Lo monstruoso en la novela "Una cuestión personal", de Kenzaburo Oé (página 3)
Capítulo 3:
La tregua: perdición y purificación
En esta época que nos ha tocado,
resulta difícil
afirmar que haber vivido es
mejor
que no haberlo hecho.
3.1 La intervención de los
aliados
En este capítulo continuamos en la etapa
propuesta por Bremond, y recopilada por Mieke Bal: la
realización o el acontecimiento. Nos ocuparemos a
continuación de un momento en el cual el tiempo se
detiene para Bird, vive de alguna forma una tregua, en la que se
entrega por completo a sí mismo, a sus pensamientos, a sus
reflexiones sobre el miedo, la sexualidad y
el futuro, Bird se mantiene al margen del nacimiento de su hijo,
encerrado días enteros en una casa en tinieblas consumido
por el alcohol, las
pesadillas y deseos carnales perversos.
En esta etapa que vive Bird, sus acciones
coinciden con los procesos de
tropiezo y deterioro: una especie de descenso a los infiernos de
su monstruosidad y la confirmación más tangible de
su naturaleza
siniestra. En este punto contará con la
intervención de aliados, y éstos se agruparan en
dos clases: por un lado, intervendrán como aliados
aquellos que desean apoyarle en el cumplimiento de su tarea de
eliminar al niño; le secundan en su tropiezo y le incitan
a abandonarse a sus propias debilidades. Por otro lado,
más adelante se convertirán en aliados aquellos que
le apoyen cuando él decida hacer el sacrificio de salvar a
su hijo.
Una vez que Bird deja a su hijo en el hospital
universitario cuenta con un par de días libres hasta que
la muerte del
bebé sea un hecho, y sin ningún deseo de volver a
su departamento y enfrentarse a la cuna vacía y la ropa
para recién nacido, Bird decide buscar a su suegro, quien
es un hombre
respetable que ahora es director del departamento de inglés
en una universidad
privada.
Al llegar encuentra a su suegro en su oficina con tres
jóvenes profesores que fueron compañeros suyos en
la universidad. Ellos lo miran con desprecio; ya que saben que si
Bird, no se hubiera perdido en el alcohol y abandonado sus
estudios de postgrado, sería ahora como uno de ellos,
estaría en una posición privilegiada: "Consideraban
a Bird un fenómeno poco común, el alguien de fuera
y, por tanto, no merecía que se le tomara en cuenta. Un
personaje extraño y peculiar que se había ido de
juerga sin ningún motivo y acabó abandonando la
escuela de
licenciado; más o menos".
Bird, frente a ese grupo de
profesores, no es más que un monstruo que no tiene cabida
en las instituciones
sociales. En el Japón
aquellos que pueden acceder a la educación
superior y quienes la proveen pertenecen a un rango
importante de la sociedad.
Ingresar a una universidad nacional o privada de buena
categoría implica una preparación especial y gran
competitividad
entre grupos muy
numerosos de aplicantes. Bird, quien contaba con el privilegio de
ser un estudiante de postgrado y que podía a la vez
pertenecer a un selecto grupo de académicos, había
decidido echarse a perder y más tarde se
conformaría con trabajar en una academia de segunda
categoría. En una sociedad rígida y competitiva, la
mediocridad de Bird le vuelve un personaje marginal, un paria que
no podrá pertenecer nunca a las instituciones más
respetables de la sociedad.
Casi sin ningún preámbulo y sin esperar
que los profesores le dejaran a solas con su suegro, Bird anuncia
que el niño tenía una hernia cerebral y que se
espera su muerte en los
próximos días. Su suegro permanece inmóvil
ante el anuncio que acababa de hacer Bird y los tres profesores
lo miran como si nos les extrañara "que alguien tan raro
como Bird se hubiese topado con un accidente
inaudito".
Una vez que Bird ha dicho lo que tenía que decir
se despide de su suegro y, mientras camina hacia la puerta de
salida de la oficina, su suegro pronuncia aquellas palabras que
destinan a Bird a iniciarse en un nuevo proceso de
perdición: "En ese escritorio hay una botella de Whisky,
llévatela". Bird sabía que "los ojos de los tres
asistentes permanecían expectantes. Debían de
conocer tan bien como su suegro la interminable y desastrosa
borrachera de Bird". Y a pesar de sentirse agredido y como si lo
pusieran a prueba: "Abrió la parte superior del escritorio
y cogió la botella de Johnny Walker, se
ruborizó y sin embargo, experimentó un
júbilo febril. Era como pedirle a un hombre cristiano que
pisoteara un crucifijo para probar que no era cristiano. Pues
bien ¡No le verían dudar!".
Mientras Bird se alejaba sabía que se acercaba
peligrosamente al éxtasis y pensó en las
posibilidades que tenía. No regresaría a su casa a
beber solo, tampoco le seducía la idea de ir a un hotel de mala calidad, le
atemorizaba la idea de estar encerrado en una habitación
desconocida emborrachándose. Fue entonces que
recordó a Himiko, una antigua amiga de la universidad que
pasaba el verano y el invierno encerrada todo el día en su
casa meditando sobre cuestiones metafísicas y fumando
cigarrillos uno tras otro. Bird pensó que sería la
mejor compañía en su borrachera.
3.2 Himiko
En la universidad Bird tuvo pocas compañeras
mujeres, eran apenas un puñado de estudiantes de literatura, casi todas ellas
habían llegado a Tokio desde provincias lejanas para
estudiar.
Y todas ellas, por lo que Bird sabía, se
habían transformado en monstruos inclasificables poco
después de su graduación. Cierto porcentaje de
sus células
cerebrales fueron desarrollándose en exceso,
arracimándose y anudándose hasta que las
muchachas comenzaron a moverse con indolencia y a tener aspecto
sombrío y melancólico. Por último la
fatalidad las incapacitó para llevar vida cotidiana de
posgraduadas normales. Si se casaban se divorciaban al poco; si
se empleaban, las despedían enseguida; y las que se
dedicaban a viajar sufrían absurdos y espantosos
accidentes
automovilísticos.
Himiko cuyo nombre significa ?criatura que ve el fuego?,
era de la isla de Kyushu. Su abuelo había secuestrado a
una rusa de Vladivostok para que sea su mujer, y por eso
Himiko tenía la piel muy
blanca "además en su forma de moverse algo suger la
confusión del inmigrante que nunca consigue sentirse
cómodo en su nuevo país".
Al igual que las otras compañeras, Himiko
también se había casado, pero su vida tomó
un giro trágico un año más tarde cuando su
marido se suicidó sin dejar ninguna explicación.
Ella lo encontró colgado de las vigas del techo y entre
aquellos que la ayudaron a bajarlo estuvo Bird.
Sobre Himiko se rumoraba que era una aventurera sexual y
algunas habladurías atribuían el suicidio de su
marido a las desviaciones y aberraciones sexuales de la
muchacha.
Bird también había mantenido con Himiko en
la universidad una relación sexual de la que apenas
podía acordarse, ni siquiera tenía la seguridad de
haber llegado a la copulación. Y consideraba aquel
encuentro sexual un antecedente irrelevante que no servía
para confirmar que Himiko llevaba una vida de liberación
sexual. Ahora cuando Bird la buscaba para que le brinde refugio,
Himiko"se encontraba en la breve etapa de las mujeres que dejan
atrás la vulnerable belleza de las jóvenes y se
acercan a la plenitud de la madurez". Ella vivía sola en
la casa que había compartido con su marido y que su suegro
le había regalado con la esperanza de que rehiciera su
vida y se volviera a casar, pero Himiko solo tenía deseos
de dedicar los días a meditaciones metafísicas y
por la noches salir a recorrer las calles de la ciudad a toda
velocidad en
un MG, un auto deportivo de color
escarlata.
Al llegar a su casa Bird comprobó que Himiko
estaba encerrada en la mitad del día, en su casa,
donde:
la penumbra era profunda y estática, el aire
húmedo y turbio [?] una elaborada confusión de
libros y
revistas, cajas y botellas vacías, conchillas,
cuchillos, tijeras, flores marchitas y ramas secas, especimenes
de insectos, cartas viejas y
recientes, cubrían no solo el suelo y la
mesa, sino la estantería, el gramófono y el
televisor.
Desde que Bird se instalara en la casa de Himiko,
disculpándose por su aparición tan repentina y
contándole a breves rasgos que su primogénito
moría lentamente de una hernia cerebral, empieza a beber
la botella de Whisky con avidez. Himiko no alcanza a seguirle el
ritmo pero también siente los efectos del alcohol lo que
le lleva a rememorar aquel encuentro sexual que había
mantenido con Bird en la adolescencia,
y casi a manera de reclamo, ella le recuerda la circunstancia y
le cuenta que aunque él no lo sabía aquella
había sido su primera relación sexual y que la
borrachera de Bird en esa noche de invierno le había
movido a cometer una violación.
Frente al asombro de Bird, Himiko confiesa lo que esa
violación representó para ella: "Un rito de
iniciación. Un rito frío y sórdido,
además de ridículo y patético". Himiko
admite que:
Desde entonces estoy corriendo una carrera de fondo, y
todo ha sido una gran batalla [?] el orgasmo común lo
descubrí muy pronto con la colaboración de
algunos compañeros de clase [?].
Pero desde entonces busco un orgasmo mejor, y luego otro mejor
aún?¡Como si estuviera subiendo una
escalera!
Después de la confesión Himiko admite que
su único y verdadero trabajo desde
su época de estudiante ha sido el descubrimiento de la
sexualidad y sus placeres; y además le asegura a Bird que
desde la muerte de su esposo ya no es quisquillosa en cuestiones
sexuales. La mujer confiesa
a Bird, quien se siente perturbado y anhela poder tener
una relación sexual con esta Himiko liberada, que "aunque
intentes las relaciones
sexuales más repugnantes y aberrantes que existan,
estoy segura de que descubriré algo verdaderamente
?genuine?, sea lo que sea que hagamos".
Aquella noche después de terminarse la botella de
whisky, Himiko sale a hacer rondas por la ciudad en su auto
deportivo mientras Bird duerme en su cama y descubre que en el
transcurso de la madrugada dos hombres buscan a Himiko y golpean
la ventana de su cuarto: un adolescente y otro vestido de
esmoquin. Ambos, al comprobar que ella no está, se van
desconcertados.
La mujer y la hembra han sido consideradas desde la
antigüedad por muchos como seres con los que se asocia la
tragedia y la destrucción: Pandora y los males de la
humanidad, Eva y la perdición del hombre, la esfinge que
devora al hombre, la sirena que lo seduce para arrastrarlo a la
muerte, la mantis religiosa que después de fecundada se
alimenta de su pareja.
Las razones de la existencia de los monstruos
femeninos guarda relación con las connotaciones de
amenaza que rodean su sexualidad. Casi siempre que a la mujer
se la representa como monstruosa es en relación con sus
deseos sexuales: se trata de la mujer castradora, que aglutina
en torno a
sí los miedos más profundos del
hombre.
Bird se entera de la vida que lleva Himiko y a pesar de
ser su amigo e incluso el iniciador de su experimentación
sexual, no deja de juzgarla o más allá del juicio
lo que realmente cruza su mente es que la liberación de
Himiko podría dar lugar a que él pueda practicar
con ella coitos violentos. Siente cierta repulsión por su
cuerpo y por su anunciada insaciabilidad pero a la vez este
anuncio le llena de deseo, que crece de forma irreversible
mientras se emborracha en su casa. Bird considera a Himiko un ser
monstruoso y a la vez una aliada con la que podrá contar
para que sea su refugio y su purificación sexual, la que
solo sucederá a través de la
perversión.
Himiko se inició en sus ritos sexuales gracias a
la violación de Bird, y más tarde los rumores
dirán que su marido se suicidó por sus desviaciones
eróticas. Cortés comenta que:
El control del
hombre sobre la mujer se intensifica en el campo sexual:
aquella que intenta un camino propio o independiente pasa a ser
vista y tratada como un ser sexualmente insaciable, dotada de
una lascivia salvaje y descontrolada, un ser que, convertido en
un auténtico monstruo, pone en peligro la seguridad del
hombre y amenaza su integridad física.
En este caso, de ser verdad los rumores, el placer de
Himiko ha llevado a la muerte a su marido y sin duda en el caso
de Bird, ella se acaba de convertir en su mayor deseo y su mayor
temor ya que su lascivia inagotable pone en peligro a Bird, o
ante todo amenazan con despertar su temor por la sexualidad
femenina.
Según dice Cortés, a finales del siglo XIX
y principios del
XX una mujer cuyas expresiones sexuales y eróticas no
estaban reprimidas, ni sentía inhibiciones, se consideraba
vampira: "Mostrada como voluptuosa, ninfómana y falta de
instinto maternal, la vampira se convertirá en un ser
malvado altamente peligroso para el varón, devoradora de
niños,
castradora de hombres y sinónimo de muerte".
La liberación sexual de Himiko la ha vuelto una
mujer vampira: ninfómana, incapaz de ser madre, que vive
sin prejuicios y que es capaz de tomar en sus manos decisiones de
vida o muerte. Se convertirá entonces en la nueva aliada
de Bird y terminará siendo su cómplice más
audaz a la hora de ayudarlo a buscar la forma de eliminar a su
hijo. Al conocer los planes de Bird de ir a África se suma
a este proyecto y sabe
que para ello será necesario que el bebé muera y
que Bird se divorcie de su esposa. Entonces decide ayudarle y
será ella quien sugiera la idea de llevar al niño
con un médico inescrupuloso que ella conoce, un hombre que
se cuenta entre sus amantes y que ya le ha practicado un aborto.
3.3 Bird y el alcohol
Una vez que Bird acepta el reto de su suegro de llevarse
la botella de Johnny Walker, se refugia en la casa de
Himiko para beber y siente por primera vez, desde que su hijo
nació, un completo abandono y placer. Al servirse el
primer vaso el brazo le temblaba:
Frunció el entrecejo y bebió
¡Cómo quemaba! La tos lo sacudió y los ojos
se le llenaron de lágrimas. Pero la flecha del placer
ardiente traspasó de inmediato su estómago [?]
volvió a llenar el vaso, esta vez con pulso firme
¿Durante cuántos miles de horas había
evitado el whisky? Sintiendo una animosidad general
vació su segundo vaso [?] suspiró extasiado y
bebió un tercer vaso.
Bird inicia así su descenso al infierno. Esta
nueva borrachera no consiste únicamente en su abandono
momentáneo, sino en el desafío que Bird hace a la
sociedad. Uno de los pocos vínculos que mantenía
con el orden social consistía en su trabajo en una
academia preuniversitaria y ahora que ha decidido perderse a
sí mismo se enfrenta al orden establecido para imponer su
condición monstruosa.
La bebida le causó pesadillas siniestras sobre la
muerte de su hijo, pero el despertar de la resaca se convierte en
la expresión más contundente del caos. La
manifestación física de los síntomas va
progresivamente apoderándose del ánimo de Bird y de
su voluntad por destruir todo lo que encuentra a su paso: "Los
numerosos demonios que se producían en su vientre
perforaron sus entrañas con minúsculas flechas y le
obligaron a suspirar de dolor".
En este punto cabe destacar ciertas particularidades de
la narración, y es que, a pesar de que para el análisis de Una cuestión
personal contamos con una traducción al español de
la obra que originalmente está en japonés, es
particularmente en esta etapa en que las descripciones y las
imágenes que leemos resultan sumamente
contundentes. Nos atrevemos a asegurar que Oé, en la voz
del narrador, cumple con mostrar lo siniestro a través de
imágenes bellas, de una estética elaborada con la que produce
sensaciones intensas en el lector.
Sobre este tema Trías recoge las apreciaciones de
Kant en su
Crítica del juicio, en la que manifiesta que el
arte puede
tratar cualquier asunto, trama o sentimiento independientemente
de su moralidad y
del horror que pueda despertar y que el único
límite es el asco. En este caso las imágenes que se
ofrecen describen con detalles casi escatológicos el
vómito de Bird y
como lectores repelemos las imágenes, pero a la vez son
perfectamente vívidas y ayudan a recrear la
condición de Bird.
Trías dirá que "el arte bello muestra
precisamente su excelencia en que describe como bellas cosas que
en la naturaleza serían feas o desagradables". Y este es
el caso de la novela de
Oé. El lector podrá contemplar a Bird y sentir
desagrado por él o hasta llegar a experimentar
compasión y esto se logra a través de
imágenes crudas:
Si al menos pudiera vomitar con la delicadeza de un
saltamontes? de rodillas en actitud de
piadosa oración, esperó a que su estómago
explosionara [?]. Visto desde su posición el retrete era
una inmensa garganta blanca, con agua clara
en su estrecho fondo. La primera oleada de náusea lo golpeó. Bird
emitió un sonido como un
ladrido [?]. Un líquido picante le llenó la
nariz, y las lágrimas se le escurrieron hasta la
porquería que tenía pegada alrededor de la boca.
Lamentos y lágrimas, chispas amarillas en su
cabeza?
Bird admite que pese a lo aturdido y asqueado que se
siente, estos momentos de irresponsabilidad son para él
como la autosalvación e incluso llega a considerar la idea
de que su resaca pueda compensar en algo los sufrimientos del
bebé, pensamiento
que, apenas elaborado, le avergüenza.
En ese mismo estado, Bird
debe asistir a una de sus clases, la primera desde que
nació su hijo. La academia era estricta y él no
podía darse el lujo de faltar o asistir tarde, pero no
toma en cuenta que llegar en su estado era posiblemente una
amenaza mayor para la integridad del orden. En su clase se
enfrenta a cientos de rostros de jóvenes silenciosos e
inicia su clase leyendo unos pasajes de Hemingway, cuando de
repente "sintió que en las profundidades de su cuerpo
comenzaba una crisis
irreprimible" y mientras avanza en la lectura
sospecha que una nueva oleada de náuseas le llena todo el
cuerpo y le sacude por dentro. Bird detiene la lectura y sin
poder soportar más sonríe a sus alumnos
y:
Se desplomó sobre sus rodillas, apoyó
las manos sobre la madera y con
un gruñido comenzó a vomitar [?] un
gruñido que parecía un trueno le abrió la
boca y su cuerpo se puso rígido. Lagrimeando,
bajó la mirada hasta el charco de vómito,
pálido, ocre, rojizo, sembrado de sedimentos de
limón amarillo brillante.
Una vez más interviene la narración
detallada de la suciedad del vómito y el comportamiento
de Bird corresponde perfectamente a estas imágenes. Luego
de vomitar en la mitad de la clase Bird se enfrentará a un
grupo de alumnos que no encuentra el evento nada cómico y
le amenazan con denunciarlo ya que por su culpa perdían
clase, tiempo y dinero. Uno de
ellos, el más osado, se pone de rodillas para oler el
vómito de Bird y una vez que lo hace dictamina que
éste huele a alcohol. Él alumno insiste irritado en
que el malestar de Bird no es por enfermedad, sino por una resaca
de alcohol y que ya se encargaría él de conseguir
que Bird reciba su merecido.
Bird frente a cientos de alumnos de rodillas vomitando,
y luego un alumno que prácticamente se ha arrodillado
sobre los desperdicios para olisquearlos, resultan
imágenes sumamente poderosas que contribuyen con el
desarrollo de
una atmósfera oscura y siniestra.
Como habían amenazado sus alumnos, Bird es
despedido, y no tiene nada que decir a su favor, a pesar de que
algunos alumnos seguidores suyos le insisten en que debe decir
que fue una indigestión. Bird, al borde de la
apatía total, solo se despide del director y admite que lo
suyo era una resaca. Ya en la calle, sin empleo y a
pesar de las facturas pendientes en dos hospitales, Bird se
siente feliz por un segundo.
En el estado
deplorable en el que se encuentra se siente más decidido
que nunca a ver morir a su hijo, a poner fin a su familia y a su
carrera y mantener con Himiko una relación sexual
violenta, considerando incluso la posibilidad de violarla si ella
no cede.
3.3 Himiko y Bird: el temor a la
sexualidad
Desde el instante en que Bird llega a la casa de
Himiko:
Se le ocurrió fisgonear por la puerta de
cristal abierta del cuarto de baño [?]. Vio a Himiko
duchándose [?] Bird le vio la espalda, las nalgas y las
piernas. La imagen le
provocó una repugnancia irreprimible: se le puso la
carne de gallina [?] y tenía la sensación de que
el pulpo de la repugnancia extendería sus
tentáculos incluso cuando regresara junto a su
mujer.
Bird se siente asqueado e incapaz de sentir deseo, pero
haber reconocido en Himiko a una mujer vampira y enterarse de que
él la violó y fue el primer amante en su vida, lo
sedujo. Bird se llena de pensamientos violentos: "no le quedaba
más alternativa que estrangular a la muchacha. Matarla.
Una voz interior aleteó desde el deseo que anidaba en su
cuerpo: ¡Mátala y copula con su cadáver!" Y
es así que mientras iba a buscar a Himiko después
de haber sido despedido de la academia sintió cómo
un incipiente deseo sexual se abría paso en la oscuridad
de sus pensamientos y "deseó lo peor del sexo
más corrompido que pudiera existir [?] si me rechaza,
pensó irritado, la golpearé hasta dejarla
inconsciente y luego la follaré".
El deseo sexual perverso de Bird es parte de su
condición monstruosa: busca el placer y espera conseguirlo
de maneras poco convencionales. Sin embargo, la decisión
de Bird se verá contrariada por uno de sus grandes
temores: el miedo a la sexualidad femenina. Es aquí donde
se verán enfrentados dos monstruos: Bird e Himiko.
Él le teme por ser mujer, la desea por lo intrigante de su
condición mundana, pero teme convertirse en su presa.
Él se siente capaz de matarla o dejarla inconsciente, como
ha manifestado, tal vez para evitar que Himiko pueda apoderarse
de él estando despierta y viva.
Cortés cita a Freud, que dice:
"El hombre
tiene miedo de ser debilitado por la mujer, infectado por su
feminidad y de mostrarse incapaz. El efecto que el coito tiene de
descargo de tensiones y producción de flacidez puede ser el
prototipo del los miedos del hombre".
Bird tiene claro entonces que una relación sexual
con una mujer vampira está próxima a la muerte y al
mal, oscila entre el placer y el dolor, el deseo y la crueldad. Y
está dispuesto a hacerlo. Sin embargo, una vez que llega a
la casa de Himiko, su excesiva disponibilidad para cualquier tipo
de coito hace que Bird se siente insignificante y se ve obligado
a abandonar su plan de
violación. Luego Himiko anunciará que haría
con Bird lo que hiciera falta para que se liberara de sus
demonios, pero que debía estar preparado porque
había riesgo de
embarazo.
En ese preciso instante y tras oír la palabra
embarazo, Bird quiere huir, se siente vulnerable y tras la
insistencia de Himiko tiene que admitir que siente miedo: "Le
temo a las cavidades oscuras donde fue engendrado mi monstruoso
bebé. [?] Luego se le ocurrió que podrían
hacer algo siempre que Himiko fuera sádica. Estaba
dispuesto a intentarlo todo menos el agujero del que había
salido la tragedia".
Himiko interroga a Bird antes de ceder a sus intentos
sádicos, y le invita a definir el objeto de su temor. Bird
admite que temía a la vagina y al útero: "hay otro
universo
allí. Oscuro, infinito, atestado de cosas no humanas: un
universo grotesco. Y temo entrar en él, quedar atrapado y
no poder escapar".
Cortés comenta que el temor masculino respecto a
lo órganos sexuales femeninos responde a culturas
primitivas, mitología clásica y se ha visto
plasmado en las artes plásticas de finales del siglo XIX e
inicios del XX. Habla sobre el mito de la mujer castradora y
explica que muchas culturas han identificado "los genitales
femeninos con un boca monstruosa que puede tener consecuencias
fatales para el pene". El mito habla de una vagina dentada con la
que se recrea el temor de los hombres a ser castrados.
Bird teme a la sexualidad femenina porque sabe que de
las cavidades profundas de su esposa ha nacido un ser deforme y
enfermo. Y a la vez teme, aunque no lo ponga de manifiesto, la
insaciabilidad de Himiko.
Como habíamos mencionado anteriormente,
Cortés recoge de la teoría
freudiana dos de los grandes temores del hombre: la
mutilación y la sexualidad femenina en la que se ve
comprendido el potencial nacimiento de monstruos. En el caso de
Bird estos dos temores se suman: primero, la mutilación,
que en un plano simbólico, se entiende como la
castración, un acto que corresponde a la vagina dentada.
Luego, teme a la avidez sexual de Himiko. Bird siente miedo de
ser incapaz de complacerla, le angustia no dar la talla de sus
amantes. Y por último, se repite el temor a la feminidad,
al embarazo y a su hijo monstruoso.
Finalmente Himiko cede con la intención de
ofrecer a Bird consuelo y le permite "un coito abyecto y vil, un
coito basado en la ignominia". Bird practica sexo anal con Himiko
y se olvida por completo de ella. El momento de la
copulación es el instante cúspide de su
monstruosidad:
La frustración y la rabia le privaron de todo
sentimiento y su ego se agigantó [?] Bird lanzó
un grito de guerra desde
el fondo de su cabeza en llamas: ¡estoy humillando a una
mujer de la forma más ignominiosa. Soy capaz de lo
más bajo y ruin. Soy la vergüenza misma
[?].
Mientras Bird experimentaba el mayor placer que
podía haber imaginado, Himiko gritaba de dolor y "de
pronto, como si el odio se le hiciera insoportable, mordió
el cuello de la chica [?] Bird abrió los ojos y vio una
gota de sangre
escurriéndose junto al lóbulo anémico de
Himiko".
En el acto sexual violento entre Bird e Himiko él
busca el placer, la purificación y a la vez es una
afirmación de poder, una certeza de que es capaz de llevar
adelante todas sus intenciones por siniestras que sean. Himiko,
en cambio, en el
rol de la mujer que es capaz de disponer libremente de su sexo y
por lo tanto de la vida y la muerte, se ofrece en un acto
voluntario. Es humillada y padece, a cambio de devolverle a Bird
la vida, la confianza, liberarlo de sus temores y darle el coraje
que necesitará para enfrentarse al verdadero caos que se
cierne sobre su vida.
Más tarde Bird siente que Himiko le había
curado de sus temores. Se sabe libre de los estigmas de la
feminidad, cuya maldición ha sido desterrada tras el coito
siniestro. Ahora solo le queda decidir sobre la vida de su hijo,
que aún no se había debilitado y que seguía
vivo, creciendo como una amenaza sobre su vida.
4.1 Enfrentar a la madre
Tres días después del nacimiento del
niño, Bird decide que es el momento de visitar a su
esposa, a quien le han ocultado la verdad de la condición
del recién nacido. Ella piensa que ha nacido con una
deficiencia cardiaca pero no sabe de su deformidad, aunque
sospecha que algo no va bien con su hijo por las expresiones de
sorpresa de las enfermeras durante el parto.
La esposa de Bird, en oposición a la
condición monstruosa de él, es una mujer serena y
firme, que, a pesar de sentirse acongojada, es lúcida en
sus apreciaciones y es la única que en todos estos
días de perdición ha sido capaz de hacer frente al
monstruo en el que se ha convertido su marido. Intuye su
recaída, sospecha que ha cedido a sus debilidades y a
diferencia de las personas que Bird ha encontrado en su espera de
la muerte, ella es la única que se niega a convertirse en
su aliada y sin saber con certeza la verdad de su comportamiento
ella juzga su carácter y le enfrenta con energía
para imponerle una tarea a la que Bird se había negado en
todos estos días: salvar a su hijo. Mientras que él
lo único en lo que podía pensar era que
"sólo había que esperar a que se debilitase y
muriese naturalmente en un reputado hospital" y que su
"único trabajo en el asunto sería intentar
olvidarlo".
En el hospital donde estaba su esposa, Bird se
había presentado fingiendo timidez "representando el papel
del joven marido que acababa de sufrir una desgracia imprevista".
Pero sabía bien que era un papel que se había
impuesto.
Después de su borrachera, de haber perdido el trabajo, de
haber mantenido una relación sexual abyecta, Bird se
sentía perfectamente capaz de dar la cara en el hospital
frente a su mujer y suegra pretendiendo total dignidad y
sufrimiento de padre herido. Según él sospecha:
"Todo el mundo no hacía más que representaciones
teatrales, todo era una comedia de segunda; menos el bebé
con una protuberancia craneal: él era lo único
real".
Con su esposa tiene el gesto de llevarle una funda de
pomelos a lo que ella reacciona con violencia,
recordándole a Bird que era alérgica. Él
admite el error y confiesa que había querido llevarle algo
y sabía que los pomelos tenían un significado
especial para ellos, pero que no se detuvo a pensar qué
significado era. Su esposa, molesta, toma el control de la
situación y le dice a Bird con claridad que lo considera
un ser débil y que teme lo peor de él justo ahora
cuando su hijo más lo necesitaba: "A veces pienso que en
cada ocasión crucial que se presente, tú
estarás borracho o dominado por algún sueño
fantástico, y que te irás flotando por el cielo
como un pájaro".
Su esposa le enfrenta y amenaza diciéndole que
debe ser valiente y que si abandonaba al bebé ella se
divorciará de él. Por primera vez en días
Bird empieza a sentir que algo se remueve en su interior,
sabía que no era valiente como su esposa esperaba, que era
apenas un pusilánime en quien no se podía confiar y
que además era inservible como esposo.
La esposa de Bird se siente superior a él ya que
es ella quien pone los límites en
la vida desordenada de su marido. Le exige "una vida tranquila y
decorosa", o le sugiere que los abandone como ya ha había
hecho en otras ocasiones en situaciones cruciales. Así,
ella trae a colación un recuerdo del pasado de Bird que es
anterior incluso a su tiempo de estudiante en Tokio.
Hay un retroceso en el tiempo, y a través de este
conocemos a Bird en su adolescencia. Bird había sido un
joven pendenciero en su ciudad natal en la provincia y a
él y a su amigo Kikuhiko les habían impuesto como
trabajo atrapar a un loco que se había fugado del
manicomio: "El loco creía que el mundo real era el
infierno y temía a los perros porque los
consideraba demonios disfrazados", por lo que si no le capturaban
hasta el amanecer la policía soltaría una
jauría de perros para que lo encuentren. Kikuhiko se
sintió incapaz de realizar esta tarea, sentía miedo
y le pedía continuamente a Bird que se fueran, pero
él todo lo que había hecho era insultarle y
recordarle que sabía de sus relaciones homosexuales con
extranjeros. Bird abandonó a Kikuhiko y se marchó
para continuar con la búsqueda del loco, a quien
encontró al amanecer ahorcado colgado de un
árbol.
Esa había sido una época crucial para
Bird, quien no comprendía qué tramaba su mujer al
traerle a la mente un recuerdo tan insólito y desatinado,
pero ella solo quería dejarle claro que después de
aquella experiencia Bird se había convertido en la clase
de persona que
abandona a los débiles y huye. Era por eso que ella
había decidido nombrar a su hijo Kikuhiko como un
recordatorio de la naturaleza de Bird a la que debería
enfrentarse si deseaba salvar a su familia.
Como habíamos mencionado en capítulos
anteriores, Trías en su inventario
temático de motivos siniestros, indica que "la
repetición de una situación en condiciones
idénticas a la primera vez en que se presentó, en
genuino retorno de lo mismo" resulta siniestra. En el caso de
Bird ha vuelto sobre sus pasos varias veces en los últimos
días: se ha perdido en el alcohol, ha tenido
comportamientos sexuales violentos y ahora, a decir de su mujer,
se repetía tangiblemente la anécdota de su pasado
juvenil ya que ella intuye que Bird, en ?una repetición
genuina de lo mismo?, abandonaría al bebé, como
había abandonado a Kikuhiko, y lo dejaría
morir.
Según comenta la estudiosa del autor, Michiko
Niikuni Wilson, dos motivos recurrentes en las obras de Oé
son la incomunicación y la desconfianza, y ambos se
identifican generalmente en las relaciones familiares. En el caso
de Una cuestión personal, estos dos motivos se
repiten: Bird no puede entablar un diálogo
con su hijo, lo que dificulta más aún la
elección de un camino, y su esposa no confía en
él, ni en sus acciones, ni en su capacidad de
decisión.
Bird deja el hospital con nuevas perspectivas, las que
le impone la desconfianza de su esposa. En este momento el orden
y la cordura representadas por la esposa de Bird se miden con el
caos y la demencia a las que él se ha abandonado hasta
ahora. El cinismo de su monstruosidad encuentra un adversario en
su esposa, quien no acepta una respuesta falsa y conoce las
costuras de su marido.
4.2 El antihéroe
En el hospital donde está el bebé, le
indican a Bird que le llamarán cuando haya alguna novedad.
Desde entonces, el protagonista se ha encerrado en la penumbra de
la casa de Himiko para esperar el anuncio de la muerte del
niño y poder seguir con su vida o en este caso iniciar una
nueva vida más acorde con las elecciones que había
tomado en los últimos días y a su condición
monstruosa que, si antes se había manifestado como un
presagio, ahora es una certeza absoluta. Bird decide que cuando
el niño muera, tal como su esposa lo había
anunciado, se divorciarían y él sería un
hombre libre para poder ir a refugiarse en las mesetas africanas,
acompañado de Himiko, quien en esos días se
había sentido identificada con el proyecto de Bird y
estudiaba con afán los mapas de
carretera que él comprara antes del nacimiento de su hijo.
En este momento su mayor oponente para cumplir con sus planes es
el bebé, pero Bird no hace más que esperar confiado
en que sus aliados en el hospital alimentan al bebé con
agua en lugar de leche para que
se debilite y muera.
Mientras Bird espera en casa de Himiko, esta recibe la
visita de una de sus amigas, otra de las antiguas
compañeras universitarias que tampoco tuvo demasiada
suerte: "rechazó todas las ofertas de trabajo por
considerarlas poca cosa para su capacidad", e incluso Himiko
confiesa que "de tanto en tanto, alguna de nosotras se va a la
cama con ella. Eso la hace sentirse mejor" ya que todas las
compañeras la consideran el miembro más
patético de su grupo. Sin embargo, este ser con rasgos
despreciables irrumpe en el desorden de Bird, en las divagaciones
metafísicas de Himiko, en la obstinación de ambos
de permanecer encerrados esperando la muerte y enfrenta a Bird
con dureza, convirtiéndose en la encargada de propiciar la
decisión y el ataque (siguiendo con las etapas del proceso
de mejoría propuesto por Bremond) de los que él
debe hacerse cargo.
La mujer cuestiona el hecho de que Bird espere la muerte
del niño y califica a su angustia como un engaño
con el que él se consuela. A todo esto Bird responde
violentamente: "¿Quieres que lo lleve a casa y lo mate con
mis manos?" y la mujer replica:
Al menos de esa forma no te engañarías.
Admitirías que tienes las manos en el fango [?]. Es
demasiado tarde para huir del miserable que llevas dentro. Ese
miserable que te obliga a proteger tu hogar de un bebé
anormal [?]. Sin embargo, le dejas el trabajo sucio a un
médico de hospital y te compadeces a ti mismo, te
consideras la víctima indefensa de una desgracia
repentina.
Ahora, en este punto decisivo para el protagonista, vale
comentar algunas consideraciones que hace Michiko Niikuni Wilson
sobre la obra de Oé, quien siguiendo algunos de los
motivos recreados por sus antecesores, los autores de la
posguerra, decide crear personajes que se caracterizan por su
apatía política,
especialmente jóvenes que niegan la libertad y
democracia que
les ha sido otorgada tras la liberación de Japón.
Estos personajes, han sido calificados como antihéroes y
se caracterizan por ser japoneses que se han humillados ante el
poder de los extranjeros, que no tienen convicciones políticas,
que sacrifican su historia personal para
conservar su comodidad, que son incapaces de cambiar, de tomar
acciones o de cometer un suicidio. En contraposición, el
héroe es quien desea ser parte de aquello que sucede en su
tiempo, incluso si la forma de hacerlo es cometiendo un
crimen.
Si tomamos en cuenta estos motivos que Niikuni Wilson ha
identificado a lo largo de la obra de Oé, Bird corresponde
sin duda a la descripción del antihéroe. Sabemos
de su condición monstruosa, de su apatía general,
de sus deseos de huir a otro continente y además, ahora
sabemos que no es capaz de tomar una decisión
trascendental en su vida. Cabe añadir que según la
estudiosa, cuando en la obra de Oé se habla de japoneses
serviles, se refiere a aquellos que se han dedicado a complacer a
los extranjeros y se propone dos tipos de personas: las
prostitutas y los guías e intérpretes.
Ahora que Bird ha perdido su posición en la
academia, lo poco que le queda son sus conocimientos del
inglés y deberá aceptar trabajo como guía
para turistas.
Y para completar el perfil del antihéroe, sabemos
hacia el final de esta última etapa de espera, que Bird no
tiene inclinaciones políticas, ni interés
alguno por la paz o la guerra. Observa en la
televisión junto a Himiko el anuncio de que se han
reanudado las pruebas
nucleares y él "fue conciente de que la noticia no le
impresionaba lo más mínimo. Pensó que
tampoco se sorprendería al enterarse del estallido de la
Tercera Guerra Mundial
[?]".
Bird tenía aproximadamente 10 años cuando
su país fue atacado con dos bombas
atómicas y su generación fue una de las primeras en
gozar de la liberación del Japón, sin embargo,
él, asumiendo su papel de antihéroe, se queda
inmóvil y apático ante la noticia.
En este momento Bird debe decidir sobre la vida de su
hijo, no puede conformarse con esperar, debe actuar y seguir el
consejo de la amiga de Himiko: tendrá que tomar en sus
manos la vida del bebé anormal y acabar con ella. De esa
forma Bird se convertiría en un héroe, que no se
queda de brazos cruzados frente a los acontecimientos, sino que
actúa ante ellas, aunque deba hacerlo de forma
criminal.
4.3 La eliminación del oponente y el
ataque
Bird dormía cuando sonó el teléfono. La llamada anuncia lo que tanto
había deseado oír durante los últimos tres
días. Una voz le indica a Bird que el bebé les
había dado mucho trabajo y que ahora esperaban la
presencia del padre en la cátedra de cirugía
cerebral. Bird, eufórico con la noticia, se dirige al
hospital para confirmar que había malentendido la llamada
y que su primogénito no había muerto, sino todo lo
contrario, luchaba por su vida, y los médicos
habían investigado su caso exhaustivamente hasta
asegurarse que era posible una operación para extraer la
hernia cerebral, aunque no podían confirmar que
llevaría una vida normal.
Bird se siente indignado, enfurecido, piensa que este
malentendido era una burla y que no va a permitir que el
niño monstruo le gane la batalla y tampoco aquellos
médicos que por probar sus sabiduría le
arruinarían el resto de su vida dejándole a cargo
de un ser vegetal: "¡No cedas!, se ordenó Bird antes
de que le dominara el pánico.
Debes resistirte a estos bastardos, protegerte de esa
monstruosidad. Rechaza que lo operen, no permitas que el
bebé irrumpa en tu mundo?".
Y en ese preciso instante Bird se niega a que operen a
su hijo, sin dar lugar a que los médicos puedan ofrecerle
nuevos motivos. Se enfrenta a sus oponentes y los elimina, y
ahora se dispone a iniciar el ataque, convertirse en el
héroe y acabar con el último de sus oponentes.
Así, informa a los doctores que se llevará al
niño y que desde él es su responsabilidad.
Una vez que abandona el hospital Bird informa a Himiko
de la nueva situación y ella confirma que se
convertirá en su cómplice. Contacta con un
médico abortista, que según lo que ella sabe, es
capaz de crímenes horrorosos. Ambos planifican la forma de
trasladarlo hasta la clínica del médico
inescrupuloso, en las afueras de la ciudad, pero antes
deberán proveerse de ropa de bebé para poder
sacarlo del hospital.
Movidos por una tensión insoportable, que se
transmite a su vez en la narración, cuyo ritmo es mucho
más ágil que en etapas anteriores, Bird e Himiko
consiguen lo que hace falta e incluso coloca el techo en el coche
deportivo de Himiko, ya que llovía y no quieren que el
bebé se moje durante el traslado. Al mirar la apariencia
del auto deportivo con el techo puesto, Bird siente como si
hubiera fabricado una carroza fúnebre para el
bebé.
De regreso al hospital Bird cree ser capaz de enfrentar
las miradas de las enfermeras con una nueva voluntad y seguridad
que le invade. No iba a permitir que nadie se entrometa con su
decisión de llevarse al niño para hacerse cargo de
él con sus propias manos. En una de las ventanillas donde
tramita el alta del niño la señorita indica a Bird
que hasta ahora su hijo ha sido ingresado sin un nombre propio y
que lo necesita para salir del hospital por una cuestión
de registros:
Un nombre, pensó Bird. La idea le turbaba. Si
le proporcionaba un nombre al monstruo, desde ese instante
parecería más humano y era probable que poco a
poco se afirmara como un ser humano. Una cosa era que muriese
sin nombre pero otra muy distinta que lo hiciera con un
nombre.
Bird se niega violentamente a cumplir con el requisito
pero ante la insistencia de la señorita recuerda las
palabras de su esposa y le nombra Kikuhiko, como su amigo de la
adolescencia a quien había abandonado. Ahora que Bird se
dispone a abandonar o a quitarle la vida a su hijo, el nombre es
apenas otro de los presagios siniestros que acompañan el
ataque de este nuevo héroe ya que, como si fuera poco,
Himiko se muestra asombrada con la casualidad ya que conoce a un
homosexual con ese nombre, que es dueño de un bar, y
sugiere que después de encargarse del bebé vayan a
celebrarlo ahí.
Bird recordó cómo había
abandonado a su amigo Kikuhiko en una ciudad de provincias
desconocida y en plena noche. Y ahora el bebé que estaba
a punto de abandonar se llamaría Kikuhiko. Durante un
instante Bird consideró la posibilidad de regresar y
cambiarle el nombre. Pero en vez de hacerlo, dijo como
necesitado de castigarse: -¡Despediremos la noche en ese
bar gay Kikuhiko! ¡Será un auténtico
velatorio.
Tras finalizar los papeleos Bird e Himiko se encuentran
fuera de la clínica con el bebé en una canasta,
este ha crecido y abierto los ojos, pero "no tenía aspecto
demasiado humano: la parte frontal del cráneo
todavía estaba muy contraída y no equilibraba la
monstruosa protuberancia posterior. Agitaba los puños
cerrados como si quisiera salirse de la cesta".
Inician el viaje hacia la clínica donde
dejarán al bebé. La atmósfera que se ha
creado desde que salen del hospital es sumamente tétrica:
llueve torrencialmente, en el auto de Himiko hace un calor
abrasador, en la radio se
escuchan testimonios de los sobrevivientes de Hiroshima a
propósito de la reanudación de las pruebas
nucleares, ella maneja a gran velocidad y con descuido y tras
intentar esquivar a un gorrión muerto en la autopista caen
en un bache y el bebé despierta y empieza a llorar. La
tensión entre los personajes y en la narración
alcanza niveles muy altos, hasta llegar casi al punto de la
irritación. Han dado vueltas en círculos durante
horas sin encontrar la clínica. Bird sospecha que el
bebé se ha resfriado y ahora los detiene un policía
a quien deberán mostrarles la cabeza del bebé para
que horrorizado les crea que llevan prisa y les dejé
pasar. Cuando finalmente llegan, el médico, usando una
bata salpicada de sangre, los recibe con prisa:
Ignoró por completo a Bird y, sin dejar de
mirar la cesta, como si estuviera comprándole pescado a
un vendedor ambulante [?] exclamó: – Temí que por
el camino se les hubiera ocurrido lo peor. Hay personas
radicales [?] una vez que han tomado una decisión les da
igual que el bebé muera de debilidad o estrangularlo con
sus propias manos.
4.4 La epifanía
Una vez que todo ha terminado y han dejado al
bebé en manos del médico, Bird e Himiko se refugian
en el bar gay de Kikuhiko, donde Bird comprueba con asombro y
asco que se trataba del mismo amigo de la juventud a
quien abandonó hace siete años, ahora propietario
de un bar de mala categoría para homosexuales. Sin
embargo, "el dramatismo de este reencuentro no lograba despertar
las emociones
internas de ninguno de ellos".
Como un acontecimiento que se repite en idénticas
condiciones, este encuentro significa para Bird la peor de las
casualidades, una última confirmación con lo
siniestro. Y mientras su mente flota entre la indiferencia y el
odio, Kikuhiko comenta con Himiko sus historias de juventud e
inculpa a Bird por aquello en lo que se ha convertido debido a
que él le abandonó en un momento crucial. Kikuhiko
explica que aquella noche en la que Bird le dejó solo, lo
que él verdaderamente temía era que los
reclutarán para ir a la guerra contra Corea, ya que
circulaban por ese tiempo rumores que decían que unos
mafiosos vendían jóvenes japoneses como
soldados.
Bird bebe un trago tras otro hasta que vomita. El
encuentro con su antiguo amigo refresca su memoria: ya no
era aquel joven de 20 años que abandonaba al caído,
pero se había convertido en un asesino, en un monstruo
incapaz de asumir su vida: "Es una cuestión personal.
Cuando estás solo dentro una cueva privada, al final
llegas a una salida lateral que conduce a una verdad que te
concierne a ti y a todo el mundo. Eso recompensa los sufrimientos
padecidos".
Tras experimentar el primer instante de lucidez de todos
esos días Bird se cuestiona: "¿Qué cosa
intentaba defender del peligro que representaba un bebé
monstruoso? ¿Qué había de valioso en su
propio interior para defender con tanto ahínco? La
respuesta que halló lo dejó estupefacto: nada,
menos que nada. Cero". Así frente a esta
revelación, los acontecimientos toman un rumbo distinto y
cada proceso adquiere un nuevo sentido: "Bird se incorporó
lentamente de la silla. Le dijo a Himiko: – He decidido llevar al
bebé nuevamente al hospital para que lo operen. No
intentaré volver a huir por todos los
resquicios".
Bird tiene una nueva misión:
salvar a su hijo. Para ello, deberá eliminar a aquellos
que hasta ahora habían sido sus aliados: a Himiko, en
primer lugar. Decide aferrarse a su nueva misión y
sacrificar el futuro que se había prometido a sí
mismo: una fuga al continente africano, el fin de su vida
familiar y de su carrera. Sacrifica a Himiko y con ella dejar
atrás el pasado de perdición y la promesa de huir a
África. El sacrificio consiste en hacerse responsable de
la vida del bebé aunque tenga que arrancárselo de
las manos a un doctor carnicero y eliminar a sus oponentes:
Himiko, los médicos inescrupulosos, y de alguna forma a
sí mismo. Eliminar al monstruo en el que se había
convertido y el héroe que había elegido ser para
sencillamente asumir su rol de padre y su condición
humana.
Himiko, inconforme con la decisión de Bird,
reclama por el viaje a África que iban ha hacer juntos y
trata de convencerle de que seguramente el niño ya ha
muerto, pero Bird responde: "He estado huyendo todo el tiempo. He
imaginado África como el final de toda la fuga, el punto
límite [?]", sin embargo, ahora mismo imaginar que era un
hombre libre que asesinó a su hijo, pero que estaba de pie
en mitad del Sahara, convertía a su sueño en una
posibilidad remota, insípida y poco atractiva.
Finalmente, Bird asume que tiene dos caminos "o
lo estrangulo con mis propias manos o lo acepto y lo crío.
Lo sé desde el principio, pero no he tenido valor para
aceptarlo [?]. Lo único que deseo es dejar de ser alguien
que huye de todas sus responsabilidades". Con esas palabras Bird
se despide y sale en busca de su hijo.
4.5 La satisfacción y la
redención
Con una marca temporal
que indica que ha pasado casi una estación desde el
nacimiento del bebé, encontramos a Bird más delgado
y pálido al fin del otoño. Las transfusiones de
sangre han sido uno de los motivos del cambio de su aspecto; sin
embargo, a decir de su suegro, Bird parece otra persona, incluso
comenta que ya no le parece atinado seguirle llamando por su
apodo de la adolescencia.
Una semana después de la operación, el
bebé había adquirido un aspecto casi humano. Y a la
semana siguiente había comenzado a parecerse a Bird [?].
La anomalía en el cráneo no tenía más
que unos centímetros hacia dentro [?]. Resultó que
el cerebro no
sobresalía de la cavidad craneal, así que, a fin de
cuentas no era
una hernia cerebral, sino un tumor benigno.
En la misión de salvar a su hijo, Bird
había encontrado nuevos aliados: un grupo de prestigiosos
médicos que operaron al bebé y que pronosticaron
que, a pesar de que crecería con un posible retraso
mental, el niño viviría casi con normalidad.
También la esposa de Bird y sus suegros, cuya apariencia
al final de la novela no tiene
los rastros de la oscuridad que habían manifestado durante
los días de la tragedia, son ahora sus aliados.
Bird cumple con la última fase del proceso de
mejoría: la satisfacción, que consiste en haber
salvado la vida de su hijo.
Bird admite: "-Tuve la sensación de que en el
mundo no quedaba nada a lo que yo tuviera derecho -"pero obtuvo
de su paso por los infiernos la posibilidad de
redimirse.
Recuerda lo tentador que había sido ver, semanas
atrás, un buque con rumbo a Zanzíbar zarpar
llevándose lejos a Himiko y a su joven acompañante,
pero siente la firmeza de haberse quedado, junto a su familia por
su propia elección.
Toda la narración es un continuo
traer a presencia,
con medios
artísticos, lo siniestro, pero de tal suerte que lo real
y
lo ficticio se hilvanan ? con tal
ambigüedad y sabiduría ?
que el efecto artístico queda
siempre preservado.
En su discurso,
Japan, the Ambiguos and Myself (Japón, la
ambigüedad y yo), en Estocolmo en 1994 al recibir el Premio
Nobel de Literatura, Kenzaburo Oé habla sobre las
ambigüedades a las que se enfrenta la cultura
japonesa a partir de sus experiencias políticas y
bélicas. Según las apreciaciones del autor, el
proceso de modernización de la cultura japonesa, que
inició en 1868 y que continuó hasta después
de la Segunda Guerra
Mundial, implica una incursión y aprendizaje de la
civilización occidental con un deseo de imitarla, pero a
la vez de mantener vivas las raíces de la cultura popular
japonesa. Esta orientación compleja y ambigua convierte al
Japón en un intruso para el resto de países
asiáticos y en un fenómeno apenas comprensible para
Occidente. A la vez, esa ambigüedad a la que Oé se
refiere consiste en la riqueza y expansión comercial del
país enfrentada a una profunda desilusión y
apatía de los japoneses.
Después de las bombas en Hiroshima y Nagasaki y
la rendición del Emperador, los japoneses se enfrentaron a
una realidad que no habían concebido, el hecho de que el
emperador era un ser humano y no una divinidad, y que
habían perdido la guerra y de alguna forma, el
Japón había dejado de ser un país de Dios.
Además, despertar a una era nuclear de la que
habían sido las primeras víctimas hundía a
los japoneses en una franca decadencia de espíritu que
solo se contrarrestaba con una voraz recuperación
económica que terminaría por ubicarlos como una
potencia mundial
en lo que respecta a lo económico.
En su obra, Oé ha intentado enfrentar las
ambigüedades y la lucha interna que experimenta su
país y es así que el método
fundamental de su escritura
será partir de un evento personal e íntimo y luego
relacionarlo con la sociedad y al mundo entero.
Con Una cuestión personal, Oé
ofrece un claro ejemplo del método con el que ha tratado
de abordar los temas de su vida y de su tiempo. En esta novela se
ha ocupado principalmente de una crisis íntima,
biográfica: el nacimiento de un hijo discapacitado y, ha
partido de ella, de las implicaciones que tiene para la sociedad
y para un mundo que ha sido afectado por la actividad
nuclear.
En su discurso, Oé habla de sus personajes y de
sí mismo como seres que han sido parte de una cultura
marginal, periférica y que se han enfrentado al
fenómeno social de un país lleno de
ambigüedades y heridas causadas por las guerras y la
apatía.
Bird, el protagonista de Una cuestión
personal, encarna al personaje japonés cuyo abandono y
decadencia denuncian la incapacidad de tomar acciones en su vida
y menos aún de ser parte activa de su sociedad. En la
novela somos testigos de la marginalidad del
personaje, quien tras el anuncio del nacimiento de su hijo
anormal experimenta un proceso de vertiginosa
transformación en un monstruo social: un ser despreciable
que altera el orden de la sociedad con su comportamiento y que
además se pervierte a través de los vicios, la
violencia y una sexualidad abyecta.
Para Oé la literatura cumple una función
especial: debe ser comprometida, debe contar y guiar y para ello
impone a sus personajes una lucha, un viaje interno hacia los
infiernos de su propia monstruosidad para que al final puedan
librar la batalla, experimentar una catarsis que
consiste en vencer a la muerte, al mal, a la crueldad de las
guerras y a la marginalidad, para volver al sentido más
humano.
Una vez que Bird ha tomado la decisión de
abandonar a su hijo ha llegado al clímax de su
monstruosidad. Pero es capaz de reflexionar sobre su vida y sus
elecciones. Elige salvar a su hijo: dejar de huir, enfrentar y
superar su condición monstruosa.
El giro que da la novela, cuando hacia el final Bird
asume su responsabilidad y su papel en la sociedad, deriva en la
catarsis del protagonista, quien se redime de su condición
monstruosa y de sus experiencias siniestras a partir de su propia
decisión. Bird, como varios de los personajes que habitan
la literatura de Kenzaburo Oé, ha descendido a los
infiernos de la marginalidad para regresar a la esencia de su
humanidad.
Tras su redención, Bird abandona al ser
monstruoso en el que se había convertido y a la vez, su
hijo considerado como un monstruo innato, se libra de los
estigmas de la deformidad, una vez que ha sido operado y los
médicos descubren que su estado era menos grave de lo
habían imaginado y que el niño podría
acceder a una vida relativamente normal, en comparación a
los pronósticos que se habían formulado
cuando nació.
El autor, Premio Nobel (1994) comenta en su discurso en
Estocolmo que, como creador, la escritura le lleva a experimentar
una catarsis en su vida personal, similar a la que viven sus
personajes y confía en que expresar el dolor a
través de creaciones artísticas ayuda a
exorcizarlo.
Finaliza su ponencia confesando que espera que para los
lectores la experiencia de leer su obra pueda convertirse, a su
vez, en una catarsis a partir de la demostración de que
los personajes marginales como Bird pueden redimirse y aprender a
ser tolerantes.
Una cuestión personal, en contraste con
una amplia producción literaria del siglo XX, es una obra
de aprendizaje, consiste en una reflexión no solo
estética sino moral. Las
novelas del
siglo XX, así como las obras más recientes siguen
una cierta tendencia existencialista y los personajes no superan
los obstáculos, no existe mayor movimiento o
acciones en lo que respecta a sus destinos. No viven procesos de
mejoría. En el caso de esta novela de Kenzaburo Oé
se reivindican algunos de los motivos clásicos ya que los
personajes sufren caídas, se enfrenta al caos, pero son
capaces, hacia el final, de sobrevivir, tomar decisiones y dar
giros significativos a sus vidas, como es el caso del
protagonista, Bird.
Acerca del ciclo narrativo que cumple la novela cabe
destacar que se verifica un proceso de mejoría,
según la teoría de Bremond, presentada por Mieke
Bal. Pero, la epifanía se resuelve en un tiempo menor al
que ocupa la etapa del caos. Lo monstruoso se presenta en la
novela detalladamente, incluso el narrador recurre a retrocesos
en el tiempo, con los que afirmará las atmósferas
siniestras y comportamientos marginales. Sin embargo, la
monstruosidad consiste en un proceso de aprendizaje, una etapa de
tránsito para el protagonista.
La redención extiende su significado en la obra
de Oé ya que le concierne al autor como padre de un
niño con discapacidad; al
entorno social del novelista, un Japón en constante
proceso de sanación por las heridas de la guerra y de las
bombas nucleares; al lector que puede encontrar en el arte una
manera de vencer temores, y principalmente, a Bird el
protagonista, quien vence los obstáculos y regresa del
infierno de la monstruosidad para dar cuenta de un proceso de
aprendizaje exitoso.
- Bal, Mieke, Teoría de la narrativa:
una introducción a la
Narratología, Madrid,
Cátedra, 1990, p.164. - Bataille, George, La literatura y el
mal, Madrid, Taurus Ediciones, 1977, p.156. - Bremond, Claude, La lógica de los posibles narrativos, en
Análisis estructural del relato, Editorial Tiempo
contemporáneo, Buenos Aires,
1972. - Corrales Pascual, Manuel, Análisis
literario. Iniciación a la Narratología: teoría,
método, práctica, Quito,
Centro de publicaciones PUCE, 1998, p.197. - Cortés, José Miguel, Orden y
caos: un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes,
Barcelona, Anagrama, Colección Argumentos., 1997,
p.211. - Estébanez Calderón, Demetrio,
Diccionario de términos literarios, Madrid,
Alianza Editorial, 2000, p.553. - Frenzel, Elisabeth, Diccionario de motivos
de la Literatura universal, Gredos, Madrid,
1983. - Kayser, Wolfang, Lo grotesco, su
configuración en pintura y
Literatura, Buenos Aires, Editorial Nova, S/A, p.
232 - Niikuni Wilson, Michiko, The Marginal World
of Oé Kenzaburo: A Study in Themes and Techniques,
Nueva York, M.E.Sharpe, 1997, p.160. - Oé, Kenzaburo, Una cuestión
personal, Barcelona, Anagrama, 1995, cuarta edición, p.189. - Oé, Kenzaburo, Japan, the Ambiguous,
and Myself: the Nobel Prize Speech and other Lectures,
Tokio, Kodansha International, 1995, p.128. - Seidensticker, E.G (traductor), Modern
Japanese short stories, Tokio, Editorial board,
1970. - Tomachevski, Boris, Teoría de la
literatura, Madrid, Akal, 1982. - Trías, Eugenio, Lo bello y lo
siniestro, Barcelona, Editorial Ariel, 2001,
p.49. - http://globetrotter.berkeley.edu/people/Oe/oe-con0.html
- http://www.nobel.se/literature/laureates/1994/
- http://www.ou.edu/worldlit/authors/oe/oe.html
http://web-jpn.org/webjapan/search/Culture_Literature_00.html
A todos los que se fueron, a los pocos
que quedamos
A Alejo, sin ti no se
puede
Paulina Simon Torres
Quito, abril 2006
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