Violencia social: ¿Estilo de vida o estrategias de sobrevivencia? (página 2)
En la sociedad
contemporánea, el tema de la violencia se
ha venido convirtiendo, en un problema que exige definirlo no
solo como un problema de salud publica,
sino que ya es una cuestión de seguridad de
estado por el
grado en que este flagelo afecta de manera importante la estructura y
el funcionamiento del cuerpo social. La civilización
capitalista-cristiano-occidental-contemporánea, es ante
todo una civilización de la violencia por el carácter de su racionalidad
interna.
La presencia de la violencia, la destrucción y
la muerte en
la escena de la vida cotidiana, ya es inocultable. Por todas
partes nos asaltan sus múltiples formas de
manifestación; los ya habituales partes de guerra de los
fines de semana, las muertes para robarle los zapatos a
algún joven o para robar cualquier objeto de valor.
Leer las noticias o ver
la TV es una invitación macabra a encontrarse con las
huellas de la muerte, la
destrucción y la violencia en general. Una atmósfera de muerte
parece cubrir al país, la violencia parece haberse
convertido en el mecanismo por excelencia de resolución de
cualquier conflicto,
incluso los interpersonales.
Como si fuera una maldición biblica, el crimen ha
venido convirtiéndose en un rasgo de la vida cotidiana;
algo que está pasando a ser como un fenómeno
natural ante el cual ya no es posible hacer nada porque como la
lluvia o la fuerza de la
gravedad, es inevitable. La violencia ha tomado tanto cuerpo en
nuestra sociedad venezolana que nada de sus manifestaciones
concretas nos parece extraordinarias: homicidios,
suicidios, atracos, etc.
Estamos asistiendo a la aparición de un
fenómeno sociológico, quizás jamás
visto en la historia de la humanidad: la
perversión criminal. No parece este fenómeno ya una
cuestión de desviados sociales que la sociedad y los
expertos fácilmente identifican como una anomalía
social ubicada en niveles marginales de la sociedad, sino que
está pasando a ser parte del modo de adaptación
social.
ASPECTOS DE
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA:
No podemos hablar en Venezuela de
una sociedad en donde la violencia
social es un fenómeno extraño a nuestra manera
de ser. Históricamente, igual que el resto de América
Latina, nos hemos constituido como pueblos sometido por
centros de poder
metropolitanos que han fundamentado las relaciones con la
periferia en proyectos de
dominación colonial y neocolonial. Al mismo tiempo que al
interior de la sociedad misma, se fue constituyendo un modelo
estructural que suponía relaciones de explotación,
opresión y dominación entre los grupos de poder y
los grupos subordinados que se fundamentaban no sólo en la
fuerza sino también en una ideología de la desvalorización y la
autodesvalorización como pueblo y como individuo.
Relaciones caracterizadas por situaciones de fuerte
exclusión
social con contenido racista generadoras de situaciones de
violencia estructural que se constituyó en un
fenómeno crónico en el contexto de una sociedad
fuertemente fracturada internamente, no sólo por
inequidades sino también por el caudillismo
militar y civil que propició guerras
civiles permanentes.
La inestabilidad política, la falta de
arraigo de las instituciones
políticas y la anomia sociocultural en
general, impidieron la estructuración de un Proyecto de ser
cultural, de un Ethos social nacional y por tanto, incapacidad de
construir estructuras
identitarias inidividuales y colectivas no caracterizadas por el
negativismo y la inautenticidad.
Este cuadro de relaciones de poder y dominación,
genera representaciones sociales que reproducen estas relaciones
y se fundamentan en un modo de estructuración del
sí mismo y los conceptos del Otro y del mundo en general,
en el mismo sentido. Por otra parte la carencia básica de
la estructuración de un mundo social soportado en una
institucionalidad fuerte y la ausencia del "Padre
simbólico" que significa la presencia de una cultura
institucional, terminan conformando una matriz de de
subjetividad con un fuerte contenido Ego-céntrico como
Dispositivo subjetivo-semiótico.
Esto significa la estructuración de un Sí
mismo para quien el Otro y el mundo constituyen abastracciones
que sólo existen a propósito de una subjetividad
muy primitiva y primarizada en respuesta a las experiencias de lo
vivido colectivo-individual como lugar de
condensación-generación de este fenómeno.
Todo este complejo de relaciones de fuerza y poder, vividos y
representaciones, genera en la subjetividad individual y
colectiva una tendencia estructural que supone una matriz de
resolución violenta de conflictos
como forma de adaptación funcional.
No obstante, jamás habíamos presenciado
los niveles de violencia social que hoy estamos
observando.
1.-Violencia social como producto de un
estilo de vida
basado en el mercado
neoliberal:
La entronización en Venezuela en las
últimas décadas de un modo de vida fundamentado en
una racionalidad sistémica cuya lógica
de funcionamiento es el mercado neoliberal, genera
representaciones, relaciones, subjetividades y estilos de vida
que podríamos enmarcar en el contexto de lo que
denominamos como "Orden caníbal". Esto no es más
que la visión y estructuración del mundo desde la
subjetividad de acuerdo a la perspectiva de El Neo-darwinismo
social que se fundamenta en la ideología de la
"supervivencia del más apto" en la lucha encarnizada por
la obtención de los bienes
materiales,
sociales y culturales que la sociedad ofrece en el mercado; vale
decir, la lucha por la supervivencia material y social. Esto que
constituye una situación de "ecología de la
violencia" y que en sí misma es violencia estructural,
genera procesos de
hiperanomia y de patrones de comportamiento
estructural que se traducen en indicadores de
violencia social.
Es a partir de la década de los ochenta cuando en
Venezuela, como en muchos países latinoamericanos, cuando
empezamos a tener noticias de la implantación de una
economía
basada en el "Libre mercado" con la irrupción en los
escenarios sociopolíticos del denominado "Viernes negro".
Y es partir de este momento cuando comienzan a ser aplicados un
conjunto de medidas de Política
económica conocidas como "ajustes estructurales".
Desde ese momento comienzan a agudizarse los indicadores del
proceso de
descomposición social que se habían venido
incubando desde momentos anteriores. Homicidios y suicidios,
así como lesiones personales, robos, atracos y
violaciones, sufren un aumento considerable en su tendencia a
incrementarse.
2.- Violencia social como respuesta a la crisis del
estado democrático-representativo-bipartidista:
A finales de la década de los setenta en
Venezuela comienza a sentirse de manera más nítida,
el fracaso del modelo sociopolítico que se había
implantado desde las postrimerías de las décadas de
los años cincuenta. El sistema
democrático-representativo-bipartidista de tipo
clientelar, había constituído durante mucho tiempo
la esperanza de redención social de las grandes
mayorías , no sólo de clase baja
sino también de las clases medias bajas que se
habían constituído como tal, sectores medios a
partir de la apertura del compás democrático,
convirtiendo a la educación en "el
ascensor social por excelencia".
Cuando el estado
democrático bipartidista-clientelar-populista, no cuenta
con la capacidad financiera que permitía la renta
petrolera, los partidos
políticos se vuelven estructuras cerradas y corruptas
y se alejan de las grandes masas, se cierran también las
compuertas de las oportunidades sociales y se detiene por lo
tanto "el ascensor social".
La expectativas sociales, en cuanto a posibilidad de
satisfacción de necesidades sociales y lograr aspiraciones
de ascenso social, se ven frustradas y el estado ya no puede
garantizarle al ciudadanos de bajos niveles
socioeconómicos, no sólo el logro de sus
aspiraciones de participación social en los valores
fundamentales del sistema social, sino también las
satisfacción de las necesidades básicas; vale
decir, la supervivencia material.
Por otra parte, el sistema democrático
había generado un imaginario de cohesión social que
se expresa en una especie de "Contrato social"
que a su vez alimentaba una ilusión de armonía
social. El modo de resolución de las diferencias entre los
grupos partidistas, constituían un paradigma para
la convivencia en el contexto de las relaciones
interpersonales en la vida cotidiana.
Es Obvio que esta "Ilusión de armonía
social" estaba montada sobre la capacidad financiera del estado
que podía financiar cualquier tipo de conflictividad
sociopolítica y por tanto mantener el consenso
básico. La ruptura de este sistema genera un desequilibrio
de tal magnitud en la sociedad en general ( y no sólo en
el sistema sociopolítco) que a partir de este momento
histórico se abren las compuertas para un período
de inestabilidad política que se corresponde con el
estallido de la violencia social, hasta llegar al máximo
de explosión social que constituyó e denominado
"caracazo" en 1989.
3- La violencia social en el contexto de una sociedad
hiperanomica:
Por todos los elementos históricamente
analizados, la sociedad venezolana y latinoamericana en general
ha comportado situaciones de anomia sociocultural de manera
crónica; no obstante a partir de la década de los
setenta comienzan a aparecer indicadores de la presencia de un
estado que hemos denominado hiperanomia estructural.
Este es un fenómeno cuyo abordaje registra
niveles muy elevados de complejidad, por lo tanto estamos
hablando de una multiplicidad de factores, procesos y situaciones
que intervienen en la su producción. Así tenemos variables que
se sitúan en un contexto social macroestructural y otros
que podemos ubicarlos en un contexto de tipo microestructural. En
el ámbito macroestructural tenemos los factores que ya
hemos mencionado como son:
a)el fracaso del estado
democrático-representativo-bipartidista-clientelar, b) la
implantación de un modelo de gestión
económica y social que responde a las exigencias que
plantea la reorganización del sistema capitalista mundial
fundamentada en el modelo del "libre mercado", c) la crisis del
imaginario redencionista y de armonía social del sistema
social democrático representativo y finalmente , d) la
quiebra del
sistema de valores cuyo
foco sociocéntrico tendía a la integración y su sustitución por
valores de tipo intrumentales que promueven el individualismo, el
pragmatismo
materialista.
Todo esto conspira contra las posibilidades de
estructurar procesos de cohesión que definan plataformas
de integración social relativamente consistentes. En su
defecto lo que se producen son amplios procesos de
desocialización y deculturación que promueve la
incomunicación, la atomización social, el
individualismo anómico y por tanto la violencia social
como expresión a nivel del comportamiento concreto.
La implantación de un proceso de hiperanomia o
anomia salvaje en Venezuela, puede registrarse básicamente
a partir de la década de los setenta, pero solo como
exacerbación de estados anómicos ya presente en
nuestra sociedad en forma endémico-estructural.
4.- La violencia social como estrategia de
sobrevivencia:
Entendemos el concepto de
violencia, no sólo como sobrevivencia desde el punto de
vista físico y material del individuo y los grupos, sino
también en el sentido de afirmación del yó
individual y colectivo como defensa ante situaciones de
desintegración social generadas por las condiciones y el
estilo de vida propios de la implantación del sistema
capitalista de mercado
global. En este sentido estamos hablando del surgimiento en
Venezuela del incremento de la violencia social alrededor de la
década de los ochenta que responde a una situación
de cierre dramático de las posibilidades de acceder al
dispositivo social de realización social y de
satisfacción de necesidades básicas.
La concentración excesiva de la riqueza social,
la ampliación de los cinturones de pobreza en
general y pobreza crítica, la aparición de nuevas
capas de pobreza, como la pobreza atroz
y en general, la profundización de la exclusión
social, condujeron a una situación en la buena parte de
los sectores socioeconómicos de bajo nivel, se
convencieron del cierre de las compuertas que permitían
legalmente la sobrevivencia material y la realización de
acuerdo a los ideales generados por el imaginario redencionista.
Crisis de expectativas es el estado que surge como producto de la
crisis del modelo de gestión social de necesidades y
aspiraciones. Esto fue conduciendo a situaciones de escepticismo
que finalmente desembocaron en estados de desesperanza
socialmente aprendida y desesperación.
En este sentido se produce entonces un fenómeno
de alienación normativa que implica definir a la violencia
como el único medio válido para la obtención
de los objetivos
propuestos. Y en un contexto en el cual el modelo de
realización social se define por valores de éxito
material, status socioeconómico y logro individual, el
mecanismo de la violencia para la obtención de este ideal
de autorrealización aparece como legitimado desde el punto
de vista de lo más profundo de la subjetividad.
El problema de la violencia en la Venezuela
contemporánea constituye el principal problema, mucho
más grave que otro tipo de problema como la pobreza, la
política y el atraso tecnológico. Mucho más
que un problema social y de salud
pública, la violencia social se está
convirtiendo en una cuestión de seguridad de estado y de
supervivencia de la Democracia
como sistema de convivencia civilizada. Progresivamente nos hemos
venido convirtiendo en una sociedad que vive en una
"ecología de la violencia" que fundamenta una "cultura de la
muerte" apoderada ya del cuerpo social como metástasis que
está fagocitándose todo lo que significa formas
convivenciales de vida.
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Francisco Rodríguez
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