- Concepto humanista
crítico y emancipador de competencia
humana - El
desarrollo sistemático de las competencias
humanas - Pensamiento
sistemático, creativo y crítico como competencia
humana general - Los
niveles de pensamiento - Un
modelo de pensamiento reflexivo
(sistemático) - Referencias
El pensamiento
sistemático y crítico como competencia
humana general
Vivimos un momento de la historia en que nuestros
pueblos reconocen la necesidad de comenzar a entender y atender,
en forma reflexiva, creativa y crítica, en nuestras familias, vecindarios
y centros educativos, el proceso de
desarrollo
humano integral. La escuela, la
universidad
incluida, tiene que dejar de ser mero centro de distribución de información y desarrollo de
destrezas técnicas;
debe transformarse en un espacio en el que se promueva en forma
deliberada y coherente el desarrollo integral de los estudiantes
en sus múltiples dimensiones.
Tanto la situación histórica como nuestros
principios
éticos, cívicos y religiosos nos obligan a promover
la formación de personas y ciudadanos con nuevas
capacidades y sensibilidades éticas y cívicas. La
UNESCO ha dicho en este mismo sentido que los cuatro aprendizajes
fundamentales para el siglo XXI serán aprender a conocer,
a hacer, a vivir juntos y a ser.
Estas necesidades educativas de nuestro tiempo no se
satisfacen con meros conocimiento y
destrezas específicos; se trata más bien de
fomentar el desarrollo de nuevas mentalidades; de nuevas estructuras
conceptuales; de nuevas actitudes y
sensibilidades; de nuevas formas de conciencia y de
habilidades generales o competencias
humanas. A esta agenda, siguiendo la que nos legara el ilustre
maestro latinoamericanista Eugenio María de Hostos
(1839-1903), nos hemos dedicado por los pasados veinte
años.
Los humanos somos seres de tradiciones, nos alimentamos
de ellas, nuestra vida cobra significado y dirección gracias a ellas. Pertenecer a una
tradición es sentirse parte de un proceso histórico
que nos trasciende, es reconocer que nada importante se construye
en una generación, y que el logro de las grandes
aspiraciones sólo se da en el relevo de las generaciones.
Éstas trabajando sobre un mismo objeto y a la luz de un ideal,
van entendiendo mejor esa realidad y ese ideal y el modo de
aproximar dialécticamente, en teoría
y práctica, lo uno a lo otro a través de la
esperanza y sus proyectos de
futuro.
En la tradición de educación liberadora
que va de Eugenio María de Hostos a Pablo Freire,
reconocemos tres fines que la definen:
Primero la educación como
instrumento de liberación política y
social.
Segundo, la formación integral del ser humano
como meta y contribución de la escuela a dicha
liberación.
Tercero, el desarrollo de la razón y la
formación de la conciencia, la concienciación, como
tarea central de la escuela que busca promover el desarrollo
humano y la liberación.
La estrategia
principal para el logro de estas finalidades comprende
principalmente la formación de los docentes, la
reorganización de la convivencia humana en la escuela y la
implantación un plan de estudios
o currículo, que da estructura y
dirección al fomento del desarrollo del
educando.
En esta tradición y estrategia ser ubica nuestro
trabajo.
Concepto humanista
crítico y emancipador de competencia
humana
El desarrollo humano comprende diversas dimensiones que
se constituyen e integran en la interacción con el medio cultural para
ayudar a configurar la
personalidad. Para propósitos educativos concebimos
estas dimensiones como competencias. Definimos competencia
humana como una habilidad general y forma de conciencia,
producto de la
integración de conceptos, destrezas y
actitudes, que dota al ser humano de una capacidad de
entendimiento, acción
y transformación de sus relaciones con el mundo,
él/ella mismo incluido.
Ser competente significa que la persona tiene el
conocimiento declarativo (la información y
conceptos), es decir, sabe lo que hace, por qué lo que
hace y conoce el objeto sobre el que actúa. Ser
competente, también implica, tener la capacidad de
ejecución, es decir el
conocimiento procesal o las destrezas intelectuales
y psicomotoras para en efecto llevar a cabo la ejecución
sobre el objeto. Finalmente, ser competente implica tener la
actitud o disposición (conocimiento actitudinal)
para querer hacer uso del conocimiento declarativo y procesal y
actuar de manera que se considera correcta.
Cuando una competencia humana general ha alcanzado un
alto grado de desarrollo, al conocimiento declarativo, procesal y
actitudinal se añaden otras dimensiones como el
conocimiento metacognitivo o la autoconciencia, el experiencial y
el creativo
Esto significa que con la experiencia y la
reflexión el ser humano aprende a examinar, evaluar y
modificar su propia competencia (conocimiento
metacognitivo); también desarrolla un saber
situacional o contextual es decir amplia y diversifica el
ámbito de aplicación de su competencia y sabe
ajustar con precisión su competencia a los requerimientos
del entorno y dar respuestas casi inmediatas y efectivas al mismo
(conocimiento experiencial). Finalmente, la persona de
experiencia reflexiva, desarrolla una manera peculiar y siempre
renovada de ejercer su competencia, su propio estilo
(conocimiento creativo).
Nuestro concepto de
competencia se distingue de las versiones conductista e
instrumentalistas del mismo, que ven en al competencia una mera
destreza o proceso que puede aprenderse y "dominarse" por medio
de "entrenamiento".
Las competencias humanas generales son aprendizajes mayores o
comprensivos, resultado de la totalidad de experiencias
educativas formales e informales en las que la persona se
involucra. Son capacidades generales que se desarrollan como
parte del proceso de maduración biopsicocultural, a partir
del potencial humano para el aprendizaje, y
ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a
la persona. Su desarrollo es continuo, gradual y acumulativo. La
escuela es solo un espacio, mejor o peor organizado, para su
desarrollo.
En nuestro trabajo hemos identificado las siguientes
competencias humanas generales como metas de la educación
orientada al desarrollo humano integral, ya sea en la escuela, el
hogar o como proceso autogestivo:
(1) Pensamiento sistemático, creativo y
crítico
(2) Comunicación significativa y
creativa:
(3) Interacción social efectiva
(4) Autoestima y
autoconocimiento
(5) Conciencia moral y
ética
(6) Sensibilidad estética
(7) Conciencia ambiental y salubrista
(8) Conciencia histórica y cívica nacionalidad y
a la humanidad.
(9) Habilidad psicomotora para la recreación
y el
trabajo
(10) Sentido de trascendencia
Nuestro concepto de competencia se distingue de las
versiones conductista e instrumentalistas del mismo, que ven en
al competencia una mera destreza o proceso que puede aprenderse y
"dominarse" por medio de "entrenamiento". Las competencias
humanas generales son aprendizajes mayores o comprensivos,
resultado de la totalidad de experiencias educativas formales e
informales en las que la persona se involucra. Son capacidades
generales que se desarrollan como parte del proceso de
maduración biopsicocultural, a partir del potencial humano
para el aprendizaje, y
ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a
la persona. Su desarrollo es continuo, gradual y acumulativo. La
escuela es solo un espacio, mejor o peor organizado, para su
desarrollo.
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