- Descripción de la
Orquídea Rodriguezia leeana - Hábitos de
nidificación - Sitios de
nidificación - Características de los
nidos - Nidificación
- Estructura de los nidos de
Euglossa nigropilosa - Lugares de
nidificación - Arreglo de las
celdas - El papel de las abejas en la
estabilidad de los ecosistemas - El papel de las abejas en
el proceso de polinización - Interacciones y estabilidad de
las comunidades vegetales-animales - Introducción de las
abejas en sistemas agroforestales - Las
orquídeas - Tallos y
hojas - La flor
- La
polinización - Ecología
- Usos
Las Orquídeas cumplen un papel importante en el
ecosistema por
cuanto son plantas sumamente
evolucionadas e indicadoras de paleoambientes en el caso del
género
Cattleya. En la Reserva de la Planada no se han hecho estudios
profundos sobre el tema de los polinizadores en Orquídeas;
sin embargo se han realizado trabajos en otras áreas como
sistemática vegetal, en la que se realizó un
inventario
florístico de las plantas con flores de dicha
zona.
En cuanto a la polinización de las
Orquídeas no se reportan estudios en el área que
presten soporte a la presente investigación.
La razón del presente proyecto, es
conocer los polinizadores (las abejas) de la especie de
Orquídea Rodriguezia leeana, pues no se conoce con
exactitud las especies que la polinizan siendo de gran
importancia debido a que permite conocer y mantener las
poblaciones naturales tanto de las orquídeas como de las
abejas en la reserva.
Además suministrar información sobre densidad o grado
de abundancia, hábitat
y distribución altitudinal de las especies de
abejas registradas.
PALABRAS CLAVES: Rodriguezia leeana; Abejas;
Polinización; nidificación; Néctar;
Euglossina; Euglossa; Celdas; Ecosistema; Interacción; Orquídeas.
Uno de los ejemplos más interesantes y
extraños de engaño, en trampas y
manipulación de los polinizadores se encuentran las
orquídeas que son polinizadas por abejas euglosinas
machos. Los machos de estas abejas son atraídos por el
olor producido por estas flores. La abeja no encuentra alimento
si no que recoge en la superficie la flor las sustancias
químicas que se componen el olor.
Estas abejas visitan otras flores que producen
néctar para procurarse el alimento. Al visitar las flores
que produce el arma se posan en ellas frotan la superficie y
absorben las sustancias químicas con unas almohadillas
provistas de pelos que tiene en sus patas delanteras.
Después de cerca de un minuto se lanzan al vuelo
y exudan las sustancias de los pelos y las pasan a las tibias
traseras aprisionados los pelos entre las tibias y los
fémures del par medio de patas. Al efectuar este proceso de
pasar estas sustancias aromáticas a las tibias traseras,
ocurre la manipulación de la abeja por la
orquídea.
Descripción de la orquídea
Rodriguezia leeana
Autores de su nombre: H. Ruiz & J.A. Pavon, FL.
Peruv. Et chil. Prodr.115.1794.
Etimol: dedicado a M. Rodríguez, botánico
español,
se distribuye en América
tropical
Epifita pequeña que crece sobre arbustos en borde
de caminos o zonas abiertas con pseudobulbo pequeño
terminado en una o dos hojas. Inflorescencia basal con pocas
flores; flor mediana de color vede claro
o blanco sépalos laterales unidos y formando una especie
de estolón curvo dirigido hacia atrás;
sépalo dorsal y pétalos semejantes, lávelo
basalmente estrecho, apicalmente ensanchado y con dos
lóbulos redondeados, columna con aletas laterales hacia el
ápice, polínios dos, estipitados y visidio.
Hábitos de
nidificación de las abejas
Se conoce muy poco sobre los hábitos de
nidificación de las euglosinas (Dressler, 1982; Young,
1985; Garófalo, 1992) ya que los nidos de estas abejas no
se encuentran fácilmente; existen datos solo para
aproximadamente el 15% de las especies (Dressler, 1982;
Garófalo et al., 1993). Dentro del género
Euglossa, la nidificación se caracteriza por
incluir principalmente resinas vegetales como material de
construcción (Sakagami et al., 1967; Zucchi
et al., 1969). Los nidos pueden ser desde ocultos hasta
aéreos (Zucchi et al., 1969a).
En el grupo de
especies bursigera y cybelia los nidos aéreos de resina
pueden ser elipsoides, esferoides aplanados o en forma de gota
invertida, unidos a tallitos o en el envés de las hojas
(Dodson, 1966; Dressler, 1978; Otero Eberhard, 1989).
Especies del grupo "Piliventris" se destacan por hacer
nidos en cavidades (Dressler, 1982), las cuales pueden ser de muy
variados tamaños y formas. Sin embargo, Euglossa
ignita construye cavidades en masas de musgos y raíces
de helechos para hacer sus nidos (Dodson, 1966). De forma
similar, E. viridisigma y los grupos de
especies purpúrea y cordata, nidifican en cavidades
ocultas (Dodson, 1966; Sakagami et al., 1967; Zucchi et al.,
1969a) bajo el suelo, en nidos
de termitas, madrigueras de Xylocopa spp.
(Garófalo, 1992), segmentos de bambú y en otras
cavidades aéreas artificiales.
Además, varias especies fabrican sus nidos en
frutos secos de cacao (Young, 1986; Olsen, 1988). Las cavidades y
otros sitios de anidamiento son forrados con resina y las celdas
usualmente son construidas de manera agrupada en una masa
irregular. Se ha observado la reutilización de las celdas
viejas en E. interfecta (Zucchi et al., 1969b) y en
Eulaema nigrita (Santos & Garófalo,
1994).
Euglossa nigropilosa Moure fue descrita de unas
abejas procedentes de Tunguragua (Ecuador),
colectadas a una altitud entre 700 y 1400 m por el Dr. C. H.
Dodson quien reporta la especie como visitante de Costa
laevis (Costaceae); los machos fueron colectados con
polinarios de las orquídeas Stanhopea florida,
Sievekingia jenmani, Rodriguezia leeana,
Cycnoches egertonianum y Gongora grossa (Moure,
1965).
En Colombia, E.
nigropilosa se distribuye en la zona Andina y existen
colecciones para Antioquia y Nariño (Bonilla, 1991). La
Reserva Natural La Planada es la localidad de mayor altitud para
el género (1800 m), y el registro a mayor
altitud para nidos de euglosinas.
Este trabajo
describe la estructura de
los nidos de E. nigropilosa en la Reserva Natural La
Planada.
Esta especie construye nidos en cavidades preformadas, Y
cubre con resina los sitios que están en contacto directo
con el exterior. El tamaño de los nidos depende de la
cavidad en la que esté construido. Siete de los nidos
estaban escondidos en cavidades aéreas preformadas, el uno
(D) se encontraba semiexpuesto.
A pesar de estar los nidos en sitios protegidos, las
abejas construyeron involucro, (Pared de resina que limita la
cavidad interna del nido y que cumple una función de
protección). Las cavidades en ocasiones no tenían
un limite fijo (B, E, y A). Es notable que todos los nidos
estuvieran asociados a construcciones humanas entre 0.5 y 3 m del
suelo.
Los nidos de las abejas se componen de resina y limitaba
con tablas por debajo y por el frente, por una viga de madera en el
lado izquierdo y por un involucro resinoso de forma
semiesférica que fue retirado para estudiar la parte
interna del nido. Había un grupo de celdas dispuestas en
diferentes direcciones que dejaban cavidades por donde
transitaban las abejas.
En la parte frontal del nido se encontraban dos
orificios redondos de entrada, uno arriba y otro abajo en los
espacios entre la viga del techo y la tabla frontal. Las
dimensiones del nido fueron: 6.7cm de ancho por 9.7 cm. de altura
y 4.3 cm. desde la celda más externa hasta la tabla de en
frente; la entrada tenía un diámetro de 0.6
cm.
Además se forman segmentos en forma de
triángulo rectángulo de 6.2 cm. de base por 12.2cm
de alto, el cual en ocasiones contaba con una apertura de salida.
La cavidad tenía una profundidad de 5.2 cm. Esta cavidad
contenía una agrupación compacta de celdas de
resina que medía 1.4 x 1 cm. En la parte inferior de la
cavidad había depósitos de residuos de la actividad
de las abejas. Tenía 22 celdas activas, de las cuales
cuatro estaban en construcción. Se encontraron ocho
adultos.
Las partes laterales del nido eran de resina y
presentaban una entrada a cada lado; estas entradas eran cerradas
en las horas de la tarde y reabiertas en la mañana. Sus
dimensiones eran de 3.3 cm. de largo x 2.1 de alto x 2.3 de
ancho. En su interior había cuatro adultos.
Kimsey (1987) plantea una hipótesis filogenético para los
géneros de Euglosinas basándose en caracteres
morfológicos. Las especies que construyen nidos, y que
podrían desarrollar actividades sociales, pertenecen a los
géneros Eufriesea, Euglossa y
Eulaema. Tomando como base las relaciones
filogenéticos de estos tres géneros, y los datos
sobre características de nidificación en euglosinas
que presentan (Zucchi et al. 1969), se discutirán las
características de los nidos de E. nigropilosa y se
presentarán hipótesis para la
aparición de las diferentes características de
nidificación dentro de los euglosinos.
Estructura de los
nidos de Euglossa nigropilosa.
Orificio de entrada: La entrada a los nidos de E.
nigropilosa consiste de un orificio circular en una pared de
resina que es construida tapando el acceso a la cavidad interna
del nido; está cerrado durante las noches. En E.
nigropilosa existe la tendencia a desarrollar este tipo de
entradas. Tan solo el nido E no lo presentó, quizás
por motivos similares a los que causan que este nido no
tenga
Involucro. Este es un comportamiento
común en el género Euglossa. E.
ignita y E. cordata cierran la entrada (Roberts &
Dodson, 1967; González & Gaiani, 1990).
Involucro: Muchas de las cavidades internas de nidos de
euglosinas no están limitadas por ninguna
construcción realizada por sus ocupantes, ni por
involucros, pero los nidos aéreos expuestos de algunas
Euglossa spp., que no están limitados más
que por paredes de resina, serían
arquitectónicamente los más avanzados (Zucchi et
al., 1969). Otro caso es el de nidos construidos en el interior
de cavidades cerradas sobre el suelo (Zucchi et al., 1969a;
Zucchi et al., 1969b; Garófalo, 1985, 1992;
González & Gaiani, 1990). Los nidos de
E. nigropilosa son intermedios entre los dos
extremos anteriores, ya que aunque son realizados en cavidades
preexistentes, presentan una pared de resina que limita el
espacio interno del nido. El carácter facultativo de la
construcción de este involucro muestra las
dificultades que implica el desarrollo de
nidos totalmente expuestos, ya que en éstos se genera un
gasto energético considerable, mientras se construye la
cavidad de nidificación, antes de iniciar las
posturas.
No sucede así en nidos construidos en cavidades
preexistentes, donde la construcción de celdas de
cría puede ser inmediata, y según la cavidad pueden
llegar a coexistir un número relativamente alto de hembras
adultas, aun sin la construcción de un involucro. La
presencia de involucros en algunos de los nidos de E.
nigropilosa puede limitar el ataque del parasitoide
Monodontomerus argentinus (Otero, 1995a, 1995b), o
proteger de ataques de depredadores como
arañas.
Las abejas tropicales utilizan diferentes tipos de
lugares para hacer sus nidos. Pueden ir desde la
excavación de nidos subterráneos con muchos
túneles que terminan en celdas para la cría, o la
apertura de agujeros en la madera como los hechos por
Xylocopa spp., así como la apertura de orificios en
plantas herbáceas con tallos huecos como los hechos por
las abejas lodalpinas (Michener, 1974).
Las abejas también pueden construir estructuras
aéreas de materiales
cerosos o resinosos, o vivir dentro de cavidades preformadas que
pueden ser subterráneas, en la superficie del suelo o
aéreas tales como nidos de otros insectos o aves,
madrigueras de mamíferos entre otras. Durante el presente
estudio nunca se observó algún nido en el bosque
Las euglosinas pueden tener arreglos desde sus celdas
que van desde celdas organizadas en forma irregular, hasta celdas
en panal, pasando por celdas en contacto estrecho, celdas dentro
de un involucro y celdas en serie (Zucchi et al., 1969a). Este
autor presenta una secuencia hipotética de pasos que
conducirían a la aparición de esta
característica. Combinando esa información con la
hipótesis de (Kimsey 1987) planteo una hipótesis
sobre la aparición de las preferencias de
nidificación en euglosinas. Es de esperar que el ancestro
común de las euglosinas habría tenido celdas con un
arreglo irregular (Zucchi et al., 1969a). Las celdas en
contacto.
El papel de las abejas
en la estabilidad de los ecosistemas
En los últimos tiempos se ha establecido que las
actividades humanas agotan los recursos
naturales, hasta el punto de alterar la composición y
la dinámica de los ecosistemas.
No obstante, las consecuencias de estos fenómenos no
podrán conocerse en el corto plazo (Bawa, 1990). La
capacidad que tengan las especies de fauna y flora de
adaptarse a estos cambios es incierta, lo cual podría
incluso llevar a la extinción de algunas de
ellas.
Estos cambios están asociados con usos
inadecuados de la tierra como
la intervención de terrenos no apropiados para
prácticas agrícolas, la utilización
indiscriminada de plaguicidas, la introducción irracional de especies no
nativas, el cambio
climático, las expansiones urbanísticas, entre
otros (Monge, 2001; Blanche, 2003). A nivel del ecosistema, las
acciones
antropogénicas han provocado la fragmentación de
los hábitat; esto ha deteriorado la frágil
relación entre plantas y polinizadores.
El
papel de las abejas en el proceso de
polinización
De la polinización depende el éxito
reproductivo de las plantas y por tanto la disponibilidad de
semillas viables y sanas que permitan la regeneración
natural de los bosques (Monge, 2001). Las abejas representan el
grupo más importante dentro de todas aquellas especies que
sirven como polinizadores, Incluyendo otros insectos,
mamíferos y aves (Bawa, 1990).
Las especies de abejas sin aguijón son abundantes
en las regiones tropicales y subtropicales del mundo y comprenden
uno de los grupos de insectos más diversos e importantes.
Poseen una organización social, viven en colonias
permanentes y se multiplican a través de enjambres, lo que
posibilita reclutar muchos individuos de una misma colonia cuando
se tienen las suficientes fuentes de
alimento. Pueden ser responsables del 40-90% del éxito
reproductivo de las plantas que tienen flor (Brilhante y Mitoso,
1997). Según (Araujo, 2004), 40-90% de las plantas que
componen los bosques en Brasil y 33% de
las plantas presentes en la mata atlántica, son
polinizadas por abejas sin aguijón (Araujo et al,
2004).
Según Bawa, 51,9% de las especies de dosel y
38,6% de las especies del sotobosque son polinizadas por abejas
(Bawa, 1990). Se conocen cerca de 400 especies de abejas, de las
cuales más de 300 se encuentran en América (Monge,
2001). Alrededor de la mitad de las 1000 especies de plantas que
son cultivadas en los trópicos para alimento, producción de especias y medicinas, son
polinizadas por abejas.
Por añadidura, cuando los sistemas
agroforestales están bien implementados se incrementan los
beneficios ofrecidos por estos insectos, ya que las abejas
producen más miel bajo condiciones de equilibrio
ecológico y multifloral (Monge, 2001). Las abejas sin
aguijón se han utilizado ya en forma experimental para la
polinización de cultivos al aire libre y bajo
condiciones de invernadero. En el Japón,
Nannotrigona testaceicornis se ha utilizado para
polinizar la fresa; en Costa Rica,
Trigona (Tetragonisca angustula) para polinizar la
Salvia farinacea; en México,
Partamona bilienata para polinizar corcubitáceas; y
en Australia, especies de Trigona para la
polinización de la macadamia (Monge, 2001).
Interacciones y
estabilidad de las comunidades vegetales-animales
La investigación sobre restauración de
áreas degradadas por perturbaciones antrópicas se
ha enfocado en particularidades del establecimiento, tales como
el diseño
de los proyectos de
reforestación y el costo-efectividad
de los proyectos.
Las dinámicas de las áreas restauradas
raramente se han considerado en periodos prolongados de tiempo. Sin
embargo, son estas dinámicas las que determinan si los
esfuerzos para el reestablecimiento de especies en zonas de
perturbación antrópica pueden llegar a ser
efectivas (Bawa, 1990).
La estabilidad de las comunidades se afecta fuertemente
por la especialización de algunas interacciones
planta-polinizador. Algunas especies vegetales del bosque
húmedo tropical son muy especializadas en sus
requerimientos de polinización: el higo (Ficus
sp.), por ejemplo, es polinizado por solo una especie de
avispa Pegoscapus sp. (Bawa, 1990; Pereira et al,
2000). La alta especificidad está correlacionada con la
riqueza de especies en varios niveles taxonómicos (Bawa,
1990). Ficus es el género más grande de
la familia
Moraceae. Localmente, Ficus tiene un mayor
número de especies que cualquier otro género de
esta familia.
En el neotrópico, muchos géneros de las
familias Annonaceae, Lauraceae y Rubiaceae
exhiben alta especificidad y una considerable riqueza de
especies. Cerca de 250 de estas especies están adaptadas
para ser polinizadas por abejas sin aguijón, por ejemplo,
café,
aguacate, ajo, cebolla, mango, pepino, tomate, papa,
yuca, zanahoria, entre otros (Brilhante & Mitoso, 1997). La
deforestación amenaza el papel que las
abejas ejercen en la polinización de las plantas con flor
(Monge, 2001).
Los árboles
son esenciales para la sobrevivencia de las abejas, éstos
proveen sitios para la anidación y materiales para la
construcción de las colonias (resinas), además se
elimina o reduce la disponibilidad de especies que proveen comida
a las abejas en estado larval,
tales como frutos podridos (Blanche, 2003). El aislamiento
espacial, provocado por esta fragmentación, se incrementa,
mientras que los rangos de vuelo de los polinizadores se
mantienen iguales, por estas razones se reducen el número
de colonias de abejas y la polinización. La
fragmentación de los bosques evita que los insectos puedan
moverse libremente, lo que reduce la disponibilidad de especies
de plantas que proveen de néctar y polen (Monge, 2001).
Introducción de las abejas en sistemas
agroforestales
La capacidad que poseen algunas comunidades de abejas
para incrementar la producción de frutos, así como
para elaborar productos de
usos múltiples como miel, polen o cera, hacen atractiva su
implementación en sistema
agroforestales.
Algunas especies de abejas participan de estos tipos de
especialización en la polinización. Muchas especies
de orquídeas del neotrópico, por ejemplo, son
polinizadas por machos de abejas del género
Euglossine. Cada especie de
Orquídea puede ser visitada por solamente una o
dos especies.
Similarmente, la mayoría de las 20 especies de
Dalechampia (Euphorbiaceae) son polinizadas solo por las
obreras de las abejas Euglossine (Bawa, 1990).
El ciclo de vida
de la avispa está íntimamente ligado con el ciclo
de la inflorescencia de la especie de Ficus que es
polinizada. Muchas especies de avispas Aganoideas
polinizan solo una especie de Ficus, lo cual se mantiene
por la respuesta de la avispa a una señal emitida por la
planta a través de una feromona. La hembra de la avispa
entra y poliniza la flor femenina de la planta cuando cruza por
una estructura floral similar a un túnel estrecho, llamado
ostiolo, el cual se cierra luego de que la avispa entra.
Sin embargo, ella también oviposita en los ovarios de la
planta. Luego, tanto las larvas de la avispa como las semillas de
la planta se desarrollan por varias semanas. Los machos de la
avispa eclosionan primero y fertilizan a las hembras que se
encuentran aún en el huevo.
Las flores masculinas de la planta están maduras
para entonces, y las avispas adquieren así polen para ser
dispersado. Finalmente, los machos de la avispa abren agujeros
con sus mandíbulas en el ostiolo, permitiendo a las
hembras de su especie dispersarse y buscar una nueva flor
receptiva.
La ruptura de estas interacciones influencia la
estabilidad de dos maneras. Primero, el efecto puede ser directo:
por ejemplo, la pérdida de uno de los participantes de la
interacción conduce a la extinción del
otro.
El efecto también puede ser indirecto: la
pérdida de especies de higos (Ficus) y de las
especies de avispas que las polinizan produce la pérdida
de especies que no polinizan, pero parasitan las especies
polinizadas, este es el llamado efecto de dominó, que
puede extenderse en gran parte de la comunidad,
dependiendo del número de especies que interactúan
y de lo estrecho de las relaciones (Bawa, 1990). Se espera que
las fluctuaciones poblacionales de las especies que
interactúan en los mutualismos, y que proveen fuentes de
hábitat o alimento cuando otras están escasas o no
disponibles, tengan efectos drásticos en la comunidad. Los
higos, por ejemplo, son una de esas fuentes fundamentales porque
proveen frutos y alimento a un gran número de primates y
pájaros cuando no existe abundancia de otros
frutos.
Así la ruptura del sistema de polinización
específico de los higos trae consecuencias en la propia
especie, las avispas que lo polinizan y, también, en un
largo segmento de la comunidad frugívora.
Los hábitats aislados y pequeños pueden
disminuir las poblaciones de otros polinizadores durante algunas
épocas del año. Se sabe que los murciélagos,
consumidores de néctar y de hábitos nocturnos, y
las polillas estacionales, usan fuentes alimenticias de distintos
hábitats, donde se involucran diferentes tipos de vegetación, separados por varios
kilómetros (Bawa, 1990). Claramente, las interacciones
planta-polinizador pueden romperse en estos casos. Las
consecuencias para las plantas pueden no ser solamente la
disminución del rendimiento reproductivo, sino
también la alteración de los patrones del flujo de
genes vía polen y semilla (Bawa, 1990). La endogamia
resultante puede además reducir la producción de
frutos (Bawa, 1990).
El efecto de la fragmentación del bosque en las
interacciones planta-polinizador debe asumir especial
significancia en los esfuerzos que se realizan para conservar la
biodiversidad.
La fragmentación extrema y el aislamiento de
hábitats pueden afectar drásticamente este tipo de
interacciones por lo cual es importante reconocer el papel de las
abejas nativas en estas dinámicas e implementar mecanismos
que permitan mantener el equilibrio de los ecosistemas en el
bosque húmedo tropical.
Las orquídeas son plantas que los
botánicos incluyen en las Monocotiledóneas, gran
grupo que engloba a familias muy importantes que tienen en
común que las semillas al germinar sólo forman un
único monocotiledón. Dentro de las
monocotiledóneas pertenecen a la familia Orchidaceas, una
de las familias botánicas en las que se incluyen algunos
de los vegetales más evolucionados.
Las orquídeas han llegado a un enorme grado de
complejidad en lo referente a la polinización y
germinación de las semillas, de manera que estas plantas
tienen una dependencia enorme de otros organismos, como los
insectos y los hongos, con los
que han establecido asociaciones biológicas complejas y
muy especializadas. Tanto es así que incluso
podríamos preguntarnos que sentido tienen estos mecanismos
tan complejos, cuando otras plantad realizan esas mismas funciones de
manera más simple y probablemente eficiente.
Quizás este sea uno de los motivos que haga a
este grupo tan fascinante, no sólo para el biólogo
o el aficionado a las orquídeas, sino también para
cualquiera que tenga la suerte de poder
contemplarla; pues aunque las flores de las orquídeas
europeas no presenten el exotismo y la vistosidad de sus hermanas
tropicales, no por ello dejarán de sorprendernos cuando
las observamos en la naturaleza.
Quizá debido a todas las ventajas adaptativas que
poseen las orquídeas, es por lo que son unos buenos
colonizadores y su distribución es cosmopolita, es decir,
se encuentran repartidas prácticamente por todo el mundo;
sólo están ausentes en la Antártida, algunas islas y en los
más áridos desiertos.
Se estima que el número de especies de la familia
Orchidaceae puede ascender hasta las 30.000, pues
prácticamente todos los años se descubren nuevas
especies, Limneo (siglo XVIII) describió unas 100
especies, y en la actualidad el número de especies
silvestres conocidas oscila entre 18.000 y más de 20.000
que se en 750 a 1.000 géneros. Es con diferencia la
familia del Reino Vegetal que agrupa a un mayor número de
especies y de híbridos naturales; y a pesar de ello no
predomina en la vegetación ni excluyen a otras especies.
La mayor diversidad pueden encontrarse en regiones tropicales ,
mientras que en Europa, aunque no
están muy bien representadas, podría costar trabajo
creer que existen unas 120 especies de orquídeas incluidas
en 36 géneros y además son precisamente los
países mediterráneos los más ricos en
orquídeas del Continente, aunque algunas muy bellas son
exclusivamente de la zona norte.
Las orquídeas son plantas herbáceas,
perennes, sus tallos generalmente tienen capacidad de almacenamiento de
agua; en la
base presentan rizomas o tubérculos que quedan enterrados
durante los periodos desfavorables para la floración, pero
que podrán desarrollar nuevas plantas cuando las
condiciones ambientales sean adecuadas, pues son órganos
de reserva de agua y nutrientes. En general estos dos
tubérculos no se forman simultáneamente, sino que
uno es más viejo, el que ha dado lugar a la planta, y que
acaba por arrugarse; y el oro, de menor
tamaño, irá creciendo y será el encargado de
florecer en la primavera siguiente.
En algunas de nuestras orquídeas en vez de
tubérculos podemos encontrarlas de dos pseudobulbos, y en
otras, raíces rizomatosas. En general, nuestras
orquídeas presentan un tallo erecto que oscila entre los
20 y 50 cm. de longitud, aunque con frecuencia encontramos
especies que alcanzan los 60-70 cm. Las hojas poseen
nerviación paralela como es característico en las
Monocotiledóneas, son enteras y con formas diferentes
según las especies, aunque generalmente son más
largas que anchas; pueden ser gruesas o algo carnosas para
almacenar agua; se disponen en el tallo de forma alterna, distica
o en espiral, y frecuentemente forman una roseta basal
laxa
Las orquídeas que viven en nuestro país, y
las europeas en general, presentan unas flores relativamente
pequeñas en relación con las más
espectaculares tropicales. Al ser menos llamativas, se suelen
agrupar en inflorescencias (espigas, racimos, panículas, o
umbelas) haciendo que la planta en conjunto sea mucho más
espectacular, sobre todo en aquellas en que las flores se agrupan
densamente. En esta familia, la flor, se dispone en la axila de
una bráctea, presentan una gran diversidad de formas. Sin
embargo, existen una serie de caracteres comunes; son flores
zigomorfas y poseen dos verticilos, uno externo y otro interno,
cada uno de ellos con tres piezas florales o tépalos, en
general coloreados, que forman el periantio.
La pieza central del verticilo interno suele estar
lobulada y ser de mayor tamaño, coloración y
vistosidad que las demás, pues su función es actuar
como reclamo y lugar de "aterrizaje" del insecto polinizador; a
esta pieza se le llama lávelo, y frecuentemente tiene en
su base una bolsita o espolón. La mayoría de las
orquídeas son bisexuales, es decir la misma flor posee
órganos femeninos y masculinos, y aunque esto sea
así, lo normal es que la flor posea mecanismos para
asegurar que la fecundación ocurra entre dos plantas
diferentes.
Las Flores de las orquídeas han desarrollado los
sistemas de polinización más complejos del reino
Vegetal. Casi la mitad de las especies de orquídeas son
polinizadas por abejas; polillas, mariposas, moscas, hormigas,
escarabajos, colibríes, murciélagos y ranas;
incluso muchas de ellas se han especializado en ser polinizadas
por una única especie de insecto.
Nuestras orquídeas están adaptadas exclusivamente a
la polinización por insectos; por ello, para aumentar la
atracción han ido modificando la estructura del ginostemo
y la forma de la flor durante muchos siglos de
coevolución. Además del lávelo, el
néctar es otro reclamo más, suele depositarse en el
fondo de bolsas o espolones cuya longitud y entrada, justo
delante del ginostemo, limita el acceso sólo a
determinados polinizadores.
Los mecanismos de los que se valen nuestras orquídeas para
llevar a cabo con éxito la fertilización de sus
flores son muy variados, y podrían resumirse en obligar al
insecto a adoptar una posición en la cual las polinias se
adhieran a su cuerpo, y en segundo término que éste
ponga en contacto a las polinias con los estigmas de otra
flor.
El hábitat de las orquídeas europeas, y en
general las de zonas templadas y frías, es siempre el
suelo; cosa que no ocurre en la mayoría de las especies
exóticas, que son rupícolas y epifitas. Algunas
incluso son parásitas o saprofitas, pues carecen de
clorofila, y en ellas las hojas están reducidas a
pequeñas escamas. Nuestras orquídeas las podemos
encontrar a diferentes altitudes y en distintos tipos de
hábitat (prados, bosques, zonas encharcadas) dependiendo
de la especie que consideremos.
A pesar del alto número de especies, las
orquídeas tienen muy pocos usos. Sin duda el más
importante es el ornamental, como flor cortada o viva. El cultivo
de orquídeas es la base de una industria de
floricultura que alcanza su máxima importancia con las
especies tropicales, generando enormes sumas de dinero por el
alto precio que
adquieren los nuevos híbridos o ciertos ejemplares
exóticos.
Pero todo este interés,
junto con la destrucción o alteración de los
ecosistemas en los que viven las orquídeas, ha derivado en
que al menos unas 5.000 especies en el mundo se hallen en peligro
de extinción.
Afortunadamente, la legislación actual protege a
muchas especies de orquídeas frente a la
recolección y su comercio; lo
que unido a las técnicas
de propagación vegetativa y a la declaración de
muchos enclaves como Espacios Naturales Protegidos, están
ayudando a la conservación de las
orquídeas.
Por todo ello se recomienda que se las admire en el
campo, se las conozca y las respete, pero que no las
recolecte.
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Guerly Muñoz Motta
Bibiana Maria Bonilla Hernández
Bibian Acosta
Carolina Romero
Facultad de ciencias.
Universidad del Tolima
República Colombia
17 DE NOVIEMBRE DE 2005