Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

José de Urquiza – Empresario En Medios De Transportes y Comunicación



     

     

    Introducción

    Con el triunfo de Caseros en 1852 se inició en el
    país una etapa de transición que apuntó
    esencialmente a lograr la institucionalización y
    modernización de la nación
    argentina.

    La dirigencia litoraleña conducida por el General
    Justo José de Urquiza consiguió, bajo el amparo de la Constitución de 1853, que
    trece provincias intentaran concretar un proyecto nacional de desarrollo capitalista
    orientada por el Estado. Uno de los pilares
    para lograrlo fue el afianzamiento del mercado interno. Para
    concretarlo, se tomaron numerosas medidas referidas al
    mejoramiento del transporte y las comunicaciones, ya que la
    integración efectiva
    solamente podía concretarse a través del contacto
    eficiente y regular entre regiones tan diversas y
    distantes.

    El General Justo José de Urquiza impulsó como
    Presidente de la Confederación Argentina, numerosas medias y
    proyectos tendientes a superar
    el asilamiento y a fortalecer la relación entre las
    distintas regiones del país, adecuando las estructuras de
    comunicación a los nuevos tiempos y condiciones. Muchos de
    las iniciativas se limitaron en su realización a los
    estudios preliminares, porque todo estaba por hacerse, la tarea
    titánica y los recursos escasos. Se emprendieron
    entre otros proyectos, la investigación sobre factibilidad de la
    navegación de ríos Pilcomayo y Bermejo, el trazado de
    líneas férreas entre Rosario y Córdoba y a partir
    de este último punto a la región noroeste para
    después continuar la vinculación Chile, un ambicioso
    sueño americanista. Se contrató para la
    realización de los trabajos a personal de origen extranjero, en
    general con experiencia en los temas aún novedoso en esta
    zona.

    Los resultados son magros en función de las metas
    propuestas, pero demostrativos de la voluntad política tendiente a expandir los
    sectores vinculados a la comunicación.
    Necesidad de integración a un mundo que marchaba hacia la
    más férrea globalización.

    Para consolidar la posición de país agro
    exportador en el concierto internacional, el comercio y el transporte,
    especialmente marítimo y fluvial, se constituían en
    pilares decisivos. Paralelamente, para poder cumplimentar las
    entonces vigentes premisas de Orden y Progreso con las que
    ideólogos del siglo XIX signaban como condiciones de
    desarrollo, a la comunicación externa debía
    sumársele la vinculación interna, y hacia ambos
    aspectos emprendieron la acción.

    El General Urquiza ratificó plenamente su
    convencimiento de la trascendencia del desarrollo de los medios de
    comunicación como medio de crecimiento e
    integración regional y nacional, y como tarea ineludible del
    Estado Nacional, pero
    también como fuente de inversión de capitales
    privados, tanto nacionales como extranjeros. Y su convicción
    no solamente se registró en el plano ideológico, lo
    hizo efectivo en el plano fáctico con su propio peculio,
    como empresario particular
    invirtió cuantiosas sumas en compañías de
    navegación, ferrocarriles y mensajerías. Con resultados
    diversos, algunas empresas fueron signadas por el
    éxito económico y
    otras por el fracaso, pero todas demuestran su adaptación a
    una modernidad que apenas comenzaba a
    insinuarse en el país.

     

    Urquiza Empresario

    Estancias, Saladeros y Empresas
    Navieras

    El análisis del cuantioso
    patrimonio personal del
    General Urquiza nos ofrece datos de las más variadas
    actividades económicas por él emprendidas. Muchas
    empresas fueron novedosas en su tiempo y en un país que
    comenzaba a ofrecer las bases formales necesarias para garantizar
    la seguridad jurídica,
    amenazada permanentemente por los enfrentamientos armados. El
    éxito obtenido en el aspecto empresarial se debió en
    gran medida a dos características básicas con las que
    contó: intuición y capacidad organizativa. La primera
    le posibilitó reconocer a los hombres más capaces para
    conseguir sus propósitos, La segunda, conformar estructuras
    en las que se combinan criterios centralizadores y de descentralización,
    según las circunstancias, pero que en definitiva se
    resumían en el Escritorio de SE –como se lo
    denominaba entonces- el que funcionaban en su residencia
    particular, el Palacio San José. La dirección administrativa
    practicada por hombres que dieron acabadas muestras de capacidad
    y comprensión de los objetivos delineados por el
    propietario; la supervisión minuciosa de los
    vastos intereses realizada por el General Urquiza, además de
    su espíritu arriesgado y visionario, le posibilitaron la
    conformación de una cuantiosa fortuna.

    Inició sus actividades económicas en 1819, a
    poco de dar por concluidos sus estudios en Buenos Aires. Se dedicó
    entonces en la localidad entrerriana de Concepción del
    Uruguay a la explotación
    de un almacén de ramos generales,
    acopio de mercancías y pulpería, aunque no por
    demasiado tiempo, ya que se desprendió pronto de la
    actividad para dedicarse a la adquisición de campos y a la
    explotación ganadera.

    La ganadería constituía un
    negocio muy redituable en la región. La gran cantidad de
    ganado vacuno se vio favorecida por las características
    climáticas y la fertilidad del suelo. Se sumó para
    facilitar el incremento de ganado, las pocas exigencias de
    mejoramiento de la especie, ya que el cuero constituyó el
    principal elemento de aprovechamiento para la industria saladeril, exclusiva
    destinataria de la materia prima obtenida.
    Requería asimismo un reducido plantel de personal para
    manejar un considerable número de animales, importante entonces por
    la existencia de reducida mano de obra, a la par que incidía
    positivamente en los costos de la explotación,
    ofreciendo así la actividad pecuaria mayores incentivos para dedicarse a la
    misma.

    Constituyó la ganadería la fuente generadora
    de las principales fortunas litoraleña. La estancia fue
    sinónimo de poder económico y a ella se destinaban las
    principales inversiones.

    El General Urquiza no desconocía la actividad del
    campo, por el contrario, había nacido en contacto con el
    medio rural y estanciero. Don Josef de Urquiza, su padre se
    radicó en Entre Ríos, en las proximidades de la
    localidad de Gualeguaychú, donde administró la estancia
    denominada La Centella, lugar en el que permaneció
    poco tiempo, ya que poco después se afincó en la
    estancia de Don Pedro Duval, en las proximidades de
    Concepción del Uruguay, lugar donde conformó un
    próspero centro de producción pecuaria con
    un número considerable de peones y sus respectivas familias.
    Allí nacieron varios de sus hijos, entre ellos Justo
    José, el que al igual que sus hermanos recibió la
    formación en la misma estancia, en el contacto con la
    naturaleza y el apego al
    terruño.

    En su juventud se dedicó a la
    adquisición de estancias en las provincias de Entre
    Ríos, Santa Fe y Corrientes, también en la
    República Oriental del Uruguay. Según Antonio Castro
    "…en total 369 ¼ leguas de campo, que forman
    923.125 hectáreas cuadradas.

    A todo esto debemos agregar la enorme cantidad de
    pequeñas fracciones de chacras, quintas cercanas a los
    pueblos y las cuantiosas propiedades urbanas que poseía en
    todas las ciudades de Entre Ríos, y Santa Fe, Córdoba,
    Corrientes y Buenos Aires."
    (1)

    Entre los establecimientos más importantes que
    poseyó el General Urquiza, tanto por la extensión
    territorial como por la actividad desarrollada, se destacó
    El Potrero, San José, las Estancias de
    Concordia, Conchera
    e Ibicuy.

    La magnitud de la actividad pecuaria, le posibilitó
    incorporar la producción saladeril, conformando entre otros,
    uno de los establecimientos modelos en el país por
    más de veinte años, Santa Cándida, aunque
    también explotó el saladero Concordia, ubicado
    en las inmediaciones de la ciudad del mismo nombre. También
    contó en 1854 en Gualeguaychú con el denominado
    Constancia. Otro establecimiento de gran importancia lo
    constituyó el saladero 11 de septiembre en Rosario,
    adquirido en 1859 en sociedad con Francisco Taurel,
    Miguel Ruedas y Mardoqueo Navarro.

    Se efectuaba en los saladero, y en particular en
    Santa Cándida – ubicado a orillas del Arroyo de la
    China en las proximidades de
    la localidad de Concepción del Uruguay-un aprovechamiento
    integral del animal, obteniéndose los más variados
    productos: cueros, carnes
    saladas, conservas, cebo, grasa, ceniza de huesos, jabones, velas,
    etc.

    Los productos finales, eran exportados a Europa u otros piases americanos
    en compañías de navegación, algunas de las cuales
    también lo contaban al General Urquiza como accionistas. De
    manera que gran parte de la cadena de producción,
    industrialización y distribución quedaba
    cubierta. Los barcos retornaban con los insumos importados para
    mantener el sistema. Cientos de obreros,
    peones y empleados, contribuían a conformar un núcleo
    heterogéneo diseminado en distintas zonas del país,
    especialmente en Entre Ríos, contribuyendo a su vez al
    desarrollo económico
    provincial.

    El saladero inició sus actividades en 1847. La
    actividad principal –salazón y lavado de carne y
    cuero- registró más de cincuenta mil cabezas en una
    faena –cifra que lo ubica entre los primeros en el
    país. Contaba además con una curtiembre, en la que se
    procesaban cerca de cinco mil cueros de distintas especies por
    año. El ganado vacuno aportaba la mayor cantidad de materia prima pero
    también se faenaron yegüerizos, porcinos y lanares.
    Más de 300 operarios ocupados en el establecimiento dan la
    pauta de la importancia económica alcanzada por el
    mismo.

    Hacia 1859 fueron numerosas las construcciones
    –incluidos casas, ranchos y galpones- que conformaban el
    establecimiento, no obstante, la necesidad de remodelación e
    incorporación de mejoras determinó que su propietario
    solicitara el asesoramiento para lograr un mayor aprovechamiento
    de las instalaciones. Las modificaciones no tardaron en
    manifestarse. El 17 de mayo de 1860 se firmó un acuerdo con
    el ingeniero brasileño Romao Antonio de Albergaría, el
    cual se comprometió a

    "Construir un ferrocarril en el saladero Santa
    Cándida de propiedad de S. E.. Es de mi
    incumbencia
    –agregaba el profesional- la
    dirección y administración del
    trabajo, comprendiendo en ello
    cuanto es del resorte del ingeniero y procuración de
    elementos, obra modelos y elección inteligente de materiales….De parte de SE
    se proporcionarán todos los materiales y medios de
    ejecución tan pronto como es menester bajo especificaciones
    hecha por mi y siendo de su cuenta todos los gastos de la construcción."

    (2)

    Sin embargo, el convenio no se llevó a la
    práctica, lo que no impidió la realización de la
    obra, aunque resultante de un nuevo contrato con otros empresarios.
    El 22 de septiembre de 1860 se formalizó un contrato entre
    los empresarios Baltazar Fossati y Juan Cruz Ocampo, y el General
    Urquiza, por el que los primeros se comprometieron a

    "Construir en el saladero Santa Cándida un
    muelle y puente de madera así como un
    ferrocarril que sirva para la carga de los buques todo por
    cantidad de veintidós mil pesos plata de diez y veinte en
    onza según el plano y presupuesto que se adjuntan a
    este contrato."
    (3)

    La obra, a pesar de sufrir variados inconvenientes se
    llevó a la práctica, permitiendo así economía de esfuerzo y agilidad en la
    carga y descarga de las embarcaciones.

    El saladero, ubicado a la vera del curso fluvial,
    contaba así con un muelle, hasta donde llegaba el
    ferrocarril para trasportar la materia prima desde las
    instalaciones y hasta las embarcaciones. Velas y vapores en las
    más variadas formas –goletas, pailebotes, bergantines,
    zumacas, patachos, etc.- conectaban al centro de producción
    con los principales puertos internacionales de consumo. Los ríos
    Paraná y Uruguay constituyeron los ejes de la salida de la
    producción e ingresos de importación a la
    región.

    Pero no solamente el trasporte de productos de los
    saladeros constituyó el objeto de las inversiones del
    General Urquiza. Las personas y las mercancías en general
    necesitaban medios para concretar el traslado y los cursos
    fluviales constituían el medio más económico,
    razón por la que efectuó inversiones en el rubro bajo
    diferentes formas.

    Conformó varias sociedades en las que
    adquirió la embarcación, manteniendo su propiedad y
    entregando la explotación comercial a un socio,
    repartiéndose por mitades las utilidades "deducidos los
    gastos de sostenimientos y conservación
    " (4) . Así,
    por ejemplo en 1860 firmó contrato con Juan Benetti
    entregándole el vapor Once de Noviembre

    "…completamente refaccionado y listo para entrar en
    carrera. El Sr. Benetti –
    aclara el contrato
    mandándolo personalmente, hará el servicio comercial en los
    ríos según conviniere, y empleándose desde luego
    en la carrera del Uruguay, entre el puerto de este nombre
    del Uruguay– y el de Buenos Aires." (5)

    Otras embarcaciones sometidas al régimen enunciado
    fueron San José, Nueva Dolores, Teresa, Bella Anita,
    Linda Clodomiro
    y Carmen.

    La empresa naviera más
    importante fue La Salteña, nombre derivado de su
    origen constitutivo, la ciudad de Salto en la República
    Oriental del Uruguay. Uno de los principales socios fue Mariano
    Cabal, de gran actuación en la provincia de Santa Fe, y
    amigo del General Urquiza. La firma poseyó numerosas
    embarcaciones, entre ellas el vapores Montevideo,
    Salto, Pampero y Menay, los que conectaban puertos
    de varios países americanos. También contó con
    acciones en la
    Compañía de navegación a vapor Italo-
    Platense
    con domicilio legal en Buenos Aires. Acciones en los
    vapores Eva, Entre Ríos, Alto Uruguay, San José,
    Colón, Joven Bianquita,
    y Feliz
    Colón.

    Las empresas y proyectos en los que participó el
    General Urquiza, dan cuenta de a magnitud de los intereses
    involucrados. En 1866 el Comendador J. C. Pereira Pinto,
    Cónsul General de Brasil en la República
    Argentina, le remitió una propuesta para constituir la
    Uruguayanna, una compañía naviera destinada a
    unir puertos uruguayos, argentinos y brasileños.

     

    Ferrocarriles y
    Mensajerías

    Las inversiones efectuadas por el General Urquiza no se
    limitaron a los medios de comunicación
    tradicionales a mediados del siglo XIX. Arriesgó capital en emprendimientos
    novedosos para el país, pero no para el mundo moderno:
    redes ferroviarias.

    "El hará –decía Juan Bautista
    Alberdi al referirse al Ferrocarril– la unidad de la
    República Argentina mejor que todos los congresos. Los
    congresos podrán declararla una e indivisible; sin el camino
    de fierro que acerque sus extremos remotos, quedará siempre
    divisible y dividida contra todos los decretos
    legislativos.

    Sin el ferrocarril no tendréis unidad
    política en países donde la distancia hace imposible la
    acción del poder central…"
    (6)

    Tornar realidad las ideas de Alberdi implicaba superar
    un obstáculo casi insalvable, el problema económico.
    Contar con los medios técnicos y financieros indispensables
    se constituyó en la principal tarea en un país en el
    que estaba todo por hacerse. Para ello Alberdi
    propuso:

    "Negociad empréstitos en el extranjero,
    empeñad nuestras rentas y bienes nacionales para
    empresas que los harán prosperar y multiplicarse. Sería
    pueril esperar a que las rentas ordinarias alcancen para gastos
    semejantes…

    Proteged al mismo tiempo a empresas particulares para
    la construcción de ferrocarriles. Colmadla de ventajas, de
    privilegios, de todo favor imaginable…"
    (7)

    La separación entre el Estado de Buenos Aires y la
    Confederación Argentina como consecuencia del Acuerdo de San
    Nicolás, no impidió que la era del ferrocarril
    se cumpliera inexorablemente, aunque con resultados dispares en
    ambos Estados. En Buenos Aires la Legislatura autorizó por
    ley del 9 de enero de 1854 al
    Poder Ejecutivo a otorgar la
    concesión de la construcción del primer ferrocarril. La
    inauguración oficial se llevó a cabo el 30 de agosto de
    1857, desde Buenos Aires a Floresta con un recorrido de diez
    kilómetros.

    Contemporáneamente el gobierno del General Urquiza
    inició los estudios de factibilidad para la instalación
    de las primeras vías férreas. En 1854 aceptó la
    propuesta de reconocimiento y planificación presentada
    por Allan Campbell, como la misma no prosperó, al año
    siguiente se autorizó al banquero José Buschenthal para
    contratar en Europa una empresa constructora del
    ferrocarril. Idénticos resultados negativos se obtuvieron
    entonces. Se incorporó con posterioridad un empresario
    norteamericano: Guillermo Wheelwright, aún así, la
    principal dificultad fue conseguir el capital necesario para
    hacer frente a la inversión. Finalmente, se consiguió
    conformar en Londres la empresa Ferrocarril Central
    Argentino
    , dispuesta a iniciar la construcción de la
    línea férrea que uniera las ciudades de Rosario y
    Córdoba. Para entonces –1863 en que se celebró el
    contrato respectivo- los destinos del país habían
    cambiado fundamentalmente, la tan ansiada unidad nacional fue
    realidad bajo la férrea dirección ejercida desde Buenos
    Aires por el General Bartolomé Mitre en su carácter de Presidente de
    la Nación.

    En 1860 la Municipalidad de Rosario inició la
    suscripción de acciones para la construcción de la
    línea férrea:

    "…lo que más preocupa a esta población
    decía José F. De Paz desde Rosario en carta del 22 de noviembre de
    1860 al General Urquiza -, es la esperanza de que se
    establezca el ferrocarril de aquí a Córdoba y al
    efecto ya ha tenido lugar una reunión promovida por la
    Municipalidad y se ha encontrado la mejor disposición en
    los propietarios, comerciantes y hacendados para suscribirse…
    trabajo en este sentido – incesantemente no solo aquí sino
    también por medio de mis amigos del interior,
    principalmente en Córdoba y cuento con que muy pronto
    podremos reunir un número de suscripciones considerables.
    Me voy a tomarla libertad de pedir a VE un
    obsequio que no dudo accederá a él siendo yo miembro
    Municipal y uno de los que personalmente hemos de hacer la
    recolección de firmas para el ferrocarril, quisiera
    merecer que VE el honor de autorizarme a suscribirlo por la
    suma que estime conveniente y que el primer nombre que figure
    en la lista de los firmantes del Rosario sea el muy respetable
    de VE.
    (8)

    La respuesta no se hizo esperar, ya que en menos de un
    mes más tarde el mismo Paz le escribió al General
    Urquiza en los siguientes términos:

    " …Con íntima satisfacción recibo la
    distinguida autorización de VE para suscribirlo a la
    Empresa del Ferrocarril de esta ciudad a la de Córdoba, y
    haciendo uso de ella voy a prevenir hoy mismo a esta
    Municipalidad que encabeza la lista de suscriptores con el
    glorioso nombre de VE por las acciones equivalentes a la suma
    de cien mil pesos."
    (9)

    La carta fue dada a conocer públicamente en la
    ciudad santafecina a través del periódico
    Confederación:

    "…Considerando –decía el
    informante- que es de grande importancia que el país
    conozca el vivo interés manifestado por SE
    el Capitán General a favor de la grandiosa empresa
    proyecta del ferrocarril entre Córdoba y esta ciudad."

    (10)

    Rosario se convirtió después de la
    separación de Buenos Aires en el puerto más importante
    de la Confederación y en él cifraba su esperanza el
    General Urquiza. Córdoba era el corazón del país, la
    población de mayor comunicación con los restantes
    centros de producción desde la época colonial. Unir
    ambos centros poblacionales se constituyó por ello en una
    prioridad para el gobierno de la Confederación, ya que
    revitalizar la economía sin la participación de Buenos
    Aires constituyó un factor decisivo para el futuro de la
    Confederación. Las dificultades económicas, las luchas
    internas y más tarde la guerra del Paraguay dilataron la
    concreción del proyecto, aunque no impidieron su avance,
    lento pero eficaz. Finalmente, por decreto se fijó el 13 de
    abril de 1870 para la inauguración:

    "Este Ferrocarril – dirá el Presidente
    Sarmiento– fue proyectado por el gobierno de Urquiza, fue
    ejecutado por la administración del
    General Mitre y ha tocado a la presente presidir a su
    terminación y a la fiesta que hoy lo inaugura. Que este
    vínculo de fierro sea el vínculo histórico que
    ligue a las tres administraciones mostrándolas ante la
    posteridad consagradas a promover el bienestar de los pueblos
    argentinos."
    (11)

    El General Urquiza no participó en la
    concreción obra que contribuyó a gestar. En febrero de
    1870, Thomas Armstrong, Director de la empresa Ferrocarril
    Central en Buenos Aires le escribía al administrador del Caudillo
    Entrerriano lo siguiente:

    "…Tengo el gusto de acusar recibo de su
    apreciable del 25 del pasado incluyéndome poder para
    vender las mil acciones en la compañía de Ferrocarril
    Central Argentino, cuyas acciones las remito a Londres por el
    paquete inglés que sale el l4
    del presente con el objeto de vendarlas a la par o en más
    si es posible…"
    (12)

    La liquidación se practicó pocos meses
    más tarde, pero no ya al General Urquiza, sino a la
    Testamentería, la tragedia del 11 de abril había
    terminado con la vida del ilustre Entrerriano.

    Por su parte, la provincia de Entre Ríos se
    integró prontamente a la era ferroviaria a través de un
    emprendimiento privado presidido por Jacinto González
    Calderón. La empresa construyó el Ferrocarril Primer
    Entrerriano
    , uniendo con un ramal de 10 Km. de extensión
    la localidad de Gualeguay y Puerto Ruiz. Inaugurado en 1866,
    inspiró al célebre poeta Olegario V. Andrade en los
    siguientes versos:

    Miradlo ! va tragando las distancias.

    Parece apenas que la tierra toca

    Y devorado por febriles ansias

    Nubes vomita de su ardiente boca.

    Miradlo! Es el guerrero del presente

    El genio armado de la nueva idea;

    La luz del porvenir brilla en su
    frente

    Y su penacho de vapor ondea…

    Es de progreso la primera aurora

    Que irradia en esta tierra
    bendecida,

    En esta tierra, siempre vencedora,

    En esta tierra, hidrópica de
    vida.

    Aquí donde la gloria su tributo

    Rinde al pueblo de intrépidos
    guerreros;

    Donde la libertad, hermoso fruto,

    Aseguró la espada de Caseros.
    (13)

     

    Este primer emprendimiento entrerriano contó con la
    participación del General Urquiza como uno de sus
    principales accionistas. Adquirió 300 acciones, equivalente
    a una suma de 15.000 pesos fuertes, contribuyendo con esta
    empresa decididamente al progreso de la región al permitir
    una mayor agilidad en la salida de la producción desde el
    interior hacia las vías navegables.

    Sin desconsiderar la importancia de la
    incorporación de nuevas formas de comunicación como lo
    fueron los ferrocarriles, el General Urquiza participó
    también activamente en el mejoramiento de las formas ya
    existentes, los sistemas de chasquis, postas y
    mensajerías.

    Los servicios de Mensajerías
    comenzaron a organizarse, transportando pasajeros y encomiendas
    con mayor agilidad, comodidad, seguridad y sobretodo regularidad,
    a partir de mediados del siglo XIX. Una de las primeras empresas
    que vincularon distintos puntos del interior del país dentro
    de la Confederación Argentina fue la sociedad que giró
    bajo la razón social Timoteo Gordillo y
    Compañía
    , cubriendo servicio entre Rosario y
    Córdoba. Los socios capitalistas fueron el General Urquiza
    –aportó 93.905 pesos fuertes- y el General
    Benjamín Virasoro -aportó 33.353 pesos fuertes-,
    mientras que Timoteo Gordillo lo hizo con su trabajo, ocupando la
    gerencia administrativa. De
    esta empresa dependían a su vez otras menores como la
    Primera Cordobesa y Diligencias argentinas. La
    sociedad –que poseyó además entre sus bienes una
    barraca, terrenos, el molino El Saladillo, instalaciones
    varias, y animales – se disolvió en 1862. La
    liquidación practicada nos da la pauta de la importancia de
    la misma, así, que se repartieron entre los socios 13
    carros americanos, l galera, 1 volante, 1
    carro, por mencionar los elementos que hacían
    específicamente a la actividad al cierre de la empresa. El
    reparto entre los tres socios –entre lo que se incluyó
    una indemnización a Timoteo Gordillo por rescisión del
    contrato- involucró una suma de 250.000 pesos. Este
    último consiguió que por su
    participación

    "en pago le fuese adjudicado el camino postal
    valuado en 16.000 pesos– esto es, lo mejor y mas
    bien parado de los intereses sociales." (
    Según el
    Escrito presentado ante el Juez de Comercio de Rosario por
    Fernando Arias en representación del Gral. Urquiza en abril
    de 1863, en virtud de los litigios suscitados como consecuencia
    de la finalización de la empresa.) (14)

    En lo que hace específicamente a la provincia de
    Entre Ríos, el General Urquiza integró como accionista
    la empresa Mensajerías Entrerrianas en 1859, para
    entonces dirigida por Henrique Fontana. La misma unió
    distintos puntos de la provincia y se constituyó en uno de
    los principales medios de transporte, a pesar de las innumerables
    dificultades que la vinculación terrestre impuso en la zona
    como consecuencia de los numerosos ríos y arroyos que la
    atraviesan, así como su vegetación poblada de
    montes bajos y colinas ondulantes; obstáculos superando muy
    lentamente con la construcción de caminos y
    puentes.

    La comunicación entrerriana se mantuvo también
    a través de los servicios de postas, varias de cuyas
    paradas, especialmente en la zona de Ceibas e Ibicuy- se
    localizaban en establecimientos ganaderos de propiedad del
    General Urquiza, corriendo a su costo el mantenimiento de las
    postas.

     

    Conclusiones

    Las sociedades imponen condiciones a los individuos que
    la integran, factores situacionales que actúan como límites del hacer, pero
    también posibilitares de cambios. Son precisamente las
    contingencias las que prueban a los hombres, demostrando cuales
    son los mas capaces, los que logrando adelantarse marcan rumbos,
    generadores de transformaciones.

    El General Urquiza supo amoldarse a los nuevos procesos del contexto
    histórico que le tocó vivir, propios de la modernidad
    que se consolidaba en el mundo. Tiempos de formación y
    consolidación de los Estados Nacionales. Uno de los
    objetivos de su obrar fue dar forma al Estado Nacional Argentino.
    El triunfo de Caseros viabilizó el inicio del camino hacia
    la organización nacional
    y la Constitución de 1853, su imperecedera
    contribución, constituyó el instrumento jurídico
    del cambio, el marco contenedor
    para posibilitar el desarrollo y el progreso.

    Una vez consagrado en la letra fue necesario plasmar en
    hechos los contenidos constitucionales, sentar las bases para la
    continuidad de la vida institucional de la nación. La
    acción del General Urquiza fue llevada a cabo en la esfera
    pública y la privada. En ambos aspectos demostró su
    intencionalidad de apostar por las transformaciones y uno de los
    aspectos decisivos fue el sector vinculado a las comunicaciones y
    los transportes, como ejes imprescindibles para lograr la unidad
    nacional. El contacto, la vinculación regular, el
    afianzamiento de las relaciones nacionales e internacionales
    constituyó una de las prioridades en la etapa que se
    inició con la Organización Nacional. Los
    avances fueron escasos, el tiempo insuficiente y la tarea
    gigantesca. Construir una política nacional unificada
    requirió un largo trayecto más, sin embargo se dio
    comienzo a la acción, el tiempo y el esfuerzo que
    adquirió una velocidad inusitada a partir
    de fines del siglo XIX posibilitaran con posterioridad la
    consolidación del Estado Nacional Argentino.

    La presencia del Estado resultaba imprescindible en la
    ordenación de las sociedades modernas. Era necesario que
    consolidara su hegemonía y la concentración del poder
    político, como soberano indiscutible asegurando la
    supervivencia histórica de la nación argentina. Pero la
    inserción y el desarrollo económico, con el auge del
    intercambio comercial, exigían una red apropiada de comunicación. Los
    escasos capitales públicos impedían la concreción
    de este objetivo prioritario. Fue
    necesaria la incorporación de capitales privados nacionales
    y extranjeros para hacer frente a las inversiones
    requeridas.

    El General Urquiza contribuyó con su aporte privado
    a diversos emprendimientos en la que respecta a los servicios de
    mensajerías, ferrocarriles y navegación, demostrativos
    de una forma de pensar, de hacer, de producir resultados
    concretos. Siendo quizás uno de sus méritos más
    valioso, el de ser precursor de una forma empresarial que se
    tornaría paradigmática de los nuevos
    tiempos.

    (*) Trabajo presentado como ponencia en el X: Congreso
    Interclaustros de Historia, 2005, Facultad de Humanidades de
    Rosario.

     

    Bibliografía

    BRANDARIZ Gustavo, La Arquitectura Italiana en la
    Argentina
    . Siglos XVIII / XIX.

    BOSCH Beatriz, Historia de Entre Ríos.
    Editorial Plus Ultra. 1991

    BOSCH Beatriz, Urquiza. Gobernador de Entre Ríos
    1842-1852.
    Editorial de Entre Ríos. 2001

    Bosch Beatriz, Urquiza y su Tiempo. EUDEBA. Bs.
    As. 1974

    Bruchez de Macchi, Sara Elena, Justo José de
    Urquiza
    . Reseña Biográfica.. C. del
    Uruguay.

    Dominguez Soler, Susana. Urquiza. Ascendencia
    vasca y descendencia en el Río de la Plata.
    Bs.
    As.

    Macchi Manuel, Urquiza El saladerista. Ediciones
    Macchi. Santa Fe, 1971.

    Macchi Manuel, Urquiza Última Etapa.
    Castelvi Santa Fe.

    Ibidem. El ovino en la Argentina. Ediciones
    Macchi. Santa Fe, 1974.

    URQUIZA ALMANDOZ, Oscar. Historia de Concepción
    del Uruguay
    . Tomo II. Municipalidad de C. del Uruguay.
    1983.

    URQUIZA ALMANDOZ, Oscar, Historia
    Económica

    Archivo Histórico del Palacio San José.
    Museo y Monum. Nac. Justo José de Urquiza.

    Archivo Casa Delio Panizza. Concepción del
    Uruguay. Entre Ríos.

    Archivo particular Familia Barral.

    DIRECCIÓN DE INFORMACIONES Y PUBLICACIONES
    FERROVIARIAS. Origen y Desarrollo de los Ferrocarriles
    Argentinos. Editor. El Ateneo Bs. As 1946.

     

    Notas

    1. Castro Antonio. Nueva Historia de Urquiza.
      p.42.
    2. Hacienda. Legajo Otras industrias. Archivo Histórico Palacio
      San José.
    3. Libro de contratos. Archivo
      Histórico Palacio San José.
    4. Libro de Contratos. Archivo Histórico Palacio
      San José.
    5. Ibídem.
    6. Origen y Desarrollo de los Ferrocarriles, p.
      22,
    7. Ibídem.
    8. Hacienda. Archivo Histórico Palacio San
      José
    9. Hacienda. Archivo Histórico Palacio San
      José.
    10. Ibídem.
    11. Ibídem.
    12. Ibídem.
    13. Archivo Histórico Palacio San
      José.
    14. Hacienda. Legajos otras Industrias. Archivo
      Histórico Palacio San José.

     

    Ana María Barreto Constantín

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter