- Preservación
y almacenamiento - La piel
fresca. Almacenamiento hipotérmico - Criopreservación
cutánea - Método
- Objetivo
- Resultados
- Bibliografía
Introducción:
La utilización de animales para el
transplante de órganos configura uno de los campos de
debate con
mayor trascendencia de los últimos tiempos. No en vano, y
más allá de las limitaciones científicas y
técnicas que pudieran plantearse, en esta
actividad que se apunta ya como de futuro inmediato, confluyen
elementos a menudo de difícil objetivización como
son el uso de animales para experimentación, la
manipulación genética o
la mezcla de caracteres de especies distintas con fines
terapéuticos (1).
Durante el siglo XIX empezaron a cobrar cuerpo los
transplantes de órganos o de parte de ellos. La
experimentación había sido impulsada, entre otros,
por Claude Barnard, Alessandri o Berthold en la primera mitad de
siglo, retomando trabajos anteriores. El número de
fracasos superaba con creces al de los éxitos.
Sorprendentemente, tan solo los injertos de piel
parecían responder a las expectativas en casos de
úlceras, heridas o quemaduras. Durante la segunda mitad de
este siglo, llegarían a utilizarse para este fin injertos
de piel de perros, gatos y
cobayas, mucosas de buey y rana e incluso mejilla de conejo.Hoy
día sorprenden tales éxitos, más si cabe,
sabiendo que la piel es uno de los tejidos que se
rechaza más fácilmente. Sin embargo, la calidad y la
minuciosidad con la que eran tratados los
pacientes, parece ser que favorecían el proceso de
cicatrización, especialmente cuando los injertos
procedían de animales.(2)
En el caso del xenotransplante la gran dificultad para
el desarrollo de
modelos
experimentales ha sido escoger el más adecuado para este
fin. Tras descartar el empleo de
primates superiores por cuestiones éticas,
ecológicas o incluso morales (significaría el
sacrificio de un animal protegido por la ley considerado
primo hermano del ser humano), se optó por los cerdos.Los
cerdos son animales domesticados desde hace siglos. Su carne ha
sido tradicionalmente consumida y manipulada y, excepto para los
creyentes musulmanes y judíos,
generalmente apreciada por distintas culturas. Raramente se
observa un animal de este tipo en estado salvaje
y lo más frecuente es su estabulación para consumo
humano.Por otra parte, del cerdo son conocidas también
diversas aplicaciones médicas. Las más reconocidas
son el uso reciente de válvulas
cardíacas para su implantación en humanos (hoy
sustituidas mayoritariamente por válvulas humanas) o de
insulina porcina para diabéticos insulino-dependientes
(hoy desplazada por el empleo de insulina humana obtenida por
métodos
genéticos). Así mismo, se ha empleado piel de cerdo
en casos de quemaduras graves.
Por lo que respecta a sus condiciones sanitarias, las
posibles enfermedades
infecciosas que pueden transmitir, son bien conocidas. Sin
embargo, el seguimiento de estrictas medidas
higiénico-sanitarias, impide que estas enfermedades
lleguen a desarrollarse y, por tanto, a transmitirse. En
cualquier caso, no sería de recibo la existencia de esta
enfermedad en laboratorios o granjas especialmente pensadas para
albergar animales que deben tener una finalidad
terapéutica.Por lo demás, se trata de animales con
órganos de tamaño similar a los humanos, con un
nivel de respuesta fisiológica equivalente y que se
reproducen adecuadamente en cautividad en tiempos cortos y
camadas grandes. Por todo ello les convierte en el mejor modelo para
xenotransplante. (3)El rechazo hiperagudo es el más grave
de cuantos puedan darse y recibe este nombre porque se produce
poco tiempo
después del transplante. Por norma general, aparece en las
primeras horas después del implante y destruye el
órgano en unos pocos minutos.
Están definidos varios factores que producen este
tipo de rechazo. Por una parte, se da porque cualquier organismo
dispone de unos anticuerpos, los llamados anticuerpos naturales,
que le protegen de la invasión de células y
material genético de otras especies. Estos anticuerpos,
están presentes cuando las especies están alejadas
filogenéticamente entre si, actuando de un modo similar a
los anticuerpos que diferencian los grupos
sanguíneos. Cuando se mezclan sangres de grupos diferentes
(A y B, por ejemplo) se produce una reacción de rechazo
que conlleva la destrucción de las células
sanguíneas "invasoras".Cuando se implanta el órgano
de un cerdo en una persona, por
ejemplo, estos anticuerpos -que están presentes en el
momento del trasplante- se fijan en este órgano y activan
unas proteínas
que circulan por la sangre provocando
la destrucción del órgano. Estas proteínas
reciben el nombre de complemento. Hoy por hoy es imposible
eliminar totalmente estos anticuerpos, ya que el organismo los
produce de forma constante. Lo que se intenta, en consecuencia,
es inhibir el mecanismo de activación de las
proteínas del complemento que son las que, al unirse con
los anticuerpos, desencadenan la destrucción del
órgano.Superado el rechazo hiperagudo, el objetivo de
los investigadores se centra en la actualidad en hallar pautas
inmunosupresoras que permitan evitar, o cuando menos controlar,
el rechazo agudo. En los modelos de xenotransplante de
órgano de cerdo transgénico para PRC humano en
primates no humanos, para evitar que los órganos sean
rechazados a largo plazo, hay que administrar una
immunusupresión muy elevada, lo cual provoca la
aparición de efectos secundarios graves que pueden llevar
aparejada, incluso, la muerte del
animal. Ante ello, y como alternativa, puede reducirse la
inmunosupresión. El resultado es, sin embargo, la
aparición de rechazo agudo. En estos casos la media de
supervivencia se sitúa entre los 13 y 14
días.
La magnitud de los problemas
planteados obliga a buscar nuevas estrategias. El
objetivo es desarrollar nuevas pautas combinando diversos
tratamientos inmunosupresores y técnicas que permitan
disminuir la producción de anticuerpos naturales
(técnicas de inmunoabsorción) para llegar a un
punto de
equilibrio en el que sea posible la supervivencia de los
injertos con unos efectos secundarios
mínimos.(4).
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