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San Martín, Protector del Perú. Su obra gubernativa (página 4)




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2, 3, 4

Partes: 1, , 3, 4

La obra del protectorado en los aspectos militar
y patriótico

La jerarquía militar fue reformada por el
gobierno
protectoral mediante los decretos de 30 de octubre y 24 de
noviembre de 1821. El primero de ellos estableció la nueva
graduación en el ejército, la cual, en realidad, no
variaba en los grados de subteniente, teniente, capitán y
sargento mayor. Por encima de este último grado es que se
implantaron las modificaciones, estableciéndose los
siguientes nuevos grados: jefe de escuadrón o
batallón, coronel, general de brigada, general de
división, gran mariscal y capitán general.
(1)

El decreto de 14 de noviembre reglamentaba sobre los
grados y uniformes de la marina. En cuanto a la graduación
se establecía la siguiente: alférez de fragata,
capitán de fragata, capitán de navío,
contraalmirante, vicealmirante y almirante. (2)

Con la finalidad de incentivar el valor y la
disciplina
militar y servir de modelo, el
gobierno de San Martín creó, por decreto de 18 de
agosto de 1821, el cuerpo de milicia denominado "Legión
Peruana de la Guardia". Torre Tagle fue nombrado General en Jefe
de esta Legión. (3)Recibió este personaje su
nombramiento el mismo 18, como Inspector General de todos los
Cuerpos Cívicos de infantería, de caballería
y de artillería del Perú. (4)

Uno de los graves problemas que
tuvo que enfrentar San Martín, en el ámbito
militar, lo constituyó la actitud
decidida de Cochrane tendiente a conseguir, a favor de la
tripulación de la escuadra libertadora, el pago de haberes
atrasados por un monto de, aproximadamente, unos ciento cincuenta
mil pesos. A esto habría que añadir que se les
adeudaba también un año de sueldo de
gratificación, según se les había prometido,
así como cincuenta mil pesos para todos aquellos que
participaron en la captura del navío español La
Esmeralda, según lo prometido por el propio Cochrane. Lord
Cochrane se dirigió al Protector y a Monteagudo
solicitando se cumpliese con pagarles todo lo adeudado y
prometido, insistiendo varias veces en su
petición.

Tratando de poner fin al problema, San Martín
promulgó, el 15 de agosto de 1821, un decreto por el cual
se estipulaba que el Estado
peruano reconocía como deuda nacional los atrasos del
ejército y de la escuadra libertadora, así como los
ofrecimientos hechos por San Martín. Se establecía
que todos los bienes del
estado y el
20% de las entradas de las aduanas quedaban
hipotecados hasta la extinción de aquella deuda. Eran
reconocidos como oficiales del Perú todos los oficiales
del ejército y escuadra libertadora que salieron en ella.
Gozarían, por una vida, de medio sueldo del empleo que
obtuvieron al salir de Valparaíso. Todos los miembros de
la expedición gozarían de una medalla, de oro los
oficiales y de plata los demás clases, la cual
tendría la siguiente inscripción: "Yo fui del
Ejército Libertador"
en el anverso y las armas del Estado
en el reverso. Las medallas de los miembros de la escuadra
tendrían en el anverso la inscripción siguiente:
"Yo fui de la Escuadra Libertadora". Se establecía que
el batallón Numancia y los oficiales y prisioneros de
Casas-matas quedaban comprendidos en las gracias concedidas al
ejército y escuadra libertadora. Se aclaraba que la
pensión de medio sueldo solo la gozarían los que no
tuvieren otro empleo.
(5)

En la práctica, el decreto que hemos analizado no
solucionó en nada el problema, el cual tuvo un desenlace
inesperado. Cochrane se apoderó de los fondos
públicos que San Martín, debido a la
aproximación de los realistas hacia la capital,
había hecho trasladar a Ancón,
distribuyéndolo, en un monto total de doscientos ochenta y
cinco mil pesos, entre los miembros de la escuadra, en pago de lo
que se les adeudaba.

En las acusaciones que Cochrane dirigió a San
Martín, en diciembre de 1822, hizo la siguiente referencia
al decreto de 15 de agosto de 1822: "Usted declaró por
su gaceta de 17 de agosto de 1821 que se pagaría a los
oficiales de Chile el medio sueldo del Perú por sus
servicios y lo
retuvo después". "Usted decretó una medalla en
conmemoración de los servicios de los oficiales y
demás de la escuadra y jamás lo cumplió".
"Usted faltó a su empeño con el regimiento de
Numancia".

El gobierno intimó a Cochrane en vista de su
insubordinación, el 26 de setiembre de 1821, a retirarse
del Perú y dirigirse a Chile. Como el Almirante no diera
la menor señal de cumplimiento, se volvió a
insistir en lo mismo el 3 de octubre. Cochrane, manifestando su
espíritu aventurero y su insubordinación total al
gobierno abandonó, con parte de la flota, el Perú,
dirigiéndose hacia Guayaquil con el propósito de
apoderarse de las fragatas españolas Prueba y Venganza.
Habiendo llegado a dicho puerto y no encontrándose
allí las mencionadas naves, continuó su
travesía hasta Acapulco, desde donde emprendió el
regreso, llegando nuevamente a Guayaquil el 13 de marzo de 1822,
apoderándose, en esta ocasión, del navío
Venganza, el cual, sin embargo, ya era peruano. Arrió el
pabellón del Perú e izó el de Chile. A pesar
de esto, Cochrane terminó por entregar el navío
capturado a la Junta Guayaquileña. Cochrane
abandonó Guayaquil el 25 de marzo, enrumbando hacia el sur
y llegando al Callao el 25 de abril. En esta ocasión tuvo
el audaz gesto de reclamar la fragata Protector (ex navío
Prueba). Pero como nadie le hiciera caso terminó por
decidirse a abandonar el Callao, alejándose
definitivamente del Perú.

El símbolo patrio por excelencia, la bandera
nacional, lo mismo que el Himno Nacional, tienen su
génesis en la etapa sanmartiniana. Si bien es cierto que
la bandera actual del Perú difiere de la que se creara
durante la
administración de San Martín y que tampoco el
coro ni la primera estrofa del actual Himno Nacional corresponde
a la primigenia Canción Nacional que obtuviese el triunfo
en el concurso convocado por el Protector, no es menos verdad que
el sentido profundo de los símbolos, en cuanto elementos
simbólico-sentimentales de la soberanía nacional, tienen que reconocer su
origen en medidas dictadas y adoptadas al respecto por el
gobierno sanmartiniano. Algo más, en esencia, el blanco y
rojo del símbolo patrio, es el elemento básico del
simbolismo patrio peruano. En este sentido, no ha habido varias
banderas peruanas, sino una sola que evolucionó en su
forma debido a circunstancias diversas, pero siempre reflejando
el mismo espíritu y la misma esencia de la naciente
nacionalidad
peruana.

Ya hemos señalado que antes de abandonar Pisco,
San Martín creó el primer símbolo patrio del
Perú independiente y que, como bien se comprenderá,
realmente era más el símbolo de una causa que de un
Estado, pues este aún no existía. El decreto
mediante el cual fue la creada la bandera fue expedido en Pisco,
el 21 de octubre de 1820. Justifica su creación
señalando que era "incompatible con la independencia
del Perú la conservación de lo símbolos que
recuerdan el dilatado tiempo de su
opresión…"
El artículo primero
estipulaba las características que debía poseer el
nuevo símbolo: "Se adoptará por bandera nacional
del país una seda o lienzo, de ocho pies de largo y seis
de ancho, dividida por líneas diagonales en cuatro campos,
blanco lo dos de los extremos superior e inferior y encarnado los
laterales. Tendría, además, una corona de laurel
ovalada y, dentro de ella, un sol saliendo por detrás de
sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. El
escudo puede ser pintado o bordado, pero conservando cada objeto
sus colores: a saber,
la corona de laurel ha de ser verde y atada en la parte inferior
con un cinta de color de oro;
azul la parte superior que representa el firmamento; amarillo
el sol con sus
rayos; las montañas de un color pardo oscuro; y el mar
entre azul y verde".

Por decreto de 15 de marzo de 1822 el Supremo Delegado
Torre Tagle, en vista de los inconvenientes que ofrecía la
confección de la bandera, estableció las siguientes
modificaciones: "La bandera nacional del Perú se
compondrá de una faja blanca transversal entre dos
encarnadas de la misma anchura, con un sol también
encarnado sobre la faja blanca: la insignia, de preferencia,
será toda encarnada con un sol blanco en el centro; y el
estandarte será igual en todo a la bandera, con la
diferencia de las armas provisionales del estado, que
llevará bordado sobre el centro de la faja
blanca".

El 21 de mayo, Torre Tagle tuvo que decretar una nueva
modificación con la finalidad de evitar confusiones con la
bandera española puesto que la única diferencia
entre una y otra lo constituía el color de la franja
central, que en la enseña peruana era blanco y en la
española amarillo. De acuerdo a esta nueva
modificación la bandera nacional tendría sus bandas
en forma vertical, de color rojo los dos extremos y blanco la del
centro. (6)

El gobierno protectoral convocó a concurso para
lograr para el Perú una "canción nacional" que
fuera la sagrada canción de la patria. El día 7 de
agosto de 1821 el Protector rubricó el decreto mediante el
cual "se invitaba a todos los profesores de bellas letras, a
los compositores y aficionados que amen su Patria y se interesan
en su prosperidad, para que dirijan sus producciones firmadas al
Ministerio de Estado antes del 18 de setiembre próximo, en
cuyo día se decidirá por una comisión de
personas inteligentes cuál es la composición que
por su letra y música mereciere la
distinción de ser adoptada como Marcha Nacional del
Perú".
El decreto no establecía ningún
premio especial para los triunfadores del concurso, salvo la
expresa mención que se hacía sobre el aprecio y
gratitud que lograrían los ganadores: "El nombre de su
autor se dará al público para que, al mismo tiempo
que sea considerado por el Gobierno, recoja de sus ciudadanos el
tributo de gratitud a que justamente es acreedor".

(7)

Una prórroga para la presentación de los
trabajos tuvo que darse en vista de que no se había
recibido producción alguna,
señalándose como nueva fecha el día 28 de
setiembre. (8)

Al concurso se presentaron seis
músicos:

  • Juan Bautista Tena
  • José María Filomeno
  • Juan Crisóstomo Huapaya.
  • El músico mayor del batallón Numancia,
    cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros.
  • Fray Cipriano Aguilar, músico iqueño de
    la orden agustina.
  • Fray Bernardo Alcedo, dominico, que presentó
    al concurso dos composiciones, triunfando con la que fuera
    ejecutada en segundo lugar el día del concurso. A la
    música ganadora se le añadió la letra de
    José de la Torre Ugarte.

El estreno de la Canción Nacional se
efectuó el 29 de setiembre de 1821, según la
opinión de Guillermo Ugarte Chamorro, considerando que el
día anterior vencía la prórroga del
concurso. A veces se consigna la fecha señalada por el
coronel Manuel Bonilla de 23 de setiembre, aunque hay que tener
muy en cuenta el argumento que esgrime Ugarte Chamorro. La
encargada de entonarlo, sobre ello no hay discrepancia, fue la
soprano Rosa Merino.

Los manuscritos de la Canción Nacional que ganara
el concurso ya no existen y es muy probable que desaparecieran la
noche del 11 al 12 de junio de 1822 fecha en la cual se produjo
el incendio de los Ministerios de
Guerra y de
Hacienda. Ello dio pie a la serie de modificaciones que sufriera
esta Canción Nacional durante todo el siglo XIX, hasta que
por ley N° 1801
de 26 de febrero de 1913 se terminó por declarar
intangible la letra y música del Himno Nacional del
Perú, armonizado por Claudio Rebagliati, con el
consentimiento expreso de Bernardo Alcedo. El Himno Nacional
declarado intangible por la mencionada ley no es exactamente
igual a la Canción Nacional ganadora del concurso
convocado por San Martín. Dicha Canción comenzaba
con la estrofa cuyo primer verso es: "Ya el estruendo de
broncas cadenas".
La actual primera estrofa ("Largo tiempo
el peruano oprimido"
) fue introducida posteriormente y es,
por lo tanto, apócrifa además de anónima,
como lo ha demostrado Carlos Rasgada. (9)El coro fue introducido por el
músico italiano Claudio Rebagliati.

Torre Tagle, por decreto de 13 de abril de 1822,
estableció la obligatoriedad de entonar la Canción
Nacional por todos los escolares, a partir del 21 del citado mes,
para lo cual los niños
de todas las escuelas concurrirían a la Plaza de la
Independencia todos los domingos, a las cuatro de la tarde. Se
establecía, asimismo, que en las escuelas, antes de
empezar las clases, se entonarían por lo menos tres
estrofas y otras tantas al concluirse la jornada escolar de la
tarde. (10)

Con el objetivo de
perennizar la fecha de la proclamación de la
independencia, San Martín, por decreto de 28 de julio de
1821, declaró que los días 26, 27 y 28 de cada
año serían fiestas cívicas, en memoria de la
libertad del
Perú. Estableció, además, la erección de un "monumento en el camino
del puerto del Callao hacia esta capital, que inmortalice el
día primero de su independencia".
(11)

Por decreto de 17 de enero de 1822 se nombró una
comisión, integrada por el conde de Torre-Velarde, Diego
Aliaga y Matías Maestro, para dirigir y activar los
trabajos del monumento conmemorativo del día de la jura de
la independencia. Los gastos que
demandase esta obra serían obtenidos creando un fondo
sustentado en un impuesto del uno
por ciento de todos los derechos que percibía
el Consulado.

Por decreto de 26 de marzo de 1822 se mandó crear
un paseo público que debería denominarse "Calle del
Siete de Setiembre", para perpetuar la memoria del
día de la llegada de la expedición libertadora a la
bahía de Paracas. Se realizaría esta obra
aprovechando el terreno cedido por el convento de San
Agustín, dándole a la calle un ancho de 25
varas y formando, frente a la puerta del teatro, una
plazoleta de 50 varas de ancho por 38 de fondo.

Por decreto de 15 de febrero de 1822 el Supremo Delegado
estableció que todo acto público debería
terminar con la exclamación "¡Viva la Patria!".
(12)

Resultando incompatible con el nuevo sistema
político a adoptarse la supervivencia de escudos de
armas de España,
San Martín, por decreto dado desde su cuartel general en
La Legua, el 17 de julio, ordenó borrar, quitar y destruir
los escudos de armas del rey de España.

Ya hemos reseñado que por decreto de 27 de
diciembre de 1821 el gobierno protectoral mandó quitar de
los lugares no solo las armas de España sino
también todas las inscripciones o signos que
hiciesen alusión a su etapa de dependencia.

Continuando con la política soberana de
individualización de la nación
y del estado peruano, el gobierno ordenó cambiar los
nombres que recordasen la sujeción a España, para
reemplazarlos por otros que estuviesen acordes con la nueva
situación soberana alcanzada por el Perú. El 21 de
setiembre de 1821 se decretó el cambio de los
nombres coloniales de los castillos. El Real Felipe del Callao
pasó a denominarse de la Independencia, el de San Miguel
fue nombrado del Sol y el de San Rafael fue denominado Santa
Rosa. (13)

Por decreto de 15 de octubre de 1821 se cambiaron los
nombres de los cinco baluartes del Castillo de la Independencia
(ex Real Felipe): el baluarte del rey fue denominado Manco
Cápac; el de la Reina, de la Patria; el del
Príncipe, de Jonte "para honrar la memoria del
benemérito auditor de guerra del ejército
libertador que falleció en Pisco"
; el baluarte de la
Princesa fue denominado La Tapia, en honor al "teniente 1°
del batallón n° 4, que murió gloriosamente el
18 de setiembre último en el acto de sitiar una avanzada
en frente del Callao, en medio de sus continuos fuegos"
; el
baluarte de San José fue nombrado de la Natividad,
"para recordar el día en que el ejército
libertador desembarcó en las playas de Pisco".

(14)

Torre Tagle, el 6 de febrero de 1822, rubricó un
decreto por el cual se cambiaba de nombre a los navíos
"Presidenta", "Nancy" y "Prosperina", los cuales en
adelante serían denominados "O’Higgins", "Coronel
Spano" y "Cruz".
(15)

Por decreto de 6 de julio de 1822 se cambió la
denominación de Plaza de la Inquisición por el de
Plaza de la Constitución. (16)

Con la finalidad de propiciar y sobre todo premiar el
patriotismo, el gobierno protectoral emprendió la tarea de
determinar, con justicia, a
todos aquellos que, de una u otra manera, habían
colaborado decididamente a favor de la patria. El 9 de agosto de
1821 San Martín rubricó el decreto por el cual se
constituía una comisión integrada por Mariano
Sarabia, Mariano Álvarez, Ignacio Pro y José Boqui,
para que recibiera las exposiciones o documentos de
servicios de todos aquellos patriotas que hubiesen trabajado por
la libertad de la patria durante el gobierno español, con
la finalidad de premiarlos y distinguirlos. El 11 de enero de
1822 San Martín expedía un nuevo decreto dentro del
mismo espíritu del anteriormente señalado y por el
cual se premiaba a aquellas damas que habían servido a la
causa de la independencia, condecorándolas con una banda
bicolor y una medalla de oro que llevaría en el reverso la
inscripción siguiente: "Al patriotismo de las
más sensibles".
Para poder cumplir
a cabalidad con lo decretado se ordenó a los Prefectos
pasar una relación fidedigna de las patriotas que
mereciesen hacerse acreedoras a la distinción
establecida.

En la Gaceta de Gobierno del 23 de enero de 1822 se
consigna una lista de patriotas entre las que figuran, entre
otras, las siguientes personalidades: Antonia Ulate y Valderrama,
Andrea de Mendoza, Antonia Bernales de Zubiaga, Bernarda Argote,
Brígida Silva, Carmen Larriva de López Aldana, la
condesa de San Isidro, la condesa de la Vega, Francisca de
Unanue, Josefa Boquete, Juana Unanue, Josefa Pezet, Josefa
Palacios de Mariátegui, Josefa Boqui, marquesa de Torre
Tagle, Manuela Sáenz de Thorner y Rosa
Campusano.

En la propia Gaceta de Gobierno del 6 de febrero de 1822
se publicó una relación de religiosas patriotas
comprendidas en los alcances del decreto de 11 de enero del mismo
año. Entre las religiosas que figuran en esta
relación, tenemos: Abadesa Sor Rudecinda Vergara, Sor
Isabel Manjares, Sor Josefa Castro, Sor Juana Baquíjano.
(Todas ellas del Convento de la Concepción).- Abadesa Sor
Isabel Núñez, Sor Bernardina Chávez
(Encarnación). – Abadesa Sor Manuela Luna, Sor
Dolores Pezet (Santa Catalina).- Sor Josefa Cabrera, Sor Vicenta
Martínez (Trinidad).- Abadesa Sor Bartola Sanabria, Sor
Juana Lince (Descalzas).- Sor Mercedes Salazar, Sor María
Pando (Carmen Alto).- Madre Serafina, Sor Teresa Gorozabal
(Carmen Bajo).- Sor Rufina de San José, Sor Rosalía
de Santa Teresa de Jesús (Trinitarias Descalzas).- Madre
Mancilla (Mercedaria).- Abadesa Sor Petronila Anglaide, Sor Luisa
Merino (Jesús María).- Madre Mercedes, Sor Josefa
Gallo (Nazarenas).- Sor Marina Balmaceda (Santa Rosa).- Madre
Priora Sor Paula (Prado).- Sor Ventura Santillana y
Gavilán, -Sor Rosa Dueñas (Santa Clara), etc.,
etc. (17)

El Protector premió, asimismo, a los individuos
pertenecientes a las partidas de guerrillas, que tan importante
papel jugaron en la guerra emancipadora, magníficamente
estudiados por diversos historiadores y entre ellos muy
especialmente por Raúl Rivera Serna. El 1 de octubre de de
1821 San Martín firmó el decreto por el cual se
concedía una medalla a todos los oficiales y soldados de
las partidas de guerrillas, exceptuándoseles,
además, del "servicio
veterano" y concediéndoseles el honor de la preeminencia
en la atención de sus solicitudes para destinos y
gracias. La medalla sería de oro para los oficiales y de
plata para los soldados. Ambas llevarían en el centro del
anverso la inscripción siguiente: "El valor es mi
divisa"
, en tanto que en el reverso y al exergo: "A las
partidas de guerrillas".
(18)

El gobierno, mediante decreto firmado por Torre Tagle el
30 de marzo de 1822, premió a Bernardo O’Higgins,
otorgándole las haciendas de Montaván y Cuiva, en
el valle de Cañete y que eran propiedad del
Estado. (19)

Debemos señalar que el único virrey que
mereció un homenaje por parte del gobierno independiente
fue Ambrosio O’Higgins. Torre Tagle, el 10 de abril de
1822, decretó que en el segundo ático de la Portada
que mira al Callao se estableciera la siguiente
inscripción: "Se fabricó siendo Virrey del
Perú don Ambrosio O’Higgins. Ningún
español siguió su ejemplo".
En la parte
considerativa de este decreto se dice que "los únicos
monumentos que han quedado en Perú y en Chile capaces de
honrar a la antigua administración son los debidos al virrey
O’Higgins, que mandó construir los caminos del
Callao y de Valparaíso".
(20)

Las ciudades también recibieron el premio
adecuado en atención a su labor desempeñada en
favor de la independencia. Por decreto de 12 de octubre de 1821
San Martín, a solicitud de Riva Agüero, Presidente
del departamento de Lima, decretó que esta ciudad fuese
denominada "Heroica y esforzada ciudad de los libres". Por
decreto de 31 de enero de 1822 se declaró que Trujillo
tendría el renombre de "benemérita y
fidelísima a la Patria".
Por decreto de 19 de marzo
del año mencionado, Huancayo recibió el
título de "Ciudad Incontrastable". Por decreto de
27 de marzo, Cangallo fue denominada "Villa Heroica". Por
decreto de 6 de abril, rubricado por Torre Tagle, se
concedió a la Villa de Santa Fe de Jauja la
categoría de ciudad. Por decreto de 10 de abril de 1822 y
en premio al patriotismo de los habitantes de la Magdalena, fue
denominada con el nuevo nombre de "Pueblo Libre". Por
decreto de 15 de junio se expidió el título
provisional de ciudad a la capital del partido de Lambayeque, con
el renombre de "generosa y benemérita".

Un suceso de gran trascendencia política y
militar lo constituyó la suscripción del tratado de
federación peruano-colombiano, suscrito en Lima el 6 de
julio de 1822. Para concertar dicho tratado, Simón
Bolívar
envió a Lima a Joaquín Mosquera, en calidad de
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, el cual
llegó a la capital del Perú el 5 de mayo.
Joaquín Mosquera y Bernardo Monteagudo suscribieron, el 6
de julio dos tratados. El
primero, denominado de "Unión, liga y confederación
perpetua", constaba de doce artículos, en los cuales se
acordaba lo siguiente:

1° Los dos Estados se unían para sostener con
sus fuerzas, su independencia de España y de cualquier
otra nación
extranjera.

2° Rechazar, en común, todo ataque o
invasión que pueda de alguna manera amenazar la existencia
de los Estados firmantes.

3° En caso de invasión repentina, ambos
Estados podrían obrar hostilmente en los territorios de la
dependencia de una u otra, siempre que las circunstancias no
diesen lugar a ponerse de acuerdo con el gobierno a quien
corresponde la soberanía del territorio
invadido.

4° Los ciudadanos del Perú y Colombia
gozarán de los mismos derechos y prerrogativas que
corresponden a los nacidos en ambos territorios. Es decir, los
colombianos serían considerados peruanos en el Perú
y los peruanos colombianos en Colombia. Para adquirir este
derecho bastaba el requisito de residencia.

5° Libertad de comercio para
los ciudadanos de ambos países.

Igualdad del
pago de derecho de los buques de uno u otro Estado.

7° Auxilio de los bajeles de guerra o mercantes que
llegasen a los puertos.

8° Persecución de los navíos
corsarios.

"La demarcación de límites
precisos que hayan de dividir los territorios de Colombia y el
Estado del Perú, se arreglarán por un convenio
particular, después que el próximo Congreso
Constituyente del Perú haya facultado al Poder
Ejecutivo del mismo Estado para arreglar este punto; y las
diferencias que puedan ocurrir en esta materia, se
terminarán por los medios
conciliatorios y de paz, propios de dos naciones hermanas y
confederadas".

10° Causa común contra los revoltosos o
sediciosos que se levantaren contra los gobiernos
legítimamente constituidos.

11° Extradición mutua de los acusados de
traición, sedición u otro grave delito.

12° El tratado sería ratificado por el
Perú en un lapso de diez días. Para la
ratificación por parte de Colombia se señalaba:
"tan prontamente como pueda obtener la aprobación del
Senado, en virtud de lo dispuesto por la ley del Congreso de 13
de octubre de 1821, y en caso que por algún accidente no
pueda reunirse, será ratificado en el próximo
Congreso, conforme a lo prevenido por la Constitución de
la República en el artículo 55 §
18".
(21)

El mismo 6 de julio se firmó un tratado adicional
el cual consta de nueve artículos:

1° Se formaría una Asamblea compuesta de dos
plenipotenciarios por cada parte.

2° Ambos Estados interpondrían sus buenos
oficios ante los demás gobiernos de América
para que entrasen en el tratado de unión, liga y
confederación perpetua.

3° De conseguirse el objetivo del artículo
segundo, se reunirían los representantes de todos los
gobiernos en una Asamblea General de los Estados Americanos,
"con el encargo de cimentar de un modo el más
sólido y establecer las relaciones íntimas que
deben existir entre todos y cada uno de ellos, y que les sirva de
Consejo en los grandes conflictos, de
punto de contacto en los peligros comunes, de fiel
intérprete de sus tratados públicos, cuando ocurran
dificultades, y de juez árbitro y conciliador en sus
disputas y diferencias".

4° El Istmo de Panamá se
sugiere como punto de reunión, comprometiéndose
Colombia a dar hospitalidad y respetar el carácter sagrado de los
representantes.

5° El Perú se compromete a iguales
condiciones en caso de que la reunión tuviera lugar en su
territorio.

6° El tratado suscrito no interrumpe de manera
alguna el ejercicio de la soberanía nacional de cada una
de las dos partes.

"La república de Colombia se compromete
especialmente a sostener y mantener en pie una fuerza de
cuatro mil hombres armados y equipados, a fin de concurrir a los
objetos indicados en los artículos anteriores. Su marina
nacional, cualquiera que sea, estará también
dispuesta al cumplimiento de aquellas
estipulaciones".

"El Estado del
Perú contribuirá, por su parte, con sus fuerzas
marítimas, cualesquiera que sean, y con igual
número de tropas que la República de
Colombia".

9° Perú ratificará el presente tratado
en un lapso de diez días; Colombia lo hará tan
pronto como pudiera obtenerse la aprobación del
Senado". (22)

Ambos tratados fueron aprobados por el gobierno peruano
el 15 de julio. En cambio el Congreso colombiano, mostrando una
serie de dudas y suspicacias en torno a ellos,
terminó por aprobarlos y ratificarlos el 12 de julio de
1823.

NOTAS

(1)Gaceta de Gobierno
de 07-11-1821.

(2)Gaceta de Gobierno
de 28-11-1821.

(3)Gaceta de Gobierno
de 18-8-1821.

(4)Gaceta de Gobierno
de 18-8-1821.

(5)Gaceta de Gobierno
de 17-8-1821.

(6)Sobre la
bandera:

Gaceta de Gobierno de 14-8-1821

Gaceta de Gobierno de 16-3-1822

Gaceta de Gobierno de 12-6-1822.

-Comisión Nacional del Sesquicentenario de la
Independencia del Perú. Antología de la
Independencia del Perú. Símbolos de la Patria, pp.
473-499. Lima: Talleres de la Imprenta del
Colegio Militar Leoncio Prado, 1972

-Bustos Venturo, Felipe. Los símbolos de la
Patria. (Lima: Biblioteca
Básica Peruana del Ministerio de Educación
Pública. Colección "Patria y Civismo", volumen segundo,
1961)

(7)Gaceta de Gobierno
de 15-8-1821.

(8)Gaceta de Gobierno
de 19-9-1821.

(9)Sobre el Himno
Nacional:

-Raygada, Carlos. "Historia crítica
del Himno Nacional" (2 tomos)

-Comisión Nacional del Sesquicentenario de la
Independencia del Perú. Antología de la
Independencia del Perú. Símbolos de la Patria, pp.
473-499. Lima: Talleres de la Imprenta del Colegio Militar
Leoncio Prado, 1972

-Bustos Venturo, Felipe. Los símbolos de la
Patria. (Lima: Biblioteca Básica Peruana del Ministerio de
Educación Pública. Colección "Patria y
Civismo", volumen segundo, 1961)

-Bazán, Adolfo. Las cantatas sobre el Himno
Nacional. Verdades a medias y mentiras inconclusas sobre una
canción que sabemos desde chicos. En: El Comercio.
Lima-Perú. Martes 28 de julio de 1998, Sección A,
p. 10.

-Donayre B., Jorge. Algo más sobre el Himno. En:
El Observador. Lima – Perú. Edición
dominical, 4 de abril de 1982 p. X.

-Callirgos Gamarra, Benjamín. Nuestro Himno
Nacional. El Comercio. Lima-Perú. 11 de setiembre de
1981.

-Carrasco Limas, Apolonio. José Bernardo Alzado.
En: Garcilaso. Revista de la
Universidad
particular "Inca Garcilaso de la Vega", Lima – Perú,
año 1, noviembre 1969, N° 1, pp. 25-46.

(10)Gaceta del
Gobierno de 13-4-1822.

(11)Documentos del
Archivo de San
Martín, tomo XI, p. 416.

(12)Gaceta del
Gobierno de 16-2-1822

(13)Gaceta del
Gobierno de 26-9-1821.

(14)Gaceta del
Gobierno de 15-10-1821

(15)Gaceta del
Gobierno de 9-2-1822

(16)Gaceta del
Gobierno de 6-7-1822.

(17)Sobre el papel de
la mujer en la
gesta emancipadora, aún no lo suficientemente bien
estudiado:

-Prieto de Zegarra, Judith. "Así hicieron las
mujeres el Perú".

-Chambers, Sarah C. Amistades republicanas. La
correspondencia de Manuela Sáenz en el exilio (1835-1856).
En: Familia y vida
cotidiana en América
Latina. Siglos XVIII – XX. Pontificia Universidad
Católica del Perú. Instituto Riva Agüero,
Lima, 2003; pp. 315-354

-San Cristóval, Evaristo. "La mujer peruana
durante la gesta heroica". (El Comercio, Lima-Perú, 3 de
agosto de 1965).

-San Cristóval, Evaristo. "La mujer peruana en la
independencia" (El Comercio, Lima-Perú, 6 de agosto de
1965).

-Mendoza M., Eduardo. "Las heroínas Toledo". (El
Comercio, Lima-Perú)

-Gamio Palacios, Fernando. "Valiosa contribución
de las mujeres a la independencia" (El Comercio,
Lima-Perú).

-Arias Schreiber Pezet, Jorge. "Antonia Cabrera de Pezet
en la gesta emancipadora" (El Comercio,
Lima-Perú).

-Socorro, Milagros. Manuela Sáenz, [en
línea].BitBiblioteca.Biblioteca Electrónica. Caracas, Venezuela.

<http://www.analitica.com/bitblioteca/msocorro/manuela.asp>,
[consulta: 13-4-2006]

– Quintero, Inés. Mirar tras la ventana.
Testimonios de viajeros y legionarios sobre mujeres del siglo
XIX, [en línea]. analitica.com. BitBiblioteca. Biblioteca
electrónica. Caracas, Venezuela.

<http://www.analitica.com/bitblioteca/iquintero/mujer.asp#inferioridad>,
[Consulta: 13-4-2006]

(18)Quirós,
Mariano Santos. "Colección de leyes,
decretos…", tomo I, p. 36

(19)Gaceta del
Gobierno de 03-4-1822.

(20)Gaceta del
Gobierno de 10-4-1822

(21)Gaceta
Extraordinaria del Gobierno del martes 17 de setiembre de
1822.

Blanco y Azpurúa. "Documentos para la historia de
la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y
Bolivia"
(1876), tomo VIII, pp. 453-455.

(22)Gaceta
Extraordinaria del Gobierno del martes 17 de setiembre de
1822.

Blanco y Azpurúa. "Documentos para la historia de
la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y
Bolivia" (1876), tomo VIII, pp. 455-457.

San Martín se retira del
Perú

José de San Martín de regreso de su
entrevista con
Simón Bolívar, se hizo cargo del gobierno peruano
el 22 de agosto de 1822, después de haber aceptado, el
día anterior, la renuncia del Supremo Delegado Torre
Tagle. (1)

El Protector en su proclama dirigida al pueblo peruano
con motivo de retomar el poder, expresó que realmente
había pensado no volver a encargarse del gobierno
"hasta el día en que debía entregarlo a la
representación nacional; pero las reiteradas renuncias de
aquel ilustre y benemérito peruano (se refiere a Torre
Tagle), me han hecho reasumirlo mientras se reúne el
Congreso que se va a instalar"
(2)

Su último mes de gobierno San Martín lo
dedicó, entre otras cosas, a acelerar la reunión
definitiva del congreso peruano. Al asumir el Protectorado, el 2
de agosto de 1821, había prometido que una vez que
estuviera libre de enemigos el territorio peruano,
convocaría a la representación nacional, ante la
cual renunciaría, para luego retirarse del Perú:
"La religiosidad con que he cumplido mi palabra en el curso de
mi vida pública, me da derecho a ser creído, y yo
la comprometo ofreciendo solemnemente a los pueblos del
Perú que en el momento mismo en que sea libre su
territorio, haré dimisión del mando para hacer
lugar al gobierno que ellos tengan a bien elegir".
En el
Estatuto Provisorio (08-10-1821) vuelve a insistir en el mismo
punto: "…Si después de libertar al Perú
de sus opresores, puedo dejarlo en posesión de su destino,
yo iré a buscar en la vida privada mi última
felicidad".

Sin embargo, el Protector del Perú terminó
por no cumplir a cabalidad la palabra que él mismo
había empeñado: renunciar y retirarse cuando el
territorio peruano estuviese totalmente libre del peligro
realista. Porque cuando él dimite al cargo de Protector y
se aleja definitivamente del Perú, el territorio peruano
estaba severamente amenazado por las fuerzas realistas que se
encontraban íntegras y muy bien pertrechadas en la zona
central y sur. ¿A qué se debió este cambio?
¿Cuál fue la razón o razones que lo
impulsaron a no cumplir con la palabra
empeñada?

Consideramos que la renuncia y el alejamiento de San
Martín deben ser analizados cuidadosa y sobre todo
desapasionadamente. No fue, a nuestro entender, un único
factor el que decidió a tomar tan drástica
decisión. La verdadera causa de esta actitud se explica, a
nuestro entender, por tres motivos fundamentales: su
aversión al poder, la situación nada
halagüeña que le rodeaba en el Perú y los
resultados de su entrevista con Bolívar en
Guayaquil.

Analicemos, un tanto, el segundo punto, que lo
consideramos de suma importancia para la decisión tomada
por San Martín. Es ampliamente conocido que en el
Perú se le conocía con el mote despectivo e injusto
de "Rey José", puesto que sus detractores consideraban que
buscaba establecer una monarquía que tendría a él
como primer soberano. Esto molestaba terriblemente a San
Martín, tanto así que en su última proclama
dirigida al pueblo peruano expresó que estaba cansado de
oír que quería hacerse rey.

A esto hay que añadir algo que si era sumamente
preocupante y desestabilizador. Entre sus propios amigos su
prestigio e influencia había disminuido notablemente. De
ello San Martín tenía precisa conciencia y es
por ello que al hacerle algunas confidencias a su amigo
Tomás Guido, el 20 de setiembre de 1822, le expresó
su decisión de abandonar el Perú: "No desconozco
ni los intereses de América ni mis imperiosos deberes y me
devora el pesar de abandonar camaradas que quiero como a hijos, y
a los generales patriotas que me han ayudado en mis afanes; pero
no podría demorarme un solo día sin complicar mi
situación; me marcho. Nadie, amigo, me apeará de la
convicción en que estoy, de que mi presencia en el
Perú le acarrearía peores desgracias que mi
separación. Así me lo presagia el juicio que he
formado de lo que pasa dentro y fuera de este país. Tenga
Ud. por cierto que por muchos motivos no puedo mantenerme ya en
mi puesto, sino bajo condiciones decididamente contrarias a mis
sentimientos y a mis convicciones más firmes. Voy a
decirlo: una de ellas es la inexcusable necesidad a que me han
estrechado si he de sostener el honor del ejército y su
disciplina, de fusilar algunos jefes; y me falta el valor para
hacerlo con compañeros de armas que me han seguido en los
días prósperos y adversos".
Como Guido le
replicara que no era necesario tomar medida tan extrema, pues
bastaría con alejar a dichos jefes del Perú, San
Martín le repuso que existía una dificultad
aún mayor: "Lo diré a Ud. sin doblez.
Bolívar y yo no cabemos en el
Perú…"
(3)Esta última parte de la
confidencia hace referencia al tercer motivo que
señalábamos sobre el alejamiento de San
Martín del Perú y que sucintamente lo analizaremos
más adelante. (Puede verse, al respecto, mi trabajo
"San
Martín y Bolívar en
Guayaquil
").

Es bien conocida la aversión de San Martín
por el poder político, prefiriendo, en lo personal, la
jefatura militar del ejército libertador. Cuando se hace
cargo del mando político del Perú lo hace solo en
atención a las circunstancias, como emana con total
diafanidad de numerosísimos testimonios de la
época. Ricardo Rojas, en 1947, puso de realce una carta de San
Martín a O’Higgins, de 10 de agosto de 1821, en la
cual expresa lo siguiente: "… he tenido que hacer el
sacrificio, pues conozco que al no hacerlo así, el
país se envolvía en anarquía. Espero que mi
permanencia no pasará de un año, pues Ud. conoce
mis sentimientos, sabe que no son mis deseos otros que el de
vivir tranquilo y retirarme a mi casa a descansar".

(4)

Bernardo Monteagudo en su "Memoria sobre los principios
políticos que seguí en la administración del Perú, y
acontecimientos posteriores a mi separación" confirma esta
actitud de San Martín: "… Conociendo (San
Martín) la nueva situación de los negocios,
él se apresuró a cumplir el voto más antiguo
de su corazón,
que era dejar el mando. Los jefes del ejército saben que
cuando llegamos a Pisco, todos exigimos de él el sacrifico
de ponerse a la cabeza de la administración, si
ocupábamos Lima, porque creíamos que este era el
medio de asegurar el éxito
de las empresas
militares: él se decidió a ello con repugnancia y
siempre por un tiempo limitado…"
(5)

A pesar de su aversión por el mando
político, San Martín era consciente de que asumirlo
en las circunstancias dadas constituía una imperiosa e
ineludible necesidad. Es por ello que acepta ese, para él,
sacrificio. Pero admitido éste, era indispensable llevar a
cabo todas las acciones que
hicieran posible, y lo más pronto, vencer a los realistas
y asegurar con ello la total independencia del Estado
peruano.

Hay que tener presente que la declaración y
proclamación de la independencia, en julio de 1821, solo
había constituido un acto simbólico, toda vez que
ella no fue consecuencia del triunfo militar sobre los realistas,
los cuales se habían, táctica y
estratégicamente, limitado a abandonar la ciudad de Lima
para concentrarse, con todos sus cuadros, en el centro y sur del
territorio peruano. Por ello es que era vital realizar un
plan para
terminar con dichas fuerzas y, de esa manera, lograr realmente la
independencia del Perú. San Martín concibe para
ello un plan de campaña contra los realistas que no
podrá llevar a cabo y que después de su retiro se
convertirá en ese fiasco militar que fueron las dos
expediciones a Puertos Intermedios que llevaron a cabo, primero
la Junta Gubernativa (1822,) que se formó después
de su salida, y, poco tiempo después, el gobierno de Riva
Agüero. (1823)

¿Por qué San Martín no llevó
a cabo su Plan a Puertos Intermedios? Consideramos que él
estaba convencido que con el número de efectivos que
contaba no había posibilidad de vencer a los realistas. Es
cierto que había la posibilidad de recibir mil o
más efectivos militares procedentes de Chile pero
debió considerar que la verdadera fortaleza se
conseguiría con la unión de las expediciones
libertadores del sur y del norte y es por ello que viaja a
Guayaquil para entrevistarse con Bolívar. Esto no
significa que consideremos que su retiro del Perú sea
consecuencia exclusiva de ese acontecimiento.

Si lo que buscaba era la forma de terminar lo más
rápidamente posible con los realistas y ello lo lleva
incluso a entrevistarse con su par Bolívar, cómo
entender entonces su retiro al poco tiempo de regresar de dicha
entrevista. Es necesario señalar, para comprender mejor la
problemática, que desde fecha muy temprana, diciembre de
1821, más exactamente el 27 de aquel mes, San
Martín expidió el decreto N° 146 por el cual
convocaba, para el 1 de mayo de 1822, la reunión del
Congreso. (6)Como ya
sabemos, él había prometido que una vez reunido
este organismo, él renunciaría al mando supremo.
Por otra parte, el 27 de abril de 1822, el encargado del mando,
el Supremo Delgado Torre Tagle, decretaba una prórroga
para esta primera reunión del Congreso, fijando como nueva
fecha el 28 de julio de mismo año. Por decreto de 15 de
junio de 1822, Torre Tagle decreta que "mientras se constituya
un edificio a propósito para las sesiones del Congreso,
quede desde hoy aplicado a este objeto, el de la Universidad de
San Marcos con todos los departamentos en que está
distribuido. La Universidad de San Marcos se trasladaría
provisionalmente al Colegio de San Pedro"
(7)

¿Cómo explicarse esta actitud al parecer
desconcertante? Consideramos que el Protector pensaba
desprenderse tan solo del mando político pero conservando
la jefatura de la expedición libertadora hasta que el
territorio peruano quedara totalmente libre del peligro realista
y al servicio de un gobierno auténticamente peruano,
elegido por los propios peruanos. No de otra manera podría
entenderse por qué convoca al congreso ya en diciembre de
1821 y continúa con los preparativos de sus planes
militares que incluso lo llevaron, primero en febrero y luego en
julio de 1822, a marchar a Guayaquil para entrevistarse con
Bolívar. Él irá a proponer la unión
de la dos expediciones libertadoras para una acción
conjunta en territorio peruano contra las fuerzas
realistas.

Pero en Guayaquil se percata que su plan no podrá
ser llevado a cabo. Ello viene a terminar por convencerlo de que
su presencia en el Perú resultaba estéril y
contraproducente. Preferible era dejarle abierto el camino a
Bolívar, aunque ello significase el incumplimiento de la
palabra dada al pueblo peruano. Es el propio San Martín
quien da esta versión, lo cual significa que él
así lo interpretó. Algunos historiadores olvidan, o
suelen pasar por alto, que según el propio San
Martín él le dijo a Bolívar que
abandonaría el Perú dejándole "un nuevo
campo de gloria en el que va usted a poner el último sello
a la libertad de América".
(8)

Antes de marchar a Guayaquil, el Protector dejó
un pliego cerrado, en previsión de lo que podía
sucederle, en el cual encargaba el supremo mando político
del Perú a Rudecindo Alvarado, General en Jefe del
Ejército Unido, quien se encargaría de entregar el
mando al Congreso. (9)

De esto San Martín informó a
Bolívar y es por ello que éste lo menciona en las
Relaciones Oficiales que hiciera sobre las entrevistas.
El propio Bolívar menciona que el Protector le
expresó su deseo de abandonar el Perú. Nada de esto
es extraño, pues San Martín había pensado no
volverse a hacer cargo del poder (del cual había quedado
encargado el Supremo Delegado Torre Tagle). Si reasumió el
mando, el 21 de agosto de 1822, fue por la insistencia de Torre
Tagle en renunciar al mando.

Muchos historiadores han visto en la renuncia del
Protector y su retiro del Perú una consecuencia exclusiva
de la entrevista
de Guayaquil. Otros historiadores, en cambio, consideran que este
acontecimiento no jugó ningún papel en dicha
decisión; este es el caso, por ejemplo, de Enrique de
Gandía. (10)Es de nuestra opinión
que la mencionada entrevista no hizo sino precipitar una actitud
que en el fondo anhelaba San Martín al sentirse
huérfano del apoyo necesario entre los propios peruanos,
los cuales comenzaban ya a manifestar un ambiente
hostil hacia él, y, lo que es aún más grave,
entre algunos de sus propios allegados. Es esta atmósfera
desagradable y su convencimiento de que le sería imposible
llevar a cabo un plan militar de gran alcance contra los
realistas, sin la, para él, indispensable ayuda del
ejército colombiano, lo que le decidió retirarse
del Perú.

El 18 de setiembre suscribió el decreto N°
187, aparecido en la Gaceta del Gobierno de ese mismo día,
el cual fijaba como fecha definitiva de la instalación del
Congreso el día 20 del mismo mes, día en el cual,
según lo señalaba expresamente el artículo
segundo del decreto, el Protector dimitiría el mando
supremo. (11)

El 20 de setiembre, a las diez de la mañana, en
el Salón de Palacio de Gobierno se reunieron los
señores diputados, miembros del flamante primer congreso
constituyente peruano. De allí se dirigieron a la Santa
Iglesia
Metropolitana, donde, después de escuchar la misa
preparada para esta solemne ocasión, se realizó la
ceremonia del juramento. Concluido el acto religioso, los
diputados se dirigieron al local habilitado para el
funcionamiento del Congreso, acompañados del Protector y
demás principales autoridades civiles, militares y
religiosas. Llegados al recinto del Congreso se pudo presenciar
la tan ansiada instalación del Congreso:

"El Protector ocupó la silla que estaba bajo
del dosel, con una mesa al frente, a cuyos lados se sentaron los
Ministros de Estado y los Diputados en sus respectivas sillas,
colocándose la demás comitiva en lo asientos fuera
de la barra, así como un concurso numeroso en las
galerías.

Inmediatamente el Protector del Perú se
despojó de la banda bicolor, investidura del Jefe Supremo
del Perú, diciendo: «Al deponer la insignia que
caracteriza al Jefe Supremo del Perú, no hago sino cumplir
con mis deberes, y con los votos de mi corazón. Si algo
tienen que agradecerme los peruanos es el ejercicio del supremo
poder que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy
que felizmente lo dimito, yo pido al Ser Supremo el acierto,
luces y tino que necesita para hacer la felicidad de sus
representantes.

¡Peruanos! Desde este momento queda instalado
el Congreso Soberano y el pueblo reasume el poder supremo en
todas sus partes»".
(12)

Luego de haber dimitido el mando, San Martín
abandonó el local del Congreso siendo acompañado,
hasta la puerta, por seis diputados. Se dirigió de
allí a su casa de La Magdalena, acompañado por su
fiel amigo Tomás Guido. Aquel mismo 20 se dirigió a
Ancón, donde se embarcó a bordo del
bergantín Belgrano, zarpando dos días
después rumbo a Valparaíso. A decir del historiador
peruano Rubén Vargas Ugarte, solo se llevaba 183 onzas de
oro, el estandarte de Pizarro, obsequio de la ciudad de Lima, una
campanilla de oro, y al llegar a Chile recibió del
gobierno peruano la suma de dos mil pesos, a cuenta de la
pensión vitalicia que se le había asignado.
(13)

San Martín antes de partir había dejado
para el pueblo peruano la siguiente proclama:

"Presencié la declaración de la
independencia de los Estados de Chile y el Perú; existe en
mi poder el estandarte que trajo Pizarro para esclavizar el
Imperio de los Incas, y he
dejado de ser hombre
público; he aquí recompensado con usura diez
años de revolución
y guerra.

Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la
guerra, están cumplidas: hacer la independencia y dejar a
su voluntad la elección de sus gobiernos.

La presencia de un militar afortunado (por más
desprendimiento que tenga) es temible a los Estados que de nuevo
se constituyen; por otra parte, ya estoy aburrido de oír
decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo, siempre
estaré pronto a hacer el último sacrificio por la
libertad del país, pero en clase de
simple particular y no más.

En cuanto a mi conducta
pública, mis compatriotas (como en lo general de las
cosas) dividirán sus opiniones; los hijos de estos
darán el verdadero fallo.

Peruanos; os dejo establecida la
representación nacional; si depositáis en ella una
entera confianza, cantad el triunfo, si no, la anarquía os
va a devorar.

Que el acierto presida a vuestros destinos, y que
estos os colmen de felicidad y paz.

Pueblo Libre, y setiembre 20 de 1822

José de San Martín (14)

El Congreso peruano, en señal de gratitud al
indiscutible fundador de la independencia del Perú, le
otorgó varias importantes distinciones. Aquel mismo 20 de
setiembre, a propuesta del diputado Manuel A. Colmenares, se le
nombró Generalísimo de las Armas del
Perú. (15)A
solicitud de Joaquín Olmedo se decretó una
acción de gracias "por los eminentes servicios que
tiene prestados a la nación".

A pedido del propio Olmedo se nombró una
comisión, integrada por los diputados Olmedo, Tudela,
Mariano Arce, Alvarado y Ortiz, para que pasase a su casa a
informarle tanto de esta dación de acción de
gracias en su honor como de la concesión del grado militar
que se le había otorgado.

San Martín agradeció a la comisión
los honores que se le daban, pero contestó que solo se
limitaba a aceptar el título de Generalísimo pero
no su ejercicio. Cursó de inmediato una nota dirigida al
Presidente del Congreso, comunicándole su decisión
sobre la aceptación del título de
Generalísimo. El Congreso, por su parte, acordó dar
respuesta sobre el particular, pero reunidos en sesión
secreta. (16)En
dicha sesión acordó, el 21 de setiembre, insistir
ante San Martín para que este ejerciera el poder que
indicaba el título. (17)San Martín se
reafirmó en su actitud de no aceptación.

A pedido del diputado Mariano Arce, el Congreso, en
sesión extraordinaria del 20 de setiembre por la noche,
decretó distinguir a San Martín con el
título de Fundador de la libertad del Perú, la
conservación del uso de la banda bicolor símbolo de
la jefatura suprema del Estado, el levantarle una estatua apenas
se concluyese la guerra, ínterin se colocaría su
busto en la Biblioteca Nacional, el gozo del sueldo de que
disfrutaba anteriormente, y, a semejanza de Washington, el gozo
de una pensión vitalicia, sin perjuicio del sueldo que
venía percibiendo. (18)

El Congreso no olvidó dar las gracias al Estado
que había tenido la iniciativa y había realizado el
esfuerzo de enviar la expedición liberadora del sur al
territorio peruano. Es por ello que con fecha 27 de setiembre el
Congreso decretó que la Junta Gubernativa Peruana, a
nombre de la nación, diese las gracias a Chile por su
labor en la independencia del Perú. (19)

Para que no se vaya a tener una idea distorsionada del
ambiente que realmente había rodeado a San Martín y
al cual hemos referencia, pero que parece contradecirse con las
muestras del aprecio y gratitud del Congreso, queremos terminar
este capítulo señalando algunos hechos que hablan
bien a las claras del ambiente en el cual se había
desenvuelto el Fundador de la libertad del Perú. En la
sesión secreta del Congreso, del 21 de setiembre por la
noche, se manifestaron temores respecto de San Martín y se
acordó que la Junta Gubernativa que se había
formado para hacerse cargo del poder ejecutivo, previniera
cualquier agresión, ordenándosele que diese cuenta
exacta de las fuerzas que componían el Ejército
Unido en las tres armas. (20)

En la sesión secreta del 27 de setiembre se
expresó el recelo acerca que San Martín tratase de
apoderarse de las provincias del Alto Perú y de Arequipa y
Cuzco. (21)En la
sesión secreta del 26 de octubre el Presidente del
Congreso presentó unos pasquines a favor del Rey y de San
Martín y contra el Congreso. Francisco Javier de Luna
Pizarro hizo revelaciones sobre orden público y comunicaciones
al enemigo. (22)

NOTAS

(1)Ortiz de Zevallos,
Javier. "Correspondencia de San Martín y Torre Tagle"
(Lima, 1963).

(2)Gaceta del Gobierno
del 24-8-1822.

(3)Guido,
Tomás. "San Martín se retira del Perú". En:
Busaniche, José Luis. "San Martín visto por sus
contemporáneos".

(4)Vicuña
Mackenna. "El General San Martín considerado según
documentos enteramente inéditos" p. 39

(5)Pelliza, Mariano A.
"Monteagudo: su vida y sus escritos políticos" (Buenos Aires:
1880) t. II, pp. 249-295.

(6)Gaceta del Gobierno
de 29-12-1821.

(7)Gaceta del Gobierno
de 27 de abril y 15 de junio de 1822.

(8)Carta de San
Martín a Guillermo Miller de 19 de abril de
1827.

(9)Goenaga, J.M. "La
entrevista de Guayaquil". (Roma: 1915, p.
30)

(10)Gandía
Enrique de. "San Martín: su pensamiento
político".

(11)Gaceta del
Gobierno de 18 de setiembre de 1822.

(12)Acta de la
sesión del Congreso de 20 de setiembre de 1822.

En: Cámara Nacional de Diputados. "Historia del
parlamento Nacional: Actas de los Congresos del Perú desde
el año 1822". Tomo I, pp. 3-10.

(13)Vargas Ugarte,
Rubén SJ. "Historia General del Perú, 1816-1825.
(Barcelona: Editor Carlos Milla Batres. I.G. Seix Barral Hnos.,
S.A., 1966, tomo VI, p. 240)

(14)Odriozola, Manuel
de. "Documentos Históricos", tomo VI, p. 117.

Herrera, J. H. "El Álbum de Ayacucho" p.
97

(15)Acta del Congreso
del 20-9-1822

(16)Acta del Congreso
de 20-9-1822, por la noche.

(17)Quirós,
Mariano Santos. "Colección de leyes, decretos…"
Tomo I, p. 257

(18)Acta de la
sesión extraordinaria del 20 de setiembre, por la
noche.

(19)Quirós,
Mariano Santos. "Colección de leyes, decretos…"
Tomo I, p. 264

(20)Cámara
Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas
de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo
IV, p. 7.

(21)Cámara
Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas
de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo
IV, p. 7.

(22)Cámara
Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas
de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo
IV, p. 10.

 

 

Jorge G. Paredes M.

Abril 2006

Lima – Perú

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