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Cooperación sin mando: una introducción al software libre



     

     

    Resumen

    En las siguientes líneas explicaré algunos
    de los rasgos del movimiento del
    software
    libre, su modelo de
    desarrollo y
    el alcance político, ético y económico de su
    apuesta. Trataré de hacer una breve genealogía del
    movimiento, destacando sus rasgos singulares y lo que puede haber
    más allá del mismo, proponiendo algunas
    líneas de debate y
    señalando algunos de sus interrogantes.

    Si bien el software libre
    no es un fenómeno nuevo ya que existe desde los
    orígenes de la informática, sí es relativamente
    reciente su modelo cooperativo de producción en red –el llamado modelo
    bazar– y el movimiento social que lo avala –la
    comunidad del
    software libre–. No ha sido hasta los últimos cinco
    años en que, ligado a la extensión de Internet y a la
    popularización de los ordenadores personales, el
    movimiento del software libre ha alcanzado su masa crítica, ha dejado de ser sólo cosa
    de algunos programadores y se ha convertido en un fenómeno
    de cooperación social liberada. En la época de la
    subsunción real de la totalidad de las fuerzas productivas
    bajo el capital, en la
    cual todo acaba valorizado en términos mercantiles, las
    empresas han
    tardado en advertirlo pero finalmente se han lanzado a la caza y
    captura de esta increíble máquina productiva, tal
    vez la mayor empresa colectiva
    que existe hoy día. ¡Qué es pues el software
    libre, que tanto interés
    está empezando a despertar?

     

    1. Qué es el
    software?

    El software es una producción inmaterial del
    cerebro humano y
    tal vez una de las estructuras
    más complicadas que la humanidad conoce. De hecho, los
    expertos en computación aún no entienden del
    todo cómo funciona, su comportamiento, sus paradojas y sus límites.
    (1) Básicamente, el software es un plan de
    funcionamiento para un tipo especial de máquina, una
    máquina "virtual" o "abstracta". Una vez escrito mediante
    algún lenguaje de
    programación, el software se hace funcionar en
    ordenadores, que temporalmente se convierten en esa
    máquina para la que el programa sirve de
    plan. El software permite poner en relación al ser humano
    y a la máquina y también a las máquinas
    entre sí. Sin ese conjunto de instrucciones programadas,
    los ordenadores serán objetos inertes, como cajas de
    zapatos, sin capacidad siquiera para mostrar algo en la
    pantalla.

    Los ordenadores sólo procesan lenguaje
    binario, (2) pero para las personas este no es un modo
    válido de comunicarse (salvo a nivel sináptico :-).
    Si bien en los tiempos heroicos de los primeros ordenadores no
    les quedaba otro remedio que hacerlo, los programadores hace
    mucho que no escriben su código
    en lenguaje binario (denominado técnicamente
    "código-máquina"), pues es terriblemente tedioso,
    improductivo y muy sujeto a errores. Hace tiempo que los
    programadores escriben las instrucciones que ha de ejecutar el
    procesador de la
    máquina mediante lenguajes formales, llamados "de alto
    nivel", bastante cercanos al inglés,
    si bien con rígidas reglas sintácticas que lo
    asemejan a los lenguajes lógico-formales. Esto facilita
    enormemente la tarea de escribir programas pero,
    para que esas instrucciones sean comprensibles para el
    procesador, deben ser convertidas antes a código –
    máquina. Esa conversión se realiza
    cómodamente con programas especiales, llamados compiladores. A
    lo que escribe el programador se le denomina
    "código-fuente". Al resultado de la "conversión"
    (compilación) en lenguaje-máquina, se le denomina
    "código-objeto", "binarios" o "ficheros
    ejecutables".

    En principio, al usuario común sólo le
    importa este último nivel, los "binarios", pero conviene
    tener clara la distinción entre fuentes y
    binarios pues es clave para entender el empeño de los
    partidarios del software libre en disponer de las fuentes. Pero
    el software libre es mucho más que el derecho de los
    programadores y de los hackers (3) a
    disponer de las fuentes del código: significa
    también la libertad de
    copiar y redistribuir esos programas.

    Esos derechos, o su ausencia,
    condicionan a cualquiera que use un ordenador y han configurado
    la industria del
    software y de la informática tal y como la conocemos hoy
    día. También ha dado lugar a un movimiento social
    –el del software libre– cuya historia reconstruiremos
    brevemente en las próximas líneas.

     

    2. Los
    inicios

    En la informática de los años sesenta y
    setenta y en la cultura
    hacker que
    surgió en torno a ella, se
    disponía libremente de las herramientas
    necesarias y del código fuente de la gran mayoría
    de los programas. La colaboración forma parte desde
    antiguo de los hábitos de la comunidad científica y
    además, ante la diversidad de plataformas, era necesario
    disponer del código cuando se adquiría el programa
    para poder portarlo
    al hardware de cada
    cual. Era tan normal como compartir recetas de cocina y ni
    siquiera se hablaba de "software libre", pues todo el que
    quería programar se beneficiaba de ello y veía
    lógico que los demás se pudiesen beneficiar a su
    vez. Los hackers copiaban
    los programas, intercambiaban sus fuentes, podían
    estudiarlas, evaluarlas, adaptarlas a sus necesidades y a su
    hardware, reutilizaban una parte del código para hacer
    nuevos programas. . . El desarrollo de bienes
    públicos basados en ese modelo fue exponencial hasta el
    punto de que gran parte de la tecnología en la que
    se basa hoy Internet –desde el sistema operativo
    UNIX hasta los
    protocolos de
    red– procede de esos años.

    Pero, a principios de los
    años ochenta, ese modelo entra en crisis, y
    rápidamente comienza a emerger un modelo privatizador y
    mercantilista. Los ordenadores, hasta entonces escasos, caros y
    poco potentes, se hacen asequibles, cada vez más baratos y
    potentes y aparece un nuevo negocio, el de los productores de
    software. Los programas se empezaron a vender como productos
    comerciales independientes de las máquinas y sólo
    con el código binario, para ocultar las técnicas
    de programación a la competencia. La
    nueva industria del software comienza a apoyarse en la
    legislación sobre propiedad
    intelectual. El mundo UNIX se fragmenta en diversas versiones
    privatizadas y progresivamente incompatibles entre sí, que
    los programadores no pueden modificar. Lo que era práctica
    habitual, se convirtió en un delito: el hacker
    que compartía el código y cooperaba con otras
    personas pasó a ser considerado un "pirata".

    Al tiempo que los sistemas van
    haciéndose incompatibles entre sí, la comunidad de
    investigadores se va desmembrando poco a poco. Muchos hackers
    ficharon por empresas y firmaron contratos en los
    que se comprometían a no compartir con nadie de fuera los
    "secretos de fabricación" (el código fuente). Por
    su parte, los laboratorios de investigación comenzaron a hacer lo mismo y
    obligaban a sus hackers a suscribir el mismo tipo de
    cláusulas. Para cerrar el círculo, los
    compiladores, los depuradores, los editores y demás
    herramientas imprescindibles para programar eran propietarios y
    se vendían a precios
    respetables: se trataba de que la programación "de verdad"
    sólo estuviese en manos de la naciente industria de
    software.

    Hubo hackers que no aceptaron esta nueva
    situación y continuaron con sus prácticas pero
    parecía solo una cuestión de tiempo que la
    industria del software propietario arrinconara y dejara
    definitivamente fuera de la ley la cultura
    cooperativa y
    conáda de las primeras comunidades de hackers. (4) Este
    contexto sirve de base y explica el auge posterior del imperio
    Microsoft y
    similares: estaba naciendo el negocio del software propietario y
    la próspera industria de los ordenadores
    personales.

     

    3. El proyecto
    GNU

    Son los primeros años ochenta y seguiré la
    pista de algunos de esos programadores que habían conocido
    la vieja cultura hacker de los años setenta y que no se
    plegaron a los designios privatizadores de la industria del
    software. (5) De hecho, consideraron la privatización un verdadero atentado a los
    mismos cimientos del proceso de
    conocimiento.
    Se cuestiona que la propiedad
    intelectual sea un derecho
    natural, y se percibe como una práctica socialmente
    indeseable. (6)

    Con ese planteamiento nace el Proyecto GNU
    (acrónimo recursivo que significa Gnu's Not Unix, o sea,
    "Gnu No es Unix") de la mano de Richard M. Stallman, un hacker
    del emblemático Laboratorio de
    Inteligencia
    Artificial del Massachussets Institute Technology (MIT). Era
    el año 1984, Stallman abandona el MIT para que no
    interéra en sus planes y, junto a otros hackers
    interesados en el proyecto GNU, crea la Free Software Foundation
    (FSF) en 1985: comienza una labor metódica y discreta,
    guiada por una asombrosa visión estratégica.
    (7)

    El proyecto GNU se propuso a la sazón una tarea
    titánica: construir un sistema operativo
    libre completo. No es sencillo expresar en pocas palabras la
    enorme dificultad que comporta un proyecto así,
    sólo al alcance de unas cuantas empresas con miles de
    programadores a sueldo. No digamos ya si no se dispone de
    herramientas para hacerlo. Stallman tuvo que empezar casi desde
    cero, sin modelo bazar, pues no existía la universalizada
    red Internet tal y como hoy la conocemos; tampoco existía
    una comunidad de desarrolladores lo suficientemente grande y ni
    siquiera se disponía de un compilador libre para empezar
    el trabajo.
    Una analogía es construir una casa sin disponer apenas de
    herramientas, por lo que primero hay que fabricarlas: desde picos
    y palas hasta ladrillos y cemento.

    Eso sí, contaba con algún material
    reciclable de "otras casas" –grandes fragmentos de
    código UNIX y una cultura de reutilizar
    código–. Stallman y la FSF merecen por tanto un
    reconocimiento especial en esta historia, pues sin compilador,
    depurador y editor libres no habría sido posible lo que
    vino después, incluyendo el propio Linux.

    Con todo lo importante que eran esas herramientas, no
    fue ni mucho menos la principal aportación de la FSF. Y es
    que los hackers que impulsaron el Proyecto GNU en aquellos
    años no se conformaron con su trabajo de
    desarrolladores, ya de por sí formidable. Se dieron cuenta
    de que necesitaban algo más que crear herramientas de
    software que dieran libertad a los programadores.

    Para que el trabajo no fuera estéril y
    fácilmente reapropiable por intereses privados, precisaban
    además defender esa libertad en el terreno político
    y jurídico. El Manifiesto GNU (1985), escrito por el
    propio Richard Stallman, es la declaración de principios e
    intenciones del proyecto; inspirada en sus principios, se lanza
    en 1989 la primera versión de lo que fue posiblemente el
    mejor logro de la FSF y significativamente no en el terreno
    informático, sino en el ámbito jurídico: la
    GPL (General Public License) o Licencia Pública General.
    (8)

     

    4. La GPL: copyleft para
    tod@s

    Utilizando un brillante juego de
    palabras, tan del gusto de los hackers, Stallman inventa el
    concepto de
    copyleft, con el propósito político de garantizar
    la libre circulación de los saberes contenidos en el
    software y la posibilidad de que todos contribuyan a su mejora.
    El copyleft se sirve de las leyes
    internacionales del copyright para darles la vuelta (all rights
    reversed: "todos los derechos del revés") pues protege el
    uso en lugar de la propiedad. El autor se reserva los derechos
    para que su obra pueda ser utilizada por cualquiera con la
    única condición de que nadie recorte o elimine esos
    derechos de libre uso: en el momento en que alguien suprima o
    añada nuevas condiciones que limiten en algo su
    disponibilidad (por ejemplo, distribuyendo código binario
    modificado sin posibilidad de acceder a las fuentes modificadas)
    estaría vulnerando la licencia y perdería el
    derecho a servirse de ese software. Obligando a transferir esos
    derechos a cualquiera que copie ese software, lo modifique o no,
    se beneficia quien está de acuerdo con mantener su futuro
    trabajo con copyleft, mientras que quien quiera desarrollar
    software propietario no podrá utilizar código libre
    y deberá empezar desde cero.

    La GPL o Licencia Pública General es la
    plasmación jurídica del concepto copyleft. Con el
    tiempo, la GPL se ha convertido en el cimiento del software
    libre, su baluarte legal, y para muchos constituye un
    extraordinario ejercicio de ingeniería jurídica: con la GPL se
    asegura que trabajos fruto de la cooperación y de la
    inteligencia
    colectiva no dejen nunca de ser bienes públicos libremente
    disponibles y que cualquier desarrollo derivado de ellos se
    convierta como por ensalmo en público y libre. La GPL se
    comporta de un modo "vírico" y, como un rey midas del
    software, convierte en libre todo lo que toca, es decir, todo lo
    que se deriva de ella. Junto al modelo copyleft, hay otros
    desarrollos de software libre que no son copyleft y considerados
    menos "estrictos" en cuanto a la licencia, cuya mayor diferencia
    con el copyleft es que no insisten en que el código
    derivado tenga que seguir siendo libre. Es el caso de las
    licencias tipo bsd (9) y las de tipo X11/XFree86: no ponen el
    énfasis en asegurarse que el software libre siga
    siéndolo, pues los partidarios de Berkeley consideran que
    de algún modo eso ya es limitar derechos. Posiblemente, es
    una postura que se acerca al anticopyright y a la noción
    de "dominio
    público" (un bien que jurídicamente no es de
    nadie), pero es menos comprometida –al menos en cuanto a la
    licencia– en garantizar que el software libre no deje de
    serlo. En la práctica y dejando los matices de tipo
    jurídico, tanto las licencias tipo bsd-XFree86 como la GPL
    son el baluarte del software libre y ambas representan un
    referente ético y práctico alternativo al software
    propietario.

     

    5. Linux

    Disponiendo de la GPL y de poderosas herramientas
    informáticas libres llegamos a los años noventa,
    con un sistema operativo GNU ya casi completo. Faltaba el kernel
    o núcleo de sistema, una pieza fundamental y muy compleja
    que se iba retrasando más de lo debido por la enorme
    dificultad de la empresa y por
    la escasez de
    voluntarios que trabajasen en ello (hay que recordar que la mayor
    parte de los hackers han escrito su código en ratos
    libres).

    Por aquel entonces, por su cuenta y riesgo y sin
    ninguna relación con la FSF, un estudiante
    finlandés llamado Linux Torvalds decide ponerse a escribir
    un kernel que pueda funcionar y sacar todo el partido de la
    arquitectura
    de 32 bits de los nuevos procesadores
    i386. Cuenta con las herramientas GNU para hacerlo, y con un
    desarrollo Unix para los pc de 16 bits de entonces (minix). Por
    primera vez hay máquinas disponibles a nivel personal y a
    precio
    asequible capaces de trabajar con un sistema multitarea. Linux
    decide entonces hacer un llamamiento a través de las news
    para quien quiera ayudarle en el desarrollo. A los pocos meses
    (1992), son unos cientos de entusiastas hackers de todo el mundo,
    coordinados a través del correo
    electrónico y de las news y sin ningún
    interés económico, los que consiguen el milagro. A
    un ritmo frenético y en medio de un caos aparente, van
    dejando versiones en los repositorios ftp de
    Internet para que la gente las pruebe, las estudie o las mejore.
    Linux pone el desarrollo del kernel bajo la GPL y el proyecto GNU
    se pone a trabajar para integrar el nuevo kernel con el resto del
    sistema. Desde entonces la historia es bien conocida: a
    principios del año 2000 son probablemente más de
    mil hackers los que dan soporte al kernel y se calculan veinte
    millones de usuarios del conjunto GNU/Linux. En suma, disponemos
    libre y gratuitamente de un sistema operativo completo,
    potentísimo y fiable como el que más, que doblega a
    las grandes firmas y desafía a muy corto plazo al ubicuo
    imperio de las V entanastm con miles de programas en constante
    evolución (la última distribución GNU/Linux del Proyecto Debian
    (10) recopila más de 4500 paquetes de código
    libre).

    Si bien es el más conocido, el núcleo
    Linux no es el único ejemplo del increíble éxito
    del software libre: por ejemplo, el 62% de los servidores
    web de
    Internet (equivalente a diez millones de sitios web, según
    el último estudio de Netcraft,11 correspondiente a junio
    del 2000) se basa en un software libre llamado Apache, o en
    alguna versión modificada del mismo. Apache lo
    desarrollaron en un tiempo récord un grupo de
    webmasters y ha minimizado el uso de los servidores propietarios
    de Microsoft y Netscape (en el mismo estudio de Netcraft aparece
    en segundo lugar, muy lejos de Apache, el iis de Microsoft con un
    20,36% de los servidores web y tercero Netscape-Enterprise con
    solo un 6,74%). Muchas otras utilidades y aplicaciones basadas en
    software libre operan en servidores de todo el mundo y, de modo
    silencioso y transparente para el usuario de a pie, garantizan el
    funcionamiento cotidiano de Internet y de otras muchas redes y sistemas
    informáticos, libres de los virus y agujeros
    de seguridad que
    periódicamente atormentan a los inseguros sistemas basados
    en Windows.
    Disponer del código fuente permite localizar errores y
    corregirlos, e incluso detectar la existencia de código
    malicioso (virus, puertas traseras, troyanos) que las empresas y
    grupos de
    poder pueden eventualmente introducir en los programas y sistemas
    operativos cerrados como forma de control y de
    asalto a la privacidad. (12 )

    El responsable de esta revuelta antipropietaria ("Linux
    es subversivo": así empieza "La catedral y el bazar") no
    es Linux Torvalds ni Richard Stallman ni la FSF, ni universidad,
    gobierno o
    institución alguna, ni menos aún las empresas que
    ahora cotizan en el Nasdaq con "Linux" como bandera. El
    responsable de todo esto es la propia comunidad de usuarios del
    sistema. En el caso de Linux Torvalds, su mayor mérito y
    por lo que debe ser reconocido sin discusión no es por el
    kernel Linux, por extraordinario que sea este, sino por el
    "modelo bazar", la genial intuición de ingeniero que tuvo
    para ponerlo a tope de vueltas en el momento justo (sin la
    explosión de Internet y de los ordenadores personales no
    habría sido posible). Linux ha llevado probablemente hasta
    sus límites el modelo bazar y lo ha exprimido al
    máximo, aunque justo es decir que para nada lo
    inventó pues desde siempre formaba parte de algunos
    entornos UNIX y de la práctica de determinadas comunidades
    científicas y académicas (como Bell Labs, el MIT AI
    Lab o la Universidad de California en Berkeley), que lo aplicaron
    y obtuvieron éxitos legendarios: pero nadie antes que
    Linux lo había lanzado a escala
    planetaria, fuera del ámbito científico y con ese
    formidable grado de intensidad y productividad.

    Se puede afirmar sin temor a exagerar que el sistema
    operativo libre GNU/Linux es la obra más importante que
    hasta ahora ha producido Internet.

     

    6. El modelo
    bazar

    Actualmente y gracias al proyecto en torno al kernel
    Linux, el principal modelo de desarrollo del software libre es el
    "modelo bazar". Fue descrito por Eric S.
    Raymond en su ya clásico "La catedral y el bazar" (13)
    (1997) y sin duda constituye una aportación singular en
    este capitalismo de
    fin de siglo. Raymond contrapone el modelo bazar a un modelo de
    producción de software al que denominó "modelo
    catedral", (14) basado en la necesidad de un arquitecto al mando
    de un staff rígidamente estructurado y jerarquizado y el
    estricto control de errores previo a la publicación. A
    juicio de Raymond, el modelo catedral no sólo corresponde
    a la industria del software propietario, sino a algunos de los
    grandes desarrollos libres que ha avalado la FSF.

    Según Raymond, el modelo bazar de
    programación se resume en tres máximas:

    1. liberar rápido y a menudo;
    2. distribuir responsabilidades y tareas todo lo
      posible, y
    3. ser abierto hasta la promiscuidad para estimular al
      máximo la cooperación. Incluso cumpliendo esas
      máximas, no siempre es posible el modelo bazar:
      sólo puede darse en un entorno de libertad,
      cooperación, comunidad y disponiendo del código
      abierto.

    El bazar encuentra dificultad para producir
    cooperación cuando se empiezan proyectos desde
    cero o cuando se ensaya en grupos reducidos demasiado
    heterogéneos o con mucho desnivel de conocimiento, por lo
    que a menudo encontramos fórmulas mixtas entre el bazar y
    la catedral.

    A juicio de Raymond, el modelo bazar es mucho más
    eficaz y produce un software de mayor calidad con menor
    gasto de recursos, lo que
    por sí solo ya justificaría la aplicación
    masiva del modelo en la industria del software. Sin dejar de
    reconocer esto, la gente que sigue los postulados de la FSF,
    insiste en que la calidad del código libre ha sido un
    elemento "extra" y no es la razón de ser del software
    libre, ya que más importante que la potencia y la
    fiabilidad técnica es la libertad, el bien social y la
    comunidad autogestionada de usuarios y desarrolladores a que da
    lugar, sin precedentes en ningún otro ámbito, que
    por primera vez lleva la iniciativa y el total control
    tecnológico sobre lo que usa.

    En todo caso, con bazar o sin él y más
    allá de su demostrado éxito a nivel organizativo y
    técnico, el software libre desafía la lógica
    interesada y mercantilista que parecía definitivamente
    asentada en lo social. Alguien podría objetar que los
    procesos de
    cooperación no son una novedad en el capitalismo avanzado
    y que de hecho son parte imprescindible del modelo de organización posfordista. (15) Pero este
    último precisa cooperación sujetada, orientada
    únicamente a la extracción de beneficio, en
    ningún caso autodeterminada. La novedad que introduce el
    software libre es que pone en funcionamiento un modelo de
    cooperación sin mando. No hay intereses empresariales
    directos, es general intellect puro, ingobernable y libre del
    mando. (16) Es más, la ausencia de mando, de control
    corporativo o jerárquico, parece condición sine
    qua non
    : allí donde reaparece el mando –sea en
    forma de interés propietario, sea en su variante
    autoritaria–, el modelo se marchita, se agosta y acaba por
    desaparecer. Como el pájaro bobo (el pingüino),
    sólo puede vivir en libertad.

    Nadie da órdenes, nadie acepta órdenes. Y
    sin embargo, la gente se coordina, se organiza, hay gurús,
    "líderes", gente que dirige proyectos: pero es autoridad
    conferida, no es mando. Funciona una especie de "economía del regalo",
    en la cual se es más apreciado cuanto más se aporta
    a la comunidad. Nadie puede exigir, no hay garantía, no
    hay dinero como
    estímulo para el trabajo, (17) aunque haya gente que
    cobre por su
    trabajo o gane dinero mediante Linux, pues ninguna
    objeción hay en la comunidad para que los hackers puedan
    ser remunerados por su trabajo. Todo este "bazar" caótico
    de listas y grupos dispersos de voluntarios por Internet produce
    el mejor software, complejísimo software cuyo desarrollo
    no está al alcance ni de la empresa más poderosa
    del planeta.

    Porque la comunidad del software libre es ya la empresa
    de software más poderosa del planeta.

     

    7. La teoría
    de juegos

    ¿Cómo es esto posible? ¿Por
    qué ganan las estrategias
    altruistas a las egoístas en el software libre?

    ¿Por qué la gente no trata simplemente de
    extraer el máximo beneficio económico como
    enseña el capitalismo? ¿Por qué los
    pragmáticos no se limitan a tratar de aprovecharse y en la
    práctica cooperan como el que más (aunque
    ideológicamente no lo reconozcan)?

    Desde la propia comunidad del software libre ha habido
    intentos de explicar estos fenómenos a través de la
    teoría de los juegos. (18) Y
    ciertamente, el clásico dilema entre "bien colectivo"
    versus "actitud
    egoísta" es superado por un axioma que recuerda vagamente
    al "dilema del prisionero" de la teoría de
    juegos: la cooperación es preferible también
    desde una perspectiva egoísta. Y, al igual que sucede en
    el dilema del prisionero, esto no siempre es evidente de
    primeras. Inventado hace medio siglo por especialistas de la
    teoría de juegos, el "dilema del prisionero" se
    utilizó para estudiar el concepto de elección
    racional y para ilustrar el conflicto
    existente entre beneficio individual y bien colectivo.
    (19)

    En la teoría de juegos tradicional, la estrategia
    ganadora es la llamada Tit for Tat ("donde las dan las
    toman"): "sólo coopero si el otro coopera". Es
    también la más simple, se comienza cooperando en la
    primera jugada y después simplemente se copia el
    movimiento previo del otro jugador. Los teóricos de juegos
    consideran que Tit for Tat reúne dos rasgos que
    identifican a las estrategias ganadoras y que juntas la hacen
    ganar en todas las pruebas
    realizadas por ordenador contra estrategias mucho más
    sofisticadas y mas "sucias" (egoísmo no cooperativo): es
    amable y es clemente. Una estrategia amable es aquella que nunca
    es la primera en ser egoísta. Una estrategia clemente es
    la que puede vengarse pero tiene mala memoria, es
    decir, tiende a pasar por alto antiguas ofensas (se venga
    inmediatamente de un traidor o egoísta, pero
    después olvida lo pasado).

    No se olvide que es amable en sentido técnico, no
    moral, pues no
    perdona en absoluto. Tit for Tat tampoco es "envidiosa",
    que en la terminología de Robert Axelrod significa que no
    desean más recompensa que los demás y se siente
    feliz si el otro tiene el mismo premio que uno mismo (de hecho
    Tit for Tat, nunca gana un juego, como máximo
    empata con su oponente): en el software libre significa desear
    que todos tengan las mismas libertades de que dispone uno mismo.
    Que lo más eficaz sea ser amable y clemente parecía
    desafiar todo sentido común y constituyó toda una
    sorpresa para los matemáticos, psicólogos,
    economistas y biólogos que han estudiado a fondo las
    diversas estrategias de la teoría de juegos. (20) Esta
    conclusión, que abrió una nueva dirección de análisis, se ha confirmado una vez tras
    otra en los estudios y torneos organizados por el
    politólogo estadounidense Robert Axelrod: siempre acaban
    ganando las estrategias amables y clementes y siempre salen
    derrotadas las estrategias "sucias". Por su parte,
    biólogos, genetistas y etólogos están cada
    vez más convencidos de que la "cooperación
    egoísta" es la dominante en la naturaleza.

    De acuerdo a la teoría de juegos, los individuos
    del Tit for Tat, cooperando entre sí en
    acogedores

    y pequeños enclaves locales, pueden prosperar
    hasta pasar de pequeñas agregaciones locales a grandes
    agregaciones locales. Estas agregaciones pueden crecer tanto que
    se extiendan a otras áreas hasta entonces dominadas,
    numéricamente, por individuos egoístas que juegan
    al "Voy a lo mío". A su vez, la cooperación es un
    fenómeno que produce realimentación positiva: nadie
    que disfrute de los beneficios del software libre puede dejar de
    promover su uso. Por eso la comunidad conserva cierto tono
    proselitista, además de por una percepción
    más o menos generalizada de que la potencia y el futuro
    del modelo depende muy directamente de que haya mucha gente
    participando activamente en su desarrollo. (21)

    Sin embargo, el modelo Tit for Tat no caracteriza
    totalmente al software libre, al menos no de una manera
    canónica. Por un lado, es libre incluso para quienes no
    cooperan (esto le da valor
    ético, pero le aleja del Tit for Tat). Por otro
    lado, aunque el copyleft permite que cualquiera se beneficie, no
    permite que nadie se lo apropie o que se use para crear software
    propietario (esto le da valor pragmático y le aproxima al
    Tit for Tat). La estrategia del software libre es "amable"
    y "clemente" a la vez, pero –a diferencia del Tit for
    Tat
    – es capaz de asumir en su seno estrategias
    egoístas sin necesidad de expulsarlas o vengarse de ellas
    (salvo quizá en casos en que se percibe un verdadero
    peligro, como que alguna empresa poderosa adoptase posiciones
    descaradamente egoístas no cooperativas,
    por ejemplo vulnerando la GPL).

    En el software libre, convive un planteamiento basado
    exclusivamente en la eficacia, en la
    superioridad técnica y productiva que genera el modelo
    bazar, con otro que sitúa en primer plano la
    cooperación, la ética y la
    libertad. La postura pragmática, que hay quien ha
    calificado críticamente como "realpolitik" (22), rechaza
    cualquier formulación ética del modelo y
    sólo acepta como ideología las reglas del
    laissez-faire propias del liberalismo
    más ortodoxo. Este planteamiento apoya y potencia
    decididamente el software libre, porque ha verificado que su
    resultado es más eficaz, no porque valore la
    cooperación en términos de producción de
    bienes públicos o de beneficio social ni porque considere
    inmoral el modelo propietario.(23) Incluso puede que solo le
    interese la cooperación social como poderosa
    máquina al servicio del
    capitalismo. Esta parte del modelo probablemente es la que se
    ajusta mejor a la teoría de juegos de acuerdo al concepto
    de la cooperación egoísta: las empresas cooperan
    porque a la larga obtendrán más beneficios y los
    individuos cooperan porque apoyando el modelo dispondrán
    de mejores aplicaciones.

    Junto a este planteamiento coexiste un acercamiento
    ético o altruista. Conviene no confundirlo con un
    altruismo de base moral, religiosa o metafísica, sino de una ética
    materialista que considera la libertad y la cooperación
    social el mejor modo de defender algo que es bueno para todos y
    que encuentra otros estímulos diferentes al beneficio
    económico. (24) Dicho de otro modo, no se trata de una
    historia de "altruistas" y "egoístas", de "buenos" y
    "malos", que como tantos otros dilemas morales se han mostrado
    inoperantes por falsos: pero hay una cuestión política de fondo muy
    importante que los diferencia claramente y es la de si el
    software –y, en general, el saber humano– puede o no
    puede ser privatizado. Mientras para el sector pragmático
    esto no es relevante, para Stallman y quienes abogan por la
    visión ética esto es una cuestión central e
    innegociable: el software, a diferencia de los bienes materiales, no
    puede ser poseído, pues puede ser disfrutado por un
    número indeterminado de personas sin que por ello haya que
    privar a nadie de tenerlo a su vez. (25) Ése es el
    núcleo del dilema, de la diferencia, y el que comporta
    acercamientos tan dispares al software libre.

    La teoría de juegos funciona a nivel
    estadístico y se basa en estrategias inconscientes de base
    algorítmica (las pueden ejecutar máquinas, genes o
    seres humanos): no aplica pues criterios morales o finalistas ni
    trata de dar cuenta de los casos particulares, ni de las
    motivaciones de cada cual para cooperar o para ser
    egoísta, sino que nos ofrece algo más sutil y
    valioso: la comprensión de un proceso y el cuestionamiento
    de un mito
    capitalista y neoliberal, el del juego sucio y el "todos contra
    todos", el de que es mejor que cada uno vaya a lo suyo y solo se
    atienda a los intereses privados. Las conclusiones de la
    teoría de juegos –pese a carecer de finalidad
    moral– nos ofrece un resultado optimista y alentador para
    una ética materialista (no moralista ni religiosa). La
    teoría de juegos y el software libre podrían ser la
    punta de lanza de un nuevo mito, el mito de compartir, el de la
    cooperación y la ayuda mutua. Podría anunciar la
    saludable idea de que incluso con individuos egoístas al
    mando, y en palabras del biólogo Dawkins, "los buenos
    chicos acaban primero".

    No obstante, hay también razones para pensar que
    si el enfoque pragmático, apolítico, también
    llamado "cooperación egoísta", se acaba imponiendo,
    dañará a la comunidad del software libre, que
    podría acabar siendo recuperada por el capitalismo
    posfordista, del mismo modo que recupera el general intellect (la
    cooperación y el saber social general) y lo pone al
    servicio de la extracción de beneficio privado. Otros, sin
    embargo, apuestan por la coexistencia de ambas tendencias, y
    piensan que mientras la postura egoísta se avenga a
    cooperar dentro de las reglas del software libre no habrá
    nada que temer. Ese debate lo abordaré en el siguiente
    epígrafe.

     

    8. Desafíos e
    interrogantes

    El interés en el software crece más
    rápido que la conciencia acerca
    de la filosofía sobre la cual está basado, y esto
    crea problemas.
    Nuestra capacidad de enfrentar los desavisó y amenazas al
    software libre depende de la voluntad de mantenerse firmes del
    lado de la libertad. Para asegurarnos de que nuestra comunidad
    tiene esta voluntad, necesitamos esparcir la idea entre los
    nuevos usuarios a medida que ellos llegan a nuestra comunidad.
    Pero estamos fracasando en esto: los esfuerzos realizados para
    atraer nuevos usuarios a nuestra comunidad sobrepasan de lejos a
    los esfuerzos dedicados a la enseñanza cívica acerca de nuestra
    comunidad. Necesitamos hacer ambas cosas, y es necesario que
    mantengamos ambos esfuerzos equilibrados.
    Richard
    Stallman

    Entre 1997 y 1998 se producen tres acontecimientos que,
    a juicio de muchos, inauguran un nuevo periodo en el
    ámbito del software libre: la publicación de "La
    catedral y el bazar"; la liberación del código
    fuente de Netscape, y la foto de Linux Torvalds en la portada de
    la revista
    Forbes. Convencionalmente, se considera que esos tres hitos
    despertaron el interés y dieron pie a la entrada masiva de
    las grandes empresas en el mundo del software libre. Esta nueva
    etapa está llena de sombríos interrogantes, por
    mucho que algunos la describan triunfalmente, y probablemente van
    a generar nuevos focos de antagonismo. Algunas grandes empresas
    han comenzado a contratar hackers (lo cual no es nuevo) para
    llevar a cabo desarrollos de software libre (esto sí lo
    es). Trabajos que antes se hacían sin interés
    económico directo ahora empiezan a estar financiados por
    empresas.

    Proyectos cuya motivación
    era la necesidad o el deseo de los hackers y de la comunidad de
    usuarios de software libre, ajena al mercado, ahora
    pueden empezar a estar condicionados por las
    necesidades,

    los ritmos y las prioridades de las empresas que
    financian esos proyectos. (26) Modestos negocios que
    basaban sus ingresos en
    servicios
    relacionados con el software libre se han convertido de la noche
    a la mañana en grandes empresas que han salido a bolsa con
    capital-riesgo. Algunas empresas que basan su negocio en el
    software libre se están dedicando a comprar empresas
    más pequeñas y a su vez son compradas por otras
    mayores, produciéndose la creación de grandes
    emporios. Ese trajín de compraventa incluye sitios
    estratégicos para la comunidad como medios de
    comunicación o repositorios de software: Andover
    compra Slashdot y Freshmeat; VA Linux compra Andover; RedHat
    compra CyGNUs, etc. ¿Adónde conduce esa
    concentración empresarial? ¿Qué pinta la
    gente de a pie en todo este tinglado?

    Hasta ahora, en la comunidad del software libre todo
    esto no se aprecia como una amenaza, ni siquiera como un
    problema, antes al contrario: alguna gente se ha esforzado mucho
    para convencer a las empresas de la viabilidad capitalista del
    modelo, y ahora empiezan a recogerse los frutos.
    ¿Cómo vamos a oponernos ahora a que las empresas
    ganen dinero con el modelo, siempre y cuando mantengan las reglas
    del juego, es decir, produzcan o financien software
    libre?

    Ni tenemos perspectiva ni ha pasado tiempo suficiente
    (apenas dos años) para valorar lo que va a suponer la
    irrupción masiva de capital fuerte y de transnacionales en
    el software libre. Mi apreciación personal es que, a
    diferencia de otras cuestiones en que se mantiene una actitud
    crítica y muy alerta (como la legislación sobre
    patentes), en este crucial asunto hay excesiva fe en las bondades
    del mercado y del libre comercio.
    Es cierto que hasta ahora se ha conseguido doblegar a verdaderos
    gigantes, pero ahora la situación es distinta porque con
    el modelo de "cooperación egoísta" –y
    qué mayor paradigma de
    la cooperación egoísta que el de la empresa
    capitalista esas empresas juegan a estar "dentro". Se puede pasar
    fácilmente de la cooperación sin mando a la
    cooperación sujetada, la cooperación con mando. Se
    presupone, en contra de toda evidencia histórica anterior,
    que lo que es bueno para las empresas es también bueno
    para las personas. Y el axioma no es ese, sino uno más
    tautológico pero también más exacto: lo que
    es bueno para las empresas es bueno para las empresas. Y nada
    más.

    Bien es cierto que, a veces, aquello que genera
    beneficio empresarial es reutilizado para procurar beneficios
    sociales, pero esto es colateral (como un epifenómeno) y
    es atrozmente ingenuo conár a priori en que va a ser
    así. La confusión entre lo que es bueno para las
    empresas (la acumulación de capital y la extracción
    de beneficio económico por encima de cualquier otra
    consideración) y lo que es bueno para la gente (la
    producción de bienes públicos y de riqueza social
    para la vida en comunidad) puede ser desastrosa. Todo el
    interés del capitalismo en el software libre es
    convertirlo en una máquina más de hacer dinero,
    pero como con todo lo demás si lo consigue probablemente
    será a costa de vaciarlo de todo contenido
    liberador.

    El sector que va más allá de la
    superioridad técnica y que realiza una apuesta por la
    dimensión ética del software libre, confía
    en la fortaleza del movimiento y de momento no se percibe alarma
    alguna en este sentido. Se considera que el modelo de
    producción del software libre no puede ser privatizado y
    recuperado por el mercado, que está blindado
    jurídicamente (la GPL), técnicamente (la
    superioridad en varios órdenes de magnitud de lo creado
    mediante el modelo bazar frente a sistemas propietarios) y
    políticamente (algunos de los más significativos
    promotores del software libre provienen de movimientos
    contraculturales o simpatizan con causas pro derechos
    civiles).(27)

    No obstante y compartiendo esa conánza en la
    potencia de la comunidad y su capacidad de respuesta, demostrada
    ampliamente hasta ahora, no hay razón para desechar una
    lectura
    más crítica que nos haga cuando menos estar alerta
    y no relajarnos ante los éxitos y los cantos de sirena que
    vienen de fuera: el capitalismo ha sido capaz de "recuperar",
    privatizar y mercantilizar casi todos los aspectos de la
    producción y de la vida, desde lo material a lo
    inmaterial. ¿Por qué no va a poder hacer lo mismo
    con el software libre? De hecho, hay ya bastantes indicios que
    apuntan a la "recuperación" mercantilista de la capacidad
    de innovación del hacker. El asalto masivo de
    las grandes empresas, con perspectiva exclusivamente mercantil,
    podría verse como un "troyano" (28) introducido en el
    software libre y que, con el tiempo, parasite y desactive la
    potencia de la comunidad. ¿De qué modo? La
    confusión con el tema de las licencias, por ejemplo,
    está debilitando progresivamente la filosofía de
    fondo del software libre (por eso la FSF se esfuerza tanto en
    explicar las diferencias entre unas y otras), haciendo que
    algunas empresas hagan pasar por libres desarrollos que no lo
    son, o bien popularizando distribuciones comerciales "Linux" que
    mezclan software propietario con la base libre del sistema
    GNU/Linux. Lo primero –la confusión con las
    licencias– puede causar desconánza entre los
    desarrolladores, que teman que su trabajo pueda ser finalmente
    reapropiado y privatizado, y lo segundo –las distribuciones
    GNU/Linux que añaden software no libre– tapona el
    desarrollo de opciones libres que reemplacen esas soluciones
    propietarias y se legitima software propietario como si por el
    hecho de funcionar bajo GNU/Linux fuese "menos propietario" y
    más aceptable. Por su parte, la Open Source Initiative
    (OSI) no ha
    ayudado mucho a aclarar este panorama. Surgió como
    propuesta de algunos hackers para acabar con una ambigüedad
    (free en inglés, significa "libre" pero también
    "gratis") y con un término que al parecer disuadía
    a las empresas, pero a cambio ha
    introducido otras tal vez peores: con el concepto open source
    ("fuente abierta") que proponen como sustituto a "software libre"
    se pone solo el acento en que el código fuente esté
    disponible, sin incidir en las otras dos libertades (poder copiar
    y poder redistribuir libremente). Es decir para solucionar una
    ambigüedad, se ha creado otra mayor.

    Otro problema derivado del troyano de la
    mercantilización son los agravios comparativos que pueden
    producirse entre hackers que cobran de multinacionales mucho
    dinero por el mismo trabajo y proyecto en que otros participan
    sin cobrar. También hemos citado el peligro de que las
    empresas marquen las prioridades de desarrollo y que se privatice
    el
    conocimiento. Esto último –la
    privatización del conocimiento– entronca con dos de
    los problemas más graves con el que se debe medir el
    software libre:

    1) la poca o nula disponibilidad de los fabricantes a
    facilitar información técnica relevante
    sobre sus dispositivos ni a fabricar drivers para GNU/Linux que
    permitan utilizar los nuevos dispositivos que van apareciendo
    en el mercado, y

    2) las patentes del software, como forma de
    privatización de las ideas, verdadera amenaza para el
    software libre, ya que obligan a esperar durante años a
    que expiren patentes de invención que son cruciales para
    poder utilizar determinados programas.

    Algunas de esos elementos, o varios combinados entre
    sí, podrían desmoronar la cooperación sin
    mando y, por tanto, la comunidad de software libre tal y como hoy
    la conocemos: y si no hay comunidad, no hay software libre; puede
    haber fuentes abiertas y públicas incluso, pero no
    software libre. Se hace pues cada vez más necesario un
    análisis
    político del software libre que lleve a una toma de
    postura política o, si se prefiere, a una apuesta
    ética que no ponga en primer lugar la conveniencia o la
    mera instrumentalización de si es mejor o peor que las
    opciones propietarias. Estamos ante un fenómeno que escapa
    claramente a los parámetros clásicos de la economía
    política y de la ideología: escapa a los
    parámetros ideológicos al uso, pues ni acaba de
    encajar en una visión antagonista –hay grandes dosis
    de pragmatismo y
    no existe una visión decididamente anticapitalista–
    y tampoco encaja en el neoliberalismo
    puro y duro –la libertad absoluta es un valor fundamental
    del movimiento, sí, pero no el único pues hay
    también principios éticos acerca de lo
    público, del apoyo mutuo y del acceso igualitario y
    horizontal a los recursos del conocimiento y en contra de la
    privatización del saber humano–. Es una nueva
    noción de bien público, no tutelado por el mercado
    ni por el Estado: es
    un nuevo espacio público no estatal. No hay duda de que un
    nuevo modelo de cooperación social productiva ha surgido
    en torno al software libre: falta saber lo que dará de
    sí esa comunidad, además de buenas herramientas
    informáticas, y si este nuevo paradigma podrá
    extenderse a otros sectores de la producción inmaterial.
    Estamos pues ante una verdadera contienda política, que no
    está ganada ni mucho menos, y que requiere
    determinación y apoyo al software libre y una lucha
    decidida contra las patentes de
    software y demás leyes sobre la propiedad intelectual
    que previsiblemente podrían detener su avance. (29) Me
    gustaría acabar citando unas palabras de los
    paleoantropólogos Carbonell y Sala, del proyecto
    Atapuerca, pues me parecen un magnífico colofón que
    de algún modo resume y explica dónde reside la
    singularidad y la potencia del software libre: "No es la
    humanización de la tecnología lo que debemos
    buscar, sino su socialización. No es posible humanizar algo
    que es exclusivamente humano. La socialización es lo que
    permite un crecimiento exponencial de las capacidades humanas."
    (30)

     

    9.
    Reconocimientos

    Sin la propuesta primero y la insistencia después
    de la Oficina 2004 de
    Barcelona para escribir esta introducción política
    al software libre, probablemente nunca me habría puesto a
    ello. Al primero que escuché explicar con claridad la
    diferencia entre el acercamiento ético y el
    pragmático al software libre fue a Jesús
    González-Barahona. Buena parte de las ideas expresadas en
    la sección "Desafíos e interrogantes" son fruto de
    mis frecuentes conversaciones con Marga Padilla, de quien tanto
    he aprendido a lo largo de muchas horas de hackin' –y de
    vida– compartidas durante estos tres últimos
    años. Agradezco también la atenta lectura que Luis
    Pueyo hizo de la versión preliminar de este
    artículo, cuyas críticas, comentarios y sutiles
    observaciones sin duda han mejorado el texto final.
    Por último, but not least, la confianza y el apoyo del
    CSOA el Laboratorio a la telemática antagonista me ha permitido
    aprender a socializar el conocimiento y ha demostrado que son
    posibles en un centro social okupado proyectos estables de
    autoproducción basados en nuevas
    tecnologías.

    Lavapiés, Madrid – Julio
    del 2000

    Miquel Vidal

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    Notas

    1. El empeño por crear procesos computacionales
    cada vez más mecanizados y "autoconstructivos" nos ofrece
    algunos ejemplos de esos límites, que son los de la
    lógica. Gracias al genial matemático Kurt
    Godel, se conocen bien algunos de esos límites en la
    noción de recursión, parte fundamental de la
    informática moderna. Uno de ellos es la irresolubilidad
    del "problema de la detención", que consiste en decidir,
    dado un ordenador arbitrario provisto de un programa y de unos
    datos
    arbitrarios, si llegará a detenerse o si quedará
    atrapado en un bucle infinito. Otro es la demostración de
    que ningún programa que no altere el sistema operativo de
    un ordenador será capaz de detectar todos los programas
    que sí lo hagan (por ejemplo, los virus).

    2. O sea, basado en dos estados, conocidos
    universalmente como "bits" (binary digits). La lógica
    binaria no es una limitación ontológica de las
    máquinas, de hecho algunos de los primeros ordenadores,
    como el eniac, operaban en base 10. Si los ordenadores se
    construyen con arquitectura biestable es porque resultan mucho
    más sencillos y baratos de fabricar que si ese mismo
    hardware estuviese obligado a instanciar diez estados
    distintos.

    3. A lo largo de este artículo usaré el
    término hacker no en el sentido massmediático y
    distorsionado de "pirata informático", sino en su
    acepción original, tal y como la define por ejemplo Eric
    Raymond: "Existe una comunidad, una cultura compartida, de
    programadores expertos y gurús de redes, cuya historia se
    puede rastrear décadas atrás, hasta las primeras
    minicomputadoras de tiempo compartido y los primigenios experimentos de
    arpanet. Los miembros de esta cultura acuñaron el
    término hacker. Los hackers construyeron la Internet. Los
    hackers hicieron del sistema operativo UNIX lo que es en la
    actualidad. Los hackers hacen andar Usenet. Los hackers hacen que
    funcione la www. Si tú eres parte de esta cultura, si
    tú has contribuido a ella y otra gente te llama hacker,
    entonces tú eres un hacker."

    4. Muchos programadores están descontentos con la
    comercialización de software de sistema.
    Esta puede permitirles ganar más dinero, pero les requiere
    sentirse en conicto con otros programadores en general en vez de
    sentirse como camaradas. El acto fundamental de amistad entre
    programadores es el compartir programas; Ahora se usan
    típicamente arreglos de marketing que
    en esencia prohíben a los programadores tratar a otros
    como sus amigos. El comprador de software debe escoger entre la
    amistad y la obediencia a la ley. Naturalmente, muchos deciden
    que la amistad es más importante. Pero aquellos que creen
    en la ley a menudo no se sienten bien con ninguna de las dos
    opciones. Se vuelven cínicos y piensan que la
    programación es sólo otra forma de hacer dinero."
    (R. Stallman, El Manifiesto GNU, 1985)

    5. Considero que la regla de oro me obliga
    a que si me gusta un programa lo deba compartir con otra gente a
    quien le guste. Los vendedores de software quieren dividir a los
    usuarios y conquistarlos, haciendo que cada usuario acuerde no
    compartir su software con otros. Yo me niego a romper mi solidaridad con
    otros usuarios de esta manera. No puedo en buena conciencia
    firmar un acuerdo de no divulgación –nondisclosure
    agreement– o un acuerdo de licencia de software." (R.
    Estallan, El Manifiesto GNU, 1985)

    6. Extraer dinero de los usuarios por un programa con
    base en la restricción del uso que se le dé es
    destructivo porque las restricciones reducen la cantidad y las
    formas en que el programa puede ser utilizado. Esto reduce la
    cantidad de riqueza que la humanidad deriva del programa. Cuando
    se opta deliberadamente por restringir, las consecuencias
    dañinas son destrucción deliberada. La razón
    por la que un buen ciudadano no utiliza estos medios
    destructivos para volverse más rico es que, si todos lo
    hicieran, podríamos empobrecernos todos por la
    destrucción mutua. Esta es ética kantiana; o la
    Regla de Oro." (R. Stallman, El Manifiesto GNU, 1985)

    7. Esta historia la narra con detalle el propio Stallman
    en "The GNU Operating System and the Free Software Movement",
    Open Sources. Voice from the open source revolution, O'Reilly
    & Associates, 1999.

    8. Hay varias traducciones no oficiales al castellano de la
    Licencia Pública General de GNU, por ejemplo en http://lucas.hispalinux.es/Otros/GPLes/GPLes.html. Puede
    leerse la versión original en inglés (única
    con valor legal) en
    http://www.GNU.org/copyleft/GPL.html.

    9. http://www.freebsd.org/copyright/

    10. El Proyecto Debian nació bajo los auspicios
    de la Free Software Foundation en 1993, con el objetivo de
    juntar la piezas GNU y construir un sistema operativo libre
    completo. Hoy día es un proyecto independiente de la FSF
    pero mantiene sus objetivos
    fundacionales, lo cual la hace totalmente singular dentro de las
    distribuciones GNU/Linux: es la única basada
    exclusivamente en software libre y es la única de carácter no comercial. Debian se mantiene y
    desarrolla de manera distribuida mediante la cooperación
    desinteresada de más de 300 hackers de todo el mundo y
    dispone de una comunidad de miles de usuarios coordinados a
    través de más de cincuenta listas de correo
    públicas extraordinariamente activas.

    11. http://www.netcraft.com/survey/

    12. Un caso paradigmático ha sido el archifamoso
    gusano LoveLetter (alias "ILoveyou"), que infectó a varios
    millones de ordenadores conectados a Internet a principios de
    mayo del 2000. Con un despliegue a partes iguales de
    sensacionalismo e ignorancia, las portadas de los medios de
    comunicación de todo el mundo se hicieron eco de este
    hecho como de un problema que ponía de Manifiesto una
    supuesta falta de seguridad de Internet. Ni ellos ni ninguno de
    los autodenominados expertos de empresas antivirus
    señalaron en ningún caso que el
    "peligrosísimo virus" era un sencillo script de menos de
    300 líneas escrito en VisualBasic, inocuo por tanto para
    las tres cuartas partes de los servidores de Internet, basados en
    sistemas UNIX. Para eludir toda responsabilidad, Microsoft insistía en que
    no se trataba de ningún error de diseño
    en sus aplicaciones. De ese modo y sin advertirlo, Microsoft
    estaba reconociendo implícitamente que el gusano "I love
    you" no explotaba agujero alguno, simplemente aprovechaba las
    facilidades inherentes a la concepción de Windows: es pues
    Microsoft, y no Internet, el que convierte los pc caseros en
    absolutamente inseguros y pone los datos de sus incautos usuarios
    al alcance del más inexperto script kiddy.

    13.
    http://lucas.hispalinux.es/Otros/catedral-bazar/cathedral-es-paper-00.html

    14. Nombre desafortunado para describir el
    fenómeno, pues la construcción de las catedrales
    góticas se debía a los compagnons, colectivos
    nómadas e itinerantes del tipo albañiles, carpinteros, herreros, etc. que
    las construían aquí y a allá, diseminando
    las obras, sin división entre trabajo manual e
    intelectual y con una planificación y construcción
    descentralizada y autónoma: "Al plano sobre el suelo del
    compagnon gótico se opone el plano métrico sobre el
    papel del arquitecto exterior a la obra." (Gilles Deleuze y
    Félix Guattari, Mil mesetas, Pre-Textos, 1988).
    Sería pues más exacto denominar "modelo
    pirámide" o "modelo rascacielos" al modelo
    jerárquico y planificado que describe Raymond en su
    artículo.

    15. En el plano de los procesos productivos y de las
    formas de mando sobre la cooperación social, algunas
    corrientes de pensamiento
    denominan posfordismo al conjunto de transformaciones que a
    partir de mediados de los años setenta conducen a la
    informatización de lo social, la automatización en las fábricas, el
    trabajo difuso, la hegemonía creciente del trabajo
    inmaterial, del general intellect y del llamado terciario
    (comunicativo, cognitivo y científico, performativo,
    afectivo) y la
    globalización de los procesos productivos.

    16. En los Grundrisse, texto que prefigura nuestra
    época con más de cien años de
    antelación, Karl Marx recurre
    al término general intellect (o "intelecto general") para
    designar el conjunto de los conocimientos abstractos (de
    "paradigmas
    epistemológicos", diríamos hoy), que, al mismo
    tiempo, constituyen el epicentro de la producción social y
    organizan todo el contexto de la vida. Un "cerebro" o intelecto
    general, basado en la cooperación y el saber abstracto,
    incluyendo el saber científico, que tiende a volverse, en
    virtud precisamente de su autonomía en relación a
    la producción, ni más ni menos que la principal
    fuerza
    productiva, relegando a una posición marginal al trabajo
    parcelizado y repetitivo de la producción
    industrial.

    17. De hecho, mucha gente va a programar sin
    absolutamente ningún incentivo monetario. La
    programación tiene una fascinación irresistible
    para algunas personas, generalmente para las mejores en el ramo."
    (R. Stallman, El Manifiesto GNU, 1985)

    18 . Ver por ejemplo el artículo de Juan Antonio
    Martínez, "Software libre: una aproximación desde
    la teoría de juegos", en Linux Actual, núm
    11.

    19. Los creadores del "dilema del prisionero" lo
    ilustraron así: dos personas detenidas y sospechosas de
    cometer un delito son puestas en celdas separadas e interrogadas.
    Cada uno es invitado a traicionar a su colega,
    convirtiéndose en un arrepentido. Lo que suceda depende de
    lo que hagan ambos prisioneros y ninguno sabe lo que ha dicho el
    otro. Si los dos se callan (es decir, si cooperan entre
    sí, según la teoría de juegos), serán
    condenados a una pena mínima de un año por falta de
    pruebas. Si se denuncian uno al otro (es decir, no cooperan entre
    sí, según la teoría de juegos)
    cumplirán una pena de tres años. Pero si
    sólo uno denuncia al otro, recibirá una recompensa
    (y quedará libre), mientras que su cómplice se
    pudrirá entre rejas durante cinco años. Ante este
    dilema –suponiendo que ambos están motivados por el
    interés racional y que no pueden hablarse para pactar
    entre sí– parece que la única opción
    racional es acusarse mutuamente para minimizar la pena
    (será liberado si su cómplice se calla y
    cumplirá tres años si habla; en cambio pueden
    caerle cinco años si calla y su cómplice habla). La
    opción más racional les hará acusarse
    mutuamente y recibir una pena mayor. A menos que el jugador sea
    un incauto, tendrá que descartar la solución
    más deseable para ambos –la cooperación (o
    sea permanecer callados)–. Este dilema sin salida ha vuelto
    locos a generaciones de teóricos de juegos, y solo con una
    variante llamada el "dilema del prisionero repetido", que
    consiste en poderlo jugar varias veces y observar el
    comportamiento del otro, encontraron una condición de
    salida.

    20. Ver la obra de Richard Dawkins El gen
    egoísta, publicado en su segunda edición
    en 1989. Especialmente relevante para este asunto es el
    capítulo "Los buenos chicos acaban primero".

    22. Todas las confusiones y parcialidades que aparecen
    en los artículos de Eric Raymond son típicos de su
    elección de la `política real' como principio de
    actuación en su activismo en pro del software libre. Un
    ejemplo de esta elección es haber cambiado con efectos
    retroactivos en sus artículos y conferencias el
    término software libre por open source. No discrepo de la
    noción de ser eficaz promoviendo el software libre. Pero
    me opongo a acciones que
    pueden resultar atajos válidos a corto plazo y causar
    perjuicios a la larga, ya que en estos casos, en la
    búsqueda de un éxito puntual, se opta por apoyar
    fenómenos esencialmente erróneos en lugar de
    combatirlos." (Franficois René Rideau, "Sobre los
    artículos de Eric S. Raymond", 1998)

    23. Es posible que a largo plazo triunfe la cultura del
    software libre, no porque la cooperación es moralmente
    correcta o porque la `apropiación' del software es
    moralmente incorrecta (suponiendo que se crea realmente en esto
    último, lo cual no es cierto ni para Linux ni para
    mí), sino simplemente porque el mundo comercial no puede
    ganar una carrera de armamentos evolutiva a las comunidades de
    software libre, que pueden poner mayores órdenes de
    magnitud de tiempo calificado en un problema que cualquier
    compañía." (Eric Raymond, "La catedral y el bazar",
    1997) 24"No hay escasez de músicos profesionales que sigan
    en lo suyo aunque no tengan esperanzas de ganarse la vida de esta
    forma. –…– Durante más de diez años,
    varios de los mejores programadores del mundo trabajaron en el
    Laboratorio de Inteligencia Artificial –del MIT– por
    mucho menos dinero del que podían ganar en otras partes.
    Ellos obtenían varios tipos de premios no monetarios: fama
    y aprecio, por ejemplo. Y la creatividad
    también se disfruta, es un premio en sí mismo."
    (Richard Stallman, El Manifiesto GNU, 1985)

    21. Juan Antonio Martínez, op. cit.

    25. Como no me gustan las consecuencias que resultan si
    todos acapararan información, debo considerar como
    erróneo que alguien lo haga. Específicamente, el
    deseo de ser recompensado por la creatividad de uno no justifica
    el privar al mundo en general de toda o parte de esa
    creatividad." (Richard Stallman, El Manifiesto GNU, 1985).
    10

    26. Un admirado hacker, que coordina un
    estratégico proyecto de software libre, me comentaba en
    privado recientemente que hasta hace un año se levantaba
    por la mañana y se ponía a escribir lo que le
    apetecía o si no le apetecía no escribía
    nada. Ahora, en su empresa, él sigue trabajando con
    software libre pero cuando se levanta por la mañana debe
    consultar su agenda y ponerse a escribir lo que le piden sus
    clientes. Aunque
    en ambos casos, antes y ahora, está produciendo software
    libre, la diferencia a su juicio es muy notable.

    27. Ver artículo de Aris Papathéodorou y
    Laurent Moineau, "Coopération et production immaterielle
    dans le logiciel libre", en el primer número de la revista
    Multitudes, marzo del 2000. Hay disponible una versión en
    línea en:
    http://www.samizdat.net/slut/textes/multficoopprod.html.

    28. No es solo una metáfora: un "troyano", en
    este contexto, sería un tipo particular de meme. El meme
    sería la idea del mercado como motor de la
    economía y dinamizador del software libre. En esa hipótesis, el troyano incorporado en el
    meme lo "vampiriza", se propaga con él, y acabaría
    reduciendo el software libre a una pieza más del gran
    supermercado global en que se está convirtiendo gran parte
    de Internet.

    29. Las leyes de propiedad intelectual han corrompido
    completamente las instituciones
    económicas, ya que muchas corporaciones dependen de un
    modo crucial del monopolio de
    la información, también en el origen de grandes
    fortunas, más que de la prestación de servicios
    reales. No deben realizarse compromisos con estas leyes, y debe
    lucharse contra su justificación, habitualmente
    errónea. Este es el principio fundamental de la
    filosofía del software libre. –…– Es
    difícil luchar contra prejuicios que sirven para
    justificar enormes intereses financieros, por supuesto. Hace
    falta ser muy estricto precisamente porque la tarea es muy dura."
    (Francois René Rideau, "Sobre los artículos de Eric
    S. Raymond", 1998)

    30. Eudald Carbonell, Robert Sala, Planeta humá,
    Editorial Empúries, 2000.

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