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Fundamentos bioecológicos de la jutía conga



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

    1. Revisión
      bibliográfica
    2. Materiales y
      métodos
    3. Resultados y
      discusión.
    4. Conclusiones.
    5. Recomendaciones.
    6. Bibliografía.
    7. Anexos.

    INTRODUCCIÓN.

    En 1492 Cuba era un
    territorio cubierto casi en su totalidad por árboles, pero durante la etapa colonial se
    provocó la destrucción de grandes extensiones de
    bosques. Al instalarse la seudo-república, las
    áreas boscosas representaban el 53% del área del
    país, intensificándose la deforestación en dicho período y en
    1959 solo el 12,6% del territorio estaba cubierto de
    árboles y se tomaron un conjunto de medidas, que
    permitieron la recuperación paulatina de la superficie
    boscosa del país (Ramos, 1999).

    Cuba posee la mayor diversidad de especies en el Caribe
    insular debido a sus características geológicas,
    geomorfológicos y aislamiento geográfico (Del Risco
    y Vandama, 1986). La fauna cubana de
    mamíferos se caracteriza por una baja
    cantidad de especies: 38; 12 de ellas endémicas, para un
    31,6% ( Socarrás et al.,
    2003) .

    Cada 24 horas desaparecen en la Tierra
    entre 150 y 200 especies de plantas y
    animales
    (Núñez, 1997). Alrededor de 37 especies de aves y
    mamíferos se han extinguido en las Antillas desde 1492
    hasta la fecha y en 27 de los casos se trata de especies
    endémicas (IUCN, 1994; IUCN, 1996). El 10% de la fauna
    cubana se encuentra en peligro crítico de extinción
    por causas no naturales, entre ellas 10 especies de
    mamíferos (López et al., 2002).

    Los ecosistemas
    montañosos ocupan la quinta parte del planeta tierra y
    presentan una diversidad notable (McNeely, 1994; Ives y Masserli,
    1996). Se calcula que el 10 % de la humanidad recibe su sustento
    de las montañas; pero

    estas son importantes no solo para sus habitantes, sino
    para las personas y animales que viven en su macizo forestal
    (Barthlott et al., 1996).

    En Cuba se elevan cuatro macizos montañosos,
    entre ellos el de Guaniguanico en Pinar del Río (Borhidi,
    1996). Las montañas representan el 18% del territorio
    nacional y están distribuidas en 46 municipios de ocho
    provincias, viviendo en ellas 700 000 habitantes. En estas
    regiones se encuentra el 37 % de los bosques del país
    (López, 2001).

    Conocer la biodiversidad
    y estudiar las especies del macizo forestal central de la
    cordillera de Guaniguanico aportará útiles
    resultados, tomando en consideración que en la medida que
    se conozca cada una de estas especies, el verdadero lugar que les
    corresponde en la escala evolutiva,
    estado de
    conservación, importancia y su papel en el ecosistema, se
    podrá llevar a cabo un uso sostenible de la biodiversidad
    de estos mogotes y de su macizo forestal.

    Entre los mamíferos de Cuba existen miembros
    significativos como el Almiquí (Soledonom cubanus), el
    Manatí (Trichechus manatus) y las jutías (Ayala,
    1989). En este archipiélago las jutías se
    encuentran bien representadas, pertenecientes al orden Rodentia y
    al grupo de los
    Histricomorfos, se han detectado hasta el momento tres
    géneros y 10 especies según los sistemas de
    clasificación más modernos (Borroto,
    2002).

    Las jutías más abundantes y mejor
    estudiadas son Capromys pilorides, Mysateles prehensilis y
    Mysateles melanurus. Las otras especies son Mysateles
    meridonalis, Mysateles gundlachi, Mysateles garridoi,
    Mesocapromys sanfelipensis, Mesocapromys angelcabrerai,
    Mesocapromys nanas y Mesocapromys auritas (Borroto,
    2002).

    La jutía conga se encuentra en la
    categoría de "especies de alto valor
    económico esperado" (IUCN, 1978); los habitantes de Cuba
    siempre la han utilizado como alimento, su carne es fácil
    de digerir, recomendable para las mujeres para concebir y tener
    una buena gestación (Berovides y Comas, 1993).

    Autores como Von Furstenberg (1978) y Asibey y Child
    (1990), han señalado los beneficios de la fauna para los
    países en desarrollo, en
    tanto FAO-PNUMA (1985); Kile (1987) y NRC (1991), destacan a los
    roedores como una de las fuentes
    alimentarias principales a explotar en estos
    países.

    En el macizo forestal central de la cordillera de
    Guaniguanico, área rica en especies faunísticas, la
    jutía conga ha sufrido una declinación acelerada,
    hasta encontrase en la actualidad en peligro de extinción
    local (extirpación) (Suárez, 2001;
    Hernández, 2003).

    Problema: La jutía conga (Capromys pilorides),
    especie endémica de la fauna cubana, ha sufrido una
    declinación acelerada y se encuentra amenazada de
    extinción local en el macizo forestal central de la
    Cordillera de Guaniguanico.

    Objeto: Aspectos de la bioecología de la
    jutía conga en vida libre (in situ) en el macizo forestal
    central de la Cordillera de Guaniguanico.

    Objetivo
    general: Determinar los principales fundamentos
    bioecológicos que con su instrumentación permitan el incremento y
    conservación in situ de la jutía conga en el macizo
    forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    Objetivos específicos.

    Evaluar el estado
    actual de la población de la jutía conga en el
    macizo forestal central de la cordillera de
    Guaniguanico.

    Determinar los factores ecológicos naturales y
    antrópicos que influyen en la abundancia de la
    jutía conga en el área de estudio.

    Determinar la selectividad y nivel de uso de las
    especies vegetales que alimentan a la jutía
    conga.

    Evaluar la especie en cuanto a sus valores
    ambientales, sociales y económicos.

    Hipótesis: Si se
    realiza un estudio de los principales aspectos de la
    bioecología de la jutía conga, entre los cuales se
    incluyan: alimentación, enfermedades,
    parásitos y depredadores, y se determinen factores como
    los antrópicos directos (
    caza) e indirectos ( deforestación) en el macizo forestal central de la cordillera
    de Guaniguanico, entonces será posible esclarecer las
    causas de la extirpación de la especie e instrumentar
    medidas de manejo en vida libre, que propicien atenuar y
    posteriormente eliminar su amenaza de extinción en el
    área de estudio.

    Novedades científicas.

    Por primera vez se utiliza el método de
    valoración de atributos para evaluar el impacto ambiental
    que produciría el manejo de la jutía conga en
    Cuba.

    En la zona se realiza por primera vez un estudio extenso
    sobre aspectos del manejo in situ de esta especie, que incluye
    entre otros: alimentación, enfermedades, parásitos
    y depredadores.

    Se demuestra por primera vez, mediante el estudio de las
    variables
    elegidas y el análisis estadístico de los
    resultados, que la actividad del hombre (de
    manera indirecta y directa) en su relación con estos
    ecosistemas, constituye la causa principal de la
    extirpación de la jutía conga en esta
    área.

    Constituye el primer estudio a escala regional, sobre
    aspectos de la bioecología de la jutía conga, que
    incluye la determinación de los factores naturales y
    antrópicos que influyen sobre la disminución de su
    densidad
    poblacional.

    Aporte teórico.

    Se presenta un análisis de aspectos de la
    bioecología de la jutía conga, que constituyen
    herramientas
    teóricas esenciales para su manejo en Cuba.

    Constituye una herramienta de valor predictivo para
    otras áreas con condiciones similares, donde no exista
    información sobre sus poblaciones de
    jutías.

    Aporte Práctico.

    La conjugación de métodos
    procedentes del ámbito de diferentes ciencias,
    tales como encuestas
    etnobiológicas (Ciencias
    Sociales), análisis económicos (Ciencias
    Económicas), estudios biológicos (Ciencias
    Biológicas) y manejo y protección de la fauna
    (Ciencias Forestales).

    La evaluación
    de la factibilidad del
    manejo sostenible (ecológica y económicamente) de
    un recurso faunístico, realizado en la presente tesis,
    permitirá a la dirección del país ejecutar, cuando
    sea necesario, la explotación de una especie
    autóctona, que podrá convertirse en una nueva
    fuente de divisas.

    La fundamentación de la propuesta de áreas
    para la protección de la especie, facilitará a los
    órganos competentes la oficialización de estas
    áreas con el objetivo de destinarlas a la
    conservación de la jutía conga en el macizo
    forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    CAPITULO 1:
    REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

    1.1. Importancia de las especies de
    jutías.

    Los histricognatos forman un grupo de roedores que, por
    su gran talla, constituyen una fuente de alimento potencial en
    los lugares donde habitan naturalmente (Kile, 1987; NRC, 1991).
    Una de las 16 familias de este suborden, la de los
    caprómidos, está confinada a las Antillas y la
    forman numerosas especies conocidas como jutías o
    hutías (Varona, 1974).

    Los roedores son el cuarto grupo de mamíferos que
    se estableció en Cuba (Silva, 1992) y se han descrito
    hasta la fecha 10 especies de jutías, la mayoría en
    los cayos adyacentes y con pequeñas poblaciones en peligro
    de extinción (Berovides y Comas, 1991). Solo dos especies
    de jutías, la conga y la carabalí son relativamente
    abundantes en todo el país y por lo tanto potencialmente
    explotadas como recurso natural (Berovides y Comas 1993;
    Berovides y Comas, 1997b y Guerra,
    1999).

    Ya en el siglo XIX, Lora y Chávez (1895),
    mencionó que la utilización de la jutía
    conga como recurso natural, se remonta a la época de los
    aborígenes, en tanto Cañizares (2003),
    abordó este tema con un análisis más
    profundo y actualizado, incluyendo su uso actual y perspectivas
    de explotación de este recurso natural en Cuba.

    1.2. La jutía conga (Capromys pilorides
    Say).

    La más estudiada de las jutías cubanas
    (Varona, 1974) ha sido descrita en gran cantidad de trabajos
    científicos. Autores como Smith y Berovides (1984a); Smith
    y Berovides (1984b); Berovides (1987) y Berovides y Comas
    (1997b), determinaron que el peso de la canal o carcasa
    representa entre el 42 y 50% del peso corporal, un rendimiento
    solo comparable con las mejores razas de ganado bovino. Su carne
    es rica en proteínas,
    con un bajo contenido de grasas,
    característica común a la de todos los animales
    salvajes. En tanto Berovides y Comas (1993), plantean que la
    carne de este caprómido, puede competir desde el punto de
    vista nutricional, con cualquiera de las que se usan
    tradicionalmente; aunque Suárez (2001) planteó
    acertadamente que su sabor y olor natural pudieran restarle valor
    de mercado.

    1.2.1. Características
    morfoanatómicas.

    1.2.1.1. Morfología.

    Las características morfológicas de la
    jutía conga han sido documentadas en varios trabajos
    científicos. Berovides y Smith (1982) y Berovides y Comas
    (1997a), encontraron que la conga es la jutía cubana que
    más varía en coloración, peso y
    tamaño; el diseño
    básico de cada pelo es el patrón agutí y la
    coloración general puede ser parda, rojiza, negra, blanca
    y amarilla; resultados similares a los del presente
    estudio.

    En tanto Abreu y Manójina (1989) observaron que
    la jutía conga de la península de Guanacahabibes
    presenta pelaje rústico, de color blanco en
    las mejillas, borde de las orejas, dedos, garganta y cuello. La
    cola cubierta de pelos cortos, es utilizada como órgano de
    balanceo y representa un tercio del largo total del cuerpo; por
    su parte De la Fuente et al. (1992), determinaron que el pelaje
    agutí predomina en las jutías de la Sierra del
    Chorrillo; coincidiendo con Berovides y Comas (1997a);
    también en el área de estudio este es el
    diseño más común (Figura 1.1)
    (Suárez, 2001; Hernández, 2003). Estos resultados
    sugieren que el pelaje agutí predomina en las
    jutías de las rocas.

    Las extremidades son vigorosas, terminadas en cinco
    dedos; cuatro de ellos con garras fuertes y un pulgar
    rudimentario con una uña (Desmarest, 1822; citado por
    Abreu y Manójina, 1989).

    El cráneo que es alargado y aplomado, cambia de
    estructura
    según la edad, siendo la forma de la fosa prenasal una de
    las características diferenciales entre las subespecies de
    Cuba (Abreu y Manójina, 1989) y se puede añadir un
    nuevo criterio: Hernández et al. (1987) plantearon que la
    coloración de la cola es la característica que
    diferencia a las subespecies de la Isla de la Juventud.

    Los pesos corporales oscilan entre 2,6 y 4,5 Kg., siendo
    algo mayores en los machos, al igual que el largo del cuerpo y de
    las extremidades, no ocurriendo así con el índice
    de robustez, que es mayor en las hembras (Manójina y
    Abreu, 1985; Berovides y Comas, 1993; Berovides y Amador,
    1999).

    1.2.1.2. Aparato
    reproductor.

    Los aspectos de la reproducción se hallan entre los temas
    más estudiados, habiendo sido abordados por Angulo (1945),
    Angulo y Álvarez (1948), Smith y Berovides (1984a),
    Manójina (1986), Manójina y Abreu (1987),
    Manójina y Gonzáles (1987), Berovides et al. (1989)
    y Gutiérrez et al. (1999).

    El tracto genital de las hembras se destaca por el largo
    y cónico clítoris, que la hace parecer como macho
    ante el observador inexperto, la longitud y la posición
    parcialmente abdominal de la vagina, la porción anterior
    de los ovarios; así como los caracteres de la superficie e
    inserción. También destaca la posición
    lateral de los dos pares de mamas, situados en los altos de los
    costados de la madre y no en la región central. El primer
    par un poco hacia atrás y en línea recta con las
    axilas, y el segundo más o menos en la mitad de la
    distancia entre las extremidades posteriores (Angulo y
    Álvarez, 1948).

    Smith y Berovides (1984a), midieron los testículos
    y el pene de tres individuos adultos y seis crías,
    concluyendo que las medidas reproductivas están
    correlacionadas con la longitud del cuerpo, no ocurriendo
    así con el descenso testicular. Estos autores resolvieron
    acertadamente un aspecto muy controvertido: la
    determinación de la adultez en esta especie, estudiando el
    descenso testicular de los machos, el aumento de la masa corporal
    en ambos sexos y la apertura de la vagina en la hembra. Este
    trabajo fue
    sustentado tanto por observaciones de morfología, como por
    datos
    anatómicos internos.

    1.2.2. Ecología.

    Los estudios referentes a la ecología de esta
    especie tienen gran significación, para el diseño
    de una metodología de su manejo, que propicie al
    mismo tiempo su
    conservación.

    Un detallado estudio ecológico de la especie fue
    realizado por Manójina (1986) quien obtuvo resultados
    importantes, entre ellos que la jutía es un animal con un
    ciclo de actividad polifásico, se amansa con facilidad, es
    menos propenso a las enfermedades que el conejo, posee un ciclo
    estral de 28 días, la gestación dura 17-18 semanas
    y el parto dura
    tres horas como máximo.

    1.2.2.1. Distribución y abundancia.

    Este ha sido uno de los temas más estudiados,
    debido al interés
    que despierta la jutía conga, el mamífero terrestre
    de mayor tamaño de la fauna autóctona de
    Cuba.

    La jutía conga, por ser el menos especializado de
    los caprómidos, puede encontrarse en casi todas las
    regiones de Cuba, viviendo en hábitats tan
    disímiles como manglares, pinares, cuabales,
    ciénagas y matorral xeromórfo (Berovides y Comas,
    1990; Comas y Berovides, 1990). Su abundancia en términos
    de densidad (individuos/ha) es muy variable (Berovides y Comas,
    1997b). Las mayores densidades (90 individuos/ ha) se registran
    en manglares (Berovides y Comas, 1991) y las menores (menos de 10
    individuos/ha) en las áreas de bosques (Berovides y Comas,
    1990; Berovides y Comas, 1997b, Suárez, 2001). Más
    recientemente Hernández (2003) determinó una
    densidad media de 2,3 individuos/ha en bosques semideciduos y 5,7
    individuos/ha en mogotes del valle de San
    Andrés.

    Es muy importante determinar las causas de la
    reducción de las poblaciones de jutías. Al respecto
    la mayoría de los autores coinciden en atribuirla a la
    actividad antrópica. Oliver (1977), planteó que a
    esta reducción poblacional han contribuido varios
    factores, entre los cuales pueden citarse: la acción
    antrópica, cambios drásticos en el ecosistema
    natural en el que habitan, depredación y
    competición con animales introducidos. Berovides y Comas
    (1993), reafirmaron estos criterios y precisaron que las
    densidades medias de 2 a 4 jutías/ ha en los hábitats boscosos, parecen ser
    las normales bajo las condiciones de actividad humana en forma de
    caza furtiva o presencia de otras especies de
    caprómidos.

    1.2.2.2. Alimentación y requerimientos de
    agua.

    Estos aspectos han sido evaluados por diferentes
    autores, entre ellos Manójina et al. (1989); Comas et al.
    (1989a); Comas et al. (1989b); Hernández (2003) y Rosa
    (2004) quienes demostraron el amplio espectro de especies
    vegetales que consumen las jutías, así como la no
    selectividad de sus partes, aunque en ocasiones prefieren corteza
    u hojas, en dependencia del hábitat
    y de la densidad poblacional. Estos resultados sugieren que en
    lugares de alta densidad las jutías son menos selectivas,
    ocurriendo lo inverso en sitios de una densidad baja, como es el
    caso del macizo forestal central de la cordillera de
    Guaniguanico.

    La jutía conga es un fitófago universal.
    En Guanacahabibes, Manójina et al. (1989); determinaron
    que de 51 especies vegetales solo rechazaron 12 y consumieron
    productos de
    origen animal; más recientemente, en esta misma
    área Linares (2005) en un estudio acerca de la
    utilización de las diferentes especies de plantas por la
    jutía, identificó un total de 40 especies, las
    cuales son incluidas en su dieta. De ellas 34 son árboles
    (85%) y 6 son arbustos (15%). Las diferencias en cantidad de las
    especies utilizadas se debe probablemente a que el estudio de
    Manójina et al. (1989) se realizó con jutías
    en cautiverio y el de Linares (2005) en vida libre. Por su parte
    Hernández (2003) determinó, en el área del
    valle de San Andrés que las jutías no
    consumían productos de origen animal, esto pudiera estar
    relacionado con las diferencias en la disponibilidad de materiales
    alimenticios en distintas áreas.

    Los requerimientos de agua son bajos para todas las
    jutías. En Guanacahabibes Manójina et al. (1989)
    demostraron que pueden vivir sin agua durante meses, aunque en
    condiciones normales el consumo
    promedio diario es de 118 ml, oscilando entre 20 y 455
    ml.

    En general se satisfacen de este líquido con
    materiales alimenticios suculentos y lamiendo el rocío de
    las hojas y el que se deposita en las oquedades de las rocas, ya
    que la estructura de los riñones les permite la
    máxima reabsorción de agua a partir de la
    filtración glomecular (Sánchez et al., 1992).
    Johnson et al. (1975), expresaron que los riñones de la
    jutía conga presentan grandes asas de Henlen,
    típico de los riñones capaces de realizar una
    abundante reabsorción del agua contenida en la
    orina.

    Depredadores y parásitos.

    La depredación es un factor importante que incide
    sobre la decadencia de las poblaciones de jutías, pero
    para muchos es aun más importante la depredación
    directa por el hombre, ya
    que la carne de las jutías es nutritiva y sabrosa y estas
    han sido consistentemente cazadas por el hombre y perros desde los
    tiempos precolombinos. Se supone que la cacería excesiva
    dio como resultado la exterminación de varias especies de
    jutías, cuyos fósiles son muy conocidos, por haber
    sido hallados en los residuarios aborígenes, que marcan el
    lugar donde se asentaron las comunidades primitivas (Varona,
    1974).

    Entre las especies animales, el principal depredador de
    jutías es el perro jíbaro, que en las Bahamas, es
    señalado por Clough (1972) como depredador natural y uno
    de los factores que contribuyó a la desaparición de
    una especie de Geocapromys desde los tiempos precolombinos. En el
    área de estudio este mamífero ataca tanto en
    manadas o en solitario a las jutías, llegando a eliminar
    en una sola noche a decenas, aunque utilice solo unas pocas para
    alimentarse (Pimentel, 1987).

    Coy y Lorenzo (1982), realizaron un estudio sobre
    parásitos de los vertebrados cubanos, en el cual
    identificaron nueve especies de helmintos que parasitan a la
    jutía conga, dos a la jutía carabalí y una
    en Capromys sanfelipensis; este tema debe ser profundizado, para
    determinar la posible existencia de parásitos
    específicos de la jutía conga.

    1.2.2.4. Dinámica de la
    reproducción.

    Este tema ha sido profundamente estudiado por diversos
    autores. Smith y Berovides (1984a) plantean que en Capromys
    pilorides, la pareja en edad reproductiva realiza la
    cópula en horas de la tarde, la gestación dura 142
    días, las hembras presentan antes del parto las mamas
    inflamadas, las crías al nacer son de mayor tamaño
    que en Mysateles prehensilis y con las orejas y patas más
    grandes, las crías por lo general, a los dos meses
    aún maman y no toman alimentos; la
    reproducción tiene lugar en cualquier época del
    año, siendo mayor en el mes de junio. Los picos de
    gestaciones ocurren en la estación de seca y los picos de
    partos en mayo y julio, relacionando acertadamente, que esto
    depende de la disponibilidad de alimentos (Manójina y
    Abreu, 1987).

    En la jutía conga, un macho puede tener varias
    hembras y los más jóvenes que no han formado sus
    familias, así como los sub-adultos desplazados del grupo
    al llegar a su madurez sexual, tienden a desplazarse solos, por
    las características de los grupos familiares
    que son muy filopáticos, hasta encontrar hembras
    jóvenes con las cuales formar un nuevo grupo familiar.
    Esto también puede ocurrir con los viejos reproductores
    que son desplazados por otros machos más fuertes
    (Hernández, 1985, Berovides, 1998), igual a como ocurre en
    otras especies parecidas, como Myocastor coypus (Dagault y
    Suboreau, 1990).

    Las crías recién nacidas tienen los ojos y
    el pabellón de las orejas abiertas, son capaces de una
    locomoción normal al cabo de una hora de nacidas y son
    expulsadas del grupo familiar al producirse un nuevo parto (Smith
    y Berovides, 1984a; Frías et al., 1987). Otras variables
    reproductivas de la especie, tanto en vida libre como en
    cautiverio, como la duración de la gestación,
    número de camadas por año, crías por parto y
    edad al destete fueron estudiadas por Bucher (1937) y Taylor
    (1970).

    Manójina y Abreu (1987) describieron un parto de
    Capromys pilorides: dos crías nacieron con un intervalo de
    20 minutos, de posición cefálica; la madre se
    comió la placenta y lamió a los recién
    nacidos.

    Resultados relevantes fueron obtenidos por
    Gutiérrez et al. (1999), al estudiar la dinámica
    reproductiva de dos poblaciones de jutía conga (Jardines
    de la Reina y Najasa) durante un año (de noviembre de 1991
    hasta octubre de 1992), investigaron los cambios trimestrales de
    los índices reproductivos y compararon dicha
    dinámica entre estas poblaciones con diferentes
    hábitats: una de bosque y otra de manglar; en ambas
    analizaron 118 machos y 334 hembras. A los machos se le
    midió el largo corporal y el largo del testículo,
    para determinar el índice reproductivo (IRM), según
    la formula:

    IRM= (largo del
    testículo / largo del cuerpo) x
    100.

    A las hembras se les tomó el estado reproductivo
    por observación de los cuernos uterinos y las
    mamas, definiendo los estados reproductivos: hembras
    vacías, hembras lactantes y lactantes-gestantes. Al
    analizar estadísticamente los resultados (frecuencia,
    valores medios y
    coeficiente de variación), los compararon entre trimestres
    y entre poblaciones, concluyeron que los índices
    reproductivos son siempre más altos en las estaciones de
    mayor disponibilidad de alimentos y los hábitats
    más ricos en estos recursos; otros
    estudios sobre el tema fueron desarrollados por Manójina y
    Abreu (1987) y Dagault y Suboreau (1990).

    1.2.3. Las excretas de Capromys.

    Las excretas de las jutías, son variadas en forma
    y tamaño, aunque siempre mantienen una coloración
    determinada, en un individuo en
    particular y sobre todo en la especie, siempre y cuando no se
    varíe el alimento de forma brusca (Berovides y Comas,
    1997b; Berovides, 1998 y Hernández, 2003).

    El colorido de las excretas es bastante uniforme. En la
    jutía conga son características, pues son mayores
    que las del resto de las jutías y además presentan
    una fisura media muy marcada, que le dan el aspecto de un
    dátil. Su tamaño varía mucho de acuerdo con
    el tamaño, el sexo y la edad
    del animal.

    Las excretas de consistencia dura, son expulsadas en
    forma de píldoras, se secan rápidamente a la
    intemperie y se solidifican. Se ha podido observar que la
    jutía puede producir un número bastante elevado
    (hasta 30) en una sola evacuación (Berovides y Comas,
    1990).

    Es importante señalar que las excretas son usadas
    para determinar de forma indirecta la abundancia de las
    jutías, un método muy empleado en otras especies de
    mamíferos (McClanahan, 1986). Específicamente para
    la jutía conga, Comas et al. (1989d) desarrollaron este
    método de forma bastante confiable. Por otra parte Garrido
    (1971), cuestiona la importancia de las excretas en los estudios
    taxonómicos de las diferentes especies de
    jutías.

    1.3. Manejo in situ de la jutía
    conga.

    En su concepción moderna, la conservación
    de un recurso natural biótico implica tanto su
    protección como su explotación racional (IUCN,
    1978), basados ambos aspectos en el
    conocimiento de la ecología de las especies. (Heywood
    y Watson, 1995; Prexot-Allen y Prexot-Allen, 1996). Los estudios
    de manejo de recursos y condiciones en vida libre (in situ),
    sientan las bases para decidir el uso sostenible de la especie,
    en aspectos tales como: en qué época extraer los
    animales, cantidad a extraer y factores claves del hábitat
    que no deben alterarse durante las extracciones (Prexot-Allen y
    Prexot-Allen, 1996; Cawghley y Grunn, 1996).

    El manejo in situ de la fauna silvestre se realiza a
    través de medidas biotécnicas, que constituyen un
    aspecto de una disciplina
    conocida como biocinegética, que trata de resolver de
    forma científica la protección y el aumento
    cualitativo y cuantitativo de la fauna silvestre (McNeely,
    1994).

    Como medida biotécnica se conocen los trabajos
    que se realizan en áreas faunísticas para aumentar
    su población, mejorando las condiciones de vida,
    alimentación y reproducción de las diferentes
    especies (Rodríguez de la Fuente, 1985),
    clasificándose en:

    Medidas dirigidas al aumento cuantitativo de las
    reservas faunísticas:

    Dirigidas al aumento del volumen de las
    poblaciones.

    Dirigidas a la extensión del hábitat de la
    fauna, mediante introducciones en otras áreas.

    Medidas dirigidas al aumento cualitativo de la productividad de
    la fauna:

    Mejoramiento de las condiciones de refugio y
    anidación.

    Mejoramiento de la alimentación.

    Mejoramiento de las condiciones sanitarias.

    Cambio de la estructura de edad para aumentar la
    reproducción.

    Métodos zootécnicos modernos
    (incubación artificial de huevos, dietas
    científicamente mezcladas, etc).

    Por ejemplo, durante la tala de los bosques empeoran las
    condiciones de refugio y anidamiento; después cuando en el
    lugar de la tala crecen hierbas, arbustos y retoños
    (regeneración natural), mejoran las condiciones para la
    construcción de refugios y nidales,
    aparecen fuentes de alimentación para la fauna local; pero
    cuando a la tala sigue una plantación estas condiciones
    desaparecen y desaparece la fauna. También durante las
    talas se eliminan, por no tener valor comercial, los
    árboles huecos, los cuales en áreas de baja
    rocosidad, son utilizados por la jutía conga (Pimentel,
    1987).

    En parques nacionales de EE. UU. se recomienda dejar
    seis árboles huecos por 10 ha de bosques habitados por
    ardillas. También se dejan árboles como cortinas
    alrededor de la tala para la protección de algunas
    especies faunísticas y durante las plantaciones en bosques
    ricos en fauna se mezclan especies y si esto no es posible, los
    bosques productores deben tener lugares declarados refugios de
    fauna (Kuznetsov, 1984).

    Los trabajos de Guerrero (2001) también destacan
    estos aspectos cuando apuntan hacia dos grandes metas de la
    conservación:

    Investigar los impactos humanos sobre la diversidad
    biológica.

    Desarrollar enfoques prácticos para prevenir la
    extinción de especies.

    1.3.1. Mejoramiento y aumento de la base
    alimentaria.

    El número de muchas especies faunísticas
    depende, en primer lugar, de la existencia y la posibilidad de
    obtener el alimento. La escasez de
    fuentes alimenticias puede traer consigo migraciones y producir
    la no-adaptación al nuevo lugar de vida y su posterior
    desaparición (Martínez, 1996). Por su parte
    Hernández (1987), plantea que algunas medidas
    silviculturales pueden contribuir al aumento de la base
    alimentaria del bosque, pero cuando esto no sucede (en la
    mayoría de los casos), se recomienda la mejora de los
    recursos alimentarios mediante la realización de la
    plantación de especies vegetales, mejoramiento de las
    condiciones de crecimiento y desarrollo de estas,
    alimentación adicional en períodos de escasez,
    mejoramiento del acceso a los alimentos, adición de
    minerales y
    vitaminas y el
    mejoramiento de los aguaderos. Iguales recomendaciones
    realizó Muul (1993).

    Estas medidas no se realizan todo el año, sino en
    situaciones que cambien la composición del bosque o
    extremas, como sequías e inundaciones prolongadas e
    incendios
    forestales extensos (Lusigi, 1992); por ejemplo Pimentel
    (1987) aplicó medidas de mejoramiento de la base
    alimentaria en bosques de pinares (Cajálbana)
    después de un incendio en 1985, logrando la
    recuperación de la población de jutías del
    área.

    La aplicación de estas medidas en especies con
    características parecidas (conejos salvajes y capibaras),
    se describen en trabajos de Taran (1982); Tome (1984);
    Rodríguez de la Fuente (1985) y Lusigi (1992).

    1.4. Análisis del impacto
    ambiental.

    El análisis del impacto ambiental de trabajos de
    investigación científica, proyectos y otros
    de esa índole, se pueden realizar siguiendo la
    metodología de Harrison (1993), descrita por Canter
    (1998). Durante el desarrollo de muchos proyectos se pueden
    causar impactos no deseables en los ecosistemas, ejemplos son la
    degradación del hábitat por prácticas de
    pastoreo excesivo, drenajes de las zonas húmedas para el
    desarrollo de la agricultura o
    la industria,
    pérdida de hábitat por prácticas de
    deforestación, pérdida de hábitat
    crítico de las especies en peligro de extinción o
    amenazadas, como consecuencia de la tala de árboles
    (Canter, 1998).

    Las presiones ejercidas por los seres humanos sobre el
    medio ambiente
    pueden traer consigo cambios en este, tanto cuantitativos como
    cualitativos. Para determinar la intensidad de estos cambios se
    pueden utilizar instrumentos de investigación
    social, como encuestas a particulares o instituciones,
    que de una forma u otra estén relacionadas con el
    área antropizada (Riera, 1992).

    Análisis económico.

    En la actualidad, ningún proyecto de
    manejo de una especie puede pasar por alto el análisis de
    su factibilidad económica. Sí se trata de explotar
    animales con objetivos de
    conservación y utilización, es estrictamente
    necesario que el proyecto sea viable, desde el punto de vista de
    los gastos que
    ocasiona y de los ingresos que
    pudiese aportar, tanto al criador como a la economía de la
    región o país.

    Valores de los recursos
    naturales.

    Según David y Kerry (1992) y Heywood y Watson
    (1995) los recursos naturales tienen los siguientes valores
    fundamentales:

    Valor de subsistencia: El recurso se obtiene por el
    usuario. Generalmente este valor no entra en los análisis
    económicos.

    Valor económico: El recurso se intercambia o se
    vende, por lo que tiene un valor monetario; esto permite a su vez
    su análisis económico.

    Valor recreativo: El recurso solo se disfruta como
    placer estético, pero no se consume. No tiene valor
    monetario establecido, pero puede calcularse.

    Valor ecológico: El recurso brinda solo servicios
    ecológicos al hombre, que en el caso de la fauna puede ser
    polinización, dispersión de semillas, control de
    plagas, etc. No tiene tampoco valor monetario establecido,
    pero puede calcularse.

    Valor económico: La economía es la
    asignación humana de recursos escasos a fines
    alternativos, el análisis económico enseña
    que las funciones de
    producción y las funciones de corte, son
    como el positivo y el negativo de una fotografía
    (Michel, 1991). A una conclusión similar arribaron
    Martínez y Schlupman (1992).

    Construcción del mercado artificial (para
    recursos con valores monetarios no establecidos): Se
    efectúa de la siguiente manera: el papel de la demanda lo
    juega un entrevistador. El de la oferta, las
    personas que puedan disfrutar del bien o sufrir del mal ambiente y
    finalmente el papel del mecanismo que interacciona la oferta y la
    demanda, lo desempeña el cuestionario
    que el entrevistador presenta a los usuarios del activo ambiental
    (Romero, 1994).

    Métodos de valoración
    monetaria.

    Preferencia hipotética: Los consumidores expresan
    directamente sus valoraciones del medio ambiente, pero no en
    situaciones reales, sino hipotéticas, en los que pueden
    pagar por un aspecto del medio ambiente en particular (o recibir
    compensación por la pérdida del mismo) y luego se
    le pregunta cuanto considera que vale, con la utilización
    de los métodos de Valoración
    contingente (cuanto usted podría pagar por una mejora
    del medio ambiente dado, o por no sufrir su pérdida) y de
    Preferencia expresa (aquí el cuestionario describe varias
    situaciones alternativas posibles y cada una de las cuales tiene
    una combinación de atributos diferentes) (Romero,
    1994).

    Según David y Kerry (1992) el valor
    económico de los bienes
    ambientales se puede determinar por la siguiente
    ecuación:

    Valor económico total= valor de uso actual+valor
    de opción+valor de existencia.

    Valor de uso actual es igual al valor de mercado que en
    la actualidad tiene el bien ambiental.

    Valor de opción es igual al valor de legado o sea
    lo que se está dispuesto a pagar para que los hijos y
    nietos disfruten un bien ambiental.

    Valor de existencia es el valor que se le da a un bien
    ambiental o ser no humano, aunque no la usemos o ni siquiera
    estemos seguros de verlos
    por nosotros mismos.

    Otro método empleado es el de Costo de
    Reposición, el cual consiste en determinar lo que cuesta
    reponer los recursos dañados o las especies extintas o en
    extinción (Tribe, 2000).

    1.6. Política
    gubernamental sobre la protección de los recursos
    naturales.

    Los recursos naturales que enriquecen el país son
    fuente de riquezas materiales y espirituales para el pueblo, por
    esto el Gobierno
    Revolucionario le presta una esmerada atención a la protección de la flora
    y la fauna, esto lo demuestra la ley forestal
    puesta en vigor a mediados de 1998 (Ramos, 1999).

    En 1994 el Comandante en jefe Fidel Castro
    expresó:

    "En Cuba país socialista, el medio ambiente y los
    recursos naturales son patrimonio
    común de la sociedad y
    constituyen por tanto interés fundamental de la nación
    en su conjunto, de ahí que la atención a los
    problemas
    ambientales se realice de forma integral por toda la
    sociedad. La Constitución de la Republica, promulgada en
    1976, incluye expresamente en su articulado la obligatoriedad de
    la protección del medio y de los recursos naturales del
    país, tanto por el estado como por cada ciudadano. En 1981
    la Asamblea Nacional del Poder Popular,
    máximo órgano legislativo del país,
    aprobó la ley de protección del medio ambiente y el
    uso racional de los recursos naturales" (Castro,
    1994).

    Como continuación de los trabajos desarrollados
    en el país con vista a la creación de un sistema de
    normas para la
    protección del medio ambiente, en 1990 se aprobó el
    sistema nacional de protección (Castro, 1992).

    La Ley Forestal de Cuba expresa en su capitulo 1
    "Disposiciones generales", inciso D: ….uno de los objetivos de
    la presente ley es conservar los recursos de la diversidad
    biológica, asociados a los ecosistemas
    forestales".

    Esta misma ley continua expresando en su capítulo
    7, artículo 51: la conservación y la
    protección de los bosques es un conjunto de actividades
    dirigidas a garantizar la vigilancia, control y
    desarrollo
    sostenible del patrimonio forestal, obligación de toda
    la sociedad, en las que participan el Ministerio de Agricultura;
    el Ministerio de Ciencia,
    Tecnología
    y Medio Ambiente y el Ministerio del Interior, de acuerdo con las
    facultades, que a estos fines le confiere la presente ley y la
    legislación vigente (MINAGRI, 1998).

    CAPÍTULO 2:
    MATERIALES Y MÉTODOS

    2.1. Caracterización del área de
    estudio.

    2.1. 1. Ubicación geográfica y límites
    del área de estudio.

    Según la actual división
    político-administrativa del país, 65% del
    área de estudio (32 567 ha) está ubicada en el
    municipio de La Palma y 35% en el de Los Palacios, en la
    provincia de Pinar del Río (Figura 2.1).

    Esta área pertenece a la región occidental
    y está ubicada en un área de contacto donde inciden
    varias subregiones geográficas que son: Sierra de los
    Órganos, Alturas de Pizarras, Poljas, Valles
    cársicos, Hoyos, Sierra del Rosario, Sierra de Guacamaya,
    Pan de Guajaibón y Sierra de Cajálbana, siendo ello
    la razón de su extraordinaria variedad faunística,
    florística y paisajística (Núñez,
    1982). Cartográficamente el área está
    ubicada entre las coordenadas planas rectangulares 313, 150
    – 335,150 mt y 326,000 – 268,400 mt, de las hojas
    cartográficas a escala 1:25 000, emitidas por el Instituto
    Cubano de Geodesia y Cartografía (ICGC, 1982).

    Para establecer los límites del área de
    estudio se realizó un análisis integral, donde se
    valoraron numerosos factores, entre ellos:

    Circunscribir dentro del área de estudio todas
    las áreas pertenecientes al macizo forestal central de la
    cordillera de Guaniguanico.

    Circunscribir dentro de los lίmites del
    αrea todas las áreas
    boscosas

    que por su población de esta especie
    faunística fueran importantes.

    Excluir las áreas donde en reiterados inventarios, en
    diferentes épocas del año y en diferentes
    años, la densidad fuera nula.

    Excluir las áreas excesivamente
    antropizadas.

    Determinar los límites del área mediante
    acotación natural, que sirva de barreras naturales a la
    especie estudiada.

    Garantizar el cumplimiento de los objetivos principales
    trazados en la investigación.

    Acorde a este análisis, se establecieron los
    límites que a continuación se describen:

    Norte: Carretera Viñales a La Palma, a
    continuación los límites urbanos al sur de La
    Palma, tomando por la carretera a Bahía Honda hasta el
    entronque de Magueyes, continúa en el camino a las
    Maniguas hasta el entronque de Cajálbana, sigue por el
    curso del arroyo Marbajitas hasta su desembocadura en el
    río Las Cadenas y a continuación el camino a San
    Marcos, hasta la reserva del mismo nombre.

    Este: Límites de La Reserva de San Marcos,
    tomando por el camino Sagua – San Marcos, hasta el
    entronque (lugar donde comienza el cuabal de la ladera sur de la
    meseta de Cajálbana), continuando por la carretera a Mil
    Cumbres, a partir de esta localidad el camino hasta el puente del
    río San Diego, que se encuentra a la entrada al poblado
    del mismo nombre.

    Sur: Carretera San Diego – La Güira, hasta
    encontrar el camino a la granja Capitán Tomás,
    tomando por este camino hasta María Luisa, continuando por
    el arroyo La Bija, que intercepta la carretera la Güira
    – Los Pinos y la carretera San Andrés –
    Entronque de Herradura, hasta La Legua, a continuación por
    el camino de Hoyo de la Sierra hasta Ramón
    Gordo, llegando a los altos de Pinar Llano.

    Oeste: Límite del parte aguas, desde las alturas
    del Yayal hasta Canalete.

    Se debe aclarar que estos límites son
    aproximados, ya que el área estudiada incluye solamente el
    macizo forestal.

    2.1. 2. Características
    físico-geográficas.

    Las características
    físico-geográficas del macizo forestal central de
    la cordillera de Guaniguanico se destacan por su complejidad,
    causada por los procesos que
    han actuado durante su formación (Núñez,
    1982; Rivera, 1998).

    Geología.

    Geológicamente, el macizo forestal central de la
    Cordillera de Guaniguanico está ubicado dentro de la zona
    tectónica facial de Guaniguanico, coincidiendo en ella
    tres grandes complejos de unidades conocidas por: Sierra de los
    Órganos, Sierra del Rosario y Sierra de Guacamaya, que a
    su vez, según Valdés (2003), están
    constituidas por las unidades: Sierra La Güira; Alturas de
    Pizarras del Sur; Alturas de Pizarras del Norte; Loma Colorada;
    Bermejales; El Caimito y Cajálbana.

    Relieve.

    El área presenta una topografía compleja y diversificada, donde
    se combinan áreas más o menos elevadas, que
    responden a distintas etapas del desarrollo del relieve, donde
    los procesos morfológicos han actuado de manera combinada
    o aislada (Área Protegida Mil Cumbres, 2000).

    De acuerdo al valor hipsométrico, se distinguen
    cuatro tipos de relieve: llanuras (valle de Sagua, valle de
    Canalete) depresiones (Abra de Caiguanabo, El Caimito y El
    Naranjal); alturas (Pizarras del Sur, La Catalina, Melindres y
    San Diego) y montañas (Pan de Guajaibón y Sierra de
    La Güira), lo que le confiere al área una muy variada
    topografía (Gutiérrez y Rivero, 1995; Novo,
    1996).

    Clima.

    La caracterización climática está
    basada en los valores
    medios obtenidos de las Estaciones Meteorológicas de La
    Palma y Bahía Honda y la estación
    Hidrológica Amistad, tomadas
    en el período 1988-1999 (tabla 2.1 en anexos).

    A manera de resumen se puede expresar que el área
    de estudio tiene un clima
    cálido y húmedo, con dos estaciones bien definidas:
    una cálida y lluviosa y otra fresca y poco lluviosa, con
    valores promedio superiores al resto de la provincia de Pinar del
    Río (Samek y Travieso, 1968).

    Hidrografía.

    Desde el punto de visita hidrográfico, el
    área es de extraordinaria importancia, ya que está
    ubicada en las cuencas hidrológicas del río San
    Diego en la región sur; en la región central se
    halla la cuenca del Caimito y Tortuga y al norte la cuenca del
    río San Marcos, cada una de ellas cuenta con sus propias
    sub-cuencas, formadas por ríos y arroyos como afluentes
    (Rivera, 1998).

    Como consecuencia de las altas precipitaciones que
    ocurren en el área y el predominio de rocas arcillosas y
    arcillo–arenosas, que ocupan el 70% de su territorio, se ha
    favorecido la existencia de un alto escurrimiento superficial,
    que da lugar a numerosos ríos, cañadas y arroyos.
    El escurrimiento superficial es interrumpido por la presencia de
    áreas calcáreas, que dan lugar a las cuencas
    endorreicas; estas posibilitan la efluación de las aguas
    (penetración a través de sumideros y grietas), tal
    como ocurre en el Pan de Guajaibón, la Hoyada de la
    Catalina y la Sierra de la Güira (Ares, 1999).

    La red hidrográfica es
    abundante, compuesta principalmente por los ríos San
    Marcos, Tortuga y San Diego, que abarcan aproximadamente el 70%
    del territorio, existiendo solamente serios problemas con
    el abasto de agua en los grandes macizos calizos del Pan de
    Guajaibón, la Sierra de la Güira, El Abra y La Hoyada
    de la Catalina (Área Protegida Mil Cumbres,
    1998).

    2.2. Características de las formaciones
    vegetales del área de estudio.

    La vegetación del área está
    condicionada por distintos factores naturales, como el clima, los
    suelos y el
    relieve entre otros, que determinan su carácter. Lamentablemente, desde finales
    del pasado siglo esta área fue sometida a una
    devastación bastante fuerte, con el propósito de
    acondicionar tierras para el desarrollo agrícola y
    ganadero, esta explotación irracional de los bosques solo
    se vio frenada en las zonas montañosas de más
    difícil acceso (Valdés, 2003).

    En este acápite se dan las características
    más generales por tipo de formación vegetal,
    clasificados según Capote y Berazaín
    (1984):

    2.2.1. Pinares.

    En el área de estudio se distinguen:

    Pinares sobre serpentinas: En este tipo de pinar
    está ausente el pino hembra (Pinus tropicalis), su estrato
    arbóreo está exclusivamente formado por pino macho
    (Pinus caribaea). Esta formación que solo se desarrolla
    sobre suelos ferríticos, está presente en la ladera
    sur de la Meseta de Cajálbana, con diferentes tipos de
    asociaciones; debe su origen a las condiciones del relieve y
    profundidad de los suelos, apareciendo un pinar más denso
    y desarrollado en las áreas bajas de suaves pendientes. Es
    un tipo de pinar florísticamente rico y complejo, con
    numerosos endemismos (Valdés, 2003).

    Pinares sobre esquistos (Pizarras): Este tipo es el
    más distribuido en el área, desarrollándose
    sobre suelos de origen esquistosos. Presentan una capa
    arbórea, formada por pino macho (Pinus caribaea) y pino
    hembra (Pinus tropicalis) especie endémica que ocupa los
    terrenos más áridos. En ocasiones encontramos
    asociado al encino (Quercus oleoides, var. sagraeana)
    único roble verdadero que existe en Cuba (Sablón,
    1982); esta asociación esta localizada en el camino que
    conduce del Burén al Caimito (Ares, 1999).

    En su estrato arbustivo, se destaca la presencia de una
    especie endémica: La Guayabita del Pinar (Psidium
    salutare), además están presentes la Malagueta
    (Xylopra aromática), vaca buey (Curatella americana),
    Peralejo (Byrsonima crassifolia), Cordobán (Pachyahtus
    polretii). El estrato herbáceo es bien denso, sobre todo
    cuando la densidad del pinar es baja, abundando gramíneas
    del género
    Andropogon, así como distintas lianas y bejucos
    (Valdés, 2003).

    2.2.2. Material xeromorfo espinoso sobre serpentina
    (cuabal).

    Los cuabales son formaciones xerofíticas que
    alcanzan una altura máxima de 8-10m. Se desarrollan por lo
    general sobre un suelo de roca
    ultrabásica que es normalmente muy esquelético y
    con poca capacidad para retener el agua, lo
    que explica las características xerofíticas de la
    vegetación, aunque las precipitaciones sean semejantes a
    las que reciben los bosques vecinos (Sablón,
    1982).

    En los cuabales predominan las especies espinosas o con
    hojas espino dentadas, que aparecen en una proporción
    mayor que en los montes secos costeros con los que tienen
    relaciones tanto fisonómicas como florísticas. Su
    rasgo fisonómico más importante, es la abundancia
    de palmas pequeñas de los géneros Coccothrinax y
    Copernicia, de los cuales el primero, especialmente
    después de la destrucción de la vegetación
    originaria, puede llegar a ser predominante (Roig,
    1988).

    En el área de estudio se encuentran representados
    en la ladera del sur de la meseta de Cajálbana, siendo una
    formación de escaso valor maderable, pero de gran
    interés científico por su elevado endemismo. En
    esta formación se pueden encontrar el Guano Espinoso
    (Copernica glabrescens), Guano Prieto (Acaelorraphe wrightii),
    Guao (Comocladia dentata), Guasimilla (Procleia crucis), Aguedita
    (Pricramnia pentandra) y Agracejo (Gossypiospermun enophorus).
    Los arroyos en esta formación presentan en sus orillas una
    vegetación dominada por el Tibisí (Arthrostylidium
    capillofolium) (Sablón, 1982).

    2.2.3. Bosque semideciduo.

    Este tipo de vegetación ha sido la más
    alterada en el territorio, dando lugar en muchos lugares a una
    vegetación secundaria, donde prácticamente
    están ausentes las especies de valor maderable
    (Álvarez y Varona, 1988). No obstante, aún existen
    áreas de este tipo de vegetación, algunas de ellas
    bien conservadas, como en Sierra de Guacamaya, Sierra de La
    Güira, Pan de Guajaibón y la reserva de San Marcos
    (Pimentel, 1987).

    El bosque semideciduo presenta un estrato arbóreo
    de 15 a 20 m de altura, donde se destaca la presencia de especies
    como el Cedro (Cedrela odorata), Dagame (Calycophyllum
    candidissimun), Baría (Cordia gerascanthus), Jocuma
    (Mastichodendrum foetidissimun), Ateje (Cordia collococca),
    Ayúa (Zanthoxylum martinicensis) entre otras. En su
    estrato arbustivo abunda la Yaya (Oxandra lanceolata),
    Yaití (Gymnanthes lucida), Guairaje (Eugenia maleolens),
    Guara (Cupania americana), Sigua (Nectandra coriacea), Siguaraya
    (Trichilia havanensis), Cabo de hacha (Trichilia hirta) y otras
    (Álvarez y Varona, 1988).

    Esta formación vegetal presenta un bajo
    porcentaje de endemismos, no obstante por su rica
    composición florística, tiene diversos valores
    entre ellos maderable, melífero y estético
    (Álvarez y Varona, 1988; Kani y Tuvic, 1997).

    2.2.4. Vegetación de mogotes.

    Los mogotes de la Sierra de los Órganos presentan
    una vegetación mucho más rica que los restantes.
    Estos mogotes, constituyen un complejo de formaciones vegetales,
    que tienen sus características propias en dependencia del
    suelo donde se desarrollan, diferenciándose en la base de
    los mogotes con suelo fértiles y húmedos (hoyos),
    una vegetación de bosques semideciduos ricos en especies,
    mientras que en los paredones predomina una vegetación muy
    xerófila, abierta, de árboles y arbustos, con
    escasas plantas herbáceas. En las cumbres, la
    vegetación es arbustiva y densa con árboles
    emergentes (Rivera, 1998).

    Por su difícil acceso, esta vegetación ha
    sido poco alterada y es rica en especies endémicas, entre
    las que se destacan: la Palma de la Sierra (Gaussia princeps),
    Roble Caimán (Ekmanianthes actinophylla), Cuaba de Sierra
    (Ceratopyxis verbenacea), el Protocán (Sparthelia
    brihonii) y otras exclusivas de la Sierra de los Órganos.
    También aparecen otros endemismos de Cuba occidental, como
    el Ceibón (Bombacopsis cubensis) (Capote, 1983; Rivera,
    1998).

    Bosque siempreverde (encinar).

    El encinar es otra formación vegetal que, aunque
    en pequeña escala, está presente en el área
    de estudio. Esta formación se desarrolla sobre suelos
    ácidos,
    en Ceja del Río, Gavilán, Canalete, Guacamaya y el
    Caimito, considerados estos últimos como los encinares
    más orientales de Cuba (Área Protegida Mil Cumbres,
    1998).

    Esta formación boscosa posee una capa
    arbórea constituida por Quercus oleoides, var. sagraeana,
    que a veces se encuentra asociada con Almacigo (Bursera
    simaruba), Pino Hembra (Pinus tropicales), Macurije (Matayba
    oppositifolia), Peralejo (Byrsonima crassifolia), Granadillo
    (Brya ebenus), entre otros (El Caimito); pero en otros lugares
    (Ceja del Río, Gavilán, Guacamaya y Canalete) se
    encuentran puros, presentando un rico estrato herbáceo,
    formado por Hierba de Guinea (Panicum maximun), Pangola
    (Digitaria decumbens), Sacasebo (Paspalum notatum), Grama
    (Cynodon dactylon), Pajón Macho (Sorgastrum stipoides)
    entre otras, que son utilizadas para el silvopastoreo
    (Valdés, 2003).

    Esta formación se encuentra excesivamente
    antropizada, pues el hombre la ha utilizado para la cría
    porcina, aprovechando la producción de bellotas de Encino,
    ricas en grasas y muy nutritivas (Sablón,
    1982).

    2.3. Metodología para los
    inventarios.

    2.3.1. Abundancia de jutía
    conga.

    El diseño de muestreo se
    elaboró para relacionar la abundancia de jutías
    (densidad, dada como individuos/ha) con variables de la
    vegetación, el substrato y la actividad humana.

    El tamaño elegido de las parcelas fue de 20×20 m
    o sea de 400 m², siguiendo a Noon (1981), quien las
    recomienda para evaluar la vegetación en relación
    con la fauna. La distancia media entre parcelas fue de 500
    m.

    La selección
    de las parcelas se realizó mediante el método
    aleatorio estratificado (Davis, 1973; Freund, 1977), de la
    siguiente forma: Se tomó como población el macizo
    forestal central de la cordillera de Guaniguanico, las
    subpoblaciones (estratos) fueron los tipos de formaciones
    vegetales presentes; estos se dividieron en lotes, estos en
    rodales y los rodales en parcelas de 400m²,
    enumerándose estas últimas e inventariando las
    elegidas mediante una tabla de números aleatorios (Freund,
    1977).

    Para estimar la densidad de jutías se
    utilizó el método de inventario de
    grupos fecales o excretas frescas utilizado por Comas et al.
    (1989d), utilizado también por Hernández (2003),
    siempre en áreas con baja densidad de jutías por
    ha, este método se estima en forma indirecta
    como:

    D=½ E

    Donde: D= densidad en jutías/ha y E= No. de
    grupos fecales frescas/ha.

    Este método también fue utilizado por
    Batisse (1986), Amend y Amend (1992), Burkalt (1993) y Wells y
    Brandon (1993).

    Para el inventario por grupos fecales, las parcelas eran
    recorridas por cuatro a ocho observadores en dependencia de las
    condiciones del terreno, siempre entre las 0530 y las 0730 hr o
    las 0600 y 0800 hr, según el horario normal o de verano.
    El hallazgo de las deyecciones frescas no presentó
    problemas ya que su coloración, consistencia y humedad son
    diferentes a las depositadas con 12-14 horas de
    antelación; esto permitió no contar varias veces el
    mismo grupo fecal.

    Para determinar el tamaño óptimo de la
    muestra de la
    población y para cada estrato se tuvieron en cuenta los
    siguientes criterios:

    Tamaño del estrato con respecto a la
    población total.

    Variabilidad dentro de cada estrato.

    Criterios económicos, fundamentalmente costos de
    muestreos.

    Para este tipo de muestreo similares planteamientos
    realizaron Lerch (1977), Irwin et al. (1992); Sánchez y
    Torres (1991) y Hair et al. (1999).

    Para estimar el tamaño de las muestras
    (número de muestras a tomar en la población y en
    cada subpoblación o estrato) en el muestreo aleatorio
    estratificado, se utilizó el método enunciado por
    Gonzáles (1986), utilizado también por Irwin et al.
    (1992).

    Para comenzar se realizó el muestreo preliminar,
    tomando 200 muestras simples (parcelas de 400m²=0,04 ha) al
    azar en toda la población (macizo forestal central de la
    cordillera de Guaniguanico), es decir 40 muestras por estrato
    (nh), se determinaron las densidades de jutías y se
    calcularon las medias, las varianzas y los errores
    estándares de esta variable por estrato. Estos resultados
    juntos con el tamaño de cada estrato (expresados en
    número de sitios de 0.04 has) servirán para obtener
    el número necesario de muestras en toda la
    población, según la siguiente formula
    (Gonzáles, 1986):

    Donde:

    Np— Número de muestras en la
    población.

    Nh— Tamaño de la población
    (Número de sitios de 0,04 has).

    nh— Número de muestras preliminares por
    cada estrato.

    S²h— Varianzas de la densidad de
    jutías por cada estrato.

    E– Error prefijado (0,1).

    Tabla 2.2. Resultados del análisis del muestreo
    preliminar (n=200).

    Estrato

    Nh

    nh

    S

    XM

    183050

    40

    1,3

    0,7

    0,04

    Cb

    37525

    40

    1,6

    0,6

    0,05

    Scf

    206425

    40

    1,1

    0,5

    0,02

    Pn

    363300

    40

    1,2

    0,5

    0,02

    Enc

    23875

    40

    0,9

    0,4

    0,05

    Total

    814175

    200

       

    Simbología: Nh-Tamaño del estrato =
    Número de sitios de 0,04 has); nh-Tamaño del
    muestreo preliminar; – Media de la densidad de jutías; S- Varianza;
    – Error
    estándar de la media; XM- Vegetación de mogotes;
    Cb- Cuabal); Scf- Semideciduo; Pn- Pinares; Enc-
    Encinares.

    .

    Después de calculada el número de muestras
    en la población (Np) se utilizó la afijación
    proporcional para determinar el número de muestras por
    estratos (Ne), mediante la formula:

    Donde:

    Ne—Número de muestras por estrato
    (formación vegetal).

    Nh— Tamaño del estrato (número de
    sitios de 0,04 has).

    N— Tamaño de la población
    (número de sitios de 0,04 has).

    Np— Número de muestras en la
    población.

    Nh/N—Tamaño relativo del
    estrato.

    Tabla 2.3. Número de muestras por
    población y estratos.

    Estrato (Formación vegetal)

    Superficie

    (Has)

    Tamaño relativo

    Número de muestras

    Pn

    14 532 ha

    0,45

    1631

    Scf

    8 257 ha

    0,25

    906

    XM

    7 322 ha

    0,22

    797

    Cb

    1501 ha

    0,05

    181

    Enc

    955 ha

    0,03

    109

    Total

    32 567 ha

    1,00

    3624

    Simbología: Como en la tabla 2.2.

    El tamaño de la muestra por estrato
    (número parcelas), es representativo, ya que el
    hábitat es homogéneo y existe poca varianza de la
    densidad de jutías dentro de cada uno de los estratos
    (Noon, 1981; Hernández, 2003).

    2.3.2. Determinación de los factores o
    variables del hábitat.

    Para la determinación de los factores o variables
    del hábitat con posible influencia en la densidad de las
    jutías en el área estudiada, se tomaron los
    factores que se consideran limitantes para una especie, entre
    ellos las condiciones (temperatura,
    humedad relativa, PH del suelo y
    del agua, salinidad, estructura del suelo, substratos y
    contaminantes); los recursos (radiación
    como recurso, agua, alimentos, oxígeno
    como recurso, las plantas como alimentos y el espacio como
    recurso), entre otros factores
    bióticos y abióticos (Berovides, 1985; Caro,
    1998; Prokopenko, 1992). A partir de la delimitación de
    estos factores se analizó su comportamiento
    desde el año 1983 hasta el 2003 mediante la
    revisión de los datos de archivo de la
    Estación Hidrológica Amistad (1980-2000), la EFI La
    Palma (1980-2000), Estación Metereológica La Palma
    (1980-2000) y del Área Protegida Mil Cumbres (1980-2000) y
    se eligieron los que habían sufrido cambios que
    coincidían en tiempo y espacio con la disminución
    de la densidad de la especie, iguales criterios utilizaron en
    trabajos similares Barnes (1992) y Fredriksson (1995).

    También se consideraron aquellos factores que al
    cambiar naturalmente o con la actividad del hombre (como los
    refugios y la cobertura vegetal), en otras áreas (Venezuela) y
    otra especie (Capibara, Hidrochoerus hidrochaeris), determinaron
    reducciones de la población de esta especie
    (Rodríguez de la Fuente, 1985).

    Otros factores analizados por Comas et al. (1989d) en la
    jutía conga, se comprobaron en la práctica varias
    veces, eliminando aquellos que no ejercían influencia
    sobre la densidad. Por ejemplo tras 183 inventarios repetidos en
    55 parcelas diferentes y la observación en tres criaderos,
    se comprobó que la presencia de agua no determinaba la
    densidad de esta especie. Otros de los factores despreciados
    fueron la fauna acompañante, los depredadores (por su
    pequeño numero en esta área) y la
    contaminación ambiental.

    El número de árboles y arbustos para
    calcular sus densidades, se determinó por conteo directo.
    La cobertura vegetal se midió según el
    método de Emlen (1967), utilizado también por
    Bookhout (1994); la rocosidad se midió según Comas
    et al. (1989d): marcando 10 líneas perpendiculares a los
    límites de las parcelas y por cada dos pasos se anotaba si
    el sustrato estaba formado por suelo (-) o roca (+), la rocosidad
    se estimó entonces como porcentaje de valores positivos
    sobre el total. Las plantas alimenticias se determinaron por
    conteo físico.

    El grado de antropización (AH) se
    determinó de la siguiente forma:

    Criterios Puntos

    Presencia de hombres todos los
    días————————— 5

    Presencia de hombres el 76-100 % de los
    días————— 4

    Presencia de hombres el 50-75 % de los
    días——————3

    Presencia de hombres el 25-49 % de los
    días—————– 2

    Presencia de hombres menos del 25 % de los
    días———–1

    La presencia de hombres se refiere a trabajos
    agrícolas, pecuarios, construcciones, viales, obras de la
    defensa y otros.

    La caza furtiva o de subsistencia (CS), se separó
    del resto de las actividades del hombre, debido a que se pudo
    determinar que cuando se eliminan las actividades del hombre
    antes señaladas, la caza no determina una reducción
    considerable de la especie (Suárez, 2001;
    Hernández, 2003).

    La actividad de CS se valoró de la siguiente
    forma:

    Criterios Puntos

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el
    81-100% de los días-5

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el
    61-80% de los días—4

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el
    41-60% de los días—3

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el
    21-40% de los días—2

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 0-
    20% de los días—1

    Estas técnicas
    de puntaje de actividades humanas han sido utilizadas en varias
    especies de vertebrados (Hicts y Elder, 1979; Levenson y Kaplin,
    1984) y resumidas por Liu et al. (1999).

    2.4. Análisis
    estadístico.

    Se analizaron 15 localidades que corresponden a los
    tipos de bosques estudiados: Nido de los Perros, Guacamaya y El
    Orquideario (vegetación de mogote); Reserva de San Marcos,
    El Majagual y Pata del Pan (semideciduo); El Burèn I, El
    Burèn II y Los Pécaris (encinar); Marcos Guerra y
    El Coto I y El Coto II (pinares) y El Americano, Torre de TV y La
    Subida (cuabal). Las densidades obtenidas en este estudio y las
    del perίodo 1983-1985, extraídas de los inventarios
    contenidos en los archivos del
    área protegida Mil Cumbres y que fueron estimadas
    utilizando la misma metodología de inventarios, a la misma
    hora del día, en las mismas áreas, con la misma
    cantidad de parcelas de la misma medida (400 m²) y
    realizando en cada parcela igual número de inventarios en
    ambos perίodos, se compararon por una prueba U de
    Mann-Witney y se calculó la tasa de decline (µ) para
    cada localidad, según la fórmula de Cawghley y
    Grunn (1996):

    µ= ℓn
    Nt-ℓnNo/t.

    Donde: Nt =Población en 1997-2000; No
    =Población en 1883-1985; t= Tiempo transcurrido; ℓn
    =Logaritmo neperiano.

    Se realizaron un total de 57 244 inventarios y
    observaciones, después se procedió al
    análisis estadístico de los resultados de los
    inventarios utilizando diversas pruebas
    (Siegel (1974) y Sokal y Rolhf (1981). Las densidades y las
    variables del hábitat se procesaron para el cálculo de
    sus estadísticos básicos (media, mediana, moda,
    desviación stándard).

    Los valores medios de la densidad de jutías
    fueron comparadas entre formaciones vegetales por pruebas de
    Studen-Newman-Keus (SNK) de comparación de
    medias.

    El grado de asociación entre las variables del
    hábitat y la densidad de jutías se comprobó
    mediante un análisis de componentes principales cuyo
    propósito fundamental según Hair et al. (1999) es
    identificar las variables subyacentes, o factores que explican el
    modelo de
    correlaciones dentro de un grupo de variables
    observadas.

    Las comunalidades constituyen el primer aspecto del
    análisis, representando las proporciones de las varianzas
    con las que contribuye cada variable. Este análisis
    permite eliminar (o no) las variables que no aportan al
    análisis en función
    del valor de extracción ( >
    0,5). Las formaciones vegetales fueron clasificadas por un
    análisis de conglomerados de Cluster y se relacionaron las
    variables del hábitat con la densidad de jutías
    (variable dependiente), mediante una matriz de
    correlación no paramétrica de Kendalls.

    Se relacionaron las variables estudiadas con la densidad
    poblacional de la especie, dando sus valores promedios y
    desviaciones estándar por formación vegetal y
    trabajando los puntajes de actividad del hombre (AH) y caza de
    subsistencia (CS) como tratamientos y se contrastaron los valores
    medios de densidad de jutías dentro de estos puntajes
    (entre hábitats) y el efecto lineal cuantificado del
    aumento de un puntaje sobre la densidad de
    jutías.

    El procesamiento estadístico se realizó
    mediante los programas
    Microsoft
    Excel 2003 y SPSS. 10 (Statistical Package for Social
    Science).

    Partes: 1, 2, 3, 4, 5

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