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La resolución de problemas como toma de riesgo académico




Enviado por Danilo Donolo



     

     

    Introducción

    Las estrategias
    motivacionales que utiliza la gente para hacer algo o dejar de
    hacerlo, se inscriben en sus privativas preocupaciones más
    serias; y, son las que demandan más tiempos y esfuerzos a
    la investigación actual en una sociedad que
    tiende decididamente a la
    globalización, sin encontrar hasta al momento ideas
    que puedan ofrecer alternativas rivales interesantes de ser
    consideradas. En este contexto de exigencia, la
    realización personal tiene
    mucho que ver con la ocupación que las personas tienen o
    con el trabajo que
    imaginariamente entienden podrán conseguir.

    La motivación
    por lograr esos ciertos niveles –esperanzados, realistas o
    pesimistas– de progreso y de realización
    están asociados, entre otros factores de personalidad,
    con la capacidad de asumir los desafíos que demanden las
    tareas en las que se comprometen y la disponibilidad de
    energías para llevarlas adelante. Circularmente, las
    energías puestas realimentan los motivos que las requieren
    y en esa interacción algunas utopías
    individuales se convierten en realidad.

    Así, una adecuada valoración de la
    situación que permita identificar claramente las
    finalidades y la voluntad de alcanzarlas sin por ello dejar la
    existencia, es lo que define los infinitos matices de equilibrio en
    el realismo del
    valiente y marca la profunda
    o a veces sutil diferencia con el temerario o el cobarde, en casi
    cualquier orden de la vida.

    Algo semejante puede decirse le ocurre a los estudiantes
    universitarios en su quehacer académico. Una buena
    ponderación de la situación de aprendizaje,
    disponibilidad de energías suficientes para llevarlos a
    cabo y la voluntad de hacerlo, son elementos que ayudan al
    éxito
    en esta tarea. Nuestro interés en
    el caso tiene que ver con la identificación y medición de tales características de
    personalidad que permitan ayudar a los aprendices a obtener
    mejores resultados en su carrera.

    Un aspecto particular y muy delimitado que tiene que ver
    con el asunto general que nos ocupa puede identificarse con la
    toma de riesgos en el
    planeamiento y
    ejecución de una tarea, y en nuestro caso particular con
    las actividades académicas. Por eso preguntas como:
    ¿Pueden identificarse y medirse las características
    de toma de riesgo? ¿Serán características
    estables de personalidad que pueden emplearse en situaciones
    variadas? ¿Cuál o cuáles pueden ser los
    indicadores
    operativos de esa cualidad?

    Muchos intentos se han realizado para circunscribir las
    cuestiones a los problemas de definición y medición
    de actitudes,
    aptitudes y habilidades. Como tal, más preocupante es
    aún la cuestión en el campo profesional y
    ocupacional cuando los resultados tienen que ver con la
    realización personal, la
    motivación y las remuneraciones.
    Sin embargo, en la mayoría de los casos los estudios se
    han resuelto en la consideración de entrevistas y
    en el análisis de escalas de actitud, con
    limitada capacidad de aplicación de los resultados a los
    temas más especiales de nuestra
    preocupación.

    Por esa razón, encontrar un instrumento que no
    sólo se ocupe específicamente de la
    cuestión, sino que también reúna las
    condiciones de aplicabilidad y simplicidad en su
    formulación teórica, en su concepción de
    diseño,
    de pertinencia en su contenido, en la forma de aplicación
    y evaluación, son contribuciones muy
    preciadas. En ese sentido está el Instrumento que sobre
    Toma de Riesgo elaboró Margaret Clifford
    (1991)1.

    En el afán de entender las cuestiones referidas a
    la toma de riesgo académico en relación con el
    rendimiento logrado por los alumnos en el transcurso de su
    carrera de grado y de posgrado, se presentan a
    continuación los aspectos principales de un instrumento
    confeccionado a tal fin, que permitirá de alguna manera,
    la indagación de tales aspectos.

    M. Clifford (1991) propone como una forma de
    operacionalizar la toma de riesgo académico, la
    aplicación de un cuestionario
    que exige de los sujetos acciones
    manifiestas de toma de riesgo ante una serie de preguntas afines
    a actividades de aprendizaje. Se pone de manifiesto una
    situación nueva que debe enfrentar el examinado, tomando
    decisiones y resolviendo interrogantes. El menor o mayor riesgo
    está dado por la aceptación de problemas con menor
    o mayor dificultad en la ejecución, y que tienen
    complementariamente menores o mayores puntajes de ganancia final.
    En el intento se evalúa a los sujetos en tres áreas
    diferentes, con el fin de dirimir la cuestión de si la
    toma de riesgo es una característica general o está
    asociada con el
    conocimiento más específico o profundo en una u
    otra rama del saber.

    De este modo, el cuestionario confeccionado por Clifford
    indaga en una serie de problemas relacionados con tres
    áreas de conocimiento
    la capacidad de los alumnos para asumir riesgos
    académicos.

     

    Descripción del
    instrumento

    El instrumento consta de una Hoja de Respuestas y de un
    Cuadernillo con el cuestionario. El Cuestionario está
    integrado por 200 ítems en total: 192 problemas formulados
    a partir de contenidos escolares, referidos a tres áreas
    de conocimientos de matemáticas, de ortografía y de vocabulario y las 8
    cuestiones restantes acerca de los sentimientos que despierta y
    que se manifiestan en los examinados cuando esta actividad de
    resolución de problemas se ejecuta.

    Ocho carillas conforman el cuadernillo de problemas. La
    primera carilla presenta las instrucciones generales referidas a
    cómo se debe completar el cuestionario. Incluye
    también las precisiones que hacen referencia al objetivo
    central del trabajo: toma
    de riesgo académico, con las indicaciones acerca del
    puntaje diferencial que se asigna a cada uno de los problemas
    según su dificultad y el riesgo que se asume al elegirlo.
    Además, se muestran ejemplos de cómo responder y de
    qué manera utilizar la Hoja de Respuesta.

    Las seis carillas siguientes contienen la
    enunciación de los problemas de matemáticas,
    ortografía y vocabulario en series alternadas,
    respondiendo al siguiente diagrama: una
    carilla con la primera serie de 32 problemas de
    matemáticas, otra con los de ortografía y una
    tercera con los de vocabulario. Luego, para la cuarta, quinta y
    sexta carilla se reitera la secuencia con 32 problemas más
    para cada una de las tres áreas.

    La estructura de
    cada carilla de problemas de cada serie sea de
    matemáticas, ortografía o vocabulario es la
    siguiente: hay ocho filas conformadas por cinco recuadros, donde
    los primeros cuatro presentan los problemas que pueden elegirse
    para ser resueltos y en el último recuadro está
    indicada la puntuación a obtenerse en caso de resolver
    correctamente un ítem de esa línea. Si el problema
    se resuelve incorrectamente no se obtiene puntaje.

    Los problemas están ordenados en cada serie por
    dificultad creciente. Los cuatro primeros más
    fáciles tienen un reconocimiento de 1 punto por respuesta
    correcta, luego siguen otros cuatro más complejos con la
    asignación de 2 puntos; continúan los de 3, 4, 5, 6
    y 7 puntos para terminar con una serie de cuatro problemas a los
    que se les asigna 8 puntos por respuesta correcta.

    Las series de problemas de matemática
    presentan operaciones que
    van desde simples adiciones a ecuaciones con
    mayor dificultad de cálculo.
    Las series de ortografía apuntan al reconocimiento de la
    palabra escrita n errores, y las de vocabulario pretenden la
    identificación de una palabra o concepto que
    mantenga el mismo sentido o significado del que se presenta
    subrayado en las afirmaciones iniciales.

    A continuación se muestra como
    ejemplo la segunda fila de la primer serie de problemas de
    matemáticas.

    Como puede observarse, cada uno de los problemas
    responde al modelo de
    opción múltiple con 4 alternativas de respuesta.
    Una como correcta y las demás como distractores. Solo hay
    una respuesta correcta por problema. Si las respuestas ofrecidas
    no satisfacen, el examinado puede elegir la alternativa D que
    significa que ninguna de las respuestas A, B y C es la
    correcta.

    El esquema general se repite también en las
    series de Ortografía y el ejemplo que se propone
    corresponde a la tercera fila de problemas de la segunda
    serie.

    Las alternativas para cada problema se designan con una
    letra y están constituidos por palabras que contienen
    algún error ortográfico. Aquí, la
    opción de respuesta E corresponde a la alternativa
    ‘no hay error‘ por si es eso lo que considera el
    sujeto como respuesta correcta. El puntaje asignado para cada uno
    de los problemas de esta fila es 3.

    La penúltima fila de la segunda serie de
    cuestiones ejemplifica los problemas de vocabulario y el puntaje
    asignado.

    Como puede apreciarse, los recuadros de vocabulario
    muestran una afirmación, acción
    o enunciado inicial en donde una o más palabras
    están subrayadas. Debajo de ella aparecen tres, cuatro o
    cinco vocablos con las posibles respuestas identificadas con
    letras. El sujeto debe escoger aquella opción cuyo
    significado sea más próximo al de las palabras
    subrayadas y conserve el sentido de la afirmación o
    enunciado.

    La última carilla del cuadernillo, referida a los
    sentimientos acerca de la resolución de problemas,
    presenta una breve explicación acerca de cómo debe
    trabajarse en esa instancia. Presenta ocho afirmaciones del
    ítem 193 al 200 ante las cuales el estudiante debe dar una
    respuesta A, B, C o D, que implican un juicio ponderado que
    oscila de 4 a 1 en una escala Likert,
    que va de ‘fuertemente de acuerdo’ a
    ‘fuertemente en desacuerdo’ con cada una de las
    afirmaciones, en cuanto al agrado o desagrado de haber trabajado
    en las cuestiones de resolución de problemas y de la
    manera en que se lo hizo. Se ofrece a continuación como
    ejemplo la afirmación número 197: 197. Me
    gustó elegir los problemas que yo quería
    trabajar

    La Hoja de Respuestas adjunta al cuadernillo, presenta
    un espacio en su parte superior para que los alumnos la completen
    con sus datos de
    filiación. A continuación, en esa carilla se
    muestran tres columnas en donde registrar qué problemas se
    realizaron y qué respuestas se dieron en la primera serie
    de problemas de matemáticas, ortografía y
    vocabulario. El reverso de la hoja muestra un formato similar
    para la segunda serie de cuestiones; y además en su parte
    inferior, en dos columnas los espacios para marcar las respuestas
    de las ocho afirmaciones sobre sentimientos (del ítem 193
    al 200) acerca de la resolución de los
    problemas.

    El siguiente es un extracto de la Hoja de Respuestas del
    Cuestionario.

     

    Tiempo

    El tiempo
    estipulado para la toma del instrumento es libre, sin embargo la
    experiencia muestra que la mayoría de los examinados
    entregó sus respuestas dentro de los 45 minutos. La
    corrección insume algunos minutos más por protocolo, ya que
    es necesario identificar en la Hoja de Respuestas, las preguntas
    que eligió el sujeto, corroborar la corrección de
    la respuesta, multiplicar por el índice factor de riesgo,
    y sumar los puntajes de las dos series de matemáticas, de
    ortografía y de vocabulario, para finalmente reunir los
    resultados en el puntaje final, que se tomará como
    indicador operacional de riesgo.

    Forma de
    responder

    El sujeto debe elegir cinco cuestiones de las 32 que se
    proponen, de cada una de las seis carillas de problemas. En
    total, deben resolverse treinta problemas a elección (diez
    de matemáticas, diez de ortografía y diez de
    vocabulario). El formato que tiene cada cuestión responde
    a preguntas de opción múltiple. La respuesta se da
    marcando en la Hoja de Respuesta, aquella alternativa que
    según el entrevistado, mejor responde a la
    interrogación que se formula. Además, debe
    contestar las 8 cuestiones finales (ítem 193 a
    200).

    Puntuación e
    interpretación

    La puntuación máxima a obtener para las
    series de problemas de cada una de las áreas es de 39
    (ésto se da si el sujeto elige y contesta correctamente
    los cuatro problemas más difíciles y con mejor
    puntuación

    8 puntos y una cuestión más de 7 puntos).
    El puntaje total de máximo riesgo se obtiene si la
    situación se repite para cada una de las 6 series de
    problemas y es de 234 puntos.

    La puntuación mínima a obtener para las
    series de problemas de cada una de las áreas es de 6
    (ésto se da si el sujeto elige y contesta correctamente
    los cuatro problemas más fáciles y con menor
    puntuación

    1 punto y una cuestión más de 2 puntos).
    El puntaje total de mínimo riesgo se obtiene si la
    situación se repite para cada una de las 6 series de
    problemas y es de 36 puntos.

    Si el instrumento muestra su validez, los sujetos que
    puntúan en el extremo superior de la escala son más
    propensos a comportamientos más riesgosos que aquellos que
    puntúan bajo. En tanto que los puntajes en el sector medio
    de la escala, indican la aceptación de riesgos
    académicos controlados.

    Los resultados en la escala de sentimiento varían
    entre 8 y 32 puntos, marcando los puntajes más altos
    sentimientos más favorables a este tipo de trabajo, que
    aquellos más cercanos a 8.

     

    Notas

    * Publicado originalmente en Revista
    Contextos
    http://www.unrc.edu.ar

    1. Se cuenta para el trabajo académico, con la
    expresa autorización de la autora para la
    realización de una versión traducida, modificada y
    adaptada de la versión original y para su
    utilización con fines de enseñanza y de
    investigación.

     

    Referencias

    • Clifford, M. 1991 Risk Taking: Theoretical,
      Empirical, and Educational Considerations, Lawrence Eribaum
      Associates, Inc., Educ. Psychol., 26 (3 & 4)
      :263-297.
    • Clifford, M. 1988 Failure Tolerance and Academic
      Risk-Taking in Ten-to Twelve-Year-Old Students, Br. J. Educ.
      Psychol., 58 :15-27.
    • Clifford, M.; F. Chang Chou; K. Nan Mao; W. Yun
      Lan and S.
      Yu Kuo. 1990 Academic Risk Taking, Development and External
      Constraint, Journal of Experimental Education
      :45-64.
    • Corresponde al Proyecto de
      Investigación: Aprender en la Universidad.
      Calidad del
      desempeño en tareas complejas. Aprobado
      por la Secretaría de Cienca y Técnica (SeCyT) en
      la Universidad Nacional de Río Cuarto y por el Consejo
      Nacional de Investigaciones
      Científicas y Técnicas
      (CONICET).

     

    Danilo Donolo

    María Laura de la
    Barrera

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