A los fines de delimitar el objeto de esta exposición
y reconocer la evolución que ha habido en el estudio del
tema que nos ocupa, esto es, el acto de comunicación verbal; nos vamos a concentrar
en las teorías
expuestas por dos autores, que se han ocupado de
desentrañar los factores constitutivos de todo proceso
lingüístico, aunque con diversos objetivos.
En primer lugar, Roman Jakobson quien, con motivo
de un congreso de lingüística de 1960 y con la finalidad
de reflexionar sobre la especificidad de los textos
poéticos desde el funcionamiento de la lengua en
ellos, aprovecha un esquema elaborado en la ingeniería de las comunicaciones, cuyo objeto era perfeccionar la
transmisión de señales
entre aparatos, y lo homologa a la
comunicación humana; es decir que su objetivo
inicial era reubicar la función
poética del lenguaje en
respuesta a teorías previas que la confundían con
su función emotiva o no la advertían cuando la
misma estaba presente en discursos
distintos de los literarios.
Sin embargo, las conclusiones teóricas del autor
fueron más allá, aproximaron un punto de partida
básico para considerar los elementos mínimos de
cualquier intercambio discursivo; aunque muchos años
después, esas conclusiones fueran reformuladas,
reconociendo en el acto de comunicación algo más
que la transmisión libre de un mensaje.
En segundo lugar, Catherine Kerbrat-Orecchioni,
quien reformula aquél esquema primigenio dos
décadas después, señalando las implicancias
de elementos influyentes en el acto de comunicación
verbal, que no fueron considerados por Roman Jakobson; pero que,
sin embargo, serían determinantes a la hora de analizar,
completamente, un discurso; es
decir, la base teórica de la que parte la autora es el
esquema de la comunicación elaborado por Jakobson, para
disparar contra él una serie de críticas, que giran
alrededor de una premisa implícita según la cual el
analista, el crítico, el corrector o el redactor, debe
concentrarse en el texto en tanto
discurso; en tanto sumergido dentro de un universo rodeado
de implicancias, que tienen que ver con la situación
concreta de la comunicación y de los participantes y no
con esquemas rígidos, cuyo seguimiento conlleva a una
lectura
parcializada del texto bajo estudio.
Es así que, desde la perspectiva de Jakobson,
seis son los factores constitutivos de todo acto de
comunicación verbal, a saber: 1) destinador; 2)
destinatario; 3) mensaje; 4) contexto; 5) código;
6) contacto. En efecto, el destinador envía un
mensaje al destinatario; para ser efectivo, el
mensaje requiere, primeramente, un contexto al cual remite
(también llamado, aunque en terminología ambigua,
referente ), se trata de un contexto que el destinatario
pueda captar y que es verbal o susceptible de ser verbalizado;
luego, el mensaje requiere un código, común
en su totalidad o al menos parcialmente al destinador y al
destinatario (o, en otros términos, al codificador y
decodificador del mensaje); finalmente, el mensaje requiere un
contacto, un canal físico y una conexión
psicológica entre el destinador y el destinatario, el cual
les permite establecer y mantener la
comunicación.
Esquemáticamente:
Destinador ———-à Contacto ————-à Destinatario
1. El destinador establece contacto con el destinatario,
a través de un canal.
2. El destinador, a través del código,
transmite un mensaje al destinatario, remitiéndose a un
contexto; el destinatario decodifica el mensaje
transmitido.
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