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El comportamiento humano. Estudios del hombre



    1. Relación con su entorno:
      el hábitat del hombre no adaptación sino
      transformación
    2. El hombre es un yo –
      sujeto
    3. La percepción del
      espacio y del tiempo
    4. Función
      simbolizadora
    5. El
      lenguaje
    6. El Arte
    7. La Esencia de la
      Cultura
    8. La cultura Subjetiva (o
      Personal)
    9. La Cultura Objetiva (o
      Real)
    10. La Ciencia y la
      tecnología
    11. La
      Ética
    12. La
      Religión
    13. Las preguntas
      fundamentales
    14. Un puente entre el hombre y el
      destino
    15. La risa y el
      juego
    16. Conclusión


    Introducción.

    En primer lugar hay que advertir que el hombre nace
    mucho menos preparado para la vida que los demás animales.

    Falta el revestimiento de pelo y por tanto, la
    protección natural contra la intemperie; faltan los
    órganos naturales de ataque y una formación
    corporal apropiado para la huida; el hombre es
    superado por la mayoría de los animales en la agudeza de
    los sentido; tiene una carencia, mortalmente peligrosa para su
    vida, de auténticos instintos y durante toda su
    época de lactancia y
    niñez está sometido a una necesidad de
    protección incomparablemente prolongada.

    Según estos datos, es
    evidente que el hombre, tan mal dotado biológicamente ya
    hace mucho que hubiera debido parecer. Sin embargo, ha sucedido
    lo contrario: ha dominado la naturaleza ha
    sucedido lo contrario: ha dominado la naturaleza ha sometido a
    los animales y se ha constituido en señor de ellos.
    ¿como explicar este hecho? ¿ Qué hay en el
    hombre que, a pesar de sus graves deficiencias biológicas
    le permite ser el rey de la creación?

    Precisamente porque el hombre nace como un ser indigente
    e inacabado, más aún, siempre está
    inacabado, tiene que recurrir continuamente a una praxis de auto
    – defensas, de autoformación y de
    autosuperación.

    Los animales nacen especializados y por eso determinados
    por la naturaleza, el hombre se hace así mismo utilizado
    de modos muy distintos, las realidades naturales .

    El hombre tiene una praxis inteligente, es decir, que
    conoce lo real en cuanto real y puede organizar los medios al fin,
    de diversas maneras, entre las cuales elige una.

    El mundo animal está programado desde su primera
    célula y
    cumplirá el destino, inexorablemente guiado por los
    instintos y las circunstancias. El mundo del hombre nunca
    está terminado.

    La realización del hombre no se desarrolla y se
    logra por sí misma como en los animales, sino por un
    esfuerzo continuo de aprendizaje,
    reflexión y voluntad libre. Experimenta una continua
    tensión entre lo que es y lo que quiere ser.

    Relación con su entorno: el hábitat
    del hombre no adaptación sino
    transformación

    El animal está vinculado a su entorno. Entorno en
    el que encuentra satisfacción a sus estímulos y eso
    le basta. Es verdad que el hombre también busca la
    satisfacción de sus instintos pero, al mismo tiempo, se
    hace cargo de mucho mas, conoce otras muchas realidades y se
    interesa por ellas aunque no le sean útiles ni le
    proporcionen una satisfacción.

    Para la ardilla no existe la hormiga que sube por el
    mismo árbol. Para el hombre no solo existen ambas sino
    también las lejanas montañas y las estrellas, cosa
    que desde el punto de vista biológico es totalmente
    superfluo.

    El animal capta y conoce una parte del mundo lo que
    necesita del mundo, y eso es para él "Todo el mundo". El
    hombre está abierto a todo el mundo, o mejor, a todo el
    ser.

    El
    hombre es un yo – sujeto

    Esta propiedad
    significa además que el hombre sujeto, y en cuanto sujeto,
    puede distanciarse del objeto, comprenderlo como objeto, como
    realidad distinta del mismo. Más aun, puede pensar y
    valorar el objeto no sólo como útil para sí,
    sino también de manera selectiva o aun desinteresada. Por
    eso puede frenar sus instintos, contradecirlo

    Y lo que más, sublimarlos y darles una
    orientación altruista, por ejemplo. El hombre es el
    único ser que puede decir "yo" y ver el mundo como "no yo"
    y puede decirlo precisamente cuando, como sujeto, entre en
    relación con los objetos mundanos, o con otros sujetos a
    los que también capta como realidades distintas de
    él y con las que, sin embargo, entra o puede entrar en
    relación real.

    El hombre se remite a si mismo. Es una experiencia
    radical que expresamos con el pronombre "yo" cada uno de nosotros
    se experimenta como yo único singular e irrepetible.
    Singularizado por sus caracteres biológicos y
    psíquicos adquiere poco a poco una personalidad
    original que le distingue de todos los demás y que, por el
    conjunto de sus opciones, asume la responsabilidad de su propio destino. Por eso,
    podemos decir "yo pienso", "yo quiero", "yo sufro",
    etc.

    La
    percepción del espacio y del
    tiempo

    El hombre concibe el espacio no de manera inmediata sino
    mediante un proceso
    mental, complejo y difícil, el hombre llega a la
    representación de un espacio abstracto, homogéneo,
    indefinido, totalizarte, sobre cuya naturaleza han elucubrado
    mucho los filósofos. Y también el hombre no
    vive sólo el ahora, porque su presente "está
    cargado del pasado y henchido de porvenir" es plenamente
    consiente de la continuidad y de la totalidad de su vida. Por eso
    piensa en la muerte y la
    previene todo ello es impensable en el animal.

    Precisamente porque el existe humano está
    transitado de temporalidad y porque el hombre conoce, piensa,
    reflexiona sobre el pasado, el presente y el futuro, y hasta
    cierto punto puede orientarlo o dominarlo, decimos que el hombre
    es un ser histórico., los animales no tienen historia, ni les interesa.
    Repiten indefinidamente los ciclos que les impone la naturaleza,
    y si alguna vez cambian por una mutación genética,
    ésta es independiente de sus decisiones, es totalmente
    inconsciente en ellos.

    Función simbolizadora

    Uno de los fenómenos más
    característicos y especificativos del hombre en cuanto
    hombre es su función
    simbolizadora es la capacidad que tiene el hombre y, sólo
    él, de expresar muchas realidades bajo formas
    simbólicas.

    Los símbolos son signos
    convencionales y, por ello, sólo pertenecen al mundo
    humano. El símbolo, viene pues, a identificarse con un
    signo arbitario, una realidad que por convención admitida,
    remite a otra.

    Es evidente que los hombres somos creadores de
    símbolos, es decir, que conocemos realidades
    inmediatamente como son en sí, pero que hay otras que
    sólo las conocemos o nos las representamos mediante signos
    convencionales o sistemas de
    símbolos.

    El hombre no vive solamente en un universo
    físico como el animal, sino en un universo
    simbólico toma conciencia de
    sí a traves de símbolos. Una clase social,
    una nación,
    adquieren conciencia de sí por sus símbolos (la hoz
    y el martillo, la bandera, etc) el hombre ha encontrado la manera
    de conocer y expresar realidades que se hacen inteligibles para
    todos mediante símbolos, ya que el símbolo se hace
    presente, de algún modo, lo simbolizado.

    Algunos animales tienen también ciertas
    expresiones de rabia, de terror, de ganas de jugar, de
    satisfacciones etc. pero con ellas sólo expresan emociones
    subjetivas, nunca designan ni describen objetos, en cuanto
    conocibles, no dan paso del lenguaje
    afectivo al lenguaje proposicional, de lo subjetivo a lo objetivo. Los
    animales tienen algunos signos pero carecen de símbolos
    propiamente dichos.,

    El lenguaje

    Sin duda el sistema
    simbólico más como ejemplo y al mismo tiempo
    más humano, es el lenguaje.
    Se ha estructurado mucho la comunicatividad entre animales, y
    también el "lenguaje" animal.

    El lenguaje es consecuencia de la capacidad de
    simbolizar y está es a su vez consecuencia del pensamiento
    reflexivo y relacionado exclusivo de la razón
    humana.

    El lenguaje potencia el
    pensamiento pero sin el pensamiento nuca hubiera habido lenguaje.
    Sólo el ser autoconsciente, capaz de reflexión,
    capaz de estar presente a si mismo, puede distinguir entre
    realidad y símbolo, puede relacionar ambos y crear ese
    conjunto maravilloso de símbolos convencionales pero
    transparente que son las palabras. Para hablar hace falta conocer
    realidades distintas o distinguibles del sujeto cognoscente en
    cuando cognoscente. Por eso, el animal no habla porque recibe
    estímulos y reacciona a ellos pero no conoce reflejamente
    realidades en cuanto distintas o distinguibles del
    sujeto.

    En las palabras toma forma sensible la idea o
    representación inteligible o racional, se hace así
    presente a la conciencia humana y, lo que es aún
    más asombroso, el conjunto de palabras que forma el
    lenguaje puede ser transmitidos a los demás.

    El
    Arte

    Otra de las funciones
    simbólicas más características del hombre, y
    a las que ciertamente no alcanzan los animales, es la
    expresión artrítica de la belleza y su
    contemplación.

    El arte puede ser
    imitación de la naturaleza, como lo es en la pintura
    costumbrista o en la del paisaje natural, pero con más
    frecuencia es una idealización, un intento de perfeccionar
    la naturaleza y de construir lo que ella no construye, de
    transcenderla hacia formas en las que se exprese una
    armonía, una perfección superior que sólo la
    mente concibe e intenta plasmar después en el
    mármol, en la tela de la música o en la
    poesía.

    Es verdad que el arte no es sólo expresión
    de la belleza porque a veces puede ser expresión de
    sentimientos sublimes o trágicos, alegres o dolorosos,
    pero siempre requiere una intuición del artista que sabe
    plasmaren el lienzo, en el mármol, en notas musicales, en
    gesto teatrales, o en palabras, el sentimientos profundos y bello
    con el que los demás se sienten identificados o
    conmovidos. Si de laguna manera no hay belleza no hay arte en
    sentido escrito. Habrá técnicas
    que es otra cosa.

    En toda creación artística encontramos une
    estructura
    teleológica definida: se busca expresar la belleza,
    transmitir un sentimiento, encarnar una idea, provocar una
    impresión de proporción y ritmo. El artista es un
    descubrimiento de las formas que luego intenta sensibilizar.
    Loenardo de Vinci habla de la finalidad de la pintura y la
    escultura como un saper vedere la forma, en el sentido griego del
    término para luego hacerla sensible.

    La
    Esencia de la Cultura

    En la riquísima variedad de definiciones sobre la
    Cultura que en
    todas la épocas se han formulado, encontramos en todas
    ellas un "común denominador", en unas explícito y
    en otras implícito: el cultivo por el hombre de todo lo
    humano.

    Ya su raíz etimológica – colere; cultivo –
    nos indica que es precisamente la acción
    del hombre sobre la naturaleza para fomentarla y perfeccionarla,
    lo que conforma el mundo de la cultura. Toda la naturaleza es
    susceptible de cultivo; así por ejemplo, la tierra sin
    cultivar en estado
    "natural", da frutos, pero la tierra
    cultivada – agricultura
    da más y mejores frutos. Sin embargo, el sentido
    más profundo y esencia
    l de la cultura está en
    el cultivo y perfeccionamiento de la naturaleza humana, en
    el desarrollo y
    actualización de las capacidades y aptitudes del hombre. Y
    es el hombre cultivado – en mayor o menor grado – quien, por su
    actividad dirigida a perfeccionar la naturaleza exterior crea las
    obras culturales, que a su vez ayudan a otros hombres a
    cultivarse, formándose así un "círculo
    virtuoso".

    De este modo encontramos que el ancho mundo de la
    cultura existen dos realidades que es preciso distinguir: la
    cultura subjetiva o personal y la
    cultura objetiva o real
    , ambas interdependientes pues, como
    decía Ortega y Gasset, "el hombre cultiva y humaniza el
    mundo para cultivarse y humanizarse así mismo".

    La
    cultura Subjetiva (o Personal)

    Si la cultura brota del espíritu del hombre y, al
    mismo tiempo es el hombre el destinatario de la cultura, resulta
    obvio que la vertiente más importante, profunda y esencial
    es la "cultura subjetiva".

    Juan Pablo II dice al respecto: "La cultura es aquella a
    través de la cual el hombre, en cuanto hombre, se hace
    más hombre, "es" más, accede más al "ser".
    En esto encuentra también su fundamento la
    distinción capital entre
    lo que el hombre es y lo que tiene, entre el ser y
    el tener. La cultura se sitúa siempre en relación
    esencial y necesaria a lo que el hombre es, mientras que la
    relación a lo que el hombre es, mientras que la
    relación a lo que el hombre tiene, a su "tener", no solo
    es secundaria, sino también relativa. Todo el
    "tener" del hombre no es importante para la cultura, ni
    es factor creador de cultura
    sino en la medida en que el
    hombre, por medio de su "tener", puede al mismo tiempo "ser"
    más plenamente hombre"
    .

    La "Cultura subjetiva" o "cultura personal"
    tendrá siempre una dimensión de interioridad al
    hombre, e inicia "de cero" en cada persona pues,
    "cada niño al nacer, es un niño de la edad de
    piedra"

    Es por ello que Juan Pablo II recuerda que "la primera y
    esencial tarea de la cultura en general, y también de toda
    cultura, es la educación. La
    educación
    consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser cada vez
    más hombre.. que el hombre sepa "ser más "
    no sólo "con los otros", sino también
    "para los otros".

    Efectivamente, la intima relación existente entre
    la educación y la cultura es de capital importancia. En
    esta relación nos encontramos con un hecho fundamental:
    en la base de cada cultura existe una conceptualización
    precisa del ser humano, y como "en definitiva son los hombres lo
    que educan a los hombre"
    , de la respuesta que el propio
    hombre de a la pregunta ¿qué es el hombre?
    Dependerá la configuración esencial de su
    cultura.

    La Cultura Objetiva (o
    Real)

    El hombre interiormente cultivado necesariamente refleja
    su espíritu en el mundo exterior, en los objetivos
    producidos por su actividad; esto es lo que constituye la
    "cultura objetiva" o "cultura real". A diferencia de la cultura
    subjetiva, la cultura objetiva no inicia "de cero"; por su
    característica de exterioridad es heredable.

    Como realidades objetivas concretas surgidas de las
    manos del hombre, las obras culturales se incrementan de
    generación en generación, formándose
    así el "patrimonio
    cultura" de un pueblo, de una nación,
    de toda la humanidad; es por ello que la cultura objetiva tiene
    más "volumen" que la
    subjetiva, aunque esta última sea su origen y su
    finalidad.

    De igual forma también son expresiones de la
    cultura objetiva: la ciencia, la
    técnica, la economía, la política, el derecho,
    la moral y la
    religión;
    y corresponde designar como civilización a: los
    laboratorios y universidades, las máquinas,
    los mercados, los
    sistemas de gobierno, los
    tribunales, las normas
    éticas, los templos y ritos.

    La
    Ciencia y la
    tecnología.

    El fenómeno de la ciencia es otro exclusivo del
    ser humano; sólo el ser humano ha sido capaz de alcanzar
    saberse ciertos, objetivos, universales y sistemáticos
    sobre la realidad, sobre todas las áreas de la realidad,
    ya sea de naturaleza física, como en las
    ciencias
    naturales, por ejemplo en física o química; o sobre las
    realidades humanas; como en las humanidades y ciencias
    sociales, por ejemplo los logros en filosofía,
    psicología
    o en antropología.

    El hallazgo científico es un avance impresionante
    de la humanidad; el haber logrado leer en las estructuras de
    la naturaleza, haber conseguido formular enunciados
    teóricos leyes o principios que en
    verdad reconocen el orden y las relaciones existentes en las
    dimensiones de la realidad; el haber encontrado los principios
    lógicos y las causas de los fenómenos, haber
    encontrado muchos de los secretos de la Naturaleza y con ellos
    lograr cierto dominio sobre
    ella; todas son hazañas colosales que demuestran el
    poder dela
    inteligencia
    humana y su afán de búsqueda incesante; el progreso
    científico no ha cesado; es inherente a la humanidad; el
    progreso es fruto de la ciencia; las abejas viven en panales
    desde que el hombre habitaba en cavernas, peor hoy en día
    el hombre puede construir casas confortables e incluso edificios
    inteligentes y s abejas siguen construyendo panales. Podemos
    decir que la ciencia creada por el hombre le proporciona la
    seguridad de un
    mundo que se mueve con leyes constantes; y la gran hazaña
    científica es muestra de la
    superioridad de la raza humana.

    La
    Ética

    La preocupación moral es el
    cuestionamiento del hombre sobre lo que debe ser y hacer; es
    decir, a cerca de su coherencia de vida. La vida humana gira en
    torno a la
    ética
    por simple naturaleza. Suele definirse a la ética como la
    ciencia que versa acerca de la rectitud de los actos humanos
    partiendo de os últimos principios de la
    razón.

    Se tiene datos de que el hombre ha comenzado a
    distinguir entre el bien y el mal moral por lo menos desde hace
    cuatro mil año, según lo muestra las inscripciones
    sepulcrales egipcias del tercer milenio antes de
    Cristo.

    Aristóteles fue el primer filósofo que
    escribió no uno sino cuatro tratados sobre la
    ética.

    La dignidad de la
    persona (ser persona es ser con dignidad) se confirma y se
    desarrolla a través del comportamiento
    humano, por eso es necesario además de hablar de una
    dignidad personal hablar de una dignidad moral.

    La moral no es complicada, sino precisa y brota de la
    estructura y dinámica de los actos humanos.

    Al bien moral está ligada una obligación,
    que no se reduce a cumplir reglas. El comportamiento moral es la
    respuesta que le doy a un bien.

    El hombre siempre se ha preocupado por las grandes
    cuestiones del bien y del mal.

    Los conflictos
    éticos o morales acompañan la existencia humana
    desde antes del nacimiento hasta la muerte.

    El único ser que por ser libre es sujeto de un
    actuar ético u opuesto al deber ser es el ser
    humano.

    La
    Religión

    Para poder situar un poco mejor qué es lo que
    caracteriza a una conciencia religioso verdadera, es importante,
    evitar reducirla a una de esas imágenes
    con las que solemos representarnos la religión: unas
    prácticas de piedad que solo atraen a las viejitas, unos
    ritos que embellecen celebraciones sociales o, también un
    moralismo cuyas reglas resultan más sofocantes que
    estimulantes para la vida o un ritualismo que en el mejor de los
    casos queda reducido a simbolismo de paz, de unidad, de
    espiritualidad, etc.

    Además debemos distinguir entre religiosidad y
    confesionalidad. Afrontar la pregunta por la religiosidad
    autentica a partir de la opción por la confesionalidad es
    tomar ya un punto de partida equivocado, porque no se trata en
    primer término de saber cuál es la confesión
    verdadera, como si se tratara de un partido al cual adherirse, o
    un sistema de verdades teóricas que nos resultan
    más persuasivas; se trata de saber qué es la
    religiosidad como factor estructural de lo humano.

    Las preguntas fundamentales

    Para ubicar correctamente la religiosidad
    auténtica no partimos de la religión, sino de la
    vida humana, porque la religiosidad es una dimensión
    estructural de la vida humana. Y no precisamente porque como se
    suele decir "todos tenemos que creer en algo" que en el fondo
    puede ser una renuncia a buscar razones.

    El hombre es hombre porque incesantemente se interroga
    por el sentido de las cosas, no sólo actúa sino que
    necesita tener una "justificación" para hacer lo que hace
    y esta justificación es una razón, un sentido; el
    preguntar es tan constitutivo del hombre, incluso más que
    la ciencia misma, que no es sino una forma de lograr algunas
    respuestas, dentro de un campo muy limitado de la
    experiencia.

    De hecho, el hombre ha existido mucho antes de que
    existiera la ciencia, en cambio, la
    inteligencia humana persiste una y otra vez en recapitular lo
    humano, en cuanto exigencia de sentido, al nivel de
    ciertas preguntas que llamamos fundamentales, precisamente porque
    en ellas se juega la conciencia que tiene el hombre de sí
    mismo y de toda la realidad.

    La presencia del hombre en la naturaleza introduce un
    factor peculiar: la conciencia y el afán de significado;
    el hombre no solo es consciente de que las cosas existen, sobre
    todo, se interroga por qué existen, para qué, de
    qué están hechas.

    Sin la presencia del hombre, es decir, sin esta
    conciencia de lo real que se interroga y se afana por comprender
    el sentido de todo, la naturaleza sería como opaca, ella
    misma sería para sí una soledad inmensa por el
    vacío de sentido.

    Esta necesidad del hombre no es un pasatiempo ni un lujo
    producto del
    ocio; es una tarea en la cual se haya comprometida su propia
    conciencia y su propio significado como ser humano, por eso es
    una tarea dramática.

    Aspiramos a comprender nuestra vida no de manera
    teórica ni abstracta, sino en algo que responda de manera
    concreta a las preguntas fundamentales: ¿Hay algo que le
    da sentido a cada jornada, a cada momento que vivimos, al hecho
    de nacer, de trabajar, de amar, a tener que sufrir y morir? O en
    definitiva cada minuto y cada hora, así como las personas
    que amamos y los encuentros que hacemos ¿están
    destinados a perderse en la nada?

    De muchas maneras el hombre ha intentado establecer un
    contacto con el significado de todo y, sin embargo, a esta meta,
    como a la línea del horizonte, no se llega nunca. La
    palabra que las religiones han inventado
    para indicar esta realidad, que al mismo tiempo se muestra y se
    oculta, que es cercana y lejana, presencia y ausencia, es
    Dios.

    Dios es el objeto de este deseo irrefrenable de
    búsqueda de sentido que la razón advierte y concibe
    como misterio. Misterio tremendo y fascinante, que
    San
    Agustín, un hombre de una profunda sensibilidad
    religiosa ha descrito así: "¿Qué es esto que
    me deslumbra, que estremece mi corazón y
    no lo hiere, que me hace temblar y me enardece? Tiemblo por
    parecerme tan poco a ello y ardo porque me parezco
    tanto"

    De este modo se comprende que el ser humano se expresa
    en sus preguntas, de tal manera que: "La religiosidad coincide
    con la naturaleza de nuestro yo en cuanto se expresa en ciertas
    preguntas: ¿Cuál es el significado último de
    la existencia?, ¿Por qué existe el dolor y la
    muerte?, ¿Por qué vale la pena vivir realmente?
    O…¿De qué y para qué está
    hecha la realidad?
    "La religiosidad es una de las dimensiones
    constitutivas del hombre, precisamente en cuanto que este
    preguntar está siempre presente, trascendiendo las
    preguntas que son pertinentes o inevitables sólo para una
    época o momento histórico.

    Una dimensión no es una parte, o un fragmento
    separable del todo, sino un aspecto en el que se refleja y se
    expresa todo el yo como anhelo de verdad, de bien y de belleza,
    en una palabra como deseo de satisfacción
    plena.

    Podría decirse además que el sentido
    religioso, permea y exalta cualquier otra dimensión de lo
    humano, la sociabilidad, la historicidad, la moralidad, por
    lo cual podemos llamarlo "síntesis
    del espíritu".

    Un
    puente entre el hombre y el destino

    Si la religiosidad es esta exigencia de significado que
    podemos traducir como exigencia de verdad, de belleza, de
    justicia, de
    felicidad, que son como la raíz desde la cual brota la
    vida y la
    personalidad de cada uno, las religiones son
    el intento de una respuesta adecuada que abarque integralmente al
    hombre, un modo de establecer ese nexo entre la vida presente y
    el Destino.

    Cada religión es como una hipótesis de significado global de la vida
    y su valor reside
    en que corresponde a un tipo de sensibilidad humana, a la de un
    pueblo o incluso varios pueblos, que encuentran en sus
    representaciones de la divinidad, en su moral y en sus ritos una
    correspondencia a sus necesidades de significado. Por eso son
    como un intento de tender un puente entre el hombre y Dios. Un
    puente in-finito porque la distancia entre el hombre y
    Dios no puede ser nunca superada. De aquí que no solo el
    temor ante lo santo sino también la esperanza sean algo
    esencial a toda religión y a toda religiosidad verdadera.
    Cuanto mayor es la sensibilidad religiosa de un hombre tanto
    más se percibe esta desproporción entre el intento
    humano y su objetivo último.

    Las religiones no son una solución al enigma de
    Dios, sino una vía a través de la cual el hombre
    camina delante de esa Presencia que nunca acaba de
    mostrarse:

    1 Esta conferencia
    sigue, a modo de una reflexión o relectura, las
    líneas centrales de la obra de Luigi Giussani La
    conciencia religiosa del hombre moderno
    .

    La risa y
    el juego

    La risa como expresión de un bienestar, de una
    alegría interior, de la captación de lo
    ridículo o lo desproporcionado, o bien el todavía
    misterioso por qué nos reímos; son fenómenos
    exclusivos del ser humano.

    Los animales sólo manifiestan estados de euforia,
    pero la risa humana proviene de la percepción de lo
    favorable o de lo gracioso.

    Los animales no conocen ni el humorismo ni el
    ridículo.

    La risa también comunica, es un gesto social rico
    y expresivo; la risa transmite gozo y alegría.

    Vinculados generalmente con la risa, están los
    fenómenos del juego y la
    fiesta.

    El juego es una actividad humana en la que los hombres
    utilizando su libertad crean
    un sistema de reglas cuyo objetivo es competir y lograr el
    éxito a
    la par de obtener momentos placenteros.

    La fiesta es una celebración y celebramos para
    recordar, recordamos para volver a vivir y vivimos porque
    comprendemos, porque volvemos una vez más sobre hechos que
    nos representan una significación especial; sólo el
    ser humano celebra.

    Así podríamos seguir enumerando
    fenómenos y datos específicamente humanos que nunca
    realizan los animales, pero lo que hemos comentado son
    suficientemente elocuentes para demostrar la superioridad
    cualitativa del género
    humano que no hace otra cosa que señalar su especial
    dignidad.

    Conclusión.

    Se pudo concluir que en si el comportamiento humano en
    su totalidad son las acciones de
    las personas en el ambiente
    físico y social en el que se encuentra.

    También podemos decir que el comportamiento es
    una función de la persona y de su ambiente.
    PERSONA Y AMBIENTE
    no son independientes entre si se entre ellos
    interdependencia de manera que la situación de la persona
    depende de su ambiente.

    Por otro lado se hablaron de otros términos como
    el lenguaje, el arte, las culturas desde diferentes puntos de
    vistas entre otros aspectos.

     

     

    MERCADO M. Osmar J.

    REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

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