- Ciencia y
tecnología - Orígenes de la
Ciencia - Orígenes de la
teoría científica - La ciencia medieval y la
renacentista - La ciencia
Moderna - Comunicación
científica - Campos de la
ciencia - Tecnología
- La tecnología en la
antigüedad y en la Edad Media - La Edad Media
- La tecnología
moderna - Una lectura
- Conclusiones
A través de los años el hombre ha
presentado un cambio radical
en su nivel de vida; los conocimientos que él ha logrado
acumular y aplicar ha sido para su beneficio que ha cambiado
radicalmente su modo de vivir. Existe una notable diferencia
entre el hombre de hace
unas cuantas décadas y el hombre moderno, tal diferencia
se ha dado por el desarrollo de
la ciencia que
esta estrechamente relacionada con las innovaciones
tecnológicas.
Las necesidades de ciencia y
tecnología en nuestro país ya no se satisfacen
con la enseñanza a los estudiantes como se
verifica una ley
científica o como usar determinado equipo y maquinaria que
resultara obsoleta un futuro próximo; en nuestros tiempos
el preparar gente capaz de pensar y entender los principios
básicos de a ciencia y
técnica es fundamental para que no le detengan las
difultades que presenten e, incluso que pueda desarrollar nuevos
procedimientos, en cualquiera que sea su campo de
trabajo.
En este trabajo hablaremos sobre la ciencia y la
tecnología
que ah hecho al hombre en un ser muy dotado para la construcción de una nueva vida, en este
presente documento tocaremos los temas ya mencionados por
separado para comprender cada uno y poder
estudiarlo.
Mientras valla pasando el tiempo la
ciencia y la tecnología se van actualizando, estos temas
han sido nuestros compañeros de tiempos muy remotos en la
cual el ser humano tuvo cambios muy notables con el pasar del
tiempo. Sin mas preámbulos ingresamos a nuestro temas que
es la CIENCIA y la TECNOLOGIA ACTUALES.
En términos generales la ciencia tiene una gran
gama de significados, uno de los más acertados de esta es
el siguiente:
(En latín scientia, de scire,
‘conocer’), término que en su sentido
más amplio se emplea para referirse al conocimiento
sistematizado en cualquier campo, pero que suele aplicarse sobre
todo a la
organización de la experiencia sensorial objetivamente
verificable. La búsqueda de conocimiento en ese contexto
se conoce como ‘ciencia pura’, para distinguirla de
la ‘ciencia aplicada’ —la búsqueda de
usos prácticos del conocimiento
científico— y de la tecnología, a
través de la cual se llevan a cabo las
aplicaciones.
TECNOLOGIA
Se define como el proceso a
través del cual los seres humanos diseñan herramientas y
máquinas para incrementar su control y su
comprensión del entorno material. El término
proviene de las palabras griegas tecné, que
significa 'arte' u 'oficio',
y logos, 'conocimiento' o 'ciencia', área de
estudio; por tanto, la tecnología es el estudio o ciencia
de los oficios.
Algunos historiadores científicos argumentan que
la tecnología no es sólo una condición
esencial para la civilización avanzada y muchas veces
industrial, sino que también la velocidad del
cambio tecnológico ha desarrollado su propio ímpetu
en los últimos siglos. Las innovaciones parecen surgir a
un ritmo que se incrementa en progresión
geométrica, sin tener en cuenta los límites
geográficos ni los sistemas
políticos. Estas innovaciones tienden a transformar los
sistemas de cultura
tradicionales, produciéndose con frecuencia consecuencias
sociales inesperadas. Por ello, la tecnología debe
concebirse como un proceso creativo y destructivo a la
vez.
CIENCIA
Los esfuerzos para sistematizar el
conocimiento se remontan a los tiempos prehistóricos,
como atestiguan los dibujos que
los pueblos del paleolítico pintaban en las paredes de las
cuevas, los datos
numéricos grabados en hueso o piedra o los objetos
fabricados por las civilizaciones del neolítico. Los
testimonios escritos más antiguos de investigaciones
protocientíficas proceden de las culturas
mesopotámicas, y corresponden a listas de observaciones
astronómicas, sustancias químicas o síntomas
de enfermedades
—además de numerosas tablas matemáticas— inscritas en caracteres
cuneiformes sobre tablillas de arcilla.
Otras tablillas que datan aproximadamente del
2000 a. C. demuestran que los babilonios conocían el
teorema de Pitágoras, resolvían ecuaciones
cuadráticas y habían desarrollado un sistema
sexagesimal de medidas (basado en el número 60) del que se
derivan las unidades modernas para tiempos y
ángulos.
En el valle del Nilo se han descubierto papiros de un
periodo cronológico próximo al de las culturas
mesopotámicas que contienen información sobre el tratamiento de heridas
y enfermedades, la distribución de pan y cerveza, y la
forma de hallar el volumen de una
parte de una pirámide. Algunas de las unidades de longitud
actuales proceden del sistema de medidas egipcio y el calendario
que empleamos es el resultado indirecto de observaciones
astronómicas prehelénicas.
ORÍGENES DE LA TEORÍA
CIENTÍFICA
El conocimiento
científico en Egipto y
Mesopotamia
era sobre todo de naturaleza
práctica, sin excesiva sistematización. Uno de los
primeros sabios griegos que investigó las causas
fundamentales de los fenómenos naturales fue, en el
siglo VI a. C., el filósofo Tales de Mileto
que introdujo el concepto de que
la Tierra era
un disco plano que flotaba en el elemento universal, el
agua.
El matemático y filósofo Pitágoras,
de época posterior, estableció una escuela de
pensamiento en
la que las matemáticas se convirtieron en disciplina
fundamental en toda investigación científica. Los
eruditos pitagóricos postulaban una Tierra
esférica que se movía en una órbita circular
alrededor de un fuego central. En Atenas, en el siglo IV a.
C., la filosofía natural jónica y la ciencia
matemática
pitagórica llegaron a una síntesis
en la lógica
de Platón
y Aristóteles.
En la Academia de Platón se
subrayaba el razonamiento deductivo y la representación
matemática; en el Liceo de Aristóteles primaban el
razonamiento inductivo y la descripción cualitativa. La interacción entre estos dos enfoques de la
ciencia ha llevado a la mayoría de los avances
posteriores.
Durante la llamada época helenística, que
siguió a la muerte de
Alejandro
Magno, el matemático, astrónomo y
geógrafo Eratóstenes realizó una medida
asombrosamente precisa de las dimensiones de la Tierra. El
astrónomo Aristarco de Samos propuso un sistema planetario
heliocéntrico (con centro en el Sol), aunque
este concepto no halló aceptación en la
época antigua. El matemático e inventor Arquímedes sentó las bases de la
mecánica y la hidrostática (una rama de la mecánica de fluidos); el filósofo y
científico Teofrasto fundó la botánica; el astrónomo Hiparco de
Nicea desarrolló la trigonometría, y los anatomistas y
médicos Herófilo y Erasístrato basaron la
anatomía y
la fisiología en la
disección.
Tras la destrucción de Cartago y Corinto por los
romanos en el año 146 a. C., la investigación científica
perdió impulso hasta que se produjo una breve
recuperación en el siglo II d. C. bajo el emperador y
filósofo romano Marco Aurelio. El sistema de Tolomeo
—una teoría
geocéntrica (con centro en la Tierra) del Universo
propuesta por el astrónomo Claudio Tolomeo— y las
obras médicas del filósofo y médico Galeno
se convirtieron en tratados
científicos de referencia para las civilizaciones
posteriores. Un siglo después surgió la nueva
ciencia experimental de la alquimia a partir de la metalurgia.
Sin embargo, hacia el año 300, la alquimia fue adquiriendo
un tinte de secretismo y simbolismo que redujo los avances que
sus experimentos
podrían haber proporcionado a la ciencia.
LA CIENCIA MEDIEVAL Y
RENACENTISTA
Durante la edad media
existían seis grupos culturales
principales: en lo que respecta a Europa, de un
lado el Occidente latino y, de otro, el Oriente griego (o
bizantino); en cuanto al continente asiático, China e
India,
así como la civilización musulmana (también
presente en Europa), y, finalmente, en el ignoto continente
americano, desligado del resto de los grupos culturales
mencionados, la civilización maya. El grupo latino
no contribuyó demasiado a la ciencia hasta el
siglo XIII; los griegos no elaboraron sino meras
paráfrasis de la sabiduría antigua; los mayas, en
cambio, descubrieron y emplearon el cero en sus cálculos
astronómicos, antes que ningún otro
pueblo.
En China la ciencia vivió épocas de
esplendor, pero no se dio un impulso sostenido. Las
matemáticas chinas alcanzaron su apogeo en el
siglo XIII con el desarrollo de métodos
para resolver ecuaciones algebraicas mediante matrices y con
el empleo del
triángulo aritmético. Pero lo más importante
fue el impacto que tuvieron en Europa varias innovaciones
prácticas de origen chino. Entre ellas estaban los
procesos de
fabricación del papel y la pólvora, el uso de la
imprenta y el
empleo de la brújula en
la navegación.
Las principales contribuciones indias a la ciencia
fueron la formulación de los numerales denominados
indoarábigos, empleados actualmente, y la
modernización de la trigonometría. Estos avances se
transmitieron en primer lugar a los árabes, que combinaron
los mejores elementos de las fuentes
babilónicas, griegas, chinas e indias. En el siglo IX
Bagdad, situada a orillas del río Tigris, era un centro de
traducción de obras científicas y en
el siglo XII estos conocimientos se transmitieron a Europa a
través de España,
Sicilia y Bizancio.
En el siglo XIII la recuperación de obras
científicas de la antigüedad en las universidades
europeas llevó a una controversia sobre el método
científico. Los llamados realistas apoyaban el enfoque
platónico, mientras que los nominalistas preferían
la visión de Aristóteles. En las universidades de
Oxford y París estas discusiones llevaron a
descubrimientos de óptica
y cinemática que prepararon el camino para
Galileo y para el astrónomo alemán Johannes
Kepler.
La gran epidemia de peste y la guerra de los
Cien Años interrumpieron el avance científico
durante más de un siglo, pero en el siglo XVI la
recuperación ya estaba plenamente en marcha. En 1543 el
astrónomo polaco Nicolás Copérnico
publicó De revolutionibus orbium caelestium
(Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes), que
conmocionó la astronomía.
Otra obra publicada ese mismo año, Humani
corporis fabrica libri septem (Siete libros sobre
la estructura del
cuerpo humano), del anatomista belga Andrés Vesalio,
corrigió y modernizó las enseñanzas
anatómicas de Galeno y llevó al descubrimiento de
la circulación de la sangre. Dos
años después, el libro Ars
magna (Gran arte), del matemático,
físico y astrólogo italiano Gerolamo Cardano,
inició el periodo moderno en el álgebra
con la solución de ecuaciones de tercer y cuarto
grado.
LA CIENCIA MODERNA
Esencialmente, los métodos y resultados
científicos modernos aparecieron en el siglo XVII
gracias al éxito
de Galileo al combinar las funciones de
erudito y artesano. A los métodos antiguos de inducción y deducción, Galileo añadió la
verificación sistemática a través de
experimentos planificados, en los que empleó instrumentos
científicos de invención reciente como el
telescopio, el microscopio o el
termómetro. A finales del siglo XVII
se amplió la experimentación: el matemático
y físico Evangelista Torricelli empleó el
barómetro; el matemático, físico y
astrónomo holandés Christiaan Huygens usó el
reloj de péndulo; el físico y químico
británico Robert Boyle y el físico alemán
Otto von Guericke utilizaron la bomba de vacío.
La culminación de esos esfuerzos fue la
formulación de la ley de la gravitación universal,
expuesta en 1687 por el matemático y físico
británico Isaac Newton
en su obra Philosophiae naturalis principia mathematica
(Principios matemáticos de la filosofía
natural).
Al mismo tiempo, la invención del cálculo
infinitesimal por parte de Newton y del
filósofo y matemático alemán Gottfried
Wilhelm Leibniz sentó las bases de la ciencia y las
matemáticas actuales.
Los descubrimientos científicos de Newton y el
sistema filosófico del matemático y filósofo
francés René Descartes
dieron paso a la ciencia materialista del siglo XVIII, que
trataba de explicar los procesos vitales a partir de su base
físico-química.
La confianza en la actitud
científica influyó también en las ciencias
sociales e inspiró el llamado Siglo de las Luces, que
culminó en la Revolución
Francesa de 1789. El químico francés Antoine
Laurent de Lavoisier publicó el Tratado elemental de
química en 1789 e inició así la revolución
de la química cuantitativa.
Los avances científicos del siglo XVIII
prepararon el camino para el siguiente, llamado a veces "siglo de
la correlación" por las amplias generalizaciones que
tuvieron lugar en la ciencia. Entre ellas figuran la
teoría atómica de la materia
postulada por el químico y físico británico
John Dalton, las teorías
electromagnéticas de Michael Faraday y James Clerk
Maxwell, también británicos, o la ley de la
conservación de la energía, enunciada por el
físico británico James Prescott Joule y otros
científicos.
La teoría biológica de alcance más
global fue la de la evolución, propuesta por Charles Darwin en su
libro El origen de las especies, publicado en 1859, que
provocó una polémica en la sociedad
—no sólo en los ámbitos
científicos— tan grande como la obra de
Copérnico. Sin embargo, al empezar el siglo XX el
concepto de evolución ya se aceptaba de forma
generalizada, aunque su mecanismo genético continuó
siendo discutido.
Mientras la biología
adquiría una base más firme, la física se vio
sacudida por las inesperadas consecuencias de la teoría
cuántica y la de la relatividad. En 1927 el físico
alemán Werner Heisenberg formuló el llamado
principio de incertidumbre, que afirma que existen límites
a la precisión con que pueden determinarse a escala
subatómica las coordenadas de un suceso dado. En otras
palabras, el principio afirmaba la imposibilidad de predecir con
precisión que una partícula, por ejemplo un
electrón, estará en un lugar determinado en un
momento determinado y con una velocidad determinada. La mecánica
cuántica no opera con datos exactos, sino con
deducciones estadísticas relativas a un gran
número de sucesos individuales.
A lo largo de la historia, el conocimiento
científico se ha transmitido fundamentalmente a
través de documentos
escritos, algunos de los cuales tienen una antigüedad de
más de 4.000 años. Sin embargo, de la antigua
Grecia no se
conserva ninguna obra científica sustancial del periodo
anterior a los Elementos del geómetra Euclides
(alrededor del 300 a.C.).
De los tratados posteriores escritos por
científicos griegos destacados sólo se conservan
aproximadamente la mitad. Algunos están en griego,
mientras que en otros casos se trata de traducciones realizadas
por eruditos árabes en la edad media. Las escuelas y
universidades medievales fueron los principales responsables de
la conservación de estas obras y del fomento de la
actividad científica.
Sin embargo, desde el renacimiento
esta labor ha sido compartida por las sociedades
científicas; la más antigua de ellas, que
todavía existe, es la Accademia nazionale dei Lincei (a la
que perteneció Galileo), fundada en 1603 para promover el
estudio de las ciencias
matemáticas, físicas y naturales. Ese mismo siglo,
el apoyo de los gobiernos a la ciencia llevó a la
fundación de la Royal Society de Londres (1660) y de la
Academia de Ciencias de París (1666).
Estas dos organizaciones
iniciaron la publicación de revistas científicas,
la primera con el título de Philosophical
Transactions y la segunda con el de
Mémoires.
Durante el siglo XVIII otras naciones crearon
academias de ciencias. En Estados Unidos,
un club organizado en 1727 por Benjamín Franklin se
convirtió en 1769 en la Sociedad Filosófica
Americana. En 1780 se constituyó la Academia de las Artes
y las Ciencias de América, fundada por John Adams, el segundo
presidente estadounidense. En 1831 se reunió por primera
vez la Asociación Británica para el Desarrollo de
la Ciencia, seguida en 1848 por la Asociación Americana
para el Desarrollo de la Ciencia y en 1872 por la
Asociación Francesa para el Desarrollo de la
Ciencia.
Estos organismos nacionales editan respectivamente las
publicaciones Nature, Science y Compte-Rendus. El
número de publicaciones científicas creció
tan rápidamente en los primeros años del
siglo XX que el catálogo Lista mundial de
publicaciones científicas periódicas editadas en
los años 1900-1933 ya incluía unas 36.000
entradas en 18 idiomas. Muchas de estas publicaciones son
editadas por sociedades especializadas dedicadas a ciencias
concretas.
Desde finales del siglo XIX la
comunicación entre los científicos se ha visto
facilitada por el establecimiento de organizaciones
internacionales, como la Oficina
Internacional de Pesas y Medidas (1875) o el Consejo
Internacional de Investigación (1919). Este último
es una federación científica subdividida en uniones
internacionales para cada una de las ciencias. Cada pocos
años, las uniones celebran congresos internacionales,
cuyos anales suelen publicarse.
Además de las organizaciones científicas
nacionales e internacionales, muchas grandes empresas
industriales tienen departamentos de investigación, de los
que algunos publican de forma regular descripciones del trabajo
realizado o envían informes a las
oficinas estatales de patentes, que a su vez editan
resúmenes en boletines de publicación
periódica.
Originalmente el conocimiento de la naturaleza era en
gran medida la observación e interrelación de todas
las experiencias, sin establecer divisiones. Los eruditos
pitagóricos sólo distinguían cuatro
ciencias: aritmética, geometría, música y
astronomía.
En la época de Aristóteles, sin embargo,
ya se reconocían otros campos: mecánica,
óptica, física, meteorología,
zoología y botánica. La química
permaneció fuera de la corriente principal de la ciencia
hasta la época de Robert Boyle, en el siglo XVII, y
la geología
sólo alcanzó la categoría de ciencia en el
siglo XVIII. Para entonces el estudio del calor, el
magnetismo y
la electricidad se
había convertido en una parte de la física. Durante
el siglo XIX los científicos reconocieron que las
matemáticas puras se distinguían de las otras
ciencias por ser una lógica de relaciones cuya estructura
no depende de las leyes de la
naturaleza. Sin embargo, su aplicación a la
elaboración de teorías científicas ha hecho
que se las siga clasificando como ciencia.
Las ciencias
naturales puras suelen dividirse en ciencias físicas y
químicas, y ciencias de la vida y de la Tierra. Las
principales ramas del primer grupo son la física, la
astronomía y la química, que a su vez se pueden
subdividir en campos como la mecánica o la
cosmología. Entre las ciencias de la vida se encuentran la
botánica y la zoología; algunas subdivisiones de
estas ciencias son la fisiología, la anatomía o la
microbiología. La geología es una
rama de las ciencias de la Tierra.
Sin embargo, todas las clasificaciones de las ciencias
puras son arbitrarias. En las formulaciones de leyes
científicas generales se reconocen vínculos entre
las distintas ciencias. Se considera que estas relaciones son
responsables de gran parte del progreso actual en varios campos
de investigación especializados, como la biología
molecular y la genética.
Han surgido varias ciencias ínter disciplinares,
como la bioquímica, la biofísica, las
biomatemáticas o la bioingeniería, en las que se
explican los procesos vitales a partir de principios
físico-químicos. Los bioquímicos, por
ejemplo, sintetizaron el ácido desoxirribonucleico
(ADN); la
cooperación de biólogos y físicos
llevó a la invención del microscopio
electrónico, que permite el estudio de estructuras
poco mayores que un átomo. Se
prevé que la aplicación de estos métodos
ínter disciplinares produzca también resultados
significativos en el terreno de las ciencias sociales y las
ciencias de la conducta.
Las ciencias aplicadas incluyen campos como la
aeronáutica, la electrónica, la ingeniería y la metalurgia —ciencias
físicas aplicadas— o la agronomía y la
medicina
—ciencias biológicas aplicadas. También en
este caso existe un solapamiento entre las ramas.
Por ejemplo, la cooperación entre la
iatrofísica (una rama de la investigación
médica basada en principios de la física) y la
bioingeniería llevó al desarrollo de la bomba
corazón-pulmón empleada en la
cirugía a corazón abierto y al diseño
de órganos artificiales como cavidades y válvulas
cardiacas, riñones, vasos sanguíneos o la cadena de
huesecillos del oído
interno.
Este tipo de avances suele deberse a las investigaciones
de especialistas procedentes de diversas ciencias, tanto puras
como aplicadas. La relación entre teoría y
práctica es tan importante para el avance de la ciencia en
nuestros días como en la época de
Galileo.
Los significados de los términos ciencia y
tecnología han variado significativamente de una
generación a otra. Sin embargo, se encuentran más
similitudes que diferencias entre ambos
términos.
Tanto la ciencia como la tecnología implican un
proceso intelectual, ambas se refieren a relaciones causales
dentro del mundo material y emplean una metodología experimental que tiene como
resultado demostraciones empíricas que pueden verificarse
mediante repetición. La ciencia, al menos en
teoría, está menos relacionada con el sentido
práctico de sus resultados y se refiere más al
desarrollo de leyes generales; pero la ciencia práctica y
la tecnología están inextricablemente relacionadas
entre sí. La interacción variable de las dos puede
observarse en el desarrollo histórico de algunos
sectores.
En realidad, el concepto de que la ciencia proporciona
las ideas para las innovaciones tecnológicas, y que la
investigación pura, por tanto, es fundamental para
cualquier avance significativo de la civilización
industrial tiene mucho de mito.
La mayoría de los grandes cambios de la
civilización industrial no tuvieron su origen en los
laboratorios. Las herramientas y los procesos fundamentales en
los campos de la mecánica, la química, la
astronomía, la metalurgia y la hidráulica fueron
desarrollados antes de que se descubrieran las leyes que los
gobernaban. Por ejemplo, la máquina de vapor era de uso
común antes de que la ciencia de la termodinámica dilucidara los principios
físicos que sostenían sus operaciones.
Sin embargo, algunas actividades tecnológicas
modernas, como la astronáutica y la energía
nuclear, dependen de la ciencia.
En los últimos años se ha desarrollado una
distinción radical entre ciencia y tecnología. Con
frecuencia los avances científicos soportan una fuerte
oposición, pero en los últimos tiempos muchas
personas han llegado a temer más a la tecnología
que a la ciencia. Para estas personas, la ciencia puede
percibirse como una fuente objetiva y serena de las leyes eternas
de la naturaleza, mientras que estiman que las manifestaciones de
la tecnología son algo fuera de control.
LA TECNOLOGÍA EN LA ANTIGÜEDAD Y EN
LA EDAD MEDIA
La tecnología ha sido un proceso acumulativo
clave en la experiencia humana. Es posible que esto se comprenda
mejor en un contexto histórico que traza la
evolución de los primeros seres humanos, desde un periodo
de herramientas muy simples a las redes complejas a gran
escala que influyen en la mayor parte de la vida humana
contemporánea. Con el fin de mantener la sencillez del
siguiente resumen, se tratan con mayor detalle los desarrollos
del mundo industrializado, pero también se incluyen
algunos desarrollos de otras culturas.
La tecnología
primitiva
Los artefactos humanos más antiguos que se
conocen son las hachas manuales de
piedra encontradas en África, en el este de Asia y en Europa.
Datan, aproximadamente, del 250.000 a.C., y sirven para
definir el comienzo de la edad de piedra.
Los primeros fabricantes de herramientas fueron grupos
nómadas de cazadores que usaban las caras afiladas de la
piedra para cortar su comida y fabricar ropa y tiendas. Alrededor
del 100.000 a.C., las cuevas de los ancestros
homínidos de los hombres modernos contenían hachas
ovaladas, rascadores, cuchillos y otros instrumentos de piedra
que indicaban que el hacha de mano original se había
convertido en una herramienta para fabricar otras
herramientas.
Muchos miembros del reino animal utilizan herramientas,
pero esta capacidad para crear herramientas que, a su vez, sirvan
para fabricar otras distingue a la especie humana del resto de
los seres vivos.
El siguiente gran paso de la tecnología fue el
control del fuego. Golpeando piedras contra piritas para producir
chispas es posible encender fuego y liberarse de la necesidad de
mantener los fuegos obtenidos de fuentes naturales. Además
de los beneficios obvios de la luz y el calor,
el fuego también se usó para cocer cacharros de
arcilla, fabricando recipientes resistentes que podían
utilizarse para cocinar cereales y para la infusión y la
fermentación.
La tecnología primitiva no estaba centrada
solamente en las herramientas prácticas. Se pulverizaron
minerales de
color para
obtener pigmentos, que se aplicaban al cuerpo humano,
a utensilios de arcilla, a cestas, ropa y otros objetos. En su
búsqueda de pigmentos, las gentes de la antigüedad
descubrieron el mineral verde llamado malaquita y el mineral azul
denominado azurita.
Cuando se golpeaban estas menas, ricas en cobre, no se
convertían en polvo, sino que se doblaban; se
podían pulir, pero no partir. Por estas cualidades, el
cobre en trozos pequeños se introdujo muy pronto en la
joyería.
Estos pueblos también aprendieron que, si este
material era forjado repetidamente y puesto al fuego, no se
partía ni se agrietaba. Este proceso de eliminación
de tensiones del metal, llamado recocido, fue introducido por las
civilizaciones de la edad de piedra, sobre todo cuando hacia el
año 3000 a.C. se descubrió también que
la aleación de estaño y cobre producía
bronce. El bronce no es sólo más maleable que el
cobre, sino que también proporciona una mejor arista, una
cualidad necesaria para objetos como hoces y espadas.
Aunque había depósitos de cobre en Siria y
Turquía, en las cabeceras de los ríos Tigris y
Éufrates, los mayores depósitos de cobre del mundo
antiguo se encontraron en la isla de Creta. Con el desarrollo de
barcos capaces de navegar para llegar a este recurso
extremadamente valioso, Knósos (en Creta) se
convirtió en un rico centro minero durante la edad del
bronce.
Desarrollo de la agricultura
Cuando llegó la edad del bronce, las distintas
sociedades distribuidas por cada continente habían
conseguido ya varios avances
tecnológicos. Se desarrollaron arpones con
púas, el arco y las flechas, las lámparas de
aceite animal
y las agujas de hueso para fabricar recipientes y ropa.
También se embarcaron en una revolución cultural
mayor, el cambio de la caza y la recolección nómada
a la práctica sedentaria de la agricultura.
Las primeras comunidades agrícolas surgieron al
final de la glaciación más reciente (hacia el
año 10.000 a.C.). Sus huellas pueden encontrarse en
áreas muy lejanas entre sí, desde el sureste de
Asia hasta México.
Las más famosas se dieron en Mesopotamia (el Irak actual)
en los valles de las riberas fértiles y templadas del
Tigris y el Éufrates. El suelo de estas
fértiles laderas se trabajaba con facilidad para plantar,
y contaba con un gran número de árboles
para obtener leña.
Hacia el año 5000 a.C., las comunidades
agrícolas se establecieron en muchas partes del mundo,
incluidas las áreas conocidas hoy como Siria,
Turquía, Líbano, Israel, Jordania,
Grecia, y las islas de Creta y Chipre. Las sociedades
agrícolas construyeron en estos lugares edificaciones de
piedra, usaron la hoz para cosechar los cereales, desarrollaron
un arado primitivo y mejoraron sus técnicas
en el trabajo con
metales.
También comenzó el comercio de
piedras.
Hacia el 4000 a.C., la agricultura se
extendió desde estos centros hacia el Oeste al río
Danubio en Europa central, hacia el Sur a las costas del
Mediterráneo de África (incluido el río
Nilo), y hacia el Este hasta el valle del Indo.
El desarrollo de la cuenca del Nilo aportó otros
avances tecnológicos. En ese valle, el río se
inunda al comienzo de la primavera. Tuvo que desarrollarse un
sistema de irrigación y canales para regar los cultivos
durante las estaciones de cosecha, cuando la lluvia es
insuficiente. La propiedad de
la tierra tenía que determinarse cada año mediante
un sistema de medición, ya que los marcadores de la
propiedad se perdían con frecuencia con las
inundaciones.
Los valles del Tigris y el Éufrates presentaban
otros problemas
tecnológicos. Las inundaciones se producían
después de la estación de cosecha, por lo que era
necesario aprender la técnica de construir diques y
barreras para las inundaciones.
Otros descubrimientos primitivos
Para ayudar al transporte
eficiente de minerales para la creciente industria del
cobre se construyeron carros de dos ruedas (la rueda más
antigua databa aproximadamente del año 3500 a.C. en
Mesopotamia). Sin embargo, los medios de
transporte más utilizados fueron los barcos de juncos y
las balsas de madera, que
surgieron primero en Mesopotamia y Egipto. Un resultado
importante del mercado de la
cerámica, los metales y las materias primas
fue la creación de una marca o sello,
que se usaba para identificar a los creadores o propietarios
particulares.
La tecnología también comenzó a
manifestar otro de sus efectos, una alteración mayor del
entorno por la introducción de nuevas prácticas:
por ejemplo, la demanda de
leña condujo a la deforestación, y el pastoreo excesivo de
ovejas y de ganado vacuno provocó que crecieran menos
árboles nuevos en las tierras pobres de la región.
Así, la doma de animales, la
agricultura de monocultivo, la deforestación y las
inundaciones periódicas llevaron a la aparición
gradual de áreas desérticas.
El desarrollo de las ciudades
Después del año 4000 a.C.
apareció una de las creaciones más complejas de la
humanidad: la ciudad. Desde este punto de vista, la
tecnología no puede describirse sólo en
términos de herramientas simples, avances agrícolas
y procesos técnicos como la metalurgia, ya que la ciudad
es en sí misma un sistema tecnológico. Éste
es un hecho evidente en los primeros símbolos escritos que se usaron para
representar una ciudad: un círculo con redes de
líneas que indicaban los primeros sistemas de transporte y
comunicaciones.
La aparición de la ciudad hizo posible un
excedente de alimentos y una
abundancia de riqueza material que posibilitó la
construcción de templos, tumbas y amurallamientos. La
acumulación de metales preciosos, la construcción
de murallas defensivas, y el control de los ejércitos y
los sacerdotes aseguraron la ascendencia del rey, al que puede
denominarse el primer tecnólogo urbano.
Los zigurats de Mesopotamia y las pirámides de
Egipto o México simbolizan el poder organizativo y la
magnitud tecnológica de los primeros asentamientos
urbanos.
La construcción de estas edificaciones y
monumentos enormes, el crecimiento del mercado de los productos de
metal y el desarrollo de los recursos
acuíferos también llevó a una normalización de los sistemas de medida. En
Mesopotamia, el codo se convirtió en el patrón de
longitud. El tiempo se medía en Egipto con un calendario
que dividía el ciclo anual de estaciones en meses y
días.
El crecimiento de las ciudades también
estimuló una necesidad mayor de escribir. Los egipcios
mejoraron la tabla de arcilla, que era difícil de manejar,
con la fabricación de un material similar al papel sobre
el cual escribían con jeroglíficos.
Este material se fabricaba utilizando la planta del
papiro. Además, la ciudad provocó una nueva
división del trabajo: el sistema de castas. Esta
estructura proporcionaba seguridad,
estatus social y ocio a la clase
intelectual de los escribas, médicos, profesores,
ingenieros, magos y adivinadores. Sin embargo, el ejército
contaba con los mayores recursos.
El auge del ejército
Las primeras ciudades fueron también construidas
dentro de murallas para defenderse; estaban organizadas para la
batalla y la conquista. Los centros urbanos de Ur, Nippur, Uruk,
Tebas, Heliópolis, Assur, Nínive y Babilonia fueron
arsenales de armamento destructivo. El objetivo de
una fuerza militar
era devastar la ciudad de su enemigo. Ur, en Sumeria, no fue
sólo una de las primeras grandes ciudades en alzarse
(hacia el 4000 a.C.), sino que también fue una de las
primeras destruidas (aproximadamente en el 2000 a.C.). De
modo similar, en el valle del Indo, la gran ciudad de
Mohenjo-Daro fue fundada sobre el 2500 a.C. y destruida
hacia el 1700 a.C. por los ejércitos de carros del
norte. El mismo ejemplo se repitió en Perú y en
Ecuador hacia
el año 1000 a.C. y más tarde en México
y Centroamérica.
La tecnología militar del mundo antiguo de
desarrolló en tres fases inconexas. En la primera fase,
surgió la infantería con sus cascos de piel o de
cobre, arcos, lanzas, escudos y espadas. A esta fase le
siguió el desarrollo de los carros, que al principio
fueron vehículos pesados para el uso de los comandantes.
La inclusión posterior de radios en las ruedas para
aligerarlas, y un bocado y una brida para el caballo, hizo del
carro una máquina de guerra ligera que podía
aventajar a la infantería enemiga.
La tercera fase se centró en el incremento de la
movilidad y la velocidad de la caballería. Los asirios,
con su conocimiento del armamento de hierro y sus
espléndidos jinetes, dominaron la mayoría del mundo
civilizado entre el 1200 y el 612 a.C.
Con la introducción del estribo en Asia,
aproximadamente en el siglo II a.C., los jinetes eran
capaces de obtener mejor estabilidad en la lucha con espada, e
hicieron que los carros de guerra quedaran obsoletos. Las
unidades de caballería de ataque rápido, que se
observaron primero en Egipto y Persia, se convirtieron en las
principales fuerzas militares. Con su aparición
surgió la necesidad de mejores transportes y sistemas de
comunicación. Los persas fueron los
primeros en desarrollar una red de carreteras y
estaciones de parada para recorrer su vasto imperio, que se
extendía desde el Punjab al mar
Mediterráneo.
Tecnología griega y romana
El Imperio persa de Ciro II el Grande fue derrotado
y sucedido por el imperio creado por Alejandro Magno. Los griegos
fueron los primeros en convertirse en una potencia, a
través de sus conocimientos en astilleros y comercio, y
mediante su colonización de las costas del
Mediterráneo. La derrota de los persas se debió en
parte al poder naval griego.
Los persas y los griegos también introdujeron una
nueva casta dentro de la división del trabajo: la esclavitud.
Durante la edad de oro griega, su
civilización dependía de los esclavos en todo lo
concerniente al trabajo manual. La
mayoría de los sabios estaban de acuerdo en que en las
sociedades donde se practicaba la esclavitud los problemas de la
productividad
se resolvían mediante el incremento del número de
trabajadores, antes que por los métodos nuevos de producción o nuevas fuentes
energéticas. Debido a esto, los conocimientos
teóricos y la enseñanza en Grecia (y posteriormente
en Roma)
estuvieron muy alejados del trabajo físico y de la
fabricación.
Esto no quiere decir que los griegos no desarrollaran
nuevas ideas tecnológicas. Arquímedes, Herón
de Alejandría, Ctesías y Tolomeo escribieron sobre
los principios de sifones, poleas, palancas,
manivelas, bombas contra
incendios,
ruedas dentadas, válvulas y turbinas. Algunas
contribuciones prácticas importantes de los griegos fueron
el reloj de agua de
Ctesías, la dioptra (un instrumento de topografía) de Herón de
Alejandría y el tornillo hidráulico de
Arquímedes.
Del mismo modo, Tales de Mileto mejoró la
navegación al introducir métodos de
triangulación y Anaximandro dio forma al primer mapa del
mundo. No obstante, los avances tecnológicos de los
griegos no fueron a la par con sus contribuciones al conocimiento
teórico.
El Imperio romano
que conquistó y sucedió al de los griegos fue
similar en este aspecto. Los romanos, sin embargo, fueron grandes
tecnólogos en cuanto a la organización y la construcción.
Establecieron una civilización urbana que disfrutó
del primer periodo largo de paz en la historia de la humanidad.
El primer gran cambio que se produjo en este periodo fue en la
ingeniería con la construcción de enormes sistemas
de obras públicas. Con el uso de cemento
resistente al agua y el principio del arco, los ingenieros
romanos construyeron 70.800 km de carreteras a través
de su vasto imperio.
También construyeron numerosos circos,
baños públicos y cientos de acueductos,
alcantarillas y puentes; asimismo fueron responsables de la
introducción del molino de agua y del posterior
diseño de ruedas hidráulicas con empuje superior e
inferior, que se usaron para moler grano, aserrar madera y cortar
mármol. En el ámbito militar, los romanos avanzaron
tecnológicamente con la mejora de armas, como la
jabalina y la catapulta.
El periodo histórico transcurrido entre la
caída de Roma y el renacimiento
(aproximadamente del 400 al 1500) se conoce como edad media. En
contra de la creencia popular, se produjeron grandes avances
tecnológicos en este periodo. Además, las culturas
bizantina e islámica que prosperaron en esta época,
tuvieron una importante actividad en las áreas de la
filosofía natural, el arte, la literatura, la religión, y en
particular la cultura islámica aportó numerosas
contribuciones científicas, que tendrían gran
importancia en el renacimiento europeo. La sociedad medieval se
adaptaba fácilmente, y estaba dispuesta a adquirir nuevas
ideas y nuevos métodos de producción a partir de
cualquier fuente, viniera de las culturas del islam y Bizancio,
China, o de los lejanos vikingos.
La guerra y la agricultura
En el área de la guerra, se mejoró la
caballería como arma militar, con la invención de
la lanza y la silla de montar hacia el siglo IV; se
desarrolló también la armadura más pesada,
la cría de caballos más grandes y la
construcción de castillos. La introducción de la
ballesta, y más tarde de la técnica de la
pólvora desde China, llevó a la fabricación
de pistolas, cañones y morteros (a través del
desarrollo de la cámara de explosión), reduciendo
de este modo la efectividad de los escudos pesados y de las
fortificaciones de piedra.
Una de las máquinas más importantes de la
época medieval fue el molino, que no sólo
incrementó la cantidad de grano molido y de madera
aserrada, sino que también favoreció la
formación de molineros expertos en manivelas compuestas,
levas y otras técnicas de movimiento de
máquinas y combinación de sus partes con otros
dispositivos.
La rueda de hilado, que se introdujo desde la India en
el siglo XIII o XIV, mejoró la producción de
hilo y la costura de la ropa y se convirtió en una
máquina común en el hogar. El hogar, en sí
mismo, también se transformó con la
inclusión de una chimenea, que ahorraba la madera cada vez
más escasa debido a la expansión agrícola.
Hacia el año 1000, los excedentes agrícolas,
debidos a varias mejoras en el arado, llevaron a un incremento
del comercio y al crecimiento de las ciudades. En éstas se
desarrollaron las innovaciones arquitectónicas de muchos
reinos, para
culminar en grandiosas catedrales góticas de altos muros,
posibles gracias a los arbotantes.
El transporte
Las innovaciones en el transporte durante la edad media
ampliaron la difusión de la tecnología a
través de grandes áreas. Algunos elementos como la
herradura, el árbol de varas (para enjaezar de forma
efectiva los caballos a los carros) y el coche de caballos
aceleraron el transporte de personas y mercancías. Se
produjeron también cambios importantes en la
tecnología marina. El desarrollo de la quilla, la vela
latina triangular para una mayor maniobrabilidad, y de la
brújula magnética (en el siglo XIII) hicieron
de los barcos veleros las máquinas más complejas de
la época. El
príncipe Enrique de Portugal creó una escuela
para enseñar a los navegantes cómo usar
correctamente estas máquinas. Quizás los
estudiantes del príncipe Enrique hicieron más de lo
que habían hecho las teorías astronómicas de
Copérnico, al cambiar la percepción
que tenía la humanidad del mundo.
Otros inventos
importantes
Otros dos inventos medievales, el reloj y la imprenta,
tuvieron gran influencia en todos los aspectos de la vida humana.
La invención de un reloj con péndulo en 1286 hizo
posible que la gente no siguiera viviendo en un mundo
estructurado diariamente por el curso del Sol, y cada año
por el cambio de estaciones. El reloj fue además una ayuda
inmensa para la navegación, y la medida precisa del tiempo
fue esencial para el desarrollo de la ciencia moderna.
La invención de la imprenta, a su vez,
provocó una revolución social que no se ha detenido
todavía. Los chinos habían desarrollado tanto el
papel como la imprenta antes del siglo II d.C., pero esas
innovaciones no alcanzaron demasiada expansión en el mundo
occidental hasta mucho más tarde. El pionero de la
imprenta, el alemán Johann Gutenberg, solucionó el
problema del moldeo de tipos móviles en el año
1450. Una vez desarrollada, la imprenta se difundió
rápidamente y comenzó a reemplazar a los textos
manuscritos. De este modo, la vida intelectual no continuó
siendo dominio de la
Iglesia y
el Estado, y
la lectura y
la escritura se
convirtieron en necesidades de la existencia urbana.
LA TECNOLOGÍA EN LA EDAD MODERNA
Al final de la edad media, los sistemas
tecnológicos denominados ciudades hacía mucho que
eran la característica principal de la vida occidental. En
1600, Londres y Amsterdam tenían poblaciones superiores a
100.000 habitantes, y París duplicaba esa
cantidad.
Además, los alemanes, los ingleses, los
españoles y los franceses comenzaron a desarrollar
imperios mundiales. A principios del siglo XVIII, los
recursos de capital y los
sistemas bancarios estaban lo suficientemente bien establecidos
en Gran Bretaña como para iniciar la inversión en las técnicas de
producción en serie que satisfarían algunas de esas
aspiraciones de la clase media.
La Revolución
Industrial
La Revolución Industrial comenzó en
Inglaterra porque
este país tenía los medios técnicos
precisos, un fuerte apoyo institucional y una red comercial amplia y
variada. Los cambios económicos, incluida una mayor
distribución de la riqueza y un aumento del poder de la
clase media, la pérdida de importancia de la tierra como
fuente fundamental de riqueza y poder, y los negocios
oportunistas, contribuyeron a que la Revolución Industrial
comenzara en Gran Bretaña.
Las primeras fábricas aparecieron en 1740,
concentrándose en la producción textil. En esa
época, la mayoría de los ingleses usaban prendas de
lana, pero en 100 años las prendas de lana ásperas
se vieron desplazadas por el algodón, especialmente tras la
invención de la desmotadora de algodón del
estadounidense Eli Whitney en 1793.
Algunas inventos británicos, como la cardadora y
las máquinas de lanzadera volante de John Kay, la
máquina de hilar algodón de James Hargreaves y las
mejoras en los telares realizadas por Samuel Cromptom fueron
integrados con una nueva fuente de potencia: la máquina de
vapor, desarrollada en Gran Bretaña por Thomas Newcomen,
James Watt y Richard Trevithick, y en Estados Unidos por Oliver
Evans. En un periodo de 35 años, desde la década de
1790 hasta la de 1830, se pusieron en marcha en las islas
Británicas más de 100.000 telares
mecánicos.
Una de las innovaciones más importantes en el
proceso de telares fue introducida en Francia en
1801 por Joseph Jacquard. Su telar usaba tarjetas con
perforaciones para determinar la ubicación del hilo en la
urdimbre. El uso de las tarjetas perforadas inspiró al
matemático Charles Babbage para intentar diseñar
una máquina calculadora basada en el mismo
principio.
A pesar de que la máquina no se convirtió
nunca en realidad, presagiaba la gran revolución de las
computadoras
de la última parte del siglo XX.
Nuevas prácticas laborales
La Revolución Industrial condujo a un nuevo
modelo de
división del trabajo, creando la fábrica moderna,
una red tecnológica cuyos trabajadores no necesitan ser
artesanos y no tienen que poseer conocimientos
específicos. Por ello, la fábrica introdujo un
proceso de remuneración impersonal basado en un sistema de
salarios. Como
resultado de los riesgos
financieros asumidos por los sistemas económicos que
acompañaban a los desarrollos industriales, la
fábrica condujo también a los trabajadores a la
amenaza constante del despido.
El sistema de fábricas triunfó
después de una gran resistencia por
parte de los gremios ingleses y de los artesanos, que
veían con claridad la amenaza sobre sus ingresos y forma
de vida. En la fabricación de mosquetes, por ejemplo, los
armeros lucharon contra el uso de partes intercambiables y la
producción en serie de rifles. Sin embargo, el sistema de
fábricas se convirtió en una institución
básica de la tecnología moderna, y el trabajo de
hombres, mujeres y niños
se convirtió en otra mera mercancía dentro del
proceso productivo.
El montaje final de un producto (ya
sea una segadora mecánica o una máquina de coser)
no es el trabajo de una persona, sino el
resultado de un sistema integrado y colectivo. Esta
división del trabajo en operaciones, que cada vez se
especificaba más, llegó a ser la
característica determinante del trabajo en la nueva
sociedad industrial, con todas las horas de tedio que esto
supone.
Aceleración de las innovaciones
Al aumentar la productividad agrícola y
desarrollarse la ciencia médica, la sociedad occidental
llegó a tener gran fe en lo positivo del cambio
tecnológico, a pesar de sus aspectos menos agradables.
Algunas realizaciones de ingeniería como la
construcción del canal de Suez, el canal de Panamá y
la torre Eiffel (1889) produjeron orgullo y, en gran medida,
asombro. El telégrafo y el ferrocarril interconectaron la
mayoría de las grandes ciudades.
A finales del siglo XIX, la bombilla (foco)
inventada por Thomas Alva Edison comenzó a reemplazar a
las velas y las lámparas. En treinta años todas las
naciones industrializadas generaban potencia eléctrica
para el alumbrado y otros sistemas.
Algunos inventos del siglo XIX y XX, como el
teléfono, la radio, el
automóvil con motor y el
aeroplano sirvieron no sólo para mejorar la vida, sino
también para aumentar el respeto universal
que la sociedad en general sentía por la
tecnología.
Con el desarrollo de la producción en serie con
cadenas de montaje para los automóviles y para aparatos
domésticos, y la invención aparentemente ilimitada
de más máquinas para todo tipo de tareas, la
aceptación de las innovaciones por parte de los
países más avanzados, sobre todo en Estados Unidos,
se convirtió no sólo en un hecho de la vida diaria,
sino en un modo de vida en sí mismo. Las sociedades
industriales se transformaron con rapidez gracias al incremento
de la movilidad, la comunicación rápida y a una
avalancha de información disponible en los medios de
comunicación.
La I Guerra Mundial y
la Gran Depresión
forzaron un reajuste de esta rápida explosión
tecnológica. El desarrollo de los submarinos, armas,
acorazados y armamento químico hizo ver más
claramente la cara destructiva del cambio tecnológico.
Además, la tasa de desempleados en todo el mundo y los
desastres provocados por las instituciones
capitalistas en la década de 1930 suscitaron en algunos
sectores la crítica
más enérgica sobre los beneficios que resultaban
del progreso tecnológico.
Con la II Guerra Mundial llegó el desarrollo
del arma que desde entonces constituye una amenaza general para
la vida sobre el planeta: la bomba atómica.
El gran programa para
fabricar las primeras bombas atómicas durante la guerra,
el Proyecto
Manhattan, fue el esfuerzo tecnológico más grande y
más caro de la historia hasta la fecha. Este programa
abrió una época no sólo de armamento de
destrucción en masa, sino también de ciencia de
alto nivel, con proyectos
tecnológicos a gran escala, que a menudo financiaban los
gobiernos y se dirigían desde importantes laboratorios
científicos.
Una tecnología más pacífica surgida
de la II Guerra Mundial (el desarrollo de las computadoras,
transistores,
electrónica y las tendencias hacia la
miniaturización) tuvo un efecto mayor sobre la sociedad.
Las enormes posibilidades que se ofrecían se fueron
convirtiendo rápidamente en realidad; esto trajo consigo
la sustitución de la mano de obra por sistemas
automatizados y los cambios rápidos y radicales en los
métodos y prácticas de trabajo.
Logros y beneficios tecnológicos
Dejando a un lado los efectos negativos, la
tecnología hizo que las personas ganaran en control sobre
la naturaleza y construyeran una existencia civilizada. Gracias a
ello, incrementaron la producción de bienes
materiales y
de servicios y
redujeron la cantidad de trabajo necesario para fabricar una gran
serie de cosas. En el mundo industrial avanzado, las
máquinas realizan la mayoría del trabajo en la
agricultura y en muchas industrias, y los
trabajadores producen más bienes que hace un siglo con
menos horas de trabajo. Una buena parte de la población de los países
industrializados tiene un mejor nivel de vida (mejor alimentación,
vestimenta, alojamiento y una variedad de aparatos para el uso
doméstico y el ocio). En la actualidad, muchas personas
viven más y de forma más sana como resultado de la
tecnología.
En el siglo XX los logros tecnológicos
fueron insuperables, con un ritmo de desarrollo mucho mayor que
en periodos anteriores.
La invención del automóvil, la radio, la
televisión y teléfono revolucionó el
modo de vida y de trabajo de muchos millones de personas. Las dos
áreas de mayor avance han sido la tecnología
médica, que ha proporcionado los medios para diagnosticar
y vencer muchas enfermedades mortales, y la exploración
del espacio, donde se ha producido el logro tecnológico
más espectacular del siglo: por primera vez los hombres
consiguieron abandonar y regresar a la biosfera
terrestre.
Efectos de la tecnología
Durante
las últimas décadas, algunos observadores han
comenzado a advertir sobre algunos resultados de la
tecnología que también poseen aspectos destructivos
y perjudiciales. De la década de 1970 a la de 1980, el
número de estos resultados negativos ha aumentado y sus
problemas han alcanzado difusión pública. Los
observadores señalaron, entre otros peligros, que los
tubos de escape de los automóviles estaban contaminando la
atmósfera,
que los recursos mundiales se estaban usando por encima de sus
posibilidades, que pesticidas como el DDT amenazaban la cadena
alimenticia, y que los residuos minerales de una gran
variedad de recursos industriales estaban contaminando las
reservas de agua subterránea.
En las últimas décadas, se argumenta que
el medio ambiente
ha sido tan dañado por los procesos tecnológicos
que uno de los mayores desafíos de la sociedad moderna es
la búsqueda de lugares para almacenar la gran cantidad de
residuos que se producen. Los problemas originados por la
tecnología son la consecuencia de la incapacidad de
predecir o valorar sus posibles consecuencias negativas. Se
seguirán sopesando las ventajas y las desventajas de la
tecnología, mientras se aprovechan sus
resultados.
Alternativas propuestas
El concepto denominado tecnología apropiada,
conveniente o intermedia se acepta como alternativa a los
problemas tecnológicos de las naciones industrializadas y,
lo que es más importante, como solución al problema
del desequilibrio social provocado por la transferencia de
tecnologías avanzadas a países en vías de
desarrollo.
Se dice que el carácter arrollador de la tecnología
moderna amenaza a ciertos valores, como
la calidad de
vida, la libertad de
elección, el sentido humano de la medida y la igualdad de
oportunidades ante la justicia y la
creatividad
individual. Los defensores de este punto de vista proponen un
sistema de valores en el que las personas reconozcan que los
recursos de la Tierra son limitados y que la vida humana debe
reestructurarse alrededor del compromiso de controlar el
crecimiento de la industria, el tamaño de las ciudades y
el uso de la energía. La restauración y la
renovación de los recursos
naturales son los principales objetivos
tecnológicos.
Además se ha argumentado que, como la sociedad
moderna ya no vive en la época industrial del
siglo XIX y principios del XX (y que la sociedad
postindustrial es ya una realidad), las redes complejas posibles
gracias a la electrónica avanzada harán obsoletas
las instituciones de los gobiernos nacionalistas, las
corporaciones multinacionales y las ciudades
superpobladas.
La tecnología ha sido siempre un medio importante
para crear entornos físicos y humanos nuevos. Sólo
durante el siglo XX se hizo necesario preguntar si la
tecnología destruiría total o parcialmente la
civilización creada por el ser humano.
A lo largo del siglo XX la tecnología se
extendió desde Europa y Estados Unidos a otras naciones
importantes como Japón y
la antigua Unión Soviética, pero en ningún
caso lo hizo a todos los países del mundo. Muchos de los
países de los denominados en vías de desarrollo no
han experimentado nunca el sistema de fábricas ni otras
instituciones de la industrialización, y muchos millones
de personas sólo disponen de la tecnología
más básica. La introducción de la
tecnología occidental ha llevado a menudo a una
dependencia demasiado grande de los productos occidentales. Para
la población de los países en vías de
desarrollo que depende de la agricultura de subsistencia tiene
poca relevancia este tipo de tecnologías. En los
últimos años, grupos de ayuda occidentales han
intentado desarrollar tecnologías apropiadas, usando las
técnicas y materiales de los pueblos
indígenas.
UNA LECTURA
SUGERENTE…
«Ciencia, Tecnología, Sociedad y Cultura en el
cambio de siglo»
De José Antonio López Cerezo y José
Manuel Sánchez Ron (Editores)
Edición
de la Organización de Estados Iberoamericanos para
la
Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) – Biblioteca Nueva,
2001. 365 Páginas
El vertiginoso desarrollo científico-tecnológico
del mundo actual está consiguiendo hacer realidad las
fantasías de hace sólo unas décadas, con un
extraordinario potencial para la transformación de la
naturaleza y la satisfacción de las necesidades
humanas.
Dos realidades aparentemente contradictorias de la sociedad de
cambio de siglo, que se intensificarán, sin duda, en el
nuevo milenio, son la creciente globalización en el ámbito
tecno-económico y la acentuación de las diferencias
en la distribución del conocimiento y de la riqueza. La
producción de energía, alimentos y bienes
manufacturados, por ejemplo, ha sido objeto de un crecimiento
inaudito en los últimos tiempos. Sin embargo, ese
desarrollo también ha planteado importantes
desafíos sociales, éticos y legales acerca de
peligros radicalmente nuevos por su magnitud y naturaleza,
peligros que no se circunscriben a un lugar geográfico,
una clase social o incluso a la generación presente. La
energía nuclear, la biotecnología o las tecnologías de
la información han creado, en este sentido, para bien y
para mal, un mundo nuevo y globalizado. Es un mundo de beneficios
y amenazas globales, pero también de profundas
asimetrías en la distribución de la riqueza, los
costes ambientales y la apropiación del conocimiento
científico.
El objetivo de esta obra es abrir un espacio de
reflexión sobre este estado de
cosas; un espacio donde estén presentes distintas
perspectivas del problema, desde diversos ámbitos
disciplinares y geográficos, y en el que puedan valorarse
los aspectos históricos, ambientales, culturales y
políticos que han conducido hasta la situación
presente y que, presumiblemente, enmarcarán las tendencias
y acciones para
el futuro.
- Los últimos avances en la ciencia estan haciendo que
los cientíoficos puedan tranajar con mayor eficacia, y
así poder lograr mayores descubrimientos que serviran al
mundo para diversos fines, la cura para el terrible virus del VIH
es una de las metas mas importantes que los científicos
intentan alcanzar, que gracias a los nuevos descubrimientos
cada día esta más cerca. - Los avances en la tecnología están logrando
reemplazar casi en su totalidad a la mano del hombre, los
robots están poblando las fabricas dejando inútil
al hombre, ya el trabajo que antes realizaban 20 hombres, ahora
solo se necesita de uno que controle a la
computadora que está programada para hacer su
trabajo. - Los avances tecnológicos, así como los
científicos sirven como un bien para la humanidad en
cierta parte, ya que la desde la creación de la computadora
ha aumentado mucho el desempleo
debido a que en las compañías ya no necesitan de
tanto personal si una
sola computadora puede hacer un mejor trabajo; además
algunos avances científicos se usan como armas de
guerra, como por ejemplo las bombas bacteriológicas.
Todo esto llega a pensar que mientras más
descubrimientos se produzcan puede ocasionar mayores
daños a la humanidad.
DEDICATORIA
Este presente trabajo esta dedicado a todos los Alumnos que
piensan superarse y a nuestro profesor
Que nos dedico tiempo para enseñarlos cosas que lo
Tomábamos a la bromas cuando éramos y que con el
pasar del tiempo hemos ido entendiendo.
Carlos Enrique Ramos Maguia