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Inmigración a la Argentina 1830-1950 (página 5)



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MEMORIAS Y AUTOBIOGRAFÍAS ESCRITAS POR
DESCENDIENTES DE INMIGRANTES

Estas son algunas de las memorias y
autobiografías que, escritas por descendientes de
inmigrantes, dan a conocer aspectos de este fenómeno
social en la Argentina, entre 1850 y 1950.

Españoles

Al igual que muchos de nuestros escritores, Baldomero
Fernández Moreno evocó sus años de infancia, una
edad escindida, en su caso particular, entre dos tierras,
Argentina y España. En
el prólogo a sus memorias, que llevan por título La
patria desconocida, el escritor se refiere a la relación
de las mismas con sus dos patrias, y deslinda la incidencia que
España y la Argentina tienen en ellas: "Son
páginas, pues, españolas por el recuerdo que las
informa, argentinas por la mano que las trazó. Por eso
este libro cobra un
sentido vernáculo, americano. Y todo aquello en medio del
suspirar por mi patria, por curiosidad, por exotismo, por
poesía
naciente, y, lo que es lo cierto, por indefinible amor hacia
ella" (1).

Ingleses

En su Autobiografía, Jorge Luis Borges
recuerda a su abuela inglesa: "Frances Haslam era una gran
lectora. Cuando ya había pasado los ochenta, la gente le
decía, para ser amable con ella, que ya no había
escritores como Dickens y Thackeray. Mi abuela contestaba: "Sin
embargo, yo prefiero a Arnold Bennett, Galsworth y Wells"
(2).

Italianos

El mendocino Alcides Bianchi recuerda su infancia: "En
el barrio teníamos dos ‘canchas’ para jugar a
la pelota –recuerda-. Una estaba ubicada al fondo de la
quinta de papá, sobre la calle Civit y la otra al lado de
la carnicería de Don Molinuevo, a media cuadra de casa,
sobre la Cmte. Torres. Teníamos fijada una hora para hacer
los partidos en las tardes, cuando ya habíamos hecho los
deberes de la escuela.
Allí nos juntábamos los chicos del barrio, de
distintas edades, formando los dos equipos y generalmente a los
más pequeños nos tocaba ser arqueros"
(3).

Polacos

Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en
Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las
fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas
lucían banderas azules y blancas y a la plaza San
Martín, en el centro del poblado, concurría toda la
población luciendo la escarapela y
manifestando con orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por
ser uno de los más altos, y seguramente porque mamá
me almidonaba para la ocasión el guardapolvo, ya en los
grados superiores las maestras me elegían abanderado, y
escoltado por otros niños
caminando entre aplausos y cálidas sonrisas nos
dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los directores de
todas las instituciones
pronunciaban emotivos discursos. Se
cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los
chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos
y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la
administración de la J.C.A. para ver y participar de
la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con ponchos,
frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (4).

Ucranios

María Arcuschín escribió De Ucrania
a Basavilbaso (5) obra en la que rinde homenaje a sus antepasados
y a quienes llegaron a América
en busca de un futuro mejor, al tiempo que
narra su propia vida en el seno de la colectividad judía
entrerriana. Esta colectividad, hábilmente retratada en su
obra, tiene muchos rasgos en común con otras
colectividades que, desde lugares remotos del mundo, llegaron al
país impulsadas por el anhelo de una existencia digna, la
que por distintas razones no podían tener en sus tierras
de origen. En este cúmulo de inmigrantes, sin embargo, los
extranjeros presentados por Arcuschín son indudablemente
singulares.

Rusos

En Babilonia chica, escribe Mito Sela:
"Crecí y me desarrollé en un barrio fuera de la
Capital, ya
provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio
–otro mundo- reunía en sus calles fábricas y
galpones de la industria
textil, que funcionaban sin descanso 24 horas diarias durante
seis días a la semana. Junto a la industria se
desarrolló un proletariado textil, formado por italianos,
españoles y judíos,
fervientes sindicalistas, que en su mayoría se
identificaban con los distintos matices de la izquierda hasta la
llegada del peronismo"
(6).

Notas

1. Fernández Moreno, Baldomero: La patria
desconocida. Buenos
Aires,

2. Borges, Jorge
Luis: Autobiografía, citado en Hadis, Martín:
LITERATOS Y EXCÉNTRICOS Los ancestros ingleses de Jorge
Luis Borges. Buenos Aires, Sudamericana, 2006.

3. Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos
Aires, Marymar, 1989.

4. Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville
Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005.
112 pp. (Testimonios).

5. Arcuschín, María: De Ucrania a
Basavilbaso. Buenos Aires, Marymar, 1986.

6. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires,
Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).

BIOGRAFIAS DE INMIGRANTES

De la experiencia de la inmigración surgieron muchos libros.
Algunos autores eligieron la literatura para expresarse;
otros, en cambio,
prefirieron las biografías. Ellos
escribieron sobre personas cuyas vidas les parecía
interesante dar a conocer. No se trata ya de presentar sus
propias vivencias de la inmigración –aunque muchos
de ellos descienden de inmigrantes-, sino de evocar la azarosa
existencia de quienes llegaban a una tierra con
esperanza, pero también con desazón y temor. En
este trabajo me
refiero a algunas de las biografías que dan a conocer
aspectos de este fenómeno social en la Argentina, entre
1850 y 1950.

Alemanes

Nora Ayala evoca en Mis dos abuelas. 100 años
de historias
(1) las vidas de Gerònima, su abuela
criolla que vivía en Misiones, y la de Christina, su
abuela alemana que se estableció en Trelew.

Christina es una mujer con estudio
que viaja a la Argentina contratada como ama de llaves en casa de
un director de un banco de su
país. Ya en Adrogue, provincia de Buenos Aires, conoce a
un italiano con el que se casa. Habiendo nacido los hijos,
el hombre
decide que lo mejor es volver a su tierra, para vivir de rentas.
No imaginaba que, para ello, debería dejar aquí a
una de sus hijas, que no pudo embarcar a causa de una enfermedad.
Cuando el hombre, dos
años después, vuelve temporariamente a la
Argentina, no es a la niña a quien lleva a Italia -como le
había pedido su esposa-, sino al padre, deseoso de ver su
pueblo. Se avecina la guerra y el
italiano hace oìdos sordos a su mujer, quien insiste en
que deben regresar, quien insiste en que deben regresar,
aprovechando que los hijos –salvo la menor- son
argentinos.

Finalmente vuelve Christina, sin marido y con algunos de
los hijos, ya que otros quedan trabajando y uno està preso
por haberle pegado a un superior, durante una estadía
forzada en la milicia. Comienza entonces una vida nueva para la
alemana, quien, utilizando los conocimientos que traía de
su tierra, además de su ingenio y esfuerzo, pone un
negocio que prospera y se sobrepone a las
dificultades.

Notas

  1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. Buenos Aires,
    Vinciguerra, 1997.

Armenios

Eduardo Bedrossian recuerda emocionado a su padre,
sobreviviente del genocidio, en Hayrig (1). "Este
relato –afirma Nélida Boulgourdjian- trasciende la
historia personal de Hagop
Bedrossian para adquirir una dimensión colectiva que
involucra a todo un pueblo" (2).

Sobre la primera parte de esta historia, afirmó
María Isabel Clucellas: "bajo una estructura de
doble faz, Bedrossian hijo narra en primera persona la odisea
paterna. A partir de los primitivos años de paz y bonanza
que corresponden al siglo pasado, el autor ilustra a sus lectores
sobre la vida familiar en Geben, ‘un pedazo de la historia
ancestral de los armenios’. Las montañas, la aldea,
las casas con paredes de piedra, el calor de las
reuniones en torno al hogar
presididas por un narrador ocurrente y sentencioso que contaba,
educando, historias y costumbres, reviven en páginas
coloridas, amenas, donde anécdotas y sucesos van tejiendo
una urdimbre de sólidas y justificadas nostalgias"
(3).

En "A los que se encuentran en un pozo" (4), Gustavo
Bedrossian, hijo del escritor, homenajea al protagonista de las
biografías, su abuelo: "Esta es una historia real,
crudamente real, maravillosamente real. La situación es la
siguiente: el protagonista es un adolescente que ha perdido a su
familia. Hace
minutos vio cómo delante de sus narices mataron a parte de
su familia a palazos. A él mismo luego de golpearlo lo
arrojan a un pozo donde tiran los cadáveres de los que
golpean y matan pensando que está muerto. Pero él
no está muerto… Siguen matando gente y tirándola
encima de este muchacho. Sangre, gritos,
el propio dolor, el pánico.
Un pozo… un pozo donde sólo se respira muerte.
¿Qué expectativas podemos tener de este muchacho?
Quizá el más optimista puede suponer que sobreviva
y termine con algún tipo de enfermedad mental.
¿Sabés cómo siguió la historia? Este
chico, de nacionalidad
armenia, que simuló estar muerto, por la noche, cuando se
fueron los turcos, pudiendo sacarse algunos cuerpos de encima,
logró escapar con otros muchachos más. Un detalle
para agregar: un hermano suyo que sobrevivió
prefirió quedarse en el pozo para estar con una mujer que
suponía era su madre. Ese muchacho se llamó Agop
Bedrossian. Fue mi abuelo. Vivió más de cien
años. Falleció hace poquito. Mi padre lo
homenajeó a él y a su generación con dos
libros: Hayrig I y Hayrig II. Pasó por mil
problemas
más. Pudo llegar a la Argentina. Se casó. Tuvo
cinco hijos (falleciendo una de sus hijas siendo muy
pequeña de un modo trágico), nueve nietos, En vida
conoció a trece bisnietos (hace unos días nacieron
la catorce y la quince). Siempre, siempre, siempre siguió
luchando. Siempre, siempre, siempre, lo vi orando de rodillas en
su idioma a Dios por él y por los
demás".

Notas

  1. Bedrossian, Hagop: Hayrig. Ediciones Akian.
    Buenos Aires, 1991.
  2. Boulgourdjián-Toufeksián,
    Nélida: "Los armenios en Buenos Aires" La
    reconstrucción de la identidad
    (1900-1950)
    . Buenos Aires, Centro Armenio,
    1977.
  3. Clucellas, María Isabel: en La Prensa,
    8 de septiembre de 1991.
  4. Bedrossian, Gustavo: "A los que se encuentran en un
    pozo", en .

Austríacos

Ilse Kaufmann y Helena Pardo son las autoras de La
historia de Ilse
, biografía de la
inmigrante nacida en Viena en 1920 (1). "Los negocios
florecían, y los Kaufmann regresaron a Europa, varias
veces, de vacaciones. De visita: ‘Fueron los años
más felices de mi vida’, suspira la dama.
‘Pero estando afuera levantaba los ojos y extrañaba
el cielo argentino. Jamás vi brillar las estrellas como
acá’ ", dijo a Claudio Savoia (2).

Notas

  1. Kaufmann, Ilse y Pardo, Helena: La historia de
    Ilse
    .
  2. Savoia, Claudio: "Las dos vidas de Ilse", en
    Clarín Viva, 18 de agosto de 2002.

Checoslovacos

En la "Biografía de Oskar Schindler", escribe
Jose Javier Pérez García: "Nace en 1908 y muere en
1974. Industrial alemán cuya actuación salvó
la vida de numerosos judíos durante el nazismo.
Nació en Zwittau, en los Sudetes (Checoslovaquia).
Estudió ingeniería y sirvió en el
ejército checoslovaco antes de convertirse en director de
ventas de un
fabricante de productos
eléctricos. En 1939, fue espía para los alemanes
durante sus viajes a
Polonia, y en octubre se trasladó a Cracovia para dirigir
una fábrica de productos esmaltados, que se
convirtió en el lugar donde llevó a cabo su labor
humanitaria, que comenzó cuando el gheto de Cracovia fue
destruido (1943) y se construyó un campo de
concentración local. En 1944, Schindler logró,
mediante sobornos, que su fábrica y sus trabajadores
fueran trasladados a Checoslovaquia, y no a Auschwitz.
Después de la guerra, dirigió un rancho en
Argentina (1949-1957), quebró y regresó a Alemania. En
1961 fue invitado a Israel, donde
recibió la Cruz del Mérito en 1966 y una
pensión del Estado en
1968. La novela de
Thomas Keneally, El arca de Schindler (1982), fue llevada
al cine con el
título de La lista de Schindler, en 1994 por el
director Steven Spielberg, y obtuvo los premios Oscar más
importantes, entre otros al mejor director y a la mejor
película en ese año, dando a conocer las
actividades de este héroe de guerra a un público
mucho más numeroso" (1)

El protagoniza Las memorias de Oskar Schindler,
libro de Erika Rosenberg (2).

Notas

  1. www.alipso.com
  2. Rosenberg, Erika: Las memorias de Oskar
    Schindler
    . Distal.

Croatas

Chuny Anzorreguy escribió El ángel del
capitán. Biografía del capitán croata Miro
Kovacic
(1). El biografiado, emigrado a la Argentina a
mediados del siglo pasado, nació en 1914. Kovacic evoca
con nostalgia su niñez en Zagreb y la educación que le
dio su madre. Padeció la guerra; ansiaba la paz. Un amigo
le sugiere dirigirse al Instituto Croata de Cirilo y Método.
Allí, se entera de que "Un país sudamericano
había puesto a disposición del Instituto diez mil
visas para los croatas que las necesitaran. No a los largos
trámites. No a las profundas investigaciones.
No al interminable papelerío". Cuanto más se
informan, más se entusiasman. A fines del 47, la familia
integrada por el capitán, su esposa y la hija de la mujer, llega a
América. A pesar del optimismo, el primer tiempo "fue
difícil". Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no
podrían trabajar. Más tarde, la situación
mejora, hasta que el croata llega a tener su propia empresa. El
libro, minuciosa y profusamente documentado, nos permite conocer,
a través de una personalidad
relevante, a un pueblo que brindó su aporte al "mosaico de
colectividades" que es hoy la Argentina.

Notas

  1. Anzorreguy, Chuny: El ángel del
    capitán. Biografía del capitán croata Miro
    Kovacic.
    Buenos Aires, Corregidor, 1996.

Españoles

Asturianos

En "Florencio Constantino: Breve Biografía",
leemos: "Como en el caso de tantos otros inmigrantes que llegaron
a nuestro país, Florencio Constantino emigró a
América siendo muy joven para labrarse un porvenir. (…)
Hijo de Antonio Constantino Sánchez, natural de Valleval,
Asturias, y Antonia Carral Ruiz, santanderina de Arredondo,
Mariano Florencio Constantino Carral nace en Ortuella el 9 de
abril de 1868. (…) Florencio aprende con entusiasmo a tocar la
"vigüela" y rápidamente agrega a su repertorio de
canciones vaskas y españolas el canto de ‘aires
criollos’, que lo harán conocido y apreciado en
cuanta reunión festiva se dé en Bragado y
aún en las manifestaciones políticas.
(…) El año 1895 ha de ver a Constantino trasladado a
Buenos Aires, dispuesto a ser cantante. (…) trajinó los
máximos escenarios líricos del mundo. En Buenos
Aires se presentó en el Teatro de la
Opera, en el Teatro Odeón, en el Teatro Avenida, en el
Hotel París, en el
Orfeón Español,
en el Centro Vasco Laurak Bat, en el Teatro Coliseo y en el
Teatro Colón en varias oportunidades. Hizo actuaciones en
otras ciudades como Rosario, La Plata, Bahía Blanca,
Córdoba y por supuesto en Bragado. (…) murió el
16 de noviembre de 1919, solo, triste y casi olvidado. Pero con
la certeza, más allá de su delirio, de que
había cumplido aquel sueño de desenterrar el tesoro
que llevaba en su garganta. Sus restos descansaron en el
Panteón Vasco del cementerio de la ciudad de México D.F
y fueron repatriados a la Argentina en 1986, donde esperan su
último destino en Bragado, el pueblo de sus amores"
(1).

Rubén Benítez escribió Los dones
del tiempo
(2), libro en el que narra la vida de la asturiana
Cecilia Caramallo. En esta biografía novelada,
América aparece como el destino soñado, que
desconcierta a los extranjeros con su forma de entender la vida y
las distancias. Para un portugués, para una asturiana, las
distancias son enormes; la cantidad de ganado – tanta que debe
dormir a la intemperie- resulta asombrosa. Son realidades
difíciles de aceptar para quienes vienen acostumbrados a
lo exiguo, a lo mínimo. De ahí la reacción
de la protagonista cuando ve que tiran comida; piensa qué
hubieran hecho en su aldea con aquello que derrochaban los
argentinos. En Bahía Blanca, en Pelicurá, se
desarrolla la acción
y esta circunstancia la vuelve de especial interés
para quienes habitan la ciudad y para quienes, desde cualquier
parte del mundo, quieran saber sobre la forma de vida de los
inmigrantes en ese punto de la Argentina. Benítez aporta
datos sobre la
vida de portugueses, asturianos, escoceses, e ingleses en la
provincia de Buenos Aires a partir de fines del siglo pasado y
hasta nuestros días, en que la anciana, al volante,
espanta a transeúntes y automovilistas.

La vida de su madre es el tema que Jorge
Fernández Díaz eligió para su libro.
Mamá (3) cuenta la historia de Carmen, una
asturiana de quince años que, en 1947, viaja hacia
América. Aquí la esperan sus tíos, con los
que vivirá haciendo las veces de hija adoptiva y criada.
Luego vendrá la discriminación en la escuela, el honor de
llevar la bandera a pesar de todo, el trabajo, el
casamiento con otro asturiano, los hijos, los nietos, y las
reuniones con las amigas españolas en un patio de comidas
porteño. También llegará la tristeza de ver
partir a una paisana de vuelta a España, y comprobar que
esa mujer -así como de joven sintió nostalgia de
la tierra que
dejaba-, a los setenta y dos años, siente nostalgia de la
Argentina.

La narración, estructurada en capítulos
con nombres de los personajes, surge del reportaje que Jorge
Fernández Díaz, director de la revista
Noticias, efectuó a su madre durante más de
cincuenta horas; "Comencé a garabatear frases e ideas
sobre su azarosa biografía en un cuaderno Rivadavia de
tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su
psiquiatra", escribe el hijo.

Ese dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la
hizo salir adelante en un mundo en el que poco apoyo
tenía, son homenajeados por Fernández Díaz
en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer
que logró tanto contando sólo con su
tenacidad.

Gallegos

Manuel Castro es el autor de la biografía de
Manuel Dopazo. En ese trabajo, escribe: "La llegada de una
compañía de zarzuela a Buenos aires que ofreciera
Maruxa, requería la presencia de un gaitero. Manuel Dopazo
era el elegido. Su actividad artística lo hizo llevar la
gaita al Teatro Colón que es a lo máximo a lo que
se puede aspirar. Fue la noche del 12 de octubre de 1930 estando
presente en esa ocasión el Presidente de la
República Argentina, don Hipólito
Yrigoyen. Dopazo y sus músicos también
recorrieron Brasil y Uruguay.
Participó en la película
‘Cándida’ con la famosísima Niní
Marshall y en ‘La calle junto a la luna’ con Marisa
Ibáñez Menta y Juan Carlos Thorry. Además de
ser un eximio ejecutante, Dopazo fabricaba gaitas, generalmente
para vender y fue aquí en Buenos Aires donde
aprendió a tornear. Manuel Dopazo vivió de la gaita
y mantuvo una familia de once hijos. Fue el único que pudo
hacer eso, otros gaiteros tenían otros trabajos. Soldaba
las gaitas con plata, soplando y eso lo llevó a la tumba"
(4).

Vascos

Escribe Andrew Graham-Yooll: "Postal de Corrientes. No
la avenida, sino la esquina de Batalla de Salta y San
Martín, en Mercedes, provincia de Corrientes. Del
caserón en esa intersección surgió una
biografía, modestamente magnífica, que
debería ser el libro del año. Es la historia de un
hacendado correntino, José Antonio Ansola, pronto a
cumplir 91 años. Nieto de vascos, sus recuerdos de vida y
familiares se extienden desde la guerra contra el Paraguay
(1865-1870) hasta nuestros días. (…)"

"Che patrón, el título de la
crónica de este ‘hacendado de Corrientes, la
provincia guaraní’, es producto de
muchas horas de grabaciones y cientos de epístolas a
Magdalena Capurro, una uruguaya instalada en Mercedes, interesada
en el patrimonio
intangible y directora de la biblioteca
popular. Doña Magdalena, profesora de literatura y
escritora, ha ordenado y escrito esta vida de Ansola (editada por
Literature of Latin America, LOLA, un sello angloargentino de
Buenos Aires, especializado en historia y botánica locales), que es una delicia, un
canto a una época y a una cultura
profundamente argentinas, que reúne lo rural heroico, lo
noble en la política (Ansola es
apasionado por el Partido Liberal y entusiasta de la Sociedad
Rural) y lo europeo, la buena lectura y las
cabalgatas interminables en Corrientes y el Chaco.
(…)"

"Su trayectoria tiene una gran tristeza, que consigna en
el libro. ‘Perdí mis campos, los que fueron de mis
abuelos. Me derrotó la naturaleza,
inundando, y los hombres, cobrando impuestos a las
tierras bajo el
agua’. Pese a esto, qué hombre, qué
historia, qué hermosa tierra" (5).

Notas

  1. S/F: "Florencio Constantino: Breve Biografía",
    en Municipalidad de Bragado.
  2. Benítez, Rubén: Los dones del
    tiempo
    . Buenos Aires, GEL, 1998.
  3. Fernández Díaz, Jorge:
    Mamá. Buenos Aires, Sudamericana,
    2002.
  4. Castro, Manuel: "Manuel Dopazo", en Viajero
    Celta
    , 1996.
  5. Graham-Yooll, Andrew: "Desde Corrientes", en La
    Nación Revista
    , Buenos Aires, 5 de
    junio de 2005.

Franceses

"La vida y obra del padre Salvaire es desde hace tiempo
motivo de estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo
Durán. Apasionado y comprometido con el tema, ha
emprendido una cuidadosa investigación recurriendo a archivos de
distinta naturaleza para dar cuerpo a dos de los tres
volúmenes dedicados a su figura". El obispo se
refirió en una entrevista a
ese trabajo (2): "Para comprender un poquito estos libros que yo
he dedicado al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto.
El primer libro de la trilogía que voy a dedicar al padre,
rescatando momentos fundamentales de su vida hasta su muerte, se
editó en 1998 y lleva por titulo El padre Jorge
María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un
episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes
.
Transcurre entre 1866, que es cuando el malón toma
cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos y a sus cinco
hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de Villa
María, y son llevados a Leubucó por los ranqueles,
hasta l875 cuando el padre Salvaire visita las tolderías
de Namuncurá. (…) El segundo tomo se inicia con el
regreso del padre a Azul en noviembre, después de un viaje
de aproximadamente 23 días, cuando logra traer a tres de
los hijos -uno había escapado a Bahía Blanca y
después se reencuentra en Villa Nueva con su madre- y
otros seis cautivos más. Allí permanece trabajando
con los indios de Catriel a la espera de que Namuncurá
diga sí a la invitación del misionero, porque le
dijo que lo iba a pensar.

El segundo tomo se llama En los Toldos de Catriel y
Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire
en Azul y Bragado
, y es el estudio detallado de los dos
años de misión del
padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire
para misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre
en Bragado, en la tribu, también acantonada, del cacique
José María Railef. (…) los padres Meister y
Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján otra
vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le
había hecho a la Virgen cuando su vida corrió
peligro en las tolderías, en su viaje de octubre,
noviembre de 1875.

Ante un serio peligro de muerte, prometió que si
la Virgen intercedía por su vida escribiría la
historia, contribuiría a la difusión del culto e
intentaría construir un nuevo santuario que
reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí comienza
el tercer tomo que estoy tratando de construir y que
llevaría el titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en
Luján. Cura y capellán del Santuario
.
Ahí reconstruiremos el momento en que escribe la historia
de la Virgen de Luján que publica en 1884 en dos tomos,
las gestiones del padre para comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje
a Europa para lograr la coronación pontificia de la
Imagen, la
colocación de la piedra fundamental del Santuario, cuando
es nombrado párroco hasta su fallecimiento, el 4 de
febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían
la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como
docente, misionero y luego cura y capellán de
Luján" (1).

Notas

  1. S/F: "Para acercarse al mundo de Salvaire", en
    www.elcivismo.com.
  2. Durán, Juan Guillermo: El padre Jorge
    María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un
    episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes
    ,
    1998.

En los Toldos de Catriel y Railef. La obra
misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y
Bragado

El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura
y capellán del Santuario
.

Irlandeses

En 1865, "Sebastián Hamilton, acompañado
por su hermano Thomas, llega a la Argentina, donde su padre
había adquirido tierras y donde William, su hermano mayor,
ejercía la profesión de médico. Viajó
de mala gana pero finalmente quedó seducido por la
amplitud de las tierras pampeanas y por el estilo de vida
de los gauchos, y
obsesionado por la tierra que heredó" (1).

La autora de Don Sebastián (2) es Susan
Wilkinson, nacida en Bombay y formada en Dublin, quien en 1970 se
estableció en Buenos Aires y conoció "la tierra que
habían habitado sus ancestros –su tatarabuelo
llegó con sus cinco hermanos a la Argentina en 1866, y fue
entonces que la rama familiar quedó dividida,
algunos volvieron a la Irlanda originaria y otros quedaron para
siempre aquí, formando parte de la llanura extensa de La
Pampa-." (3).

Notas

  1. Wilkinson, Susan: Don Sebastián. Buenos
    Aires, Javier Vergara Editor, 1996.
  2. Gacetilla de prensa.

Italianos

La Asociación Dante Alighieri publicó
numerosos volúmenes de biografías de
ítaloargentinos destacados. Entre estos volúmenes
se cuentan Rodolfo Kubik, compositor y músico, por
Vittorio Balanza; Juan A. Buschiazzo, arquitecto y urbanista
de Buenos Aires
, por Alberto O. Córdoba; Torquato
Di Tella, industrial y algunas cosas más
, por Torcuato
Di Tella; Roberto F. Giusti. Su vida, su obra, por
Fermín Estrella Gutiérrez; El padre Marcos
Donati y los franciscanos italianos en la misión de
Río Cuarto
, por Inés I. Farías;
Eugenio Pini, el maestro y las armas, por Alberto A.
Fernández; Cesare Cipoletti. Sus obras, sus proyectos, sus
colaboradores
, por Paolo Girosi; José
Ingenieros
, por Francisco P. La Plaza; Francisco Bibolini.
De la Liguria a la Pampa
, por María C. Maradeo;
Agustín Rocca en treinta años de recuerdos,
por Dionisio Petriella; Alberto M. De Agostini SDB, por
Amalia del Pino; Clemente Onelli, de pionero de la Patagonia a
director del Jardín Zoológico
, por Diego A.
Pino; Rodolfo Mondolfo, maestro insigne de filosofía y
humanista
, por Eugenio Pucciarelli y otros; Carlos Spada,
médico y filántropo
, por Carlos A.
Rezzónico; Víctor De Pol, el escultor
olvidado
, por Edgardo J. Rocca; Eugenia Sacerdote de
Lustig
, una pionera de la ciencia en
la Argentina
, por Laura Rozenberg; Joaquín
Frenguelli. Vida y obra de un naturalista completo
, por Mario
E. Teruggi, y Syria Poletti, mujer de dos mundos, por
Walter Gardini.

Alcides J. Bianchi es el autor de Valentìn, el
inmigrante
(1), obra en la que relata la vida de su padre,
exitoso empresario
afincado en Mendoza. Don Valentín nació en Fasano,
Italia, en 1887. Se dedicó a la docencia hasta
que una carta de su
hermano lo decide a emigrar a la Argentina. Tenía
veintidós años. El hijo evoca ese viaje lleno de
ansiedad e incomodidades, con las ratas caminando por encima de
la cama del pasajero. En nuestro país, el italiano
desempeñó distintos oficios, destacándose
por su facilidad para la contabilidad y
su excelente caligrafía, que le valió el apodo de
"el gringo de la letra bonita". Fue empleado contable y rematador
de lotes, hasta llegar a su ocupación definitiva: la de
bodeguero. Formó familia en San Rafael, donde nacieron sus
hijos. La esposa soportó la estrechez de los primeros
tiempos haciendo economía en el
hogar.

El autor relata que la mujer cazaba pajaritos con su
rifle y los hijos –pequeños, en ese entonces- los
deshuesaban, para almorzarlos con polenta. Cuando llegó el
momento de pensar en el futuro de su empresa, hizo que los hijos
mayores –una hija y el autor de la biografía-
estudiaran para poder
continuar con el emprendimiento paterno. A partir de ese momento,
comenzó a viajar periódicamente a Fasano, donde, ya
viudo, pasaba temporadas con su hermana, a quien no había
visto durante décadas. Bianchi encontró la muerte en
una ruta de su pueblo, en 1968. El autor relata –
basándose en una importante investigación y en la
colaboración prestada por aquellos a quienes agradece-
cómo el inmigrante llegó, desde la orfandad que
signó su infancia, hasta la posición social y
económica que se forjó en la Argentina. Este libro
narra la historia de un inmigrante exitoso que, sin embargo,
nunca dejó de sentir nostalgia por su tierra.

Deja Italia el matrimonio
Vairoleto con su primogénito, porque "en aquella
región las posibilidades de prosperar eran muy escasas
para los aldeanos pobres, y Vittorio concibió el proyecto de ir a
América. Algunos emigrantes, incluso un cura que
había estado en la parroquia de la villa, escribían
enviando noticias
favorables desde la Argentina, un país donde hacía
falta mano de obra y eran bienvenidos los labriegos italianos
para poblar las colonias agrícolas. Ilusionados por esas
perspectivas, Vittorio y Teresa se dispusieron a marchar al nuevo
continente con su bebé recién nacido"
(2).

Notas

  1. Bianchi, Alcides J. Valentìn, el
    inmigrante
    . Santiago de Chile, ediciòn del autor,
    1987.
  2. Chumbita, Hugo: Ultima frontera.
    Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero
    . Buenos Aires,
    Planeta, 1999.

Polacos

La historia que nunca les conté – El Libro de
Gisela (Polonia 1943-1944)
, fue escrito por Mariano Fiszman y
Roberto Raschella. "El protagonista de este relato –afirma
Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de
nacionalidad
polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado,
quien durante los años de la ocupación alemana se
refugia junto a una treintena de personas de su pueblo natal en
un sótano. Durante casi dos años, esperando el fin
de la guerra y el cese de la ocupación, este grupo resiste
la más absoluta de las adversidades.

La posibilidad de ese refugio les es brindada por un
hombre, vecino del lugar, de religión
católica, llamado Staszek, quien ante la evidencia de la
deportación y el asesinato masivo de miles de
judíos llevada adelante por la Gestapo, decide arriesgar
su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una
muerte segura. Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a
la Argentina junto a su marido Max, también habitante del
sótano, y es en nuestro país donde viven y mueren
ya ancianos, él en 1990 y ella en 2001. Los escritores
Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la voz de Gisela
y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio
de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta historia
no fuera olvidada" (1).

Notas

  1. Chababo, Rubén: "La dimensión
    única del milagro de una vida", en La Capital,
    Rosario, 14 de agosto de 2005.

Rumanos

El rumano Julius Popper es el protagonista de Popper.
La Patagonia del Oro
, biografía escrita por Daniel
Ares (1).

"Dueño de una de las mayores leyendas de la
Patagonia austral, Popper fue un emperador en potencia que
sedujo a los popes de la Generación del 80, en Buenos
Aires para introducir la fiebre del
oro en Tierra
del Fuego, donde fundó una ciudadela, acuñó
una estampilla y una moneda propia. También manejó
su propio ejército y una comisaría. El
Páramo, donde funcionó la "cosechadora" fue, bajo
sus dominios, el sitio más poblado de la isla lo que
derivó en un enfrentamiento con el gobernador Féliz
Paz. Murió, se cree, envenenado por sus enemigos poderosos
cuando, a los 35 años, diseñaba un plan para
conquistar el Polo Sur y ampliar así sus
dominios".

" ‘Se le doblaron las piernas y al caer quiso
aferrarse a la cómoda junto a la
cama, pero eran tantas las camas y las cómodas que
veía –y tan poca su suerte- que se agarró a
la que no era, manoteó la nada (otra ilusión que no
lo quiso), y muy dentro de sí –como de lejos, muy
lejos-, oyó el golpe seco de sus rodillas contra el piso y
se fue de boca hacia la muerte suspendido en la eternidad de
aquel instante que no duró un segundo y fue infinito en su
segundo’. Así ficcionó el periodista y
escritor Daniel Ares la medianoche del 5 de junio de 1893, hace
110 años, en la que el genial rumano Iulius Popper
encontró la muerte posiblemente envenenado por sus
enemigos, en el cuarto de un hotel porteño de la calle
Tucumán al 300, cuando tenía unos trajinados 35
años de edad" (2).

Notas

  1. Ares, Daniel: Popper. La Patagonia del Oro. Buenos
    Aires, Alfaguara.
  2. S/F: "A 110 AÑOS DE LA MUERTE DEL RUMANO SE
    DESCONOCE DÓNDE ESTÁN SUS RESTOS Julio Popper, el
    primer desaparecido", en Tiempo Fueguino, Ushuaia, 8
    junio de 2003.

Ucranianos

Graciela Mochkofsky es la autora de Timerman. El
periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999)

(2).

Las biografías son testimonios de los que nos
valemos cuando queremos conocer la historia de la
inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos
la evocación de vidas llenas de coraje y
nostalgia.

Comentarios bibliográficos

Armenios

MORIR EN MARASH, por Eduardo Bedrossian. Buenos Aires,
Edición
del autor, 2004. 448 pp.

A ochenta y nueve años del genocidio armenio, el
autor dedica su obra "A los armenios de Marash. Al millón
y medio de niños, mujeres y hombres masacrados en el
primer genocidio del siglo XX. A sus descendientes, a sus
familias. A la Nación
Argentina y a todos los países que los acogieron con
generosidad. A cada hombre y a cada mujer que lucha honestamente
para sobrevivir en un mundo envilecido por los poderosos de
turno". "La llamada ‘guerra de Marash’ –
señala Bedrossian, en el Prefacio- es más una
expresión evocativa que una realidad bélica. Es
otra estación del calvario de los pueblos sometidos al
yugo otomano.

Entre 1820 y 1890 fueron asesinados más de 90.000
armenios, griegos y búlgaros; trescientos mil armenios son
aniquilados entre 1894 y 1896. También los árabes y
asirios tuvieron sus mártires. La ‘guerra de
Marash’ no fue una guerra. Si una parte queda diezmada y la
otra carece prácticamente de bajas, la palabra guerra
pierde su contenido y es lícito reemplazarla por otra
más realista: matanza. De eso trata este libro. De un
pueblo acorralado, de cara a la muerte, que ha sufrido el
despotismo de los sultanes, luego el genocidio a manos de los
‘Jóvenes Turcos’, y finalmente hasta 1923 la
culminación con Mustafá Kemal, cuando casi no
quedan armenios por esas tierras".

En el Prólogo a la obra, el embajador Leandro
Despouy, Relator Especial de Derechos Humanos
y Discapacidad en
las Naciones Unidas,
escribe: "Marash tiene especial significación para el
autor: es el pueblo natal de su madre. Su padre fue arrojado a
una fosa común dándoselo por muerto. Los
Bedrossian, como sobrevivientes del horror, llegaron a la
Argentina donde su hijo Eduardo nació y creció con
el recuerdo de la tragedia que ellos habían dejado
atrás. La escritura de
este compatriota le da sentido al sufrimiento de su progenie. En
los umbrales del siglo XXI y frente a nuevos delitos de
lesa humanidad, el presente trabajo es de lectura indispensable
para preservar la memoria,
involucrarse con la historia y censurar sin reservas todo acto
que violente la condición humana".

La historia se inicia en el pueblo armenio, el martes 30
de septiembre de 1919, cuando Elmast (abuela del autor) despierta
a su esposo Shadarev, pues ha tenido lo que ella considera un
sueño premonitorio, y lo insta a salir del lugar. El
hombre sostiene que los temores de la mujer son infundados, pues
han pasado ya los malos tiempos, y nada hace presagiar que
vuelvan los años de las torturas y las muertes, del dolor
y el llanto. No obstante, la duda se ha instalado en su
ánimo.

La mujer no se equivocaba. Una vez más, los
armenios son víctimas de los crímenes más
feroces, del sadismo más terrible. Bedrossian da
testimonio de esta crueldad, pero destaca que no fue un ataque
del islam hacia el
cristianismo,
y afirma que, así como muchos turcos fueron sanguinarios,
otros sufrieron la destitución de sus cargos por oponerse
a cumplir órdenes. Exalta, asimismo, el heroísmo de
los misioneros, quienes pusieron en riesgo sus vidas
para parlamentar con los turcos. "Los hechos relatados son
auténticos –manifiesta-, los actores deben
resignarse al guión no elegido, son arrastrados
irresistiblemente a la insospechada tragedia común que los
envuelve. Vienen a nuestro encuentro con el temible lenguaje de la
verdad. La acción transcurre a través de los ojos y
la piel de sus
protagonistas. Sus nombres son reales. Carecen de maquillaje,
visten con la ropa del hombre de la calle. Llegan a nuestro
encuentro sin libretos aprendidos de memoria, con sus
defectos y virtudes, grandezas y miserias. En pocas ocasiones, la
titularidad de los acontecimientos pertenece a otro hermano de
infortunio. Cuando suben al escenario cada uno se convierte en un
personaje. No son las criaturas del autor, en realidad es el
autor la criatura que ellos han dado a luz tras penosos
dolores de parto.
Sólo pretenden que se escuche su voz y se respeten sus
silencios".

Hay escenas de gran dramatismo, como aquella en la que
describe el éxodo hacia Adaná, con un frío
intenso. A poco de empezar a caminar, los pies se congelan; la
ropa, empapada, impide la marcha. Los más débiles
se quedan a la vera del camino; sus familiares no pueden hacer
más que santiguarse. A muchos, ni siquiera pueden
cerrarles los ojos, pues tienen los párpados congelados:
"El camino a Adaná se va convirtiendo en un sendero
señalizado por cadáveres en posiciones
desordenadas, como estatuas caídas. Acostados. Sentados,
apoyados contra un árbol, se trata de una última
colaboración hacia los rezagados, para que no pierdan el
camino. No existen vías como las de un tren. Desde lejos
se los podrá confundir con las ramas secas de un viejo
árbol. Algunos están sentados juntos con las bocas
abiertas como si hablaran en voz baja, en un lenguaje secreto,
para que no escuchen los que siguen. Hay cuerpos abrazados,
parecen estar unidos en oración, con copos de nieve en la
barba de los hombres o en el cabello de las mujeres, como un
pegajoso maná caído del cielo. Si fuera por ese
vestido de nieve se diría que están descansando. Un
extraño no sospechará si se trata de una
huída o de una escena familiar. Nadie se atreve a
quitarles el abrigo ya innecesario que forma un conjunto
inseparable con cada cuerpo, como fantasmas
decorados de blanco por la nieve y de violeta por el
frío". Los incendios de
templos llenos de refugiados, las violaciones a adolescentes y
mujeres, a menudo delante de la propia familia, son denunciadas
por este estudioso que se propuso "no olvidar", como lo dice el
título de una de sus novelas.

Los Bedrossian y los Boulgourdjian son sólo
algunos de los muchos armenios que evoca el autor, y que
encontraron paz en estas tierras. De esas familias, acosadas por
el dolor, la miseria y la impunidad, han
salido hijos que estudiaron, que hicieron brillantes carreras, y
demostraron a sus padres que, después de todo, la vida
tenía sentido. Al igual que en obras anteriores, las
costumbres, las comidas, los relatos y los refranes son
reflejados en esta obra que nos ilustra detalladamente acerca de
la vida cotidiana de una comunidad en la
paz, y también en la guerra.

Eduardo Bedrossian es Doctor en Medicina y
Licenciado en Desarrollo
Educativo. Ha escrito anteriormente Pilato (novela, 1968),
Hayrig Detrás del silencio de un millón y medio de
voces, (novela, 1991), Hayrig II (ensayo, 1995),
Memorias para no olvidar (novela, 1998), Después de Hora
(Narrativa, 2000). A la seriedad con que se ha documentado, se le
suma un diestro manejo del idioma; ambos nos hacen admirar el
talento de este escritor, que tanto hace por difundir la historia
de los suyos. Completan el volumen la
bibliografía
consultada, el apéndice –que incluye
información sumamente actualizada- y el plano de
época de la ciudad de Marash, preparado por el arquitecto
Alejandro Bedrossian.

Croatas

EL ANGEL DEL CAPITAN Biografía del capitán
croata Miro Kovacic, por Chuny Anzorreguy. Buenos Aires,
Corregidor, 1996.

Chuny Anzorreguy escribió El ángel del
capitán
(1) -su tercer libro-, en el que narra la
"historia real del capitán croata Miro Kovacic, en un
periplo militar heroico y en su lucha por afirmar su
nacionalidad. El amor a la
patria revela aquí muchas claves del laberinto
balcánico y aclara situaciones que afectan al orden
mundial, todo en la versión personalísima de un
hombre fuera de lo común", emigrado a la Argentina a
mediados del siglo pasado.

Sobre esta obra y las que le precedieron,
escribió Eduardo Gudiño Kieffer: "En sus libros
anteriores –dos novelas apasionantes- Chuny Anzorreguy supo
conjugar muy bien las técnicas
narrativas con la imaginación y la realidad, por evasiva
que ésta sea. Se reveló como una mujer sensible y
observadora, capaz de desplegar el don poético sin cortar
las alas del ‘angel’ de la gracia. Hace volar
aquí a otro ángel –el del capitán-, en
el género
biográfico, que no había abordado hasta ahora. Y lo
hace con una disciplina
admirable, ajustándose a circunstancias que no son las de
ella y que al mismo tiempo lo son: siempre el autor se convierte
en personaje, así como el personaje ‘es’, de
algún modo, parte del autor" (2).

La escritora presenta la biografía como un relato
narrado por el propio capitán. Varios propósitos
llevan al protagonista a contar su historia. Primeramente afirma:
"tengo la ilusión de que en el futuro, quizás
cuando yo ya no esté, mis nietos, o alguno de ellos, o
¿por qué no?, los nietos de otros abuelos puedan
encontrar en estas páginas la respuesta que no encuentran
ante alguna nueva situación que se les presente que los
llene de dudas. Porque las respuestas siempre son las mismas,
universales y eternas, aunque el tiempo pase y las épocas
cambien".

"Además –continúa-, me he encontrado
más de una vez con descendientes de croatas que no conocen
la historia de nuestro pueblo, de sus raíces. Que no saben
nada de su espíritu, de su idiosincrasia, de sus
costumbres, de su esencia, de su fervor, de su lucha, de todo
aquello que fue gestando su ser. Porque cada persona es quien es
por su nacimiento, por su educación, por las
circunstancias que le tocaron vivir, y por toda la historia
genética y
ancestral que lleva en sí como una mochila interior de la
que no se puede despegar, a la que no puede olvidar en
ningún lado y seguir viaje""

"Por otra parte -agrega-, "Pretendo que sea un canto a
la esperanza, a la fuerza
dedicada a la defensa de los principios, a la
fe, a la firmeza en las decisiones, a la pasión, a la
lealtad y ante todo y sobre todo, al amor". Y desea
"también que este libro sea un homenaje a mi ángel,
a su ángel y a todos los ángeles del cielo y de la
tierra que están encerrados en cada niño y en cada
ser que sufre hambre, que sufre por las guerras que
necesitan hacer ciertos hombres para sobrevivir. Fueran aquellos
(los niños y los seres) del color que fueren
y vivan en el lugar que vivan".

Kovacic, nacido en 1914, evoca con nostalgia su
niñez: "Vivíamos entonces en un departamento
alquilado de tres ambientes en un edificio interior de la calle
principal de Zagreb, (antes lo habíamos hecho en la ciudad
de Pula, de donde era oriunda mi madre). La calle se llamaba
Illica… Veintidós o treinta y dos, segundo piso. Es
notable cómo uno puede recordar si se esfuerza un poco
cosas que pasaron en un pasado tan remoto. Aunque, por supuesto,
de esta época sólo pequeños momentos han
quedado guardados en mi memoria".

En 1921, dejan el centro de la ciudad y se mudan "a un
departamento muy amplio situado en el Complejo de la Central
Eléctrica. Era un predio cerrado, con grandes extensiones
verdes a su alrededor, y canchas para practicar todos los
deportes. La
usina está situada en los suburbios. Pero estos no
quedaban muy lejos del centro. En realidad, Zagreb era entonces
una ciudad pequeña, creo que no tenía más de
150.000 habitantes. Todo quedaba más o menos cerca. Por
otra parte los tranvías, y más tarde los autobuses,
funcionaban bien y uno se trasladaba fácilmente de un
lugar a otro. Pero de todas maneras nuestro mejor medio de
locomoción eran las piernas. ¡Y las usábamos!
¡Vaya si las usábamos!".

Allí podían "correr a campo abierto, hacer
deportes, respirar aire puro y
treparse a los árboles
como nadie. Esta es una gran práctica para el futuro: uno
aprende a mirar el mundo y a los problemas desde la copa, desde
lo alto. Desde allí todo se ve más pequeño,
como ajeno, y por lo tanto más claro. Comíamos las
verduras de nuestra propia huerta, privilegio que más bien
era a menudo una tortura. Por ejemplo cuando debíamos o
debíamos, (allí no había facultad de
elección), comer los guisos de hortalizas hechos por
nuestra madre, so pena de recibir sonoras bofetadas. Pobre
mamá, los haría con mucho amor, seguramente, pero
eran espantosos. Siento aún en el paladar el choque con
los pastos de uno y otro tipo que teníamos que tragarnos y
recuerdo… La huerta… los árboles frutales… Puedo
memorizarlos con exactitud: tres durazneros, dos perales, uno de
ciruelas grandes y un enorme y viejo nogal. Las peras eran malas,
pero las ciruelas… mmmm… exquisitas".

Agradece la educación que le dio su madre: "En el
andar de los años no hay dudas de que me ayudó
mucho aquella formación libre, sin ataduras, sin
sobreprotección, como un pájaro de largas alas.
Aquel correr por las praderas de Croacia me dio además
este amor por mi tierra, esta sensación de tener
allí clavadas y enterradas profundamente mis
raíces, aunque mi alma, mi
corazón
y mis sentimientos hayan aprendido a vagar por estos
lares".

Padeció la guerra en su país de origen, ya
desde pequeño. "Cierro los ojos y trato de llegar a mis
primeros recuerdos –dice el protagonista. Domina la escena
el rostro de mi madre porque eran tiempos de guerra, y
papá, oficial de la Marina, sólo vino en aquel
entonces dos o tres veces a vernos: Era un hombre de fuerte
contextura física, tanta que
cuando ocurrió el hundimiento del crucero A-Uro
‘Szent Isztvan’ en el año 1917, en las aguas
del mar Adriático, fue uno de los pocos sobrevivientes que
llegó sano y salvo hasta la costa. Había nadado
durante cuatro horas".

Reflexiona sobre la situación de su madre, sola
con los hijos: "Ahora pienso que debió sentirse sola
muchas veces en esos tiempos esa mujer que entonces nos
parecía omnipotente. Habrá sido difícil para
ella seguramente dirigir la familia en aquellos días de
peligro y de incertidumbre, pero no nos lo hizo sentir. Aunque
trate, no recuerdo haberla visto con aspecto de vencida o de
agotada, o simplemente derramando alguna
lágrima".

Años después, a él le toca luchar.
Así recuerda el efecto de la contienda en los
espíritus: "Se descubren tantas cosas en este otro mundo.
El de los muertos vivientes. Descubrí que el ser humano
tiene una capacidad de sufrimiento sorprendente y se adapta a las
situaciones más difíciles. Es más. En esos
momentos en los cuales la vida no vale una moneda (mucho menos
que un cigarrillo), se dan situaciones en las que se puede notar
una clara certeza de la existencia del otro a nuestro lado y un
‘darse’ a él que asombra a quien se ha
acostumbrado a ver el lobo del hombre comiendo al contrario, o al
mundo, y aún comiéndose a sí mismo. Es
notable ver cómo alguien puede pasar de un acto de
crueldad extrema a otro de la más sublime bondad en el
mismo día. Cada uno lleva dentro de sí
ángeles y monstruos. Esa es la lucha constante con la que
debemos cargar. Bicho diffícil e impenetrable el ser
humano. He visto a compañeros jugar su pellejo por salvar
al amigo, he visto a soldados alzar, sacando fuerzas de donde no
tenían, a otro que caía exhausto y llevarlo a la
rastra o sobre los hombros bajo el juego enemigo.
Jugarse la vida por uno o arrebatársela a otro sin piedad.
El lobo y el cordero unidos en un saco irreversible que puede
resultar inexplicable para quien no lo ha visto con sus propios
ojos. El horror crea una liaison irrompible que quizás
pueda explicarse en aquella frase borgeana ‘no los une el
amor sino el espanto’ ".

Dos opciones se presentan ante él: "Al comenzar
nuevamente mi rutina de todos los días, comencé a
averiguar los trámites necesarios para emigrar a
Canadá o a Estados Unidos,
pero me encontré con que conseguir el aval para entrar a
USA era más que complicado. Creo que era un filtro que
usaban para no dejar entrar a gente comprometida política
o militarmente. Para entrar a Canadá, en cambio, no
había filtros. Se trataba de un país muy extenso,
que necesitaba inmigración, pero sin embargo, los
trámites eran muy complicados. Además todos ellos
debían hacerse en Roma donde estos
países tenían sus consulados. Es verdad que
había gestores que llevaban a cabo y cumplimentaban todo
el papeleo, gente con muchos contactos en las embajadas y muy
importante en estos casos, pero para todo era necesaria la visa,
el papel mágico, el abracadabra que abría puertas y
yo no la tenía".

Un amigo le sugiere dirigirse al Instituto Croata de
Cirilo y Método. Allí se entera de que "Un
país sudamericano había puesto a disposición
del Instituto diez mil visas para los croatas que las
necesitaran. No a los largos trámites. No a las profundas
investigaciones. No al interminable papelerío". La esposa
le dice que no conoce nada sobre la Argentina. Miro le contesta:
"Yo tampoco, pero dentro de poco la vamos a conocer como si
hubiéramos nacido allí. Hay que juntar toda la
bibliografía que exista sobre ella en Trieste. Va a ser
nuestro hogar, nuestro refugio".

Años después, al recordar aquellos
momentos, escribe: "Nunca imaginé que fuera cierto lo que
estaba diciendo con más optimismo que conocimientos.
Aquella frase fue premonitoria". Cuanto más se informan,
más se entusiasman: "A poco que empezamos a averiguar nos
enteramos de que se trataba de un país inmenso y con un
gran potencial económico. Uno de los pocos en el mundo en
aquel momento. Pensé que era nuestra oportunidad. Una
nación rica y donde todo se estaba por hacer.
¿Qué más quería yo? Tenía dos
manos fuertes y la decisión inquebrantable de salir
adelante, de escapar de aquella Europa. Vieja dama que se
empeñaba en ahogarme, en encerrarme y asfixiarme
impidiéndome la salida al éxito.
A la verdadera liberación".

. A fines del 47, en Trieste, se completa el viaje
iniciado mucho antes: "Subimos al tren Nada, Mía y yo. Nos
internábamos en la oscuridad absoluta buscando al Sol".
Luego, la travesía marítima: "El viaje en barco fue
agradable. Sabíamos que el país al cual nos
dirigíamos era próspero y rico y teníamos
mucha fe en nosotros mismos".

Aún en América, en muchos inmigrantes el
miedo persiste. El capitán recuerda que, cuando
desembarcaron, había "un fotógrafo que se
ofrecía a sacar fotos a las
familias. Más de uno huía cuando lo veían
aparecer porque en su gran mayoría los pasajeros no
querían precisamente hacer pública su llegada, ni
que su cara quedara fijada para siempre en un papel que
podría ser utilizado por alguien más adelante.
Todos veníamos con la intención de iniciar una
nueva vida. Habíamos sufrido demasiado.
Estuviéramos del lado que estuviéramos. De la
guerra ningún ser humano sale indemne"

A pesar del optimismo, el primer tiempo "fue
difícil. Sin amigos, sin nada en el bolsillo. Otra vez
recomenzar. Lo había hecho antes. También al llegar
a Trieste tuve la misma sensación, la de ser sólo
la corteza de un ser humano que debía armar todo, tomar el
pico y la pala y empezar a construir. Trabajo, la pertenencia a
un grupo, una casa… Por dónde empezar. Una
sensación de ardor cerca del corazón me
decía que por primera vez sentía miedo. Sí.
Debía ser miedo esa especie de dolor".

Al llegar a Buenos Aires, encuentran un hospedaje que
fue providencial para generaciones de emigrantes: "Fuimos a vivir
al Hotel de Inmigrantes. Dejamos allí nuestros petates.
Unos bolsos, un baúl…, y salimos a caminar. Como en
Trieste. Pero la sensación era diferente.
Caminábamos con alas en los pies. Y hablábamos sin
parar, señalándonos todo aquello que nos llamaba la
atención. Esta ciudad no nos parecía
hostil ni agresiva. Desconocida sí. Pero sin perfume de
peligro".

Elena Duplancic explica el por qué de la
presencia de exiliados como Kovacic: "Argentina abrió la
inmigración en forma menos restrictiva. De modo que la
gran mayoría de los exiliados croatas de la segunda guerra
mundial se dirigieron a Buenos Aires. Allí eran
recibidos en el famoso Hotel de Inmigrantes en la zona del puerto
y pronto lograban insertarse en la sociedad huésped". No
eran inmigrantes, ni venían por las mismas razones: "Este
grupo de exiliados se caracterizó por ser, en general, de
una preparación intelectual y profesional que pronto los
distinguió de los descendientes de inmigrantes más
antiguos ya asentados en la Argentina a comienzos de siglo, por
razones económicas. Las razones de su exilio los reunieron
en actividades relacionadas con lo religioso, lo político
y lo cultural" (3)

Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no
podrían trabajar. "Primero debíamos aprender el
idioma. Habiendo ya aprendido más o menos el italiano, la
cosa se nos iba a hacer más fácil. Así fue.
En poco tiempo podía comunicarme en un castellano bastante
pasable"

Lo siguiente era conseguir un departamento. Cuando lo
hallan, el capitán dice al propietario italiano, que le
solicita un garante del alquiler: "Escúcheme. Acabamos de
llegar de Europa. No conozco a nadie. No tengo nada. Nada
más que mi honor, que para mí es mucho. Usted
alquíleme el departamento y yo le aseguro que a fin de mes
va a recibir el pago, aunque tenga que matarme para conseguirlo.
Crea en mí".

El protagonista recuerda sus impresiones de aquellos
días: "Lo que más nos llamaba la atención en
la Argentina era la abundancia. Todo era excesivo.
Mirábamos comer a la gente en los restaurantes. No lo
podíamos creer. Esos bifes enormes. Este país, para
alguien que venía de la guerra, era… ¡un parque de
diversiones!".

El militar con estudios universitarios de
economía y su esposa, graduada en pedagogía, trabajaron de lo que pudieron, y
compartieron con una pareja amiga un departamento de tres
ambientes: "Trabajé. Trabajamos sin descanso. Mi mujer de
costurera. Yo hice varias cosas. Siempre un paso arriba del otro.
Fui subiendo escalón tras escalón. (…) Nos
divertíamos. Eramos tan jóvenes. Teníamos
tantas ansias de vivir y pasarla bien… Por supuesto, era una
vida de bohemia, con mucho espíritu y poca plata. Linda.
Muy linda".

Con el tiempo, la situación mejora: "Fueron
naciendo los hijos. Primero Danimiro, después Vesna.
Mía fue una madrecita para ellos, que la adoraban. Y tuve,
como en nuestros mejores sueños, mi propia empresa. Que
llegó a ser importante. Hoy la dirige mi hijo mayor. Puedo
decir que triunfé. Aleluya".

Sin embargo, en su ancianidad, recuerda los platos
navideños, los "que, sobre todo, tienen para mí
gusto a infancia, a un pasado remoto que, a pesar de todos los
horrores vividos, de todas las cosas que me han ido pasando en
estos largos años, mantengo intacto en mi mente". Evoca
asimismo las canciones: "En el silencio de la noche hoy,
acá, en mi casa de la Argentina, junto a Nada, muchos,
muchos años después, las escucho nuevamente. Son
voces que vienen desde muy lejos, atravesando la barrera de los
tiempos".

El pensamiento
final es, una vez más, para su tierra: "Este cuento ha
terminado. Pero no la historia de Croacia. Espero irme de este
mundo después de ver a mi tierra viviendo en paz,
definitivamente. Amén".

El libro de Anzorreguy, minuciosa y profusamente
documentado, nos permite conocer a una personalidad relevante, y
a un pueblo que brindó su aporte al "mosaico de
colectividades" que es hoy la Argentina.

Notas

  1. Anzorreguy, Chuny: El angel del capitán.
    Biografía del capitán croata Miro Kovacic
    .
    Buenos Aires, Corregidor, 1996.
  2. Gudiño Kieffer, Eduardo: en Anzorreguy, Chuny:
    El angel del capitán. Biografía del
    capitán croata Miro Kovacic
    . Buenos Aires,
    Corregidor, 1996.
  3. Duplancic de Elgueta, Elena: "Literatura de exilio
    como memoria cultural. El caso de los croatas en la Argentina",
    en Studia Croatica. Año 1998. N° 137.

Españoles

MAMA, por Jorge Fernández Díaz. Buenos
Aires, Sudamericana.

La vida de su madre es el tema que Jorge
Fernández Díaz eligió para su libro.
Mamá (18) cuenta la historia de una asturiana de
quince años que, en 1947, viaja hacia América.
Aquí la esperan sus tíos, con los que vivirá
haciendo las veces de hija adoptiva y criada. Luego vendrá
la discriminación en la escuela, el honor de
llevar la bandera a pesar de todo, el trabajo, el casamiento con
otro asturiano, los hijos, los nietos, y las reuniones con las
amigas españolas en un patio de comidas porteño.
También llegará la tristeza de ver partir a una
paisana de vuelta a España, y comprobar que esa mujer
-así como de joven sintió nostalgia de la tierra
que dejaba-, a los setenta y dos años, siente nostalgia de
la Argentina.

La narración, estructurada en capítulos
con nombres de los personajes, surge del reportaje que Jorge
Fernández Díaz, director de la revista
Noticias, efectuó a su madre durante más de
cincuenta horas; "Comencé a garabatear frases e ideas
sobre su azarosa biografía en un cuaderno Rivadavia de
tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su
psiquiatra", escribe el hijo.

Ese dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la
hizo salir adelante en un mundo en el que poco apoyo
tenía, son homenajeados por Fernández Díaz
en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer
que logró tanto contando sólo con su
tenacidad.

LUNAS ELÉCTRICAS PARA LAS NOCHES SIN LUNA, por
Belén Gache. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. 160 pp.
(Narrativas).

Belén Gache publicó las novelas Luna
india (1994) y
Divina anarquía (1999); los poemas El
libro del fin del mundo (2002), y los ensayos
Escrituras nómades (2004), El lado invisible de las cosas
(Casa de América de Madrid, 1999)
y El ser escrito: lenguajes y escrituras en la obra de Xul Solar
(Museo Centro de Arte Reina
Sofía, Madrid, 2002). Es directora del Area de Literatura
Experimental del Laboratorio
Limbo (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) y coeditora de los
Cuadernos del Limbo. Es licenciada en Historia del
Arte y Magister en Análisis del Discurso
(Universidad de
Buenos Aires).

Angela, una adolescente de dieciséis años,
desciende de españoles. "En 1890 mis abuelos llegaron a
ese puerto, provenientes también de Sevilla
–relata-. Junto con ellos traían a sus dos
jóvenes hijas, que se habían pasado todo el viaje
encerradas en sus camarotes vomitando. Venían a Buenos
Aires porque mi abuelo, que trabajaba en el Banco de
España, había sido transferido a esta sucursal del
fin del mundo". Ella es la protagonista de esta magnífica
novela.

A través de sus ojos, asombrados e intensos,
vemos la Buenos Aires que se prepara para los festejos del
Centenario. Una Buenos Aires cosmopolita, que evidencia un
marcado rechazo hacia los extranjeros, quienes son vistos como
una fuerza nociva que es necesario devolver a su tierra de
origen. La visita de la Infanta exacerbará los
sentimientos patrióticos de los hispanos afincados en la
Argentina, y los sentimientos xenófobos de quienes se
agrupan en la misteriosa Brigada del Ñandú. En una
de sus recorridas por la ciudad, la narradora descubre un plan
para asesinar a la Infanta y logra impedir que el mismo se lleve
a cabo, actuando en el momento preciso. Esta trama detectivesca
da lugar a que Gache presente una ciudad rica en contrastes, en
la que el progreso se evidencia constantemente.

La protagonista, con esa aguda visión que la
caracteriza, con su conocimiento
de lo cotidiano y de lo histórico, con sus afanes de
escritora, es la voz ideal para recrearla.

AMOR MIGRANTE, por Stella Maris Latorre. Buenos Aires,
De los Cuatro Vientos Editorial, 2004. 93
páginas.

Stella Maris Latorre nació en
Gualeguaychú, Entre Ríos. Es novelista, poeta y
comunicadora social. Directora fundadora del centro cultural
Rosalía de Castro. Organizadora de eventos
culturales, creadora del café
literario ‘Poesía con aroma a café’.
Forma parte del grupo literario ‘Calíope’ y
participa en la revista ‘Noticias de la musa’.
También en OPYC. Ha realizado cursos de capacitación del INADI. Trabajadora
incansable por la unión de los pueblos. Conductora del
programa de
TV, autora del proyecto televisivo ‘Latinoamérica se expresa así’.
Ha recibido muchos premios: Poesía Jorge Luis Borges;
Poesía y cuento ‘Río de palabras’; del
Centro Chileno Bernardo O’Higgins, del CONADEPA, de
Solidaridad
Social de la OMS 1999. Su novela Celeste Morena, una historia de
Amor Diferente, fue premiada en 2001 en España, lugar
donde reside actualmente. Es autora de El regreso de Eva,
Río de Palabras y La Felicidad de Amar.

En la obra que nos ocupa, Latorre cuenta la historia de
una joven de dieciséis años que ve partir a su
amado hacia América, adonde dirige sus pasos agobiado por
la miseria y la guerra. Ella, sin decírselo, da a luz un
hijo del emigrante, al que crían en Galicia como si fuera
un hermano de la adolescente. Pasan muchos años. Cada uno
de los integrantes de esa pareja rehace su vida, pero ninguno
puede volver a sentir el amor que sintiera tiempo atrás.
Luego de la muerte de su mujer y su hija, el indiano vuelve a la
aldea a buscar a su prometida de la juventud.
Allí, se da cuenta de que tiene un hijo, que ignora su
verdadera identidad. Los sucesos que se desencadenan a partir de
ese momento, hacen que el indiano vuelva a Buenos Aires,
perdiendo definitivamente la posibilidad de formar una familia.
Culpas, rencores, vilezas, desencuentros, amores no
correspondidos y amores que el paso del tiempo no logra vencer,
son los ingredientes de esta novela impactante, que tiene el
sabor de aquello que se escribe desde la sangre. En un pueblo
sufriente, que se queda sin hombres, un pueblo de
huérfanos, brillan las mujeres gallegas, que fueron
"viudas de los vivos", que debieron soportar la soledad por la
partida de sus maridos, y la vergüenza por haber amado a
hombres que sabían compartidos. Ellas son las
heroínas de estas páginas, en las que campea un
sentimiento de homenaje y comprensiva emoción.

LAS LIBRES DEL SUR. UNA NOVELA SOBRE VICTORIA OCAMPO,
por María Rosa Lojo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. 264
pp.

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en
1954. Se doctoró en Filosofía y Letras en la
Universidad de Buenos Aires y es poeta, narradora y ensayista.
Obtuvo, entre otros, el Premio del Fondo Nacional de las Artes en
cuento (1985), y en novela (1986), el Primer Premio de
Poesía ‘Dr. Alfredo Roggiano’ (1990) y el
Primer Premio Municipal de Buenos Aires ‘Eduardo
Mallea’, en narrativa (1996). En 1999 se le otorgó
el Premio del Instituto Literario y Cultural Hispánico de
California, por ‘su valioso aporte a la literatura
hispanoamericana’. Además, ganó la Beca de
Creación Artística de la Fundación Antorchas
para ‘artistas sobresalientes que se hallan en los
comienzos de su plenitud creativa’ (1991), y la Beca de
Creación Artística del Fondo Nacional de las Artes
en 1992. Es colaboradora permanente del suplemento literario de
La Nación, de Buenos Aires.

Dos tramas se enlazan en esta novela, en la figura de la
inmigrante gallega Carmen Brey Moure, quien a poco de terminar
sus estudios universitarios, viaja a la Argentina contratada para
servir de intérprete a Rabindranath Tagore, invitado
ilustre de Victoria Ocampo. A partir de este hecho,
surgirá la narración que tiene como ejes la vida
profesional de la joven, y su vida privada. La vida profesional
le permite a la gallega ser testigo de la vida cultural de Buenos
Aires, en la que se destaca la figura avasallante de Victoria
Ocampo, que se vincula con Rabindranath Tagore, Ortega y Gasset,
Keyserling, Drieu La Rochelle y Waldo Frank, entre otros. Es este
último quien la anima a crear la revista Sur, concebida
como una expresión de los americanos, "Una revista
imprescindible. Que sea un puente entre las dos Américas.
Que revele nuestro destino común, y también
nuestras diferencias con respecto a Europa". En los años
que transcurren desde la llegada de Brey hasta el final de la
obra, la inmigrante se ve rodeada asimismo por escritores
argentinos ilustres, a quienes Lojo vuelve personajes de
ficción; María Rosa Oliver, Roberto Arlt,
Borges y Marechal aparecen en estas páginas, actuando como
la escritora, con su profundo conocimiento de estas
personalidades, considera que deberían haberlo
hecho.

La vida privada tiene como motivo principal la
búsqueda del hermano de Carmen, que huyó de Galicia
varios años antes, sin dar explicaciones acerca de su
repentino proceder. Acompañan a la joven en su
investigación Borges y Marechal, a lo largo de un periplo
en el que Carmen conoce a una niña, María Eva
Duarte, que le habla de su pasión por ser actriz de cine.
Ellos encuentran a Francisco Brey viviendo entre los
indígenas, en una civilización muy distinta de
aquella que el joven conociera allende el mar.

El rol de la mujer en la sociedad es uno de los temas
más importantes de la novela. El mismo surge, por ejemplo,
cuando Carmen Brey se refiere a Victoria Ocampo y a sí
misma. La rígida educación que se imponía a
las mujeres porteñas de clase alta,
que las lleva –ya adultas- a sacrificarse en aras de la
felicidad de sus padres, es vista con compasión por la
gallega, un espíritu libre que piensa que esas hijas son
víctimas de los deseos de sus mayores. En
comparación, el gallego Brey parece de avanzada, ya que
permitió a su hija estudiar en Madrid, aunque ello
supusiera una separación dolorosa. Es la misma Victoria
quien se manifiesta impotente, en cierto aspecto, ya que a ella
le ha sido negada la instrucción, por lo cual
–considera- poco puede hacer en bien de la cultura
argentina. Waldo Frank le demuestra lo errado de su
convicción. Frente a las limitaciones de las mujeres de
nuestro país, se yerguen las figuras de Victoria Ocampo,
que superó prejuicios y fundó una revista
emblemática, de María Rosa Oliver, que no se
sintió aprisionada por su enfermedad, y de esta
inmigrante, que supo abrirse camino, accedió una
formación importante y, sin olvidar sus raíces, se
integró a la nueva tierra, en la que encontró el
amor y el tan ansiado sosiego.

Las libres del Sur es una de esas novelas que se leen
con placer, y con intriga, ya que María Rosa Lojo nos
tiene en vilo a lo largo de las doscientas sesenta y cuatro
páginas. Es también, una novela para meditar, para
volver una y otra vez sobre los textos de personalidades
incluidos en la misma, y sobre las propias reflexiones de la
protagonista, tan lúcida y tan querible.

FINISTERRE, por María Rosa Lojo. Sudamericana –
Buenos Aires, 2005, 183 págs.

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en
1954. En su extensa obra pueden destacarse los volúmenes
de cuentos
Historias ocultas en la Recoleta (2000) y Amores insólitos
(2001), las novelas La pasión de los nómades
(1994), La princesa federal (1998), Una mujer de fin de siglo
(1999) y Las libres del Sur (2004), los poemarios Visiones
(1984), Forma oculta del mundo (1991) y Esperan la mañana
verde (1998), los ensayos La "barbarie" en la narrativa argentina
(siglo XIX) (1994) y Sábato:
en busca del original perdido (1997). Obtuvo el Primer Premio de
Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires (1984), el
Premio del Fondo Nacional de las Artes en cuento (1985) y en
novela (1986), el Primer Premio de Poesía ‘Dr.
Alfredo Roggiano’ (1990), el Primer Premio Municipal de
Buenos Aires ‘Eduardo Mallea’, en novela y cuento
(1996). Recibió varios reconocimientos a la trayectoria:
el Premio Internacional del Instituto Literario y Cultural
Hispánico de California (1999), el Prermio Konex a las
Letras 1994-2003 y el Premio nacional Esteban Echeverría
(2004) por su obra narrativa. Se doctoró en
Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires. Es
investigadora del CONICET y profesora del doctorado en la
Universidad del Salvador. Colabora permanentemente en el
suplemento literario de La Nación.

En esta novela -que será traducida al gallego y
editada en Galicia como Fisterra-, la escritora cuenta la
historia de dos personajes vinculados entre sí por un
pasado oculto, que la mayor develará a la más
joven. Una, nacida en Galicia, es hija de un irlandés y
una gallega; la otra, nacida en nuestro país, de un
inglés
y una indígena argentina. Desde Finisterre -localidad de
La Coruña, provincia de la que emigraron el padre de la
novelista y un abuelo de quien esto escribe- la mujer que
regresó a España envía a la joven numerosas
cartas. A
través de esas cartas, un mundo lejano y hostil se
despliega ante el lector. Un mismo mundo, sea en Europa o en
América.

La misma incomprensión, la misma falta de
solidaridad caracterizan a ambos ámbitos, en los que estas
mujeres han debido luchar por su verdad. A una la atacó la
violencia con
la que respondían quienes eran agredidos; a la otra, la
violencia silenciosa de un padre que quiere acallar todo origen.
"Quizás su mutismo –pensaba Elizabeth- tuviera que
ver con cuestiones de religión. Probablemente hubiera
condescendido a casarse con ‘la española’,
como la llamaba su tía, según el rito
católico. Quizás hasta ella misma había sido
bautizada conforme a la religión romana y él
preferiría entonces que olvidara o desconociera esos
trámites iniciales. Acaso por eso se habían ido de
la República Argentina cuando ella apenas balbuceaba las
primeras palabras, y había perdido (o negado) todo
contacto con la familia de su madre".

La respuesta de esas mujeres ante lo prohibido, ante lo
escondido, será la misma: llegar hasta el fin, calar hondo
hasta conocer la verdadera identidad, aquella que no tiene que
ver con los mandatos sociales, sino con los deseos más
genuinos. Alrededor de estos dos seres de ficción, se
mueven personajes imaginados y otros reales. Entre estos
últimos se destacan Oscar Wilde y Manuelita Rosas, quien le
dice: "Así se ha hecho América. Mezclando y
revolviendo sangres y cuerpos, entrelazando lenguas. No renuncie
a nada. Quédese con sus dos herencias, aprenda de los unos
y de los otros. Si su padre no quiso ver esto por torpeza y
obcecación, véalo usted". Con prosa ágil,
con imágenes
de inusitada belleza, y con vastos conocimientos
históricos acerca de una época sobre la que ha
escrito reiteradamente, María Rosa Lojo logra una novela
deslumbrante, que invita a leerla sin pausas, a vivir las
vicisitudes de los personajes y confundirse con ellos, apreciando
cuántas de sus reflexiones de 1875 tienen vigencia en este
atribulado 2005.

DE MIEL Y MILAGROS (Evocaciones sefardíes), por
Matilde Bensignor. Buenos Aires, Editorial Milá, AMIA,
2004.

Matilde Bensignor nació en Buenos Aires en el
seno de una familia sefardí, pero, desde joven y,
sintiéndose muy libre, se interesó por otras
culturas. Estudió periodismo y
sociología y como buena libriana, ama lo
estético y lo bello. Fue redactora creativa y
publicitaria, directora de comerciales para televisión, (en su empresa, Centro de
Producción Audiovisual), docente, Profesora
de la Universidad del Salvador y productora de eventos y
exposiciones culturales. En 1986, como Asesora de Comunicación del Centro Cultural Recoleta,
incorporó al Centro un espacio abandonado y,
después de equiparlo totalmente, lo inauguró con
una serie de exposiciones tituladas "Las Nuevas tendencias", que
le dieron, también, el nombre a la sala. Un tiempo
después, fue bautizada como Sala Cronopios. "Las Nuevas
tendencias", una expresión interdisciplinaria que
respondía a tendencias socio culturales, presentó
la vanguardia del
arte, pintura,
escultura, instalaciones, fotografía, teatro, danza,
música, a
cargo de artistas de gran renombre. "Las Nuevas Tendencias II"
coincidieron con la Semana de la Crítica
y contribuyeron a mostrar el arte de los argentinos a los
más prestigiosos críticos del mundo. Entre ellos,
Pierre Restany. Creó la agrupación, "Amigos del
Centro Cultural Recoleta", hoy, la Fundación. Actualmente,
es Asesora de Imagen y Comunicación. Incursionó en
el teatro escribiendo, con Ricardo Halac, Judío o
inocente; adaptó con Carlos Cutaia, Romeo y Julieta
para Opera Rock y produjo la
obra 9° B, protagonizada por Lía Jelin. A partir del
90 se vinculó con la Fundación del Hombre, de
España y agregó a su vocación
artística su compromiso social. Para dicha
institución, realizó el "Monumento al No
Pabellón", en la Expo ’92 de Sevilla. En 1995, fue
nominada por la entidad española para crear la
Fundación Americana del Hombre y, desde entonces, realiza
acciones en
pro de la tolerancia y la
solidaridad. Después de residir unos años en
Madrid, de vibrar con el lamento del cante jondo, de pasear por
las callecitas del barrio sevillano de Santa Cruz, de emocionarse
frente a los muros de la Sinagoga del Tránsito, en Toledo,
y volver a saborear sus mazapanes, siente aflorar el recuerdo de
sus ancestros. De regreso a la Argentina escribe De miel y
milagros (Evocaciones Sefardíes) un libro que habla de la
familia sefardí y reflexiona sobre los valores
que hoy, todavía perduran en nuestra cultura
judeo-cristiana". Auspician la edición la Embajada de
Israel, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro de
Investigación y Difusión de la Cultura
Sefardí.

Escribe Arnoldo Liberman, en el "Prólogo":
"Matilde Bensignor nos ayuda a través de este
entrañable poema existencial tradicionalista y
gastronómico –que en esencia este original libro lo
es- a desanudar entuertos y a conocer más en profundidad
la enorme riqueza del mundo sefardí. En ella la lengua
poética, la narración conmovedora, el recorrido
biográfico y autobiográfico son predicados de un
sujeto que nos enriquece con su proclama cotidiana y que nos
demuestra, de manera palpable, que la lengua de los judíos
españoles, esa que habla de miel y milagros, no es hija de
una expulsión sino la reconciliación de la
diferencia. (… ) Alcanzar al otro es estar diariamente cerca de
sí mismo, cerca de ese pequeño fragmento de
sí mismo que no miente, es decir, al lado del otro, es
decir, aprendiendo a amar. De Miel y Milagros nos ayuda en esta
hermosa empresa de hacer de la otredad un amigo cercano, y eso es
tan valioso en Madrid como en Buenos Aires. Por eso, gracias
Matilde, por este libro pleno de encanto y de noble
memoria".

En esta obra, la escritora homenajea a su madre y, con
ella, a una tradición de la que es orgullosa heredera. La
figura femenina es muy importante en la cultura sefaradí,
y en la judía en general, al punto que, cuando Bensignor
busca un punto de contacto entre sefaradíes y ashkenazis,
ese punto de contacto es la mame, que protege y consuela. Junto a
esa madre que debió dejar su tierra, la escritora evoca a
sus hermanas y a sus hijas, y destaca la significación que
tuvo en su vida cada una de ellas.

A lo largo de estas evocaciones, se refiere a la
condición de la mujer en la cultura sefaradí de
principios de siglo XX, a sus ocupaciones y su respeto por el
rol del marido. A nuestro criterio, no vive esa división
de tareas como una discriminación, sino como un orden que
contribuye a que la familia permanezca unida y los hijos crezcan
felices. Las recetas que intercala frecuentemente, son evidencia
de ese saber de las mujeres, que debe ser transmitido a los hijos
y a los nietos, en España, en Turquía, o donde
quiera que esté el pueblo sefardí. Canciones
ladinas –anónimas y del compact Buena Semana, de
Dina Rot- y plegarias –propias y tradicionales- incluidas
en el volumen, completan este recorrido por un acervo milenario y
riquísimo.

Los hombres de la familia también son recordados
en estas páginas: el padre, que muere a los cincuenta
años, tal como se lo había vaticinado una gitana;
el abuelo, cuyos restos descansan en el cementerio de La Habana;
los jóvenes, algunos de los cuales cuestionan su
vínculo con la religión sefaradí y, en
ocasiones, optan por estrechar ese lazo, si sus padres no lo han
hecho por ellos. Los capítulos referidos al Brit
Milá y el Bar y Bat Mitzvá muestran el deseo de los
mayores por iniciar a los pequeños en la religión
profesada desde siempre, al tiempo que muestran la reticencia de
algunas madres; surgen entonces consideraciones acerca de la
libertad para
elegir pertenecer a una comunidad.

Las fechas religiosas tienen debida importancia en este
libro: Rosh Hashaná, Iom Kipur, Pesaj, y el respeto por el
Shabat son temas que Bensignor aborda desde el punto de vista del
hondo contenido que tienen para quienes las observan, los
preparativos y los manjares que se sirven. Se hace referencia al
casamiento entre sefaradíes y ashkenazis, y entre
judíos y no judíos, circunstancia que se ve
empañada a veces por la intolerancia. Los funerales, en
especial el del padre, muestran una faceta de un culto que,
gracias a esta obra, podemos conocer con más
detalle.

Las persecuciones de que fueron víctima los
judíos aparecen en estos recuerdos: la salida de Egipto, la
Inquisición, los pogroms y la Shoá, son evocados
junto a los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. La
diáspora es otro de los temas que aborda
Bensignor: la Argentina, Cuba,
Turquía, Israel, son vistos como refugio para estos seres
que tienen como destino "cruzar los ríos", aunque
episodios luctuosos los agobien también en la nueva
tierra.

Afirma Santiago Kovadloff: "La memoria no es memoria
cuando se limita a recordar. La memoria es memoria cuando se
encarna. La memoria es memoria cuando se responsabiliza por
aquello que la sostiene. Este es el libro de una mujer con
memoria. El pasado judío del que proviene es goce y es
vivencia en la actualidad. Leer estas páginas es asistir a
la emoción del reencuentro, a la alegría de contar
con un porvenir".

La inclusión de un "Glosario" hace
que la lectura de
la obra sea accesible a quienes no conocemos la lengua ladina, al
tiempo que permite a Bensignor reflejar ese idioma en
diálogos y canciones.

El diseño
de la portada es obra de Edgardo Giménez; la
fotografía, de Gabriel Pérez, y el diseño
gráfico, de Rubén Longas.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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