- Antecedentes
- Izquierda
Unida - Principales
Partidos de Izquierda para las elecciones
2006 - Bibliografía
1.- Justificación:
En plena efervescencia política es que se
realiza este trabajo
justificándolo por las siguientes razones:
Como es de notar ya sea por la radio,
televisión o prensa escrita
estamos viviendo las "fiestas electorales", que a diferencia de
elecciones anteriores, estas se presentan con una
ebullición de partidos y movimientos políticos
(que son más de 25) que deben ser evaluados a luz de un
análisis objetivo y
realista principalmente los partidos izquierdistas que son la
monta de este trabajo monográfico.
Los Partidos Izquierdistas no actúan en estas
elecciones como un solo frente si no que se encuentran
divididos en varios frentes, peculiaridad que se ha presentado
en elecciones anteriores; razón por la que hemos
dirigido nuestra mirada sobre estos, para así describir
e intentan explicar este fenómeno.
Los Partidos Izquierdistas por razones obvias,
entendemos que abogan por los derechos de las clases
populares frente a las otras clases, principalmente la clase alta
en Sociología constituye el sector A; lo que
vendría a ser una buena opción para lograra una
Justicia
Social y que nosotros como ciudadanos y mucho más como
estudiante universitarios debemos saber la situación
actual de estos partidos así como sus propuestas, para
emitir un voto conciente por el que logremos el desarrollo
de nuestra patria.
2.- Marco
Teórico:
El desarrollo de este trabajo no hemos podido contar
con una abundante bibliografía, ni con una
opinión crítica objetiva y doctrinaria de
autores, puesto que se trata de una evaluación histórica
contemporánea de la dinámica de estos partidos, de esta
manera los investigadores han estado mas
bien en contacto con las fuentes
directas para lograr este estudio, sin embargo esto no quiere
decir que no se haya consultado bibliografía en
razón de este punto, se ha tomado como base a los
siguientes libros:
El asedio a la política "Los partidos
políticos latinoamericanos en la era Neoliberal"
Autor Marcelo Cavarozzi" en donde se describe la
dinámica de los partidos políticos en
Sudamérica, y la influencia de estos en la idiosincrasia
social.
"Izquierda y el Partido Comunista" Autor:
Guillermo Herrera Montesinos. Libro en el
cual el autor, hace un recuento de los acontecimientos
políticos de los partidos izquierdistas en el
Perú teniendo vital incidencia en la narración de
la izquierdo unificada.
"Crisis de
las Izquierda en América
Latina" Autor: José Rodríguez Elizorido .
Obra que analiza la represión de los gobiernos de turno
sobre las manifestaciones políticas de la izquierda en el
Perú.
3.- Factores:
3.1. Factores Negativos: En este punto nos
estamos refiriendo aquellos óbices que no han permitido
realizar un trabajo más complejo y pormenorizado
como:
- Que como expusiéramos en el marco
teórico no hemos contado con una vasta
bibliografía. - Lo limitado del tiempo
para recabar información. - La polarización y suspicacia partidaria para
brindar una información objetiva, por el mismo hecho
de la lucha electoral que se está
viviendo. - La existencia de otros cursos que no dan la
oportunidad para abocarse de lleno a la investigación del tema.
3.2 Factores positivos: Son los
siguientes:
- Las recomendaciones dadas por algunos de nuestros
docentes. - El empeño y la
motivación alimentados por el interés de conocer el tema. - El haber contado con portales electrónicos
de la ONPE y de éstos partidos, sobre la
dinámica de las agrupaciones electorales.
4. Métodos de
investigación:
4.1. Método
lógico-histórico: Por este método
todos los fenómenos del mundo material tienen existencia
real y concreta, poseen su propia historia, están
expuestos o sujetos a su particular devenir histórica,
por lo que ha sido adecuado para obtener evaluación
histórica que ha dado lugar al panorama
contemporáneo de los partidos izquierdistas;
método éste que ha sido utilizado con bastante
incidencia en el Capítulo I.
4.2. Análisis Síntesis: Procedimiento por el cual
para entender o comprender un problema, que en este caso es la
realidad electoral de los Partidos Izquierdistas, de la manera
más acertada, el investigador tendrá que hacer un
análisis del objeto de estudio descomponiéndolo
para luego realizar las conclusiones de su investigación
que viene a ser la síntesis. En el trabajo
que se expone se ha procedido de la misma manera ya que hecho
el estudio correspondiente de acuerdo a los objetivos
planteados se llega a una síntesis por medio de las
conclusiones generales y particulares.
5. Técnicas:
5.1. Observación: Aunque se les considera
que tiene un carácter dual, es decir que actúa
como método ha permitido a los investigadores entrar en
contacto con el objeto cognoscente aspecto que se mantiene
constante, indistintamente a que la observación
actúe como método o técnica. Pero en el
presente trabajo la hemos utilizado como técnica debido
a que se adecua de acuerdo al tema investigado.
5.2. Fichaje: Debido a su flexibilidad y
maniobrabilidad para manejar los datos
obtenidos, ha sido muy útil permitiendo una mecánica fluida sobre la
información del tema.
5.3. Subrayado: Es imprescindible, ya que ha
servido de ayuda para culminar la formación de conceptos
e ideas.
6. Objetivos:
6.1. Objetivo general:
Obtener una visión de los partidos
izquierdistas teniendo en cuenta su origen y devenir
histórico.
6.2. Objetivos particulares: Para el logro del
objetivo general nos planteamos los siguientes objetivos
específicos:
Conocer la formación y desarrollo del movimiento
izquierdista en el Perú.
Conocer el breve proceso de
consolidación de la Izquierda en el
Perú.
Determinar los Partidos Izquierdistas para las
presentes elecciones.
CAPITULO I
1.- Historia de los Partidos de
Izquierda
Historia de la izquierda en el Perú se remonta
a inicios del siglo XX, cuando se plantearon distintas luchas
en torno a las
reivindicaciones obreras, la descentralización, la cuestión
indígena, la ampliación del voto y la reforma
universitaria. En este esquema se inscribe la fundación
del APRA en 1924 y la fundación del Partido Socialista
por José Carlos Mariátegui; el cual, luego de
la muerte de
su fundador, adopta en 1931 el nombre de Partido Comunista
Peruano (PCP) y se adhiere al campo de influencia de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS). En adelante el PCP tuvo una existencia más bien
marginal en el proceso político peruano, aunque con una
influencia importante en el movimiento obrero. Entre 1930 y
1950 las posiciones y reclamos populares fueron más bien
liderados por el APRA, que llegó a encabezar la
insurrección de Trujillo de 1932, brutalmente reprimida
por el régimen de Sánchez Cerro, y que mantuvo
una posición de izquierda durante décadas de
persecución y clandestinidad, salvo por el breve
período del Presidente José Luis Bustamante y
Rivero (1945-1948). Luego, al desplazarse el APRA hacia
posiciones de centro, se abrió el espacio para una
presencia más activa de la izquierda de
inspiración marxista. Durante el régimen de
Odría, ésta acrecentó su influencia en
ámbitos sindicales de diversas ramas productivas y
servicios, y
en las universidades, donde disputó el liderazgo al
Partido Aprista1.
En 1962, grupos de
militantes del PCP y del APRA se separan de dichos partidos y
fundan disidencias inspiradas por el ejemplo de la Revolución Cubana (1959). Algunos de los
seguidores de Fidel Castro
y el Che Guevara,
viajaron a Cuba a
iniciar un período de entrenamiento y
preparación con miras a organizar movimientos
guerrilleros en el Perú. La primera experiencia de este
tipo fue llevada a cabo por militantes del Ejército de
Liberación Nacional, que fueron prontamente derrotados
(1962).
2. Perspectiva Política de Mariategui y la
acción
de los Movimientos Sociales
El Pensamiento
de Mariátegui, es la expresión política de
la clase obrera peruana, se forjó y desarrolló en
la lucha de clases y no al margen de ella; así, para
comprenderlo debe ligársele necesariamente a las luchas
internacionales y de nuestro país.
Mariátegui vivió en la época del
imperialismo, según sus palabras, en el
período del "capitalismo
de los monopolios, del capital
financiero, de las guerras
imperialistas por el acaparamiento de los mercados y
de las fuentes de materias primas". Vivió, pues, y
combatió cuando el capitalismo agoniza y la lucha de
clases capacita al proletariado para el asalto del poder a
través de la violencia
revolucionaria.
Mariátegui fue un combatiente de la clase
obrera, y siguió y analizó la lucha de clases
mundial como contexto indispensable para comprender la revolución en nuestra patria; su certera
visión está en las siguientes palabras: "La lucha
de clases llena el primer plano de la crisis mundial"; "los
acontecimientos dominantes del último cuarto de siglo
han rebasado todos los límites.
Su escenario ha estado en los cinco continentes"; "La dictadura
del proletariado, por ende no es una dictadura de partido sino
una dictadura de clase, una dictadura de la clase trabajadora";
"el marxismo-leninismo es el método
revolucionario de la etapa del imperialismo".
La lucha de la clase obrera determinó la
fundación de su Partido, también por obra y
acción de Mariátegui; así el proletariado
peruano conformó un partido político
independiente y teniendo como meta la "emancipación
económica de la clase obrera" inicia una nueva etapa en
el país, la de la revolución democrático
nacional dirigida por el proletariado a través de su
Partido.
La vida de Mariátegui tiene un claro y preciso
derrotero de hombre de
nuevo tipo, de "pensante y operante", de una vida que
maduró más que cambió, como él
mismo decía, de "una declarada y enérgica
ambición: la de concurrir a la creación del
socialismo
peruano".
En sus 35 años de existencia, en 1918 "nauseado
de política criolla me orienté, dice,
resueltamente hacia el socialismo" combatiendo por la clase
obrera; y, vuelto de Europa
donde, al contrario de muchos, se sintió e hizo
más peruano, trabajó denodadamente
propagandizando el marxismo-leninismo, organizando a las masas,
obreras y campesinas especialmente y remató su obra
fundando el Partido Comunista.
José Carlos Mariátegui fue un gran
protagonista del proletariado peruano que en la teoría y en la práctica, con la
palabra y la acción creció y se desarrolló
en el fragor de la lucha de clases, principalmente de nuestra
patria; un militante del proletariado que adherido firmemente
al marxismo y fundiéndolo con las condiciones concretas
de nuestro proceso revolucionario devino en remate y
síntesis de la lucha de la clase obrera peruana, en
expresión política del proletariado en nuestra
patria, en sistematizado de más de 30 años de la
lucha de clases de nuestra clase obrera y de nuestro
pueblo.
En pocas palabras Mariátegui es producto de
la lucha de clases, principalmente de la librada por el
proletariado del cual es su más alta expresión
política.
3. La izquierda en los años
60
Con el fin del Ochenio y la apertura política
iniciada por el gobierno civil
de Manuel Prado y luego de Fernando Belaunde (1963 -1968), el
PCP se incorporó paulatinamente en la legalidad.
No obstante, situaciones como la Guerra
Fría, la crisis del comunismo -que
marcó el surgimiento de China
comunista como alternativa radical a una moderada URSS-y
especialmente el triunfo de la revolución cubana,
promoviendo dentro del PCP una serie de procesos
diferenciadores que culminaron en rupturas al interior del
partido.
Así, en 1964 se produjo el cisma del PCP,
promoviéndose la emergencia de una importante corriente
pro-china o maoísta, la que se expandió
paulatinamente a través de otras muchas organizaciones
nacidas sucesivamente de nuevos fraccionamientos. Ese
año los maoístas formaron el Partido Comunista
del Perú -Bandera Roja2,
luego en 1969 surgirá de esta organización el Partido Comunista del
Perú -Patria Roja3,
y al año siguiente se escindirá de éste el
Partido Comunista del Perú – "Por el luminoso
sendero de José Carlos Mariátegui"4,
conocido mucho tiempo después como Sendero
Luminoso.
3.1. La nueva izquierda
Además de la vertiente maoísta, se
encontraba la otra vertiente llamada la "nueva izquierda";
caracterizada por su heterodoxia ideológica (que reclama
autonomía respecto a los "dos faros de la
revolución mundial": China y la URSS), el énfasis
nacionalista de sus programas
revolucionarios -con un dogmatismo menos aparente y más
cercanos al discurso
antiimperialista en boga5-,
y su predisposición exclusiva a promover una guerra
revolucionaria al margen de las luchas sociales y
políticas.
Los partidos más representativos de la nueva
izquierda fueron el MIR y Vanguardia
Revolucionaria (VR); éste último fundado en 1965,
a partir de la reunión de intelectuales y políticos profesionales
provenientes del PCP6,
de Acción Popular y del trotskismo. En 1965,
surgió también la más importante
experiencia guerrillera peruana de esa década,
organizada por el MIR, bajo el liderazgo de Luis De la Puente
Uceda. Su acción fue la que más impacto
alcanzó en la escena política nacional,
precipitando la intervención del ejército y la
aplicación, por vez primera, de las tácticas
contrainsurgentes importadas de los Estados Unidos
para enfrentar a las guerrillas en América Latina.
Los focos guerrilleros de 1965 fueron
rápidamente derrotados y eliminados por las fuerzas del
orden, pero ello no significó la desaparición del
MIR, el que pasó a una etapa de dispersión y
reducción de sus acciones al
campo del proselitismo, especialmente en las universidades
nacionales. VR apoyó las acciones del MIR en las
ciudades, aunque sin comprometerse en una guerra que desbandara
a su naciente militancia.
3.2. La expansión de la
Izquierda
Como efecto de la modernización capitalista de
los años 50 y 60 del siglo pasado, se produjo un
incremento de la población urbana y el deterioro de la
sociedad
rural, así como una expansión de la oferta
educativa, especialmente universitaria. Y, fueron las
universidades y en particular las estatales, las que a fines de
los sesenta, se convierten en los espacios privilegiados para
la captación de militantes y simpatizantes, al interior
de una pauta de copamiento que había sido utilizada
antes por el APRA.
Del mismo modo, las limitaciones para la participación política en periodos
de dictadura y las restricciones legales durante los gobiernos
civiles, contribuyeron en mucho a que las universidades
funcionaran como espacios de socialización política y
adoctrinamiento, siendo la principal escuela de
politización de los jóvenes. Allí, las
organizaciones y partidos políticos mediaron como
mecanismos de formación y capacitación política durante
muchos años.
A la vez, la izquierda experimentó una
creciente expansión y presencia en sectores laborales y
sociales. Así, el PCP -Unidad mantuvo una decisiva
influencia en la Confederación General de Trabajadores
del Perú (CGTP), la mayor asociación de gremios
laborales del país. Por su parte, el maoísmo del
PC del P -Patria Roja -que tuvo sus orígenes en franjas
provincianas y universitarias del viejo PCP, con marcada
presencia de maestros y estudiantes de universidades
públicas, y con una relativa influencia en el
campesinado que irá menguando con los años-,
tiene un claro liderazgo entre los sindicatos
magisteriales. En tanto, VR atrajo importantes contingentes de
jóvenes provenientes de universidades privadas de la
clase media urbana, a la vez que competía por el
liderazgo en gremios de pescadores, de empleados y de la
industria.
Más adelante, también consiguió una
influencia importante y característica en las
organizaciones gremiales campesinas.
Sin embargo, la represión de las fuerzas del
orden terminó por ahuyentar tanto a la militancia de VR
como a la de casi toda la izquierda, al menos hasta 1967,
cuando las elecciones para renovar un representante al congreso
por el departamento de Lima, movilizó a la izquierda
alrededor de la candidatura de Carlos Malpica Silva
Santisteban, en la que fue una promisoria experiencia electoral
de los nuevos contingentes izquierdistas, frustrada poco
después por el golpe militar del General Juan Velasco
Alvarado, el 8 de Octubre de 1968.
Con el golpe militar, se instauró el Gobierno
Revolucionario de las Fuerzas Armadas, que propició la
ejecución de reformas de corte socialista. Estos hechos
promovieron en algunos sectores de la izquierda, la paulatina
ruptura con las consignas de reiniciar la lucha armada en el
corto plazo. Tal fue el caso de VR, grupo que se
había estado preparando para una eventual lucha
guerrillera cuando, en 1971, desarmado ideológicamente
por el reformismo militar velasquista, se precipitó en
una serie de fricciones y cismas que resolvieron también
el conflicto de
liderazgos irreconciliables entre sus fundadores.
Como telón de fondo, algunos líderes de
VR plantearán la revisión de algunos supuestos
ideológicos, al percibir que la supuesta "conciencia
de clase" era inexistente o débil en los trabajadores
movilizados. Por lo que, veían la necesidad de
encumbrarse en el movimiento obrero y campesino
para desplegar con efectividad su politización y
formación ideológica.
De otro lado, los cuadros más jóvenes -y
generalmente universitarios-tendían a generar las
diversas escisiones que caracterizaron la trayectoria de las
organizaciones de la izquierda. Los nuevos integrantes del PCP
-Unidad, por ejemplo, presionaron por vías más
abiertas al liderazgo y al protagonismo. Frente a ello, las
limitaciones internas de organizaciones políticas
ideadas en un clima
conspirativo, férreamente jerarquizadas y excluyentes,
donde los mecanismos de promoción de la militancia estaban
cooptados por los líderes más veteranos;
contribuyeron y precipitaron el desarrollo de
fracciones.
Agobiados por la capacidad de organización y
movilización del gobierno militar, mediante el Sistema
Nacional de Movilización Social -SINAMOS, compelidos a
emular el discurso socialista del régimen y retados por
un activo movimiento social, los grupos de izquierda debieron
procesar prontamente sus afinidades y diferencias con los
cambios percibidos, y buscar formas de adaptarse a los procesos
abiertos por los nuevos movimientos sociales de la ciudad y el
campo.
3.3. Los maoístas
El cisma pro-chino de 1964 ofreció inicialmente
un discurso alternativo y radical frente al plasmado por el
viejo PCP. El maoísmo promovió un distanciamiento
de la esfera de influencia soviética, a la vez que
denunciaba su estrategia
internacional de negociación y distensión frente a
la amenaza de una guerra nuclear. Así, los
maoístas tomaron distancia del PCP, que remontaba un
camino de inclusión y participación en el
sistema
político, conduciendo las luchas gremiales hacia la
negociación y la contención de su
radicalidad7,
en particular, durante el "apoyo crítico" brindado al
Gobierno del General Velasco Alvarado (1968-1975).
En tanto, los maoístas continuaron y
defendieron su ideología durante años, salvando
con el radicalismo verbal y sus estrategias
políticas, el reto y la atracción de las
sucesivas experiencias de lucha armada en las dos
décadas siguientes. Así, cuando en 1965 aparecen
las guerrillas del MIR, el primer partido maoísta en el
Perú -el PCP Bandera Roja-, reaccionó proponiendo
su propia versión de la estrategia revolucionaria y
tomando distancia frente al encantamiento
guerrillero8.
Sin embargo, pese a la consigna: 'el poder nace del
fusil', ésta no pasó de ser un recurso
retórico puesto que, como recuerda Rolando Breña,
un dirigente del PCP– Patria Roja de aquellos
años, no existía una organización ni una
estrategia manifiesta para emprender en lo inmediato una lucha
armada en el país9.
La distancia entre las palabras y los hechos no dejó de
ser advertida por los jóvenes cuadros y militantes
maoístas, quienes iniciaron una furibunda campaña
contra sus dirigentes principales.
La percepción de estas maniobras
discursivas, las limitaciones políticas e
ideológicas de los dirigentes y, la instauración
en 1968 de un régimen militar reformista;
alimentó un nuevo proceso de rupturas en el
novísimo maoísmo peruano10.
Entre los grupos maoístas el impacto de las
reformas velasquistas también generó fricciones
internas. Separada del PCP-Bandera Roja11
y escindida la facción de Abimael Guzmán
(PCP-SL), la dirigencia del PCP-Patria Roja optó por una
vía de expansión e influencia entre los gremios
mineros y magisteriales; en estos últimos su ascendencia
tuvo además una línea de continuidad con el
espacio universitario, especialmente en las facultades de
educación que fueron, por muchos
años, las de mayor crecimiento con la expansión
de la
educación en todo el país.
De otro lado, una característica que fue
señalada en sus documentos
internos -y que fue común en varias de estas
agrupaciones-, fue la composición "pequeño
burguesa" del partido, destacando la escasa militancia de
obreros y campesinos. Este aspecto fue un reto permanente al
buscar constituirse en representantes del proletariado urbano y
rural, sea a través de la conquista de las direcciones
gremiales y sindicales, o participando decisivamente en las
luchas de estas organizaciones sociales. En este terreno los
partidos y organizaciones maoístas y de la "nueva
izquierda" compitieron arduamente por establecer un excluyente
liderazgo a lo largo de la década de 1970, propugnando
por un discurso cada cual más condenatorio del gobierno
militar.
El desenlace del conflicto de liderazgos y
línea política que atravesó a la izquierda
-y que se relaciona con una tensa competencia
generacional-, implicó la apelación a cierto
grado de fundamentalismo ideológico para desconocer al
rival político y legitimar, de otro lado, las propias
opciones ante los seguidores. En el caso de VR las rupturas
dieron lugar a la creación de un partido trotskista y de
otro VR "político-militar", fragmentación que dio
cuenta de su fragilidad orgánica y de su permanente
inestabilidad.
El resquebrajamiento de VR no fue el único
entre los grupos de la izquierda "ultra"; además de los
fraccionamientos del conjunto maoísta, se partió
el trotskista Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) entre
Hugo Blanco y Raúl Castro Vera; del PCP-Unidad
salió el Partido Comunista -Estrella Roja, y del MIR se
escindió en 1971 un núcleo de dirigentes y
militantes que habían seguido una trayectoria
común desde organizaciones católicas
juveniles12.
En tanto, un sector de la juventud de
la Democracia
Cristiana migró hacia territorios ideológicos
más radicales, lo que permitió que se alineara
con el reformismo militar velasquista, para más tarde
tomar distancia y fundar el Partido Socialista Revolucionario
(1976)13.
En 1978, en el contexto de la convocatoria y realización
de la Asamblea Constituyente, este partido promovió la
vía legal, lo que le significó la ruptura de su
ala más radical y pro lucha armada, la misma que
fundó el PSR Marxista Leninista (PSR ML)14.
Mientras tanto, en el competitivo contexto de luchas
por controlar dirigencias, sustituir liderazgos y presentarse a
la vez más revolucionarios que los otros, la lucha
armada como finalidad del trabajo revolucionario
continuó siendo una apelación permanente, y
aunque en los hechos fue eventualmente postergada -pero no
abandonada-; en su lugar continuó, como testimonio
obligado de los mismos orígenes ideológicos, las
llamadas comisiones técnicas o militares, grupos de
choque y seguridad,
con las que contaban las organizaciones de
izquierda.
A fines de la década, el horizonte
ideológico, compartido por los principales partidos de
la izquierda, estuvo conformado por el marxismo leninismo y el
maoísmo. Como apunta Gonzales: "el marxismo –
leninismo se constituyó en un cuerpo teórico que
tenía un fin determinado y explícito: cómo
llevar a cabo la revolución de acuerdo a los procesos
peculiares del país, pero siendo a la vez un
eslabón más dentro del proceso revolucionario
mundial" (1999: 79). A ello, se sumó el maoísmo,
como refiere Hinojosa:
[…] el maoísmo o, para algunos
más específicos, el 'pensamiento Mao Tse Tung',
fue la corriente más amplia de la izquierda radical. En
líneas generales, quienes se consideraban seguidores de
Mao compartían una similar caracterización de la
sociedad peruana (semifeudal) y del gobierno militar
velasquista (fascista o fascistizante), una gran desconfianza
en la Unión Soviética (el socialimperialismo) y,
por último, una enorme esperanza en la vía china
(la guerra popular prolongada del campo a la ciudad) como
modelo de
revolución para el Perú. (1998:
78).
3.4. Otras influencias
Otros procesos que influyeron en la identidad
izquierdista fueron la Revolución Cultural China y el
catolicismo de la Teología de la Liberación. La
Revolución Cultural China -rápidamente
mediatizada y reproducida por los movimientos estudiantiles de
Europa-dejó su impronta en las tácticas de
inserción en los sectores populares, la
presentación pública y en la adopción
de una jerga populista que arraigaron rápidamente en los
contingentes izquierdistas locales. También
actualizó y promovió la idea de que los objetivos
revolucionarios, y la vía al comunismo, podían y
debían depurarse de sus "lastres capitalistas y
burgueses" a través de la inclusión en "el seno
de las masas".
Hubo más de una interpretación de lo que ocurría
en China y en cierto sentido, hubo más de un
maoísmo en el Perú. De una parte el
maoísmo se extendió rápidamente gracias a
la eficaz campaña propagandística china y sus
altavoces intelectuales europeos (Ranque, 1992, p.
73)15,
especialmente después de los movimientos estudiantiles
de París, en 1968.
La experiencia europea, motivó a que los
estudiantes peruanos -escapando del rígido ejercicio de
dogmatismo que suponía el maoísmo chino-,
buscaran emular mucho del discurso vanguardista y las maneras
de incorporarse en las luchas sociales. Así, los
militantes de la nueva izquierda constituidos en número
significativo por jóvenes que provenían de las
clases medias urbanas, promovidos socialmente por su
formación escolar o universitaria, dominaron con sus
características sociales la imagen
pública de esas organizaciones, haciendo distancia con
las otras agrupaciones maoístas nacidas en los
años sesenta, aferradas a las universidades
públicas, con un universo social
de origen provinciano e ideológicamente más
dogmáticos. Es decir, que aunque el maoísmo
influyó ampliamente en la izquierda, no promovió
un discurso homogéneo y menos una identidad única
entre las distintas agrupaciones izquierdistas.
Otra influencia importante fue la que provino del
desarrollo de un pensamiento católico radical y la
promoción de un cristianismo
que privilegiaba la participación de los pobres en la
construcción de una sociedad más
justa e igualitaria. Esta corriente permitió que el
encuentro del radicalismo de muchos militantes católicos
en una efervescente escena social, con los grupos marxistas
-sobre todo con los de la nueva izquierda-, fuese
fructífero en generar consensos y sentidos comunes
acerca de los fines y los métodos
revolucionarios.
Al acercarse el final del Gobierno del general Juan
Velasco en 1975, casi todas las organizaciones de izquierda se
encontraban alineadas con la lucha armada como postura
discursiva, sea por interés proselitista y vanguardista,
o por expresar abiertamente la voluntad de hacer una nueva
experiencia guerrillera en el Perú. Más
allá de eso, era muy poco probable que existiera, en
efecto, una insurgencia en ciernes en la izquierda; entonces,
empeñada y presionada en consolidar posiciones en un
espacio privilegiado para sus discursos
contra el Estado:
el de las luchas gremiales y sindicales.
4. La formación de la izquierda
legal
A fines de la década de los setenta, la Junta
Militar de Gobierno, en la persona del
General Francisco Morales Bermúdez16,
enfrentó una situación extremadamente compleja:
una aguda crisis económica y una intensa
movilización social protagonizada por un variado
conjunto de organizaciones gremiales, sindicales, obreras,
campesinas y regionales. Las diversas agrupaciones de la
izquierda tomaron parte en aquella movilización a
través del rol de agitadores y organizadores. Fue en esa
arena de acción política donde la izquierda
alcanzó su influencia más significativa en la
transición a la democracia entre 1978 y 1980.
Los sucesivos paros nacionales y movilizaciones de los
frentes regionales entre 1977 y 1979, así como la
persistencia de las huelgas de profesores y organizaciones
sindicales, contribuyeron a fortalecer el protagonismo
izquierdista. Sin embargo, la izquierda confundió las
protestas de los movimientos populares -referidas
principalmente a demandas de tipo salarial, sindical y de
cambio de la
política
económica del gobierno-, tomándolas como
aspiraciones revolucionarias que trastocarían el orden
social vigente. Esta situación límite fue
enfrentada resueltamente por los militares, dando como salida
política la transferencia del poder a los civiles en
1980, tras doce años de gobierno (1968 –
1980).
El traslado del "poder a la civilidad"
contempló dos etapas. La primera, la elección de
una Asamblea Constituyente, que redactaría una nueva
Constitución; y la segunda, la
convocatoria a elecciones generales. Esta inédita
situación política tomó por sorpresa al
conjunto de partidos y organizaciones de izquierda. Cada uno de
los cuales se vio obligado a definir una postura y actuar en
consecuencia en el nuevo escenario político.
4.1. Transición a la democracia
La apertura política iniciada tras el anuncio
del retiro de los militares del gobierno, estimuló dos
posturas en la izquierda. La más radical supuso que la
crisis del régimen militar correspondía al avance
de las luchas populares y a la inmanejable crisis
económica, de ello dedujeron que se abriría una
"situación revolucionaria", la que debía ser
alimentada a través de la agitación y la propaganda
en todos los escenarios posibles. Incluso, se avizoró
una "tercera fase" del gobierno militar, cruento y mucho
más represivo, al estilo de los gobiernos militares de
Chile, Argentina y Uruguay. En
el otro extremo se hallaba una posición más
moderada, que intentó emplear la Asamblea Constituyente
para consolidar en la legalidad las reformas velasquistas y
otras reivindicaciones y formas de organización
popular.
Para la revista
Marka, principal órgano de prensa de la izquierda, ambas
posiciones compartían un mismo significado del proceso:
"la Asamblea Constituyente es un organismo
antidemocrático y 'parametrado' por su origen, y
reaccionario por su composición mayoritaria y
pertenencia al estado burgués. Nada favorable al pueblo,
pues, puede esperarse de semejante engendro
antipopular"17.
Sin embargo, la casi totalidad de las organizaciones y partidos
de izquierda optó por participar en las elecciones
presionadas por "las masas" de los movimientos sociales.
Así lo hicieron pretextando utilizar la Asamblea
Constituyente como tribuna de agitación y propaganda de
sus postulados revolucionarios. En un comunicado firmado por el
MIR Voz Rebelde, MIR IV Etapa, VR y el PCR Clase Obrera, estas
organizaciones precisaron su comportamiento en el nuevo escenario
político de la siguiente manera:
En la actual coyuntura debemos: -Denunciar el
carácter gran burgués de la Constituyente,
-Denunciar el carácter antidemocrático de las
elecciones, -Disputar a la reacción y al reformismo la
dirección del ascenso popular
también en el terreno electoral, desechando las
ilusiones liberal constitucionalistas, combatiendo las
posiciones revisionistas18
que pregonan el tránsito pacífico al
socialismo y superando el sectarismo dogmático
abstencionista19,
-Utilizar las condiciones creadas por la coyuntura electoral
para impulsar las tareas de agitación, propaganda y
apoyo a la lucha clasista de masas. (MIR et. al. 1977:
1).
La decisión de participar en las elecciones a
la Asamblea Constituyente de 1978 fue motivo para nuevas
rupturas y agrupamientos electorales en la
izquierda20.
En el caso de VR -para entonces una de las más
connotadas organizaciones de la nueva izquierda-, los
dirigentes que habían destacado en la agitación
campesina, especialmente durante las tomas de tierras de
Andahuaylas en 1974, habían optado por romper y formar
una nueva fracción: VR -Proletario Comunista (VR
-PC).
En enero de 1978, se fundó la Unidad
Democrático Popular (UDP) de la reunión de VR, el
MIR, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) -Trinchera Roja,
el PCR Clase Obrera y otros 14 pequeños grupos (Letts
1981: 87-90)21.
La UDP convocó a los representantes más
significativos de la nueva izquierda, siendo su presidente el
abogado Alfonso Barrantes. La UDP contaba con influencia en la
Confederación Campesina del Perú, en gremios
obreros y mineros, además de una destacable presencia en
las organizaciones populares de los barrios y barriadas de las
ciudades.
Otro frente político electoral creado
expresamente para participar en las elecciones fue el Frente
Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP), integrado por
el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Partido
Obrero Marxista Revolucionario (POMR), el Frente de Izquierda
Revolucionaria – Partido Obrero Campesino (FIR -POC), el
PCP-Bandera Roja y el Movimiento Comunal del Centro (MCC).
Dicho frente tuvo influencia sobre todo en algunos sindicatos
mineros de Pasco y en gremios campesinos del departamento de
Junín. En tanto, el PCP Unidad, con innegable presencia
en el movimiento sindical y obrero a través de la CGTP,
participó sin aliados en las elecciones. Una
situación similar ocurrió con el PSR quien
tenía presencia en la Confederación Nacional
Agraria (CNA).
La principal agrupación maoísta de la
izquierda peruana, el PCP-Patria Roja, desistió de
participar, señalando la necesidad de denunciar el
carácter "engañoso" de la Asamblea Constituyente
que "desviaba" el trabajo revolucionario22.
En un comunicado, aparecido en enero de 1978, invocaba a otras
fuerzas de izquierda a rechazar "la farsa electoral para la
Constituyente corporativa" y les planteaba: "la
concentración de fuerzas en la acción directa de
las masas en defensa de sus derechos y reivindicaciones
básicas (…) [y] el impulso de su lucha,
organización y unidad revolucionaria, por la
liberación nacional, la democracia popular y por la
conquista de un GPR [Gobierno Popular Revolucionario]"
(PCP– Patria Roja 1978: 1). La autoexclusión del
PCP -Patria Roja no fue aislada, VR Proletario Comunista, VR
Político -Militar y el PCP-SL asumieron la misma
actitud.
No obstante estas expresiones de radicalismo y
abstencionismo, la Asamblea Constituyente fue el primer
escenario democrático que reunió en la legalidad
a la mayoría de las organizaciones y partidos
políticos de la novel izquierda, inaugurando así
un proceso de inclusión que se extendió con
tensiones y rupturas hasta fines de los ochenta.
Como resultado de las elecciones, la izquierda obtuvo
cerca de un tercio de los escaños23.
Sin embargo, pese a su notable ingreso en la escena oficial,
para el más destacado constituyente de la izquierda,
Carlos Malpica Silva Santisteban, la perfomance de la
bancada izquierdista dejó mucho que desear:
En las elecciones del año 78 se tuvo mucho en
consideración la combatividad en el campo sindical,
estudiantil o barrial, de los dirigentes y en función
de esa combatividad es que se escogió a los candidatos,
o también en función de algunos méritos
partidarios. (…) A muchos dirigentes lo único que
les importaba era el problema del sindicato, y
los grandes problemas
del país no los entendían, y algo más, no
querían aprender ni hacían ningún esfuerzo
por aprender.24
De los veinte o más constituyentes de izquierda,
sólo un puñado de nosotros tenía una idea
de lo que se trataba. El resto no tenía ni idea, y ellos
pasaron su tiempo luchando por reivindicaciones laborales, por
cosas menores. Por ejemplo, el día en el que la pena de
muerte fue debatida, casi no había izquierdistas en
la Asamblea, porque ese día dos estudiantes
universitarios fueron detenidos y todos estaban fuera tratando
de salvarlos (…) la tragedia de la izquierda (…) fue que un
70% de las personas que llegaron a la Asamblea estuvieron
allí por casualidad, no tenían idea de qué
hacer, completamente perdidos. De haber tenido más
coherencia, hubiera habido una Constitución
diferente25.
La actuación de la izquierda en la
elaboración de la Constitución Política
forjó una impronta de confrontación que le
acompañó en la década siguiente. No
sólo subvaloró los logros democráticos de
la Asamblea Constituyente, aún en medio de la prisa y el
oportunismo con que fue aprobada, sino también la
consideró antidemocrática y reaccionaria (Sanborn
1991: 179-180). De hecho, la bancada izquierdista no
suscribió la Constitución Política porque
"no incluía las aspiraciones fundamentales del pueblo
peruano"26.
Al mismo tiempo, el debate
constituyente fue el primer momento en que los grupos de
izquierda experimentaron las posibilidades del espacio
democrático, y lo mostraron con claros aportes al
título de derechos fundamentales y de derechos
sociales.
Debido a su nula experiencia parlamentaria, el
desempeño legislativo de la Izquierda fue
pobre y caracterizado muchas veces por la intransigencia al
punto de negarse en un inicio a suscribir el nuevo texto
constitucional. En su haber debe anotarse, no obstante, su
disposición para aceptar las reglas de la legalidad
democrática que anteriormente habían
sistemáticamente combatido y rechazado y el esfuerzo por
proporcionar una representación a nuevos y amplios
movimientos sociales. Su participación era ambigua y
daba cuenta de las dificultades para asumir en su agenda "el
asunto de la democracia como régimen político".
"Es decir, la actuación de la izquierda dentro del
régimen constitucional no estuvo dirigida a legitimar la
democracia y a tratar de capitalizar políticamente su
participación en ella. Al contrario, la izquierda
pensó que negando legitimidad al régimen
democrático aumentaba la propia dentro del mundo
popular" (Osmar Gonzales 1999: 147).
CAPITULO II
1. Formación de la Izquierda
Unida
"El acuerdo de dar a luz a la izquierda unida se toma
el 12 de setiembre de 1980 y al día siguiente, el
sábado 13, en la madrugada luego de largas jornadas se
concreto la
ansiada aspiración popular: la unificación de la
izquierda peruana, acontecimiento político que para la
izquierda era el hito mas avanzado en su esfuerzo por construir
una alternativa viable en ese periodo. Generando una gran
expectativa en la opinión publica que por primera vez
veía a una izquierda que renunciaba a sus hábitos
de canibalismo
y de lucha arbitral y en consecuencia se erigía
como una posibilidad real de disputarle a las fuerzas de centro
y derecha el escenario político electoral que hasta
entonces copaban por completo"(3).
La Izquierda Unida nació como una alianza
electoral urgida por la proximidad de los comicios Municipales
a realizarse el 23 de noviembre. Pero aunque ese era le
objetivo inmediato, desde su primer pronunciamiento declara la
intención de marchar a la construcción de una
frente revolucionario hacia la conquista del poder; fue el paso
mas avanzado dado hasta entonces por el partido en esa
dirección.
Las cuestiones fundamentales que se plantearon para la
constitución del nuevo frente:
Trazar un programa que
correspondiera a una revolución antiimperialista,
popular y democrática que sentara las bases para un
posterior desarrollo socialista.
Construir la unidad priorizando a las fuerzas que
representaba y tenían mayor presencia en los sectores
sociales mas identificados en este programa.
Desideologizar la discusión de las diferencias
políticas o la critica a los aliados.
La Izquierda Unida la conformarse se estableció
por medio de la creación de su estatuto que en su
artículo 1 se definía de la siguiente
manera:
Articulo1: "Izquierda Unida es un frente
revolucionario de masas de orientación socialista que
integran organizaciones políticas y personas naturales
sin partido que se adhieran a sus programa y estrategia y se
rigen por su estatuto y normas
orgánicas. Su objetivo consiste en realizar,
apoyándose en la creatividad
del pueblo y en sus capacidades reales, la revolución en
el peru,
alcanzar la liberación nacional, establecer un estado
democrático popular en lucha por el socialismo. En el
ámbito internacional se identifica y expresa su solidaridad con
los pueblos del mundo que luchan por sus liberación y la
construcción de una sociedad
justa".(*)
2. Comportamiento de las Fuerzas Políticas de
la Época
2.1. La Derecha Liberal: AP- PPC, el
FREDEMO
Acción Popular, partido que se origino en el
populismo,
burgués de Belaunde de los años 50, y el Partido
Popular Cristiano, nacido como escisión de derecha de la
democracia cristiana, según la izquierda son las fuerzas
políticas que representan las orientaciones de la
fracción de la gran burguesía intermediaria mas
directa del imperialismo. La política de su gobierno del
80 al 85 se caracterizo por eso: por la apertura al mercado
internacional, la desnacionalización y el sometimiento
pleno al imperialismo y los monopolios.
La afirmación de estas fuerzas, en el sentido
de que respetan la legalidad, tiene un aspecto positivo, en
tanto las tendencias a la fascinación crecen en la clase
dominante y en las bases de esos partidos. En el terreno
ideológico conservador se aprecia, en efecto, la
exacerbación de posiciones intolerantes que expresan la
frustración ante el crecimiento de la
organización popular y las conquistas que ha
alcanzado.
La intelectualidad conservadora renovó sus
planteamientos pronunciándose sobre los problemas que
aquejaban el país y trato de convocar a los sectores
populares en defensa de la libertad
individual. Para ello aprovecho el rechazo que provocaba el
burocratismo, la ineficiencia del Estado y el hartazgo ante la
demagogia caudillista y los intentos corporativistas del
APRA.
A nivel político estas corrientes dieron lugar
al movimiento "Libertad" encabezado por Vargas Llosa, el cual
integro, con AP y el PPC, el FREDEMO, o "Frente
Democrático". Las perspectivas de este frente
están debilitadas por el sello antipopular que la
derecha tiene ante las masas que lo
acompañan..
2.2. LA Izquierda Unida
Entre la lucha en los terrenos social y popular y la
que desarrolla en las instituciones del Estado, la IU no ha
establecido como se ha visto los lazos orgánicos y
pragmáticos necesarios. Teniendo en claro que hubo una
la relación con las organizaciones sociales populares,
porque allí según ellos se encuentra su
razón de ser, y por lo tanto allí esta la base de
su representación y también su base de
poder.
Sin embargo, la forma en la que IU actúa en los
espacios institucionalizados de competencia política
dentro del régimen es, también, decisiva para la
modificación de las relaciones de poder entre las
clases, precisamente por las alternativas estratégicas
de poder que allí se presentan en juego.
Las fuerzas políticas de izquierda entraron a
la contienda a partir de 1978. lo hicieron asumiendo la
voluntad antidictatorial de la inmensa mayoría del
pueblo y comprendiendo el valor de
materializar un efectivo pluralismo político, aun en los
marcos de una democracia que se limita a la institucionalidad
liberal, contradictoria con las relaciones
económico-sociales dominantes. La presión
popular conquisto precisamente con el retiro de la dictadura
militar, la apertura de ese espacio político y ya se ha
reiterado su trascendencia.
En las decisivas elecciones de 1980 la izquierda se
dividió hasta en cinco candidaturas y que fue
precisamente como reacción a ese error, sancionado por
el pueblo a través del resultado electoral, que se
produjo la alianza entre los partidos de izquierda y la
constitución de Izquierda Unida.
La formación de la IU para las municipales del
80 mejoro las posibilidades de una identificación
común a nivel electoral en el conjunto del movimiento
social que había virado consistentemente hacia la
izquierda , pero durante el periodo 80-87, no cambio
cualitativamente la relación con las bases a nivel
político, como se había deseado.
Los resultados de las diversas elecciones en las que
IU ha participado han confirmado, sin embargo, las expectativas
populares en una alternativa nacional como la izquierda. Los
municipios resultaron instituciones positivas para verificar en
muchos casos la fuerza del
ejercicio democrático de los gobiernos locales y el
apoyo que desde ellos debe prestarse al desarrollo
autónomo de la organización popular.
Fue en 1983 y en el trabajo municipal que se llevo
adelante en ese periodo donde se alcanzo, con todas las
heterogeneidades regionales conocidas, el nivel mas alto en
relación como frente con la organización popular.
Mención especial merece, sin duda, por su trascendencia,
la victoria y el ejercicio del gobierno municipal en
Lima.
El proceso electoral de 1985 ratificó la fuerza
del apoyo popular a IU, el carisma de su candidato y entonces
su presidente fue confirmado también, e IU se
convirtió en la segunda fuerza electoral. Sus
dirigentes, que compitieron por representaciones
parlamentarias, tuvieron también un respaldo muy
significado. El Plan de
gobierno que se preparo para entonces fue un trabajo integral
que marco un avance claro de izquierda en esa materia.
Sin embargo, tampoco se ha podido consolidar un
trabajo frentista en los espacios institucionales, en el
parlamento, en los gobiernos municipales. Se logro un
funcionamiento aceptable en términos de alianza
electoral, pero no de fuerza política unificada a la
escala de un
frente de masas , la falta de una voluntad común y
fuerte de cambiar esta situación es el problema
principal, pues originó la falta de debate
político interno para resolver las diferencias
importantes que existen dentro del frente, en principio, ellas
son naturales en un frente pero no ha recibido el tratamiento
democrático necesario.
2.3. El APRA
En la crisis del 30, el APRA pretendió dirigir
en una perspectiva antioligárquica con dirección
burguesa un amplio frente de clases. Un cuarto de siglo de
enfrentamiento al sector mas reaccionario de la clase dominante
de entonces, la mayor parte del tiempo en la ilegalidad y la
clandestinidad, forjaron una tradición de lucha sobre la
cual el partido ha podido mantener hasta ese entonces una base
popular.
A partir de 1956 el APRA formaliza un pacto con
oligarquía que expresa el viraje cada vez mas
conciliador de su dirección desde años
atrás. Pasa así a convertirse en sostén de
masa del sistema de dominación oligárquico
imperialista y desarrolla mas un anticomunismo reaccionario.
Luego se alía a la fracción industrial moderna
,sosteniendo esos intereses, ya constituido el eje
monopólico actual de la clase dominante, reaparece en el
periodo 76-80.
A fines de los ochentas busco articular los intereses
de la burguesía nacional monopólica con los de la
burguesía media y el imperialismo y mantener su
influencia partidaria sobre importantes sectores populares. En
esta perspectiva el gobierno de Alan García
pretendió sostenerse económicamente en los
grandes monopolios que producen el mercado interno, disminuir
el pago de la deuda, incentivar el consumo e
incorporar en esa alianza no solo a las capas medias sino a los
sectores populares mas pobres y desorganizados, a través
de programas de atención estatal a sus
necesidades.
La alternativa del APRA suponía detener su
desgaste y aprovechar los recursos del
gobierno y la organización partidaria para ganar las
elecciones o conseguir la prorroga de Alan Garcia. Este ultimo
requería de una alianza en la cúpula con mandos
militares.
El reentendimiento pleno con los empresarios y con los
organismos de credito internacional y la opción que ya
venia desarrollando de una política represiva mas dura,
para permitirle recuperar electorado hacia la derecha, pero
resulta difícil que ello signifique algo para los
sectores populares.
A la inversa, medidas progresistas reales resultas,
salvo como ocasional recurso demagógico que
aumentaría la confusión y el desorden.
El proyecto
aprista se baso siempre en su presentación como
vía de cambio no comunista . a ello intentara recurrir
hasta el final, por mas inconsistente que sea, que resulto un
fracaso rotundo.
2.4. El APRA Rebelde
La política de "convivencia" con el pradismo,
inaugurada por Haya de la Torre en 1956, no tardó en
encontrar detractores y descontentos en su propio
partido.
En 1948, la fracasada insurrección de la
marinería del Callao, impulsada por el Comando
Revolucionario, había fracasado motivando el golpe de
Odría y la ilegalización del partido. Poco
después, en 1949, se había realizado
clandestinamente en Lima un congreso de Reestructuración
del APRA, con la participación de Magda Portal,
Hernán Boggie y otros dirigentes medios,
intentando dar nueva forma al partido bajo tesis
abiertamente marxistas, y rechazando la teoría del
"espacio-tiempo histórico" postulada por Haya como
presunta superación dialéctica del
marxismo.
En 1952, apenas salido Haya de su prolongado asilo
político en la embajada colombiana en Lima, grupos de
apristas desterrados habían manifestado su desacuerdo
con su posición pronorteamericana.
La abierta discrepancia de estos grupos cuando el APRA
retorna a la legalidad en 1956, culmina en la formación
del Comité de Defensa de la Democracia Interna y los
Principios
Primigenios del APRA, encabezado por Luis de la Puente en 1959
que tomaría poco después,
sintomáticamente, el nombre de APRA Rebelde recordando
al Ejército rebelde cubano.
La Primera Asamblea Nacional del APRA Rebelde,
realizada en 1960, acuerda formación de una
comisión encargada de estructurar un proyecto de
ley de
reforma
agraria para ser planteado al Parlamento. El proyecto,
presentado en la legislatura
de 1961 por Carlos Malpica, pretendía abolir las formas
de trabajo serviles en todas sus manifestaciones y
establecía límites a la propiedad
terrateniente; postulaba la indemnización a los
propietarios con bonos
organizados en asociaciones, sindicatos y
comunidades.
Estos grupos trataban de retomar el antilatifundismo
que había caracterizado al APRA, su base principal
estaba en círculos del estudiantado universitario y en
muy limitados grupos campesinos y no lograron afectar
seriamente la gran estructura
del APRA tradicional, partiendo del que fueron expulsados en
1959.
El APRA Rebelde inició una rápida
evolución hacia las ideas marxistas. En
marzo de 1962, su Asamblea Nacional acuerda adoptar el nombre
de Movimiento de Izquierda revolucionaria, MIR, imitando al MIR
venezolano originado en Acción Democrática, que
estaba alzado en armas, y asume
como definición ideológica al
marxismo-leninismo.
La "Proclama revolucionaria al pueblo peruano" firmada
por Luis de la Puente, Gonzalo Fernández Gasco y
Guillermo Lobatón en abril de 1965, es bastante
reveladora del pensamiento político de los
líderes del MIR. Según este documento, el agro
tiene una estructura feudal, la burguesía nacional
está postrada por el latifundismo y el imperialismo. El
país se encuentra en una situación tan
crítica que casi no cabe duda acerca de que el pueblo
colaborará primero y se incorporará a la lucha
después. Los guerrilleros rompen con la vía
electoral, porque la mayoría del pueblo no participa de
las elecciones (en 1965 no votaban los analfabetos); descartan
el lanzamiento de masas desarmadas a la lucha; y dejan de lado
el "método tradicionalista y burocrático del
trabajo de masas".
La filiación marxista-leninista se expresa
finalmente en el Manual de
capacitación ideológica escrito por Luis de la
Puente Uceda en 1965. Es importante decir que rompe
también con las tesis organizativas de El
Antiimperialismo y el APRA al señalar a éste como
un partido seudomarxista y policlasista, lo que considera una
falla de concepción.
"Resulta importante anotar cómo la izquierda
guerrillera de la época procesaba la discusión
que se producía en el campo internacional y los cambios
que se daban en el proceso social del país. La
discusión era ignorada o, en todo caso, sobreentendida.
Los cambios sociales eran considerados y analizados, aunque
sólo en parte. Se acudía hacia las zonas rurales
en la esperanza de liderar al campesinado, aunque no se
valoraba suficientemente las dimensiones-y, por tanto, los
límites- de su acción. En un momento en que se
afirmaba que es revolucionario "el que hace la
revolución" –y habían hecho la
revolución movimientos no marxistas en Argelia y Cuba-,
se retomaba al marxismo-leninismo como la única
ideología que garantizaba una interpretación
acertada y una línea
correcta."(1)
La experiencia misma de la izquierda guerrillera no se
reflejó-o no alcanzó a reflejarse- en posiciones
teóricas más elaboradas que recogiesen los
cambios de aquellos años, debido a que la
preocupación fundamental era estratégica. En el
aspecto programático, asumía las tareas
planteadas en los años 30: nacionalización de los
recursos
naturales y reforma agraria, principalmente, sin avanzar
nada en la forma concreta de hacerlo, que se postergaba para un
futuro no determinado.
2.5. SENDERO LUMINOSO
En los ochentas su presencia política es mayor
y presenta los sectores mas radicalizados como una alternativa
política, generando una represión o respuesta
indiscriminada de guerra. S.L no organizaba al pueblo, solo
ofrecía guerra, la guerra por si misma; no tiene
alternativas para el presente ni para el futuro.
La estrategia de S.L llevo a la derrota al movimiento
popular. Un ejemplo palpable es la destrucción de varias
comunidades campesinas, que no han resistido el fuego cruzado
de S.L y el de las fuerzas represivas. Así tenemos una
amarga constatación: lo que no pudieron lograr gobiernos
altamente represivos, lo ha logrado S.L.
S.L. niega valor político al trabajo
democrático de masas a IU como su enemigo, a quien no
solo debe combatir ideológicamente sino eliminar, por
cualquier medio, del campo popular. Para S.L el MRT es incluso
un enemigo peligroso, pues se trata del "revisionismo
armado".
En su intento por infiltrarse y copar las
organizaciones populares, sigue el estilo del amedrentamiento
en el trato directo y de declarar apoyo a las luchas
reinvidicativas tratando de exacerbar su
radicalización.
Sendero no busca convencer las masas, sino ponerles
sus términos de acción. El terrorismo
es por eso elemento central de su metodología. Ello trae el altísimo
costo de
generar el repliegue en la movilización de base que ,
por su opción militarista, no tiene importancia para
ellos.
3.- La Vieja o Nueva Izquierda.
La dictadura de Odría detuvo el proceso de
maduración política al interior del APRA y el PC,
como lo puesto el hecho de que en ambos casos, a fines de la
década del 40, habían aparecido grupos internos
de protesta contra las respectivas direcciones. Es el caso de
la ruptura del Comité Departamental de Lima del PC en el
48, es el caso del Congreso de Reestructuración del APRA
en el 49; ante lo cual se produjeron intentos de formulaciones
ideológicas críticas a la conducción
partidaria, sobre todo en el caso del APRA. Cuando se produce
la reapertura de la legalidad demo-liberal en 1956, este
conjunto de procesos empieza a reaparecer en los partidos de
entonces, pero, y esto es decisivo para el modo en que surge y
se configura la denominada nueva izquierda, estos mismos
procesos reaparecen ya con un retraso político e
ideológico, obra de la dictadura de Odría y de
las propias carencias para organizar un debate en esas
condiciones, en relación a las necesidades de desarrollo
del movimiento y del país.
La nueva izquierda entonces surge ya en desfase con
ese país que empezaba a reaparecer. En primer lugar,
tanto en el APRA como en el PC las oposiciones surgen
reclamando una vuelta a los principios primigenios de sus
respectivas organizaciones. La nueva izquierda, la llamada
nueva izquierda, nace queriendo ser la vieja izquierda. En
segundo lugar, este hecho revelaba que la acción
dictatorial de 8 años había ocluido el desarrollo
político dentro de los partidos, aunque éste
había continuado dándose por fuera. Ya para
entonces, las doctrinas del 20 no daban cuenta de los cambios
que habían comenzado a ocurrir en el Perú desde
los 40.
La nueva izquierda, en sus inicios, identifica
claudicación programática con vía
electoral y también tacha armada, como forma superior de
lucha, con principios revolucionarios. Y es que, en efecto, en
esa coyuntura así ocurrió. El APRA, al cambiarse
a una estrategia de negociación sin conflictos
hegemónicos, consideró necesario esconder las
banderas antiimperialistas y antioligárquicas del 20. El
caso del PC es distinto. Esa identificación se produjo
antes, durante la Segunda
Guerra Mundial. A fines del 50, era más bien su poca
insignificancia política lo que le llevaba a buscar a
cualquier precio una
alianza que le abriera espacios para poder seguir
desarrollándose.
La nueva izquierda optó por la estratega de
ataque frontal, la lucha guerrillera, creyendo que así
recuperaba los programas primigenios que creía acertados
y revolucionarios aún para el Perú de los
años 70.
"El Manual de la guerra de las guerrillas del
Ché Guevara2, en sus primeras páginas,
señalaba que no era posible que se instalara
exitosamente un foco guerrillero o una acción
guerrillera, allí donde no existiera todavía un
régimen que tuviera algún viso de legitimidad.
Sin embargo, esta afirmación de Guevara no es tomada en
cuenta en la formulación de estrategias y
tácticas de la nueva izquierda en los comienzos de los
años 60. Entre el 61 y el 65 este conjunto de
concepciones son implementadas, se desarrollan las guerrillas,
hay un conjunto de iniciativas, en ese sentido, la más
notoria es la guerrilla del MIR. Durante los años
posteriores a la experiencia de las guerrillas y pese a este
incidente aislado de las elecciones del 67, la nueva izquierda,
lo que se denomina la nueva izquierda, siguió siendo
tomada por esta suerte de ideología militarista en la
cual nació.
El gobierno surgido el 3 de octubre de 1968 genera en
la nueva izquierda de entonces las siguientes
consecuencias:
Se produce una ruptura del esquema de
interpretación de la nueva izquierda en su nervio
central: Las Fuerzas Armadas, soporte del orden
oligárquico, aparecen en la escena política
nacional haciendo transformaciones.
Al desarrollar desde el gobierno el conjunto de
banderas y transformaciones que habían sido pedidas por
la izquierda durante las décadas pasadas, provoca el
agotamiento del pensamiento de izquierda en el
país.
El gobierno de Velasco Alvarado concretó en la
nueva izquierda una ruptura generacional. A los que murieron en
la guerrilla del 60, se suma el hecho de que quienes
participaron en ella, y quedaron presos en las cárceles,
se integraron a la acción del gobierno
militar.
El gobierno militar promovió con sus reformas
un afianzamiento clasista de los sectores populares ,
produciéndose una suerte de paraguas ideológico
para la izquierda, dado que el gobierno militar desarrollaba un
enfrentamiento con la oligarquía, con la clase dominante
tradicional; además en este contexto se produce una
convergencia intelectual entre el pueblo a la izquierda
intelectual.
Para el proceso formativo de la nueva izquierda, fue
necesario que hubiera una autocrítica profunda y
práctica del período militarista, es así
que juega un rol importante un artículo publicado en la
revista Crítica marxista-leninista Nº 4,
firmado por Evaristo Yawar, es decir, Edmundo Murrugarra. El
saldo de la operación que Yawar realiza en
relación al balance de la izquierda del 60 y a las
propuestas de nuevas orientaciones para la izquierda en el 70,
fue el resultado de lo que podría llamarse una suerte de
marxismo no hegemónico.
El desplazamiento de sectores cristianos hacia la
nueva izquierda se produce más como una operación
ideológica al interior del propio movimiento cristiano,
dentro del cual la Teología de la Liberación
cumple un rol fundamental, y no como atracción desde los
partidos marxistas hacia este sector. Cuando la izquierda
integró o trató de integrar a otras visiones del
mundo, reduciéndolas a su propio patrón, las
tocó sin alterarlas. La nueva izquierda de los
años 70 desarrollaría una doble
función:
En tanto teóricos, los militantes intelectuales
partidarios de la nueva izquierda tendrían un
acercamiento religioso con la doctrina marxista-leninista que
había que interpretar al interior de los
partidos.
Al mismo tiempo, como organizadores de la
política popular, estos intelectuales actuaban como
creadores de un nuevo sentido común en las luchas
populares.
"… ¿Qué cosa es la nueva
izquierda de los años 60? Tengo la impresión de
que se trata del inicio de un proceso sucesivo de
autonomización, en todos los campos; ideológico,
artístico, organizativo, cultural, de los nuevos sujetos
sociales surgidos del 50 en adelante. Sin embargo, este proceso
de autonomización se produjo también con un
retraso en la necesidad de formulaciones políticas,
retraso que es el mismo con el que surge a comienzos de los
60…uno podría decir que hay tres grandes fases en
el proceso de autonomización que viene siendo la nueva
izquierda. Una primera, que es esta fase del 60,
básicamente militarista; una segunda, que se produce con
la autocrítica de Yawar, y que configura un universo,
digamos, de acercamiento a los sectores populares, de
inmersión en ellos y por tanto de un cierto
espontaneísmo; y, finalmente, a fines de los 70, una
autocrítica a ese espontaneísmo y un pasaje a la
política, pero entendida ésta última en su
forma, con una cierta desviación demo-liberal, en donde
el tema de la democracia no es planteado como la
construcción de la democracia desde abajo, sino como la
aceptación de determinadas reglas, normatividades, de
determinado sistema político que, sin embargo,
también, él mismo, ha sido en parte punto de la
conquista popular…"(2)
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