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Un caso clínico supervisado por Andre Green (página 2)




Enviado por edneifreitas



Partes: 1, 2

PRESENTACIÓN DE LA
SUPERVISIÓN

El caso clínico relatado aquí lo ha
supervisado el Dr. André Green en la sala de seminarios
del Grupo de
Estudio Psicoanalítico de Recife, el 15 de Agosto de 1994,
en dos horas continuas de supervisión, estando presentes,
además del Dr. André Green y su esposa,
también psicanalista, el presidente de GEPR, Dr.
Alírio Dantas; el presentador del caso clínico, Dr.
Ednei Freitas; la traductora e intérprete ad hoc,
también candidata de GEPR, Dra. Maria Maquiné y
otros veintidós candidatos de las dos secciones que se
encontraban, entonces, en formación psicoanalítica
en GEPR.

Los trabajos de esta supervisión los
empezó el presentador.

Ednei Freitas: Dr. André Green, yo me
siento muy honrado en poder someter
un caso clínico de mi consultorio a su supervisión.
Aprovecho la oportunidad para agradecer a la Dra. Maquiné
por haberse ocupado de la presente traducción, ella quien servirá
aún de intérprete en esta supervisión.
Finalmente, solicito su permiso para comenzar el
relato.

André Green: Puede comenzar.

Ednei Freitas: El caso que voy a presentar
está en supervisión oficial con la Dra. Sara Riwka
Erlich, analista didacta de este Instituto.

  1. El paciente, a quien llamo de Eustáquio,
    está en análisis conmigo desde hace casi cuatro
    meses, con la frecuencia de cuatro sesiones por semana y
    duración de cincuenta minutos cada sesión. Es
    de sexo
    masculino, tiene 35 años de edad, soltero, nordestino,
    pero no pernambucano, reside en Recife y es alumno de
    maestrazgo en la universidad local, en el área de
    ciencias
    exactas. Vive maritalmente desde hace dos años con una
    compañera, que es madre de dos adolescentes.

    Eustáquio afirma que ha buscado tratamiento
    porque siente "depresión", diciendo que debido a la
    enfermedad no ha logrado entregar su disertación de
    maestrazgo. Se encuentra, actualmente, con permiso para
    tratamiento de salud concedido por la
    universidad. Se siente peor de la enfermedad hay dos
    años, lo cual coincide con el tiempo de
    vida conyugal. Ha venido a mi consultorio con el objetivo
    de hacer psicoanálisis, indicado por el
    psiquíatra que lo acompaña y le prescribe
    antidepresivos. Un psiquíatra anterior había
    sugerido electroconvulsoterapia y, por este motivo, el
    analizando ha cambiado de psiquíatra, buscando al
    actual.

    Me informa que está sufriendo de "impotencia
    sexual", añadiendo: "Raramente consigo una
    relación sexual con la compañera, intercalando
    dos meses o más entre uma relación y otra";
    piensa que "esto está agravando mi relación
    general con ella". Dice: "Sufro de impotencia sexual desde
    adolescente", pero hace cuestión de destacar: "En
    aquella época este problema era más suave que
    ahora". Y concluye: "Deseo tratarme y hacer
    psicoanálisis porque ya me siento
    desesperado".

    Hasta los diez años, Eustáquio ha
    vivido en la ciudad nordestina donde nació (Ciudad A),
    cuando entonces se trasladó a una capital de
    la región sudeste (Ciudad B), acompañando sus
    padres. En la ciudad B, donde sus padres y hermanos residen
    hasta el día de hoy, ha vivido hasta los 30
    años, habiendo hecho allá su curso
    universitario. A los 30 años ha venido a Recife,
    guiado por dos motivos principales: "Aquí era
    más fácil conseguir vacante para el maestrazgo,
    porque conocía personas influyentes" y "estaba
    buscando a una mujer que
    he conocido en la Ciudad B, mujer de Recife, por quien me
    apasioné y he venido tentar conquistarla".

    Una vez llegado aquí, "nada he conseguido con
    esta mujer" y es de opinión que el entusiasmo de ella
    por él desapareció. Cree que "esto se debe al
    hecho de yo no tener iniciativa, como por ejemplo,
    aquélla de invitarla a salir a un
    encuentro".

    Posteriormente, en Recife, ha conocido su actual
    compañera, de quien "me enamoré durante un
    año, frecuentando la casa de la misma". Decidieron,
    entonces, vivir juntos.

    Informa también que ha tenido varios
    sueños que clasifica como "eróticos" y que, en
    todos ellos, "el objetivo no queda definido". Explica: en
    tales sueños siente el deseo de tocar, e mirar –
    no sabe decir bien lo qué. Sin embargo, habla que en
    sueño "recentísimo" (entre las sesiones de
    entrevista
    conmigo), ha percibido "un objetivo sexual bien definido: ha
    visto una mujer nuda, por las espaldas, lavando alguna cosa
    en la cocina – ¿una empleada?, pregunta. Y
    entonces, en el sueño, "he sentido gran
    excitación sexual". Por eso "me ha aproximado con gran
    placer de la misma, he introducido el dedo de la mano por
    detrás de ella y ¡el dedo ha caído en un
    lugar gustoso, blando!, pero que "yo no sabía bien lo
    que era".

    Eustáquio es el segundo hijo de una prole de
    cuatro. Tiene una hermana dos años más vieja
    que él, tiene dos años más que el
    hermano y es cuatro años más viejo que la
    hermana más joven. Su padre está jubilado como
    funcionario público de una oficina
    federal, y "es un hombre que
    ha tentado varios negocios
    paralelos: fábrica de dulces caseros, gerente de
    hotel, sociedad
    en bajo, pero nada resultó bien, no logró
    acertarse". Su madre "es una ama de casa hábil para
    ejecutar sus tareas mecánicamente, por ejemplo,
    bañar a un niño, cumpliendo todo que le
    corresponde a ella, pero es una mujer sin calor: no
    acaricia, no da cariño". En este aspecto,
    Eustáquio considera: "Mi padre es mucho mejor que mi
    madre: juguetea, conversa, acaricia los nietos". De su madre
    sólo se acuerda de las expresiones: "Esto es cierto,
    este es errado, haz eso, no hagas aquéllo. Pero
    ninguna aproximación".

    Y prosigue: "A mí me gustaba más mi
    hermana más joven, con quien, hasta los 18 años
    (y los 14 años de ella) tenía juegos
    sexuales que me daban mucha excitación sexual, tales
    como abrazar, rollar sobre el suelo, sin,
    con todo, desnudarse". Explica Eustáquio que "era una
    especie de relación sexual no muy bien definida. Yo
    poco me acuerdo, por otra parte, de la relación con mi
    hermana más vieja y mi hermano". Y añade: "Mi
    hermano es bien distinto de mí: ya tiene su propio
    negocio y sobrevive de su propio trabajo,
    mientras yo dependo, todavía, de la mesada que mi
    padre, todo mes, me envía".

    La hipótesis diagnóstica formulada
    inicialmente fue aquélla de que Eustáquio es un
    paciente obsesivo, con disturbio depresivo grave, de aspecto
    psicótico.

    Al final de la tercera entrevista, entonces, he
    firmado con el paciente el contrato e empezamos el trabajo
    psicoanalítico en consultorio particular y con la
    frecuencia ya expresada. Las supervisiones son semanales, con
    cincuenta minutos de duración.

    Un pequeño resumen de la primera
    sesión da un parámetro de las dificultades
    iniciales del trabajo psicoanalítico y, a
    continuación, la sesión número
    veintitrés ilustra la evolución del proceso
    psicoanalítico y el modo como estoy trabajando con
    Eustáquio.

    Tras la lectura
    de ese tópico nº 1 – Datos
    Personales del Analizando, Resumen de las Entrevistas
    Iniciales y Contrato – el Dr. André Green ha
    hecho una señal para que el presentador suspendiera su
    relato, colocando la materia en
    discusión.

    André Green: Usted presenta un caso
    clínico en forma muy bien organizada, suministrando
    una historia
    de su paciente y un relato de las entrevistas iniciales que
    ya nos permiten pensar bastante sobre el material. Sin
    embargo, no es sobre el caso del paciente que iremos
    conversar ahora, y sí sobre la situación de una
    supervisión.

    Tenemos aquí un conflicto.
    Y yo pregunto: ¿De que lado estará entonces el
    conflicto: del lado de Ednei o de mi lado? Pues no deseo
    interferir en la supervisión de otra supervisora, la
    Dra. Sara Riwka Erlich. Por otra parte, aquí
    está una situación que presenta una doble
    refracción. A través de la visión del
    analista, yo distinguo aquélla del
    supervisor.

    Ahora bien, la cuestión que se coloca
    inmediatamente, entonces, es si hay alguna situación
    en el material presentado que corresponda a esa doble
    refracción – la mirada del analista sobrepuesta
    a la mirada del supervisor. Pregunto si hay algo en la
    estructura
    del caso presentado que corresponda a eso. Lo que nos
    facilita sobremanera responder a esta cuestión es que
    no se trata, en este caso, de un analista decidir
    hipotéticamente sobre el objeto, porque hay, en la
    presentación, la clara formulación de una
    hipótesis
    diagnóstica. Dado este hecho, les voy a mostrar,
    entonces, de que manera voy a encaminar la resolución
    de este conflicto, y comienzo preguntando al Dr. Ednei si
    este diagnóstico es sólo una
    visión de él mismo, o si esta hipótesis
    formulada está de acuerdo con la visión de su
    supervisora.

    Ednei Freitas: El diagnóstico es
    provisional, lo cual significa que el diagnóstico
    final está aún en construcción. A pesar de eso, cuando me
    preparé para presentar este caso a Usted, yo estaba en
    acuerdo con mi supervisora también sobre la
    impresión diagnóstica. El propio
    diagnóstico provisional que he transcrito en mi
    texto de
    presentación se lo ha hecho juntamente con la
    supervisora. A mí me parece que un diagnóstico
    provisional es importante para se empezar cualquier trabajo
    psicoanalítico. Sigo pensando que Eustáquio es
    un paciente depresivo, con aspectos psicóticos, y que
    tiene una estructura obsesiva claramente definida.

    André Green: Sí. Yo, asimismo,
    pienso que una hipótesis diagnóstica es
    importante para empezar un trabajo
    psicoanalítico.

    Ednei Freitas: Yo no se si este
    diagnóstico se mantendrá a lo
    largo…

    El Dr. André Green interrumpe, aquí,
    la frase de Ednei:

    André Green: Sí, estoy de
    acuerdo. Sólo quería saber si su
    diagnóstico está de acuerdo con el
    diagnóstico de su supervisora, o si hay opiniones
    diagnósticas distintas entre Usted y ella.

    Alguien del auditorio: ¿Porqué
    Usted pensó que este paciente tiene trazos
    obsesivos?

    Ednei Freitas: No sería posible traer
    aquí todo el material del paciente. Sin embargo, puedo
    añadir datos, por ejemplo, de la segunda
    sesión, donde el paciente cuenta, de dos maneras
    distintas, todos los pequeños cuadros que hay en la
    arquitectura
    del techo de mi consultorio. Después de contar y
    recontar, él tiene dudas y rehace todas las cuentas.
    Evidentemente, él hace eso todo en silencio y
    sólo viene a me contar después. Hay,
    también, por parte de él, una tentativa de
    control
    del horario de la sesión. Muchas veces él se
    pierde, llegando muy temprano, muy tarde, faltando, queriendo
    cambiar de hora… en fin, hay uma multiplicidad de
    características obsesivas en el paciente que, creo,
    también aparecerán en el relato que voy a hacer
    hoy.

    André Green: Es posible que este
    paciente tenga aspectos psicóticos, pero esto no se lo
    puede, todavía, afirmar con el material presentado
    hasta entonces. Pero ¿qué es lo que llama
    atención de ustedes en este
    paciente?

    Tácito Medeiros: Lo que me llama la
    atención en este paciente es la pasividad. El depende
    de la mesada del padre, y ciertos aspectos de la
    relación de él son superficiales. En estos
    aspectos, las relaciones de él repiten algo
    indefinido: su indefinida relación con la hermana, los
    sueños de él, donde los objetos no están
    bien definidos. Esto es lo que me llama la atención.
    Una indefinición, una dependencia.

    Ednei Freitas: Me gustaría decir
    alguna cosa en apoyo a esta observación de Tácito. En este
    momento estoy tentando ver el caso "desde fuera". Me llama la
    atención, en este paciente, un cierto aspecto que
    nosotros podríamos designar como perverso, este
    aspecto voyeur. Eustáquio no participa,
    sólo observa, sólo ve de largo, toma cuenta,
    queda mirando. Este es un aspecto eminentemente pasivo y de
    una pasividad que muchas veces no se coaduna con la realidad,
    no tiene cabida y, por ello, yo veo estos núcleos como
    psicóticos. Pienso que, generalizando, estoy llamando
    bastante la atención a la pasividad enorme que hay en
    un voyeur; pero, sobre todo en este paciente, yo llamo
    la atención para la inadecuación que existe
    entre su pasividad, que lo hace inoperante, y los reclamos de
    la realidad externa – o sea, su distanciamiento. Por
    ejemplo, hay algunas cosas que, en un mínimo,
    él debería estar practicando en su beneficio,
    de obligatoriedad inmediata para su sobrevivencia física y
    psíquica, pero él no hace: queda sólo
    mirando, observando, pasivo, dependiente, a distancia. Esto
    va a aparecer con claridad en el material adelante, pero yo
    estoy anticipando estas impresiones en apoyo a la
    opinión de Tácito.

    André Green: ¿Algún otro
    comentario?

    Alguien del auditorio: Yo veo un
    inadecuación entre la edad del paciente y su comportamiento, en sus relaciones. Parece que,
    a los 35 años, él siente que no precisa
    presentarse como adulto, ni investir en sus objetos. El viene
    a Recife detrás de una mujer…¡detrás de
    un sueño! Esta desconexión entre la vida que
    él lleva y la vida que vivería un hombre
    adulto, de 35 años, me parece
    significativa.

    Fátima Amaral: Yo no he conseguido
    hasta ahora ver trazos obsesivos. Me parece que se trata de
    algo más grave, yo diría psicótico. Algo
    ligado a esta busca de un objeto no definido.

    André Green: Y ¿cómo
    Usted interpreta esta indefinición del objeto? Quiero
    decir, si usted persiste en su punto de vista.

    Fátima Amaral: Yo tengo
    impresión, por lo general, de que se trata de un
    disturbio más primario. Sólo he pensado en una
    cosa más grave, más avanzada hacia la psicosis.
    Esta indefinición me pareció típica de
    una característica psicótica.

    André Green: ¿Porqué?
    ¿Porqué psicótica?

    Nadie responde a la pregunta del Dr. Green.
    (Silencio).

    André Green: Ahora bien. Aquí
    yo digo que cuando uno no entiende sobre alguna cosa, uno
    enfrenta si ignorancia incriminando esta cosa como algo muy
    grave. Puede ser, aún, que, a medida que el Ednei
    presente más material de este caso, surjan elementos
    que a nosotros nos puedan hacer pensar la patología
    del paciente como teniendo el sentido de una organización psicótica. Esto
    dependerá, también, de la idea que cada uno de
    ustedes tiene sobre lo que es un disturbio obsesivo
    compulsivo. Por ejemplo, tengo colegas que piensan que el
    disturbio obsesivo compulsivo tiene una relación con
    una forma psicótica subyacente. Pero, mientras quedan
    discutiendo sobre este conjunto de caracteres imprecisos, mal
    definidos, que este paciente presenta en análisis,
    ustedes dejan de discutir lo que tiene, realmente,
    importancia.

    ¿Porqué, colectivamente, ustedes
    omiten pensar sobre el dato tan capital que, durante las
    entrevistas iniciales con su futuro analista, este paciente,
    la primera vez, tiene el sentimiento de objetividad, de
    conocer sus objetivos?
    Esto es lo que nos debe interesar a nosotros. Y
    ¿porque? Es porque ahí la transferencia ya
    está establecida. Y ¿que implica el hecho de la
    transferencia ya estar establecida? Implica un cambio
    radical e inmediato en toda la
    organización defensiva del paciente. Hasta este
    momento, su organización defensiva estaba siempre
    estructurada para quedar debajo de este nuevo nivel de
    organización. Hasta el momento en que él fue
    buscar al Ednei, ¿qué ocurría? El
    sólo había buscado al psiquíatra, y esto
    no es por acaso. Esto nos señala algo importante. Y
    ¿porqué? Porque ya sabía que el
    psiquíatra nunca se interesaría por lo que se
    pasaba con él. Salvo cuando el psiquíatra dijo
    que era necesario hacer algunos electrochoques…

    En este punto el Dr. André Green
    sonríe, hace un gesto jocoso con los brazos,
    demoradamente, la clásica "banana", según
    nosotros lo llamamos vulgarmente, mostrando que era la
    "banana" que Eustáquio habria dado al
    psiquíatra cuando le ha hablado de electrochoques. El
    Dr. Green ríe. Todo el auditorio ríe
    mucho.

    NOTA DEL TRADUCTOR: La
    palabra "banana" expresa, en un modo depreciativo, una
    negación total. Es un gesto con los brazos y la mano
    erguida y cerrada que apunta hacia la persona a
    quien se le nega algo, con hostilidad.

    André Green: En este momento,
    ¡el psiquíatra ya no le servía
    más! Vemos, entonces, que el paciente, quien hasta
    ahora estaba protegido por esta defensa de la
    indefinición, encuentra una tal concentración
    conflictual que lo obliga a una reorganización. La
    amenaza del electrochoque fue, sin duda, un factor
    importante. Sin embargo, yo diría que esta amenaza
    sigue, para nosotros, aún indefinida, pues no sabemos
    lo que, exactamente, lo atemorizó.

    Por otra parte, el encuentro con el analista le
    suscita, inmediatamente, un fantasma sexual. No hay ninguna
    duda de que una fuerte transferencia homosexual se establece
    en este momento. En cualquier forma, pienso que es muy
    prematuro decidir hasta que punto, si hay o nó
    depresión psicótica. Además, hay algunas
    cosas que nosotros no sabemos. Su madre le dice: "esto es
    cierto, esto es errado, haz eso, no hagas aquéllo"…
    Ningún calor, ninguna aproximación, ninguna
    intimidad… como hacen los psiquíatras. El padre…
    ¡fracaso! Fracaso en su posición viril… pero
    él es "gentil"… "él juguetea!"… (La
    expresión que el Dr. Green usa para "padre gentil" y
    "él juguetea" es caricatural, un tanto irónica,
    denotando, por su ton de voz, bastante teatralizado, que
    aquéllo no es profundo para el paciente, sino que
    sólo un argumento superficial. Por los tonos de voz
    con que el Dr. Green enfatua este pasaje, interpretando en el
    sentido teatral la voz del paciente, el supervisor nos quiere
    mostrar que lo que tiene importancia, en verdad, para
    Eustáquio, es el padre-fracaso)… ¡Aquí
    está el niño! (Y, en seguida, repite).
    ¡Aquí está el niño!…

    En la constitución rápida de su
    fantasma sexual, diciendo mejor, en la precipitación
    de su fantasma sexual, podemos ver como este paciente fue
    obligado a poner en práctica un retorno sobre si
    mismo. Yo no sé lo que podré hacer con la
    depresión, pues la depresión puede advenir de
    un contexto muy distinto. Pero puedo garantizar una cosa
    (dice el Dr. Green enfáticamente): este paciente tiene
    un medo tremendo de la perversión a que él
    está sujeto a desarrollar.

    Para terminar mis comentarios sobre la primera parte
    de la presentación de este caso clínico, me
    gustaría decir, todavía, algo sobre una
    situación que parece ser sorprendente: sus viajes, su
    recorrido por las ciudades distintas – ciudad A del
    nordeste, ciudad B del sudeste y su vuelta a Recife que,
    hasta donde estoy informado sobre geografía, queda en la cuesta del
    nordeste.

    Se concluye que el paciente vuelve a buscar alguna
    cosa. El vino buscar alguna cosa que perdió en la
    infancia.
    ¿Es lo que da como justificativo para volver a Recife?
    Dice que ha venido al encuentro de personas que le
    podrían dar protección para conseguir ingreso
    en su maestrazgo y, en segundo lugar, que ha venido buscar a
    una mujer. Ahí queda clara la organización de
    su fantasma edipiano.

    Busca una mujer, pero esto no funciona, porque
    él no logra nada con esta mujer. Entonces
    ¿qué hace él? Encuentra a una mujer B,
    con quien se da muy bien. Sí. Simplemente esto. Ella
    es madre de dos adolescentes, tiene dos hijas que él
    jamás tuvo. Ella tiene una posición maternal.
    Conclusión: todo cuanto precisaba él encuentra
    en esta mujer.

    En la característica muy edipiana de su
    sueño erótico, la madre es una buena nodriza de
    edad madura, quien cuida de él, es la mujer
    lavando alguna cosa en la cocina. Ella le muestra a
    él las espaldas y él la penetra con los dedos,
    pero no sabe si es en el ano o en la vagina, debido a la
    confusión defensiva que hace. Simplemente, nosotros
    podemos decidir determinar, por último, si es en el
    ano o en la vagina que él penetra. Todo está
    dado a la comprensión en la imagen que el
    paciente trae de una mujer lavando alguna cosa en la cocina:
    ella lava la suciedad anal. Ustedes pueden ver entonces, en
    la transferencia inmediata homosexual al analista,
    porqué el paciente hizo la substitución de una
    situación erótica homosexual por una
    situación erótica heterosexual; por cuál
    motivo él representa una penetración sexual a
    través de los dedos y no a través del pene. De
    la misma forma podemos entender, también,
    porqué él tiene de enmascarar la
    penetración por el ano, dejando duda si es el ano o la
    vagina que se lo penetra. La relación anal aquí
    está clara: allí está la mujer de
    espaldas lavando la suciedad en la pila de la cocina. Esto
    demuestra, claramente, un deseo de dominación de la
    "imago" fálica materna, y el deseo de ser (o tener)
    este objeto manipulado por esta "imago". ¿Es lo que
    ustedes piensan respecto al problema depresivo? El problema
    depresivo estaría ligado a la enorme ausencia de
    integración de las pulsiones
    sádicas y agresivas.

    Soy de opinión que ahora el Ednei puede
    proseuir en su lectura
    del caso clínico.

  2. Datos Personales del Analizando. Resumen de las
    Entrevistas Iniciales y Contrato:

    Eustáquio no compareció al primer
    día de análisis. Su primera sesión, de
    hecho, ocurrió, por tanto, el segundo día
    reservado a su análisis.

    Eustáquio no toma iniciativa de hablar. Se
    acuesta en el diván y queda en silencio. Observo que
    sus pies están escuros, exhibiendo la marca de la
    sandalia ordinaria que usa, denotando una exposición al sol y al polvo de
    tierra de
    la caminada. Usa una calza vieja, de tejido barato, arrugada,
    la que me ha traido a la memoria
    una ropa de mendigo. Puedo decir que Eustáquio me
    pareció un mendigo desde la cintura hacia abajo. La
    camisa era más fina, aunque no era nueva. Sus manos,
    al contrario de los pies, estaban bien cuidadas, albas, sin
    callosidades, propias exactamente de quien no trabaja con lo
    pesado. La cabeza, también, la parte del tórax
    expuesta por la camisa, la pequeña calva, todas sin
    marcas de
    sol, la tez muy blanca, más me hacían acordar
    de las características de un universitario
    acostumbrado a cuatro paredes que aquélla de un
    trabajador obligado a exponerse al sol. Era evidente el
    contraste que el analizando presentaba a mis ojos: desde la
    barriga hacia abajo un mendigo, desde la barriga hacia arriba
    un universitario. No me saludó al entrar y nada
    habló sobre su falta a la primera
    sesión.

    Cerca de los treinta minutos de la sesión,
    Eustáquio empieza a golpear su propio abdomen con la
    punta del dedo medio derecho, apoyándose sobre la mano
    izquierda, algo que a mí me pareció muy
    próximo del examen médico de la
    percusión.

    Analista: Estoy notando que usted quiere me
    señalizar alguna cosa.

    Paciente: Estoy buscando conversar con mis
    órganos. Pero no lo estoy logrando satisfactoriamente.
    Hay un pedazo aquí, otro allí…

    El analizando hace una pausa y comenta:

    Paciente: Yo he tenido una sensación
    aquí, un dolor (percutiendo el abdomen). Pero no
    sé hablar sobre ella.

    Durante casi todo el tiempo de esta sesión,
    el paciente ha permanecido no sólo silencioso como
    estático. A veces, em movimientos paroxísticos,
    volvía la cabeza a un lado y a otro, agitado. Los
    brazos han permanecido cruzados. Eventualmente llevaba la
    mano a la boca y, por tres veces, a chupado el dedo durante
    la sesión. Su rostro, ora contraido, ora sin
    expresión facial definida, parecía mostrar
    distintos momentos de Eustáquio al transcurrrir la
    sesión.

  3. Resumen de la Primesa Sesión:
  4. Presentación de la 23a.
    sesión:

Eustáquio llega cerca de treinta minutos antes de
su hora.

Paciente: El Jueves yo estaba a camino de su
consultorio, en el ómnibus. Entonces he empezado a
enamoriscar una mujer, en tal manera que, cuando el
ómnibus pasó por aquí, yo he resuelto no
bajar para seguir enamoriscando la mujer. Faltaban,
todavía, unos quince minutos para la hora fijada con
usted. Yo he preferido quedar cerca de ella. Y después, yo
ya no tenía más condiciones de volver al
análisis. El Viernes yo he venido, pero he llegado
más de media hora atrasado. Entonces yo siquiera he bajado
del ómnibus. Nosotros precisamos rever este horario del
Viernes. Yo he tentado, aún, estar listo a tiempo: fui
almorzar más temprano. Pero el restaurante de la
universidad sólo abre a las 11:20 h. ¡No hay tiempo
de veras! Y no hace sentido venir acá sin almuerzo… A
mí me gustaría inclusive proponer a usted que
cambiáramos este horario del Viernes.

Analista: Yo voy a verificar las posibilidades y
converso un otro día con usted sobre el cambio de
horario.

Paciente: La mujer que yo he visto en el
ómnibus a mí me pareció bonita. Dentro de mi
estilo. Es verdad que yo no tengo un estilo muy definido para
mujer bonita, esto depende de la ocasión. Pero a mí
me pareció bonita… Entonces el ómnibus se fue
vaciando y yo fui llegando muy cerca de ella. Sólo no me
he sentido en condiciones de hablar con ella.

Analista: Usted la estaba enamoriscando
¿pero no hablo con ella?

Paciente: ¡Esto no! Para esto había
un cierto bloqueo. Yo estaba como un voyeur. Pero fui
llegando cerca de ella. También una vez conocí una
enamorada en la playa, me agradó, quice encontrarla…
Pero no me acordé más de su rostro.

Analista: Yo percibo que, también en el
ómnibus, usted estaba buscando una mujer sin rostro
definido.

En este punto Eustáquio cambia de
expresión, abre los ojos, descontrae la faz y usa un ton
de voz denotando una emoción que, para mí, hasta
entonces, era inusitada en el paciente. En tono fuerte, de
espanto, ansioso, Eustáquio dijo:

Paciente: Interesante lo que usted me ha
hablado… ¡Es exactamente esto! Yo también ya no
consigo acordarme del rostro de la mujer del ómnibus…
¡Pienso que esto es notable de hecho!…

Eso me acuerda un sueño que yo tuvo este fin de
semana: yo estaba en una relación sexual con una mujer…
pensé que era mi hermana más nueva… Otra hora
parecía que era una ex enamorada, hermana del enamorado de
mi hermana… y era una relación sexual también
indefinida, porque yo no sé bien con que partes del cuerpo
era la relación… en el sueño el pene estaba duro.
Yo soñaba, acordaba, veía el reloj, volvía a
soñar. Yo no estoy seguro, pero
pienso que cuando acordaba yo veía que el pene estaba
duro. Pero no me parece que hubo penetración. Era una
relación sexual, pero parece que más con la parte
de encima de mi cuerpo… No sé si yo introducía el
dedo… Pero yo sentía placer y el pene estaba duro…
Pero sin el placer correspondiente en el propio
pene…

Analista: Usted está buscando una mujer
cuyo rostro está indefinido, una mujer de su pasado, de
una época donde usted no sabía, también,
definir de donde venía el placer, si de los dedos, del
pene, de la boca.

Paciente: Yo quería completar lo que usted
ha dicho: falta también decir del ano… Pues a veces yo
pienso que este placer puede también ser del ano… y yo
ya introducí, aún, el dedo en mi ano. Algunas veces
más de un dedo a la vez.

Analista: Usted estaba buscando, en el
ómnibus, en el horario de su análisis aquí
conmigo, fuera de usted, una mujer que está dentro de
usted mismo. Por lo cual usted ni buscó hablar con la
enamorada del ómnibus, como es habitual en un
voyeur. Usted estaba buscando, en la imagen de la
enamorada del ómnibus esta mujer de su pasado, sin rostro
definido, de una época en que usted no sabía si el
placer venía predominantemente de la boca, de los dedos,
del pene o del ano.

Paciente: Boca… Dedo… Pene… Ano…
¡ahora bien, esto ma hace acordar de un bebé!
Entonces hay sólo dos mujeres posibles: mi tía, que
cuidaba de mí, y mi madre, que tambien cuidaba de
mí. Pero mi tía era más próxima. No
que mi madre no cuidara de mí: ella dedicaba, aún,
mucho tiempo, bañaba, mamadera, todo… pero ella no daba
calor. Yo veo mi madre, por ejemplo, a cuidar de un nieto –
yo me quedo a mirar, observar: ella es capaz de bañar
completamente, dejar al niño muy limpio, cuidar de la
ropa. Pero es sólo la parte física,
orgánica. Falta calor (y Eustáquio hace un gesto de
abrazar a un niño, arrullar envolviendo con los
brazos).

Mi compañera habla que yo soy apasionado por mi
hermana más vieja… pero no es la más vieja, es la
más nueva. Acontece que la hermana más vieja parece
ser más presente porque yo jugueteaba más con ella,
quedaba a mirarla en el baño y ella a
mí.

Pero esto es sólo más reciente. Más
importante para mí fue la hermana más nueva, pero
estos hechos son muy anteriores y los que quedan más
aparentes son los más recientes, ligados a mi hermana
más vieja.

Analista: Usted está confirmando que hay
una confusión, una superposición de imágenes
de mujeres de su pasado remoto, más apasionado, de su
pasado reciente, más vivo en el recuerdo inmediato, y de
su presente, con la enamorada sin rostro definido del
ómnibus, donde usted pretende distinguir, como un
voyeur, reencontrar a la mujer-pasión de su
pasado.

Paciente: Yo puedo entender… es una busca
indefinida de la mujer sin rostro. Yo la busco todos los
días, incesantemente, desde muy joven. Aquí en
Recife, en la Ciudad B, en toda parte… fue siempre así,
(Eustáquio responde con voz emocionada,
ansiosa).

Luego de la lectura de todo este caso clínico, el
Dr. André Green coloca el material en discusión con
la pregunta: ¿Cómo ustedes entienderon este
material?

Silas Benício: Este paciente parece tener
dos partes, una femenina y otra masculina. Con su parte masculina
él busca un relación y se acerca de la mujer del
ómnibus. Es la parte masculina del paciente que lo impide
de ir hasta la sesión y, por ello, é prefiere
quedar en el ómnibus con la mujer-enamorada.

Yo percibo tambíen que el paciente tiene unos
movimientos corporales, como, cuando él, por ejemplo,
apunta hacia sus dos partes que están separadas. El
movimiento del
rostro de él es casi una negativa, es en el rostro que
él se autodefende.

Cuando el Ednei habla que en cierto momento este
paciente queda más aliviado, me parece que esto ocurre en
el momento en que el Ednei focaliza esta mujer no identificada
allá fuera, allá en el ómnibus y no dentro
del setting, no dentro de la relación
transferencial. Cuando el Ednei hace esta transposición
hacia fuera, el paciente se tranquiliza. El gran miedo de
él es aquéllo de que esta mujer que existe dentro
de él se la detecte.

André Green: ¿Y qué es que
usted piensa sobre ello?

Silas Benício: Yo pienso que el Ednei
tiene una dificultad de percibir este conflicto entre la mujer
externa y la mujer dentro del paciente. La mujer transferencial.
El Ednei no está percibiendo que la parte masculina quiere
prender la parte femenina para que esta última él
no la observe, detecte. Posiblemente, es esta parte homosexual
del paciente el punto ciego del análisis. La homosexualidad
del paciente se la debe trabajar en la relación
transferencial.

Fátima Amaral: En resumen, el conflicto no
está siendo trabajado homosexualmente.

(El acto fallido de la Dra. Fátima provoca risas
generalizadas. Al darse cuenta del engaño, la Dra.
Fátima corrige la pregunta y explica que ella quiso decir
"trabajado trasferencialmente").

André Green: ¿Se trata, realmente,
de un conflicto homosexual? (El Dr. Green repite la misma
pregunta, tras silencio).

André Green: ¿Se trata, realmente,
de un conflicto homosexual?

Silas Benício: Yo veo el caso como
teniendo un conflicto homosexual bien presente. Pero con esta
división que hay dentro del paciente, de esas dos partes,
entiendo que existen más cosas más allá del
conflicto homosexual, cosas bien primitivas.

André Green: ¿Qué
cosas?

Silas Benício: A medida que se iba leyendo
el caso, dos imágenes me vinieron a la mente. Una de
ellas, el hombre de
los lobos y la otra: las concepciones de Donald Meltzer sobre la
equivalencia, la equiparación del seno a las
nalgas.

Maria Arleide: Me llama la atención que el
paciente empieza la sesión, la vigésima tercera,
explicando al Ednei los motivos por los cuales él no
había venido al análisis. Y, en seguida, él
pide al Ednei, inmediatamente, para cambiar los horarios. A
mí me pareció que él permanece en
aquélla actitud pasiva
que ya se había destacado inicialmente.

Ednei Freitas: Yo estoy teniendo la
pretensión de haber podido entender algo sobre la
perversión del voyeur a través del trabajo
clínico con este paciente. Pero entiendo mismo que
éste es sólo un aspecto de este caso
clínico. Noto que sobrepuestas al imagen que él ve,
en el presente, de una mujer que él acompaña en el
ómnibus, están representaciones pictóricas
de mujeres de su pasado. Y esta sobreposición de
imágenes no permite que este paciente, por ejemplo, diga
una única palabra a la mujer del ómnibus. Si
él tan sólo hace mirar, es porque,
inconscientemeente, él se apercibe de que la imagen que lo
fascina no es aquélla que él ve. El sabe que no es
esta mujer del presente que él está buscando. Y
sólo una imagen que le aguza la representación de
imágenes anteriores. Pienso que Eustáquio vive
así una parte muy significativa de su cotidiano. Y,
generalizando, a partir de este razonamiento clínico, yo
concluyo que la perversión del voyeur es una
perversión paralisante. Si Eustáquio fuera
adelante, al acto, y hablara con la mujer del ómnibus,
él quebraría el propio encanto de la
situación vivida. Ello frustraría las
fantasías inconscientes que él estuviera viviendo
en aquel movimiento.

Fátima Calife: ¿Quiere decir que
usted piensa, entonces, que el paciente tiene un funcionamiento
preverbal, imágenes y no palabras?

Ednei Freitas: Yo pienso que hay un "qué"
de perversión en este paciente.

Tácito Medeiros: Hay un movimiento que yo
percibo en esta presentación. Hay una presentación
inicial, en la primera sesión, muy visual, del paciente:
El paciente con calva, la camisa, la calza. El expectador,
realizado por el analista, ve un mendigo, ve un universitario, ve
no un trabajador, sino que un hombre de gabinete. Esta
presentación se da respecto de alguien que, ya en la
23a. sesión, habla mucho en lo enamoriscar
– que es un tipo de aproximación sexual por la
mirada. Es un ver de lejos y más la difucultad de hablar.
Es así que él describe la sesión.

André Green: Pienso que, a partir de estas
dos sesiones podemos concluir que hay en Eustáquio un modo
de organización obsesivo-compulsiva, pero que este es un
nivel de organización que crea, para el paciente, una
clase de
escudo, de amortiguador, pero que no es este, probablemente, el
nivel último de la fijación. En cuanto a este modo
de organización obsesivo-compulsiva, nosotros podemos
conceberlo doblemente: ya sea como el producto de
una regresión, con fijación a este nivel, ya sea,
al contrario, como una organización que aparece como
progreso, como posibilidad de ejercer un cierto control, un
cierto desempeño, respecto a cualquier cosa
más desorganizada.

El problema de este paciente es el acto (el Dr.
André Green habla esta frase de manera enfática,
llamando la atención para ella). El problema de este
paciente es el acto. El acto que precisa venir, en ciertos
momentos, para concluir alguna cosa. Siendo así, puedo
decir que él está ocupado en tecer un secreto en
torno de todo
ello y ahí reside todo el misterio de su análisis.
Durante los comentarios que ustedes hicieron antes, todos
insistieron sobre el carácter indefinido. Y esta
preocupación era completamente justificada. Pero ella
sigue sobre una otra forma aquí. Estos son los aspectos
laterales del acto. Nosotros volveremos a este punto más
adelante.

El hecho capital es que el paciente no compareció
a la primera sesión. Es también que, no sólo
él no compareció como también no
experimentó la menor necesidad de dar cualquier
justificativo o el menor pretexto para justificar su
falta.

En resumen, esta primera sesión toma el estatuto
de una sesión que no tuvo lugar. Ella existe, en cuanto
sesión que no hubo. Esto ocurrió, probablemente,
porque lo que acaeció con este paciente en esa
sesión está para allá de su capacidad de
manipulación de las representaciones. Tal hecho se
reproducirá. Pero, esta vez, él mostrará su
capacidad de organización, suministrándonos las
razones que nos harán ver que, de hecho, todos estos
motivos no pueden ser coomprendidos, a no ser como uma
disociación respecto a la organización de los
fantasmas
fundamentales.

Tácito ha insistido sobre el elemento visual y
las relaciones que ello tiene con la posición
voyeurista del paciente. Si ustedes recuerdan de nuevo el
artículo de Freud "Los
instintos y sus vicisitudes", ustedes se recoradarán de
que Freud tiene en vista dos tipos de pares contrastados: el par
voyeurista-exhibicionista y el duplo sadomasoquista. Pero
¿qué quiere decir Freud? ¿Que busca Freud
hacernos comprender? Freud quiere decir que, cuando un acto es
imposible, el sentimiento de interdicción no se limita tan
sólo a la recalcadura, sino que también la
estructura del acto sufre una regresión en dos
direcciones. Una de ellas es en el sentido de la mirada, pero
esto es para mostrar que la mirada es un acto en su doble
composición, activa y pasiva, voyeurista y
exhibicionista; la otra regresión nosotros vamos a
encontrarla en el acto conocido como erótico – es el
sadomasoquismo. Es el sadomasoquismo que, en este momento,
transforma el objetivo del acto y es por ello que la
dominación viene al primer plan. Sin
embargo, la dominación que vemos explícita en el
sadomasoquismo se halla implícita en el
voyeurista-exhibicionista. En este último caso, la
dominación no será directa, sino que
consistirá en escapar a la dominación de
quienquiera que sea, tanto cuanto en ejercer una
fragmentación de la dominación en las
prácticas compulsivas u obsesivas.

A partir del momento en que Tácito insiste en
cuanto a la tonalidad visual de la primera sesión, veamos
lo que hay. El paciente, manifestamente, quiere mostrar alguna
cosa al analista. Y lo que él quiere mostrar es que la
suciedad está presente desde su cintura hacia abajo. Y,
todavía, durante la sesión, él empieza a
golpear con los dedos el abdomen, en un movimiento que recuerda
el examen médico de la percusión. Si juntan estas
dos representaciones, ustedes irán a ver la exacta
equivalencia con el sueño erótico, con la mujer que
lava algo en la cocina, en la que Eustáquio introduce los
dedos. ¿Porqué entonces el paciente no dice
directamente al analista que él repiensa, en esta nueva
forma, el mismo sueño erótico que narró en
las entrevistas iniciales? Es porque allá, durante la
sesión, cuando él ejecuta un gesto médico
con los dedos, sabiéndose que el médico es su
analista, él habria sido obligado a decirle:
"¿Usted sabe? Yo me siento como la mujer del sueño
y yo tengo ganas de que usted introduzca los dedos en mi ano".
Todo ello se pasa en un contexto donde el paciente dice: "Yo
busco conversar con mis órganos". A la primera
sesión, Eustáquio no viene. A la segunda
sesión él viene pero no habla con el analista;
busca conversar con sus órganos. Y dice "yo siento
habitualmente un dolor aquí, pero no sé hablar de
él". Aquí está la primera
manifestación psíquica de su análisis: "Yo
siento habitualmente un dolor aquí, pero no sé
hablar de él". Toda la cuestión aquí es
aquélla de saber si esta invitación a la
transferencia demandaba a responder alguna cosa. Creo que yo
habría dicho alguna cosa. Algo muy banal. No siempre es
fácil hablar de lo que es doloroso.

Todo el contexto psíquico que puede hacer pensar
en fragmentación podrá, tal vez, colocarnos en la
dirección de la depresión
psicótica, de que ya hablamos. Pero lo que constatamos es
que estos fragmentos son rápidamente recubiertos. Y
transcurre ahí que sería precipitado desubrirlos
tan pronto.

Ahora, pasemos a ver como el paciente va a hacer para
hablar y no hablar de ese dolor, y veamos también como el
contacto con su realidad psíquica se expresa bajo la forma
"yo busco conversar con mis órganos".

¿Cuál es el lugar del analista
aquí? El es negado cuando el paciente se apropia de este
lugar, porque es el paciente quien hace el gesto médico. Y
lo hace dramatizando aquéllo que aparece en su
sueño erótico. Ahora vean: en seguida, va a
aparecer la organización obsesiva. Ella está en
todas las cuestiones relacionadas a los horarios de la
sesión analítica. ¿Ustedes saben como es que
se dice en el Ejército? En el Ejército se dice:
"Antes de la hora no es la hora; después de la hora ya no
es más la hora. La hora es la hora". Ahora bien, este
paciente es exactamente ello: o llega muy adelantado o llega muy
retrasado. Y esto es, evidentemente, todo el producto de sus
fantasmas sobre el encuentro con el objeto. A veces hay una
especie de precipitación incoercible; otras veces, al
contrario, hay una manera de retardar, de diluir. Y estas
situaciones son clásicas en la problemática
anal.

Además de que este paciente hace mucho más
que ello. El tenta, por ejemplo, explicar que su falta
ocurrió porque estaba enamoriscando una mujer. Una vez
más, ya sabemos, esto se pasa precisametne en el anticipo
de la sesión. Ustedes todos insisten en su pasividad.
Pero, de hecho, es precisamente su propia pasividad que el
paciente no soporta. Y él propio va a explicar por
qué. ¿Qué significa aquella
conversación sobre el horario de las sesiones?
¿Qué busca él cuando dice: "Nosotros tenemos
necesidad de cambiar el horario del Viernes?"

Busca una cumplicidad con el analista, de modo a
autenticar que las dificultades se pasaran allá fuera,
como ustedes dijeron. Pero, efectivamente, deparamos aquí
con un problema, un punto-llave en la sesión. La
cuestión de llegar retrasado, llegar por adelantado, hacer
que el analista espere o, aún, de sorprender al analista,
se encuenta ahí como una vía paralela con la
cuestión de la mujer de quien él busca acercarse en
el ómnibus. Y reproduce esta última
situación en el análisis: no quiere que el analista
se acerque mucho de él. En la misma manera en el
ómnibus, no puede aproximarse mucho de la mujer.
¿Porqué? Es porque él tiene una
intuición inconsciente de que su deseo comporta algo de
insoportable. Entonces quiere el contrario de la
situación. ¿Qué es que él quiere?
Quiere que la mujer hable con él. Quiere que la mujer sea
ella la parte activa.

La interpretaión mutativa se la ha dado el Ednei
en la 23a. sesión, cuando el analista dice:
"Usted estaba buscando una mujer sin rostro definido (el
Dr. André Green da relieve, con
entonación especial, a la expresión "sin rostro
definido"). Tenemos aquí una interpretación mutativa. ¿Qué
vemos ahí? Vemos que en esta clase de interacción entre el fantasma del acto y el
objeto, el último recurso, el último medio es
aquél de censurar la identificación del rostro.
¿Y aquélla que concierne a esta censura? A la
imposibilidad de representación de una imagen materna que
goza. Porque esto sería intolerable. Sobre todo cuando el
rostro oficial de la madre dice: "esto es bueno, esto no es
bueno, haz eso, no hagas aquéllo"… no tiene calor, es
decir, no tiene nada que prepare para la idea del placer (goce)
de la madre. Y desde ahí transcurre que el placer (goce)
de la madre se hace una experiencia totalmente traumática
y desorganizadora que, en este momento, sumerge al niño en
su ser de niño incapaz de hacer que la madre goce. A
partir de esta interpretación, la sesión toma un
rumbo muy interesante, porque fue justamente cuando el Ednei le
dijo "Una mujer sin rostro definido", que el paciente
recolocó en acto sus mecanismos de defensa
específicos: inmediatamente, él no se acordaba
más del rostro de la mujer del ómnibus; y
después él a asocia con su hermana, insiste en el
hecho de que es su hermana más nueva. ¿Y
porqué? Porque a ella, cuatro años más
nueva, él puede dominar.

El paciente revive la cuestión de la
fragmentación. Así, él dice: "Yo no
sabía bien con que parte de mi cuerpo fue la
relación". Es ello que explica su propensión a la
depresión. Es su identificación con el objeto del
deseo. Lo que quiere decir que, en este momento, no sabe
más si él es él mismo o si él es su
hermana benjamín. Los dos están mezclados.
¿Porqué? Porque un análisis más
profundizado muestra que es él quien está en el
lugar de la hermana y que él también se coloca en
el lugar de la madre. Es exactamente lo que va a decir: es
él quien va a introducir el ano en el diálogo
con el analista y es él quien va a hablar de la tia y de
la madre, como precisaba. Y es esto lo que yo decía antes
de escuchar todo el material: que el paciente quiere ser el
objeto pasivo manipulado por la madre.

Ustedes tienen perfectamente razón cuando dicen
que falta en la sesión un cierto trabajo transferencial.
El analista, intuitivamente, comprendió perfectamente bien
lo que se pasaba, y quiso evitar, para el paciente, una
confrontación con él, analista. Y él, el
analista, se coloca en una posición voyeurista a
través de la interpretación. Pero si el analista lo
hace es porque presiente que este paciente puede resbalar por
entre los dedos.

Es preciso saber que está siempre presente la
posibilidad de este paciente desligarse del acto, desligarse del
análisis y sumergir en la regresión narcisista de
la depresión. Si hubiere un poco de suerte y si las cosas
fueren manoseadas correctamente, se puede esperar que, en la
secuencia de este análisis, fantasías
sadomasoquistas extremamente importantes vengan a surgir. A fin
de cuentas, el punto llave de la cura será que el
masoquismo del paciente, en vez de tomar la forma de fantasmas
perversos o de realizaciones perversas, transforme, esto
sí, la situación analítica en una
reacción terapéutica negativa. Yo creo que es sobre
eso que el analista debería ser particularmente vigilante,
así como tener la preocupación de mantener la
relación muy viva, permaneciendo lo más
próximo posible del paciente, sin crear rupturas
narcísicas.

Fátima Amaral: Me gustaría saber lo
que usted habló acerca de los aspectos psicóticos
que surgen aquí y allí.

André Green: Los aspectos
psicóticos, para mí, permanecen hipotéticos.
Si ellos vinieren a manifestarse, será bajo la forma de
fantasmas de fragmentación, despedazamiento, coloridos por
la posición esquizoparanoide. Tengo mucho más miedo
de que, una vez dada la manera por la cual él
organizó su depresión, podamos verlo sumergir en
una especie de masoquismo. Creo que todo va a depender de la
manera con que él va a tolerar su posición femenina
de base. ¿Es por ello que hace poco yo le preguntaba:
usted está segura de que hay un lado homosexual? Yo creo
que no. Es femenino, sin duda ninguna. Y está relacionado
a la femenilidad ligada a la madre. Si él posee un lado
homosexual, es cuestionable.

Alguien del auditorio: El tiene dificultad de
desembarazarse de su lado femenino.

André Green: Sí. Podemos,
aún, llamar esto de homosexualidad primaria. Pero lo
importante, pienso yo, es que, de una manera general, es
necesario distinguir entre dos posiciones femeninas. Y esto
será un poco el objeto de mi conferencia
mañana. Tenemos de distinguir la posición femenina
respecto al padre, de la posición femenina respecto a la
madre. La posición femenina respecto a la madre, sobre
todo para un niño, es una posición de enajenación. Ella toca muy profundamente al
narcisismo y nosotros vemos esto en una inerpretación que
el Ednei le dió y que dice: "Usted busca una mujer
allá fuera, pero ella está dentro de usted mismo".
El Ednei tiene razón al hacer esta interpretación.
Habría quedado un poco más suave si el Ednei
tuviera dicho: "Pero usted tiene mucho miedo de esta mujer que
está en usted y aquí conmigo", porque en este
momento la homosexualidad es tomada dentro del sentimiento
narcísico de ser. Sólo se puede existir como siendo
una especie de doble de la madre, no sólo una especie de
prolongamiento: la falta de la madre tiene como resultado el
hecho de que la única solución posible sea
Eustáquio venir a ser la madre; no se trata sólo de
ser como ella, pero de venir a ser ella. Y con un fantasma
evidentemente agresivo, enorme, porque hay alguna cosa que no es
reconocida en identidad del
niño.

Alírio Dantas: Lo importante es
interpretar la pulsión de vida tal como ella se presenta
ahí, en el momento de la sesión. Esto no es un
hecho discursivo, pero es la única salida posible, la
única posibilidad de el paciente existir es asumiendo la
imagen de ella; hay una imposibilidad de ser en otra forma. Es
necesario interpretar cuál la imagen que está
presente allí, con el analista. Esto es cercado de mucha
agresividad.

André Green: Pues bien. Yo espero que
nosotros no tengamos hecho la supervisión de nadie y que
cada uno pueda permanecer tal com es, en si mismo.

(Aplausos).□

 

Ednei José Dutra de Freitas

Ph.D psiquíatra, psicoanalista, miembro efectivo
de la Sociedad Psicoanalítica de Rio de Janeiro, ex
profesor de
psiquiatria y psicología
médica de la Facultad de Medicina de la
UERJ (Rio de Janeiro). Miembro Titular de la Sociedad
Brasileña de Medicos Escritores (SOBRAMES) y autor del
libro
Psicofarmacología aplicada a clínica (3a. edición, EPUB. Rio de Janeiro,
2000).

Rio de Janeiro

BRASIL

10/04/2006

Partes: 1, 2
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