- Resumen
- Objetivos
- Fundamentos
Teóricos - Metodología
- Análisis
de los resultados - Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
- Anexos
La presente investigación se desarrolló con la
finalidad de determinar la percepción
que tiene una muestra de
adultos mayores del estado de su
aprendizaje, sus principales preocupaciones y necesidades en este
sentido, así como evaluar la relación existente
entre el potencial de aprendizaje y su percepción de este
proceso, por
la trascendencia social que implica esta etapa de la vida en los
momentos actuales. Es importante señalar el valor
científico que reviste conocer las particularidades del
aprendizaje de este grupo
etáreo, lo cual permitirá accionar adecuadamente en
los proyectos de
atención a la tercera edad. Con este fin se
empleó un conjunto de técnicas
que permitieron analizar los resultados obtenidos entre ellas: la
técnica de los refranes, la encuesta,
la memoria de
las diez palabras de A. R. Luria y observaciones participativas
de las actividades desarrolladas por el adulto mayor en la
Universidad, a
una muestra de treinta y un sujetos de ambos sexos, mayores de
cincuenta y cinco años, con diversidad de nivel cultural,
capacidades y características individuales, jubilados del
municipio Sagua la Grande, en la provincia de Villa
Clara.
De este modo caracterizamos las necesidades de
aprendizaje y la percepción de este proceso desde el
adulto mayor. Los resultados obtenidos en este estudio indican
que no existen pérdidas o deterioros significativos en las
capacidades psíquicas del adulto mayor y que sí
existen necesidades de aprendizaje en la tercera edad.
También se ofrecen recomendaciones que pueden
resultar de utilidad para
ofrecer una atención más integral a las personas de
la tercera edad y para el desarrollo de
futuras investigaciones
científicas en este campo.
Palabras Claves: Adulto Mayor, Envejecimiento
Poblacional, Educación
Popular, Aprendizaje.
La vejez en el
presente siglo como fenómeno especial de la vida humana,
evoluciona impetuosamente. El hombre de
edad se ha convertido en una figura importante en la estructura
social.
Nuestra época se ha caracterizado por los avances
de la ciencia y
los progresos sociales, que han originado un aumento de la
esperanza de vida de la población.
La esperanza de vida de un individuo de
hoy, es el doble de lo que era a mediados del siglo xviii. Esto
significa que la proporción de ancianos está
incrementándose progresivamente, produciéndose al
mismo tiempo un
envejecimiento de la población. Hablamos no sólo
del envejecimiento del individuo, sino también del
envejecimiento de la sociedad.
Las tendencias demográficas del desarrollo
poblacional muestran un aumento paulatino de la proporción
de personas con un notorio envejecimiento en la mayoría de
los países del mundo, teniendo consecuencias de largo
alcance en la vida social y económica. Esto tiene su
razón fundamental en el aumento de la expectativa de vida
en los seres humanos y, primordialmente, en la disminución
de tasas de natalidad.
El aumento de la longevidad determina que la mayor parte
de los países desarrollados y algunos como el nuestro, en
vías de desarrollo, exhiban una expectativa de vida al
nacer superior a los 60 años, mientras se incrementa una
tendencia decreciente a la fecundidad, lo cual ha variado en
forma notable la pirámide poblacional en el
planeta.
Los importantes avances sociales, técnicos y
científicos, han permitido que ese aumento de la esperanza
de vida posibilite en un futuro cercano (año 2025) una
población de más de 1000 millones de personas de 60
años, y también que por primera vez en la historia de muchos
países, los ancianos sean más numerosos que los
jóvenes.
El envejecimiento no es un fenómeno exclusivo de
las sociedades
modernas, sino que ha estado presente en todas las etapas del
desarrollo social, siendo de interés
para la filosofía, el arte y la
medicina de
todas las épocas. Sin embargo, durante el presente siglo
asistimos a una situación singular, más y
más personas sobrepasan las barreras cronológicas
que el hombre ha
situado como etapa de la vejez, que convierte al envejecimiento
poblacional en, quizás, uno de los retos más
importantes para las sociedades modernas.
En la realidad demográfica de nuestra nación
se pueden apreciar importantes cambios. El 12 % de la
población cubana tiene más de 60 años y las
proyecciones apuntan a que este grupo poblacional se
incrementará al 21 % en el 2025. La esperanza de vida
está en 75,48 años para ambos sexos, 73,5 para los
hombres y 77.51 para las mujeres, y se pronostica su incremento
en los años futuros. (Castro Ruz, 1996)
Estructura porcentual de la población cubana.
Años seleccionados.
La provincia de Villa Clara es la más envejecida
del país y ha entrado al nuevo milenio con más del
15 % de su población en el grupo de 60 años y
más.
El aumento de la población anciana ha derivado en
un interés cada vez más creciente por las enfermedades que afectan a
las personas de edad avanzada y por el envejecimiento mismo. El
estudio del envejecimiento y de sus características se ha
ido convirtiendo en objeto de atención prioritaria en el
marco del justificado interés actual por la
senilidad
En la sociedad moderna los factores que han contribuido
a aumentar la duración media de la vida han sido, sobre
todo, los progresos de la medicina, con la disminución de
enfermedades infecciosas y de la mortalidad infantil, y
también el mejoramiento de las condiciones de higiene, de
ambiente y de
alimentación, así como la
prevención, cada vez mayor, de innumerables enfermedades
que antaño segaban vidas humanas en este período de
la vida.
Como consecuencia del aumento de la duración
media de la vida, existe un numeroso grupo de personas de la
llamada tercera edad que se enfrentan al proceso de
jubilación, y que además de no ser productivas se
encuentran aisladas y marginadas desde el punto de vista
psicológico, económico y social, a la vez que
necesitadas de ayuda. Satisfacer las crecientes demandas de este
segmento de la población e identificar sus
características y necesidades representa un desafío
que es imposible de ignorar.
La actitud no
científica hacia la vejez como degradación solo
dificulta la
organización de su estudio, el progreso de esta
importante esfera de nuestra vida y nuestros
conocimientos.
En la ciencia actual
la vejez es tarea central, concreta y práctica que
pretende mantener la vida en un cierto nivel estable real,
ampliar los lapsos de la vida individual, retrasar el momento en
que aparece la incapacidad laboral de la
ancianidad y cambiar su carácter.
Es interesante destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone la
implementación de estrategias y
programas que
estimulen la participación activa de la persona mayor en
la vida, promuevan un proceso de envejecimiento más
saludable mediante cambios en los estilos de vida y a
través de contextos que proporcionen apoyo suficiente para
satisfacer las necesidades de la tercera edad. Así mismo,
reconoce el rol que la integración social y el apoyo social
desempeñan en la promoción y mantenimiento
del bienestar físico y psicológico de las personas
en la tercera edad.
Cada sociedad aporta elementos fundamentales y
múltiples enfoques sobre la atención
psicológica del anciano, por ser lo psíquico
resultado de lo biológico y lo social
Consideramos que a pesar del afán universal de
prolongar la vida, la sociedad no conoce los problemas de
las personas de edad, las cuestiones vinculadas al
envejecimiento, ni las posibilidades que ofrece la vejez,
llegando a ser un área prioritaria de investigaciones,
necesitándose profundizar en las características
psicológicas, pedagógicas y sociológicas de
esta etapa de la vida. Estudiar estos elementos permitirá
valorar las necesidades reales y el establecimiento de
prioridades en la atención psicológica a la tercera
edad y delimitar estrategias psicopedagógicas que puedan
propiciar un desarrollo de esta etapa de la vida.
No se trata únicamente de prolongar la esperanza
de vida, sino de incrementar las expectativas de las personas de
continuar siendo miembros activos en la
vida social y cultural. Se trata no sólo de añadir
años a la vida , sino también de añadir vida
a los años.
Nuestra sociedad ha estado preparada para personas
jóvenes y en menos de 50 años han cambiado los
grupos de
edades: debemos entonces cambiar nuestra filosofía; ese es
el desafío para el siglo XXI y deben formarse recursos
humanos para que no existan barreras de ningún tipo y
sí respeto para la
ancianidad.
A la luz de estas
reflexiones, el presente trabajo
pretende estimular el campo de la investigación en esta
etapa de la vida y nos hemos propuesto determinar la
percepción que tiene una muestra de adultos mayores del
estado de su aprendizaje, debido a la tendencia, que en alguna
medida existe, de no considerar a esta edad como una
auténtica etapa del desarrollo humano y sí con una
serie de limitaciones, que en gran medida son provenientes de
prejuicios que le ha depositado la cultura.
El incremento de la población mundial en este
grupo de edad que rebasa la sexta década, constituye una
preocupación universal y resulta evidente la necesidad de
investigar, formular sugerencias y establecer políticas
para enfrentar a escala mundial
este fenómeno demográfico.
General: Determinar la percepción que
tiene una muestra de adultos mayores del estado de su
aprendizaje.
Específicos:
- Evaluar las principales preocupaciones que tienen los
adultos mayores en torno a su
aprendizaje. - Caracterizar las necesidades de aprendizaje de una
muestra de adultos mayores. - Evaluar la relación existente entre el
potencial de aprendizaje y la percepción de este proceso
en el adulto mayor.
Tareas:
- Aplicación de una encuesta sobre la actividad
de aprendizaje. - Observación participativa de las actividades
desarrolladas por el adulto mayor en los diferentes
módulos que integran el curso. - Diagnóstico del funcionamiento psíquico
sobre la base del aprendizaje del adulto mayor vinculado a la
Universidad.
Idea central:
La percepción que de su aprendizaje tiene el
adulto mayor, es coincidente con su desarrollo
biopsicosocial.
Ya desde la época de la Comunidad
Primitiva comenzó a preocupar a los hombres el misterio de
la vida y la muerte, de
la juventud y la
vejez. Desde la antigüedad se trató de encontrar una
correlación entre el período de crecimiento y la
duración de la vida. En la civilización moderna,
como en otras ya desaparecidas, ha existido gran interés
por la longevidad. Pero, ¿conocemos qué es
envejecer?
El desconocimiento que aún persiste acerca del
envejecimiento ha obligado a plantear una serie de líneas
investigativas a fin de contribuir de una u otra forma a
esclarecer este problema, que por sus implicaciones bio-sociales
se ha convertido en uno de los más candentes de la
Medicina y Psicología Modernas.
El problema de la vejez tiene en cada sociedad sus
características peculiares y es la adecuada
comprensión de las situaciones sociales,
psicológicas y biológicas, lo que puede permitirnos
ahondar en esta etapa de la vida del hombre y la educación
necesaria que la misma lleva implícita.
El envejecimiento de la población es un
fenómeno global en las sociedades actuales. Esta tendencia
puede caracterizarse en tres factores: a) un crecimiento en el
por ciento de personas mayores de 65 años, b) un
incremento en el número absoluto de personas mayores, y c)
un aumento en la esperanza de vida. (Hugman, 1994)
Son múltiples las consideraciones y enfoques que
abordan la vejez, desde los que la presentan como edad aislada y
la definen y estigmatizan desde posiciones nada
halagüeñas, hasta enfoques que la ven como etapa
evolutiva y de desarrollo. Tomando en cuenta ambos criterios
haremos uso de manera cronológica de estas
conceptualizaciones para definir esta etapa de la
vida.
"Vivir es envejecer," decía el biólogo
contemporáneo Nathan Shock.
Para Alvin Goldfard (1967) "…el envejecimiento es
mejor definido en términos funcionales como un proceso
inevitable y progresivo de menoscabo en la capacidad para
adaptarse, ajustarse y sobrevivir. La senectud es una
condición en la cual la declinación en la capacidad
funcional física,
mental o ambas se ha hecho manifiesta, mensurable y
significativa…"
Stanley (1968) lo define como: modificaciones globales
en la estructura del
organismo que no dependen de enfermedades susceptibles de
prevenirse, ni de otros accidentes
manifiestos, que por último aumentan la probabilidad de
la muerte del
individuo al avanzar la edad."
Según el profesor
Fransesco Mario Antonini: "Desde el punto de vista
biológico, el envejecimiento empieza al nacer"
(1972).
La Organización Mundial de la Salud interpreta la
vejez como: "El período de la vida en que el menoscabo de
las funciones
mentales y físicas se acentúa cada vez más
en comparación con épocas anteriores de la
existencia." (1972)
Marc Fried (1988): "la vejez carece de límites,
excepto el de la muerte y varía no solamente de un
individuo a otro, sino de acuerdo con las expectativas sociales y
culturales, con la posición social y económica de
la persona."
"Envejecer es un fenómeno particular e individual
de cada persona. En condiciones normales, se trata de una
pérdida o insuficiencia gradual, progresiva e
irreversible, pero dialécticamente equilibrada que permite
la adaptación a las actividades fundamentales". (Albert
Moss, 1988)
"Envejecer no es estar enfermo. La vejez es un
período que exige esfuerzos adaptativos especiales sobre
la base de los cambios que se experimentan tanto dentro como
alrededor del anciano. En el orden físico: la apariencia,
el rostro, la tersura de la piel, el
color y la
cantidad de los cabellos, la vista, el oído, la
fuerza
muscular, la agilidad y la vitalidad decrecen en esta etapa.
(Valdés, Mier, 1997)
Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS, 1999): "En nuestro mundo lleno de diversidad y constante
cambio, el
envejecimiento es una de las pocas características que nos
definen y nos unifican a todos. Estamos envejeciendo y esto debe
celebrarse. Tenga usted 25 ó 65 años, 10 ó
20, igualmente está envejeciendo".
"El envejecimiento surge como uno de los temas
más complejos que enfrenta la ciencia en el siglo xxi. "
(Birren, 2000)
"La vejez es una mala costumbre para la que las personas
activas no tienen tiempo." (André Maurois,
2001)
Con razón Ramón y
Cajal han escrito que lo que debe preocuparnos no son las arrugas
del rostro sino las del cerebro y
añade "se habla de envejecer cuando se pierde la
curiosidad intelectual y cuando junto a la torpeza de las piernas
se advierte la torpeza de la palabra y del pensamiento".
El envejecimiento entendido como disminución de
la capacidad funcional de un organismo, es un proceso que se da
en forma universal en todos los seres multicelulares: en sus
células, en sus sistemas y en sus
funciones orgánicas.
La vejez no comienza de un día para otro. De
cualquier modo, es muy difícil establecer con
precisión a qué edad se envejece porque el tiempo
biológico no coincide siempre con el cronológico,
ni con el espiritual. Y es que, en definitiva, es el hombre el
que forja su propia edad. En todas las épocas han existido
jóvenes con el corazón
envejecido y viejos que conservan perenne la juventud del
alma.
En nuestra consideración, uno de los autores que
mayor aporte ha realizado al trabajo con la edad en Latinoamérica es el psicogeriatra argentino
Leopoldo Salvarezza. Al describir esta etapa de la vida expresa
que: "La vejez es un tema conflictivo, no solo para el que la
vive en sí mismo, sino también para aquellos que
sin ser viejos, aún diariamente la enfrentan desde sus
roles profesionales de médico, psicólogo, asistente
social, enfermero, o como hijo, como colega, como socio, como
vecino, o como un simple participante anónimo de las
multitudes que circulan por nuestras grandes ciudades.
(Salvarezza, 1988)
El envejecimiento es un proceso que ocurre
inevitablemente, durante el transcurso de la vida, en todos los
organismos; la época de la existencia denominada vejez
equivale a la etapa final de ese proceso de
envejecimiento.
Al finalizar la revisión de los trabajos
experimentales sobre la vejez realizados por autores tales como
Dulcey y Ardila (1976), Finley y Delgado (1981) y Ardila (1986);
se observa que coinciden en términos generales, en que la
mayoría de la población tiene actitudes
negativas hacia la vejez. Dicha percepción desvalorizada o
ese estereotipo negativo de la vejez se refleja en que tanto
jóvenes como viejos la consideran, ¾ según las conclusiones a las que
arribaron Tuckman y Lorge (1952) y Axelrod y Eidorfer (1961)
entre otros autores¾ como una
etapa de soledad, de disminución de capacidades
físicas e intelectuales,
de salud precaria, de inseguridad
económica, etc.
Para otros la llamada tercera edad, es abordada en la
literatura como
una fase de involución y no como una auténtica
etapa del desarrollo
humano. Se ubica alrededor de los 60 años, asociada al
evento de la jubilación.
Coincidimos, tal como sostiene Muchinick (1994), en que
cuando se habla de vejez se habla de declive, involución,
regresión, se enfatizan las pérdidas y nunca las
ganancias. Es de hacer notar que la mayor parte de la
población desconoce, está mal informada al respecto
de diversos aspectos de la vejez, tal como el hecho de que una
persona no pierde su inteligencia o
lucidez al llegar a una edad avanzada. Es decir, que existe un
modelo de
respuesta socialmente determinado frente a la vejez, un prejuicio que
es necesario modificar, pues siendo la vejez una etapa más
de la vida tiene derecho al ejercicio pleno de sus capacidades
para lograr un perfecto equilibrio
emocional.
Por otra parte, si bien es cierto que en un sentido
primario el envejecimiento se refiere a diversos cambios que se
dan en el transcurso de la vida individual y que implican
declives estructurales y funcionales, ello no significa que tal
disminución equivalga forzosamente a alteraciones
patológicas. Envejecer no equivale a enfermar, ni la vejez
significa enfermedad. El envejecimiento implica una constante
dialéctica de ganancias ¾ pérdidas¾ activación durante toda la
vida.
En la literatura actual aparecen numerosas
investigaciones sobre la edad y coincidimos, tal como plantea
Teresa Orosa, enque éstas aún enmascaran criterios
que no permiten verla como edad de desarrollo; negando las
posibilidades que tiene la edad de producir nuevas formaciones
psicológicas.
La edad de una persona mayor no proporciona
necesariamente una indicación acerca de su capacidad
física o intelectual.
Es conveniente hablar de envejecimiento como un proceso
que comienza tempranamente y que a lo largo de la vida adulta se
combina con procesos de
maduración y desarrollo. Pero en el envejecimiento no
sólo tienen lugar ciertos deterioros o pérdidas,
sino que también se mantienen e incluso se despliegan
ciertas funciones vitales y psicológicas. Por lo que
conceptos tales como plasticidad, y el rol activo que los
individuos juegan, adquieren cada vez más importancia. Sin
negar la realidad del declive ligado al proceso de
envejecimiento, se trata de valorar que la vejez puede ser un
tiempo propicio para el desarrollo.
El envejecimiento se da de modo diferencial y con
características individuales. No todos los organismos
envejecen de la misma manera, ni a la misma velocidad.
Significa además tomar en cuenta las posibilidades reales
de utilización del potencial intelectual, emocional y
creador del hombre, lo cual depende de cada individuo y de las
condiciones sociales y las circunstancias externas que le
permiten un desenvolvimiento y desarrollo de sus capacidades en
cualquier área de vida y a cualquier edad.
El grupo científico de la Organización
Mundial de la Salud (OMS, 1972) planteó:
"… diversas investigaciones prueban que el
envejecimiento puede manifestarse no sólo
físicamente, sino también mentalmente en casi
cualquier época de la vida, las funciones intelectuales,
por ejemplo, cambian a partir de los 20 años poco
más o menos. Por otra parte, es sabido que la edad
cronológica no siempre guarda relación directa con
la conservación de sus funciones
psíquicas."
Es importante insistir en que la población
anciana no constituye un grupo homogéneo y que sus
necesidades son muy diversas y no pueden ser incluidas bajo la
etiqueta generalizadora "necesidades de la tercera
edad."
El conocimiento
acerca de la vejez constituye el paso previo para mejorar
actitudes hacia la vejez dado que, tal como opinan Dulcey y
Ardila (1976), los esfuerzos de la medicina para prolongar la
vida no tendrían sentido por sí solos, si no nos
esforzamos por mejorar las actitudes hacia esa vida que se
prolonga.
El estudio del envejecimiento cerebral y de sus
características se ha ido convirtiendo en objeto de una
atención prioritaria en el marco del justificado
interés actual por la senilidad.
Los estereotipos suponen que en la vejez se experimenta
una desaceleración de los procesos intelectuales,
tendencia al olvido, confusión y, en general, senilidad.
Mucha gente cree erróneamente que es difícil si no
imposible, que un anciano adquiera nuevos
conocimientos.
Las investigaciones sobre envejecimiento cognoscitivo
hacen énfasis en la rapidez con que se aprende un material
nuevo. De acuerdo con Salthouse (1985) una disminución en
la velocidad del procesamiento relacionada con la edad afecta la
mayoría de los procesos perceptuales y cognoscitivos, y
esta lentificación generalizada puede explicar la
reducción de la inteligencia en la edad avanzada. Como
reflejo de este legado, en las mediciones tradicionales de las
ejecuciones cognoscitivas se toma el tiempo y se califica
según la rapidez con que se terminan las tareas. Cada una
de las tareas que comprende la subescala de ejecución de
la tan empleada Escala de Inteligencia Wechsler para adultos
revisada (WAIS – R) (Wechsler, 1981) incluye la rapidez en
la ejecución. Aun independientemente de la salud
física, la rapidez del aprendizaje y los procesos
cognoscitivos implicados, se muestran pequeñas pero
confiables disminuciones con la edad.
En relación con este aspecto, Botwinick (1977)
aportó una interpretación interesante de los datos derivados
de la utilización de la batería de Wechsler en
ancianos. Se refiere al hecho de que las tareas verbales
requieren de la utilización de la información almacenada previamente (a lo
largo de la vida) en la memoria y que a
menudo es utilizada durante la vida diaria. Las pruebas
manipulativas, en cambio, requieren para su solución de la
manipulación de materiales
nuevos, no familiares y más complejos. En definitiva se
trata de una forma de afirmar que, durante el envejecimiento, "la
inteligencia cristalizada" ¾
producto del
aprendizaje¾ se mantiene
intacta, mientras que se produce un deterioro de la "inteligencia
fluida."
Las perspectivas actuales, en el ámbito de
investigaciones de la inteligencia, tienden a rechazar los
análisis globalizados de las Escalas del
WAIS a favor de la interpretación minuciosa de cada
subtest.
Reciben también atención áreas de
funcionamiento cognoscitivo que muestran mejorías a lo
largo del curso de la vida, tales como las referentes a la
resolución de problemas
sociales, encontrándose adultos mayores que hacen
interpretaciones más complejas de los problemas y tienen
estrategias más flexibles para manejarlos de modo efectivo
(Blanchard-Fields, 1994). Los autores aducen que el
conocimiento adquirido que se basa en el incremento de la
experiencia (más que en la atención, la memoria o
la inteligencia) es responsable de la mayor parte de la
variabilidad que se observa en el funcionamiento
cotidiano.
Por otra parte, se plantea que intelectualmente el
anciano es víctima de trastornos de tipo mnésico,
sobre todo en los procesos de retención y está
limitado tanto en el aprendizaje
como en el poder de
concentración (Valdés, Mier, 1987); cuestión
esta que consideramos promueve una mirada involutiva para la edad
y no considera el desarrollo de potencialidades en el
envejecimiento.
El desarrollo correcto de la habilidad lingüística requiere de la perfecta
correspondencia de al menos cuatro de los aspectos constituyentes
del lenguaje:
fonología, léxico, sintaxis y semántica. Durante el envejecimiento todos
los aspectos fonológicos se hayan bien preservados
(combinación y utilización de los diferentes
sonidos del lenguaje).
La representación léxica de un objeto
corresponde al nombre convencional que este adquiere dentro de
una lengua,
tampoco en el envejecimiento se aprecian dificultades en tales
representaciones.
La representación semántica (significado
de las palabras) no constituye una dificultad en los individuos
de edad avanzada.
En cuanto al conocimiento sintáctico, que se
refiere a la capacidad para combinar las palabras de manera que
adquieran un significado, numerosos estudios defienden que la
edad tiene muy pocos efectos sobre los aspectos
sintácticos del lenguaje y aceptan que las estructuras
especialmente complicadas para los individuos de edad avanzada lo
son también para los jóvenes.
Podemos plantear que el lenguaje no
solo se encuentra relativamente bien preservado en edades
avanzadas, sino que incluso algunos aspectos se mejoran a
través de los años. Es el caso del vocabulario, que
tiende a enriquecerse y aumentar con la edad, o bien de la
expresión verbal donde pueden utilizar frases
sintácticas fonéticamente más elaboradas que
los jóvenes; y podríamos apoyar estos datos
recordando que Cervantes
escribió la segunda parte de El Quijote (la de
mayor complejidad literaria), después de cumplir los 70
años. (Buendía, 1994)
La memoria, como otro elemento integral del aprendizaje,
es la función
más ampliamente estudiada en el ámbito del
envejecimiento normal. La justificación se encuentra, en
parte, en el hecho de que también constituye la queja
subjetiva más frecuente en las personas de edad avanzada
Larrabee Mc. Entee, 1995.
Una de las quejas más frecuentes en las personas
de edad es el problema de la memoria. (Larrabee Mc Entee,
1995)
En las tareas clásicamente utilizadas para
estudiar la memoria a corto plazo, diferentes autores han anotado
que las medidas del volumen de
memoria y el efecto de recencia, no evidencian diferencias
ligadas con la edad. (Poon, 1985)
El efecto del envejecimiento es, sin duda, más
marcado en el dominio de la
memoria a largo plazo que en el de la memoria a corto plazo.
(Salthouse, 1982)
La tasa de olvido medida en diferentes intervalos, es
comparable en jóvenes y viejos. (Bayles Kaszniak,
1987)
Acerca de la memoria implícita en el
envejecimiento, tanto las tareas referidas al aprendizaje de
procedimientos, como las tareas de
facilitación, señalan una conservación de
estas habilidades o solo una discreta disminución, ligada
a una menor eficacia de las
capacidades de organización de la información. Los
estudios acerca de la memoria en el envejecimiento resaltan la
conservación de este proceso. (Mitchell, 1989 y Ska,
1993)
En relación con este proceso, José
Buendía (1994) refiere que el término memoria es
amplio, y nos define todo el proceso cognitivo que permite al
individuo almacenar experiencias y percepciones para su recuerdo
en situaciones posteriores, y si bien es cierto que algunos
aspectos de la memoria se deterioran con el paso de los
años, también es verdad que no todos los hacen por
igual, y que incluso podemos hablar de memorias que
se encuentran bien preservadas (la memoria para hechos remotos).
El conocimiento de los límites que constituyen la
normalidad en el terreno de la memoria es de crucial importancia
para el establecimiento de un diagnóstico diferencial preciso.
A pesar de que existen contradicciones en algunos
estudios relativos a la memoria a corto plazo (inmediata) en la
tercera edad, la mayoría no han hallado diferencias
sustanciales entre la capacidad para retener dígitos ni
palabras. Un estudio clásico sobre la memoria y la
velocidad del procesamiento de la información confirma que
lo que se reduce con la edad es la latencia de la respuesta,
siendo más lentos en la respuesta.
Por su parte, dentro de la capacidad de retener y
consolidar la información podemos distinguir la que se
refiere a hechos remotos (a largo plazo) de la retención
de información reciente. No existen cambios sustanciales
relacionados con el envejecimiento que revelen déficits en
la memoria remota. El déficit real que se presenta
asociado al envejecimiento radica en la memoria para hechos
recientes. Tal deterioro parece reducirse cuando se utilizan
"pistas" que ayudan al recuerdo de la información
previamente retenida.
Los diferentes intentos de justificar o explicar las
alteraciones de la memoria que se presentan en el envejecimiento
normal, nos llevan a plantear que, en general, no nos hallamos
ante un problema de memoria en sí misma, sino ante una
dificultad que se halla en el proceso de codificación de la información y en
la falta de organización del material. Podría
decirse incluso que el problema está en la estrategia misma
que se utiliza ¾ que no se
utiliza¾ para lograr retener la
información con la misma eficacia que los
jóvenes.
La memoria es un área en la cual los modestos
déficits relacionados con la edad pueden amplificarse por
suposiciones. Aunque ciertos aspectos de la memoria muestran
algún declive en la vejez, éste no es usualmente
suficiente para perturbar el funcionamiento cotidiano.
(Buendía, 1994)
Por otra parte, tomemos en consideración el
término de la atención, que nos sirve para
describir el proceso mental a través del cual los
individuos evitan la distracción que pueden provocar los
estímulos irrelevantes en una situación concreta,
mientras se centran en aquello que es conductualmente importante.
Se trata de un proceso complejo que incluye vigilancia,
concentración, focalización y
exploración.
Los individuos de edad avanzada no sufren modificaciones
en el procesamiento automático (se producen sin conciencia, sin
intención y sin interferir en otros procesos en marcha).
En cambio, el envejecimiento altera (de manera no muy
significativa) los procesos que requieren atención
voluntaria (conscientes, controlados y que requieren
esfuerzo).
En la medida en que las investigaciones sobre el
envejecimiento cognoscitivo tiendan a centrarse en supuestas
deficiencias y en ignorar las fortalezas, la información
será deficiente.
Hay que destacar que, con los años, con el
envejecimiento, no se dan solamente deterioros, sino que se
mantienen e incluso se despliegan ciertas funciones vitales y
psicológicas. (Buendía. 1994)
No se puede seguir afirmando que la vejez es
sinónimo de declive intelectual y cognitivo. Es indudable
que hay ciertas pérdidas: la tendencia del sistema cognitivo
anciano a sobrecargarse con cierta rapidez ante la
información nueva, la lentitud del procesamiento asociado
al incremento en edad, son indicadores de
que la memoria y la capacidad intelectual constituyen necesidades
en esta etapa de la vida. Pero también hay que valorar
como cierto, que un aprendizaje extra puede compensarlas y que
las habilidades que vamos adquiriendo a lo largo de la vida no
son inmutables. Los aprendizajes tempranos pueden ser
modificados, e incluso, sustituidos por aprendizajes
posteriores.
El aprendizaje se ha considerado como un elemento
esencial en el desarrollo humano, para la adquisición de
nuevas formas de comportamiento
y actuación y es de interés educativo,
clínico y social. El Dr. Luis Felipe Herrera plantea que
incluso debe verse vinculado con el potencial salutogénico
del individuo, es decir con el potencial para movilizar sus
fuerzas en aras de lograr la salud.
Desde el punto de vista social las investigaciones sobre
el aprendizaje se han considerado valiosas para comprender
cambios de actitudes en las personas y cuestiones relacionadas
con la regulación de la conducta humana,
la aceptación, el rechazo, las preferencias,
etc.
Sthefen B. Klein, profesor de la Universidad de
Mississippi (1995) planteó: "el aprendizaje es un cambio
relativamente permanente de la conducta debido a la experiencia
que no puede explicarse por un estado transitorio del organismo,
por la maduración o por tendencias de respuestas
innatas."
Jospeh Novak y B. Gowin (1988) consideran al aprendizaje
como "el proceso mediante el cual un sujeto adquiere destrezas o
habilidades, incorpora contenidos informativos, conocimientos y
adopta nuevas estrategias de conocimiento y de acción".
El profesor Dale H. Schunk, de la Universidad de Purdue,
en Estados
Unidos, ha planteado recientemente que el acto de aprender
requiere considerar nuevas acciones, la
modificación de las acciones existentes y el propio
carácter inferencial del aprender.
Schunk define el aprendizaje como el cambio perdurable
en la conducta o en la capacidad de conducirse de una manera
dada, como resultado de la práctica o de otras formas de
experiencia. En este sentido aprender significa la
adquisición de conocimientos, habilidades, estrategias,
creencias, actitudes y conductas.
Por aprendizaje se entiende el proceso de construcción, formación, desarrollo
y consolidación de conocimientos, nexos afectivos,
valores,
ideales y normas sociales.
(L.F. Herrera, 2001)
El aprendizaje para ser eficiente debe ser activo,
personalizado. No interesa que el educando aprenda más,
sino que aprenda a seleccionar, a atender y reflexionar sobre la
información, para luego actuar en direccionalidad motivada
y definida. La personalización del aprendizaje asegura que
el alumno aprenda el mundo de manera personal y no
impuesta, el mejoramiento del clima afectivo
permite el aprendizaje por experiencia directa.
Hoy se reconoce el valor del aprendizaje
significativo, lo que supone la posibilidad de atribuir
significados a lo que se debe aprender a partir de lo que ya se
conoce. (Coll, 1991) Por lo que en el proceso de aprendizaje debe
tomarse en cuenta que:
– El aprendizaje es más eficaz cuando es una
respuesta a una necesidad que siente el que aprende.
– La participación activa por parte del que
aprende es indispensable para que exista
aprendizaje.
– El aprendizaje se facilita cuando se encuentra
significado a lo que se aprende.
En la obra de Vigostky se encuentran ideas relacionadas
con las concepciones de aprendizaje. Para él, el
aprendizaje es una actividad social, y no solo un proceso de
realización individual, una actividad de producción y reproducción del conocimiento mediante la
cual el sujeto asimila los modos sociales de actividad y de
interacción, los fundamentos del conocimiento
científico, bajo condiciones de orientación e
interacción social.
Esta concepción de aprendizaje pone en el centro
de atención al sujeto activo, consciente, orientado hacia
un objetivo, su
interacción con otros sujetos, sus acciones con el objeto,
con la utilización de diversos medios en
condiciones sociohistóricas determinadas.
Vigostky le asigna una importancia medular a la
revelación de las relaciones existentes entre el
desarrollo y el aprendizaje, por la repercusión que este
problema tiene en el diagnóstico de capacidades
intelectuales. Para él lo que las personas pueden hacer
con la ayuda de otros puede ser en cierto sentido más
indicativo de su desarrollo mental que lo que pueden hacer por
sí solas. Resulta imprescindible revelar las capacidades
reales del sujeto y sus posibilidades para aprender con ayuda de
los demás. La diferencia entre estos dos niveles es lo que
denomina zona de desarrollo próximo, que define como la
distancia entre el nivel real de desarrollo determinado por la
capacidad de resolver un problema y el nivel de desarrollo
potencial, determinado a través de la resolución de
un problema bajo la guía de un adulto o en
colaboración con otro compañero más
capaz.
Aún cuando la tercera edad no fue objeto de
estudio de la teoría
de L. S. Vigotsky, los
postulados desarrollados resultan esclarecedores a la hora de
abordar la atención a esta edad, pues lo que no se puede
es dudar de que el adulto mayor posee potencialidades que se
expresan y desarrollan en su interacción con otros
adultos.
La concepción histórico-cultural
desarrollada por Vigotsky nos permite tener una visión
acertada del adulto mayor y de cómo organizar el proceso
de enseñanza-aprendizaje para estas
personas.
La utilización conceptual vigostkiana nos ha
permitido diferenciar y enjuiciar otras posiciones de la
Psicología de la vejez en la actualidad. Nos ha permitido,
además, valorar esta etapa de la vida como desarrolladora
con necesidades individuales y posibilidades de nuevas
formaciones psicológicas que permiten su
potenciación como individuo en la última etapa de
la vida.
"La concepción histórico-cultural del
desarrollo psíquico, se constituye en nuestros días
en la construcción más acertada e integradora de la
explicación acerca de la estructura, contenido y
génesis de la psiquis humana." (G. Arias, 1998)
Particularmente desde los años 1990 se ha
constituido en punto de referencia mundial el concepto de
aprendizaje durante toda la vida como objetivo global de la
educación, por cierto muy relacionado y útil para
el logro de metas como las implicadas en el envejecimiento
exitoso, el bienestar subjetivo y la planeación
efectiva de la vida.
"El aprendizaje durante toda la vida, es el referido al
desarrollo
social, cultural y económico de personas y grupos
mediante la educación y el aprendizaje a lo largo de sus
vidas." (Taylor,
2001)
En este sentido, el aprendizaje durante toda la vida
coincide con la llamada "educación vitalicia" según
el escritor mexicano Carlos Fuentes
(1999), la cual trasciende las etapas exclusivas o concluyentes
de la enseñanza tradicional. La educación vitalicia
diversifica los currículos escolares, los hace accesibles
a la comunidad, extiende el concepto de educación a
sociedades que aprenden a seguir aprendiendo, a fin de enfrentar
nuevos y absolutamente inesperados desafíos. Destaca como
responsabilidades fundamentales: la educación vitalicia de
los adultos mayores.
Los enfoques que abordan la tercera edad como etapa
evolutiva y de desarrollo no trascienden los marcos de la
Psicología, la Sociología y las Ciencias de la
Salud, prestándose muy poca atención a este tema en
las Ciencias de la
Educación. En este sentido, el aprendizaje del adulto
mayor ha sido una arista casi vedada y que, por supuesto, hasta
hace algunos años no tenía cabida en los enfoques
de la Psicología y la Pedagogía. De hecho, los hombres y mujeres
de la tercera edad constituyen uno de los colectivos que apenas
tienen presencia en los contenidos culturales que son objeto de
atención en las instituciones
escolares.
En nuestro país se han dado pasos de avance al
respecto y son múltiples los programas y servicios que
incluyen la atención a la tercera edad: círculos de
abuelos, casas del abuelo, gabinetes y salas hospitalarias del
adulto mayor, la Universidad del adulto mayor, entre
otras.
La Universidad del adulto mayor, como interesante
iniciativa, surgió a finales de 1999 por el Movimiento de
Jubilados y Pensionados de la CTC, tomando en cuenta algunas
experiencias que funcionaban en Ciudad de La Habana y Santiago de
Cuba, en la
impartición de temas gerontológicos a los adultos
mayores, se formó una comisión de trabajo para la
instrumentación, perfeccionamiento y
ampliación de todas estas ideas, solicitándose a la
Universidad de La Habana y a la Asociación de Pedagogos de
Cuba su contribución. Así surgió la primera
cátedra universitaria del adulto mayor, en la Facultad de
Psicología de Ciudad de La Habana, con un claustro de
profesores en su mayoría jubilados con una alta
calificación.
En una de las sesiones del 1er Encuentro Internacional
de Universidades del Adulto Mayor, realizado en mayo de 2002 en
La Habana, el secretario general de la CTC, compañero
Pedro Ross Leal, planteó las ideas de generalizar estos
cursos, creándolos en todos los municipios del
país, como una modesta contribución al programa para
lograr una cultura general integral de nuestra
población.
Actualmente hay constituidas en nuestro país 125
cátedras del adulto mayor. Los cursos se desarrollan sobre
la base de conferencias, ponencias y debates con temas de salud,
estilo de
vida, alimentación, psicología, culturales y
jurídicos, entre otros; creándose el marco propicio
para la búsqueda de alternativas emergentes al currículo que surjan de los procesos de
investigación acción educativa, mezclándose
alumnos y profesores en los procesos de
reflexión.
En este sentido, son valiosas las investigaciones y
aportes que ha realizado la Asociación de Pedagogos de
Cuba y los estudios realizados por las Dras. Lidia Turner y
Antonia Díaz.
Actualmente con la creación de la Universidad
para el adulto mayor, hemos apreciado el auge de las corrientes
innovadoras de la Pedagogía del adulto, basadas en la
participación y cuyo principal exponente es el pedagogo
brasileño Paulo Freire,
quien desde el mismo inicio de su producción
pedagógica aporta un nuevo método que
estimula la creatividad,
la búsqueda, el cuestionamiento, propicia la acción
participativa–transformadora por parte de los educandos, de
los sectores oficiales opresores, para que la educación
llegue a los barrios pobres, a obreros, campesinos, miembros de
partidos
políticos, sectores religiosos, o sea, una
educación popular. En la Pedagogía de Freire las
experiencias de educación parten del conocimiento de la
realidad, de su análisis e interpretación para
posibilitar la toma de una actitud crítica
y de compromiso con la modificación del mismo, como
tendencia que promueve la socialización para el cambio y no la simple
adaptación.
Esta pedagogía liderada por Freire ha promovido
innovaciones curriculares cuyos principios se
sustentan en una renovación pedagógica desde la
óptica
misma del desarrollo curricular.
Algunos teóricos como Luis Serra apuntan que la
educación popular es un proceso permanente y organizado
que incluye:
– La investigación participativa de la
realidad.
– La recuperación de la memoria
colectiva.
– La planificación de las acciones educativas y
de cambio social.
– La ejecución y desarrollo de planes de
acción.
– La elevación y sistematización de los
resultados.
– La multiplicación de experiencias y
capacidades.
La educación popular tiene una finalidad
transformadora de la realidad. Se ha sistematizado su
práctica sobre la base de los aspectos siguientes: el
educador adopta formas participativas y la dialogicidad debe
lograr el diagnóstico de la realidad vivida por el grupo y
su interacción con esa realidad; realizar un
análisis de las acciones organizadas por el grupo para
modificar el medio y su propia actuación, y por
último: el descubrimiento colectivo de la intención
o modificación que se está realizando. O sea, se
enseña a pensar y estimula una acción
transformadora, basada en el diálogo,
la utilización de palabras y temas "generadores", etc.,
que adoptan significado en cada barriada o comunidad de
base.
Todos aprenden y enseñan recíprocamente en
un proceso colectivo de diálogo fraternal. Las relaciones
entre el educador y el educando conciben al maestro como un
guía, un coordinador que motiva la participación al
debate, la
reflexión y, por ende, la profundización del saber
popular. ¿Cómo? A través del tema de
estudio, que conserva su esencia generadora, como
problematización que reta la capacidad analítica de
los participantes y no la transmisión de un saber
"elaborado" por otros "que saben". En otro sentido, este
método estimula, además de la creatividad, la buena
capacidad de comunicación colectiva, que se logra con el
buen uso del lenguaje y las formas de expresión de la
cultura popular, siendo requisito indispensable para desarrollar
una labor educativa profunda, crítica, así como
para que se extienda dicha práctica a sectores más
amplios del pueblo.
Los contenidos se determinan a partir de la convergencia
de los intereses más particulares de los educandos, pero
teniendo en cuenta los intereses más generales. Se trata
de contenidos sistemáticos, científicos, que se
deben ver y construir siempre relacionados, los de
carácter cultural con los de carácter
técnico-profesional, con los de carácter
ideológico.
La creación de los materiales educativos (con
carácter instrumental) es un momento importante en la
práctica de la educación popular. La
creación de materiales con la participación de los
sectores populares permite un encuentro entre el conocimiento
científico-teórico y el conocimiento popular, esto
ha favorecido la intercomunicación entre las experiencias
de la educación popular en América
Latina, y transitar hacia experiencias más amplias con
cierto nivel de masividad. Estos materiales deben partir de la
propia cultura de los grupos que los utilizan y deben adecuarse a
los códigos gráficos, lingüísticos y modo
de expresión de los participantes, motivando de esta
manera el análisis, la discusión y el
debate.
En los últimos años con la creación
de las universidades para el adulto mayor, como una vía
para el paso de una actividad productiva a una forma de actividad
creativa socialmente reconocida, queda claro que esta
pedagogía innovadora está llamada a jugar un papel
esencial en el proceso de aprendizaje en el adulto mayor,
encaminado a propiciar el desarrollo de una cultura del
envejecimiento desde la óptica de aprender a
desempeñarse en un mundo cambiante y de demostrar lo que
socialmente puede aportar este grupo etáreo.
La identificación de las necesidades de
aprendizaje es un elemento a tomar en cuenta en el proceso de
enseñanza, ya que la percepción de las necesidades
del aprendizaje que tiene un individuo a veces difiere de los
puntos de vista educacionales. Se necesita dar al adulto mayor la
oportunidad de formular y expresar sus necesidades.
Teniendo en cuenta la revisión
bibliográfica realizada, se consideran indicadores
semánticos las categorías siguientes:
– Adulto mayor: individuo que pertenece a la llamada
tercera edad, a partir de los sesenta años de edad
–¾ etapa
post-jubilación¾ y que
comúnmente se le identifica como adulto mayor o
anciano.
– Envejecimiento poblacional: se expresa en la
proporción de la población de edad avanzada en
relación con la población total. Por tanto, no es
solo el número de ancianos lo que lo define, sino la
proporción de los mismos en la estructura
poblacional.
– Educación Popular: proceso que propicia que
el participante se convierta en sujeto de su propia
educación (autoeducación). Parte del hecho de que
el conocimiento científico debe ser llevado a las
"masas" y que el pueblo "debe ser educado." El papel del
educador es proponer las herramientas
teóricas y técnicas que faciliten el proceso de
reproducción del saber popular para sistematizarlo e
incorporarlo, conscientemente, en las acciones educativas,
fusionándolo con el conocimiento
científico-tecnológico sistematizado.
– Aprendizaje: proceso mediante el cual el individuo
adquiere conocimientos, habilidades, actitudes, valores, etc., a
partir de su contacto con la realidad, su medio ambiente
y otras personas.
En los momentos actuales el problema de la
investigación científica se mueve entre dos
enfoques o paradigmas, el
cuantitativo y el cualitativo. Algunos autores consideran la
investigación acción como una conciliación,
triangulación o convergencia de paradigmas, es decir
aprovechar todo lo positivo de cada uno de ellos, y este criterio
se pone de manifiesto en nuestro trabajo, pues se utiliza la
cuantificación en algunos momentos, pero el enfoque
cualitativo salva la pretensión de cuantificar toda
realidad humana, por lo que tenemos en cuenta una
concepción múltiple de la realidad, hay
interpretaciones y transformaciones de la misma. Además,
se sigue el enfoque dialéctico que pone de manifiesto la
relación dinámica entre lo cualitativo y
cuantitativo.
La presente investigación de tipo
descriptivo–analítica, se realizó en el
municipio de Sagua la Grande, en el período comprendido
entre enero de 2001 a diciembre de 2002. Se trabajó con
una muestra de 31 adultos mayores vinculados a la Universidad del
adulto mayor, todos jubilados y sin vínculo laboral, con
diversidad de nivel cultural, capacidades y
características individuales.
Los criterios de selección
estuvieron enmarcados en:
– Que estuvieran vinculados a la Universidad del
adulto mayor.
– Que fueran mayores de 55 años.
– Que fueran jubilados.
– Que consintieran en colaborar en la
investigación.
Instrumentos utilizados en la recogida de
información:
– Observación participativa en las
actividades de los diferentes módulos de la
Universidad del adulto mayor.
– Técnica de los refranes.
– Encuesta.
– 10 palabras de A.R.Luria.
Seguidamente aparecen las descripciones del conjunto de
técnicas que se estructuraron para esta
investigación.
Encuesta:
La encuesta como método de investigación
es una técnica de gran valor, que permite obtener
información, puntos de vista, criterios, preocupaciones, a
través de un conjunto de preguntas que pueden ser cerradas
o abiertas, y que nos conducen a la medición de opiniones sociales.
El objetivo fue buscar información sobre las
principales preocupaciones que tienen los adultos mayores en
torno a su aprendizaje.
Su finalidad es informar la opinión que tienen
los sujetos sobre su aprendizaje, principales potencialidades y
dificultades, elementos que interfieren en su aprendizaje,
expectativas de aprendizaje, etc.
Memoria de las 10
palabras de A. R. Luria:
Esta técnica fue propuesta por Luria. Los
presupuestos
teóricos que sustentan esta prueba indican el
carácter activo de la memoria. Tiene como objetivo la
investigación de la memoria: recuerdo inmediato y
mediato.
Esta incluye una lista de 10 palabras sencillas y
conocidas que el sujeto debe grabar y reproducir (pan, ventana,
hermano, agua, miel,
caballo, fuerza, bosque, fuego, silla). Instrucciones: "Ahora te
voy a leer una lista de palabras de las cuales vas a tratar de
recordar el mayor número que te sea posible, atiende bien
para que luego puedas decírmelas".
Esta metódica investiga la actividad
sintética de los sujetos y analiza la habilidad para
generalizar. Constituyen aquel género del
folklore, en
el cual la generalización, un juicio general, se transmite
a través de la significación de algún hecho
particular aislado de una situación concreta. El sentido
verdadero de un refrán se torna entonces sólo
comprensible cuando la persona se abstrae de aquellos hechos
concretos acerca de los cuales se habla en el refrán,
cuando los mismos hechos adquieren carácter de
generalización. Solo ante esta condición se realiza
la transferencia del contenido del refrán a otras
situaciones. Esta transferencia es análoga por sus
mecanismos a la transferencia del modo de solución de una
tarea a otra.
Como método de investigación permite
percibir de forma planificada y sistemática la actividad
de los sujetos en condiciones naturales de desarrollo para lograr
dar una explicación lógica
de su evolución, por tanto la información
que nos brinda tiene un carácter objetivo. Para realizarla
se confecciona un registro de
observación tomando en cuenta los elementos en que se
precisa profundizar. Consiste en el registro sistemático,
válido y confiable de comportamiento o conducta
manifiesta. Supone, además, la interacción social
entre el investigador y los grupos
sociales donde el objetivo es recoger datos, de modo
sistemático, a través del contacto directo y en
situaciones específicas.
Primeramente se seleccionó la muestra partiendo
de la matrícula de adultos mayores incorporados a la
Universidad del Adulto Mayor. Inicialmente se solicitó el
consentimiento a cada participante (ver anexo 5) y comenzamos con
las sesiones de trabajo.
En la primera sesión de trabajo se aplicó
una encuesta grupal que duró un tiempo aproximado de 25
minutos.
En la segunda y tercera sesiones de trabajo se aplicaron
las técnicas de los Refranes y la Memoria de las diez
palabras donde se trabajó en adecuadas condiciones
ambientales de iluminación, ventilación y
silencio.
Por último se emplearon una cuarta y quinta
sesiones de trabajo para llevar a cabo observaciones
participativas del grupo.
Al finalizar estas sesiones de trabajo se hizo un
análisis de los datos recogidos.
De acuerdo con la estrategia metodológica que nos
propusimos, el análisis de los resultados se
realizó de forma cualitativa, integrando los resultados
arrojados por los sujetos y los diferentes métodos y
técnicas empleadas, y desde el punto de vista cuantitativo
se procedió a utilizar el cálculo
porcentual.
El número de personas estudiadas fue de 31, de
ellos el 19.3 % se hallaba en el grupo de edad de 55-60
años; el 51.6 % de 61-65 años; el 19.3 % de 66-70
años; el 3.2 % de 71-75 años y el 6.4 % de 76-80
años.
Gráfico 1
La escolaridad de la muestra fue la siguiente: al 35,4 %
con nivel medio, 45,1 % con nivel medio superior y el 19,3 % con
nivel superior.
Grafico 2
El 74,2 % de ellos pertenecía al sexo femenino
y el 25,8 % al sexo masculino. Aquí hacemos referencia a
los trabajos de Orosa Fraíz "La tercera edad y la familia,"
donde el análisis de género se caracteriza por la
desproporción hacia las mujeres que constituyen la
mayoría inscrita en la Universidad del Adulto
Mayor.
Gráfico 3
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