Estudiando la naturaleza de la cerca. (A propósito del debate educativo uruguayo)
- Una historia ya
vieja - La
indigencia teórica - Buscando
los verdaderos ejes - Revalorizando
la reflexión - Desafíos
paralelos
"Un león fue capturado y encerrado en un
zoo, donde se encontró con otros leones que llevaban
muchos años. El león no tardó en
familiarizarse con las actividades sociales de los restantes
leones, los cuales estaban asociados en distintos grupos. Un
grupo era el
de los socializantes; otro el del mundo del espectáculo:
incluso había un grupo cultural, cuyo objetivo era
preservar las costumbres, la tradición y la época
en que los leones eran libres; había también
grupos religiosos, que solían reunirse para entonar
canciones acerca de una futura selva en la que no habría
vallas. Y había finalmente revolucionarios que se
dedicaban a conspirar contra sus captores. Mientras lo
observaba todo, el recién llegado reparó en la
presencia de un león que parecía dormido, un
solitario no perteneciente a ningún grupo. Le
dijo:
Ten cuidado. Esos pobres locos se ocupan de todo
menos de lo esencial: Estudiar la naturaleza
de la cerca"
En estos últimos años la fábula
citada se ha empleado como recurso en muchos cursillos y como
encabezado o cierre de ponencias. Sin embargo, seguimos sin
analizar la cerca, sin atender al viejo león. Es tiempo de
centrar las miradas en ella.
En 1963 la Comisión de Inversión y Desarrollo
Económico (C.I.D.E) se pronunciaba en estos
términos sobre la problemática
educativa.
" La escuela uruguaya
es actualmente inadecuada para superar los factores que inciden
en ella. Su eficacia
pedagógica y cultural se compromete día a
día al no crear nuevos tipos de enseñanza para esta realidad en la que
está inscripta."
Han pasado los años. Se han levantado infinidad
de propuestas y discursos
desde un extremo al otro del abanico ideológico. Se han
sucedido las autoridades y casi tres generaciones de docentes han
transitado por las aulas, sin embargo seguimos en el fondo frente
al mismo problema. Determinadas estrategias han
fracasado una y otra vez, sumando más que solucionando
problemas. Si
entonces se señalaba la inadecuación de aquel
presente con la acción
educativa, ¿qué podemos decir hoy? ¿No
será hora de tratar de recorrer otros senderos? ¿No
será tiempo de ocuparnos en primer lugar de la cerca, como
se nos aconseja? Estoy convencido que sí.
La década de los noventa asistió a una
intensa actividad reformista impulsada a través de los
modelos
impulsados por las grandes agencias financieras internacionales.
De norte a sur a lo largo del continente asistimos a la
aparición de un nuevo discurso
educativo que lamentablemente no ha pasado en vano. Ha dejado
secuelas y entre otros debes, deudas a largo plazo en lo
financiero y en lo social. Entre las que merecen mayor destaque
están las que se refieren a las múltiples
deformaciones que introdujeran dentro del funcionamiento de las
organizaciones. Desde estructuras
como Mecaep o Memfod, se generaron mensajes que circularon por
los canales educativos sin que mediaran espacios de
discusión ni controles democráticos sobre los
mismos.
Ahora en Uruguay
revemos aquellos pasos y se procura colocar en primer plano un
debate
educativo como forma de encontrar una salida. En sí misma
la iniciativa no es mala, pero cae en una serie de errores que
limitan su horizonte. No parte de abordar el análisis de la cerca; seguimos sin
preocuparnos de ella.
Más allá de nuestros buenos
propósitos seguimos tras la panacea que solucionará
de un plumazo las dificultades que nos afectan y sin embargo…
Una ley de
enseñanza por más que surja de cien o mil asambleas
populares, no solucionará los problemas educativos de
fondo que afectan a las nuevas generaciones. Al parecer no hemos
aprendido nada de nuestro pasado. En buena medida estamos
repitiendo el error de la generación romántica del
siglo XIX. Aquellos se empeñaron en crear leyes creyendo
que con eso bastaba para transformar la realidad. Hoy parecemos
querer transitar el mismo camino.
Las soluciones
implican coparticipación de todos los actores pero no
podemos limitarnos que la luz surja
mágicamente. En un debate como el planteado y de acuerdo a
las características de nuestra sociedad,
hemos de cuidarnos de las voces corporativas que tienden a
hegemonizar la palabra. Lo anterior nos debe servir de
advertencia sobre la complejidad que enfrentamos y que la
solución no la encontraremos a través de promedios
matemáticos entre las diferentes visiones que
confluyen.
Los problemas educativos son de naturaleza
político – cultural y como tal deben ser enfrentados
y reclama de las autoridades la definición clara de su
posición al respecto. Exige a su vez la
materialización de mecanismos eficientes de
circulación de ideas y voces, garantizando que ellas
lleguen a todos.
Una
historia ya
vieja.
Suma ya varias décadas el convencimiento de que
la
educación atraviesa un terreno de dificultades cada
vez más serio. La insatisfacción con respecto a la
educación
penetra en mayores sectores sociales, más allá de
que adopte formas totalmente diferentes. En 1970 la
publicación El Correo de UNESCO presentaba en su
tapa un título removedor para la época: La
crisis de la
educación. Las dificultades que mostraban los sistemas
educativos para adaptarse a las nuevas circunstancias pasaban a
estar en primer plano.
Mucha agua ha
corrido desde entonces y aún seguimos buscando un camino
de salida. Lo preocupante es que con terquedad insistimos en los
mismos errores una y otra vez. Estamos aún lejos de tener
una visión más o menos certera de la naturaleza de
esta crisis que nos atraviesa. La complejidad de esta y las
particularidades de cada sociedad dificultan la
reflexión.
Comencemos por entender por crisis lo
siguiente:
"…es sobre todo un estado donde
afloran contradicciones que permanecieron rezagadas por mucho
tiempo, un momento de rupturas, desacuerdos, desconciertos,
perplejidades y paradojas y muy especialmente de
ambigüedades, pues las relaciones de poder y las
acciones
institucionales vacilan frente a sus propias conductas; en la
crisis la normalidad queda en suspenso y la certeza de las
políticas es inconcebible."
Todos y cada uno de los elementos señalados se
verifican en el presente estado de situación. Las
vacilaciones se multiplican y gana espacio el desconcierto y la
disconformidad. Se amontonan las disposiciones de control mientras
el problema se va de las manos y mientras se mantiene un discurso
se ejecuta una práctica que nada o muy poco tiene que ver
con aquel.
Hace casi tres lustros Ettore Gelpi aportaba lo
siguiente:
"La falta de confianza en el sistema de
educación formal, estimula muchas veces a los padres, a
los jóvenes y a los adultos a buscar soluciones
particulares para satisfacer a sus necesidades educativas… esta
tendencia puede ser peligrosa para la democracia
educativa de cada país como a nivel
internacional"
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