- Los nombres de
Venezuela - El rescate
del pasado - El
carácter de hispanoamericanos - El
mestizaje definidor - Bibliografía
La fisonomía que va tomando lentamente un
país, su rostro,
es el resultado de todas esas tentativas exteriores e
interiores
para concebirlo y expresarlo. Y los rostros de los
países los
pintan o los crean los que los ven (descubridores,
geógrafos,
historiadores) o los que los sienten (poetas,
artistas).
Arturo Uslar
Pietri
Venezuela, la identidad del
venezolano, la imagen del
país, en fin, la Venezolanidad fue un tema constante en
las numerosas, diversas y enjundiosas reflexiones que
realizó Uslar Pietri durante su larga y fructífera
vida intelectual. Para el escritor "esa unidad de tierra, de
hombres y de destino ha ido revelándose en distintos
tiempos de distinta manera. Ha empezado por sentir su
condición y luego ha comenzado a expresarla en confesiones
y revelaciones. Ha habido primero una visión exterior de
una realidad, de un enigma, ha habido luego una sensación
interior de esa realidad, y, al final, ha habido las tentativas
de expresión de esa realidad. Esto es lo que
podríamos llamar el proceso de
invención de Venezuela."(Uslar Pietri.1986, 372)
En este sucinto ensayo, vamos
a privilegiar la palabra del escritor para analizar, a partir de
sus propios criterios, las expresiones de nuestra Venezolanidad
de acuerdo con cuatro dimensiones conceptuales relevantes
desarrolladas por el propio pensador, a saber: los nombres de
Venezuela, el rescate del pasado, nuestro irremisible carácter de hispanoamericanos y, por
último, el mestizaje como hecho fundamental de la
identidad del venezolano.
Quienes en tiempos de Felipe II dicen la palabra
Venezuelaya no evocan a la histórica ciudad del
Adriático. No les traeel recuerdo de canales y palacios de
mármol, sino una visiónsalvaje de tierras, llanuras y ríos. Se
han soldado sus sílabasdentro de un sonido nuevo
y una nueva significación.Arturo Uslar Pietri
No existe lo que no se nombra, nuestro país
antes de llegar a ser la Venezuela que conocemos,
otorgándonos gentilicio e identidad de venezolanos,
fue designado con diversos vocablos que sirvieron para
diferenciarlo de otras realidades geográficas y
facilitarle, a la vez, pasajeras y efímeras
identificaciones . Uslar Pietri se pasea por todas estas
denominaciones, y en un texto
titulado como este capítulo nos ofrece la diversidad
de términos que afloraron o brotaron de la mente de
los conquistadores para designar esa nueva realidad
geográfica que ofrecía un mundo inédito,
encontrado por efecto de la aventura y del azar.En su enjundioso texto, Uslar anuncia de entrada que
"Venezuela pudo llamarse Tierra de Gracia. Así la
nombró Colón, Almirante del Mar Océano.
Y sus pobladores hubiéramos sido los
graciteños. O hubieran sido los graciteños.
Unas gentes seguramente distintas de lo que somos los
venezolanos, porque el nombre no es cosa postiza y
artificial, sino que tiene que ver con el ser del objeto y su
destino." (Uslar Pietri, 1986, 355)Pero esta denominación, aunque
permaneció profundamente impresa en el corazón de los fervorosos creyentes que
eran los españoles, duró poco, fue sin dudas el
producto
de una inspiración personal y de
una profunda creencia religiosa arraigada también en
el espíritu del Almirante del Mar Océano. El 31
de julio de 1498, Alonso Pérez, marinero natural de
Huelva, encaramado en la gavia de la nao colombina
divisó al poniente tres montañas; era un
día martes y el Almirante anotó en su
bitácora que : "yo la esperaba el lunes antes"; se
acercaron a la tierra
divisada y Colón la bautizó Isla de la
Trinidad. Sin embargo, al decir de Isaac J. Pardo: "En este
momento ocurre algo extrañamente simbólico.
Colón buscaba la tierra firme con desesperación
y pretendía tener en sus cálculos errores no
mayores de un día, de un lunes para un martes. Pero a
la altura de la costa sur de Trinidad y con la proa al
Occidente, enfermó de la vista. ‘Nunca –
escribe – se me dañaron los ojos, ni se me
rompieron de sangre y de
tanto dolor como agora’. Al llegar a la punta del
Arenal en el extremo sud-occidental de la isla, divisó
el poniente y la llamó Tierra de Gracia. "(Pardo,
1988, 22)A la larga, sin embargo, más pudieron la
certeza del navegante y la intuición de
geógrafo del Almirante sobre sus hondas convicciones
cristianas que motivaron, en un momento de éxtasis
espiritual, al propio Colón a escribir en su
célebre Carta a los Reyes Católicos:
"Torno a mi
propósito referente a la Tierra de Gracia, al
río y al lago que allí hallé, tan grande
que más se le puede llamar mar que lago, y en siendo
grande se llama mar, por lo que se les llama de esa manera al
de Galilea y al Muerto. Y digo que este río no procede
del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra
infinita, del Continente Austral, del cual hasta ahora no he
tenido noticia; mas yo muy asentado tengo en mi ánima
que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se halla el
Paraíso Terrenal." En efecto, según los
cronistas e historiadores de este periodo de contacto
entusiasta y del posterior desencanto de Colón con la
supuesta tierra firme y supuesto paraíso terrenal, su
Tierra de Gracia: "…el descubridor enceguecido, que
había tomado la isla de Cuba por
tierra firme, nunca estuvo muy seguro de lo
que pudiera ser aquella Tierra de Gracia. Más tarde
habría de llamarla Isla Santa." (Pardo, 1988,
22)Por muy poco tiempo
fueron graciteños los pobladores de aquella presunta
Tierra de Gracia que tanto entusiasmó a un
Colón afectado por la conjuntivitis, ya que la misma
pasó a conocerse prontamente, por efecto ahora de la
fonética y no de las creencias religiosas, como Paria.
En efecto, como bien lo recuerda Uslar: "Hubo también
la oportunidad que nos llamáramos Paria: Era un buen
nombre indígena con una fonética clara
fácilmente adaptable a las principales lenguas
occidentales. Paria era todo el desconocido territorio que se
abría desde la costa de los esclavos y de la sal para
los sedientos y codiciosos pobladores de la Cubagua de las
perlas." (Uslar Pietri, 1986, 355)Isaac Pardo, como si hubiese sido un marinero
protagonista de ese desembarco y testigo privilegiado de la
entrada en vigencia del nuevo y súbito nombre de Paria
en la conciencia
de los conquistadores nos informa: "Y navegando por aguas
‘cada vez más dulces y más
sabrosas’ Llegó la nave a un paraje de la Tierra
de Gracia donde parecía que había labranzas.
Colón no se movió a causa de sus ojos enfermos,
mas hizo bajar a la gente (…) Sólo más
adelante pudieron alcanzar a unos nativos y los descubridores
supieron que aquella región se llamaba Paria." (Pardo,
1988, 22)Al igual que el nombre de Tierra de Gracia, la
denominación de Paria, a pesar de ser el nombre
más difundido de la costa, tampoco habría de
durar mucho en las bocas de los conquistadores para designar
definitivamente a aquella dimensión geográfica
que continuaba careciendo de una identidad permanente y
asentada. Los historiadores señalan que no los
conservan ni Alonso de Ojeda ni Américo Vespucci,
quienes recorren ahora toda la costa de punta a punta hasta
llegar al Lago de Maracaibo y como buenos cartógrafos
van dando cuenta de los accidentes
geográficos, de las peculiaridades del paisaje y de
algunos nombres locales de lugares y aldeas.Sin embargo, en una de sus famosas cartas
familiares, Vespucci se concentra más en narrar
algunos incidentes que les acontecieron en la actual Isla de
Curazao, de Los Gigantes según la primera nomenclatura
de mítica reminiscencia, y otro que aconteció
cerca de Paria. Según la narración de Uslar:
"abordaron una canoa donde unos indios llevaban atados a
otros prisioneros. Los prisioneros eran tiernos
jóvenes que sangraban de las heridas de una fresca
castración. Vespucci los vio con espanto. Los que los
llevaban eran los temibles caníbales, los
cambali, como decía él en su pintoresco
italiano." (Uslar Pietri, 1988, 355)En opinión de Uslar Pietri, esta
designación de tierra de los cambali, es en
rigor la única denominación colectiva que
Vespucci propone en relación con la costa recorrida.
Según el escritor, el navegante florentino
"…para nada se refiere a aquella aldea de chozas sobre
estacas que vieron en el Lago de Maracaibo y a la que
nombraron Venezuela. Para Vespucci no pasó
probablemente de ser una humorada olvidada".Para Luigi Avonto, Vespucci si parece haberle puesto
un énfasis especial al futuro nombre de nuestro
país. Refiriéndose al mismo periplo marino de
Vespucci, Avonto expresa: "De la isla de los Gigantes, los
expedicionarios pasaron luego a otra ‘comarcana de
aquélla a diez leguas’, donde encontraron una
grandísima población que tenía sus casas
edificadas en el mar como Venecia, con mucha arte.
Según Magnaghi esta isla sería la de Aruba,
pero es más probable que se trate de la
península de Paraguaná tomada por una isla. Fue
precisamente de este descubrimiento que tuvo origen el nombre
de Venezuela, o sea "pequeña venecia" (nombre
que en la mente de un italiano como Amerigo surgiría
con total espontaneidad en semejante circunstancia),
más tarde extendido a todo el país que aun
así se denomina." (Avonto, 1999,161 y 162)Es verdad que otras calificaciones van a durar
más en el tiempo, como la Tierra Firme o Costa Firme
durante todo el siglo XVII e incluso parte del XIX, pero lo
absolutamente cierto es que la denominación de
Venezuela, esa que se derivó de la precaria realidad
de unas veinte casas construidas en forma de campanas no
erigidas en tierra firme, sino asentadas sobre estacas en el
fondo de las aguas del golfo Coquivacoa y que trajo de
inmediato a la mente del navegante florentino a la gran
ciudad del Adriático, es la que logró, en
definitiva y para siempre, imponerse en la conciencia y en el
afecto de los habitantes de esas nuevas tierras.Uslar Pietri expresa con meridiana claridad la
aceptación colectiva y la emotiva preferencia que el
término Venezuela despertó en los hombres y
mujeres que nos precedieron:"Ya Aguado, el viejo historiador
de siglo XVI, nos dice con sorpresa cómo ese nombre
aparentemente absurdo e insignificante se ha ido imponiendo
sobre todos los otros. Es un nombre que pierde pronto su
desdeñoso sentido de comparación. Que adquiere
una resonancia propia y distinta. Que no sólo en
realidad llega a independizarse de su origen, sino
además a identificarse por entero con una cosa nueva.
"(Uslar Pietri, 1988, 355)El nombre de Venezuela resiste en el tiempo, no
sólo en el de la Colonia española sino
también durante el proceso de la Independencia americana, sobrevive y se
consolida al desarticularse el proyecto
político integracionista del Libertador, la Gran
Colombia;
mientras la antigua Presidencia de Quito
terminará llamándose Ecuador y
el Alto Perú será definitivamente conocido como
Bolivia,
Venezuela sigue para siempre siendo Venezuela, Como bien lo
expresa Uslar: "Con el mismo extraño e inexplicable
nombre que le empezó a crecer desde el día en
que brotó por azar, sin escribano ni acta, en un
olvidado rincón de las riberas del Lago de Maracaibo."
(Uslar Pietri, 1988, 356)- Los nombres de
Venezuela
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