Esquema defensivo de Santa Marta en la primera
mitad del siglo XVII
Mermada la insurrección indígena en los
territorios internos, la mayor preocupación de las
autoridades samarias fue la guerrilla marítima, es por
eso que se inician las construcciones de las fortificaciones de
la playa con los fuertes de San Juan de las Matas y de San
Vicente.
Un proyecto
presentado al rey de España
Felipe IV, por el capitán Sebastián
Fernández de Gamboa en 1660 de haberse aprobado hubiera
revolucionado el sistema defensivo
de la ciudad. Se trata de un frente abaluartado, dotado de las
obras indispensables y en particular las recomendaciones para
restablecer la normalidad en Santa Marta.
Esquema defensivo de Santa Marta en la segunda
mitad del siglo XVII
Mientras Cartagena tomaba ventaja comercial en el
andamiaje comercial español, Santa Marta se debatía en
la extrema pobreza y
ruina, causada por la destrucción de William Goodson.
Para esa época se allana el cerro y se acomoda el fuerte
de Betín que defendería el acceso a la
bahía entre El Morro y El Morrito.
La ciudad vivía sumida en la pobreza,
acosada por innumerables problemas
aún no se recuperaba del ataque de Goodson. Para tomar
medidas de seguridad, en
1663, el ingeniero militar Juan Betín, a la sazón
gobernador interino, construye una explanada en la punta donde
termina las Abras de Santa Ana y que hoy lleva su nombre, al que
llamó Nuestra Señora de la Caridad, igualmente le
realiza obras de refuerzos a los fuertes de San Vicente y San
Juan de las Matas. Así mismo, el ingeniero militar
Francisco Ficardo, ejecuta una ampliación óptima al
fuerte de San Vicente, dotándolo de un cerramiento, foso,
cuarteles y garita. En los años de 1679, 1680 Y 1681,
sucedieron varias incursiones que fueron recordadas como el
Enemigo de las Abras de Santa Ana, Enemigo de San Juan y Enemigo
de San Miguel, que incidieron en algunas medidas durante el siglo
siguiente. Al cerrar esta centuria, Santa Marta queda con un
esquema defensivo escueto e ineficaz.
El Esquema Defensivo de Santa Marta en el Siglo
XVIII.
Abre esta centuria con una delicada situación con
el enfrentamiento con Inglaterra,
empeñada en desbaratar el poderío
español, basándose en la barbarie y
excusándose en pretextos políticos,
económicos y religiosos.
La situación de Santa Marta no mejoraba, en los
primeros años de este siglo a pesar de la paz el peligro
no se alejaba, frecuentemente se presentaban por estas costas
naves contrabandistas, tripuladas por trásfugas. Por lo
tanto, los primeros gobernadores, hicieron algunos refuerzos a
las fortalezas de la playa, justo para una corta y débil
defensa por fortuna todo transcurrió con una aparente
tranquilidad.
Esquema defensivo de Santa Marta en la primera
mitad del siglo XVIII
A partir del primer cuarto del siglo XVIII, Santa
Marta amplía su esquema defensivo, construyendo el
fuerte de San Fernando a las afuera de la ciudad y en los
cerros hacia el norte, el fuerte de San Antonio
para taponar la vía donde el enemigo sorprendió a
finales del siglo pasado.
Por motivos de las incursiones enemigas a finales del
siglo pasado por las Abras de Santa Ana y unos desembarcas por
parte de piratas holandeses en playa Lipe, al sur de la
bahía samaria, el gobernador Juan Beltrán de
Caicedo ordenó la construcción del fuerte de San Antonio en
1719 y fuerte de San Fernando en 1725 en honor al rey Fernando
VI. La importancia estratégica del San Fernando radica en
el cierre inconcluso del sur de la bahía para taponar el
ingreso para los desembarcas.
Después del primer cuarto de siglo,
frecuentemente se presentaban esporádicas incursiones que
contrastaban con la paz acordada, aunque no eran patrocinadas por
las naciones rivales, éstas tampoco adoptaban medidas
contundentes para frenar la piratería, el contrabando se
acentuaba y la corrupción
se hacía presente. Para entonces, Santa Marta era una
ciudad fantasma, es de destacar el bloqueo realizado por el
almirante inglés
Edward Vernon en 1741 para evitar que Santa Marta, diera
refuerzos y abastecimiento a Cartagena.
Hacía la mitad del siglo XVIII, Santa Marta era
una plaza inactiva y abierta al desembarco adversario, por lo que
el virrey Sebastián de Eslava, envía al novel
ingeniero militar Antonio de Arévalo a realizar un plano
de la bahía con las obras de refuerzos
necesarias.
Estos levantamientos planimétricos son la fuente
documental más valiosa de las fortificaciones de Santa
Marta y nos permiten idealizar y comparar las transformaciones en
menos de un siglo. Aunque lo proyectado por Arévalo,
resultaba lo más económico a las circunstancias,
sólo se realizaron algunas obras pequeñas. Como
ingeniero, jamás volvería a plantear obras de
fortificación para Santa Marta y como ingeniero en jefe,
sólo autorizaría pequeños refuerzos. Al
pasar los años, su posición en rechazar cualquier
obra de refuerzo, sería invariable dada las circunstancias
geopolíticas y económicas, aumentando su
empeño a la atención de las fortificaciones de
Cartagena a la que le dedicó 58 años de trabajos
continuos hasta su muerte en
1800.
Esquema defensivo de Santa Marta en la segunda
mitad del siglo XVIII
Ante la inminente guerra
contra Inglaterra, el brigadier general Agustín Crame,
considera reforzar con obras sencillas a los fuertes de San
Fernando, San Antonio e isla del Morro, definiendo su triangulo
defensivo para defender la bahía de Santa
Marta.
A reconocer a Santa Marta, pasa en 1752, el ingeniero
militar Manuel Hernández quien propone resguardar la
entrada por el sur con un nuevo fuerte, más arriba del
fuerte de San Fernando y un refuerzo en la antigua explanada de
Betín, obras que no llegaron a realizarse. Por el
año de 1761, el gobernador Gregario Rosales Troncoso,
presenta a solicitud del rey de España, Carlos III, un
completo informe del
estado de las
fortificaciones y las necesidades de refuerzos; igualmente,
expone lo peligroso que era para Cartagena, si el enemigo se
tomase a Santa Marta. El proyecto es remitido al jefe de las
fortificaciones en este Virreinato, el ingeniero militar Antonio
de Arévalo, quién rebate punto por punto lo
expuesto por Rosales. Quizás, retirando lo expuesto por su
maestro, Ignacio Sala, recogida en una frase por Arévalo
para referirse a Santa Marta:
…q.e. ni la razón del Puerto, ni la
situación del Comercio
obligan á q.e. la Ciudad de S.ta Martha sea una Plaza de
G.rra.
Vientos de guerra soplaban por el Caribe, España
e Inglaterra, nuevamente estaban al borde de un nuevo conflicto
bélico. A realizar reconocimiento por los puertos del
Caribe, es enviado el brigadier general, Agustín Crame,
quién llega a Santa Marta en agosto de 1778; realiza un
corto diagnóstico de su situación y define
que sólo los fuertes San Fernando, San Antonio e Isla del
Morro, debían reforzarse. Era un plan de defensa
bastante sencillo y económico, basado en pequeñas
ampliaciones. No eran tácticas, sino acomodadas y
circunstanciales por lo sencillos refuerzos planteados que en la
práctica, no fueron llevados tal como se proyectaron. Con
él, se cierra el ciclo de reconocimientos e intervenciones
a las fortificaciones samarias, coincidiendo con el fin de la
dominación española, teniendo un destino diferente
para lo cual fueron levantadas, lámina 7. De las ocho
fortalezas levantadas en Santa Marta, sólo dos se resisten
a desaparecer: los fuertes de San Fernando y de la isla del
Morro, declarados en buena hora Monumentos Nacionales,
constituyéndose en los únicos ejemplos de la
fortificación abaluartada no reglada de nuestro
país y de gran interés
para la historia de
nuestra identidad
arquitectónica.
DE LAS APLICACIONES TIPOLÓGICAS y
MORFOLÓGICAS DE LAS FORTIFICACIONES DE SANTA MARTA
METODIZADAS EN LOS TRATADOS DEL
ARTE
MILITAR.
Los tratadistas decían que las fortificaciones de
un puerto, tenían como objetivo
principal resguardar bajo sus fuegos las flotas y sus
cargamentos, de ahí que la Corona española se
preocupara en dotar de grandes fortalezas regladas, por lo tanto
costosas en aquellos puertos del Caribe, colectores de entrada y
salida del tráfico comercial y de los flujos de plata,
como San Juan (Puerto Rico),
Santo Domingo (República Dominicana), La Habana (Cuba),
Veracruz (México) y
Cartagena (Colombia). En la
misma forma que Santa Marta es excluida de las rutas, es separada
de las prioridades del sistema defensivo americano. Al no haber
ningún interés económico sus fortificaciones
no serán regladas conforme a los tratados del Arte
Militar.
Estas razones económicas y políticas
fueron determinantes en la concepción, erección y evolución de las fortificaciones de la
ciudad de Santa Marta y revela los condicionamientos que pesaron
sobre los ingenieros militares en el momento de dictaminar,
proyectar y construir obras de fortificación. Refleja su
relegación al segundo plano en el contexto político
y económico hispanoamericano, como también en la
idealización de sus defensas, las que constituyen un claro
ejemplo de la fortificación abaluartada no metodizada; es
decir, desde el punto de vista analítico no se tuvieron en
cuenta los principios
preceptuados en los tratados, su resultante se explica, como el
producto de
una necesidad de defender una población, más no de defender
intereses políticos.
El fuerte de San Juan de las Matas con una figura en
estrella a "cuatro rayos", fundamentada en la vieja escuela italiana,
concebido a comienzos del siglo XVII es el único que
procura la regularidad y simetría en sus líneas,
las restantes fortificaciones se caracterizan por la
irregularidad en sus trazas, emplazadas sobre promontorios donde
la adaptación al terreno era clave y no cabía
aplicar más traza que la configurase el sitio, tenemos
como ejemplo las fortalezas levantadas en la bocana del puerto
(fuertes del Morro y Betín), en las Abras de Santa Ana
(fuerte de San Antonio) y cerro de la Pedrera (fuerte de San
Fernando).
Planos Particulares y Perfiles de la
Fortificaciones de S.ta Martha, relatibos al Plano General y
orientados entre si, como lo estan en él, y en el
terreno: para la mexor comprensión de su capacidad, y
consistencia, según al presenten se hallan; y para la de
como deveran quedar y S.n Bizente, y Betin, para mayor
seguridad de el Puerto, y Plaza S.ta Martha á 1 de julio
de 1743. Antonio de Arebalo. (Servicio
Histórico Militar de Madrid)
Estas fortificaciones terminaron buscando una mayor
adaptabilidad al terreno con lo que en ocasiones, los planos
originales terminaron pareciéndose muy poco a los
resultados, también la falta de caudales presupuestados
acabaron por modificar y simplificar las trazas, ejemplo: el plan
de defensa de Agustín Crame en 1778. Colectivamente
analizando la resultante de las fortificaciones de Santa
Marta.
En lo táctico.
a) Sus esquemas poliorcéticos resultaron
fragmentados, aislados y desfasados en el tiempo de
construcción de las fortalezas.
b) Nunca hubo un plan efectivo de fuego, todos fueron
improvisados y hasta donde los recursos o
permitieran.
c) La realidad poliorcética de Santa Marta, se
basó en un círculo incompleto: si había
fortificaciones, la artillería estaba en mal estado. Si
había artillería y municiones, las fortificaciones
se hallaban deterioradas por culpa del enemigo o por acción
de los temporales. Si las fortificaciones se hallaban en regular
estado, había escasa artillería y municiones o los
soldados no recibían su paga a tiempo.
En lo artístico.
a) Las fortificaciones de Santa Marta se caracterizaron
por su traza irregular.
b) No reflejaron en su lenguaje
arquitectónico los períodos artísticos de la
fortificación abaluartada a plenitud.
c) Las fortalezas se caracterizaron por su sencillez de
tipologías no ajustadas a las normas de los
tratados del Arte Militar de la época, por lo que difieren
de sus homologas del Caribe a pesar de haber sido levantadas por
los mismos ingenieros militares, el mismo gobierno y las
mismas circunstancias históricas.
d) Sus obras se caracterizaron porque sus líneas
se dimensionaron por debajo de las magnitudes que
establecían los tratados, resultando fortalezas de poco
porte o de poca capacidad bélica.
e) Negación total en la aplicación de las
máximas de la fortificación abaluartada.
f) Según los tratados del Arte, por la
clasificación de las obras, las fortificaciones de Santa
Marta:
– Contemplaban una acentuada utilización de las
obras accesorias: garitas, puentes, edificios militares, almacenes de
pólvora y pertrechos, cisternas o aljibes.
– Entre las esenciales se utilizaron los fosos y las
explanadas. Las cortinas y caminos recubiertos fueron
desconocidos.
– De las obras convenientes sólo la plaza de
armas. Los
flancos retirados, espaldones, revellines, contraguardias,
lenguas de sierpe y flechas, jamás se aplicaron a las
defensas samarias.
– Entre las obras accidentales podríamos rescatar
el reducto. Los caballeros, hornabeques y tenazas, nunca hicieron
parte de estas fortalezas.
g) Las tipologías de cada fortificación
eran únicas y se diferenciaban entre sus homologas de
otras ciudades, según los tratados del Arte de la
siguiente forma:
– Por la división de las obras eran: defensivas,
artificiales, irregulares, naturales, compuestas y de
campaña.
– Por la situación: cómodas o
incomodas.
– Por la posición: horizontales.
– Por la pendiente: suaves, moderadas y
agrias
– Por la dominación: pequeñas.
h) Se identificaron por el mismo patrón de
relación espacial "batería-cuarte!' por lo que
tácticamente eran muy limitadas en la capacidad
bélica.
Por lo circunstancial.
– Las decisiones políticas y económicas
fueron determinantes en su concepción, estas fortalezas
fueron levantadas más por el interés de los
gobernantes y vecinos que exponían su vida, que por la
voluntad política de la
monarquía.
– Debido al escaso situado asignado para su
manutención, frecuentemente los gobernantes tenían
que recurrir al respaldo comunitario en donde la
vinculación entre modelos y
formas constructivas populares de las obras accesorias fueron
bien patentes.
DE LAS NORMAS DEL
ARTE O REGLAS INDISPENSABLES EN LAS FORTIFICACIONES DE LA CIUDAD
DE SANTA MARTA: SIMETRÍA, FIRMEZA Y
COMODIDAD.
Los escasos medios
económicos que se dispusieron para las defensas samarias,
reflejaron en la aplicación de las reglas indispensables.
Resulta obligado, como lo disponen los principios del Arte,
establecer la disposición de las principales líneas
de la composición o "traza" de una fortaleza, como
referencia necesaria para dictaminar sobre las Normas de toda
obra abaluartada, esto es; Firmeza, Simetría y Comodidad.
Respecto a la simetría, las fortificaciones de Santa Marta
revelan la más absoluta irregularidad de sus
líneas, partes e incluso piezas (excepto el San Juan);
condicionadas al medio geográfico del enclave como hemos
explicado.
- Al no realizarse proyectos
abaluartados reglados por los tratados del Arte Militar,
imposibilita el análisis de las magnitudes de las
líneas, partes y ángulos, ajustados a las
leyes
fundamentales de los siglos XVI Y XVII e igualmente a las
nuevas reglas que concibieron a la fortificación
abaluartada neoclásica en España a mediados del
siglo XVIII. - La constante ausencia de profesionales del Arte en
la ciudad, la mala preparación técnica de la
mano de obra y la falta de recursos para el mantenimiento de las obras, reflejan la
calidad de la
firmeza, aunque en cierto modo simetría y firmeza
estaban muy condicionadas - Generalmente la fábrica de la batería
-explanada y parapeto-, se asentaban perfectamente sobre el
allanado del cerro o de la playa sobre cimientos pilotados,
la construcción de los llamados" parapetos a barbeta"
muy común en Santa Marta, se elaboraron irregularmente
con un aparejo de lajas unidas con argamasa de cal (fuerte de
San Fernando) o rematadas con una hilera de ladrillos sobre
su corona (fuerte del Morro). - Sobre la escarpa del parapeto, los verteaguas
servían para evacuar las aguas lluvias escurridas por
el declive de la explanada. Para nivelar la altura de la
explanada era necesario rellenar con el mismo material
excavado para la construcción, se apisonaba con
agua en
varias jornadas y se cubría con un solado de argamasa
de cal y piedra china. - La mampostería de los muros en las obras
accesorias se mixtificaba entre una alternación de
ladrillo cocido y de laja retirada en el allanamiento del
cerro, pegado y revocado con pañete de argamasa de
cal. - Las puertas y ventanas eran regladas por los
tratados, pero por las circunstancias analizadas creemos que
no se elaboraron fielmente de esa manera, encontramos
algunas, como en el Fuerte del Morro, con un vano que se
reduce de exterior a interior buscando disminuir los efectos
de los rayos solares en el interior del espacio. - Las cubiertas en los edificios militares y
almacenes se hacían simples o compuestas, el tejado
descansaba sobre un entablado sostenido por una estructura
o viguería de madera. Se
recogía las aguas lluvias escurridas en las cubiertas
a través de canales para verterlas en los aljibes o
cisternas y utilizarlas en los quehaceres de la
fortificación es. Los aljibes se fabricaban "a prueba
de bombas"
según los tratados, para evitar la
contaminación por parte del enemigo y por
consiguiente la rendición de la guarnición,
también se excavaban en la roca en forma de caja
cúbica, probablemente protegida por un entablado y con
un dispositivo para sacar las aguas para impermeabilizar sus
paredes se aplicaba un betún. - Los tratados recomendaban construir los almacenes
de pólvora, buscando lugares secos y aislados por una
pared sencilla del resto de las obras, para que nadie se
acercara a las ventanas y respiraderos; además
construir/os "a prueba de bombas". En las fortalezas samarias
se edificaba sin tener en cuenta estas recomendaciones,
generalmente éstos compartían vecindad con los
alojamientos de la guarnición y cocina. - Aunque firmeza y simetría estaban muy
condicionadas a las circunstancias en las fortificaciones de
Santa Marta, lo cierto es que la comodidad proporcionada no
era ventajosa para el desarrollo
de las maniobras militares por ser tan reducidas de
área.
Por:
Álvaro Ospino Valiente
alospino[arroba]yahoo.com
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