- El nacimiento de
Nodo50 - La conexión de Nodo50 a
Internet - El asunto de la
conectividad - La conectividad
gratuita - Por cada mil palabras enviadas desde
el norte… - La constitución de
IPANEX - La federación en la
APC - Un servidor sobre
Windows-NT - La crítica al software
propietario - El proyecto EPITELIO y
GNU/Linux - El proyecto político
Nodo50 - La estructura social y los modelos
comunicacionales - Lo específico del
ciberespacio - Las consecuencias de un
modelo - Para terminar
- Notas
Estas líneas pretenden ser una crítica
de Nodo50. A más de un año desde que unas pocas
personas de Madrid, todas
ellas miembros de Nodo50 y vinculadas a los centros sociales
okupados, nos juntáramos con gente de Barcelona para
discutir la posibilidad de conectar a Internet un servidor bajo el
nombre sindominio.net [1] en cooperación con Nodo50
[2], las relaciones entre ambos proyectos han
derivado hacia una hostilidad manifiesta que ha supuesto de hecho
la ruptura de la asamblea de Nodo50 y el abandono forzoso de
Nodo50 por parte de la gente de SinDominio.
Después de año y medio participando en
Nodo50 y tras seis meses de trabajo
asalariado en tareas técnicas,
que he debido abandonar a causa de las tensiones entre ambos
proyectos y de la falta de confianza de Nodo50 hacia mí,
debo afrontar ahora la posibilidad de que Nodo50, en represalia y
utilizando el trabajo
remunerado como una prebenda, vete mis posibilidades de trabajo
en sus áreas de influencia, tales como la CONGDE
(Coordinadora de ONGs para el Desarrollo).
Mi propia situación, junto al sufrimiento con que
otros compañeros están viviendo esta ruptura, me
plantea la tesitura de: o bien olvidar lo ocurrido, borrón
y cuenta nueva, cada quien por su camino y aquí no pasa
nada, o bien dar una dimensión pública y
crítica a los desacuerdos entre Nodo50 y
SinDominio.
Este dilema no es una tontería pues, una vez
abandonadas las viejas formas de hacer política, creo
firmemente que de nada sirven las cosas (ni los textos) que se
hacen en contra de algo y que sólo cuenta lo que se
hace a favor.
Entonces ¿por qué debería yo
explicar a gente que está satisfecha con Nodo50 mis
problemas? ¿por qué debería hablar a
sabiendas de que lo que diga puede producir enemistad,
desconfianza o desafecto? ¿para qué crear
problemas?
Sin embargo, la manera como Nodo50 ha expulsado
SinDominio, al igual que un organismo expulsa un cuerpo
extraño, utilizando prácticas de aparato a la vieja
usanza que anulan la posibilidad de construir autonomonía
(pues ya sabemos lo que ocurre cuando un aparato actúa
como tal), abre una reflexión muy rica en determinaciones,
no sólo porque ambos proyectos están atravesados
por cuestiones tan interesantes como la tecnología, el
trabajo, la militancia, la autoempresarialidad, el mercado, la
autonomía, la visibilidad, la identidad o la
virtualidad, sino porque se plantea también la actualidad
de la crítica (la crítica de Nodo50, en este caso),
la manera de construir y también de quebrar nuestros
proyectos, las prisiones en las que todas las formas de esperanza
nos encierran y, en definitiva, las formas de hacer
autonomía en sociedades
mediadas por la tecnología.
Al criticar un proyecto en el
que he participado y, por lo tanto, confiado, no pretendo
construirme como víctima explicando una historia de malos contra
buenos (plantilla de casi todas nuestras historias), sino narrar
cómo una maraña de sucesivas decisiones, muchas de
ellas consideradas en su momento como poco relevantes, van
constriñendo las posibilidades de un proyecto que en sus
inicios estaba por determinar.
Así pues, estas líneas pretenden ser una
crítica de Nodo50, pero una crítica a favor: a
favor de las ganas de crear, del placer de hacerlo junto con otra
gente en el ciberespacio y en conexión con las máquinas
y, sobre todo, de hacerlo sin esperar nada.
El origen de Nodo50 se remonta a 1993, cuando la
campaña "50 Años Bastan" organizada contra las
instituciones
de Bretton Woods (Fondo Monetario
Internacional y Banco Mundial)
decidió dotarse de una infraestructura telemática como parte del desarrollo de las
comunicaciones
de la campaña.
En esa época, el desarrollo de la
telemática antagonista en España se
reducía a unas pocas BBSs mantenidas personalmente por sus
SysOps y conectadas a otras mediante el sistema FidoNet.
FidoNet proporcionaba un sistema de intercambio de mensajes de
correo
electrónico y de noticias
posible gracias a conexiones no permanentes entre sus
nodos.
Siendo la ONG SODePAZ
quien asumió el área de comunicaciones de la
campaña, y a falta de otra gente que quisiera trabajar en
ello, se apoyó en la experiencia de una de esas BBSs
alojada en Madrid (Revolware) para, junto con su SysOp,
implementar una BBS con tecnología UUCP sobre el sistema
DeskView conectada en modo no permanente a la red GreenNet. Esta BBS
recibió el nombre de Nodo50.
Para 1993 el desarrollo de las BBSs en España
estaba en manos de gente aficionada a la telemática, pero
muy desvinculada de colectivos de acción
política, incluso de aquellos colectivos que trabajaban en
temas de contrainformación. La propia BBS Revolware, a la
que Nodo50 debe el lema telemática antagonista y
que ahora combina con telemática solidaria y/o
telemática alternativa, había sido ofrecida
por su SysOp a la Agencia UPA (colectivo de Madrid
dedicado a la contrainformación) para que ésta
asumiera su gestión, ofrecimiento que fue rechazado.
Así pues, hay que reconocer a la campaña "50
Años Bastan" el mérito de haber inaugurado la
primera infraestructura telecomunicativa de gestión
colectiva y abiertamente política en España, al
tiempo que hay
que notar también los límites de
este proyecto pues, una vez finalizada la campaña, los
principales grupos
organizadores con capacidad para mantener Nodo50 renunciaron a
ello, siendo entonces cuando SODePAZ asumió su
continuidad, y forzosamente también una especie de
tutela.
No es el momento de valorar los pros y contras de la
campaña como forma de intervención, pero no
cabe duda de que Nodo50 quedó empapado, como no
podía ser de otra manera, por esa forma de
intervención. Debemos a la campaña la
obtención de recursos
económicos (con un superávit de varios millones de
pesetas), que permitieron liberar gente para trabajar en la misma
campaña e, indirectamente, fortalecer los grupos que la
organizaban; también le debemos la financiación de
recursos, la resonancia a nivel mundial y la vinculación
de Nodo50 al punto de vista sobre las relaciones Norte-Sur
defendido por la campaña.
Pero la ambivalencia de una campaña de este tipo
en lo que a los procesos de
autoorganización se refiere dejó a Nodo50 en la
ambigua situación de ser un recurso utilizado
colectivamente en especial por ONGs, que sí apostaron
abiertamente por la
comunicación telemática, pero bajo una
gestión tutelada que lo despotenciaba como proyecto
autónomo.
La conexión de Nodo50
a Internet
A mediados de los noventa, el acceso permanente a
Internet estaba prácticamente limitado a las instituciones
académicas.
Para la minoría de gente que utilizábamos
la telemática, lo habitual era conectar con más o
menos frecuencia con alguna BBS para intercambiar correo, leer
noticias o descargar ficheros. La conexión requería
disponer de un módem y marcar el número de teléfono de la BBS de destino.
Todavía recuerdo cómo para conectar con la ECN
italiana, red de BBSs dedicadas a la telemática
antagonista, establecía conexión con alguno de sus
nodos mediante una llamada telefónica
¡internacional!, sin que por aquel entonces pudiera
imaginar otra manera de hacerlo. En el entorno de las BBSs el
problema de la conectividad no existía como tal, pero la
cosa cambió con el advenimiento de Internet.
La conexión de Nodo50 con Internet tuvo lugar
durante el verano de 1996, poco después de la
implantación de Infovía por parte de
Telefónica. Para esa época, el propio desarrollo
del capital
empezó a asumir las telecomunicaciones como un mercado que en su
segmento central quedaría controlado por el monopolio
Telefónica, mientras que se abriría un espacio en
sus segmentos marginales para el boom de pequeñas empresas, que
venderían conexiones a Internet. Telefónica
desarrolló la tecnología Infovía para
resolver dos problemas que
limitaban el crecimiento del mercado: por una parte
permitiría la conexión a Internet mediante llamada
telefónica local a través de un número
único (el memorable 055); por otra parte permitiría
a las empresas vendedoras de conexión (llamadas "proveedores de
acceso") la posibilidad de múltiples conexiones a
través de un solo hilo. Infovía se
imponía como una tecnología intermediaria entre el
cliente que
compraba conexión a Internet y la empresa que se
la vendía: en términos más técnicos,
una pasarela. Así pues, Telefónica controlaba los
dos extremos del negocio, pero facilitaba enormemente el
desarrollo y la gestión de un servidor de conexión
y con ello posibilitaba el boom de los proveedores de acceso a
Internet (figura casi desconocida en el resto del mundo), que a
partir de entonces asumirían el desarrollo del mercado
minorista de las telecomunicaciones y todo lo que ello conlleva,
especialmente las tareas de extender el mercado hasta masificarlo
y, sobre todo, de asistir a una clientela poco adiestrada en las
prácticas telemáticas.
Cuando, en el verano de 1996, Nodo50 dejó
de ser una BBS para ser un servidor en Internet, debió
plantearse el problema de si, además de los servicios
propios de Internet (correo electrónico, web, etc.)
debía también constituirse en proveedor de
acceso.
En la manera como percibimos Internet en el Estado
español
parece obvio que ofrecer servicios y proveer de acceso son una
misma cosa. Sin embargo, ya para entonces había otras
experiencias que, en el ámbito de la telemática
antagonista, habían optado por separar ambas ofertas. Tal
es el caso de la ECN italiana[3], cuyos nodos dejaron de ser BBSs
para convertirse en proveedores de servicios (correo
electrónico, web, etc.) que no proveen de acceso a
Internet, acceso que quienes frecuentan la ECN deben conseguir
por otros medios (la
empresa, la
universidad, los
servidores
comerciales…).
Es sabido que Nodo50-SODePAZ conocía de primera
mano la experiencia de la ECN italiana, a pesar de lo cual
optó por ofrecer la conexión como uno de sus
productos y quizás como el mejor de ellos
pues el sistema bajo el que se ha desarrollado Internet nos ha
acostumbrado a pagar la conexión mientras que los
servicios propios de la red (correo electrónico, web,
etc.) los consideramos gratuitos.
A partir del momento en que Nodo50, en lo referente a
conectividad, empezó a ofertar lo que otras empresas
estaban comercializando, entrando de esa manera en un mercado en
el que de algún modo debía competir, se produjo la
insólita situación de que un proyecto militante
ofrecía exactamente lo mismo que otras empresas estaban
vendiendo y que, por tanto, se podía adquirir en el
mercado mediante una relación estrictamente mercantil
(repito: en lo referente a la conectividad).
El motivo por el cual Nodo50 valoró
la necesidad de ofrecerse como proveedor de acceso para sus
usuarios/as se presta a interpretaciones. Es posible que
Nodo50-SODePAZ estuviera influido por el punto de vista sobre los
desequilibrios entre Norte-Sur desarrollado por la campaña
"50 Años Bastan", así como por muchas otras ONGs
usuarias de Nodo50. Desde ese punto de vista, las estrategias de
las multinacionales que controlan el mercado de la telefonía chocan con las necesidades del
Sur y con las economías más pobres de los
países no industrializados. El simple acceso a una
línea telefónica está negado para la gran
mayoría de la población, y por parte de las ONGs para el
Desarrollo se considera de gran valor estratégico que los
desequilibrios entre Norte y Sur disminuyan lo
más posible en lo que respecta a conectividad y
telecomunicaciones.
Es cierto que sin conexión no hay
Internet, y que la accesibilidad y el precio de la
conexión están controlados por las multinacionales
telefónicas en situaciones en las que, por ejemplo, una
llamada telefónica por parte de un campesino
puede suponer su capacidad para negociar la venta de su
cosecha con unos precios u
otros (pensemos, otro ejemplo, lo que puede suponer la
conectividad a Internet en los campamentos saharauis). Pero
mientras en el Sur se imponen políticas
que restringen el acceso masivo a la información y a la comunicación y, por extensión, a
Internet, en el Norte es el propio desarrollo del capital el que
está interesado en que todo el mundo tenga conectividad:
la conectividad universal.
Parece que, mientras la ECN asumió un punto de
vista de país industrializado, dejando que el propio
mercado asumiera el marrón de la conexión,
Nodo50-SODePAZ asumió un punto de vista más cercano
al Sur, volcando todos sus esfuerzos, especialmente hasta
otoño de 1998, en la conectividad.
En el momento de redactar estas líneas (verano de
1999), una vez liberalizado el mercado de las comunicaciones, las
operadoras telefónicas han establecido una batalla por el
mercado de las llamadas locales consistente en ofrecer
conectividad gratuita a Internet (a cambio, claro
está, de obtener buenos beneficios por la
facturación de las llamadas). Ante la paradójica
situación de que el propio mercado ofrezca gratis lo que
desde hace años un proyecto militante ha intentado
potenciar: la conectividad para todo el mundo, la reacción
de Nodo50 se mueve entre la perplejidad ante el hecho de que sea
el propio mercado el que haga realidad nuestros proyectos, y el
patetismo al constatar que aquello en lo que ha volcado tanto
esfuerzo queda desvalorizado precisamente al hacerse
universal.
Quizás por eso, lejos de celebrar la conectividad
universal como un derecho de ciudadanía, asume el punto de vista del
pequeño comerciante que ve tambalearse su cuota de
mercado, cosa que resulta inexplicable si tenemos en cuenta que
Nodo50 es un proyecto militante y que, por ser otra cosa,
está a salvo de los procesos dumping que
desencadenan estas ofertas de gratuidad. ¿Quién, si
no son los servidores como Nodo50, pueden invitar a sus
usuarios/as a utilizar masivamente las conexiones gratuitas y
llevar hasta el final esta maniobra del mercado exigiendo que la
publicidad se
haga efectiva y que todo el mundo dispongamos de conexiones
gratuitas y de calidad
¡ya!?
Por el contrario, lo que ha hecho Nodo50 ha sido alertar
a sus usuarios/as de los posibles engaños que se esconden
tras estas ofertas[4]: concentración del mercado en
reducidos y poderosos núcleos del poder
económico (como si esa concentración dependiera de
que paguemos o no la conexión) y falta de calidad en esas
conexiones (insinuando que quien pague podrá contratar una
conexión de calidad y quien no pague no).
Pero quizás lo más significativo sea el
llamamiento a "dar una batalla en la concentración a
través de poderosos y sugerentes portales que aglutinen
recursos políticos alternativos", poniendo así en
circulación un discurso sobre
la unidad basado en el miedo y absolutamente contrario a lo que
más nos gusta de Internet: que es un espacio para la
distribución descentralizada, la copia y la
proliferación, y no para la centralización ni la aglutinación de
poderosos recursos, por más alternativos que
éstos sean.
Por cada mil palabras
enviadas desde el norte…
La gestación de Nodo50 (1993/94) coincidió
con el desarrollo de otros proyectos similares, todos ellos con
el mismo referente: la cooperación Norte-Sur. IEPALA en
Madrid (comprometida con la Red del Tercer Mundo) Pangea en
Barcelona (respaldada por la federación de entidades
Comunicació per la Cooperació), Altercom en Bilbao,
Eusnet en Iruña… iniciativas todas ellas bajo las que
latía la conocida consigna "Por cada mil palabras enviadas
desde el Norte, el Sur sólo devuelve diez". Considerando
que la comunicación es poder y que las posibilidades de
comunicar están desigualmente distribuidas, la propuesta
de estos proyectos era militar en pro de la conectividad
fácil y barata para garantizar la diversidad y la libertad de
expresión, especialmente allí donde los
gobiernos, a través del gran capital, imponen
políticas represivas contra el uso libre de la
información.
Debemos reconocer a las militancias (o burocracias) de
las ONGs el valor de haber apostado desde el primer momento por
un uso intensivo, agrupado y eficaz de las nuevas
tecnologías comunicativas, en tiempos en los que los
colectivos dedicados a la acción política, incluso
los que priorizaban la contrainformación, carecían
de iniciativas orientadas a construir una infraestructura de
comunicaciones autónoma.
Para comprender este fenómeno, por otra parte
inexplicable, quizás deberíamos rememorar el
paisaje político y social que una transición
política desde la dictadura
hasta la democracia
(reforma sin ruptura) y diez años de gobierno
socialista y de entrega masiva de la militancia a los brazos de
la política institucional habían
dibujado.
Para 1992 (año en el que el número de
voluntarios olímpicos en Barcelona superó con
creces el número de militantes de todas las causas juntas)
ya casi nadie creía en la posibilidad de una
transformación social inminente y colectiva y, siendo que
los grandes relatos habían caído (quizás
nuestro último pequeño "gran" relato fue, en 1986,
el referéndum contra la OTAN), se abría la
disyuntiva de, o bien profundizar un nihilismo
activo (eso que mis amigos llaman resistirse al poder sin
esperar nada) o bien reconstruir pequeños relatos
dadores de sentido (lo pequeño es bello).
Una gran parte de la militancia de los comités de
apoyo a las revoluciones del Sur se habían volcado, como
mal menor, en la construcción de ONGs para la
cooperación. Otra parte de la militancia izquierdista se
había refugiado en el relato de la alienación (la
democracia ha engañado a todo el mundo, menos a mí
y a mi pequeño grupo), con el
corolario de que las nuevas tecnologías alimentan esta
alienación. Los colectivos (muchos de ellos individuales)
que experimentaban en las nuevas formas de hacer
política empleaban todas sus energías en llevar
la política a lo cotidiano (lo cotidiano corpóreo y
presencial), multiplicando las microprácticas de
liberación que proliferaban en un espacio metropolitano
difuso. ¿Quién estaba en condiciones de plantearse
un desembarco en el ciberespacio? Es posible que las ONGs, al
haber negociado con la realidad en términos más
posibilistas, estuvieran menos problematizadas que otro tipo de
colectivos más radicales en cuanto a la
utilización de las nuevas tecnologías
comunicativas, al tiempo que estaban también menos
predispuestas a emparentar en modo no instrumental con esas
tecnologías.
En octubre de 1994, GreenNet convocó a los
diferentes proyectos de telemática alternativa en el
Estado
español a una reunión (a la que también
asisitió alguien de la ECN, concretamente de Radio Sherwood)
con la propuesta de que éstos se federaran en una estructura
cooperativa.
GreenNet era (y es) un servidor telemático sin
ánimo de lucro dedicado al pacifismo, derechos humanos,
medio
ambiente, etc. responsable de coordinar los nodos de la APC
en Europa. A su vez,
la APC (Association for Progressive Communications)[5],
constituida en el verano de 1990 por siete redes alternativas (NordNet
en Suecia, Web en Canadá, AlterNex en Brasil, Nicarao
en Nicaragua, Pegasus en Australia, IGC en EEUU y GreenNet en
Inglaterra) y que
para 1994 contaba con bastantes miembros más, era sin duda
el punto de referencia para los proyectos de telemática
solidaria y/o alternativa en España, como lo avala el
hecho de que Nodo50, entre otros, acudiera a GreenNet desde el
primer momento a fin de recabar apoyo técnico y
político para su puesta en marcha.
La propuesta organizativa de la APC consistía en
aceptar un solo nodo miembro por Estado, así que las
distintas iniciativas del Estado español recogieron el
envite de GreenNet y acordaron federarse en IPANEX[6]
(acrónimo de Iepala, Pangea, Altercom, Nodo50, Eusnet, y
Xarxaneta), cuyo proceso de
constitución y federación en la APC
concluyó a mediados de 1997, habiéndose retirado
del proyecto Eurosur-Iepala y Altercom.
Cabe destacar que en pleno proceso de
constitución de IPANEX se produjo la contratación
por parte de estos nodos del servicio de
Infovía, contratación cuyos costes superaban
ampliamente la financiación de una BBS, y que
suscitó la preocupación por la viabilidad
económica e introdujo la discusión sobre la
idoneidad de mantener un único nodo físico en el
Estado español, (una sola máquina) que albergara a
los distintos proyectos como nodos virtuales. La heterogeneidad
de planteamientos se manifestó en el hecho de que de los
cuatro nodos que hoy por hoy forman IPANEX, cada uno de ellos
represente un modelo
organizativo y de financiación distinto: Pangea cuenta con
el soporte de la Universistat Politècnica de Catalunya y
su relación con las instituciones es abierta; Eusnet ha
creado la empresa cooperativa Izartel que presta (y factura)
servicios externos y que, a su vez, se encarga del servicio
técnico de Eusnet; Xarxaneta, por carecer de mayores
posibilidades, se aloja físicamente en la máquina
de Eusnet a cambio de un alquiler; y Nodo50 ha quedado en ser uno
de los proyectos de SODePAZ, bajo cuya tutela se
mantiene.
La cooperación entre los nodos de IPANEX se
reduce a un pacto de no agresión "firmado" tras llegar a
unos acuerdos territoriales que reparten el Estado
español en zonas de hegemonía para cada uno de sus
nodos. Mediante esos acuerdos territoriales cada nodo se
compromete a no publicitarse fuera de su zona, a comunicar a los
colectivos que soliciten un alta desde fuera de su zona la
existencia del nodo preferencial para esa zona, y a comunicar al
nodo "propietario" de una zona todas las altas de colectivos que
otro nodo realice en una zona que no sea la suya. Esos acuerdos
de territorialidad, aunque cumplidos a trancas y barrancas y
continua fuente de conflictos en
IPANEX, dan idea de cómo se sobreponen prácticas
absolutamente contrarias a la manera de ser de Internet, un
espacio en el que las fronteras territoriales sencillamente han
sido sobrepasadas.
Los aberrantes acuerdos de territorialidad de IPANEX,
incluso si se incumplen, son significativos por varias
cuestiones: manifiestan cómo la cooperación no pasa
de ser una necesidad burocrática impuesta por la APC;
muestran también cómo la preocupación por la
financiación se resuelve en términos de cuotas de
mercado; y por último desvelan la percepción
que estos proyectos tienen de Internet propiciando un uso
meramente instrumental y competitivo que no comprende
qué cosa es el ciberespacio y que, por tanto, no lo
ve como una expresión de la inteligencia
colectiva ni se sitúa dentro de los procesos de
construcción de las comunidades virtuales en su
especificidad.
Para valorar el fenómeno IPANEX merece la pena
detenerse un momento a pormenorizar lo que la pertenencia a
una red tal como
la APC supone. Antes de Internet, las BBSs permanecían
aisladas unas de otras la mayor parte del tiempo, y unas pocas
horas al día se conectaban entre sí mediante
llamadas de teléfono casi siempre interprovinciales y a
veces internacionales a fin de intercambiar correo, noticias o
ficheros. La decisión de conectarse entre sí
respondía al criterio del SysOp, que habilitaba las
acciones
necesarias para que periódicamente se produjese la
interconexión. Algunas BBSs decidían permanecer
aisladas, mientras que otras se conectaban entre sí
formando redes (redes débilmente conectadas, pero redes al
fin). Está claro que con una conectividad de este tipo el
intercambio, por ejemplo de correo electrónico, entre
usuarios/as de dos BBSs distintas sólo podía
producirse si los SysOps habían decidido
interconectarlas.
Con Internet este panorama cambia radicalmente. La
conexión entre nodos de Internet es total, las
veinticuatro horas del día y de todos con todos. Cuando un
nodo se conecta a Internet se conecta a todo el resto de nodos
por igual. ¿Qué sentido tiene, entonces, decir que
la APC (o la ECN, u otras muchas) es una red en Internet?
El sentido es estrictamente político. Cuando hablamos de
redes en Internet, sea APC o cualquiera otra, estamos hablando de
gente que explícitamente se plantea cooperar, trabajar en
red, compartir recursos, crear un espacio común, apoyarse
mútuamente en casos de represión o de ataques, etc.
sin que esta cooperación tenga apenas requerimientos
técnicos. Dicho en otras palabras, la pertenencia a una
red en Internet es, ante todo, una decisión
política (o burocrática) que puede cambiar de un
día para otro sin que este cambio tenga apenas
repercusiones técnicas (en el caso de la APC la
pertenencia da derecho a participar en numerosos grupos de
noticias por lo general bastante poco dinámicos, derecho
que no se extiende al resto de gente). No hay la menor duda, por
tanto, de que Nodo50 así como los otros miembros de IPANEX
comparten los puntos de vista y las prácticas de la APC,
ya que de otro modo su pertenencia a esta red no tendría
explicación alguna.
Un servidor sobre Windows-NT
Según se narra en "La inconfesable historia del
Nodo50", firmada por la Asamblea de Nodo50 y publicada en la
revista De
Sur a Sur (núm. 14, marzo de 1998), en noviembre de
1996 Nodo50 "monta un servidor sobre Windows NT con
accesos Internet e Infovía".
Por esas fechas, en plena constitución de IPANEX,
Nodo50 debía conocer que Pangea, en un entorno
académico, había optado por desarrollarse sobre
GNU/Linux (por no
hablar de la ECN, que desde el primer momento apostó por
software
libre) mientas Eusnet, en un entorno empresarial, optaba
abiertamente por Windows NT (tan abiertamente que no ha tenido
ningún reparo en incluir el logotipo de Microsoft,
enlace incluido, en su página principal). Supongo que
Nodo50 decidió utilizar software propietario de
Microsoft en lugar de software libre
GNU/Linux por motivos de facilidad de uso aunque la
explicación dada en su momento, fue de corte
autojustificativo y populista e hizo de la necesidad virtud al
decir que no se usaba GNU/Linux no porque no se supiera usar sino
por ser un sistema operativo
elitista, propio de hackers y alejado del usuario medio.
Algo de mala conciencia
debía rondar bajo esta decisión pues, de otro modo,
el logotipo de Microsoft habría aparecido también
en la página principal de Nodo50.
El proyecto GNU (GNU's Not Unix)[7]
nació hacia 1983 de la mano de Richard M. Stallman y la
Free Software Foundation[8]. Pretendía recuperar el
espíritu de cooperación propio de la contracultura
hacker de los
años setenta y que había sido literalmente barrido
con la irrupción de las grandes corporaciones (IBM,
Hewlett Packard…) en el mercado de la informática personal.
Promotores de un uso político de la informática
personal, una especie de computopía, y
resistiéndose al devastador empuje de transnacionales como
Apple o Microsoft, algunos supervivientes de la contracultura
hacker emprendieron el proyecto GNU[9].
GNU aboga por la libertad para
utilizar, replicar, o modificar el software; reclama el derecho a
copiar y distribuir programas
informáticos sin límite alguno y a resistirse a las
patentes y a todas las formas de software propietario. A fin de
ejercer esta libertad, GNU ha registrado la licencia GPL, bajo la
cual miles de desarrolladores de software de todo el mundo
registran los programas que producen, haciendo públicos
sus códigos fuente y permitiendo la libre
utilización, modificación y copia de esos programas
(eludo el uso del femenino por la escasa visibilidad de las
programadoras en éste como en otros proyectos, sea porque
no las hay, sea porque expresamente evitan el espacio
público y prefieren desarrollar su trabajo en un entorno
más íntimo).
La Free Software Foundation no se limita a hacer
propaganda
explicando por qué el software no debería tener
propietarios[10]: se trata de un potente y muy
dinámico proyecto emprendedor bajo cuya coordinación se ha desarrollado el sistema
operativo GNU/Linux así como infinidad de programas de
aplicación y por supuesto, por motivos que nos
llevarían a la historia de
Internet, toda la tecnología necesaria para prestar
servicios en la red, tecnología que es utilizada por
aproximadamente la mitad de los servidores de todo el mundo
(Linux 34%, Micro$oft 25%, FreeBSD 15%: o sea, Linux + BSD y
otros Un*x libres es más del 50%).
La crítica al
software propietario
A menudo la crítica práctica al software
propietario se limita a lo que sus propietarios llaman
pirateo y que más bien deberíamos llamar
ayuda mutua. Si yo tengo un programa y
tú lo necesitas, ¿por qué motivo
debería no prestártelo? Sin embargo, y a pesar de
los llantos de los gigantes de la informática personal por
las enormes pérdidas que las copias ilegales de software
les ocasionan, lo que está en juego con la
implantación del software propietario no es la simple
venta de algunos programas más, sino el control total
sobre toda forma de transmisión y de tratamiento de la
información[11].
En la elección entre un sistema de tratamiento de
la información propietario, que se cuelga cada dos por
tres, que cambia constantemente de versión sin
razón alguna, que obliga a desmesurados recursos en
hardware, y cuyo
código
fuente no es accesible, y otro libre, abierto y estable, que ha
sido probado ampliamente por gente que, al utilizarlo, toma parte
activa en su desarrollo y que puede ser estudiado y reutilizado
para otros usos, el hecho de que este segundo sea gratuito no es
lo más importante.
Ignoro, y me gustaría dedicar tiempo a
reflexionarlo, qué es lo que impele a gente que
podría estar contratada en inmejorables condiciones en
alguna gran empresa de software, a hacer público su
trabajo en libre cooperación con otros, pero no puedo
dejar de emocionarme cuando leo a Richard Stallman, persona de la que
no sé nada salvo que es un notable programador y un
reconocido hacker, diciendo: "El movimiento del
software libre es aún reducido y joven. Como usuario
actual de computadoras,
puede que estés utilizando un programa propietario. Si tu
amigo te pidiese una copia, estaría mal que te negases a
hacérsela. La cooperación es más importante
que el copyright. Pero la cooperación clandestina,
encubierta, no contribuye a formar una buena sociedad.
Cualquier persona debería aspirar a vivir abiertamente,
erguido, con orgullo, y eso significa decir 'No' al software
propietario.
Mereces poder cooperar abierta y libremente con otras
personas que utilizan software. Mereces poder aprender
cómo funciona el software. Te mereces el software
libre."
Es cierto que la utilización de GNU/Linux
presenta un aspecto más dificultoso que el engañoso
sistema de ventanas con pantallazo azul. Esta dificultad, que
disminuye lentamente, es el precio que hay que pagar por
participar en un proyecto de desarrollo de software non-profit
sin fines mercantiles, una especie de comercio justo
(producción free, de uso público)
aplicado a un producto, el
software, producido y consumido en el Norte. Ese
comercio justo tiene también su consumo
responsable: gente que utiliza, divulga y difunde GNU/Linux,
y ayuda a otra gente a resistirse a la privatización del software pues, como en
otros tantos proyectos emprendidos (seguramente los que
más nos gustan), ¿a quién le importa lo
fácil?
El proyecto EPITELIO y
GNU/Linux
EPITELIO Network fue un proyecto (1996-1998) financiado
por el Programa de Aplicaciones Telemáticas de la
Comisión Europea (European Comission DG XIII) para
promocionar una red contra la exclusión
social. Como parte de esta iniciativa contra la pobreza y la
marginación social, la Comisión Europea contemplaba
el desarrollo de aplicaciones telemáticas para, entre
otras cosas, facilitar el acceso de los sectores sociales
marginados a la información y a los servicios orientados a
la integración social de estos grupos. De
sobras sabemos lo que significan los proyectos para las ONGs a
efectos de financiación y de posibilidades de
intervención, así que no es sorprendente la
participación de Nodo50 en EPITELIO Network en el
desarrollo de herramientas
que, vía web, permitieran la recopilación y el
acceso a recursos en el área del comercio
justo/consumo
responsable.
Lo que es más sorprendente es que la necesidad de
desarrollar estas herramientas obligase a Nodo50 a
recurrir a GNU/Linux, pues, por ser GNU/Linux un conjunto de
recursos públicos, la información sobre otras
herramientas similares ya desarrolladas, así como la
disponibilidad, accesibilidad y posibilidades de
reutilización de éstas lo convertía en un
sistema idóneo para la implementación de otras
nuevas (lo fácil se volvió difícil, y
viceversa).
Debemos agradecer al área de aplicaciones
informáticas del proyecto comunitario EPITELIO Network la
instalación de una máquina linux en Nodo50,
máquina que se ha dedicado exclusivamente a mantener las
herramientas desarrolladas para ese proyecto hasta que, en el
momento de escribir estas líneas (verano de 1999), la
fuerza de la
realidad ha hecho patente que la fiabilidad, estabilidad y
adaptabilidad de GNU/Linux supera en mucho a la de Windows NT,
por lo que Nodo50 con muchos titubeos y un poco a
regañadientes ha decidido la migración
paulatina hacia este sistema.
En esta modesta genealogía he intentado destacar
cuáles han sido, a mi juicio, los hitos más
significativos en el devenir de Nodo50 hasta convertirlo en un
espacio imposible para el desarrollo de nuevos proyectos del tipo
SinDominio (que no, por supuesto, para otro tipo de proyectos).
¿Qué pasa en Nodo50?
Desde mi punto de vista, el bloqueo que actualmente
amenaza a Nodo50 obedece a una especie de punto fijo, un
invariante que al mismo tiempo que ha servido para desarrollar e
impulsar enormemente el proyecto, lo ha limitado y despotenciado:
a ese invariante lo voy a llamar una relación
instrumental con el ciberespacio[12]. Dicho en otras
palabras, una cosa es que nos parezca interesante utilizar
Internet como una herramienta para el desarrollo de las
comunicaciones, comunicaciones que podrían producirse de
otra manera pero que entonces serían más lentas,
más caras, más vulnerables o más
ineficientes y otra cosa muy distinta es que nos parezca
interesante construir Internet. En la propia propaganda
escrita de Nodo50 leemos: "Este proyecto trata de ser una
herramienta de trabajo para mejorar las comunicaciones de todas
las organizaciones e
individu@s progresistas que quieran obtener una
información alternativa".
Por haber participado y trabajado en Nodo50, y de alguna
manera haber contribuido a desarrollar esa herramienta de
trabajo, he tenido ocasión de conocer de cerca
diversas maneras de entender el ciberespacio. La diferencia entre
una relación instrumental y una relación
constructiva no es un simple matiz para rizar el rizo. Se trata
de un aspecto crucial en lo que respecta a la manera de acercarse
a los retos tecnológicos, económicos y
organizativos que el proyecto plantea pues, si Internet es una
herramienta, entonces abordamos esos retos con criterios de
facilidad, baratura y/o eficiencia,
mientras que si lo que queremos es construir Internet,
entonces debemos dotarnos de criterios de valor internos a eso
que estamos construyendo, criterios inmanentes,
específicos del medio y que, tal vez, pongan en
cuestión otros valores
más tradicionales.
La estructura
social y los modelos
comunicacionales
En el artículo "Debate
político sobre la comunicación", publicado por
SODePAZ en el núm. 14 (marzo de 1998) en la revista De
Sur a Sur (revista andaluza de solidaridad, paz
y cooperación) escrito por Armand Mattelart/Jean Marie
Piemme, podemos leer: "Los modelos comunicacionales no explican
la sociedad, sino que es la estructura social la que explica los
modelos comunicacionales. Así pues, la dificultad de
hallar una comunicación alternativa es correlativa a la
dificultad experimentada por las grandes fuerzas
históricas en lucha contra el capitalismo
para producir nuevas formas de relación en el seno de sus
organizaciones y en general en el seno de la sociedad
global".
Pues bien, esta correlación entre el
espacio virtual y el espacio material (no quiero llamarlo real
pues lo virtual también es muy real) es lo que está
en discusión ya que, si bien es cierto que a través
de esta correlación entre estructura social y modelos
comunicacionales se introduce en éstos el antagonismo
(negatividad, resistencia,
lucha de clases o como queramos llamarlo) que los aleja de la
relatividad postmoderna, también es cierto que esta
correlación niega cualquier posibilidad de
autonomía para esos espacios comunicativos y, al negar la
posibilidad de autonomía, no entiende el deseo de
construirla.
La pregunta sobre si el ciberespacio permite una
experiencia específica de autonomía sólo
puede ser una pregunta activa hecha desde dentro de esa
experimentación pues, de otro modo, adoptaría la
mirada quirúrgica de sociólogos,
antropólogos, psicólogos o demás bomberos de
lo social.
Entre usar Internet y hacer Internet hay
una distancia (distancia que se abre cada vez que alguien piensa
"qué puedo sacar de la red"? en lugar de "qué puedo
aportar?"), al tiempo que hay una proximidad. Aunque son cosas
diferentes, también son indisociables. Precisamente el uso
masivo de Internet se hace funcional (al sistema), entre otras
cosas, porque exige una cierta participación
activa al tiempo que, paradójicamente, impone el
justo grado de pasividad (tal y como requiere la
construcción del consenso en las sociedades de control).
No creo posible un uso de internet que no contribuya a su
construcción. Pero puede haber, efectivamente, un uso
pasivo y acrítico con lo que participar en esta
construcción significa.
Por supuesto hay que reconocer a quienes desde el primer
momento apostaron por utilizar esta infraestructura el
mérito de haberla extendido y robustecido. Lo triste es
que Nodo50 no haya podido aunar bajo un mismo proyecto maneras de
usar Internet con maneras de construirla. De otro modo, ante la
propuesta de SinDominio, la pregunta (totalitaria) por el
sentido de SinDominio no se hubiera planteado, pues no
tiene sentido desde dentro de Internet preguntarse por el
sentido de un nuevo recurso, tal y cómo
haríamos en el espacio material ante el proyecto de
construcción de un nuevo pantano, autopista o vía
férrea de alta velocidad por
parte del Estado.
Lo específico del
ciberespacio
Mucha gente se mueve en el ciberespacio para hacer cosas
que sólo se pueden hacer ahí. Uno de los
movimientos sociales que ha instaurado una especificidad en el
ciberespacio es el movimiento por el software libre, con toda la
discusión que introduce sobre la ilegitimidad de la
propiedad
sobre la producción inmaterial y, en consecuencia, la
legitimidad de copiar lo que, por más que sus propietarios
llamen originales, no son más que copias de copias. Otra
gente, inventora-constructora de los ciberderechos, hace efectivo
el ciberderecho a la privacidad en las comunicaciones
desarrollando y haciendo públicos algoritmos de
encriptación en una batalla contra el control social que
puede suponer penas de cárcel bajo la jurisdicción
militar de sus respectivos Estados[13]. Junto a estos movimientos
sociales se desarrollan otras prácticas igualmente audaces
y rompedoras, tales como la pornografía no sexista promovida, entre
otras, por Helena Velena[14], o todas las formas de
cibertravestismo junto a un sinfín de prácticas de
cooperación social que no se ajustan a las formas
clásicas de hacer política.
Así, esta primavera, en el italiano Hackit99 pudo
discutirse una valoración ética
sobre la legitimidad de atacar máquinas con medios
maquínicos y/o humanos, en un debate que no podría
producirse en los mismos términos si de la
producción de daños materiales se
tratara. En el sugerente relato de Julian Dibell "Una
violación en el ciberespacio"[15], publicado en el
núm. 27-28 de la revista El Paseante dedicado a la
revolución
digital y sus dilemas[16], una violación perpetrada en uno
de los mundos digitales semificticios conocidos como dimensiones
multi-usuario o MUD (al fin y al cabo una base de
datos), abre una reflexión sobre las diferencias
socialmente significativas entre los cuerpos online y los cuerpos
físicos y, llevando al extremo la extraña idea de
la violencia
sexual inmaterial, interpela nuestras ontologías,
epistemologías y éticas sexuales tardomodernas. Y
esto son sólo muestras, indicios de lo que acontece en la
red.
Al borde de un futuro en el que los entornos digitales
quizás lleguen a ceñir ¿o expandir? la vida
tanto como hoy lo hace la arquitectura (por
tomar un ejemplo material) o el dinero
(otro ejemplo de mayor abstracción), no vale decir que el
ciberespacio es sólo una herramienta para la
comunicación, igual que no vale decir que la arquitectura
es sólo una herramienta para el uso ordenado del espacio o
el dinero es
sólo una herramienta para la satisfacción de las
necesidades.
El hecho de que a menudo operemos como
máquinas-herramienta encarnadas que expresan, comunican y
producen junto y en conexión con otras (en red) plantea
nuevas ambiguedades, otras formas de placer y también de
poder, otros lenguajes, otros sufrimientos. La posibilidad de
construir sociedades online más libres que aquellas que
están trazadas sobre la mierda, el cemento y el
capital parece que es un hecho (al menos en éste nuestro
primer mundo). Puede ser que esas sociedades online nos
hagan más fuertes y desde ellas ataquemos con más
contundencia la mierda, el cemento o el capital. También
puede ser que la belleza de la luna digital reblandezca nuestros
sesos, y su promesa de una felicidad postmoderna recubra y
desdibuje esa mierda, ese cemento o ese capital. Pero lo que no
puede ser es que la razón instrumental se imponga y que
todas esas posibilidades nos sean ajenas y dejen de
apasionarnos.
Las consecuencias de un
modelo
En el ejemplo que me ha sugerido la conversación
con una amiga, "pongamos el caso de alguien que participa en una
lista de correo de la ECN. Por un lado tiene una relación
instrumental con Internet porque usa la red para comunicarse. Por
otro, su forma de comunicar es absolutamente distinta, se da con
otro ritmo, otro espacio y otro tiempo a como podría darse
de no existir Internet. Construye una práctica de
asamblea permanente que atraviesa territorios
geográficos y participa en la construcción de una
comunidad. Interviene así en el panorama de los
centros sociales italianos, pero también en la
configuración de un uso de Internet, de un@s
usuari@s determinad@s, contribuye a la constitución de
redes que viven en Internet, con sus formas de vida, sus
lenguajes, sus debates, y por tanto, participa, en cierto grado,
en su construcción."
Las nuevas tecnologías permiten nuevas
prácticas, pero el simple contacto con las nuevas
tecnologías no es suficiente para modificar
prácticas profundamente arraigadas en las viejas formas de
hacer política.
El proyecto Nodo50 parece responder a la idea de que
ciertos contenidos "de izquierdas" deben circular por Internet y,
para que sean visibles, se les debe ofrecer un soporte
técnico. Este punto de vista ignora que ese soporte es en
sí mismo un contenido y que, en su construcción,
cada decisión, cada elección, es una acción
política, política en términos de relaciones
de poder y de construcción de lo real, de lo posible y de
lo que no lo es y, por tanto, cargada de contenidos, contenidos
producidos por interactuaciones en el espacio material, pero
también sobre la superficie del ciberespacio.
Las consecuencias de este punto de vista son evidentes:
uso instrumental del software, relación clientelar con
las/os usuarias/os, refuerzo de la cultura
utilitaria y no cooperativa, ausencia del trabajo en red,
estancamiento de la circulación de saberes y
conocimientos, relaciones competitivas con otros proyectos
(incluso dentro de IPANEX), construcción de la unidad de
la izquierda como un bloque cuya hegemonía se pone en
peligro por la proliferación… en definitiva, el bloqueo
de un proyecto que no puede deshacerse de su estructura
grupuscular-tutelada para hacerse en cooperación con
otros.
Cuando me decidí a trabajar para Nodo50
quería, además de ganar algo de dinero,
experimentar sobre la posibilidad de contribuir a la
construcción de un centro social okupado poniendo la
mirada (la energía, el entusiasmo, la
concentración, el tiempo…) en un proyecto
autónomo respecto del centro social. Los ritmos y
exigencias de Nodo50, tan distintos de esa especie de agujero
negro depredador de energía en el que a veces se
convierten los espacios okupados, suponían un apasionante
reto al que había que añadir la dificultad que para
una mujer supone
asumir tareas técnicas relacionadas con las nuevas
tecnologías, dificultad que se manifiesta en la escasez de
mujeres en entornos telemáticos (y que me pregunto si tal
vez obedecerá a la decisión explícita
de no asumir ese terreno como propio).
Este intento ha fracasado, pero no me arrepiento. En
unos momentos de profundo desaliento, cuando debo recomponer todo
un mundo de relaciones dentro y fuera del espacio que contribuyo
a okupar, creo que, si hubo error, éste no estuvo en la
decisión de cooperar con Nodo50, sino en esperar algo de
ello.
by Marga
[1]
[4] El 15 de junio de 1999 Nodo50 envió a sus
usuarios/as un correo electrónico que, con el asunto
"URGENTE: Aviso a navegantes…", valora la situación
creada por la gratuidad en las conexiones. No he encontrado el
texto de ese
correo en la web de Nodo50.
[8] http://www.gnu.org/fsf/fsf.html
[9] Hay breve explicación del proyecto GNU
en http://www.nodo50.org/laboratorio/atl/gnu.htm
[10] Por qué el Software no debería
tener propietarios es un alegato a favor del free software
que puede encontrarse en http://www.nodo50.org/laboratorio/documentos/atl/stallman1.htm
[11] Trampa en el ciberespacio explica
cuáles son los intereses reales que, más
allá de un simple incremento de las ventas, se
mueven tras el software propietario. Puede encontrarse en
http://usuarios.iponet.es/casinada/31trampa.htm
[12] El ciberespacio es un concepto creado
por William Gibson en su extraordinaria novela de
ciencia-ficción Neuromante (1984) y
que fue inmediatamente adoptado por los hackers. En un
sentido amplio, hace referencia al espacio de comunicación
abierto por la interconexión mundial de los ordenadores y
de sus recursos. Esta definición (de Pierre Lévy)
comprende el conjunto de sistemas de
comunicación electrónicos digitales (incluyendo el
conjunto de redes hertzianas y telefónicas
clásicas). Desde este punto de vista Internet no abarca
todo el ciberespacio (aunque hoy por hoy es su expresión
más extensa) sino que es el ciberespacio quien se sirve de
Internet.
Hay quien dice que el ciberespacio, ese lugar tan
virtual como real que requiere de un soporte tecnológico
para poder ser, se inauguró con el lenguaje.
Sea como fuere, ciberespacio no se refiere ni a Internet en
particular ni a ninguna tecnología determinada y, por
abstraerse de las diversas y cambiantes tecnologías
concretas sobre las que se sustenta, permite una reflexión
más abstracta.
[13] Sólo a modo de ejemplo, entre otros muchos
sitios podemos visitar http://www.kriptopolis.com/
[14] Helena Velena está en
http://www.helenavelena.com/
[15] No he encontrado traducción al castellano. El
original en inglés
A Rape in Cyberspace está en http://www.levity.com/julian/bungle.html