- Escuela y TV.
Socialización y Educación - Agentes de
Socialización - Televisión
educativa - El
camino a seguir - Diseño
Metodológico - Metodología
- Plan de
análisis. Criterio Muestral y
Cronograma - ¿Utopía
o Realidad? - Análisis
de los resultados en la Entrevista a
Expertos - Análisis
de los resultados en la Observación no
Participante - Resultados
Generales - Conclusiones
- Bibliografía
Es una verdad universalmente reconocida que la educación
constituye una de las funciones
más importantes de la sociedad. De
hecho no es posible concebir el desarrollo de
la humanidad, ni su propia historia, si no se hubiera
asegurado, de una forma u otra, la trasmisión de la
experiencia anterior a las nuevas generaciones, si no se hubieran
encontrado los medios y las
vías para trasladar, de ancianos a jóvenes, de
padres a hijos, la herencia cultural
contenida en los instrumentos de trabajo, las
técnicas y habilidades, las tradiciones y
conocimientos.
A partir de lo adquirido se logró el crecimiento
económico y cultural de la sociedad y se aseguraron
las bases para la continuidad del progreso social.
Desde sus inicios, una de las principales funciones de
la Educación
ha sido la socialización y en este proceso la
escuela
constituye, sin lugar a dudas, un espacio clave, por su capacidad
de inculcar normas y patrones
que le permitan al individuo
vivir en sociedad, de aquí la importancia de estudiar este
tema tomando como referencia la obra de tres importantes
teóricos de la Sociología. Entre ellos un clásico,
a saber, Émile Durkheim, y
dos contemporáneos, Peter Berger y Thomas
Luckman.
Algunos autores afirman, que el ámbito escolar,
hasta mediados del siglo XX, era el espacio prácticamente
exclusivo de educación e instrucción
académica. Pero con el advenimiento de la
Televisión esta posición privilegiada fue
siendo poco a poco afectada, y a partir de aquí, los
avances de la Televisión
y el efecto que tienen en la educación en general y en los
niños
en particular, comenzó a ser-y continúa siendo-un
área donde se han movido las inquietudes de los
investigadores de las más diversas disciplinas (desde la
Sociología a la Psicología, desde la
Semiótica a la Pedagogía), así como de maestros,
padres de familia y de los
más amplios sectores de la opinión
pública. Inquietudes y preocupaciones válidas y
naturales, ante un hecho novedoso que siempre provoca temores,
desconfianzas y, cuando no, un rechazo, más o menos,
manifiesto.1
Con la gran apertura de los medios de
comunicación, el avance en las últimas
décadas, de la ciencia y
la tecnología, los medios audiovisuales
(cine, video, computación y televisión) se han convertido en
importantes vehículos, no solo para trasmitir información, sino que su uso, ha traspasado
los límites de
las salas oscuras y el hogar, para insertarse en el proceso
educativo y formar parte, como un elemento más de las
aulas, en los más diversos niveles de enseñanza, ganándose así un
espacio importante en el proceso de socialización
escolar.
Estos medios no son meros auxiliares en las labores del
profesor, sino
que tienen una participación activa en los procesos de
enseñanza y aprendizaje, por
lo que es del todo conveniente conocer cuáles son sus
efectos, cuál es su incidencia y, en definitiva,
cuál es la utilización que más conviene
realizar de ellos en las diversas instituciones
escolares.
Los pasados treinta años han sido testigos de dos
procesos de una importancia inmensa en la historia de nuestro
tiempo: uno de
ellos es la demanda, cada
vez mayor, de elementos educativos en todos los niveles; el
segundo, el explosivo crecimiento de los medios masivos de
comunicación, en especial de la
televisión. El significado de su asociación
dedúzcase fácilmente si consideramos que la
educación es en sí una forma especial de
comunicación del vasto acervo de conocimientos y
sabiduría que la humanidad ha ido trasmitiendo de
generación en generación, desde los albores de la
historia.
Bajo estas circunstancias y esgrimiendo estos principios muchos
países del mundo, incluyendo el nuestro, han llevado a
cabo proyectos de
perfeccionamiento educativo basados en el uso de los medios
audiovisuales como herramientas
que contribuyen al desarrollo de las funciones que cumple la
escuela, entre la que se encuentra la socialización
escolar, de aquí la importancia de estudiar la influencia
que este uso puede traer para tan significativo
proceso.
Apoyándome en una metodología cualitativa, que me permita
acercarme al conocimiento
de la realidad a través de una perspectiva reflexiva y
obtener mayor información, pretendo demostrar la
importancia que posee el uso de la Televisión Educativa en
la Enseñanza Secundaria, no solo como complemento a la
labor educativa del profesor, sino como un elemento que
contribuye sobremanera al perfeccionamiento del proceso de
socialización escolar.
El uso del audiovisual (televisión, cine, video,
computación) como medio de enseñanza contribuye,
ante la falta de materiales
educativos escolares, a que el estudiante entre en contacto con
ambientes que no le son inmediatos y adquiera determinados
atributos que lo formen como sujeto activo y agente del progreso
social.
Tomando como base una previa lectura y
análisis de los textos que tratan el tema,
selecciono como instrumentos para la obtención de
información la entrevista
a expertos, el análisis de contenido de programas y
asignaturas seleccionadas, la entrevista a
estudiantes y la observación no participante, estos dos
últimos mediante un estudio de caso en varios centros de
Enseñanza Secundaria Básica.
Para el desarrollo del trabajo tuve la posibilidad de
consultar tanto literatura activa como
literatura pasiva. De este modo pude analizar el pensamiento de
los clásicos y sus principales ideas acerca de esta
problemática, así como las posiciones que los
pensadores más contemporáneos han tomado con
respecto a estas teorías, y de esta forma llegar a una
conclusión propia.
Los centros de documentación más importantes fueron
la Biblioteca
Central de la Universidad y la
Biblioteca Nacional donde encontré la mayoría de
los títulos que uso en el trabajo,
también alimentaron mi biblioteca personal una
serie de materiales que me fueron proporcionados, en primer
lugar, por mi tutora, y en segundo lugar, por el colectivo de
trabajadores de la Televisión Educativa en Ciudad de La
Habana y el Departamento de Enseñanza Secundaria en el
Ministerio de Educación (MINED), y que me ayudaron,
esencialmente, a definir el tema a trabajar y a esclarecer mis
dudas y ampliar mis conocimientos acerca del mismo.
Tres capítulos conforman la estructura de
esta Tesis, el
primero nos ubica en el marco
teórico en el cual descansan las bases
histórico-conceptuales del tema, llevándonos de la
mano por las principales líneas de pensamiento que se han
elaborado y acercándonos a las investigaciones
fundamentales que se han llevado a cabo tanto en nuestro
país como en el resto del mundo. Este capítulo
tiene tres epígrafes, el primero Socialización y
Educación, está dividido en dos partes,
primero, aborda el análisis teórico-conceptual de
estos dos procesos, refiriéndose a como han sido tratados por
diferentes clásicos de la sociología a lo largo de
la historia, y luego analiza las contribuciones a este estudio,
centrándose en tres figuras fundamentales: Durkheim,
Berger y Luckman.
El epígrafe dos, Agentes de
Socialización, está orientado al estudio de los
principales agentes de socialización que intervienen en el
proceso educativo, primero se aborda a la escuela como agente de
socialización y luego a la televisión, haciendo
hincapié en la influencia que ejerce este medio en la
sociedad y en como ha sido tratado el tema por la Comunicación
Social.
El epígrafe tres, Televisión
Educativa, consta de dos sub-epígrafes donde trato de
abordar toda la teoría
referente a este tema (a pesar de ser tan reciente), el
sub-epígrafe 3.1 se refiere a los antecedentes del uso de
los medios audiovisuales en el proceso educativo y el desarrollo
que ha alcanzado hasta la actualidad, así como los
elementos fundamentales que caracterizan a la Televisión
Educativa, y en el sub-epígrafe 3.2 se hace un
análisis de la inserción de estos medios de
enseñanza en nuestro país.
El capítulo dos recoge la estrategia
metodológica seguida para cumplimentar los objetivos de
la investigación., donde tengo en cuenta los
aspectos esenciales: problema, objetivo
general, objetivos específicos, hipótesis, definición y
operacionalización de conceptos, metodología,
criterio muestral y cronograma de tiempo.
El capítulo tres y último, está
orientado al análisis de los resultados obtenidos con la
aplicación de las técnicas de investigación:
el epígrafe uno refleja los resultados obtenidos con la
entrevista a expertos, el epígrafe dos con el
análisis de contenido, el epígrafe tres con la
entrevista a estudiantes, el epígrafe cuatro con la
observación no participantey en el epígrafe 5 hago
un balance
general de los resultados obtenidos..
Para terminar, presento las conclusiones generales del
estudio, los anexos y la bibliografía.
"Debido al rápido desarrollo experimentado en
el campo de la Televisión Educativa, la publicación
o investigación que se intente en este terreno
saldrá necesariamente falta de lo último que haya
aparecido, porque nunca podrá estar verdaderamente al
día".2
Capítulo 1.
Epígrafe
1. Socialización y Educación.
- ¿Quién es quién?.
Aproximación teórico-conceptual al
análisis de estos dos procesos.
Varios autores coinciden en afirmar que el concepto de
socialización tiene su origen en la obra de Simmel, en la
cual se alude a la transformación que sufren los
individuos como consecuencia de la interacción con otros.
Según el Diccionario de
Sociología confeccionado por Salvador Giner y Emilio Lamo
de Espinosa la Socialización es "el proceso mediante el
cual el individuo en desarrollo se adapta a los requerimientos de
la sociedad en que vive"3.
Para G. Ritzer:
…"la socialización es la adquisición
de la competencia para
la interacción… Los niños no son
receptáculos pasivos, incompletos; antes bien, son
participantes activos en el
proceso de socialización porque disponen de la capacidad
de razonar, idear y adquirir conocimientos."
4
Para Berger y Luckman la socialización puede
definirse como "la inducción amplia y coherente de un
individuo en el mundo objetivo de una sociedad o en un sector de
él".5
Este fenómeno está estrechamente ligado al
aprendizaje y a la formación de la
personalidad puesto que se produce durante todo el proceso
evolutivo, y dentro de él podemos identificar varios
agentes de socialización (los que permiten que esta tenga
lugar), o sea, las personas con las que el individuo se relaciona
y de las que aprende normas de conducta y
valores
(agentes personales) y también las instituciones y los
medios de
comunicación social (agentes impersonales), los
más importantes son los siguientes:
- La familia, como el primer medio que actúa
como socializador, acompañando al individuo por un
largo período de su vida; - El "grupo de
pares", es decir, el grupo de amigos y de iguales con que un
niño o joven comparte cotidianamente, el que no
sólo le permite poner en práctica lo aprendido
con los otros agentes socializadores sobre cómo
mantenerse en interrelación o intercomunicación
con otros, sino que también le comunica normas,
valores y formas de actuar en el mundo. - La escuela, que se constituye en un
importantísimo formador/socializador, afectando
también a todos los aspectos susceptibles de ser
socializados en un individuo. - Los medios de comunicación (de masas,
electrónicos e informáticos), los que
transmiten conocimientos a la vez que son muy potentes en
reforzar los
valores y normas de acción social aprendidos con los otros
agentes socializadores. - El conjunto Deportes/Arte/Religión, los que pueden o no estar
presentes, todos o algunos de ellos en la
socialización del niño y el joven.
La socialización es el proceso social por el cual
aprendemos a ser miembros de una comunidad humana
y a interiorizar los valores y roles de la sociedad en que hemos
nacido y habremos de vivir. Es decir, a través de la
socialización aprendemos a vivir dentro de un grupo, a ser
miembros competentes de la sociedad en que hemos
nacido.
Desde este punto de vista, la socialización es el
proceso por el cual se logra que los individuos se ajusten al
orden social (es decir, asuman el orden social en que nacieron
como propio). En segundo lugar, la socialización es el
proceso por el cual una sociedad se reproduce por sí misma
en una nueva generación (reproducción cultural); es decir, mediante
la socialización los valores y las tradiciones del pasado
se continúan y perpetúan. Así, la
socialización es lo que proporciona a la sociedad la
continuidad en el tiempo.
En tercer lugar y como consecuencia de lo anterior,
socializar algo pasa a ser el compartir ese algo con otros para
que ellos lo interioricen y lo hagan parte de su ser
(cultural)
A pesar de que el proceso de Socialización dura
toda la vida podemos hablar de tres tipos correspondientes a tres
etapas cronológicas, con la cuál coinciden en
parte, como veremos más adelante, tres importantes figuras
de la Sociología
de la Educación: Durkheim, Berger y
Luckman:
- Socialización primaria. Es la que se
efectúa en la infancia,
donde se interiorizan los más importantes elementos de
la sociedad (el lenguaje,
la identidad de
género, de clase, el
propio nombre, etc). Es inclusiva ya que se extiende a casi
todos los aspectos de la individualidad, es asimismo la
más duradera y la que se efectúa de forma
acrítica. Los agentes de socialización más
importantes de este proceso son los padres. - Socialización secundaria. Consiste en la
interiorización de submundos de valores y normas
más específicos y concretos, correspondientes a
funciones que se van a ejercer en la vida adulta. Se habla, en
este caso, en términos de Socialización
profesional o de Socialización política,
entendiendo por tal la interiorización de valores
ideológico-políticos. Los agentes más
importantes en este proceso son los iguales en edad y las
instituciones (entre ellas juega un papel fundamental, como
veremos más adelante, la escuela). - Socialización terciaria. Este proceso es solo
posible cuando los individuos adultos relativicen todo lo
aprendido anteriormente y prefieran asumir o interiorizar las
normas y valores de otra cultura o
sociedad. La Socialización terciaria se relaciona con la
transculturación y la integración en sociedades o
sistemas de
referencia totalmente distintos a los anteriormente aprendidos.
Los agentes socializadores más importantes en este
último período son los medios de
comunicación social así como las
ideologías, la religión y otros productos
simbólicos de la cultura.
Desde un punto de vista sistémico, la
socialización tiene un importantísimo papel en la
reproducción del sistema, porque,
como se ha explicado, mediante este proceso una generación
ya madura exterioriza y transmite sus valores normas, costumbres,
etc. a la generación que lo reemplaza, de allí la
importancia de mirar detenidamente los mecanismos y formas en que
se producen los procesos de socialización en todo sistema
humano.
Como los seres humanos no nacemos "programados" en
nuestro código
genético para pertenecer a las redes sociales, cada ser
humano tiene que aprender, desde el momento de su nacimiento, a
ser parte de su red de interrelaciones
objetivas y subjetivas, es decir, de su sociedad. De esta forma
la socialización es uno de los procesos internos
principales de todo sistema social.
La socialización y la educación son
procesos que están estrechamente ligados, desde el punto
de vista de que la educación forma parte cardinal de la
socialización.
El concepto de educar implica la formación de la
personalidad
del sujeto, su preparación para la inserción en el
contexto social, por lo que no se limita a la
instrucción.
En un sentido amplio podemos entender la
Educación como el conjunto de influencias
recíprocas que se establecen entre el individuo y la
sociedad, con el fin de lograr la inserción plena en ella,
o sea la socialización del sujeto. Nos referimos por tanto
a un fenómeno social complejo, encaminado a la
transmisión y apropiación de la herencia cultural y
los valores, normas, y patrones socialmente aceptados.
Para A. Comte la Educación es la manera de
aprender a vivir para otros, por el hábito de hacer
prevalecer la sociabilidad sobre la personalidad. Para Durkheim,
la Educación es "la acción ejercida por las
generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado
todavía el grado de madurez necesario para la vida social.
Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un
cierto número de estados físicos, intelectuales
y morales que exigen de él, tanto la sociedad
política en su conjunto como el medio ambiente
específico al que está especialmente
destinado".6
Esta concisa definición señala algunos
aspectos fundamentales, primero que la educación es
socialización, algo que se produce de fuera a dentro;
segundo, abarca la personalidad total del educando, y no solo los
aspectos cognitivos; tercero, pretende incorporarlo a la sociedad
en general y a un lugar en ella en particular.
Como vemos en estas definiciones, si bien se subraya el
carácter social de la Educación y el
fin último que se persigue con ella, se reduce el papel
del sujeto en este proceso, limitándolo a la
asimilación de las influencias sociales sin que existan
posibilidades del procesamiento y recreación
a nivel personal.
La concepción materialista de Marx
permitió la presentación de puntos de vista
novedosos en cuanto a la formulación del concepto de
Educación. Se educa al hombre no para
que pierda su esencia individual, sino para que la manifieste de
la mejor manera posible en el contexto social en el que debe
vivir.
Analizada como función de
la sociedad, la Educación constituye el medio fundamental
para la socialización del sujeto. A través de ella
la sociedad logra la asimilación y objetivación, en
cada individuo, de los contenidos socialmente válidos,
expresados en los sistemas de normas y valores aceptados por la
misma sociedad.
La educación tiene como tarea fundamental la
reelaboración, difusión y afianzamiento de la
ideología dominante, poniendo en
función de esta tarea tanto los programas y planes de
estudio del sistema escolar, como los medios de difusión
masiva, las agencias de propaganda o
las diversas agencias de control
social.
Desde el punto de vista sociológico el objetivo
general de la Educación se resume en el proceso de
socialización del individuo, esto es en la
apropiación por el sujeto de los contenidos sociales
válidos y su objetivación, expresada en formas de
conductas aceptables por la sociedad.
1.2. Principales contribuciones, desde la
Sociología, al análisis del proceso de
Socialización escolar.
Una perspectiva muy popular en la sociología de
la educación hasta fines de los años 60 fue el
funcionalismo y
procede fundamentalmente de los trabajos del francés Emile
Durkheim. El sistema funcionalista, tal como lo emplea Durkheim,
consiste en buscar la función desempeñada por una
institución (la educación en nuestro caso) en la
sociedad en general; es decir, el rol que juega esa
institución en la promoción y el mantenimiento
de la cohesión y de la unidad sociales. Todas las grandes
instituciones estudiadas por Durkheim se hallan concebidas de
esta forma, y la educación no es una excepción,
donde hace referencia, al desarrollo en el niño de ciertos
valores y de determinadas destrezas intelectuales y
físicas necesarias para convertirse en parte de la
sociedad y que le son traspasadas por la institución
educacional.
.Durkheim aborda la educación por el lado desde
el cual se la considera como un hecho social su doctrina de la
educación es un elemento esencial de su Sociología,
"la educación es cosa eminentemente
social".7
Durkheim centra su atención en la socialización,
partiendo de la idea de que el ser social no aparece
completamente hecho en la constitución primitiva del hombre, sino que
es la misma sociedad, según ha ido formándose y
consolidándose, la que tiene que construir sobre cada
nueva generación como si de una tabla rasa se tratara,
trasmitiendo de esta forma los atributos específicos que
distinguen al hombre de los demás seres, como
eminentemente social, utilizando como una de sus principales
vías la educación. Y es justamente esta la idea
fundamental en que coinciden los autores que hemos venido
tratando, en otorgarle un importante papel a la educación
dentro del proceso de socialización, y en especial a la
escuela como un agente insustituible que incorpora en el
individuo normas, patrones y formas de comportamiento, trasmitiendo de generación
en generación los atributos específicos que lo
constituyen como ser social, manteniendo el orden y
proporcionándole, de esta forma, a la sociedad, la
continuidad en el tiempo y la reproducción
cultural.
Durkheim trata a la educación como un hecho
social y plantea que en todas las sociedades se da una
educación, de acuerdo con tradiciones, con hábitos,
con reglas explícitas o implícitas, dentro de un
cuadro determinado de instituciones, con utensilios propios, bajo
el influjo de ideas y sentimientos colectivos. Por tanto, las
instituciones escolares, las disciplinas, los métodos,
son hechos sociales y la educación tanto física, moral como
intelectual que da una sociedad en un momento de su historia,
pertenece evidentemente a la Sociología.
Al presentar a la educación intelectual, Durkheim
la clasifica en dos tipos: la enseñanza primaria para la
masa y la enseñanza secundaria para una minoría
escogida, idea que en parte retoman Berger y Luckman (como
veremos más adelante) cuando separan las socializaciones
en primarias y secundarias.
La educación ha variado infinitamente
según los tiempos y según los países. En las
ciudades griegas y latinas, la educación preparaba al
individuo para subordinarse ciegamente a la colectividad, para
llegar a ser "la cosa" de la sociedad. Hoy día
trata de hacer de él una personalidad autónoma.
Aquí se apoya Durkheim para plantear que cada sociedad,
considerada en un momento determinado de su desarrollo, tiene un
sistema de educación que se impone a las personas con una
fuerza
generalmente irresistible, y las ideas que determinan este tipo
de educación son producto de la
vida en común y expresan sus necesidades. Así, son
la sociedad, en su conjunto y cada medio social particular,
quienes determinan ese ideal que la educación realiza. La
sociedad no puede funcionar si entre sus miembros no existe una
cierta homogeneidad, fijando de antemano en el alma del
niño las semejanzas esenciales que exige la vida
colectiva.
Un punto fundamental en el conjunto de planteamientos de
Durkheim, es, sin dudas, que la educación responde a
necesidades sociales, lo que expresa son ideas y sentimientos
colectivos.
Muchos autores plantean que en la práctica lo que
hizo el funcionalismo clásico fue idealizar la importancia
de la educación para una sociedad específica, al
sobredimensionar el aspecto formativo de la educación y
fundamentalmente el programa
educacional o currículum, dejando de lado la influencia
formativa que tienen otros actores de la socialización del
niño, como el grupo de pares, los medios de
comunicación de masas o la influencia de la familia,
cuando ésta es negativa. Sin embargo, es necesario aclarar
que estas teorías correspondían a los años
anteriores e inmediatamente posteriores a la segunda guerra
mundial, la década de los años 50, cuando la
escuela no tenía que competir con la TV, y en la
mayoría de los países y culturas del mundo lo usual
era que la madre se hiciera cargo de la familia y el hogar en
exclusivo.
Luego, durante los años 60, cobró
importancia la preocupación por examinar y comparar los
altos y bajos rendimientos que demostraban niños y
jóvenes en la educación: altos para las clases
medias y superiores y deficitaria para las clases bajas. A partir
de esta preocupación se abrieron numerosas nuevas
perspectivas que han estado
examinando completamente el proceso educativo, a través de
sus tres procesos básicos: el programa, la
pedagogía del aula y la evaluación.
Con el correr del tiempo se han desarrollado varias
perspectivas sociológicas acerca del papel que tiene la
educación en la reproducción y formación de
la sociedad.
En los últimos cuarenta años ha cobrado
auge la perspectiva de las ciencias
sociales que trata de incorporar la subjetividad en el
estudio, comprensión y descripción del proceso de
socialización humana. Para ello se ha valido de todos los
avances que han logrado las distintas corrientes que incorporan
la subjetividad, tales como la hermenéutica, el interaccionismo
simbólico, la etnografía, la etnometodología y la
fenomenología, logrando significativos
avances en este campo.
Una de estas perspectivas, popular en estas
últimas décadas, es la que se extrae de Peter
Berger, sociólogo, y Thomas Luckman, filósofo
alemán, La construcción social de la realidad,
publicada originalmente en 1964 y que se ubica como una de los
principales exponentes de la fenomenología en las ciencias
sociales.
Berger y Luckman señalan la existencia de dos
fases diferentes en el proceso de socialización del
niño: la socialización primaria (que el individuo
atraviesa en la niñez, más o menos desde los ocho
meses de edad hasta los cuatro años, y a través del
cual se convierte en miembro de la sociedad) y la
socialización secundaria, más o menos entre los
cuatro y los ocho años (que se refiere a cualquier proceso
posterior que induce al individuo a interiorizar sectores
particulares del mundo subjetivo de su
sociedad).8
La socialización primaria suele ser la más
importante para el individuo , es la primera por la que atraviesa
en la niñez y por medio de ella se convierte en miembro de
la sociedad:
- La socialización primaria transmite contenidos
cognitivos que varían de una sociedad a otra pero que
fundamentalmente, comprende el aprendizaje
del lenguaje y,
por su intermedio, el aprendizaje de diversos esquemas
motivacionales e interpretativos de la realidad así como
los rudimentos del aparato legitimador de la validez de dichos
esquemas. - Este aprendizaje se efectúa en condiciones
peculiares que lo diferencian del resto de los aprendizajes
posteriores. Dichas condiciones se definen básicamente
por la presencia de un alto componente emocional afectivo que
otorga a estos aprendizajes una sólida firmeza en la
estructura personal del individuo. La presencia de este factor
determina que la modificación posterior de los
contenidos aprendidos en la socialización primaria
resulte muy difícil de obtener. En realidad, la
efectividad de todo aprendizaje posterior dependerá en
gran medida del ajuste que tenga con respecto al
primario.
En virtud de lo dicho hasta aquí puede deducirse
que la socialización primaria permite al niño
internalizar el mundo de los "otros", pero ese mundo no
constituye una posibilidad entre otras, sino que se le presenta
como el único que existe y que puede concebirse. Sin
embargo la realidad social objetivada presentada en esta fase de
la socialización sufre dos tipos de modificaciones o de
"filtros": el primero de ellos proviene del lugar que ocupan los
adultos en la estructura
social y el segundo deriva de la "idiosincrasia" personal de
los agentes socializadores.
En este mismo nivel de generalidad, la
socialización secundaria puede ser definida como el
proceso por el cual se internalizan "submundos institucionales"
cuya mayor o menor complejidad deriva del grado alcanzado por la
estructura social en la división del trabajo. Cada
"submundo institucional" supone un cierto lenguaje
específico, esquemas de comportamiento y de interpretación más o menos
estandarizados y concepciones particulares destinados a legitimar
las prácticas habituales.
A diferencia de la socialización primaria, los
aprendizajes efectuados en esta fase no implican necesariamente
una carga emocional o afectiva intensa. Los agentes
socializadores actúan en función de su rol, pero en
un alto grado de anonimato e intercambiabilidad. Por ejemplo, el mismo
conocimiento puede ser enseñado por un maestro o por otro
y sus contenidos asumen una firmeza mucho menor (y por lo tanto,
una mayor posibilidad de modificación y
reconversión).
Sin embargo, el problema central de toda
socialización secundaria consiste precisamente en que
actúa sobre el sujeto ya formado y que todo nuevo
aprendizaje exige un cierto grado de coherencia con la estructura
básica. En este sentido, el proceso de
socialización secundaria debe apelar continuamente a
reforzar dicha coherencia para garantizar mayor efectividad en el
aprendizaje. Este refuerzo consiste, por lo general, en dotar a
los nuevos aprendizajes de un carácter afectivo y
"familiar" tan intenso como la definición institucional
del aprendizaje lo determine. Así, por ejemplo, la escuela
básica trata permanentemente de presentar sus contenidos y
sus agentes socializadores como muy cercanos a la realidad
familiar.
Otro aspecto importante en la obra de Berger y Luckman
es la socialización deficiente, de acuerdo a esto
señalan varias posibilidades: la producida por la
"heterogeneidad de elencos socializadores" (agentes de
socialización), donde la misma realidad es vista con
significados diferentes (por ejemplo, la que se produce entre
padre y madre), la producida por la mediación diferente de
otros adultos significativos (por ejemplo, el caso de
niños de clase alta socializados por adultos de clase
baja), y, por último, la que proviene de discrepancias
entre la socialización primaria y la secundaria (el caso
del niño campesino que
viene a estudiar a la ciudad, o del niño pobre que estudia
en una escuela de clase media).9
Desde el punto de vista de la sociología de la
educación, la alternativa más relevante es esta
última, ya que allí está contenida la
posibilidad de acción del sistema
educativo o de cualquier acción extra
familiar.
Aquí tiene un papel fundamental la
institución escolar y el maestro en particular,
quién juega un rol protagónico y tiene en sus manos
una función altamente significativa.
Estos autores, a pesar de pertenecer, a corrientes
distintas de pensamiento, ubicadas en momentos históricos
diferentes, Durkheim con una fuerte visión positivista y
rasgos funcionalistas, que considera al hombre como un ente
pasivo ante la influencia de la sociedad, Berger y Luckman que
centraban su atención en los procesos subjetivos y eran
representantes importantes de la fenomenología,
otorgándole un especial significado al papel activo del
sujeto, coincidían en apuntar el papel importante de la
socialización en la vida del hombre, como un proceso
indispensable para llegar a constituirse como un ser social, y
dentro de este proceso veían a la educación como un
elemento único e insustituible dado su alto nivel de
significación, aunque Durkheim veía a la
Educación y a la Socialización estrechamente
ligados, como fenómenos inseparables, y Berger y Luckman
hacían una distinción más explícita,
reconociendo a la Educación escolar como parte fundamental
del proceso de Socialización
Epígrafe 2.
Agentes de Socialización.
2.1. La escuela como agente de
socialización.
La educación escolar es uno de los instrumentos
que utilizan los grupos humanos
para promover el desarrollo y la socialización de sus
miembros más jóvenes, de esta forma la escuela
funciona como un importante agente de socialización que
incorpora normas y patrones de comportamiento y educa a los que
estén bajo su influencia tomando como base el sistema de
educación establecido socialmente y sometido, como dijera
Durkheim, a la acción del estado.
Por "escuela" muchos autores se refieren a la
Educación Formal, que es la que el Estado
realiza por cuenta de toda la sociedad nacional en un ambiente
racionalmente controlado y evaluado para asegurar su efectividad
y eficiencia. La
educación formal, desde el
conocimiento cotidiano, la conocemos como una
institución que "educa" a los menores, en realidad
deberíamos decir que la educación formal es la
institución de la sociedad que se encarga de socializar a
los más jóvenes para así permitir la
reproducción de la sociedad y de nuestra
cultura.
En la reflexión que de educación se hace
en los años sesenta, por lo general, se ataca a la escuela
como agente reproductor de un orden social injusto. Un ejemplo de
ello es Sayders, considerado como el representante de una de las
vertientes que asume la denuncia con respecto a la
institución escolar. Este autor, sin proponer la
abolición de la escuela, plantea una transformación
sustancial de ella, idea que encontramos expresada, desde el
ámbito de la
comunicación, en la propuesta de Mc Luhan: "El aula
sin muros". En Latinoamérica, uno de los investigadores
fundamentales en este campo, Paulo Freire,
en la misma década de los sesenta veía a la
educación como praxis,
reflexión y acción del hombre para transformar el
mundo, de ahí que parafraseando su postulado central, su
pedagogía puede resumirse en no más un educador del
educando, no más un educando del educador, sino un
educador-educando con un
educando-educador10.
Lo cierto es que la educación escolar, como
práctica social que es, cumple a menudo con muchas
funciones relacionadas con la dinámica y funcionamiento de la sociedad en
su conjunto (por ejemplo, la de instrumento de
conservación o reproducción del orden social y
económico existente, la de control ideológico, la
de satisfacer las necesidades del sistema de producción, la de ocultar o enmascarar el
desempleo
juvenil, etc.), pero la única función que puede
justificar plenamente su institucionalización,
generalización y obligatoriedad es la de ayudar al
desarrollo y socialización de los niños y
jóvenes.
En el proceso de la socialización uno de los
factores principales es la educación; y más
especialmente la formación social que se da dentro de la
socialización secundaria, donde tanto Durkheim, como
Berger y Luckman coinciden en afirmar que el agente socializador
más importante es la escuela, junto al grupo de
iguales.
En la actualidad existen autores que afirman que la
familia y la comunidad son instituciones socializadoras que se
encuentran en crisis y que
el terreno que pierden en estas funciones es terreno que gana
incondicionalmente la escuela. "Instituciones que antes
compartían la socialización de la infancia, ahora
desaparecen, se repliegan, se inhiben, o simplemente pierden
eficacia a
este respecto, haciendo que aumenten así, por simple
exclusión, la necesidad y la carga relativas de la
escuela¨.11 La realidad es que la escuela es
la primera institución pública a la que los
niños acceden de modo sistemático y prolongado.
Esto, por si solo, la señala como el lugar de aprendizaje
de formas de convivencia que no cabe aprender en la familia,
donde aquella está vertebrada por los lazos del afecto y
la dependencia personal. La familia puede educar eficazmente para
la convivencia doméstica, pero es constitucionalmente
incapaz de hacerlo para la convivencia civil, puesto que no puede
ofrecer un marco de experiencia. En esto puede cooperar con la
escuela , pero no puede entregarle el trabajo hecho.
La escuela es, para la mayoría, el primer lugar
de aproximación a la diversidad existente y creciente en
la sociedad global. En ella se ve el niño llevado a
convivir con alumnos de otros orígenes, razas, culturas,
clases y capacidades con los que, fuera de esta
institución, tiene una relación escasa. Aunque el
respeto hacia el
otro o la igualdad de
derechos de todos
los ciudadanos puedan predicarse en la familia, de ninguna manera
pueden alcanzar en ella, la materialidad práctica y
continuada que encuentran en la escuela.
La principal función de la escuela no ha sido
nunca solo enseñar, sino educar. El objetivo de la
institución escolar, como de cualquier forma de
educación, siempre ha estado más en modelar la
conducta, las actitudes, las
disposiciones, etc, que el mero conocimiento teórico o las
actividades prácticas.
Se depende más de las escuelas para la
educación y la socialización de la infancia y de la
juventud, como
se depende más de los hospitales para la atención a
los enfermos, de los círculos de abuelos para el cuidado
de los ancianos, de la policía para el mantenimiento del
orden social o del mercado o del
Estado para el aprovisionamiento de vienes y servicios.
"Con la educación sucede como con la comida, pero al
revés: ésta la compramos media hecha en la tienda y
la terminamos de hacer en casa, aquélla la enviamos a
medio hacer a la escuela "12
En el caso específico de nuestro país la
escuela, conjuntamente con la familia, ha jugado
históricamente un importante papel en el proceso de
socialización de niños y jóvenes, donde
además de la familia, que es la primera institución
socializadora del ser humano, juegan un papel importante otros
factores como, la comunidad, los grupos en los cuales el
individuo se desenvuelve, los medios masivo de difusión e
información y el trabajo, entre otros.
La importancia de la labor que corresponde a la escuela
radica no solo en su propia acción con los escolares, sino
en la coordinación de la acción con el
resto de los factores, principalmente la familia y la comunidad,
de modo que se logre una mayor coherencia en los modelos y
formas de actuar que llegan a estos, para contribuir exitosamente
a su inserción social actual y futura.
En el fin y los objetivos de la educación cubana
se plasman las aspiraciones del modelo de
hombre que se desea y requiere formar en nuestro país, en
las condiciones actuales, lo que deviene en política
estatal para el Ministerio de Educación y las
instituciones que intervienen en el proceso de formación
de nuestros niños y jóvenes.
Entre todas estas instituciones, es a la escuela a la
que le corresponde una misión
fundamental, porque tiene mejores posibilidades para sistematizar
el proceso de educación en función de los
objetivos, con ajuste a las particularidades de las edades y
empleando para ello al potencial técnico capacitado para
tales fines.
Es también esta institución la que
más logra la capacidad movilizativa para involucrar al
resto de las instituciones en torno a alcanzar
los objetivos contenidos en la política de Estado. La
labor del maestro en el proceso de socialización de la
escuela es primordial, pues ellos constituyen el enlace esencial
entre todos los factores que intervienen en ese proceso: los
alumnos, los padres y demás miembros de la
comunidad.
La escuela es en términos sociológicos una
institución, ya que no obedece a necesidades de la
naturaleza,
sino a exigencias de la cultura. La escuela, procura, ante todo,
la socialización de los niños, es decir, la
incorporación, por los seres humanos en formación,
que han de tomar un día el relevo en las funciones y
tareas de la sociedad, de las pautas y normas que traducen los
valores al grupo cultural al que pertenecen, cuyos símbolos esenciales constituyen el alfabeto
fundamental de la educación.
2.2. La Televisión como agente de
socialización.
"..hay algo como un muy poderoso y astuto
engañador
que usa de todas sus mañas para
tenerme
constantemente
engañado."
Descartes.
Mientras lees estas líneas, miles de imprentas
trabajan en el mundo, cientos de miles de personas leen el diario
en casa mientras desayunan, en el metro, en el supermercado,
miles de emisoras radiales trasmiten constantemente y cientos de
miles de personas oyen las noticias
mientras se visten para salir a trabajar, en el auto en medio de
congestiones gigantes o entre decenas de personas en un
ómnibus colectivo, unos treinta satélites
de comunicación en el centro y norte del Atlántico
trasmiten más de mil filmes, videos y documentales a
través de 130 canales directos durante las 24 horas
diarias, dando lugar a un nuevo consumo de
efecto desconocido: el de la droga
audiovisual, capaz de crear una adicción
irrefrenable.13
La revolución
electrónica que presidió los
últimos años del siglo XX abrió las ventanas
de la historia a una nueva forma de ciudad, a una nueva forma de
configuración del espacio y el tiempo, de las relaciones
económicas, sociales, políticas
y culturales, en definitiva, un nuevo tipo de ciudadano con
nuevos hábitos, intereses, modos de pensar y sentir, una
forma de vida prendida por los intercambios a distancia, por la
supresión de las barreras temporales y las fronteras
espaciales. Cada individuo a través de la pequeña
pantalla puede ponerse en comunicación, recorriendo las
famosas autopistas de la información, con los lugares
más recónditos del mundo, las culturas más
exóticas y distantes, las mercancías más
extrañas, los objetos menos usuales en su medio cercano,
las ideas y creaciones intelectuales más diferentes y
novedosas.14
Todo indica que los medios audiovisuales y en especial
el medio televisivo, constituyen hoy el esqueleto de la nueva
sociedad.
Los medios de comunicación de masas han adquirido
una nueva dimensión con la revolución
electrónica, capaz de transportar la información en
forma de imágenes y
en tiempo real a todos los rincones de la
tierra.
Para comprender las consecuencias de este
fenómeno tenemos que partir de que la Comunicación
es, ante todo, un proceso de transmisión y
recepción de ideas, información y
mensajes.
Por lo general se estudian cuatro tipos de
comunicación: la comunicación interpersonal,
que se establece entre dos personas, la comunicación
grupal, entre grupos pequeños; la comunicación
organizacional, que como su nombre lo indica se establece entre
organizaciones
y la comunicación de medios, que está orientada a
las grandes masas.
Los principales medios de comunicación (prensa escrita,
radio, cine y
televisión) toman su auge en la década del 20 y del
30, del siglo XX, es en esta etapa en que la comunicación
social pasa a ser objeto de estudio de la Sociología y se
considera a la comunicación de masas como un
fenómeno social.
Las primeras investigaciones en este campo tenían
un fuerte carácter de contingencia, o sea, se orientaban
al estudio de los efectos, las reacciones y las conductas que
adoptan los individuos que están bajo la influencia de los
medios. Con el transcurso del tiempo las teorías fueron
variando y se fueron desarrollando, tomando también como
objeto de estudio tanto al emisor como al mensaje
emitido.
La investigación de la comunicación de
masas, a pesar de no haber tenido un desarrollo
sistemático, no ha podido permanecer aparte del debate general
de las ciencias sociales. Mauro Wolf, en su obra, La
investigación de la comunicación de masas hace
referencia a que las comunicaciones
de masas son una realidad integrada por muchos aspectos
distintos, menciona entre ellos, a las reglamentaciones
legislativas escurridizas, por lo que se refiere a la
ordenación jurídica del sistema televisivo, las
intrincadas operaciones
financieras en torno a la propiedad de
algunos medios; los episodios clamorosos sobre la no
realización de un programa considerado
incómodo; crisis, fracasos y triunfos de las
diversas estructuras
productivas cinematográficas; las recurrentes
polémicas sobre los efectos nocivos que los medios
ejercerían sobre los niños; entusiasmo y alarma
ante las nuevas
tecnologías y los escenarios prefigurados por las
mismas.15
La lista, por supuesto, podría ser más
larga y serviría para confirmar que los mass media
constituyen al mismo tiempo un importantísimo sector
industrial, un universo
simbólico objeto de consumo masivo, una inversión tecnológica en continua
expansión, una experiencia individual cotidiana, un
terreno de enfrentamiento político, un sistema de
mediación cultural y de agregación social, una
manera de pasar el tiempo, etc.
Todo esto, evidentemente, se refleja, en la forma de
estudiar un objeto tan proteiforme, la larga tradición de
análisis ha seguido los distintos problemas
surgidos a lo largo del tiempo, atravesando perspectivas y
disciplinas, multiplicando hipótesis y enfoques. Esta
tradición que se identifica como la Mass Comunication
Research surgió a partir de la evolución histórica de los Estados Unidos,
ligado al desarrollo de la economía y la
política en este país, a manos de destacados
sociólogos, como es el caso de Harold Laswell.
Los principales modelos de la comunication research
están referidos a ocho momentos de los estudios
metodológicos: la teoría hipodérmica, la
teoría vinculada a las visiones
empírico-experimentales, la teoría derivada de la
investigación empírica sobre el terreno, la
teoría del planteamiento estructural-funcionalista, la
teoría crítica, la culturológica, los
cultural studies y las teorías comunicativas en
general.
La teoría norteamericana estudiaba tres
áreas fundamentales: los efectos que provocan los medios
en el individuo, la propaganda política y la publicidad,
específicamente las campañas publicitarias, esta
teoría pierde auge cuando surgen las vinculadas al
marxismo, no
obstante, tuvo gran influencia en el mundo entero, no en vano
fueron usados muchos de sus conceptos y paradigmas
fundamentales.
El estudio de los efectos de los mensajes se consolida
sobre todo en la década del cincuenta a partir de nuevos
estudios norteamericanos (Tuchman, Hovland, Miller, etc) y se
refuerza en Europa con la
escuela de Frankfurt (Adorno, Fronm,
etc). En la actualidad se ha dado un paso más relacionando
la estructura de la información con sus mensajes. Es lo
que se llama la economía
política de la información, con estudiosos
destacados como Herbert Schiller, Noam Chomsky, Martín
Barbero o Marcial Murciano. A partir de esta escuela podemos
deducir que los mensajes de los medios de comunicación
estarían íntimamente relacionados, en lo que al
mundo occidental industrializado se refiere, con las necesidades
de la economía de mercado. Las empresas de la
comunicación elaboran y distribuyen un producto, la
información y los mensajes de sus programaciones que deben
ser colocados en los mercados en no
pocas ocasiones por medio de guerras
audiovisuales, como sucede entre Norteamérica y Europa, y
también en no pocas ocasiones sin tener en cuenta o dando
poca relevancia al efecto de esos mensajes sobre la población juvenil e
infantil.16
Los psicólogos sociales proyectan teorías
de todo tipo sobre los efectos de los mensajes audiovisuales,
desde los que creen que generan o consolidan un estado violento,
hasta los que estiman, que por el contrario sirven de catarsis
emocional.
En muchas ocasiones los medios se han caracterizado a
partir del concepto de difusión, ya que los poseedores de
los recursos para
filmar y exhibir los filmes, imprimir periódicos,
transmitir radio y televisión, difunden ideas entre un
público que como norma no contesta, como en un diálogo,
sino que ve y escucha una especie de monólogo y es
influido por él.
Claro, tal desvalance del poder
expresivo se hace más agudo y evidente a medida que
disminuye la democratización de estos medios, o en
general, las características de la sociedad en
cuestión.
Mientras mayor opresión ejerza un grupo o clase
social sobre otra, mientras menores sean para cada individuo las
posibilidades de participación en las actividades de la
sociedad, mientras menos democracia
genuina; más se frustran o disminuyen las facultades y
usos comunicativos de los medios, reduciéndose o
limitándose a la simple difusión desde un grupo
dominante hacia otro dominado o influido.
Sin embargo, la investigación sobre audiencias
desde comienzos de los años 80, ha proporcionado pruebas
convincentes, de que los espectadores de cine y televisión
no son receptores pasivos de los mensajes. Los estudios indican
que las audiencias no interpretan los mensajes de manera
uniforme, más bien, sugieren que los espectadores
individuales, a la hora de interpretar el mensaje, se sirven de
una mezcla de historia personales y sociales con frecuencia
bastante inconexa y contradictoria. En otras palabras, la
identidad personal, de género, filosófica,
cultural, social y económica del espectador
influirá en los significados que construye a partir del
mensaje televisivo o
cinematográfico.17
Autores como Jesús Martín Barbero,
Néstor García Canclini, y Heriberto Murano, son
representantes latinoamericanos de la nueva orientación o
vuelta al receptor que, revalorizando ideas de Walter
Benjamín y Antonio
Gramsci, cuestionan la omnipotencia de los medios y muestran
que su posible influencia está en virtud de una serie de
mediaciones dadas por el contexto sociocultural en que los
individuos y grupos reciben los mensajes. Este nuevo paradigma
rescata el protagonismo de los sujetos, las mediaciones que
imponen culturas y las relaciones interactivas de los receptores
con los medios.
Esto se comprende con mayor facilidad si nos acercamos a
la teoría de las mediaciones, piedra angular de la obra de
Jesús Martín Barbero.
Para él, estudiar los fenómenos reales de
comunicación significa estudiar la mediación
cultural que se interpone entre los medios y los públicos,
significa estudiar cómo esas mediaciones intervienen en
los procesos de recepción y apropiación que los
públicos hacen de lo masivo, y significa ubicarse en el
estudio de la cultura popular.
Reconociendo que lo que ofrecen los medios de
difusión masiva son las mismas matrices
culturales de los sujetos, homogeneizadas y estilizadas, se
concibe entonces a la recepción no como un proceso de
dominación, sino como un proceso activo con el que los
sujetos buscan en los mensajes su propia identificación y
reconocimiento. Los sujetos no son invadidos por la cultura culta
hecha digerible para ellos, sino que son sus propias
prácticas culturales las que se les ofrecen,
reconociéndose en ellas.18
No en vano, para la mayoría de los especialistas
los efectos de la televisión son, en buena medida, el
resultado de la relación que los espectadores establecen
con este medio, de la interacción que se produce entre
él y los espectadores en un contexto dado, más que
de los contenidos y mensajes que trasmite.
Es aquí, precisamente, donde entra a jugar un
papel importante la idea que preserva el carácter activo
del sujeto, y que esgrimen como principio fundamental Berger y
Luckman cuando plantean que el hombre, a medida que se desarrolla
y que se relaciona con el mundo que le rodea, mediante el proceso
de socialización, contribuye, no solo, a la
formación de su identidad y personalidad, sino
también a la conformación de su propia realidad.
Por tanto es erróneo considerar al sujeto como una
indefensa tabla rasa, como argumentaba Durkheim, sino que
el hombre es
capaz de hacerle frente a los medios, no solo, escogiendo el
medio o el mensaje al cual se va a exponer, sino
recepcionándolo desde una posición crítica.
Posición esta, por supuesto, muy relacionada, con los
elementos tanto culturales como sociales que conforman la
personalidad de ese sujeto, así como el contexto
socio-cultural con el cual ha interactuado e interactúa y
el grado de eficacia de los agentes primarios de
socialización, que sobre él han actuado en
función de la construcción de su ser
social.
Las grandes compañías productoras,
distribuidoras y exhibidoras, desarrollan y propagan el cine y la
televisión como mecanismos de difusión, mucho
más que como fenómenos comunicativos, lo
añaden al desbalance de la información y del
influjo cultural, que existe hoy día entre los pueblo
desarrollados y los subdesarrollados y, en general, de los grupos
poderosos respecto a los dominados, controlados o con menos
recursos.
El desarrollo acelerado de los medios masivos de
comunicación trae como consecuencia una apertura de los
individuos y de los grupos humanos al intercambio ilimitado de
información, la ruptura del localismo y el distanciamiento
del entorno inmediato. Es necesario entonces, reconocer la
extraordinaria potencialidad instructiva e incluso formadora que
ofrece la revolución electrónica al permitir la
comunicación intercultural y provocar el descentramiento
de los individuos y de los grupos de sus propios y limitados
contextos.
Todo medio de comunicación ejerce efectos
sociales y psicológicos sobre su audiencia, produciendo
determinadas relaciones sociales y particulares formas de
pensamiento, sentimientos y conductas independientes, en parte,
del contenido que trasmiten.
La televisión, la radio y el
cine, difunden normas y tendencias culturales, y tienen una
enorme influencia en las percepciones y opiniones del
público. Es por esto, que debemos tener cuidado pues, esos
medios pueden utilizarse como una forma de "escapismo" y las
personas pueden llegar a identificarse con vidas ficticias o a
basar sus ideas en ellas. Las fantasiosas caracterizaciones de
los héroes cinematográficos y de los actores de las
telenovelas o "culebrones" son un buen ejemplo de ello. El
psicólogo suizo Carl Jung sostenía que tales
experiencias son resultado de la proyección de patrones y
arquetipos en el inconsciente colectivo. Es decir, que los seres
humanos nacen con unos códigos genéticos y
biológicos de conducta como el de la maternidad, el de la
paternidad o el de las acciones
heroicas. Las personas famosas (los "famosos") representan para
nosotros esos patrones como mitos vivos y
nos permiten experimentarlos de modo
indirecto.19
El filósofo Roland Barthes ha descrito el modo en
que se generan los mitos al dotar de significados falsos a las
cosas mundanas, como en el caso de los lemas publicitarios. Si se
logra persuadir a un número suficiente de personas con una
campaña de imagen
determinada y un lema publicitario relacionado con un producto,
el uso de ese producto deviene norma social y el producto se
vende. Se ha saltado por encima del análisis racional; el
instinto ha vencido a la razón. La propaganda
política actúa de igual forma, simplificando temas
sociales complejos. Las técnicas de que se sirve fueron
ampliamente estudiadas y puestas en práctica durante y
después de la II Guerra
Mundial.20
Muchos de los patrones de comportamiento, actitudes,
valoraciones éticas y estéticas, de los
sueños y temores que sobre el mundo de hoy y el de
mañana tienen los niños (y no pocos adultos) son
conformados por las imágenes que presentan los medios o
por aquellos objetos derivados o promovidos por ellos.
Pekka Tarjanne, secretario general de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones(UIT), con sede en Ginebra,
expresa que los medios tienen hoy un papel central en la vida
económica, social, educativa, cultural y política
de todos los países, sin excepción, y que los
nuevos medios audiovisuales son la más importante industria del
mundo, teniendo el mayor impacto-para bien o para mal- en el
presente de la humanidad.21
"El siglo XX, con la multiplicación de los
medios de comunicación eléctricos(cine, radio),
electrónicos (televisión) y digitales (Internet), vio no solo la
explosión de la publicidad, sino también su
sofisticación. La ambición de manipular las mentes,
desde el propio hogar, se elevó casi a nivel de ciencia. Las
técnicas de persuasión continuaron
refinándose para vencer la barrera del ruido,
desbaratar nuestra desconfianza e incrustar en nuestra mente un
mensaje muy preciso".22
Ignacio Ramonet en su libro
Propagandas Silenciosas, plantea que sobre asuntos
políticos graves o en momentos históricos intensos,
la televisión y el cine de masas han elaborado
imágenes específicas, adecuadas a un
propósito ideológico y encargadas de
acompañar, como una prótesis simbólica, la
sensibilidad colectiva, bien sea dramatizando las preocupaciones
dominantes o bien, al contrario, euforizando la coyuntura.
Defiende Ramonet que las imágenes de los medios de
difusión masiva audiovisuales son máquinas
insistentes, hechas para que florezcan y triunfen los
estereotipos, en manos de industrias
culturales, "contra las que nos mantenemos en guardia
desde la década de 1930, gracias a las advertencias de
Bertolt Brecht y de pensadores de la escuela de Francfort como
Theodor Adorno, Walter Benjamín o de Herbert
Marcuse.23
En 1926 un avance tecnológico sacudió al
mundo, surgió una especie de revolución en las
telecomunicaciones que comenzó a traernos a través
del éter no solo la palabra y la música, sino incluso
la imagen en movimiento,
apareció la televisión.
La televisión es una forma de comunicación
que oscurece a casi todos las demás, porque permite
presentar directamente en el hogar, en el centro de trabajo o la
universidad, imágenes vivas y actuales de acontecimientos
que se están produciendo en ese instante y en ese lugar.
Gracias a la televisión, millones de personas de todo el
mundo pueden ver y oír los sucesos de la vida diaria en el
momento de producirse y beneficiarse de la difusión masiva
de conocimiento y cultura. La presencia de la Televisión
constituyó el aporte más significativo de la
comunicación en el siglo XX. Como medio de
comunicación masivo revolucionó todo lo que hasta
el momento se conocía. La posibilidad de tener en casa un
aparato que transmitía información y
entretenimiento, sonora y visualmente, achicaba el mundo y
ampliaba los horizontes del espectador.
Para comprender el papel que juega la televisión
como agente de socialización, es necesario partir de
esclarecer, que con su surgimiento, se estableció un nuevo
medio, capaz de expresar y sugerir emociones,
sentimientos e ideas, un sistema de signos que
reunía y sintetizaba múltiples recursos expresivos.
Nos hallamos aquí (como sucedió antaño con
el cine) ante un lenguaje capaz de utilizar o de incorporar otros
lenguajes, y lograr un resultado complejo, no idéntico a
ninguno de dichos lenguajes ni componentes. En tal sentido
rememora y es comparable al teatro, capaz de
valerse del lenguaje oral cotidiano, de la música, de las
artes plásticas y de otros medios expresivos, para
realizarse como obra distinta, coherente y con personalidad
propia. Quizás el aspecto que más nos interesa de
la obra televisiva, más que la obra en sí, son los
elementos implicados en su percepción
y consumo, las cargas emocionales y conceptuales, los
hábitos de conducta y la significación social
general. En otras palabras, la televisión en su modo de
realizarse y de ser asumida públicamente, implica una
diversidad de efectos socioculturales, su carácter de
sistema (o sistemas) implica la capacidad y el acto de expresar,
transmitir, sugerir e incitar ideas, sentimientos y
emociones.
Y son esas propiedades las que nos mueven a considerarlo
como un importante medio de comunicación, de acuerdo con
una definición clásica que concibe los procesos
comunicativos y la comunicación en general, a partir de la
existencia de un sujeto emisor, un medio, un mensaje, y un
receptor, según el siguiente esquema (simple como tal,
pero que encierra muchas complejidades):
Sujeto Comunicante medio-mensaje sujeto
receptor
En tal caso podemos establecer un paralelo en el que los
realizadores desempeñan el papel del sujeto emisor, la
obra televisiva es vista como el medio cargado de mensajes o
significados, mientras el público desempeña la
función de receptor:
Realizador obra televisiva
Público24
Con el avance de las investigaciones en la
comunicación de masas y el desarrollo de la Teoría
de la Comunicación a este esquema se le fueron
añadiendo otros elementos, como la retroalimentación, los códigos, los
ruidos, que a nivel socio-cultural se traducen en las mediaciones
en general.
Esto nos ayuda a entender como el espectador de un
programa televisivo no recibe un simple mensaje o idea, sino que
realiza todo un proceso de comprensión,
interpretación, asimilación y responde o reacciona
emocionalmente e incluso ideológicamente; escucha y
observa unos elementos de la obra, deja de oír y ver
otros, e interpreta de acuerdo con sus características
personales: extrae de la obra un sentido propio, que puede
coincidir más o menos con el de los demás
espectadores, pero que, como experiencia propia, nunca es
idéntica a las otras.
Tanto por el volumen de tiempo
que dedican los ciudadanos a contemplar la televisión,
como por la calidad e
intensidad de su poder de sugestión y fascinación,
la mayoría de los investigadores concluyen que la
televisión condiciona la
organización del espacio, del tiempo, de las
relaciones intersubjetivas, la naturaleza de los contenidos de la
vida psíquica, así como los instrumentos y
códigos de percepción, expresión e
intercambio de los individuos y de la
colectividad.25
Puede afirmarse, en principio, que la televisión
se ha convertido en el marco, en el escenario que preside la
mayoría de los acontecimientos de los individuos y de la
colectividad. Los ciudadanos vivimos sumergidos en una especie de
iconosfera, compleja, sutil y fascinante red de imágenes y
sonidos que se han convertido en instrumento privilegiado de
formación de las conciencias, de trasmisión de
ideologías y valores.
Con el acelerado desarrollo de la tecnología, lo
propio de la televisión actual en muchos países del
mundo es vender alguna cosa: ideas, valores o productos y en
consecuencia venderse constantemente a sí misma para
conseguir el máximo de audiencia. Todo forma parte del
gran ritual consumista. La única coherencia del medio es
su lógica
comercial. Se venden los objetos, las ideas, las experiencias,
las esperanzas y hasta las alegrías y dolores. Algunos
autores frente a esta situación, adoptan posiciones
extremas, como es el caso de Adorno, "Y no tiene reposo de
día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su
imagen"26 , para quien la receptividad, identidad
y ubicuidad de la cultura de masas modernas, tiende a provocar
reacciones automatizadas y a debilitar las fuerzas de la resistencia
individual.
Las exigencias del mercado, la tiranía de las
cuotas de audiencia y los requisitos de la publicidad convierten
cada vez más a la televisión comercial en un medio
trivial, vacío, dominado por el espectáculo, por la
primacía de las formas sobre el contenido, de la sintaxis
sobre la semántica, de las sensaciones sobre la
reflexión. Todo se subordina al efecto sorpresa, que
engancha a los espectadores independientemente de la fuerza de
los argumentos, de la lógica de la
razón.
Ante este dilema muchos se preguntan: ¿es la
televisión amiga, o enemiga?: la respuesta se basa
esencialmente en el método con
el cual se emplee este valioso medio y los objetivos que mediante
su empleo se
quieran alcanzar. Por esto, con gran frecuencia, y de modo
totalmente erróneo, la televisión se ha asociado
únicamente con la comunicación masiva, lo que le
quita el que pueda considerársele como un importante medio
de ayuda en la educación y la enseñanza. De
aquí, que si en programación televisiva y de otros medios de
transmisión de información se tienen en cuenta
criterios educativos, las nuevas tecnologías podrán
alcanzar una dimensión positiva sobre la educación
del niño.
El debate en torno a la utilización de los medios
audiovisuales en la educación, cobró particular
auge en Estados Unidos luego de concluida la Segunda Guerra
Mundial, ya que, justamente, estos medios y el cine en
particular se habían utilizado de forma exitosa en el
entrenamiento
del personal militar y de civiles que debían reorientarse
hacia áreas industriales priorizadas.
Si antes se consideraba al maestro como única
fuente de la trasmisión de mensajes educativos,
actualmente el impacto de la imagen cinematográfica,
televisiva, de videos, aportan a la formación y
socialización del niño, nuevas fuentes
paralelas a la palabra.
La imagen se ha convertido en un poderoso elemento
conformador de la percepción, apropiación e
interpretación de la realidad, fomentando modelos
conductuales y estilos de vida. Para apoyar lo anterior, sirvan,
a manera de ejemplo, los siguientes comentarios hechos por
representantes de diferentes corrientes de
pensamiento:
El pionero del conductismo,
John B.Watson, ubica al cinematógrafo como "uno de los
estímulos que contribuye a hacer, rehacer y deshacer
nuestras personalidades"27. Desde su peculiar
interpretación culturalista del psicoanálisis, Erich Fromn señala al
cine como "el medio más importante para la
trasmisión del modelo de personalidad más deseable
al hombre común y corriente"28 Un
representante de la llamada tercera fuerza en la
psicología, el humanista Gordon W. Allport, advierte como
"una niña de diez años aprende más sobre
las estrellas de cine y la TV que sobre la historia que le
enseñan en el colegio".29
Esto pone sobre la mesa, no solo el problema de la
influencia que los medios pueden ejercer como agentes moldeadores
de la personalidad, sino también otra cuestión de
particular relevancia, la competencia que dichos medios entablan
en relación con la institución escolar.
Es importante tener en cuenta que los agentes de
socialización no son entidades desvinculadas, que
actúan de forma independiente, sino que están
estrechamente relacionadas, conformando un sistema que tiene como
fin último, la socialización del individuo. En este
sentido, mientras menos influencia ejerzan la familia, la
escuela, y la comunidad en el proceso de construcción de
la personalidad del sujeto, mayor carga socializadora
caerá sobre los medios masivos de comunicación y
sus métodos de utilización. De aquí la
importancia de la actividad conjunta entre los diferentes agentes
de socialización, en esencia, familia, escuela, comunidad
y televisión, unidas en el camino a una meta
común.
Para el investigador mexicano Guillermo Orozco
Gómez, lo que hagan o dejen de hacer la familia y la
escuela con respecto a la televisión y los niños
tienen efectos no solo en su grado de exposición
al medio, sino también en el tipo de preferencia
programática, gustos y opiniones sobre lo que se les
ofrece y sobre la forma de apropiarse de su
contenido.30
La reflexión nos conduce directamente a entender
que la televisión como medio de comunicación de
masas, que lleva imágenes y sonidos en una gran escala a los
rincones más apartados del mundo es algo que no puede
ignorarse, ni dejarse de lado. Debe usarse y tomarse en cuenta
como lo que realmente representa en la actualidad, un instrumento
fundamental de apoyo a la labor formativa y educativa de las
instituciones escolares. Un elemento de socialización y
trasmisión de valores insustituible y un costoso
fenómeno comunicativo, informativo, formativo y educativo
que derrumba muros y nos abre las puertas y ventanas a una nueva
revolución en la educación.
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