Crisis de la pareja: variables del contexto, estrategias de afrontamiento y bienestar marital (página 2)
Los paradigmas y
fundamentos que se desarrollaran como soporte al proyecto de
investigación tienen coherencia con el enfoque
sistémico. Uno de los puntos del cual parte la teoría
sistémica es el campo de intervención de la familia
alrededor del tercer decenio de este siglo, en los Estados Unidos.
El origen estuvo dado por las críticas a modelos de
intervención clínica en salud mental,
como la Psiquiatría y el Psicoanálisis. Clínicos como
Ackerman, Whitaker, Minuchin y Bowen (1984), empezaron a
desarrollar estrategias para
la intervención del contexto natural de las personas: La
Familia.
No obstante, fue Bateson, quien dio el giro
fundamental al sintetizar las ideas provenientes de la
Teoría de los Sistemas y la
Cibernética. De aquí salieron ideas
fundamentales como el análisis de la
comunicación y la visión de enfermedad mental
desde la interacción.
Se dio relevancia al contexto como el marco en el que
toman sentido las relaciones, enfatizándose en la
causalidad circular y en la capacidad de auto ? organización de los sistemas humanos.
Aparece así una primera cibernética como paradigma para
describir una realidad en el funcionamiento de los sistemas y
promover el cambio desde
un equipo neutral y externo, como en el método del
grupo de
Milán conformado por Palazzoli, Pratta, Cecchin y
Bóscolo (1988), quienes desarrollan la
intervención con el espejo unidireccional para no verse
atrapados en el juego
familiar.
El paso fundamental de una cibernética de primer
orden a una cibernética de segundo orden, fue impuesto por el
mismo proceso
recursivo que plantea la noción de cibernética.
Esto implicó el incluir al terapeuta con sus propias
percepciones e interpretaciones dentro del contexto de su
interacción con la familia, lo cual abrió las
puertas hacia la concepción del proceso terapéutico
como cocreación de realidades.
En este sentido, se han dado los aportes del constructivismo
(que se enfoca en el problema del conocimiento
generado en la relación observador ? observado) y el
construccionismo social (cuyo énfasis se sitúa en
la construcción colectiva de conocimiento
mediante el lenguaje no
como herramienta sino como proceso generador de realidades). La
cibernética de segundo orden da cuenta de la recursividad
entre las preguntas del observador y su descripción final del sistema
observado. (Droeven, 1997).
A partir del advenimiento de una cibernética de
segundo orden, el enfoque sistémico constructivista ha
renovado e integrado diversos paradigmas para comprender la
experiencia humana, rescatando la posibilidad de los individuos
de ser "generadores de significado" trascendiendo el paradigma
cibernético para asumir una posición más
hermenéutica e interpretativa, donde la
acción
humana tiene lugar en una realidad de comprensión que se
crea por medio de la construcción social y el diálogo.
La gente vive según esta postura a través de
realidades narrativas construidas socialmente, que dan sentido a
su vida y la organizan (Anderson, citado por Mac Namee,
1996).
Esta visión de lo psicológico destaca la
posibilidad de los individuos de ser "generadores de
significado", donde la acción humana tiene lugar en una
realidad de comprensión que se crea por medio de la
construcción social y el diálogo. La gente vive
según esta postura a través de realidades
narrativas construidas socialmente, que dan sentido a su vida y
la organizan (Anderson, citado por Mac Namee, 1996).
El "circulo hermenéutico" entre la acción
y la reflexión reincorpora al individuo como
agente activo en la construcción de la experiencia humana,
en su papel de sujeto cognoscente. Es decir, el hombre a
partir de la reflexión construye sus dominios de
conocimiento incorporándolo a sus propias estructuras
mentales, en la medida en que interactúa con el mundo
social, virtual o físico. Según Lynn Hoffman, "La
cibernética es reemplazada por la hermenéutica: La
curva de retroalimentación de los sistemas
cibernéticos es reemplazada por la curva ínter
subjetiva del diálogo. La metáfora central de la
terapia se desplaza a la conversación" (Art. En Mc Namee,
1996)
Por tanto, el observador es un sistema participante que
necesita develar su postura epistemológica para conocer,
para proponer y conectarse en el campo conversacional. Su mirada
deja el simplismo, el paradigma unidimensional, para vivenciar
los múltiples aspectos que entran en interjuego en un
campo investigativo; es la aceptación del azar, la
incertidumbre, la posibilidad de la emergencia de lo creativo y
novedoso más allá de su puntuación de
científico. Es operar con el paradigma de la
complejidad:
"No existe ni podría existir una teoría de
la complejidad, pues la complejidad es multifacética,
dinámica, multidimensional. Sin embargo, es
posible complejizar nuestra mirada. En las dos últimas
décadas se han ido desarrollando diversas líneas de
investigación que coinciden en utilizar
enfoques que nos abren la posibilidad de pensar en un universo abierto,
donde el azar y la necesidad se conjugan para darnos estabilidad
pero también creatividad…
Pensamos en los enfoques complejos como un modo de tratar la
diversidad, las articulaciones,
dar lugar a la multidimensionalidad de los sistemas y a su
evolución dinámica pero reconociendo
las diferencias y el valor de
mantenerlas" (Droeven, 1997)
¿Qué es la complejidad? A primera vista la
complejidad es un tejido de constituyentes heterogéneos
inseparablemente asociados: es el tejido de lo uno y lo
múltiple, de eventos, acciones,
interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que
constituyen nuestro mundo fenoménico.
Así es que la complejidad se presenta con los
rasgos inquietantes de lo confuso, de lo inexplicable, del
desorden, la ambigüedad, la incertidumbre. De ahí la
necesidad del conocimiento de poner orden y certidumbre
clarificando, distinguiendo y jerarquizando. Se hace evidente que
la vida no es una sustancia sino un fenómeno de
auto-eco-organización extraordinariamente complejo que
produce la autonomía (Morín, 1995).
De esta manera, el cuerpo de conocimientos sobre lo
psicológico aporta bases para la comprensión de los
dilemas humanos, pero es insuficiente si no se complementa con el
saber que una comunidad
desarrolla al afrontar las crisis propias
de su momento histórico y su cultura
particular. Por esto, las organizaciones y
grupos
familiares y sociales constantemente se auto organizan y cambian,
generando procesos
psicológicos y sociales complejos y dinámicos, que
el clínico necesita comprender.
Teniendo en cuenta el objetivo del
presente proyecto, se hace
necesario comenzar a establecer la sustentación conceptual
de los diferentes componentes teóricos de éste.
Así, es importante establecer que actualmente, hay una
transición de paradigmas, emergiendo uno nuevo, el cual,
como lo menciona Martínez (1991) citado por Acevedo
(2002), permitirá superar el realismo
ingenuo, salir de reduccionismos y entrar en la lógica
de una coherencia integral, sistémica y ecológica;
es decir, una ciencia
más universal, en un mundo que se encuentra sumergido
cotidianamente en su pensar, hablar, actuar y relacionar
simplista, causal y lineal, donde debe ser controlador, certero y
verdadero; simplifica o globaliza, pero no relaciona; es por esto
que en algunas situaciones se puede encontrar limitado y
encasillado en su conocimiento, con un paradigma que ha manejado
su forma de pensar desde la niñez.
Por lo tanto, es necesario empezar a ver el mundo desde
otra perspectiva que permita mirar al ser como un todo
físico, biológico, psicológico, social y
cultural, pero a la vez tenerse presente que esas partes pueden
sumar más que el todo y son interdependientes unas de
otras.
Este paradigma se inauguró con el establecimiento
de la Teoría General de los Sistemas la cual fue
desarrollada por Von Bertalanffy (1941) y habla de sistemas u
organizaciones, ya sea máquinas,
seres vivos o sociedades, y
afirma que el todo es más que la suma de sus partes, lo
cual conforma el primer axioma sistémico. Determina que el
pensamiento
sistémico es la actitud del
ser humano basada en la percepción
del mundo real en términos de totalidades,
comprensión y accionar, diferente al planteamiento del
método
científico, que sólo percibe partes de
éste, inconexamente. Estos mismos autores plantean que
ésta teoría aparece 45 años atrás por
los cuestionamientos de Von Bertalanffy, acerca de la
aplicación del método científico en los
problemas de
la Biología,
pues se basaba en una visión mecanicista y causal,
débil como esquema para explicar problemas tan grandes
como los que se dan en los sistemas vivos.
Es de esta manera como se establece el Enfoque
sistémico. Dentro de éste enfoque, un concepto
importante es el de sistema, sobre el cual Hernández
(2001) citado por Montoya López (2002), sostiene que se
concibe como un todo resultante de partes interdependientes,
donde dichas partes existen en conjunto de relaciones mutuamente
condicionales. Este concepto de sistema da lugar al
establecimiento del enfoque sistémico como un movimiento que
aparece a partir de los 30?s con la relación entre la
biología y la física de los
sistemas y que establece. De la misma manera, Droeven y
Najamanovich (1997), citados por Rodríguez, M., Riveros,
S. (2001), establecen que el enfoque sistémico ve a los
seres vivos como totalidades abiertas al entorno, sus objetivos y
funciones,
elementos y conexiones que están siempre subordinados al
todo. Acepta de igual forma que cuando se habla de sistemas u
organizaciones se trate de máquinas, seres vivos o
sociedades, teniendo en cuenta además que el todo es
más que la suma de sus partes. (Pág. 5).
Estableciendo ya los lineamientos de la Teoría de
los Sistemas y su relación con el enfoque
sistémico, se hace necesario comenzar a trabajar un
término de extrema relevancia para éste enfoque y
especialmente para éste proyecto: la cibernética.
Sobre ésta Ankton (1985) citado por Montoya López
(2002), aclara que es la ciencia que
estudia los patrones de relación entre objetos, integrando
también al terapeuta como un nuevo elemento en el sistema
relacional del cliente que puede
ayudar al cambio o generar posiciones isomórficas que
mantengan el problema, por tanto cliente y terapeuta forman un
sistema recursivo donde se influencian mutuamente por un proceso
de retroalimentación. Por otro lado, la cibernética
se hace equivalente para muchos autores al concepto de cambio, y
es de esta forma que Ceberio y Watzlawick (1998) citado por
Montoya López (2002), definen dos clases de cambio:
1-Cambio de primer orden, el cual hace referencia al cambio que
se da en el individuo, pero la estructura del
sistema permanece constante. En este caso el sistema se regula y
logra la estabilidad, el equilibrio y
la homeostasis; y
2- Cambio de segundo orden, el cual se refiere a un cambio en la
estructura del sistema, al cambiar las reglas que guían la
estructura. La terapia debe buscar un cambio de segundo orden a
través del cuestionamiento y la redefinición de los
mapas y reglas
que mantienen determinado funcionamiento del sistema.
Para los autores que no consideran la cibernética
como un equivalente del cambio, también se establecen dos
tipos de cibernética. De esta manera, para Droeven Y Col
(1997) en la cibernética de primer orden se reemplaza el
hombre por el
sistema, pierde su singularidad, cayendo en un determinismo
holístico.
Se necesitó de nuevas corrientes para ampliar la
mirada del hombre hacia la complejidad y aproximarlo a una
multidimensión. Así, el concepto clave de la
Cibernética de primer orden es la homeóstasis, la
cual fija su atención en mantener la
organización a través de las reglas que tienden
a estabilizar el sistema, el cual se entiende como el complejo de
componentes y estructuras interrelacionados que constituyen una
unidad particular con cierto nivel de organización la cual
puede mantenerse en el tiempo
sufriendo transformaciones en su estructura. (Pág.
10).
Por otro lado, para Droeven Y Col (1997), la
Cibernética de segundo orden se establece a finales de los
80, teniendo en cuenta como tema central la pregunta por el
observador y por el proceso de reflexión del conocimiento
del conocimiento, en ésta el observador es un elemento del
sistema terapéutico, observa y afecta lo que observa. Para
Andrade García, (2002), la cibernética de la
cibernética o cibernética de segundo orden, implica
(frente al fenómeno de las escaladas del conflicto
conyugal de la pareja) una mirada de diferentes niveles de
repercusión y de análisis frente al
fenómeno, a través de los cuales se intenta romper
con las pautas existentes en ese sistema y que han actuado como
mantenedoras de la situación considerada problema, para
dar nuevas lecturas del mismo, que inviten a dar un giro en las
reglas y en la organización que hasta ahora ha permanecido
en ese sistema.
Por último para Phillipe Caillé (1991)
citado por Ariza y Guevara (2002), el desarrollo de
la concepción sistémica abarca 3 niveles de
observación de los sistemas humanos o
cibernéticas: 1: se refiere al principio de la
homeostasis, la búsqueda del equilibrio permanente dentro
de un contexto de negociaciones continuas, 2: se interroga sobre
el modelo que la
pareja eligió y creó para sus vidas, el para
qué más que el cómo de la
conformación. Robert Neuburger (1998) citado por
Caillé (1991): la pareja es una institución que
protege su identidad al
intercambiar con otras, con amigos, parientes, etc. y 3: el
objetivo está en el diálogo entre otros niveles
fuera de su propia identidad y estructura.
Un concepto clave en la cibernética es la
circularidad, en el cual se tiene en cuenta cómo cada
miembro se relaciona con el otro, teniendo en cuenta sus
creencias, percepciones y construcciones de la realidad, y en
donde su compañero responderá a ese modelo del
mundo que el otro le ofrece, creándose un estilo de
relación donde ambos crearan y compartirán una
realidad construida e interpretada de una forma única para
los dos. Así, la circularidad es la acción de
algún integrante del sistema que genera una
reacción en el otro, que a su vez puede ser una
acción para generar otras reacciones en el primer miembro
o en cualquier otro, llegando así a establecer que no se
puede determinar una sola causa para un síntoma o un
problema, ya que este hace parte de una cadena de sucesos que lo
pudieron haber causado (causalidad circular).
Pero no solo la circularidad se concibe como un concepto
importante dentro de la cibernética y el Paradigma
Sistémico; también es importante tener en cuenta el
Paradigma de la Complejidad que tal como lo plantea Morin (1998)
no es un pensamiento omnisciente. Por el contrario, es el
pensamiento que sabe que es local, ubicado en un tiempo y en un
momento; no es completo, siempre hay incertidumbre, por lo que
escapa del dogmatismo que impera en los pensamientos no
complejos. Esta epistemología compleja, ha surgido para
trascender lo mecanicista y simplista, aunque como anota Morin
(1994), quisiéramos evitar la complejidad teniendo ideas,
leyes y
fórmulas simples para explicar lo que ocurre en nosotros y
en nuestro alrededor, pero cada vez más estas formas de
pensar y explicar el mundo están siendo insuficientes y
limitadas. "Se puede decir que hay complejidad, donde quiera que
se produzca un enmarañamiento de acciones, interacciones y
retracciones". (Pág. 12). "Morin (1994) ha planteado tres
principios de
la organización compleja: 1- Principio ideológico.
Establece que nuestro universo es el fruto de una
dialógica de orden y desorden. Dialógica porque se
trata de dos nociones totalmente heterogéneas, pero a la
vez esa dialógica es la que produce todas las
organizaciones existentes del universo.
Se puede utilizar el desorden como un elemento necesario
en los procesos de creación porque las invenciones se
presentan como una desviación de los sistemas
establecidos. 2- Principio de Recursividad Organizacional: "un
proceso recursivo es en el cual los productos y
los efectos son al mismo tiempo causas y productores de aquello
que los produce". (Morín, 1995). Esta recursividad es
donde todo afecta e interactúa con todo, la sociedad
afecta al individuo así como éste afecta a la
sociedad. 3- Principio Hologramático: con lo que se
refiere a que "no solo una parte está en el todo, sino que
también el todo está en la parte". "El todo por lo
tanto, el todo es más que la suma de las partes, porque la
organización de un todo impone constricciones e
inhibiciones a las partes que lo forman". (Morin,
1995).
Estos principios son atravesados por la incertidumbre y
la relatividad de la verdad y rompen con la estructura lineal,
causal y simplista con la que se venía de la mano,
permitiendo sentir un mundo dinámico, en continuo
movimiento, imprescindible, libre, con la idea de que los seres
humanos son multidimensionales y que como seres humanos afectan
los contextos donde se desenvuelven, así como éstos
a ellos". (Pág. 13).Para Hernández (2001), el
Paradigma de la Complejidad, permite crear una visión y
una lectura
determinada de las situaciones, lo cual implica incluir aquellos
elementos que ayudan a darle sentido a las afirmaciones y
conceptualizaciones, entre otras. Se parte de la idea de realidad
como múltiple y compleja, que es una unidad abierta, donde
los niveles de comprensión están ligados entre
sí en un todo que incluye al sujeto y al
objeto.
De la misma manera, se encuentra también el
concepto de pautas, las cuales éstas se determinan en la
puntuación que cada miembro participante de la
relación aporta, y que lleva a crear determinadas formas
de relacionarse según el contexto, creando consecuencias
interacciónales que dan cuenta de procesos recursivos que
retroalimentan las pautas y puntuaciones. Según esto y tal
como lo afirma Watzlawick (1976), los problemas surgen cuando
cada participante de esa relación afirma que su comportamiento
es respuesta al estimulo previo del comportamiento del otro, lo
que señala los errores epistemológicos de las
premisas de los participantes en esa pauta, que se insertan en
una ecología
de ideas que estas personas han creado alrededor de su
relación.
En este punto es importante definir el concepto de
familia y pareja, articulando dicha concepción desde el
enfoque sistémico. Como definiciones de sistema podemos
resumir las siguientes:
- Un sistema humano es un conjunto de personas
interdependientes y auto-organizadas, con una identidad
colectiva y una clara diferenciación del medio social
circundante. - Un sistema es autónomo y autopoiético,
es decir, tiene la capacidad para desarrollar y mantener su
propia organización. - Un sistema necesita asimilar la incertidumbre, la eco
dependencia y el cambio permanente de la evolución para
persistir: Esta propiedad es
llamada resiliencia. - Un sistema es una red de relaciones que
se construyen en el lenguaje y
la comunicación, a partir de acuerdos
explícitos o tácitos que definen su forma de
organizarse: estructura y funcionamiento, patrones de
interacción, límites,
reglas, control y
jerarquías. - Un sistema tiene una relación interdependiente
con su medio
ambiente, constitutiva del sistema mismo.
A partir de estos principios, podemos entrar a revisar
las distintas concepciones de familia. Satir (1983) dice que la
familia es la unidad, sistema individualizado de alimentadores y
alimentados, directores y dirigidos, apoyadores y
apoyados.
Para Pedro Juan Viladrich (1990) la familia es el
hábitat
natural para que cada persona
irrepetible sea concebida con dignidad,
gestada, arropada y educada con amor, y
acompañada hasta una muerte
personal y
digna.
Minuchin y Fishman (1985) describen a la familia como el
grupo natural que elabora pautas de interacción en el
tiempo y que tiende a la conservación y la
evolución. Es el grupo celular de la sociedad, una
institución que ha existido a lo largo de la historia, ha compartido
siempre las mismas funciones entre ellas la crianza de los hijos,
la supervivencia y la común unión de los miembros
de ésta. No es una entidad estática,
esta en un cambio continuo igual que sus contextos
sociales.
Para el Modelo Sistémico con enfoque estructural,
la familia es el grupo de personas que puede describirse como un
sistema, pues está conformada por diferentes elementos, el
cambio en uno solo de ellos, produce cambios en todo el sistema.
(Minuchin y Fishman 1985).
Según Hernández (1997), la familia es un
sistema en cuanto se concibe como un todo diferente en la suma de
las individualidades de sus miembros; está constituida por
una red de
relaciones, es natural porque responde a necesidades
biológicas y psicológicas inherentes a la
supervivencia humana; y tiene características propias en
cuanto a que ninguna otra instancia social ha logrado
reemplazarla como fuente de satisfacción de las
necesidades psicoafectivas tempranas.
Desde el punto de vista de Maldonado (1995) la familia
es un grupo social que se caracteriza por una complejidad de
redes de relaciones
interpersonales, en las cuales la intimidad y la convivencia
hacen de ella un grupo específico. En ella se estructura
la identidad, se protege a los miembros y se da el intercambio
con la cultura, por lo tanto el conflicto y el poder hacen
parte de la dinámica de la familia, aunque a veces poco se
hable de él y se ejerza más de manera
implícita que explícita.
Como último concepto se propone el de Parada
(2002) en el cual la familia es el conjunto de personas que
establecen pautas de relación, construyendo una realidad
en donde cada miembro interpreta y crea significados partiendo de
esa realidad. No es un sistema aislado, sino conectado e inmerso
en una cultura específica.
Es importante la familia y la sociedad en el desarrollo
integral de las personas, pues así los niños
interiorizan diferentes modelos y pautas, interpretan la realidad
y afrontan los conflictos. La
historia familiar y cultural es determinante en el comportamiento
del área afectiva, comunicativa, sexual, etc., pues lleva
a la persona a pensar, actuar y sentir de diferentes
formas.
Con todos estos conceptos se puede ver que la familia no
es solamente una conformación de padres e hijos sino que
va más allá siendo ésta una estructura con
propiedades. En relación con la estructura, Maturana y
Varela (1984) citados por Droeven y Cols (1997) la definen como
los componentes y las relaciones que construyen una unidad
particular. Bertalanffy (1992) ve a la familia como un sistema
abierto que intercambia información con el medio, y que tiene
propiedades como la Retroalimentación (la conducta de cada
uno influye y es influida por la de los otros) y Equifinalidad,
cada acción o decisión que sea tomada por alguno de
los miembros debe ser con el propósito de que sea
beneficiosa para todos.
Por otro lado, como sabemos, existen un sinnúmero
de familias en la sociedad, pero muchas de ellas
comúnmente tienen algún componente que hacen que no
sean tan funcionales, Minuchin y Fishman (1985) plantean 10 tipos
de familias:
- Pas de deux: conformada por 2 personas solamente,
contraen una dependencia casi simbiótica. - De 3 generaciones: la familia nuclear en
íntima relación con la extensa, comparte roles y
a veces se confunden estructuras. - Con soporte: los hijos tienen responsabilidades
parentales, pero puede ser un fenómeno nocivo pues las
responsabilidades pueden ser muy complejas para la edad del
niño. - Acordeón: uno de los cónyuges debe
estar ausente períodos largos y el otro asumir todos los
roles en su ausencia. - Cambiantes: por situaciones económicas,
trabajo,
deben cambiar su domicilio constantemente. La estructura
familiar y social no es estable y puede desencadenar
disfunciones. - Huéspedes: constantemente reciben niños
o personas huéspedes que se incluyen en la estructura
familiar, hasta que tiene que irse, se hace un miembro
más para la familia pero su identidad familiar es
temporal. - Con padrastro o madrastra: un nuevo padre adoptivo
ingresa a ser parte formal de la familia ya conformada,
él y los hijos deben adaptarse, pueden surgir
celos. - Con un fantasma: probablemente existe un duelo no
resuelto, no asumen la falta del ser ni la reacomodación
de roles. - Descontroladas: hay problemas de control de acciones,
carencia de distribución de funciones, etc. No son
claros los límites. - Psicosomáticas: sobreprotectoras, fusionadas
excesivamente, no pueden resolver conflictos, demasiada
preocupación por mantener la paz, evitar los conflictos
y rigidez extrema.
Pero al igual que la pareja ha evolucionado a
través del tiempo, la concepción y estructura de la
familia colombiana también. Antiguamente la
organización más frecuente de encontrar en nuestro
país era la familia extensa, que tal como lo plantea
Gutiérrez de Pineda (1975), consiste en la estructura en
la cual la madre es generalmente eje central. Actualmente, esa
estructura predomina en la llanura pacífica, costa
atlántica, sectores del Río Magdalena, del Cauca y
de Antioquia, una de las situaciones que comúnmente se ha
observado en esta forma de organización es que cuando la
madre es abandonada por su esposo regresa a su lugar de origen,
encontrando allí el apoyo y la confianza necesarias,
logrando entonces que sus hijos lleguen a establecer una
relación afectiva con su familia materna. La
relación matrimonial que se llega a establecer se debilita
debido al alto grado de prostitución en la familia de los hombres
casados, llevando a que la mujer tenga un
vínculo más fuerte con sus hijos y con su familia.
Esta constitución marginal es más
evidente en los grupos marginales y de estratos socio
económicos bajos, en los que se rompe con la
organización aceptada tradicionalmente en otros contextos
y clases socio-económicas en las cuales el modelo que se
impone es el de la familia nuclear. Este modelo que predomina en
la actualidad esta conformado a través de un vinculo
marital legal, supuestamente estable por un padre, una padre y un
o unos hijos, donde todo esta concentrado en un miembro
específico. La familia nuclear predomina en el complejo
andino, antioqueño y negroide, es decir, abarca la
mayoría del territorio colombiano, el funcionamiento de la
díada en este modelo es, a diferencia de otros, más
amplio y no existen funciones predeterminadas, lo que permite una
comunicación más abierta y participativa entre sus
miembros.
Como se pudo ver la estructura de las familias puede ser
extensa o nuclear, pero además de esto tiene unas variables que
las caracterizan, las cuales fueron propuestas por Minuchin y
Fishman (1985) y son algunos de los aspectos que pueden dar
luz de una
familia saludable:
- Nace en el momento en que dos personas se comprometen
a contraer matrimonio o
para convivir estable y fielmente. - Convivencia y matrimonio: deben estar basados en
el amor de
pareja para convertirse en uno solo y buscar mejorar
personalmente, y la felicidad. - La pareja busca la trascendencia, lucha por tener
hijos y frutos del vientre materno. - El amor debe ser incondicional, formativo y
respetuoso, sin límites. - Luchar en el sufrimiento y la alegría,
compartir las circunstancias inevitables. - Desarrollar normas y
principios necesarios para la buena
comunión.
Estar en familia es saber amar, perdonar, entender,
respetar. En otras familias con valores
errados, la unión busca la conveniencia económica,
posición social o niega los roles naturales y se enfrenta
a problemas con una solución cada vez más
lejana.
La familia posee unos elementos, que cuando se habla de
ellos, se utiliza el término Holón: del griego
holos (todo) con el sufijo "on" evoca una parte o
partícula. Algunos elementos son:
- Holón individual: el rol del individuo de la
familia, persona con gustos, ilusiones, tristezas, proyectos de
vida y es única aunque está influenciada por su
grupo familiar y social (Minuchin 1984). - Holón conyugal: unión del hombre y la
mujer para
formar una familia, cada uno pierde un poco de individualidad y
gana pertenencia. Cada uno trae unos valores, normas y
educaciones diferentes, y las nuevas normas deben satisfacer a
ambos y respetar el ser individual. - Holón parental: relación de guía
y crianza que se establece con lo hijos, quienes
desarrollarán pautas de comportamiento social y
situacional de acuerdo a lo aprendido. Los padres en su
relación emiten elementos acerca del manejo de problemas
y elementos básicos de cómo vivir y
actuar. - Holón de los hermanos: relaciones fraternales,
es el medio de iguales al que se enfrenta el niño por
primera vez, se hacen relaciones, resuelven conflictos,
comparten experiencias, el niño pelea comparte y
compite, y descubre acciones que se pueden usar en el medio
social.
La familia son holones insertos en una cultura
más amplia (Minuchin y Fishman 1985).
Pero para que la familia pueda afrontar en determinados
casos dificultades, no solo le basta con sus elementos,
también requiere de algunas funciones básicas. De
la Revilla (1994) propone seis funciones:
La comunicación, reglas y normas, afectividad,
apoyo, adaptabilidad y autonomía. La primera es la
función
integradora que permite el cumplimiento de las otras, pues
transmite afecto, ayuda, autoridad y
comprensión. Las demás generan sentimientos de
pertenencia a la familia, promueven el desarrollo del
cariño o amor entre los miembros y el compartir creencias,
proyectos y afectos.
Todas estas funciones propuestas son algunas de las que
le permiten a las familias atravesar por algunas fases las cuales
según Hernández (1998) se dividen en
tres:
– De ajuste: hay alguna estabilidad y las demandas se
logran cumplir.
- De crisis: aparece cuando esas demandas exceden las
capacidades de la familia para salir adelante. - De adaptación: la familia busca el equilibrio
generando nuevas estrategias y una nueva visión de la
situación.
Por otra parte, la familia también puede
reconocerse no solamente como un sistema, también es como
una organización, Maturana y Varela (1984) la definen como
las relaciones entre los componentes de algo, para que se les
reconozca como miembros de una clase
específica. Las relaciones entre los miembros de la
familia tienen la función de prepararlos para enfrentar
cambios (crisis) producidos del exterior y el interior y que
inciden en el bienestar de la salud familiar. Si no hay
recursos y el
apoyo social es insuficiente, la crisis puede terminar en
disfunción familiar (De la Revilla 1994, Ortiz 1999). El
funcionamiento familiar, si la familia se encuentra en
situaciones de crisis, por ejemplo si alguno padece algún
tipo de enfermedad espacialmente mental, la familia tiende a
rechazar o aislar al miembro "problemático", otras tienden
a sobreprotegerlo, generándole un grave deterioro en su
calidad de
vida. Los cambios favorables o desfavorables en un miembro de
la familia rotulado como "paciente", ejerce algún efecto
sobre los otros, en términos de salud psicológica,
social y física (Liang 1980 citado por Pedraza
1997).
Esta organización familiar posee algunos
elementos que influyen en su función, según Nelly
Rojas (1998) son tres:
- Homeóstasis: conjunto de fuerzas que hacen que
cada uno tenga una posición especial y conforme una
estructura, permite el equilibrio en la familia. - Red de comunicaciones (verbal y no verbal): signos y
códigos que establecen roles y patrones de
comportamiento que hacen que funcione o se deteriore el
sistema. - Papeles: marital, padres-hijos, hermanos.
Y otros de los elementos que son mencionados por Lauro
Estrada (1997) son la Intimidad la cual significa compartir
secretos y misterios lo cual aumenta y fortalece la
separación del mundo social, se mantienen y forman nuevos
vínculos, y barreras protectoras; la Pasión sexual,
maduración del superyo, capacidad para el compromiso,
lealtad, interés
por el otro, etc.
Todos estos elementos hacen que la familia pueda
considerarse un sistema, pero también se considera un
sistema en cuanto a que se ajusta a los siguientes principios
citados por Hernández (1997): No sumatividad: la familia
es un todo compuesto por sus miembros y a la vez cada miembro
cuenta con su propia individualidad. Causalidad Circular: siendo
la familia un grupo de individuos interrelacionados, un cambio en
uno de ellos afecta a los demás y al grupo total en una
cadena circular de influencias. Principio de Equifinalidad:
cuando se presenta una dificultad en la familia, ésta
problemática puede llevar a diferentes resultados,
así mismo diferentes problemáticas pueden llevar
aun mismo resultado. Límites: constituyen el
perímetro de la familia, tienen la función de
contener a sus integrantes, protegerlos de las presiones
exteriores y controlar el flujo de información que entra y
sale en sus relaciones con el entorno de manera que cumplen
funciones tanto protectoras como reguladoras. Y la Homeostasis:
que es el mantenimiento
del equilibrio en la familia.
En la familia también se habla de límites,
reglas, roles, normas, patrones, y otros elementos que son los
que le permiten poner un orden y evitar un posible caos.
Según Pittman (1990) los límites se aflojan y
permiten la entrada al sistema ya sea de un terapeuta o de
cualquier otra persona que influye sobre el modo en que
éste opera. Las reglas son acuerdos establecidos entre los
miembros de la familia que se deben renovar, reestructurar y
adaptar a diferentes etapas para mantener el orden. Las normas no
son para restringir el cambio, sino para favorecer la
funcionalidad, autonomía y crecimiento personal de los
miembros (Ferrer y Belart 1998).
En cuanto a los roles hoy se puede hablar de un mayor
flexibilidad de los papeles sexuales que según Pittman
(1987) aumentan la adaptabilidad conyugal, se abren al conflicto
y se protegen de las crisis, para la igualdad
relacional se requiere de seguridad
emocional, madurez y diferenciación.
Según Hernández (1997) los roles pueden
ser adscritos (otras persona los asignan o culturalmente se
aceptan), asumidos (actividad que realiza una persona por su
voluntad), o de acuerdo mutuo (han sido establecidos de
común acuerdo); las reglas pueden ser implícitas o
explícitas a partir de las cuales se organizan las
responsabilidades en la interacción familiar. Los patrones
de interacción son secuencias comunicacionales
repetitivas, que caracterizan a cada unidad familiar y que con su
reiteración en el tiempo van convirtiéndose en
reglas y a medida que avanza la familia por su ciclo vital,
actúan como normas que sirven para observar los
comportamientos de los miembros en torno a los valores
que provienen de la cultura y de la religión, los cuales
son vivenciados de manera particular en cada familia.
Al hablar de pareja hay muchas cosas que se vienen a la
mente de las personas, las cuales sacan conclusiones a partir de
sus propias experiencias, independientemente de que tan buenas o
malas fueron; pero algo que es muy cierto es que, tal como lo
afirma Pittman (1990) "la pareja es la unidad básica
social, funcional y biológica". Según
Hernández (1997) "La pareja se conforma para: 1) lograr la
satisfacción estable y segura de las necesidades afectivas
y sexuales de los cónyuges, 2) mantener y mejorar las
condiciones de subsistencia, incluida la económica,
gracias a la complementariedad de dos personas con rasgos y
recursos propios, 3) contar con una fuente de apoyo y estimulo
para el desarrollo como individuos, y 4) dar cumplimiento a la
función parental compartida". Las definiciones no acaban
aún, pues otro autor llamado Caillé (1992) afirma
que "la pareja es un sistema interaccional en el que participan
dos personas, quienes construyen algún tipo de
vínculo relacional, particular y complejo, el cual no
puede definirse a través de una serie de rasgos
pre-establecidos, ni de características
específicas". Sea cual sea la posición, en este
tema si es necesario definir algunos conceptos claves.
Una de las descripciones utilizadas para analizar a la
pareja como sistema es la del ciclo vital, que describe las
distintas etapas y transiciones por las que atraviesa desde el
momento en que se establece el vínculo. Desde esta
descripción la pareja inicia su ciclo por la
búsqueda y selección
de la persona con la que se desea constituir una relación
a largo plazo. Lo que se busca en una relación de pareja,
según Blandón (1994) citado por Acevedo (2002), es
satisfacer nuestras propias necesidades pues nos han condicionado
a creer que para lograrlo necesitamos del otro. "Se supone que
las personas llegan a interesarse seriamente por quienes,
según creen, se adecuan a lo esperado" (Bagarozzi 1982,
1986; Bagarozzi y Giddings, 1983 citados por Pittman (1990), es
decir al ideal que cada sujeto tiene acerca de lo que debe ser
una persona para que sea su pareja adecuada, el mismo autor
afirma sobre "la búsqueda activa de una pareja que se
asemeje de cerca al propio ideal implica una búsqueda de
metas y planteamiento cibernéticos.
Este comportamiento cumple una función
homeostática, pues cuanto más se aproxime el
cónyuge real al ideal, menos le será preciso a uno
modificar las propias estructuras cognitivas", sin embargo, en la
realidad, esto casi nunca ocurre, pues los seres humanos
están lejos de ser tan perfectos como los ideales que
caben en sus cabezas.
A éste Pittman lo ha denominado Mitología Conyugal, la cual "empieza con la
selección de pareja. Damos por sentado que los individuos
buscan activamente personas con la cuales casarse que,
según ellos creen, se comportarán de acuerdo con
sus ideales cognitivos internos". El mismo autor sustenta esta
idea al afirmar que "La selección de pareja constituye un
proceso activo en el que ambas partes buscan parejas potenciales
que se adecuen a sus ideales cognitivos. En las etapas iniciales
de formación de la relación, la atracción
física y la similitud de una serie de dimensiones
destacadas (raza, medio étnico, religión,
situación socio-económica, inteligencia,
edad, valores) son de suma importancia" (Pittman, 1990); por eso
se habla de simetría y asimetría, donde
según Rojas (1986) se podría "incluir
prácticamente todos aquellos factores de importancia que
deben considerarse entre los miembros de la pareja o de la
familia.
Tal es el caso de las diferencias socio-culturales,
ideológicas, sexuales, económicas, educacionales,
legales, raciales y religiosas". Por estas razones cabe citar a
Bagarozzi (1996) quien plantea "Cuando la conducta del futuro
cónyuge se percibe en conformidad con el propio ideal, el
equilibrio personal y dual se mantiene simultáneamente.
Pero cuando la conducta del futuro cónyuge se
desvía de modo demasiado drástico del ideal, se
produce un desequilibrio".
Por otro lado, no todas las personas que se unen forman
la misma clase de pareja, pues existen diversas formas de
interrelacionarse con el cónyuge, lo que lleva a que en la
relación predomine una u otra característica, por
ejemplo "Cuando ambos integrantes de la pareja dependen
exclusivamente el uno del otro para todo, las deficiencias de
cada uno se tornan evidentes e importantes, y los talentos de
cada uno se respetan menos y se dan más por sentados".
(Pittman, 1990). Esto se relaciona con los roles que asume cada
miembro dentro del sistema, así "Las parejas"enredadas"
acuden a terapia porque el conflicto se exacerba.
El matrimonio es demasiado intenso. Uno de los
cónyuges está harto de algo que el otro hace o no
hace. El otro por lo general se hace el indefenso. Ninguno de los
dos desea acabar con el matrimonio, pero tal vez uno desee
cambiarlo y el otro no esté seguro al
respecto". Así mismo existen casos que corresponden a otro
extremo, donde la relación es "desprendida", para Pittman
(1990) éstas no son menos conflictivas, pues "El
cónyuge más distante dedica gran cantidad de tiempo
y atención a evitar las responsabilidades del matrimonio,
y luego concentra toda su cólera
en el tiempo y la atención mínimos que el otro
cónyuge logre sonsacarle".
Existen también personas que asumen roles de
superioridad o inferioridad según el caso, donde en el
primero lo que se busca es poner distancia para mantener el
control, y en la posición "inferior", aun más
poderosa, se gana al ser víctima inocente de tal o cual
cosa. La posición de víctima permite a las personas
pasarse la vida en una actitud de indefensión y demandar a
los demás que, o bien las obedezcan y la cuiden, o bien se
muestren indiferentes y sufran culpa por ello" (Pittman,
1990).
Cabe resaltar que no solo las actitudes y
posiciones son las que definen los roles y las
características de la pareja, pues, tal como Rojas (1986)
lo afirma "La concepción cultural sobre los sexos y las
funciones asignadas a ellos, así como la división
del trabajo, el bagaje histórico-cultural y el concepto
primitivo mágico-religioso, sumado a los bajos niveles
educativos, especialmente el de la mujer y la consecuente menor
participación económica de ésta en el hogar,
son determinantes fundamentales del machismo y de la
asimetría en las relaciones de pareja". La misma autora
sostiene que la simetría no es posible dentro de una
pareja, pues las diferencias tienen varios orígenes como
la familia de cada cónyuge, los fundamentos
económicos de la sociedad, la ideología, la cultura, la educación, e
inclusive los fundamentos legales de cada país.
Años más tarde, Rojas (1998) sigue
pensando de la misma manera, pues afirma que "la desigualdad es
un factor que conforma y determina la pareja. Hay nuevas
concepciones de masculinidad y feminidad, las cuales consideran
la importancia de expresar necesidades emocionales
diferentemente, rompiendo los viejos modelos para acercarse a la
intimidad y al compromiso del vínculo".
Es por eso que la consolidación de la pareja
"como sistema autónomo resulta del interjuego de dos tipos
de componente: los propios de la interacción afectiva y
sexual de la pareja y los referentes a su relación con el
entorno" (Hernández, 1986). Con respecto a la sexualidad,
Rojas (1986) afirma que "La vida sexual de las parejas es otro
elemento de gran valía para la comprensión de su
dinámica y de su desarrollo.
En lo sexual precisamente encontramos expresiones de
todo tipo, incluidas las desigualdades entre el hombre y la
mujer. Casi sin excepción observamos parejas en las que al
existir una gran desigualdad en la relación en cuanto a
los varios aspectos que intervienen y que ya fueron estudiados,
son evidentes las proyecciones y consecuencias en la vida
sexual". Sin animo de generalizar a toda la población, se sabe que desde tiempo
atrás que "la mujer dentro de la pareja se ha colocado
frecuentemente en una posición de pasividad y
sumisión que la empobrece e infravalora" (Rojas, 1986), y
esto a su vez se ve reflejado no sólo en la sexualidad
sino también en la comunicación como lo plantea la
misma autora al referirse al monologo, que según ella
"puede significar dominio para ser
escuchado o sometimiento pasivo de quien escucha, lo que tiene
que ver con el poder que se utiliza en uno u otro sentido", en la
pareja es utilizado por el dueño del poder para hacerse
oír o por el cónyuge para despreciar lo dicho por
el otro, por eso Rizo (1994) afirma que "la comunicación
en pareja debe ser dialogal y no monogal, es decir, es
fundamental que implique de los miembros tanto la
expresión como el escuchar y el comprender".
Ante este aspecto de la comunicación varios
autores se han pronunciado, por eso Linares (1996), sugiere que
"el discurso de
una pareja permite acercarse y comprender aquellos contextos e
ideas que han ejercido una amplia influencia sobre ella,
así como también evidenciar elementos importantes
de su interacción; de esta manera la supervisión de la narrativa y la auto
referencia, en el discurso de la pareja, aportan elementos que
posibilitan un acercamiento hacía lo que ha sido la
construcción que la pareja ha hecho sobre su
relación y al producto de
toda una serie de espacios interaccionales que han influido sobre
ésta".
Por eso este aspecto es tan importante y constituye un
elemento clave en la terapia. Otro autor propone que "a
través del proceso comunicacional, la pareja puede
reconocer y negociar las intrasubjetividades para de esta forma
acceder al significado comunitario, pero el que la pareja logre
acceder al significado comunitario, dentro del proceso de
comunicación, es necesario que se de una negociación que no es fácil de
lograr teniendo en cuenta que cada individuo vivencia e
interpreta de diferente manera los sentimientos y sensaciones".
(Rizo, 1994)
Así mismo él plantea que
erróneamente damos por hecho que cuando hablamos de amor,
estamos hablando de lo mismo y creemos que nuestro interlocutor
entiende el amor de la misma manera. Rizo (1994) plantea que
éste tipo de comunicación "radar" no asegura que en
la pareja o en cualquier tipo de relación se de una
correspondencia entre las traducciones mentales. Para que exista
esta correspondencia es necesario que se lleve a cabo un proceso
de negociación de los significados aprendidos desde la
intra subjetividad".
Ante esto, cabe aclarar que la comunicación se
puede dar a dos niveles: el verbal y el no verbal, que son igual
de importantes y complementarios en toda relación
humana.
En este caso, en la relación de pareja "la
comunicación verbal es un soporte para la expresión
de afecto y un factor imprescindible para la convivencia"(Rizo,
1994; Pág. 140). Esta comunicación debe favorecer
la construcción de significado comunitario, en otras
palabras es necesario que posibilite a los miembros que componen
la díada realizar un intercambio de las diferentes
significaciones atribuidas desde la individualidad que permitan
el establecimiento de la relación. Este dialogo, asegura
Lemaire (1971): "debe establecerse en los planos más
profundos de la
personalidad, recogiendo todos los aspectos del lazo
conyugal".
La negociación de la que se hablaba anteriormente
se puede lograr no sólo mediante la comunicación
verbal sino también mediante el lenguaje no verbal y sus
diferentes sistemas (entonación,
paralingüístico, Kinesico) de tal manera que sirve, a
su vez, para construir significado comunitario. Gracias a esto,
la comunicación se incluye dentro del grupo de recursos de
afrontamiento que tiene la pareja, y que facilita el que la misma
permanezca unida y lleve una convivencia armoniosa.
Con respecto a la unión, es importante citar a
Acevedo (2002) quien planea que "El subsistema conyugal hace
parte de ese sistema familiar y por lo tanto la pareja es
constructora permanente de su relación y aunque se
relaciona con otros subsistemas los cuales influyen en su
dinámica, la perspectiva sistémica nos permite
trascender esta relación, sin pretender que la pareja sea
sólo mantenida por la unión de los hijos, como se
solía pensar anteriormente ya que ésta es una
visión muy simplista de lo que es ser pareja".
Las parejas atraviesan por varias transiciones y crisis
durante las etapas o fases desde el momento de la unión
inicial hasta que termina la vida en pareja, ya sea por una
separación o simplemente, por el final natural de la muerte de
los cónyuges. Para aclarar un poco más este aspecto
se empezará hablando del enamoramiento o romance, que es
la etapa inicial por la que atraviesan todas las parejas, pero a
pesar de lo fantástica y apasionante que ésta es,
la realidad es que no dura para siempre, por lo que siempre trae
con su fin una crisis o conflicto así sea en un nivel muy
interno.
Falicov 1988 dice que "El fin de un romance constituye
una de las crisis universales más dolorosas, pero nunca
discutidas", esto se relaciona con las afirmaciones de Pittman
(1990): "En el fin del romance comienzan a advertir que si
cónyuge es menos maravilloso que lo que habían
pensado; no sienten la misma intensidad sexual; incluso pueden
abrirse. Tal vez los irriten las flaquezas de su
compañero, incluso las muestras más sencillas de
humanidad. Los romanticistas inflexibles no pueden tolerar la
intrusión de emociones
carentes de "amor" o "cariño"; por lo tanto, la ira se
convierte en una crisis tan intensa que llega a oscurecer el
problema que la causó, tornando así imposible
solucionarlo". El mismo autor afirma que "El comienzo de la
familia suele llegar con el final del romance. A esta altura la
bruma se aclara y los cónyuges se dan cuenta de que forman
parte de algo mayor que la relación de pareja".
Sin embargo, todos los matrimonios están
propensos en algún momento de la vida a experimentar una
crisis, aunque la relación de pareja sea lo más
sano posible; Pittman (1990) da un ejemplo de lo anterior al
afirmar que "Aunque la institución del matrimonio es
inherentemente propensa a la crisis, hay ciertos momentos del
desarrollo de una relación marital que tornan la crisis
más probable, sino inevitable, como las crisis del
desarrollo", así mismo "La parentalidad cambia
drásticamente el matrimonio. Esta es la tensión
más dramática en los estadios del desarrollo
marital".
A pesar de las diversas crisis a las que se enfrentan
las parejas a lo largo de su existencia, el matrimonio cumple una
función muy importante en la vida de cada individuo, y por
eso los motivos para casarse varían mucho, pasando desde
"intereses económicos y de ascenso social, necesidades de
tener un hijo, de darle un nombre al que ya viene en camino y de
librarse de una familia opresora e injusta, entre otras"
(Hernández, 1997) pero sabiendo que lo primordial es el
deseo de compartir la vida con otra persona. Parada (2002)
citando a Estrada amplia esta visión cuando dice que el
contrato
matrimonial "abarca sexo, metas,
relaciones con los demás, poder, dinero,
niños, etc".
Aterrizando esta teoría al contexto Colombiano,
en una investigación realizada por Hernández (1997)
arrojo resultados como "la mayoría de las uniones se
establecen a la edad de 20 a 25 años de las mujeres y de
25 a 30 años en los hombres, aunque hay diferencias por
estrato social, siendo las uniones de menores de 20 años
más frecuentes en el estrato bajo y las de mayores de 30
años más comunes en los estratos altos", al mismo
tiempo la autora cita a Echeverri de Ferrufino (1984) cuando se
refiere al matrimonio, planteando que "La mayoría de las
uniones continúan constituyéndose por matrimonio
católico y en segunda instancia por matrimonio civil, a
pesar de que cerca del 23% de las parejas colombianas conviven en
unión libre"
Por otro lado, la calidad del
matrimonio depende del grado de satisfacción y
complementariedad que se de a las necesidades y expectativas de
cada uno, por eso cabe citar a Arias (1989), quien afirma que "La
satisfacción marital se encuentra íntimamente
vinculada con la felicidad (Freedman, 1978), o la infelicidad.
Desde luego la satisfacción marital o su contrapartida, la
insatisfacción, puede influir en diversas esferas de la
vida humana: integración psicológica y social de
los hijos, la salud, trabajo, etc", es por eso que las diversas
historias de amor y convivencia en pareja no siempre se
desarrollan como todos lo esperamos, pues citando a Pittman, 1990
"La unión perfecta rara vez ocurre, y se desarrollan
conflictos siempre que los cónyuges intentan imponer las
propias reglas de relación al matrimonio, u obligar a la
pareja a comportarse de manera coherente con los propios
ideales".
Estos casos casi siempre terminan en separaciones o
divorcios, los cuales, según Pittman (1990) "El divorcio es
una experiencia atroz para quienes la viven, y es aun más
atroz inflingirla a los hijos. Además, no da resultado.
Ciertamente no pone fin a las reyertas de una pareja que
riñe constantemente, ni desprende a los hijos del
conflicto conyugal de sus padres". El mismo autor asegura que "la
mayoría de los divorcios sobrevienen como resultado
directo de una aventura amorosa: en el momento del divorcio, uno
de los esposos está enamorado de otra persona y se quiere
casar con ella".
El problema como tal, no está en los motivos que
lleven al divorcio o separación, sino que "El divorcio se
ha generalizado a tal punto que muchos lo consideran una parte
normal del ciclo vital de la familia, una etapa evolutiva por la
que ésta atraviesa" (Pittman, 1990). Pero en realidad no
lo es, y pero aun, lo más triste es tener que replantear
los planes y metas que se tenían para el futuro
familiar.
Rojas (1986) agrega que "generalmente la
separación no ocurre, afirma la autora, por motivos
superficiales o por eludir responsabilidades o para "dedicarse al
libertinaje", como suele expresarlo la gente en sus comentarios.
Los trámites de separación, ya sea por lo civil o
por lo religioso, son complicados, largos y costosos…
Además, nosotros pensamos que estos aspectos tienen
implicaciones emocionales de importancia. Para ninguno de los
interesados es fácil la vida como separados. Toda la
organización social esta hecha para dificultarla y para
favorecer así la conservación de la
familia".
En ésta sociedad la inmersión de la mujer
en el campo laboral hace
mucho más fácil su independencia
tanto económico como en otras esferas, por eso el
número de separaciones ha ido aumentando si se compara con
unas décadas atrás. Otro factor que está
relacionado con las separaciones es, sobre todo en Colombia, el
problema del desempleo, ante
lo cual Ariza (2002) explica " Esto puede estar muy relacionado
con la cantidad de separaciones de los últimos
años, del mismo modo los problemas de comunicación,
expectativas irreales, relaciones extramatrimoniales, maltrato,
conflictos sexuales, motivos socioculturales y
socioeconómicos, y el que la mujer haya entrado en el
campo laboral, cuestiona la forma de equilibrio tradicional,
lleva a una disfunción de la pareja o la familia, pues se
dedica más tiempo al trabajo que al hogar"
Ante esta creciente situación de divorcio y
separaciones, se ha incrementado también otro factor,
antes poco común, y es el de los segundos matrimonios.
Ante esto, Pittman (1990) indica que "A los que no se encuentran
personalmente comprometidos podrá parecerles razonable y
eficaz descartar o intercambiar matrimonios tal como se
haría con las piezas de un equipo descompuesto o pasado de
moda". A pesar de
que se esté estableciendo lenta e implícitamente
esta costumbre los estudios señalan que los nuevos
matrimonios pueden ser una crisis grave para los sujetos
implicados, pues éstos no reciben el apoyo familiar y
social que recibieron ante su primer matrimonio. Por eso es
común observar que "la mayoría de las segundas
nupcias terminan en divorcio. El porcentaje de las terceras y
cuartas nupcias que duran es aún menor" (Pittman,
1990).
Ya se ha hablado de las etapas o fases por las que
atraviesa una pareja, sin embargo es importante aclarar que
muchas de las transiciones entre las etapas anteriormente
descritas conllevan una o varias crisis, que son provocadas
generalmente por las demandas del medio social, los estresores y
tensiones, estos últimos pueden definirse, según
Pittman (1990) de acuerdo con diferentes parámetros "si es
manifiesta u oculta, aislada o habitual, permanente o temporaria,
real o imaginaria, universal o específica, y se la
considere como producto de fuerzas intrínsecas de la
familia o de fuerzas extrínsecas que están fuera de
su control… es decir que…"las tensiones pueden surgir desde
dentro de la estructura familiar, o una familia puede encontrarse
en una situación tensionante provocada por fuerzas
exteriores a ella.". Anteriormente se hacia referencia al
desempleo, éste es un ejemplo de tensión externa
sobretodo en este contesto social.
Así Rojas (1986) afirma que "En un país
como Colombia donde la estructura económica está en
crisis, la desintegración de la familia es una
consecuencia esperable", la misma autora aclara que "Los
estresores y tensiones familiares variaron de manera considerable
en las diversas etapas del ciclo vital". Además existen
otros autores que afirman que los estresores y tensiones pueden
variar incluso dentro de la pareja, por ejemplo, Hernández
(1997) escribe que "Para los hombres serían más
estresantes las dificultades económicas y las relaciones
con la familia política, en tanto
que para las mujeres lo serían las tensiones intra
familiares, referentes en este caso a la frustración que
les produce no contar con el marido como esperaban, para resolver
todos los asuntos de la cotidianidad y para compartir las tareas
domesticas", luego agrega "otras tensiones típicas son las
asociadas a la planificación de los nacimientos, al
embarazo y al
acople en la vida sexual, para cuyo afrontamiento se
pondrá a prueba la flexibilidad personal y
aparecerán los conflictos atribuibles a las diferencias de
apreciación".
A pesar de este panorama tan desconsolante, el ser
pareja, implica una constante a través del tiempo, para
esto los cónyuges deben hacerle frente a todas estas
demandas y estresores con sus recursos de afrontamiento. Ante
esto Pittman (1990) plantea "Para afrontar semejantes
discrepancias, la persona puede utilizar distintas estrategias,
tanto cognitivas como conductuales: la primera opción que
tiene la persona que percibe una seria discrepancia es poner fin
a la relación con el candidato inadecuado, y empezar una
nueva búsqueda de otra persona que se aproxime más
al cónyuge ideal; una segunda posibilidad es que el ideal
sufra modificaciones, acomodándose a las realidades
externas. Cuando esto ocurre, las discrepancias se reducen, y el
ideal se adecua más de cerca al futuro cónyuge tal
como es percibido. Una tercera opción es que la persona
intente provocar cambios en el futuro cónyuge, de modo que
éste se asemeje más al ideal".
Este planteamiento se complementa muy bien con lo que
propone Acosta (1995), al afirmar que "Dentro de la pareja se
presenta una función de construcción de significado
íntersubjetivo y comunitario, posibilitado por el proceso
de comunicación, en donde se entrelazan dos mundos
articulados desde determinantes sociales e individuales y se
constituye un microsistema social con sus propias reglas de
intercambio y significados. De esta forma, se accede al complejo
proceso de construcción de significado, estableciendo su
carácter concordante y divergente en la
relación de pareja, determinada por su contexto socio
cultural específico, resultado de su evolución
histórica, estructural y funcional".
Para ahondar más en el tema de los recursos de
afrontamiento que tiene la familia, es importante hablar sobre el
conflicto, y las diferentes connotaciones que tiene, así
una ellas es la que planeta Andrade (2002) al citar a Bagarozzi y
Anderson (1996) quienes "precisan que una fuente de conflicto
entre los cónyuges sucede cuando uno de ellos intenta
imponer sus propias reglas al matrimonio o cambiar al
cónyuge de acuerdo a sus propios ideales. En este sentido
las escaladas del conflicto conyugal en la relación de
pareja pueden surgir cuando hay diferencias en ? las reglas de la
relación de cada uno de los cónyuges respecto a la
cercanía y separación interpersonales; – la
justicia
distributiva y el intercambio social; – la distribución de
poder, la influencia y el liderazgo en
el matrimonio; – las reglas para comunicar amor, valores y
dignidad". El mismo auto habla sobre la importancia de "pensar en
la significación y en los imaginarios que pueden tener las
personas en torno al poder, para relacionarse con su pareja, ya
que muchas veces se concibe un amor posesivo y egoísta,
porque así se ha trasmitido y el poder se ejerce sin darse
cuenta para obtener lo que desean del otro, pero en la
mayoría de los casos ejerciéndolo de forma
negativa.
Otra forma en la que se evidencia el conflicto conyugal
es la infidelidad, sobre la cual Pittman (1990) plantea que
"Tanto los terapeutas de familia como la sociedad presumen, por
alguna razón, que son causados por fuerzas internas del
sistema conyugal". Cuando un miembro de la pareja es infiel, su
acto va seguido de un sentimiento de culpa y temor y puede
reaccionar con ira contra su pareja y un esfuerzo por
justificarse y culpar al otro. Con todo lo que implica dicha
situación de adulterio,
Pittman afirma que en muchos casos "una aventura amorosa puede
ser un mensaje dirigido al cónyuge: un pedido de mayor
atención o una sugerencia sobre cómo le
gustaría que fuese o un esfuerzo por exasperarlo hasta
hacerlo abandonar el hogar".
Todas estas tensiones y conflictos pueden generar una
pauta de relación en la pareja, donde la
problemática sea aún mayor, por ejemplo, en
Colombia, la violencia
conyugal "constituye una problemática social y hace parte
de la llamada violencia intra familiar, la cual según las
estadísticas va en aumento ocasionando
familias disfuncionales, pues la violencia conyugal se manifiesta
a nivel psicológico, físico, económico y
social y cuyas múltiples problemáticas conllevan a
la desesperanza en unos casos, producto de la no solución
de los conflictos o a la separación, entre otros.
Según datos del DANE,
mientras en 1996 se separaron 9.746 familias de 1999 a Septiembre
de 2000, se habían separado 26.442. (Acevedo
2002).
Retomando lo que respecta a los recursos de
afrontamiento, es conveniente subrayar que existen muchos tipos
de recursos o estrategias de afrontamiento, que son
dinámicos dentro de la familia, y pueden cambiar de una
pareja a otra. Bernal (2003) cita a Hernández (1991) quien
describe las estrategias como "la forma en que el sistema
moviliza los recursos para enfrentar la situación
estresante".
Un recurso importante es la intimidad, es decir, las
reglas para cercanía y separación interpersonales
que tiene cada miembro de la pareja, a esto Bagarozzi (1996) lo
ha denominado "intimidad interpersonal". Otras fortalezas que
ayudan a las familias a afrontar las diferentes situaciones de la
vida, las describe Parada (2002), como: "autoestima,
sentido de lucha por su relación, asertividad en
la comunicación y seguridad en sí mismos, capacidad
para adoptar una nueva posición frente a la realidad, como
una experiencia de la vida que hay que afrontar luchando por su
relación y por su familia".
Falicov (1988) añade otras categorías que
se incluyen dentro de los recursos familiares "tales como el
orgullo y acuerdo familiares y los recursos conyugales que, a su
vez, comprenden once áreas (comunicación, resolución
de conflictos y relaciones
sexuales, entre otras)". Además el mismo autor da una
definición clara sobre adaptabilidad familiar, a la cual
se define como "la capacidad de un sistema conyugal o familiar de
cambiar su estructura de poder, relaciones de roles y reglas de
relación, en respuesta al estrés
situacional o evolutivo". Desde esta perspectiva se está
de acuerdo con el cambio, puesto que puede favorecer el
mantenimiento y la mejora del funcionamiento de la
familia.
Ese mantenimiento a través del tiempo, que es tan
importante cuando se habla de pareja, es reforzado por otras
cualidades familiares que expone Hernández (1989) y
cataloga como menos mencionadas son: "respeto mutuo, un
sentido de unidad, valores claramente expresados,
comunicación efectiva y apoyo emocional". La misma autora
cita a Otto (1963), quien propone que "las fortalezas familiares
son dinámicas, fluidas e interrelacionadas",y agrega que
puede medirse sólo en estudios longitudinales.
Lo cierto es que todas las familias tienen esas
capacidades para afrontar las demandas y funcionar en pro de su
beneficio. Como lo afirma Rodríguez (2001) las capacidades
son "potencialidades que la familia tiene para enfrentar un
problema. Los individuos de la familia aportan recursos como la
inteligencia, habilidades y conocimientos, y la familia como
unidad aporta recursos y capacidades como cohesión y
capacidad de adaptarse. Y en la comunidad encontrará
recursos como el apoyo social". Cuando una familia ya ha logrado
esto se dice que posee resiliencia, a la que Satir (1983), citado
por Ariza (2002), define como "cuando las familias logran
afrontar las transiciones naturales y eventos
catastróficos, y crecer a través de
ellos".
Hernández (1997) es otra autora que está
de acuerdo al afirmar que "las personas cuentan siempre con
capacidades suficientes para aprovechar los momentos
difíciles como un trampolín para avanzar en su
propio proceso evolutivo", sin embargo, esto no es
garantía de que la familia se adapte para funcionar de tal
manera que favorezca su propia evolución y logre su propio
bien. Ella misma da un ejemplo de esta situación al
referirse a "una relación simbiótica, donde uno de
los cónyuges deja de ser él mismo, para plegarse a
la manera de ser y a los deseos del otro, quien a su vez
está convencido de que sin él, su compañero
sería incapaz de desenvolverse solo adecuadamente. En
estas parejas, la relación se sostiene, en buena medida,
por la persistencia de un temor infantil al abandono en el
cónyuge que asume la posición pasiva, mientras en
el otro hay una mezcla de temor a causarle daño a
su frágil compañero, con una imagen de
sí mismo como alguien más hábil, fuerte y
capaz de hacerse cargo de todo".
Por esta razón el mantenimiento de la pareja y
posteriormente de la familia a través del tiempo es algo
particular y diferente en cada caso, aunque se comparten
características generales para enfrentarse a las
adversidades, así que se puede concluir que el tener los
recursos no garantiza la forma en que la familia los
usará.
Después de analizar la pareja en cada una de sus
dimensiones y aspectos, se puede ver que aquella unión nos
da la posibilidad de la existencia de una futura familia. Dos
personas que lógicamente se quieren, comprenden,
confían el uno en el otro, tienen metas similares, que han
compartido experiencias, que conocen las expectativas de cada
uno, que han superado obstáculos, etc.; a través
del tiempo van creando un proyecto de vida juntos que no deja de
lado la posibilidad de conformar una familia, núcleo de la
sociedad y del desarrollo del ser humano.
Es importante considerar diversas definiciones de
familia de algunos autores las cuales podrían darnos una
visión más clara de los conceptos que se
trabajarán y por supuesto de lo que significa la
familia:
Nelly Rojas (1998) considera a la familia como un
organismo en constante cambio influido por el ambiente y que
atraviesa diferentes etapas del ciclo vital, en donde cada
miembro está expuesto a modificaciones de roles y patrones
para encontrar equilibrio en el sistema.
Para Goldenberg y Goldenberg citado por Hernández
(1992) la familia es el sistema social y natural con
características propias como el desarrollo de roles y las
reglas de relaciones.
Según Martín ? Baró (1989) citado
por Moreno (1997) la familia es quien hace cumplir las normas
establecidas por la sociedad, las vuelve propias, posibilita su
satisfacción y la reproducción del orden social de donde
surgen. Es el grupo primario por excelencia, núcleo donde
se gesta la identidad personal y social de las personas. La
pareja es el centro del sistema familiar. El subsistema social de
personalidades interactuantes, en donde cada uno de sus
integrantes se vincula por medio de reglas y rituales
compartidos, interactúa como micro grupo con un entorno
familiar con factores biológicos, psicológicos y
sociales (De la Revilla 1994; Boss citado por Hernández
1991).
Para Hernández (1998) la familia es el constructo
cultural de valores sociales, religiosos, tradicionales y
políticos, puestos en acción por sus miembros. La
identidad que se crea y la familia evoluciona por el influjo
cultural, éste le permite reformularse, reformular la
cultura y tradición y cambiar la sociedad. También
es un conjunto de relaciones emocionales de los miembros a
través de la interacción. Es un espacio donde se
aprende a amar y sentimientos como el miedo, rabia, tristeza,
alegría, pues es un ambiente protector, íntimo y de
afecto incondicional entre sus miembros. Es un sistema social
natural, sistema a medida que está formado por una red de
relaciones, natural pues responde a las necesidades
biológicas y psicológicas, y con
características propias pues no hay otra instancia social
que haya logrado reemplazarla.
Según la Escuela de
Milán, la familia es el fundamento de la vida social,
principal vehículo de transmisión de la cultura,
forma la personalidad,
desarrolla la afectividad, el estilo de comunicación, la
forma de relacionarse y la capacidad de asumir responsabilidades,
se forja la conducta, el sistema de valores, creencias y actitud
ante la vida (Ferrer y Belart, 1998).
Por otro lado, hay que tener en cuenta que no siempre en
las familias todo es felicidad, hay muchas dificultades, ya sean
económicas, de enfermedad, catástrofes naturales,
encuentro de opiniones, infidelidad, etc., es decir
problemáticas que pueden surgir desde la familia o venir
de afuera, pero que de igual manera afectan a ésta y a su
funcionamiento llegando a una crisis, la cual si no es manejada
de la mejor manera y a tiempo, puede traer terribles
consecuencias, hasta llegar a la total dispersión de la
familia.
Todas estas situaciones problema son conocidas como
demandas, Hernández (1998) las define como situaciones o
procesos que producen o inducen a un cambio en la familia
percibido como amenazante, frente al cual se deben aportar
capacidades que ayuden a controlar la demanda. El
choque se da cuando la familia no logra un equilibrio entre las
demandas y las capacidades para enfrentarlas. La tensión
se genera por el esfuerzo mismo que la familia hace para lograr
el ajuste y adaptación. Una definición de
tensión ha sido dada por Pittman (1990), es una fuerza que
tiende a distorsionar, las tensiones son, de algún modo,
especificas de cada sistema, es decir que lo que es tensionante
para una familia puede no serlo para otra.
Puede definirse también de acuerdo con varios
parámetros: si es manifiesta u oculta, aislada o habitual,
permanente o temporaria, real o imaginaria, universal o
específica, y se considera como un producto de fuerzas
intrínsecas de la familia o de fuerzas extrínsecas
que están fuera de su control. Si una tensión es
manifestada, la familia puede unirse y los de afuera ofrecer
ayuda, si es oculta nadie se entera y por lo tanto nadie puede
ayudar.
Las tensiones pueden surgir desde dentro de la
estructura familiar, o una familia puede encontrarse en una
situación tensionante provocada por fuerzas exteriores a
ella. Cuando la tensión se define con claridad, se torna
tangible y especifica, y ello señala el camino hacia el
cambio. Cuando la tensión es confusa, la crisis se
extiende sin necesidad y se vuelve incontrolable.
Han sido dadas varias definiciones de crisis,
según Maturana y Varela (1984) la Crisis se da cuando
algún miembro o miembros sienten amenazada la
organización familiar y la identidad del sistema (Droeven
y Cols 1997). Para Patterson (1998) la crisis es el
desequilibrio, cuando el número de demandas excede las
capacidades existentes. Pittman (1990) la define como un estado de
cosas en el que es inminente un cambio decisivo en un sentido o
en otro. El punto de viraje en el que las cosas mejoran o
empeoran. El proceso fundamental para la comprensión del
cambio y por lo tanto de una terapia.
Consideramos importante aclarar que el hecho de que haya
crisis no significa que deba entenderse siempre como algo
negativo, también tiene un componente positivo, ya que
como dice Pittman (1990) no es posible lograr ningún
cambio sin crisis, el cambio puede favorecer el mantenimiento y
mejora del funcionamiento de la familia. La respuesta natural de
las familias es demorar el cambio, o incluso castigarlo y
evitarlo.
Los problemas surgen cuando una parte de la familia
trata de impedir la crisis en lugar de definirla y adaptarse a
ella.
En relación con esto, según Maturana y
Varela (1984) hay 2 formas de dinámica de cambio de los
sistemas humanos en crisis:
- La crisis sobreviene cuando las demandas superan la
capacidad para enfrentarlas y sólo cuando desarrolle
nuevas capacidades de afrontamiento se dará nuevamente
la adaptación. - La crisis sobreviene cuando se ve amenazada la
organización, generando poder crear cambios
estructurales para la supervivencia del sistema.
En el contexto colombiano Rojas (1986) dice que la
familia colombiana experimenta cambios cada vez más desde
la segunda mitad del siglo XX: en primer lugar, su radio de
influencia se disminuye, fortaleciéndose el del individuo
con base en su trabajo, competencia
personal o habilidad técnica con un soporte cada vez menor
del grupo familiar, lo cual ha presionado a los jóvenes
hombres y mujeres hacia una mayor libertad e
independencia de la familia y ha afianzado las relaciones de
eficacia y
profesionalismo.
La familia en Colombia, en cualquiera de sus
tipologías, ha experimentado una crisis muy compleja, a lo
largo de las últimas décadas, interpretada por
algunos como un proceso de destrucción, pero que en
sentido más objetivo puede ser apenas un proceso evolutivo
inducido por las grandes transformaciones de la época
actual.
Para Falicov (1988), una familia en crisis ha perdido la
capacidad de restablecer el equilibrio y padece, en cambio, una
necesidad constante de adaptarse cambiando las pautas de
interacción entre sus miembros. El estrés no
produce necesariamente una crisis pues ésta ocurre cuando
la familia ya no puede acceder a sus recursos y utilizarlos de
manera tal que controlen y contengan las fuerzas propulsoras del
cambio. El estrés familiar (no es el estresor) se define
como un estado derivado de un desequilibrio, real o percibido,
entre la demanda (p.ej., desafío, amenaza) y la capacidad
(p.ej., recursos, manejo) en el funcionamiento de una familia.
Cuando el desequilibrio obedece a que las demandas exceden los
recursos, es un estado de hiperestrés; a la inversa,
cuando el desequilibrio se debe a que los recursos exceden las
demandas, la familia experimenta un hipo estrés (McCubbin
y Patterson, 1983).
Según Hernández (1997): hay dos factores
que se convierten en demandas:
- La ocurrencia de estresores: son los eventos vitales
en un momento específico y pueden producir cambios en el
sistema familiar. Pueden ser de 2 tipos:
Normativos: cambios esperables
No normativos: ocurren súbitamente
- Las tensiones: están ahí y requieren un
cambio para liberarse de ellas.
El estrés produce un desequilibrio moderado, en
cambio la crisis implica un desequilibrio agudo (Hernández
1991).
Por esto los estresores familiares son las demandas
sobre un miembro o sistema familiar que necesitan de una
respuesta de la unidad familiar (Demi, Bakeman, Moneyham, Sowell
y Seals 1997).
Falicov (1988) identificó los estresores que se
dan con mayor frecuencia en las familias entre ellos están
las tensiones financieras, intra familiares (p.ej, el tiempo que
pasa el padre fuera del hogar, los conflictos conyugales, los
quehaceres inconclusos), trabajo-familia (p.ej., mayores
responsabilidades laborales), enfermedades, conyugales,
embarazo, transiciones de la familia (p.ej., la llegada y el
alejamiento de los hijos).
Con todos estos factores, Rojas (1986) describe como la
sociedad se enfrenta a un grave problema por los complejos
factores de tipo externo e interno, económicos,
socio-culturales y educativos, la ausencia de salud, y de
oportunidades de trabajo que lesionan profundamente las bases de
cualquier grupo familiar. En un país como Colombia donde
la estructura económica está en crisis, la
desintegración de la familia es una consecuencia
esperable.
A continuación se hace una descripción de
las cuatro categorías de crisis planteadas por Pittman
(1990) basándose sobre todo en la naturaleza de
la tensión:
- Desgracia inesperada: la tensión es
manifiesta, aislada, real, específica y
extrínseca. Los rasgos más importantes de la
tensión inesperada son que la tensión es obvia y
que surge claramente de fuerzas ajenas a la familia. El peligro
de las desgracias inesperadas reside en la búsqueda de
culpables, en el esfuerzo por encontrar algo que alguien
podría haber hecho para evitar la crisis. - Crisis del desarrollo: son universales y, por lo
tanto, previsibles. Pueden surgir a partir de factores
biológicos y sociales, más que de la estructura
familiar. En cada estadio de desarrollo es inevitable una
crisis de algún tipo. A las crisis de desarrollo no se
les puede detener ni producir prematuramente; solo se las puede
comprender, apaciguarlas y coordinarlas con todas las otras
fuerzas que operan en la familia. En el matrimonio hay fases
esperables, y uno de los cónyuges tiende a entrar en
ellas primero, luego ambos experimentan distancia y conflicto,
como si avanzaran en diferentes direcciones. Cuando ocurre una
crisis de desarrollo en el matrimonio, debe negociarse todo. Lo
que emerge de ello es un matrimonio por completo
diferente.
En una crisis de desarrollo, el diagnóstico cumple un papel muy calmante
y normalizador, y permite que ambos cónyuges se tomen el
problema de modo menos personal.
- Crisis estructurales: las puras son aquellas crisis
concurrentes en las que se exacerban de manera regular
determinadas fuerzas dentro de la familia. Aunque estas sean
tensiones extrínsecas, la crisis es en esencia una
exacerbación de una pauta intrínseca.
En las crisis estructurales la tensión puede
ser manifiesta, pero es mucho más probable que la crisis
surja a causa de tensiones ocultas.
La mayoría de las familias verdaderamente
patológicas padecen crisis de tipo
estructural.
Los cónyuges estructuralmente frágiles
suelen sufrir del mal trato del pendenciero y quejarse de su
tiranía pero lo protegen.
- Crisis de desvalimiento: ocurren en familias en las
que uno o más de sus miembros son disfuncionales y
dependientes. El miembro funcionalmente dependiente mantiene
amarrada a la familia con sus exigencias de cuidado y
atención. La crisis de desvalimiento más grave
tiene lugar cuando la ayuda que se necesita es muy
especializada o difícil de reemplazar. La más
típica y obvia se origina en el trato con personas cuya
incapacidad física o mental es reciente y aún no
ha sido del todo aceptada. Por lo general, en los matrimonios
de larga data ambos tratarán de mantener unida a la
pareja, al menos después del primer episodio
sicótico. - Crisis de hechos de la vida: hay por lo menos tres
crisis separadas de la mediana edad, y con frecuencia se las
confunde. La del "nido vacío", la más
dramática, la de los "hechos de la vida", la conciencia
de la mortalidad y el proceso de crecimiento, y la de "alcanzar
la cumbre" con la idea de que a partir de entonces se va cuesta
abajo.
Después de describir los tipos de crisis, nos
gustaría tocar más a fondo algunos factores que han
sido causas para el aumento de las separaciones en los
últimos años. Nelly Rojas (1998) dice que el
aumento de las separaciones se relaciona directamente con el
acceso de la mujer a lo profesional y al mercado laboral,
esta inserción de las mujeres en lo público
modificó valores como la debilidad, vulnerabilidad e
inferioridad, lo que la llevó a reconocerse mejor a
sí misma como un sujeto que construye un proyecto de vida
con metas propias, con los métodos
anticonceptivos tiene un control en el ejercicio de su
sexualidad y procreación, lo que permite relaciones
igualitarias y con la libertad de decidir si sostener o no un
vínculo (Rico y Cols 1999), y, el aumento de las
separaciones también esta relacionado con la
disminución de la familia extensa e influencia de la
iglesia que no
evita los rompimientos.
La mujer vive en un conflicto de roles pues por lo
general se educa en el machismo y la nueva cultura le exige otra
perspectiva. Hay parejas que intentan adaptarse a las exigencias
socioculturales relacionadas con los roles de género
equilibrando las cargas, pero en las que no lo logran se producen
conflictos, violencia
intrafamiliar y rupturas.
Todo esto puede estar muy relacionado con la cantidad de
separaciones de los últimos años, del mismo modo
los problemas de comunicación, expectativas irreales,
relaciones extramatrimoniales, maltrato (violencia), conflictos
sexuales, motivos socioculturales y socioeconómicos, y el
que la mujer haya entrado en el campo laboral, cuestiona la forma
de equilibrio tradicional, lleva a una disfunción de la
pareja o la familia, pues se dedica más tiempo al trabajo
que al hogar.
Otro de los factores que conduce a una separación
es la Infidelidad, y actualmente es otro de los más
comunes, para Pittman (1990), tanto los terapeutas de familia
como la sociedad presumen, por alguna razón, que es
causada por fuerzas internas del sistema conyugal. El acto de
infidelidad va seguido de un sentimiento de culpa y temor, que se
convierte prontamente en ira contra el cónyuge y un
esfuerzo por justificarse y culpar al otro.
Muchos casos ocurren en el último año del
matrimonio. Se discute si fue el deterioro del matrimonio el cual
provocó la aventura amorosa, o viceversa.
Algunas infidelidades son ocasionales e infrecuentes
(aventuras aisladas), otras constituyen una pasión
intensa, fuera de lo común, que amenaza al matrimonio y se
parece al amor (aventuras de desvalimiento,
enamoramiento).
Si un cónyuge prevé que el otro va a serle
infiel se vería enormemente entorpecida la confianza e
intimidad del matrimonio. Si un cónyuge está
cansado del matrimonio, pero no está del todo seguro de
llevar adelante una separación o divorcio, podría
optar por una aventura para romper la atadura del
mismo.
Una aventura amorosa puede ser un mensaje dirigido al
cónyuge: un pedido de mayor atención o una
sugerencia sobre cómo le gustaría que fuese o un
esfuerzo por exasperarlo hasta hacerlo abandonar el
hogar.
Quienes se vuelven adictos al estado de enamoramiento,
probablemente no quedarán satisfechos por mucho tiempo con
el matrimonio ni con una aventura amorosa, y necesitarán
cambiar de pareja a intervalos regulares.
Algunas personas tienen amoríos por simple
curiosidad. Tras varios años de fidelidad, en una sociedad
sexualmente estimulante quieren averiguar qué se
están perdiendo.
Estos matrimonios pueden tener abrumadores problemas
interacciónales, o solamente un problema sexual
irresoluble. Cada situación es distinta, pero la aventura
amorosa se origina directamente en la estructura del
matrimonio.
Otras de las causas que pueden conducir a la
separación son la violencia intrafamiliar, el desempleo y
las nuevas organizaciones de las familias.
En cuanto a la violencia intra familiar, en nuestro
país constituye una problemática social la cual
según las estadísticas va en aumento ocasionando
familias disfuncionales, ya que la violencia se manifiesta a
nivel psicológico, físico, económico y
social y sus múltiples problemáticas conllevan a la
desesperanza en unos casos, producto de la no solución de
los conflictos o a la separación, entre otros.
Según datos del DANE, mientras en 1996 se separaron 9.746
familias de 1999 a Septiembre de 2000, se habían separado
26.442 y según funcionaros de ésta entidad: "las
uniones se deshacen con la misma rapidez y facilidad con que se
hacen".
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