- 1. Siglos xvi a xix:
colonialismo, esclavismo y servidumbre
disfrazada - 2. 1850-1945: el
surgimiento de un mercado internacional de mano de
obra - 3. 1945-1973: el auge
de posguerra hacia los países del
centro
- II. Situación
actual: globalización económica y
diversificación de los flujos
migratorios - III. Balance y
valoración crítica
En varias ocasiones hemos tenido que afrontar el reto de
intentar delinear a grandes rasgos las etapas de los flujos
migratorios internacionales2. En ninguna de tales
ocasiones nuestro objetivo ha
sido la reconstrucción histórica minuciosa del
proceso, sino
el intento de comprender los flujos producidos (o, al menos, de
los conocidos) en sus contextos sociales. Así mismo, para
establecer el contexto de las actuales migraciones
internacionales nos hemos remontado hasta el siglo XVI, momento
en que se iniciaron dos procesos
históricos de enorme transcendencia: la paulatina constitución de una economía-mundo
capitalista y el surgimiento de los estados-nación.
La mundialización creciente de la economía
creó las condiciones para un nuevo tipo de procesos
migratorios, que alcanzaron dimensiones hasta entonces
desconocidas. Por otra parte, la construcción social de un nuevo sistema
político, que comenzó a organizar las identidades
en función
de un concepto de
ciudadanía ligado al de nacionalidad,
creó a su vez el concepto moderno de
extranjero3.
Para la exposición
de lo que se denominan migraciones internacionales
modernas agrupamos en un primer apartado los diversos flujos
producidos desde el siglo XVI hasta mediados de los años
70 del siglo XX para, a continuación, detenernos en la
situación actual, que registra el impacto de la
globalización económica, traduciéndolo
en un incremento de los flujos y, sobre todo, en la gran
diversificación de los mismos. Para concluir, realizamos
un breve balance del período presente y una
valoración crítica
sobre la significación de uno de los flujos que más
atención concita, las migraciones
económicas Sur-Norte, por ser el que más afecta a
los países desarrollados.
I. ETAPAS PREVIAS DE LOS
FLUJOS MIGRATORIOS INTERNACIONALES
1. Siglos XVI a XIX:
colonialismo, esclavismo y
servidumbre disfrazada
La "era de los descubrimientos" supuso el inicio de una
importante expansión política, militar y
mercantil de las potencias europeas hacia América, Asia y
África. La colonización estuvo acompañada,
cuando no basada, en desplazamientos masivos de personas. Podemos
distinguir al menos tres grandes modalidades: a) Población europea desplazada hacia el resto
de continentes Soldados, comerciantes, marinos,
clérigos, administradores políticos y mano de obra
en general, cuya importancia fue mucho menos cuantitativa que
cualitativa, debido a los cambios económicos y culturales
que introdujeron en las sociedades de
destino. Los contingentes más importantes partieron de las
islas británicas, la península ibérica, los
Países Bajos y Francia, es
decir, de las sociedades que ostentaban el poder
político y el control de las
rutas de navegación internacionales. Los destinos
principales fueron las colonias de América, Oceanía y
África. Estos flujos establecieron rutas y redes sociales que sirvieron
de base para nuevas corrientes migratorias, a partir de la era
industrial y el inicio del proceso descolonizador.
b) Tráfico de esclavos desde África
hacia las nuevas colonias Fundamentalmente para ser empleados
en minas y grandes plantaciones que, a través del comercio
internacional, fortalecieron el poder económico y
político de Reino Unido y Francia.
La esclavitud
tiene larga existencia en la historia de la humanidad
pero bajo el capitalismo
cambió su función: los imperios emergentes
construyeron, utilizándola, un mercado
mundial dominado por el capital. La
"trata de negros" se estableció como parte del
intercambio mercantil internacional: los barcos salían
cargados de mercancías desde puertos europeos, en
África las cambiaban por esclavos, y en América
intercambiaban la carga humana por dinero, con
el que compraban productos de
las plantaciones que llevaban para vender en Europa. En
1770 había unos 2,5 millones de esclavos en las
Américas, que producían un tercio del valor del
comercio europeo. Hasta la prohibición formal del
tráfico, alrededor de 1850, fueron transportados entre
10 y 15 millones de esclavos4.
c) Trabajadores "aprendices" bajo contratos de
cuasi servidumbre A caballo entre este período y el
siguiente se desarrolló una nueva modalidad, producto de
la prohibición del tráfico de esclavos. Las
necesidades de mano de obra para la expansión
capitalista en América, basadas en la utilización
extensiva de trabajadores en plantaciones y minas, fueron
satisfechas mediante el sistema de contratación masiva
de trabajadores, reclutados a veces por la fuerza o el
engaño, obligados a trabajar en condiciones muy severas.
La fuente principal de mano de obra se trasladó desde
África a Asia; las zonas de origen más destacadas
fueron India,
China y
Japón. El flujo comenzó alrededor
de 1820, con el empleo de
trabajadores de la India en las posesiones británicas de
Mauricio y Reunión; se extendió posteriormente
hacia las plantaciones del Caribe (Guayana, Trinidad, Jamaica y
otras islas). Los trabajadores de origen chino (llamados
coolies) se incorporaron alrededor de 1840, con destino
a Estados Unidos,
Australia y las colonias europeas del sudeste asiático;
el flujo desde Japón fue más tardío y su
volumen menor,
comenzó en 1868 hacia USA y a finales de siglo con
destino a Perú y Brasil.
2. 1850-1945: El surgimiento
de un mercado internacional de mano de obra
El nuevo período se caracteriza por la puesta en
marcha de un "libre mercado" de mano de obra, basado en el
desplazamiento relativamente voluntario de trabajadores libres.
Esta nueva modalidad se desarrolló en un nuevo contexto
económico y político. El mundo occidental,
hegemonizado por el imperio británico, comenzó un
proceso de industrialización y urbanización que
dislocaron las formaciones sociales europeas, basadas hasta
entonces en la producción agrícola y el artesanado,
"liberando" mano de obra de origen campesino. Las
nuevas migraciones internacionales de trabajadores constituyeron
un elemento clave en la constitución del mercado
capitalista mundial.
La emigración de trabajadores europeos fue la
característica más destacada de este
período: "La emigración europea a ultramar de 1800
a 1940 es la que presenta cifras más importantes entre
todos los movimientos migratorios conocidos"5. Entre
1846 y 1932 el total de europeos emigrados se estima en 50,5
millones. Los principales flujos se dirigieron hacia
América, pero también hacia colonias africanas y
asiáticas (destaca el caso francés en el
Magreb6 y el sudeste asiático) y en el propio
continente europeo (a Inglaterra
llegaron irlandeses y judíos
rusos; a Alemania:
polacos, ucranianos, italianos, belgas y daneses, que en 1907
sumaban 950.000 trabajadores; a Francia arribaron desde Italia,
Bélgica, Alemania y Suiza, donde constituyeron alrededor
del 10-15% de la clase
trabajadora, en 1911sumaban 1,2 millones).
3. 1945-1973: El auge de
posguerra hacia los países del centro
Tras la Segunda Guerra
Mundial se inicia un nuevo período histórico
caracterizado, en el ámbito político, por la
hegemonía de los Estados Unidos en el mundo occidental, la
aparición del "bloque socialista" hegemonizado por la
URSS, la aceleración de los procesos de
descolonización y liberación nacional en el "tercer
mundo". El modelo de
crecimiento en los países capitalistas, habitualmente
denominado "modelo fordista", se caracterizó por la
organización del proceso de trabajo basado
en cadenas de montaje que originó un importante aumento de
productividad;
el desarrollo de
una norma de consumo
obrero, que garantizaba una demanda
solvente para la producción en masa, basada en la
estabilidad en el empleo, el sistema de crédito
y las prestaciones
por desempleo; la
creciente importancia de la regulación estatal, mediando
entre las exigencias de la producción capitalista y el
consumo de masas; y la incorporación de las ex-colonias al
mercado de inversiones y
de trabajo internacional.
La característica general de este período
es el predominio de las motivaciones económicas por
parte de los migrantes, empleadores y gobiernos. La importancia
de estos flujos para las economías de los países de
destino fue crucial para su expansión, aportando una
flexibilización de los mercados
laborales que ayudó a moderar la inflación, y
posibilitó el ascenso laboral de los
trabajadores autóctonos que abandonaron los peores puestos
de trabajo. Los países que más crecieron durante el
período fueron los que más inmigrantes recibieron
(Francia, República Federal Alemana, Suiza o Australia),
sus índices de incremento del producto interior fueron
mucho más notables que los que recibieron flujos menores
como Estados Unidos y el Reino Unido.
El auge económico de posguerra en los
países centrales estuvo sostenido, en buena parte, por la
aportación laboral de inmigrantes extranjeros. En este
período las migraciones internacionales se caracterizan
por un cambio de
dirección: los desplazamientos de personas
siguen a la concentración del capital en los países
del Centro del sistema mundial, parten desde los países
dependientes hacia Europa, USA y, en menor medida, el Cono Sur
latinoamericano y Australia. Se suelen distinguir tres
modalidades principales que describimos a
continuación7.
a) Trabajadores de la Europa periférica
hasta los países Europeos centrales Ésta fue,
en general, una emigración promovida por los
países receptores: además del reclutamiento por organismos estatales o
paraestatales se establecieron acuerdos bilaterales y
multilaterales entre gobiernos. Reino Unido, Bélgica,
Francia, Suiza, Holanda, Luxemburgo, Suecia y la
República Federal Alemana utilizaron este sistema que
experimentó una gran expansión: se trataba, en
principio, del reclutamiento temporal de trabajadores
extranjeros de los países
periféricos8. En una primera fase se dio
preferencia a los trabajadores de países "blancos"
aunque posteriormente se recurrió a inmigrantes turcos y
magrebíes. Durante este período salieron hacia
otros países europeos dos millones de italianos y de
españoles, más de un millón de turcos,
millón y medio de yugoslavos, medio millón de
griegos y de irlandeses y más de 400.000 finlandeses.
Hacia el final del período los flujos disminuyeron,
debido a una cierta confluencia de niveles de vida entre los
países europeos. Aun así, encontramos que a
comienzos de 1994 seis de los diez principales grupos de
residentes extranjeros en el conjunto de la UE proceden de
otros países de la Unión: Italia, Portugal,
Irlanda, España,
Reino Unido y Grecia9.
b) Migración de trabajadores ex-coloniales
hacia las ex-metrópolis El acceso a la independencia nacional no supuso una ruptura
entre las ex-colonias y las antiguas metrópolis, por el
contrario, las economías y los vínculos de todo
tipo entre ambas partes mantuvieron una imbricación
notable. De esta forma, las antiguas colonias se transformaron
en reservas "naturales" de mano de obra para los países
centrales. Este tipo de migración tuvo particular
importancia en el Reino Unido (donde llegaron alrededor de 1,5
millones desde países de la Commonwealth situados en el
Caribe, África y el subcontinente indio10),
Francia (que recibió algo más de un millón
de inmigrantes procedentes de Argelia, Marruecos, Túnez,
y un número menor de Guadalupe, Martinica e Islas
Reunión) y Holanda (entre 1945-72 llegaron 300.000
inmigrantes desde Indonesia).
c) Migraciones permanentes hacia América del
Norte y Australia La inmigración hacia USA tardó en
recuperarse del frenazo experimentado en 1920, de manera que en
1970 el porcentaje de población nacida en el extranjero
había disminuido en relación a aquel año.
No obstante, los flujos migratorios volvieron a ser intensos
después de la segunda guerra
mundial, primero desde Europa. y después desde
Asía y América
Latina. Así, como consecuencia directa de la
guerra
mundial, entre 1946 y 1951 se registraron 900.000
emigrantes británicos, cuyos destinos principales fueron
Australia, Canadá, Sudáfrica y
Rodhesia11. Por otra parte, los procesos de
"modernización dependiente" generaron una
desestructuración de las formas productivas
tradicionales y un incremento de los vínculos
económicos y de comunicación entre los países
periféricos y las metrópolis. Un
caso paradigmático de migración Sur-Norte en este
período es el de los braceros mejicanos en la agricultura
californiana12, que se ha mantenido hasta la fecha
combinando flujos legales e irregulares.
En 1965 se eliminó en Estados Unidos el sistema
de cuotas basado en el origen nacional, que daba prioridad de
entrada a los noreuropeos, y se produjo un gran crecimiento de
trabajadores asiáticos13 y latinoamericanos,
más por la actividad de los empleadores que por la del
gobierno, pues
éste oscilaba entre las políticas
de fomento de la inmigración y las medidas de
detención y expulsión.
Canadá fomentó la inmigración
durante la posguerra, privilegiando a los europeos entre los que
destacaron británicos, alemanes, daneses pero
también italianos. En 1966 las restricciones basadas en
criterios raciales fueron levantadas y reemplazadas por otras
referidas a la calificación de los inmigrantes; esto
permitió la llegada de jamaicanos, filipinos e
hindúes, además de portugueses, griegos e
italianos.
Australia promovió la inmigración masiva
("poblar o perecer" era la consigna) basado en un criterio de
pureza o afinidad étnica. En principio se pretendió
atraer a diez británicos por cada "extranjero" inmigrante,
pero el objetivo no pudo cumplirse. Posteriormente el concepto de
"razas europeas aceptables" se amplió para incluir,
primero, a refugiados anticomunistas bálticos y eslavos,
más tarde a europeos del norte y del sur (en 1950 la
mayoría llegaba de Italia, Malta y Grecia). Hasta
finales de los 60 no se aceptó a inmigrantes no
europeos.
II. SITUACIÓN ACTUAL:
GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA Y DIVERSIFICACIÓN DE
LOS FLUJOS MIGRATORIOS
La década de los años setenta del siglo XX
representó el fin del modelo de desarrollo capitalista que
se había puesto en marcha después de la II Guerra
Mundial. Los incrementos de productividad llevaban una tendencia
decreciente y las demandas sociales presionaban al Estado para
derivar recursos desde el
ámbito de la producción hacia el consumo; como
consecuencia disminuyó la rentabilidad
de los capitales y estalló una "crisis
fiscal del
Estado" debido a la imposibilidad de enjugar el déficit
estructural. Ante la falta de rentabilidad se produjo una
sobreacumulación de capitales, en los países
centrales y en los productores de petróleo. En un primer momento se buscaron
salidas externas por dos vías: una, los créditos masivos y poco controlados a
países dependientes (lo que originó más
tarde la enorme deuda externa del
Tercer Mundo); otra, el desplazamiento de inversiones productivas
hacia los "nuevos países industriales" del sudeste
asiático. Más tarde la crisis se afrontó en
los países centrales mediante políticas de
estabilización (es decir, de deterioro de las rentas del
trabajo) y reestructuración productiva, potenciando la
concentración de capitales y el redimensionamiento o
cierre de sectores industriales.
Tras el proceso de ajuste el sistema internacional
está claramente hegemonizado por el capital financiero:
las mayores transacciones de capital se realizan actualmente en
las Bolsas, constituyendo una verdadera "economía de
casino" donde la rentabilidad está cada vez menos ligada a
la suerte de los procesos productivos14. Los flujos
financieros son de tal magnitud que escapan a la capacidad de
control de los estados nacionales y logran imponer por doquier
procesos de desregulación. Las consecuencias sociales son
una disminución del empleo en la industria,
debido a los cambios originados por la revolución
electrónica; el deterioro de las
condiciones laborales en empleos manuales
tradicionales en los países desarrollados; la
expansión del empleo en el sector servicios; el
crecimiento de amplios sectores "informales" o de economía
sumergida; y, en general, la precariedad del empleo asalariado
(crecimiento de contratos temporales, pérdidas en el
salario
indirecto). Todo esto origina una creciente
fragmentación de la fuerza de trabajo en
función de criterios diversos como el género, la
edad o la pertenencia étnica. En los países del Sur
la dislocación social es más importante,
especialmente en los que no han conseguido aprovechar una
dinámica de desarrollo dependiente
aprovechando la nueva división internacional del trabajo.
Tienden a crecer las grandes urbes, la infravivienda y los
empleos irregulares; los planes de ajuste sugeridos o impuestos por los
organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial)
privilegian al pago de la deuda externa a costa del recorte de
gastos sociales;
el deterioro de las condiciones de vida genera importantes
procesos migratorios desde el campo a las ciudades y hacia otros
países.
El concepto que sintetiza la clave de las
transformaciones del período actual es el de
globalización. Según Castells "vivimos en
una economía global. Esto no es lo mismo que en una
economía
mundial, una realidad que ha existido desde el siglo XVI. Una
economía global es una economía en donde todos los
procesos trabajan como una unidad en tiempo real a
lo largo y ancho del planeta. Esto es, una economía en
la que el flujo de capital, el mercado de trabajo, el mercado, el
proceso de producción, la organización, la información y la tecnología operan
simultáneamente a escala
mundial. Esto no quiere decir que los Estados y las
naciones-Estado desaparezcan. De hecho se convierten en agentes
esenciales de la economía global (…) Pero la unidad
económica de operación (y de análisis) es el sistema global de
interacciones: ya no hay más economías
nacionales ni políticas económicas nacionales.
Son estrategias
basadas nacionalmente que operan en un sistema global
diferenciado y articulado a través y por encima de los
límites
nacionales"15. Actualmente todo el planeta está
conectado en una serie de redes aunque de forma selectiva y
jerárquica. Al perder importancia los recursos
naturales y el trabajo
manual, en
favor del conocimiento y
el trabajo cualificado, muchos países pasan de la
explotación dependiente a la irrelevancia estructural en
la nueva economía (poblaciones sobrantes). Esta
situación genera una tendencia a la polarización
del orden internacional (la brecha Norte-Sur) y una serie de
intentos de reconstruir la unidad del mundo en nuevas
condiciones. Estos intentos son muy diversos, desde los
movimientos antiglobalización que tuvieron su
última expresión en Praga, bloqueando la Cumbre del
Banco Mundial
y del Fondo Monetario
Internacional, hasta los movimientos islámicos
radicales de rechazo a "occidente" que, desde nuestro eurocentrismo,
calificamos rápidamente de fundamentalistas. Aparecen,
también, ciertos intentos de sumarse a la economía
global mediante negocios
ilegales (la llamada "conexión perversa", que incluye el
tráfico de armas, drogas,
blanqueo de divisas y
tráfico de
personas) o los flujos migratorios en masa desde el Sur. La
globalización económica implica la
movilidad y flexibilidad de todos los factores productivos,
incluida la mano de obra, lo que origina una
generalización de las migraciones internacionales: el
trabajo también se mundializa.
Las principales corrientes humanas han estado
vinculadas, aunque no de forma mecánica, a las dinámicas de
internacionalización de la producción, dependientes
a su vez de las inversiones de capital. Según Sassen-Koob
en las últimas décadas se han desplegado las
siguientes tendencias, que inciden en los flujos
migratorios16:
- El redespliegue del capital, con inversiones en
países del Sur, crea vínculos materiales e
ideológicos con el país inversor, estableciendo
nuevos canales de comunicación por los que pueden
desplazarse flujos humanos. - Algunas grandes ciudades se han convertido en nudos
coordinadores del capital transnacional mediante el desarrollo
de servicios, especialmente financieros. Esta situación
genera un descenso del trabajo asalariado tradicional y un
crecimiento en el sector servicios altamente polarizado: en la
gama de ocupaciones más baja se genera una demanda de
mano de obra inmigrante. - Los Estados Unidos de América se han
convertido en el principal destino de las inversiones
extranjeras, circunstancia que explica el crecimiento del
empleo y la persistencia de una demanda de mano de obra
dirigida a la inmigración extranjera, a pesar de las
políticas gubernamentales restrictivas.
A estas tendencias del capital transnacional, se han
unido el fin de la Guerra
fría y la crisis del ex bloque del Este que aumenta
los alcances de la reestructuración mundial y de los
flujos migratorios. Al iniciarse el siglo XXI
prácticamente no quedan países aislados de los
flujos humanos transnacionales, tal como resumimos a
continuación.
a) Disminución de las migraciones laborales a
Europa occidental, incremento de la reunificación familiar
y formación de minorías
étnicas.
La crisis de 1973 marca el fin de
un ciclo e inaugura un período de restricciones a la
inmigración: se pone fin a la política de
reclutamiento por parte de los países desarrollados y se
fomenta el retorno de los "trabajadores invitados" a sus
países de origen. Estas medidas, no obstante, no han
significado un freno a la entrada de inmigrantes sino
más bien un cambio en la composición de los
nuevos flujos, en los que predominan los familiares
(cónyuges e hijos) de los ya instalados. La adopción
de estas restricciones tuvo repercusión directa sobre
los países del sur de Europa, en los que se produjo un
"embalsamiento" de inmigrantes no europeos que vieron frustrada
su pretensión de llegar a las naciones más
ricas.
En este período se hizo evidente que la
inmigración no era un proceso coyuntural: los
trabajadores no regresaron a los países de origen sino
que se establecieron con sus familias, constituyéndose
en minorías étnicas, que se hicieron visibles
como grupo social
en el país de residencia. A pesar del supuesto "cierre
de fronteras", en la República Federal Alemana el
número de extranjeros pasó de 4 millones en 1970
a 5 millones en 1990 y a 7 millones en 1977, después de
la caída del muro de
Berlín. Además, algunos europeos del sur
retornaron a su origen, con lo cual cambió la
composición étnica de los inmigrantes: la
tendencia muestra un
incremento continuo de la proporción de los no
comunitarios (sólo continúa algún flujo
significativo intra-UE de profesionales y directivos). En el
mercado laboral se consolidó una tendencia a la
precariedad, con incrementos del desempleo y los trabajos de
baja cualificación. El peso de la población
inmigrante es especialmente significativo en Luxemburgo (35% de
la población total), en Suiza (19%), en Bélgica,
Austria y Alemania (entre el 8-9%), en Francia, Suecia,
Dinamarca y los Países Bajos (entre el 4-6%). A pesar de
que las nuevas entradas se han reducido ligeramente en la
Unión
Europea durante los años ‘90 (debido a las
políticas restrictivas de inmigración), el saldo
migratorio en 1997 era más elevado que el saldo
vegetativo; de no ser por la población de origen
extranjero Alemania, Suecia, Italia y España
habrían visto disminuida su población en los
últimos años17.
b) Conversión de los países del sur de
Europa en receptores de inmigración
El papel de cuatro países (Italia,
España, Portugal y, en menor medida, Grecia) se ha
modificado durante este período: prácticamente
han cesado las salidas de inmigrantes y, desde los años
80, se hizo notoria la llegada de inmigración
extranjera. En primer lugar debido a las restricciones
existentes en los países del norte y posteriormente
debido al desarrollo de nichos laborales en los que se
generó una demanda específica. Los principales
flujos proceden de excolonias, países vecinos y europeos
de la UE. Actualmente, los extranjeros representan entre el
1,5% y el 2,5% de la población total en Italia, Portugal
y España.
c) Continuación de los flujos hacia
Norteamérica y Australia, pero con cambios de áreas
de origen y formas de migración
En Estados Unidos se ha registrado un crecimiento
continuo de entradas y ha continuado la tendencia al cambio de
composición de los flujos: se reduce el peso de los
europeos y crece el de latinoamericanos y asiáticos.
Entre 1983-1993 han entrado al país 9,8 millones de
residentes permanentes de los cuales sólo un
millón procede de países europeos (desde 1990
entre estos predominan ex soviéticos y polacos).
Continuó de forma destacada la entrada de temporeros
mejicanos, y siguió creciendo la aportación
asiática. Los flujos de trabajadores irregulares a
través de la frontera
mejicana han cobrado gran importancia: en 1986 se
realizó una regularización limitada a la que se
acogieron 3 millones de inmigrantes. Según el Censo de
1990 los inmigrantes procedían principalmente de
países latinoamericanos (43%, la mitad mejicanos), de
Asia (25%) y Europa (22%). En aquel año representaban el
7,9% de la población total y en 1997 el 9,3% (24,6
millones de personas).
En Canadá también se produjo durante
este período un incremento de entradas, especialmente
provenientes de Asia, África y Latinoamérica, paralelo a un descenso
relativo de los europeos. En la década 1983-93
ingresaron 1,8 millones de inmigrantes, entre el primer y el
último año el porcentaje de asiáticos
pasó de 38% a 51%, mientras que el de europeos
descendió desde 27% hasta 18%. Los planes
gubernamentales a inicios de los 90 propician más
entradas, especialmente de personal
cualificado. El censo de 1991 indica que el 16,1% de la
población es inmigrante, en su mayoría procedente
de Europa (54%) y Asia (25%) y en menor medida de
América (16%) y África (4%). En 1997 los
inmigrantes representan el 17,4% de la población total
(5 millones de personas).
En Australia durante los años 1976-85 se
reinician las entradas importantes, debido al levantamiento de
las restricciones existentes para la entrada de no-blancos. De
esta forma llegan refugiados vietnamitas y libaneses,
trabajadores del sudeste asiático y del subcontinente
indio.
Entre 1984 y 1994 entraron 1,1 millones de inmigrantes
permanentes, el 38% (unas 420.000 personas) procedían de
ocho países del sudeste asiático y de la India.
Según el censo de 1991 el 22,3% de la población
es extranjera, su composición muestra aún el
predominio de los europeos (61%) sobre asiáticos (22%),
neozelandeses (7%), americanos (4%) y africanos (3,5%). En1997
los inmigrantes representan el 21,1% de la población (4
millones de personas).
d) Nuevos movimientos (internos y transnacionales) en
el sudeste asiático
Esta región fue la que experimentó el
mayor crecimiento
económico entre 1980 y 1995; junto a los flujos de
capitales y comerciales han aumentado las migraciones. Entre
1991 y 1995 los flujos migratorios anuales superaron el
millón de personas (sobre todo, de Filipinas, China,
Tailandia, Indonesia, Sri Lanka y Hong Kong). La crisis
financiera iniciada en 1997 supuso un freno a los flujos, e
incluso una disminución del número de residentes
en algunos países.
Japón ha constituido una excepción hasta
la fecha entre los países más desarrollados; a
partir de la posguerra animó la emigración pero
impidió la inmigración bajo los argumentos de la
sobrepoblación del país y la importancia de
conservar la homogeneidad étnica. A mediados de los 80
se produjo una escasez de
mano de obra que el gobierno intentó solventar
exportando puestos de trabajo con inversiones en el extranjero;
sin embargo, partes importantes de los servicios y la
producción deben permanecer en el país, lo que ha
conducido a una progresiva introducción de trabajadores inmigrantes.
Los primeros flujos fueron mujeres clasificadas como
"entretenedoras" (cantantes, bailarinas pero también
prostitutas) de Pakistán, Filipinas, Corea y Bangladesh;
más tarde las siguieron hombres que trabajan
irregularmente en la construcción y el sector
industrial. El gobierno intenta regular estos flujos castigando
el empleo de irregulares y fomentando la importación de extranjeros de origen
japonés (el caso más notorio es el reasentamiento
de 150.000 brasileños). La patronal fomenta la llegada
de inmigrantes, en tanto el gobierno y los sindicatos
se oponen a la misma. En este contexto existen diversas
"trampas" para salvar las prohibiciones, como emplear a
supuestos estudiantes de japonés, o a "aprendices" de
países menos desarrollados, etc. El total de extranjeros
en situación regular a comienzos de 1998 era de 1,2
millones, apenas el 1,1% de la población total; un
millón de personas procede de otros países
asiáticos, el colectivo más numeroso es el
coreano (690.000) seguido por el chino (195.000); en los
últimos años tiende a crecer la
inmigración filipina (62.000) y han aumentado los
contingentes -de origen japonés- provenientes de Brasil
y Perú. Se estima que los irregulares son unas 280.000
personas.
En Singapur el 11% de la mano de obra es extranjera,
principalmente de Malasia pero también de Tailandia y
Filipinas. La política gubernamental es impedir el
asentamiento definitivo de los trabajadores no cualificados (se
prohíben las bodas con nativos, se promueve la
rotación de trabajadores cada pocos años, y se
impide la reunificación familiar), mientras se promete
residencia a trabajadores cualificados provenientes de Hong
Kong. La situación en Malasia se caracteriza
principalmente por la emigración (especialmente a
Singapur, algo a Japón, la minoría china a
Australia) pero en los últimos años ha recibido
importantes contingentes extranjeros (eran 500.000en 1993 y
alrededor de 1.100.000 en 1998); los principales flujos
proceden de Tailandia (agricultura), Indonesia (agricultura y
construcción), Filipinas (lo mismo más servicio
doméstico) y últimamente de
Bangladesh18. Corea del Sur está dejando de
ser país de emigración (fundamentalmente hacia
países del Golfo Pérsico) y está
recibiendo trabajadores de otros países
asiáticos, especialmente de China y Filipinas, y en
menor medida de Bangladesh, Indonesia y Vietnam. La
inmigración regular se cifra en 250.000 personas y la
irregular en 120.000 a comienzos de 1998. La política
migratoria es restrictiva, entre 1990-93 se expidieron 55.000
permisos de trabajo, 40.000 de ellos de tipo temporal, con una
duración máxima de tres meses; tras la crisis
financiera de 1997 se realizó un proceso de
repatriación de irregulares, eximiéndolos de toda
sanción, que permitió la salida del país
de 47.000 personas en sólo tres meses.
Por su parte, Tailandia tiene unos 120.000 emigrados a
Singapur, Malasia, Brunei, Taiwán y Hong Kong, pero
recibe también a un número significativo de
trabajadores de Birmania y Camboya en las plantaciones de
arroz, azúcar y caucho. A
partir de la crisis de 1997 el gobierno ha iniciado un programa masivo
de deportación de extranjeros. Taiwán es un
país densamente poblado, pero el rápido
crecimiento ha originado escasez de mano de obra. A comienzos
de 1995 había unos 316.000 trabajadores extranjeros en
situación regular, la mayoría tailandeses y
filipinos, además de un pequeño contingente de
indonesios. Existe un número significativo de
inmigrantes irregulares, algunas estimaciones los cifran en
900.000. Sólo al comienzo de los años 90 el
gobierno comenzó a extender visados de trabajo por un
año. Hong Kong ha desarrollado una pujante
economía capitalista bajo dominio
británico que necesita tanto inmigrantes cualificados
(llegados de Australia, Norteamérica y Japón)
como no cualificados (provenientes de otros países
asiáticos). La mayoría de los 368.000 extranjeros
registrados en 1994 eran filipinos (115.000), unos 110.000
proceden de países desarrollados y el resto de
Tailandia, Indonesia, Malasia e India; la mayoría de
estos se emplea en el servicio doméstico. A finales de
1997, tras la asunción de soberanía por parte de China y bajo los
efectos de la crisis financiera asiática, el
número total de extranjeros se estimaba en menos de
200.000. En Brunei durante los años 90 el 40% de la
fuerza de trabajo ha sido extranjera, principalmente de
Malasia, Filipinas, Tailandia y Bangladesh; sin embargo, desde
1998 se viene produciendo una fuerte reducción del
número de inmigrantes debido a la imposición de
restricciones gubernativas.
e) Reclutamiento de trabajadores de países no
desarrollados en los exportadores de petróleo
La evolución de los precios del
petróleo en los años 70 produjo un gran
crecimiento de las economías de los países
productores. Muchos de ellos se convirtieron en
economías rentistas, en las que el grueso de la
población depende, directa o indirectamente, de los
ingresos
producidos por la exportación de crudo y buena parte de los
empleos son derivados hacia mano de obra extranjera. En Libia
la política inmigratoria está vinculada
estrechamente con la política exterior, las admisiones y
expulsiones son cambiantes, en función de las alianzas y
rupturas que establece el gobierno; los principales
contingentes extranjeros proceden de Egipto,
Túnez y Palestina. Iraq, en
concordancia con la ideología pan árabe de su
gobierno, ha tenido interés
en recibir inmigrantes árabes, a los que se les ofrece
un trato jurídico no discriminatorio. A pesar de estas
preferencias también llegaron contingentes
asiáticos e iraníes. La guerra del golfo produjo
una quiebra en
este proceso, al provocar la huida de buena parte de los
inmigrantes, el embargo internacional posterior ha impedido el
relanzamiento económico y la demanda de mano de
obra.
En los países del Golfo hasta la segunda mitad
de los 70 la producción petrolífera y buena parte
de los servicios estuvieron en manos de inmigrantes
árabes (egipcios, yemeníes, palestinos, jordanos,
libaneses y sudaneses). El temor de los gobiernos a la crisis
política debido al potencial desestabilizador que
suponían estas poblaciones, que se sentían con
legitimidad para reivindicar derechos, los llevó
a potenciar el reclutamiento de asiáticos, en especial
mujeres de Filipinas y de Sri Lanka para el servicio
doméstico. A mitad de los 80, con el descenso del
precio del
petróleo, termina la época de inmigración
masiva, se produce una tendencia al desempleo y al retorno de
inmigrantes. Sin embargo, la mano de obra extranjera sigue
siendo un componente estructural irreemplazable para la
economía de la región, con más de 5
millones de inmigrantes.
Después de la guerra del golfo muchas
monarquías de la zona no quieren inmigrantes
árabes, ante los que han perdido legitimidad. En 1990 el
63% de la mano de obra de los siete estados miembros del
Consejo de Cooperación del Golfo era de origen
extranjero (oscilaba entre el 91% en los Emiratos Árabes
Unidos y el 53% en Bahrain)19.
f) Desarrollo y diversificación de otros
flujos laborales Sur-Sur
Además de los dos polos de atracción ya
citados (los nuevos países industriales del sudeste
asiático y los productores de petróleo), se han
establecido nuevos países receptores en el África
subsahariana y en América Latina. En el África
subsahariana destacan Costa de Marfil (1,5 millones de
inmigrantes que suponen el 21% de la población total) y
Suráfrica, donde la inmigración procedente de
Mozambique, Zimbabwe y Lesotho se ha disparado en la era
posapatheid (las estimaciones, incluyendo los indocumentados,
oscilan entre 3 y 8 millones, que suponen entre el 12 y el 25%
de la población). Otros países de
inmigración importantes son Ghana (140.000, el 6%), Togo
(140.000, el 7%) y Senegal (120.000, un
2%)20.
En América Latina hasta los años 30
(finales de los 50 en Venezuela)
la inmigración llegó masivamente desde Europa (21
millones en el conjunto del subcontinente, la mayoría
procedente de Italia, España y Portugal); a partir de
entonces los flujos se hicieron intrarregionales. Los
principales países receptores en la actualidad son
Argentina (755.000 extranjeros, procedentes de Chile, Uruguay,
Bolivia y
Paraguay),
Venezuela (870.000 colombianos), República Dominicana
(Haitianos) y Méjico (Guatemaltecos).
g) Movimientos masivos de refugiados y solicitantes
de asilo en dirección Sur-Norte pero también
Este-Oeste
A partir de la guerra de
Vietnam se produce una explosión del
problema, al menos desde la óptica de los países centrales,
que comienzan a recibir refugiados de aquella procedencia. La
evolución del fenómeno ha sido vertiginosa: en
1970 había 2,5 millones, pasaron a 8,2 millones en 1980,
a 15 millones en 1990, en torno a 20
millones en 1992 y a más de 22 millones en
199721.
La procedencia de los refugiados es muy diversa, ha
sido generada por conflictos
como los del Sudeste asiático, Líbano, dictaduras
en el Cono Sur latinoamericano, Irán, guerra en
Afganistán, crisis en Uganda, Zaire, Suráfrica,
Namibia, más tarde conflictos en la ex-Yugoeslavia,
Ruanda, o Burundi. También las zonas de destino son
diversas pero la mayoría permanece en países
del Sur. Unos 25 millones de personas han salido de sus
hogares pero permanecen en sus países, otros 20 millones
cruzaron las fronteras: 9 en Asia y Oriente Medio, de 4 a 6 en
África, y en torno a un millón en América
Latina. En los países de la OCDE los solicitantes
pasaron de 116.000 en 1981 a 541.000 en 1991. En USA uno de
cada seis inmigrados durante los años 80 fue un
refugiado (alrededor de 100.000 por año). A comienzos de
los 90 los solicitantes de asilo son la principal
categoría de nuevas entradas en países como
Alemania, Francia y Suecia. En el caso de España, los
solicitantes de refugio han disminuido como consecuencia de la
reforma legislativa de 1994, que endureció las
condiciones de aceptación a trámite; de una media
de 12.000 solicitantes en los primeros años de la
década, se pasó a una media de 6.000 a partir de
1995.
h) Incorporación de los países de
Europa del Este a los flujos migratorios internacionales, tras la
desestructuración del "bloque soviético" y la
asunción del modelo capitalista por dichos
países
Contrariamente a ciertas previsiones alarmantes no se
ha producido una "invasión" desde los países del
Este de Europa hacia los de la Unión Europea y
Norteamérica, debido en parte a la falta de redes
migratorias que faciliten el tránsito y a la existencia
de estructuras
demográficas "homogéneas" en la mayoría de
los países. Sin embargo, la existencia de
minorías étnicas sigue siendo un factor de
potencial emigración22. La principal
corriente se ha dirigido hacia Alemania, a partir de 1989,
dando lugar a un flujo de unos 4 millones de personas, pero
tanto los flujos laborales como los de refugiados disminuyeron
a partir de 1993. En cuanto a Rusia,
más de 9 millones de antiguos ciudadanos
soviéticos se desplazaron a raíz del hundimiento
del régimen comunista; entre ellos había muchos
de etnia rusa
que se sintieron mal aceptados en las recién creadas
repúblicas (unos 2,7 millones se trasladaron a Rusia
entre 1993 y 1996).
Las principales corrientes son producidas por el
desplazamiento de minorías étnicas, por los
conflictos bélicos (ex-Yugoslavia, Armenia-Georgia) y
por la movilidad de mano de obra que busca empleo en
economías más desarrolladas. Existe una
inmigración de tránsito que pretende llegar a los
países de Europa occidental, pero se ve retenida por las
medidas restrictivas adoptadas por los países
receptores. En estas circunstancias se incrementa la
inmigración irregular desde los países
fronterizos de Alemania (Polonia, República Checa y
Eslovaquia), de Austria y Grecia (Hungría y Bulgaria) y
de Suecia (países bálticos). Los inmigrantes
provienen de otros países del Este pero también
de Bangladesh, la India o Irán. Los países
firmantes del acuerdo de Schengen han establecido convenios con
algunas de las naciones vecinas (Hungría, Polonia,
Chequia y Rumania): eximen de visado a los ciudadanos de
éstas por un período de tres meses a cambio de
que acepten recibir a los inmigrantes expulsados que hayan
salido de ese país (sean o no nacionales). Algunos de
estos países han abolido las visas de entrada para
ciudadanos del Oeste y las han implantado para la
mayoría de los países periféricos. De esta
manera se amplía el espacio migratorio europeo, y los
países limítrofes a la Europa occidental se
constituyen en colchón receptor de las migraciones
internacionales.
i) Incremento de los flujos de personal altamente
cualificado, temporales y permanentes
Dentro de este sector es posible distinguir tres
grupos diferenciados. El primero lo conforman los
"profesionales transeúntes"23, ejecutivos y
profesionales de las empresas
transnacionales cuyo número crece con la
internacionalización de la producción, el
comercio, las finanzas y
las comunicaciones. Este flujo es producto de
inversiones de empresas del Norte: aunque la estancia sea corta
el impacto económico y cultural es importante, tanto en
el país receptor (influencia de los ejecutivos
transnacionales en las élites locales) como en el de
origen (por ejemplo, los cambios culturales en Japón
originados por ejecutivos retornados). La mayor parte de estos
migrantes proceden de Estados Unidos, Japón y
países de la Unión Europea; sus destinos
principales están en algunas ciudades centrales de estos
mismos países y, en menor medida, en países del
Sur donde se radican filiales de empresas
transnacionales24. El segundo esta constituido por
la "fuga de cerebros" del Sur, profesionales formados en los
países periféricos que ocupan plazas en
países centrales que, sin costos de
formación, cubren las carencias de mano de obra
cualificada autóctona (médicos de la Commonwealth
en hospitales públicos británicos, ATS
latinoamericanos en España, diversos profesionales del
sudeste asiático en Australia, etc.).
Durante los años 90 varios países han
desarrollado políticas para captar inmigrantes altamente
cualificados, tanto en el Norte (Australia, Canadá,
Reino Unido, USA) como en el Sur (Singapur, Taiwán,
Corea del Sur). El tercero reúne a los expertos de
organismo internacionales y de diversas ONGs que desarrollan
tareas de cooperación y ayuda al desarrollo. Aunque
diversos en sus objetivos,
estrategias y modos de vinculación con las poblaciones
autóctonas, estos migrantes tienen en común que
sus desplazamientos a otro país están avalados
por una organización no empresarial y se producen en
función de la cualificación especial que
poseen.
III. BALANCE Y
VALORACIÓN CRÍTICA
La suma total de migrantes internacionales no se conoce
exactamente debido a la carencia de datos en algunas
zonas y a la no congruencia de las fuentes
disponibles. No obstante existen algunas estimaciones que
permiten acercarnos a la magnitud del fenómeno. En el
año 2000 el Informe de la OIT
estimaba que existen en torno a 120 millones de personas en el
mundo que viven fuera del país donde han
nacido25. En 1990 este número se calculaba en
100 millones y en 1965 en 75 millones. En el conjunto de la
población mundial (seis mil millones) la estimación
actual de migrantes representa el 2%, una cifra ligeramente por
encima de la tasa anual de crecimiento de la población del
planeta. Por tanto, en el cómputo global se trata de un
fenómeno de alcances bastante limitados y se puede afirmar
que desde el punto de vista cuantitativo la migración
internacional es la excepción, no la regla, entre los
grupos humanos. Sin embargo, su significación es mucho
mayor que lo que indican las cifras: estamos ante una
revolución transnacional que está reestructurando
la sociedad a
escala planetaria y las migraciones internacionales son parte de
este proceso. Las principales tendencias que caracterizan a
las migraciones en este período de globalización del sistema mundial son,
siguiendo a Castles y Miller26:
* Globalización: según el estudio
citado de la OIT, entre 1970 y 1990 el número de
países clasificados como importantes receptores de
migrantes, utilizando los mismos criterios de medición, pasó de 36 a 67 (+86%); en
el mismo período, el número de países
importantes emisores pasó de 29 a 55 (+90%). Cada vez
menos zonas del mundo quedan al margen de las corrientes
migratorias transnacionales.
* Diversificación: los flujos actuales se
alejan crecientemente de un modelo único, hay refugiados
de guerra, refugiados económicos, mano de obra barata,
trabajadores altamente cualificados, estudiantes, directivos y
empresarios; coexisten flujos de asentamiento con movimientos
temporales y migraciones circulares (con idas y vueltas
sucesivas); grupos con estabilidad jurídica, con contratos
y permisos de corto plazo e irregulares; colectivos que emigran
libremente junto a otros que están sujetos a redes de
tráfico de personas, etc.
* Feminización: se trata de un elemento
clave de la nueva situación mundial27. Aunque a
lo largo de la historia las mujeres han estado presentes en los
movimientos migratorios, en la actualidad se las encuentra en
todas las regiones y en todos los tipos de flujos.
Además, junto a las que se desplazan
acompañando o para reunirse con su pareja masculina, cada
vez son más las que emigran solas, sea de forma
independiente o poniendo en marcha la cadena migratoria a la que
posteriormente se incorporan los hombres. Este proceso
está unido a la tendencia a la "feminización"
creciente de ramas laborales enteras, que es un producto tanto de
los esfuerzos de las mujeres por ganar autonomía como del
capital para aumentar su rentabilidad ofreciendo peores
condiciones de trabajo.
En este marco mundial el contexto inmediato de
referencia para España es el de los países
europeos, especialmente los de la Unión Europea, donde
residen aproximadamente veinte millones de inmigrantes con la
documentación en regla. Los contingentes
más numerosos se ubican en Alemania (7,3 millones),
Francia (3,6 millones), el Reino Unido (2 millones) e Italia (1,2
millones). Más significativo que su volumen es la
importancia relativa de estos contingentes de inmigrantes.
Comparándolos con el total de la población de cada
país se observa la enorme incidencia de los extranjeros en
Luxemburgo (35%) y, a continuación, en Alemania y
Bélgica (9%). La media de todos los países del
llamado Espacio Económico Europea (la Unión Europea
más la EFTA) se sitúa en el 5%. Por encima de ese
promedio se encuentran Bélgica, Alemania, Austria,
Francia, Suecia y Holanda. En el otro extremo, con menos de dos
extranjeros por cada cien habitantes, aparecen los cuatro
países del sur de la Unión Europea (Portugal,
Grecia, Italia y España) y dos de la periferia norte
(Islandia y Finlandia).
En la tabla y gráfico que recogemos en anexo se
puede comparar el volumen de la población extranjera en 20
países de la OCDE en 1987 y 1997. España se
sitúa en el último lugar de la Unión Europea
y en el penúltimo de la OCDE, sólo por delante de
Japón. Del conjunto de 120 millones de migrantes
internacionales a nivel mundial, sólo el 16% reside en
países europeos y de éstos únicamente 3 de
cada 100 están afincado de forma legal en
España28. Conviene recordar estos datos cuando
nos enfrentamos a discursos que
enfatizan la supuesta "avalancha" de inmigrantes e insisten en
que la xenofobia
está ligada a un supuesto umbral de tolerancia
respecto al número de extranjeros: si esto fuera
así, las manifestaciones de intolerancia serían muy
superiores en Luxemburgo y Suiza que, por ejemplo, en Francia o
el Reino Unido. Y la evidencia no confirma tales
supuestos.
Valoración
Crítica sobre los flujos procedentes del
Sur
Para terminar, vamos a hacer una breve valoración
de uno de los flujos migratorios más
frecuentes29 y que es el que más afecta a los
países desarrollados. Nos referimos a las migraciones
económicas Sur-Norte, que proceden de los países
pobres (demográficamente ricos) y se dirigen hacia los
países más desarrollados (demográficamente
pobres). Estos flujos de población, en realidad, son un
síntoma de otro problema de mayor alcance, cual es la
existencia de profundas desigualdades económicas y
políticas a escala mundial. La brecha de las
desigualdades es especialmente profunda entre el Norte y el Sur,
pero se produce también al interior de cada Estado, entre
clases
sociales con intereses enfrentados. En los países del
Sur la desigualdad es patente y, junto a una minoría
dominante -con frecuencia asociada o colaboradora con los
intereses del Norte y de las empresas transnacionales- y una
estrecha capa de clases medias, existe una amplia base social que
se debate entre
la explotación y la supervivencia. En los países
del Norte, a su vez, el resquebrajamiento del Estado de bienestar
está produciendo una fragmentación y
polarización social cada vez más
acusadas.
En este contexto, una de las estrategias de la
población oprimida del Sur es emigrar para trabajar en un
país desarrollado y mejorar así el nivel de vida de
sus familias. Sin embargo, sólo una minoría lo
consigue. ¿Por qué?. Responder a esta
cuestión nos lleva a considerar el papel jugado por tres
instituciones
básicas de la sociedad actual: los medios de
comunicación, los Estados y la economía de
mercado capitalista.
En primer lugar, los medios de comunicación y
de transporte
facilitan las migraciones en muchos sentidos: las noticias e
imágenes se difunden con gran rapidez en
todo el mundo a través de los medios
audiovisuales, las telecomunicaciones telefónicas y vía
internet son cada
vez más baratas, y lo mismo pasa con los medios de
transporte. La caída de los precios del transporte
aéreo y la mayor velocidad de
las comunicaciones han modificado el carácter de la migración
internacional, haciendo de ella una acción
menos permanente y, sobre todo, menos temible y
traumática30. En el contexto de la
división Norte/Sur, una parte de las familias empobrecidas
de los países pobres se siente atraída por el nuevo
"El Dorado" de los países ricos y pone en marcha la cadena
migratoria que, una vez afianzada, se convierte ella misma en
reclamo de nuevos migrantes.
En segundo lugar, los Estados del Norte se han
"fronterizado" y adoptan generalizadamente políticas
restrictivas y selectivas de inmigración en función
de sus intereses económicos y demográficos. De este
modo, los Estados siguen siendo los gestores y legitimadores de
los derechos de sus nacionales, excluyendo de los mismos a
los no nacionales, sin considerar el reconocimiento de los
derechos humanos en general. La presencia de inmigrantes,
sobre todo de los residentes permanentes, evidencia este
repliegue del Estadonación: "Los inmigrantes constatan,
cuando deciden quedarse, que políticamente existe una
serie de restricciones que los ciudadanos (nacionales) no tienen.
Como actores económicos prácticamente no tienen
obstáculos, pero como agentes políticos todo son
fronteras y límites"31.
El control de la inmigración tiene efectos
perversos como convertir en "ilegales" a los que ponen en
práctica su "derecho a emigrar" y, en general,
criminalizar a cuantos agentes mediadores tratan de facilitar los
flujos migratorios, desde las organizaciones
humanitarias que los acogen a las agencias de viajes y
financiadores que facilitan los desplazamientos. Según el
Informe del SOPEMI en 1999 "el problema de dirigir las
migraciones no puede hacerse de manera bilateral (…) es un
anacronismo encarar el control de la inmigración en
términos de soberanía". En suma, la
inmigración clandestina concluye el Sopemi es a la vez una
infracción al derecho de los Estados pero también
una manifestación de la libertad de
los individuos; entre el controlador que cumple con su deber y el
migrante que se juega su destino, los cruces de intereses no son
de la misma naturaleza. Y
ese es el fondo del problema32 En tercer lugar, la
economía capitalista, en su actual fase de
globalización, tiende a facilitar los desplazamientos de
mano de obra, de acuerdo con la lógica
del libre mercado, pero sólo hasta cierto punto, pues las
diferencias de salario y demás condiciones laborales son
un factor decisivo para asegurar la fragmentación de la
clase trabajadora e impidir su convergencia a escala
internacional. La relación laboral de tipo
fordista, que prevaleció en el contexto de la segunda
postguerra mundial33, está dando paso a una
relación laboral de tipo neoliberal, que se
caracteriza por dar prioridad a la lógica del mercado
competitivo entre empleadores y trabajadores individuales;
éstos últimos compiten también entre
sí para ascender peldaños en la escala laboral y
llegar a obtener una mejor posición en un mercado de
trabajo polarizado. Este se divide internamente en diversos
sectores, niveles de cualificación, etc. siendo la
pertenencia nacional-étnica otro criterio de segmentación (etnoestratificación de
la fuerza de trabajo), tal como es apreciable en España en
determinados empleos marginales o desregulados (como los
jornaleros agrarios, las empleadas de hogar internas y los
trabajadores de la industria del sexo).
Ante la insuficiencia de las medidas de control de
fronteras algunos gobiernos y organismos internacionales han
comenzado a referirse a acciones sobre
las "causas estructurales" de las migraciones. Hasta la fecha,
sin embargo, no existen iniciativas notables en dicho sentido ni
está claro que exista un diagnóstico acertado acerca de cómo
intervenir sobre las estructuras que generan las migraciones:
¿liberalizar el comercio
internacional?, ¿aumentar las inversiones en el sur?,
¿incrementar la cooperación para el
desarrollo?34. Las estrategias de las actuales
potencias dominantes son diversas: Estados Unidos dice preferir
el comercio internacional, la Unión Europea las ayudas de
cooperación y Japón las inversiones directas. Sin
embargo, hasta la fecha, estas políticas están
lejos de conseguir, en su configuración actual, una
reducción de las desigualdades internacionales y de la
llamada "presión
migratoria".
En nuestra opinión, una intervención en
las causas estructurales de las migraciones Sur- Norte
debería cuestionar tanto el recorte de los derechos
humanos por parte de los Estados, como la lógica
neoliberal-individualista del capitalismo global. En esta
dirección, habría que potenciar un nuevo concepto
de ciudadanía universal ligado a la defensa de los
derechos sociales y políticos de todos y todas, más
allá del corsé impuesto por los
nacionalismos35 y apoyar los movimientos sociales que
responden a estos planteamientos y tratan de promover nuevas
formas de cohesión, participación y equilibrio
político y económico a nivel
mundial36.
PORCENTAJE DE POBLACIÓN
EXTRANJERA EN 20 PAÍSES DE LA OCDE (1997)
POBLACIÓN EXTRANJERA EN 20
PAÍSES DE LA OCDE (1987-97)
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*Artículo para la Revista
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2001.
1. Equipo de investigación sociológica compuesto
por Carlos Pereda, Walter Actis y Miguel Ángel de Prada y
con sede en Madrid. ioe[arroba]nodo50.org; www.nodo50.org/ioe/.
2. Puede consultarse, COLECTIVOIOÉ,
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València, Valencia, 1999 y, más recientemente, la
intervención en el Seminario de
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octubre de 2000.
3. Sobre las implicaciones sociales y jurídicas
de la categoría de extranjero, en distintos
períodos históricos, ver ÁLVAREZ DORRONSORO,
I., Diversidad cultural y conflicto nacional, Talasa,
Madrid, 1993.
4. Ver BLACBURN, R., The Overthrow of Colonial
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(ed.), The Impact of International Migration on Developing
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5. ESPIAGO, J., Migraciones exteriores, Aula
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6. A mediados del siglo XX había 950.000
residentes europeos en Argelia, 500.000 en Marruecos y 250.000 en
Túnez. HEFFERNAN, M., "French Colonial Migration", en
COHEN, R., (ed.), The Canbridge Survey of World Migration,
Cambridge University Press, Cambridge, 1995, págs.
33-38.
7. Otras modalidades migratorias de este período
fueron los desplazamientos masivos de refugiados (el
primero a causa de la II guerra mundial y después en
Cuba, Uganda,
Iraq y Birmania, Vietnam, Camboya y Laos, etc.); el retorno de
antiguos colonizadores tras la independencia (franceses,
belgas, holandeses, portugueses, etc.); movilidad de personal
cualificado (directivos y profesionales de las empresas y
organismos transnacionales); y migraciones Sur-Sur
(países del Golfo Pérsico, Libia, Argentina,
Suráfrica, etc.).
8. En Alemania se acuñó la
expresión "trabajadores invitados" y en Suiza se
estableció el "principio de rotación" con el fin de
impedir el asentamiento de estos trabajadores. Estados como Suiza
y Holanda se definieron como "países de no
inmigración", sin embargo al final de este período
contaban con altos índices de población extranjera
(el 16,7% en Suiza). Ver HORRMANN-NOWOTNY, H.J., "Switzerland: A
Non-Immigration Immigration Country", en COHEN, R., op.
cit., pág. 302-307.
9. EUROSTAT, Statistiques sur la migration 1996,
Luxemburgo, 1997, pág. 28.
10. Hasta 1962 todos los súbditos de la
Commonwealth tenían derecho a la libre circulación
dentro de sus fronteras; a partir de esa fecha el Reino Unido
introdujo restricciones para frenar la inmigración de "no
blancos", aunque con resultados limitados. En 1971
residían en Inglaterra 300.000 inmigrantes nacidos en
India y 140.000 procedentes de Bangladesh y
Pakistán.
11. Por ejemplo, (COHEN, R., op. cit.,
pág. 18-19)
12. El Programa Bracero fue inaugurado oficialmente en
1942 para sustituir a la mano de obra autóctona movilizada
por la guerra.
13. El rechazo a los inmigrantes asiáticos tiene
raíces antiguas, pero se agudizó durante la segunda
guerra mundial, a raíz de la cual 100.000 japoneses,
inmigrantes o de segunda generación, fueron encarcelados
en USA como hipotéticos colaboradores del enemigo. Durante
las dos décadas siguientes se habló del "peligro
amarillo", primero ejemplificado por Japón y más
tarde por China.
14. Por ejemplo, en 1994 el total de los intercambios
comerciales en el mundo apenas representó el 1% de las
transacciones de capital realizadas durante el mismo
período. Ver ALBAREDA, L., El comercio español
con el Tercer Mundo: reflejo de un desequilibrio,
Intermón, Barcelona, 1996.
15. CASTELLS, Manuel, "Flujos, redes e identidades: una
teoría crítica de la sociedad informacional", en
Congreso Internacional Nuevas Perspectivas Críticas en
Educación, Universidad Autónoma, Barcelona,
1994, pág. 37-38.
16. SASSEN-KOOB, K., The mobility of labor and
capital: a study in international investment and labor flow,
Cambridge University Press, Cambridge, 1989.
17. SOPEMI, Tendances des migrations internationales:
Édition 1999, OCDE, Paris, 1999, págs.
29-31.
18. La crisis económica que comenzó a
finales de 1997 está teniendo como consecuencia la
deportación masiva de inmigrantes ilegales indonesios,
previamente recluidos en campos de reclusión (el gobierno
prevé expulsar a unas 10.000 personas por mes).
Paralelamente la crisis generó un caos social en
Indonesia, producto del cual fue el éxodo de buena parte
de la población extranjera (salieron 32.000 de 48.000
residentes), pero también salidas irregulares hacia
países vecinos como Malasia.
19. OIT, Migrationes, Ginebra, 1992, pág.
6.
20. Ídem., pág. 16.
21. Según el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados existen los siguientes tipos:
refugiados en otro país (13,2 millones), desplazados
forzosos en el mismo país (4,8 millones), retornados (3,3
millones) y otras figuras (1,3 millones). ACNUR, La
situación de los refugiados en el mundo. Un programa
humanitario, Icaria, Barcelona, 1997.
22. Existen minorías de origen alemán (en
Polonia, Hungría, Rumania y la antigua URSS),
húngaro (en Rumania y Eslovaquia), polaco (en Ucrania,
Kazajstán y Siberia), ruso (en los países
bálticos), búlgaro (en la ex- URSS),
finlandés (en Rusia y Estonia), griego (en la ex-URSS) y
turco (en Bulgaria). Ver SOPEMI, Tendances del Migrations
Internationales. Raport Annuel 1994, OCDE, Paris,
1995, pág. 61.
23. Expresión introducida por Appleyard, R.,
"International Migration and developing countries", en APPLEYARD,
R. (ed.), The Impact of International Migration in Developing
Countries, OCDE, Paris, 1989.
24. FINDLAY, A., "Skilled transients: the Invisible
Fenomenon?", en COHEN. R., op. cit., pág.
515-522.
25. STALKER, P., Workers without frontiers. The
impact of globalization on international migration,OIT,
Ginebra, 2000.
26. CASTLES, S. Y MILLER, N., The Age of Migration.
International Population Migration, MacMillan, Londres,
1994.
27. En general, la mirada ciega sobre la
situación de las mujeres migrantes responde o a una
desatención sobre su situación particular o
a una asimilación a la situación del
varón, con la consecuencia de la invisibilización
social en ambos casos. Por el contrario, cuando se les ha
prestado atención socialmente surge sobre ellas la
sospecha (sobre su peligrosidad social) o la
desvalorización de sus proyectos
migratorios con el resultado de la
victimación.
En suma, desde una óptica androcéntrica,
la migración de la mujer no es
aconsejable, tal como recuerda H.L.Moore. Ver MOORE, H.L., "La
mujer y el
trabajo asalariado: migración y proletarización",
en Antropología y feminismo,
Cátedra, Madrid, 1996; ANTHIAS, I. y LAZARIDIS, G.,
Gender and Migration in Shouthern Europe. Women on the
Move, Berg, Oxford, 2000; ZLOTNIK, H., "Las migraciones de
mujeres del Sur al Norte", en MALGESINI, G., (Comp.), Cruzando
fronteras. Migraciones en el sistema mundial, Icaria-Fuhem,
Madrid, 1998, págs. 113-145 y MOROKVASIC, M., "Birds of
passage are also women", en International Migration
.Review, Vol. 18, Nº 4, 1984.
28. Al finalizar el proceso de regularización de
2000, el número de inmigrantes con la documentación
en regla sobrepasa ligeramente el millón de personas (2,4%
de la población del país). No obstante,
España sigue siendo actualmente un país de
emigración, con 2 millones de personas residiendo
legalmente fuera de sus fronteras.
29. El flujo de refugiados Sur-Sur, con frecuencia entre
regiones al interior de los países afectados, es
probablemente más grande que el de migrantes
económicos Sur-Norte. Sin embargo, apenas está
presente en la opinión
pública de los países desarrollados ni en la
agenda política de sus gobernantes.
30. Hacia 1990 los costos del transporte aéreo
eran cinco veces menores que en 1930. En cuanto al coste del
teléfono, una conversación de tres
minutos entre Londres y Nueva York pasó en el mismo lapso
de tiempo de 300 dólares a 1 dólar.
31. ZAPATA-BARRERO, R., "Inmigración e
innovación política", en Migraciones,
Nº 8, 2000, págs. 17.
32. SOPEMI, "Migrations clandestines enjeux
économiques et politiques", o.c. 1999, págs.
264-265.
33. Esta posición defendía la importancia
de las instituciones intermedias (el Estado y
las organizaciones empresariales y sindicales) para regular las
condiciones del mercado de trabajo. Hemos estudiado la
evolución de los modelos de
relación salarial con respecto a la inmigración en
COLECTIVO IOÉ, No quieren ser menos. Exploración
sobre la discriminación laboral de los inmigrantes
en España, edición interna de la UGT, Madrid,
2000.
34. Ver BÖHNING, W., y SCHOLTER-PAREDES, M. (ed.),
AID in place of migration?, OIT, Ginebra, 1994.
35. Ver, en este sentido, BALIBAR, E., "Racisme,
nacionalisme, État", en Les frontières de la
démocratie, La Découverte, Paris, 1992,
págs. 79-95.
36. Ver VON WERLHOF, C., BENNHOLDT-THOMSEN, V. Y
FARACLAS, N. (Ed.), There is an alternative. Subsistence and
Worldwide Resistance to Corporate Globalization, Zed Books,
London, 2001; y FERNÁNDEZ DURÁN, R., Capitalismo
global, resistencias sociales y Estrategias del poder, Virus,
Barcelona, 2001.
Colectivo
Ioe
Equipo de investigación sociológica ubicado en
Madrid y compuesto por Carlos Pereda, Walter Actis y Miguel
Ángel de Prada.
URL: http://www.nodo50.org/ioe/
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