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Hugo Chavez y la guerra de resistencia (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Partes: 1, , 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

La dificultad y la necesidad de establecer
contacto con todas las partes

A fin de acceder a las
víctimas de la guerra, el
CICR debe negociar con las diferentes partes beligerantes. Aunque
los Convenios de Ginebra confieren al CICR el derecho a realizar
ciertas actividades durante los conflictos
armados internacionales [49], como visitar prisioneros de guerra,
en la práctica necesita obtener el consentimiento de la
parte pertinente para hacerlo.
Resulta relativamente fácil entrar en contacto con los
órganos de Gobiernos establecidos, pero la
situación cambia cuando se trata de alcanzar a entidades
no gubernamentales. Algunos incluso encuentran sospechoso que, en
esos casos, el CICR tenga que negociar con organizaciones
prohibidas o "criminales".

Es posible que se impidan los contactos con los
movimientos rebeldes, para negar a éstos toda forma de
reconocimiento. Pero al impartir esa orden, la parte que lo hace,
por lo general el Gobierno, deja de
lado la oportunidad de comenzar a negociar o llegar a un acuerdo
con los rebeldes, al menos sobre cuestiones humanitarias. A
menudo, ese contacto debe realizarse por vías indirectas o
a través de intermediarios, antes de poder
establecer relaciones más estrechas en zonas de conflicto.

A medida que se acentúa la asimetría, la
falta de licitud y legitimidad dificulta aún más
los contactos [50]. Si los grupos o
movimientos se clasifican directamente como criminales, sin
derecho a empeñarse en un conflicto armado, como sucede en
la "lucha contra el terrorismo", a
menudo el contacto con ellos no sólo es ilícito
sino que puede poner en peligro a la delegación del CICR.
Sin embargo, los contactos con todos los beligerantes son
fundamentales para que la Institución pueda llevar a cabo
sin obstáculos sus actividades en esas zonas.

En el mejor de los casos, el CICR puede
hacerse escuchar en forma indirecta, por conducto de las relaciones
públicas o mediante cautelosos contactos con
simpatizantes, ya que los posibles perpetradores de actos
criminales tienden a moverse en las sombras. A menudo, la
Institución tiene acceso a ellos sólo cuando han
sido capturados, en otras palabras, cuando visita a
prisioneros.

Así pues, en las situaciones
asimétricas, el CICR frecuentemente se ve obligado a
adivinar, a partir de contactos indirectos e información incompleta, si tiene el asenso
de los beligerantes y si podrá acceder a las
víctimas de las hostilidades en condiciones relativamente
seguras. No puede desplegar acciones
humanitarias sin ese nivel mínimo de garantías y de
acceso a las víctimas [51]. Por su propia naturaleza, no
puede forzarse a un beligerante, contra su voluntad, a aceptar
ayuda humanitaria, sin que la misma organización que la presta se transforme en
un elemento de la maquinaria
bélica.

La acción
humanitaria puede ser contraria a los fines de la
guerra

Las organizaciones humanitarias pueden
ofrecer ayuda y protección sólo si estas acciones
son compatibles con los fines de las partes beligerantes o si, al
menos, no entran en conflicto con ellos. Como ya se ha dicho, es
preciso obtener el consentimiento de jure y de
facto
. En la mayoría de los casos, los beligerantes
deniegan el consentimiento cuando una operación
determinada no encaja en los fines declarados o reales de las
partes. En el peor de los casos, el asesinato de un delegado o el
saqueo de una delegación son un claro aviso de que el
consentimiento no existe o que ha sido retirado por al menos una
de las partes en el conflicto. El asesinato de seis colaboradores
del CICR en el Congo oriental, en 2002, es un trágico
ejemplo de esa situación.

En una guerra sin cuartel o en las "guerras
identitarias" de índole étnica o religiosa, cuya
finalidad es expulsar o exterminar al enemigo, hay pocas
posibilidades de desplegar con éxito
la acción humanitaria. La situación es incluso
más peligrosa cuando los delegados abocados a las operaciones
humanitarias son vistos como "objetivos
blandos" y se convierten en blanco de ataques, como
sucedió, por ejemplo, en Irak. En esos
casos, hasta las organizaciones humanitarias son consideradas
civiles enemigos.

El interés de
los beligerantes en la acción
humanitaria

A menudo, el hecho de que la parte con mayor
fuerza militar
acepte que el CICR despliegue actividades de protección no
tiene que ver con la reciprocidad, ni depende necesariamente de
ella. El público al que está destinada esa medida
es el pueblo de esa parte y la comunidad
internacional. El mensaje implícito es que ese
consentimiento es de índole humanitaria y que se
dará un trato humano incluso al enemigo, a veces con la
esperanza de que el enemigo y sus simpatizantes finalmente se
convenzan de que vale la pena respetar los principios
humanitarios fundamentales.

En las guerras asimétricas,
frecuentemente se permite al CICR actuar por razones puramente
humanitarias, no jurídicas, para que no parezca que se
está confiriendo licitud al adversario. Las partes
más débiles en un conflicto normalmente acogen con
satisfacción la ayuda humanitaria, siempre que no la
perciban como un instrumento del adversario, que por lo general
es el Gobierno. Sin embargo, la parte más débil
también puede instrumentalizar la ayuda humanitaria, o
ésta puede resultar esencial para su supervivencia. Por un
lado, una operación de ayuda ofrece a la población civil necesitada la esperanza de
que la comunidad internacional no es completamente indiferente a
su suerte y que hay una luz al final del
túnel; por el otro, los insurgentes intentan obtener un
cierto grado de legitimidad mediante la presencia de los
colaboradores extranjeros que integran los equipos de las
organizaciones internacionales de ayuda humanitaria. Por
último, ni siquiera una supervisión estricta de la entrega de
socorros puede garantizar que las partes beligerantes no se
beneficien de ellos, por lo menos
indirectamente.

El marco temporal de la acción
humanitaria

En los conflictos asimétricos, la
ayuda humanitaria está sujeta a las mismas leyes que en
todos los demás conflictos; según los antecedentes,
el propósito y el momento, la ayuda puede ser vista como
algo deseable, indeseable o como un término medio entre
esos extremos. La ayuda que no tiene en cuenta los intereses de
las víctimas también puede ser contraproducente. Si
se desea proporcionar asistencia eficaz durante una guerra, la
protección de las víctimas debe estar estrechamente
vinculada con las operaciones de ayuda.

En todos los conflictos, las actividades de
ayuda humanitaria pueden ser incompatibles con las finalidades de
la guerra táctica o con la seguridad del
personal
humanitario. Raras veces las hostilidades se suspenden total o
parcialmente para permitir la acción humanitaria.
Además, esos altos el fuego son muy diferentes de la
situación que se encuentra en las guerras donde la
asimetría es muy marcada.
En gran medida, el arte de la
guerra asimétrica reside en la diferente rapidez con
la que las partes se hacen la guerra [52]. Normalmente, la
asimetría que surge de la fuerza lleva a acelerar las
hostilidades y aventajar al adversario. Las partes más
débiles tienden a frenar y prolongar la
guerra.

En consecuencia, el marco temporal de la
acción humanitaria también puede variar. En la
breve primera fase de la guerra, el despliegue masivo de armas y la
rápida evolución de las necesidades hacen
difícil proporcionar la ayuda, como sucedió, por
ejemplo, en la fase inicial de la guerra de Irak. Aunque
había gran necesidad de la acción del CICR, los
intensos bombardeos limitaron la capacidad de la
Institución, por razones de seguridad. En la segunda fase,
que parece interminable, el conflicto abierto se ha transformado
en una guerra encubierta y en una guerra de ocupación. Al
mismo tiempo, ha
comenzado la reconstrucción de la infraestructura del
país, que sufrió graves daños. Al menos por
ahora, la reconstrucción no parece coherente con los
objetivos de la que es, hasta ahora, la parte más
débil desde el punto de vista militar. Nuevamente, esto
demuestra que los fines de la guerra van más allá
de la acción militar y que la noción puramente
militar de la guerra comienza a perder vigencia. Por esta
razón, las operaciones de ayuda humanitaria a veces son
incompatibles con los objetivos políticos de alguna de las
partes, por lo cual resulta prácticamente imposible
llevarlas a cabo [53].

En esta etapa, la tarea principal del CICR
es la protección humanitaria, sobre todo las visitas a los
prisioneros de guerra y a los internados. Naturalmente, esa tarea
se centra en la parte más fuerte desde el punto de vista
militar, que cuenta con las instalaciones necesarias. Es
prácticamente imposible esperar una actitud de
reciprocidad en las guerras asimétricas, ya que, por lo
general, la parte débil no puede ni quiere tomar
prisioneros.

En el delicado y, casi siempre, muy
difícil período de transición que sigue al
final de un conflicto armado abierto, o al final efectivo u
oficial de una ocupación, la situación de los
miembros más vulnerables de la población suele
deteriorarse; la necesidad de seguridad aumenta a causa de las
amenazas que plantean los ex combatientes y la situación
general, que sigue siendo precaria. Al intentar responder a las
múltiples necesidades de la población
después de un conflicto, se plantean diversas cuestiones a
nivel de la política general
[54]. La incertidumbre, o la ausencia de un acuerdo sobre
un marco jurídico claro, no facilitan las actividades de
protección, y menos aún si, al mismo tiempo, tiene
lugar un cambio de
régimen. La labor humanitaria se enfrenta con el
permanente problema de la seguridad, las líneas entre la
ayuda de corto y largo plazo se difuminan más aún,
y la transición de la ayuda de urgencia a la ayuda para el
desarrollo, de
por sí difícil, se ve
obstaculizada.

Hincapié en la
independencia

Aunque el CICR ha de mantener un diálogo
estrecho con la parte en el conflicto que es más poderosa
en el plano militar, debe velar por permanecer visiblemente
independiente. Esa independencia
es esencial para asegurar que la acción humanitaria no sea
utilizada por el adversario más fuerte como un instrumento
para promover sus propios intereses [55]. La única
obligación del CICR es la que tiene hacia las
víctimas de las hostilidades, y el único
propósito de su cooperación con todas las partes en
el conflicto es proporcionar la ayuda humanitaria a las
víctimas en una forma imparcial y no
discriminatoria.

La creciente militarización de la
actividad humanitaria y la amalgama entre la asistencia militar y
la humanitaria representan graves problemas para
las organizaciones de socorro, porque esas tendencias amenazan la
independencia de su acción, o por lo menos, la percepción
de su independencia [56]. Si las organizaciones
humanitarias se asocian con las fuerzas militares, existe el
grave riesgo de que ya
no sean percibidas como imparciales e independientes del control
político; si se difumina la línea divisoria entre
la acción humanitaria y la militar, puede degradarse la
idea misma de la acción humanitaria, de la ayuda imparcial
a las víctimas.

Es allí donde reside, quizá,
la principal preocupación de la Institución, ya que
esta situación puede desvalorizar el concepto de la
acción humanitaria a los ojos de los beligerantes,
comprometer la independencia de sus actividades y amenazar la
seguridad de los trabajadores humanitarios, si se los asocia con
el enemigo [57]. Esta inquietud se debe menos a las
limitaciones de la acción humanitaria militar per
se
que a las repercusiones "contagiosas" que puede tener en
la acción humanitaria civil y en las víctimas de
las confrontaciones armadas [58].

En principio, el CICR excluye, por ende, el
recurso a la protección armada de sus operaciones
humanitarias [59]. La Institución permite la
protección armada únicamente en circunstancias muy
excepcionales, cuando lo considera indispensable para defender a
sus colaboradores o su infraestructura contra la delincuencia
común. Pero no acepta la imposición de servicios
humanitarios contra la voluntad de una de las partes en el
conflicto. Además, el CICR siempre insiste en su absoluta
independencia logística de todas las partes en el
conflicto, con lo cual pone de manifiesto que posee una identidad
distintiva propia.

La neutralidad como un instrumento
operacional

En el derecho
internacional, la neutralidad de los Estados significa no
interferir en una guerra (principio de no intervención),
no darle a un adversario una ventaja militar respecto de otro
(principio de prevención), y tratar a todos los
adversarios en forma igualitaria (principio de imparcialidad). Ya
reducida por la Carta de las
Naciones Unidas,
la neutralidad ha seguido perdiendo importancia debido al
creciente número de conflictos internos, aunque conserva
su trascendencia en el derecho internacional humanitario
clásico.

No obstante, la neutralidad de las
organizaciones humanitarias es tan importante para el CICR como
su independencia respecto de los protagonistas políticos.
Para granjearse la confianza de las partes en el conflicto, este
principio exige no sólo que el CICR no participe en las
hostilidades, sino que tampoco intervenga en controversias de
índole política, religiosa o ideológica
[60]. Por lo tanto, la neutralidad no debe equipararse con
la neutralidad de los Estados conforme al derecho internacional:
para el CICR, no es un fin en sí mismo ni un principio
filosófico, sino un medio operativo para llegar a las
personas necesitadas. Las organizaciones humanitarias no
están obligadas a ser neutrales, y la Corte Internacional
de Justicia, en
la sentencia del caso Nicaragua, ya mencionada, tampoco
exigió que la asistencia humanitaria sea neutral en todas
las circunstancias. Empero, con arreglo a los Estatutos del
Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja
[61], el CICR está obligado a respetar el principio
de la neutralidad tal como lo entiende el Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja.

Para el CICR y el derecho internacional
humanitario, las cuestiones relativas a la licitud, y, en
general, a la razón de una guerra, no influyen sobre la
acción del CICR a favor de las personas afectadas por el
conflicto y la aplicabilidad de la ley. El
único objetivo es
proteger y ayudar a las víctimas de la guerra,
independientemente de las razones políticas,
religiosas o ideológicas de la guerra o de que ésta
haya sido permitida o no por una resolución del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.

Naturalmente, los delegados sobre el terreno
deben analizar minuciosamente las razones de la guerra a fin de
adaptar su acción humanitaria a las circunstancias
locales, aunque sólo sea para velar por su propia
seguridad evitando frustrar, a sabiendas o no, los objetivos y
las intenciones de los beligerantes. En interés de las
víctimas de la guerra, el CICR y sus delegados deben
insistir en que debe establecerse una distinción
conceptual clara entre la licitud de una guerra y el derecho que
rige la conducción de las
hostilidades.

En las guerras asimétricas, el CICR
se esfuerza por que las partes acepten su neutralidad y su
independencia [62]. En esos conflictos, hay una frecuente
tendencia a proclamar una guerra justa (o santa) y a negar toda
legitimidad al adversario. Esa situación dificulta al CICR
la tarea de proporcionar ayuda humanitaria a todas las
víctimas, independientemente de la parte a la que
pertenezcan. Resulta difícil reconciliar la neutralidad
con la exigencia que ambas partes suelen plantear en estas
situaciones: que la Institución tome partido.
Además, algunos consideran que la neutralidad es
moralmente censurable porque no se adopta ninguna decisión
con respecto a la licitud o la ilicitud de la
guerra.

En situaciones marcadamente
asimétricas, el concepto de la neutralidad suele ser
despreciado, sobre todo cuando el adversario es tratado como un
criminal. Por el contrario, el mero contacto con el enemigo se
considera como una aprobación de sus objetivos y acciones,
o incluso se estigmatiza como un acto de complicidad. La misma
idea de que el CICR juegue un papel de intermediario neutral en
el marco del derecho internacional humanitario, aunque sea
sólo con respecto a cuestiones humanitarias, es más
fácil de rechazar.

El hecho de criticar o denunciar los actos
de las partes como violaciones del derecho internacional
humanitario también se considera una violación de
la neutralidad. Si el adversario más débil comete
una infracción grave del derecho internacional e incluso
recurre a actos de terrorismo, esa situación
afectará fácilmente a toda crítica
que se haga de los actos de la parte militarmente más
fuerte. A la inversa, la parte más débil
inmediatamente considerará que la crítica que se le
dirige indica una postura favorable a la parte más fuerte.
Como la parte más débil desde el punto de vista
militar debe recurrir a medios
prohibidos en el plano internacional para contrarrestar la
asimetría militar, no tarda en sospechar que la
crítica está destinada a despojarla de su
última oportunidad de enfrentarse con su enemigo
más poderoso.

Sin embargo, el CICR considera que, en
interés de las víctimas, está obligado a
entablar contacto con todas las partes, incluso si desaprueba los
medios o los métodos de
la guerra que utilizan, y debe poner en claro su posición
acerca de ello. El propósito principal de la neutralidad
es permitir al CICR ayudar a las víctimas de la guerra
[63]. En las diferentes situaciones de conflicto, las
acciones se han de planificar de modo tal que, en un contexto
dado, sean tan neutrales como sea posible y se perciban como
tales. Así pues, el CICR puede verse obligado a adoptar
diferentes estrategias en
diversos escenarios de conflicto y contextos culturales, sin
perjudicar su identidad global.

Percepción de la
neutralidad

 La neutralidad podría tener una
connotación pasiva; su significado podría
percibirse como "no hacer nada" o "mantenerse al margen". Como ya
se ha mencionado, el elemento esencial, la confianza de los
beligerantes, se obtiene en forma dinámica, no sólo a través de
acciones sino también de percepciones. Una gran variedad
de medidas, fenómenos y símbolos, así como los esfuerzos
realizados por convencer y negociar con todas las partes en un
conflicto son los medios utilizados para granjearse la confianza
necesaria.

Las partes en los conflictos
asimétricos suelen pertenecer a diferentes grupos
políticos, religiosos o étnicos, y si piensan que
el CICR toma partido, no sólo se obstaculiza o impide la
acción humanitaria, sino que también se generan
problemas de seguridad. En algunos contextos, el CICR
también debe tener en cuenta la nacionalidad,
la religión o
el origen étnico de sus delegados cuando selecciona la
zona a la que serán asignados, para reducir los riesgos de
seguridad para su personal y asegurar que éste pueda
llegar hasta las víctimas.

Los orígenes occidentales del CICR,
su estructura
financiera basada en contribuciones sustanciales aportadas por
países desarrollados, incluido Estados Unidos, y
sus recursos que,
pese a ser esenciales, suelen parecer lujosos en
comparación con las circunstancias locales, se suman para
dar la impresión, incluso acentuada por el emblema de la
Cruz Roja, de una organización occidental y cristiana.
Aunque el CICR, al igual que otras organizaciones humanitarias,
no permite que esos factores afecten su labor, muchos
probablemente no pueden dejar de sospechar que, en ciertas
situaciones, la Institución no es neutral. Es
difícil luchar contra esas percepciones. El CICR debe
procurar que se lo clasifique, globalmente, como una
institución neutral en cuanto a las actividades que lleva
adelante en todo el mundo. El logro de este objetivo requiere
coherencia, paciencia, energía y mucho trabajo, sobre
todo para convencer a las partes que rechazan al CICR. El
objetivo es la aceptación de la Institución y,
sobre todo, la aceptación de su ayuda humanitaria
imparcial en estas nuevas situaciones de
conflicto.

Conclusión

Las guerras asimétricas no encajan en
el concepto de la guerra enunciado por Clausewitz ni en la
noción tradicional del derecho internacional humanitario.
La desigualdad entre las partes beligerantes no deja de
acrecentarse y el principio de la igualdad de
las armas deja de ser aplicable; sus objetivos son dispares y
emplean medios y métodos disímiles para lograr sus
objetivos. Los conflictos armados internacionales clásicos
entre Estados de fuerzas militares aproximadamente iguales se
están transformando en la excepción; por otro lado,
las guerras internas se combaten, mayormente, entre adversarios
que son desiguales desde muchos puntos de vista. En una guerra
asimétrica, la parte más débil en el plano
militar puede verse tentada a emplear métodos
ilícitos para vencer la fuerza del adversario y explotar
sus debilidades. El terrorismo internacional, que puede
equipararse a una situación bélica, ya que
trastorna las sociedades e
incluso el orden mundial, es el epítome de ese tipo de
guerra asimétrica.

 La asimetría presenta
ramificaciones con respecto a la licitud de la guerra, la
legitimidad de los beligerantes y los intereses en juego en la
aplicación del derecho internacional humanitario.
Nuevamente, va ganando terreno el concepto de la "guerra justa",
los enemigos se criminalizan y a veces se califican de
"terroristas" aunque ese calificativo no siempre esté
justificado, y se les niega la igualdad incluso en el marco del
derecho internacional humanitario. La expectativa de la
reciprocidad, como un motivo fundamental para respetar la ley,
queda a menudo defraudada y el comportamiento
pérfido reemplaza a la lucha honorable. Las operaciones
encubiertas están sustituyendo a las batallas
abiertas.

El ámbito del derecho internacional
humanitario no debe extenderse en demasía. No puede
aplicarse a situaciones diferentes de las que está
destinado a abarcar, porque puede conducir a orientaciones
erróneas. Esto se aplica especialmente a la lucha contra
el terrorismo internacional, que, a pesar de ofrecer muchos
aspectos que le confieren el carácter de una guerra, no es
necesariamente equivalente a un "conflicto armado" en el sentido
que el derecho de la guerra atribuye actualmente a esa
expresión.

Sin embargo, esto no significa que las
confrontaciones más marcadamente asimétricas se
desarrollen en un dominio
internacional donde no impera la ley. Más allá de
la posible aplicabilidad del derecho internacional de los
derechos
humanos y el derecho penal
internacional, las "consideraciones elementales de humanidad",
consagradas en el artículo 3 común a los cuatro
Convenios de Ginebra de 1949, siguen representando un criterio
mínimo para todas las situaciones de violencia
armada, dado que constituyen normas
universalmente vinculantes para todas las partes en situaciones
de violencia armada, incluso las desiguales y
asimétricas.

Del mismo modo, las guerras
asimétricas suelen plantear dificultades a la
acción humanitaria. Los recientes ataques contra
organizaciones humanitarias, incluido el CICR, tanto en Irak como
en Afganistán, han demostrado que la ayuda humanitaria
puede ser contraria a los intereses de las partes o, lo que es
incluso peor, que los ataques contra los trabajadores
humanitarios pueden promover la causa de los beligerantes. Una
organización humanitaria como el CICR sólo puede
esforzarse por respetar estrictamente sus principios de
independencia con respecto a los protagonistas políticos y
militares, así como su neutralidad respecto de la causa o
los resultados del conflicto, y, lo que es igualmente importante,
lograr que los demás perciban esa actitud. Debe
concentrarse en un solo objetivo: proporcionar ayuda imparcial,
sin discriminación alguna y basada
únicamente en las necesidades de las víctimas de la
violencia armada.

NOTAS:
[1] Antiguo Testamento, La historia de David y
Goliat,
Samuel 1, capítulos 16-18.
[2] V. Herfried Münkler, Die neuen Kriege, 6ª
ed., Rowohlt Verlag, Reinbeck bei Hamburg, 2003, pp. 63 y ss.
[3] V. Walter Laqueur, Krieg dem Westen. Terrorismus im 21.
Jahrhundert
. Propyläen-Verlag, Berlín, 2003.
[4] En la Conferencia de
Casablanca (realizada del 14 al 24 de enero de 1943), Winston
Churchill y Teodoro Roosevelt decidieron continuar con las
operaciones en el Mediterráneo una vez expulsados los
alemanes y los italianos de África del Norte. Esta
decisión coincidía con la preferencia de Churchill
por un ataque a través del "vientre del Eje" en lugar de
un avance más directo hacia Alemania a
través del noroeste de Europa en 1943 (a
menudo, esta frase se cita erróneamente como "el blando
vientre del Eje").
[5] V. Steven Metz, "La guerre asymétrique et
l’avenir de l’Occident", Politique
Étrangère
, 1/2003, pp. 26–40, p. 30.
[6] Metz, ibíd., pp. 31–33.
[7] V., en especial, una serie de artículos sobre la
guerra asimétrica con respecto a la idea de una revolución
en los asuntos militares (Revolution in Military Affairs –
RMA) en el debate que
tuvo lugar en Estados Unidos tras el fin de la guerra
fría. Asymmetric Warfare (RMA Debate in Project
on Defense Alternatives); en: http://www.comw.org/rma/fulltext/asymmetric.html
(según consulta del 6 de julio de 2004). De la
abundante literatura (estadounidense)
sobre el tema, véase, en particular: Roger W. Barnett,
Asymmetrical Warfare: Today’s Challenge to US Military
Power
, Brassey’s Inc., Virginia, 2003;
Barthélemy Courmont y Darko Ribnikar, Les guerres
asymétriques
, Presse Universitaire de France,
París, 2002; Jacques Baud, La Guerre asymétrique
ou la défaite du vainqueur
, Ed. du Rocher,
París, 2003; Anthony H. Cordesman, Terrorism,
Asymmetric Warfare, and Weapons of Mass Destruction
;
Defending the U.S. Homeland. Praeger, Westport, 2002;
The Four Thrusts Meet Asymmetric Threat, Attack Database,
Achieve Interoperability, Revitalize Work Force,
Defense
Intelligence Agency, Washington, 2001; en: http://www.dia.mil/This/Fourthrusts/index.html
(según consulta del 6 de julio de 2004); The
First War of the 21st Century: Asymmetric Hostilities and the
Norms of Conduct
, Strategic and Defence Studies Centre,
Working Paper n.º 364, Australian National University,
Canberra, 2001; Paul Rogers, Political Violence and Asymmetric
Warfare
, Brookings Institution, Washington, 2001; en:

http://www.brook.edu/dybdocroot/fp/projects/europe/forumpapers/rogers.htm

(según consulta del 6 de julio de 2004); Josef
Schröfl y Thomas Pankratz (eds.), Asymmetrische
Kriegführung — ein neues Phänomen
der Internationalen Politik?
, Nomos Verlagsgesellschaft,
Baden-Baden, 2003; Laurent Muraviec, La guerre au
XXIe siècle
, París, 2001; Pierre
Conesa (ed.), "La sécurité internationale sans les
Etats", Revue internationale et stratégique,
n.º 51, otoño de 2003.

[8] Hasta los oficiales militares chinos
intentan "proponer tácticas para países en
desarrollo, en particular China, para
compensar su inferioridad militar frente a Estados Unidos en una
guerra de alta tecnología".
Qiao/Liang/WangXiangsui, Unrestricted Warfare, Beijing,
1999 (citado en Herfried Münkler, op. cit. (nota 2),
p. 276, en nota 21). Sobre el mismo tema, v. también
Arthur Bruzzone, "Asymmetrical warfare cuts both ways",
American Daily, 3 de enero de 2004; en: http://www.americandaily.com/article/1837
(según consulta del 6 de julio de 2004).
[9] V. también "Asymmetric Warfare", The USS Cole, and the
Intifada, The Estimate, vol. XII, n.º 22, 3 de
noviembre de 2000; en:http://www.theestimate.com/public/110300.html
(según consulta del 30 de enero de
2005).

[10] Ivan Safranchuk, Chechnya:
Russia’s Experience of Asymmetrical Warfare
; en:
http://www.saag.org/papers7/paper619.html
(según consulta del 6 de julio de 2004).
[11] Paul Collier y Hanke Hoeffer (Greeds and Grievances in Civil
War, 2001, publicado en Oxford Economic Papers, vol. 56,
2004, pp. 563–595), examinan la distinción entre la
codicia y el agravio como los dos motivos principales de las
guerras civiles. El aspecto del agravio (con inclusión de
la desigualdad, la falta de derechos políticos y
las divisiones étnicas o religiosas) es bien conocido y se
aborda en numerosos estudios de ciencias
políticas. En su investigación estadística de las guerras civiles desde
1960 hasta 1999, Collier y Hoeffler concluyen que los factores
relacionados con la codicia (el acceso a las finanzas,
incluida la posibilidad de la explotación de los recursos
naturales, así como otros factores de oportunidad como
la geografía), tienen mayor peso, como
explicaciones, que los agravios; la viabilidad económica
les parece la explicación sistemática predominante
de la rebelión.
[12] V., en particular, The 9-11 Commission Report. Final
Report of the National Commission on Terrorist Attacks upon the
United States
, publicación oficial del Gobierno.
En: http://www.gpoaccess.gov/911/
(según consulta del 27 de julio de 2004) (The
9-11 Commission Report
), en especial el cap. 2 ("The
foundations of new terrorism"), pp. 48–70.
[13] En un informe anual
sobre las amenazas contra Estados Unidos, Porter Goss, director
de la Agencia Central de Inteligencia,
dijo al comité de inteligencia del Senado: "Puede ser
sólo una cuestión de tiempo hasta que Al Qaeda u
otros grupos intenten utilizar armas químicas,
biológicas, radiológicas y nucleares."
International Herald Tribune, 17 de febrero de 2005.
[14] V. la Resolución n.º 1373 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, del 28 de septiembre de 2001,
documento de la ONU S/RES/1373
(2001); Christopher Greenwood, War, Terrorism, and International
Law, pp. 505–530, en: Current Legal Problems, 2003,
vol. 56, febrero de 2004, donde manifiesta su acuerdo con la
resolución (pp. 516–518). El argumento
también puede formularse desde la perspectiva de los
efectos ("gravedad", "escala
significativa"), como lo hizo la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) en el caso Actividades militares y paramilitares en y
contra Nicaragua (Nicaragua contra Estados Unidos de América), Méritos, 27 de junio
de 1986, Informes de la
CIJ 1986, párr. 195. Los ataques efectuados por
beligerantes no estatales pueden dar origen al derecho a la
defensa propia de conformidad con la Carta, pero no
crean un estado de
guerra en el sentido jurídico (v. Jordan J. Paust, "Use of
armed force against terrorists in Afghanistan, Iraq and
beyond", Cornell International Law Journal, vol. 35,
n.º 3, 2002, secciones 534–539).
[15] "El hecho de describir a esta lucha como una guerra refleja
con precisión el uso de las fuerzas armadas
estadounidenses y aliadas para encontrar y destruir a los grupos
terroristas y a sus aliados en el terreno, sobre todo en
Afganistán. El idioma de la guerra también
(el subrayado es nuestro) evoca la movilización en pro de
una acción nacional." (The 9-11 Commission Report
(nota 12), p. 363).
[16] El art. 1 (2) del Protocolo II
adicional a los Convenios de Ginebra (aplicable a los conflictos
armados no internacionales) establece que "(…) los actos
esporádicos y aislados de violencia y otros actos
análogos (…) no son conflictos armados". En muchas otras
situaciones también se tropieza con dificultades para
definir el umbral de la aplicabilidad del derecho
humanitario. En los conflictos armados internacionales, las
operaciones encubiertas son difíciles de atribuir a un
Estado; en los conflictos armados que el art. 3 común a
los cuatro Convenios de Ginebra define como no internacionales,
el nivel organizativo de las partes en el conflicto puede variar
ampliamente con el correr del tiempo, y raras veces un
único suceso indica el comienzo o el fin de las
hostilidades.
[17] The 9-11 Commission Report (nota 12), p. 67: "Casi
todos en el grupo central
juraron lealtad (o bayat) a bin Laden. Otros operadores estaban
comprometidos con bin Laden o con sus objetivos, y aceptaban
realizar misiones para él.". V. también p. 55
(sobre el reclutamiento
de nuevos adherentes) y pp. 145 y ss. (sobre el carácter
emprendedor de al-Qaeda). El Bundeskriminalamt de Alemania
estimó que en los campamentos de Al Qaeda en
Afganistán se entrenaron y educaron unos 70.000
combatientes (cf. caso contra Munir al-Motassadeq, cf.
Reuters, 4 de enero de 2005).
[18] P. ej., el jordano Abu Mussab al-Zarqawi, que lucha junto
con el grupo Tawhid wal-Jihad en Irak, ha jurado lealtad a Osama
bin Laden y a Al Qaeda (v. Reuters, Iraq-Phantom Zarqawi in
marriage of infamy with bin Laden
, 18 de octubre de
2004).
[19] En abril de 2004, George Tenet, que encabezaba la Agencia
Central de Inteligencia de Estados Unidos, declaró que hay
grupos jihadi militantes que operan en no menos de 68
países (en comparación con 40 en 2001). Sólo
en Irak libran lo que ellos consideran una jihad;
v. http://fpc.state.gov/fpc/31428.htm
(según consulta del 15 de noviembre de 2004).
Según The Economist (8 de julio de 2004, citando a
Adnan Karim), operan en Irak unos 36 grupos sunnitas diferentes,
con deberes de lealtad hacia los salafis, sufíes, Hermanos
Musulmanes o jeques tribales, así como media docena de
grupos rebeldes chiítas.
[20] V. François Bugnion, "Guerra justa, guerra de
agresión y derecho internacional humanitario",
Selección de artículos 2002 de la Revista
Internacional de la Cruz Roja,
nº. 163, septiembre de
2002, pp. 187-208. También en: www.cicr.org.
[21] V. CIJ, caso Nicaragua (Méritos), op. cit.
(nota 14), párr. 73.
[22] V., p. ej., Madeleine K. Albright, "United Nations",
Foreign Policy, septiembre/octubre de 2003, pp.
16–24; Mats Berdal, "The UN Security Council: Ineffective
but indispensable", Survival: The IISS Quarterly, vol. 45
n.º 2, verano de 2003, pp. 7–30; Michael Bothe,
"Terrorism and the legality of pre-emptive force", European
Journal of International Law
, vol. 14, 2003, pp.
227–240; Terry D. Gill, "The eleventh of September and the
right of self-defense", en: Wybo P. Here (ed.), Terrorism and
the Military, International Legal Implications
, TMC Asser
Press, La Haya, 2003, pp. 23–37; Christopher Greenwood,
"War, terrorism and international law", op. cit., pp.
515–523; Albrecht Randelzhofer, "Article 51", en: Bruno
Simma (ed.), The Charter of the United Nations: A
Commentary
, 2ª ed., Oxford University Press, Oxford,
2002, p. 802; Abraham Sofaer, "On the necessity of pre-emption",
European Journal of International Law, vol. 14, 2003, pp.
209–226; Philippe Sands, Lawless World: America and the
Making and Breaking of Global Rules, Penguin 2005; Michael N.
Schmitt, "Deconstructing October 7th: A case study in the
lawfulness of counterterrorist military operations", en:
Terrorism and International Law, Challenges and
Responses
, International Institute of Humanitarian Law, y
George C. Marshall, European Center for Security Studies, 2003,
pp. 39–49; Shashi Tharoor, "Why America still needs the
United Nations", Foreign Affairs, septiembre/octubre de
2003.
[23] V., p. ej., Michael Novak, Asymmetrical Warfare &
Just War: A Moral
Obligation
, febrero de 2003; en http://nationalreview.com/novak/novak021003.asp
(según consulta del 6 de julio de 2004).
[24] V. el párr. 5 del preámbulo al Protocolo I de
1977 adicional a los Convenios de Ginebra de 1949.
[25] Jean-Jacques Rousseau,
El contrato
social
, Libro I, cap.
IV, El Ateneo/LIBSA, Madrid, 2001
(edición
original francesa: Du Contrat Social, 1762).
[26] V. el último párrafo
del art. 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de
1949.
[27] Con respecto al equilibrio
entre la libertad y la
seguridad, v. Michael Ignatieff, The Lesser Evil. Political
Ethics in an age of Terror
, Princeton University Press, 2004,
y Philip B. Heymann y Juliette N. Kayyem, Long-Term Legal
Strategy Project for Preserving Security and Democratic Freedoms
in the War on Terrorism
, National Memorial Institute for the
Prevention of Terrorism (MIPT), diciembre de 2004, en:
http://www.mipt.org/Long-Term-Legal-Strategy.asp
(según consulta del 30 de enero de 2005).
[28] Sin embargo, está prohibido invocar la reciprocidad
como un argumento para desconocer las obligaciones
del derecho internacional humanitario.
[29] V. el art. 4.A.2 d) del III Convenio de Ginebra de 1949, y
Toni Pfanner, "Military uniforms and the law of war",
International Review of the Red Cross, n.º 853,
marzo de 2004, p. 109; también en: www.cicr.org.
[30] Hersch Lauterpacht, The Limits of Operation of the Laws of
War, British Yearbook of International Law, vol. 30
(1953), p. 212.
[31] Esta observación es válida sobre todo en
el caso del denominado "derecho de La Haya"; v. W. Michael
Reisman, "Aftershocks: Reflections on the implications of
September 11", Yale Human Rights & Development Law
Journal
, vol. 6, 2003, p. 97: "La ética
implícita en el derecho de La Haya es que el conflicto ha
de ser simétrico y que un adversario que no observa ese
principio no tiene derecho a la protección que confieren
las leyes de la guerra".
[32] V. "A letter from Osama bin Laden to the American people"
(Carta de Osama bin Laden al pueblo estadounidense). La carta
apareció primero en Internet, el 17 de noviembre
de 2002, en árabe, y posteriormente se tradujo al inglés.
En:
http://observer.guardian.co.uk/worldview/story/0,11581,845725,00.html

(según consulta del 6 de julio de 2004).
[33] Corte Suprema de Estados Unidos, Hamdi v. Rumsfeld,
124 S. Ct. 2633 (28 de junio de 2004); en:
http://a257.g.akamaitech.net/7/257/2422/28june20041215
/www.supremecourtus.gov/opinions/03pdf/03-6696.pdf

(según consulta del 15 de noviembre de 2004), y
Jenny S. Martinez, Hamdi v. Rumsfeld, American Journal of
International Law
, vol. 98, n.º 4, octubre de 2004, pp.
782–788. V. también la decisión de la Corte
Suprema en el caso Rasul v. Bush, 124 S. Ct. 2686 (28 de
junio de 2004) (cf. David L. Sloss, American Journal of
International Law
, vol. 98, n.º 4, octubre de 2004, pp.
788-798).
[34] V.
www.defenselink.mil/releases/2004/nr20040707-0992.html

(según consulta del 15 de noviembre de 2004).
[35] El juez federal dictaminó que las comisiones
militares establecidas para juzgar a las personas detenidas en la
base naval estadounidense de Guantánamo no guardan
conformidad con los Convenios de Ginebra y que debe ponerse fin a
su actividad "hasta que un tribunal competente determine que el
peticionario no tiene derecho a las protecciones concedidas a los
prisioneros de guerra conforme al artículo 4 del Convenio
de Ginebra (…)"; v. Hamdan v. Rumsfeld, Acción
Civil n.º 04-1519, Tribunal de Distrito de EE.UU., Distrito
de Columbia, 8 de noviembre de 2004; en: http://www.dcd.uscourts.gov/04-1519.pdf
(según consulta del 15 de noviembre de 2004).
Según el Washington Post (9 de noviembre de 2004),
a la luz de la sentencia, los oficiales militares suspendieron la
actuación de las comisiones. El Gobierno anunció
que solicitará a un tribunal superior una
suspensión de urgencia y la anulación de esa
decisión.
[36] V., como ejemplos, los informes sobre las leyes de la guerra
de David B. Rivkin Jr., Lee A. Casey y Darin R. Bartram,
en: http://www.fed-soc.org/lawsofwar
(según consulta del 15 de noviembre de 2004), y Alan
Dershowitz, "The laws of war weren’t written for this war",
Wall Street Journal, 12 de febrero de 2004.
[37] P. ej., una nueva organización, denominada la Unidad
de Apoyo Estratégico (Strategic Support Branch), destinada
a operar sin detección y bajo el control directo del
secretario de defensa, despliega pequeños grupos de
oficiales de caso, lingüistas, interrogadores y
especialistas técnicos, junto a fuerzas de operaciones
especiales, recientemente habilitadas (cf. "The Secret Unit
Expands Rumsfeld’s Domain", Washington Post, 23 de
enero de 2005). La creación de una nueva unidad fue
confirmada en una declaración formulada el 23 de enero de
2005 por el vocero del Pentágono, Lawrence DiRita (sobre
actividades de inteligencia del Departamento de Defensa),
en:
http://www.defenselink.mil/releases/2005/nr20050123-2000.html

(según consulta del 30 de enero de 2005). Sobre el
contraterrorismo, v. también Jonathan Stevenson,
Counter-terrorism: Containment and Beyond, Adelphi Paper
367, International Institute for Strategic Studies, 2004.
[38] V., p.ej., Anthony Dworkin, Law and the campaign against
terrorism: The view from the Pentagon
, 16 de diciembre de
2002; en:
http://www.crimesofwar.org/print/onnews/pentagon-print.html

(según consulta del 6 de julio de 2004).
[39] Art. 60.5 de la Convención de Viena de 1969 sobre el
Derecho de los Tratados.
[40] V. CIJ, Nicaragua contra Estados Unidos,
Méritos, op. cit. (nota 14), párr. 218: "El
artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra
del 12 de agosto de 1949 define ciertas normas que se aplican en
conflictos armados no internacionales. No cabe duda de que, en el
caso de los conflictos armados internacionales, esas normas
también constituyen un criterio mínimo,
además de las normas más detalladas que
también se aplican a los conflictos internacionales; y son
reglas que, en opinión de la Corte, reflejan lo que, en
1949, la Corte denominó "consideraciones elementales de
humanidad" (CIJ, Canal de Corfú, Méritos, Informes
de la CIJ 1949, p. 22; párr. 215 arriba".). V.
también la confirmación en CIJ, Las consecuencias
jurídicas de la construcción de un muro en el territorio
palestino ocupado, Opinión Consultiva del 9 de julio de
2004, párr. 157.
[41] El Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia (TPIY) ha
definido que existe un "conflicto armado" "siempre que se recurre
a la fuerza armada entre Estados o a la violencia armada
prolongada entre autoridades gubernamentales y grupos armados
organizados o entre tales grupos dentro de un Estado."
Prosecutor v. Tadic, n.º IT-94-1, Decision on the
Defense, Motion for Interlocutory Appeal on Jurisdiction, 2 de
octubre de 1995, párr. 70.
[42] Leslie C. Green, The Contemporary Law of Armed
Conflict
, 2ª ed., Manchester University Press,
Manchester, 1999, p. 70. V. también Kenneth Roth, "The law
of war in the war on terror, Washington’s abuse of enemy
combatants", Foreign Affairs, enero/febrero de 2004, p. 2;
Gabor Rona, "Interesting times for international humanitarian
law: Challenges from the ‘war on terror’",
Fletcher Forum of World Affairs, vol. 27, 2003, p. 57.
[43] Christopher Greenwood, op. cit. (nota 14), p.
529.
[44] V. también Anthea Roberts, Righting Wrongs or
Wronging Rights? The United States and Human Rights
Post-September 11, European Journal of International Law,
vol. 15, septiembre de 2004, pp. 742.
[45] V. Marco Sassòli, Use and Abuse of the Laws of War in
the "War on Terror", Law & Inequality: A Journal of Theory
and Practice
, vol. XXII n.º 2, verano de 2004, pp.
195–221, y Kenneth Watkin, "Controlling the use of force: A
role for human rights norms in contemporary armed conflict",
American Journal of International Law, vol. 98, n.º
1, enero de 2004, pp. 1–34.
[46] Para tener una visión institucional del CICR acerca
de las cuestiones conexas, v. el informe del CICR sobre "El
derecho internacional humanitario y los retos de los conflictos
armados contemporáneos", presentado a la XXVIII
Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja, CICR, Ginebra, 2003, publicado en la Revista
Internacional de la Cruz Roja
, n.º 853, marzo de 2004;
en: www.cicr.org.
[47] V. Toni Pfanner, Le rôle du CICR dans la mise en
oeuvre du droit international humanitaire, Law in Humanitarian
Crises
, Official Publications of the European Communities,
1995, vol. I, pp. 177–248.
[48] V. Jean-Luc Blondel, "La
globalización: análisis del fenómeno y de sus
incidencias para la acción humanitaria", Revista
Internacional de la Cruz Roja
, n.º 855, septiembre de
2004; en: www.cicr.org.

[49] V., en particular, el art. 126 del III
Convenio de Ginebra (visitas a prisioneros de guerra) y el art.
143 del IV Convenio de Ginebra de 1949 (visitas a internados
civiles).
[50] V. Kenneth Anderson, Humanitarian Inviolability in Crisis: The
meaning of Impartiality and Neutrality for U.N. and Agencies
Following the 2003-2004 Afghanistan and Iraq Conflicts,
Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004), pp.
41–74, especialmente con respecto a los contactos con
organizaciones clasificadas como terroristas. Esos contactos no
son impuestos por la
paz o el compromiso, sino por "la sabiduría
práctica ganada con esfuerzo" (pp. 63–66). Helmuth
Fallschellel describe una estrategia
posible para negociar, o, al menos, tomar contacto con
organizaciones como Al Qaeda, en Soll man mit al Quaida
verhandeln? Anmerkungen zu einem Tabu
; en: http://www.freitag.de/2003/07/03071601.php

(según consulta del 6 de julio de 2004); v. también
Bruno S. Frei, Dealing with Terrorism — Stick or
Carrot
, Edward Elgar, Cheltenham (Reino Unido) y Northampton
(Estados Unidos) 2004.
[51] Pierre Krähenbühl, "La estrategia del CICR ante
los desafíos contemporáneos en el ámbito de
la seguridad: un futuro para la acción humanitaria neutral
e independiente", Revista Internacional de la Cruz Roja,
n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org..

[52] V. Herfried Münkler, "Las guerras
del siglo XXI", Selección de artículos 2003 de
la Revista Internacional de la Cruz Roja
, nº. 849 de la
versión original, marzo de 2003, pp. 11-26; también
en: www.cicr.org..

[53] Kenneth Anderson, op. cit. (nota
50), acerca de la reconstrucción y la neutralidad (p. 58),
también traza una distinción con respecto a la
ayuda inmediata (p. 74).
[54] V. Marion Harroff-Tavel, "¿Cuándo acaba una
guerra? La acción del Comité Internacional de la
Cruz Roja cuando las armas enmudecen", Selección de
artículos 2003 de la Revista Internacional de la Cruz
Roja
, nº. 851 de la versión original, septiembre
de 2003, pp. 161-187; también en: www.cicr.org..

[55] A diferencia de lo que sucede con la
acción humanitaria gubernamental o las denominadas
"ONG de
tradición wilsoniana", estrechamente identificadas con las
políticas del Gobierno respectivo; v. Abby Stoddard,
Humanitarian NGO’s: challenges and trends, Humanitarian
Policy Group Report
, n.º 14, julio de 2003 (Joanna
Macrae y Adele Harmer, eds.), pp. 25–35.
[56] Beat Schweizer, "El humanitarismo enfrenta dilemas morales
en la era de las intervenciones militares 'humanitarias'",
Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855,
septiembre de 2004; en: www.cicr.org..
Fiona Terry, Condemned to Repeat? The Paradox of Humanitarian
Action
, Cornell University Press, Ithaca NY, 2002, rechaza
"el concepto tradicional de la neutralidad como moralmente
repugnante por un lado, y por el otro, imposible de lograr en las
complejas emergencias políticas del período
posterior a la guerra fría" (pp.
20–23).

[57] V. Raj Rana, "Los desafíos
contemporáneos en la relación entre civiles y
militares: ¿complementariedad o incompatibilidad?",
Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855,
septiembre de 2004; en: www.cicr.org., y
Meinrad Studer, "El CICR y las relaciones cívico-militares
en los conflictos armados", Selección de
artículos 2001
de la Revista Internacional de la
Cruz
Roja, nº. 158, junio de 2001, pp. 103-123;
también en: www.cicr.org..

[58] Con respecto a la integración de la política y la
acción humanitaria, v., en particular, Nicolas de
Torrente, Humanitarian Action Under Attack: Reflections on the
Iraq War, Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004),
pp. 1–29 (advertencia sobre los peligros de que los Estados
se apropien de la acción humanitaria) y Paul
O’Brian, Politicized Humanitarianism: A Response to Nicolas
de Torrente, Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004),
pp. 31–37, que duda del carácter apolítico de
la acción humanitaria.
[59] V. la Resolución 4 adoptada por la XXVI Conferencia
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
"Principios y acción en la asistencia internacional
humanitaria y en las actividades de protección", en
particular el párr. G.2 (c), publicada en: Revista
Internacional de la Cruz Roja,
n.º 133, enero/febrero de
1996, pp. 72-74; también en: www.cicr.org..

[60] V. Denise Plattner, "La neutralidad del
CICR y la neutralidad de la asistencia humanitaria", Revista
Internacional de la Cruz Roja
, n.º 134, marzo-abril de
1996, pp. 173-193; también en: www.cicr.org., y
Larry Minear, "La teoría
y la práctica de la neutralidad: algunas reflexiones sobre
las tensiones", Selección de artículos 1999 –
Primera Parte,
de la Revista Internacional de la Cruz
Roja
, nº. 149, marzo de 1999, pp. 59–67;
también en: www.cicr.org..

[61] V. el preámbulo y el
artículo 1.2 de los Estatutos del Movimiento Internacional
de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
[62] V. Chris Johnson, Afghanistan and the war on terror,
Humanitarian Policy Group Report, n.º 14, julio de
2003 (Joanna Macrae y Adele Harmer, eds.), pp. 49–62; Larry
Minear, The Humanitarian Enterprise, Kumarian, Bloomfield,
CT, 2002, pp. 189 y ss. (sobre el terrorismo y la acción
humanitaria).
[63] Jakob Kellenberger señala que la prioridad
máxima del CICR es el acceso a las víctimas. V.
"Acción humanitaria: ¿hablar o callar?", Revista
Internacional de la Cruz Roja
, n.º 855, septiembre de
2004; en: www.cicr.org..

Lecciones y enseñanzas de la resistencia
iraqui en la guerra asimetrica contra la invasión y
agresión imperialista.

 

Lecciones de la
guerra asimétrica en
Irak.

Por: Horacio
Benitez.
Recientemente, la Fuerza Armada Nacional-FAN
ha desarrollado varios ejercicios de guerra asimétrica
como acción preventiva frente a los planes imperialistas
para atacar y aplastar el proceso
revolucionario bolivariano. Se trata de acciones de simulación
que tienen como objetivo central la preparación de nuestro
dispositivo armado nacional frente a eventuales agresiones
militares de la potencia
norteamericana, la cual desarrolla un agresivo plan
bélico estratégico a escala global, para asegurarse
el control de los recursos energéticos y la
imposición de su modelo
neoliberal de desarrollo
económico.

Planes que algunos charlatanes pretenden
minimizar con la peregrina tesis de que
América
Latina no es, en estos momentos, la prioridad para Mister
Bush, quien considera, junto a la pandilla de halcones que le
acompañan en sus aventuras terroristas por todo el mundo,
que la poderosa emergencia de los pueblos latinoamericanos se
sustenta en un obsoleto populismo y en
desacreditadas ideologías del siglo XIX, lo que hace que
sean brotes coyunturales, como si el soporte de su
agresión en Irak, sus campos de concentración en
Guantánamo, sus cárceles para torturas y el
espionaje masivo a sus ciudadanos, no correspondiese a las
más retrogradas concepciones medioevales y clericales que
se refunden en la oscuridad de los
siglos.

Lo único que explica su relativo
repliegue frente a la gran movilización de los pueblos
latinoamericanos, expresada en el apabullante triunfo electoral
de los indígenas en Bolivia y en
la multitudinaria campaña zapatista en México, es
la creciente resistencia árabe en Irak contra la tropa
invasora imperialista, empantanada en su brutal operativo de
violencia contra el pueblo de esa nación.

Irak representa hoy ante los ojos del mundo
el peor fiasco militar de los imperialistas norteamericanos. El
señor Bush esta debilitado políticamente y corre
cada vez más el riesgo de un juicio de destitución
en la medida en que crecen las rivalidades en el bloque dominante
de Washington. Rivalidades que se reflejan en los duros debates
en las Cámaras legislativas por las consecuencias de la
aventura en Irak.

La resistencia en Irak está
demostrando a los pueblos del mundo y nuestra región, que
la mayor maquinaria bélica del mundo moderno, dotada de la
más sofisticada tecnología, si se puede derrotar
con una guerra de guerrillas moderna en la que predomine la
sorpresa, la
organización, la concentración de tropas y el
repliegue de los efectivos militares.

Una guerra de guerrillas para enfrentar al
imperialismo
yanqui en nuestra geografía debe aprender las
enseñanzas de la poderosa resistencia iraquí.
Varias son las lecciones que debemos asimilar de la resistencia
guerrillera árabe y que debieran enriquecer la doctrina
militar bolivariana Las sugiero para profundizar todos los
preparativos orientados a la defensa de nuestro proceso de
cambios y transformaciones que lidera el Presidente
Chavez.

La primera tiene que ver con la condena
categórica del terrorismo. La lucha revolucionaria del
pueblo y su estrategia militar es completamente ajena a las
matanzas realizadas por el imperialismo, por fuerzas
fanáticas fundamentalistas religiosas y bandas criminales
manipuladas por la CIA y demás servicios secretos, como el
ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre del 2001, la
masacre en los trenes de Madrid, en Londres y otras acciones
similares que son crímenes de lesa humanidad. No comparte
los asaltos y toma de rehenes en centros de enseñanza, locales privados o
públicos y en cualquier otro lugar, los secuestros, la
tortura, los degüellos, los ataques a mezquitas, sinagogas,
iglesias o los denominados "templos" en general, los ataques a
reuniones privadas o públicas de carácter religioso
así como los ataques indiscriminados con coches bomba que
lo único que ocasionan son odiosas masacres de la
población civil.

La segunda sugiere la necesidad de
diferenciar al enemigo principal de las fuerza colaboracionistas.
El ataque indiscriminado a las colas de postulantes a las fuerzas
policiales, es contraproducente. Cosa bien distinta es golpear
selectivamente a los mandos de las fuerzas colaboracionistas,
sean éstas civiles o militares. Debemos recordar que el
ejército invasor usa a los colaboracionistas y vasallos
como carne de cañón y le importa muy poco que se
despedacen entre ellos, ya se ha visto al hacer el
análisis de la guerra en Vietnam.

La tercera lección permite recordar
que las expresiones aniquilar al enemigo, liquidar al enemigo y
destruir al enemigo significan causar bajas al adversario entre
muertos, heridos y prisioneros. La guerrilla y la resistencia no
están en condiciones de hacer prisioneros y debe tenerse
presente que para las operaciones en movimiento y ante
persecuciones lo mejor es causar al enemigo la mayor cantidad
posible de heridos, por la simple razón de que ello limita
su capacidad de movimiento, dado que no deben dejarlos
abandonados y atenderlos requiere una gran movilización de
fuerzas de reserva y en el caso de Irak, la utilización de
helicópteros de rescate que siempre tienen escolta, que
puede y debe ser golpeada (evitando, claro está, golpear a
las que cumplen el papel de
"ambulancias").

La cuarta enseña es que hay que
evitar a toda costa la guerra de posiciones, como en el caso de
Fallujah, que era una batalla perdida desde antes de iniciarse.
Fue grande la heroicidad de los combatientes pero fue un
desperdicio de vidas. El vaciamiento de población civil en
el área de combate no era ninguna novedad imprevisible
para sus mandos; todo lo contrario, es sabido, a nivel mundial,
que fue una práctica permanente en la guerra de
Vietnam. El imperialismo yanqui ha sacado sus lecciones y las
aplica con cuidado; así que no hay que olvidar la
experiencia de ambos bandos en contienda. El ejército
invasor no se detiene ante museos, lugares religiosos de valor
histórico ni cualquier otra cosa parecida, simplemente no
existe el denominado "bastión inexpugnable"; la
política del agresor y la reacción es matar todo,
quemar todo, arrasar todo. Que propongan dialogo,
conversaciones, mediaciones u otros regateos parecidos no es
más que para preparar a la opinión pública
antes de la masacre.

La quinta lección es que es necesario
golpear constantemente en la retaguardia y allí donde sean
más débiles, en toda la línea de
abastecimiento (alimentos,
combustible, munición, tropas de reserva, etc.), en todos
los sistemas de
deposito y en los centros de comunicaciones. Ir arriba y golpear a los mandos
centrales en sus guaridas. Darles con su propia táctica de
descabezar.

La sexta es que el sabotaje a los oleoductos
debe ser constante en toda la línea y sin ninguna clase de
reserva.
La séptima aconseja que es de tremenda importancia no
ignorar el problema de la unidad nacional contra la
ocupación. Se deben dejar a un lado las pugnas religiosas
y las irracionales matanzas entre chiítas y sunitas. Se
debe centralizar el mando y descentralizar las acciones. Unidad
para la guerra de resistencia contra la ocupación. Guerra
de guerrillas y resistencia nacional contra la ocupación.
Derrotar a los imperialistas y a sus lacayos, a los
colaboracionistas y reaccionarios iraquíes
vendepatrias.

La octava recomienda estudiar con mayor
detenimiento las costumbres y los desplazamiento de las tropas de
ocupación y la de los colaboracionistas. Golpear tres
veces: cuando están en movimiento, cuando vienen los
refuerzos y cuando se retiran, a los de la cola. Y la guerrilla
no da la cara.

Otras lecciones que se desprenden de la
resistencia iraqui son las siguientes:
Es prioritario, para nuestro caso, analizar todo el proceso de la
guerra, tal como lo ha hecho Fidel en Cuba, por lo
menos desde las operaciones en la ex Yugoslavia, pasando por las
del Golfo, hasta la actual, y sacar lecciones en el aspecto
militar, económico, ideológico y sobre todo en el
aspecto político.

El imperialismo yanqui no es invencible. Los
cambios que están haciendo dentro de la llamada guerra
preventiva; la reestructuración de sus fuerzas armadas
gestionada por Rumsfeld y de la inteligencia civil y militar; los
cierres y desplazamientos de bases militares, ponen al
descubierto varios puntos débiles que deben ser
aprovechados al máximo para golpear y crear varios frentes
de guerra. Las "metidas de pata" de los gringos y su camarilla
gobernante en la política internacional, están
mostrando sus debilidades y dejando al descubierto fisuras que
nos permitirán avanzar en oleadas de lucha revolucionaria,
y sin descartar ninguna forma de lucha
política.

Los revolucionarios debemos tener muy en
cuenta que los yanquis tienen hoy un grave problema:
después de la invasión y ocupación de Irak,
tienen serias dificultades en establecer el tipo de Estado y la
forma de gobierno que requieren. Su "nationalbulding" ha sido un
rotundo fracaso. Se están planteando poner sus propias
fuerzas civiles de ocupación, que generaría un
mayor rechazo popular.
Al sistematizar estas lecciones y enseñanzas de la
resistencia iraquí lo que queremos destacar es la
necesidad de comprender el significado real y los alcances de la
crisis provocada desde alli al imperialismo norteamericano. El
análisis de la guerra de agresión contra Irak
permite sacar lecciones que nos sean útiles en un futuro
no muy lejano.

El otro elemento, desde el punto de vista militar, que
debe ser analizado, tienen que ver con la Dirección de la guerra. El
conocimiento de la situación, la determinación
de las tareas, la disposición de las fuerzas, la
instrucción militar y la educación
política, el avituallamiento, el mantenimiento
del equipo y la conquista del apoyo popular, forman parte del
trabajo de los jefes guerrilleros, quienes deben considerar todo
ello cuidadosamente, realizarlo a conciencia y
verificar su ejecución. Sin esto, resulta imposible toda
iniciativa, flexibilidad y ofensiva. Es cierto que las
condiciones de la guerra de guerrillas no permiten un grado tan
elevado de planificación como las de la guerra
regular, y sería un error intentar elaborar un plan
sumamente minucioso en la guerra de guerrillas. Sin embargo, es
necesario planificar en la forma más minuciosa que
permitan las condiciones objetivas, pues debemos comprender que
luchar contra el enemigo imperialista no es ningún
juego.

Los puntos antes mencionados sirven para explicar el
primero de los principios estratégicos de la guerra de
guerrillas: iniciativa, flexibilidad y planificación en la
realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra
defensiva; operaciones de decisión rápida dentro de
la guerra prolongada; y operaciones en líneas exteriores
dentro de la guerra en líneas interiores.

Este es el problema clave en relación
a los principios estratégicos de la guerra de guerrillas.
Si se resuelve, la victoria de la guerra de guerrillas, por lo
que respecta a su dirección militar, estará en gran
medida garantizada.

La relación entre el todo y la parte
se refiere no sólo a la relación entre la
estrategia y la campaña militar, sino también a la
relación que hay entre la campaña militar y la
táctica. La relación entre las operaciones de una
división y las de sus regimientos y batallones, y la
relación entre las operaciones de una
compañía y las de sus pelotones y escuadras, son
ejemplos concretos. El jefe militar, a cualquier nivel, debe
concentrar su atención en los problemas o acciones
más importantes y decisivos para toda la situación
que está bajo su dirección, y no en otros problemas
o acciones.
Para determinar qué es importante y decisivo, no hay que
partir de condiciones generales o abstractas, sino de condiciones
concretas.

En una operación militar, la
dirección y el punto de asalto deben elegirse con arreglo
a la situación real del enemigo, al terreno y a la fuerza
de nuestras tropas en el momento dado. Donde el avituallamiento
es abundante, hay que cuidar de que los soldados no coman
demasiado; pero donde es insuficiente, hay que cuidar de que no
pasen hambre. En las zonas enemigas, la filtración de una
sola información puede ocasionar la derrota en un combate
posterior, mientras que en las zonas conquistadas, tal
filtración de ordinario no es lo más grave. Es
necesario que los mandos superiores participen personalmente en
ciertas campañas, pero en otras
no.

Para una academia militar, lo más
importante es elegir el director y los instructores y establecer
la orientación de la enseñanza. Para un mitin de
masas, lo principal es movilizar a éstas para que asistan,
y plantear consignas apropiadas. Aún se podrían
citar más ejemplos. En una palabra, el principio consiste
en concentrar nuestra atención en los factores importantes
de los que depende la situación en su conjunto.
El estudio de las leyes de la dirección de una guerra en
su conjunto, sólo es posible mediante una profunda
reflexión. Porque lo que corresponde a una
situación en su conjunto no es visible, y sólo se
puede comprender mediante una reflexión profunda; no hay
otro medio. Pero como el todo está compuesto por sus
partes, quien tenga experiencia en las partes, experiencia en las
campañas y la táctica, podrá comprender
cosas de un orden superior, siempre que esté dispuesto a
pensar seriamente.

Entre los problemas estratégicos
figuran los siguientes:
Tomar en consideración la relación entre el enemigo
y nosotros.
Tomar en consideración la relación entre las
diversas campañas y entre las diversas etapas de
operaciones.
Tomar en consideración ciertas partes que son importantes
(decisivas) para la situación en su conjunto.
Tomar en consideración las características
específicas de la situación general.
Tomar en consideración la relación entre el frente
y la retaguardia.
Tomar en consideración la distinción así
como la conexión entre las pérdidas y su
reposición, entre el combate y el descanso, entre la
concentración y la dispersión de las fuerzas, entre
el ataque y la defensa, entre el avance y la retirada, entre
cubrirse y exponerse, entre el ataque principal y los ataques
secundarios, entre el asalto y la contención, entre la
centralización y la descentralización del mando, entre la
guerra prolongada y la guerra de decisión rápida,
entre la guerra de posiciones y la guerra de movimientos, entre
las fuerzas propias y las vecinas, entre una y otra arma del
ejército, entre los mandos superiores y los inferiores,
entre los cuadros y los soldados rasos, entre los veteranos y los
bisoños, entre los cuadros superiores y los inferiores,
entre los cuadros veteranos y los nuevos, entre las zonas
enemigas y las propias, entre las zonas propias antiguas y las
nuevas, entre la región central y las periféricas
de una base de apoyo dada, entre el tiempo frío y el
caluroso, entre la victoria y la derrota, entre las agrupaciones
grandes y las pequeñas, entre el ejército regular y
las fuerzas guerrilleras, entre el aniquilamiento del enemigo y
el ganarse a las masas, entre el engrosamiento de las filas del
Ejército Guerrillero y su consolidación, entre
el trabajo
militar y el político, entre las tareas del pasado y las
presentes, entre las tareas actuales y las futuras, entre una y
otra tarea en diferentes condiciones, entre frentes estables y
frentes fluidos, entre la guerra civil y la guerra nacional,
entre una etapa histórica y otra.
Todos son puntos de referencia y de estudio científico en
el fortalecimiento de nuestra capacidad militar para defender el
proceso revolucionario en nuestra patria.
Es la experiencia reciente de la lucha antiimperialista que
debemos evaluar en toda su profundidad para no ser sorprendidos
por los acontecimientos.
—————

Charallave.- Las mujeres, algunas
temblando, tomaban los fusiles que les entregaban y torpemente
flexionaban sus cuerpos para emboscarse, apuntar y disparar al
blanco a distancia.

 Esas mujeres de jeans y zapatos
deportivos, amas de casa y estudiantes, son el sorprendente
corazón
de una milicia civil entrenada por disposición del
presidente Hugo
Chávez para preparar al país a lo que él
llama una "guerra de resistencia" ante "amenazas" de
invasión por parte de Estados
Unidos.

 "Los que vienen aquí nunca han
disparado un tiro en sus vidas", explicó este
sábado el teniente coronel Rafael Angel Faría
Villalobos, encargado del entrenamiento de
unos 900 voluntarios de la Guardia Territorial en Charallave, al
límite suroeste de la capital.

 Los voluntarios incluyen obreros de la
construcción, trabajadores sociales y muchos desempleados.
Según Faría, veinte sábados consecutivos de
entrenamiento hasta junio los convertirán en luchadores de
la resistencia, listos para defender a sus comunidades en caso de
conflicto.

 El gobierno de Estados Unidos
considera "ridículas" las ideas del líder
populista sobre una posible invasión, pero Chávez
insiste en que Venezuela debe
estar preparada para cualquier cosa, citando su breve salida del
poder en el 2002, diez años después de irrumpir en
la arena política en un fallido intento de golpe de
Estado.

 Faría destaca que, antes de
entrenar por primera vez en el campo el sábado, los
voluntarios completaron una formación en el aula.
Según él, 3.000 personas han manifestado su deseo
de tomar parte en su campamento de fin de semana, que se repite
en 42 puntos del territorio venezolano.

 De diez en diez, los voluntarios se
alineaban, mientras oficiales profesionales les enseñaban
cómo disparar los fusiles belgas estando de pie, de
rodillas y en otras posiciones frente a varios blancos en un
campo abierto.

 "Fue emocionante. Demasiado bueno. Me
emocionó bastante", dijo Yomaira Alas, ama de casa de 28
años, después de disparar por primera vez. Los
comandantes destacan que la Guardia Territorial no usará
armas, y sólo las dispondrán en situaciones de
emergencia en vecindarios
específicos.

 Cada voluntario recibe el equivalente
a 7,45 dólares de viáticos por día de
entrenamiento, pero la mayoría dice que eso apenas alcanza
para el transporte y
una comida.

 "Yo estoy por voluntad propia y porque
adoro a mi presidente", comentó Marasierra Díaz, de
40 años, promotora de programas
sociales en su vecindario.

 Los oficiales dicen que la fuerza
será capaz de defender comunidades, proteger hospitales y
escuelas, mantener el orden y prevenir saqueos. Algunos
opositores a Chávez han expresado temor de que la Guardia
Territorial pueda ser usada contra la disidencia interna, que lo
acusa de haberse salido progresivamente de las líneas
institucionales desde su llegada al poder en
1999.

 Pero el pasado sábado los
soldados dejaron claro que las fuerzas estadounidenses eran el
enemigo hipotético, mientras hombres y mujeres voluntarios
trataban de salvar obstáculos de alambre de púas,
neumáticos ardientes y fortificaciones de concreto.

 "Corre, corre! Mata ese gringo! Ese
gringo se está llevando a tu mujer", gritaba
un soldado mientras le entregaba un rifle a un hombre para
atacar a un muñeco de paja vestido de militar. Una sirena
sonaba insistente, mientras el aire se cargaba
por el olor a humo.

 Además de la Guardia
Territorial, Chávez intenta, optimista, integrar un
ejército de un millón de reservistas, en su
país de 26 millones de
habitantes.

 También Chávez ha
firmado una compra con Rusia para
proveer a fuerzas tradicionales con nuevos helicópteros y
100.000 fusiles Kalashnikov.

 A pesar de la retórica de
Chávez, muchos voluntarios creen que una invasión
de Estados Unidos luce remota. Durante los entrenamientos hay
momentos de relajación, para tomar fotos, sentarse a
reír y comentar emocionados sobre las prácticas
militares.

 "Si fuese obligatorio, la gente no
vendría. Me siento bien, fina. Lo estoy pasando
chévere", dijo Sujeidy Pereira. "Patria o muerte",
agregó sonriente la joven de 25 años.
(AP)

Las guerras del siglo XXI, como se
verá al analizar la importancia estratégica de la
desaceleración en la era de la aceleración,
difícilmente serán una prolongación de las
tendencias del siglo XX. La disponibilidad de más recursos
materiales y
un mayor desarrollo tecnológico no decidirán
automáticamente la victoria.

La enorme superioridad de Estados Unidos en
medios técnicos militares no es una garantía de que
este país vaya a salir victorioso de todas las guerras que
parece cada vez más dispuesto a librar. Sin embargo, las
sociedades occidentales, con un alto grado de desarrollo
económico y basadas en la primacía del ¨Derecho
de Hecho ¨ Y la participación política en una
mentalidad "posheroica" (es decir, para las cuales la "guerra
heroica" y el sacrificio de la vida han dejado de ser un ideal),
no tendrán más remedio que proseguir el desarrollo
tecnológico de sus aparatos militares si desean preservar
su capacidad de respuesta militar.

 

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