- Fuentes de energía y sus
efectos sobre el Medio Ambiente - Fuentes de
Energía Renovables - Las
energías renovables en la actualidad - Energías
renovables en Argentina - Proyecto
de Energías Renovables en Mercados Rurales
-Permer - Convenios
y Tratados Internacionales - Conclusión
- Bibliografía
El hombre, a lo
largo de la historia, ha sido un
buscador de diferentes formas de generación de
energía necesarias para cubrir sus necesidades
básicas de luz, calor,
movimiento y
fuerza, que le
permitan llevar una vida más cómoda y
saludable.
El descubrimiento de que la energía se encuentra
almacenada en diversas formas en la naturaleza ha
supuesto a las diferentes sociedades a
lo largo de los tiempos, el descubrimiento de la existencia de
"almacenes
energéticos naturales" que aparentemente eran de libre
disposición.
Unido a esto, el hombre ha
descubierto que estos almacenes de energía disponibles en
la naturaleza (masas de agua,
direcciones de viento, bosques,) eran susceptibles de ser
transformadas en la forma de energía precisa en cada
momento (luz y calor inicialmente, fuerza y electricidad con
posterioridad), e incluso adoptar nuevos sistemas de
producción y almacenamiento de
energía para ser utilizada en el lugar y momento deseado:
energía química,
hidráulica, nuclear,…
Fuentes de energía y sus efectos sobre el
Medio Ambiente
Hoy en día, la energía
nuclear, la energía de procedencia de combustibles
fósiles, la energía procedente de la biomasa
(principalmente combustión directa de madera) y la
energía hidráulica, satisfacen la demanda
energética mundial en un porcentaje superior al 98%,
siendo el
petróleo y el carbón las de mayor
utilización.
La utilización de estos recursos
naturales implica, además de su cercano y progresivo
agotamiento, un constante deterioro para el medio
ambiente, que se manifiesta en emisiones de CO2, NOx, y SOx,
con el agravamiento del efecto
invernadero, contaminación radioactiva y su riesgo potencial
incalculable, un aumento progresivo de la desertización y
la erosión y
una modificación de los mayores ecosistemas
mundiales con la consecuente desaparición de biodiversidad
y pueblos indígenas, la inmigración forzada y la generación
de núcleos poblacionales aislados tendentes a la
desaparición.
Estas agresiones van acompañadas de grandes obras
de considerable impacto ambiental
(difícilmente cuantificable) como las centrales
hidroeléctricas, el sobrecalentamiento de agua en costas y
ríos generado por las centrales nucleares, la
creación de depósitos de elementos radiactivos, y
de una gran emisión de pequeñas partículas
volátiles que provocan la lluvia
ácida, agravando aún más la
situación del entorno: parajes naturales defoliados,
ciudades con altos índices de contaminación,
afecciones de salud en personas y animales,
desaparición de especies animales y vegetales que no
pueden seguir la aceleración de la nueva exigencia de
adaptación,
El futuro amenazador para nuestro entorno, aún se
complica más si se tiene en cuenta que sólo un 25%
de la población mundial consume el 75% de la
producción energética. Este dato,
además de poner de manifiesto la injusticia y
desequilibrio social existente en el mundo, indica el riesgo que
se está adquiriendo al exportar un modelo agotado
y fracasado de países desarrollados a países en
desarrollo.
El modelo es un paradigma en
el que la producción energética se sustenta en una
visión del mundo en la que el ser humano es el dominador
de la naturaleza y del entorno, en vez de sentirse parte
integrada del mismo, y en el que el consumo se
manifiesta como un grado de confort.
La necesidad de aumento productivo de las sociedades
industrializadas lleva parejo un incremento de los bienes de
consumo y la creación de un mecanismo en el que se
establece una equivalencia entre el confort y el consumo. Ello ha
supuesto en las últimas décadas una avidez
consumista, en donde el consumo es una finalidad en sí
misma. La acumulación de bienes útiles o no, el
despilfarro como signo de poder
adquisitivo y distinción social, la exigencia de gasto de
elementos perecederos, son consecuencias del mecanismo de
sostenimiento que el sistema
económico de las sociedades desarrolladas ha establecido
para mantener la capacidad productiva creciente que lo
sustenta.
Así, la demanda de energía no sólo
ha tenido que crecer en la industria,
sino también en los consumidores de los productos
manufacturados, dado que estos precisan mayoritariamente
energía para cumplir con su finalidad. Para satisfacer
esta demanda no sólo de bienes, sino de exigencia de
nuevas cotas de confort, se hace precisa una mayor
generación y oferta de
energía. Por ello, se ha hecho necesario dotar de grandes
centros generadores de energía excedentaria, ante la
eventualidad de poder satisfacer la demanda que pueda ser
requerida.
El estado del
bienestar, ha generado el "estado del gasto y de la dependencia
energética". No es de extrañar por tanto, que uno
de los parámetros más importantes para clasificar
el grado de desarrollo de un país, sea su gasto
energético per cápita.
Una de las aportaciones a la solución, o al menos
paralización de esta problemática medioambiental,
es lograr que satisfaciendo las necesidades actuales de
energía, ésta sea producida sin alterar esos
almacenes energéticos que cumplen una función de
equilibrio
ecológico, y que su uso, además de ser más
eficiente, no sea origen de fuentes de
contaminación ni aumento del deterioro actual y futuro del
entorno, evitando el derroche de energía y aprovechando al
máximo la producción realizada.
Ante esta situación, las energías de
origen renovable, adquieren un papel primordial, necesario y
urgente tanto en su aplicación como en la difusión
de su uso.
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