los posibles solicitantes.
Las circunstancias en que los gobiernos europeos
utilizan la "amenaza de detención", el período que
dura esta y las condiciones en que se desarrolla varían
bastante de un país a otro, pero presentan una característica común: el
número de detenidos se ha incrementado en todo el
continente, en la última década.
La primera vez que el ACNUR llamó la
atención sobre esta tendencia fue en un completo informe de 1995
titulado "el recurso generalizado a la
detención".
Los gobiernos insisten en que el recurso a la
detención es mínimo y en que se usa, ante todo,
para impedir que los solicitantes de asilo desaparezcan o se den
a la fuga.
Según el informe la
detención de solicitantes de asilo, "el análisis de índices de fugas no la
justifica", por lo que sugiere que hay otros motivos
detrás de la actuación de los gobiernos: "las
tendencias actuales permiten describir la detención como
un instrumento de disuasión en sí
mismo".
# En Austria por ejemplo, uno de cada diez solicitantes
de asilo es sistemáticamente detenido mientras se estudia
su petición.
# En Gran Bretaña hay una cifra estable de 750 y
850 arrestados.
# Alemania retiene a los potenciales solicitantes de
asilo en los aeropuertos internacionales mientras se toma una
decisión sobre sus peticiones. Como los detenidos tienen
plena libertad para
marcharse –siempre que lo hagan de vuelta al país
del que huyeron o del que proceden- las autoridades alegan que no
puede hablarse de detención.
# Quienes llegan a Francia
también son retenidos –más que detenidos-
durante un máximo de veinte días en "zonas de
espera" especiales de aeropuertos, puertos y estaciones de
trenes.
En 1993, la Comisión Europea sobre los Derechos
humanos sentenció que los cuatro ciudadanos
somalíes retenidos en el aeropuerto de París-Orly
en circunstancias parecidas (caso Amuur vs. Francia)
habían sido privados de su libertad contraviniendo la
Convención sobre los Derechos Humanos.
# En Bélgica, los solicitantes de asilo
indocumentados han sido trasladados a un centro de
detención especial en Steenokkerzeel que tiene el
carácter de extraterritorial, por lo que sus ocupantes
permanecen legalmente fuera del país, en una especie de
limbo.
# Los países bálticos y del Este, recurren
a la detención en forma generalizada y, en ocasiones,
indiscriminada.
En tales circunstancias, los estados utilizan un
procedimiento tosco pero eficaz: detener a los solicitantes de
asilo indocumentados en puertos y aeropuertos y embarcarlos
enseguida fuera del país, antes de que tengan tiempo de
presentar sus peticiones o contactar con organizaciones como el
ACNUR.
Recientemente, un solicitante de Oriente Medio que
estaba a punto de ser expulsado de Hungría,
convenció a otro pasajero del avión para que le
dejara usar su teléfono móvil, con el que pudo
llamar a un organismo humanitario. Al final le permitieron
presentar su petición de asilo.
La duración de la estancia en los centros de
detención y las condiciones en que se desarrolla
también varían de forma considerable.
En Gran Bretaña la duración media es de 65
días, aunque algunas personas han pasado más de un
año.
Debido a la falta de instalaciones especializadas, las
autoridades suelen alojar a unos 300 detenidos en prisiones
normales, con los que quedan sujetos al mismo régimen que
los delincuentes, que viven, a menudo, en pequeñas celdas
para dos personas sin agua
corriente, ni sanitarios y permanecen encerrados 21 horas al
día.
Con frecuencia, los solicitantes desconocen el motivo
por el que han sido detenidos ni cuando serán
liberados.
"Escapé de la dictadura y de
la cárcel en mi propio país – se lamentaba un
detenido de Africa Occidental- y ahora, en Inglaterra, me
encuentro en la misma situación".
Aunque el Alto Comisionado es consiente de los problemas
de los gobiernos para hacer frente al gran número de
personas que intentan entrar en Europa – tanto
auténticos refugiados como otro tipo de inmigrantes- las
directrices de 1998 subrayan que "sólo debería
recurrirse a la detención en casos de necesidad" como la
protección de la seguridad nacional.
Los países escandinavos y Alemania han
aplicado con éxitos estos sistemas. Y hay
más avances alentadores.
Recoge algunos problemas que han sido motivo de
preocupación en el pasado, incluidos el derecho a revisar
una orden de detención y el compromiso de no arrestar a
menores no acompañados. No obstante, los criterios
fundamentales para proceder a una detención se mantienen
sin cambios, según algunos funcionarios.
Suecia a elevado la edad a la que los jóvenes
pueden ser arrestados de 16 a 18 años. Y en 1994,
Luxemburgo redujo la duración máxima de seis meses
a uno.
Los países europeos siguen, pues,
esforzándose para resolver un dilema fundamental:
cómo cumplir sus obligaciones
legales y morales hacia los solicitantes de asilo y, al mismo
tiempo, dar una respuesta a la inquietud social generada por la
inmigración.
La vuelta del exilio.
Los millones de refugiados que se desplazan y buscan
asilo constituyen un gran desafío para las comunidades
actuales, ya que, sean cuales fueran las causas, la comunidad
internacional debe protegerlos tal como lo indica la
aplicación del principio de la Declaración
Universal de Derechos Humanos de no rechazar al
refugiado.
La implementación de las soluciones
debe considerar la cantidad de refugiados, las causas que
motivaron su éxodo y las condiciones de vida en su
país de origen.
Muchos países han iniciado sus acciones
destinadas a la repatriación de refugiados. Por ejemplo,
algunos países de Europa Occidental acordaron operativos
conjuntos de
repatriación: Bélgica y Francia deportaron en
vuelos especiales y en cupos determinados de vuelos de
línea comercial. Otros han firmado acuerdos de
repatriación, como Alemania, que, en el año 1992,
envió de regreso a su país de origen a la
población rumana que estaba asentada en su territorio,
aunque les brindó ayuda monetaria a los
refugiados.
A pesar de todo esto, las soluciones que implementa el
ACNUR consisten en el asentamiento local en el país de
asilo, el reasentamiento en un tercer país y la
repatriación voluntaria a su país de origen,
asegurándose que no sea nuevamente víctimas de la
persecución.
Esta última se considera la mejor solución
y para implementarla se necesitan medios de
transportes, servicio de
asistencia o bien el pago de gastos de viaje
con un pequeño subsidio.
Alguna de las principales repatriaciones en la que el
ACNUR tuvo decisiva participación fueron las
siguientes:
# Desde México han
regresado a Guatemala, su
país de origen, aproximadamente 30.000 personas, labor que
se llevó a cabo a lo largo de diez años; a pesar de
ello, aún hay 35.000 refugiados guatemaltecos en México.
# En 1995, solo emprendieron el regreso 50.000 de los
250.000 refugiados en Myanmar (ex Birmania) asentados en
Bangladesh desde 1991.
# Entre los años 1992 y 1995 regresaron a
Mozambique 1,6 millones de refugiados en países
vecinos.
El empleo, clave
de la integración.
España, un ejemplo a
seguir.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado
(CEAR) es una de las organizaciones que desarrollan el proyecto INTEGRA
de la Unión Europea en nuestro país. El objetivo,
facilitar el acceso de los refugiados al mercado laboral español
aplicando políticas activas de empleo.
Cuando se les pregunta por este proyecto, a
través del cual han ayudado a encontrar trabajo a casi
doscientas personas –entre refugiados, solicitantes de
asilo, desplazados con permiso para permanecer en España por
circunstancias excepcionales e inmigrantes- desde marzo de
1998.
La Comisión de Ayuda al Refugiado se marco una
serie de objetivos para desarrollar INTEGRA. "El más
inmediato y primordial es la contratación del colectivo. Y
a pesar de que la situación del mercado laboral en
España no es muy favorable, la respuesta de los
empresarios está superando todas nuestras previsiones. El
segundo objetivo, a
medio plazo, es la mejora de tipos de contratos, y el
tercero a más largo plazo, la creación de una
red ocupacional,
es decir, una comunicación fluida con un nutrido grupo de
empresas para
que nos vayan transmitiendo sus necesidades de personal".
CEAR está reconocida como agencia de
colocación por el ministerio de trabajo y asuntos sociales
desde 1995, por lo que INTEGRA no ha venido sino a impulsar esta
faceta de la organización, que siempre ha dado la
máxima importancia al empleo: "somos conscientes –
dice una de sus miembros- de que, si bien las prestaciones
sociales funcionan en determinados momentos, no hay nada mejor
para la integración de las personas en la sociedad que la
autosuficiencia".
CEAR ha creado agencias de colocación en las seis
comunidades autónomas donde está implantada:
Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad
Valenciana, País Vasco, y Madrid.
Cada una de ella se compone en tres grupos de trabajo en
el que los voluntarios, cumplen un papel
fundamental.
El primero la bolsa de demandantes, se encarga de
elaborar un plan de Empleo
Personalizado de cada beneficiario detectando mediante una
entrevista,
cuáles son sus potenciales y sus carencias para encontrar
colocación.
Entretanto, el Observatorio Ocupacional se dedica a
analizar el mercado laboral, en busca de posibles ofertas de
empleo, y un tercer grupo recopila todos estos datos y se
encarga de informatizarlos.
" El proceso no es fácil – apuntan-, ya que
muchos de los beneficiarios están legalizados pero siguen
pendientes de un permiso de trabajo, cuya tramitación
puede durar entre seis y ocho meses. Cuando lo obtienen, las
Agencias van concertándoles entrevistas
con empresarios y, si los aceptan, hacen un seguimiento para
verificar que todo marcha bien, a gusto tanto del trabajador como
de su empleador.
En el capítulo estadístico, las
nacionalidades de los beneficiarios de INTEGRA son muy variadas y
la mayoría de los contratos se han
firmado en cinco grandes sectores: servicio
doméstico (24%), limpieza – mantenimiento
(20%), construcción (18%), sector servicios
(15%), y agricultura
(12%).
Según Marta (coordinadora nacional de Servicios
Sociales de CEAR), "ahora no se trata de formar a los refugiados
para el empleo, sino de analizar antes que empleo hay para,
después, formarlos en consecuencia. Otra de las partidas
presupuestarias se destina, por ejemplo, al autoempleo, dirigido,
sobre todo a personas cuya avanzada edad o desconocimiento del
idioma dificultan su contratación por cuenta
ajena".
INTEGRA no desaparecerá cuando acabe el proyecto,
de forma que los dos años de duración de
éste, habrán servido para sentar las bases de un
servicio más allá del propio INTEGRA.
Por supuesto, otro intercambio es el de información que realizan las agencias de
colocación de la comisión entre sí y, en
virtud de un convenio firmado en Madrid, con los centros de
acogida a refugiados de Vallecas y Alcobendas.
Así se evita que ese bien tan preciado que es una
oferta de
trabajo se desperdicie por falta de demandantes en un centro
determinado.
"Si tanto reclamamos – concluye Marta- que los
refugiados tengan los mismos derechos que los nacionales de un
país para lograr su integración, lo mismo debemos
hacer con el empleo".
¿Qué es el proyecto
INTEGRA?.
El proyecto INTEGRA es una sección de la
iniciativa EMPLEO del Fondo Social Europeo. Comenzó a
aplicarse en enero de 1998 y acabará a finales de
1999.
El programa HORIZON,
se centraba en la formación ocupacional y la
homologación de títulos de todos aquellos grupos
excluidos o amenazados de exclusión del mercado laboral,
entre ellos los refugiados. INTEGRA nace para combinar esa
formación con una política más activa de
búsqueda de trabajo.
Sus principios
fundamentales son:
# Transnacionalidad: cualquier organización que desarrolle el proyecto,
como sucede con todos los promovidos por la Unión Europea,
debe hacerlo en estrecha colaboración con una
organización similar de otro país comunitario para
facilitar el intercambio de ideas y experiencias.
# Efecto multiplicador: el intercambio de
prácticas y resultados debe difundirse también a
nivel local, beneficiando a otras organizaciones que no tengan
una implicación directa con INTEGRA.
# Innovación: los proyectos han de
promover las nuevas aplicaciones en materia de política de
empleo dirigidas a la inserción profesional de los grupos
más vulnerables.
# Enfoque de abajo hacia arriba: basado en la
convicción de que la manera más efectiva de
detectar, comprender y responder a las necesidades de los
refugiados y del colectivo proveedor de empleo (los empresarios)
es la que se desarrolla a nivel local.
Para la financiación, el Fondo Social Europeo
divide la geografía nacional en
Objetivo Uno, en el que aporta el 75% de los fondos, y fuera de
Objetivo Uno (Madrid y Barcelona), donde
lo hace a medias con el Instituto de Migraciones y Servicios
Sociales (IMSERSO).
En España hay más de 160 organizaciones
que desarrollan INTEGRA gracias a la cofinanciación del
INMERSO.
Cruzar las fronteras europeas, todo por vivir
mejor.
Era el espectáculo más inhumano que he
visto en mi vida, afirmaba un oficial del servicio de
guardacostas griego.
Ciento sesenta y siete kurdos de Irak, la mitad
de ellos niños,
se hacinaban en la bodega de un decrépito barco de
pesca de uno
veinte metros de eslora, en un espacio concebido para albergar
diez personas.
Llevaban cinco días sin recibir agua ni
comida, tras pagar el equivalente a 3.000 dólares por "un
viaje a un mundo mejor".
En lugar de ello, según el oficial que
interceptó el barco cuando se disponía a
desembarcar a sus pasajeros en la isla de Creta, "Cuando los
encontramos, estaban prácticamente muertos".
Los kurdos se habían jugado los ahorros de toda
su vida para intentar colarse en Europa.
Como el continente ha cerrado sus puertas a inmigrantes
económicos y está complicado el proceso para que
los auténticos refugiados reciban asilo, la gente prueba
sistemas cada vez
más ingeniosos para entrar.
Desde los lugares más remotos intentan cruzar la
frontera europea, en barcos, camiones, trenes e inclusive a
pie.
Esto ha llevado a los países a intensificar y
reforzar las operaciones en
las fronteras. Tal es el caso de Alemania, a lo largo de sus
1.600 kilómetros de frontera oriental, trabajan 7.000
policías equipados con la última tecnología.
Las autoridades italianas han hecho lo propio en sus
8.000 Km. de costas con las patrullas de helicópteros,
buques de guerra y lanchas rápidas y han abierto "centros
de retención" para inmigrantes ilegales. Grecia ha
hecho lo propio, pero sus defensas se ven limitadas debido a la
gran extensión de su costa, casi el doble de la italiana,
con lo cual es casi imposible, patrullar con eficacia.
Estos tres países pertenecen al llamado grupo de
Estados Schengen, una zona libre de controles fronterizos y de
pasaportes dentro de Europa que incluye también a Francia,
Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Portugal y
Austria. En una reunión celebrada en septiembre, los
representantes de Schengen acordaron endurecer y coordinar sus
medidas contra el tráfico ilegal, incluyendo el
reforzamiento de los controles fronterizos externos, el
incremento de las inspecciones en puertos y aeropuertos, la
deportación inmediata de inmigrantes ilegales y la
imposición de sanciones contra las compañías
de viajes que
transporten pasajeros indebidamente documentados.
La situación puede empeorar en vez de mejorar. En
1997, la policía alemana detuvo a más de 35.000
"ilegales", 30% más que durante 1996. No obstante el
Centro Internacional para el Desarrollo de
la Política de Inmigración, con sede en Viena,
calcula que entre 150.000 y 300.000 personas consiguieron entrar
ese mismo año en Europa Occidental sin visado,
uniéndose a los entre dos y cinco millones de inmigrantes
que ya residen ilegalmente en el continente.
Según fuentes
oficiales, el comercio de
los seres humanos tiene unas proporciones similares al de la
droga,
reportando a los traficantes que cobran entre 500 y 3.000
dólares por pasar de contrabando a personas desesperadas,
unos 7.000 millones al año.
Los auténticos refugiados pueden ser las
principales víctimas de este conflicto que
se intensifica día a día, pues sus legítimas
peticiones de asilo corren el riesgo de
perderse o traspapelarse en medio de creciente caos.
Transportan a la gente en hamacas colgadas bajo vagones
de tren o la meten a presión en
los espacios vacíos de autocares turísticos a los
que, previamente han quitado los sistemas de aire
acondicionado.
Algunos mueren de asfixia durante el viaje.
Los potenciales refugiados viajan postrados en lo alto
de los vagones de mercancías, con las líneas del
tendido eléctrico muy cercas de sus cabezas. Ya se han
producido muchas víctimas por
electrocución.
Los contrabandistas aconsejan a sus "clientes" que se
cubran con ropas mojadas para burlar los prismáticos
térmicos del ejército, pero este truco funciona
mejor en invierno, cuando es fácil congelarse hasta la
muerte.
Estas personas intentan entrar en Europa por diversas
razones, pero la frontera está cerrada para todos:
refugiados cuyas vidas corren peligro y gente que, sencillamente,
desea una vida mejor.
Cuando los periodistas lograron visitar, a comienzos de
1998, el centro de detenidos en Gyor, en Hungría, cerca de
la frontera con Austria, lo encontraron abarrotado de hombres,
mujeres y niños que vivían juntos en un
único y desolado barrancón, sin acceso a
ningún tipo de información y con tan sólo raciones
de emergencia para comer. ¿Quién sabe como
será la situación en otros centros a lo largo del
mundo exterior de la "fortaleza europea"?.
"Hay una guerra tan grave como no declarada en las
vulnerables fronteras europeas".
Una fuga de milagro.
Los traficantes que en octubre de 1998, trataban de
meter de contrabando a treinta kosovares y albaneses en Italia empezaron
a tirar a los más jóvenes al mar Adriático
al ser interceptados por la policía.
Nueve niños, incluyendo varios bebés,
fueron arrojados a las olas en un intento apresurado por
descargar la balsa neumática, pero los agentes se echaron al
agua y los rescataron.
"La tripulación tenía pistolas. Tiraron a
los niños por la borda debido a la cercanía de los
policías –relata después un potencial
refugiado a un periodista -. Tiraron incluso a un bebé de
cuatro meses". Un jefe de la policía local recuerda: "no
podíamos creer lo que estábamos viendo. Por un
instante nos quedamos paralizados".
Más tarde se supo que el grupo, incluidos los
niños, estaban saliendo adelante.
Pude que la división entre el Este y el Oeste
impuestas por la Guerra Fría desapareciera hace mucho
tiempo, pero la Europa de hoy tiene que hacer frente a otro tipo
de conflictos en sus fronteras.
Los países del cono sur de América
reabren sus puertas a
Los refugiados.
La última década ha sido de vital
importancia para la consolidación de la democracia en
los países del cono sur. Ahora, tras años de
dictaduras militares que provocaron exilios masivos, vuelven a
ser tierra segura
que otorga asilo a las personas cuyas vidas corren
peligro.
En diciembre de 1998, Argentina
cumplió 15 años de su retorno a la democracia,
consolidada también en otros países del sur de
América
Latina.
Mientras la década de los ´70 estuvo
marcada por trastornos sociales y políticos en todos los
estados del cono sur, la de los ochenta se caracterizó por
la vuelta a la libertad y a la esperanza. Ahora en los noventa,
continúa una etapa de fortalecimiento de todas las
estructuras
democráticas, acompañada de un proceso de apertura
hacia el exterior en todos los ámbitos: político,
social, económico y cultural.
El papel del
ACNUR en el sur de América
Latina.
Durante las dictaduras militares en los países
sudamericanos, se produjeron éxodos masivos de gente que
se asilaba principalmente en México, Estados Unidos,
Canadá, Europa Occidental y Oriental y la antigua
Unión Soviética.
Por ejemplo en Chile se
estima que entre 1973 y 1990, de 250.000 a 500.000 personas
solicitaron refugio en el exterior durante el gobierno de
facto.
En este país, tanto las iglesias, como las
ONG, las
organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y
el propio ACNUR, colaboraron con eficacia en el
terreno humanitario.
Bajo los auspicios del Alto Comisionado y con el
respaldo de la Iglesia
Católica y el movimiento
ecuménico, se constituyó el Comité Nacional
de Ayuda a los Refugiados (CONAR), con dos claros objetivos: el
primero liberar a los miles de ciudadanos chilenos y extranjeros
que se hallaban en los campos de detención y asentarlos en
otros países; el segundo, administrar dichos centros de
detención donde los refugiados aguardaban para ser
enviados al exterior.
Así el ACNUR brindó protección y
asistencia legal y material en los países de asilo a
más de 200.000 chilenos.
En Uruguay se
calcula que 350.000 personas salieron del país entre 1968
y 1984. Y en Argentina, la ruptura del orden institucional
producida en 1976 hizo que el ACNUR iniciara en reasentamiento en
terceros países de más de 30.000 refugiados
latinoamericanos que llegaron al país en busca de asilo
debido a la interrupción de los procesos
democráticos en sus respectivos países de origen.
Asimismo ayudó a miles de ciudadanos argentinos a
refugiarse en el exterior.
La década de los ochenta trajo nuevos aires: los
países del sur de América
Latina retomaron sus procesos democráticos y dejaron de
ser estados generadores de refugiados.
Volvieron a ser países de asilo como a principios
de siglo, cuando sus tierras dieron refugio a personas escapadas
de la guerra civil española, las guerras mundiales y los
regímenes autoritarios del Este Europeo.
Ya en la década anterior, se inició la
repatriación voluntaria de miles de refugiados
latinoamericanos residentes en el extranjero. A finales de 1985,
el ACNUR había ayudado a 10.000 personas a regresar a su
patria.
Las naciones del sur de América Latina se
caracterizan hoy por su solidaridad en
materia de migraciones en general y asilo en
particular.
Todos los países ratificaron la Convención
de 1951, como el Protocolo de 1967.
Asimismo, los gobiernos adoptan en la práctica el
enfoque previsto en la Declaración de Cartagena (algunos
como Brasil y Bolivia lo
incorporaron a sus legislaciones) para que se extienda la
protección a aquellas personas que abandonaron sus
países debido a la violencia
generalizada o a la violación sistemática de los
derechos humanos.
En la actualidad, miles de solicitantes de refugio
provenientes de los países latinos y extraregionales
buscan nuevamente protección y una vida digna en las
naciones que integran el Cono Sur.
En Argentina desde 1985, se ha otorgado refugio a 12.000
personas. Hoy, unas 1.000 de distintas partes del mundo reciben
asistencia con el apoyo de las autoridades nacionales, del
gobierno y de la sociedad
civil.
Con la progresiva consolidación de la democracia
en Brasil, este es
otro país que se transforma en uno de asilo, con la mayor
cantidad de refugiados provenientes de Africa. Más de
1.200 ciudadanos Angoleños y 200 liberianos que escaparon
de guerras civiles atroces fueron admitidos como refugiados
según la Convención de 1951, con derecho a trabajar
y poseer un documento de identidad.
En el proceso de integración de un refugiado,
intervienen tres actores: el gobierno, las agencias
implementadoras y la sociedad civil.
El ACNUR cumple en el sur de América un papel catalizador,
organizando y complementando la ayuda a los refugiados. Coordina
la labor y las aportaciones de las tres partes en la tarea de
hacer sentir como en casa a aquel que llega de otro país
para escapar del horror, la persecución y la violencia.
Para que la integración se transforme en una
realidad, es necesario que el refugiado pueda ejercer los
derechos previstos en la Convención de 1951 relativa al
estatuto de los refugiados y esté, sobre todo, protegido
contra la devolución a su país de origen, donde su
vida, libertad y seguridad corren peligro.
También es necesario que el refugiado disponga de
las mismas posibilidades que el resto de los ciudadanos de un
país. De ahí que sea fundamental su dominio del
idioma, su capacitación para ofertar trabajo al
mercado y el
conocimiento de las demandas laborales del país en que
se encuentra.
En cada país, se han puesto en práctica
programas de
capacitación laboral, cursos de idioma,
computación, además de la asistencia
psicológica, médica y odontológica
gratuita.
Este año, los gobiernos de Argentina y Chile
aceptaron recibir entre ambos a 20/30 familias de la antigua
Yugoslavia. El proyecto piloto, que se está implementando
durante este año, abarca la protección, asistencia
e integración de estas familias provenientes de Croacia,
Bosnia, Serbia o Kosovo.
La iniciativa de las autoridades de ambos países,
ha creado expectativas de que estos programas de reasentamiento
puedan también implementarse en el resto de América
Latina.
Los países del Cono Sur están abriendo sus
puertas para ofrecer lo mejor que tienen: su solidaridad. Y la
esperanza de que siempre se puede recomenzar una vida en una
tierra hospitalaria.
Cinco siglos de discriminación…
Que aún
continúan.
"Los romaníes de Europa afrontan una
hostilidad creciente en sus países y una fría
acogida en el extranjero".
"No tengo pruebas de los
posibles actos criminales cometidos por estas personas, pero su
situación es tal que no pueden sino sentirse tentados a
cometerlos si se presenta la ocasión…No pueden sino
ser peligrosos" (un magistrado de Estrasburgo del siglo XIX, en
un escrito sobre el pueblo romaní).
Durante 1997, cuando varios cientos de romaníes
checos y eslovacos solicitaron asilo en Gran Bretaña,
hasta los llamados periódicos serios reaccionaron con
titulares como: "Los gitanos invaden Dover en busca de limosna" y
"Casi no hablan ingles pero saben como sacarle provecho al
sistema". Llama la atención el hacho de que, en
ningún momento se admitiera, la posibilidad de que los
solicitantes de asilo estuvieran huyendo de una
persecución.
Sin embargo, la historia demuestra que los
romaníes tienen suficientes motivos para quejarse. Los
ocho millones de ellos que viven en Europa forman el grupo
minoritario más numeroso del continente y, en los
quinientos años que llevan allí, han sido objeto de
constantes recelos, rechazos y exclusiones. En 1496, un edicto
alemán los declaró traidores a la cristiandad; en
1504, Luis XII les prohibió la entrada a Francia, y hasta
finales del siglo pasado vivieron como esclavos en Rumania. En
fechas más recientes, los nazi exterminaron a unos 500.000
romaníes en aplicación de su política
"racial".
Desde entonces, Europa ha avanzado mucho. En el medio
siglo transcurrido desde esa infame acción, el continente
ha albergado con generosidad a millones de desamparados de todo
el mundo y, a pesar del endurecimiento de su postura en los
últimos años, sigue siendo un faro de esperanza
para muchos otros. No obstante, el "problema romaní" es
aún una mancha en este expediente.
Los romaníes se encuentran dispersos por toda
Europa, aunque sus comunidades más importantes
están en el Centro y el Este, la antigua Yugoslavia,
España y Turquía. Eso sí, vivan donde vivan,
parecen despertar antipatía y miedo y se les considera
como vagabundos sin raíces, analfabetos, sucios e incluso
peligrosos.
La situación está empeorando en algunas
regiones, impulsadas por la caída del comunismo, que ha
sacado a la luz algunas
actitudes
contenidas hasta ahora por regímenes represivos de Europa
Central y Oriental. En este clima, se han
producido casos de agresiones en masa, asaltos de cabezas
rapadas, ataques incendiarios, palizas de la policía e
indiferencia judicial.
En Alemania, los miles de solicitantes de asilo
romaníes que huyeron de la violencia de su Rumania natal
han sido recibidos con ataques esporádicos neonazis en los
últimos años.
En Austria, los albergues en los que se alojan han sido
incendiados. En Internet, es frecuente
encontrar literatura
anti-romaní procedente de Rusia. En Eslovaquia, una
declaración presidencial ha anunciado la necesidad de
"restringir la reproducción de esta población
socialmente inadaptable y mentalmente atrasada". Las leyes de la
República Checa niegan la ciudadanía a varios miles
de romaníes convirtiéndolos en apátridas. Y
en este mismo país, en la ciudad de Usti Nad Lambem, hace
poco se oyeron los terribles ecos del holocausto cuando los
concejales plantearon la posibilidad de construir un muro
alrededor de la comunidad romaní. No obstante, el gobierno
ha empezado a reclutar en la policía a romaníes
capacitados y a contratarlos en los colegios, al tiempo que una
joven romaní se ha convertido en diputada
parlamentaria.
A pesar de todos estos ejemplos, los funcionarios de
inmigración europeos suelen hacer afirmaciones
genéricas del tipo "los romaníes no parecen estar
bajo amenaza de persecución", como declaró
recientemente un funcionario británico.
Este pueblo padece también una
discriminación sistemática. En la República
Checa y en Eslovaquia, muchos bares y restaurantes se niegan a
servirlos.
La fría acogida que les espera incluso en el
tolerante oeste puede ser la causa del número
sorprendentemente bajo de romaníes que solicitan asilo.
Pero también conviene apuntar la posibilidad de que las
solicitudes de quienes intentan escapar de la persecución
se juzguen teniendo en cuenta no tanto las circunstancias de cada
caso como la poca simpatía que despiertan.
El peso de cinco siglos de discriminación,
hostilidad y persecución sigue desequilibrando la balanza
en contra de los romaníes.
El conmovedor drama de los refugiados
albanos en Kosovo.
Casi dos millones de personas amenazadas por uno de
los peores dramas humanos desde el fin de la segunda guerra
mundial. Los ataques de la
organización del Tratado del Atlántico del
Norte (OTAN) intentaban detener a Milasevic, pero la crisis
parecía no tener fin.
A principios de 1999 y hasta mediado de ese mismo
año, en Kosovo, se desarrolló uno de los dramas
más dolorosos de este siglo. Según fuentes del
alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR), más de 650.000 personas han sido desplazados de
sus hogares en la provincia de Serbia, desde que a partir de
marzo de 1998 el presidente serbio Slodoban Milosevic
ordenó la represión contra el ejército de
liberación de Kosovo.
Formado dos años antes en respuesta a la
decisión serbia de anular la autonomía de la que
gozaba la región desde épocas del Mariscal Tito, el
artífice de la unificación de la ex Yugoslavia al
término de la segunda guerra
mundial, este grupo independentista adoptó una
actitud
intransigente, y comenzó a pregonar la formación de
una Gran Albania, de la cual Kosovo sería una pieza
esencial.
Estas cifras, según otros datos parecen
empequeñecidas. Se estima que antes de que se iniciaran
los bombarderos unas 200.000 personas habían salido de
Kosovo, sobre todo con destino a Albania y Macedonia.
Desde el 24 de marzo, cuando la OTAN, comenzó a
atacar la Federación Yugoslava, integrada por Serbia y
Montenegro, entre 650.000 y 900.000 habrían cruzado las
fronteras.
Además se estima que no menos de 250.000
deambulaban sin rumbo y sin hogar en Kosovo, mientras que al
menos 80.000 fueron obligados a regresar desde la zona fronteriza
por las tropas de Milosevic, en un cambio de estrategia que de
un plumazo intentó frenar el virtual vaciamiento de la
conflictiva provincia conformada por una mayoría
étnica albanesa.
Fuentes del ejército de Liberación de
Kosovo, son más drásticos en sus apreciaciones.
Hacen subir el número de personas desplazadas de sus
hogares y aún en Kosovo a más de 700.000 y aseguran
que virtualmente no hay un sólo pueblo o aldea que no que
no haya sido afectada por el desplazamiento de varios miles de
familias.
Algunos periodistas occidentales, que han llegado a
Pristina, afirman que la ciudad se asemeja a un gigantesco
cementerio, donde virtualmente es imposible ver un civil. Los
pocos restos de vida humana que aún se observan en la
capital de la
provincia rebelde son efectivos militares o pobladores de origen
serbio, que eran antes del conflicto apenas el 10% de la
población.
Semejantes cifras son contundentes.
Nos encontramos, sin dudas, ante uno de los tres dramas
humanitarios más graves de la década, sólo
comparable al que sucedió en Bosnia en junio de 1991 y
noviembre de 1995 y en Ruanda entre abril de 1994 y diciembre de
1996. Es probablemente el más grave drama humanitario
desde la Segunda Guerra
Mundial.
Como en esas ocasiones, la magnitud de la tragedia
desbordó todas las previsiones, y los recursos destinados
por la comunidad internacional parecen exiguos ante la magnitud
de la tragedia.
Entender la magnitud del drama que se desarrolla en
Kosovo, implica adentrarse en una historia que se remonta a 600
años atrás, con la invasión turca de la
región y el desplazamiento de la población
mayoritariamente de esa provincia.
Pero, además hace retroceder el reloj de la
historia a la Primera Guerra
Mundial, cuyo origen estuvo precisamente en Sarajevo, la
ciudad, se convirtió en el último reducto
musulmán en la guerra de Bosnia, hasta que se
alcanzó un acuerdo final con respaldo occidental que
impidió la continuidad de la sangría.
El mosaico de razas culturales y religiones de la ex
Yugoslavia, surgida de la Segunda Guerra
Mundial bajo la conducción del Mariscal Tito, en medio
de una sangrienta guerra civil que se desarrollaba al mismo
tiempo que la batalla contra los nazis, sólo pudo ser
sostenida por la férrea actitud del
tiránico y hábil líder,
que coqueteó durante años a ambos lados de la
cortina de hierro,
aún en los peores momentos de la Guerra
Fría.
Con todo, Tito además de ser uno de los
precursores del supuestamente neutral de Movimiento de los No
Alineados, se las ingenió en el terreno de lo
internacional para mantener un delicado equilibrio,
que generaba tanto el respaldo tanto de occidente como de
Moscú.
Ese mismo equilibrio,
aunque aveces acompañado con una feroz represión,
le sirvió para controlar los odios en las fronteras de su
propio país. Así logro que los viejos
enfrentamientos étnicos, quedaran sepultados,
detrás de un liderazgo que
intentaba conformar a todos.
En Kosovo, en 1974 dio muestras de esa habilidad
política al reconocerle una autonomía
constitucional que nunca antes había gozado esta provincia
Serbia. Un status que quedó definitivamente consagrado en
1981.
Con la muerte de
Tito, en los ochenta, la caída de la Unión
Soviética y el estallido de los nacionalismos en el este
europeo, en la ex Yugoslavia se desarrolló la más
feroz de las guerras civiles de Europa.
Occidente, no advirtió o minimizó la
gravedad de la crisis y dejó, como en otros puntos del
destruido tejido soviético, que fueran los propios
protagonistas quienes armaran las nuevas fronteras
nacionales.
Así, primero Eslovenia y Croacia en junio de
1981, Bosnia cuatro meses más tarde y Macedonia en
diciembre de ese mismo año se alejaron de la influencia de
Belgrado. Sólo la pequeña Montenegro, quedó
ligada al viejo tronco serbio.
Pero, como las fronteras surgidas al término de
la Segunda Guerra
Mundial, el mosaico de razas y religiones que conviven en
todos estos países es explosivo y la profundización
de los sentimientos nacionalistas, fue el eje de enfrentamientos
cada vez más sangrientos.
En Kosovo no sólo se mantienen vivos ancestrales
enfrentamientos étnicos y religiosos. También
están en juego
principios que hasta ahora han regido la relación entre
las naciones y que han quedado fuertemente
cuestionados.
Si la intervención en el Golfo, fue la primera
acción punitiva a nivel internacional contra un estado, en
Somalia, por primera vez en la historia, las Naciones Unidas
dieron mandato a una expedición para que actuaran por
encima de las autoridades nacionales y poner fin, así, a
un drama humanitario.
Estos principios, están presentes en la
intervención que la OTAN realizó en Kosovo. Al
mismo tiempo están en pugna otros principios, como ser la
vieja puja entre autodeterminación de la población
y derechos de la integridad territorial de los estados, un punto
que, como a Rusia con Chechenia, a China con el
Tibet, también roza a la Argentina con Malvinas.
El otro principio que también está en
juego es la
no-injerencia en los asuntos de otros estados, que forman parte
de la Carta de las
Naciones Unidas, contra el derecho de la comunidad internacional
de intervenir ante flagrantes casos de genocidio.
El escandaloso manejo que Milosevic hizo de la
población albanesa de Kosovo, demuestra que es necesario
alcanzar, y lo más pronto posible acuerdos de
mínima con respecto a estos temas que las Naciones Unidas
ha incorporado a su carta, pero que
aún resulta poco menos que imposible hacer
cumplir.
El esfuerzo de la OTAN, para terminar con esta
sangría, demostró una alarmante falta de
previsión para atender el conmovedor cuadro humano surgido
por el conflicto.
Casi dos millones de albanos se encontraban en el mayor
de los desamparos y su vida pende aún de una ayuda que no
siempre llegó con la misma rapidez con que se disparan las
bombas.
El atroz paisaje de las familias destruidas, casas
incendiadas y niños hambrientos, deja una vez más
al descubierto los horrores de la guerra y también
advierten sobre las consecuencias de no haber actuado con mayor
firmeza, antes de que el odio declamativo pusiera en
acción lo más bajo de las conductas
humanas.
Se firmó el acuerdo de
paz.
Después de 78 días de bombardeos, los
militares yugoslavos finalmente cedieron y firmaron un acuerdo
sobre el retiro de sus tropas de la provincia de Kosovo, lo que
permite poner fin a la primera guerra de la OTAN, y posiblemente
la última del siglo.
El anuncio del general británico y comandante de
las fuerzas aliadas en Macedonia, Michael Jackson, fue festejado
ruidosamente en Pristina, la capital de Kosovo, y en Belgrado,
donde por primera vez en 11 semanas de guerra la luz volvió
a las calles.
El acuerdo militar fue inmediatamente aprobado por la
OTAN en Bruselas, donde se esperaba que el secretario general de
los aliados, Javier Solana, anunciara la suspención de los
bombarderos.
El cual se produciría una vez que se iniciara la
retirada de las tropas Yugoslavas, hecho que según fuentes
de la propia OTAN, ya se venía preparando, luego fue
confirmado por fuentes militares, la retirada de la
policía serbia.
Belgrado tendría un plazo de 11 días para
retirar todas sus tropas de Kosovo.
Las Naciones Unidas, ingresaría la fuerza
internacional, con un total de 48.000 efectivos que
garantizarán el regreso seguro de casi un millón de
refugiados albanos – kosovares.
El vocero del gobierno Yugoslavo y su principal
representante político en Kumanovo, proclamó sin
pudor: "somos los ganadores morales de la guerra"
Nadie conoce en Belgrado el futuro de Milosevic, para
algunos, será derrocado por una revuelta popular o un
golpe de
Estado; para otros, huirá, pero sin duda su destino
podría ser complicado, ya que además fue acusado
por el Tribunal Penal Internacional de crímenes de
guerra.
Autor:
Leticia Meroni
leticiam[arroba]amc.com.ar