Moda femenina y sexualidad: un enfoque psicosocial (Ensayo) (página 2)
La moda femenina es
un producto de la
dominada publicidad
sexista que tiende a reproducir la doble moral sexual
que permea nuestro ambiente
sociocultural, en el cual el hombre
tiene el lugar central en torno al cual
gira la mujer. A nivel
de las relaciones sociales se observa un trato desigual entre
hombres y mujeres, en el sentido de que existe un trato
preferencial a los hombres que se traduce en el hecho de gozar de
un mayor número de libertades y oportunidades de desarrollo.
La participación de la mujer, en
cambio, es
restringida en contextos de desarrollo profesional, educativo y
de esparcimiento. La publicidad sexista retroalimenta los
modelos
sexuales que están basados en estereotipos formados por
las diferentes instancias socializantes tales como la familia, la
escuela, el
grupo de
amigos, etc., y que son reforzados por la influencia de los
medios masivos
de comunicación.
La moda femenina se presenta en este contexto como un
conjunto de mensajes enmarcados en reales campañas
publicitarias que difunden el estereotipo de la mujer sensual y
seductora que funciona como modelo de
identificación de millones de mujeres, que buscan un
acercamiento a esta imagen por medio
del consumo de las
mercancías y / o servicios que
a través de esa imagen se promueven. El poder y la
influencia sobre los medios masivos de comunicación sobre
el comportamiento
humano se comprueba en el fenómeno psicosocial de la
moda, que dicta las reglas del juego en
materia del
"buen vestir", orientando la conducta de
consumo de grandes capas de la población.
Por ser la moda el resultado de un conjunto de
campañas publicitarias, que difunden imágenes
del hombre y la
mujer, en donde el modelo predominante es el de la mujer
atractiva y sensual, su acción
se rodea de una aureola sexual. El uso de la mujer como objeto
sexual se encuentra de manera explícita en los contenidos
de los mensajes comerciales, mismos que contribuyen a crear una
imagen predominante de la mujer, la cual es literalmente vendida
al formar parte de las etiquetas de diversos artículos de
consumo. En consecuencia, la sexualidad es
una de las características sobresalientes que rodean las
últimas creaciones o "gritos de la moda".
La expresión de la sexualidad es parte de los
ingredientes utilizados por una publicidad que busca garantizar
su consumo en el marco de una atmósfera
sociocultural, represora de lo sexual, pero que por otro lado,
permite su estimulación a través de la publicidad,
cuyos mensajes destacan a través de las imágenes,
las características sexuales secundarias de la mujer para
deleite del hombre.
Moda y sociedad
La moda en general, enfocada bajo una perspectiva
macrosocial se presenta como un fenómeno psicosocial, en
tanto que sus repercusiones afectan a la sociedad en un
conjunto. De los efectos que puede destacarse como producto de
los intentos por estar a la moda, es que el esfuerzo de millones
de individuos por "estar al día" trae consigo una serie de
gastos que
afectan a una economía familiar
cada vez más debilitada por la crisis
económica que caracteriza en inicio de la década de
los noventas y que afecta a amplios sectores de la
población.
Con ello, es evidente que los efectos de cualquier moda,
sea femenina o masculina, rebasan el ámbito de lo
individual y lo familiar y se ubican como un fenómeno
social que repercute en la población en su conjunto. En
consecuencia, la moda se constituye como un problema psicosocial
que afecta a la población en general, en tanto que se
estimula el consumo de artículos superfluos que vienen a
satisfacer pseudonecesidades, por encima de verdaderas
necesidades en el contexto de una economía de
crisis.
Es importante recordar que la moda como fenómeno
social que afecta al conjunto de la población, incide
también en la población masculina que se muestra a su vez
susceptible a la manipulación de la publicidad. Por ello,
la moda no es exclusiva de las mujeres pues abarca a la sociedad
en su conjunto.
Al analizar las características que presenta el
proceso de
socialización actualmente, en sus
diferentes instancias (familia, escuela,
grupo de amigos, medios masivos de comunicación, etc.), se
puede observar que comparten un denominador común que es
el desarrollo de una ideología individualista y comparativa que
acompaña todo el desarrollo psicosocial de los individuos.
Desde la infancia se
estimula la competencia al
premiar al infante que se porta bien y castigar al que se porta
mal, al fomentar la competencia entre los niños
para ver quien termina más rápido determinada
actividad, lo cual genera rivalidad y ánimos de
confrontación, en lugar de actitudes
solidarias y de colaboración.
Esta competencia entre unos y otros continúa a lo
largo de todas las etapas del desarrollo psicosocial con ello,
una fuerte ideología individualista que genera a su vez
toda una serie de sentimientos negativos: aislamiento, inseguridad,
frustración, etc., al no poder ganar siempre y sobre todo
un vacío interior que es causa de sufrimiento para
millones de personas que experimentan la enorme
contradicción de vivir en la era de los medios masivos de
comunicación, que permitan comunicarse a cualquier parte
del mundo, pero que sin embargo, se experimentan dificultades de
comunicación a nivel interpersonal, al grado de que
algunos autores mencionan que vivimos en la era de la
incomunicación interpersonal.
Este vacío interior producto del conjunto de
mecanismos de defensa psicológicos, creados para estar a
salvo de esa sensación de amenaza que produce la presencia
del otro, permite una creciente influencia de los medios masivos
de comunicación, que presentan modelos de
identificación a través de las campañas
publicitarias que ponen "de moda" determinada imagen femenina o
masculina, logrando con ello, crear una necesidad de
identificación que propicia el acto compulsivo de compra
de determinados artículos para asemejarse a la imagen
estereotipada que presentan las figuras "de moda".
Abordar el fenómeno de la moda femenina desde una
perspectiva científica, implica desarrollar un postura
crítica
frente a la misma en la que se determine si sus efectos son o no
benéficos para determinada sociedad. La moda al actuar
sobre el conjunto de la población afecta comportamientos
colectivos, orientando los mismos al consumo de determinadas
mercancías (por lo regular etiquetas con altos precios por
aquello de la oferta y la
demanda),
muchas de las cuales no representan la satisfacción a una
necesidad real, sino más bien se dirigen a satisfacer
pseudo necesidades creadas ex-profeso a través de una
publicidad reiterada en los medios masivos de comunicación
y en medio impresos, que busca lograr la respuesta esperada del
receptor.
Por ello mismo, la moda independientemente de ser un
fenómeno social, responde a intereses particulares de
aquel sector social ligado en forma directa a los medios de
producción, es decir, los fabricantes de
los productos "de
moda".
El fenómeno de la moda, sea masculina o femenina,
es todo un proceso bien planificado de manipulación social
en el cual participa un conjunto de profesionales faltos de
ética a
quienes no les interesa la repercusión social que esta
tenga. La esencia de la existencia de la moda es el lucro, la
ganancia lograda a través de la manipulación de
sentimientos, deseos, fantasías e impulsos de toda
índole, sin importar la frustración que se provoque
en aquellos que no tienen la capacidad adquisitiva para adquirir
determinados productos.
Moda y comunicación social
La moda participa en la dinámica social como elemento enajenante de
todo un potencial humano, donde la riqueza de la
personalidad psicológica de los individuos, cede en
importancia a la apariencia, ("la primera impresión es lo
que cuenta"), se evalúa la imagen al considerarla "moderna
o anticuada", degenerando a los individuos en una relación
cosificante al ubicar a las personas como cosas, o adornos, en
los cuales importa más su imagen que su personalidad
psicológica. Dicha enajenación de las relaciones
interpersonales se complementa con la personificación
de los objetos. En el primer nivel de enajenación, las
personas son tratadas como cosas y apreciadas en función de
los objetos que traen consigo y / o que giran al alrededor de
ellos. No interesa el contenido psicológico de su
potencial humano, sino el valor de los
objetos de ese portador. En el segundo nivel, el contenido del
potencial afectivo de cada persona, es
canalizado hacia un objeto, artículo y / o instrumento
ante la imposibilidad de realizarlo en el terreno de las
relaciones interpersonales, por el vacío efectivo que
produce la formación psicosocial en extremo
individualista.
El fenómeno social de la moda se presenta en el
contexto de un "clima
psicológico" caracterizado por la existencia de una crisis
de identidad por
parte de amplios sectores de la población. En el proceso
de socialización (desarrollo psicosocial), cada individuo
atraviesa por diferentes etapas en las que se encuentran
identificación con modelos específicos,
provenientes de figuras significativas que pueblan su entorno
inmediato.
En una sociedad industrializada la presencia de los
medios masivos de comunicación, modernizados por la
tecnología, provoca efectos psicosociales
en el desarrollo de la personalidad de los individuos. La
presencia de televisores en cada casa-habitación es un
fenómeno social que debe ser abordado con mayor amplitud
en la investigación científica. Su diario
accionar produce identificaciones efímeras con figuras que
surgen y desaparecen con frecuencia sospechosa, moldeadas por la
publicidad, pero que por su carácter comercial, desaparecen al poco
tiempo, para
que su lugar sea tomado por una nueva figura "de
moda".
Hoy en día se invierte buena parte del tiempo
libre al consumo de programas
televisivos, por parte de públicos de todas las edades,
sobre todo niños. Con éstos últimos, la
influencia de la
televisión es más poderosa puesto que se
encuentra en un etapa de desarrollo psicosocial caracterizado por
un alto aprendizaje de
los eventos que
acontecen en su medio
ambiente, dentro del cual la televisión
tiene presencia predominante, al grado de que compite actualmente
con la familia por ocupar el lugar de primer agente socializante,
dada la cantidad de horas que se le dedica al televisor
encendido, el cual es superior, en promedio al tiempo de interacción entre padres e hijos en
actividades conjuntas.
En el caso de los adolescentes,
se les considera como uno de los públicos más
susceptibles y maleables utilizados por la publicidad,
precisamente por encontrarse en esa etapa de búsqueda de
modelos de identificación, debido a la etapa de cambios en
que se encuentran, sobre todo los de tipo psicológico, que
implica una búsqueda de su identidad como
individuos.
La crisis de identidad que experimenta el público
adolescente y que se prolonga en varios casos, es el abono que
prepara el terreno para el trabajo de
la publicidad, que ofrece imágenes estereotipadas como
modelos de identificación a las grandes masas.
Al rebasar las fronteras de los países, la moda
se presenta como un acto de penetración cultural
proveniente sobre todo de los países con alto grado de
desarrollo, y a través de la cual, se modifican las
costumbres, hábitos, valores y en
consecuencia se moldea el comportamiento
social.
Diariamente tiene lugar un proceso de
aculturación, en el cual dos culturas chocan,
imponiéndose aquella que sea más poderosa y que
cuente con un mayor número de recursos
disponibles. Los medios masivos educan a grandes auditorios en el
desarrollo de una ideología de conformidad con el status
quo, de tal forma que contribuyen a ideologizar a grandes masas
en el sentido de uniformar sus pensamientos, valores y sobre
todo, comportamientos.
Por todo lo anterior, es necesario asumir una postura
crítica frente al fenómeno psicosocial de la moda,
tanto en su expresión femenina, como en su versión
masculina, con el objeto de contrarrestar esta
manipulación social que se desprende de una amplia
difusión.
Los profesionales de las ciencias
sociales tenemos el compromiso de aceptar el reto de
contrarrestar la acción enajenante que puede observarse en
el caso de la moda como fenómeno psicosocial. Es necesario
difundir la crítica que las ciencias del
comportamiento en general, y la Psicología social en
lo particular, desarrollen acerca del tema que se
desarrolló en estas líneas utilizando los espacios
a los cuales se tenga acceso.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Guinsberg, Enrique. PUBLICIDAD: MANIPULACIÓN PARA
LA RERPODUCCIÓN. Ed. Plaza & Janes, México,
D.F. 1987.
Santa Cruz, Adriana y Erazo, Viviana. COMPROPOLITAN : El
hombre transnacional y su modelo femenino. Ed. Nueva Imagen.
México, D.F. 1988.
Guinsberg, Enrique. CONTROL DE LOS
MEDIOS, CONTROL DEL HOMBRE. Ediciones Nuevo Mar. México,
D.F. 1985.
Clark, Eric. LA PUBLICIDAD Y SU PODER. Las técnicas
de provocación al consumo. Ed. Planeta mexicana.
México, D.F. 1989.
Merani, Alberto L. CARTA ABIERTA A
LOS CONSUMIDORES DE PSICOLOGÍA. Ed. Grijalbo.
México, D.F.1980.
Consejo Nacional de la Población. LA
EDUCACIÓN DE LA SEXUALIDAD HUMANA. Tomos 1, 2, 3 y 4.
Editado por el CONAPO. México, D.F. 1982.
Schneider, Michael. NEUROSIS Y LUCHA
DE CLASES. Ed. El manual Moderno.
México, D.F. 1982.
Danzinger, Kurt. COMUNICACION INTERPERSONAL. Ed. El
Manual Moderno. México, D.F. 1982
Castilla del pino, Carlos. LA COMUNICACIÓN. Ed.
Península, Barcelona, 1979.
McCary, James Leslie. McCary, Stephen P. SEXUALIDAD
HUMANA. Ed. Manual Moderno. México, D.F. 1983.
Oscar Yescas Domínguez
Psicólogo social egresado de la Universidad
veracruzana en México y maestro de tiempo completo en el
departamento de Psicología y Comunicación de la
Universidad de Sonora
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |