- Prefacio.
- Evolución Histórica
de la oratoria. - Grandes oradores
contemporáneos. - Clases de
oratoria. - Guión
Bibliográfico
En la presente ocasión, abordaremos unos de los
temas más fascinantes de la historia humana.
Consistente en aquel don de la oratoria, que
ha estado sujeto
a transformaciones, desde la Antigüedad, hasta nuestros
días.
La Oratoria ocupa un lugar especial, en la vida
misma.
El poder de la
convicción, de representantes de cada país, es
menester en un mundo de transformación.
Estas transformaciones si fuesen en su totalidad,
colmadas de ética y
moralidad,
cuán grande y evolucionado sería la existencia de
cada ser.
La Oratoria, es pues, unos de los elementos
fundamentales en la unificación de criterios, y la
comprensión y el estímulo de masas.
Su intrínseca facultad de la oratoria,
está inmerso en cada ser humano, aflorarlo y desarrollarlo
es una de las metas de las personas que buscan un
bienestar.
Al decir bienestar, no deseamos que se entienda como un
bienestar propio y egoísta, más por el contrario ha
de entenderse, como la búsqueda de un real bienestar
colectivo y mancomunado, velando los intereses de los valores
trascendentes de una sociedad y no
simplemente aquellos que constituyen valores
suntuosos y superfluos, de bienes
materiales.
La oratoria, muy bien encaminada, por parte del
poseedor, se beneficiará de grandes satisfacciones para su
realización. La vida tendrá un nuevo sentido si lo
conjuga con lo excelso de la existencia.
Es así, que en la edad contemporánea, se
ha dado mayor soltura al aprendizaje de la
oratoria, ya se nos es común apreciar, hoy en días,
las infinitas invitaciones a cursos de enseñanza mediante folletos, impulsados por
grupos
culturales.
Este factor de soltura, y de nuevas opciones, otorgan
mayor desarrollo al
mismo.
Han quedado olvidadas y en buenas horas, aquellas
costumbres de las épocas pasadas, que era requisito
fundamental dominar los gestos pintorescos, la modulación
esterilizada, las posiciones acomodadas, las miradas precisas,
etc.
Los cuales, el daño
que realizaban eran muchas veces tremendas para el orador, quien
se preocupaba más en los factores externos de
visualización, olvidando los internos que nacen del
corazón
del verdadero orador. Estos factores internos deben ser primero
cultivados, los restantes vendrán de añadidura. Si
un orador, debe demostrar sinceridad, antes bien debe ser sincero
consigo mismo y con los demás.
Estas cualidades sólo son obtenidas, en el
tiempo;
ganadas por las experiencias objetivas de la vida.
Todos estos aspectos, son tomados en cuenta en la
actualidad. Hoy, no se busca ser engañado sino
comprendido, escuchado, valorado, orientado y
legitimado.
Hablaremos de la trilogía de la oratoria y sus
cualidades de cada una de ellas.
Cuando ingresemos en la segunda parte, de este estudio,
correspondientes a los grandes oradores contemporáneos;
hemos querido nombrar aquellos más célebres, porque
ciertamente sería imposible hablar de todos, más
aún sabiendo que cada población por muy pequeña que fuese,
siempre posee uno o varios oradores, por supuesto siendo
diferentes unos de otros en
calidad pero similares en el rol que tratan de
desempeñar.
Entonces, recordaremos a individuos que marcaron
época, y nos interrogaremos ¿Cual fue la clave de
su éxito?,
y la respuesta vendrá anexa en sus orígenes de cada
uno de ellos, teniendo todos por punto de armonía una
cualidad común: "LA CREENCIA A SU PROPIA
CAUSA".
Hablaremos desde los comienzo de la Edad
Contemporánea, fines del siglo XVIII, retomando los hilos
de la historia en Robespierre, posteriormente realizaremos un
viaje imaginario a la India, donde
encontramos la figura de la no-violencia,
aquel "Mahatma o alma grande",
que lleva por nombre característico Gandhi.
Después iremos a América, encasillándonos en los
Estados
Unidos, para recoger de allí a un gran orador y
presidente, que supo cumplir con su misión de
dar libertad a los
negros, y romper las cadenas de la esclavitud y del
abuso, para entonces.
Luego de ello, ingresaremos a nuestro país, y
trataremos de encajar los tiempos a la historia
universal, para extraer de lo recóndito de la historia
nacional, a un gran presidente orador que tuvo nuestra
República, que es reconocido por los especialistas como
"el gran mago de la oratoria", hablamos de don Mariano Baptista
Caserta.
Todo esto ocurrirá en la primera parte, ya en la
segunda parte, nos abocaremos al estudio de las clases de
oratoria, en tres formas: oratoria política, didáctica y forense, dejando esta
última para posterior estudio, por parte de otro
componente del tema a tratarse. Ya que como sabemos, el siguiente
punto corresponde a la oratoria forense y su importancia en el
foro.
Con todo ello, hemos deseado haber cumplido con las
expectativas de estudio, pudiendo tomar énfasis en los
aspectos más sobresalientes de la oratoria.
Recordando siempre que la oratoria, es una virtud
trascendente cuando se lo encamina en conseguir logros de notable
relevancia en la sociedad, tanto fuese este para la
enseñanza educacional, como para resolver conflictos
espinudos de la vida civil, y en tanto fuese ella para la vida
política donde se dirige a una Nación
hacia un fin.
2.
Evolución histórica de la
oratoria.
La oratoria en la edad contemporánea: grandes
oradores contemporáneos.
Si la edad moderna
comprende desde la toma de Constantinopla hasta la Revolución
Francesa (Fines del siglo XVIII), entonces diremos que la
edad contemporánea corresponde a lo subsiguiente de la
anterior hasta nuestros días.
Dijimos en anteriores oportunidades que la oratoria es
el arte de hablar
con elocuencia; de deleitar y persuadir por medio de la
palabra.
Para aclarar lo dicho en pocas palabras, diremos que por
elocuencia debemos entender aquella facultad de hablar bien y de
modo convincente, gracias a la fuerza
expresiva poseída por el orador, en todos sus aspectos
tanto internos como externos; ahora bien debemos saber que,
deleitar es causar placer o agrado en el ánimo o los sentidos de
los oyentes y que persuadir significa convencer con razones a
otra persona, es decir
es el hecho de inducir a uno a creer o hacer algo.
En cuanto a estos aspectos diremos que la oratoria, como
arte y la elocuencia como fuerza expresiva, van juntas, ya que no
se posee el arte si no se tiene la fuerza vital de esta.
Referente al deleite y a la persuasión ambos son
consecuencias de las primeras, y es en estas donde estriba el
éxito de los oradores. La causa es la facultad del orador
y el efecto es la atención, entendimiento,
comprensión, convencimiento y los ánimos
conseguidos en los oyentes por parte del orador.
La oratoria se encuentra reflejada en el discurso, y el
discurso en su conjunto ofrece una trilogía, la cual en el
presente periodo, han sido tomados con más énfasis,
ya que con ellos se pueden alcanzar los objetivos
trazados y los efectos deseados.
El discurso es el razonamiento extenso dirigido por
una
persona a otra u otras, es la
exposición oral de alguna
extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y
que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos
que son: Tema o contenido del discurso, Orador y
Auditorio.
En primer lugar, tenemos el contenido del discurso, el
cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar
copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo
y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con
términos familiares y concisos los cuales den la
comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que
se quiere decir sea entendidos por todos.
Luego está el orador, el cual debe reunir los
atributos adecuados (mentales, físicos y vocales), que
contribuyen a vigorizar el discurso. Para tal cometido debe
elegir temas por los cuales se siente convencido. Su atributo
mental se refleja en copar toda la extensión de su
disertación y saber limitarlo en los aspectos más
importantes y sobresalientes.
En cuanto al factor físico, corresponde el hecho
de dar mayor relevancia en la acentuación mediante los
gestos correctos, todos ellos diremos nacidos del corazón,
los cuales deben ser realmente sinceros y no fingidos como
algunos lo tienen por costumbre, para alcanzar sus apetitos
propios, egoístas y vanidosos.
La vocalización es otro atributo, debiendo ser
este claro, seguro, vivaz,
determinante y conciso.
Aquí se puede agregar un atributo más, el
cual sería que todo orador debe estar preparado tanto
psíquica, moral y
espiritualmente. No debe poseer en su interior el deseo del
engaño, ni beneficio enteramente propio, sino que debe ser
un interés
colectivo, debe sentir el agrado de dar a sus oyentes, en forma
espontánea y verdadera las investigaciones
realizadas.
Por último nos encontraremos con el auditorio, el
objetivo al
que se dirige el discurso y el árbitro decisivo del
éxito o el fracaso del orador.
El fin del orador es que sea entendido en sus anchas
todo lo que desea otorgar al auditorio, para tal cometido los
términos usados deben ser de interés de todos los
reunidos en dicha oportunidad, debe imperar un ambiente
participativo y leal.
Al margen de esto, es necesario que el orador conozca a
quienes tiene en frente, por tal motivo, a razón de
ejemplo, debe interrogarse ¿cómo es mi auditorio?,
¿el tema que deseo serles partícipes,
llegará a ellos y cómo lograr esto?, dichas
interrogantes deben ser respondidas por él mismo
realizando una investigación cuidadosa al respecto, pero
no debiendo caer en una preocupación desmedida al
respecto.
3. Grandes oradores
contemporáneos.
La oratoria es un don especial para el que lo posee, y
un preciado tesoro para quien lo obtuvo, con su gran trabajo.
En esto sabemos que en cada país del mundo,
encontraremos muchos virtuosos oradores, los cuales nombrarlos y
contarlos uno por uno, sería realmente imposible, ya que
muchos seres llevan en su interior este especial dote, algunos de
ellos innatos en su ser, más en otros obtenidos por propio
esfuerzo, pero impulsados por la voluntad y tenacidad.
Para hablar de los grandes oradores, nos limitaremos tan
solo a los más conocidos por la historia universal, a
razón de su variedad de los mismos.
Con el objetivo de copar todas las expectativas,
nombraremos a oradores políticos, los cuales marcaron
épocas tanto en la historia del mundo, como en su
país perteneciente. Para lo cual, serán expuestos
un personaje de tres continentes; nos centraremos en
América, en sus tres aspectos: Sud América, Centro
América y North America.
Demos Inicio con:
A.- El Continente Europeo.
Empezamos en Europa, nos
encontramos en la época de la Revolución
Francesa.
Allí está Maximilien de Robespierre, más
conocido como "el Incorruptible", abogado de profesión,
nacido en Arras, 1758. Sufriría la guillotina, conforme a
sus daños causados, dando fin a su existencia el 28 de
julio de 1794.
Robespierre emergió de la oscuridad
parlamentaria, estableció su preponderancia y
habría de gobernar a Francia por
medio de la oratoria. Hablando de sí mismo, decía
que él había sido hecho para la revolución,
y luchó por la revolución casi exclusivamente con
palabras. "El amor a la
justicia, a la
humanidad, a la libertad", dice, definiendo su natural
inclinación revolucionaria, "es una pasión como
cualquier otra. Cuando nos domina, la sacrificamos todo". Sus
habilidades oratorias ya eran evidentes antes de la
Revolución, lo mismo que su uso de la oratoria como un
instrumento de agitación popular. Durante los meses de
excitación prerrevolucionaria y actividades en
Arrás había habido quejas de que Robespierre
insultaba directamente a la oligarquía local,
dirigiéndose a quienes estaban fuera de su esfera. Y sus
métodos de
elección habían de suscitar el mismo cargo. Ya
diputado, iba a ser acusado de Demagogia.
La revolución fue una gran época oratoria y
Robespierre compartía con sus contemporáneos una
excepcional fe en las palabras.
Gozaba leyendo en voz alta a los clásicos
franceses, una afición que revela el amor a la
música de
las palabras y una mentalidad de carácter oratorio. De cuando en cuando se
quejaba de que la oratoria formal a la cual eran aficionados los
diputados, y que imitaba conscientemente a los modelos
romanos, especialmente Cicerón, eran menos valiosas que
las efusiones espontáneas que nacían de un
corazón simple y sincero, pero él, por su parte,
era autor de esos discursos
elaborados. Casi siempre leía un
texto que ya estaba preparado. Los pocos
manuscritos de propia mano que nos han llegado muestran docenas
de correcciones que prueban esta actitud. Sus
ideas eran compuestas, peinadas y empolvadas tan meticulosamente
como su persona, antes de ser presentada al mundo. En ambos casos
se dejaba ver el gusto del antiguo régimen, que
persistía.
La oratoria revolucionaria en Francia era el producto de
modelos clásicos, que en un tiempo habían sido
modificados para adecuarlos a las necesidades del púlpito,
el tribunal o el salón de conferencias, y que ahora fueron
modificados por la revolución. Demóstenes y
Cicerón, los máximos oradores de la
antigüedad, eran estudiados minuciosamente, así como
a los críticos y gramáticos que habían
analizado y racionalizado lo que era más esencial en la
oratoria. Aparte de estas preocupaciones puramente técnicas,
tanto Demóstenes como Cicerón habían sido
opositores a los tiranos, el primero a Felipe de Macedonia y el
segundo a Julio César. Y sus sentimientos y su
pasión republicanos eran más apreciados por lo
oradores revolucionarios. Ahora, por primera vez en la historia
francesa, los temas de la ciudadanía, el patriotismo y el deber de
resistir al rey eran predicados abiertamente. Cuando los
revolucionarios volvían a las
fuentes de la oratoria
antigua, para encontrar en ella inspiración e
instrucción, lo hacían en un nuevo espíritu:
la sustancia era por lo menos tan importante como el
estilo.
Los revolucionarios eran aficionados a la oratoria como
se puede ser aficionado a la ópera o el
teatro.
La carrera de Robespierre era igualmente deudora de la oratoria
y, aunque él distaba de ser uno de los grandes oradores de
su tiempo – sus contemporáneos Danton y Vergniaud, con
temperamentos y carreras muy distintas, compartía ese
honor- era muy admirado por sus colegas y podía sostenerse
que era el orador más eficaz.
La forma y el fondo son inseparables. Aquí
subrayo la forma, ya que el fondo de Robespierrees la base de
todo lo que sigue. Cuando el joven Robespierre dio los primeros
pasos en la carrera legal, los críticos de la oratoria
tribunalicia distinguían dos clases de
discursos: los de los abogados, que sacrificaban
el estilo al deseo de ganar una causa, y los de los literatos,
que utilizaban el estilo para revelar principios
básicos racionales.
Robespierre estaba dentro de estos últimos.
Robespierre estaba entre estos último. Sus casos legales,
por la forma en que los defendió, eran ejemplos
específicos de posiciones generales.
El caso Pagès, que versaba sobre un dinero
prestado, se convirtió en una consideración sobre
la usura; el caso de Mary Somerville, en torno a la
herencia
disputada, se transformó en una exposición
de los derechos de la
mujer; el caso Déteuf, que tenía que ver con
una falsa acusación de robo, hecha por un monje que
quería vengarse de una mujer que
había resistido sus intento de seducción, se
convirtió en un análisis del lugar que debe ocupar el clero
en la sociedad.
Ya hemos visto que el caso pararrayos y el caso Dupond
llegaron a ser respectivamente una confrontación entre
ciencia y
superstición y una diatriba en contra de la justicia
arbitraria y el encarcelamiento. Esta costumbre de generalizar
liberó a la oratoria de Robespierre, incluso antes de la
revolución, de buena parte de la jerga legal y la
estrechez profesional que perjudicaba a muchos de sus
contemporáneos, que también habían llegado a
la revolución desde una carrera en la jurisprudencia. Robespierre rara vez opinaba sobre
la oratoria y, cuando lo hacía, no tomaba en cuenta los
aspectos técnicos del arte. El consideraba la
inspiración, para sí mismo y para cualquiera que
hablara con propósito y sentido, como
fundamental.
Como orador, Robespierre inició la
revolución con ciertas desventajas técnicas,
hablaba con un fuerte acento regional artesiano; su voz,
demasiado aguda para ser naturalmente agradable, era débil
de volumen y
carecía de variedad en los tonos.
Su presencia física no era
imponente: era un hombre bajo y
delgado, con una cabeza voluminosa. Su mala vista le
exigía usar gafas, que a veces se levantaba sobre la
frente, cuando estaba hablando, para frotarse los ojos. Los
gestos que hacía en la tribuna eran breves, un poco
bruscos y crispados. En otras palabras no tenía la
presencia de un orador importante y dominador, y estas
insuficiencias estaban agravadas por la costumbre de leer sus
discursos, hundiendo las narices en el texto
escrito.
Robespierre era perfectamente consciente de sus
falencias, y procuraba vencerlas o lograr que sus oyentes no las
notaran. De todos modos, su importancia no radicaba en la
perfección técnica de su oratoria, sino en lo que
tenía que decir. Lo que no podía aprenderse era lo
que más importaba, "una elocuencia que brota del
corazón y sin la cual nada es conveniente". Y esta
elocuencia él la poseía y se explayaba en la
revolución. Incluso era capaz de improvisar
brillantemente, aunque lo hacía pocas veces, prefiriendo
no entregarse a las pasiones del momento, atento a obtener esa
precisión que sólo la da la pluma. En sus
manuscritos encontramos dos clases de correcciones. A veces con
la pasión de la destrucción, tachaba pasajes
enteros "con una red de barras
irregulares".
En otras ocasiones sustituía una que otra
palabra, buscando cuidadosamente el vocablo justo.
Asimismo, los manuscritos de Robespierre revelan mucha
atención a los efectos. Insertaba con todo cuidado pausas
destinadas a impresionar a los oyentes con el horror o hacer que
estallan en aplausos entusiastas. Y como siempre hablaba para los
que estaban más allá de las paredes de la Asamblea
y que tendrían que leer o escuchar sus discursos de
segunda mano, se tomaba el trabajo de
lograr que sus palabras fueran repetidas exactamente.
Elaboró un estilo que consistía en hacer
pausas frecuentes, como si estuviera dictando su discurso. "Como
el elocuente Robespieerre siempre se interrumpe, para mojarse los
labios", escribe un periodista, "uno tiene tiempo para
escribir".
Estos discursos cuidadosamente preparados, pronunciados
con nitidez, con adecuadas citas de Bacon, Leibniz, Condillac y
Rosseau, entre los escritores modernos, con las alusiones
clásicas favorecidas en esos tiempos, con pausas para
lograr efectos dramáticos y énfasis para obtener
aplausos, era el medio por el cual Robespierre se revelaba,
dictaba una autobiografía revolucionaria al mismo tiempo
que revelaba a la Revolución.
Había adquirido ahora el hábito de pensar
en voz alta ante sus oyentes, a menos esta era la
impresión que daba. Y lo lograba haciendo preguntas
retóricas que muchas veces dejaba sin respuesta, con el
propósito de sembrar una idea y también obtener un
efecto retórico. Esta afectación molestaba e
intrigaba a la vez. ¿Que debemos hacer ahora?,
¿Cuál es la mejor manera de asegurar la
supervivencia de la Revolución?,
¿Fortalecerá mi
muerte los fundamentos de
la virtud?. Estas y otras preguntas semejantes era su manera de
entablar con sus oyentes un diálogo
moral y público, compartiendo con ellos sus dudas y
temores.
Robespierre, poseía temores particulares, los
cuales no lo incorporaba a su oratoria, y esto por razones
obvias; ya que unos de sus temores era previo ingreso a la
tribuna, esto por su timidez, y así lo hace saber
él mismo a su amigo Etienne Dumont, pero "cuando empezaba
a hablar" se veía libre de la angustia y "ya no era
consciente de sí mismo".
La mente de Robespierre tendía a un modo
dialéctico de pensamiento y
expresión. El no buscaba el reposo y la serenidad, aunque
la forma de sus discursos expresa orden y equilibrio en
un grado extremo. Buscaba el vigor, el trueno de los anatemas,
como cuando denunció al general Dumouriez o condenó
al despotismo como un mar sin orillas, que inunda al mundo y lo
convierte en "el patrimonio del
crimen".
Este estilo tiene sus peligros. Robespierre, como
Rousseau antes
de él, solía ser arrastrado por sus excesos
retóricos, se entregaba al tema rapsódico que
él mismo componía, quedaba hechizado por los
sonidos de las palabras, que rodaban como olas sobre el tema,
enterrando el sentido bajo el sonido.
Robespierre, cuando pierde el control de su
verborrea, cuando se aleja de lo
concreto y los detalles,
flota patéticamente, acumulando imágenes y
abstracciones.
La voz única de Robespierre, tanto tiempo aislada
y temida en la Constituyente, se convirtió en la voz de
los Jacobinos y después en la de Francia
revolucionaria".
B.- Continente Asiático.
Hablaremos en esta ocasión, de un célebre
ser, el cual es recordado muy afectivamente en la
India, con el seudónimo "el Mahatma", es
decir, el "Alma Grande".
Debido a su escasa documentación, en cuanto a su oratoria, es
preciso dar una breve reseña bibliográfica de su
persona, para llegar a comprender los alcances de su oratoria y
los frutos conseguidos.
Mohandas Karamchand Gandhi, nació el 2 de octubre de 1869
en Pobandar, capital del
principado independiente del mismo nombre y pequeño puerto
de la casi isla de Kathiyavar, en la costa noreste de la India.
Era el cuarto hijo de Karamchand y Putlibai Gandhi, de la casta
de los vaishya y sub casta de los Modh Baniya.
Según la tradición de los vaishya o
vaiçya debían dedicarse a la agricultura,
la artesanía o al comercio y
durante mucho tiempo los Gandhi, como lo atestigua su
patronímico, que significa "comerciante de especias",
habían mantenido la tradición. Después, por
favor del príncipe o méritos personales, el abuelo
y el padre de Mohandas fueron Diwan (Primer ministro) de
Porbandar.
Aunque el título era pomposo, el cargo era
relativamente modesto en tan pequeño Estado, pero
proporcionaba al menos, teniendo en cuenta los hábitos
locales, vida desahogada y consideración.
Gandhi, tuvo una infancia
tranquila; la gran piedad de Putlibai influía vivamente en
el entorno. Esta mujer sencilla e inteligente, a la que se le
pedía consejo incluso para los asuntos del Estado, era
ante todo una ferviente vishnuita. Muy devota a sus principios,
llevaba con ella a los niños,
al templo, con el nombre de Rama en los labios, cumplía
con los ritos y los severos ayunos a los que ni siquiera por
enfermedad faltaba.
Por su parte su padre, Karamchand, era a pesar de sus
errores, un hombre leal, generoso y de trato fácil a pesar
de su temperamento irascible. Poco instruido como la mayor parte
de los indios de aquella generación, poseía una
merecida reputación por su estricta imparcialidad y su
experiencia, que le permitía resolver con facilidad los
problemas
más complejos. Al igual que su esposa era también
vishnuita y un vegetariano consumado.
Es así, que en Mohandas, "empezaba a arraigar, la
convicción de que la moral es el
fundamento de todo y de que la verdad es la sustancia de toda
moral".
Contrajo matrimonio,
conforme a la costumbre, a la edad de 14 años, lo cual fue
para él una pesadilla, a tal motivo, años
después, combatiría en contra de dicha
costumbre.
En la escuela su
situación era también tensa. La enseñanza,
en ingles desde la promulgación de la ley Macaulay
(1835), sembraba el desarrollo en el espíritu de los
jóvenes. Se les inculcaba el dogma de la superioridad
absoluta de todo lo que procedía de Inglaterra, es lo
impregnaba de admiración por la gloria de Inglaterra, por
su alta civilización, sus conquistas científicas,
su organización política, su invencible
poderío. En contrapartida, se trazaba el cuadro de todas
las deficiencias pasadas y presentes de la India. De forma que
ignorando la grandeza de su país, aquellos adolescentes
estaban persuadidos que no se convertirían en hombres
más que a condición de romper con sus tradiciones,
creencias, costumbre, y copiando civilmente a sus
maestros.
Mohandas al igual que sus compatriotas soñaba con
sacudir el yugo: Deseaba ser fuerte y audaz, y quería lo
mismo para sus compatriotas, a fin de poder vencer a Inglaterra y
liberar a la India.
El pensaba muchas cosas, algunas de ellas absurdas
propias de su adolescencia.
Cuando al acabar la High School de Rajkot, se
inscribió en la Universidad de
Bhavnagar descubrió que era extraordinariamente inculto, y
al sentirse incapaz de seguir los cursos, acudió
descorazonado junto a su madre.
Parecía que no tenía solución, ya
que su padre ya había muerto; pero tuvo por fortuna un
brahmán erudito y amigo de la familia,
quien sugirió que le enviasen a Londresa cursar los
estudios de Derecho. Gandhi, pensaba las maravillosas
perspectivas, afirmando: "ver a Inglaterra, la tierra de
los filósofos y los poetas, el corazón
mismo de la civilización" pensaba en ella todo, el tiempo.
Habría partido ese mismo instante si hubiera estado en sus
manos la decisión. A pesar de todas las prohibiciones,
Gandhi convenció a su madre, y con desbordante sentimiento
embarcó el 4 de septiembre de 1888, dejando a su hermano
el cuidado de su mujer y a su hijo recién
nacido.
Otras dificultades esperaban a Gandhi, en Londres.
Aunque perdidamente admirado de la civilización
occidental, ignoraba todo sobre ella, hasta el uso de la cuchara
y el tenedor.
La pronunciación del inglés
era un suplicio. Para el colmo, estaba él inmerso en
vanidades, nada más al llegar, emprendió una tarea
sobrehumana, deseaba convertirse en un
‘Gentleman’.
Al cabo de tres meses, sin embargo, había ya
sentado cabeza. Y se hizo una promesa consigo mismo: no
tacaría el vino, las mujeres, ni la carne.
Terminado su curso, en sus tres años de
estadía en Londres; después de pasar la prueba
final en la Universidad, la cual fue muy difícil, teniendo
por logro el dominio de la
lengua
inglesa.
Partió de regreso a su tierra natal.
Pero allí se dio cuenta de su situación, una
timidez enfermiza, unida a una ambición sin empleo, le
paralizaba le paralizaba e incapacitaba para hablar en
público e incluso para leer lo que había redactado.
Además ¿qué es lo que había adquirido
en Londres? Unas vagas nociones de derecho inglés,
mientras que carecía de cualquier noción de Derecho
indio o de la práctica procesal.
Abrió, su bufete con la ayuda de su hermano
Laxmidas, pensaba en un exitoso vakîls (abogado) de
renombre. Pero no tuvo éxito en su cometido, cerrando su
oficina.
Pero la necesidad le era apremiante debía buscar
alimento para su esposa e hijo. Un día el destino le
concedería una oportunidad, la firma Dada Abdulla y
Cía, le ofreció la propuesta de viajar a
África del sur, ya que necesitaban un empleado que supiera
inglés perfectamente.
Aceptó la propuesta, a sus 24 años sin
porvenir aparente.
En África del sur, se había establecido
una colonia India de cerca de 10.000 hombres, en virtud del
llamado de los residentes ingleses de Natal, como mano de obra
barata, para el cultivo de caña de azúcar,
té y legumbres. Una contrato de
inmigración, cuyas cláusulas
habían sido fijados por la India y la colonia Natal, los
ligaba por cinco años y en condiciones miserables,
prestar
servicios con el mismo
patrón.
Aquel lugar estaba colmado de racismo, haciendo
estragos por doquier; eran considerados como "La plaga negra", y
otros como "la basura
asiática". Los códigos los designaban como personas
pertenecientes a las pueblos salvajes, y las constituciones
afirmaban que no serían admitida ninguna igualdad
civil, frente a hombres de color.
Por todas partes se aplicaba una segregación
brutal: los indios, cualesquiera fuesen sus méritos o la
situación adquirida, no eran más que
"collies"(criados, mozos de cuerda), un collie no es un hombre.
No podían andar por la noche, si no era con un
salvoconducto.
A Gandhi, se le previno lo dicho, pero no lo
creía, pensaba que tenia una profesión, y que era
un ciudadano británico; pero nada más al llegar
aprendió que solo era un "abogado collie". Se
encontró rechazado por todos, "descubrió que por
ser indio, no tenía ninguno de los derechos
humanos". Con semejante golpe, Gandhi, se puso firme, y
estaba dispuesto a luchar contra el miedo.
En Pretoria realizó su trabajo, y al mismo tiempo
se cultivo del derecho
procesal de su país. Cambiando sus perspectivas, no
soñaba más que en volver a la India. No veía
ningún futuro en África del Sur, en donde vivir le
resultaba intolerable. "Pero el hombre
propone y Dios dispone", porque al leer un periódico
local días antes de su regreso, leyó la noticia, de
la creación de un proyecto para
suprimir el derecho que tenían ciertos indios de elegir
representantes en la Asamblea legislativa de Natal. A tal motivo
envió información de guardia a los de su
terruño, pero ellos les pidieron que él se haga
cargo, ya que ellos eran iletrados para esos asuntos, y tan solo
miraban, el
periódico para saber las cotizaciones de la
Bolsa.
Gandhi haciendo gala de una perspicacia, se situó
inmediatamente sobre el sólido terreno de los derechos y deberes que
conferían a los partidos la ciudadanía
británica de los indios.
Mediante una petición dirigida a Lord Ripon,
secretario de Estado para las colonias, para la cual, como
demostración de su ascendiente, recogió en pocos
días, diez mil firmas, obtuvo la suspensión del
proyecto.
Pero el gobierno de Natal
por otros medios,
buscaba sus fines. Los cuales también fueron truncados por
la intervención de Gandhi, ya que él aseguró
y concretizó: Asambleas, conferencias, debates, cursos
nocturnos, creación de Asociación de Indios del
Cabo y de Transvaal, Congreso Indio de Natal, Asociación
cultural de indios originarios de la colonia, etc.
Por otra parte, como preludio a su intensa producción como periodista, Gandhi alertaba
a la opinión
pública, desde el África del Sur hasta
Inglaterra y la India, mediante la "Llamada a todos los ingleses" y el "derecho al voto de los
indios", dos folletos repletos de hechos, cifras y argumentos
escrupulosamente expuestos.
En unos pocos meses bajo el peso de la
responsabilidad, el futuro jefe de la India es
revelaba como maestro de sus excepcionales dones: jurista tan
sutil en el manejo de las leyes como
consciente de la importancia de los hechos, orador de palabra
clara, convincente(se acabó la timidez balbuciente de
otros tiempos!), hábil en el manejo de los
hombres, trabajador infatigable, eficaz en el presente al tiempo
que preparaba el porvenir con un coraje que ninguna
vejación disminuía. Desde un principio se atrajo el
respeto. Sus
mismos adversarios, los diarios locales, le rindieron homenaje
alabando su moderación, imparcialidad y entrega
desinteresada.
¡Qué lejos estaban sus primeros días
en África del Sur!. El pequeño empleado de Abdulla
se convirtió en un político influyente y en un
abogado extraordinariamente capaz, a que las firmas importantes
musulmanas le retribuyen ampliamente sus servicios.
En Durban ya ganaba la considerable suma de 2.000 libras
al año; en Johannesburg sus ganancias alcanzaron al
más del triple. Siendo para el un resultado no esperado,
pero por supuesto bien recibido.
Es aquí cuando nace en su interior la idea de
abocarse íntegramente a la vida espiritual, ya que
él seguía percibiendo el racismo, la violencia,
etc., por todas partes.
Es así que, se cultiva de numerosos escritores
como Blavatsky, Upanishad, Brahmana, Bhagavad Gîtâ,
Tolstoi, Carlyle, las vida de Mahoma, Sócrates,
el Coran, los Proverbios de Zaratustra. Consumandose más
tarde en un teósofo eminente. Deseando convertirse en un
político esforzado en hacerse santo.
De aquí en adelante será el
artífice de la independencia
de la India que se propuso conseguir pacíficamente de Gran
Bretaña, gracias a su formula "la no-violencia";
sería arrestado y perseguido; será artífice
del boicot a los productos
importados de Gran Bretaña, huelga de
hambre, etc.
Enemigo de la división de castas; tuvo muchos
atentados contra su integridad física, hasta que fue
asesinado por un fanático, en Nueva Delhi, el 30 de enero
de 1948.
C.- América, nuestro Continente.
Para hablar de los oradores de América,
empezaremos por Norte América, pasando por centro
América y dando por broche de oro
Sudamérica, otorgando por exponente a un representante
nuestro.
Al hablar de E.E.U.U., no existe duda de nombrar a su gran
exponente de todos los tiempos, de la historia norteamericana.
Para mejor comprensión nos situaremos en los años
1809, en el estado de
Kentucky (en una población cerca a Hodgenville),
correspondiente al año y lugar de nacimiento de este
célebre personaje.
Los primeros años de su niñez, estuvo
inmerso en la vida del campo, ya que provenía de una
familia que
poseía como fuente de ingreso: la labranza.
Este factor, fue fundamental en su preparación
tanto física, psíquica como moral. Se
cultivó de muchos dones, los cuales dio florecimiento,
gracias a su gran apego a la lectura
de libros.
Alrededor de los doce años de edad, expuso su
primer discurso, en una pequeña parcela, la cual atrajo a
los transeúntes, a quienes cautivó con sus palabras
colmadas de veracidad y énfasis, causando gran impacto en
los escuchas, ya que en forma involuntaria dieron a relucir su
aprecio y, comprensión al discurso, proporcionando
aplausos, que en esos momentos era todavía
exteriorización de sentimientos sinceros de un auditorio
que encontró el entendimientos de sus cotidianas
actividades, pero más que esto, fue el recibimiento a un
nuevo estandarte de Norteamérica, que encontrará su
realización años más tardes.
Valga en esta oportunidad, hacer la aclaración,
de que el contenido del discurso expuesto por el personaje en
estudio, era una repetición de un texto que había
leído en sus momentos de ocio, en donde se comentaba la
ubicación fundamental del campesino en
la sociedad; llegando a agradar en demasía a dicho lector,
quién no dudo en hacerlo público,
representándolo con palabras entendibles para su corta
edad, con la cual no existió oyente alguno que no
entendiera.
Con el transcurrir del tiempo, fue creciendo en estatura y
conocimiento.
Acabados sus años de estudios básicos en su
terruño, se decidió ingresar en la profesión
de la abogacía. Aquella profesión que le
otorgaría grandes satisfacciones, llegando a comprender la
situación de los Estados, tanto negociables como políticas.
Dolido por el maltrato, que recibían los esclavos
negros, quienes eran considerados en una escala de valores
reducidísima, inclusive llegando a confundirlos con
animales.
Tremendo fue el impacto recibido, más aún
cuando se dio cuenta que también los campesinos, fueron
reducidos a simples productores de la canasta familiar, sin
ninguna intervención en los asuntos del Estado, ya que
pocos eran los privilegiados en poder culminar sus estudios
profesionales debido al desinterés de ofrecer cultura al
campesino, y más aún que los textos de estudios en
las escuelas rurales no eran los apropiados en su totalidad. Por
esto es que se propuso fehacientemente destruir con esas vanas
convicciones, que lo único que causaban era la
desunión interna de cada Estado.
Hasta aquí hemos comentado sobre las
raíces del célebre personaje de los Estados
Unidos.
Es momento de dar su completa identidad, con
motivo, que desde el momento de su egreso como Abogado en 1837,
empieza su nombre a quedar gravado en el recuerdo, como
aquél quien marcó una época en la historia
universal, llegando a ser conocidos inclusive fuera de sus
latitudes hasta hoy en día, como en esta oportunidad, lo
hacemos nosotros.
Es así, que Abraham Lincoln, posterior a su
egreso profesional, comienza a dar cumplimiento a su promesa
realizada en su fuero interno. Comienza a defender las causas
antiesclavistas.
Ganando, el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, por
su preparación tanto jurídica como formativa de su
ser.
En el año 1856, es adhiere al Partido
Republicano. Constituyendo su elección la detonante de
la guerra de
Secesión, culminado durante el año 1863, con la
abolición total de la esclavitud.
Abraham Lincoln, fue conocido por todos los de su época,
como un individuo
sincero, sencillo, correcto y dotado de claridad en su
expresión.
Todos se preguntaban cual era la formula mágica,
con la cual Lincoln convertía o producía un
pequeño discurso en acción.
Ciertamente, el poseía el don de la persuasión, es
decir obtener acción por parte de su auditorio, así
como lo consiguió, en los años de su juventud en
aquel primer auditorio ameno constituidos por
labradores.
Aquella anécdota, era recordada por siempre por
Lincoln. En algunos discursos él comentaba a su auditorio
sus propias experiencias, junto con otras ajenas, nombrando
primero al sujeto que recordaba en ese momento, para luego dar
inicio al comentario del mismo. De esta manera él
informaba, convencía e impresionaba, todo ello como
consecuencia a las reales verdades y sinceras palabras que
emergían de su interior, ya que él vivía el
momento de su discurso como si fuese un pobre, esclavo, negro,
campesino, o industrial, dependiendo las circunstancias en que se
encontraba.
Así nos lo demuestra, en su declaración:
"Mi modo de comenzar un alegato y conseguir el triunfo, consiste,
decía Lincoln, primeramente, en hallar un punto de
coincidencia".
Esto lo realizaba siempre, inclusive cuando iba a abordar el
candente problema de la esclavitud.
"El Espejo", nombre del periódico neutral, realizó
una crónica a una de las charlas de Lincoln: "sus
oponentes no podían estar en desacuerdo con ninguna de sus
palabras. Desde allí comenzó a conducirlos, poco a
poco, apartándose hasta dar la impresión de que
habría logrado convertirlos a todos en sus
partidarios".
De esta manera Lincoln, al comenzar su discurso, no
mencionaba o trazaba los desacuerdos de las partes, sino que
buscaba la unidad entre ellas al fin que se deseaba alcanzar. Si
sus discursos fueran a atacar y destruir, no tendría
sentido el consenso al que deseaba llegar.
Lincoln, ante los jurados, trataba de obtener decisiones
favorables. En sus discursos políticos, trataba de obtener
votos. Su propósito por consiguiente se dirigía a
obtener acción.
Antes de proseguir, se debe tener en cuenta que la existencia de
Lincoln, como de cualquier otro, no fue un compendio de
éxito por doquier.
Lincoln, tuvo que saborear el fracaso, para conocerse
más a sí mismo, porque gracias a ella,
comenzó a comprender sus cualidades y el enfoque a la que
debería dirigirlas.
Como ejemplo, de caídas, recordemos uno de sus
errores:
"Dos años antes de ser elegido presidente,
Lincoln preparó una conferencia sobre
invenciones.
Su propósito era entretener. A menos, ese
había sido su objetivo, pero no tuvo mucho éxito en
este sentido. En realidad su carrera como conferenciante
entretenedor popular fue un fracaso".
Pero en contrapartida, tuvo un éxito extraordinario en sus
otras disertaciones; algunos de ellos han llegado a ser ejemplo
clásico de exclusividad. ¿Por qué? En gran
parte, porque en dichos ejemplos conocía perfectamente su
objetivo, y sabía cómo llevarlo a cabo.
Muchos oradores no logran coordinar sus
propósitos con el de las personas que concurren a
escucharlos. Se equivocan y se afligen profundamente.
Al comprender esto Lincoln, se abocó más a
los asuntos de dominio propio, a los cuales tenía
pasión y sentía convencimiento por ellos ya que
constituían el futuro de su Nación.
Otras de las cualidades que poseía, era su uso frecuente
de términos familiares y concisos que creaban
imágenes.
Como ejemplo recordemos a Hebert Spencer, en su famoso
ensayo
Filosofía del estilo, en donde nos exhorta al uso de
imágenes de la siguiente manera:
"Deberíamos siempre evitar (dice Spencer) una
frase como esta. En la misma medida en que los usos y las
costumbres y diversiones de un pueblo sean crueles y
bárbaros serán severas las reglamentaciones de su
código
penal"
Y en su lugar, deberíamos escribir:
"En la misma medida en que los hombres gozan con la
batalla, en las corridas de toros y los combates de gladiadores,
castigarán los crimines con la horca, la hoguera y el
tormento.
Todas estas frases de mayor brillo, actualidad y
comprensión son necesarias para que el auditorio no se
torne aburrido y se retire a razón del uso excesivo de
tecnicismos, que no hacen sino otra cosa que confundir y divagar
en asuntos fuera de lugar muchas veces.
Lincoln, utilizaba continuamente terminología
visual.
Cuando se aburría de ver llegar extensos y
complicados expedientes a su despacho de la casa blanca, los
rechazaba, no con una descolorida fraseología, sino con
una pintoresca expresión que es imposible olvidar para un
norteamericano lector: CUANDO envió a alguien a comprar
caballo, no quiero que me diga cuántas crines tiene su
cola; solo me interesan sus características
esenciales".
Definía y especificaba sus observaciones. Lincoln
dibujaba cuadros mentales que se distinguían con tanta
claridad y precisión, que sus discursos, eran
comprensibles tanto para un letrado famoso como para un campesino
que lo alcanzaba a escuchar.
Concluiremos diciendo, que Lincoln, tuvo el
reconocimiento de sus tiempos y de hoy en día, gracias a
que supo dominar los detalles, con los cuales fue amoldando sus
ideas a su gran finalidad colectiva, que nació en
él, en virtud de las experiencias vividas, que fueron
cimiento para su inquebrantable ayuda humanitaria.
D.- Sudamérica.
Hablaremos ahora de Sud América, en especial de
nuestro país, Bolivia.
Bolivia, tuvo exponentes de gran trascendencia, dentro de la
oratoria militar, como el caso del Gral José
Ballivián, quién es más conocido, por sus
monumentales frases, Tomas Frías y su honestidad
reflejadas en sus disertaciones y vida misma, y otros.
En esta ocación debemos hablar de un
célebre orador boliviano, a tal motivo, sabiendo conforme
al historiador Mariano Baptista Gumucio, que la historia
contemporánea de Bolivia, arranca de 1930 hasta nuestros
días, sería preciso hablar de esa época.
Pero nosotros abocándonos a la historia universal en donde
la edad contemporánea abarca desde fines de siglo XVIII
hasta nuestro días, es que nombraremos a un personajes que
data de fines de 1800 e inicios de 1900, más aún
debido a su renombrada capacidad de oratoria, que dicho personaje
poseía, siendo ella reconocida por todos los historiadores
bolivianos.
Por tanto, estudiaremos a un Presidente nuestro, que
talvez es poco recordado en nuestra memoria, pero a constituido unos de los
valuarte de la oratoria política boliviana.
Hablamos pues, de don Mariano Baptista Caserta, nacido en
Cochabamba, en la hacienda Calchani, provincia Ayopaya, el 16 de
Julio de 1832.
Realizó sus estudios universitarios en la ciudad
de Sucre, hasta graduarse como abogado; su talento y sus dones
como orador lo distinguieron entre los jóvenes de su
época.
Desde su juventud en las filas del partido rojo, iba luchando
contra el despotismo y combatiendo por el imperio de la legalidad, sin
tregua ni descanso.
Al margen de su tendencia política a la que
pertenecía, nuestro interés es su gran fluidez oral
que poseía, desde las actividades de su profesión
fue renombrada su personalidad.
Pero, será reconocido en la urbe pública
mediante la política, en donde nos enseñan sus
dones en los hechos realizados.
Recordemos aquel congreso de 1883, en donde
constituyó aquel evento en un campo en que se libraron los
más rudos combates acerca de la definición de la
política exterior de Bolivia.
Mariano Baptista aún no siendo Presidente en esa
oportunidad, realizó un informe en donde
demostraba su conservadorismo, a tal motivo llegó a
reputarse de traición a la patria el arreglo alcanzado con
Chile. Dicho informe dio lugar a un debate que se
ha hecho célebre.
Ante un público excitado y enardecido, en el que
abundaban elementos peruanos, Baptista defendió, con los
recursos de su
brillante dialéctica, la necesidad de hablar claro y de
llamar la atención del país sobre sus verdaderas
conveniencias.
El examen de la cuestión, en la forma empleada
por el gran orador, ante un pueblo hostil a su persona y a sus
ideas, analizó los orígenes de la
guerra del Pacífico y buscó en los
razonamientos realistas la causa de los descalabros sufridos por
la alianza.
Demostró cómo Perú y Bolivia,
naciones nacidas sobre las ruinas de la civilización
incaica, de índole dulce y pacífica, habían
tenido que luchar con los descendientes de los rudos y aguerridos
araucanos; probó que la formación social de los dos
países que, desde el periodo colonial, sólo se
habrían preocupado de la explotación de la riqueza
minera, sin esforzarse por crear fuentes
permanentes de bienestar, nos les permitía enfrentarse con
un pueblo que poseía un espíritu retemplado en la
lucha diaria contra factores generalmente adversos a su economía;
censuró la imprevisión de los hombres de estado que
no supieron darse cuenta de que la tendencia expansiva de Chile
obedecía a una ley natural y que era necesario buscar la
manera de encauzar sus efectos, sin desmedro para la vida y
seguridad de los
vecinos; condenó la mala administración de los territorios
ambicionados por Chile, que no permitió asimilarlos a la
vida nacional; criticó la falta de orden y de dirección inteligente en la marcha del
país, que no dio lugar a que el tratado de 1874, elaborado
con la intención de orillar las dificultades y de sortear
con prudencia los peligros, diera los frutos que se buscaron con
él.
Este era, según el abanderado del partido
pacifista, el "criterio sintético de la situación
histórica", que exigía a Bolivia limitarse a la
política defensiva.
La exposición del tribuno fue más que
pieza parlamentaria, demostración de orden
didáctico. Tuvo la suerte de conmover y de convencer, a
pesar de la prevención que se le escuchaba y de las
pasiones exaltadas de combatía. Y si bien Baptista estaba
señalado como presunto candidato a la presidencia de la
República, su triunfo fue tan completo que los propios
adversarios no pudieron menos que admitir sus conclusiones. La
magia de su palabra había calmado la excitación
popular.
Mariano Baptista Caserta, fue ganando prestigio, tanto
por sus altas funciones a las
que representaba, como ser diplomático que realizó
misiones en la República de Argentina, Paraguay, como
Ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Arce,
realizó consideradas representación.
Su fama de gran orador contribuía grandemente a
consolidar su prestigio, en un país donde las galas
verbales lo puede todo en la política.
No tardo mucho tiempo en colocarle por parte de sus
conversos y opositores el sobrenombre de "el mago", tanto por el
poder seductor de sus palabras cuanto por su habilidad en el
manejo de las artes políticas.
A tal motivo no era fácil medirse en las
elecciones con Baptista.
La violencia desatada por Arce contra los parlamentarios
del Partido Liberal, en las postrimerías se su gobierno,
permitió que el Congreso reunido en Oruro, el 5 de agosto
de 1892, eligiera a don Mariano Baptista como presidente
constitucional de la República.
El 10 de agosto de 1892 se produjo la transmisión
de mando, una vez que el Congreso verificó los votos
presidenciales. Aniceto Arce entregó las insignias de la
alta investidura a don Mariano Baptista, mostrando así que
por convenir sus intereses y a los del Partido Conservador
imponía al país este gobernante.
Vendría ha ser correspondientemente, uno de los
cuatro gobiernos conservadores de la época, denominados
esos años "la edad de la plata", por ser los presidentes
potentados mineros, a excepción de Mariano Baptista, quien
no guardaba relación con ellos. Por tener campos de
acción totalmente distintos a los otros. Baptista era
abogado, y tanto Gregorio Pacheco como Aniceto Arce, eran mineros
y don Severo Fernández Alonso pese a no ser minero
(abogado) sería impulsado por ellos.
Es momento de dejar el relato de Mariano Baptista, ya
que desde el momento de su investidura presidencial, mantiene sus
dotes de orador, pero ellos aparentemente no encajan en la
práctica del manejo de un Estado.
Hay quienes afirman: Todos los historiadores coinciden
en señalar que el periodo de gobierno de Baptista no hizo
ningún aporte positivo en beneficio del país. Al
orador de la palabra convincente le faltó sentido
práctico para encarar los diversos problemas.
Pero, antes de dar una crítica
debemos remontarnos a los tiempos de conmoción en que
Bolivia vivía en la post-guerra del
Pacífico, ya que en esos momentos el país buscaba
las riendas de la historia para poder equilibrar tanto su
economía como sus problemas limítrofes que se
agravaban más con el tiempo.
Mariano Baptista, tuvo que luchar contra las
adversidades, si bien no realizó actos de cuantiosa
relevancia externa, exceptuando los acuerdos conseguidos que en
algo benefició a Bolivia. No es de desmerecer los
pequeños cimientos a los que se centró en edificar,
como ser el impulso en el campo de la educación, las
artes y el
conocimiento, factores vitales de una República y
más aún si sabemos que para alcanzar la
armonía deseada de un país es absurdo pensar en
conseguirlo en cuatro años de presidencia.
Y la historia así lo demuestra, porque la
enfermedad de Bolivia aún no estaba curada y las
convulsiones no tardarían en llegar, llegando a
exteriorizarse lo que se temía, la funesta Guerra con
Paraguay, hecho que contribuyó en la limpieza de los ojos
oscurecidos de Bolivia. A pensar más en su gente y buscar
medidas de formación a todo nivel, que hoy en día
no se ha concretizado enteramente, sin desmerecer algunos pasos
realizados que ayudan a la mejor visualización de
hoy.
Evitando caer en la posición de crítica,
la cual es muy cómoda para
cualquiera.
A tal motivo recordaremos aquellas composiciones realizada en
1852, 1857, y 1872, por Mariano Baptista Caserta, extractadas de
la biblioteca
pedagógica:
Introducción.- En esta ocasión, hablaremos
sobre las clases de oratoria, para dicho cometido, tendremos como
base y fundamento de investigación la Enciclopedia
Universal Europea Espada-Calpe, Diccionarios
Juridicos de Manuel Ossorio, Cabanellas, y otros, los cuales
serán nombrados en su momento.
Oratoria Política.
Por razón de la gran variedad de asuntos que
comprende, es el genero que
más transformaciones recibe según las
épocas, el auditorio y las circunstancias, y por lo mismo
la que goza de una mayor libertad de forma y la que menos puede
sujetarse a reglas.
En ningún otro género
ofrece el discurso oratorio caracteres tan distintivos, porque
las oraciones del púlpito se acercan ya más a las
composiciones poéticas, como ya hemos apreciado en
anteriores casos, como Roberspierre, Lincoln, y otros; mientras
que la oratoria forense pertenece a las obras
científicas.
En los encarnizados combates de los partidos y en las
graves cuestiones de cuya resolución dependen la dignidad o la
vida de las naciones, es donde se manifiesta con más
evidencia el carácter apasionado de la oratoria
política, pues nunca es más difícil,
variables e
inconstante el público que en las asambleas
políticas.
La oratoria política exige conocimientos vastos y
profundos, y más en los tiempos en que la
ilustración y cultura se encuentran
extendidas.
Además de un perfecto estudio de las cuestiones
de política general y conocimientos técnicos en las
diversas y complicadas ramas de las ciencias
administrativas, debe el orador político conocer a fondo
la historia, el modo de ser y sentir del pueblo a que se dirige
la palabra.
La historia por tanto, cumple un factor determinante en
la oratoria política, ya que el orador que fragüe
planes para el porvenir, debe fundar su experiencia en la segura
escuela de lo pasado.
Preparación Del Discurso.
En cuanto a su preparación, el discurso
político difiere en muchos casos de todo otro linaje de
discursos. No siempre es el mejor discurso político el que
se prepara con mucho tiempo en la soledad del gabinete; pues
sucede con frecuencia que donde lucen con mayor brillo las
cualidades del orador es en las rectificaciones, o sea en los
discurso que apenas han sido objeto de preparación,
verdaderas improvisaciones en que se contesta y refutan las
afirmaciones del contrario.
Claro está, que nos referimos a la falta de
preparación de forma, pues para conseguir el triunfo
oratorio en una rectificación es preciso un profundo
conocimiento del asunto y haber pasado horas enteras
examinándolo desde todos los puntos de vista.
Elocución.
Varia mucho según el auditorio, pues
tendrá que revestir formas templadas si se dirige a una
asamblea de personas respetables, por ejemplo en el Senado;
más necesitará mayor vehemencia y fogosidad si se
trata de un tribuno que se dirige a masas populares.
División de la oratoria política.
La oratoria política puede dividirse a su vez en
varios géneros:
a) Oratoria Parlamentaria.- es decir los discursos que
se pronuncian en las Cámaras para formar y discutir
leyes, y censurar o defender
la conducta de los
gobernantes.
b) Oratoria Popular.- Discursos dirigido al pueblo para
formar o dirigir su conciencia
política, ilustrándose acerca de sus derechos y
encauzando sus voluntades para conseguir el completo
reconocimiento de éstos; claro es que hablamos en el
supuesto de tratarse de un orador honrado.
c) Oratoria Periodística.-
Esta oratoria, es agregada a esta especie, por parte de
COLL y VEHÍ. Considerando la oratoria escrita, por adoptar
muchos de los artículos de los periódicos formas
completamente oratorias, sobre todo los artículos de fondo
que solían y suelen caracterizar a parte de la prensa
española.
d) Oratoria Militar.- Discursos o arengas pronunciados
por los generales o caudillos en momentos críticos para
exaltar el ánimo de los soldados con palabras
enérgicas, sin artificio alguno, y dejando que el
corazón hable en lugar de los labios.
Por tanto diremos, que tiene por objeto animar a las tropas
enardecidas al combate o felicitarles por la victoria, o
también instruirlas en algún asunto, e inclusive en
ocasiones contener sus ímpetus y reprenderlas.
Al respecto de pertenecer como especie de la Oratoria
Política, existe muchas contradicciones, ya que se
distinguen de aquellas, tanto por su finalidad, como porque las
masas militares, a diferencia de los político-populares,
está organizadas y dirigidas por la disciplina,
cuya base es la obediencia y el respeto a los que
mandan.
Cualidades del orador.
El orador militar debe reunir las cualidades especiales,
además de las precisas al orador en general.
Primero debe ser verdaderamente militar, es decir tener profunda
y voluntaria inclinación a la carrera de las arma, y ser
denodado, entendiendo por denuedo no la temeridad, sino el
valor
juicioso, la intrepidez serena e ilustrada, para inspirar
confianza al soldado.
Su principal estudio será la historia de la
antigüedad y de su propio país, profundizando en la
del arte de la guerra
(si es que se puede llamar arte, lo concerniente a la guerra) y
en la de los hechos militares: porque los nombres de los lugares
célebres y de los héroes y el recuerdo de sus
hazañas le proporcionarán imitaciones y
comparaciones seductoras a las cuales puede hacerlas suyas, en su
vida objetiva; pero de debiendo abusarse de estos recursos y
menos de las citas.
Finalmente, deberá conocer al soldado para
apreciar sus cualidades y sus necesidades y defectos, que ha de
tener muy en cuenta en sus discursos, y estará presto a
dar ejemplo de paciencia en las fatigas, de constancia en las
privaciones y poder así imponer silencio a las quejas y
ahogar a las amenazas.
Estilo Del Discurso.
Como ya hemos dicho anteriormente, la elocuencia militar
nace más del corazón que de la inteligencia,
y así debe emplear la brevedad y huir de la severidad
académica, usando frases cortas, pero impetuosas;
lacónica, pero viva y animada.
Cuando pregunte a los oyentes no les dejará
tiempo para reflexionar, sino que les pondrá la
alternativa del sí o del no anticipándose a veces a
responder por ellos.
Las preguntas y las admiraciones animan las arengas, y
uno de los caracteres más salientes de ésta es el
de multiplicar los imperativos y de dar a los verbos aire de imperio
que arrastra las voluntades; pero es preciso que el orador se
incluya a sí mismo, no aislando la acción de los
soldados de la suya, sino dándole a conocer que
compartirá con ellos los peligros, el combate, las fatigas
o las privaciones; debiendo tenerse presente la sencillez del
estilo es condición indispensable, y que en ocasiones una
frase acaso gramaticalmente incorrecta, un giro vicioso pero
felizmente original, a ofrecido efectos que no hubieran producido
el más retórico y acabado de los
periodos.
En la oratoria militar se hace uso de imágenes
extractadas de la naturaleza,
con motivo de ejemplo, en mayor compresión a los oyentes,
las cuales den una sensación de grandeza y que sea
colosal.
Pero al margen de esto, es predominante el uso de las
pasiones, en especial aquellas que siendo honradas penetren las
entrañas de los soldados, así podemos nombrar: el
amor a la patria y la grandeza de esta, el sentimiento de honor,
gloria, bravura, fuerza, y coraje, son algunos aspectos
útiles para dicho orador, debiendo prestar cuidado a no
caer en un chauvinismo recalcitrante.
Aclarando a lo dicho anteriormente, diremos que la
eficacia del
uso de ciertos sentimientos dependerá de los tiempos o
factores exógenos al cual se encuentre un país o un
pueblo, es decir dependerá si se encuentran en tiempo de
guerra o en tiempo de paz.
a) En tiempo de Guerra, habrá de distinguirse si se habla
antes de empezar una campaña o durante ésta, y en
segundo caso si antes o después de una batalla, durante el
sitio de una plaza y dentro o fuera de ella, o si el fin
inmediato es reaccionar contra la indisciplina, el cansancio,
etc.
Antes de comenzar las operaciones,
procede justificar ante las tropas la necesidad de estas y la
justicia de la causa en pro de la cual ha de lucharse, haciendo
resaltar las ofensas recibidas del enemigo, las proposiciones
rechazadas por él, los tratados
violados, las amenazas y la indignidad y deshonra que
implicaría ceder ante todo ello.
Comenzada las hostilidades y antes de una batalla debe
procurarse inflamar el valor del soldado, este caso son de
aplicación las palabras que aparecen en la Enciclopedia
Militar que escribió en francés una sociedad de
militares y literatos.
Durante la acción la elocuencia militar se deja
escuchar en medio del choque y el estruendo de las arma, ya
reuniendo en una sola palabra batallones intimidados, ya
conduciendo los escuadrones a la carga, ya exigiendo que un
reducto se tome, ya mandando que , ya exigiendo que un reducto se
tome, ya mandando que se refuerce una posición.
En estas ocasiones el orador se contenta con una frase
corta y enérgica, debiendo ser sus palabras tan
rápidas como sus movimientos.
Después de la acción, si la victoria a
coronado los esfuerzo de las tropas, la elocuencia contará
las banderas tomadas al enemigo, el botín que dejó
en poder a los vencedores, el desastre que ha sufrido, las
fatigas y peligros de los perdedores, la importancia de las
posiciones tomadas, y las consecuencias de la
victoria.
Y si por el contrario, si no se obtuvo la victoria
añorada, encontrará la causa de ello en un
obstáculo imprevisto o buscará una excusa a la
derrota y aún sacará partido de las faltas
cometidas para exigir nuevas pruebas de
denuedo, como pago de la deuda contraria.
Para el orador militar debe tomar énfasis al tipo
de ejército al cual tiene en sus manos o son dirigidas sus
palabras; por tanto son útiles todas las recomendaciones
frente a un ejército donde reine una emoción fuerte
o extraordinaria, a razón de los momentos indignos que se
vive. Mientras si el orados se encuentra frente a un ejercito
mercenario, no tendrá ningún efecto sus palabras,
es decir serán estériles sus aclaraciones y
recomendaciones.
Las arengas fueron útiles para alcanzar el efecto
deseado, para esta clase de
oradores, pero por la grandeza del grupo de
ejércitos de hoy en día, es difícil hablar
de ellos en su conjunto, como en aquellos días; pero a
pesar de todo ello, algunos aún hacen uso de las
arengas.
En la antigüedad, fueron muy usadas, en especial
por Julio Cesar, las cuales son muy famosas. Desde la
invasión de los bárbaros, desapareció la
costumbre de arengar a los ejércitos, aunque reviviese con
Carlo Magno y otros, no fueron perennes en el tiempo.
Por último la elocuencia militar se hacen
manifiesta en muchas ocasiones en expresiones cortas y
satisfactorias, más aún si están son
inspiradas en el momento mismo de mayor peligro, las cuales son
entremezcladas con el amor a la patria o a la gloria, que estos
buscan. Constituyendo estas palabras memorables en la Historia;
así tenemos las siguientes:
— " ¡Soldats, songez que, du haut de ces Pyramides,
quarante siècles vous contemplent !"
¡Soldados, recordad! ¡Que desde lo alto de esas
pirámides cuarenta siglos contemplan vuestro valor!
(Frase pronunciada por Napoleón
Bonaparte el 19 de julio de 1798 ante su ejército
vencidoi y desmoralizado, momentos antes de empezar la batalla de
"Las Pirámides").
— ¡¡ La sangre de Danton
te ahoga!!. (Palabras de Garnier de l’Aube a
Robespierre, en la memorable sesión de la
Convención que derrocó a éste).
— ¡¡ Soldados ese es el sol de
Austerlitz !! (Napoleón, en la batalla de
Moskowa).
Oratoria Didáctica o Académica.-
Este género, comprende los discursos encaminados
a persuadir a los hombres de las verdades científicas,
tiene su origen en la creciente necesidad de expansión y
propagación que la ciencia
moderna va experimentando, y abarca todos los asuntos puramente
científicos o de algún modo relacionado con la
ciencia, de donde se deduce cuan extenso y general es su objeto,
puesto que en nuestros días apenas queda aspecto de la
realidad que no sea estudiada por la ciencia.
Navarro y Ledesma dice, que esto podría justificar el
criterio de los que reputan como forma didáctica este
género de oratoria; más para comprender la
razón de nuestro concepto, basta
fijarse en que el propósito del orador académico no
es tanto enseñar o exponer teorías
científicas como convencer o persuadir de la verdad de
ésta al público, empleando para ello la forma de
oratoria.
El orador didáctico tiene que reunir cualidades
especiales, pues no le basta un conocimiento completo de la
cuestión sobre la que va hablar, es preciso que posea,
además, lo que se llama talento expositivo, o facultad de
hacer llano, agradable y accesible a todas las inteligencias lo
que de por sí es abstracto y difícil.
Los Discursos
Entre las varias especies de discursos didácticos
debemos señalar los que se llaman con toda propiedad
discursos académicos, porque se leen o pronuncian en las
Academias científicas y literarias.
Los de Exposición Científica, en los
cuales el orador ilustra a sus oyentes respecto de un punto por
el investigado.
Los de Vulgarización, destinados a exponer
teorías o descubrimientos modernos, poniéndolo al
alcance del público profano.
Y los de Controversia o discursos de puntos opinables de
olas nuevas investigaciones.
Oratoria Forense.-
Es la que tiene por objeto ilustrar la inteligencia y
mover la voluntad de los jueces para decidir si un hecho se ha
realizado o no, si una persona es o no culpable, si ha de
aplicarse tal o cual regla jurídica o si ésta ha de
interpretarse en uno u otro sentido.
Esta finalidad especial de la oratoria forense requiere
3 reglas especiales, primero las Cualidades del Orador, segundo
la Materia del
Discurso, y tercero el estilo.
Todos ellos llevan conocido grandes valorizaciones, las cuales
son reflejadas en el foro.
Estos aspectos serán expuestos en los siguientes trabajos
posteriores, dejando al siguiente (estudiante) en orden al tema
de exposición la correlativa
explicación.
Dale Carnegie
El Camino fácil para la eficacia. – Ed. Sudamericana.-
Buenos Aires,
Argentina, 1992.
David p. Jordan
Robespierre, El primer Revolucionario.- Ed. Vergara.- Buenos
Aires, Argentina, 1986.
Suzanne Lassier
Gandhi y la no-violencia.- Ed. Paulinas.- ,
España, 1978.
Enrique Finot y Mariano Baptista
Nueva Historia de
Bolivia, Historia
Contemporánea de
Bolivia.- Ed. Gisbert.- La
Paz, Bolivia, 1978.
Gumucio. Segundo T. Maida R.
Bolivia, Forjadores de la Historia.- Ed.
América Ltda.-
Santa Cruz, Bolivia, 1980.
Biblioteca
El Saber de un Pueblo.- Ed. Ministerio de Educación y
Cultura.-
Pedagógica.
La Paz, Bolivia, 1990.
Enciclopedia Europea Universal Espada-Calpe
Tomo XL. Ed. Espada-Calpe. .
Diccionario
oceano.
Ed. Oceano,. Sección "Frases Célebres".
Barcelona.
España. 1990
Autor:
Ciro Añez N.
Santa Cruz – Bolivia.
Categoría: Derecho.