- La Vida Loca
- Ser
mujer en un mundo hipermachista - Reclutamiento
- Leyes
antimaras - La
frontera México-Guatemala - La
globalización del terror - Notas –
Bibliografía
"Por mi madre vivo, por el Barrio
muero"
1.
Orígenes
A principios de los
años 80’ llega a los Estados Unidos,
principalmente a Los Ángeles
(California), un grupo numeroso
de inmigrantes salvadoreños que escapaban de las
sangrientas guerras
internas que vivía El Salvador (1). Algunos de
estos jóvenes forman las agrupaciones que tomarían
el nombre de "Maras" y cuyas dos vertientes principales
serían la "Mara Salvatrucha" (MS 13) y la Mara 18 (MS
18). La palabra "mara" deriva de las hormigas marabuntas en
alusión a la forma en que éstas se expanden,
invadiendo y devorando todo lo que encuentran a su paso. La
palabra Salvatrucha estaría formada por El Salvador y
"trucha", expresión que define al sujeto que es
hábil o astuto para escaparse de la policía. Sus
miembros son conocidos como mareros. Con el tiempo, otras
comunidades latinas se van sumando a las maras, en particular
nicaragüenses, guatemaltecos, hondureños,
ecuatorianos, mexicanos y peruanos.
Las maras surgen en un principio como organizaciones de
protección del barrio o la calle en la que se vive y para
impedir que bandas provenientes de otros barrios –sobre
todo en reacción contra el predominio de los barrios de
"cholos" mexicanos en East Los Angeles- se apoderaran del
control o el
dominio de la
zona.
El carácter especial de estas bandas es el uso
abierto y sancionado de la violencia, ya
sea como protección o como agresión, y la
práctica sistemática del delito. El
consumo de
drogas y el
aumento constante en la adquisición y el uso de armas aceleraron
esta espiral de violencia hasta límites
extremos. Pronto el narcotráfico, el tráfico de armas,
los asaltos y otras actividades delictivas se convirtieron en las
acciones
principales de las maras.
La pertenencia a una mara le otorgó a muchos
jóvenes desocupados, sin familia, sin
documentos y
provenientes de hogares dispersos por la guerra civil y
la miseria, una identidad. El
Barrio, la "clica", con su forma de vida denominada "la vida
loca" se transformó en una razón de ser y un lema:
"Por mi madre vivo, por el Barrio muero". En muchos casos se
generó una especie de identificación de los
integrantes de la mara –los "homeboys" o "hommies"- entre
sí, como pertenecientes a una misma "familia", lo que les
otorgó lazos de "fraternidad" similares a los de las
mafias criminales. A su vez, la solidaridad entre
los miembros de la mara significó una total indiferencia y
hasta el desprecio por el resto de la sociedad.
La reacción del gobierno
estadounidense, al comprobar la gravedad de la situación,
fue encarcelar y repatriar a los miembros de estas
organizaciones. Ya poco después del fin de la Guerra Civil
en El Salvador, que se logra con los Acuerdos de Paz de
Chapultepec en 1992, el Servicio de
Inmigración y Naturalización de los
Estados Unidos eliminó las cláusulas que otorgaban
a los salvadoreños la condición de refugiados de
guerra.
En el año 2000 los gobiernos estadounidense y
salvadoreño firman un acuerdo por el cual el país
del norte se reservaba el derecho a deportar a todo ciudadano
salvadoreño que cometiera delitos. El
hecho de que estos delincuentes, muchos de ellos excombatientes o
exguerrilleros con experiencia en la construcción de armas caseras, volvieran a
sus países de origen, permitió que se organizaran
las maras en estas naciones, copiando el modelo de las
pandillas en California y creando así una organización criminal trasnacional con sede
en los Estados Unidos pero con bases operativas en los
países centroamericanos.
Sólo en la frontera entre
México y
Guatemala
existirían más de 200 de estas pandillas con
un total de aproximadamente 3000 miembros. En el caso de El
Salvador, y en forma similar en Honduras, el país se ha
convertido en refugio de poderosos sindicatos
criminales, compuestos en gran parte por ex miembros de los
Escuadrones de la muerte, que
utilizan las maras como cortina de humo para dirigir el
tráfico de drogas y de armas con impunidad.
2. La
Vida Loca
Los símbolos de la Mara Salvatrucha son el
numero 13 y las letras MS, que suelen tatuarse junto a
otros motivos, en diferentes zonas del cuerpo. Lo mismo con el
número 18, en el caso de la Mara rival. Sus integrantes se
distinguen por tener el cabello rapado, pantalones muy holgados y
el cuerpo decorado con tatuajes, sobre todo en los brazos, pecho,
espalda y rostro. En las maras de frontera (Guatemala-
México) algunos de los cabecillas se distinguen por
tatuarse una lágrima por cada vida cobrada. Tres puntos en
la zona del codo, en los nudillos o en el espacio entre el dedo
pulgar y el índice significarían, según
algunos, "la-vida-loca", que es como los jóvenes definen
su forma de vida. Otros motivos de tatuaje son: calaveras, cruces
gamadas, la imagen de la
Virgen -en la mayoría de los casos la Virgen de
Guadalupe-, telas de arañas, ataúdes, las dos caras
simbolizando la tragedia y la comedia (2), murciélagos,
tigres, dragones, serpientes, alacranes.
Los integrantes de las maras son jóvenes de entre
12 a 35 años, aunque se da el caso de que niños
de hasta 9 años de edad se integran a estos grupos.
Además de identificarse con los tatuajes, utilizan una
especie de código
gestual que denota pertenencia. Al principio, se utilizaron
muchas palabras y expresiones provenientes del inglés,
pero con el tiempo se han substituido por giros locales. Suelen
también "marcar" sus zonas de control con graffitti, con
símbolos que denotan la clica que "gobierna" la zona.
Imágenes religiosas, como la de la Virgen
María, o leyendas en
estilo gótico son también muy frecuentes.
Así como los tatuajes pretenden reflejar la historia del individuo que
los porta, los graffitti simbolizarían la "historia" del
Barrio.
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