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    Re-dibujando el cuerpo de las mujeres mexicanas que
    trabajan en el agro de California

     

     

    1. Introducción

    Dentro de las políticas
    transnacionales y de migración
    deben ser consideradas las ideas, los mitos y las
    experiencias que giran alrededor del cuerpo: el cuerpo de las
    mujeres Mexicanas que producen y reproducen la mano de obra
    agrícola en los Estados Unidos,
    especialmente en California. Las mexicanas que emigran a
    California no son únicamente cifras y números. Son
    personas con historia, sueños,
    aspiraciones y negaciones que se imprimen en un cuerpo marcado
    racialmente. Dentro de las políticas vinculadas a las
    relaciones de género,
    tanto a nivel doméstico como público, es importante
    reconocer cómo las diferencias y las expectativas del
    cuerpo productivo, del cuerpo sexuado y del cuerpo indocumentado,
    se negocian y se transgreden tanto estando en México
    como estando en los Estados Unidos.

     

    El denominado "cuerpo social" de las trabajadoras
    agrícolas mexicanas en California está moldeado por
    mecanismos dinámicos que comprenden al individuo y al
    medio fronterizo que lo rodea, incluyendo aspectos
    económicos, estéticos, culturales y
    geopolíticos (Scheper-Hughes 1994; Martín 1995).
    Los lazos establecidos entre los seres humanos y la cultura
    están inscritos en el cuerpo. Cada sociedad
    construye sus propios cuerpos: las percepciones sobre sí
    mismo, sus funciones,
    atributos, movimientos, los nombres que se le asignan, la forma
    como se expresa. Así mismo, la manera en que se expone y
    se reprime tanto en un sentido simbólico como literal. Los
    cuerpos son construcciones sociales situadas en un contexto
    específico, que varían de acuerdo a las diferencias
    de género, de clase social,
    de edad, de orientación sexual y de origen étnico,
    entre otros factores. Como afirma Katherine Young (1995:17) "El
    cuerpo ha sido inventado. La manera en la cual nos sostenemos y
    nos movemos es parte de nuestra adherencia a una cultura
    específica."

     

    El objetivo de
    este artículo es analizar la forma como las trabajadoras
    agrícolas mexicanas en California re-definen su cuerpo en
    el proceso
    migratorio (al emigrar e inmigrar), de-construyendo por un lado
    nociones de modestia y por el otro lado de independencia.
    Más allá del cruce de fronteras (Estados Unidos-
    México) el cuerpo de estas mujeres transita y se re-dibuja
    a partir de las mediaciones de género y de los
    significados sociales, culturales y políticos construidos
    desde sus comunidades de origen y en sus nuevas
    moradas.

     

    2. Metodología

    Este artículo se basa en resultados obtenidos a
    través de métodos
    cualitativos. Consideramos que la selección
    de esta metodología fue pertinente dadas las
    características de la población, las especificidades del proceso
    migratorio y la sensibilidad de los temas a tratar. Nuestro
    análisis está basado en tres
    fuentes.
    Primero, la información proporcionada por 76 mujeres de
    origen mexicano que participaron en 10 grupos focales.
    Segundo, entrevistas
    guiadas por un formato de historia de vida con 12 mujeres, todas
    nacidas en México. Tercero, observación participante durante el trabajo de
    campo. Las participantes fueron identificadas e invitadas en el
    proyecto por
    miembros de organizaciones
    locales y clínicas de salud de las comunidades. El
    proceso de investigación fue dialógico, es
    decir se establecieron diálogos entre las investigadoras y
    las participantes dirigidos a explorar temas sobre las
    expectativas del género, la sexualidad y
    las prácticas de riesgo
    relacionadas con la adquisición de infecciones de
    transmisión sexual (ITS). En los grupos focales,
    posteriormente a la explicación del proyecto, se
    proyectó una película sobre la vulnerabilidad de
    las mujeres y el SIDA en
    México. Esta técnica de motivación
    grupal sirvió como detonador para una discusión
    posterior, vinculando tanto los escenarios vividos en
    México como los vividos en Estados Unidos (Morgan
    1993).

     

    3. Características
    sociodemográficas de las participantes

    Las edades de las participantes variaron entre los 16 y
    56 años. Todas las mujeres que entrevistamos tenían
    salarios bajos y
    se situaron dentro de la clase obrera o pobre. La mayor parte de
    ellas emigraron de áreas rurales de los estados
    Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Oaxaca. La mayoría
    no habían terminado la educación primaria
    al momento de emigrar. Las razones por las cuales las mujeres
    emigraron a California fueron diversas. Unas mencionaron que fue
    por perder su trabajo en
    México, por reunificación con familia, buscando
    refugio de relaciones con hombres violentos, y otras buscando
    aventura. En todos los casos, la migración fue concebida
    como una estrategia de
    sobre-vivencia. Todas las participantes emigraron como adolescentes o
    adultas y hablan castellano como
    principal idioma.

     

    Estas mujeres viven en comunidades predominante
    mexicanas en las regiones agrícolas centrales del norte de
    California — el Pájaro Valley en el Condado de Santa
    Cruz, el Valle de Salinas en el Condado de Monterey en el valle
    de San Joaquín y en el Condado de Fresno. Todos las
    informantes trabajan en la agroindustria, ya sea directamente en
    el campo ("Los files"), las empacadoras, o en plantas
    procesadoras de alimentos. La
    mayoría tipificó las condiciones de trabajo como
    peligrosas. Así mismo, la mayoría mencionó
    que está expuesta a una doble jornada; además de
    trabajar para obtener un salario, tienen
    que ocuparse de las tareas del hogar y hacerse cargo del
    núcleo familiar.

     

    La muestra de este
    estudio ilustra un proceso de globalización que es tipifico en el
    centro-norte de California. El asentamiento de mujeres mexicanas
    en esta región empezó a ser significativo al final
    del Programa de
    Braceros y se incrementó dramáticamente a principios de los
    años ochenta. Hoy, por ejemplo, casi 70% de la
    población rural del condado de Santa Cruz es latina,
    predominantemente mexicana.

     

    4. Resultados

    Nuestros hallazgos documentan y contextualizan, por un
    lado, la vida de estas mexicanas migrantes. Por otro lado,
    muestran cómo las construcciones socio-culturales y de
    género se relacionan con el comportamiento
    sexual y pueden poner en riesgo a las mujeres de adquirir
    infecciones de transmisión sexual (ITS). A partir de un
    enfoque cualitativo, analizamos cómo se inscriben en el
    cuerpo de éstas mujeres los valores,
    normas, y
    mitos y como se insertan en las dinámicas de género
    y desigualdades políticas. Así mismo, analizamos
    dentro del vaivén migratorio, la forma en la cual las
    trabajadoras agrícolas desarrollan mecanismos de
    supervivencia y de-construyen las nociones tradicionales sobre el
    cuerpo contestando muchas veces a un discurso
    hegemónico. Para la parte analítica, nos basamos en
    el marco conceptual de Faye Ginsburg y Rayna Rapp (1995). Estas
    autoras argumentan que la reproducción social, donde la sexualidad es
    central, debe ser considerada como una expresión local de
    las desigualdades transnacionales. Es en este marco que las
    trabajadoras agrícolas crean nuevas relaciones sociales a
    través de una lucha personal y de
    género, enmarcada dentro de movimientos sociales y otras
    demandas que surgen de las ideologías religiosas y
    políticas así como de situaciones de
    marginación.

     

    El conocimiento
    que estas mujeres tienen sobre prácticas vinculadas con la
    reproducción social, la sexualidad y el cuerpo, refleja
    los valores
    adquiridos a partir de experiencias pasadas dentro de un contexto
    regional, económico y político. Este conocimiento
    está orquestado fundamentalmente por tres factores: en
    primer lugar, la
    globalización que pone en movimiento la
    migración de la gente, las ideas, las fuentes de trabajo,
    la cultura popular, como también las infecciones
    transmitidas sexualmente que no respetan fronteras nacionales. En
    segundo lugar, las ideologías patriarcales dominantes, que
    incluyen valores establecidos por la misma normativa patriarcal y
    que además genera nociones contradictorias respecto al
    cuerpo y al placer. Es dentro de esta base ideológica que
    también se gestan nuevos valores y discursos
    alternativos, vinculados en este caso, a la migración. En
    tercer lugar, los valores determinados por la Iglesia
    Católica, que delimitan las dimensiones morales de la
    sexualidad y los significados que regulan el comportamiento
    sexual "aceptable" y el acceso al placer.

     

    5. Mundos divididos: la
    mascara como estrategia de sobre vivencia

    La economía de las
    áreas agro-industriales de California está
    íntimamente ligada a la migración mexicana. La
    producción y la reproducción social
    generan cambios culturales complejos y contradictorios en ambos
    lados de la frontera, y
    estos procesos son
    complicados por las dinámicas establecidas a partir de las
    jerarquías de género. Hombres y mujeres tienen
    roles y poderes diferentes en el mercado laboral, entre
    familias, y dentro del mismo proceso migratorio (Lara Flores
    1996; Velasco Ortiz 1995; Ojeda de la Peña 1995). En el
    caso de las trabajadoras agrícolas, se puede decir que
    viven en "mundos socialmente divididos" de forma similar al que
    viven, por ejemplo, las trabajadoras sexuales en la ciudad de
    México.

     

    En un estudio conducido por Xóchitl
    Castañeda (1996) sobre el comercio
    sexual en la ciudad de México, se argumenta que las
    trabajadoras sexuales al terminar su trabajo se quitan las
    "máscaras laborales", es decir los artificios adoptados
    durante la jornada laboral, mismos que permiten exacerbar los
    atributos femeninos. Por ejemplo, cierto tipo de vestuario y
    maquillaje, objetos de fetiche (pelucas, talones, ropa intima).
    Los rituales de paso transforman a la mujer
    secreta-trabajadora-guerrera (que muchas veces tuvo que correr el
    riesgo de enfrentar desde encuentros violentos, delación,
    hasta la posibilidad de contraer una enfermedad venérea)
    nuevamente en mujer "normal".
    Un fenómeno similar es experimentado también por
    las mujeres de origen mexicano que trabajan en la agro-industria de
    California. Estas mujeres se cubren el cuerpo y se "enmascaran"
    no sólo para protegerse del sol, el frío, o los
    pesticidas sino también del acoso sexual.
    Es común que las mujeres cuando están, por ejemplo,
    en la pizca de la fresa, se pongan encima del pantalón
    capas de otras prendas, como suéteres o toallas para que
    la persona que viene
    atrás en la cuadrilla no "tenga ninguna
    tentación."
    Se amarran camisas a la cintura para
    esconder sus caderas y las regiones genitales. "Nosotras
    trabajamos casi todo el tiempo
    agachadas, nuestros 'traseros' quedan en la cara del que viene
    atrás, que muchas veces es un hombre. La
    cantidad de mujeres en los campos es mucho menor a la de los
    hombres y no siempre podemos estar en una cuadrilla de
    sólo de mujeres. Es importante protegernos de ellos y de
    lo que las otras mujeres pueden pensar. Si uno anda
    enseñando su cuerpo, luego corre el chisme que lo que
    estamos buscando no es pizcar la fresa, sino a los hombres".

    En este mismo sentido, María observó que "No
    puedo ni siquiera usar rímel, porque me empiezan a
    molestar, a silbarme, a querer tocarme y a armar un
    escándalo"
    .

     

    Al quitarse los ropajes que las protegen de las
    inclemencias del tiempo y de los hostigamientos sexuales, las
    trabajadoras agrícolas atraviesan por ritos de paso que se
    asemejan a los descritos por Xóchitl Castañeda
    (1996) respeto a las
    trabajadoras sexuales de la ciudad de México. Al salir del
    trabajo, muchas veces cuando van manejando de regreso a sus
    hogares, se cambian de vestimenta, vuelven a asumir su propia
    identidad. En
    sus sitios de trabajo, estas mujeres se convierten en "aliens" en
    una especie de extranjeras, en seres difusos envueltos en
    múltiples ropajes que funcionan como membranas protectoras
    contra el medio adverso, en sentido amplio.

    "A veces, cuando estamos fuera de los campos, no nos
    reconocemos, no sabemos quien estuvo trabajando en la cuartilla,
    pues no sabemos qué ropa llevaba abajo, pues todo estaba
    tapado. Salvo por la voz y los ojos es que a veces nos podemos
    reconocer."

     

    " A mí me ha pasado que cuando recojo a mi
    hija en la tarde en la escuela, oigo la
    voz de alguien y entonces ‘me cae el veinte' y me digo:
    'creo que la Juana estuvo hoy trabajando conmigo en el
    ‘file'. Muchas veces ni para comer nos destapamos. Al
    principio es difícil, luego, te acostumbras, es como si no
    fueras tú, …estas trabajando. Debes cubrirte, debes
    protegerte."

     

    6. El Norte y el Sur:
    Metáforas de una frontera borrosa

    Aproximadamente 39.9 millones de personas de origen
    Latino viven oficialmente en los Estados Unidos. Lo/as mexicanos
    representan el 67% de los Latinos (US Census 2004). De
    éstos, 8.5 millones de personas son nacidas en
    México. En California, la gente nacida en México y
    de origen mexicano nacida en los Estados Unidos representa
    oficialmente el 34% de la población, haciendo que
    éste sea uno de los estados en la Unión Americana
    donde las "minorías étnicas" se están
    convirtiendo en mayoría. En este sentido, es fundamental
    revalorar las prioridades públicas, cívicas y de
    gobierno,
    comenzando por reconocer que en Estados Unidos los/as mexicanos y
    las mexicanas son una población importante, dinámica y permanente dentro de una
    sociedad cada vez más diversa. Según el Servicio de
    Inmigración y Naturalización (INS),
    hay cerca de 8 millones de residentes indocumentados en Estados
    Unidos, de los cuales por lo menos 72% son de origen de latino.
    Así mismo, los mexicanos/as son el grupo
    más importante de la población indocumentada de
    Estados Unidos (US Census 2004).

     

    Las comunidades rurales mexicanas se han convertido en
    grandes expulsoras de mano de obra agrícola que migra
    hacia los Estados Unidos, especialmente a California, donde el
    92% de los trabajadores agrícolas son mexicanos (Villarejo
    2001). Estos/as agricultores mexicanos/as, al tener limitadas
    oportunidades económicas en sus lugares de origen,
    emigran, a trabajar al "Norte". La disponibilidad puestos de
    trabajo y las medidas de control
    fronterizo han incidido en que lo/as inmigrantes establezcan un
    segundo hogar en California, en el cual permanecen
    períodos cada vez más largos (US Department of
    Justice 1997). "Yo antes iba y venía cada año.
    Me costaba como $300.00 ahora ya no puedo, cada vez es mas
    difícil la pasada y por lo mismo más cara. La
    ultima vez me costó con todo y todo casi $1500
    dólares, y que si mas me quedo en el desierto y ya no
    cuento la
    historia."

     

    Lo anterior explica en cierta medida la
    "mexicanización" de ciertas áreas rurales de
    California, donde los trabajadores agrícolas inmigrantes
    se han convertido en la mayoría de la población y
    han cambiado el carácter de la vida rural en estas
    comunidades. Hay lugares en California donde los inmigrantes
    mexicanos provienen cada vez más de comunidades
    indígenas de México, quienes son objeto de una
    creciente discriminación y explotación no
    solamente por parte de los norteamericanos, sino también
    de chicanos y otros mestizos mexicanos (Zabin, Kearney,
    García, Runsten y Nagengast 1993). Al respecto Lupita
    mencionó: "Por ser de Oaxaca y por estar
    ‘prietita’ creo que me daban el turno de la
    madrugada, el más pesado y eso que el capataz era
    Mexicano. No sabes con quien te va a ir peor si con tu propia
    raza o con los gabachos. Aprendí a hablar como del norte
    [de México] y a vestir como ellas. Ahora me va mejor"

    Innumerables comunidades rurales en California se han convertido
    en lugares de pobreza
    concentrada. En una de las comunidades donde realizamos nuestra
    investigación, "El Pájaro Valley", la
    mayoría de los hombres agricultores son mexicanos (90%).
    Mientras que en las fábricas de alimentos son las mujeres
    mexicanas quienes realizan la mayor parte del trabajo (Bardacke
    1994). Lola dijo, "nuestros cuerpos de Latinas, muchas veces
    ‘chaparritas’ y redondas están en desventaja
    con el de las ‘gringas’ que están tan
    esbeltas, tan rubias y tan bonitas…
    Les va mejor a las
    más blancas, como que tienen más seguridad de
    defenderse."

     

    Muchas de estas familias son "binacionales", es decir
    que mantienen hogares en ambos lados de la frontera de Estados
    Unidos-México. Estas familias generalmente sirven como
    "puente" para otros inmigrantes. Además, miembros de las
    familias asentadas en Estados Unidos, a pesar de los crecientes
    costos y riesgos del
    cruce fronterizo, regresan a sus comunidades de origen en
    México para visitar a parientes y supervisar sus
    propiedades y negocios. En
    este sentido, los/as agricultores mexicanos son partícipes
    de mundos sociales paralelos: las comunidades agrícolas en
    California y las comunidades de donde emigraron de México
    (Lozano Ascencio 1993). Sus familias generalmente dependen de las
    remesas generadas en Estados Unidos para sostenerse. Estas
    remesas generadas, son la tercera fuente de ingresos para la
    economía mexicana. En los años noventa ingresaron a
    México aproximadamente $33 mil millones de dólares
    por este concepto. De
    acuerdo a Mario López Espinosa (2003) las remesas
    procedentes de los mexicanos en los Estados Unidos son la
    más importante fuente de ingresos provenientes del
    exterior, al calcularse sobre criterios netos, y al dejarse de
    subvaluar el importe de recursos no
    registrados que ingresan por conducto de medios
    informales. Durante la presente década el flujo promedio
    anual de remesas totales hacía México será
    de 15 mil millones de dólares. Solamente en el año
    2003, el total de remesas enviadas a México llegó a
    $14 mil millones de dólares. Juan Vicente Palerm argumenta
    que este fenómeno constituye un sistema
    binacional de producción y reproducción
    agrícola (Palerm y Urquiola 1993) y por la
    interdependencia que existe, el fenómeno no se puede
    entender si no se toman en cuenta los dos polos.

     

    Las trabajadoras agrícolas migrantes constituyen
    uno de los grupos de población que incide de manera muy
    importante en la compleja relación entre los Estados
    Unidos y México tanto por la labor que desempeñan,
    por las remesas que envían, como por su rol en la
    re-definición sociodemográfica. Según
    datos del INS,
    entre 1990-1996 cada año, 230.000 mexicanos indocumentados
    establecieron su residencia en Estados Unidos (INS 1996).
    Alrededor de dos millones de inmigrantes indocumentados (40% de
    todos los indocumentados en los Estados Unidos) viven en
    California (Report on Access to
    Health Care Services 1999).

     

    Las zonas agro-industriales de California se han
    convertido en grandes generadoras de capital
    gracias a la mano de obra barata de los/las trabajadores
    mexicanos. Sin los/as mexicanos, no sería posible mantener
    estas industrias
    multimillonarias, calculadas en 27.5 mil millones de
    dólares anuales (http://www.cfbf.com.) Como dice el dicho "Where no
    body can…Mexicans" ("Donde nadie puede: los mexicanos
    pueden"). Todas las personas que viven en este país se
    benefician de la labor de los trabajadores agrícolas
    mexicanos. California proporciona la mayor parte de las verduras
    y las frutas al resto de los Estados Unidos desde hace mas de 50
    años (CFBF 2004). Al final de la década de los
    noventa, California produjo 98% del bróculi, 63% del apio,
    70% de la coliflor, 98% de los tomates y 74% de la lechuga que se
    consumió en los Estados Unidos. Más de 85% de las
    frutas y verduras producidas en Estados Unidos son cosechadas y/o
    cultivadas a mano, básicamente por mexicanos/as. En
    California, 89% de la mano de obra agrícola es Mexicana
    (USDL 2004 http://www.bls.gov/data/home.htm). Gracias a su
    esfuerzo, millones de hogares cuentan con comida fresca cada
    día en sus mesas. Como pago por su trabajo, la
    mayoría de los campesinos (70%) perciben salarios anuales
    menores de $7,500, cifra que está por debajo del nivel de
    pobreza federal. Además, los beneficios que los/las
    campesinas perciben en materia de
    salud, educación y vivienda son mínimos. En
    este sentido, a pesar de las importantes ganancias del negocio
    agrícola, éstas no se reflejan en el bienestar de
    los trabajadores. Por si fuera poco, algunos patrones o
    dueños de empresas
    agrícolas no reportan los salarios de los trabajadores, lo
    cual se traduce en evasión de impuestos.
    "Mire mis manos, usted cree que estaban así cuando vine
    a trabajar al ‘file’? No, yo soy joven, es por haber
    estado
    ‘pizcando’ fresas en tantas heladas. No hay doctor y
    tengo que mantener mis dos hijos y a mis papas que están
    allá en el rancho [México]."
    Consecuentemente,
    si los trabajadores se lastiman o alcanzan la edad del retiro, en
    muchas ocasiones no pueden fundamentar sus demandas ante el
    Seguro Social,
    lo cual es una fuente más de riesgo para su salud. Juana
    dijo, "Yo me lastimé la espalda, de tanto estar
    agachada, pero no sabía que podría reclamar. Nadie
    nos dice, menos el patrón y aquí no hay sindicato ni
    nada de eso. Fui con un doctor donde va mucha gente de por
    acá. Pero solo me alivió. Creo que el daño ya
    está hecho de por vida y no puedo
    reclamar.
    "

     

    7. "Las uvas de la ira."
    Facetas dramáticas del mundo desarrollado y la salud de
    los/las trabajadores agrícolas

    En los Estados Unidos, los trabajadores agrícolas
    en general presentan un estado de salud similar al de los
    habitantes de países subdesarrollados, a pesar de vivir y
    trabajar en una de las naciones más ricas del mundo y en
    lo que respecta a California, en la primera economía del
    país (CMHI Hojas de datos estadísticos 2004).
    Debido al estado de pobreza y marginación en que viven,
    los trabajadores agrícolas tienen más riesgo que la
    población en general para adquirir ciertas enfermedades infecciosas. La
    exposición a pesticidas y las precarias
    condiciones de sus viviendas, los tornan más susceptibles
    a ciertos problemas de
    salud. Por ejemplo, en California, más de un tercio de las
    casas de los trabajadores agrícolas no cuentan con sistema
    de agua potable
    (Report of Environment Work Group 1997). Estos trabajadores
    reportan el índice más alto de lesiones producidas
    por sustancias químicas y tóxicas. Más que
    cualquier otro grupo de trabajadores, ellos/as padecen e incluso
    mueren debido a condiciones producidas por la
    deshidratación y el calor. La
    esperanza de vida de dichos trabajadores se estima en 49
    años. "Yo he padecido de ‘mal de
    orín’ desde hace muchos años, sobre todo en
    la época de más calor. Las botellas de agua que
    traemos de casa, no son suficientes y aquí en el field no
    se puede tomar el agua, es
    sólo para riego, no es potable. Vea usted
    (señalando el campo) no hay nada. Solo esas letrinas
    portátiles (solo dos para todo el campo). No hay ni un
    techito donde descansar cuando el sol
    está más ‘picante’. Es dura la vida
    aquí. Nos levantamos a las 4:00 de la mañana y
    así nos vamos, de corrido hasta que cae el sol. Como no se
    va ‘amolar’ uno?
    "

     

    Algunas condiciones de salud son claramente atribuibles
    a los peligros ocupacionales del trabajo agrícola, por
    ejemplo, la dermatitis y
    los problemas respiratorios causados por los hongos, el polvo,
    y los pesticidas. Los índices de mortalidad entre estos
    trabajadores debidos a pulmonía son 200% más alto
    que el promedio nacional (National Advisory Council on Migrant
    Health 1993). La carencia de agua potable en los campos
    contribuye a la deshidratación, problema muy frecuente en
    los momentos más intensos de la cosecha. La ausencia de
    letrinas provoca retención de orina, misma que se vincula
    con infecciones urinarias.

     

    En lo que respecta a salud mental, la
    depresión es un problema común entre
    los trabajadores agrícolas adultos. Este padecimiento
    está relacionado con la disrupción del
    núcleo familiar (80% de los trabajadores son hombres solos
    y cerca del 50% ha dejado a sus esposas e hijos y en
    México). Además, con el estrés, la
    soledad, la inestabilidad en la situación económica
    y las precarias condiciones de vida. Es frecuente que los campos
    agrícolas estén compuestos mayoritariamente por
    hombres. La falta de recursos recreacionales, el aislamiento
    social y la oferta de
    sexo comercial
    son factores que también inciden en la alta
    proporción de infecciones de transmisión sexual
    (Bureau of Primary Health Care 2000). Al respecto Candelario
    dijo:

    "Aquí no hay nada que hacer, más que
    trabajar y trabajar. No hay un zócalo o un lugar donde
    entretenemos. Pues que queda….las ‘ chelas’, los
    naipes y pues por que no decirlo, ir a los clubes o donde las
    ‘mujeres’. A veces ellas vienen por acá, casi
    ya no, pero cuando vienen, las filas
    [para obtener servicios
    sexuales] son largas. Usted sabe, el cuerpo tiene sus
    necesidades."

     

    Las trabajadoras migrantes agrícolas en su
    mayoría son mujeres jóvenes, incluso adolescentes,
    que generalmente acompañan a sus esposos, a sus padres y
    hermanos. De las mujeres trabajadoras agrícolas en edad
    reproductiva, una proporción significativa alternan el
    trabajo de la agro-industria con la crianza de los hijos (Aguirre
    International 2000). La cifra de mortalidad infantil entre hijos
    de trabajadoras agrícolas inmigrantes es 25% más
    alta que el promedio nacional. 73% de estos niños
    no tiene ningún tipo de seguro
    médico (Sekhri 1999). Los centros de salud para los
    trabajadores agrícolas cubren solamente a 20% de ese grupo
    de población en el país. Para las trabajadoras
    agrícolas, los problemas relacionados con el embarazo
    adolescente son la primera causa de consulta a los servicios de
    salud locales en las mujeres entre 15 a 19 años de edad.
    Para el siguiente grupo de edad (20 y 29 años), las causas
    principales de consulta son embarazo, diabetes y
    problemas reproductivos. En la categoría de 30 a 44
    años de edad, los dos mayores problemas de salud son la
    diabetes y la hipertensión (Villarejo 2000). Entre las
    personas mayores, el 80% de las visitas clínicas, tanto de
    hombres como de mujeres, también son por diabetes e
    hipertensión. En un estudio reciente muestran que casi uno
    de cada cinco sujetos masculinos de la muestra (97%) tenía
    por lo menos dos de tres factores de riesgo de enfermedades
    crónicas: colesterol alto, presión
    sanguínea alta u obesidad.
    Así mismo, la mitad de todos los sujetos masculinos y dos
    quintos de los sujetos femeninos dijeron que nunca habían
    ido al dentista (Villarejo 2000). Los resultados de la Semana
    Bincional de Salud, un evento organizado en mas de 26 condados de
    California por la Iniciativa de Salud México-California
    (CMHI 2004) revelaron que 36% de las personas que contestaron la
    encuesta era
    la primera vez que recibían un servicio de salud desde que
    estaban en Estados Unidos.

     

    El control del cuerpo: espacios no cruzados por la
    frontera

    La mayor parte de las mujeres mencionó haber sido
    criada dentro de un marco cultural sexualmente represivo y
    básicamente respaldado por valores
    morales que tienen su justificación en versiones
    locales del catolicismo. Dentro de este marco, se exige a la
    mujer abstención de los placeres sexuales per-se,
    sobre todo si éstos se plantean fuera del matrimonio y sin
    justificación reproductiva. Los valores fomentados por la
    iglesia y otras instituciones
    locales presionan a las mujeres para que canalicen sus deseos
    sexuales en términos convencionales y heterosexuales. La
    marcada oposición cultural virgen-prostituta se puede
    apreciar en la manera en la cual las mujeres adoptan la
    estrategia del silencio sobre su sexualidad y de un "culto
    virtual a la virginidad" donde la modestia y la reputación
    como "mujeres decentes" se privilegian (Díaz
    1998).

     

    Como una estrategia para controlar el comportamiento
    sexual, desde la niñez, estas mujeres han sido
    advertidas-directa e indirectamente por ejemplo, a través,
    de metáforas y leyendas de
    que existen señales
    físicas que sus cuerpos pueden adquirir si ellas
    transgreden las reglas establecidas. Estas "señales"
    pueden ser percibidas por sus padres, amigos, vecinos u otros
    parientes: "Las mujeres que pierden la virginidad caminan
    diferente con sus piernas separadas, y en sus rostros y en sus
    ojos se nota que ‘saben más’ que ya tuvieron
    ‘uso’ de hombre".
    Incluso después del
    matrimonio, la manera de vestir y de moverse suele ser controlada
    para evitar una apariencia "provocativa" y para marcar espacios
    de pertenencia, en este caso al marido. Algunas de las
    participantes mencionaron que en sus lugares de origen, cuando
    eran jóvenes, no se les permitía andar solas en
    público, sobre todo siendo solteras. Pero también
    dijeron que esto está cambiando con el tiempo y por
    influencia de la migración. Muchas de ellas no
    tenían experiencia laboral antes de migrar a California.
    Esta inexperiencia sobre el manejo de determinados espacios
    sociales, donde se negocian ciertas libertades, fue advertida
    como negativa en el contexto de la migración. Cuando
    debieron de enfrentarse a nuevas situaciones, en nuevos lugares,
    con menor vigilancia comunitaria, muchas veces la ausencia de
    control le provocó sensaciones de inestabilidad, sorpresa
    y miedo. "Cuando apenas vine de México me sentí
    con mucho miedo. Nunca había trabajado, siempre estaba
    ‘cuidada’ por mi familia y además en mi
    pueblo, que es chico pues uno sabe donde andar. Aquí fue
    diferente. Al principio no tenía patrón fijo,
    tenía que irme a la ‘parada del supermercado’
    a esperar que nos ‘levantaran’. Cambiábamos de
    campo, y también de capataz o patrón. Cada semana
    era diferente. Me sentía muy
    ‘destanteada’… Todo era
    diferente!"

     

    La cartografía del cuerpo: refugios y
    referencias

    Dentro de este marco cultural podría hacerse la
    analogía del cuerpo percibido como un espacio
    cartográfico, es decir, como un mapa en el que se
    delimitan las zonas prohibidas, se establecen límites y
    jurisdicciones, se inscriben las transgresiones y puede ser
    leído por otros. El mapa corporal es, por un lado, un
    refugio y una referencia y por el otro, una posible fuente de
    traición al ser proyectado en público, al ser
    expuesto a la lectura que
    sobre el mismo pueden hacer los demás. Al migrar, la mujer
    expone su cuerpo y los valores adscritos a él, a cierto
    tipo de lecturas. Estar fuera los espacios tradicionales de
    control sugiere un posible distanciamiento con las normas y los
    valores establecidos. El enfrentamiento a nuevas situaciones a
    nuevos valores, puede ser visto como un factor de riesgo sobre la
    "integridad de la mujer" (Leeper Buss 1995). La "visión
    periférica" juega en este contexto un papel fundamental:
    el vaivén entre "lo que hago aquí, que no puedo
    hacer allá y lo que hago allá que aquí ni
    loca haría y los riesgos que enfrento si soy
    descubierta"
    .

     

    De acuerdo a Patricia Zavella (1999), la forma en que
    las mujeres adoptan estos cambios, es a través de la
    experiencia de una "visión periférica". Este
    concepto refiere a una perspectiva que las personas adoptan al
    estar insertas en dinámicas sociales transnacionales. Por
    ejemplo, al tener familiares en ambos países, las
    trabajadoras constantemente relacionan y comparan sus vidas y las
    de sus familias con lo que pasa "en el otro lado"; donde
    éste "otro lado" se dé, ya sea en México o
    en Estados Unidos.

     

    Originado por la migración y a partir del
    desequilibrio de poderes entre México y Estados Unidos, la
    "visión periférica" es una perspectiva que con
    frecuencia recuerda a la gente la inestabilidad de su
    situación en comparación con otras personas. Sus
    vidas están escindidas, se re-estructuran y organizan
    alrededor de empresas y corporaciones que responden a
    dinámicas que giran dentro de la economía
    global.

     

    Generalmente, las mujeres continúan ligadas a sus
    familias, a sus comunidades y a ciertas estructuras
    tradicionales. Sin embargo, estas mujeres paralelamente, se
    convierten en "maquinas productoras y reproductoras" en un nuevo
    contexto, regido por lógicas socioculturales y
    económicas distintas. Por un lado, conservan normas
    establecidas desde sus lugres de origen y por el otro,
    re-negocian nuevos valores adquiridos en la dinámica
    migratoria, en el lugar de destino. Se desplazan entre ambos,
    matizando sus identidades de acuerdo al contexto.

     

    8. Los cambios vinculados
    con la migración inscritos en el cuerpo

    Al migrar y/o establecerse en otros lugares fuera de sus
    comunidades de origen, estas mujeres perciben y experimentan una
    variedad de cambios respecto a las relaciones de género, a
    sus roles y a sus expectativas. A menudo se les presentan
    posibilidades que no se habían imaginado antes de migrar;
    por ejemplo, trabajar fuera del contexto doméstico. Los
    valores y posiciones generados a partir de esta nueva
    situación interactúan, muchas veces
    conflictivamente con los roles de madres y amas de casa que,
    además de trabajadoras asalariadas, tienen que
    desempeñar (Zavella 2000). Por ejemplo, tienen muchas
    ofertas "amorosas". Esto está relacionado con la
    proporción hombre-mujer que durante la época de
    cosecha en estas áreas llega a ser de 20 hombres por una
    mujer. Un porcentaje significativo de estos trabajadores
    está constituido por jóvenes migrantes entre
    quienes se incluye a aquellos que dejan a sus esposas, amantes e
    hijos en México y también a los solteros y que
    esperan conseguir una compañera para retornar a
    México o para quedarse en California.

     

    Las mujeres migrantes solteras, por su parte, tienen una
    amplia gama de elección "donde escoger" entre
    amantes potenciales y/o esposos. Aunque no estén buscando
    un compañero, a diferencia de sus experiencias en
    México donde priva un ambiente de
    alta segregación por cuestiones de género, los
    campos agrícolas en California colocan a mujeres y hombres
    en una proximidad cercana. Para muchos/as jóvenes la
    migración además de tener fuertes motivaciones
    económicas, es presentada como un rito de paso a la edad
    adulta en el que se inician sexualmente, ya sea con personas de
    igual o diferente sexo (Castañeda, Brindis, y
    Castañeda 2001). "Aquí hay muchos hombres y que
    además se sienten muy solos. Si uno quisiera,
    podría escoger, como flores en el Jardín: tu si, tu
    no. Todo el tiempo ellos andan de ofrecidos. Pobrecitos, es que
    tal vez están muy solos y más los jóvenes,
    pues tienen su corazoncito."

     

    La forma cómo el cuerpo femenino se presenta en
    público es uno de los cambios más notables que
    estas mujeres experimentan al trabajar en el negocio
    agrícola en California. Las participantes expresaron que
    sus sitios de trabajo, particularmente los campos y las
    empacadoras, se convierten en lugares "donde conseguir
    pareja"
    . Cualquier expresión de disponibilidad,
    mostrada a través del maquillaje o de la ropa, es
    percibida por los/las compañeros como un signo de apertura
    y sienta bases para tener otro tipo de encuentros a aquellos
    propiamente laborales lo que también puede tomarse como
    pretexto para justificar acoso sexual en el lugar de
    trabajo.

     

    Factores de Riesgo

    Tener relaciones heterosexuales con sus parejas
    habituales puede ser uno de los principales factores de riesgo
    para las trabajadoras agrícolas en California. Estudios
    recientes muestran que las latinas son uno de los grupos de
    población que presenta mayores riesgos para adquirir
    infecciones de transmisión sexual, incluyendo VIH
    (Gómez y Marín 1996). En la población Latina
    65 % de los casos de SIDA fueron
    adquiridos a través del contacto heterosexual (Centers for
    Disease Control and Prevention, 2001:13), frecuentemente por
    medio de relaciones con sus parejas hombres, mismos que han
    tenido relaciones con otras personas (incluyendo otros hombres),
    trabajadoras sexuales o personas que utilizan drogas
    intravenosas (Díaz 1998). Así mismo, muchos hombres
    trabajan en el transporte de
    productos
    agrícolas entre diferentes partes de Estados Unidos e
    incluso internacionalmente. En estos viajes, es
    común que tengan encuentros sexuales sin
    protección. Existen mitos construidos a partir de las
    desigualdades de género que sitúan al hombre-macho
    como un ser con altos deseos sexuales, mientras que la mujer
    tiene que asumir roles más sumisos (Carrier 1985). Cuando
    regresan a sus casas, estos hombres generalmente tampoco utilizan
    condones. Hacerlo pondría en entredicho su credibilidad y
    sería tomado por la pareja como signo de un comportamiento
    social y religiosamente condenado. Así, el círculo
    vicioso se establece y acrecienta la posibilidad de difundir
    infecciones de transmisión sexual. "Mi esposo es
    transportista. Viene cada 15 días y yo no creo que ande de
    ‘santo’ todo el tiempo. El lo niega pero conociendo
    su ‘naturaleza tan
    alta’, quien sabe."
    Pregunta de la entrevistadora,
    "usan condón?" "No, nosotros no usamos
    condón".

     

    El hecho que en los campos agrícolas en
    California se pongan en mayor proximidad a las mujeres y a los
    hombres, "todos trabajamos por parejo, muchas veces
    atrás de mí, en el surco, viene un hombre. Tu no
    escoges, es el capataz quien forma las cuadrillas y si no, es
    donde hay trabajo."
    Así mismo, las condiciones de la
    migración y la elevada proporción de hombres, son
    factores que favorecen al hecho que las trabajadoras
    agrícolas inmigrantes se encuentren frente a un horizonte
    donde la "oferta" es mayor. Hay un abanico amplio para elegir
    hombres tanto como amantes o como esposos potenciales. Esto,
    aunado a revalorizaciones que se dan en la esfera personal por
    trabajar y por "poder elegir"
    en el campo del deseo, esto tiene varias implicaciones, entre
    ellas, posibles prácticas de riesgo para adquirir
    infecciones de transmisión sexual. "Es difícil
    resistir a tantas tentaciones. Yo he tenido varios jóvenes
    que me han ofrecido como dice la canción 'la tierra, el
    cielo y las estrellas' para que pase un momento con ellos.
    Están muy solos y con el ‘instinto alto’ y yo
    pues me siento muy elogiada, sobre todo que ya tengo tantos
    años, no soy ‘pollita tierna’ no me cuezo al
    primer hervor".

     

    La revalorización y empoderamiento de las
    trabajadoras agrícolas se dan en cierta medida a partir
    del trabajo asalariado y tener su propio dinero –en un
    contexto dominado por hombres– como también al
    revalorizar su auto-imagen a partir
    de la apreciación hecha por otros, especialmente si son
    jóvenes, solteros y guapos. Ha sido documentado que la
    "gratificación" puede promover cierto relajamiento en las
    normas y valores morales dominantes –católicos y
    patriarcales– y abrir puertas para expresar el deseo sexual de
    manera menos restrictiva (Castañeda y Zavella 2003). En el
    campo del comportamiento sexual, esto puede tener repercusiones
    en prácticas sin protección fuera de la pareja
    habitual o del esposo. "En los campos esta nuestra mejor raza:
    hay jóvenes muy guapos, fuertotes y que vez que
    están tan solícitos y que te juran amor a veces
    es difícil resistir y como vienen de pueblitos chicos de
    México, pues uno piensa que no hay mucho problema, que no
    tienen enfermedades, que están ‘limpios’
    además, están tan solos, no conocen a nadie
    acá."

     

    "Acá en Estados Unidos se facilitan las cosas.
    Hay moteles, la gente tiene carro y como una trabaja, pues se
    puede escapar sin que nadie se de cuenta. Pero eso sí, una
    tiene que cuidarse, hasta de la expresión de la cara, pues
    si no te delatas y estas ‘frita’." También
    ayuda que aquí la gente es más relajada. Tal vez
    por que está más ocupada y hay muchas cosas que te
    distraen. También la TV y los anuncios ayudan a que uno
    vaya viendo las cosas del sexo como más normales, como
    menos malas. Pero no se, a veces me pregunto que es mejor? Si
    Dios no me va a castigar por andar de ‘cuzca’. Tal
    vez nunca me pueda casar."

     

    El nuevo contexto en el que el cuerpo de la trabajadora
    agrícola es redibujado, tiende a ser menos restrictivo que
    el de sus comunidades de origen. Por ejemplo, los mecanismos
    tradicionales de control, que están basados basados en
    estructuras patriarcales y coercitivas, al estar en California,
    son generalmente cuestionados y puestos en tela de juicio, a
    partir de la comparación con otras normas y códigos
    diferentes. A pesar de ello, muchas de estas mujeres
    continúan experimentando cierto grado de ansiedad generada
    por valores profundamente arraigados e históricamente
    cimentados, por ejemplo tomar la iniciativa para proponer el uso
    del condón. Las posibilidades de ejercer con más
    libertad las
    pulsiones y deseos sexuales, se ven condicionadas por los miedos
    generados frente a las posibles traiciones que el cuerpo pueda
    hacer. Estas traiciones se justifican a partir de los signos
    inscritos en el cuerpo, que pueden ser leídos por ellas
    mismas (auto-castigo), por personas del nuevo nicho social, que
    generalmente no está desligado de las comunidades de
    México, y al volver, "del otro lado". De acuerdo a las
    expectativas sociales, reforzadas por la moral
    católica, las mujeres no tienen derecho a tener relaciones
    sexuales fuera del marco reproductivo, mismo que las
    dispensa, o del matrimonio. La virginidad y la monogamia son
    estructuras constantemente reforzadas y actualizadas, incluso en
    un contexto donde existe mayor permisibilidad y donde la
    dependencia económica no es el principal factor de
    dominación.

     

    9.
    Conclusiones

    Pese al enorme y valioso fruto de su trabajo, las
    mujeres mexicanas que laboran en el agro de California
    frecuentemente son marginadas de la sociedad dominante y son
    víctimas del racismo y la
    discriminación de clase. La mala alimentación, el
    estrés, las condiciones laborales, la violencia
    doméstica, las prácticas sexuales sin
    protección son elementos que propician el que se propaguen
    ciertos padecimientos y facilitan la transmisión y el
    incremento de infecciones de transmisión sexual,
    incluyendo VIH/SIDA.

     

    Las trabajadoras agrícolas mexicanas en
    California construyen valores y normas relacionados con paradigmas de
    género, las prácticas sexuales y los espacios de la
    sexualidad incluyendo al cuerpo, en contextos condicionados por
    una visión periférica, es decir, dentro del proceso
    migratorio, a partir de "vidas divididas". En un clima social
    controvertido e inestable, estas mujeres re-inventan mundos
    subjetivos a partir de su experiencia laboral, de sus relaciones
    familiares y comunitarias y del uso y valor otorgado
    a sus cuerpos. Esto, dentro de un marco económico, social,
    y político trans-nacional.

     

    Así mismo, desarrollan estrategias para
    ocultar sus cuerpos sexuados cuando trabajan en ambientes
    dominados por hombres. Por ejemplo, se observaron rituales a
    través del cual cubren ciertas partes del cuerpo,
    principalmente la cara y las caderas con varias capas de ropa,
    toallas y pañuelos. La primera cosa que hacen estas
    mujeres al iniciar su labor en el campo, es proteger las partes
    del cuerpo que están expuestas a las inclemencias del
    tiempo, a las condiciones de trabajo peligrosas (pesticidas,
    agroquímicos) y a posibles hostigamientos sexuales por
    parte de los trabajadores y los capataces. Re-dibujar el cuerpo
    de las trabajadoras agrícolas mexicanas comprende varios
    procesos que incluyen las negociaciones respecto a las
    expectativas y roles de género, así como aspectos
    de la sexualidad construidas en dos contextos
    (México-Estados Unidos), matizadas localmente y mediadas
    por la globalización.

     

    Xóchitl Castañeda

    Patricia Zavella

     

     

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