- Características
- Análisis
práctico - Texto
expositivo a partir de ciertos datos
históricos - Bibliografía
Texto expositivo.
- Investigar las propiedades de los textos
expositivos. - ¿Qué características,
procedimientos y recursos de los
textos expositivos presentan en común estos
textos? - El texto de
Jarry parodia el texto
expositivo. ¿Por qué? ¿Por qué
no es un texto expositivo? - Con los siguientes datos, escribir
un texto expositivo. Reflexionar acerca de: las
características del emisor y del receptor, competencias
necesarias, objetivos
del texto, etc.
· Los españoles
aparecieron por primera vez en el Río de La Plata en
1516.
· No buscaban
tierras.
· Buscaban un paso que
comunicara el océano Atlántico con el
Pacífico.
· Juan Díaz de
Solís descendió en las costas
orientales.
· Los
querandíes lo mataron a poco de desembarcar.
· Alejo García
oyó hablar de las tierras del Rey Blanco.
· Nace la
obsesión de los conquistadores.
· El "Mar Dulce"
comenzaría a llamarse "Río de la Plata".
Las costumbres de los ahogados
Hemos tenido la ocasión de
establecer
algunas relaciones bastantes íntimas con esos
interesantes borrachos perdidos del acuatismo. Según
nuestras observaciones, un ahogado no es un hombre muerto
por sumersión, pese a que así tiende a acreditarlo
la opinión común: es un ser aparte, con
hábitos especiales y que se adaptaría, creemos, de
maravilla en su medio si se quisiese dejarlo habitar allí
un tiempo
conveniente. Es notable que se conserven mejor en el agua que al
aire libre. Sus
costumbres son extravagantes y
?aunque les guste juguetear en el mismo elemento que
los peces?
diametralmente opuestas, si osamos decirlo así, a las de
éstos; en efecto, mientras que los peces, como se sabe,
viajan sólo remontando la corriente, es decir, en el
sentido que ejercita mejor a su energía, las
víctimas de la funesta pasión del acuatismo se
abandonan a la corriente del agua como
habiendo perdido todo empuje, en una perezosa indolencia. No
revelan su actividad más que por movimientos de cabeza,
reverencias, zalemas, semivolteretas y otros gestos corteses a
los que tiene afición cuando salen a recibir a hombres
terrenos. Estas demostraciones no tienen, a nuestro parecer,
ningún alcance sociológico; no hay más que
ver en ellas el hipo inconsciente del borracho o el juego de un
animal.
El ahogado señala su presencia como la
anguila, por la aparición de burbujas en la superficie del
agua. Se los captura, lo mismo que a las anguilas, con el
arpón; es menos ventajoso tender con esa intención
líneas de fondo.
Se puede ser inducido al error, en cuanto a las
burbujas, por la gesticulación incon-siderada de un simple
ser humano que no está todavía sino en el estado de
pasantía a ahogado. El ser humano, en ese caso, es
extremadamente peligroso y absolutamente comparable, como lo
hemos anunciado más arriba, a un borracho perdido. La
filantropía y la prudencia obligan entonces a distinguir
dos fases en su salvataje: 1) exhortación a la calma; 2)
el salvataje propiamente dicho. La primera operación,
indispensable, se efectúa muy bien mediante un arma de
fuego; pero hay que estar familiarizado con las leyes de
refracción; un golpe de remo basta en la mayoría de
los caso. No queda más ?segunda fase? que capturar al
sujeto con el mismo método que
a un ahogado ordinario.
Es raro que los ahogados viajen en cardúmenes,
a la manera de los peces. Se puede inferir que su ciencia social
es todavía embrionaria, a menos que se juzgue más
simplemente qué es su combatividad y su valor guerrero
los que son inferiores a los de los peces. Es por eso que
éstos se comen a aquéllos.
Estamos en condiciones de probar que hay un
único punto en común entre los ahogados y otros
animales
acuáticos: desovan, como los peces, aun cuando sus
órganos reproductores sean, para el observador
superficial, conformes a los de los hombres; desovan, pese a esta
grave objeción: ninguna resolución prefectorial
protege su reproducción por veda momentánea de
su pesca.
Un ahogado se vende corrientemente a razón de
ochenta y cinco francos en el mercado de la
mayoría de las provincias. He allí una fuente de
rentas decentes y fructíferas para la simpática
población fluvial. Sería
patriótico, entonces, fomentar su reproducción,
mientras que, a falta de esta medida, la tentación es
siempre grande, en el cuidado ribereño y pobre, de
fabricarlos artificialmente, pero iguales en cuanto a prima,
mediante el maquillaje por vía húmeda de otros
ciudadanos vivientes.
El ahogado varón, en la estación del
desove, la cual dura casi todo el año, se pasea en el
lugar del desove, descendiendo, según su costumbre,
siguiendo la corriente, la cabeza adelante, los riñones
elevados, las manos, los órganos de desove y los pies
colgando sobre el lecho del río. Permanece voluntariamente
durante horas balanceándose en las hierbas. Su hembra
desciende así mismo siguiendo la corriente, la cabeza y
las piernas dadas vueltas hacia atrás, el vientre al
aire.
Así es la vida.
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