El Papa Juan Pablo II publicó en mayo de 2004
parte de su autobiografía en el libro
"¡Levantaos! ¡Vamos!". De las reflexiones allí
realizadas es posible, brevemente, tomar algunos puntos
importantes aplicables a la Dirección. Este libro está
impregnado, desde el comienzo hasta el final, por una vida
interior en búsqueda del servicio a los
demás y que manifiesta su motivación
trascendente.
Para comenzar el análisis, nos dice Juan Pablo II
El obispo está siempre en lo alto de un monte,
en el candelero, visible a todos. Debe darse cuenta de que todo
lo que sucede en su vida tiene importancia para la comunidad:
"todos tenían los ojos fijos en él" (Lc 4,
20).
En términos de Dirección es claro el
mensaje para quien se encuentra en el vértice de las
organizaciones, es decir, al Gerente
General o Presidente. Todas las personas están pendientes
de sus decisiones, de su comportamiento, de su manera de ejecutar los
planes de acción,
de su voluntad, de su pasión por el trabajo, de
su entrega a la misión
corporativa, y lo más importante, de su compromiso con los
criterios éticos en su día a día.
Por su visibilidad, el Directivo es un modelo a
seguir por los demás y, en consecuencia, deberá
actuar, de manera consistente, con contenido en términos
de virtudes y valores en
todas las dimensiones de su rol, especialmente en la toma de
decisiones. Juan Pablo II afirma
Se puede decir que una diócesis refleja el modo
de ser de su obispo.
Análogamente podríamos ampliar esta frase,
tan aguda y rica en su significado de la siguiente manera:
cada organización refleja el modo de ser de su
Director General.
Los hombres han tenido siempre necesidad de modelos que
imitar. Tienen necesidad de ellos sobre todo hoy, en este
tiempo
nuestro tan expuesto a sugestiones cambiantes y
contradictorias.
Hace parte de la naturaleza
humana observar modelos de conducta para
incorporarlos a su propia vida. Con su ejemplo, el Directivo
señala el camino a otros dentro de su organización,
proponiendo y construyendo en conjunto una misión
trascendente que propulse la energía intelectual y
emocional de las personas. No se trata de comprometer sólo
a los cerebros… sino también los corazones. Y la manera
de hacerlo es mediante una visión clara ("a dónde")
y unidad de vida, es decir, con un comportamiento en consistencia
con los valores y
virtudes cristianos.
Así como un padre de familia educa
en la fe a sus hijos sobre todo con el ejemplo de su
religiosidad y de su oración, así también
el obispo edifica a sus fieles con su
comportamiento.
No sólo es aplicable a la vida Directiva sino
también a la vida familiar, donde los padres
también ejercen su papel de modelo de comportamiento ante
sus hijos. Lo importante de ver en estos pasajes del libro del
Papa Juan Pablo II es que la actitud, los
valores y los comportamientos del vértice son siempre la
fuente esencial de la cultura en
la
organización y en la familia a
la que pertenece.
Las virtudes modelan la riqueza humana y la convivencia
de un grupo de
personas. Se trata de impulsar y servir a los demás con el
propio ejemplo de vida práctica e interior. De allí
la importancia fundamental de la fuerte formación ética en
quienes tienen este tipo de misiones: Directivos y Padres de
Familia.
No dejemos pasar este mensaje para las personas que
viven en medio del mundo es el siguiente:
Los laicos pueden realizar su vocación en el
mundo y alcanzar la santidad no solamente
comprometiéndose activamente a favor de los pobres y los
necesitados, sino también animando con espíritu
cristiano la sociedad
mediante el cumplimiento de sus deberes profesionales y con el
testimonio de una vida familiar ejemplar.
La fuerza interna
que lo irradia es la capacidad de servicio a los demás. Un
auténtico líder
tiene una mentalidad clara de servicio a los demás.
Así lo deja claro en el libro autobiográfico:
"¡Levantaos! ¡Vamos!".
Hay siempre un problema en la relación entre
autoridad y
servicio. Tal vez deba reprocharme a mí mismo por no
haber intentado lo suficiente para mandar. En cierta medida es
debido a mi temperamento. Pero de algún modo hace
referencia también al deseo de Cristo, que pidió
a sus Apóstoles servir, más que
mandar.
Cuando asume una actitud de servicio, el líder,
el vértice de la familia o de la organización,
tendrá de sus seguidores, empleados e hijos una actividad
activa para escucharlo y seguir sus lineamientos, pues en el
fondo esto se refleja; sin esfuerzo irradia la transparencia de
sus intenciones: el beneficio para los demás y no el suyo
propio.
La motivación
del líder habrá de ser siempre el servicio a los
demás y no él o ella misma. Esto mismo lo afirma
Jordi Canals, Director General del IESE –Universidad de
Navarra, en un artículo sobre el tema de la
Dirección General:
La responsabilidad primera de un alto directivo es
servir a quienes debe mandar, a aquellas personas sobre quienes
ejerce autoridad. Y este servicio debe ser ejemplar, es decir,
debe ajustar el tono de la melodía que el resto de
la empresa
interpretará para servir a los clientes
creando valor
económico en el proceso
La ejemplaridad del alto directivo incluye un abanico
de virtudes y hábitos muy extenso: la profesionalidad,
la fortaleza, la justicia, el
respeto, la
humildad o la constancia… son, por citar algunas
virtudes necesarias para dar un buen servicio, realizar un buen
trabajo y
lograr que la empresa pueda
proyectarse a largo plazo.
La unidad de vida y los pequeños detalles, son
aspectos fundamentales en el comportamiento del alto directivo.
Le permite construir la confianza a su alrededor mediante la
profesionalidad, la integridad moral y el
respeto por el trabajo de los demás. Continúa
Canals en su artículo:
Se trata, más bien, del estilo de trabajo, del
modo de hacer las cosas, de la coherencia entre lo que se dice
y lo que se hace, y que se manifiesta en detalles en ocasiones
diminutos, que apenas se perciben por la razón…
se trata de cuestiones como la afabilidad en el trato, el
sentido de exigencia, la serenidad…Estamos ante actitudes
menudas, pequeñas, por parte de los altos directivos,
pero con un significado claro para las personas que participan
en un proyecto
profesional.
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