Análisis e investigación del libro "Martín Fierro" de José Hernández
- José Hernández: Vida
y Obra – Contexto histórico - Argumento de las dos partes de la
obra - Estructura del
poema - La lengua
- Personajes
secundarios - Preguntas
guía - Conclusión
- Bibliografía
La siguiente monografía es un análisis del libro "Martín Fierro"
escrito por el argentino José Hernández, el cual
nos fue asignado como lectura para
la clase de
literatura. Para
hacerlo se nos concedieron 2 meses de tiempo,
así como también una serie de preguntas para
utilizar como guía. Durante mi investigación,
descubrí cierta información que, aunque no estaba
comprendida en las mencionadas preguntas, me pareció que
sería de provecho para el trabajo,
por lo que decidí incluirla en él.
Desarrollo:
José Hernández: Vida y obra –
Contexto histórico
Nace nuestro poeta el 10 de noviembre de 1834, en la
chacra (granja o alquería, derivado de una voz
quechua) de Pedriel, a medio centenar de kilómetros de la
capital
argentina. Su padre se llamaba Pedro Pascual Rafael
Hernández, procedente de una familia de rancio
abolengo federal. Su abuelo paterno, José Gregorio
Hernández Plata, había arribado al país en
1779 y, junto con Alzaga, fueron los dos únicos miembros
del Cabildo que se opusieron a que el Virreinato del Río
de la Plata quedara al mando de Santiago de Liniers, el vencedor
de los ingleses en 1806, por ser este de origen
francés.
La madre era doña Isabel de José Cipriano
Pueyrredón y Dogán, perteneciente a una empecinada
familia de "unitarios"; él y sus hermanos (excepto uno que
era canónigo) lucharon como jabatos junto a Juan
Martín Pueyrredón (tío abuelo de José
Hernández), brigadier general y director supremo de las
"Provincias Unidas" entre los años 1816 a 1819.
El abuelo de nuestro escritor, hermano de Juan
Martín, había ayudado a constituir el cuerpo de
Húsares del rey o de Húsares de Pueyrredón,
reclutando entre la mejor juventud de
Buenos Aires
hasta completar cien plazas y muy útil para frenar la
codicia inglesa, que había puesto los ojos una y otra vez
en las ricas Provincias del Plata.
¿Tendría éxito
el casamiento de un "federal" con una "unitaria"? De nada
sirvió que el abuelo paterno de José
Hernández intentara oponerse al enlace. La boda
siguió adelante y, como la novia era menor, fue necesario
solicitar la venia judicial.
José Hernández fue bautizado ocho meses y
medio más tarde de su venida al mundo, concretamente el 27
de julio de 1835 en la parroquia de la catedral del Norte, actual
Iglesia de la
Merced. Y al parecer tras imponerle los nombres de José y
Rafael, las aguas bautismales fueron bálsamo para las
tirantes relaciones entre ambas familias. Ese mismo año,
Juan Manuel de Rosas
(1793-1877), tras una sangrienta expedición al "desierto
del sur", arrebatando a los indios 100.000 km2 de
tierras, fue proclamado en Buenos Aires gobernador y
capitán general. Por espacio de dieciséis
años, la dictadura de
Rosas se enseñoreó de Argentina gracias a su
tristemente famosa policía: la "Mazorca". En su haber
positivo se halla la abolición de la esclavitud mucho
antes de que lo hicieran otros Estados americanos. Por eso
llegó a ser casi venerado por los negros. Un año
antes de haber conseguido las más altas magistraturas de
la nación,
los ingleses se habían apoderado del frío pero
estratégico archipiélago de las Malvinas,
auténticamente argentino por mucho que lo enmascararan
argumentando su descubrimiento por los británicos y su
transformación en las islas Falkland: de nada
serviría la protesta rosista.
Mientras los padres del pequeño José
Rafael se encargaban de la
administración de las estancias (auténticos
maxi-latifundios de explotación industrial-ganadera a base
de peonaje y en donde el absentismo de los dueños era
proverbial), su tía doña Victoria Pueyrredón
de Pueyrredón, "mamá Totó", le
enseñaría las primeras letras antes de entrar en la
escuela.
Como los Pueyrredón se hallaban unidos a la causa
unitaria, casi todos se vieron obligados a emigrar por miedo a la
"Mazorca". En 1839-840 la furia de Rosas se hizo más
patente, fracasada la conspiración de maza. Para evitar
caer en manos de la "Mazorca", "Mamá" Totó y su
marido, con el pequeño José Rafael, huyeron en su
coche de caballos (llamado "volanta") y dejaron al futuro poeta
en casa de su abuelo paterno en Barracas, no lejos del Riachuelo,
en donde permaneció hasta los nueve
años.
José Hernández inició allí
su vida escolar, llena de sobresaltos por las tensiones políticas.
Cuando tenía once años cayo gravemente enfermo, al
parecer por una infección pulmonar. Los especialistas
prescribieron la interrupción de los estudios y su marcha
inmediata al campo. Aprovechando las inspecciones realizadas por
su padre como mayordomo de Rosas, marchó con él a
las estancias del sur y pronto, como por encanto, recuperó
la salud.
En aquel viaje, en el que se infiltró hasta lo
más recóndito de su espíritu todo cuanto
encerraba la Pampa, le acompañó su hermano Rafael.
En 1843 perdieron a su madre y nueve años más tarde
ambos quedaron totalmente huérfanos al morir, alcanzado
por un rayo, el padre. Entonces se alistaron en el
ejército, pues su orgullo les impedía pedir ayuda a
sus familiares. Así de la gran escuela del campo pasaban a
la siempre contradictoria experiencia de la milicia.
En 1852, el general Justo José de Urquiza
(1801-1871) levantó la federación de las Provincias
Argentinas y su famoso Ejercito Grande derrotó a Rosas en
la batalla de Caseros. Poco después Urquiza era nombrado
presidente de la Confederación Argentina para el
período de 1854-1860, pero como Urquiza había
promulgado una Constitución federal, algunas provincias,
como Buenos Aires, donde gobernaba Mitre, continuaron la lucha y
Urquiza tuvo que elegir por el momento como capital de su
gobierno a
Paraná.
Hilario Lagos, lugarteniente de Urquiza, tras sitiar
Buenos Aires, se enfrentó con una leva de milicianos,
gauchos e indios
dirigida por Faustino Velasco y el la que iba José
Hernández. Los "rosistas" fueron descalabrados y Faustino
Velasco perdió la vida.
José Hernández no se desalentó y,
bajo la bandera del general Hornos, partió poco
después al encuentro de las tropas licenciadas del general
Lagos, que fueron vencidas en la batalla de tala el 8 de
noviembre de 1854.
En 1858, en unas de las elecciones tenidas por
fraudulentas, Valentín Alsina resultó elegido
gobernador de Buenos Aires. Paralelamente surgió el
partido federal reformista, que proyectaba la
reconciliación porteña con Urquiza a través
del periódico
"La Reforma Pacífica", dirigido por Nicolás Antonio
Calvo; fue entonces cuando José Hernández dijo
adiós a las armas de fuego
para luchar con unas armas menos comprometidas: la pluma y la
prensa.
Nuestro poeta pasó entonces a Paraná y
publicó el folleto Las dos políticas,
siguiendo la doctrina de Alberdi, que en mayor o menor grado
Urquiza había hecho suyas. En Paraná, sede por
entonces del Congreso Nacional, encontró un ejemplo de
tenedor libre en la casa de Ramón
Puig, que después sería yerno del general
López Jordán. Al mismo tiempo pudo colaborar en
El Nacional Argentino. Vagabundeará por la ciudad y
en especial el mercado,
recogiendo los chistes y
dichos gauchescos de los carniceros, que entonces eran todos
criollos. Allí sería podado "Matraca", por su
potente voz y forma de hablar, hasta que en 1873 se le
conocería como "Martín Fierro".
El 23 de octubre de 1859 tuvo lugar la batalla de Cepeda
entre las fuerzas de Urquiza, que tenía como ayudante a
José Hernández, y las de Bartolomé Mitre,
que representaba a Buenos Aires y al gobierno de la provincia
"secesionista": éstos últimos fueron derrotados,
Urquiza creyó que por fin la gran ciudad porteña
era ya parte integrante de la Confederación Argentina tras
ocho años de lucha.
José Hernández regresó a
Paraná a su profesión como tenedor de libros.
Extraordinario autodidacta, "auto aprendió" taquigrafía y se empleó como
taquígrafo en las sesiones del Senado Nacional. Un nuevo
horizonte se abrió para él. Desde su puesto de
"observador de la vida nacional" asistió a la
sustitución de Urquiza por Santiago Derqui, el general
Pedernera como vicepresidente y Mitre como gobernador de Buenos
Aires, que alcanzaba ya las veintidós mil almas. Mitre
hizo su ingreso en el Partido Socialista Argentino, con
Hernández de secretario, que continuaba colaborando en
El Nacional Argentino.
Dos años después ardió de nuevo la
guerra civil,
Urquiza, como comandante en jefe de las fuerzas leales a Derqui,
vuelve a enfrentarse a Mitre en la batalla de Pavón
(17-9-1861). José y Rafael lucharon como jabatos esta vez
junto a Mitre. En la sangrienta acción
de la Cañada de Gómez, Rafael Hernández
cayó herido y a duras penas pudo llegar con su hermano a
Paraná.
Derqui renunció a la presidencia y Urquiza
negoció con Mitre la paz, tras el efímero paso de
Pedernera por la presidencia. La muerte de
la Confederación Argentina era un hecho. Una a una las
provincias caerán a favor de Mitre, Argentina pasaba del
federalismo al
unitarismo. Por fin Buenos Aires volvió a ser capital de
la nación
y Mitre alcanzo en 1862 la presidencia por sufragio,
mandato que terminaría en 1868.
Fue entonces cuando nuestro escritor se enamoró
en Paraná de Carolina González del Solar (a la que
quizá ya había conocido en Buenos Aires), que
vivía con sus padres y era vecina del escritor, quien en
la calle Industria
compartía piso con Manuel Martínez Fontez. Carolina
tenía una hermana: Teresa. Hernández se casó
con Carolina y su amigo con Teresa. Carolina daría al
poeta nueve hijos, de los que des murieron
jóvenes.
Aunque no le gustaba el hogar, José fue siempre
muy admirado y estimado por Carolina, que cuidó
amorosamente de sus hijos durante las largas ausencias de su
esposo.
En noviembre de 1863, José Hernández
publicó en El Argentino, con épicos acentos,
la crónica de la muerte del
general Peñaloza a manos del mayor Irrizabal y el teniente
Junt. Sin pretensiones literarias, el artículo es de
singular belleza y acreditaba a su autor para la descripción de escenas de hondo dramatismo.
José siente en sus propias entrañas el fin violento
del "Chacho" y su lirismo pregona su sinceridad fuera de toda
duda.
En el escenario plateño las cosas seguían
sin estar claras: Venancio Flores, apoyado por el gobierno
Argentino y por Brasil, se
levanta contra el presidente Bernardo Prudencio Berro y su
sucesor Atanasio Aguirre; el sucesor de éste, Tomás
Villalba traspasará los plenos poderes a Venancio Flores
en marzo de 1865 y este prorrogará su dictadura hasta
1868. Por otra parte, la tensión con el Paraguay
desembocaría en una sangrienta guerra. Argentina
cosecharía una serie de derrotas. Consecuencia de ellas
fue el estallido de un profundo clamor pacifista, una
enésima guerra civil y una profunda disidencia con su
aliado Brasil. El 12 de octubre de 1868, Domingo Faustino
Sarmiento sucedía a Mitre en la presidencia de
Argentina.
A comienzos de 1867 José Hernández
había llegado a Corrientes, en donde poseyó su
primera imprenta y
editó su primer diario: El Eco de Corrientes.
Colaboró con su hermano Rafael, con su cuñado
Gómez de Solar y con el gobernador Evaristo López.
Fue designado oficial interino del Estado y
después Secretario de la Cámara, cargo al que
renunció por su discrepancia con el gobierno. Sin embargo,
la renuncia no fue aceptada y entonces desde su diario
suscitó una dura polémica con el diario de la
oposición, La Esperanza.
El 27 de mayo de 1868 los revolucionarios sitiaron su
casa y destruyeron su imprenta. Hernández se
refugió en Rosario. Desde allí colaboró en
La Capital, fundado por Ovidio Lagos, con las iniciales
J.H. A fines pasó a Buenos Aires, en donde con ayuda de
personalidades notables sacó a la luz el
periódico El Río de la Plata, que pronto
se situó a la cabeza de los periódicos de la
capital. Desde sus páginas lanzó mensajes
pacifistas para que el gobierno terminara cuanto antes una
inútil guerra con Paraguay, así como a "derogar" la
inconstitucional ley de fronteras,
que obligaba a prestar servicio en
estas y que traía consigo la inicua persecución y
exterminio del gaucho. Gracias a sus artículos, la
opinión
pública se enteró de la terrible
situación en que se hallaban las clases marginadas del
país y prestó atención al agudo problema de los
inmigrantes.
Fue entonces cuando Hernández concibió su
Martín Fierro, con la intención de escribir
una obra de arte y gozar de
tranquilidad precisa para ello. Sin embargo, el asesinato de
Urquiza por predicar ahora un arreglo con Paraguay y ser acusado
de agente de Buenos Aires (1870), se lo impide. Asesinato ya
presentido y publicado por el poeta años antes como una
especie de "crónica de una
muerte anunciada", abrió antiguos rencores. Ricardo
López Jordán fue elegido gobernador de Entre
Ríos de forma constitucional y defendido por
Hernández en sus artículos, pero la guerra civil
ahogaba toda concordia.
Acosado por el gobierno sarmientista, López
Jordán reunió doce mil hombres gauchos y paisanos,
pero fue derrotado en Ñaembé por la
artillería de Viejobueno y las tropas del coronel Julio A.
Roca. López Jordán marchó al exilio en
Brasil, en donde se reunió con Hernández, refugiado
en Santa Ana do Livramento. Allí, según algunos,
empezó a escribir el Martín Fierro, aunque
otros piensan que lo hizo en Buenos Aires.
A comienzos de 1872 vuelve a Buenos Aires. Publica en
Rosario y en La Pampa, de Buenos Aires, una memoria sobre
El Camino Trasandino.
El 28 de noviembre de 1872, el periódico La
República daba por fin la noticia de que el
Martín Fierro había salido a la luz. El
éxito le acompañó desde su aparición,
a pesar de la frialdad con que fue acogida por la clase
intelectual.
Como consecuencia de considerarlo todavía
peligroso jordanista, se dicta una orden de reclusión
contra él y Hernández se refugia en Montevideo, por
haberse puesto precio a su
cabeza, al igual que a la de López Jordán. Sin
embargo, a los finales de 1874 pudo regresar a Argentina y seguir
adelante, realizando negocios de
campo utilizando a su hermano como agrimensor. Gracias a Rafael
pudo adquirir una librería en la bonaerense calle de
Tacuarí para instalar su despacho de negocios.
En 1875, Rawson pronunciaba un notable discurso
contra Sarmiento, que hacía un año había
efectuado el relevo de la presidencia en la persona de
Nicolás Silva de Avellaneda. En el discurso
mencionó la Vida de Chacho, de Hernández, y
el ex-presidente contestó con otro no menos relevante.
Esta polémica animó a la reedición de la
Vida del Chacho.
La Tribuna se revolvió entonces contra
nuestro escritor, acusándolo de jordanista y pro
Avellaneda, y José se justificó valiéndose
de La Libertad, diario bonaerense cuyo director era Manuel
Bilbao.
Y fue Rafael el que presentó a su hermano al
presidente, pero Hernández, aunque pensaba hallarse de
acuerdo con el político, no las tenía todas
consigo. Por ese tiempo se hallaba instalado en su finca de
Belgrano (entre las actuales calles de Luís Mª
Campos, Cabildo, Olleros… y José
Hernández).
Animado por los gauchos, bien en su domicilio, bien en
la librería, escribió La Vuelta del Gaucho
Martín Fierro, segunda parte del famoso poema, que
salió a la calle en 1879. Hernández había
sido elegido diputado provincial y en 1880 fue reelegido.
Creyó entonces que había llegado de nuevo el
momento de reivindicar "su" causa federal…
El 1ro de mayo d 1880 el gobernador Tejedor, que
aspiraba a la presidencia de la República frente a la
candidatura de Julio Argentino Roca, de talante "oficialista", se
levantó en armas. Hernández invitó a los
suyos a no combatir, pero no hubo más remedio y la causa
federal fue decisivamente derrotada.
Vuelto a mundo civil, no sin sobresaltos, Dardo Rocha
propuso a Hernández un estudio sobre la
organización y trabajos que se llevan a cabo en las
estancias; fruto de ello fue la Instrucción del
Estanciero, editado por Caballé, y en el que figuraban
magníficas recomendaciones para un mejor gobierno de las
estancias.
La Instrucción del Estanciero es el
último libro editado por nuestro escritor. Toda la obra
rezuma un espíritu optimista y nos presenta la tesis de que
una civilización madura no tiene por que hallarse
reñida con la economía de tipo
agraria. Se trata pues de un manual de la
estancia nueva, que surge tras la campaña contra el
indio. Demanda de la
formación de colonias agrícolas con elementos
nacionales, y su obra es como una didáctica de la estancia, que se encamina
al objetivo
político de rescatar al gaucho mediante el trabajo.
Desgraciadamente, y debido a su pasado, las autoridades
no adquirieron ningún ejemplar y, en una comisión
confidencial encomendada por dardo Rocha, José
Hernández contrajo una enfermedad de la que ya no se
repondría, falleciendo el 21 de septiembre de 1886;
victima de tantos trabajos, discursos y
sinsabores políticos, se hallaba a punto de cumplir 52
años. "Ayer murió el senador Martín
Fierro".
Tres semanas después, concretamente el 12 de
octubre, Miguel Juárez Celman empuñaba el
bastón presidencial sucediendo a Roca.
Dos años más tarde fallecía
también Domingo Faustino Sarmiento en Asunción
(Paraguay), enemigo acérrimo de Rosas y de su política y uno de los
creadores de la Argentina moderna. Su figura ha suscitado
pasiones en pro y en contra y daría motivos de
inspiración negativos para Hernández y su
Martín Fierro. Sea como fuere, supo liquidar la
sangrienta guerra con el Paraguay (1870) y, en un momento de
extrema madurez – tenía casi sesenta años
cuando llegó a presidente, con una apreciable sordera y
muchos desengaños a cuestas – , atacó a la
oligarquía criolla que antes le había apoyado y se
dedicó a cambiar por completo el sistema de
instrucción pública, muy en especial la escuela
primaria; fomentó la inmigración e intentó cambiar el
sistema de producción y reparto de la
tierra.
Hombre de ideas unitarias, por ellas tuvo que emigrar
dos veces a Chile, la segunda en 1841, teniéndose por
discípulo de Andrés
Bello, con quien intentó una reforma de la ortografía. Allí escribió
Mi Defensa (1843) y su obra maestra, La antítesis del Martín Fierro:
Facundo, Civilización y Barbarie. Se dice que
escribió a Mitre en estos términos: "No ahorre
sangre de
gauchos. Es lo único humano que tienen y es necesario
derramarla para abono de sus campos." Alberdi le reprochó
siempre la terrible persecución de que hizo objeto al
gaucho: "Los campesinos fueron siempre el baluarte de nuestra
independencia,
y el paisano, el gaucho su primer soldado." Sarmiento lo
reconoció finalmente, aunque era demasiado
tarde.
Ya hemos visto como Avellaneda sucedió a
sarmiento en la presidencia (1874-1880). Avellaneda, en su
gestión, ocupó la Patagonia
(1879), redactó la Ley Universitaria, federalizó el
territorio del municipio de Buenos Aires, erigido desde entonces
en auténtica capital de toda la nación – 20
de septiembre de 1880 – y fomentó la
instalación de nuevas industrias. Su
sucesor, Julio A. Roca, que murió en el mismo año
que Hernández, terminó la conquista del desierto y
consiguió, ayudado por la ingerencia extranjera, la
riqueza para Argentina y el prestigio nacional
¿Durará mucho tan súbita
bonanza?…
Argumento de las dos partes de la obra
Primera parte: "La Ida"
Martín Fierro, el gaucho, nos va a contar con
sincera nostalgia la vida feliz que antaño llevaba en la
pampa y la inicia no con el grandilocuente verso homérico
de "Canta musa, la cólera
de Aquiles"… sino con un auténtico rapsoda del
pueblo al que van destinadas sus cuitas y lamentos: "Aquí
me pongo a cantar / al compás de la vigüela…"
en el canto II comienza el relato propiamente novelesco del
poema, concretamente al llegar la cuarta estrofa: la leva lleva
al gaucho del hogar a "la frontera", a
la tierra de
indios.
En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre
nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio
se halla erizada de peligros sin cuento, hasta
el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua
huída va a durar tres años, sembrado de penalidades
sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido
destruido y ha de refugiarse en una cueva.
Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro
sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se
revela y se torna "malo", frecuenta las "pulperías", se
emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el
canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero
valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la
admiración del sargento de policía Cruz, en el
canto IX lo escucha con atención y, compadecido de
él, le cuenta a su vez, su historia; y así
ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de
indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la
primera parte. Hernández, por boca de su protagonista,
anuncia "romper la guitarra para no volverla a templar". En la
última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia
socio-política: "…que referí ansí a
mi modo / males que conocen todos / pero que naides
contó".
Segunda parte: "La Vuelta"
La segunda parte abre también con una
pequeña introducción. Se trata de una novela rimada con
ecos de poema épico. José Hernández
sabía que la fama de su personaje corría de boca en
boca, a semejanza de lo que Sancho dice en relación a su
amo en la segunda parte del Quijote (1 y 2). Narración de
las aventuras de Cruz y Fierro en la tierra de indios, fiestas y
bailes de los mismos, postura ante los prisioneros. En el canto 3
aparece una poesía
sentenciosa junto al treno y la lamentación continuada.
Una resignación sin esperanza, un estoicismo ilustrado con
metáforas encadenadas. Menos mal que el lamento es el
mejor lenitivo para todos los males. Las lamentaciones se cortan
y volvemos a enfrentarse con el indio y conocemos la vida de
prisioneros de Cruz y Fierro. En los cantos 4 al 6 se nos
describen las costumbres indias, muchas de ellas bárbaras
y salvajes, singularmente las de los hombres que maltratan a sus
mujeres cuales aparecen como sufridas y abnegadas.
En el canto 6, Cruz muere de viruelas. Encomienda a
Fierro a su hijo porque ya no tiene tampoco madre. Hasta ese
momento no sabíamos que cruz tenía un hijo, y es
quizá para un hombre que
siempre se halla en escenarios bélicos, el pensar que
podía tener una familia le quitaba toda la dureza de su
carácter.
En el canto 8, tras enterrar a Cruz y llorarle, Fierro
se ve envuelto en un terrible duelo con un salvaje que maltrata a
una prisionera blanca. Después logra huir con ella, no sin
antes asistir a una de las escenas más tiernas y a la vez
duras del poema: el indio golpea brutalmente a la mujer y le
arranca a su hijo de los brazos, acto seguido lo
degüella… ¡para amarrarle después las
manos con las propias tripas de su hijo! En los cantos 9 y 10
Fierro y su compañera sepultan al niño despedazado,
tras matar al indio y enterrarlo en un "pajonal", a fin de que la
tribu tarde en encontrarlo; después marchan a "tierra de
cristianos".
Cuando llegan, Fierro se despide de la mujer y cada cual
parte por su lado. Tres años han pasado en duro
peregrinaje y cinco con los indios cautivo. Las autoridades ya no
se acuerdan de sus delitos.
Entonces aparecen los hijos de nuestro protagonista, a los que
les cuesta identificarle, porque "venía muy aindiado y muy
viejo". En el canto 12, el hijo mayor cuenta su estancia en la
cárcel; en el 13 el hijo segundo narra asimismo su
historia. Se nos da a conocer un nuevo personaje: el viejo
Viscacha, a quien se le encomendó el hijo más
pequeño hasta que tuviera edad para gozar de la herencia. El
carácter y las acciones de
Viscacha se nos narran en los cantos 14 y 15. En el canto 16
fallece Viscacha y es enterrado (canto 17 y 18). La
obsesión por el viejo Viscacha, que tanto hiciera sufrir
al hijo segundo, se nos explica con detalle. En el canto 20
aparece Picardía, que explica su azarosa vida picaresca
(cantos 21 a 28). ¡Finalmente descubrimos que
Picardía as el hijo de Cruz!
Aparece a continuación el Moreno, nada menos que
el hermano menor del negro que injustamente mató
Martín Fierro (canto 29 a 31). Por último,
Martín Fierro (transposición del autor) da una
serie de consejos a sus dos hijos. Estos, junto con
Picardía, se despiden, no sin antes decidir cambiar de
nombre. En la penúltima estrofa se nos devela el mensaje
del autor al proponerse escribir la segunda parte de la obra: "es
el tiempo de olvidar antiguas rencillas, tiempo es de trabajar
por un futuro". El propio José Hernández se dirige
a los lectores con el convencimiento de que su poema a de pasar a
la posteridad y de que todo él encierra una enseñanza.
Cada estrofa del Martín Fierro es un
pequeño poema independiente que posee valor por
sí mismo, sin que sea necesario el sentido de las estrofas
anteriores o posteriores. Por otro lado, cada estrofa se articula
con las otras, constituyendo un tono armónico. Sin
embargo, resulta fácil descomponer el poema en sus
diferentes unidades fundamentales y montarlo de nuevo,
confiriendo diferente orden a las estrofas que se suceden en cada
uno de los cantos. Por lo tanto, cada una de las unidades
métricas es un pequeño poema cerrado que tiene
todos los elementos suficientes para transferir a los lectores, o
a quien lo oyere, toda la emoción que el escritor se
propuso comunicar.
Las estrofas se pueden colocar donde sea necesario por
su significado o donde convenga. Además pueden cantarse
sueltas, acompañadas de acordes de una guitarra. Cosa que
cualquier cantante argentino de la actualidad puede hacer. De
aquí las variantes en las numerosas ediciones respecto a
su orden, al ser poemas
minúsculos separados del contexto. Por lo general
José Hernández utiliza la sexteta, estrofa
creada por el mismo que rima: a-b-b-c-c-b con ocho sílabas
en cada verso. Se trata de una variante de la sextilla y
que algún tratadista bautizó con toda justicia
hernandiana.
Pero también hay cuartetos especiales
(consonancia en los versos pares), como por ejemplo en la Ida,
cato VII y en la Vuelta, cantos 27 y 28 en cuartetos propiamente
dichos. En los dos últimos cantos de la Vuelta alternan
sin orden alguno la cuarteta y la redondilla.
Así mismo, hallamos formas de romance asonantado en la
palabra llana en la Vuelta, cantos 11, 20, 29 y 31; formas
romanceadas en algunas sextetas, cuartetas dobles y una singular
estrofa de diez versos.
Desde el punto de vista del contenido, en la
composición de las estrofas el autor sigue el siguiente
esquema: el tema es planteado en los versos iniciales; los
centrales preparan para la conclusión que se nos ofrece en
los dos versos finales, muy acertados, en general, para la
composición, y para la recopilación de sentencias y
refranes. Se ha dicho con razón que cada estrofa es una
auténtica síntesis
de lo filosófico, lo ingenioso, lo poético y lo
vernáculo.
Como cada estrofa es independiente y posee sentido
propio, su autor no necesitó componer la obra de una
tirada en el orden en que podemos leerla en la actualidad.
Hernández pudo muy bien ir recopilando estrofas y
moldeando el poema con toda libertad, de
forma doble, como un verdadero miniaturista. Sin que nuestro
poeta fuera un autor culto que tendiera a un exagerado purismo,
pudo de esta manera ir construyendo las estrofas por separado, a
la vez que cincelaba sus versos, para luego hacer lo propio en el
conjunto.
Martínez Estrada, uno de los grandes tratadistas
del Martín Fierro, ha señalado una serie de
anomalías a la disposición métrica general.
Anomalías que no solo no desentonan sino que dan mayor
belleza al poema; incluso a veces descuida el ajuste de las rimas
para ofrecernos versos de contenido superior al que pudieran
tener otros en los que la rima fuera exacta, conseguida a base de
suprimir palabras que el autor cree intocables, por otras.
Hernández sólo utilizaba el romance para acercarse
al valor narrativo de la prosa, excepto en este caso, en que
prefiere su sexteta, que por ser de su creación cree,
tener todo el derecho en enmendarla por la necesidad
poética del propio poema.
José Hernández utiliza para sus obras como
lenguaje un
remedo muy logrado del dialecto rústico rioplatense, tal
como se hablaba en la primera mitad del s. XIX. El autor
creía cumplir así el objetivo sociopolítico
que se había propuesto. Por eso el pueblo supo reconocerse
a si mismo hablando en su propio estilo intransferible, pero
elevado al mismo tiempo a la máxima tensión de su
eficacia
expresiva.
Para transcribir con exactitud el sistema
lingüístico del pueblo había que respetar las
frecuentes sinalefas, tal como este las pronunciaba, y ser fiel a
la ley de acentuación del pueblo discordante con la
impuesta en el Diccionario y
la Gramática de la Real Academia
Española. El lector deberá respetar la
acentuación de José Hernández, si quiere
gustar plenamente del poema.
Sin embargo, nuestro autor se atreve a modificar las
grafías más que las fonéticas. Así
tiende a cambiar las s por las c equivalente al sonido de la z
española, y aunque conserva el castellano
llevado por los conquistadores en el s. XVI, resulta comprensible
en su conjunto para un lector español de
la actualidad, si bien se le escapan expresiones y palabras
concretas que resultan esenciales para la mejor interpretación del verso y la estrofa,
así como paladear mejor su arte. Por otra parte, nuestro
autor intercaló muchas expresiones y formas de
expresión suyas, pero no de los gauchos, lo que dificulta
más la comprensión.
A lo largo de la obra los americanismos son evidentes,
así como la tendencia a reducir grupos
consonánticos: doctor – dotor; indigno –
indino; instrumento – estrumento, etc., y la
confusión de los prefijos en formas nominales y verbales:
desertor – desertor; derramar – redamar,
etc.
Resultan normales las formas arcaicas, cosa que recuerda
a la lengua do los
conquistadores. El canto sigue idéntico proceso al de
las hablas rústicas: caer – cair; reír
– reir; démelo – demeló; casos de
debilitación vocálica: teatro –
tiatro; poeta – pueta; casos de h aspirada: huir –
juir; horcón – jorcón; trascripción de
j por f inicial: fuerte – juerte; fogón –
jogón; etc.
Hernández no era un poeta cuidadoso
ortográficamente, pero gran cantidad de fallos hay que
señalarlos no por su ineptitud, sino por el deseo de
acercarse más al hombre de campo, deseo que plantea en
todo el poema. Esta circunstancia casi no se da en cuanto a la
sintaxis. Las construcciones se ofrecen en forma directa, a
semejanza de lo que hacen las gentes sencillas, y las diferencias
son más por fonética sintáctica
(supresión de la a: "lo empecé [a] aventajar") o
introducción del complemento de objeto indirecto: "Y
dejábamos las vacas / que las llevara el
infiel".
Por último, el voseo propio de Sudamérica
en el Martín Fierro posee intención
ofensiva. Así pues el Martín Fierro es tan
comprensible como cualquier obra que tienda al castellano castizo
del s. XVI.
Cruz
Es también gaucho como Fierro, pero ha ingresado
en la policía gracias a un amigo que le debía una
"deuda de sangre"; aparece como una especie de "doble" de aquel,
pero no le anula. Su nombre ya es un símbolo: sufrimiento,
muerte, castigo, purga en la vida de acciones pasadas… y
por "la forma de firmar"… ¡con una cruz! como
analfabeto. Actúa como complemento y desdoblamiento de
nuestro héroe, que clama incluso con mayor fuerza que
este contra la injusticia de los que mandan.
En la segunda parte lucha fieramente a lado de Fierro
contra los indios: cree que va a morir, pero no es así
hasta que le sobreviene el final, no en la lucha, sino tras
cuidar a un indígena. Más humano que nunca, cae
también él gravemente enfermo y encomienda con la
mayor ternura un hijito a Fierro, desapareciendo para
siempre.
El hijo mayor de Martín Fierro. Se nos
presenta como un ex presidiario que ha ido a la cárcel
injustamente, a la manera de El Proceso, de Kafka. El hijo
mayor acusa y de él se vale José Hernández
para lanzar un último ataque contra la justicia y el
sistema penitenciario. En él están simbolizados no
sólo todos los perseguidos injustamente, sino todos los
que se hallen encerrados en la cárcel de su propia
existencia (angustia existencial).
El hijo segundo. Se relaciona con
Picardía, hijo de Cruz, y es un digno continuador de la
gloria picaresca española. Trasciende de él un
sentido humano de inocencia gracias a él se introduce en
la obra un personaje de la riqueza argumental del viejo Viscacha.
Una mujer (la tía) le recoge y le mima, y le deja una
herencia gracias a la cual este hijo segundo entra en contacto
con gente más refinada que los gauchos. La semejanza con
los pícaros se halla muy lograda, ya que el muchacho
vagabundo va de mano en mano y pasa "hambre viva" en casa del
avaro Viscacha. Como en el caso de Picardía, su forma de
vivir se halla determinada por las circunstancias.
Picardía. Hijo de Cruz, su nombre lo dice
todo, narra sus aventuras sus detalles de humor que suavizan la
tragedia del hijo mayor.
Vizcacha. Viejo astuto y avaro que ha vivido
siempre en el campo. Viscacha recuerda con su nombre al de una
clase de roedor que vive en las madrigueras (una "vizcacha"). Es
viudo por haber matado a su mujer de un golpe por haberle dado un
"mate frío", pero el remordimiento no lo dejará ya
en paz. Avaro, celoso o maniático, el hijo de Fierro
deberá dormir fuera de su covacha, a la serena, con el
cuerpo medio desnudo. Viscacha da al muchacho unos consejos,
auténtica norma de vida para el pícaro que ha de
desplegar la astucia, el engaño, el disimulo y la
misoginia para sobrevivir en un mundo donde el hombre es
lobo para el hombre.
El Moreno o "Negro de la Payada". Contrasta con
los otros personajes sobre todo por el color. Se trata
de un vengador de ofensa legal (venganza de la sangre) por ser
pariente del muerto, pero no consuma la venganza, porque en la
segunda parte ha llegado la hora del perdón y el olvido
para las viejas ofensas. Su figura es interesante desde el punto
de vista técnico y estilístico por introducir la
payada, y con ella el poema incorpora uno de los elementos
corrientes en la poesía gauchesca. El enfrentamiento entre
negro y blanco es explicado por algunos como intención de
tipo racial. El gaucho siente con orgullo la indiferencia hacia
el color y si este orgullo lo separa del "pueblero" (aquí
con mucho de defensa), también lo hace del indio y el
negro.
Las mujeres
Se ha dicho que el Martín Fierro es un
poema de hombres, lo cual no obsta para que la mujer se halle
presente en él, tanto de forma individual como colectiva,
en los distintos cantos de las dos partes.
La primera que nos presenta el poema es la esposa de
Fierro. No posee nombre concreto y
sale en él de forma episódica sin que sepamos nada
ni de su rostro ni de sus formas… "una de tantas". Al
marchar Martín Fierro, ella también marcha "con no
se qué gavilán", y Fierro la disculpa e incluso le
desea suerte.
La segunda es la del negro a quien un día,
estando Fierro borracho, la insulta y se mete con ella hasta que
la pelea inevitable termina con la muerte del negro. Fierro
pretende entonces continuar su atropello, pero reflexiona y, por
respeto,
desaparece con gran remordimiento.
Cuando Cruz acaba de unir su vida a la del gaucho
aventurero, aparece de nuevo la mujer, que si es buena puede ser
de gran alivio para el compañero. Sin embargo, la de
Cruz, a la que primero se pondera, termina, como la de
Fierro, abandonándole por el comandante de la milicia.
La misoginia de ambos hombres es pues justificable. Misoginia que
se repite en el baile del gaucho (canto XI), en donde,
además de una que le provoca, otras se burlan de
él.
Llegamos con ello a la Vuelta. Las primeras
mujeres que se nos presentan son las indias. Martín
no tiene más que elogios para ellas. Son también
mujeres sin rostro: piadosas, diligentes y sufridas en los
trabajos. Sufren pacientes bajo el duro yugo del marido que es su
tirano y su señor, y que "ni sabe lo que es amar". Con las
indias contrasta el retrato de la "china vieja"
que culpa a un "gringuito" cautivo de ser el causante de la
viruela negra. Es una mujer maléfica y
supersticiosa.
El episodio de la mujer cautiva produce el
retrato más tierno de mujer del Martín
Fierro, así como las trágicas escenas de las
que es protagonista: mujer buena con su hijito contrapuesto al de
la "china mala" que desencadena el drama. Gracias a la entereza
de la cautiva, que pierde a su hijo degollado, Fierro recupera el
instinto de pelea. Mujer valiente, Posee toda la cautela propia
de la feminidad y sabe sobreponerse al dolor y ayudar a Fierro
cuando es atacado por el indio y cae debajo de él sin
poder
volverse. Hernández hace que Fierro bendiga a Dios por
haber puesto en aquella mujer la "juerza que en un varón /
tal vez no pudiera haber".
Muerto el indio, se produce la huída de Fierro y
la mujer. Nada se nos dice en cuanto si ha habido relaciones
más íntimas entre el protagonista y la cautiva. El
autor es todo discreción y hace que Fierro, convertido en
auténtico paladín, no necesite descender a
situaciones más prosaicas…
Por último se hallan: la tía que,
recoge al segundo hijo de Fierro, lo mima y lo hace su heredero.
Es una mujer con auténtico buen corazón y
carácter maternal; y en contraste con la amable figura de
la tía, está la curandera, auténtica
parca, que visita a Viscacha viejo y enfermo. La viuda de
la que se enamora el segundo hijo de Fierro. De la viuda su
conducta, nada
sabemos, mujer esquiva de la cual anda locamente enamorado el
muchacho, no puede consumar su unión porque aquella es
fiel a la memoria de su marido.
Unas tías que recogen al hijo de Cruz para
que no ande suelto y desamparado, buenas mujeres, aunque unas
beatorras de cuidado y, contrastando, la mulata que se
"pega" al lado de Picardía, primero como ángel de
la guarda, después como pícara tentadora del
muchacho. Apodada "la parda, tenía los ojos como
refocilo"… Finalmente, la alusión que hace el
Moreno a su sufrida madre que tuvo diez hijos…
Las masas
Se hallan representadas por la caterva de jueces,
comandantes, comisarios, asistentes, vigilantes, pulperos,
indios, indias, unos más próximos al lector, otros
en segundo plano; pero todos imprescindibles para que las figuras
de los protagonistas aparezcan recortadas con mayor
fuerza.
Martín Fierro, además de ser el
más completo retrato del gaucho, es también el
"hombre olvidado", allí donde de verdad la soledad
crece e inunda el espíritu del que ha de resignarse a
vivir solo consigo mismo y con sus recuerdos, cuando la
fatalidad le ha obligado a huir sin saber hasta cuando, ni
donde…"¡Cuantas veces al
cruzar
en esa inmensa llanura,
al verse en tal desventura
y tan lejos de los suyos,
se tira uno entre los yuyos
a llorar con amargura!"
"Allí pasaba las horas
sin haber naides conmigo
teniendo a Dios por testigo,
y mis pensamientos fijos
en mi mujer y mis hijos,
en mi pago y en mi amigo."Un gaucho pesimista y fatalista
"Tal vez los verán
sufrir
sin tenerles compasión;
puede que alguna ocasión,
aunque los vean tiritando,
los echen de algún jogón
pa que no estén estorbando."
"Y al verse ansina espantaos
como se espanta a los perros,
irán los hijos de Fierro,
con la cola entre las piernas,
a buscar almas más tiernas
o esconderse en algún cerro.""Si uno aguanta, es gaucho
bruto;
si no aguanta es gaucho malo.
¡Dele azote, dele palo,
porque es lo que él necesita!
De todo el que nació gaucho
ésta es la suerte maldita"en el que la religiosidad que le inculcaron los
conquistadores continúa en pie."Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;…""Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,…"
" ¡Bendito, Dios poderoso,
quien te puede comprender!…""Yo junté las
osamentas,
me hinqué y les recé un bendito,
hice una cruz de un palito
y pedí a mi Dios clemente
me perdonara el delito
de haber muerto tanta gente."Compagina su natural sentido de independencia con el
recuerdo, la nostalgia de la vida familiar en la que era
feliz antes de la leva (aparece así como un
héroe romántico), con "sentido
hogareño"."Irse a cruzar el desierto
lo mesmo que un forajido,
dejando aquí en el olvido,
como dejamos nosotros,
su mujer en brazos de otro
y sus hijitos perdidos."Su carácter es una mezcla de psicología
áspera y hostil con otra mansa y servicial.Martín Fierro es un hombre bravo que huye de
peleas inútiles (en general)"Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato,
que nunca peleo ni mato
sino por necesidá,…"y que desde pequeño ha de ganar la vida con
el sudor de su frente sin que sepa jamás "lo que es
subir en el escalafón ni social ni
cultural"."Dende chiquito gané
la vida con mi trabajo,
y aunque siempre estuve abajo
y no sé lo que es subir
también el mucho sufrir
suele cansarnos, ¡barajo!"Es un hombre de nobles sentimientos que constituye
una familia, pero que la fatalidad lo obliga a huir, sin
dejarle disfrutar de ella."tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y mujer,
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera,
¡y qué iba a hallar al volver!
Tan sólo hallé la tapera."En su persona se mezclan también el miedo y
el coraje, miedo al peligro como todo mortal, pero
valentía e infinidad de recursos
para enfrentarse a él;"Peligro era atropellar
y era peligro el juir,
y más peligro seguir
esperando de ese modo,
pues otros podían venir
y carniarme allí entre todos.""Para vencer un peligro,
salvar de cualquier abismo
-por esperencia lo afirmo-,
más que el sable y que la lanza
suele servir la confianza
que el hombre tiene en si mismo."y cuando mata al negro, lo desprecia.
Aversión al hombre de color que se da también
en otros pasajes y que los expertos han interpretado como la
típica conciencia
de la superioridad del hombre blanco propia de la
época…"a los blancos hizo Dios,
a los mulatos san pedro,
a los negros hizo el diablo
para tizón del infierno."Hombre contradictorio, nuestro gaucho pasa de la
crueldad"En esto la negra vino
con los ojos como ají
y empezó la pobre allí
a bramar como una loba.
Yo quise darle una soba
a ver si la hacía callar,
mas pude reflesionar
que era malo en aquel punto,
y por respeto al dijunto
no la quise castigar."a la ternura,
"El recuerdo me atormenta;
se renueva mi pesar;
me dan ganas de llorar;
nada a mis penas igualo;
Cruz también cayó muy malo
ya para no levantar"
"Y yo, con mis propias manos,
yo mesmo lo sepulté;
a Dios por su alma
rogué
de dolor el pecho lleno,
y humedeció aquel terreno
el llanto que redamé."
"Se alzó con pausa de leona
cuando acabó de implorar,
y, sin dejar de llorar,
envolvió en uno trapitos
los pedazos de su hijito,
que yo le ayudé a juntar"de la bravura
"…vean si me pueden llevar,
que yo no me he de entregar,
aunque vengan todos juntos."al cinismo,
"Como nunca, en la
ocasión
por peliar me dio la tranca.
Y la emprendí con un negro
que trujo una negra en ancas.""…y me alargó un
medio frasco
diciendo: beba cuñao.
Por su hermana, contesté.
Que por la mía no hay cuidao"cualidades positivas y negativas que le hacen
aceptar ciegamente "su destino" a la manera de la tragedia
clásica."…yo ruedo sobre la
tierra
arrastrao por mi destino;
y si erramos el camino-
no es el primero que lo erra.""Si hemos de salvar o no,
de esto naides nos responde;
derecho ande el sol se
esconde
tierra adentro hay que tirar;
algún día hemos de llegar-
después sabremos a dónde."Como características "individuales", a Fierro
le gusta beber con los amigos, apostar a los caballos, y
sólo trabaja ocasionalmente la tierra o se dedica a la
caza."Déjenmé tomar un
trago:
estas son otras cuarenta
mi garganta esta sedienta,
y de esto no me abochorno,
pues el viejo, como el horno,
por la boca se calienta""¡Y qué jugadas se
armaban
cuando estábamos riunidos!…"Se consuela de la pérdida de su mujer con la
compañía de otras y no se esfuerza por
recuperar a la propia mujer y a sus hijos, sino que se lanza
a la vida libre como una liberación que siente en lo
más íntimo de su ser.Sin embargo, este es el Fierro de la Ida, el de la
Vuelta es muy distinto, como también lo era su autor y
las circunstancias políticas de la época. Tras
ocupar la presidenta en 1874, Avellaneda predicó la
renovación por doquier. Respaldado por Sarmiento, se
convirtió en ídolo de la juventud, teniendo en
su haber su extracción no militar. Predicó la
conciliación entre federales y unitarios, porque eran
conceptos ya superados.El propio hermano de nuestro escritor, Rafael, se
convirtió a la política avellanedista y
defendió los ideales de la concordia y de deseo de
terminar con un trasnochado localismo porteño que no
conducía ya a nada y cuando ya nadie podía
disputar a la bella ciudad bonaerense su categoría de
auténtica capital del Estado.José Hernández, combatiente rosista y
militante después de Urquiza, lo defendió en
los periódicos fieles al jefe entrerriano. Sin
embargo, al publicar La Vuelta de Martín
Fierro, envió un ejemplar dedicado a Mitre, que
representaba la reconciliación, a causa de la
coyuntura, de las dos tendencias.Nuestro poeta, como su protagonista, había
realizado la "Vuelta" a la ciudad, a Buenos Aires, y se
había integrado en ella. Martín Fierro
regresará a su tierra, allí encontrará a
sus hijos y todos cambiarán de nombre y
perdonarán: de esta forma, "borra su culpa" ¡si
es que la tuvo alguna vez!…- Caracteriza a Marín Fierro con ejemplos
extraídos del texto
(costumbres, trabajos, vicios y virtudes).En la primera parte de la obra Martín Fierro
trata al Moreno como retobado, malo y lo discrimina por ser
negro, y les dice que a los negros los hizo el diablo para
tizón del infierno."A los blancos hizo
Dios,a los mulatos San
Pedro,a los negros hizo el
diablopara tizón del
infierno."En cambio en
la segunda parte, Fierro ya no lo discrimina, dice que ante
Dios somos todos iguales y trata al negro como una persona
sabia, buena y que posee muchos conocimientos. También
habla del negro y del blanco en igualdad
de condiciones."Dios hizo al blanco y al
negrosin declarar los
mejores;les mandó iguales
doloresbajo de una mesma
cruz;mas también hizo la
luzpa distinguir los colores."
"Ansi, ninguno se
agravie;no se trata de
ofender,a todo se ha de
ponerel nombre con que se
llama,y a naides le quita
famalo que recibio al
nacer.""Y ansí me gusta un
cantorque no se turba ni
yerra;y si en tu saber se
encierrael de los sabios
projundos;decíme cual en el
mundoes el canto de la
tierra.""Y aura te voy a
decir;porque en mi deber
está(y hace honor a la
verdáquien a la verdá se
duebla)que sos por juera
tinieblasy por dentro
claridá."En el poema, se presenta la visión del indio
a través de la voz de Fierro y de sus propias
experiencias:Considera que la indiada en general es salvaje y no
incorpora los elementos de la primitiva
civilización."En los caballos en
pelose vienen medio
desnudos"Que se caracteriza por sus hábitos grupales
violentos."El indio – por donde
dentraroba y mata cuanto
encuentra""La indiada todita
enteradando alaridos
cargó"Que su conducta es irracional e
impetuosa."Que el indio lo arregla
todocon la lanza y con los
gritos"Es habitual el ejercicio de la crueldad para con los
más desvalidos."Le descarnaban los
piecesa las pobrecitas
vivas""Es guerra cruel la del
indioporque viene como
fiera"Por último manifiesta un profundo rechazo y
desagrado al recordar un estilo de
vida diferente y los padecimientos que sufrió por
esta gente."Estos indios
vagabundoscon repunancia me
acuerdo"El indio para Martín Fierro, era
ladrón, indomable, implacable y traidor para la
guerra. - ¿Cómo aparecen caracterizados los
indios y los negros? ¿Qué relación tiene
con el gaucho, tanto en la primera como en la segunda
parte?En 1820 durante el gobierno de Sarratea se
dictó una ley que establecía la obligatoriedad
del uso de un documento donde se asentaba que el dueño
poseía trabajo fijo. Todos aquellos hombres que no lo
tuvieran estaban obligados a engrosar las filas del
ejército como castigo por su "vagancia". Los gauchos
fueron los más afectados por esta ley pues realizaban
trabajos por poco tiempo y en distintos lugares. Si
además se los encontraba jugando a las cartas los
días hábiles se los denominaba "mal
entretenidos" y eran castigados.Esta ley provocó la deserción de
muchos gauchos del ejército y su ocultamiento en las
tolderías indígenas donde los militares no
podían entrar. Se los llamó "gauchos
renegados".En el canto 27, Picardía cuenta como es la
vida en la frontera, donde los gauchos son obligados a
trabajar y sacrificarse constantemente, cubiertos de harapos
o desnudos y sin ninguna clase de paga; donde deben obedecer
ciegamente a sus superiores, ya que el que se rebela es
cruelmente castigado; donde son ignorados y tratados
con negligencia mientras se encuentren allí, pero
perseguidos tenazmente si intentan huir; donde las
únicas opciones disponibles son soportar con la cabeza
gacha la horrible situación en la que se encuentran,
huir y ser un renegado, o ser asesinados.Existen también, los gauchos que son
liberados y a los que se les permite regresar a su hogar,
pero aún esa opción, aunque suene prometedora,
solo significa penurias, ya que deben emprender el viaje sin
ropa, dinero o
caballo y, al llegar a sus casas, lo más probable es
que las encuentren vacías, ya que nadie se ocupa de
cuidar de las familias que dejan atrás. Una vez
allí, no tienen otra opción que volverse
matreros, puesto que nadie está dispuesto a
ayudarlos.Aunque Picardía culpe en sus versos a la
Providencia, son las autoridades (ley, justicia y gobierno)
las responsables de esta situación, ya que no
sólo no velan por el bienestar de los gauchos, sino
que se aprovechan de ellos lo más posible y, para
lograrlo, son excesivamente estrictos y severos. - Explica brevemente la relación entre en
gaucho, la ley, la justicia y el gobierno, a partir sobre
todo, del canto 27.Achurar: matar
Atorarse: atragantarse
Barullo: desorden,
alborotoBolazo: disparate
Chacota: alegría y
diversión con carcajadas y bromas, celebrando
alguna cosaChucho: miedo
Chumbo: balazo, disparo de arma de
fuegoChupado: borracho
De arriba: sin pagar
Desembuchar: expresarse con
franquezaDespachar: matar
Disparar: huir
Emperrado: empecinado
Engatuzar: burlar,
engañarMala entraña: malas
intencionesFacha: aspecto
Fierro: cuchillo
Fundir: dejar sin nada
Gavilán:
galanteadorGuapo: valiente
Mamado: borracho
Manotear: robar
Mañas: en personas o
animales, vicios o malos
hábitosMilico: agente de policía,
gendarme, soldado, etc.Morisquetas: muecas
Pago: distrito, lugar conocido al
que se refiere alguienPatalear: mover las piernas con
ligerezaPedo: borrachera
Pellejo: la vida
Picaflor: persona enamoradiza y
galanteadoraPico: boca
Pijotear: mezquinar
Pilcha: prendas de
vestirPitar: fumar
Pollera: falda; por
extensión, mujerPrenderse: realizar algo sin
interrupciónRemolón: desocupado,
lentoRetobado: enojado, de mal
humorVago: toda persona sin
ocupación ni domicilio fijoYapa: propina, algo que se da de
más"Va cayendo gente al baile."
"Muchas manos en un plato."
"El Diablo sabe por Diablo, pero más sabe
por viejo.""Todo bicho que camina va a parar al
asador.""Un padre que da consejos, más que padre
es un amigo.""En hombre no debe creer en lágrimas de
mujer ni en la renguera del perro.""Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley
primera."- Extrae ejemplos del texto (palabras, frases,
sentencias) que se usan actualmente en nuestra
lengua. - Extrae ejemplos de metáforas,
comparaciones y personificaciones.
Metáforas:
La tierra no da fruto si no la riega el
sudor.Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo
ajeno.Sangra mucho el corazón del que tiene que
pedir.Tiene en la desgracia mía un espejo en que
mirarse.Siempre es bueno tener palenque ende ir a
rascarse.Si la vergüenza se pierde jamás se
vuelve a encontrar.Comparaciones:
El hombre que lo desvela una pena estrordinaria,
como el ave solitaria, con el cantar se consuela.Cuando puntiao me encuentro, me salen coplas de
adentro como agua de la
vertienteMi gloria es vivir tan libre como pájaro del
cielo.La ocasión es como el fierro, se ha de
machacar caliente.Estaba el ñato presente, sentado como de
adorno.A poco andar dispararon, lo mesmo que
sabandija.Personificaciones:
La miseria en su afán de perseguir de mil
modos llama en la puerta de todos y entra en la del
haragán.En donde viven bramando los volcanes
que echan fuego.Son los secretos que las tinieblas
esconden.Son los ecos que responden a la voz del que da un
gritoEs siempre, en toda ocasión, el trago el pior
enemigo.Los cielos lloran y cantan hasta en el mayor
silencio. - Se dice que Hernández supo imitar el habla
del gaucho.Tengan cuidado, porque nunca se sabe donde se oculta
un enemigo. Tengan en cuenta que debe saber muy poco aquel
que no aprendió nada. Es mejor que aprender mucho,
aprender cosas buenas. No aprovechan los trabajos si no han
de enseñarnos nada. Siempre deben conocer al momento
cuando a alguien enfadan. En el mayor infortunio pongan su
confianza en Dios; de los hombres, sólo en uno; con
gran precaución en dos. Las faltas no
tiene límites; aquel que defectos tenga,
disimule los ajenos. Nunca abandonen a un amigo, pero no
pretendan nada de él. Siempre el amigo más fiel
es una conducta honrada. Ni el miedo ni la codicia es bueno
que a uno le asalten. No se sobresalten por los bienes que
pierdan. Al rico nunca le ofrezcan y al pobre jamás le
falten. Bien lo pasa el que respeta a la gente. Sean
prudentes para librarse de enojos: cautelosos entre los
flojos, moderados entre valientes. El trabajar es la ley,
porque hay que adquirir; es una triste situación el
tener que pedir. Trabajen siempre para ganarse el pan, pues
la miseria siempre alcanza al haragán. A ningún
hombre amenacen, porque nadie se acobarda. Para salir de
cualquier peligro, más vale la confianza en uno mismo
que las armas. Nunca dejen pasar una oportunidad cuando esta
se presente. Si la vergüenza se pierde, jamás se
vuelve a encontrar. Manténganse unidos, pues si se
pelean son vulnerables. Respeten a los ancianos. Tengan
cuidado porque serán juzgados de acuerdo a la gente de
la que se acompañen. Procuren cuidar de sus padres en
su edad madura. No se fíen de quien los ofenda, aunque
perdonen la ofensa. Si tienen que obedecer, obedezcan y el
que manda será más bueno. Procuren no perder ni
el tiempo ni la vergüenza. Sepan que ningún vicio
acaba donde comienza. No es vergüenza ser pobre, pero
sí ser ladrón. No maten a otra persona ni
peleen sin motivo. Es siempre, en toda ocasión, el
trago el peor enemigo. Si se arma lío no se muestren
altaneros aunque tengan razón. Si se enamoran, nunca
ofendan a la mujer. Si son cantores no templen el instrumento
si no tienen fundamento.Si echamos un vistazo a la vida de Fierro es
fácil darse cuenta que este no rigió su
existencia en base a estas máximas. Llevó una
vida muy dura, repleta de sufrimientos y, evidentemente,
arrepentimientos. Cometió muchos errores, pero tuvo
mucho tiempo para meditar respecto a ellos, y darse cuenta
que tan distinta podría haber sido su vida de haberse
comportado más sabiamente. Los consejos que él
da, son conclusiones sacadas por él mismo al analizar
su propia vida y, al transmitírselos a sus hijos y a
Picardía, pretende ahorrarles los sinsabores que el
padeció, por no haber tenido a nadie que lo guiara en
su momento. Al analizarlos por separado es curioso como
algunos son extremadamente pesimistas, mientras otros son muy
optimistas. Es claro que no tiene mucha confianza en el
género
humano, ya que insta a sus hijos a no fiarse y a ser
precavidos; pero, por otro lado, demuestra la seguridad
sorprendente de que las buenas actitudes
serán correspondidas. Son consejos muy sabios, que
recomiendan, a la vez, paranoia, desconfianza, lealtad,
disimulo, honradez, humildad, solidaridad, precaución, responsabilidad, esfuerzo, amabilidad,
ternura, bondad, respeto, prudencia, moderación,
audacia, conciencia y valor, entre otras cosas. - Resume los consejos de Martín Fierro a sus
hijos. Opina al respecto.Después de separarse de sus hijos y
Picardía, Martín Fierro cabalgo en busca de un
lugar donde rehacer su vida. Con poco dinero y no más
pertenencias que el caballo y las pilchas, se valió
para sobrevivir de sus habilidades como cazador y de alguno
que otro trabajo en una estancia. Y así pasaron los
años, sin demasiados altibajos, y Fierro seguía
envejeciendo y su salud empeoraba día a día.
Quiso la Providencia que lo agarrara un día, llegando
a una pulpería una tremenda tormenta y, aunque
llegó a guarecerse, el frío que había
tomado lo hizo desvanecerse. El local pertenecía a una
viuda y a sus siete hijas que, al ver al pobre Fierro, viejo
y enfermo, se apiadaron de él y llamaron a un
médico. El médico que lo vio dijo que, por el
momento, solo necesitaba descanso abrigo y alimento, pero
que, aun cuando se repusiera, su salud ya no
soportaría la vida de gaucho errante que obviamente
venía llevando. La viuda, que tenía buen
corazón le preparó un cuarto y ahí lo
llevaron. Al poco tiempo, el gaucho volvió en
sí y, agradeciendo de corazón, dijo que no
quería abusar y que cuanto antes se mandaría a
mudar. Pero se encontraba muy débil y las mujeres no
quisieron ni hablar de dejarlo ir. En las semanas que
siguieron, mientras Fierro se recuperaba, se fue haciendo
cada vez más cercano a las amables habitantes de la
casa. La más joven (y más curiosa)
inquirió un día respecto a la historia del
gaucho, y este, que se sentía extremadamente
agradecido, pensó que referirles sus aventuras era lo
menos que podía hacer para pagarles tan tremenda
atención que habían tenido para con él.
Todos los días la viuda y sus hijas iban al cuarto del
gaucho a escuchar su relato, y el día en que el
finalmente se sintió fuerte como para irse, ellas le
rogaron que no lo hiciera, pues habían quedado
prendadas de él y sufrirían mucho por su
ausencia. Y así fue como finalmente, después de
tantos años Martín Fierro sentó cabeza y
se quedó definitivamente en la pulpería. Se
celebro, al poco tiempo, el matrimonio de
Fierro con la viuda cuyo nombre, Irene, significaba "paz", lo
cual fue muy apropiado ya que fue eso lo que ella trajo por
primera vez a la vida de nuestro gaucho.Martín Fierro pasó los últimos
años de su vida atendiendo la pulpería, en la
que se divirtió de lo lindo, cuidando bien de sus
hijastras con las que mantuvo una relación de mutua
adoración, y amando muchísimo a su esposa, la
única mujer en el mundo que supo entender a nuestro
héroe y amarlo con todos sus vicios y
virtudes.Pero, no nos olvidemos de Picardía y los
hijos de Fierro, que, al encontrarlo nuevamente, lo visitaban
periódicamente y, ¡Oh, casualidad!, terminaron
desposando a tres de sus hijastras y quedándose
también a vivir con ellos.Al morir Martín Fierro, muchos años
después, de viejito en su cama, se le dio sepultura
cristiana y muchos hubo que lo lloraron. - Martín Fierro relata la historia de las penas
de un gaucho. El final del poema cierra este relato pero no
su propia vida. A partir de la elección de un punto de
vista coherente con el que ofrece el poema, escribe un final
para la vida de Fierro.Una de las clases
sociales que puede semejarse a la de Martín
Fierro es la clase pobre, los habitantes de las villas
miseria, por el hecho de que son excluidos, nacidos con
oportunidades casi nulas y por las cuales el Gobierno no
se preocupa, excepto cuando se acercan las elecciones. El
chico que nace en una villa tiene un mundo de contras a
los cuales enfrentarse si quiere, de alguna manera,
progresar en la vida. Como los gauchos, los villeros, son
despreciados y discriminados por el resto de la sociedad por lo cual se aíslan de
ella y desarrollan su propia manera de pensar y de verlas
cosas. La ayuda que obtienen del Estado es, en la
mayoría de los casos, insuficiente, lo que los
obliga a recurrir a actividades ilegales y/o
ilegítimas para sobrevivir y cuidar de sus
familias; y las autoridades, en vez de hacer todo lo
posible para prevenir esta situación por medio de
la
educación y el trabajo, solo tildan a los
pobres de criminales indeseables y los excluyen aun
más. De esta manera se produce un círculo
vicioso, del cual les es casi imposible salir.Otra clase social que podría compararse a
la de los gauchos son las pocas comunidades
indígenas que quedan en la Argentina.
Civilizaciones que han estado en estas tierras por mucho
tiempo. Los legítimos dueños de este
territorio y que ahora están siendo desplazados y
ya no tienen a donde ir. Un ejemplo de esto es la
comunidad mapuche en el sur de la
Argentina, cuyas tierras están siendo compradas y
ellos desalojados. Estas comunidades poseen sus propias
culturas con su música, historias, leyendas, mitos,
arte, hábitos, costumbres, tradiciones, miedos,
creencias, principios, ideas, valores y, por sobre todo, derechos,
Tan válidos como los de cualquier otro ser humano,
pero que nadie garantiza. Como los gauchos, ellos
también son excluidos.- ¿Quiénes pueden pensar como
Fierro en la actualidad? - Expresa alguna de las ideas anteriores en un
texto (sextina) en que tome la voz alguno de estos sectores
y exponga sus penas. No se trata de que reproduzca el habla
gaucha, sino de que expresen las resonancias del
martín Fierro en la sociedad actual.
- Escribe un texto de opinión teniendo en
cuenta estos aspectos:
Clase pobre: Necesitamos dinero
y laburar no nos dejan.
En cuanto nos ven se alejan
por miedo a ser asaltados.
No seríamos renegados
si un buen trabajo nos dieran.
Nuestros hijitos no tienen
comida, casa o escuela.
No sen jóvenes siquiera
cuando empiezan a trabajar.
Ni queriéndolo intentar
oportunidad les queda.
Comunidades indígenas: Estas
tierras fueron nuestras
antes que ustedes llegaran
y ahora nos acorralan
queriéndonos desplazar.
Con tal de plata sumar
los indios no importan nada.
No tienen derecho alguno
de venirnos a pisotear
y, aunque les pueda molestar,
tenemos nuestra cultura,
tan buena como la suya,
y nos deben respetar.
Este fue un libro muy grato de leer. Posee una belleza
poética impresionante así como un valor
socio-cultural altísimo. Aun así, y aunque me halla
quejado, la realización de este trabajo de análisis
e investigación fue de gran provecho para mí, ya
que me permitió, no solo una mejor comprensión del
poema (desde el punto de vista artístico y
lingüístico), sino también de la
intención de su autor al escribirlo (teniendo en cuenta el
contexto histórico en el cual fue escrito). También
me permitió familiarizarme con una de las figuras
más representativas de nuestra República Argentina,
el gaucho, con sus usos y costumbres, vicios y
virtudes.
- "Martín Fierro" – José
Hernández. Colección "Grandes autores –
Literatura universal", dirigida por el Catedrático Don
F. L. Cardona. Edicomunicación S. A. - Internet.
Autor:
Eva Ruth Kirilovsky