Saussure, Coseriu, Martinet: Síntesis de Algunas Categorías Centrales en Lingüística
- Sobre Lectura de Curso de
Lingüística General de F. de
Saussure - Sobre Lectura de Elementos
de Lingüística General de André
Martinet - Sobre Lectura de Lecciones de
Lingüística General de E.
Coseriu
SOBRE LECTURA DE
CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE F. DE
SAUSSURE
1. Saussure se detiene a explicar el concepto de
arbitrario, para aproximarlo más a la
categoría de inmotivado que a la de "libertad del
hablante para cambiar aspectos del lenguaje". El
signo, o, más específicamente, el significante, es
arbitrario en relación con su significado.
A este respecto, Saussure señala, como dos
posibles objeciones a esta tesis, el
caso, en primer lugar, de las onomatopeyas. A esta
objeción, que sugiere que ellas no son arbitrarias,
Saussure responde que las onomatopeyas no son un elemento
orgánico del sistema
lingüístico, y además agrega que su
número es más reducido de lo que generalmente se
piensa. Pero su argumento quizá más sólido
radica en que estas onomatopeyas, toda vez que "ingresan" a un
sistema lingüístico, se ven más o menos
arrastradas por la evolución fonética,
morfológica, etc., con lo que se "convertirían" al
carácter del inmotivado signo
lingüístico en general.
En segundo lugar, Saussure nos muestra la
posible objeción del caso de las exclamaciones, que
son vistas en una primera impresión como expresiones
dictadas por "la naturaleza". A
esto se responde que, en la mayoría de los casos, el lazo
entre el significante y el significado no existe (Para ello,
Saussure compara el aie! Francés con el au!
Alemán). Además, remata Saussure, varias
exclamaciones no son más que huellas de viejas palabras de
sentido determinado.
2. Abriendo su cuarto capítulo de la segunda
parte, Saussure distingue dos elementos que entran en juego en ese
sistema de valores
"puros" que es la lengua: las
ideas y los sonidos.
Las ideas, sin las palabras, serían (y
son) para Saussure una masa amorfa, indistinta, anárquica,
un conjunto de imágenes
caóticas: una nebulosa, dice Saussure, donde nada
está delimitado necesariamente.
Ahora Saussure piensa a los sonidos por sí
mismos. ¿ofrecerían en este marco entidades a
priori, de antemano? No, porque la sustancia fónica es
algo más que un molde donde desemboca el pensamiento,
que debe adaptarse a ella: es una materia
plástica, orgánica, que suministra, en sus
distintas partes, los significantes que el pensamiento
necesita.
Así, la lengua sería una serie de
subdivisiones contiguas confluyentes al mismo tiempo en ese
plano indefinido de las ideas confusas, y también en el
(indeterminado) plano de los sonidos.
La lengua serviría de intermediario entre el
pensamiento y el sonido.
3. Signo lingüístico: a) Sus dos
componentes: Ellos son, en una primera clasificación, el
Concepto y la Imagen acústica y, más
tarde, el Significado y el Significante. El lazo
que los une es arbitrario.
La Imagen
acústica es la representación sensorial, y no el
sonido material; es la representación de nuestros sentidos
que da testimonio de ese sonido, y solo en este marco puede
aplicársele el calificativo de material. En esto, por otro
lado, radica la originalidad de Saussure en el abordaje del Signo
lingüístico (con lo cual considero respondido en
esencia el inciso b).
Por otra parte, el Concepto puede definirse como un
"hecho de conciencia" y, en
este sentido, sería más abstracto que la Imagen
acústica. El Concepto se asocia a la Imagen
acústica para su corporeización.
Pero, como ya se señaló, Saussure menciona
más adelante las categorías de Significante y
Significado, que reemplazan en cierta forma a las desarrolladas
más arriba. La razón del reemplazo se debe a que,
según Saussure, estos términos dan cuenta
más claramente de la oposición que los separa entre
sí y de la totalidad a la que pertenecen. De este modo, la
distinción-dicotomía de Saussure abre más
posibilidades de análisis y un amplio abanico de
definiciones y distinciones duales.
El signo es arbitrario, como se dijo en otro punto, y
tiene un carácter lineal. Estas dos características
son muy consideradas por Saussure en su definición de los
signos,
además de la aclaración fundamental que nos
señala que el signo lingüístico no une
una cosa y un nombre, sino al Concepto y a la Imagen
acústica: con esto, Saussure ubica el funcionamiento del
signo en un juego de representaciones cerebrales del ser
humano y su corporeización en la Imagen acústica,
no abordando a la cosa, al referente real.
b) Como se dijo, la originalidad del abordaje
saussuriano del signo radica en señalar que la Imagen
acústica y su relación-oposición con el
Concepto interaccionan dentro de las representaciones
sensoriales, y no el mundo material. Como el propio
Saussure señala, el signo vive en un proceso
enteramente psíquico; así, la Imagen
acústica es la representación de nuestros sentidos
que da testimonio de ese sonido, y solo en este marco puede
aplicársele el calificativo de material. El referente, la
cosa, es algo que Saussure deja deliberadamente fuera de sus
estudios. De aquí, podrían desprenderse otras ideas
saussurianas como el hecho de que la lengua es una forma y no una
substancia y que su funcionamiento es autónomo y, por
tanto, plausible de ser estudiado como tal (como sistema,
podría agragarse).
c) Como ya lo habíamos esbozado
rápidamente un poco más atrás, el signo,
siguiendo a Saussure, es arbitrario. Prueba de ello es la
existencia de varios idiomas y sus diferencias para designar
objetos. Otro ejemplo radica en que el Concepto "bala" no tiene
ninguna relación interna con la serie de sonidos b-a-l-a
que hace de significante. De este modo, el signo es arbitrario en
tanto que inmotivado, es decir, en relación con su
significado, como aquí arriba se prueba. Saussure
distingue Signo de Símbolo, debido al efecto que el
segundo da de naturalidad en relación con el significado;
mas la aclaración esbozada por Saussure a este respecto
deja también al símbolo en un plano de
arbitrariedad, ya que éste no es en sí natural en
su relación con el significado, sino que la
convención y la costumbre colectiva le atribuyen esa
naturalidad.
La lengua no puede guardar en sí una
relación natural con el significante, sino más bien
formal, convencional y arbitraria, aún cuando, como en el
caso de los símbolos, parezca que esto pasa por otro
lado.
SOBRE
LECTURA DE ELEMENTOS DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE
ANDRÉ MARTINET
OPCIÓN 1
1. Aquél código
imaginario puede analizarse así:
- La Estrella significa: Coronel.
- El Rombo significa: Capitán.
- El Redondel significa: Teniente.
- Fondo azul, significa: Artillería.
- Fondo verde, significa:
Infantería.
Como vemos, en este código identificamos unidades
con sentido propio. Estas unidades pueden combinarse y lograr un
código que nos permita colegir que, por
ejemplo,
- Estrella sobre Fondo Azul, significa: "Coronel de
Artillería", o - Rombo sobre Fondo Azul, significa: "Capitán
de Artillería", y así
sucesivamente.
Este código posee una serie limitada de unidades
con sentido (Estrella: Coronel), que puede combinarse con las
otras ((Fondo Azul, etc.) y lograr significados. Pero he
aquí un obstáculo metodológico que me impide
lograr hacer de este código un lenguaje complejo, y es
la carencia de la segunda
articulación: estas unidades sí poseen
una primera articulación, porque guardan una forma
y un sentido (del Rombo, sabemos que su significado es
Capitán); muy distinto sería, ahora, imaginarse el
proyecto de
crear un lenguaje con este código: la economía de la
segunda articulación, que consiste en conformar la primera
a partir de decenas de unidades fónicas que se repiten y
se alternan según la unidad de sentido que requiera esta
primera articulación, no existiría, y
tendríamos que imaginarnos una cantidad apabullante de
unidades de sentido del tipo "Rombo: Capitán". En inventario de las
unidades de sentido de la primera articulación
sería infinito, o bien, mi efabilidad sería muy
limitada. Pese a que puedo alternar, por principio de la primera
articulación, Rombo con Fondo Azul o con Fondo Verde,
evidentemente, sin la segunda articulación, la
"economía" de este código brilla por su
ausencia.
2. Una lengua humana debe ser necesariamente de doble
articulación debido a las posibilidades
físico-fisiológicas que tiene el ser humano para
poder
entenderlo y utilizarlo: como en el caso del punto anterior, si
una lengua se valiera solamente de la primera
articulación, no podríamos retener para cada
palabra una unidad de sentido que carezca de unidades
fónicas transferibles a otras unidades; en ese caso, la
economía de la segunda articulación cumple un papel
esencial, ya que permite que con solo unas decenas de
producciones fónicas distintas podamos obtener todas las
formas vocálicas de las unidades de la primera
articulación. Y, de esta manera, todas las unidades de la
primera articulación estarán hechas con el escaso y
poco numeroso material de la segunda articulación y sus
infinitas posibilidades de combinación.
En un caso contrario, es decir, si un lenguaje tuviera
únicamente una segunda articulación, sus
posibilidades de materializarse para conformar unidades
mínimas de sentido (cuestiones de la primera
articulación) serían inexistentes, con lo cual
tendríamos un caos amorfo de combinaciones sin sentido y
"en bruto".
3. Segmentación del enunciado en unidades de
primera y segunda articulación:
De primera articulación: Est.o.s ami.go.s
aguard.aba.n impacien.te.mente en París. (seis palabras,
catorce monemas o unidades mínimas con sentido)
De Segunda articulación:
/E-s-t-o-s-a-m-i-g-o-s-a-g-u-a-r-d-a-b-a-n-i-m-p-a-c-i-e-n-t-e-m-e-n-t-e-e-n-P-a-r-i-s/
4. Tomemos el caso de /impacientemente/.
Esta unidad, en su contexto (la frase), tiene una
relación con las demás en el enunciado, una
relación, entonces, de orden sintagmático, y
se puede ver a simple vista en la oración. Guarda con las
demás palabras una relación de contraste, en tanto
que es una entidad distinta de aguardaban y en París, que
la preceden y suceden. Si tomáramos impacientemente
al nivel de la segunda articulación, veríamos
también la relación sintagmática entre las
unidades fónicas. Así, /i/, /m/, deben sucederse,
como /c/ debe anteponer a la segunda /i/, y así
sucesivamente. Es una relación, diría Saussure,
in praesentia, visible, concretada y "materializada" en
el enunciado.
En cambio,
impacientemente tiene también otro tipo de
relación con ese contexto, llamada
paradigmática. Esta relación sería
in absentia, y se les da el nombre de oposiciones.
Impacientemente fue una palabra seleccionada por el
contexto, y sin embargo, en ese mismo contexto
también podría haber figurado tranquilamente,
furiosamente, pacientemente. Estas competidoras, aquí en
oposición, son descartadas por el hablante porque no las
consideró convenientes para este caso. Los dos tipos de
elecciones son inconscientes, aunque no gratuitas: el hablante,
por su "competencia"
(diría Chomsky), es capaz de seleccionar en cada caso la
unidad correspondiente, tanto en el orden sintagmático
como en el paradigmático. Pero no hay que confundir el
hecho de que el hablante elija con el hecho de que la
elección no esté determinada. Siguiendo un poco a
Saussure, creo que Martinet sugiere que el hablante selecciona
dentro del margen escaso de libertad que el lenguaje le
propone, y que poco puede hacer para cambiar esta particular
relación lenguaje-hablante.
5. En cuanto al carácter no-discreto de
la entonación, puede decirse que la entonación,
entre otros factores, es determinante para la distinción
de dos formas iguales. Por ejemplo: decir afirmativamente:
Salió, y preguntar: ¿Salió?: aquí, la
diferencia no es entre fonemas, sino exclusivamente de
entonación. Pero la naturaleza del carácter no
discreto de la entonación, al no ser algo definido en sus
distintos tipos, acepta matices en la
significación: términos medios entre
una pregunta y una afirmación, por ejemplo. Si yo elevo
levemente la vocal tónica en lugar de hacerlo con
énfasis, quizá logre una significación
distinta a la de la pregunta, tal vez un tono de
frustración o decepción. Valga como prueba del
carácter no discreto de la entonación y sus
ambiguedades en la significación un ejemplo que creo
pertinente: la invención del doble signo "?!", construido
por las dos marcas "opuestas"
de exclamación e interrogación al mismo tiempo: un
caso de indeterminación que la naturaleza no discreta de
la entonación puede permitir.
En cambio, esto no sucede con las unidades
discretas: aquí, en un caso muy distinto del anterior,
las palabras se distinguen por diferencias entre fonemas y no de
entonación: /pata/ y /pala/ se distinguen por la
diferencia entre los fonemas /t/ y /l/, y en este caso, que yo
eleve o no la voz no va a hacer cambiar una /l/ por una /t/.
además, para estas unidades, el sentido del mensaje cambia
completamente, y no hay posibilidad alguna de imaginar
matices, indeterminaciones o términos medios entre
/pata/ y /pala/. Así, Martinet define estas unidades
discretas como aquellas cuyo valor
lingüístico no resulta afectado en nada por
variaciones de detalle determinadas por el contexto o por
circunstancias diversas: /t/ será /t/ en cualquier
contexto. En esto, precisamente, se sostiene la claridad de la
dicción y la escritura; en
la diferencia entre esos fonemas para representar lo que se debe
representar. Así que los fonemas son unidades discretas,
distinguibles e inconfundibles unas de otras. En cambio, no lo
son la mayoría de los rasgos prosódicos como los
hechos de entonación señalados líneas
atrás.
6. Como ya fue (en parte) señalado en el punto
anterior (aunque no en este marco), los fenómenos
suprasegmentales tienen relación con la
entonación y su carácter no discreto.
A veces, y no obstante la importancia de la
también señalada doble articulación del
lenguaje, las lenguas se comportan al margen de
ésta. Por ejemplo, Martinet señala que el
carácter interrogativo del francés no está
marcado sino por una elevación final en el tono del
hablante. Así, esa elevación final puede reemplazar
a la construcción interrogativa entera. Esa
especie de curva melódica puede ser entonces un signo,
exactamente igual a la construcción interrogativa, y con
un significante y un significado; significado:
"Interrogación"; significante: "Elevación del
tono".
Además, la elevación de voz es ciertamente
inanalizable, ya que en la cadena hablada no ocupa un lugar
determinado, sino que se superpone, de algún modo, a las
articulaciones, y
no se puede analizar en una sucesión de
fonemas.
En esto consisten, básicamente, los hechos o
fenómenos suprasegmentales.
SOBRE LECTURA DE
LECCIONES DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE E.
COSERIU
1. El corolario del significado unitario busca un
significado único para una forma lingüística distinta. Desde
aquí, Coseriu distingue entre significado
único y significado unitario, y luego polisemia
y variación semántica. De esto concluye en que puede
darse que el significado de una forma pueda no ser único,
pero sí debe entenderse como unitario. Esto es un concepto
importante para comprender por qué los hablantes emplean
una palabra para muchas acepciones, dadas o
"inéditas".
Este corolario es elemental para establecer un
orden y una prioridad en la descripción e
investigación de las lenguas, según
Coseriu. Además, se trasluce en el lingüista su
intención clara de purgar las categorías de
homofonía, polifonía, sinonimia y
polisemia.
Pero la mejor explicación que quizás
encuentra Coseriu a la necesidad del corolario del significado
unitario es que, sin él, la investigación se
vería entorpecida por el mal uso (soberecarga confusa de
significaciones y acepciones) de esos términos y otros,
faltando a una delimitación coherente de las
categorías de análisis y, por lo tanto, de la
propia disciplina.
2. Aquella cita puede ejemplificarse a través del
método de
la conmutación: si ver y mirar son
conmutados en un enunciado, observaremos que, si bien su
substancia se ha visto modificada, la función en
el enunciado no se vio alterada. Pensar a Coseriu sin tener
presente en todo momento que las unidades deben ser unidades
funcionales antes que variantes de realización es pasar
por alto una gran premisa de su proceder epistemológico.
Coseriu no va a pensar en sustancias sino en formas, y,
específicamente, en formas funcionales y no tanto en
variantes; en formas, unidades de lengua y no de
habla.
3. Un sistema, dice Coseriu, es económico si
utiliza al máximo los rasgos distintivos que lo integran;
el más económico sería el que con menor
número de rasgos estructure el mayor número posible
de oposiciones y, por ende, de unidades.
El principio de sistematicidad sostiene que, en un
sistema lingüístico, las diferencias funcionales
suelen (valga la falta de contundencia del verbo) presentarse de
manera sistemática; esto es, se repiten para una serie de
unidades análogas. Así, mediante los mismos rasgos
distintivos combinados, se estructura un
número de unidades superior al de los rasgos utilizados.
Podemos recurrir a un ejemplo: en el sistema verbal de nuestra
lengua, los rasgos distintivos que oponen el presente del
pretérito indefinido, (Hago/He hecho), se repiten
para otros tiempos con Haber (Hacía/Había hecho,
Haré/Habré hecho, Haría/Habría hecho,
etc). En el léxico, esto puede verse también con
claridad: lo que distingue ver de mirar
también distingue oír de escuchar;
entre meter y sacar la oposición es la misma
que entre poner y quitar, y así con otros
casos.
Fernando Tazo