Organización política y
social
Carecieron de una estructura
política que se correspondiera con la constitución de un verdadero Estado, a la
manera de lo que luego sería Roma. Esto nos
permite pensar, entonces, en una nación
y no en un Estado propiamente dicho. Su organización se correspondía con un
sistema de
ciudades estados independientes, cada una de ellas con sus
respectivos monarcas y sistemas de
administración de gobierno, aunque
intensamente comunicadas.
Durante los períodos de apogeo, el sistema de
gobierno de estas ciudades estado fue de carácter teocrático. Sin embargo, el
poderoso rey, cuya majestad era recibida por delegación
divina, encontraba recortado su poder por un
aristocrático consejo de ancianos, integrado por los
más ricos comerciantes. El carácter eminentemente
pragmático de este pueblo, se reflejaba en las funciones que
tenía a su cargo el rey: mientras que en otras
civilizaciones los reyes de características divinas se
dedicaban a satisfacer sus más bajos instintos y caprichos
a costa de las castigadas arcas del Estado, un monarca fenicio se
dedicaba a cobrar los tributos,
establecer y dirigir las políticas
comerciales, y organizar las expediciones a lo largo de todo el
mundo conocido, todo ello, claro, bajo la atenta mirada del
consejo de ancianos que fiscalizaba su
actuación.
La clase militar
no tuvo importancia alguna ya que, al no ser un pueblo belicoso,
no formaron un poderoso ejército que según su
criterio solamente les serviría para dilapidar el erario,
sino que se arreglaban con una pequeña milicia formada por
mercenarios, que se encargaba de la seguridad y la
protección necesaria sobre las actividades comerciales y
viajes de
exploración.
La intensa actividad comercial que brindaba
prácticamente la totalidad de los ingresos de las
ciudades estado, así como la escasa extensión de
tierra que
comprendía el territorio ocupado por este pueblo, hizo que
casi no existiera la actividad agrícola, determinando la
inexistencia de una clase campesina, tan numerosa en otras
civilizaciones.
Las clases más bajas fueron conformadas por
marineros y obreros, pero su nivel de vida no era malo, debido a
que la situación económica les permitía
satisfacer sus necesidades básicas, incluso en diferentes
momentos de su historia, llegaron a
alcanzar importantes puestos de gobierno, por sobre los
ciudadanos más poderosos, miembros de las aristocracias de
comerciantes, industriales y traficantes de esclavos.
La religión fenicia se
basó esencialmente en la idolatría a los astros y
otros elementos de la naturaleza a
los cuales atribuían poderes divinos que influían
en sus vidas de manera decisiva. El sol
representaba a su divinidad principal, denominada Baal
(señor), quien era creador y organizador del mundo, y su
compañera era Baalit (señora) que era representada
por la luna.
La aparente simpleza de estos personajes, no se condice
con la cruel y fanática idolatría a la que se
entregaba el pueblo, y que llegaba a incluir, por ejemplo, el
sacrificio de niños
que eran quemados vivos en hogueras a los pies de imágenes
de bronce de Baal, con el propósito de aplacar su
ira.
Por otra parte, no existía realmente una figura
común de estas divinidades para todos los fenicios, sino
que, de la misma forma que cada ciudad tenía su propio
gobierno, cada ciudad poseía su propio Baal con sus
características particulares.
A pesar de que la fama de los Fenicios proviene
fundamentalmente de sus actividades comerciales y colonizadoras a
través de sus viajes marítimos, también se
destacaron en estas actividades por tierra, mediante el
tráfico de caravanas de camellos. Estas extensas filas de
animales
cargados de preciosas mercancías se dirigían desde
las ciudades fenicias hacia oriente, por las rutas de Armenia y
hacia el África atravesando el desierto del Sahara desde
la colonia de Cartago.
De todos modos, la actividad marítima fue la
más determinante en el desarrollo
económico de esta civilización. Sus
embarcaciones comerciaban con todos los pueblos del mar
Mediterráneo y el mar Egeo desde miles de años
antes de Cristo.
Con el paso del tiempo
comenzaron a colonizar diversos territorios mediante la
fundación de colonias permanentes y factorías
estratégicamente localizadas. A partir del emplazamiento
de estos establecimientos, se intensificó y se
organizó la práctica del tráfico de
esclavos, lo que les proporcionaba enormes beneficios. Esta
práctica se desarrollaba mediante la compra de ejemplares
que los fenicios pagaban a traficantes, caciques y reyezuelos que
previamente acopiaban grandes cantidades de mercancía
humana mediante cacerías realizadas tierra adentro de sus
territorios.
También los fenicios se ocupaban a menudo
personalmente de invadir poblados y territorios de las costas
africanas, no con el objeto de realizar conquistas, sino
exclusivamente para capturar hombres, mujeres y niños en
buenas condiciones para ser vendidos como esclavos en los
diversos mercados en los
cuales ellos comerciaban.
Los barcos que utilizaban eran construidos con
maestría por ellos mismos en enormes astilleros que
evidenciaban su poderoso desarrollo en
la actividad marítima. Las naves que construían
eran de dos tipos: una ligera, de fácil navegación,
que llevaban una vela fija de forma cuadrangular, con una
propulsión alternativa proporcionada por una doble fila de
remeros; otra más grande y pesada, especial para grandes
cargas, que era impulsada por dos velas cuadradas, una grande
central, y otra menor a proa, ésta última fija,
mientras que la grande era movible y permitía el
aprovechamiento de vientos de distinta direcciones.
Navegaban mayormente de día, normalmente evitando
alejarse de las costas y durmiendo en campamentos que armaban en
la playa durante la noche. Si debían internarse en el mar
de noche, procuraban orientarse por las estrellas aprovechando
los conocimientos astronómicos obtenidos de los caldeos,
tomando como referencia la Estrella Polar, denominada en la
antigüedad Estrella Fenicia. Su maestría en el
arte de la
navegación y el desarrollo de su ingeniería naval, les permitía
desconocer límites en
sus desplazamientos.
Según el historiador griego Herodoto
–considerado el padre de la historia-, alrededor del
año 600 a. C. los fenicios llegaron a realizar la
circunnavegación del continente africano, una verdadera
hazaña sin precedentes registrados, y que, mirando hacia
el futuro, no volvería a realizarse esto, o algo similar,
hasta algunos miles de años después. Incluso fueron
los descubridores de las islas Canarias, Madeira y las islas
Azores, totalmente alejadas de la costa, en el océano
Atlántico.
Existen muchos defensores de la teoría
del "descubrimiento de
América" por parte de los fenicios, incluso el
mismísimo Cristóbal Colón estaba plenamente
convencido de esta posibilidad. La realidad es que, si bien esto
no resulta algo absolutamente improbable, ya que algunas de las
naves fenicias estaban tan capacitadas para alcanzar las Antillas
o las costas de Sudamérica como lo estaban las naves
españolas de los conquistadores del siglo XV, no existe
hasta la actualidad prueba documental alguna que lo testimonie
irrefutablemente.
Las mercancías que obtenían en un
territorio, eran llevadas para su comercialización a su propia tierra, y a
ciudades y pueblos lejanos donde las apreciaban enormemente y
pagaban por ellas enormes sumas. De esta forma, cargaban en
Arabia esencias, mirra, oro y
exóticas piedras preciosas; en Asiria obtenían
porcelanas y delicadas piezas labradas en fino marfil,
procedentes de la China, telas
de hilo, sedas y algodón; de la India
provenían las codiciadas especias, finas maderas y perlas.
De la zona del mar Negro y de la actual España,
traían caballos, y además de, ésta
última y de algunas zonas del mar Egeo, obtenían
mármoles con los que saciaban los caprichos de reyes y
potentados de todo el mundo conocido, que construían sus
viviendas y palacios con el fino material. De Egipto
llevaban finas telas de lino y cantidades de cereales, al igual
que varios siglos más tarde lo haría el imperio romano al
convertir el Egipto prácticamente en el granero imperial..
Normalmente, muchas de estas materias primas eran previamente
convertidas en productos
manufacturados que inundaban todos los mercados y eran
enormemente requeridos.
De esta forma, llegaron a alcanzar tal dominio sobre los
mares, que ejercían un virtual monopolio
sobre las rutas marítimas a lo largo de todos lo mares
conocidos, cosa que, obviamente comenzó a despertar la
codicia de quienes observaban cómo los fenicios se
enriquecían sin pausa. Esta situación los
llevó a cuidar con tal celo sus conocimientos sobre rutas
e industria
marítima y comercial, que ante la mínima
posibilidad de ver descubiertos sus secretos, no dudaban en
hundir sus propios barcos, o abandonar sus factorías,
además de difundir aterradores rumores de monstruos
marinos, terribles catástrofes naturales y naufragios, que
llegaron incluso a seguir asustando a los marinos de más
allá de la edad
media.
Los establecimientos que los fenicios instalaban a lo
largo de las rutas comerciales, se adaptaban a las diferentes
características del territorio a colonizar. Existieron
tres diferentes tipos de estas colonias: 1) Las factorías,
que eran instaladas en zonas despobladas no muy lejanas a centros
civilizados. Allí, luego de un desembarco absolutamente
pacífico, instalaban tiendas y almacenes
provistas de protección militar, y llegaban a acuerdos con
los monarcas de las ciudades y estados cercanos para poder
comerciar con sus habitantes y además erigir un
templo.
Mediante constantes expediciones en ambas direcciones,
se comercializaban los productos, que consistían en
materias primas, productos manufacturados en fenicia, y productos
de diferentes culturas de lejanas tierras.
Existieron numerosos establecimientos de este tipo en
las costas del mar Mediterráneo, la costa atlántica
y la costa occidental del África. 2) Las concesiones.
Éstas se establecían en sectores que les eran
asignados dentro de las ciudades, luego de llegar a importantes
acuerdos con los monarcas de cada una de ellas. En algunas
ciudades llegaron a poseer barrios enteros que se
constituían en enormes mercados que aparecían a la
vista como barrios de Tiro, Biblos o Sidón. 3) Las
Colonias, que eran localizadas en lugares estratégicos de
grandes posibilidades comerciales. Algunas de estas colonias
fueron el orígen de importantes ciudades en lugares como
Rodas, Creta, Cádiz (en la actual España), Malta y
Cartago (en la costa de Túnez, al norte de África),
esta última se convirtió posteriormente en un
importante enclave que llegó a mantener durante mucho
tiempo la hegemonía del mar
Mediterráneo.
La manufactura de
productos fue adquiriendo una importancia enorme en la economía, creando las
clases de la aristocracia industrial y la clase obrera. La
industria, de esta manera fue adquiriendo una importante
relación con el arte, el comercio y la
actividad marítima.
Las factorías y talleres casi no daban abasto
para satisfacer la demanda de
productos manufacturados que se incrementaba día a
día desde todos los confines, y por esto llegaron a
alcanzar una producción en alta escala que
abarató los costos,
aumentando más y más las ingentes ganancias. Todo
tipo de productos salían de las fábricas fenicias,
especialmente productos de un fino vidrio sumamente
transparente que se fabricaba en Sidón, y que superaba en
calidad al
producido tradicionalmente por Egipto.
También se destacaron en la producción de
armas, adornos
y obras de arte en hierro y
bronce, incluso de estatuas y bustos de ídolos de las
diferentes religiones que profesaban
los diferentes pueblos con los cuales comerciaban; productos
suntuosos de joyería, utensilios, vasos y vajilla
confeccionados en vidrio, oro, plata y bronce.
También adquirieron enorme difusión sus
productos confeccionados con lanas y telas teñidas
mediante un procedimiento
secreto en la época, que se realizaba con la
púrpura, tintura que se extraía de un caracol que
se pescaba en sus costas.
Como consecuencia del origen inmigratorio de esta
civilización, su territorio y población sumamente pequeños y su
permanente contacto con culturas mucho más importantes,
desarrolladas e influyentes, podría decirse que los
fenicios carecieron de una cultura y un
arte netamente autóctonos. Se nutrieron en estas
áreas, asimilando aspectos de las diferentes culturas de
Egipto y la mesopotamia
que los rodeaban, las que a su vez difundían por todo el
mundo conocido.
Su arquitectura
estaba fuertemente influída por la cultura egipcia,
pudiendo incluso llegar a copiar estilos abiertamente, y la
escultura fue inspirada en el arte proveniente de
asiria.
Sí fueron originales en cuanto a la escritura; si
bien en un principio se habrían manejado con los
complicados diseños del sistema jeroglífico
egipcio. Su personalidad
asombrosamente pragmática, los tiene que haber llevado a
dejar este sistema para pasar a desarrollar uno propio que les
permitiera desenvolverse con mayor soltura en sus actividades
comerciales.
De esta forma, crearon un alfabeto de veintidós
letras que representó igual cantidad de sonidos, y que
incluía vocales –comenzaba con la a y la b- y
consonantes. Su utilización se difundió a
través de las rutas comerciales fenicias, siendo adoptado
por numerosas culturas mediterráneas, hasta constituirse
en la base de las lenguas del mundo occidental de la
actualidad
A lo largo del desarrollo de esta civilización,
las más importantes ciudades se fueron alternando en
importancia en tal medida, que los períodos
históricos de su evolución histórica corresponden a
los períodos de dominación de estas urbes, que son:
Biblos, Sidón y Tiro.
- Primer período histórico o de Biblos.
(2600 a 1600 a. C.)
En este período, que se inicia con el nacimiento
de esta civilización, se destaca Biblos como la más
importante de las ciudades de Fenicia. Según la
tradición, esta ciudad había sido fundada por el
dios El, que rodeó la ciudad e una gran muralla. Baalat
Gebal (la Dama de Biblos) era la diosa patrona de la ciudad.
Estaba localizada sobre la costa, y fue un importante puerto cuya
principal actividad consistía en las relaciones
comerciales y religiosas con el vecino Egipto. El fortalecimiento
de esta relación derivó en un sometimiento de la
ciudad a los faraones del Egipto que motivó su decadencia,
marcando el final de este período y posibilitando el
advenimiento de otra ciudad portuaria vecina, a la cúspide
del poder.
b) Segundo período histórico o de
Sidón ( 1600 a 1200 a. C.)
La ciudad de Sidón estaba localizada sobre un
promontorio rocoso que daba directamente al mar, y poseía
un importante puerto, que además de concentrar su
actividad en el comercio marítimo, también era el
más importante centro pesquero de Fenicia. Luego de la
decadencia de Biblos, el surgimiento de esta ciudad no se vio
afectado por el creciente poder de los faraones de Egipto,
incluso el monarca y la
administración de esta ciudad lograron crear las
condiciones para beneficiarse de esto.
Este predominio de los sidonios sobre los mares, se
extendió por todo el mar Negro y el mar Egeo, y se
prolongó durante unos cuatrocientos años,
comenzando su declinación cuando los griegos decidieron
cerrarles el paso al mar Egeo, y concluyendo definitivamente
cuando los filisteos, pueblo procedente de la isla de Creta,
sitiaron la ciudad y la destruyeron.
c)Tercer período histórico o de Tiro (
1200 a 700 a. C.)
La ciudad de Tiro no se encontraba localizada en tierra
firme, sino que su emplazamiento estaba centrado en dos islotes
rocosos a un kilómetro de la costa. Las numerosas
experiencias sufridas por otras ciudades fenicias en diversas
épocas, llevaron a los constructores de esta ciudad a
establecerse más allá de la costa para evitar, de
esta forma, los ataques terrestres. Los habitantes de esta
ciudad, se especializaron no sólo en el comercio, sino en
la exploración y colonización, más
allá de que también esto, en definitiva
también tenía fines comerciales. Fundaron numerosas
colonias en la costas del mar Mediterráneo donde
establecían factorías, de las cuales la más
importante fue Cartago (luego adquiriría una importancia
tan enorme, que siglos después, se enfrentó al
mismísimo imperio romano por la supremacía de las
aguas del Mediterráneo). Además, llegaron a
atravesar las columnas de Melkart, más tarde denominada
por los griegos Columnas de Hércules (actual estrecho de
Gibraltar) llegando hasta las costas occidentales de
África y las islas británicas.
Tan intensa actividad convirtió a la ciudad de
Tiro en un centro comercial de extraordinaria importancia,
constituyéndose durante siglos en el centro de intercambio
comercial entre Oriente y Occidente. Su período de mayor
esplendor coincidió con el gobierno del rey Hiram I (970 a
936 a.C.) que mantuvo estrechos lazos con su aliado el rey
Salomón. En esta época se construyó el
templo de Jerusalén, obra en la cual participaron
numerosos obreros provenientes de Tiro.
El desarrollo de otras civilizaciones en las tierras
vecinas, que ambicionaban las fabulosas riquezas de Tiro, sumado
a las constantes disputas políticas internas surgidas en
la época, ocasionaron la decadencia de la ciudad, hasta
que el Rey asirio Senaquerib la ocupó luego de sitiarla en
el año 700 a. C., marcando el fin de este período
histórico. Algunas ciudades de Fenicia lograron sobrevivir
durante algunos siglos más, pero sin volver a recuperar
jamás los esplendores de antaño. Finalmente, en el
año 332 a.C. Fenicia fue sometida por Alejandro
Magno, lo que provocó su definitiva
desaparición.
Blazquez, José María, Historia de
Oriente antiguo. Cátedra. Madrid,
1992
Harden, Donald, Los Fenicios. Estudio. Barcelona,
1967
Gerhard, Herm, Fenicios, el imperio de la
púrpura. Destino Barcelona,. 1976
Parrot, André, Expansión fenicia,
Cartago. Aguilar. Madrid,
Por
Roque Daniel Favale
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