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Pautas para una gestión comunitaria con enfoque microempresarial



    1. Resumen
    2. Pautas para la reducción
      de la pobreza
    3. Gestión comunitaria con
      enfoque microempresarial
    4. Propuesta de
      acción

    RESUMEN

    La pobreza es el
    resultado de una inequidad social en la distribución de los ingresos y de las
    oportunidades para accederlas. Su problema central es el desempleo y la
    ignorancia. Su abordaje implica crear fuentes de
    ingresos sostenibles para las poblaciones pobres e instruirlos
    para escalar en cualquier actividad económica o apropiarse
    de nuevas
    tecnologías.

    La verdadera esencia de los programas para la
    reducción de la pobreza debe ser dotar a las poblaciones
    desfavorecidas de medios
    sostenibles para satisfacer sus necesidades básicas y
    posibilitar su desarrollo social
    y económico. Por tanto, es esencial iniciar el desarrollo
    sobre la base de una participación social y ocupacional
    amplia, no sólo en la explotación de los recursos
    naturales propios, sino también en la creación
    y desarrollo de una economía comercial e
    industrial propia.

    ABSTRACT

    The poverty is the result of a social inequity in the
    distribution of the incomes and opportunities to consent them.
    Their central problem is the unemployment and the ignorance.
    Their confrotation implies to create sources of sustainable
    incomes for the poor populations and to instruct them to improve
    in any economic activity or to appropriate of new
    technologies.

    The true essence of the programs for the reduction of
    the poverty should be to endow the affected populations of
    sustainable means to satisfy its basic necessities and to
    facilitate its social and economic development. Therefore, it is
    essential to begin the development on the base of a wide social
    and occupational participation, not only in the exploitation of
    the own natural resources, but also in the creation and
    development of an own commercial and industrial
    economy.

    INTRODUCCION

    La pobreza no es un estado en
    sí, sino consecuencia de una inequidad social en la
    distribución de los ingresos y de las oportunidades para
    accederlas.

    Los sistemas
    políticos, económicos y jurídicos han sido
    diseñados para favorecer a las élites pudientes, de
    manera puedan ejercer dominio y
    control sobre
    las riquezas naturales, financieras y tecnológicas. Por
    tanto, la pobreza es un fenómeno estructural, no cultural
    ni coyuntural.

    Erradicar la pobreza en un país implica una
    transformación radical en su estructura
    política,
    económica y social, que conlleve una distribución
    justa de las riquezas entre todos los estratos de la población y una igualdad de
    oportunidades para accederlas, no sólo de manera
    retórica en los discursos y
    leyes, sino
    ajustando los mecanismos y disposiciones a las realidades
    socioeconómicas de cada grupo social,
    de manera frene la expansión desmedida del capital y el
    uso de la mayoría de los pobladores como simple mano de
    obra barata al servicio del
    mismo.

    Sin embargo, ante la realidad social, política y
    económica vigente e imperante en los países, lo
    anterior resulta una utopía y su propuesta una demagogia,
    ya que para los no pobres la existencia de la pobreza es una
    necesidad y ventaja económica, pues les garantiza
    perpetuar su status socioeconómico y reproducir sus
    riquezas de manera sustancial.

    Por muy duro que parezca, la única alternativa
    viable en torno a la
    pobreza es paliarla, o sea, emprender acciones
    tendientes a reducir la brecha financiera existente entre los
    pobres y no pobres; acciones que impliquen que los pobres puedan
    mejorar sus condiciones de vida y obtener recursos
    suficientes para satisfacer, con una holgura mínima, sus
    necesidades básicas. Un primer escalón en esta
    tarea sería lograr que los pobres pudieran contar con
    ingresos estables, al menos, en una relación 2 a 1, o sea,
    por cada $ 1 que necesiten, puedan contar con $ 2.

    También es evidente que la reducción de la
    pobreza no podrá ser posible vía institucional,
    pues sus intereses no conjugan con las necesidades y realidades
    que viven a diario los pobres ni tienen la suficiente independencia
    decisoria para su accionar, sus actuaciones están sujetas
    a las concepciones y decisiones de las clases
    gobernantes.

    Por tanto, reducir la pobreza involucra un trabajo
    directo y activo con las poblaciones desfavorecidas, trabajo que
    conlleve el cumplimiento ineludible de dos premisas
    básicas:

    • Asegurar que cada familia cuente,
      al menos, con una fuente de ingreso monetario, permanente y
      sostenible, que garantice su subsistencia básica en
      cuanto a alimentación, vestuario, salud y educación.
    • Acortar el desfase escolar prevaleciente en la
      población económicamente activa pobre, de manera
      éste no sea una fuerte limitante para su desarrollo
      social y económico.

    Es decir, el problema central de la pobreza es el
    desempleo y la ignorancia. Su solución es el primer paso
    para paliar las condiciones precarias en que viven los pobres,
    principalmente los de extrema pobreza, ya que ello conlleva
    mitigar sus necesidades de aprovisionamiento y estar más
    aptos para escalar en cualquier actividad económica o en
    el apropiamiento de nuevas tecnologías.

    Por tanto, los programas de reducción de la
    pobreza no deben convertirse en meras pautas de publicidad
    política o institucional de que algo se está o se
    pretende hacer por los pobres, ni deben medirse por su
    visibilidad propagandística.

    Tampoco pueden concentrarse en promover
    únicamente proyectos de
    agua potable,
    electrificación o letrinificación, pues, si bien es
    cierto son necesarios y contribuyen a mejorar las condiciones de
    vida de las poblaciones beneficiarias, no son determinantes en la
    reducción de la pobreza, ya que, tarde o temprano,
    resultarán una carga financiera para el presupuesto
    familiar, pues, obviamente, cada familia tendrá que pagar
    por la prestación de estos servicios.

    Es decir, la verdadera esencia de los programas para la
    reducción de la pobreza debe ser dotar a las poblaciones
    desfavorecidas de medios de vida sostenibles, a través de
    los cuales no sólo satisfagan sus necesidades
    básicas, sino también posibiliten su desarrollo
    social y económico. Por tanto, es esencial iniciar el
    desarrollo sobre la base de una participación social y
    ocupacional lo más amplia posible, no sólo en la
    explotación de los recursos naturales propios, sino
    también en la creación y desarrollo de una
    economía comercial e industrial propia.

    Sin embargo, no se puede pretender que estos programas
    lo resuelvan todo, pero sí sean el semillero del cual
    germinarán mejores condiciones de vida para los pobres a
    mediano plazo. Dicho de otra manera, crear las condiciones
    necesarias para que los pobres puedan, a través de la
    unificación de esfuerzos y voluntades, impulsar el
    progreso de sus propias comunidades, y esto sólo
    será posible si ellos cuentan con fuentes de
    generación de ingresos, un nivel escolar y técnico
    satisfactorio y los insumos básicos con que emprender su
    desarrollo.

    PAUTAS PARA LA
    REDUCCIÓN DE LA POBREZA

    La aplicación de un enfoque empresarial para el
    tratamiento de la pobreza es decisivo para el desarrollo
    económico de cualquier localidad, ya que no
    sólo dinamiza el quehacer de sus pobladores, sino que
    promueve las libertades personales y públicas. La fuerza con que
    se aplique expresará la creatividad
    del entramado social y la capacidad de los pobladores para
    afrontar los desafíos económicos, sociales y
    culturales presentes y futuros.

    Pero, encontrar una metodología que se aplique de manera
    universal a todos los modelos de
    expresión de la pobreza es una ficción
    académica, pues ésta tiene características
    propias y contexto socioeconómico específico acorde
    al grupo social donde se manifieste.

    Por otra parte, las bases para un desarrollo duradero en
    una comunidad se
    obtiene cuando sus pobladores se liberan de la apatía
    producida por las muchas esperanzas truncadas y de la vida pobre,
    e incluso miserable, que puedan afrontar; cuando se llenan de
    confianza en su futuro y advierten que está en su poder el
    mejorar sus condiciones de vida y el dominar su propio
    destino.

    Por eso, un modo práctico y eficaz de abordar la
    reducción de la pobreza es por conglomerados sociales
    pequeños (comunidades) que posean afinidad cultural,
    homogeneidad de condiciones sociales y habiten en un área
    geográfica común.

    Lo cual implica que este abordamiento será
    particular y específico a sus condiciones de vida social,
    económica y cultural, y dependerá de factores tales
    como ámbito social (urbano o rural), nivel de tenencia de
    medios de producción, acceso a mercados internos
    y externos (real y potencial), capacidad productiva y de
    generación de ingresos sostenibles, calificación
    escolar y técnica de la mano de obra disponible, estado de
    los recursos naturales y nivel de cohesión de los
    pobladores.

    Por tanto, el éxito o
    fracaso de este abordamiento dependerá de la objetividad y
    efectividad con que se resuelvan los principales factores que
    inciden en la existencia del estado de pobreza en dicho
    conglomerado.

    O sea, del conocimiento
    real que se tenga de los mismos y de la intervención
    concertada que se realice en la comunidad. Para ello es necesario
    e imprescindible la elaboración y ejecución
    emprendedora de un plan
    estratégico, de mediano y largo plazo, que se derive
    de un exhaustivo y objetivo
    estudio de
    factibilidad real y específica de la comunidad para el
    tratamiento de su situación socioeconómica y
    contemple alternativas de financiación de sus acciones, al
    menos para los tres primeros años de
    operativización.

    Dicho estudio debe responder a tres interrogantes
    fundamentales: ¿con qué se cuenta?,
    ¿qué se podría hacer con lo que se cuenta? y
    ¿cómo podría mejorarse o ampliarse la
    capacidad productiva ya existente?. A la vez, debe contener una
    panorámica de ¿qué se hace actualmente con
    lo que se cuenta?, ¿cómo se hace?, ¿para
    quién se hace?, ¿qué resultados se obtienen?
    y ¿bajo qué presiones socioeconómicas se
    hace?

    Obviamente que, para la puesta en marcha de cualquier
    programa de
    reducción de la pobreza, se debe contar con un
    acompañamiento técnico y financiero que proporcione
    los insumos necesarios y básicos para su ejecución
    y afianzamiento de los resultados, ya que será una
    realidad inequívoca que la población beneficiaria
    no contará con los recursos necesarios ni con el nivel
    técnico y tecnológico apropiado para garantizar el
    éxito de la intervención.

    Sin embargo, debe concebirse que la tarea de la ayuda al
    desarrollo debe ser una unidad conexa y coherente, una unidad que
    no puede ni debe dividirse ni dirigirse en sectores sociales. A
    la vez, para que la misma sea realmente fructífera tiene
    que estar consciente de lo que el programa puede dar y de lo que
    la comunidad puede o quiere aceptar. Este es el verdadero punto
    de partida para una actuación conjunta.

    Por tanto, en todo programa debe contemplarse, como
    principales providencias, la responsabilidad compartida, la concertación
    de acciones, el no asistencialismo y el involucramiento proactivo
    organizado de sus pobladores, en el que tengan cabida, en
    términos de equidad, tanto
    hombres como mujeres, tanto pobladores activos como
    pasivos. Evitar la discriminación y polarización social
    son premisas que asegurarán la aceptación,
    inserción y apropiación social del
    mismo.

    GESTION
    COMUNITARIA CON ENFOQUE MICROEMPRESARIAL

    Esta perspectiva de gestión comunitaria es una
    propuesta metodológica para afrontar la reducción
    de la pobreza en una comunidad rural, ya que es en éste
    ámbito donde se sufre con mayor rudeza la severidad de
    este flagelo social.

    Se trata de entender a la comunidad como una microempresa de
    actividad múltiple y diversificada, la cual se
    cimentaría sobre siete ejes fundamentales:

    1. Organizar a sus pobladores bajo un modelo de
      división y distribución racional del quehacer
      económico y productivo de la comunidad, convenido bajo
      una actitud
      solidaria entre los mismos. Esto no implica (ni niega) la
      conformación de cooperativas
      ni de sociedades
      comunitarias, sino lograr una sinergia
      social y económica entre pobladores y demás
      agentes sociales, para la concertación de alianzas
      económicas estratégicas grupos
      interactivos, de modo exista una comprensión y
      asimilación consciente de la necesidad de aunar
      esfuerzos y recursos en pro de objetivos e
      intereses comunes, principalmente el de superar su
      situación de pobreza, contar con fuentes, permanentes y
      sostenibles, de ingresos y encauzar el desarrollo
      económico paulatino de su comunidad. O sea, es concebir
      la comunidad como una gran microempresa donde cada poblador es
      un socio económico y, a la vez, un trabajador activo
      remunerado; por tanto, estará sujeta a las leyes del
      mercado y la
      competitividad mercantil, es decir, no es
      impulsar actividades económicas por impulsarlas, no es
      producir por producir, sino porque esta producción
      tendrá un mercado donde posicionarse, será
      factible de ofertarse y será rentable.
    2. Dividir el quehacer económico en dos grupos de
      trabajo productivo, uno para el autoconsumo comunitario y el
      otro para la capitalización social y financiera de la
      comunidad. Es decir, el primer grupo producirá para
      garantizar la subsistencia alimentaria de cada familia en la
      comunidad y el segundo para la conquista de mercados
      exógenos. Con esta división se pretende minimizar
      la dispersión de esfuerzos y aprovechar al máximo
      las capacidades productivas con que se cuenta en la comunidad.
      El actual modelo productivo comunitario es individualista,
      donde cada quien sobrevive como pueda, lo que ocasiona que cada
      familia tengan que dirigir gran parte de sus esfuerzos
      productivos hacia el autoconsumo familiar, o algunos miembros
      de la misma tienen que emigrar hacia otras localidades o
      países, o, en el peor de los casos, a deteriorarse
      socialmente. Económicamente, la rentabilidad
      mercantil se logra a través de la producción y
      distribución de productos a
      gran escala, por lo
      que es imprescindible no sólo la búsqueda de
      alternativas productivas rentables y factibles de producir,
      sino también el acopio de recursos y esfuerzos que
      permitan ubicar a la comunidad como distribuidor mayorista
      dentro de la cadena mercantil, ya que ello le permitirá
      negociar mejores precios,
      obtener un mejor conocimiento del mercado y encontrar nuevas
      formas de dar valor
      agregado a sus productos.
    3. Nivelar escolar y técnicamente a la fuerza
      productiva (población económicamente activa),
      bajo un programa sistemático de formación y
      habilitación, priorizando hombres y mujeres con
      responsabilidad familiar. Este programa debe cubrir dos
      aspectos fundamentales: completar la formación escolar
      por lo menos a un nivel de 9 años de estudio,
      priorizando la erradicación del analfabetismo, y habilitar técnicamente
      sobre aquellas actividades potenciales y factibles de
      explotación económica dentro de la comunidad. Por
      tanto, este programa, además de ser específico y
      propio de la comunidad, impone considerar las
      características agroecológicas y los recursos
      potenciales existentes en la misma y generar valores de
      identidad
      territorial y compromisos conscientes para la sustentabilidad
      de los recursos. Por otra parte, es importante promover
      acciones de intercambio cognoscitivo que tome en cuenta y
      aproveche los niveles de instrucción escolar y
      técnica ya existente dentro de la comunidad y en
      comunidades aledañas, de manera que el argumento de
      "carencia de maestros o de especialistas, no obstaculice la
      ejecución del programa ni el logro de sus
      objetivos.
    4. Poner en marcha un plan de manejo
      sostenible de los recursos naturales, financieros, humanos y
      tecnológicos, el cual comprenderá cinco principios
      básicos: rechazar todas aquellas acciones que atenten
      contra la conservación y preservación de estos
      recursos; reducir los usos y consumos innecesarios de modo
      prevenga su deterioro y despilfarro; reutilizarlos, una y otra
      vez, mientras sean susceptibles de aprovechamiento productivo y
      económico sin que ello implique una
      sobreexplotación de los mismos; reparar o readecuar
      aquellos que aún poseen vida útil y prestan un
      beneficio económico, y, finalmente, reciclar todo aquel
      recurso posible de ser transformado en uno nuevo y de utilidad
      económica para la comunidad (esto último implica
      la promoción y fomento a la innovación tecnológica). La
      aplicación de estos principios debe adecuarse a las
      características y necesidades propias de cada recurso
      existente en la comunidad, de manera se garantice tanto su
      explotación sostenible a largo plazo como el intercambio
      de aquellos recursos no necesarios pero existentes con otras
      comunidades que sí los requieren, para ello resulta
      imprescindible la participación y el compromiso
      incondicional de todos los pobladores y agentes sociales
      involucrados.
    5. Crear una instancia gestora y comercializadora de la
      producción comunitaria. Ningún programa de
      desarrollo económico o de reducción de la pobreza
      tendrá éxito si no resuelve, con especial
      atención e interés,
      la comercialización de los productos que se
      produzcan en la comunidad. Se podrán alcanzar altos
      niveles de productividad y
      producción, así como una excelente calidad
      competitiva, pero si estos no cuentan con un mercado donde
      comercializarlos, de nada habrá servido todo el esfuerzo
      ni los recursos consumidos, ni podrá superarse la
      situación de pobreza de los pobladores. Por tanto, es de
      carácter ineludible la creación y
      consolidación de una instancia comunitaria que se
      especialice y encargue en la búsqueda de mercados donde
      posicionar los productos de la comunidad y garantizar el
      retorno de lo invertido con niveles de rentabilidad
      satisfactorios y suficientes que posibiliten el crecimiento
      económico paulatino tanto a nivel de cada familia
      como comunitario.
    6. Adecuar la infraestructura vial y medios de transporte a
      los requerimientos de intercambio comercial de los productos, a
      través del trabajo participativo de la comunidad. Un
      elemento importante del costo de un
      producto es
      su traslado hacia los mercados donde se comercializa o puede
      comercializarse, ya que éste puede incidir de tal manera
      que resulte no rentable dicha comercialización y, por
      ende, impida el posicionamiento
      mercantil del mismo. Contar con vías de acceso vial
      adecuadas y en buen estado es esencial para distribuir y vender
      cualquier producto. En muchas comunidades rurales se evidencia
      la carencia de una infraestructura vial o el mal estado de la
      misma, lo que dificulta o encarece el transportar los productos
      hacia otras localidades, siendo un factor de
      desmotivación para la mayoría de pobladores,
      quienes optan y se conforman por dedicarse a una
      producción de autoconsumo o, simplemente, a la no
      producción. Generalmente los gobiernos locales y
      centrales no cuentan o no conceden la suficiente
      asignación presupuestaria para resolver esta
      situación, y los pobladores, lamentablemente, asumen una
      posición inerte ante la misma, esperando que "un
      día" alguna autoridad
      gubernamental u organismo social la resuelva. Por tanto, se
      trata de movilizar a los pobladores a apropiarse de esta
      problemática y aunar esfuerzos, junto con aquellas
      comunidades también afectadas, para encontrar soluciones
      paliativas, inmediatas y factibles de realizar con su propio
      trabajo y recursos. Asimismo, inventariar y valorar los medios
      de trasporte propios con que cuentan y encontrar alternativas
      conjuntas de aprovechamiento que faciliten y agilicen el
      traslado de sus productos sin que implique su
      encarecimiento.
    7. Establecer mecanismos básicos y expeditos de
      control y seguimiento productivo y financiero de la
      gestión económica comunitaria. Así como es
      difícil el crecimiento de una empresa sin
      la información exacta y oportuna de sus
      operaciones,
      así también es difícil la
      elaboración o readecuación de planes y estrategias
      para la reducción de la pobreza en una comunidad, si no
      se cuenta con información base ni se aplican procedimientos
      e instrumentos objetivos de seguimiento y control de las
      actividades que se realicen en atención a su desarrollo
      económico y social. Hay que tomar en cuenta, sí,
      que cualquier sistema de
      seguimiento y control debe diseñarse para obtener
      únicamente la información necesaria e
      imprescindible para la toma de
      decisiones, por tanto debe ser simple, ágil y no
      entorpecer las gestiones a realizar. El control por el control
      mismo sólo conlleva a la burocracia y
      lentitud de las acciones, ocasionando incumplimientos en los
      planes y fracasos en las estrategias.

    PROPUESTA DE
    ACCION

    Todo programa de reducción de la pobreza debe
    considerar, en sus proyecciones a mediano y largo plazo, que la
    población de cualquier comunidad sigue creciendo y que
    esas personas se expanden hacia nuevos territorios deshabitados,
    perturbando y presionando el equilibrio
    ecológico de sus recursos naturales, por tanto, la
    demanda de
    recursos para la sobrevivencia es cada vez mayor y, generalmente,
    las formas con que se usan esos recursos no siempre respetan sus
    ritmos de recuperación.

    Por otra parte, las condiciones económicas que
    predominan en los países pobres, o en vías de
    desarrollo, son inestables y dependen, en gran medida, de lo que
    ocurra en la economía
    mundial. Aunque los discursos pregonen que el comercio
    internacional, la producción global, las finanzas
    internacionales, las migraciones, la propagación de
    nuevas tecnologías, los tratados de
    libre
    comercio, etc. vinculan las economías nacionales con
    la economía mundial, el resultado no es homogéneo
    ni equitativo, para lo cual basta observar el desigual
    crecimiento económico de los distintos países,
    mientras unos pocos se desarrollan y crecen velozmente, la
    mayoría empobrecen con igual dinamismo.

    Otra gran dificultad es que el quehacer económico
    y político mundial está dominado por grandes
    corporaciones transnacionales, las cuales producen a escala
    internacional, comercializan sus productos en todo el mundo e
    invierten en muchos países, imponiendo valores,
    hábitos de consumo,
    costumbres culturales y condicionando la vida de la
    mayoría de las personas; es decir, marcan y controlan el
    destino del mundo. Esta es la base de la
    globalización o internacionalización de los
    procesos
    productivos, por lo que la libertad de un
    país (peor aún, de una comunidad) para elegir un
    modelo de desarrollo propio (sustentable o no) está
    fuertemente limitada.

    Aunque los grandes paradigmas
    sociales de los tiempos actuales apuntan hacia un desarrollo
    económicamente viable, socialmente equitativo y
    ecológicamente sustentable, para los países pobres,
    además de las limitantes señaladas, puede resultar
    no más que un engaño político, pues este
    desafío, por lo general, no se plantea ni discute en toda
    la sociedad y
    mucho menos entre todos los actores sociales.

    Su enfoque, proyecciones y puesta en marcha se reserva a
    unas minorías intelectuales
    y a personas, que con frecuencia, están más
    preocupadas por resultados e intereses particulares que por
    soluciones concretas y sociales, lo que provoca que esta lucha
    contra la pobreza nunca haya sido, ni sea, ni vaya a ser pareja
    para todas las comunidades que conforman un territorio
    nacional.

    Por eso, la aplicación de este enfoque plantea,
    como pauta inicial, la delimitación de la zona
    geográfica a intervenir, tomando en cuenta factores de
    afinidad cultural, homogeneidad agroecológica e
    importancia estratégica económica en su
    región, esto último implica ser capaz de provocar
    un efecto económico expansivo en su región, o sea,
    que su desarrollo y crecimiento económico incida y
    promueva el desarrollo y crecimiento económico de otras
    comunidades, o sea, provocar un efecto dominó con su
    accionar.

    Si la verdadera intención es la reducción
    de la pobreza en un territorio dado, la delimitación de la
    extensión territorial y el número de familias a
    intervenir no debe hacerse por lo atractivo que suene la cantidad
    a cubrir, ya que, si bien es cierto que a mayor cantidad
    territorial y/o poblacional se obtiene mayor visibilidad
    publicitaria, también es cierto que dicha premisa puede
    provocar una mayor presión en
    los recursos disponibles para la intervención y poner en
    peligro el logro de las metas e impactos sociales
    planteados.

    La lógica
    de intervención, por tanto, debe apuntar hacia territorios
    viables y factibles de manejar y de lograr resultados concretos e
    integrales con
    los recursos disponibles y las condiciones socioeconómicas
    y culturales objetivas e imperantes para el
    territorio.

    Para poder lograr la reducción de la pobreza en
    una comunidad, ineludiblemente deben involucrarse todas las
    fuerzas sociales y económicas de la misma,
    transmitiéndose y apropiándose de valores de
    equidad y solidaridad
    comunitaria que permitan modificar las situaciones y actitudes
    negativas sobresalientes que contribuyen, inequívocamente,
    a la existencia de ese estado social.

    No hay fatalidad histórica que resista a la
    acción
    de un pueblo, afirmaba Carlos Quintana. Esto implica que, aunque
    la situación se presente "extrema", siempre hay espacio
    social para plantear y ejecutar soluciones. Si se reflexiona
    objetivamente sobre dichas soluciones, se planean cambios
    estratégicos y se tiene el coraje y la perseverancia para
    llevarlas a la práctica, se podrá protagonizar un
    operativo de rescate económico y social sin precedentes de
    la comunidad.

    Por eso, involucrarse en las tareas de la
    reducción de la pobreza en una comunidad no es sólo
    cuestión de sensibilidad social, sino también
    porque ello incorpora principios éticos e intereses
    comunes que pueden posibilitar el progreso de todos sus
    pobladores. Para ello, hay que orientar suficientes esfuerzos
    para que las acciones se realicen como comunidad y no como
    individuos, tratar de evitar que los distintos actores de la
    economía local estén dominados por un
    propósito eminentemente utilitarista o que pierdan la
    medida de lo factible y de lo conveniente para el bien
    comunitario.

    Es decir, se debe impulsar, de manera permanente, un
    proceso de
    concientización comunitaria y de orden social, de manera
    que, la esperanza de un futuro mejor, no vuelva a las personas
    más codiciosas, ni se miren unos a otros con envidia
    ciega, ni intenten enriquecerse a sí mismo o a su capa
    social a costa de otros; ni se obcequen pensando que pueden ganar
    o gastar más de lo que la economía local
    está en condiciones de dar.

    No es fácil movilizar a las personas para
    trabajar en pro del bien comunitario, sin embargo es necesario
    hacer un intento serio y convincente para que todos sean capaces
    de asumir su papel importante en esta lucha. Por tanto, hay que
    renovar el concepto y
    accionar de todos los actores sociales, tanto los que operan in
    situ como los que lo hacen ex situ. Es decir, no basta
    sólo con aportar soluciones, sino también ayudar a
    quienes se esfuerzan por generar cambios, lo cual, de seguro,
    facilitará que todo funcione mejor.

    Pensar en un desarrollo económico y social en un
    100 % es no ser realista ni objetivo. Tampoco lo es el plantear
    los problemas y la
    lucha de su solución como una polarización entre
    "buenos" y "malos". Para obtener resultados positivos, hay que
    sentarse a dialogar y construir soluciones conjuntas y
    concertadas entre todas las partes involucradas.

    Y esto es un gran desafío, pues una buena parte
    de los pobladores no está dispuesta a escuchar lo que
    muchas veces hay que decir, sino sólo lo que ellos desean
    escuchar. Creer que sólo hay un método
    para atender a todos los problemas (como el choque frontal e
    intransigente) es un error, se requiere, hoy más que
    nunca, de relaciones inteligentes, que permitan neutralizar las
    actitudes indiferentes.

    Por tanto, el segundo paso de este enfoque es impulsar
    un proceso de integración comunitaria, intentar un
    involucramiento consciente, decidido y enriquecedor en pro del
    desarrollo de la comunidad desde una perspectiva conjunta e
    integral. Es agrupar a los pobladores como actores responsables,
    críticos, creadores y transformadores
    de su realidad comunitaria.

    Para ello, es importante motivar e impulsar espacios de
    acción individual y colectiva, donde el poblador no
    sólo escuche, llene fichas o
    participe en discusiones rutinarias y carentes de objetividad,
    sino que desempeñe un papel activo y protagónico en
    el que sienta que realmente está haciendo algo, tanto por
    su familia como por su comunidad.

    En estos espacios es importante lograr que todos los
    actores sociales se enfoquen, como ya se ha planteado, en tres
    centros de interés fundamentales:

    • Impulsar actividades económicas viables,
      rentables y sostenibles que permitan la generación de
      ingresos permanentes y suficientes para todas las familias de
      la comunidad.
    • La búsqueda de mercados óptimos donde
      posicionar los productos de las actividades económicas
      que impulsen.
    • Reducir el déficit escolar y técnico de
      la población económicamente activa.

    En esta fase es importante el uso de visitas casa por
    casa con aquellos pobladores difíciles de insertarse en la
    lucha de la reducción de la pobreza de su comunidad.
    También deben utilizarse técnicas
    grupales de discusión y concertación de
    acciones, cuyo resultado final deben ser compromisos solidarios
    donde cada quien asuma con responsabilidad su papel
    protagónico.

    Un elemento importante de esta fase es la
    realización de un estudio de factibilidad
    económica de la comunidad, en el que se planteen la
    disponibilidad y potencialidad de los recursos
    humanos, naturales y tecnológicos con que se cuenta
    para despegar económicamente, y la viabilidad y
    factibilidad mercantil que tengan las diferentes alternativas
    económicas (productivas y/o de servicios) posibles, tanto
    tradicionales como no tradicionales.

    Pero tal estudio no debe ser un patrimonio
    elitista, sus resultados deben ser conocidos y analizados en su
    totalidad por todos los actores de la comunidad. Asimismo, debe
    servir de base para la discusión, formulación y
    ejecución concertada de un plan estratégico de
    desarrollo económico que permita a la misma paliar su
    situación de pobreza.

    Por otra parte, no se trata de un simple diagnóstico socioeconómico, en el
    que figure la composición demográfica y la
    situación de tenencia familiar de medios
    económicos, sino una valoración objetiva y
    exhaustiva de los recursos con que se cuenta y de su
    aprovechamiento (actual y potencial) para poder rediseñar
    u optimizar el engranaje económico de la comunidad, desde
    una perspectiva de crecimiento y mejoramiento de las condiciones
    de vida de sus pobladores y de su impacto benéfico para
    los territorios aledaños, teniendo en cuenta, sí,
    la restauración y sostenibilidad de los mismos.

    Lo anterior implica que el estudio debe abarcar todo
    territorio a intervenir, de manera puedan analizarse y valorarse
    todas las alternativas posibles de impulsar para lograr reducir
    los niveles de pobreza de la comunidad, planteadas a partir de
    sus principales oportunidades y amenazas políticas,
    sociales y mercantiles para su explotación.

    O sea, es un estudio para la toma de decisiones y el
    diseño
    de estrategias económicas concertadas entre todos los
    actores sociales involucrados. No es un ejercicio
    académico. Por tanto, sus resultados deben ser difundidos
    entre todos ellos, entendiéndose por difusión no
    una simple charla de presentación de los mismos, sino la
    entrega y discusión de un documento legible (según
    el grado de escolaridad de la mayoría de los pobladores)
    donde se plasmen en su totalidad las cifras, interpretaciones y
    valoraciones obtenidas.

    La discusión completa de los resultados debe
    permitir llegar acuerdos y compromisos serios, en los que se
    planteen objetivos y metas de interés común, y
    acciones concretas para alcanzarlos, las cuales deben incluir
    estrategias viables para su puesta en marcha.

    Hay que tomar en cuenta que ninguna comunidad
    podrá afianzar con éxito su desarrollo
    económico sino es a través de una buena estrategia
    concertada. Se podrá contar con la mano de obra adecuada,
    tener una actitud positiva, utilizar las herramientas
    apropiadas, diseñar un modelo de desarrollo eficiente o
    lograr la
    organización más conveniente, pero, si bien es
    cierto que todo ello ayuda, no aseguran que el plan sea excelente
    y alcance los resultados propuestos, la clave para ello es la
    estrategia que aplique en su quehacer
    económico.

    Es decir, no debe verse la formulación de la
    estrategia como un elemento agregado al plan, sino como la clave
    fundamental de su éxito, ya que fijará la dirección del accionar comunitario hacia
    una posición de competitividad frente a otras comunidades
    afines, dictará el tipo de planes operativos requeridos
    para el desarrollo paulatino de la misma, determinará las
    relaciones internas y externas necesarias para su posicionamiento
    mercantil, y brindará las pautas técnicas y
    de mercadeo en que
    debe centrarse la actividad productiva.

    Esta fase de planteamientos y concertación de
    acciones y estrategias incorpora, implícitamente, tres
    premisas básicas:

    • No debe ser una tarea elitista ni de personas
      "preparadas", peor si, por su condición
      académica, se consideran sus conclusiones y criterios
      inobjetables e invariables, imponiéndose como verdades
      absolutas y otorgando al resto de actores sociales un rol de
      receptor pasivo e inerte de las mismas. Esto no desdice la
      importancia de un acompañamiento técnico
      especializado, sino que establece la necesidad de brindar un
      papel protagónico a todas las partes involucradas y
      responsables del quehacer y desarrollo socioeconómico de
      la comunidad, limitando el papel de los técnicos y
      especialistas al de facilitadores sociales, cuya función
      primordial es la de encauzar y orientar la participación
      conjunta y efectiva de todos ellos.
    • Se debe escuchar y analizar toda propuesta planteada
      sin discriminación alguna. Asimismo, si
      ésta, después de valorarse, resulta viable y
      factible de aplicar, tiene que ser tomada en cuenta, sea total
      o parcialmente, en la elaboración de los planes y
      estrategias. Esto significa participación amplia y
      efectiva de todos los actores sociales, donde cada uno de ellos
      sienta que es parte incidente y determinante en la planeación y ejecución del
      progreso socioeconómico de su comunidad, lo cual
      abonará a la apropiación y apoyo decidido de
      cualquier plan estratégico que se formule por parte de
      los mismos.
    • La finalidad debe ser llegar a acuerdos y compromisos
      de acciones concertadas, no a imposiciones mayoritarias y
      elitistas. Por tanto, un acuerdo no puede ser acuerdo viable
      mientras no cuente con la aceptación y compromiso
      responsable de todas las partes involucradas, Asimismo, cada
      asignación de responsabilidad debe tener nombre y
      apellido, plazo y metas, recursos y procedimientos, fuera de
      esto el plan no sería más que un simple documento
      carente de objetividad y significado.

    En otras palabras, se trata de fomentar una actitud y un
    rol proactivo y comprometido con el desarrollo
    sustentable de la comunidad y, por ende, de sus pobladores,
    bajo la premisa que mientras todos y cada uno de los actores
    sociales no se involucren, apropien, asimilen y comprometan,
    consciente y responsablemente, con la estrategia de desarrollo
    propuesta en consenso, ésta no podrá arrojar
    resultados positivos y contundentes para toda la
    comunidad.

    Se podrán alcanzar logros parciales y/o
    particulares que incidan en el bienestar de sus protagonistas
    inmediatos, pero que no repercutirán en el resto de la
    comunidad, mucho menos en zonas aledañas, por lo que su
    impacto social no será sobresaliente.

    Una vez que se haya logrado la formulación, en
    consenso y concertada, de un plan estratégico de
    desarrollo a mediano plazo, éste deberá ser
    traducido a fases de ejecución anuales, lo que
    servirá de base para la elaboración del plan
    operativo inmediato para los próximos 12 meses, ya que
    éste no puede discrepar ni disociarse de la estrategia
    establecida.

    Para que el plan operativo resulte un instrumento eficaz
    para la orientación del quehacer socioeconómico
    comunitario, deben contener tanto las actividades cotidianas
    necesarias e imprescindibles para la sobrevivencia de los
    pobladores como las nuevas acciones a emprender para su paulatino
    desarrollo. Asimismo, debe ser realista y objetivo, de manera no
    incluya acciones no factibles de resolver con los recursos reales
    y disponibles, a lo inmediato, en la comunidad, o cuya
    obtención no esté totalmente (100%)
    asegurada.

    El plan operativo no estará terminado sin una
    adecuada división y asignación de actividades entre
    todos los actores sociales de la comunidad, agrupados por grupos
    de interés o afinidad económica. O sea, sin una
    apropiada división del trabajo.

    Es decir, la realización de las diferentes
    actividades contenidas en el plan no deben ser ejecutadas por
    ás personas que las necesarias para satisfacer los
    requerimientos y expectativas de la comunidad, caso contrario
    implicaría una dispersión y despilfarro de
    esfuerzos y recursos, además de peligrar su
    consecución.

    Para que esta división del trabajo sea eficaz,
    hay que determinar, en consenso, que parte de los actores
    sociales se encargará de garantizar el aprovisionamiento
    básico y necesario para la sobrevivencia de todas las
    familias de la comunidad, esto implica tanto desde el punto de
    vista productivo (granos básicos, productos lácteos y
    pecuarios, etc.) como de abastecimiento de bienes y
    servicios (abarrotes, insumos, medicinas, educación,
    etc.), y que parte se responsabilizará de la
    producción mercantil, o sea, la producción de
    aquellos productos (o servicios) que identificarán y
    promoverán la naturaleza de
    la actividad económica de la comunidad en los mercados
    externos.

    Esta división del trabajo no implica una carga
    adicional de trabajo a cada actor social, de manera voluntaria y
    sin retribución alguna, sino una redefinición del
    quehacer económico comunitario, donde a cada quien le
    corresponda, de manera racional, una actividad específica
    con la que garantizará la generación de sus propios
    ingresos (sin abusar de la necesidad de los demás), de
    manera no se tenga una gran cantidad de actores concentrados en
    una misma actividad, con una consecuente saturación del
    mercado y abandono de otros rubros quizás más
    rentables y sostenibles.

    Tampoco consiste en señalar únicamente,
    con nombres y apellidos, responsables o encargados de tal o cual
    actividad, sino también el de asignar los recursos
    necesarios mínimos para poder concretarla. Algunos
    recursos podrán resolverse con la disponibilidad existente
    en la comunidad, pero otros requerirán de apoyo financiero
    y acompañamiento técnico por parte de organismos o
    instituciones
    externas. Esta asignación de recursos comprende tanto
    humanos como financieros, técnicos y
    tecnológicos.

    Para que el plan operativo pueda ejecutarse
    satisfactoriamente, los recursos deben asignarse desde la
    perspectiva de 4 acciones interdependientes e interactuantes, a
    saber:

    • Nivelación escolar y técnica de la
      población económicamente activa. No se trata de
      desarrollar acciones de capacitación de corta duración,
      aisladas e independientes, sino de impulsar todo un programa
      formativo sistemático que comprenda tanto
      habilitación técnica como instrucción
      general (lenguaje,
      matemáticas, ciencias,
      etc.), en el que los participantes tengan, como
      condición ineludible, presencia permanente hasta haber
      alcanzado un nivel adecuado para afrontar las tareas
      pertinentes requeridas para el desarrollo de la comunidad. Para
      ello, además de proveer la logística básica e involucrar a
      aquellos pobladores con niveles de instrucción
      competentes, es importante realizar las gestiones y alianzas
      correspondientes para avalar y certificar el nivel de
      aprovechamiento de cada participante, así como
      establecer un programa de incentivos
      monetarios para las personas que aporten tiempo y
      conocimientos para su ejecución.
    • Realización de actividades económicas y
      productivas a partir de una adecuada planificación que dinamice la
      economía local y asigne a cada actor una
      ocupación económica que le provea los ingresos
      necesarios para su sobrevivencia. Esto implica definir dos
      tipos de estrategias, una a corto plazo que proporcione
      resultados inmediatos a nivel básico y otra a mediano y
      largo plazo que oriente el progreso económico-social de
      la comunidad. Para ello es imprescindible una valoración
      exhaustiva de la disponibilidad de recursos para determinar su
      grado de aprovechamiento y el tiempo necesario para alcanzar
      sus beneficios económicos, así como encontrar
      mecanismos accesibles para el incremento de la productividad a
      bajo costo y con calidad competitiva, sin deteriorar
      ecológicamente el territorio. Obviamente, esta
      acción no será posible sin un
      acompañamiento financiero inicial para su puesta en
      marcha por parte de organismos o instituciones de gobierno.
    • Posicionamiento mercantil de la actividad productiva.
      Comprende encontrar mercados externos donde colocar,
      después de abastecer el mercado local, la
      producción excedente o no consumible en la comunidad, a
      precios que cubran los costos de
      producción y generen utilidades que permitan tanto
      la manutención del productor como la reinversión
      financiera para el desarrollo y mejoramiento de la actividad
      productiva. Para ello es necesario crear y consolidar una
      instancia de acopio y comercialización de los productos
      de la comunidad, de manera que el productor no pierda al vender
      sus productos por cuenta propia y rematarlos a precios
      inadecuados, a la vez pueda concentrar sus esfuerzos para
      mejorar técnica y tecnológicamente su actividad
      productiva y darle valor agregado a la misma de acuerdo a las
      exigencias del mercado.
    • Adecuación de los medios e infraestructura de
      transporte, de modo se garantice la adecuada
      distribución de los productos a los mercados, así
      como el abastecimiento de productos para la comunidad y la
      movilización de sus pobladores. Evidentemente, esta
      acción tendrá que ser un esfuerzo conjunto y
      compartido entre todos los actores sociales de la comunidad,
      desde aportes monetarios o de recursos materiales
      hasta jornadas de trabajos voluntarios, sin obviar un posible
      apoyo de algún organismo o institución de
      gobierno, en lo referente a la infraestructura vial. En cuanto
      a los medios de transporte, deberán existir alianzas y
      convenios formales, en los que se estipulen las condiciones y
      obligaciones
      básicas para la prestación del servicio, sin que
      ello implique un encarecimiento de los costos de los
      productos ni imposibilite el mercadeo o adquisición de
      los mismos, tanto en lo que refiere a su venta como a
      su compra.

    A la vez, debe contar con un sistema de control y
    seguimiento que permita disponer de la información
    necesaria y oportuna para la evaluación
    conjunta de la ejecución del plan y concertar los ajustes
    pertinentes y correctivos al mismo.

    Pero este sistema no debe promover el entorpecimiento de
    las actividades ni saturar de formatos a los actores sociales, si
    es posible, crear una instancia que ejecute esta acción y
    difunda los resultados a todas las partes involucradas
    según la actividad económica que se
    trate.

    Finalmente, concebir todo este proceso de manera
    cíclica y sistémica, donde los resultados de la
    ejecución de un plan operativo sirva como insumo para
    ajustar la ejecución de las actividades subsiguientes del
    plan estratégico y perfeccionar su continuidad.

     

     

    Juan Bautista Ramos Rivas

    Investigador nicaragüense sobre temas
    socioeconómicos con más de 20 años de
    experiencia. Nacido en Managua en 1953, ha ejercido labor docente
    por más de 30 años en los diferentes niveles de
    escolaridad y en las distintas modalidades de enseñanza. Autor del libro "10
    Lecciones de Mercadeo que un Microempresario Jamás debe
    olvidar" (aún sin publicar) y de diferentes ensayos
    sociales. Actualmente se desempeña como consultor
    independiente.

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